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27 de junio 2018
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad de Chile
1
1
Avtar Brah y Ann Phoenix, Ain’t I A Woman? Revisiting Intersectionality, p.76.
2
Kimberlé Williams Crenshaw, Interseccionalidad, políticas identitarias, y violencia contra las mujeres de color,
p.88)
2
pueda establecer las políticas y luchas identitarias que reconocen esas situaciones. Las
intersecciones son varias, y pueden referir tanto a la orientación sexual como a la clase social, a
la identificación sexual, a la raza, etc. Para esos grupos, las políticas basadas sobre la identidad
crean un sentido de comunidad muy fuerte y les permiten a sus reivindicaciones de ser más
visible en la población. Eso les permiten también a identificar a las dos opresiones en la misma
lucha, y eso es un aspecto que otros movimientos no ofrecen la mayoría del tiempo.
Ese fenómeno de luchas identitarias nos lleva al concepto de la interseccionalidad
política. Según la investigadora Kimberlé Williams Crenshaw, “El concepto de
interseccionalidad política subraya el hecho de que las mujeres de color están situadas dentro de
al menos dos grupos subordinados, grupos que frecuentemente persiguen agendas políticas
enfrentadas. Al dividir las energías políticas en dos agendas políticas, agendas que a menudo son
opuestas, se produce un desempoderamiento interseccional, al que los hombres de color y las
mujeres blancas rara vez se tienen que enfrentar3”. Por ejemplo, en el caso histórico de las
mujeres afro-americanas, ellas viven racismo y sexismo, pero ellas no podían identificarse
completamente en ningún movimiento revolucionario que pasó en los Estados Unidos durante
los años 60-70. No se identificaron en la lucha política feminista porque esa lucha no reconocía
el racismo, y tampoco en el movimiento de derecho civil porque había mucho machismo a dentro
del grupo. Entonces, ellas crearon su lucha identitaria distinta, el “Black feminism” o
“Feminismo negro”, donde el racismo y el sexismo se cruzan. Cuando las mujeres de color
deben elegir entre una causa o la otra, estamos relegando la identidad y las experiencias de esas
mujeres a un lugar sin discurso. Es importante que ese discurso tenga un espacio en la esfera
pública porque la interseccionalidad política del género y de la raza se inscribe en la esfera
privada de los individuos (las experiencias distintas), pero también de manera institucional
porque representa el cruce entre la colonialidad y el patriarcado4.
La interseccionalidad debe también dirigir el hecho de que los movimientos feministas no
reconocieron las diferentes circunstancias históricas de algunos grupos de mujeres. La mayoría
del tiempo, solamente hay una versión de la historia que es la conocida, y es del punto de vista
3
Ibid, p.97-98.
4
Rita Laura Segato, Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico
descolonial, p.1.
3
del opresor: el colonizador y el patriarca. “Hay, por ejemplo, no solo una historia que instala la
episteme de la colonialidad del poder y la raza como clasificador, sino también una historia de la
raza dentro de esa episteme, y hay también una historia de las relaciones de género dentro mismo
del cristal del patriarcado.”5 Eso se puede referir a una interseccionalidad histórica, donde el
argumento relativista valoriza un pluralismo histórico y la reapropiación de las historias propias
a cada comunidad/pueblo.
Como la investigadora Crenshaw dice más arriba, es importante considerar la raza y el
género, pero también la dimensión de clase porque es igualmente parte integral de la realidad de
las mujeres de color. Eso es el resultado de algunas opresiones sistemáticas que hacen que las
mujeres y las personas de color son, de manera general, más pobres que los hombres o las
personas blancas. Entonces, las mujeres de color tienen más posibilidades de ser pobres, y eso se
traduce en una forma de interseccionalidad de clase o económica. Las mujeres de color se
enfrentan a una tasa de desempleo desproporcionadamente alta, que es una consecuencia de las
opresiones de género, y de las políticas de discriminación racial en el empleo. Pero eso también
existe por causas conectadas a la clase social, como el hecho que muchas mujeres de color son
víctimas de pobreza, que tienen la responsabilidad del cuidado de los niños, y que faltan
habilidades laborales. “Los aspectos económicos – acceso al empleo, vivienda y riqueza –
confirman que las estructuras de clase juegan un papel importante a la hora de definir las
vivencias de las mujeres de color en situaciones de maltrato.”6
Ahora que vimos a diferentes aspectos de la interseccionalidad, vamos a explorar cómo se
traducen en las realidades distintas de las mujeres de color, y como eso crea obstáculos,
problemas y experiencias particulares a ellas.
