You are on page 1of 16

Trabajo final:

“Violencia contra las mujeres: un caso particular; las mujeres


de color”

Integrantes: Justine Perron, Adina Cohen, Catalina Salinas, Natalia Lara

Seminario: “Violencia contra las mujeres, discriminacion de genero, prevencion, historia y


derechos”

Presentado a la profesora Margarita Iglesias

27 de junio 2018
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad de Chile
1

Vivimos actualmente un fenómeno global de aumento de la violencia contra las mujeres,


o a lo menos, una visibilidad más grande del fenómeno por la población en general. Hay varias
formas de violencia contra las mujeres, como la violencia económica, sexual, doméstica, etc.
Pero, algunas afectan más a ciertos grupos de mujeres específicos, tanto en proporción como en
intensidad. A menudo en la historia, esas diferencias de opresión son ignoradas por los
movimientos feministas “mainstream”, que son generalmente dirigidos por una clase de mujeres
preferentes, es decir mujeres ricas, heterosexuales y blancas. Esos movimientos populares a
veces toman el control sobre otras luchas alternativas y específicas. En este trabajo, nos vamos a
enfocar en un análisis de cómo la raza/etnicidad puede influir sobre la violencia contra las
mujeres. Nuestra hipótesis es que la intersección entre la dimensión de raza y de género causa
obstáculos, problemas, y experiencias particulares más intensas en el contexto de violencia
contra las mujeres, y eso resulta en la creación de una lucha distinta por las mujeres de color.
Para mostrar eso, vamos a investigar diferentes realidades que afectan a las mujeres de color de
manera distinta: la hipersexualizacion de las mujeres de color, el trabajo doméstico y el caso de
las mujeres indígenas. Pero antes, vamos a establecer la noción de interseccionalidad y sus
diferentes formas (política, histórica, y económica) que explican el aspecto teórico de esas
realidades y esas luchas distintas.
La aparición del concepto de interseccionalidad procede en los años 1970-1980,
particularmente en los Estados Unidos, donde era un tema muy importante porque la expansión
del feminismo era criticada por su fracaso a dirigir las relaciones de poder, de clase y de raza que
pueden dividir a las mujeres. El concepto de interseccionalidad defiende que no es posible
separar diferentes dimensiones de la vida social de una mujer de manera que no se relacionan,
porque hay muchas opresiones que alguien puede vivir al mismo tiempo, de manera sistemática1.
Esas opresiones se adicionan y creen una situación particular por un individual. “En el contexto
de la violencia contra las mujeres, la omisión de la diferencia es problemática, fundamentalmente
porque la violencia que viven muchas mujeres a menudo se conforma por otras dimensiones de
sus identidades, como son la raza o la clase2”. Por eso, es importante que la lucha feminista

1
​Avtar Brah y Ann Phoenix, ​Ain’t I A Woman? Revisiting Intersectionality​, p.76.
2
​Kimberlé Williams Crenshaw, ​Interseccionalidad, políticas identitarias, y violencia contra las mujeres de color,​
p.88)
2

pueda establecer las políticas y luchas identitarias que reconocen esas situaciones. Las
intersecciones son varias, y pueden referir tanto a la orientación sexual como a la clase social, a
la identificación sexual, a la raza, etc. Para esos grupos, las políticas basadas sobre la identidad
crean un sentido de comunidad muy fuerte y les permiten a sus reivindicaciones de ser más
visible en la población. Eso les permiten también a identificar a las dos opresiones en la misma
lucha, y eso es un aspecto que otros movimientos no ofrecen la mayoría del tiempo.
Ese fenómeno de luchas identitarias nos lleva al concepto de la interseccionalidad
política. Según la investigadora Kimberlé Williams Crenshaw, “El concepto de
interseccionalidad política subraya el hecho de que las mujeres de color están situadas dentro de
al menos dos grupos subordinados, grupos que frecuentemente persiguen agendas políticas
enfrentadas. Al dividir las energías políticas en dos agendas políticas, agendas que a menudo son
opuestas, se produce un desempoderamiento interseccional, al que los hombres de color y las
mujeres blancas rara vez se tienen que enfrentar3”. Por ejemplo, en el caso histórico de las
mujeres afro-americanas, ellas viven racismo y sexismo, pero ellas no podían identificarse
completamente en ningún movimiento revolucionario que pasó en los Estados Unidos durante
los años 60-70. No se identificaron en la lucha política feminista porque esa lucha no reconocía
el racismo, y tampoco en el movimiento de derecho civil porque había mucho machismo a dentro
del grupo. Entonces, ellas crearon su lucha identitaria distinta, el “Black feminism” o
“Feminismo negro”, donde el racismo y el sexismo se cruzan. Cuando las mujeres de color
deben elegir entre una causa o la otra, estamos relegando la identidad y las experiencias de esas
mujeres a un lugar sin discurso. Es importante que ese discurso tenga un espacio en la esfera
pública porque la interseccionalidad política del género y de la raza se inscribe en la esfera
privada de los individuos (las experiencias distintas), pero también de manera institucional
porque representa el cruce entre la colonialidad y el patriarcado4.
La interseccionalidad debe también dirigir el hecho de que los movimientos feministas no
reconocieron las diferentes circunstancias históricas de algunos grupos de mujeres. La mayoría
del tiempo, solamente hay una versión de la historia que es la conocida, y es del punto de vista

