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iezz lecciones sobre

estuDios culturales

Maria elisa cevasco

traducción del portugués


René Palacios More
La traducción al castellano de este libro recibió el apoyo de la Fundación Prince
Claus, a través de un fondo de ayuda a la traducción y a la coedición coordinado por
la Alaza teracoal de edtore depedete. Ete fodo apoya lo ujo de
traducción menos desarrollados y favorece la circulación de los textos, a través de
coedcoe oldara. De ete modo permte mejorar la cooperacó etre edtore
de distintas áreas lingüísticas y contribuye a una mayor bibliodiversidad.

El rótulo "El lro juto" e atrudo por la Alaza teracoal


de los editores independientes a obras publicadas en el marco de
acuerdo edtorale teracoale que repeta la epeccda -
des de cada uno: las coediciones solidarias. Estas coediciones soli-
darias permiten mutualizar los costos relacionados con la elabora-
có telectual y fíca de u lro y aí ahorrar ajo ecoomía de
escala; intercambiar pericias profesionales y la experiencia en común, respetando
el contexto cultural y la identidad de los editores, y así difundir más ampliamente
la ora. El ello "El lro juto" molza eta oldardad etre edtore.

Esta obra ha sido coeditada por la marca editora (Buenos Aires), Lom ediciones
(Santiago de Chile) y Ediciones Trilce (Montevideo).

Ilustración de carátula:
 Variaciones sobre
«Soy un monstruo hermoso» (collage)
Sharon Anderson, 2013

Título original Dez Lições sobre estudos culturais


© 2012, Boitempo Editorial, São Paulo

© 2013, Ediciones Trilce para Uruguay 


Durazno 1888, 11200 Montevideo, Uruguay 
tel. (+598) 2412 77 22 • 2412 76 62
trlce@trlce.com.uy • www.trlce.com.uy 

isbn 978-9974-32-613-2
Prmera edcó juo 2013
Índice

5 Introducción
7 Primera lección
La discusión acerca de «cultura y sociedad»
20 Segunda lección
Antecedentes: el inglés
31 Tercera lección
Contrapuntos teóricos: cultura de minoría vs. cultura en común
44 Cuarta lección
La formación de los estudios culturales
58 Quinta lección
Formaciones intelectuales: la Nueva Izquierda
72 Sexta lección
Posicionamientos acerca de la cultura: el materialismo cultural
86 Séptima lección
Diálogos pertinentes: marxismo y cultura
99 Octava lección
Estudios literarios vs. estudios culturales
111 Novena lección
Estudios culturales contemporáneos
124 Décima lección
Estudios culturales en Brasil
Introducción

Un fantasma recorre los departamentos de literatura de las univer-


sidades, desde Australia hasta Alabama: el de los estudios culturales.
En las versiones más amedrentadas, la nueva disciplina llegó para 
detrur la alta lteratura, covrtedo a reado adoradore de u
Shakespeare o de un Guimarâes Rosa en fanáticos de la cultura pop
 y en analistas de centros comerciales. En una versión apologética,
arró para realzar la revolucó y o dejar pedra ore pedra e lo
modos tradicionales de efectuar la crítica de la cultura.
Este libro apunta a otorgar vida concreta a dicho fantasma, mos-
trando hasta qué punto los estudios culturales surgieron en un de-
terminado ámbito socio-histórico, cuáles fueron sus relaciones con
los estudios literarios, sus primeras conquistas teóricas y su pro-
 yecto intelectual, que incluye, por cierto, el estudio de la cultura 
llamada popular tanto como el de los fenómenos de la vida cotidiana,
pero que se reserva espacio para una nueva manera de leer la alta 
cultura. Al igual que muchas otras disciplinas anteriores, llegaron
para uplr la ecedade telectuale de ua ueva coguracó
socio-histórica.
Estas diez lecciones están destinadas a estudiantes de ciencias hu-
manísticas, así como a todos los interesados en la discusión cultural
contemporánea. Ofrecen una visión introductoria, que puede ser com-
pletada por las lecturas recomendadas que complementan cada lec-
ción. Pretenden efectuar un acompañamiento histórico, desde el sur-
gimiento de la disciplina en la Gran Bretaña de los años cincuenta –en
clae octura para traajadore– hata u orecmeto como ítem
de exportación de la academia inglesa y, especialmente, estadouni-
dense. Procuran esbozar la formación social desde la que surgen, así
como sus formulaciones teóricas, sus planteamientos políticos y las
transformaciones que los nuevos tiempos determinan en la disciplina.
Dado que se trata de un fenómeno que, en su origen y su actual punto
central de expansión, se localiza en Gran Bretaña, y más todavía hoy,
en Estados Unidos, el foco de estas diez lecciones atiende en mayor
grado a estos países y, en especial, a la productiva obra de Raymond
 Williams (1921-1988) así como a la de Stuart Hall (1932); después de
todo, tal como anota Hall, los estudios culturales surgieron en el ins-
tante en que conociera a Raymond Williams, ¡haciéndole de inmediato
un guiño a Richard Hoggart! Como añadido para el estudiante brasi-
leño, la última lección pretende establecer una ligazón entre estudios
culturales y formaciones intelectuales de esa nacionalidad.

