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El Senado dice ‘no’ al aborto y

deja al país con una ley de 1921


Por 38 votos negativos y 31 a favor, la Cámara Alta bloquea el
proyecto de aborto legal e impide que las mujeres puedan decidir
cómo y cuándo ser madres
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MAR CENTENERA

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FEDERICO RIVAS MOLINA

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Buenos Aires 9 AGO 2018 - 11:46 CEST


Dos jóvenes favorables al aborto legal se abrazan y lloran bajo la lluvia
frente al Congreso argentino.NATACHA PISARENKO (AP) REUTERS - QUALITY
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Las convicciones religiosas se impusieron al derecho de las mujeres a decidir sobre


su propio cuerpo en Argentina, el país del papa Francisco. Por 38 votos por el no y
sólo 31 por el sí, el Senado argentino rechazó este miércoles el proyecto para
legalizar el aborto hasta la semana 14 que había aprobado la Cámara de Diputados
en junio. La interrupción del embarazo se mantiene como un delito penado con hasta
cuatro años de cárcel, a pesar de que cada minuto y medio una mujer aborta en el
país austral.

La Argentina del siglo XXI e integrada al mundo que pregona Mauricio


Macri seguirá con una deuda histórica con las mujeres: el aborto legal. La ley
vigente data de 1921 y sólo permite el aborto en caso de violación o riesgo de vida
para la madre, dos supuestos que suponían un avance hace 97 años pero que hoy no
responden a las nuevas demandas sociales. El presidente argentino habilitó por
primera vez el debate parlamentario sobre la interrupción voluntaria del embarazo,
pero Cambiemos, la coalición que encabeza fue la que más votos aportó en contra
para rechazar la iniciativa. El resultado negativo enmudeció a las decenas de miles
de personas que desafiaron la lluvia bajo paraguas y plásticos verdes, el color que
identifica a los partidarios de la legalización, y fue aplaudido en el lado celeste de la
plaza, donde se concentraron los detractores del proyecto.

La victoria en la Cámara de Diputados, pero en especial la multitudinaria


movilización que acompañó al 'sí' el pasado 14 de junio, hicieron pensar en un
primer momento que la marea verde se impondría también en el Senado, una
Cámara mucho más conservadora, donde están representados los intereses de las
provincias de interior del país. Pero con el paso de las semanas, la presión de la
Iglesia católica y los evangélicos ganó terreno hasta decantar la votación. En sus
discursos antes de definir el voto, numerosos senadores se escudaron tras sus
creencias religiosas y la necesidad de salvar las dos vidas —la de la madre y la del
feto— para justificar su voto en contra.

El debate se inició temprano por la mañana, en un intento por evitar que las
discusiones se extendiesen más allá de la medianoche. Fue un intento vano, porque
la sesión duró casi 16 horas y cerró cerca de las 3.00 de la madrugada. Pese a lo
caldeado de las posiciones en la calle, el tono dentro del recinto fue mesurado, fiel al
protocolo del Senado. “No será menos trágico un aborto porque se haga en un
quirófano. No, será igual de trágico. El objetivo es que no haya más abortos en
Argentina, eso es aspirar a más”, dijo el senador Esteban Bullrich, exministro de
Educación de Mauricio Macri, ferviente católico y defensor del 'no' a la ley. Su
presentación resumió la posición de los grupos antiabortistas: el embrión tiene
derechos constitucionales desde el momento de la concepción y, aunque el aborto es
un hecho, no podrá reducirse con una ley que lo regule.
Vista aérea del exterior del Congreso con las manifestaciones a favor y en contra de
la ley de aborto legal. AP

Los portavoces del proyecto aprobado en la Cámara de Diputados concentraron sus


argumentos en el reconocimiento de una realidad que existe, con o sin ley. "Las
mujeres están solas. El varón aborta antes, desapareciendo. Por eso este es un
problema de mujeres. Los abortos se hacen y el debate hoy es por el aborto legal o
ilegal”, dijo la senadora peronista Norma Durango. Su par por Tucumán, Beatriz
Mirkin, fue más directa. "Estoy acá para legislar, y acá en Argentina se aborta, lo he
visto porque he trabajado en los hospitales. He visto muchos más legrados uterinos
de los que ustedes imaginan", dijo, visiblemente emocionada.