3
​Ibid​, p.97-98.
4
​Rita Laura Segato, ​Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico
descolonial​, p.1.
3

del opresor: el colonizador y el patriarca. “Hay, por ejemplo, no solo una historia que instala la
episteme de la colonialidad del poder y la raza como clasificador, sino también una historia de la
raza dentro de esa episteme, y hay también una historia de las relaciones de género dentro mismo
del cristal del patriarcado.”5 Eso se puede referir a una interseccionalidad histórica, donde el
argumento relativista valoriza un pluralismo histórico y la reapropiación de las historias propias
a cada comunidad/pueblo.
Como la investigadora Crenshaw dice más arriba, es importante considerar la raza y el
género, pero también la dimensión de clase porque es igualmente parte integral de la realidad de
las mujeres de color. Eso es el resultado de algunas opresiones sistemáticas que hacen que las
mujeres y las personas de color son, de manera general, más pobres que los hombres o las
personas blancas. Entonces, las mujeres de color tienen más posibilidades de ser pobres, y eso se
traduce en una forma de interseccionalidad de clase o económica. Las mujeres de color se
enfrentan a una tasa de desempleo desproporcionadamente alta, que es una consecuencia de las
opresiones de género, y de las políticas de discriminación racial en el empleo. Pero eso también
existe por causas conectadas a la clase social, como el hecho que muchas mujeres de color son
víctimas de pobreza, que tienen la responsabilidad del cuidado de los niños, y que faltan
habilidades laborales. “Los aspectos económicos – acceso al empleo, vivienda y riqueza –
confirman que las estructuras de clase juegan un papel importante a la hora de definir las
vivencias de las mujeres de color en situaciones de maltrato.”6
Ahora que vimos a diferentes aspectos de la interseccionalidad, vamos a explorar cómo se
traducen en las realidades distintas de las mujeres de color, y como eso crea obstáculos,
problemas y experiencias particulares a ellas.
En primer lugar, vamos a analizar la interseccionalidad de la identidad mujer y la
identidad indígena y la violencia de la imposición de ideologías occidentales que borran la
realidad de esta identidad interseccional. En los textos, “Género y colonialidad: en busca de
claves de lectura y de un vocabulario estratégico descolonial,” por Rita Segato y “Género y

5
​Rita Laura Segato, ​Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico
descolonial​, p.9.
6
​Kimberlé Williams Crenshaw, ​Interseccionalidad, políticas identitarias, y violencia contra las mujeres de color​,
p.91)
4

etnicidad. Ser hombre y ser mujer entre los aymara del altiplano chileno” por Ana María
Carrasco Gutiérrez y Vivían Theda Gavilán Vega, las autoras problematizan las categorías y las
ideas occidentales de género que se imponen con frecuencia en las comunidades indígenas.
Carrasco y Gavilán destacan en su texto una cita de otro texto de Gavilán que apoya su
problematización: “Entre las diversas críticas ha persistido aquella que cuestiona la aplicación de
categorías occidentales en otros grupos culturales, otorgándoles no sólo una determinada
estructura y organización del mundo sino también significados que son particulares de nuestro
propio mundo conceptual”7
Según Segato, la violencia contra las mujeres indígenas se exacerbó en el proceso de
colonización, el cual intensificó las jerarquías ya existentes. Al analizar las dinámicas de género
en las comunidades indígenas, es imprescindible tomar en cuenta los procesos de colonización y
subordinación que tuvieron un gran impacto en los sistemas sociales y culturales indígenas. Por
lo tanto, las identidades de las mujeres indígenas no deben ser analizadas simplemente como una
continuación del mundo pre-intrusión sin reconocer el proceso histórico de las intervenciones
coloniales. Por la misma razón, Segato critica “el feminismo eurocéntrico, que afirma que el
problema de la dominación de género, de la dominación patriarcal, es universal, sin mayores
diferencias, justificando, bajo esta bandera de unidad, la posibilidad de transmitir los avances de
la modernidad en el campo de los derechos a las mujeres no-blancas, indígenas y negras, de los
continentes colonizados.”8 Borrar el pluralismo histórico de los pueblos indígenas y aplicar un
análisis que supone una superioridad moral de la mujer blanca constituye una violencia hacia las
mujeres indígenas.
En ambos textos, las autoras hacen referencia a la complementariedad entre los géneros
en los pueblos originarios. Según Carrasco y Gavilán, “La complementariedad entre los géneros
y no la igualdad, reconocería a hombres y a mujeres como diferentes, valorando esta diferencia
porque los roles y funciones se caracterizan por su flexibilidad.”9 Este concepto de la

