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Marco Legal

Ley 10-91 del Colegio Dominicano de Periodistas

HA DADO LA SIGUIENTE LEY:

Artículo. 1.- Se crea el Colegio Dominicano de Periodistas con sede en Santo


Domingo, República Dominicana, como institución con personería jurídica y
patrimonio propio, integrado por profesionales del periodismo.

Artículo. 2.- Esta ley regula las atribuciones del Colegio Dominicano de Periodistas
y establece orientaciones y requisitos éticos para el ejercicio del periodismo como
profesión liberal en la República Dominicana. Las actividades del CDP se
circunscribirán a todo cuanto propenda a la elevación de los niveles profesionales
de sus miembros sin lesionar el derecho de los ciudadanos a buscar, recibir y
difundir informaciones por todos los medios sin restricción de naturaleza alguna.
PARRAFO: I.- El Colegio no podrá dedicarse a actividades partidaristas ni
sindicales. Si la violación a esta disposición se comprueba judicialmente, por
indicios o pruebas materiales, el Tribunal eximirá a los medios de comunicación de
las obligaciones que les impone esta ley, hasta tanto el mismo tribunal determine
que el Colegio ha desistido de los actos violatorios de este artículo.

PARRAFO: II.- Las relaciones de trabajo entre los medios de comunicación y los
periodistas profesionales se rigen por el principio de la libertad de contratación. Sin
embargo, en igualdad de condiciones, al momento de contratar periodistas los
medios darán preferencia a los graduados de las escuelas de periodismo y/o
comunicación social de nivel universitario.

PARRAFO: III.- Periódicamente el Colegio Dominicano de Periodistas


proporcionará a los medios de comunicación listas de graduados de periodismo
y/o comunicación social de nivel universitario que estén en condiciones de ser
empleados.

Artículo. 3.- Los objetivos del Colegio Dominicano de Periodistas son:

1) Promover el perfeccionamiento de los niveles profesionales de sus


miembros y protegerlos en el ejercicio de sus derechos, así como
estimularlos al cumplimiento de sus obligaciones, particularmente de
aquellas que genera la Constitución de la República y aquellos
instrumentos internacionales ratificados por el país.

2) Defender la libertad de expresión y difusión del pensamiento en la forma


que se garantiza en la Constitución de la República y aquellos instrumentos
internacionales ratificados por el país.

3) Respaldar y promover los estudios de las ciencias de la comunicación


social.

4) Velar por el cumplimiento de las normas contenidas en el Código de Etica


del Colegio con el objeto de garantizar la pureza en el ejercicio de la
profesión, siempre que las mismas no pongan en peligro los derechos
fundamentales del hombre.

5) Expresar los sentimientos de sus miembros y sus posiciones frente a los


problemas que afecten el desarrollo social, político y económico, así como
la soberanía de la Nación.

6) Procurar que los periodistas cuenten con los mecanismos de asistencia


social que garanticen, a ellos y a sus familias, el disfrute de una vida digna
y un ejercicio profesional de acuerdo a las normas éticas.
7) Colaborar en la defensa de los derechos humanos y de la paz entre los
pueblos y propiciar relaciones con otros organismos similares, tanto
nacionales como extranjeros.

La ley 6132 sobre Expresión y Difusión del Pensamiento

La ley 6132 sobre Expresión y Difusión del Pensamiento, también llamada ley de
prensa, tiene vigencia desde el año 1962, y es una copia al carbón de la normativa
que rige la materia en Francia, que data del año 1882, la cual ha sido modificada
en más de 30 ocasiones, a contrapelo de la nuestra que no ha sufrido ningún
cambio en más de medio siglo.

El principal propósito de esta ley es la libertad de expresión y difusión del


pensamiento mediante la palabra oral o escrita, por cualquier medio de
comunicación social, sin previa autorización ni censura ni impedimento alguno
bajo responsabilidades de ley “, en lo que respecta a las responsabilidades de ley
coincido en la seguridad nacional y el respeto a la dignidad e intimidad de la
persona.

