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Edicién a cargo de JOSE MIGUEL MARINAS CRISTINA SANTAMARINA LA HISTORIA ORAL: METODOS Y EXPERIENCIAS DEBATE hecho de que fue incapaz de dominar los dos eventos anteriores, muestra un total control sobre la ceremonia de aniversario. Este triunfo en el logro personal tiene lugar en el jardin, el cual reproduce «Mi Oeste». La adquisi- cién de este lugar simbélico sélo fue posible cuando la tia Suzanne dijo la habia sido catequista; sin esta manifestacion, la compra no se fa podido realizar. A través de este incidente, la tia Suzanne resta~ blece un nexo con su nifiez; cuando de hecho ella misma se habia negado a hacer la primera comunién, aunque habia adiestrado a sus amigas més j6venes en el catecismo. Asi, a la vez que la tia Suzanne realiza ung cele- bracin ritual de un triunfo individual, lo esté haciendo en el terreno cuya adquisicién fue posible solo por haber hecho referencia a algo que, en parte, habia rechazado. Toda la victoria individual de la tia Suzanne y el completo alcance social de su inmigracién estin vineulados a este cambio de niveles. En la confirmacin de su éxito esta presente la memoria de lo que ha sido, y de lo que debe seguir siendo mientras espere actu proyecto de reconstruccién de «Mi Oeste: proyecto que const suma de sus expectativas sociales y que debe aparecer como firmemente en su tierra, En la compra del terreno, al igu rio de las bodas de oro, hay una combinacién y una inversion de puntos de vista; en el curso de una serie de elecciones sociales, que si durante un tiempo han podido ser rechazadas 0 subordinadas en pos de un desarrollo individual, pueden también, a la luz de una consideracién particular, ad- ‘quirir una importandla primaria, De esta forma, verios que la tia Suzanne perpetia el mismf’sistema de ideas, representaciones y valores que vio practicar durante su infancia en Anjou y durante su juventud en el Ma- yyenne, Los temas con los que se comenzé el relato y que gradualmente fueron desapareciendo, surgen de nuevo y se incrementan gradualmente a través de la descripci6n de las tres ceremonias. La estructura de referencia ha ido evolucionando: en un primer momento Ia tia Suzanne se identifica ‘con su madre a través del canto y la recitacién, mientras que al final se presenta sola, visibl jos como a ella misma, Sin embargo, aunque la importancia y la distribucién de los elementos discur- sivos ha cambiado, todos los componentes originales contindan presentes, algunas veces dominando y otras con un papel secundario, De este modo es como la tia Suzanne articula los tres niveles de discurso que configuran su particular relato, y esto no ocurre por tener una coherencia psicolégica débil, sino por producir una coherencia social que es incuestionable. LA PERSPECTIVA DE LA HISTORIA DE VIDA EN EL ESTUDIO DE LAS MIGRACIONES INTERIORES "* Isabelle Bertaux-Wiame Francia es tiniea en Europa: un pais en el que la gente se queda, En la fra de las grandes migraciones intercontinentales que poblaron los nuevos mundos —las Américas, Australia, Nueva Zelanda—, todas las demés na- ciones de Europa se aplicaron a seguir las inmensas corrientes migratorias Sélo Francia, por su historia peculiar, y ayudada por la riqueza de su suelo, elige por el contrario criar pocos hijos y quedarse confinada a sus propias fronteras. Esta inmovilidad es relativa, puesto que, durante el mismo perfodo, las ‘migraciones internas crecieron muy significati no estaba simplemente situando a agricultores en las ciudades industriales, ino mis ain, y sobre todo, en strativa, politica y cultur La migracién de la poblacién francesa hacia Paris y sus suburbios se remonta a siglos atrés, A lo largo del siglo XIX, y especialmente del XX, se aceleré: hasta el punto de que hoy en dia mds de diez millones sobre un total de cincuenta y dos millones de franceses viven en el drea de Paris, Sorprendentemente, este movimiento de larga duracién ha sido poco estu- diado. Los mejores estudios han sido realizados por historiadores demo- graficos (como Louis Chevalier) ", demégrafos y gedgrafos *, y consi- Buientemente basados en estadistiens. Estos nos proporcionan una representacién del crecimiento de ta po- 7 ati Lieitory Appronh tote Study of Intra Wig: oot ond Seay, ag Poet ae ese ex he preset ens Noene Conelo Mende Ja, 1978. eae Lau Chea, Le formaon depopulation paren au XIX sl, Vnveni- de Paris, tesis doctoral, 1950, “i : See 3G ourcher, Le pleupment LINED, Ouatene sm 35s Thy (Gantt nim) Tan asi, La roan dele bole pore, ei, 196 Bertaux- Soriologia, en Uppsa- Paris, PUR, 1964 (‘ravaux ot documents de , La mesure de ta mobilié, Pats, PUF, 1973 ion parisina, pero no de sus origenes geogréficos, puesto que la infor- ‘macién recogida en los censos sobre los lugares de nacimiento de los pari sienses no se han incluido en las estadisticas disponibles. Por lo que respecta a Ia sociologia de a migracién interna, esta atin poco desarrollada, y se ha centrado enormemente