5
Por cierto que estas primeras lecciones presentan un punto de vis-
ta epecíco acerca de lo etudo culturale, a la vez que aputa a 
contribuir al establecimiento de una posición a partir de la cual resul-
te posible evaluar, basados en lo que ya fue, los rumbos que es impor-
tante otorgar a esta nueva disciplina en cuanto a su introducción en
la academia brasileña, así como para nuestra discusión de la cultura.

6
Primera lección
La discusión acerca de «cultura y sociedad»

Toda decó de dcpla e el área de la ceca humaa


preupoe, e mayor o meor grado, ua cocepcó del gcado de
cultura. Este grado resulta incrementado en una disciplina denomina-
da estudios de la cultura, lo que la sitúa de inmediato como elemento
fundacional.
Por cierto que son incontables los países que contaron con una u
otra forma de estudios de cultura mucho antes de que tal etiqueta se
convirtiese en la marca de una disciplina ascendente en los depar-
tamentos de humanidades a partir de la segunda mitad del siglo  xx .
Pero ocurre que la disciplina se constituyó, con anterioridad, en la 
Inglaterra de los años cincuenta, y de allí el mayor interés en estudiar
tal formacó epecíca.

Versiones de la cultura
El término ‘cultura’ ingresa en la lengua inglesa a partir del latín
colere, que gca ‘hatar’ –y de ahí, hoy, aquello de ‘coloo’ y ‘co-
lonia’; ‘adorar’ – con sentido actual incluido en ‘culto’; y también ‘cul-
tivar’ en la acepción de cuidar, aplicada tanto a la agricultura como
a los animales. Es esta la acepción preponderante en el siglo  xvi. En
tanto que metáfora, se la puede extender al cultivo de las facultades
mentales y espirituales. Hasta el siglo  xviii, el término cultura de-
signaba una actividad, era el cultivo de algo. Hacia esa época ocu-
rró que, juto a la palara correlatva ‘cvlzacó’, comezó a er
empleado como un sustantivo abstracto, en la acepción no de una 
apttud epecíca o para degar u proceo geeral de progreo
intelectual y espiritual tanto en la esfera personal como en la social:
el proceso secular de desarrollo humano, tanto en cultura como en
civilización europea.1
Durante el romanticismo, en especial en Inglaterra y Alemania, tal
designación pasó a ser utilizada como opuesta a su antiguo sinónimo,
‘civilización’, como una manera de enfatizar la cultura de las naciones
 y del folklore y, a continuación, el predominio de los valores humanos
como opuestos al carácter mecánico de la ‘civilización’ que comenza-

1 Véase Raymond Williams, Keywords: A Vocabulary of Culture and Society, Fontana,


Lodre, 1976.

7
 ba a estructurarse con la revolución industrial. Se trata aquí de un
giro semántico notable que da cuenta de una intensa transformación
social.
‘Cultura’ y ‘civilización’ son términos a la vez descriptivos (tal como
en la civilización azteca) y normativos: denotan lo que es, pero tam-
 é lo que dee er (ata co pear e el adjetvo ‘cvlzado’ y e u
opuesto, ‘bárbaro’). En el transcurrir de los procesos radicales de cam-
 bios sociales durante la revolución industrial fue haciéndose cada vez
más evidente que el tipo de ‘desarrollo humano’ en el devenir de una 
sociedad como la inglesa no era necesariamente algo a ser tomado en
cuenta. Y en especial a lo largo del siglo  xix , el hecho de que el término
hubiese adquirido una connotación imperialista («civilizar a los bár-
 aro» era ua expreó que jutcaa la coquta y la explotacó
de otros pueblos) contribuyó al cambio de sentido. A lo largo de este
proceso ocurre que ‘cultura’, el término que designaba la aptitud de
las facultades mentales, acabó convirtiéndose, a lo largo del siglo  xix ,
en el que reúne una reacción y una crítica –en nombre de los valores
humanos– a la sociedad en proceso acelerado de transformación. La 
aplicación de tal sentido a las artes, como las obras y prácticas que
representan y otorgan sustento al proceso general de desarrollo hu-
mano, resulta preponderante a partir del siglo  xx .
 A mediados de este siglo, los sentidos preponderantes del término
eran, más allá de la acepción remanente de la agricultura –el cultivo de
tomate, por ejemplo–, el de dearrollo telectual, eprtual y etétco;
u modo de vda epecíco y la deomacó que cluye la ora y 
las prácticas de las actividades artísticas.
Uno de los temas que se plantean como evidentes en este rápido re-
ume de lo camo de gcado de cultura e que el etdo de la
palabras acompaña a las transformaciones sociales a lo largo de la his-
toria y conserva, en sus matices y connotaciones, mucho de tal historia.
En la Inglaterra de los años cincuenta, en el momento de la estructu-
ración de la disciplina de los estudios culturales, el debate acerca de la 
cultura parece concentrar, y en sumo grado, el sentido de cambio en una 
sociedad que se reorganiza en la segunda posguerra. Raymond Williams
(1921-1988), gura cetral e la fudacó de lo etudo culturale,
cuenta cómo la palabra cultura comienza a ser usada, cada vez más,
e tato que eje de la dcuoe de tale rumo. E tal proceo,
una de sus acepciones de las anteriores a la guerra, la de la distinción
social, cultura como postura por parte de un grupo selecto, comienza 
a desaparecer dando lugar a la preponderancia de su uso antropológi-
co, es decir, cultura como modo de vida. El otro sentido de cultura, el
que designa las artes y, en el contexto inglés en especial, la literatura,
e ve modcado co el predomo de la crítca ore la creacó, uo
de lo eje del proyecto telectual predomate e la academa -
glesa, el llamado Cambridge English, tema de nuestra próxima lección.

