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MI VIAJE CON ROSSELLINI


(TRATAMIENTO)

El documental se inicia con imágenes de la Fiesta de


Cuasimodo en la zona rural de Peñaflor, pequeño pueblo cerca
de la capital. Un niño observa esta colorida y festiva
procesión religiosa. Con colores azules y blancos, caballos,
bicicletas, carretas el pueblo sale a la calle en la fiesta
de la comunión de los enfermos, una semana después de las
celebraciones de Semana Santa.

Entre los cuasimodistas, vemos una pequeña motoneta con dos


hombres: uno maneja y el otro va de espalda con una pequeña
cámara Súper 8 que registra la actividad. El niño lo observa
extasiado y la motocicleta se pierde en la lejanía, mientras
los cuasimodos avanzan en sus caballos.

Esta imagen recreada inicial se corta y da paso al interior


de un avión. Vemos desde una de sus ventanas la ciudad de
Nápoles. Una voz en off nos informa que han pasado muchos
años desde la primera vez que estuvo en Italia. Y que ha
decidido hacer este viaje inspirado en unas viejas cintas de
video que encontró en unas cajas olvidadas cuando se cambiaba
de casa.

La película avanza y nos muestra a dos hombres –un chileno y


un italiano- sentados ante un monitor, donde revisan imágenes
antiguas grabadas a mediados de la década pasada. El chileno
comenta que esas cintas -con 11 horas de grabaciones
originales y sin editar- las encontró después de diez años,
cuando se encontraba haciendo aseo en la buhardilla de su
antigua morada. En ese instante conocemos que el chileno es
el autor y protagonista del documental.

A través de mis palabras y las imágenes de archivo se


descubre que el año 2005 fui invitado a presentar una
película al Maiori Film Festival en Italia.
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Mientras avanzamos en taxi por la ciudad; viendo su extraña


arquitectura, mezcla de tradición y modernidad; llena de
autos y gentes que parecen existir en un caos urbano;
comentamos que comencé a investigar el lugar que visitaría y
cómo me enteré que ahí se filmaron gran cantidad de cintas
del neorrealismo Italiano.

Motivado por eso, decidí llevar mi cámara de video para hacer


un registro, sin mayor pretensión, que registrar el eventual
cambio sufrido por esa ciudad o el impacto de la modernidad
en ella. A la vez que intentar descubrir si persistía algo de
las imágenes capturadas por los maestros del neorrealismo. En
otras palabras, sólo era un registro o diario de viaje
personal de un director chileno en Italia.

Igual que en esa oportunidad, avanzo desde Nápoles bordeando


la maravillosa Costa Amalfitana. Sol, acantilados, playas,
antiguas construcciones, todo rememora viejas imágenes
conocidas por quienes han visto películas italianas. Nápoles,
Pompeya, Capri, Salerno. Locaciones reconocibles que nos
hacer creer que ya estuvimos antes en ese mundo.

Maiori queda en la desembocadura de una riada que baja desde


las montañas entre unas quebradas muy pronunciadas. En el
plan la ciudad no se diferencia de cualquier balneario
moderno actual, un lugar muy turístico. Inclusive podría
decirse que el lugar es bastante feo, comparado con otros
balnearios en los alrededores.

La primera noche conozco el festival dedicado a la comedia


dramática italiana. Las imágenes de archivo nos muestran a un
extrovertido italiano que habla español. Es el director del
Festival.

Tras una noche de fiesta, en el desayuno me vuelvo a topar


con el director del Festival, ambos con una gran resaca. El
italiano se presenta como Renzo Rossellini, el hijo del
mítico director italiano.
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Aburrido por la letanía diurna del lugar, las imágenes de


archivo muestran mis primeros paseos por ese pueblo. Lugar
sin mayor atractivo para mis ojos. Pero de pronto vemos a
unos burros paseando por la ciudad y a unos campesinos que
los utilizan para carga de materiales.

Al seguirlos por esas desabridas calles, llegamos a unos


estrechos callejones desde los cuales nacen unas
interminables escaleras de piedra.

Los sigo, hasta llegar a la parte alta de los cerros que


rodean ese poblado. Aparece la primera sorpresa. Todos los
cerros están cubiertos de vides y enormes olivos. Ahí todo
cambia. Hemos retrocedido casi cincuenta años. Todo está como
a mediados del siglo XX, con ancianos que parecen que no se
han enterado de la revolución tecnológica, internet o la
televisión.