7
​Ana María Carrasco Gutiérrez & Vivían Theda Gavilán Vega, ​Género y etnicidad. Ser hombre y ser mujer entre los
aymara del altiplano chileno​, p. 170
8
​Rita Laura Segato, ​Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico
descolonial​, p. 12
9
​Ana María Carrasco Gutiérrez & Vivían Theda Gavilán Vega, ​Género y etnicidad. Ser hombre y ser mujer entre los
aymara del altiplano chileno​, p. 171
5

complementariedad/dualidad es muy distinto a la concepción binaria occidental de género, en la


cual todo el otro es un problema. Como señala Segato, “En el mundo andino, la autoridad de los
mallkus, aunque su ordenamiento interno sea jerárquico, es siempre dual, involucrando una
cabeza masculina y una cabeza femenina y todas las deliberaciones comunitarias son
acompañadas por las mujeres.”10
Otro aspecto complejo de la identidad mujer indígena, en el caso del pueblo Aymara, es
que las relaciones de género van de la mano con otras estructuras de prestigio, como la edad y
los roles sociales. En esta instancia también es importante reconocer la interseccionalidad de
estos aspectos de la sociedad Aymara para no analizar las relaciones de género de forma aislada.
Desde su trabajo con la comunidad Aymara, Carrasco y Gavilán llegan a la conclusión que,
“Así, podemos colegir que las categorías hombre y mujer no son homogéneas y en consecuencia
sus relaciones serán también variables.”11 La identidad mujer indígena se ve relacionada siempre
por las otras posiciones que la mujer ocupa en la sociedad. Este argumento apoya el concepto de
la interseccionalidad, porque nos vemos obligados/as a analizar el género dentro de la comunidad
donde se manifiesta y no simplemente en los términos occidentales/blancos. Así podemos
entender la complejidad de las relaciones de género y de las estructuras sociales, religiosas y
políticas en las cuales las mujeres indígenas se sitúan.

Por otro lado y en segundo lugar, debemos ver cómo el control de la sexualidad afecta a
las mujeres de color en el continente americano, dado que, aunque este control se ejerza sobre
todas las mujeres, el que está presente sobre las mujeres racializadas, cuenta con una carga de
dominación histórica. Como bien lo señala Mary Congolino en su trabajo ​Mujeres negras
¿Mujeres candentes? “dentro de los procesos de discriminación establecidos históricamente a
través de construcciones jerárquicas étnico-raciales y mediante las desiguales de género, las

10
​Rita Laura Segato, ​Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico
descolonial,​ p. 19
11
​Ana María Carrasco Gutiérrez & Vivían Theda Gavilán Vega, ​Género y etnicidad. Ser hombre y ser mujer entre los
aymara del altiplano chileno​, p. 174
6

mujeres negras, en particular, han participado de situaciones específicas de trato y valoración


asociadas a su “predisposición sexual”.12
Ejemplo de esto se encuentra en este mismo texto, en donde se señala como se presenta a la
mujer de color en el imaginario del siglo XVIII, siendo un ser sin escrúpulos en su
comportamiento sexual:
“Se la ve ante todo como objeto apropiado a la apetencia y los deseos físicos del
hombre, sea blanco, negro o mestizo. En fin, ella es la amante por excelencia. En
cambio pocos presentan a la mujer de color como amada, digna de ser esposa del
hombre y la señora de su hogar. Hay que concluir, entonces, que este papel está
reservado para la mujer blanca a quien se la identifica con la castidad, la pureza y la
virginidad intocable. Como reza un dicho popular la blanca para esposa y la negra para
moza”. 13
Pero este tipo de representación se mantuvo, e incluso este supuesto comportamiento
sexual, fue utilizado para excusar las violaciones sobre las esclavas negras norteamericanas.
Este estereotipo es el conocido como “el de la negra Jezebel”, la cual era una mujer con un
apetito insaciable por el sexo, y que no hallaba satisfacción con los hombres de su raza, por lo
cual deseaba tener relaciones con hombres blancos. ​Este fue utilizado durante la esclavitud como
una racionalización de las relaciones sexuales entre los hombres blancos y las mujeres negras,
especialmente las uniones sexuales que eran entre esclavistas y esclavas. Jezebel sirvió para
excusar violaciones ya que como bien señala James Redpath, las esclavas estaban "satisfechas
con los avances criminales de los sajones" 14. Este punto de vista es contradicho por Frederick
Douglass, el abolicionista y antiguo esclavo, que afirmó que la "esclava está a merced de los
padres, hijos o hermanos de su amo"15

