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INTRODUCCIÓN
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EL SERVICIO PÚBLICO
Como acertadamente precisa Gaspar Ariño: “El concepto de servicio público hay
que plantearlo en el marco de un esquema más general: el de los fines del
Estado, y estos propósitos, como es evidente, no pueden ser identificados sin
observar los fines de la administración pública.
Ahora bien, la “Administración Pública” puede ser comprendida en dos distintas
acepciones, que dependen fundamentalmente de la concepción de Estado que
se maneje. Así, por un lado, puede hablarse de una administración pública del
Estado de Policía y, por otro lado, una administración pública del Estado de
derecho. A continuación trataremos las expresiones de administración pública
antes mencionadas.
En el ámbito funcionarial, esta idea trasciende tanto a las relaciones internas del
funcionario público (con el Estado) como a sus relaciones externas (con los
administrados), caracterizadas por la idea de sujeción hacia la administración.
Una relación de este tipo (de sujeción) se vincula al carácter marcadamente
intervencionista del Estado totalitario. Es lógico que si se quiere desarrollar una
mayor cantidad de funciones resulta indispensable asegurar la realización de
éstas a través de una vinculación estricta y radical hacia los intereses estatales.
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En sus relaciones internas el ejercicio de la función pública supone la exigibilidad
de satisfacer al mayor grado posible los intereses de la administración; mientras
que en el ámbito de las relaciones externas, el funcionario público como
extensión del poder del Estado cuenta con amplias facultades coactivas.
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la administración pública es la de satisfacción de necesidades o intereses
generales, entonces se produce un quiebre de la idea del Estado gendarme a
favor de la idea del Estado prestacional.
Si asumimos que la administración pública cumple fundamentalmente objetivos
prestacionales, entonces debemos asumir necesariamente que cumple con
prestar servicios de naturaleza pública, esto es, servicios públicos. Justamente
la noción de servicios públicos ha permitido como adecuadamente menciona
Palomar Olmeda “romper con el esquema del estado gendarme, guardián del
orden público, que dejaba la satisfacción de las necesidades públicas al juego
libre de las fuerzas sociales”.
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ininterrumpida de los servicios públicos.
A partir de allí, se desprende que los “servicios públicos” son las actividades
asumidas por órganos o entidades públicas o privadas, creados por la
Constitución o las leyes, para dar satisfacción en forma regular y continua a
cierta categoría de necesidades que son de interés general, bien sea en forma
directa, mediante concesionario, o a través de cualquier otro medio legal, con
sujeción a un régimen de derecho público o privado, según corresponda.
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III. CREACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS
Gastón Jèze nos dice sobre la creación de un servicio público: “habrá servicio
público siempre que la administración satisfaga necesidades de interés general,
mediante el procedimiento del servicio público, que implica un régimen jurídico
especial de derecho público”. Para la creación de los servicios públicos deben
tomarse las previsiones legales pertinentes a fin de prever en la Ley del
Presupuesto General de la República, en leyes especiales y ordenanzas
regionales y municipales, las partidas necesarias para su organización y
funcionamiento ininterrumpidos.
Según la doctrina y el ordenamiento jurídico que los rige, los rasgos más
resaltantes de los servicios públicos pueden compendiarse así:
En doctrina existen diferentes tipos de criterios para clasificar los ser- vicios
públicos:
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necesidades colectivas.
4. Servicios públicos obligatorios y optativos. Los primeros los señalan como
tales la Constitución y las leyes, y son indispensables para la vida del
Estado. Los optativos, el orden jurídico los deja a la potestad discrecional
de la autoridad administrativa competente.
5. Por la forma de prestación de servicio: directos y por concesionarios u
otros medios legales. En los primeros, su prestación es asumida
directamente por el Estado (estatales, regionales, municipales, entes
descentralizados). Por concesionarios: no los asume directa- mente el
Estado; prestan a través de concesionarios.
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justificar la actividad empresarial del Estado (artículo 113 de la Constitución de
1979) así como para establecer reservas totales de actividades “estratégicas”
para el estado (así, en las telecomunicaciones, industria eléctrica, servicio de
correos, servicios de transporte). En este contexto es donde se produce la crisis
del modelo de estado empresario peruano en la década de 1980, así como de
todo el sistema de prestaciones públicas establecidas en derredor de él.
Si bien es cierto, excede las líneas de este trabajo hablar ampliamente del
principio de subsidiariedad, lo cierto es que su vigencia, ha supuesto un cambio
trascendental en el sistema de actividades económicas y la participación del
estado en el mismo. Aun cuando las formulaciones más radicales proponen que
el principio de subsidiariedad signifique una abstención total del estado respecto
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de las actividades económicas, lo cierto es que dicha versión no es la que caló
finalmente en la Constitución de 1993.
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propendiendo y propiciando hacia la prestación privada de los servicios públicos,
motivando que la iniciativa privada se oriente a la inversión en los grandes
servicios públicos económicos y obras de infraestructura. Claro está, en caso los
esquemas de promoción de la inversión privada no resulten, siempre quedará por
vía de la subsidiariedad, la posibilidad de crear una empresa pública, siempre
como solución de última ratio, y sujeta a las reglas específicas restrictivas fijadas
en el artículo 60 de la Constitución.
