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Stéphanie Lavaux*
Capítulo publicado en Cardona, Labatut, Lavaux, Sánchez,
Encrucijadas de la seguridad en Europa y las Américas,
CEPI-Universidad del Rosario, Agosto de 2004
*
Directora del Centro de Estudios Políticos e Internacionales, CEPI, y Profesora-Investigadora de las Facultades de Ciencia
Política y Gobierno, y de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.
1
Para un análisis de las diferencias conceptuales entre seguridad ambiental y seguridad ecológica, Ver Grasa, Rafäel, “Las
nuevas concepciones de la seguridad: el debate sobre la seguridad ecológica o la seguridad ambiental”, en revista Ecología
Política, No. 15, 1998, pp. 7-10.
2
Laïdi, Zaïki, L’ordre mondial relâché, sens et puissance après la Guerre froide, París, Presses de la Fondation Nationale de
Sciences Politiques, 2000.
subrayan Keith Krause y Michael Williams, a pesar de no tener consenso interno, estas
nuevas posturas comparten tres postulados de base sobre los cuales fundamentan sus nuevos
axiomas: la contestación más o menos radical del conservatismo realista clásico, la necesidad
imperante de responder a los desafíos planteados por el surgimiento de un nuevo orden
securitario internacional, y por fin, el fuerte deseo de adaptar la disciplina a unas
preocupaciones más contemporáneas3. Es así como varias tendencias nacieron casi
simultáneamente ampliando epistemológicamente los métodos de análisis y multiplicando
ontológicamente los objetos securitizados y los sujetos securitizadores. Estos intentos para
reconceptualizar la seguridad en un contexto más complejo hicieron aparecer concepciones
más ampliadas de las amenazas, vulnerabilidades y desafíos para el sistema internacional,
para los Estados, para las sociedades e incluso para los individuos.
Una de las primeras concepciones que se destacó fue la originada por Richard Ullman,
y desarrollada posteriormente por varios autores como Jessica Tuchman Mathews, Norman
Myers o James Rosenau entre muchos otros, que decidieron ampliar los postulados
securitarios neorrealistas y redefinir de manera más abierta las amenazas directas e indirectas
a la seguridad de los Estados o de entidades no gubernamentales privadas (personas, grupos,
corporaciones)4. Para ellos, los análisis deben tener en cuenta tanto unas variables no militares
(tales como los desastres naturales, las epidemias y otros problemas de abastecimiento de
recursos naturales) como las amenazas internas a los Estados (y no solamente las amenazas
provenientes del exterior). Se propone así una “fragmegración”5 del concepto de seguridad
que gira, por un lado, alrededor de dinámicas tanto locales y fragmentadas a nivel
infranacional como globales e integradas a nivel transnacional y, por el otro, alrededor de una
gran variedad de nuevos temas securitizados tales como la economía, el controvertido medio
ambiente6, los flujos migratorios, los derechos humanos, la salud, entre muchos otros.
Aprovechando el impacto del fin de la Guerra Fría y siguiendo el impulso de estos
autores que abrieron el paso a una concepción ampliada de la seguridad, varios académicos
tuvieron el propósito de profundizar los análisis referidos a los sectores y las agendas no
militares de la seguridad. Sin lugar a dudas, Barry Buzan, autor neorrealista que usa
3
Krause, Keith y Williams, Michael, “Broadening the Agenda of Security Studies: Politics and Methods”, en Mershon
International Studies Review, No. 40, 1996, p. 229.
4
Ullman, Richard H., “Redefining Security”, en International Security, Vol. 8, No. 1, Verano 1983, p.133. Ullman propone
en este articulo su definición de las posibles amenazas a la seguridad como “A threat to national security is an action or
sequence of events that; 1) threatens drastically and over a relatively brief span of time to degrade the quality of life for the
inhabitants of a state, or 2) threatens significantly to narrow the range of policy choices available to the government of a state
or to private, non-governmental entities (person, groups, corporantions) within the state”.
5
Rosenau, James N., “New dimensions of Security, The Interaction of Globalizing and Localizing Dynamics”, en Security
Dialogue, SAGE Publications, Vol. 25, No. 3, 1994, p.257.
elementos del constructivismo, es un elemento fundamental de esta tendencia. Su visión de
los sectores político, militar, económico, societal y medioambiental de la seguridad operando
simultáneamente y de manera extremadamente interdependiente a nivel global, regional y
hasta individual7 marcó un hito en los estudios de seguridad8 lo que permitió así el desarrollo
de reflexiones apoyadas en marcos teórico-conceptuales mucho más comprehensivos9.
Definitivamente, esta apertura teórica–conceptual originada por Richard Ullman y
apoyada por Barry Buzan permitió la relajación de los estudios de seguridad y así la entrada
en fuerza del tema medioambiental como fuente de inseguridad a todos los niveles. En este
nuevo contexto y espacio de reflexión, tres generaciones de estudios de seguridad
medioambiental se han desarrollado de manera simultánea o sucesiva.