Al adentrarme en los vericuetos de esas añosas calles y subir


por sus cerros comenzó a descubrir un mundo que trataba de
resistir a ese mundo moderno. Un paisaje que aún recordaba el
mundo rural italiano de los años 50 y que mi generación y
muchas otras habían conocido por las películas de los
maestros neorrealista. Las imágenes de archivo registradas
por mí muestran esa realidad. Es el Maoiri antiguo, fundado
en la Edad Media y que se resiste a desaparecer.

Regreso al hotel y mi cámara registra mi encuentro con Renzo


en la barra del hotel. Le cuento mi experiencia y me invita a
conocer los alrededores al día siguiente. Para conocer
algunas locaciones donde se filmaron películas clásicas del
cine italiano.

Tras desayunar salimos en su automóvil a conocer los


alrededores y la Costa Amalfitana. Sirviendo de guía al joven
director chileno, Renzo me muestra lugares y parajes
reconocibles en películas de Rossellini, de Vittorio de Sica,
de Luchino Visconti, de Federico Fellini, de Antonioni, de
Pasollini y de otros directores italianos.
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Mientras recorremos esos paisajes, se van viendo las


locaciones originales y las escenas de películas como
“Paisa”, “Viaje en Italia”, “La machina Ammazza Cattivi”, “El
Decameron”, entre otras.

Ese viaje, que durará cinco días, me permite conocer los


escenarios naturales de esas películas, como la trastienda y
el pensamiento que animó a una generación de realizadores que
cambiaron la forma de hacer cine en el mundo.

Las imágenes en video que conservo de ese viaje nos permiten


conocer a los burreros que caminan por acantilados con su
carga, ataviados con trajes tradicionales de la costa
napolitana. La parte superior de los grandes acantilados, con
las viñas que los cubres, sirven de telón de fondo para un
viaje iniciático.

Las imágenes que muestran a Roberto Rossellini entrevistando


a Salvador Allende el año 1973, sirven de imágenes para la
confesión de Renzo: estuvo en Chile semanas antes del golpe
de Estado junto a su padre y tuvo la suerte de estar en La
Moneda con el Presidente Allende.

El periplo junto a Renzo me permite conocer lugares,


espacios, locaciones de películas como Mi viaje por Italia”
(Rossellini), así como reproducir con ayuda de mi guía los
planos y encuadres de esa película. Imágenes de la misma se
aparecen en la película, para mostrar que los sitios siguen
casi igual.

En otra secuencia, recorremos un antiguo convento donde


Federico Fellini interpretó a San Francisco de Asís en una
película homónima del realizador italiano.

También mostramos imágenes de la cercana ciudad medieval de


Ravelo. Narramos en off que un grupo de cineastas amateurs
nos invitaron a su villorrio a conocer sus realizaciones. Nos
interesa asistir ahí, pues Passollini filmó su clásico
“Decamerón” en ese lugar.
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Al llegar al antiguo monasterio donde ocurre la historia del


mudo y las monjas, nos indican que el jardinero del lugar es
el protagonista de esa película. Nos acercamos a conversar
con él y, con una simpleza que sorprende, nos dice que
Passollini lo invitó a actuar, a pesar de ser un campesino
del lugar. Mientras nos habla de su única experiencia
cinematográfica, muestro planos, encuadres y sitios donde se
filmó esa película.

Los archivos registrados con mi antigua cámara no llevan a


conocer a Don Carlo, un viejo productor de Cinecittá que hoy
trabaja como dueño de un restaurante y ayuda en la búsqueda
de locaciones a grandes productores norteamericanos.

Este nos presenta a un viejo de la localidad que fue amigo


íntimo de Rossellini quien nos permite un nuevo conocimiento.
¿Por qué se hacían tantas películas en este lugar? Le
pregunto. Me responde que Rossellini, Fellini, de Sica,
Passollini, además de actores y actrices italianas pasaban
sus vacaciones en Maiori y Ravelo. Y siempre quedaban
comprometidos de filmar en esas localidades, en
agradecimiento a los felices momentos que compartían.

Mientras recorremos los parajes de esas localidades, en


pantalla vemos extractos de películas, fotografías de los
rodajes e imágenes de la época que nos permiten entender que
el movimiento neorrealista, además de un movimiento
artístico, era también una ética del trabajo cinematográfico.

En paralelo a ese viaje del director, insertamos entrevistas


a Fernando Birri (registrado en ese festival por el autor),
Miguel Littin, Silvio Caiozzi, Ignacio Agüero, entre otros,
que nos irán mostrando la influencia de esa cinematografía en
el Nuevo Cine Latinoamericano de los años 60.