sobre el problema de la despoblacién rural, el abandono de Ios pueblos: los sociblogos franceses in demostrado mucho menos interés por la llegada de los inmigrantes ciudad. Los estudios de base estadistica son esenciales. Cuando estan disponi- bies, muestran los flujos humanos de migracién, considerados por regio- nes y por sexos y su evolucién en el tiempo. Pero esté lejos de su intencibn proporcionar una comprensién socioldgica més profunda de la naturaleza de los movimientos de poblacién No ¢8 casual que a lo largo del siglo XIX los demégrafos se ocuparan linicamente de los «atributos bioldgicos» de la poblacién (su nimero, sexo, edad, mortalidad, fertilidad) y que hayan ampliado su interés, ac- tualmente, a las acaracteristicas econémicas» (profesién, ocupacién, des- empleo, nivel educativo): la demografia no es una ciencia epura», sino més bidn es el ojo concreto del Estado contando su rebaiio. La poblacién era considerada primero como una masa bioldgica, pero cada vez més ¢s vista como una fuente potencial de fuerza de trabajo, como un recurso eco- nbmico. ‘Algunos demégrafos han experimentado la necesidad de completar los studios demograficas con una perspectiva sociol6gica (Guy Pourcher, Yves Tugault). Por eso han dirigido su atencién sobre el problema de fos m vos de fos migrances, Esta cuestion es mas psicosocial que sociolégica. Si la sociologia acierta al considerar a la gente, captindola en el tejido de sus relaciones sociales, es posible descubrir las estructuras de ese t tos de esas estructuras que han producida los flujos ‘demés, las migraciones no s6lo tienen causas sino también conse- s. Una poblacién urbana que tiene un origen predominantemente ‘no funcionard de la misma manera que otra urbanizada durante ge- neraciones. ;Dénde estan las diferencias? Si lo supiéramos, seriamos capa~ ‘es de reinterpretar algunas de las diferencias culturales que distinguen, igamos, a los londinenses de los parisinos, o a Ios ingleses de los france- -omo diferencias entre poblaciones con un origen urbano o rural Entre los demégrafos contemporéneos, la falta de una perspectiva sociolégica queda compensada de algin modo por la presentacién de his- ividuales como ejemplos de proceses s Pero esto implica un titubeo entre formas estadisticas y itubeo que da vueltas alrededor de un punto de vista realmente sociol6gico sin atreverse a plantarle cara Estos estudios, aunque cubren un campo importante y posi an el 268 establecimiento de Ia evolucién histérica de siguen siendo incapaces de identificar las relaciones sociales implicitas 0, para ser mis precisos, implicitas en las diferentes corrientes de emigracién, Resulta esencial, por tanto, una nueva perspectiva metodoldgica que pueda de- Yelar sat relciones y diferencia los principales tpos de lujos de po- Los historiadores se acercan a las categorias un tanto abstractas, ahis- toricas de los demégrafos con escepticismo. Una emigracién «permanente» puede no tener la misma eausa sociolégica o el mismo significado social en dos perfodos diferentes: ¢ igualmente ocurre en el caso de una emigricion estacional», Por mi parte, tenfa la sospecha de que durante el perlodo de la primera guerra mundial se produjo una transformacin critica del ca- rcter tradicional de la emigraciOn, El crecimiento de la industria a gran scala en Ia regidn parisina, que va de antes de 1914 y contin ao largo de los afios 20, cred un nuevo mercado de trabajo muy importante. Las transformaciones bésicas del mundo rural forzaron a una gran parte de la poblacién a rehacer su situacién y considerar su paso cidn de mujeres, y esta migracién femenina establecié nuevas corrientes generales. La emigracin de las mujeres-estimuld la emigracién de los hombres, forzando a los agricultores que querfan casarse a salir del terruio, El perfodo de entreguerras resulta, en este sentido, crucial. Pero la wera razén para que yo comenzara mi trabajo en ese periado era que Jos informantes que habian participado en las migraciones comenzaban 2 desaparecer ". Este era el punto de p: momento se limitaba a Paris y su regién. Recogt historias de vida de pari- sinos mayores que hablan nacido en otras regiones de Francia y llegaron a Paris cuando eran hombres y mujeres jévenes, La primera tarea fue encontrarlos. Me parecié que una posible fuente de contacto podian ser las casas regionales, que reinen inmigrantes de una region determinada —por ejemplo, los auverneses de Paris, los bretones, los creusois, ete,)—. Era pronto para descubrir, sin embargo, que estas casas regionales permiten acceder s6lo a una categoria particular de emi- grantes:elos que han triunfado en la vida, Algunos de ellos se han hecho @ si mismos, comenzando de poco o nada, y se han engrandecido; ocupan la 5 a prime goise Crivier. a de sa invest cohorte de retratés: Une étude de Vinégaité oc ipse dérographique e1 ses ‘applications (coloquio CNRS, nim, 938), 1975; 9 ss namerosos informes de Investigacion ‘evel Laboratori de Geografia Humans, 269 | direccién de estas casas regionales (amicales), se les pone como ejemplo ‘muchas veces, son lo més presentable de todos Jos inmigrantes. Otros lle- garon a Paris ya bien equipados, eon algin capital y con un plan de claro, con cierto nivel de estudios, o con alguna seguridad gr recomendacién de alguna «persona importantey, Respecto a los inmig (es cuya experiencia vital no ha sido una historia de éxitos —probable- mente la inmensa mayoria—, los directivos de las casas re limitaban a ignorar su existencia, tras haber intentado ocultarla, sino que incluso intentaban evitar que yo contactara con ellos. Esto me ayudd a comprender su verdadera naturaleza. Su creencia basica no ¢s, como ellos profesan, «mantener viva la comunidad de la gente nacida en tal 0 cual regin», sino més bien reproducir en el mismo Paris el tipo de relaciones sociales gue existian en la sociedad rural: relaciones de patronargo, fluencia de lideres carismaticos, ete, Una excepcidn es Ia Amicale de los Bretones, dirigida por militantes comunistas; pero de nuevo resulté impo- sible utilizar las redes de la casa regional para entrar en contacto con los inmigrantes aque no habian triunfado». La razén, en ese momento, fue la desconfianza de los lideres politicamente conscientes hacia cualquier inves- tigacién externa. Para contactar con la parte oculta de este gran iceberg de la inmigra- cin se necesitabs una aproximacién diferente. Por eso comencé a visitar los clubs y las casas de ancianos, En éstos habla sobre todo mujeres. Los viejos se empefiaban més tenazmente en pasar el tiempo en casa, y por ello los cafés cercanos eran ¢l lugar habitual de las reuniones regula- res, con lis que rompian su soledad. Por mi parte asisti también a las reuniones organizadas por los jubilados de alguna rama sindical, como y taxistas. Esas reuniones les proporcionan no sélo contacto 0 también informacién y ayuda mutua ante los problemas de la burocracia, En las novelas se presentan dos imagenes diferentes del que emigra a Paris, Existe el joven, valiente y emprendedor, que deja su pueblo para probar fortuna en la'gran ciudad vido de triunfar; y esta también el inmi- grante adulto, solitario en la metrépolis, sin recursos ante los avatares del mercado. de trabajo y los agobios de la vida urbana. Por to que yo he podido observar, ambas imagenes son caricatura, Lo que quiere decir que son a la yer falsas y reveladoras. La imagen del héroe voluntarioso, ple- namente consciente de su meta, de su estrategia y de sus actos, no retrata, la vida real, pero puede ser un modelo que algunos hombres —je incluso rmujeres?— jvenes tienen en la cabeza. La imagen del proletario hundido cen la fatalidad de su destino y sin recursos refleja también una cierta rea dad, pero que no es exclusiva de los inmigrantes. Sin embargo, es posible que entre éstos el miedo de un destino ast sea més fuerte Lo errado de ambas imagenes es que son imagenes de in viduos, hombres solos, como los personajes de las novelas; y ambas son, Por su- puesto, imagenes de varones. Se entiende que los novelistas se proyecten fn sus personajes y que conciban a la gente como individuos auténomos: ésta ¢s una de las reglas basicas de la novela como forma literaria, Pero, en realidad, los inmigrantes no estén nunca solos, Siempre estan situados en alguna red de relaciones sociales, que al mismo tiempo les guia Y les sostiene, les proporciona oportunidades y les protege de riesgos. En una palabra, ies conerola Esas redes son muy importantes puesto que crecen, se desarrol desvanecen junto con las actividades trabajo, bon los amigos, con los familiares. Existen redes de relaciones entre la gente que no dejan rastro escrito tras de si, Nada en ellas esta ormalmente establecido, y por es0 s6lo pueden ser conocidas si se regis- {ran en su misma fuente. Tales redes, de un modo u otro, tuvieron una importancia erucial para la gente que llegaba a Paris sin No sdlo les proporcionaban un cfrculo so de esas mismas redes los inmigrantes se procuraban un trabajo mejor, una vivienda mejor, ¢ incluso una mujer o un marido. Cuando empecé mi tor watraccién», que es el atractivo de la regién de llegada, con su trabajo y ‘oportunidades diversas, habria de ser el factor critico, mas importante que el kempuje» desde la regién de partida, con su desempleo, un nivel de vida inferior, etc. Sila teoria econdmica de la emigracién que resulta de los dos factores de atraccibno y weimpuje» es mas bien mecdnica, nos sirve en el caso de Paris para-quedarnos con la etiqueta del factor de «atraccién». Pa ciudad de las luces! ;Qué foco de atraccién para las jévenes ‘mariposillas provincianas! Yo misma imaginaba, probablemente, de resul- tas de mis propias lecturas adolescentes, cémo las imagenes de Paris pe- netraban en las honduras de Ia campifia, hasta alcanzar a muchachos y mu- chachas coneretos despertando en ellos un deseo, el de acercarse a la ciudad famosa. Pensaba en las novelas de Balzac, en el grito apasionado, patético de Las