8
Lo que Williams percibía en aquella concentrada discusión eran
los primeros y gigantescos pasos de nuestra «era de la cultura», de-
nominada de este modo por el predominio de los medios de comuni-
cacó de maa tato como por la devacó del cocto polítco y 
económico hacia lo cultural, marcas del tiempo presente. Un buen
ejemplo que permtría compreder eta últma tedeca cote e
el énfasis de un estratega militar, Samuel Huntington, quien, en un
ensayo publicado en la revista  Foreign Affairs de 1933,2 prevé que la 
fuete fudametal de lo cocto e la actualdad o e prmor-
dialmente ideológica o económica. «Las grandes oposiciones entre las
epece humaa y la fuete predomate de lo cocto erá
culturales.»3 Queda claro que Hutgto preupoe e u armacó
que la cultura está disociada de la economía, de la ideología y de la 
historia. Irónicamente, la interpenetración cada vez más evidente de
ea efera e lo que caracterza a uetra era de la cultura; ello, ju-
tamente, cuando el poderío económico se entrecruza con la expansión
cultural –ata pear e el ce de Hollywood o e la amercaza -
có del modo de vda e ampla fraja del plaeta– y la produccó
económica con convencimiento ideológico incluido: mercancías y pro-
paganda son las dos caras de la misma compulsión de crear nuevas
necesidades en muchos, a la vez que otorgar a pocos la posibilidad de
satisfacerlas.
 Ya en la década de los cincuenta Raymond Williams tenía en claro
la necesidad de tomar posición ante la cultura, así como la de interve-
nir en una discusión que demostrase las conexiones entre las diversas
esferas, salvaguardando el concepto para una utilización democrática 
que contribuyese al cambio social. El punto de vista de la interrelación
entre fenómenos culturales y socioeconómicos y el ímpetu de la lucha 
por la transformación del mundo constituyen el impulso inicial de su
proyecto telectual. E 1961 ecre:
[…] a esa altura se hizo todavía más evidente que no podemos enten-
der el proceso de transformación en que estamos implicados si nos li-
mitamos a pensar las revoluciones democrática, industrial y cultural
como procesos separados. Todo nuestro modo de vida, desde el mo-
delo de nuestras comunidades hasta la organización y el contenido
de la educación, y el de la estructura de la familia hasta el de las ar-
tes y el del entretenimiento, está siendo afectado profundamente por
el progreso y por la interacción de la democracia y de la industria, así
como por la exteó de la comucacoe. La tecacó de la 
revolución cultural es parte importante de nuestra experiencia más
gcatva y etá edo terpretada y dcutda, de maera a-
tate compleja, e el mudo de la arte y la dea. Cuado procu -

2 Samuel Huntington, «The Clash of Civilization», en Foreign Affairs, núm. 72 (3), 1993,
p. 22.
3 Ct. e Perry Adero, «A cvlzaçâo e eu gcado», e Praga - Revista de Estu-
dos Marxistas, núm. 2, Boitempo, San Pablo, 1997, p. 27.

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ramos correlacionar una transformación como esta con las enfocadas
en disciplinas como la política, la economía y las comunicaciones es
precisamente cuando descubrimos algunos de los interrogantes más
complicados, pero también los de mayor valor humano.4
Queda en claro aquí, asimismo, que las disciplinas por entonces
existentes no implican los interrogantes que es necesario formular.
Para ldar co la ueva complejdade de la vda cultural e ecea -
ro u uevo vocaularo tato como ua ueva maera de traajar: y 
 ya se ha dado en este momento el paso que conduce a la estructura-
ción de los estudios culturales. En la obra de Williams, tal paso implica 
una inmersión histórica en los modos a través de los cuales la cultura 
acabó siendo concebida a lo largo de la historia inglesa moderna. Antes
de resituar las concepciones y los énfasis de la discusión acerca de la 
cultura, es necesario mapear su desarrollo histórico.

La tradición «cultura y sociedad»


El clásico estudio de reconstitución histórica de los discursos pre-
ponderantes acerca de la cultura en la tradición británica es el libro de
1958 Culture and Society, 1780-1950,5 de Raymod Wllam; juto a 
él contamos con The Uses of Literacy, de Richard Hoggart (1957) y The
 Making of the English Working Class (1963), de Edward P. Thompo;
considerados los tres, y no por azar, libros fundamentales de la nueva 
disciplina.
El libro de Williams estudia las ideas sobre cultura y sociedad re-
uda e la traformacó del gcado de térmo como lo ta
determinantes cultura y sociedad, incluidos los de industria, clase y 
arte desde los primeros años de consolidación de la revolución indus-
trial hasta 1950. El foco de interés en las transformaciones semánti-
cas se halla en que ellas encierran y muestran reacciones en los in-
teo camo ocale. Lo matce de gcado de eto térmo
o eteddo como u regtro y ua reaccó a la modcacoe
sociales originadas en la revolución industrial, así como en la implan-
tación de un orden capitalista hegemónico en Inglaterra a partir del
siglo  xviii. Con este libro quedó establecida la existencia de una tradi-
ción inglesa de discusión acerca de la cualidad de la vida social: desde
diferentes puntos de vista políticos, los pensadores agrupados en esta 
tradición van constituyendo un discurso de crítica en relación con la 
nueva sociedad industrial.
 Williams sitúa la tradición en obras de autores a los que el saber
tradicional estudia por separado: se hallan aquí analistas políticos, pu-