En primer lugar, vamos a analizar la interseccionalidad de la identidad mujer y la
identidad indígena y la violencia de la imposición de ideologías occidentales que borran la
realidad de esta identidad interseccional. En los textos, “Género y colonialidad: en busca de
claves de lectura y de un vocabulario estratégico descolonial,” por Rita Segato y “Género y
5
Rita Laura Segato, Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico
descolonial, p.9.
6
Kimberlé Williams Crenshaw, Interseccionalidad, políticas identitarias, y violencia contra las mujeres de color,
p.91)
4
etnicidad. Ser hombre y ser mujer entre los aymara del altiplano chileno” por Ana María
Carrasco Gutiérrez y Vivían Theda Gavilán Vega, las autoras problematizan las categorías y las
ideas occidentales de género que se imponen con frecuencia en las comunidades indígenas.
Carrasco y Gavilán destacan en su texto una cita de otro texto de Gavilán que apoya su
problematización: “Entre las diversas críticas ha persistido aquella que cuestiona la aplicación de
categorías occidentales en otros grupos culturales, otorgándoles no sólo una determinada
estructura y organización del mundo sino también significados que son particulares de nuestro
propio mundo conceptual”7
Según Segato, la violencia contra las mujeres indígenas se exacerbó en el proceso de
colonización, el cual intensificó las jerarquías ya existentes. Al analizar las dinámicas de género
en las comunidades indígenas, es imprescindible tomar en cuenta los procesos de colonización y
subordinación que tuvieron un gran impacto en los sistemas sociales y culturales indígenas. Por
lo tanto, las identidades de las mujeres indígenas no deben ser analizadas simplemente como una
continuación del mundo pre-intrusión sin reconocer el proceso histórico de las intervenciones
coloniales. Por la misma razón, Segato critica “el feminismo eurocéntrico, que afirma que el
problema de la dominación de género, de la dominación patriarcal, es universal, sin mayores
diferencias, justificando, bajo esta bandera de unidad, la posibilidad de transmitir los avances de
la modernidad en el campo de los derechos a las mujeres no-blancas, indígenas y negras, de los
continentes colonizados.”8 Borrar el pluralismo histórico de los pueblos indígenas y aplicar un
análisis que supone una superioridad moral de la mujer blanca constituye una violencia hacia las
mujeres indígenas.
En ambos textos, las autoras hacen referencia a la complementariedad entre los géneros
en los pueblos originarios. Según Carrasco y Gavilán, “La complementariedad entre los géneros
y no la igualdad, reconocería a hombres y a mujeres como diferentes, valorando esta diferencia
porque los roles y funciones se caracterizan por su flexibilidad.”9 Este concepto de la
7
Ana María Carrasco Gutiérrez & Vivían Theda Gavilán Vega, Género y etnicidad. Ser hombre y ser mujer entre los
aymara del altiplano chileno, p. 170
8
Rita Laura Segato, Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico
descolonial, p. 12
9
Ana María Carrasco Gutiérrez & Vivían Theda Gavilán Vega, Género y etnicidad. Ser hombre y ser mujer entre los
aymara del altiplano chileno, p. 171
5
Por otro lado y en segundo lugar, debemos ver cómo el control de la sexualidad afecta a
las mujeres de color en el continente americano, dado que, aunque este control se ejerza sobre
todas las mujeres, el que está presente sobre las mujeres racializadas, cuenta con una carga de
dominación histórica. Como bien lo señala Mary Congolino en su trabajo Mujeres negras
¿Mujeres candentes? “dentro de los procesos de discriminación establecidos históricamente a
través de construcciones jerárquicas étnico-raciales y mediante las desiguales de género, las
10
Rita Laura Segato, Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico
descolonial, p. 19
11
Ana María Carrasco Gutiérrez & Vivían Theda Gavilán Vega, Género y etnicidad. Ser hombre y ser mujer entre los