tres hermanas, de Chéjov: «jA Mose!» Pero por mucho que esperaba, a veces inconscientemente, encontrar en las historias de vida indicaciones, descripciones, alusiones relativas a la fuerza de’atraccién que Paris habia ejercido en los provincianos, fracasé totalmente. Paris y sus luces no tenian cabida en sus historias, No habia rningéin homenaje a la Torre Eiffel, Nila més minima alusién al magnetis- ‘mo de esta gran encrucijada en la que se supone que el joven emigrante se habia perdido a si mismo. Las novelas me habian afectado a mi pero al parecer no a mis informantes. Por el,contrario, lo esencial para ellos no era adénde habian llegado no lo que habian dejado y que encontraban duro de soportar: Ia vida en campo, Ia vida en el pueblo, y a veces también Ia familia. Algunos ibian aleanzado un punto de ruptura, y en él se quedaron, Algunos lle- aron a la ciudad mas préxima, otros # Paris. Pero lo importante era irse, no el adénde ir. Lo primero que se necesitaba era encontrar el modo de ir. Y esto signi- ficaba, las més de las veces, lograr el contacto con una red, siquiera formal. Después tenian que decidir seguir un camino y no otro. La impor- frente a otros icado mercado de trabajo seguia tuna Vez elegido un camino concreto de este gran mundo, normalmente se seguia hasta el fina, sin prestar apenas atencién a otras posibilidades alternativas. Era como si el mercado de trabajo no ofreciese una multiplicidad de elecciones, sino més bien una serie de mer- cados sectoriales ofreciendo, cada uno, un trabajo determinado al que se llegaba a través de un camino particular. Desde este punto de vista, la evolucién historica de los auverneses es caracteristica, No ha sido casual que Auvernia haya producido el flujo mas fuerte de emigrantes de entre las regiones adyacentes a Paris, en de- terminados periodos. En el siglo XIX, Paris era una gran devoradora de lefia, carbon vegetal y carbén. La boscosa Auvernia, situada a 320 kiléme- tros de Paris pero iigada a la capital por un rio navegable, comenz6 a abastecer a la ciudad desde el siglo XVIII. A su paso, los auverneses atra- vesaban los ricos vifiedos de Borgofia. Y mucho antes, el maderero auver- nés (el famoso bougnat de Paris) comenz6 a instalar algunos barriles de vino en su bodega. A través de esta via comercial bien asentada, la pobl: cidn rural de Auvernia encontré su camino hacia Paris, con prefereinc de muchas otras ciudades mds cercanas como Lyén, Toulouse o Marsella La légiea de este proceso histérico puede leerse aiin en los carteles de las fachadas de los dltimos bougnais: VINOS. MADERAS Y CARBONES. No todos los inmigrantes, sin embargo, llegaron de regiones con tradi- ciones migratorias tan marcadas, La mayoria tuvieron que encontrar al- gunas redes que existian, o mas verosimilmente, crear algunas nuevas que quedaron en desuso apenas construidas. Por ejemplo, durante un desayu- ‘no en el taller los obreros charlan. Uno podria mencionar su esperanza de emigrar para ganar més. Un aprendiz podria conocer a alguien precisa- mente en el taller de al lado, que también querria irse. Este intemtaria poner a ambos hombres en contacto. Fue precisamente el dia del viaje, en Ja estacién, cuando uno de mis informantes se encontré con la persona que iba a llevarle a Paris. No parece que esos contactos fueran estableci dos por personas més comprometidas que otras, Cada persona era un eslabén en una cadena y la persona mejor colocada ayudabs a la siguiente. Y la forma més sencilla de esta ayuda no consistia en otra cosa que tomar 2m el mismo tren y partir para el mismo hotel-café-restaurante. Y alli seria necesario entablar rapidisimamente otras relaciones para encontrar traba- Jo en algin sitio, Por lo general, el inmigrante s6lo podia estar sin trabajar uno 0 dos te particular de esos contactos es el que garantizaba esos contactos. Habia una adaptacién constante a las necesi- dades de una situacién particular. Més alld de los detalles evoeados en istoria se puede ver la estructura esencial del camino migratorio, tas redes de relaciones, una desempetiaba el papel principal: fa de la familia extensa. Esta era la tniea cuya estructura estaba preestablecida a través de conexiones de parentesco. Sin embargo, los lazos eran a menudo notablemente débiles. El mas joven de la familia no siempre conocia al mayor, que habia emigrado antes de que é1 naciera El hijo mayor se habla ido para trabajar, era un emigrante que nunca habia vuelto y raro si habia eserito alguna vez Una vez muertos los padres, se rompian los vinculos mas estrechos y se perdian uno a otro, maxime si no habia herencia que repartir. Con tos primos, tfos y otros parientes lejanos, la relacién era atin més fragil. Pero por otra parte eran precisamente esas relaciones amplias las que podian proporcionar el acceso a una red tan extensa como la gran ciudad, Si la vida diaria separaba a la familia extensa, habia algunas siones especiales que las reunfa: bautizos y sobre todo bodas y funerales. Estas