Sin desconocer que, a partir de los años 50, la literatura académica sobre seguridad y
medio ambiente conoció unos primeros intentos para relacionar cuestiones de cambio
medioambiental con seguridad10 (sin nunca usar el concepto de seguridad ambiental), la
primera generación de estudiosos apareció en la primera mitad de la década de los 80.
Esta primera tendencia, por un lado, tuvo como propósito, a nivel conceptual y de la
práctica política, incentivar la toma en consideración del factor ambiental en la noción de
seguridad, y por el otro tuvo la ventaja de ampliar la comprensión de la seguridad nacional en
un contexto internacional mucho más complejo. Esta primera versión ampliada y
transnacional de la seguridad establece un esquema en el cual las dimensiones políticas,
económicas, societales y medioambientales a varios niveles (sistémico, regional, estatal e
individual) cobran una importancia fundamental frente a la dimensión militar nacional
convencional. Geoffrey Dabelko resume la base ideológica de esta primera generación en
estos términos:
“Environmental security has emerged as a transnational idea, the core
of which holds that environmental degradation and depletion, largely human-
induced, pose fundamental threats to the physical security of individuals,
6
Tuchman Mathews, Jessica, “Redefinig Security”, en Foreign Affairs, Verano 1989, p. 162. Myers, Norman, “Environment
and Security”, en Foreign Policy, No. 74, primavera 1989, pp. 23-41.
7
Buzan, Barry, People, States and Fear: An Agenda for International Security Studies in the Post-Cold War Era, Hemel
Hempstead, Harvester – Wheatsheaf, 1991. Buzan, Barry, “New Patterns of Global Security in the Twenty-First Century”,
en International Affairs, Londres, Royal Institute of International Affairs, Vol. 67, No. 3, Julio 1991, pp. 431-451.
8
Buzan, Barry, Weaver, Ole, “Slippery? Contradictory? Sociologically untenable? The Copenhagen school replies”, en
Review of International Studies, Londres, British International Studies Association, No. 23, 1997, pp. 241-250.
9
Booth, Ken, “Security and Emancipation”, en Review of International Studies, Londres, British International Studies
Association, No. 17, 1991, pp. 313-326.
10
Brown, Lester, “Redefinig Security”, en World Watch Paper, Washington, World Watch Institute, No. 14, 1977. Estos
primeros intentos no se notaron únicamente en la literatura académica. En efecto, en la práctica internacional, en particular
del derecho internacional, el trauma de la guerra de Vietnam y de las consecuencias ecológicas y humanas del uso masivo de
agentes químicos (como el Napalm), motivaron la creación, firma y ratificación de la Convention on the Prohibition of
Military or Any Other Hostile Use of Environmental Modification Techniques (ENMOD Convention) en 1977.
gruops, societies, states, natural ecosystems and the international system. (…)
The alternative if these threats are no better adressed will likely be economic,
social and ecosystem health and welfare decreases”11.
11
Dabelko, Geoffrey D., “Ideas and the Evolution of Environmental Security Conceptions”, ponencia presentada a la 37a
convención anual de la International Studies Association, San Diego, California, 16-20 abril 1996, p. 2.
12
Dokken, Karin y Graeger, Nina, “The concept of Environmental Security – Political Slogan or Analytical Tool?”, en PRIO
Report, Oslo, International Peace Resaerch Institute, No. 2, 1995.
13
Homer-Dixon, Thomas, “Environmental scarcities and violent conflict: evidence from cases”, en International Security,
vol. 19, No. 1, verano 1994, p. 6-7.
Esta segunda generación se beneficia también de los aportes de otro proyecto de
investigación, el Environment and Conflicts Project (ENCOP) del Centro de Estudios de
Seguridad e Investigación en Conflicto en Berna, Suiza. Como el Grupo de Toronto, ENCOP
trata de analizar las relaciones entre escasez de recursos y conflicto en los países en
desarrollo. Si bien ENCOP intentó desarrollar una topología de conflictos investigando qué
tipos de degradación ambiental causan qué tipos de conflicto en los países en vía de
desarrollo; los aportes del Grupo de Toronto, por su parte, se resumen en la creación de un
modelo metodológico, evidenciado empíricamente en algunos Estados en desarrollo, basado
en la trazabilidad de las complejas relaciones causales14 entre la variable independiente
escasez medioambiental y la dependiente conflicto violento, mediadas por la variable efectos
sociales (pobreza y migraciones). En palabras de Thomas Homer-Dixon,
“The relationship between environmental factors and violence is
complex. Environmental scarcity interacts with factors such as the character
or economic system, levels of education, ethnic cleavages, class divisions,
technological and infrastructural capacity and the legitimacy of the political
regime. These factors, varying according to context, determine if
environmental stress will produce the intermediate social effects.”15
En conclusión, esta segunda ola de estudios sobre seguridad ambiental determinó que
el deterioro de la calidad del medio ambiente, entendida como escasez de recursos renovables,
podía empeorar otros factores políticos, sociales o económicos que pueden, a su vez, ser la
causa de conflictos violentos. La relación entre medio ambiente y seguridad está entonces
sesgada pues se limita a la incidencia del estado de los recursos renovables en materia de
conflicto agudo únicamente en los países en desarrollo. Sin embargo, el determinismo de las
investigaciones desarrolladas en el marco de esta segunda tendencia en materia de seguridad
ambiental es bastante precario pues se considera de todas maneras que, en la mayoría de los
casos, el cambio ambiental no puede ser la causa única de los conflictos políticos o incluso
medioambientales. El concepto central de esta segunda ola es entonces los conflictos
medioambientalmente-inducidos16.
