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COMPRENSION Y POL{TICA 37 mundo moderno, en el que las ideas mas comanmente aceptadas se han visto «atacadas, refutadas, sorprendidas y disueltas por los hecho» y donde, por consiguiente, somos testigos de un «tipo de insolvencia de la imaginacién y bancarrota de la comprensién».’ Mucho mis sor- prendente es que, ya en el siglo xv, Montesquieu estuviera convenci- do de que slo las costumbres —las cuales, por el mismo hecho de ser mores, constituyen la moralidad de toda civilizacién— han sido el obs- taculo para una espectacular crisis moral y espiritual de la cultura oc- cidental. No se lo puede alinear ciertamente entre los profetas del apo- calipsis, pero su coraje frio y sobrio dificilmente ha sido igualado por ninguno de los grandes pesimistas histéricos del siglo xxx. Para Montesquieu, la vida de los pueblos est4 regida por leyes y costumbres, que se distinguen entre si por el hecho de que «las leyes regulan los actos del ciudadano mientras que las costumbres regulan los actos del hombre». Las leyes establecen la esfera de la vida poli- tica, y las costumbres, la de la sociedad. La decadencia de las nacio- nes empieza con el socavamiento de la legalidad, ya sea cuando el go- bierno en el poder abusa de las leyes, ya sea cuando la autoridad de sus fuentes se convierte en dudosa o cuestionable. En ambos casos las leyes pierden su validez, con lo que la nacién, conjuntamente con su «credo» en las propias leyes, pierde su capacidad de accién politica responsable; el pueblo cesa de ser ciudadano, en el pleno sentido de la palabra; sdlo quedan entonces las costumbres y las tradiciones de la sociedad (lo cual explica, dicho sea de paso, la frecuente longevi- dad de cuerpos politicos cuya sangre vital esta agotada). Mientras és- tas se conservan intactas, los hombres como individuos particulares siguen comportandose segiin ciertos principios de moralidad, pero esta moralidad ha perdido su fundamento y no podemos fiarnos ili- mitadamente de la tradicién para prevenir lo peor. El mas minimo in- cidente puede destruir unas costumbres y una moralidad que ya no tienen fundamento en la legalidad; cualquier contingencia puede amenazar una sociedad que ya no est sostenida por sus ciudadanos. Montesquieu escribia acerca de su propio tiempo y de sus inme- diatos fines: «La mayor parte de los pueblos de Europa estan atin go- 4. Vauény, Pavt, «Regards sur le monde actuel», Ocuvres completes, I, pag. 942, Ed, Pléiade. (N. de la t.) 5. De lesprit des lois, XIX, 16. (N. de lat.)

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