tiltimas ceremonias congregaban al mayor nimero de parientes y proporcionaban informacién que circulaba. Estos encuentros proporcio- naban relaciones nuevas e interpersonales. Los jévenes podian considerar ¢l terreno de posibles cambios, y los adultos que ya habian emigrado —en el caso de que hubiesen creado pequefios negocios— podian echar el ojo a algin «primo» joven deseoso de ir a la durante agin uso a més débil resultaba ser la mas apta extensa fuera la red familiar, para ayudar a cualquiera dee Antes nos hemos referido explicitamente a los inmigrantes varones, En la mayor parte de estos estudios las mujeres quedan aparte, casi ignoradas. Por esta razén quise investigar especiaimente sobre Ia vida de las mujeres que habian emigrado a Paris para trabajar, a diferencia de las que habjan ido para casarse con un hombre de su pueblo que ya hubiera emigrado. Poco a poco, gracias alas historias de vida, me resulié claro que pese a las semejanzas aparentes (las mujeres, al igual que los hombres, emigran para ganar més) el método, las condiciones y el sentido de su migeacién eran diferentes. Fundamentalmente, la diferencia es que mientras que los hombres se mueven a través de la red familiar para encontrar trabajo, las mujeres se mueven a través de las redes de trabajo para encontrar una familia. La diferencia entre hombres y mujeres, respecto a Ia légica social de 273 sus vidas, aparece tanto en las historias de vida como en fa manera en que las cuentan. A partir de lo que los hombres dicen sobre su trabajo, parece que éste Jes ha proporcionado una sensacién de «lo que son»: una identidad social Esto es verdad para los que han triunfado, pero también (en menor grado) para los demas. En este segundo caso, se pone mayor énfasis en la sociabi- 1d en el lugar de trabajo més que en la autoexpresion a través del traba- jo mismo, Pocos hombres hablan espontaneamente sobre su vida familiar —como si ello no formara parte de su vida—. Su vida: los hombres consi deran la vida que han vivide como suya propia; ésta es quizd la diferencia clave respecto a las mujeres. Los hombres presentan sus historias de vida como una serie de actos conscientes 0 autoconscientes, como la prosect cién racional de metas bien definidas: el éxito, 0 simplemente la tranquil dad y la seguridad. Sus historias giran por entero en torno a la secuen« de acupaciones que han tenido. Y si insistian en sus empleos es porque e trabajo es el area en la que son més activos. Se presentan a si mismos como sujetos d ias vidas: como actores Las mujere en en esto, Sus actos autoconscientes no son lo que mas les interesa. Por el contrario, hablan largo y tendido sobre sus relaciones con tal 0 cual persona. Sus propias historias de vida incluirén partes de las historias de vida de otros, Resaltan a las personas que las rodean, y sus relaciones con ellas, En contraste con los relatos de los hombres, las mujeres no insistirin sobre «lo que han hecho», sino més bien sobre «qué relaciones existian» entre ellas y las personas préxi is. Es lo que Mead ha llamado sus cotros si De estas diferencias se hacen eco las expresiones concretas y las formas discursivas.que emplean los hombres y las mujeres. Los hombres utiliza- én el «yor mucho més a menudo que las mujeres. El «yo masculino apunta de forma clara al sujeto de una accién. El «yo» femenino adquiere frecuentemente un sentido diferente, No designa al narrador como sujeto, sino como polo de una r ‘oy en relacién a otra persona. Y muy a menudo las mujeres preferian utilizar «nosotros» o «se» para deno- tar la relacién particular que subyacia @ tal o cual parte de su vida: «nos- otros» refirigndose a «mis padres y nosotros», 0 como equivalente de «mi marido y yoo, 0 incluso como «yo y mis En una entrevista con una pareja se pueden ver estas diferencias pro- fundas en los desacuerdos que acontecen entre el marido y la mujer en sus relatos del pasado, El hombre puede contar Ia historia de su mujer aten- diendo a la precisi6n cronoldgica; pero siempre se dirigiré a ella para pe- dirle ayuda, La razén es que ella, més que él, es la que conserva la memo- ria familiar para las fechas. Una memoria nutrida de innumerables estimulos en los objetos familiares y del entorno, los rostros, las fotogra- fias y demas, Contando con este conocimiento, elle se limitard a intentar intervenir para corregir el relato de su marido. Sus correcciones iran pre en la.misma direceién: atemperar el ayo». El marido relata un incid te en el que él mismo ¢s el actor. Ella replicara con una serie de influenc contradigtorias del entorno, y sus intervenciones conseguiran —muy ldgi- camente— frustrar a su marido en su pretensién de reconstruir su historia, de vida como ta biografla de un individuo auténomo. Las historias de vida contadas por personas de diferentes clases socia- tes se pueden analizar de manera semejante. No s6lo tienen diferentes his- torias que contar, sino que tienen diferentes historias con su vida, y consi- Buientemente con