Con el fin de generar un cisma con la segunda generación de estudios sobre medio
ambiente y seguridad, nació, a finales de los noventas, una tercera tendencia, muy crítica en
particular frente a los postulaos y métodos del Grupo de Toronto, y basada en una visión más
14
Llamado Process tracing.
15
Homer-Dixon, Thomas, “The project on Environment, Population and Security: Key findings of research”, en
Environmental Change and Security Project Report, Woodrow Wilson Institute, No. 2, verano 1996, p.45.
optimista de las relaciones internacionales. Esta tercera generación tiende a volver a ampliar
la gama de las variables dependientes para incluir casos de cooperación e ingredientes de
seguridad humana17 en contra de los postulados conflictivos de sus predecesores. Parte del
Environmental Change and Security Project del Woodrow Wilson Institute en Estados Unidos
comparte esta tercera visión de la seguridad ambiental.
16
The World Conservative Union, “State-Of-The-Art Review on Environment, Secuity and Development Co-operation”,
informe para la OCDE, 1999, p.26.
17
Levy, Marc, “Time for a third wave of environment and security scholarship?”, en Environmental Change and Security
Project Report, The Woodrow Wilson Institute, No. 1, 1996, pp. 44-46. Barnett, John, “Destabilizing the environment-
conflict thesis”, en Review of International Studies, Londres, British International Studies Association, No. 26, 2000, pp. 271-
288. Najam, Adil, “The human dimensions of environmental insecurity: some insights fron South Asia”, en Environmental
Change and Security Project Report, The Woodrow Wilson Institute, No. 9, 2003, pp. 59-73.
18
Ver Booth, Ken, op. cit. Ver también Programme canadien des changements à l’échelle du globe, “L’environnement et la
sécurité: Aperçu des questions et des priorités de recherche pour le Canada”, informe técnico, La société royale du Canada,
No. 96-1, 1996.
19
Brookes, Warren T., “The global warming panic: a classical case of overreaction”, en Forbes, 25 de diciembre 1989, pp.
96-102. Lindzen, Richard S., “Some coolness concerning global warming”, en Bulletin of the American Meteorological
Society, No. 77, 1990, pp. 288-299. Gray, Boyden y Rivkin, David, “A ‘no regrets’ environmental policy”, en Foreign
Policy, No. 83, pp. 47-65.
La degradación ambiental como causa de violencia
La mayoría de los autores y de las investigaciones desarrolladas (y financiadas) en
materia de seguridad ambiental buscaron establecer, muy rápidamente, estrechas
correlaciones entre los cambios ambientales y los conflictos violentos sustentadas por
postulados muy cercanos al neorrealismo clásico. En efecto, los axiomas iniciales sobre los
cuales se basa la relación causal entre degradación ambiental y violencia, giran alrededor de
los conceptos de soberanía nacional, de interés estratégico o vital y de aumento de poder, que
impiden cualquier práctica cooperativa intergubernamental para luchar en común contra este
tipo de amenaza.
Teniendo en cuenta dicha concepción conflictiva y pesimista de las relaciones
internacionales, varios factores pueden llevar a considerar una conexión directa y casi natural
entre recursos naturales renovables (agua, bosques) o no renovables (minerales, petróleo) y
seguridad nacional o regional. Primero, la asimetría económica (en cuanto a niveles de
desarrollo) entre los países del Norte (centro) y los del Sur (periferia) conduce a que los
Estados tengan, en cuanto a recursos naturales, necesidades y perspectivas distintas. Desde
este punto de vista, el desequilibrio generado por la diferencia de acceso y uso de los recursos
naturales entre los Estados, pero también al interior de los mismos, es considerado como una
causa potencialmente importante de inseguridad y de conflicto. En segundo lugar, el carácter
conflictivo de esta asimetría se ve reforzado cuando la soberanía y el control sobre los
recursos (elementos de poder para muchos Estados) revisten un carácter de interés vital o
estratégico para asegurar su posición internacional o regional y preservar su seguridad
nacional. Por fin, la anarquía internacional, la política de poder de los Estados basada en la
protección del interés nacional y la debilidad de los regímenes ambientales internacionales o
regionales limitan de manera muy fuerte el fomento de negociaciones multilaterales en este
ámbito e incentivan lógicas competitivas interestatales. El problema medioambiental es objeto
de cooperaciones regionales concretas únicamente cuando alcanza un “punto de no retorno”20.