aymara del altiplano chileno, p. 174
6
12
Congolino, M. (2006). Mujeres negras ¿Mujeres candentes? Un análisis de los estereotipos sexuales en un grupo
de universitarias de Cali - Colombia . 2018, de Universidad del Valle Cali-Colombia, pág.2
13
Morales, I. (2003). Mujer Negra, Mirar del Otro y Resistencias. Nueva Granada siglo XVIII. En Rafael Antonio Díaz
(ed), Memoria y Sociedad. Diásporas Afroamericanas. Escenarios Históricos, Diálogo Atlánticos, Balances y
Perspectivas. Número 15.Volumen 7, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Pp 53-68. Esta cita está hecha en el
libro anteriormente mencionado
14
Redpath, J. (1859). The roving editor, or talks with slaves in southern states. New York, NY: A. B. Burdick, p.141
15
Douglass, F. (1968). My Bondage and My Freedom. New York, NY: Arno Press, pág.60
7
Lo más lamentable de esto es que las esclavas no podían hacer nada, ya que por un lado al ser
propiedad, legalmente podían ser violadas16, y por el otro, era muy difícil negarse, ya que corría
el riesgo de ser vendida, golpeada, violada y de que vendieran a su "esposo" o hijos. Una esclava
explicó: "Cuando él me obliga a seguirlo hasta el arbusto, ¿qué me sirve para decirle que no? Él
17
tiene fuerzas para obligarme" . Fue por esto que muchas mujeres se comprometieron
"voluntariamente" en uniones sexuales con blancos, especialmente esclavistas, lo que llegó a
reforzar la creencia de que las mujeres negras eran lujuriosas y disponibles.
Estas valoraciones y condicionamientos de las sexualidades de las mujeres negras se
fueron afianzando a través de la dinámica suscitada por el régimen esclavista y posteriormente,
el surgimiento de las doctrinas racialistas que se consolidaron en los siglos XIX y comienzos del
XX18. Pero estos estereotipos no quedaron en el pasado, ya que , gracias a la constante difusión y
renovación en distintos escenarios sociales, ha prevalecido, es por esto, que cuando hablamos de
las mujeres afrodescendientes, notamos que su valor sigue siendo otorgado por su cuerpo y
sexualidad, exacerbando su carácter sexual como su principal y única cualidad.
Pero este estereotipo no parece acabar pronto, ya que, además de seguir siendo utilizado
en los medios de comunicación tradicionales (comerciales, películas, series, etc.), también es
aprovechado por el comercio sexual, el cual lo fetichiza y utiliza la raza como principal
enganche. Muestra de esto es el apodo “ebony”, el cual hace referencia al ébano y es una forma
para referirse a las mujeres de color, en la industria pornográfica. Como bien se señala en el
artículo de Miller-Young, a pesar de la creación de este fetiche entorno a su raza, las mujeres
afroamericanas son vistas como menos rentables, por lo cual son menos contratadas y con un
salario que pocas veces supera las tres cuartas parte de lo pagado a una actriz blanca, como
ejemplo de esto es que en una producción profesional, a las mujeres de color se le pagan
alrededor de cuatrocientos a novecientos dólares por una escena de sexo 'hombre/mujer',
dependiendo de la notoriedad de la actriz y el presupuesto que cuenta la película, mientras que
16
Kennedy, E. (2017). victim race and rape. 2018, de The Feminist Sexual Ethics Project, pág.6
17
D'Emilio, J., & Freedman, E. B. (1988). Intimate matters: A history of sexuality in America. New York, NY: Harper &
Row, pág.101
18
Viveros, M.(2008). La sexualización de la raza y la racialización de la sexualidad en el contexto latinoamericano
actual. Careaga, Gloria. Memorias del 1er. Encuentro Latinoamericano y del Caribe : La sexualidad frente a la
sociedad. México, D.F, pág.181
8
las actrices blancas se les tienden a pagar un aproximado que va desde los mil a dos mil dólares
por la misma escena19. A lo anterior se le debe añadir, que solo se les ofrecen papeles que están
especialmente pensados para mujeres negras, mientras que las mujeres blancas tienen cabida en
prácticamente cualquier filme.
