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De allí volvimos a nuestra habitación para cambiar la ropa por nuestros respectivos vestidos de

baño, tenía un año sin usar uno desde mis últimas vacaciones que mis amigas y yo nos fuimos
a las playas de Portugal. En el baño me di un vistazo al espejo, tenía un buen cuerpo, y muchas
personas me lo repetían, el bikini me quedaba muy bien, pero yo era demasiada blanca, casi
transparente, sabía que aunque quisiera jamás me broncearía, me pregunté si a Yulia le
gustaba, ella también era blanca pero no tanto como yo.
-Te tardas, Lena. – Escuché la voz de Yulia desde el otro lado, hace unos minutos se había
bañado y quedó en vestirse mientras yo lo hacía en el baño.
-Que impaciente eres.
A los cinco minutos, después de ponerme la salida de baño que tapaba únicamente abajo
como una especie de falda pero semitransparente, abrí la puerta y Yulia estaba de espalda
guardando unas cosas en la mochila, ya estaba lista y se veía muy linda con su traje de baño.
-Pensé que no ibas a salir n… - Se dio la vuelta y no pudo terminar su frase al verme, con la
expresión en su rostro supe que le encantaba como yo lucía. – Wow. – Articuló.
-Que linda te ves Yul. – Le dije pero ella aun parecía estar distraída. - ¡Hey! – Exclamé para
ayudarla a regresar a tierra. -¡Volkova! – Grité más alto y ella se sobresaltó.
-¿Eh? – Aún tenía su cara de boba.
-¿Qué haré contigo? – Hablé con resignación, la tomé del brazo para prácticamente arrastrarla
hasta afuera pues no salía de su trance.
Llegamos hasta la playa y escogimos una carpa cerca de las palmeras, la ojiazul se sentó en una
de las sillas y abrió la mochila para extraer un bloqueador que había guardado, yo me senté en
la otra silla que restaba, mientras la observaba aplicarse la crema, vi como se la esparció por
casi todo el cuerpo, luego cuando acabó con su tarea me lo extendió para que yo hiciera lo
mismo.
- Gracias. – Dije al recibirlo, entonces se me ocurrió algo para molestar a la pelinegra, me
causaba mucha gracia cuando la acorralaba. - ¿Me harías un favor, chiquita? – Le hablé en un
tono dulzón.
-Dime. – Me miró.
-¿Me colocas el bloqueador? – Le pedí coquetamente y ella se aclaró la garganta como
nerviosa.
-Eh… Claro. – Aceptó y yo le entregué el recipiente.
Yulia vertió un poco de la crema en sus manos, y vi como vacilaba en si rozármela o no, estaba
acorralada como lo predije, finalmente se decidió y empezó a esparcirlo por mis hombros
bajando por mi brazos, luego lo deslizó tímidamente por mi vientre, después mi pecho pero sin
acercarse a mis senos, pero yo la interrumpí por que no pude seguir evitando reírme, ella
apartó sus manos y yo me di la vuelta para quedar boca abajo.
-¿Quieres que siga de verdad? – Me preguntó dudosa.
-Apresúrate Yul que ya quiero entrar.
La ojiazul continuó con su trabajo esta vez por todo mi espalda y mis piernas, finalmente
cuando acabó la escuché emitir un suspiro de alivio.
-Vamos ahora si. – Le extendí mi mano y ella la tomó.
Penetramos solo hasta que el agua nos dio a los hombros, Yulia me rodeó mi cuello con sus
brazos y yo la abracé por la cintura, la distancia entre las dos era muy corta, entonces se
acercó y besó mi mejilla, yo le sonreí.
-Te amo. – Masculló. – Nunca me imaginé que alguien podría hacerme tan feliz, como tú lo
haces.
-Yo también soy extremadamente feliz contigo a mi lado.
-Entonces prométeme algo.
-Lo que quieras.
-Promete que cuando me dejes de querer me lo harás saber, y no me engañarás.
-Yulia, jamás voy a dejar de quererte. – Le dije tiernamente para luego darle un beso.
-Promételo. – insistió.
-Está bien, pero eso es algo que nunca, escúchame bien, nunca sucederá.