En resumen, existe
“una serie de recursos, esenciales o estratégicos para la
supervivencia y el desarrollo, como el agua o el petróleo que suelen
ser motivo de numerosos conflictos armados. Cada vez es mas
frecuente que determinados conflictos sociales deriven en violencia
por efecto de la escasez ambiental. Y a la vez la escasez ambiental ira
en aumento a consecuencia de los conflictos violentos”21.
20
Fernández, Irene, Guerra por recursos naturales, informe del Observatorio de conflictos, Madrid, Centro de Investigación
para la Paz (CIP), Zaragoza, Seminario de investigación para la paz, 1998, p. 6.
Dichos conflictos ambientales se manifiestan como conflictos políticos, sociales,
económicos, culturales, étnicos, religiosos y territoriales, o como conflictos por recursos
naturales de interés nacional. Son conflictos tradicionales inducidos por una situación de
degradación ambiental causada por una sobre-utilización (o mala administración) de los
recursos, contaminaciones, o empobrecimiento del espacio de vida22.
21
Id.
22
Libiszewski, Stephan, “What is an environmental conflict?, ENCOP Occasional Paper, Zürich/Berne: Suiss Federal
Institute of Technology/Suiss Peace Foundation, No. 1, 1992, p. 13
23
Levy, Marc A., “Is the environment a National Security Issue?”, en International Security, Vol. 20, No. 2, otoño 1995, pp.
35-62. Gleditsch, Nils Peter, “Armed conflict and the environment: a critique of the literature”, en Journal of Peace
Research, Special issue on environmental conflict, Sage Publications, vol. 35, No. 3, mayo 1998, pp. 381-400.
24
Homer-Dixon, Thomas, “Environmental scarcities and violent conflict: evidence from cases”, op. cit., p.6
dulce; de las reservas de pesca; y por fin probablemente un mayor cambio climático). Esta
visión de la seguridad ambiental considera que si aquella escasez ambiental se vuelve muy
seria, podría incentivar conflictos civiles o internacionales violentos26.
En resumen, seis tipos de problemas ambientales podrían ser la causa de conflicto
violento: el cambio climático inducido por el efecto invernadero; la degradación de la capa de
ozono; el agotamiento y la pérdida de tierras cultivables; la degradación de los bosques; la
escasez y la contaminación de las fuentes de agua dulce y el agotamiento de los recursos
pesqueros27. Obviamente, dichos cambios afectan de manera diferente cualquier situación de
inseguridad dependiendo de dónde suceden geográficamente, a qué nivel ocurren (local,
nacional, regional o global), de la velocidad a la cual ocurren y del tipo de problemas sociales,
económicos y políticos presentes originalmente en el escenario en cuestión.
Sin embargo, al contrario de los conflictos inducidos por el medio ambiente, existe
una categoría de conflictos ambientales que depende menos de aquellos aspectos
coyunturales: los conflictos por los recursos no-renovables (minerales y petróleo), llamados
también guerras de recursos o guerras verdes28, puesto que, en este caso específico, dichos
recursos son el objeto mismo del conflicto. Empero, aquel tipo de conflicto violento no ha
sido muy presente en el sistema internacional hasta ahora, cuando, al contrario, varias
fuentes29 esperan un crecimiento considerable de los conflictos inducidos por la escasez de
recursos renovables en el mundo.
25
Entre otros “Project on Environmental Change and Acute Conflict” (1991-1993), “Project on Environment, Population and
Security” (1994-1996) y “Environmental Scarcities, State Capacity, and Civil Violence” (1994-1998).
26
Homer-Dixon, Thomas, “Environmental scarcities and violent conflict: evidence from cases”, op. cit., p.5
27
Ibid., p.6
28
Irene Fernández, op. cit. Benjamin, Paul, “Green Wars: Environmentalism as a National Security Issue”, en USA Today,
Nueva York, vol. 129, Nov.2000.
29
Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, Nuestro Futuro Común, Madrid, Ed. Alianza, 1987, Madrid, p.
343.
30
Homer-Dixon, Thomas, “On the threshold: environmental changes as causes of acute conflict”, en International Security,
Vol. 16, No. 2, otoño 1991, pp. 76-116.