En tal sentido, bajo este esquema, y siempre hablando de los grandes servicios
públicos económicos, la participación del estado en tales servicios no es ya la
expresión de un rol prestacional, ni de una actividad administrativa económica
reservada a éste, sino que se vislumbra como un concepto que parte del
reconocimiento de que el estado debe brindar un régimen jurídico para la
regulación de ciertas actividades económicas (los servicios) esenciales para la
vida en colectividad, y que además tengan especiales características económicas
que aconsejen una intervención estatal correctiva sobre la materia, ideas que
surgen de la interpretación de lo establecido en el segundo párrafo del artículo
58 de la Constitución, cuando se señala que bajo el régimen de iniciativa privada
libre en el marco de una economía social de mercado, el estado cumple un rol de
intervención sobre varias actividades, entre las cuales destacan los servicios
públicos.
Ciertamente, hay que diferenciar este último concepto constitucional del servicio
público (como título de intervención, que se asemeja mucho a lo establecido en
el numeral 5) del artículo 195 de la Constitución que se refiere a la intervención
del estado en los servicios públicos locales), de la norma establecida en el
artículo 119 de la Constitución, la cual no tiene nada que ver con el concepto
estricto de servicio público, sino que por el contrario, emplea dicha expresión (ya
lo hemos dicho, polisémica) en el sentido de asuntos públicos o asuntos propios
del Estado.
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expresa, determinará la aplicación del régimen jurídico del servicio público a una
actividad económica, fundamentando dicha decisión en la esencialidad de la
misma, así como en la existencia de variables económicas y de mercado que
aconsejan la intervención y control del estado sobre dicha actividad.
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una actividad, a la vez que establezca el régimen jurídico específico para
cada tipo de servicio público.
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c) Pero el referido autor nacional no es el único que refiere dicha opinión(46).
Acompaña esta postura el autor nacional víctor Baca Oneto, quien comparte
el razonamiento del profesor español José Luis Martínez López Muñiz,
cuando define al servicio público de la siguiente manera:
Tal como puede apreciarse, la doctrina peruana más relevante que ha escrito
sobre el tema, es unánime en establecer claramente que la definición de una
actividad económica como servicio público depende del legislador, el cual en
base a la “esencialidad” del servicio para la colectividad, lo declarará así como
tal. Con lo cual, no existen servicios públicos “inherentes” o virtuales o “servicios
públicos no declarados como tales por el legislador” en nuestro ordenamiento
legal.
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derecho administrativo reciente, es unánime en señalar que para que una
actividad económica sea considera servicio público, debe ser declarada como tal
por el legislador. Basta con citar algunos ejemplos que transcribimos a
continuación:
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de una ley previa que atribuya esa reserva a su favor. Por eso mismo
ha de excluirse en todo caso el uso al efecto de la mera potestad
reglamentaria. Deberá efectuarse además a través de una expresa y
específica declaración legal que contemple un tipo de servicio o
servicios determinados y no una reserva en abstracto. Por ello mismo
tampoco sería posible que, aun por ley, se efectúe una habilitación
genérica al ejecutivo para que éste establezca la eventual reserva al
sector público de cualesquiera servicios o de servicios no
determinados legalmente con carácter previo”.
Por otro lado, en Latinoamérica, conviene citar a calificados autores que han
señalado expresamente que el servicio público es determinado por el legislador.
Para una muestra significativa, cabe señalar lo que señalan los destacados
catedráticos y publicistas argentinos Juan Carlos Cassagne y Alberto Bianchi.
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En consecuencia, el criterio material ha desplazado al criterio subjetivo y la
categorización del servicio se produce por obra exclusiva del legislador…”
b) Por su parte, Bianchi anota que: “No puede haber servicio público sin una
ley que lo califique como tal. Este es otro requerimiento específico que surge
de varias fuentes. En primer lugar, el legislador debe determinar (…) cuáles
son las necesidades básicas de la comunidad ante la cual es responsable y
representa. Luego, si aquéllas van a estar sometidas a un régimen que
supone la máxima regulación estatal, elementales razones de seguridad
jurídica indican que esta calificación se haga por ley.
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la regulación y supervisión de las actividades económicas calificadas como
servicios públicos, o que se desarrollan en condiciones de monopolio natural
o poco competitivas y las que requieren para su desarrollo la utilización de
redes e infraestructuras.
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La citada ley precisa las entidades comprendidas en su ámbito de
aplicación (como ya se dijo: OSIPTEL, OSINERG, SUNASS Y OSITRAN);
determina la ubicación de las citadas entidades en la estructura del
Estado; clasifica las funciones que les corresponde ejercer (supervisora,
reguladora, normativa, fiscalizadora y sancionadora, solución de
controversias entre empresas y de reclamos de los usuarios); las
hace responsable de la supervisión de las actividades de post-
privatización; potencia sus potestades de investigación; dispone que la
dirección de los citados organismos corresponde a su respectivo Consejo
Directivo y determina su composición y régimen de sus integrantes;
establece que los organismos reguladores contarán con un Tribunal de
Solución de Controversias; que se financian con el denominado "aporte
por regulación" que recaudan en las empresas y entidades bajo su ámbito
y que su personal se sujeta al régimen laboral de la actividad privada.
Conviene tener presente que la citada ley Nº 27332 no reemplaza las
leyes preexistentes que establecen el régimen legal de cada organismo
regulador, las cuales siguen vigentes, aunque su aplicación debe
adecuarse al nuevo marco legal.
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LEY MARCO DE LA INVERSION PRIVADA EN LOS SERVICIOS
PUBLICOS- LEY Nº 27332
Artículo 1.- Ámbito de la aplicación y denominación.
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X. CONCLUSIONES
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XI. BIBLIOGAFIA
Luis Miguel Reyna Alfaro/ Karen Ventura Saavedra- Los servicios
Públicos en el Perú una Visión Preliminar- www.juridicas.unam.mx
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