Dos mundos y una forma de entender el cine nos irán


descubriendo el impacto que ese cine tuvo en una generación
de realizadores latinoamericanos.
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Deseoso de conocer el origen histórico de ese movimiento


artístico, el director y Renzo hacen en la actualidad un
nuevo recorrido por Roma: lugar donde se filmaron las
películas “Roma Ciudad Abierta” y “El ladrón de bicicletas”.

Este último viaje por las locaciones originales, nos muestra


de esta forma de hacer cine y el trasfondo histórico que la
posibilitó. También profundizaremos en el pensamiento
estético y político de Roberto Rossellini, padre del
neorrealismo italiano.

Inspirada en la miniserie documental “Mi Viaje por Italia” de


Martin Scorsese, esta obra nos mostrará cómo el cine italiano
ha formado la mirada cinematográfica del propio autor de este
documental, así como de varios realizadores de este lado del
mundo.

El documental utiliza el viaje como dispositivo narrativo


central. A partir de esa estructura fundante se derivan tres
líneas de acción dramática. La línea de acción dramática
principal se construye desde el viaje físico efectuado por el
director a Italia, donde conoce las locaciones y algunos
protagonistas de películas emblemáticas del neorrealismo
italiano.

Expresado en antiguas cintas y archivos sobre el ese viaje,


el director volverá a ir a Italia para encontrarse ahora con
el hijo de Roberto Rossellini y con las primeras obras del
movimiento neorrealista italiano en Roma.

De ese eje central se deriva una segunda línea de acción


dramática: el viaje a la memoria cinematográfica de cine
latinoamericano.

Aquello se organiza con imágenes de películas de filmes del


Nuevo Cine Latinoamericano y actual, así como con entrevistas
directas o en archivo de directores de la región destacados
que explícitamente han reconocido su influencia; como Birri,
Littin, Caiozzi, N. Yankovic, Ruiz, Olivera, entre otros.
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También de ese eje central se deriva una tercera línea de


acción más personal. Es el viaje a la memoria emotiva y
cinematográfica del propio director del documental. Ello se
estructurará como un viaja a la memoria que le ha hecho ser
documentalista y realizador de filmes de ficción inspirados
en la estética del neorrealismo. Más aún, el motivo mismo del
viaje del director a Italia es porque su primera película de
ficción era considerada por los organizadores del Festival de
Maiori como una expresión chilena del cine italiano de los
años 50 y 60. Y su primera experiencia cinematográfica se
expresa en ese desconocido documentalista de los años 60 que
registró un perdido documental sobre los cuasimodistas en el
pueblo de Peñaflor.

En ese sentido, el elemento gatillante de esta historia será


el re-descubrimiento de unas antiguas cintas del viaje del
director al Maiori Film Festival en Italia el año 2005.

Visionando el material de archivo nos enteramos que el joven


director chileno, al poco tiempo de su estadía, hace amistad
con el hijo de Roberto Rossellini y le cuenta lo que se
proponía. Él se sumará entusiasmado y le acompañará en sus
recorridos, mostrándole los lugares en donde se habían
filmado algunas de las películas más importantes de la época.
Le muestra las locaciones y los tiros de cámara, ya que él
había sido el asistente de su padre.

Además, con ayuda de Renzo, descubre que muchos extras de


esas películas estaban vivos, los cuales le cuentan serie de
anécdotas de las filmaciones y registradas el año 5...

Ahora bien, este diario de viaje irá acompañado con


fragmentos de las películas originales, entregadas por Renzo
al director; en la perspectiva de mostrar los lugares en la
actualidad contrastadas con las secuencias de los filmes
italianos

Junto a esas anécdotas y descubrimientos, se desarrollan


conversaciones entre el director y Renzo, quien habla sobre
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el ánimo de esa época y del porqué en ese lugar se filmó


tantas películas.

La idea es poner en relieve la estética que animaba al


neorrealismo italiano y como este permitió que un tipo de
cine latinoamericano se desarrollar, dadas nuestras
características de países pobres que no pueden copiar el
modelo hollywoodense.

En ese contexto, la entrevista en Maiori al maestro Fernando


Birri -creador de la Escuela Documental de Santa Fe- nos
permite da a conocer su particular forma de entender el cine
latinoamericano desde la influencia del neorrealismo
italiano.

Este viaje físico registrado en una modesta cámara de video


del año 2005 se realiza se repite en la actualidad. Esta
parte del documental es también una visita a la nostalgia,
pues es probable que muchas de las antiguas locaciones ya no
existan y hayan sido transformadas en nuevos emprendimientos
inmobiliarios. La tradición y la modernidad, el cine moderno
y la vorágine urbana del capitalismo.