En segundo lugar, dichos factores pueden influir de varias maneras sobre la situación
de inseguridad de un Estado o de una región: (1) la escasez de recursos puede en parte generar
conflictos interestatales; (2) la escasez medioambiental, que genera movimientos
poblacionales, genera parcialmente conflictos subnacionales o intraestatales; (3) el estrés
ambiental, que a su vez dificulta el desarrollo de las actividades económicas e interrumpe la
vida normal de las instituciones sociales clave, genera conflictos subnacionales o
intraestatales en términos de insurgencia y de guerra civil. En estos escenarios, aparecen
cuatro tipos de efectos sociales muy importantes a la hora de analizar la relación entre escasez
ambiental y violencia: la disminución de la producción agrícola, la disminución de la
productividad económica, el desplazamiento poblacional y la interrupción de las instituciones
y de las relaciones sociales31. Estos efectos –sin los cuales la escasez de recursos no llegaría a
causar tensiones tan fuertes- pueden ser, simultáneamente, el mediador y el resultado del
conflicto medioambiental.
En tercer lugar, y como ya se mencionó, se puede decir que aquellos efectos sociales
basados en la escasez ambiental contribuyen al desarrollo de tres tipos de conflictos inducidos
por el medio ambiente en cuanto a recursos renovables: (1) los conflictos de simple escasez
entre Estados32, (2) los conflictos de grupo e identidad al interior o entre los Estados33, y (3)
los conflictos relativos a la degradación económica, institucional y política al interior o entre
los Estados34. Sin embargo, esta lectura es todavía muy resumida y no refleja la complejidad
de las relaciones entre todas las variables y factores involucrados en el concepto de seguridad
ambiental. En efecto, un análisis más detallado revela nuevas conexiones pero también
nuevos matices que se mencionarán a continuación35.
1. Bajo ciertas circunstancias, la escasez de recursos renovables produce
conflictos civiles e inestabilidad. Sin embargo, el papel de dicha escasez
ambiental es complejo pues actúa generando efectos sociales, tales como
pobreza y migraciones, considerados como causas inmediatas de conflicto.
2. La escasez ambiental es causada por la degradación y el agotamiento de los
recursos renovables, su consumo creciente, y su distribución desigual.
Empíricamente, se ha constatado que estos factores de escasez interactúan
simultáneamente y se refuerzan.
31
Id.
32
Ibid., p.18
33
Ibid., p.20
34
Ibid., p.23
35
Sacado de Homer-Dixon, Thomas, “The Project on Environment, Population and Security: Key Findings of Research”, en
Environmental Change and Security Project Report, Woodrow Wilson Institute, No. 2, verano 1996, pp. 45-48.
3. La escasez ambiental en general incentiva a unos grupos poderosos a
“capturar” recursos ambientales de mucho valor y a grupos marginales a
emigrar hacia zonas ecológicamente sensibles. En consecuencia, ambos
procesos refuerzan la escasez ambiental y aumentan el potencial de
inestabilidad social. Dichos procesos se llaman también captura del recurso
(resource capture) cuando se trata de la conexión entre la degradación y
agotamiento de los recursos y el crecimiento poblacional que incentiva a
algunos grupos a cambiar la distribución de dichos recursos a su favor; y
marginalización ecológica (ecological marginalization) cuando se trata de
la conexión entre el acceso desigual a los recursos y el crecimiento
poblacional que causa olas de migraciones importantes y permanentes en
los grupos más vulnerables.
4. Las sociedades pueden adaptarse a la escasez de recursos con el uso de
recursos ambientales alternativas más eficientes. Sin embargo, dicha
capacidad de adaptación depende de las capacidades sociales y técnicas
disponibles en la sociedad.
5. Si la adaptación económica y social fracasa, la escasez ambiental
contribuye al empobrecimiento y a las migraciones.
6. En caso de ausencia de adaptación, la escasez ambiental debilita los
Estados.
7. En caso de ausencia de adaptación, la escasez ambiental agudiza las
diferencias entre grupos (reforzando las identidades) y realza las
oportunidades para participar en acciones colectivas violentas.
8. La escasez medioambiental puede contribuir al aumento de los
movimientos poblacionales, del receso económico y del debilitamiento de
los Estados, lo que puede causar conflictos étnicos, insurgencias, golpes de
Estados hasta guerra civiles.
9. Raramente la escasez ambiental es la causa directa de los conflictos
interestatales (con excepción de la escasez de recursos no-renovables). Uno
de los motivos puede ser que los países más dependientes en materia de
recursos son también los más pobres, lo que limita su capacidad de
agresión. Sin embargo, en condiciones determinadas, el agua dulce
proveniente de ríos internacionales puede estimular disputas, conflictos y
hasta guerras internacionales, en general entre países vecinos.
10. Los conflictos generados parcialmente por una situación de escasez
ambiental tienen consecuencias indirectas importantes en la comunidad
internacional. En efecto, por todos los motivos mencionados anteriormente,
una situación de guerra civil generada parcialmente por motivos
ambientales, puede por ejemplo causar grandes flujos de refugiados e
importantes crisis humanitarias que no solamente desestabilizaría a los
vecinos sino también involucraría a la cooperación internacional y a las
organizaciones internacionales.