Constitución de la República Dominicana, proclamada el 26 de enero.


Publicada en la Gaceta Oficial No. 10561, del 26 de enero de 2010

La constitución de la Republica Dominicana en su Artículo 49.- Libertad de


expresión e información. Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus
pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio, sin que pueda establecerse
censura previa.

1) Toda persona tiene derecho a la información. Este derecho comprende


buscar, investigar, recibir y difundir información de todo tipo, de carácter
público, por cualquier medio, canal o vía, conforme determinan la
Constitución y la ley,
2) Todos los medios de información tienen libre acceso a las fuentes
noticiosas oficiales y privadas de interés público, de conformidad con la ley;

3) El secreto profesional y la cláusula de conciencia del periodista están


protegidos por la Constitución y la ley;

4) Toda persona tiene derecho a la réplica y rectificación cuando se sienta


lesionada por informaciones difundidas. Este derecho se ejercerá de
conformidad con la ley;

5) La ley garantiza el acceso equitativo y plural de todos los sectores sociales


y políticos a los medios de comunicación propiedad del Estado.

Párrafo.- El disfrute de estas libertades se ejercerá respetando el derecho al


honor, a la intimidad, así como a la dignidad y la moral de las personas, en
especial la protección de la juventud y de la infancia, de conformidad con la ley y
el orden público.

Código de ética del colegio dominicano de periodistas

Este condigo expresa en su Art. 43.- El periodista se abstendrá de ejercer en


forma simultánea el cargo de relaciones públicas o asesorías cuando éstos sean
fuentes asignadas al periodista, o cuando éste ocupe un puesto ejecutivo en la
misma institución.

Declaración universal de los derechos humanos

La libertad de expresión es un derecho fundamental o un derecho humano,


consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de 1948. Las constituciones de los sistemas democráticos también lo
señalan. De la libertad de expresión deriva la libertad de prensa.
El derecho a la libertad de expresión es definido como un medio para exponer las
ideas, y así fue concebido durante la Ilustración. Para filósofos como
Montesquieu, Voltaire y Rousseau la posibilidad del disenso fomenta el avance
de las artes y las ciencias y la auténtica participación política. Fue uno de los
pilares de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (Primera Enmienda)
y la Revolución francesa, hechos que revolvieron las cortes de los demás estados
occidentales.

Otro argumento clásico, asociado a John Stuart Mill, es que es esencial para el
descubrimiento de la verdad. Oliver Wendell Holmes Jr. y Louis Brandeis,
famosos juristas estadounidenses, acuñaron el argumento del mercado de ideas.
Según esta analogía con la libertad de comercio, la verdad de una idea se revela
en su capacidad para competir en el mercado. Es decir, estando en igualdad de
condiciones con las demás ideas (libertad de expresión), los individuos apreciarán
qué ideas son verdaderas, falsas, o relativas.

Los sistemas jurídicos, y las sociedades en general, reconocen límites a la libertad


de expresión, en particular cuando entra en conflicto con otros valores o derechos.
El "principio de daño" de Mill y el "principio de ofensa" de Feinberg son dos
ejemplos clásicos de dichos límites.

En el Artículo 19 de la "Declaración Universal de los Derechos Humanos", se lee:


"Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho
incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de
recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por
cualquier medio de expresión."

La "Convención Americana sobre Derechos Humanos" Pacto de San José de


Costa Rica" de 1969, en el Artículo 13, señala:
"Libertad de pensamiento y de expresión.

1) Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este


derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e
ideas de toda índole, sin consideraciones de fronteras, ya sea oralmente, por
escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su
elección y gusto.

2) El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto


a previa censura, sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar
expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar:

a. El respeto a los derechos o la reputación de los demás.


b. La protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la
moral públicas.