4 Raymond Williams, The Long Revolution, Chatto ad Wdu, Lodre, 1961, p. x.
5 Raymond Williams, Culture and Society 1780-1950 (1958), The Hoggarth Press, Lon-
dres, 1993.

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 blicistas, novelistas, críticos literarios. Las principales líneas de la tra-
dición vienen dadas desde 1700; por una parte Edmund Burke (1729-
1797), el feroz opositor de la Revolución francesa, y por otra William
Coet (1763-1835), el polémco defeor de ua clae traajadora que
comeza a orgazare. Dejado de lado la acotumrada opocó
de la historia de las ideas entre un conservador y un radical, Williams
demuestra que ambos
[…] critican a la nueva Inglaterra a partir de su experiencia de la vie-
 ja iglaterra, cado aí, co u traajo, la poderoa tradco-
nes de crítica de la nueva democracia y del nuevo industrialismo, tra-
diciones que mediado el siglo  xx  siguen siendo activas y relevantes. 6
En el lineamiento trazado por Williams, la tradición inicia-
da por Burke y Cobbet continúa en las obras de Robert Southey 
(1774-1843), uno de los fundadores del nuevo conservadurismo,
para quien el Estado tenía que atender la salud física y moral de los
pobres antes de que estos se rebelasen, a la vez que es responsabi-
lidad de toda la sociedad «el cuidado y la cultura» de todos; y en las
de Roert Owe (1771-1858), uo de lo fudadore del oc almo y 
del cooperativismo, para quien la naturaleza humana no es un dato
estático sino el producto de un modo de vida, de una cultura. A par-
tr de lo poeta romátco, e epecal Wllam Wordworth (1770-
1850) y Samuel Taylor Coleridge (1772-1834), ingresa con fuerza 
la acepcó de cultura e tato que, e palara de Wordworth,
«espíritu encarnado de un pueblo» a medida de la excelencia huma-
na, el tribunal ante el cual eran considerados los valores reales en
opocó a lo valore ‘ctco’ del mercado y de otra operacoe
similares del comercio y de la industria. Si bien por un lado esta 
acepción eleva el concepto y conduce a una visión activa de la cultu-
ra en tanto que intervención en la sociedad, por otro, la sitúa como
un absoluto, un dominio único, dividido por las relaciones reales y 
materiales.
U puto alto de eta tradcó e la gura de Matthew Arold
(1822-1898). Varias de sus preocupaciones y opiniones encuentran
expresión en su obra. Al igual que los pensadores que lo precedieron,
 Arnold se enfrenta con las rupturas y crisis de una sociedad cada 
 vez má dutralzada. La jutca e la dtrucó de la r-
quezas propias de un sistema que concentra la renta en las manos
de pocos acrecienta la división social. La religión, poderoso elemento
apaciguador de las tensiones sociales, comienza a ser desacreditada 
por la visión secularizada de la ciencia. En este momento, la cultura 
es llamada a desempeñar un nuevo papel social: el de apaciguar y 
orgazar la aarquía del mudo real de lo cocto y la dputa
ocale. Efretado la rrupcoe ocale de 1860, cuado la