36
Debido a la discriminación entre grupos étnicos con ventajas medioambientales y los otros en situación de desventaja.
Baechler, Günther, “Why Environmental Transformation Causes Violence: A Synthesis”, en Environmental Change and
Security Project Report, No. 4, primavera, 1998, p26.
37
Debido al choque entre las capacidades y oportunidades en materia de acceso y uso de recursos naturales por parte de las
elites modernas del centro (en general urbanas) y la marginalización de las zonas rurales periféricas. Baechler, Günther,
op.cit., p. 27.
38
Debido al desplazamiento voluntario o forzado de poblaciones por motivos de erosión, contaminación, hambruna,
desertificación, proyectos agrícolas, industriales, de infraestructuras energéticas, de transporte o de comunicación. Baechler,
Günther, op. cit., p. 28.
39
Debido a los flujos de refugiados ambientales que aterrizan en áreas vecinas a su Estado de origen por motivo de pobreza,
ausencia del Estado, urbanización, modernización, explosión demográfica. Baechler, Günther, op. cit., pp.28-29.
En conclusión, en esta visión pesimista y conflictiva del medio ambiente y según las
circunstancias, los problemas ambientales -llamados degradación o escasez por el Grupo de
Toronto y transformación o discriminación por ENCOP- contribuyen de diferente manera a
los conflictos ambientales. Son a la vez pretexto, razón de fondo, disparador, resultado,
blanco, canal y catalizador de dichos conflictos. En otras palabras, son simultáneamente
causa, medio y fin.
Así las cosas, los conflictos ambientales entendidos, en términos neorrealistas, como la
conexión entre escasez de recursos renovables y violencia, han sido objeto de muchas
investigaciones cuyos resultados, por el hecho de aportar por primera vez ciertas evidencias
empíricas a las hipótesis planteadas, han sido considerados como la única forma de definir el
concepto de seguridad ambiental. Sin embargo, en los últimos años, varios autores han
llevado la reflexión en torno a la seguridad ambiental a consideraciones más cooperativas y
menos violentas. Dichos autores, que comparten la mayoría de los postulados anteriores,
decidieron acercarse a una concepción securitaria más multilateral, colaborativa y colectiva,
conservando, sin embargo, una concepción bastante racionalista y centrada en el Estado como
sujeto de la seguridad. Autores como Barry Buzan, Ole Weaver, Emmanuel Adler y Michael
Barnett trabajan así, cada uno a su manera, conceptos como comunidades de seguridad43 o
complejos de seguridad44 que fueron utilizados para investigaciones sobre seguridad
ambiental45.
Tanto la versión conflictiva como la cooperativa de la seguridad ambiental tiene como
propósito hacer entrar la protección del medio ambiente en los asuntos de la Alta Política por
las implicaciones importantes de su degradación en materia de inseguridad en el ámbito
interno, transfronterizo y global.
40
Debido a un fuerte crecimiento poblacional en zonas ecológicas de poca productividad y diversidad. Baechler, Günther, op.
cit., pp.29-30.
41
Debido a la dependencia asimétrica entre países que comparten un río internacional. Baechler, Günther, op. cit., p. 30.
42
Debido a la globalización de las transformaciones ambientales generadas por el cambio climático y la degradación de la
capa de ozono. Baechler, Günther, op. cit., p. 31.
43
Adler, Emmanuel y Barnett, Michael, Security Communities, Cambridge University Press, 1998.
44
Buzan, Barry, People, States, and Fear: An Agenda for International Security Studies in the Post-Cold War Era, op. cit.
Buzan, Barry, Weaver, Ole y de Wilde, Jaap, Security: A New Framework for Analysis, Boulder Co., Lynne Rienner, 1998.
45
Lee, Geun, “Regional Environmental Security Complex Approach to Environmental Security in East Asia”, documento de
trabajo, Seoul National University, s/f.
individual pero conserva, sin embargo, el nivel societal46. Si bien la concepción tradicional de
la relación entre medio ambiente y seguridad se basa sobre conceptos como la lucha por el
poder, la violencia, el interés nacional, los conflictos interestatales y las guerras civiles, entre
muchos otros; los acercamientos humanos, más comprehensivos, conectan los escenarios de
estrés ambiental con amenazas a los valores, la identidad, la cultura, el desarrollo sostenible y
el bienestar económico y social de las personas. Frente a la conexión medio
ambiente/conflicto violento/seguridad nacional propuesta por los violentólogos de la
seguridad ambiental, se propone así una nueva trilogía alternativa que relaciona medio
ambiente con desarrollo sostenible y seguridad humana.
Las variables mediadoras de esta nueva relación triangular son entonces el desarrollo
humano, el desarrollo sostenible y la pobreza tanto en los países en desarrollo como en los
países industrializados. La pobreza es considerada en este contexto como una variable clave
en la conexión entre medio ambiente e inseguridad, mucho más que la escasez47.
