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Probablemente, la respuesta sea... nadie. Los adultos deseamos proteger a nuestros hijos de
experiencias dolorosas, y la muerte de un ser querido es la más dolorosa de todas.
Pero los niños no se están preparando para la vida, sino que ya la están viviendo. Como la
muerte forma parte de la vida, se acabarán encontrando con ella. Poder llorar la muerte de
un ser querido adecuadamente y afrontar la pérdida antes de que se produzca, en el
momento en el que ocurre y, sobre todo, después, hace que el niño crezca sin sentirse
culpable, deprimido, enojado o asustado.
La dura realidad es que su ser querido suele ser también nuestro ser querido y, en ese
momento de dolor para nosotros, afrontar la tristeza de nuestros hijos suele ser complicado.
Pero un niño afligido necesita saber que el mundo continúa, que la vida es bella y que un
corazón herido puede sanar.
El niño necesita hablar, no sólo que le hablen. Escuchar al niño y ayudarle a expresar sus
temores y dudas es esencial.
A continuación aparecen las preguntas más comunes que los padres se plantean ante la
muerte de un ser querido. Hay que tomarlas como orientaciones generales. Cada padre o
madre es quien mejor conoce a su hijo y puede adaptarlo a las propias necesidades y
respuestas.
Si algún miembro de la familia o un amigo cercano está enfermo de gravedad, los padres
deben hablarlo con sus hijos antes de que la muerte ocurra, diciéndole que están muy
preocupados porque está muy grave.
Explícales con pocas palabras cómo ha muerto el ser querido. Por ej.: “Ya sabéis que ... ha
estado muy, muy, muy, muy enfermo durante mucho tiempo. La enfermedad que sufría le ha
causado la muerte”. O “... ha tenido un accidente. Quedó muy, muy, muy, muy malherido, y
el accidente le ha causado la muerte”. Los múltiples “muy” ayudan a distinguir la muerte de
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los momentos en que estaba “muy enfermo” o “muy malherido” y le tranquilizan de forma
que no piense que cada vez que alguien está enfermo se puede morir. Los médicos curan la
mayoría de las enfermedades, pero hay algunas más complicadas o más graves.
Al referirte a la muerte, evita usar términos como “pérdida”, “se lo han llevado”, “ha
desaparecido” o “ha emprendido un largo viaje”, porque alimentan los miedos que tienen los
niños a ser abandonados. Nunca les digas que “se ha quedado dormido”, porque esto podría
hacer que tuvieran miedo a ir a acostarse por la noche.
Es importante que sepan que es para siempre. Algunas niños piensan que el ser querido
puede volver a la vida si él reza o lo desea ardientemente.
Hay que dejar claro que no hay que echar la culpa a nadie, y menos a ellos. “No ha sido por culpa
vuestra”. Nada de lo que ellos hayan dicho, hecho o pensado ha causado la muerte.
Es una decisión que cada familia debe tomar por sí misma. En general, depende de la
educación religiosa que los niños hayan recibido. Si han crecido en una comunidad de
creyentes podrán comprenderlo mejor. Pero en caso contrario, es probable que no sea el
mejor momento para iniciarlos en la religión, ya que esto los confundiría. En cualquier
tragedia evita decir cosas como “Dios se ha llevado a la abuela” o “Dios quiso que se fuera
con él”, porque a los niños pequeños podría crearles miedos.
En caso de hablarles en términos religiosos conviene decir “Nosotros creemos que...” está en
el cielo, o en un sitio en el que es feliz, o un sitio en el que está muy bien cuidado y que
desde allí cuida de nosotros..., explicándoles cómo tu religión o cultura ve la muerte, pero
siempre abierto a que otras personas crean otra cosa.
Es importante evitar temas como el infierno y el purgatorio o los juicios de que alguien era
“bueno” o “malo”.
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¿Y si los niños no quieren asistir a estos rituales? No los obligues a acudir ni hagas que se
sientan culpables por no haber ido.
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En absoluto. Los niños necesitan aprender a expresar el dolor y la mejor forma de hacerlo es
aprenderlo de los adultos. Cuando lloras estás enseñando a tus hijos que está bien llorar. Cuando
tienes una expresión triste, les estás dando permiso para mostrar sus emociones.
Pueden preguntar “¿Y tú por qué no lloras?”. Les puedes explicar que ya has llorado y que ahora
estás más tranquilo y que, cuando vuelvas a sentirte triste, seguramente llorarás otra vez.
Conviene enseñarle que vencer el dolor requiere tiempo y que sólo poco a poco se puede conseguir.
Que para ello es bueno hablar con las personas que le quieren.
¿CUÁLES SON ALGUNAS DE LAS FORMAS EN QUE LOS NIÑOS REACCIONAN A LA MUERTE
DE UN SER QUERIDO Y CÓMO DEBO YO RESPONDER?
Algunos niños se sienten culpables o responsables de la muerte de un ser querido.
Pueden creer que sus palabras o pensamientos enojados, o su mala conducta, han
causado la muerte. Tranquilízalos diciendo que eso no es cierto.
En los casos en que uno de los padres ha muerto, los niños se aferran al padre o a
la madre que ha sobrevivido. Les preocupa muchísimo que éste pueda también
morir y que se queden sin nadie que los cuide. Este miedo a ser abandonado es
totalmente normal. Tranquilízalos diciendo que siempre habrá alguien que se
ocupe de ellos.
Algunos niños experimentan una regresión y se comportan como si tuvieran
menos edad dando guerra y teniendo rabietas. ¡Ten paciencia! Todos estáis bajo
presión y tus hijos se encuentran menos preparados que tú para hacer frente a
esta situación. Llámales la atención cuando se comporten mal, y sigue poniendo
límites como de costumbre.