el acto de contar No hay que olvidar que cada telato biogréfico ocurre en tiempo pre sente, y en relacién con el presente, Para la persona que cuenta la historia, la primera intencién moves describir el pasad ‘mo . © incluso tal como fue vivido, sino conferir a la experiencia pasada lun cierto significado. Un significado que contribuird al significado del pre- sente (¢ incluso al «futuro» cuya imagen yace en el presente bajo forma de proyectos y proyecciones sobre los hijos). Contar una historia de vida no es slo hablar o recordar; ¢s un acto, un encuentro con Ia realidad. Si este ‘encuentro parece limitarse a un relato del pasado, de hecho esté orientado or el presente de dos maneras: en primer lugar, reconstruye el significado del pasado desde el punto de vista presente; en segundo lugar, y de manera mis profunda, proporciona un significado al pasado con visias a dar sen- tido al presente, a la vida actual de esta persona, Y este iltimo sentido no puede ser el mismo para todos los grupos sociales". Voy a poner un ejemplo, Estaba yo intentando descubrir qué forma de aprendizaje habia en las panaderias artesanales a comienzos de este siglo. Dada la casi total ausencia de fuentes escritas, decidi recoger informacién mediante entrevistas con panaderos retirados, tanto propietarios como empleados ". Todos mis informantes habian tenido practicamente la mis- ma éxperiencia de una severa explotaci6n cuando eran aprendices. En la actualidad, los que habian seguido siendo trabajadores durante toda su vida recordaban el aprendizaje como un perfodo realmente duro de sus vidas; recordaban cémo, entre los doce y los quince afios, les despertaban a medianoche para trabajar entre doce y quince horas’ seguidas, seis ¢ icluso siete dias por semana; y c6mo cuando se adormecian durante el trabajo nocturno, et patrén (que también estaba nervioso por la falta de suefio) les golpeaba, Pero aquellos que, por contrast, llegaron a ser panaderos por cuenta Das utele Betas, «Ménoiasaobiograpiqes et mémoie elective, documentopsntado a a Conon sobre see clucve uve eel Broa seo de Le Creusot, saat ae tebe Brau un enue dina ne, eLapprentage en Boulanger dans entre dew queres: iortain en la Univerdad de Parle VI, mimeo, 1916 y emplearon a su vez a otros aprendices, parecfan haber olvidado todo eso por completo. Recordaban las largas jornadas de trabajo, el aprendizaje de los diversos procedimientos del oficio; pero habian olvid: do Ia presién del duefio. Instintivamente conectaban los aspectos opresi vvos del aprendizaje con las exigencias récnicas de la fabricacién del pan. lag relaciones de trabajo, entre el duefio y el aprendiz, no nes autoritarias, sino como el resultado necesario de un tipo de orden natural derivado de necesidades técnicas, Sus descripcionés de las situaciones concretas eran correctas en los hechos, y aunque uno qui- siera ereerles, se encontraba con un retrato muy sesgado porque habian reconstruido el significado global de los hechos. En mi trabajo sobre los inmigrantes puse el énfasis en los primeros dias y semanas de la llegada a Paris. Trataba de saber qué sucedia al llegar al ajetreo de la ciudad desde un pueblo, qué suponia buscar un trabajo, un lugar donde vivir, buscar compafia, Pensaba que habla tenido que ser muy difleil, y perseguia relatos de esos trarlos en las histori bajadores o criadas durante toda su vida. Los otros, los que habian triun= fado, suponia yo que habian olvidado esta parte de su vida, como mis panaderos propietarios del ejemplo anterior. Pero ocurrié justamente lo contrario. Los inmigrantes que hablan triunfado socialmente, al mirar atrds desde la posicién que han alcanzado en la actualidad pueden hablar de las desdichas de su infancia, de su difi- cultad para arrancar en Ia metrépolis, de los chamizos que tenian por vivienda en esa época. Y si podian hablar de ello es justamente porque lo habian dejado a sus espaldas, por completo. Algunos hablaran de esto con agrado, Otros subrayarin —como para justificar su ascenso social subsi- guiente— del mucho coraje que han tenido que tener. Por contraste he encontrado que los inmigrantes que no pueden tomar una suficiencia dis- tanciada por si mismos pueden ser muy renuentes a evocar las miserias del pasado. Para ellos, hablar de las desgracias del pasado es también resente, Cuando esta renuencia se supera, no por inflvei sino menudo de pobreza se veia de repente superado con recuerdos de momentos preciosos de felicidad de los, brioches del domingo por la maflana, de la familia reunida junto al fuego por la noche, del amor de unos padres carifiosos. Las formas de las historias de vida son, pues, tan importantes como los hhechos que contienen. Y por ello la libertad de autoexpresién es may im- portante. Si, como parece cierto, podemos aprender no slo de los hechos, deuna de vida, sino también de la manera en que éstos son expre- sados, resulta esencial Iograr que los informantes organicen sus propias historias a su manera, Los hechos de