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FEDERICO RIVAS MOLINA
El debate se inició temprano por la mañana, en un intento por evitar que las
discusiones se extendiesen más allá de la medianoche. Fue un intento vano, porque
la sesión duró casi 16 horas y cerró cerca de las 3.00 de la madrugada. Pese a lo
caldeado de las posiciones en la calle, el tono dentro del recinto fue mesurado, fiel al
protocolo del Senado. “No será menos trágico un aborto porque se haga en un
quirófano. No, será igual de trágico. El objetivo es que no haya más abortos en
Argentina, eso es aspirar a más”, dijo el senador Esteban Bullrich, exministro de
Educación de Mauricio Macri, ferviente católico y defensor del 'no' a la ley. Su
presentación resumió la posición de los grupos antiabortistas: el embrión tiene
derechos constitucionales desde el momento de la concepción y, aunque el aborto es
un hecho, no podrá reducirse con una ley que lo regule.
Vista aérea del exterior del Congreso con las manifestaciones a favor y en contra de
la ley de aborto legal. AP
El cineasta Pino Solanas, de 82 años, dio sin duda uno de los discursos más
emotivos. Consideró que "el goce es un derecho humano", pidió que se respete el
derecho de los pobres "a amar" y reveló que una novia de su adolescencia tuvo que
abortar "porque entró en pánico". Solanas asumió la derrota de la ley, pero pidió a
las decenas de miles de jóvenes que esperaban el final del debate bajo la lluvia que
no se den por vencidas. "¡Bravo chicas! Esta noche es sólo un pequeño descanso.
Será ley, nadie podrá parar a la oleada de la nueva generación", gritó Solanas para
cerrar su discurso.
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Mientras los senadores debatían, una mujer de 35 años y madre de cinco hijos
luchaba por su vida tras ser sometida a un aborto clandestino en Mendoza, al oeste
del país. Hace menos de una semana, Liliana Herrera, de 22 años, falleció de una
infección generalizada por la misma causa. Cada año, casi 50.000 mujeres sufren
complicaciones derivadas de interrupciones del embarazo y cerca de medio centenar
mueren. El ministro de Sanidad, Adolfo Rubinstein, llamó a los legisladores a poner
fin a estas muertes evitables votando a favor de una ley que garantiza que las
mujeres puedan abortar de forma segura. También la defendió, sin éxito, el ministro
de Ciencia, Lino Barañao.
Con el paso de las horas, el ambiente en la calle se volvió más tenso. "Si no hay
aborto legal, que quilombo se va a armar", advertían las miles de mujeres partidarias
del aborto legal que aguantaron bajo la lluvia todo el debate. "Es doloroso que no
nos escuchen, que hablen de intervenciones quirúrgicas cuando las mujeres hoy
abortan en casa con misoprostol", lamenta Clara, una estudiante universitaria de 20
años.
Las encuestas muestran una gran división de la sociedad argentina sobre el aborto,
con una ligera ventaja a favor de su legalización, que se dispara entre los más
jóvenes. Los estudiantes han sido el gran motor de la campaña a favor y volvieron a
manifestarse ayer masivamente con pañuelos verdes. El Congreso no puede volver a
tratar el tema hasta dentro de un año, pero la reivindicación a favor del aborto legal,
seguro y gratuito seguirá en las calles. Es cuestión de tiempo que las argentinas no
sean forzadas a dar a luz, sino que puedan elegir cómo y cuándo ser madres.
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