6 Raymod Wllam, Culture and Society…, o. cit., p. 4.

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clae traajadora exge el derecho al voto, da a coocer u reco-
mendaciones para el restablecimiento de la paz social:
Permítanme recomendar a la cultura como uno de nuestros prin-
cpale auxlare ate la actuale dcultade, la cultura como la 
 búsqueda de la perfección mediante el conocimiento, en todas las
cuetoe relevate, de lo mejor que ha do peado y dcho e
el mundo y, a través de este conocimiento, la capacidad de dedicar
un pensamiento renovado y libre a nuestras nociones y hábitos más
 vulgares.7
Para lograr la coheó ocal, el mejor remedo o e la jutca 
sino la poesía:
La poesía tiene un gran futuro, porque en la poesía, cuando es digna 
de su elevado destino, es donde nuestra raza, a medida que transcu-
rre el tempo, va a ecotrar u apoyo cada vez má rme. no exte
una sola creencia que no sea insegura, ni un solo dogma que no sea 
cuestionable ni una tradición que no amenace con disolverse. Nues-
tra religión se materializó en un hecho, en un hecho supuesto; ella 
 vinculó la emoción a este hecho y ahora este hecho está siendo desa-
ado. Pero para la poeía, la dea lo e todo: el reto e u mudo de
ilusión, de ilusión divina. La poesía vincula la emoción con la idea:
la idea es el hecho.8
El precio a pagar para que la cultura en general, y la poesía en par-
ticular, se desentiendan de aquel papel también resulta claro, desde
 ya, en Arnold. Es necesario separar las esferas de la cultura de las de
la política y la práctica. Para asegurar su derecho a ser la expresión de
toda la humanidad, la crítica de la cultura, que en la mayoría de los
casos para Arnold es sinónimo de crítica literaria, tiene que encontrar
u leguaje ‘ocete’. Y e exprea del guete modo e u ora The
 Function of Criticism at the Present Time (1864):
¿E dóde podríamo ecotrar u leguaje que fuee ucetemete
inocente como para hacer evidente la pureza sin mácula de nuestras
tecoe? Codero que el crítco tee que mateere alejado de
la práctica inmediata en la esfera política, social y humanitaria si pre-
tede etalecer ua pocó e lo que arma repecto de aquel lre
tratamiento especulativo de todas las cosas que, algún día, podría ser
 eecoo para eta efera, pero de ua maera eutra y por lo tato
irresistible.9
¿Y qué va a ecotrar el crítco co u leguaje ocete? nada 
más y nada menos que lo que se oculta a todos los otros: la verdad y 
la cultura. El crítico va a vigilar el campo de lo humano y a preservarlo

7 Matthew Arold, Culture and Anarchy (1869), ueva ed. e s. Coll (comp.), Culture
and Anarchy and other Writings, Cambridge University Press, Cambridge, 1993, pp.
53-188.
8 Matthew Arold, The Study of Poetry (1880), nueva ed. en Selected Writings, Penguin,
Harmmodworth, 1970, p. 340.
9 Ídem, ibídem, pp. 147-148.

12
de la emetda de lo jacoo y de lo partdaro de la ceca y 
el progreso material. Y cuando el mundo concreto no se muestre dis-
puesto a recibir lo humano, se recurriría a la fuerza. Su máxima polí-
tica va a fundamentar la posición reaccionaria de mucha de la crítica 
subsecuente: «El uso de la fuerza hasta que se disponga del Derecho,
 y hasta que se disponga del Derecho el orden vigente de las cosas está 
má que jutcado, e el legítmo goerate».10
Con Arnold la tradición completa el proceso de abstracción del sen-
tdo de cultura aí como la decó del papel del crítco: la verdadera 
crítca e halla exeta; u fucó, au cuado ocal, etá alejada de
todas las esferas en las que efectivamente ocurre la vida real. Le cabe
a este mundo de ‘dulzura y luz’, por acción del crítico, salvaguardar el
campo de lo humano.
E la opoe de Arold e va forjado el modo que hará de
dar forma a la práctica crítica subsecuente. Queda montada ahí la 
estructura que permitirá la separación básica de la actuación de la 
crítica de la cultura en general y de la literaria en particular: es el tri-
 bunal en el que se dilucidan los valores de una sociedad sin, a pesar
de todo, mcure e la polémca y e lo cocto que dee
a tales valores. Queda establecido el camino que conduce a un cierto
conformismo militante de la crítica literaria: es una instancia que se
autorrepresenta como radical, como opuesta a los valores vigentes,
pero, en la misma medida en que se refugia en la abstracción, su
actuación ocurre en el sentido de mantener el estado de cosas al que
pretende oponerse. En este sentido, la crítica de la cultura en los mol-
des preconizados por Arnold realiza los ideales de Burke, para quien
era necesario que la cultura ayudase a contener «a la inmunda multi-
tud» que estaría dispuesta a pisotear «la luz y el saber».
No es casual que Arnold sea considerado el fundador de la crítica 
lterara glea cotemporáea, la gura que realza la vculacó h-
tórica entre los temas de la cultura y la sociedad. Al igual que Burke,
insiste en el papel de la tradición cultural de funcionar como un basa-
meto ocal, cojutado a parte e cocto. Tal como lo poeta
románticos, le reserva un papel muy especial a la literatura. Y como
Coleridge, separa cultura –el mundo de los valores espirituales y de la 
creatividad– de civilización –el mundo material y mecánico de la inalte-
raldad–. Deede, cluo, la creacó de ua cata, la reedcó de
la clerecía preconizada por Coleridge, la clase que debería ser entrenada 
en el mantenimiento vivo del mundo de la dulzura y la luz.
La generación siguiente a la de Arnold, estudiada en la par-
te II de Culture and Society, que abarca los años que van de 1880
a 1914, mantiene las líneas generales de la tradición. Es en el
siglo  xx , con el estudio de cómo esta tradición desemboca en el

10 Ídem, ibídem, p. 138.