3) No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos,


tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para
periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la
difusión de información o por otros medios encaminados a impedir la
comunicación y la circulación de ideas y opiniones.

4) Los espectáculos públicos pueden ser sometidos por la ley a censura previa
con el exclusivo objeto de regular el acceso a ellos para la protección moral de
la infancia y la adolescencia, sin perjuicio de lo establecido en el inciso 2.
5) Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda
apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la
violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo
de personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, orientación sexual,
religión u origen nacional."
La ética en las Relaciones Públicas

Se dice que el profesionalismo requiere autonomía, pero la autonomía deriva la


expectativa de objetividad. Esto representa un problema para las Relaciones
Públicas porque no todos los relacionistas públicos tienen el rol de consejeros,
muchos tienen el rol de apoyo y mediación. Estos dos diferentes roles resultan en
la necesidad de diferentes guías de ética que cubran el grado de responsabilidad
u obligación cliente/empleador, nivel de objetividad y grado de autonomía. Sin
embargo, como los profesionales de las Relaciones Públicas ven su rol como de
consejero, dado que se ven más orientados hacia responsabilidades sociales que
a las obligaciones cliente/empleador.

Lo anterior impone una responsabilidad aún mayor sobre los profesionales, dado
que las responsabilidades de consejero son más amplias en el sentido de tener
que preocuparse por públicos más amplios y más grandes.

A pesar de que tanto el papel de consejero como el de apoyo y mediación debe


llevarse a cabo dentro de los límites de la verdad, buen gusto y legales, el
consejero debe también practicar dentro de los límites morales de y con
consideración ética hacia todos los públicos involucrados.

Es por esto que su propósito se convierte, de mayor manera, en un factor sobre el


cual debe decidir el consejero. Es el movimiento hacia el profesionalismo del
campo de las relaciones públicas que ha llevado a la preocupación sobre los
principios de la ética.

De manera similar se conectan las preocupaciones sobre la ética con el desarrollo


de la profesión. La función de las relaciones públicas han buscado el satisfacer
sus aspiraciones ejercitando una fuerza moral y ética, así como una habilidad
técnica y de esta manera desarrolla una identidad y una disciplina profesional
propia.
Los códigos deontológicos

Conviene distinguir lo que es un código deontológico o de conducta de los


llamados 'credos corporativos' y value statements. Estos últimos se limitan a
enunciar una serie de principios éticos, sin incluir ningún tipo de orientación
práctica. Los códigos, en cambio, no solo contemplan los principios, sino que
además entregan orientaciones prácticas, es decir, en ellos hay un mayor nivel de
concreción.

El relacionista público encontrará allí aspectos prácticos que orientan su quehacer


laboral y lo ayudan a discernir frente a las numerosas interrogantes éticas que se
le presentarán durante su vida laboral.

Un código deontológico no es una especie vademécum, al cual puede acudir el


relacionista público cada vez que se le presenta un dilema ético. En él no
encontrará recetas, pero sí principios y directrices de acción que iluminen su labor
profesional.

Los códigos deontológicos son una especie de decantación de la reflexión moral


acerca de los deberes y derechos de una profesión, ya que allí se establecen las
normas morales mínimas exigibles a esa actividad.

A los relacionistas públicos las normas deontológicas de la profesión les ayudarán


a ejercer dignamente su trabajo. Es cierto también que estos códigos no
concluyen con el tema de la ética. Pero a pesar de las deficiencias, la existencia
de los mismos generalmente en asociaciones profesionales, suponen un paso
adelante en el afianzamiento de la ética.

Por ello, se deben destacar códigos como el del Consejo Profesional de


Relaciones Públicas de la República Dominicana, el de la Public Relations Society
of America (PRSA), que cuentan con normativa deontológica desde hace muchos
años, aunque no tengan potestad para impedir que las personas ejerzan la
profesión sin un título que los acredite, así como de amonestar a aquellos
profesionales que no están asociados.

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