Después de un tiempo decidimos irnos a almorzar, pues ya había pasado un poco más del
medio día, fuimos hasta un restaurante cerca del hotel y comimos mariscos. Nos quedamos
charlando media hora y finalmente volvimos al hotel para bañarnos, Yulia me avisó que
daríamos una vuelta por la isla. En la tarde paseamos, fuimos a un muelle, compramos nieves e
hicimos otro par de cosas más, con ella el tiempo siempre se disfruta y pasa tan rápido, es
increíble como parece otra persona a la que inicialmente vi por primera vez cuando atravesó la
puerta de mi salón, ese día estaba gravado en mi mente, y lo estaría por siempre, la manera
como sus ojos me cautivaron al instante, aunque su semblante era serio, algo de mi pudo ver
más allá de su alma, puedo asegurar que probablemente fue un amor a primera vista.
-¿Qué tal te la pasaste? – Me preguntó en el hotel mientras se acostaba sobre la cama.
-Divertido. – Sonreí y me acosté a un costado de ella. – Contigo siempre me la paso bien,
tonta.
-Estoy agotada. – Suspiró.
-Descansa.- Le dije y besé su frente.
-Pero quería llevarte de antro.
-Vamos mañana, eso no es problema… ¿y desde cuando eres tan fiestera?
-Quiero que te diviertas. – Contestó con su sonrisa.
-Iremos mañana, yo también estoy algo cansada. – Le dije y ella estuvo de acuerdo.
-Oye Lena. – Me llamó de repente, ya estábamos acostadas dispuestas a dormir y con las luces
apagadas, yo me di la vuelta para quedar frente a ella.
-Dime.
-Como ya sabes que el próximo semestre terminaremos la preparatoria… pues estaba
pensando en que nunca te he preguntado cuales son tus planes.
-¿Mis planes?
-¿Qué has decidido estudiar? ¿Qué harás después de la preparatoria?
-Mmmm pues siempre me ha gustado la psicología. – Sonreí. – Creo que estudiaré
precisamente eso… ¿Y que hay de ti Yulia? ¿Regresaras a Londres para hacer tu carrera? – Le
pregunté con un dejo de tristeza pues hasta ahora había pensado en esa posibilidad.
-Lena, ¿Recuerdas cuando te dije que tú eras la razón por la cual me quedaría?
-¿Te quedarías en Moscú por mí? – Dije con cierta emoción.
-Por ti haría cualquier cosa, hasta lo imaginable. – Contestó segura y yo le abracé fuertemente.
-Eres lo mejor que me ha pasado. – Mascullé con ternura.
-Yo opino lo mismo. – Dijo para luego bostezar.
-Ahora si vamos a descansar que mañana nos espera un día largo.
-De acuerdo. – Comentó y luego me dio un beso en la cabeza, esa noche dormimos
abrazadas…
Mis vacaciones con Lena han resultado de lo mejor, nos hemos divertido como nunca, pienso
que es la etapa más feliz de mi vida en años, es cierto que desde que mis padres murieron
había caído en una infinita depresión que se veía reflejada en mis estados de ánimos, nunca
dejaba de pensar en ellos y en lo diferente que hubiese sido mi vida si ellos no hubiesen tenido
que haber muerto en aquel trágico accidente. Sin embargo, en los últimos meses y sin yo
poner mucha atención, mi vida había cambiado en muchos aspectos y todo se debía a una sola
persona, que hacía que los días tuvieran color aunque estuviéramos en la más fuerte nevada,
Lena se había convertido en mi único apoyo y en el único ser al que había dejado entrar en mi
corazón y vida desde los sucesos de mi niñez, nunca supe si ella estuvo consciente de que la
situación en verdad era así… pero hoy en día las cosas son muy diferentes, claro, no me
adelantaré por ahora a los hechos, únicamente me limitaré a continuar con el relato de
aquellas vacaciones en Hawái, las mejores vacaciones de mi vida sin temor a equivocarme.
Cuando desperté al siguiente día, Lena ya no estaba a un costado, no sentía la calidez de su
abrazo, ni sus manos enredadas a mi cintura, así era como dormíamos, muchas veces llegué a
pensar que ella temía que yo me escapara en algún momento por esa razón acostumbraba a
atarse de de mi pequeño cuerpo, nunca me molesto… Abrí los ojos y la pelirroja estaba
sentada en el diván mientras bebía algo de un vaso que sostenía entre sus manos.
-Dormilona. – Me dijo desde su lugar. - ¿Ya te sientes descansada?
-Buenos días, Lena. – Le lancé un beso desde la cama, ella sonrió.