13
traajo de peadore uyete como el poeta, crítco y dra -
maturgo T. S. Eliot y de los críticos literarios F. R. Leavis e
I. A. Richards, cuando queda en claro la intervención política que
motiva el proyecto de Williams. El desarrollo del libro muestra has-
ta qué punto la tradición de cultura y sociedad ataca el statu quo
en nombre de una sociedad más orgánica. Con el paso del tiempo,
esta posición se va debilitando y estructurando como nostalgia de un
pasado sociocultural irremediablemente perdido y como la aserción
de la cultura como un absoluto, un ámbito aislado de las relaciones
reales y materiales. En el contexto de la Inglaterra de los años cin-
cuenta, estos ideales fundamentan las posiciones que necesitan ser
desarticuladas para que se pueda conducir el debate hacia el campo
de una política cultural más democrática y militante.
Una de las primeras disposiciones es demostrar lo que se oculta 
detrá del leguaje ‘ocete’ de uo de lo lro má uyete de
la época,  Notes Towards the Denition of Culture (1948), de Eliot. En
el tono elevado que caracteriza a las manifestaciones de los hombres
llamados grandes, el poeta admite: cultura es más que literatura y 
otras artes; es, tal como querían aquellos de ímpetus más democrati-
zadores, no el atributo de unos pocos hombres cultos, sino el de todo
un modo de vida. Es este un argumento de los que pretendían valo-
rzar, por ejemplo, la produccoe culturale de la clae traaja -
doras. Pero este énfasis democrático, el de ampliar el concepto para 
aarcar toda la etructuracoe de gcado y valore de ua 
sociedad, resulta anulado de inmediato mediante la introducción de
grados de acceso y de adiestramiento. Como cura de los males de la 
ocedad cotemporáea, Elot deede u tema jerárquco que,
leído hoy, informa acerca de la fuerza de la ideología propia de la 
raza y de los individuos superiores que tanto daño causó durante la 
segunda guerra mundial:
Es mi parecer que, en la medida en que perfeccionemos los modos
de detcarlo e la má tera edad, educarlo para u papel e
el futuro y situarlos en posiciones de mando, a estos individuos que
conformarán las elites, todas las distinciones anteriores de clase y de
 jerarquía e covertrá e u mero vetgo o e mple omra; y la 
única distinción de nivel social se producirá entre las elites y el resto
de la comunidad, a menos que tal como puede ocurrir, hubiere un
orden de precedencia y de prestigio entre las propias elites. 11
La otra posición dominante en el escenario intelectual inglés, la del
grupo de la revista  Scrutiny, lderado por la gura clave del etudo
de la má uyete de la dcpla de la época, la del Cambridge
 English,F. R. Leavis, no difería mucho de la planteada. Para Leavis,
legítimo heredero de Arnold, la cultura era posesión de una minoría,

11 T. S. Eliot, Notes Towards the Denition of Culture, Faber and Faber, Londres, 1948,
pp. 36-37.

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que debería preservar los valores humanos y difundirlos por medio
de la educación como forma de aminorar los males de la civilización
moderna.
Estas son las posiciones que Williams intenta desarticular para 
poder dar un paso adelante en relación con la tradición de cultura y 
sociedad. Su propuesta es la de una cultura en común. Esta concep-
ción depende de una visión que él no incluye en la de la tradición, la de
que la cultura es de todos, que no existe una clase especial o un grupo
de peroa cuya tarea cota e la creacó de gcado y valo-
re, e e etdo geeral, e e el etdo epecíco de la arte
 y del coocmeto; eta ería ua codcacó de ua poeó e
comú. El ejemplo má claro de la depedeca de la creacó de pro-
ceo que o comue a toda la ocedad e el leguaje; e ete ua 
práctca ocal cuyo gcado e amplado y profudzado por deter-
minados individuos cuya creatividad depende del grupo social para su
telgldad. La creacó de gcado y valore e comú a todo
 y sus realizaciones forman parte de una herencia común a todos. En
oposición a la idea de una minoría que decide lo que es cultura y luego
la difunde entre ‘las masas’, Williams propone la comunidad de cultu-
ra en la que la cuestión central consiste en facilitar el acceso de todos
al conocimiento y a los medios de producción cultural. La idea de una 
cultura en común es presentada como una crítica y una alternativa a 
la cultura dividida y fragmentada que vivimos. Se trata de una concep-
ción basada no en el principio burgués de relaciones sociales enraiza-
das en la supremacía del individuo, sino en el principio alternativo de
oldardad al que Wllam detca co la clae traajadora.
E ete el puto de exó de la tradcó de cultura y ocedad.
El libro de Williams puede ser entendido como el primer paso necesa-
ro para deartcular ete dcuro y adecuarlo al uevo paaje ocal
de la Inglaterra de la segunda posguerra. Están dadas las condiciones
para que miembros de la clase a la que Burke temía y que Arnold que-
ría contener con la dulzura y la luz de la cultura faciliten su propia 
 versión de la tradición que los excluye.

La cultura de la solidaridad
La mirada sobre la cultura desde el punto de vista de la clase tra-
 ajadora ue a lo repreetate má otale de la tradcó de
cultura y sociedad posterior a los años cincuenta: Richard Hoggart, E.
P. Thompson y el propio Williams.
E. P. Thompson (1924-1993), proveniente del Partido Comunis-
ta –del que e alejó depué de la vaó a Hugría e 1956–, e
autor de uno de los libros que cambió la manera de hacer historia 
en Inglaterra. The Making of the English Working Class, publicado en
1963, cottuye uo de lo má poderoo mometo de la tradcó