12
Congolino, M. (2006). Mujeres negras ¿Mujeres candentes? Un análisis de los estereotipos sexuales en un grupo
de universitarias de Cali - Colombia . 2018, de Universidad del Valle Cali-Colombia, pág.2
13
​Morales, I. (2003). Mujer Negra, Mirar del Otro y Resistencias. Nueva Granada siglo XVIII. En Rafael Antonio Díaz
(ed), Memoria y Sociedad. Diásporas Afroamericanas. Escenarios Históricos, Diálogo Atlánticos, Balances y
Perspectivas. Número 15.Volumen 7, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Pp 53-68.​ ​Esta cita está hecha en el
libro anteriormente mencionado
14
Redpath, J. (1859). The roving editor, or talks with slaves in southern states. New York, NY: A. B. Burdick, p.141
15
​Douglass, F. (1968). My Bondage and My Freedom. New York, NY: Arno Press, pág.60
7

Lo más lamentable de esto es que las esclavas no podían hacer nada, ya que por un lado al ser
propiedad, legalmente podían ser violadas16, y por el otro, era muy difícil negarse, ya que corría
el riesgo de ser vendida, golpeada, violada y de que vendieran a su "esposo" o hijos. Una esclava
explicó: "Cuando él me obliga a seguirlo hasta el arbusto, ¿qué me sirve para decirle que no? Él
17
tiene fuerzas para obligarme" . Fue por esto que muchas mujeres se comprometieron
"voluntariamente" en uniones sexuales con blancos, especialmente esclavistas, lo que llegó a
reforzar la creencia de que las mujeres negras eran lujuriosas y disponibles.
Estas valoraciones y condicionamientos de las sexualidades de las mujeres negras se
fueron afianzando a través de la dinámica suscitada por el régimen esclavista y posteriormente,
el surgimiento de las doctrinas racialistas que se consolidaron en los siglos XIX y comienzos del
XX18. ​Pero estos estereotipos no quedaron en el pasado, ya que , gracias a la constante difusión y
renovación en distintos escenarios sociales, ha prevalecido, es por esto, que ​cuando hablamos de
las mujeres afrodescendientes, notamos que su valor sigue siendo otorgado por su cuerpo y
sexualidad, exacerbando su carácter sexual como su principal y única cualidad.
Pero este estereotipo no parece acabar pronto, ya que, además de seguir siendo utilizado
en los medios de comunicación tradicionales (comerciales, películas, series, etc.), también es
aprovechado por el comercio sexual, el cual lo fetichiza y utiliza la raza como principal
enganche. Muestra de esto es el apodo “ebony”, el cual hace referencia al ébano y es una forma
para referirse a las mujeres de color, en la industria pornográfica. Como bien se señala en el
artículo de Miller-Young, a pesar de la creación de este fetiche entorno a su raza, las mujeres
afroamericanas son vistas como menos rentables, por lo cual son menos contratadas y con un
salario que pocas veces supera las tres cuartas parte de lo pagado a una actriz blanca, como
ejemplo de esto es que en una producción profesional, a las mujeres de color se le pagan
alrededor de cuatrocientos a novecientos dólares por una escena de sexo 'hombre/mujer',
dependiendo de la notoriedad de la actriz y el presupuesto que cuenta la película, mientras que