-¿Adivina que? – Me habló juguetona mientras se sentaba al lado.
-¿Qué?
-Te traje tu desayuno. – Respondió regalándome otra sonrisa mientras me acercaba una
bandeja, obviamente se trataba de mi desayuno.
-¿Y ese milagro que recapacitaste y decidiste comportarte como mi novia? – Bromeé.
-Yulia. – Dijo en tono serio.
-Sabes que solo estoy bromeando. – Le di un beso en la mejilla. – Gracias.
-Para que veas lo mucho que te quiero. – Me habló haciendo un puchero.
-Eso lo se. – Dije mirándola. - ¿Qué quieres hacer hoy?
-Pues… iremos a la playa. – Empezó a decir pensativa.
-Aja.
-Y… luego daremos un paseo, mm…
-Aja…
-Y en la noche si nos iremos de marcha. – Sonrió.
-Bueno no te emociones mucho que no quiero cargar con novias borrachinas.
-A ver Yulia si aquí la borracha eres tú. – Rió. – O no recuerdas aquella…
-Ok Lena ya entendí, además solo fue aquella vez, y fue tu culpa acuérdate que yo no era que
tenía muchas ganas de salir. – La interrumpí.
-Como sea. – Se puso de pie. – Iré a bañarme.
-No te tardes. – Le advertí y ella me sacó la lengua.
-¿No vienes? – Me invitó con una mirada seductora, pero yo no planeaba caer en su juego otra
vez.
-No quiero que me vayas a pervertir allá dentro. – Contesté rápidamente.
-Tú te lo pierdes. – Dijo con orgullo y cerró la puerta.
Mientras la pelirroja se bañaba yo continuaba con mi desayuno, pero esta vez pensaba en
nuestra conversación de anoche, toda mi vida planeé irme a estudiar a una universidad muy
prestigiada en Londres, la misma donde había estudiado mi papá, y ahora que Lena estaba en
mi vida hasta eso había perdido la importancia de antes, claro que no me sentía arrepentida
por mi decisión, estar con ella era todo lo que yo deseaba, mis estudios universitarios ahora
habían pasado a un segundo plano, de repente me detuve en mis pensamientos… ¿Y si al final
todo eso no valía la pena como yo creía? ¿Si lo nuestro no perpetuaría? ¿Y si Lena me dejara
de querer y mandara todo a volar? Entonces allí sería el momento que en me arrepentiría, con
mucho esfuerzo me obligué a espantar esos pensamientos negativos, Lena me amaba y era
posible que yo me tratase de su alma gemela y ella de la mía…
Después de una hora estuvimos listas, Lena visitó un traje de baño diferente al del día anterior,
recordé que ella aun no dejaba del todo esa manía de usar la ropa una sola vez, claro que ya
no exageraba como antes, por lo menos la ropa que dejaba en mi casa la reutilizaba, y eso por
que yo le insistía hasta convencerla de que se trataba de algo normal, Lena siempre fue un
caso, pero admito que ha cambiado considerablemente. Yo, por mi parte me coloqué un short
beige y arriba únicamente llevaba mi parte del bikini, la pelirroja usaba una falda y una blusa,
debajo llevaba su traje de baño. Salimos del hotel y yo le indiqué que subiera al auto, ella
accedió poniéndose sus gafas de sol, ahora solo estaba un poco roja por la insolación del día
anterior, se veía hermosa, algo que era natural en la chica de ojos verdigrís.
-¿A dónde iremos Yul? – Me preguntó recostando su cabeza en mi hombro mientras yo
conducía atenta al GPS instalado en el auto para poder llegar a nuestro destino.
-Pronto lo sabrás.
-¿Por qué tanto misterio? – Me preguntó.
-confórmate con saber que daremos un paseo.
-Ok, confío en ti. – Dijo mientras tomaba la cámara y me sacaba algunas fotos.
Finalmente en cuestiones de minutos, llegamos a lo que era un puerto, había algunos barcos y
yates estacionados, nos bajamos y un señor de poca estatura, con algunas canas, y que yo
conocía de antes en unas vacaciones que mis padres y yo vinimos hasta la isla, el día anterior lo
contacté y hoy nos interceptó apenas nos vio llegar.
-Señorita Volkova. – Se dirijo hacia mí en ingles.
-Señor Swam. – Le sonreí. - ¿Todo listo?
-Por supuesto.
-¿Qué hacemos aquí Yulia? – insistió.