46
“The new focus on human insecurity is also society-centered, but is more concerned with social disruptions than with
violent conflict as the principal cause of insecurity”. En Najam, Adil, “The human dimensions of environmental Insecurity:
some insights from South Asia”, en Environmental Change and Security Project Report, Woodrow Wilson Institute, No. 9,
2003, p.63.
47
“Poverty not scarcity is driving environmental insecurity”. En Najam, Adil, op. cit., p.64
48
Booth, Ken, “Human wrongs and international Relations”, en International Affairs, vol.71, No.1, 1995, p.104.
live, rather than to a confrontation with the facts of the daily lives of much of
humanity. To change my analogy : academic international relations too often
performs the function of the Prozac of the human sciences. It has proved to have mind-
adjusting qualities which help us better adapt to the realities of the world by
suppressing or avoiding them. International relations Prozac consoles in some areas,
and energizes in others, but its overall effect is to obstruct its takers from facing up to
and dealing with what the great mass of humanity, and the rest of the natural world,
need to survive passably well.”
Si bien la visión original de las Naciones Unidas era demasiado amplia49 como para
poder ser utilizada de manera coherente y práctica en las políticas y estrategias de seguridad
de muchos Estados occidentales desarrollados u otros50 -que tienden a privilegiar el
paradigma dominante de la seguridad nacional51 exclusivamente centrado en el interés
nacional entendido en términos de poder, potencia, y uso o amenaza del uso de la fuerza-; la
nueva versión, más limitada, permite enfocar el concepto de seguridad hacia unas variables
claves que, si bien no amenazan directamente y con alta intensidad la seguridad nacional,
llegan a ser, de todas maneras, unos determinantes indirectos fundamentales a la hora de
definir y preservar los intereses de seguridad nacional o regional en un escenario
extremadamente interdependiente. Según Lloyd Axworthy52, esta nueva definición reflejaría
“La protection des individus contre les menaces, qu’elles s’accompagnent ou
non de violence (…) une entreprise destinée a bâtir une société mondiales, une société
où la sécurité de l’individu est au centre des priorités internationales et devient la
motivation de l’action internationale, une société où les normes humanitaires
internationales et la règle de droit progressent et constituent un filet solidement tissé
qui protège les individus.”53
Varios autores, en particular canadienses54, han señalado los motivos que llevaron al
aumento del interés para este nuevo concepto de seguridad humana. Estos factores, en una
versión muy resumida, giran alrededor de la multiplicación de los regímenes internacionales
en materia de protección de la persona, la expansión de los valores democráticos, la
institucionalización y mediatización de la vida internacional, la multiplicación de las
49
El informe del PNUD de 1994 sobre el desarrollo humano definía la seguridad humana entre otros como “safety from
chronic threats such as hunger, disease, and repression as well as protection from sudden and harmful disruptions in the
pattern of daily life”.
50
Algunos autores como Amitav y Arabinda Acharya argumentan que “(…) a human security agenda can not be the only
approach to contemporary security threats. Attempts to address human security issues must be combined with traditional
diplomatic and strategic approaches. Any number of events such as in Korean peninsula or in the Taiwan Strait may trigger
direct military confrontation making human security issues less relevant. The key question is how to reconcile the two
paradigms so that both agendas complement each other”. Ver Acharya, Arabinda y Acharya Amitav, “Human Security in
Asia : Conceptual ambiguities and Common Understandings”, Documento de trabajo, referencia no citada.
51
Con excepción de países como Noruega, Australia o Canadá. Este último hizo del concepto de seguridad humana la piedra
angular de su política exterior desde 1995.
52
Ex Ministro de Asuntos Exteriores del Canadá.
53
Axworthy, Lloyd, “La sécurité des individus dans un monde en mutation”, en Déclarations et Discours, Ottawa, Ministerio
de Asuntos Exteriores y Comercio Internacional, Mayo 1999.
54
David, Charles-Philippe y Roche, Jean-Jacques, Théories de la sécurité, Paris, Ed. Montchrestien, 2002, p. 114.
Organizaciones No Gubernamentales, la importancia creciente del soft power ejercido por
unos Estados en la definición de la agenda regional o internacional de seguridad, la
globalización y multiplicación de las interdependencias, el paso de una modalidad de guerra
interestatal a una modalidad intraestatal y, por fin, la debilidad y marginalización reciente de
varios Estados considerados como casi-Estados, Estados bandidos (Rogue State) y Estados
fallidos.
55
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55. Disponible en http://www.iisd.org/pdf/2002/envsec_oecd_review.pdf.
56
Dabelko, Geoffrey D.; Halle, Mark; Lonergan, Steve y Matthew, Richard, Ibid. p. 48.
57
Westing, Arthur H., “The environmental component of comprehensive security”, en Bulletin of Peace Proposals, Oslo,
International Peace Research Institute, Sage Publications, Vol. 20, No. 2, 1989, p.129.