PROPUESTA AUDIOVISUAL

Este es un proyecto de documental cuyo foco está en el cine y


el movimiento del neorrealismo italiano. Utilizando el
dispositivo del viaje –físico y espiritual- del autor por el
cine italiano de post-guerra, se pretende llevar al
espectador por un periplo hacia la propia memoria emotiva del
cine latinoamericano y chileno actual. Este desplazamiento
del espectador hacia el conocimiento de esa verdad dramática,
involucra un uso intensivo de los materiales de archivos
(audiovisuales, fotográficos, sonoros, recortes de prensa).
Ello implica un protagonismo de la imagen registrada y fijada
como dispositivo mismo de la narración audiovisual.
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En efecto, nuestra propuesta considera también un tratamiento


fotográfico que privilegie imágenes de archivo que perturben
y asombren al espectador con imágenes con un fondo que
oculta, disfraza y subvierte la verdad interior de los
secuencias o imágenes que observamos. En la medida que vamos
conociendo las películas y sus circunstancias históricas, se
despliega una complejidad que denota la “actualidad” del cine
neorrealista en las propuestas cinematográficas actuales.

Ahora bien, en concordancia con la naturaleza del filme,


nuestro documental contempla una fotografía donde la imagen
pondrá énfasis en lo expresivo y lo estético. Las locaciones,
los planos y las angulaciones, unidas a las horas adecuadas
de luz en concordancia con las películas que recorreremos,
serán claves para lograr siempre una composición armónica y
fotográficamente interesante. En algunos casos, buscaremos
una imagen más plástica que realista llevando el género
documental hacia su borde más poético.

Habrá un especial énfasis en los paisajes y entornos que son


parte de las películas que descubriremos en la costa
amalfitana y en Roma. La idea es que el paisaje visual,
refleje de alguna forma el paisaje interno, el alma de los
realizadores italianos. Además de hablar del cine, este es un
documental que habla de la naturaleza, del paraíso perdido,
de secretos que esconde el paisaje urbano y rural italiano. .
Junto a lo anterior, el registro de estos interiores será
manteniendo un sentido fotográfico estético y expresivo, con
cuidado de la composición y atendiendo a los detalles
(ventanas, contraluces, manos, vapor de tetera, etc.)

Por eso, lo principal es el manejo de cámara, que debe


diferenciar claramente los distintos niveles narrativos. Es
decir, en el nivel descriptivo de la intriga asociada a la
peripecia del viaje por Italia se sugiere el uso de una
cámara más libre, que persigue el acontecimiento y lo
transcribe a medida que este se desarrolla. Una cámara que
acompaña al director y a Renzo por ese periplo por la Costa
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Amalfitana y por Roma. Del mismo modo, el punto de vista se


manejará más bien a nivel de composición (selección de
encuadres y ópticas) y de uso de ciertos movimientos de
cámara que enfaticen o dramaticen determinados momentos
asociados a las películas originales

Coherente con lo anterior, el montaje estará al servicio de


la expresividad y el intimismo. Un montaje más intelectual,
que busca la construcción de significados a nivel simbólico y
metafórico, apelando a las propias experiencias del
espectador, articula las imágenes que arroja el primer nivel
de organización dramática. Toda la información puesta en
escena, así como los archivos utilizados, obliga a procesar
intelectualmente el relato y provocar una reflexión en el
espectador. Por otro lado, los el viaje, el transitar por
espacios urbano y rurales, manifestará un montaje más ágil y
expresivo. Evitaremos lo más que podamos, la utilización de
GC y textos en pantalla, no obstante, muchas veces es
necesario entregar información de cualquier tipo. En estos
casos incorporaremos títulos pero de forma creativa y sutil,
evitando que contamine la composición, alejándonos lo más
posible de la estética del “reportaje televisivo”.

El registro sonoro será especialmente acabado y cuidadoso.


La captura del sonido directo debe cuidar no sólo el registro
de lo que se hable sino también de los fondos sonoros que son
parte del mismo paisaje, sobre todo en los planos generales y
de acercamiento a las locaciones de los filmes.

La banda sonora estará construida a partir de las músicas de


películas señeras del neorrealismo italiano, las cuales serán
parte de las secuencias de archivo y de los registros
actuales que mostrará el documental. De esta forma la música
tendrá vida y estará impregnada de la realidad que envuelve
al cine.

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