Tan pronto como sientan deseos de hacerlo. Los niños tienden a llorar la pérdida
de un ser amado a rachas. En un momento estarán llorando de tristeza y al
siguiente riendo mientras juegan en los columpios. El juego les ayuda a superar la
pena. Les ofrece un descanso de estar tristes, les da la oportunidad de expresar
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¿QUÉ ES LO MÁS IMPORTANTE QUE PUEDO HACER AHORA MISMO POR MIS HIJOS?
Permanecer a su lado, ser sincero con ellos y quererlos, como siempre.
La pena que sentimos cuando un ser querido muere no es sólo por él, sino también por
nosotros mismos. Sabemos que la pérdida es permanente y que nos afectará el resto de la
vida.
Los niños de cualquier edad lloran y añoran al ser querido que muere. Sin embargo, sabemos
que el dolor se supera mejor cuando sale afuera y que el niño afronta mejor la pérdida en un
entorno seguro, afectuoso y cálido que promueva y fomente la expresión de las emociones.
Proporcionar este entorno en un momento de profundo dolor, es un acto de amor. Permite al
niño saber que le comprendes, te preocupas de él y deseas ayudarle a superar este difícil
período:
• DEDÍCALES UN TIEMPO. Reserva cada día un rato para relacionarte con cada uno de tus hijos.
Id al parque, salid a pasear, jugad con un juego de mesa, ved un video. Esta atención
especial les muestra que los quieres y apoyas en el momento en que más lo necesitan.
• DEJA QUE LOS DEMÁS TE AYUDEN. Si la familia o los amigos se ofrecen para echarte una
mano, deja que lo hagan, porque ello te permite conservar energía y fuerzas, te da más
tiempo para superar el dolor y para estar con tus hijos.
• ABANDONA CUALQUIER IDEA PRECONCEBIDA SOBRE CÓMO LOS NIÑOS “DEBEN” LLORAR LA
MUERTE. Cada niño es un individuo único, cada uno llora a su manera. Evita decir “Has de
ser valiente” o “no llores delante de todo el mundo” o “ahora eres el hombre de la familia”.
Si se reprime ahora, se retrasa la pena, pero acabará por salir, y de forma más fuerte.
• LEED UN LIBRO JUNTOS. Se han publicado muchos libros infantiles sobre el dolor y el duelo.
Algunos niños prefieren leer en privado, pero a la mayoría les encanta que sus padres les
lean algo.
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• ES BUENO RECORDAR. Se puede poner en la casa una foto del ser querido, hacer un álbum
de fotos... Nos acordamos de él y sigue en nuestro corazón. Algunos niños creen que si no
piensan siempre en él, es que ya no lo quieren. Hay que explicarles que lo normal es pensar
también en otras cosas, que quererlo es pensar en él algunas veces y recordar todo lo bueno
que aprendimos de él o las veces en las que hemos disfrutado juntos. Las fotografías
enriquecen nuestros recuerdos y nos facilitan el paso de la pérdida y el dolor a la aceptación.
LA VIDA SIGUE
o Sé paciente pero firme: Sé paciente mientras tus hijos lloran, se enojan, te hacen
preguntas y expresan su inseguridad y frustración. (También puedes pedirles que
sean pacientes contigo durante esta difícil época). No les pidas que “sean valientes” o
que “recuerden que a ... le gustaría que se comportaran como un adulto”. Dales
tiempo y espacio para seguir siendo niños.
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o Anímalos y dales un norte: Anima a tus hijos a jugar, a participar en actividades que
les gusten y a salir con los amigos. Dales oportunidades para disfrutar de la vida y
volver a ser niños. Explícales los cambios que van a tener lugar a causa de la muerte,
pero expónselos de forma positiva.
o Háblales de los planes para el día (a qué hora se van a levantar, cuando los recogerás
de clase, que harán después de salir, qué cenarán...), o para el futuro. Al concentrarse
en el futuro estás diciendo a tus hijos que el pasado no se puede cambiar y que ha
llegado el momento de seguir con su vida. Recuérdales a menudo que su dolor irá
disminuyendo.
o Recordad al ser querido en las fiestas: Las fiestas y los aniversarios son difíciles para
las familias y los niños que han sufrido una pérdida y pueden generar nuevos
momentos de dolor. Quizás desees invitar a tus hijos a hacer algún tipo de
conmemoración en estos días especiales: encargar unas plantas, leer en voz alta una
oración o un poema a la hora de cenar, dedicar una noche a contar historias sobre él,
cualquiera de estas cosas hará que tú y tus hijos os sintáis más cerca del ser querido
en los momentos difíciles. Algunas familias publican alguna nota en el periódico en los
aniversarios, una declaración pública de que le siguen recordando.
o Manteneos unidos: Haz saber a tus hijos que seguís siendo una familia. Explícales que
las familias que se mantienen unidas para superar el dolor y seguir con la vida son
más fuertes que los que intentan hacerlo solos. La tristeza es más llevadera cuando
se comparte; los recuerdos son más valiosos cuando se mantienen en común; los
planes para el futuro son más emocionantes cuando todo el mundo participa en ellos.
Mientras sigáis siendo una familia, ninguno de vosotros estará solo.
o Dales permiso para volver a ser felices: Los niños que lloran la pérdida de un ser
querido necesitan recibir permiso para volver a ser felices. Necesitan saber que es
correcto jugar, aprender, reír y amar. Sé un buen ejemplo para tus hijos. Sal con tus
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amigos, bromea, relájate, sonríe y vuelve a gozar de la vida. Di a tus hijos que una
vida feliz es la mejor forma de conmemorar a alguien que ha muerto. Eso es lo que el
ser querido hubiera deseado.
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