En el contexto latinoamericano, y en específico en Chile, la mayoría de las mujeres que
trabajan en el comercio sexual actualmente son inmigrantes provenientes del sector caribeño. En
La Región Metropolitana se caracteriza por tener un comercio sexual ejercido por mujeres de
nacionalidad colombianas y dominicanas, es tanto así que en la comuna Santiago Centro incluso
se ha dado origen al comúnmente llamado “Mall del Chocolate”, por la presencia de inmigrantes
“negras” en las calles del sector, dedicándose a trabajar en toples, y cafés con piernas20 . Aunque
este mismo artículo señala, en la cita del trabajo de Jorge Pavez21, que la gran mayoría de las
inmigrantes afrodescendientes están situadas al norte del país, en donde se les caracteriza con
una feminidad desconocida y libidinal, la cual se rechaza y produce temor y violencia en la
población nacional, ya que se ve amenazan la “feliz” normalidad de las comunidades mineras al
norte de Chile y sus matrimonios, por un mercado sexual mayoritariamente conformado por
mujeres de color, generando discriminación y malos tratos.
La continuación de estos estereotipos, presentan un grave problema para las mujeres
afroamericanas. El primero de estos problemas, es la “adulteración” de las niñas de color, la cual
muestra como la hipersexualizacion, esta precente durante toda la vida de las mujeres
afrodescendientes, ya que esta las comienza a afectar desde muy temprana edad hasta su
adolescencia. Esta es la alteración, que sufren las niñas de color de entre cinco y catorce años, en
la cual los adultos las ven como: “más independientes, con menos necesidad de protección, y
con más conocimiento acerca de tópicos adultos y de sexo que las chicas blancas de la misma
edad”22.
19
iller-Young, M. (2010). Putting Hypersexuality to Work: Black Women and Illicit Eroticism in Pornography.
M
University of California, Santa Barbara, USA, Vol 13 , pp 219–235. pág. 227
20
Carrillo, C. (2013). Migrantes internacionales “negros” y/o afrodescendientes en Chile: conjugados entre lo
visible e invisible.. Sociología del cuerpo y de las emociones, GT N° 26, pp.1-9 pág.6
21
Jorge Pavez. (2013). Afecciones afrocolombianas: Transnacionalización y racialización del mercado del sexo en
las ciudades mineras del norte de Chile. Latin American Studies Association, Vol 51, N° 2, pp. 24-45. Esta cita está
hecha en el libro anteriormente mencionado
22
Epstein, R., Blake, J., & González, T. (2017). Girlhood interrupted: The erasure of Black girls’ childhood. Center on
Poverty and Inequality. pág.4
9
El resultado que se muestra en el informe niñez interrumpida, es que las niñas negras
experimentan la "adulteración" y no reciben los mismos beneficios infantiles que los niños
blancos. Este sería el factor que podría ayudar a explicar por qué las niñas negras en Estados
Unidos son disciplinadas mucho más a menudo y más severamente que en las escuelas y en el
sistema de justicia juvenil que las niñas blancas.
La hipersexulización que estas niñas enfrentan, es muy grave dado que las mujeres
afrodescendientes crecen asumiendo estas concepciones, y terminan por internalizándolas y
reproduciéndolas como características constitutivas de su condición de género y pertenencia
racial.