-Daremos un paseo, pelirroja, ten un poco de paciencia.
-¿Su amiga también es rusa? – Me preguntó el señor Swam.
-Si. – Contesté. – Su nombre es Lena. – Le dije y ella le sonrió al viejo.
Caminamos un poco hasta que no detuvimos frente a un yate, no era exageradamente grande,
pero si muy lujoso, le pedí que me alquilara el mismo que utilizaron mis padres aquella ocasión
que vinimos por vez última.
-¿Te gusta? – Le pregunté a la pecosa refiriéndome al barco.
-Sensacional. – Le escuché decir y sonrió. – Ay Yulia, te pasas de especial. – Me dio un beso en
la mejilla y yo crucé mi brazo por su cintura.
-Bien, andando.
Subimos al yate en compañía del señor Swam, él era encargado de darnos un recorrido por las
islas más visitadas en Hawái, y algunos lugares también turísticos, almorzamos allí pues
zarpamos cerca de las once de la mañana. Hicimos parada solo en cinco lugares, en los que nos
dedicamos a bucear cerca de los corales, la experiencia fue simplemente magnífica, y lo mejor
fue ver a Lena sonreír todo el tiempo, dándome a saber que estaba divirtiéndose.
-¿En que piensas, lobita? – Me preguntó en su tono dulce mientras me abrazaba por el cuello,
yo estaba algo distante mirando el atardecer en la proa.
-En nada. – Respondí mirando sus ojos.
-¿Y en mí? – Dijo haciendo un puchero.
-Ya sabes que en ti pienso siempre. – Volví mi mirada al ocaso pero ella me tomó de la barbilla
haciendo que nuestros ojos se volvieran a encontrar.
-¿Me amas? – Me preguntó en un susurro.
-Ya sabes que si. – Contesté segura.
-Es que me gusta que me lo recuerdes. – Otra vez su hermosa sonrisa adornando su rostro.
-Te amo Lena, como nunca voy a amar a nadie en esta vida.
-¿Lo juras?
-Lo juro. – Aseguré.
-Hiciste un juramento… ya sabes que no lo puedes romper. – Me habló muy seria.
-Lo se, estoy consciente de eso, y créeme que jamás lo romperé, primero tendrían que
sacarme el corazón o tal vez borrarme la memoria, de otro modo nunca dejaría de amarte.
-Gracias… no sabes lo bien que me hace cuando te escucho decir todas esas cosas. – Sonrió y
se acercó a mi rostro para sellar con un beso nuestros labios.
Después del beso, permanecimos abrazadas todo el tiempo en que le cantaba una canción al
oído de la chica de ojos verdes, una canción que siempre me hacía pensar en ella, una canción
escrita especialmente para Lena. Luego volvió a darme un beso, pero esta vez más corto.
-Es hora de regresar. – Escuché la voz del señor Swam, Lena me liberó.
-Pronto va a oscurecer.
-Exactamente, no se preocupe señorita Volkova, estaremos en tierra dentro de media hora.
-Perfecto. – Dije y el hombre volvió a desaparecer.
-¿Qué quería? –Preguntó Lena tomando mi mano.
-Avisarnos que ya regresamos, mira que ya el sol está cayendo.
-Si, se hace tarde, además tenemos que arreglarnos para irnos a bailar. – Comentó
emocionada.
-¿Es un hecho?
-Me lo prometiste. –Me recordó.
Justo en media hora, tal y como lo había predicho el seño Swam regresamos al puerto, cancelé
al viejo lo acordado mientras que Lena compraba un algodón de azúcar que se le había
acabado de antojar, luego regreso hasta donde yo estaba y nos despedimos de nuestro
acompañante.
De inmediato nos fuimos hasta el auto, claro que me tomó mas tiempo que el de venida ya
que era hora pico y el tráfico estaba más congestionado, el sol caía casi completamente y una
brisa fresca nos acariciaba el rostro y también despeinaba un poco nuestros cabellos.
Lena encendió el equipo de sonido al máximo volumen mientras seguía la letra a todo pulmón,
la gente ya empezaba a poner su mirada sobre nosotros durante los altos, no era que Lena
cantara mal solo que su escándalo estaba llamando la atención, yo solo la observaba de reojo
desde mi lugar y algunas veces reía por sus ocurrencias, ya que no solo cantaba sino que hacía
mímicas y bailaba desde el asiento.

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