16
Kennedy, E. (2017). victim race and rape. 2018, de The Feminist Sexual Ethics Project, pág.6
17
D'Emilio, J., & Freedman, E. B. (1988). Intimate matters: A history of sexuality in America. New York, NY: Harper &
Row, pág.101
18
​Viveros, M.(2008). La sexualización de la raza y la racialización de la sexualidad en el contexto latinoamericano
actual. Careaga, Gloria. Memorias del 1er. Encuentro Latinoamericano y del Caribe : La sexualidad frente a la
sociedad. México, D.F, pág.181
8

las actrices blancas se les tienden a pagar un aproximado que va desde los mil a dos mil dólares
por la misma escena19. A lo anterior se le debe añadir, que solo se les ofrecen papeles que están
especialmente pensados para mujeres negras, mientras que las mujeres blancas tienen cabida en
prácticamente cualquier filme.
En el contexto latinoamericano, y en específico en Chile, la mayoría de las mujeres que
trabajan en el comercio sexual actualmente son inmigrantes provenientes del sector caribeño. En
La Región Metropolitana se caracteriza por tener un comercio sexual ejercido por mujeres de
nacionalidad colombianas y dominicanas, es tanto así que en la comuna Santiago Centro incluso
se ha dado origen al comúnmente llamado “Mall del Chocolate”, por la presencia de inmigrantes
“negras” en las calles del sector, dedicándose a trabajar en toples, y cafés con piernas20 . Aunque
este mismo artículo señala, en la cita del trabajo de Jorge Pavez21, que la gran mayoría de las
inmigrantes afrodescendientes están situadas al norte del país, en donde se les caracteriza con
una feminidad desconocida y libidinal, la cual se rechaza y produce temor y violencia en la
población nacional, ya que se ve amenazan la “feliz” normalidad de las comunidades mineras al
norte de Chile y sus matrimonios, por un mercado sexual mayoritariamente conformado por
mujeres de color, generando discriminación y malos tratos.
La continuación de estos estereotipos, presentan un grave problema para las mujeres
afroamericanas. El primero de estos problemas, es la “adulteración” de las niñas de color, la cual
muestra como la hipersexualizacion, esta precente durante toda la vida de las mujeres
afrodescendientes, ya que esta las comienza a afectar ​desde muy temprana edad hasta su
adolescencia. ​Esta es la alteración, que sufren las niñas de color de entre cinco y catorce años, en
la cual los adultos las ven como: “más independientes, con menos necesidad de protección, y
con más conocimiento acerca de tópicos adultos y de sexo que las chicas blancas de la misma
edad”22.

19
​ iller-Young, M. (2010). Putting Hypersexuality to Work: Black Women and Illicit Eroticism in Pornography.
M
University of California, Santa Barbara, USA, Vol 13 , pp 219–235.​ ​pág. 227
20
​Carrillo, C. (2013). Migrantes internacionales “negros” y/o afrodescendientes en Chile: conjugados entre lo
visible e invisible.. Sociología del cuerpo y de las emociones, GT N° 26, pp.1-9 pág.6
21
​Jorge Pavez. (2013). Afecciones afrocolombianas: Transnacionalización y racialización del mercado del sexo en
las ciudades mineras del norte de Chile. Latin American Studies Association, Vol 51, N° 2, pp. 24-45. Esta cita está
hecha en el libro anteriormente mencionado
22
​Epstein, R., Blake, J., & González, T. (2017). Girlhood interrupted: The erasure of Black girls’ childhood. Center on
Poverty and Inequality. pág.4
9

El resultado que se muestra en el informe ​niñez interrumpida​, es que las niñas negras
experimentan la "adulteración" y no reciben los mismos beneficios infantiles que los niños
blancos. Este sería el factor que podría ayudar a explicar por qué las niñas negras en Estados
Unidos son disciplinadas mucho más a menudo y más severamente que en las escuelas y en el
sistema de justicia juvenil que las niñas blancas.
La hipersexulización que estas niñas enfrentan, es muy grave dado que las mujeres
afrodescendientes crecen asumiendo estas concepciones, y terminan por internalizándolas y
reproduciéndolas como características constitutivas de su condición de género y pertenencia
racial.
Junto al problema ya visto, se encuentra el de la violencia sexual que sufren las mujeres
afrodescendientes, el cual como ya hemos mencionado antes, tienen raíces históricas, en donde
era normalizada y sin consecuencias. Lo alarmante es que esta historia continúa, y según el
trabajo “​víctima raza y violación”,​ sigue afectando, ya que se plantea que ​la raza de la víctima de
violación, afecta las decisiones de los seleccionados para evaluar la culpabilidad de los
violadores acusados, así como las decisiones de las víctimas mismas. La autora Elizabeth
Kennedy señala ​varios estudios, los cuales indican una correlación entre la raza de la víctimas de
violación y la justicia que reciben, donde lo más relevante es que se señala como las víctimas
afroamericana de violación enfrentan obstáculos significativos para buscar justicia dentro del
sistema legal. ​Se indica cómo en una localidad, los investigadores encontraron que los fiscales
presentaron cargos en el 75% de los casos en que una mujer blanca fue atacada, pero cuando la
víctima era una mujer negra, los fiscales presentaron cargos sólo el 34% del tiempo23. ​También
como la raza afecta en ​las sanciones que sufren los agresores, puntualizando que los agresores de
mujeres negras reciben penas menos severas, que los atacantes de mujeres blancas24 ​Además de
esto, las mismas víctimas de color, tienen menor probabilidad de que revele incidentes
relacionados con agresión sexual, donde la mayoría fueron intentos de violación, y es por esta
razón que no denuncian, ya que tienen miedo a no ser tomadas en serio por la policía, al no ser
un "Violación real"25.