El cineasta Pino Solanas, de 82 años, dio sin duda uno de los discursos más
emotivos. Consideró que "el goce es un derecho humano", pidió que se respete el
derecho de los pobres "a amar" y reveló que una novia de su adolescencia tuvo que
abortar "porque entró en pánico". Solanas asumió la derrota de la ley, pero pidió a
las decenas de miles de jóvenes que esperaban el final del debate bajo la lluvia que
no se den por vencidas. "¡Bravo chicas! Esta noche es sólo un pequeño descanso.
Será ley, nadie podrá parar a la oleada de la nueva generación", gritó Solanas para
cerrar su discurso.

La presión de la Iglesia

Manifestantes a favor del aborto


legal manifiestan frente el Congreso. REUTERS

Otros senadores a favor de la norma denunciaron la presión de la Iglesia, como el


entrerriano Pedro Guastavino. "Ayer, en mi cuenta de WhatsApp recibí una enorme
cantidad de mensajes que, en nombre de Dios, me calificaban de manera
irreproducible. Me lo pasé atajando y esquivando crucifijos", dijo. Las posiciones
atravesaron a todos los partidos políticos. Guastavino es peronista, como Rodolfo
Urtubey, polémico en sus argumentos contra el aborto, incluso en casos de
violación, uno de los supuestos legales del aborto en Argentina. "La violación
también está clara su formulación, pero habría que ver. Hay algunos casos donde la
violación no tiene esa configuración clásica de la violencia sobre la mujer, a veces la
violación es un acto no voluntario", dijo.

Los portavoces del no se concentraron en el oficialismo, pero hubo excepciones. La


senadora Gladys González, cercana a Macri, defendió con vehemencia la ley. "No
podemos proponer como solución al aborto ilegal que se cierre el sistema. Queremos
salvar a las dos vidas y no estamos salvando ninguna", dijo González, en referencia
al lema de los contrarios a la ley. La escuchó atenta su par, la vicepresidenta y
presidenta del Senado, Gabriela Michetti, contraria al aborto incluso en caso de
violación a una menor. Particularidades de un debate basado en la libertad de
conciencia de los legisladores.

Entre los grandes partidos, sólo el kirchnerismo votó mayoritariamente a favor. La


expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien se opuso a tratar el tema del
aborto mientras fue presidenta por estar en contra, explicó por qué ahora votó a
favor. "No fue por mi hija que cambié de opinión. Las que me hicieron cambiar de
opinión fueron las miles y miles de chicas que se volcaron a la calle. Esta ley no va a
salir esta noche, no saldrá este año, pero saldrá el que viene o el otro", dijo Kirchner.

Abortos con agujas de tejer

La decisión de mantener el aborto como un delito no evita que numerosas mujeres


decidan interrumpir embarazos no deseados. Según estimaciones extraoficiales,
entre 350.000 y 450.000 mujeres abortan cada año en Argentina. Lo hacen en la
clandestinidad, con riesgo para sus vidas, en especial las gestantes con menores
recursos, que recurren a médicos no profesionales o métodos peligrosos como
sondas, perchas, agujas de tejer y hasta tallos de perejil.

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Mientras los senadores debatían, una mujer de 35 años y madre de cinco hijos
luchaba por su vida tras ser sometida a un aborto clandestino en Mendoza, al oeste
del país. Hace menos de una semana, Liliana Herrera, de 22 años, falleció de una
infección generalizada por la misma causa. Cada año, casi 50.000 mujeres sufren
complicaciones derivadas de interrupciones del embarazo y cerca de medio centenar
mueren. El ministro de Sanidad, Adolfo Rubinstein, llamó a los legisladores a poner
fin a estas muertes evitables votando a favor de una ley que garantiza que las
mujeres puedan abortar de forma segura. También la defendió, sin éxito, el ministro
de Ciencia, Lino Barañao.

Con el paso de las horas, el ambiente en la calle se volvió más tenso. "Si no hay
aborto legal, que quilombo se va a armar", advertían las miles de mujeres partidarias
del aborto legal que aguantaron bajo la lluvia todo el debate. "Es doloroso que no
nos escuchen, que hablen de intervenciones quirúrgicas cuando las mujeres hoy
abortan en casa con misoprostol", lamenta Clara, una estudiante universitaria de 20
años.

Las encuestas muestran una gran división de la sociedad argentina sobre el aborto,
con una ligera ventaja a favor de su legalización, que se dispara entre los más
jóvenes. Los estudiantes han sido el gran motor de la campaña a favor y volvieron a
manifestarse ayer masivamente con pañuelos verdes. El Congreso no puede volver a
tratar el tema hasta dentro de un año, pero la reivindicación a favor del aborto legal,
seguro y gratuito seguirá en las calles. Es cuestión de tiempo que las argentinas no
sean forzadas a dar a luz, sino que puedan elegir cómo y cuándo ser madres.

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