15
de recuperar la ‘htora de lo de aajo’, o como mero apédce de
la htorografía ocal o como u movmeto mpulor de la h -
toria en general. Junto con Williams y muchos otros, Thompson fue
memro uyete de la correte  New Left , uno de los movimientos
intelectuales más fecundos de la historia cultural inglesa del siglo  xx .
Richard Hoggart (1918), al igual que Raymond Williams, provenía 
de la clae traajadora y etaa e formado e cuato a lteratura.
En 1957 publicó su libro más conocido, The Uses of Literacy, en el que
etuda la tradcoe culturale de la clae traajadora uraa y el
impacto de la cultura de masas sobre sus hábitos y costumbres, que
etaría edo detrudo por la vulgardad y por el ajo vel de la
nuevas manifestaciones. La atención que presta a los procedimientos
de la prensa popular, el cine y los hábitos de la vida cotidiana convier-
te a u lro e uo de lo prmero ejemplo del tpo de vetgacó
que marcaría lo etudo culturale. E 1964, cuado era profeor de
Literatura Inglesa Moderna en la Universidad de Birmingham, fundó
el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos (CCCS), del que fue
drector hata 1968. Ete cetro covocó a mucha gura mporta-
tes de la nueva disciplina, como Stuart Hall, Dick Hebdige y, reciente-
mente, Paul Gilroy.
La proxmdad ográca –amo era de la clae traajadora y o-
tuvieron becas de estudio en la universidad en la que estudiaron letras– 
tanto como el área de interés –los dos se interesaron en manifestaciones
que la tradición de la alta cultura relega a la confusión conceptual de
cultura popular, de maa, de la clae traajadora, y fuero correpo-
sables de la institucionalización de la nueva disciplina de estudios cul-
turale– ha llevado a mucho a cofudr u do gura, reredo la 
ocasión a la humorada del mito «Raymond Hoggart».
Pero de hecho existen grandes diferencias de estatus y de posicio-
nes teóricas. La intervención de Hoggart no tiene el alcance histórico o
teórico de la de Williams. The Uses of Literacy es una representación de
la vda de la clae traajadora como algo tuado má allá del coumo
degradado de la cultura de masas. La estrategia de la argumentación
es establecer la existencia de una cultura como modo de vida basado
e la relacoe ocale e lo arro de la clae traajadora. Al gual
que Williams, se resiente del elitismo de Leavis: reclama, en un texto de
1963, que lo teto de cottur el pla educacoal de Leav, e
decir, formar la minoría crítica, no funcionaba en los cursos para adul-
tos, convirtiendo al profesor en «una especie de miembro del equipo de
 vacunación antitetánica de visita en una comunidad primitiva».12 Mien-
tras, no se le ocurre cuestionar el quién atribuye valor cultural y el para 
qué. Deja ecapar la oportudad de ver que el ámto de la cultura o

12 Richard Hoggart, Teaching Literature, National Institute of Art and Education (1963),
cit. en Paul Jones, «The Myth of ‘Raymond Hoggart’: On Founding Fathers and Cul-
tural Policy», en Cultural Studies, vol. 8, núm. 1, enero de 1994, p. 397.

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es un campo dado y estático, sino que está abierto a la contestación y a 
la reapropiación. Para quien no cuestiona lo que es alta cultura o quién
decide lo que es relevante culturalmente tanto como lo que no lo es, la 
salida política se resume en la difusión a través de la educación de «lo
mejor que fue peado por la humadad»,  preocupare por qué
atribuye valor cultural o decide qué partes de la humanidad ‘tienen’
cultura. En este sentido, su proyecto, así como el de Leavis, mantiene
la exó aroldaa del deer de guar y proteger a la maa. Re-
torna aquí, con plena fuerza, la idea de Coleridge de la necesidad de
entrenar a una clerecía, esa minoría capaz de guiar a las masas por
los caminos de la alta cultura y de defenderla –mediante el cultivo de
 valores espirituales– de las máculas del materialismo de la civilización
contemporánea.
El discurso de Williams va, a lo largo de su obra, desmontando esta 
dicotomía entre cultura y civilización y sus oposiciones correlativas
entre mundo espiritual y mundo material, creatividad y mecanicismo,
gran arte y vida ordinaria. Su obra pretende superar las dicotomías
que estructuran la posición de la tradición de cultura y sociedad. En
ella, la ‘Cultura’, co C mayúcula, e tuada lejo de la vda materal,
dode ecuetra u gcado. Para Wllam, la cuetó odal e
 vercar que la cultura e producda de forma mucho má ampla de
lo que quieren hacer creer los defensores de la cultura de minorías.
Lejo de deprecar lo que comúmete e dega como la grade
obras de la Cultura, resulta necesario apropiarse de esta herencia co-
mún retenida en las manos de pocos mediante la apertura del acceso
a los medios de producción cultural. Williams recuerda que es preciso
reelare todavía cotra otra detcacó deda, la de cultura po-
pular con cultura de masas. Ya en la reseña de The Uses of Literacy se
diferencia de Hoggart en este aspecto crucial:
[Hoggart], au cuado co dculpa y reerva, admte la det -
cación extremadamente dañina y equivocada entre cultura popular
(periodismo comercial, revistas, entretenimiento) y cultura de la cla-
e traajadora. De hecho, la gra fuete de eta cultura popular e
halla muy lejo de la clae traajadora, pueto que e trata de ua 
cultura que ha do ttuda, acada y pueta e fucoame-
to por la burguesía, y sigue siendo típicamente capitalista en cuanto
a su modo de producción y distribución.13
La diferencia fundamental que la contribución de Williams aporta 
al debate es la percepción materialista de cultura: los bienes cultura-
les son resultado de medios también ellos materiales de producción
(que va dede el leguaje e tato que coceca práctca hata lo
medios electrónicos de comunicación), que concretan relaciones so-
cale compleja aarcado a ttucoe, covecoe y forma.