23
​Kennedy, E. (2017). victim race and rape. 2018, de The Feminist Sexual Ethics Project, pág. 14
24
​Ibid,​ pág.16
25
​Ibid,​ págs. 18-19
10

Estos problemas presenta retos concretos a la sociedad contemporánea desde el


pensamiento postcolonial, por lo cual se deberán aunar esfuerzos orientados a la desarticulación
de las concepciones sexistas, hipersexualizadas y reductivas aún mantenidas sobre las mujeres
afrodescendientes; pero principalmente serán estas mejeres quienes deberán desde lo individual y
lo colectivo de construir este imaginario sexualizado que sobre ellas se ha construido y que de
forma inconsciente han reproducido e internalizado como propio.
En tercer lugar, otra de las realidades que queremos distinguir son las que se enmarcan
dentro del trabajo doméstico, de las que claramente ni las mujeres indígenas, afrodescendientes,
blancas, europeas occidentales u orientales, nos libramos. Pero que sí se pueden dividir,
disminuir y en ocasiones anular por completo cuando se presentan ciertas condiciones de clase y
de poder, por parte de un tipo específico de mujer hacia otra que no es parte de ese estatus o
caracterización social.
Dentro de estas percepciones y diferenciaciones que hemos tratado de considerar, nos
parece relevante comenzar con la argumentación que plantea Abril Saldaña en su artículo
“Racismo, proximidad y mestizaje: el caso de las mujeres en el servicio doméstico en México”
donde menciona que “(...) la racialización de las trabajadoras sucede independientemente de su
adscripción étnica, ya que obedece a la continuidad de un imaginario colonial donde las las
labores de limpieza y cuidados eran asignados a mujeres indígenas y negras.”26 ​Partimos con
esta frase para retratar que el hecho de que las mujeres inmigrantes, indígenas y negras, son las
requeridas mayoritariamente para la realización del trabajo doméstico es algo bastante antiguo y
que se ha ido caracterizando de diversas maneras, dentro de la historia de las mujeres y en
particular dentro de la historia de las mujeres afrodescendientes que hasta el dia de hoy, sigue
teniendo un acceso limitado a la educación y a trabajos más formalizados, por lo cual el trabajo
doméstico es una de las soluciones más viables, y rápidas que pueden encontrar.

En este tipo de escenario, en el de la economía de los cuidados y el servicio doméstico, se debe


realizar la distinción de clases de forma clara y precisa, debido que hay muchas mujeres que no
realizan estas actividades asignadas socioculturalmente a las mujeres por sus privilegios de

26
Saldaña, Abril. ​Racismo, proximidad y mestizaje: el caso de las mujeres en el servicio doméstico en México.
Trayectorias año 15, Núm. 37 (2013), pág.74.
11

clases, y por que pagan a otras personas, en su gran mayoría mujeres también, ojalá migrantes y
negras para que hagan estas labores, las cuales en sí mismas no son consideradas como un
trabajo y que junto a esto se caracteriza además por ser un servicio con una permanente
discriminación y precarización.
La desvalorización del trabajo doméstico y de la mujer que lo realiza, se enmarca en una
ausencia de protecciones laborales y sociales, las cuales aumentan y se enfatizan cuando, además
de estas características está presente también la discriminación racial. La autora Saldaña se
refiere a la característica racial de manera más profunda mencionando varios estudios que tratan
el tema de la experiencia de las mujeres de color e indignas en el trabajo doméstico, que
visualizan el racismo, la precarización y explotación, pero son estudios que enmarcan además
“la forma en que las mujeres trabajadoras resisten, negocian y se reivindican”27
Dentro de esto se debe mencionar también que las relaciones de poder presentes en
espacios tan reducidos como las casas, toman otro tipo de argumentaciones e internalizan otro
tipo de imaginarios que atraviesan de manera más personal (pero no por eso menos política) a la
economía, el racismo, y la sexualización de las mujeres de color, debido a que estos espacios
tienen determinada estructura, previamente organizada y considerando la forma
occidental-capitalista-patriarcal, la cual vendría siendo un jefe de familia, proveedor y trabajador
formal, una esposa encargada de la economía y trabajo doméstico, junto a la presencia de
hijos/as, vendría siendo una estructura básica que va variando de acuerdo a las condiciones
económicas y socioculturales de cada familia en particular. Y para lo que atañe a las familias que
tienen trabajadoras domésticas, la estructura normal se ve “perjudicada” por su presencia debido
a que pasa a ser como una “segunda mujer”, lo que a lo largo de la historia de la vida privada y
familiar se ha prestado para muchos estereotipos, discriminaciones y falencias. ​“(...) En el
análisis de estas tres prácticas corporales, el de la comida, la sexualidad y la maternidad, se
encontró un denominador común: la preocupación de las patronas por el peligro potencial de
contaminación que representaba la presencia de la trabajadora en la casa y su cercanía con los
niños de la familia”28.