Junto al problema ya visto, se encuentra el de la violencia sexual que sufren las mujeres
afrodescendientes, el cual como ya hemos mencionado antes, tienen raíces históricas, en donde
era normalizada y sin consecuencias. Lo alarmante es que esta historia continúa, y según el
trabajo “víctima raza y violación”, sigue afectando, ya que se plantea que la raza de la víctima de
violación, afecta las decisiones de los seleccionados para evaluar la culpabilidad de los
violadores acusados, así como las decisiones de las víctimas mismas. La autora Elizabeth
Kennedy señala varios estudios, los cuales indican una correlación entre la raza de la víctimas de
violación y la justicia que reciben, donde lo más relevante es que se señala como las víctimas
afroamericana de violación enfrentan obstáculos significativos para buscar justicia dentro del
sistema legal. Se indica cómo en una localidad, los investigadores encontraron que los fiscales
presentaron cargos en el 75% de los casos en que una mujer blanca fue atacada, pero cuando la
víctima era una mujer negra, los fiscales presentaron cargos sólo el 34% del tiempo23. También
como la raza afecta en las sanciones que sufren los agresores, puntualizando que los agresores de
mujeres negras reciben penas menos severas, que los atacantes de mujeres blancas24 Además de
esto, las mismas víctimas de color, tienen menor probabilidad de que revele incidentes
relacionados con agresión sexual, donde la mayoría fueron intentos de violación, y es por esta
razón que no denuncian, ya que tienen miedo a no ser tomadas en serio por la policía, al no ser
un "Violación real"25.
23
Kennedy, E. (2017). victim race and rape. 2018, de The Feminist Sexual Ethics Project, pág. 14
24
Ibid, pág.16
25
Ibid, págs. 18-19
10
26
Saldaña, Abril. Racismo, proximidad y mestizaje: el caso de las mujeres en el servicio doméstico en México.
Trayectorias año 15, Núm. 37 (2013), pág.74.
11
clases, y por que pagan a otras personas, en su gran mayoría mujeres también, ojalá migrantes y
negras para que hagan estas labores, las cuales en sí mismas no son consideradas como un
trabajo y que junto a esto se caracteriza además por ser un servicio con una permanente
discriminación y precarización.
La desvalorización del trabajo doméstico y de la mujer que lo realiza, se enmarca en una
ausencia de protecciones laborales y sociales, las cuales aumentan y se enfatizan cuando, además
de estas características está presente también la discriminación racial. La autora Saldaña se
refiere a la característica racial de manera más profunda mencionando varios estudios que tratan
el tema de la experiencia de las mujeres de color e indignas en el trabajo doméstico, que
visualizan el racismo, la precarización y explotación, pero son estudios que enmarcan además
“la forma en que las mujeres trabajadoras resisten, negocian y se reivindican”27
Dentro de esto se debe mencionar también que las relaciones de poder presentes en
espacios tan reducidos como las casas, toman otro tipo de argumentaciones e internalizan otro
tipo de imaginarios que atraviesan de manera más personal (pero no por eso menos política) a la
economía, el racismo, y la sexualización de las mujeres de color, debido a que estos espacios
tienen determinada estructura, previamente organizada y considerando la forma
occidental-capitalista-patriarcal, la cual vendría siendo un jefe de familia, proveedor y trabajador
formal, una esposa encargada de la economía y trabajo doméstico, junto a la presencia de
hijos/as, vendría siendo una estructura básica que va variando de acuerdo a las condiciones
económicas y socioculturales de cada familia en particular. Y para lo que atañe a las familias que
tienen trabajadoras domésticas, la estructura normal se ve “perjudicada” por su presencia debido
a que pasa a ser como una “segunda mujer”, lo que a lo largo de la historia de la vida privada y
familiar se ha prestado para muchos estereotipos, discriminaciones y falencias. “(...) En el
análisis de estas tres prácticas corporales, el de la comida, la sexualidad y la maternidad, se
encontró un denominador común: la preocupación de las patronas por el peligro potencial de
contaminación que representaba la presencia de la trabajadora en la casa y su cercanía con los
niños de la familia”28.
27
Saldaña, Abril. Racismo, proximidad y mestizaje: el caso de las mujeres en el servicio doméstico en México.
Trayectorias año 15, Núm. 37 (2013). pág.79
28
Saldaña, Abril. Racismo, proximidad y mestizaje: el caso de las mujeres en el servicio doméstico en México.