la historia nos permitirdn ver fas 26 relaciones sociales en accién. Las formas, por su parte, nos revelardn la estructura mental, fas estructuras culturaies e ideoldgicas, puesto que es & través de la ideologia y de la cultura como se construyen las interpretacio- nes de las condiciones reales de existencia, Por supuesto que esas estructi- ras culturales e ideoldgicas son sobre todo inconscientes. Por ejemplo, las mujeres no eligen-intencionalmente contar sus vidas en términos de rela- ciones personales, y no como relatos de lo que ellas misimas han hecho. La forma de su historia refleja Gnicamente Ia forma de su vida real, es decir Ia condicién de las mujeres en la sociedad francesa. Y si muchos individuos varones creen realmente que han sido el sujeto del transcurso de su-vida —cosa harto dudosa—, es simplemente porque ésta es la manera en que los hombres suponen que estn viviendo sus vidas. Cuando la gente cuenta sus historias de vida, la cultura habla por sus boces, Hay muchas maneras de escuchar una historia de vida. La del socidlogo o Ia del historiador social implica «escuchar més allay: tratando de oir, tras las palabras de tuna persona conereta, el discurso de una cultura ‘Lo que hizo que me diera cuenta de las diferencias entre relatos de hombres y de mujeres fue la historia de una mujer nonagenaria. Esta mu- jer me habia contado su historia en primera persona, como un hombre; esto no me llamé fa atencién porque acababa de terminar una serie de entrevistas con varones, Pero al volver a escuchar su relato me di cuenta de que habia hablado muy poco del tiempo en que estuvo casada, De hecho, la muerte de su marido, que le dejé la responsabilidad de ser cabe~ za de familia a 10s 1 ie habia supuesto el comienzo de una carrera profesional i8 no volver a casarse. Cuando le pre- gunté si alguna vez habia pensado en buscarse tun segundo marido se ech6 con franqueza: «Oh, no! ,Por qué tendrfa que ha- cerlo? {Si no he tenido que dar cuentas a nadie!» Y cuando yo volvia a sus recuerdos de la época en que estuvo casada, me chocaba cémo el tono y el estilo diferian del resto de su historia, Los acontecimientos de su propia vida pareeian dar paso a los relacionados con su marido. Su propia perso- nalidad, que hasta ese momento se habia afirmado fuertemente, quedaba ensombrecida por la narracién de su vida conyugal, es decir que la vida de Su marido se convirtié en el punto principal de la historia. Estas formas i |. precisamen- ivos en los que ella habia vivido -g0 como mujer en si misma con la responsabilidad de cabeza de fami: ‘Como esta transformacién habia ocurrido temprano, cuando s6lo te- a treinta atios, habia logrado identificarse completamente con su papel de cabeza de familia, hasta el punto de hablar de una manera que nor- malmente yo habia encontrado s6lo en los hombres. Si los hombres y las mujeres cuentan sus historias de manera distinta, debido a que sus vidas siguen cursos construidos de manera diferente, tales am , & su Vez, dependen, mas que de posiciones sexuales distintas, de jones sociales diferenciadas. Los hombres refieren su biisqueda de trabajo, Lo que buscan las mujeres es establecer el contexto familiar en el que puedan producir lo que la sociedad ha definido como su propio pro- ducto: nifios Pero 0s nifios son «producidosy no sélo bioldgica sino también cultu- ralmente. Y por esta raz6n —porque las mujeres estén situadas en esta esfera doméstica— resultan casi invisibles en los estudios econémicos de la produecién material realizada por la fuerza de trabajo asalariada ®. En este contexto es en el que las mujeres mismas ven la r constituye sus vidas, Pero debemos tener cuidac Jer me contd de cémo se fue de un pueblec veinte afios (desde entonces ha vi Yo tocaba a con un carro y un cabal le, casi anachet tenian un hot presenté Este fue el incidente réal que le dio @ la muchacha una razén para irse Le ofecié la oportunidad para llevar a cabo sus ya enormes ganas de cambiar de vida. Sélo més tarde mencioné —de pasada— que habia teni do un novio pero que el compromiso se habia roto: «Tuve que irme, habia conocido 'a un muchachi Y ahora jcual bul como cada persona @ su manera las internaliza como parte de su propia autoconciencia. Como socidlogos ¢ historiadores sociales, nuestra tarea es detectar el juego de esas relaciones sociales cuando son insinuadas, de ‘manera implicita, en las historias de vida. Es también nuestra tarea hacer- las visibles para todo el mundo. 