Analizar los problemas ambientales desde una perspectiva de seguridad humana es
fundamental por varios motivos.
Primero, por que cuando el Estado no ha relacionado un problema ambiental con una
amenaza especifica a sus intereses nacionales o a la defensa de su identidad y de sus valores
básicos, esta perspectiva humana permite percibir y analizar que parte de su población puede
sentir lo contrario. Cabe mencionar que, a veces, aún si el Estado percibe el cambio
medioambiental como una posible amenaza a cualquier de sus intereses, puede que eso no
lleve a ningún tipo de respuesta política estatal si el problema generado por el cambio en
cuestión no tiene repercusiones transnacionales fuertes. Esta invisibilidad de la respuesta
política pública ante una amenaza ambiental podría así llevar a los investigadores y expertos
en seguridad a concluir que, para el Estado en cuestión (modelo del Estado unitario
monolítico), el tema ambiental no ha sido securitizado y que sigue manejando una noción de
seguridad bastante convencional y cerrada a los nuevos temas de la agenda. El estudio del
mismo problema desde el marco de análisis de la seguridad humana permite considerar a las
personas individualmente o en grupo como agentes securitizadores.
En segundo lugar y de manera más sencilla, desde esa perspectiva, los cambios
ambientales pueden exacerbar otras formas de inseguridad potencial o real para los individuos
como la pobreza, el desplazamiento forzoso o la discriminación.
Por fin, en tercer lugar, la perspectiva de la seguridad humana se revela como un
excelente complemento al análisis de las conexiones entre escasez ambiental y violencia
mencionadas anteriormente, pues permite clarificar algunos puntos de la compleja red de
causa-consecuencia establecida por el Grupo de Toronto y ENCOP. Por ejemplo, un
acercamiento de tipo seguridad humana permitiría profundizar más sobre las consecuencias
generadas por los conflictos etno-políticos, los conflictos de tipo centro-periferia, los
conflictos de migración interna y en particular los de migración transfronteriza sobre las
poblaciones locales en términos de valores, cultura, identidad58; de derecho a alimentación,
salud, bienestar humano, vida59; y de desarrollo sostenible para las generaciones futuras60.
Además de las preguntas tradicionales que buscan saber si la escasez de recursos
puede generar conflictos internos o internacionales, el marco de análisis humano de la
seguridad ambiental permitiría, entonces, responder a nuevas interrogaciones acerca de si los
conflictos ambientales afectan los valores y la identidad de las personas involucradas directa o
58
Levy, Marc A., “Is the environment a National Security Issue?”, op. cit.
59
Gleick, Peter, “The Human Rignt to Water”, en Water Policy, Oakland, Pacific Institute for Studies in Development,
Environment, and Security, No. 5, pp.487-503.
indirectamente; cómo y en qué proporciones los afecta; y cuáles serían las consecuencias a
más largo plazo.
60
Dalby, Simon, “Les changements environnementaux et la sécurité des personnes: repenser le contexte du développement
durable”, en ISUMA, Revue Canadienne de Recherche sur les Politiques, vol. 3, No. 2, otoño 2002, pp. 73-82.
61
Estas conclusiones provienen en parte de los resultados de una investigación dedicada al estudio del estado de la
inseguridad ambiental en Asia del Sur, basado en un marco de seguridad humana, que podría en su gran mayoría servir de
base comparativa para otras regiones del mundo. Estas conclusiones fueron generalizadas por el mismo autor para los países
en desarrollo. Najam, Adil, op. cit., p. 68.
62
Id.
63
Ibid., p. 69.
y medio ambiente. En otras palabras, la vinculación entre seguridad y medio ambiente se
establece gracias a la intervención de la variable desarrollo sostenible.
Sin embargo, en esta concepción de la seguridad ambiental, la relación entre
problemas ambientales y seguridad de las personas se establece más a escala regional que
global dado que se considera como objeto-referente no solamente a los individuos per sé
como en la seguridad humana tradicional, sino también a las personas ubicadas regiones eco-
geográficas65 determinadas, definidas en términos de cercanía ecológica y geográfica. Por
ende, en esta visión particular se trata de resolver el dilema de la seguridad ambiental con
bases cooperativas entre las naciones de una misma región.
64
Ibid., p. 70
65
Ejemplos: cuencas hidrográficas, complejos de seguridad ambientales. Lavaux, Stéphanie, Seguridad ambiental en el
Caribe: Mitos y realidades, ponencia propuesta en el marco del panel Seguridad en el Caribe del VI Congreso de
colombianistas, Barranquilla, Agosto 2003.
SEGURIDAD AMBIENTAL
MARCO DE ANÁLISIS COMPRENSIVO
66
The World Conservative Union, “State-Of-The-Art Review on Environment, Secuity and Development Co-operation”, op.
cit., p. 47.
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