Trayectorias año 15, Núm. 37 (2013). pág.81
12
29
Referencia Allemandi, Cecilia. Sirvientes, criados y nodrizas. Una Historia del servicio doméstico en la ciudad de
Buenos Aires. T eseo (2017), introducción.
30
Dalla Costa, Mariarosa. Las mujeres y la subversión de la comunidad. Siglo XXI (1977), México. Pág. 14.
13
Creemos que son tremendamente necesarios los estudios sobre género e historia de las
mujeres que parten desde una interseccionalidad que engloba las diferencias sociales, de clase,
raza y género, ya que no podemos comprender las variadas circunstancias, los distintos
escenarios geograficos y politicos, sin antes comprender y considerar las distintas historias que
nos componen, las cuales tienen distintas líneas de opresión, de poder y de discursos ideológicos
que van permeando en nuestra cotidianidad, al punto de ser internalizados y reproducidos de
forma natural.
El caso de las mujeres afrodescendientes o de color tiene sus concepciones específicas,
sus diferencias políticas, culturales y sociales particulares, que se enmarcan dentro de una
historia de años de esclavitud y subordinación hacia los/as blancos/as, lo que ha hecho que se
vayan articulando estereotipos determinados y prejuicios raciales que van adecuando,
condicionando y determinando nuestras relaciones sociales y políticas. Particularmente ahora
utilizamos como referencia ciertos tipos de escenarios en cuanto a la particularidad de las
mujeres indígenas y afrodescendientes como el mismo hecho de ser indígena, pasando por la
hipersexualización de los cuerpos morenos y negros, junto con la particularidad del trabajo
doméstico caracterizado por mujeres afrodescendientes o en el caso más actual por mujeres
inmigrantes.
Angela Davis retrató que las diferencias y dificultades de las mujeres negras, tenían un
arraigo histórico, pero que además se adecuaba a la circunstancia política y social del momento
en el cual se estaba, “Ser mujer ya es una desventaja en esta sociedad siempre machista;
imaginen ser mujer y negra. Ahora hagan un esfuerzo mayor, cierren los ojos y piensen, ser
mujer, ser negra y ser comunista ¡Vaya aberración!”.
14
Bibliografia
Brah, Avtar y Ann Phoenix (2004). “Ain’t I A Woman? Revisiting Intersectionality”. Journal of
International Women’s Studies, 5 (3), p.75-86.
Carrasco Gutiérrez, Ana María, & Gavilán Vega, Vivían Theda. (2014). “Género y etnicidad: ser
hombre y ser mujer entre los aymara del altiplano chileno”. Diálogo andino, (45), 169-180.
https://dx.doi.org/10.4067/S0719-26812014000300014
D'Emilio, J., & Freedman, E. B. (1988). Intimate matters: A history of sexuality in America.
New York, NY: Harper & Row.
Douglass, F. (1968). My Bondage and My Freedom. New York, NY: Arno Press
Epstein, R., Blake, J., & González, T. (2017). Girlhood interrupted: The erasure of Black girls’
childhood. Center on Poverty and Inequality. Retrieved from http://www.law
.georgetown.edu/academics/centers-institutes/povertyinequality/upload/girlhood-interrupted.pdf
Kennedy, E. (2017). VICTIM RACE AND RAPE. 2018, de The Feminist Sexual Ethics Project
Sitio web:
https://www.brandeis.edu/projects/fse/slavery/united-states/slav-us-articles/kennedy-full.pdf
Miller-Young, M. (2010). Putting Hypersexuality to Work: Black Women and Illicit Eroticism in
Pornography. University of California, Santa Barbara, USA, Vol 13 , pp 219–235 .
Redpath, J. (1859). The roving editor, or talks with slaves in southern states. New York, NY: A.
B. Burdick.
15
Allemandi, C. (2017). “Sirvientes, criados y nodrizas. Una historia del servicio doméstico en la
ciudad de Buenos Aires”. Teseo.
Dalla Costa, M (1977). “Las mujeres y la subversión de la comunidad”. Siglo XXI, México.