5 ‘cLa sociedad», las relaciones sociales, pesan sobre cada uno de fosotros, pero como una atmésfera; y no somos mas conscientes de las relaciones Daniel Bertaux, Destins personnels et structure de clase, Paris, PUF, 1977 Sociales y de la cultura de lo que lo somos del aire que respiramos. Bast un ineidente, un acontecimiento part cia lo que nos rodeaba una universal. Pero hace falta algo més todavia, La presién del «mercado matrimo- I» del pueblo p sus muchachas. Configura sus vidas en- Pero lo hace de un modo casi natu- hubiera podido quedarse lerona, dejando que su afalta» determinase toda su esultaria un mero incidente en la vida de una persona cu fue, Probablemente era muy dificil irse, pero uel caballo hizo. Se fue, y al irse rechazé la légica entera del mer- que ahora ya era visible para todos. Lo que quiero decir es que dichas relaciones sociales resultan visibles no por meros acci- dentes, sino por los actos voluntarios de las personas que reacclonan con- tra su presién. Para acabar con esta breve presentacién, qi més obvio de migracién interna: el concepto identidad regionals, Todas las estadisticas estén con: de este concepto, erigido en categoria estad cuintos bretones, interior durante mucho tiempo. ién de lo particular que nos muestre ‘a exponer el,concepio «region de origen» y de idas sobre la base de determinar que la referencia recurrente a di de Creuse», Pero en Creuse misma nai Creuse, La gente es de tal puebl lan, 0 de tal far Paris se descubren como siendo «de Creuse». Y éste es un descubrimiento muy necesario para el joven inmigrante que acaba de llegar a un lugar en el que no conoce a nadie, y en el que —peor aiin— nadie lo conoce. éQuién es 1? ;Quién es ella? Ser de tal pueblo o de tal familia en ese En esta situacién la identidad re- conferird una nueva identidad. «Esto es lo que yo soy, yo soy de Creuse.»’Pero esta identidad, que parece tan obvia, sigue siendo proble- ante que en Paris es de Creuse, cuando vuelve a De todos modos, cuando se mira més de cerea es po: Vinculacién a la region de origen adopta formas mu; ‘ma mis simple, pareceria que la vincula nen una casa, 0 més ain, uné dad proporciona un nivel en ef mundo social enormemente estratificado de las casas regionales. Pero este nivel no tiene un signifieado estatieo, Cuando el joven inmigrante a Paris es recibido en la casa rei ‘evaluado por los mayores no sélo en cuanto a su origen familiar ya sus ‘cualidades personales, sino también por los recursos financieros que es ‘capaz de manejar, Si tiene el dinero necesario para financiar una casa o un terreno con el apoyo de la fAbrica, su nivel asciende inmediatamente entre los mayores. Pero si no, la cosa —créanme— cambia, Los que llegan con mejores recursos son también los que con mayor pueden triunfar socialmente, y volver a su region nat sefiales de su éxito, Para ellos, a vinculacién con su lugar nat del cambio dréstico de afiliacién regional de los inmigrantes. Para los que llegan sin nada, la relacién con su region es muy diferente, Muchos de ellos me decian; «No he vuelto en veinte afios, De todos modos. no se me ha perdido nada alli.» Si recuerdan su regidn, no es como un lugar geografico, sino como parte de sus memorias nfantiles, Para ellos, el vinculo con su regién de origen no sera otra cosa que la nostalgia por su propia infancia. Por tanto, detris de los diversos origenes regionales podemos distin- guir los origenes de clase. En realidad, éstos parecen ser més importantes que los demés. Nuestras entrevil é min entre los caminos vitales, ¢ incluso entre los valores sociales de los aproletarios» de las diferentes regiones (no propietari migrantes de la misma regién con niveles de recursos la perspectiva que logramos alcanzar era muy distinta del tipo de andl familiar en demogralia estadistica, que categoriza las migraciones segiin la regién de origen™, E| método de le itoria de vida, en resumen, se revela tan capiaz de como el estadistico. Pero trabaja en otro nivel. El estad{stico nos proporciona un conocimiento cuantitativo indispensable de los flujos migratorios. La investigacién sociolégica nos ayuda a poner de manifiesto las relaciones sociales que histdricamente producen esos flujos. Con este objetivo, las encuestas convencionales por cuestionario, que dan mucha cabida a la exploracién de «motives», me parccen mucho rhenos productivas que la perspectiva biogrifica que emplea las historias de vida, te ver las decisiones y las acciones reales, y percibir tras ellas la jones sociales que las hacen posibles. 2B Frangoise Cribierha descubierto cdmo —einowenta aos antes— los orgenes fa res determingban la carrera acupasional en su conjunto asta la jubilacén (véase nots 17, . 265), Vente tambien Danie! Bertax, op. ct, caps. 1,58. 280, Para esto es esencial que el investigar comience antes que nada por escuchar 2 los que han vivido y, por ello, saben. Claro que su conocimien- to no se presenta de forma tedrica y eserita, Muy a menudo ni siquiera surge en forma oral, Precisamente porque su conocimiento std orientado por completo a las decisiones de la vida real, a la actividad del dia a dia, La investigaciOn social no es sscuchar, pero no basta, El individuo que investi- ‘88 ha de reunir conocimientos humanes y conacimientos sociales: y tras ellos encontrar formas para hacer que los resultados de la Investigacion les @ todos, sobre todo a aquellos que pueden hacer ima meta, nuestro suefio, es contribuir a la escri- 281

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