27
​Saldaña, Abril. ​Racismo, proximidad y mestizaje: el caso de las mujeres en el servicio doméstico en México.
Trayectorias año 15, Núm. 37 (2013). pág.79
28
​Saldaña, Abril. ​Racismo, proximidad y mestizaje: el caso de las mujeres en el servicio doméstico en México.
Trayectorias año 15, Núm. 37 (2013). pág.81
12

La presencia de esta “sirvienta” viene a desestabilizar la estructura de la familia


tradicional, pero dentro de un margen donde la clase, el poder y la racialidad quedan de igual
manera representados y se reafirman cotidianamente en la relación jefe de hogar/ esposa, y por
sobre todo en la relación esposa/madre y sirvienta/ trabajadora doméstica.
Se ha trabajado de diversas maneras la subordinación de las trabajadoras domésticas y la
forma en que ellas han ido planteando nuevas problemáticas y formas de entender los mandatos
del cuerpo, y el capitalismo-patriarcal, donde este trabajo realizado casi en su totalidad por
mujeres, discriminadas por clase o raza a ido reproduciendo desigualdades de todo ámbito29.
El trabajo doméstico tiene un tinte particular, recae principalmente en las mujeres, está
desvalorizado, y en la mayoría de los casos de familias de elite es un trabajo racializado y para
cierto tipo de mujer, lo que para muchas/os representa un factor de riesgo en la cotidianidad de la
vida familiar, por las razones que mencionabamos páginas más arriba, como lo son la
sexualizacion y los prejuicios coloniales hacia las mujeres indígenas e inmigrantes. Si bien se ha
tratado de regularizar el trabajo doméstico, con estatutos y leyes, el racismo y los “mandatos del
cuerpo” siguen internalizados a tal grado que se siguen reproduciendo en gran amplitud, por
ejemplo en los juguetes de los niños, donde aún sigue siendo impensado que para su cumpleaños
se le regale una escoba y una cocina como a las niñas.
Dentro de las líneas de análisis de este último escenario en el cual quisimos representar al
menos en cierto punto las desigualdades que sufren las mujeres afrodescendientes no solo por ser
mujeres sino por ser negras, de hace urgente la necesidad de un análisis interseccional más
acabado que ayude a ligar y comprender los enlaces de discriminación, abuso y poder que sufren
las mujeres de color, tanto en el ámbito económico, político, de género y sociocultural. A partir
de esto y para finalizar esta última parte, es atingente mencionar la frase ​“La posibilidad de la
lucha social emana del carácter socialmente productivo del trabajo de las mujeres en la casa”30.

29
Referencia Allemandi, Cecilia. ​Sirvientes, criados y nodrizas. Una Historia del servicio doméstico en la ciudad de
Buenos Aires. T​ eseo (2017), introducción.
30
Dalla Costa, Mariarosa. ​Las mujeres y la subversión de la comunidad.​ Siglo XXI (1977), México. Pág. 14.
13