13 Raymod Wllam, «Fcto ad the Wrtg Pulc: Revew of Rchard Hoggart’», e
«The Uses of Literacy», Essays in Criticism, núm. 7, 1957, p. 425.

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Der cultura e proucare acerca del gcado de u modo de
 vida. Es este el vasto campo de estudio y de intervención abierto a los
estudios culturales en el momento de su formación.

Desdoblamientos: el debate en la actualidad


 A pear de la uctuacoe de etdo a lo largo de la htora, re-
umda de maera umara e eta prmera leccó, la decó de
cultura, en sus diferentes momentos, denotaba una categoría inclu-
siva en la que las particularidades se disolvían en un término mayor
aarcador de valore y gcado má geerale. Ua de la medda
del valor de cultura, como las artes, era precisamente el que estas
detlaa eo valore ‘uverale’. Tal como arma u cometarta 
irónico y cuidadoso:
Tradicionalmente, la cultura era un modo de neutralizar nuestras
mezquinas particularidades en un medio más abarcador que incluía 
a toda la coa. E tato que forma de ujetvdad uveral, de -
signaba a aquellos valores que todos compartíamos por el simple he-
cho de nuestra común humanidad… Al leer, asistir a un espectáculo
u oír múca, dejáamo e upeo uetro yoe empírco, co
todas sus contingencias sociales, étnicas y sexuales, convirtiéndonos
aí e ujeto uverale. El puto de vta de la alta cultura, aí
como el del Todopoderoso, era el punto de vista de todas partes y de
ningún lugar.14
 A partr de la década de lo eeta e produjo otro vraje emá-
tico en el concepto de cultura, al sumarse cambios en la organización
social de un mundo conectado por los medios de comunicación de
masas, en el que profundas transformaciones económicas y políticas
terminaron por debilitar un proyecto colectivo de cambio social.
«Vva la dfereca» y «aajo el uveralmo» parece er lo ue-
 vos términos de orden en una época a la que se decidió denominar
posmoderna, como si todo hubiese superado lo contemporáneo. En
este nuevo momento, la Cultura, con mayúscula, es sustituida por
culturas en plural. El foco no se halla ya en la conciliación de todos
en la lucha por una cultura en común, sino en las disputas entre las
diferentes identidades nacionales, étnicas, sexuales o regionales.
De gual modo, la cultura deja de eteder la polítca como u e
mayor, representando por el contrario los términos en que la política 
e artcula. Tal como recuerda Edward sad, «la cultura e el campo de
 batalla en el que las causas se exponen a la luz del día y luchan unas
contra otras».15
Este nuevo movimiento echó por tierra, por un lado, las pretensio-
nes de neutralidad y de inocencia de la cultura. Y, por otro, estrechó

14 Terry Eagleton, The Idea of Culture, blackwell, Oxford, 2000, p. 38.


15 Edward sad, Culture and Imperialism, Chatto and Windus, Londres, 1993, p. xvi.

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la noción de lo político, reducida ahora a una práctica cultural y a la 
defensa del particularismo de diferencias culturales.
Este estrechamiento termina acercando a los estridentes activis-
tas culturales posmodernos a los combativos defensores de la Cultura 
como refugio de los negocios del espíritu; el reino en el que todos los
ere humao etaríamo reudo y a partr del cual e juzgaría a 
la ocedad y, a largo plazo, e la modcaría. Amo deja de lado,
por ejemplo, el ámto de la ecoomía y el de la coercó del poder del
Etado que la rve. Al  de cueta, o eto lo que artcula lo
cambios sociales en la dirección de sus intereses.

Lecturas recomendadas
 Adero, P., «A cvlzaçâo e eu gcado», e  Praga-Revista de Estudos
 Marxistas, núm. 2, 1997, pp. 23-41.
 Arnold, M., Selected Prose, Penguin Books, Londres, 1970.
Eagleton, T., The Idea of Culture, blackwell, Oxford, 2000.
Eliot, T. S., Notes Towards the Denition of Culture, Faber and Faber, Londres,
1948. [Tr. cast.:  Notas para una denición de la cultura, Emecé Editores,
Buenos Aires, 1948 (N. del T.)].
Hoggart, R., The Uses of Literacy, Chatto and Windus, Londres, 1957.
Said, E., Culture and Imperialism, Chatto and Windus, Londres, 1993.
Thompson, E. P., The Making of the English Working Class , Victor Gollanzcs,
Lodre, 1963.
 Williams, R., Culture and Society, 1780-1950, The Hoggarth Press, Londres,
1958.
 –––  Keywords: A Vocabulary of Culture and Society, Fotaa, Lodre, 1976.
 ––– The Long Revolution , Chatto ad Wdu, Lodre, 1961.

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