Creemos que son tremendamente necesarios los estudios sobre género e historia de las
mujeres que parten desde una interseccionalidad que engloba las diferencias sociales, de clase,
raza y género, ya que no podemos comprender las variadas circunstancias, los distintos
escenarios geograficos y politicos, sin antes comprender y considerar las distintas historias que
nos componen, las cuales tienen distintas líneas de opresión, de poder y de discursos ideológicos
que van permeando en nuestra cotidianidad, al punto de ser internalizados y reproducidos de
forma natural.
El caso de las mujeres afrodescendientes o de color tiene sus concepciones específicas,
sus diferencias políticas, culturales y sociales particulares, que se enmarcan dentro de una
historia de años de esclavitud y subordinación hacia los/as blancos/as, lo que ha hecho que se
vayan articulando estereotipos determinados y prejuicios raciales que van adecuando,
condicionando y determinando nuestras relaciones sociales y políticas. Particularmente ahora
utilizamos como referencia ciertos tipos de escenarios en cuanto a la particularidad de las
mujeres indígenas y afrodescendientes como el mismo hecho de ser indígena, pasando por la
hipersexualización de los cuerpos morenos y negros, junto con la particularidad del trabajo
doméstico caracterizado por mujeres afrodescendientes o en el caso más actual por mujeres
inmigrantes.
Angela Davis retrató que las diferencias y dificultades de las mujeres negras, tenían un
arraigo histórico, pero que además se adecuaba a la circunstancia política y social del momento
en el cual se estaba, ​“Ser mujer ya es una desventaja en esta sociedad siempre machista;
imaginen ser mujer y negra. Ahora hagan un esfuerzo mayor, cierren los ojos y piensen, ser
mujer, ser negra y ser comunista ¡Vaya aberración!”​.
14

Bibliografia

Crenshaw, Kimberlé Williams (1991). “Interseccionalidad, políticas identitarias, y violencia


contra las mujeres de color”, ​Cartografiando los márgenes​, p.87-122.

Brah, Avtar y Ann Phoenix (2004). “Ain’t I A Woman? Revisiting Intersectionality”. ​Journal of
International Women’s Studies​, 5 (3), p.75-86.

Carrasco Gutiérrez, Ana María, & Gavilán Vega, Vivían Theda. (2014). “Género y etnicidad: ser
hombre y ser mujer entre los aymara del altiplano chileno”. ​Diálogo andino, (45), 169-180.
https://dx.doi.org/10.4067/S0719-26812014000300014

Segato, Rita Laura (2010). “Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un


​ ima: Universidad Ricardo
vocabulario estratégico descolonial”. ​La Cuestión descolonial, L
Palma, p30.

Carrillo, C. (2013). Migrantes internacionales “negros” y/o afrodescendientes en Chile:


conjugados entre lo visible e invisible.. Sociología del cuerpo y de las emociones, GT N° 26,
pp.1-9 web: http://actacientifica.servicioit.cl/biblioteca/gt/GT26/GT26_CarrilloSanchez.pdf

Congolino, M. (2006). Mujeres negras ¿Mujeres candentes? Un análisis de los estereotipos


sexuales en un grupo de universitarias de Cali - Colombia . 2018, de Universidad del Valle
Cali-Colombia Sitio web:
http://www.fazendogenero.ufsc.br/7/artigos/M/Mary_Lilia_Congolino_13_B.pdf

D'Emilio, J., & Freedman, E. B. (1988). Intimate matters: A history of sexuality in America.
New York, NY: Harper & Row.

Douglass, F. (1968). My Bondage and My Freedom. New York, NY: Arno Press

Epstein, R., Blake, J., & González, T. (2017). Girlhood interrupted: The erasure of Black girls’
childhood. Center on Poverty and Inequality. Retrieved from http://www.law
.georgetown.edu/academics/centers-institutes/povertyinequality/upload/girlhood-interrupted.pdf

Kennedy, E. (2017). VICTIM RACE AND RAPE. 2018, de The Feminist Sexual Ethics Project
Sitio web:
https://www.brandeis.edu/projects/fse/slavery/united-states/slav-us-articles/kennedy-full.pdf

Miller-Young, M. (2010). Putting Hypersexuality to Work: Black Women and Illicit Eroticism in
Pornography. University of California, Santa Barbara, USA, Vol 13 , pp 219–235 .

Redpath, J. (1859). The roving editor, or talks with slaves in southern states. New York, NY: A.
B. Burdick.
15

Viveros, M.(2008). La sexualización de la raza y la racialización de la sexualidad en el contexto


latinoamericano actual. Careaga, Gloria. Memorias del 1er. Encuentro Latinoamericano y del
Caribe : La sexualidad frente a la sociedad. México, D.F.

Saldaña, A. (2013). “Racismo, proximidad y mestizaje: el caso de las mujeres en el servicio


doméstico en México”. Trayectorias año 15, Núm. 37.

Allemandi, C. (2017). “Sirvientes, criados y nodrizas. Una historia del servicio doméstico en la
ciudad de Buenos Aires”. Teseo.

Dalla Costa, M (1977). “Las mujeres y la subversión de la comunidad”. Siglo XXI, México.

You might also like