You are on page 1of 97
V. ZHUKOVSKAYA * | CHARLAS SOBRE LA EDUCACION _ blema | A LOS PADRES ACERCA ctubre DE LOS HIJOS presién jeiones alidad 1 Pais Inerced Iz para ones. fa Wiética educa suntos a EL Estado bulo 45 fiblicas ladanos cién. todos 6n con i Indaria ) desa- Senica, Ibre la ay la i | EDITORIAL PROGRESO mosct ‘Praducido del ruso por Af. Gonzdles Presentacién de A.-Astre(sov B. IKyrovewaa ‘BECEABI O ROCHMTA HHH Ponuveume 0 neva © Mayarenseroo «Hapomua acneray 1977 @ Uspareasero «Tporpeces 1977 @ Traduccién al espafiol Editorial Progreso, 1979 Impreso en la URSS ce 4.311.000.000 01401) —79 a 27979 ERLE 2. gb INTRODUCCION La formacién de una personalidad arméni- caménte desarrollada constituye el problema central de la pedagogia soviética. La Gran Revolucién Socialista de Octubre de 1917, al liberar al hombre de la opresién clasista, social y nacional, creé las condiciones para el desarrollo universal de la personalidad de cada miembro de la sociedad. En el Pais soviético esta posibilidad no es ninguna merced casual, suerte de algunos ni ventaja feliz para los elegidos, sino patrimonio legal de millones. El Partido Comunista de la Unién Soviética y el Gobierno soviético consideran la educa- cién de la joven generacién uno de los asuntos més importantes del Estado socialista. El hombre pereibe esta preocupacién del Estado desde la edad més temprana. En él articulo 45 de la Constitucién de la Unién de Repiblicas Socialistas Soviéticas se dice: «Los ciudadanos de la URSS tienen derecho a la instruccién. Aseguran este derecho la gratuidad de todos los tipos de instruccién, la implantacién con cardcter general de la ensofianza secundaria obligatoria de la juventud y el amplio desa- rrollo de la instruccién profesional y técnica, secundaria especializada y superior sobre la base de vincular la ensefianza con la vida y la 3 oh Soe Babee, 7% produccién...» En la URSS existe und vasta red de casas-cuna y jardines de la infancia se ha implantado Ja onsefianza general media obligatoria, se cuenta con muchas y diversas escuelas profesionales y de peritaje.. Las voca- ciones del nifio no pasan desapereibidas, brin- dandosole plena posibilidad de fomentar y perfeccfonar sus aptitudes. Los menores tienen a su disposicién palacios de pioneros, escuelas musicales y corcogréficas, estudios ‘do artes plisticas, circulos teatrales, etc. No en vano dicen que en la Unidn Sovistica existe una sola clase privilegiada: los nifios. La educacién en la familia os uno de los modos de formacién de la joven generacién en la sociedad socialista, Existe la opinién errénea de que a medida que la sociedad so- cialista avance hacia el comunismo ind exi- miendo a la familia del deber de educar a los nifios. La sociedad socialista no exime en abso- Into a la familia do esas obligaciones, sino, al contrario, al facilitar y racionalizar el aspecto econémico-material y laboral do la vida, al contribuir al florecimiento de los aspectos moral ¢ intelectual de las relaciones familiares, garantiza posibilidades més amplias para ocuparse de la educacin en la familia. La idea do la responsabilidad paternal por la formacién de los hijos esté determinada en la logislacién soviétioa. Los padres no pueden contemplar la educacién como un asunto pri- vado que ationden si asi lo desean. La educa- cién de los hijos y la preocupacién por su desarrollo universal es un deber directo de los padres, del quo responden personalmente ante Ta sociedad. «Quien sino los padres deben preocuparse de que los hijos asimilen bien los 4 conocimientos que proporciona la escuela y, ademés, se habitiien al orden, a la disciplina, a observar Jas normas de la vida de nuestra sociedad... La unidad de los esfuerzos de la familia, la escuela y la sociedad os parte in separable de la pedagogia soviéticayt —dijo L. I. Brézhnev en el Congreso Nacional de Pedagogos. En la Unién Soviética se ha formado un sistema tinico de educacién y ensefianza, cuyo fundamento ideolégico es la doctrina marxista- Jeninista, En las obras de C. Marx, F. Engels y V. Lenin se revela el contenido de los prin- cipios, tareas y métodos bisicos de la educa- cién del hombre nuevo. La pedagogia sovié- tica utiliza también extensamente los logros de los clisicos del ponsamiento pedagdgico, asi como de los cientificos soviéticos y extranjeros modernos. Las obras do la eminente pedagoga soviética N. K. Krépskaya, esposa y compafiera de Iucha de V. I. Lenin, han ‘desempefiado un papel inaprociable en el desenvolvimiento de Ja toorfa de la educacién comunista. Concedia particular significado, para la formacién del hombro nuevo, a los principios colectivistas en la vida de los nifios, entre ellos, las vivencias colectivas. Consideraba que el nifio debe hallarse desde su edad més tomprana en un ambiente en que viva, juegue, estudie, com- parta sus alegrias y amarguras con otros nifios y con los adultos. «Las impresiones vividas colectivamente aproximan a los alumnos, Cuanto més variadas y profundas sean, tanto 1 Documentos del Congreso Nacional de Pedagogos. M., 1968, cd. en ruso, pag. 16. a 5 mayor ser ese acercamiento espiritual... La conciencia de si mismo como parte del todo tiene enorme significacién educativa y dis- ciplinante»?, N. K. Krépskaya examinaba la educacién social en estrecha concatenacién con la fa- miliar. El insigne pedagogo soviético A. Maké- renko hizo un aporte considerable a la tooria marxista-leninista dé la educacién. Con su labor préctica demostré brillantemente el papel educacional que la colectividad desem- pefia en la formacién de la personalidad. Subrayaba que el estilo de la colectividad —la conjugacién de las elevadas exigencias con la alta confianza en las personas— so determina por el estilo de Ja vida social. «La vordadera pedagogia —decia A. Makarenko— es la que repite la pedagogia de toda nuestra sociedads*. A. Makérenko dedicaba particular atencién a la consideracién do las peculiaridades indivi- duales del niffo en el proceso de la educacién. Este problema obtuvo un despliegue original en la préctica del destacado pedagogo soviético V. Sujomlinski, director de una escucla rural do_Ucrania. Con su larga experiencia V. Sujomlinski confirmé de manera convincente la importan- cia que la comprensién del mundo espiritual del nifio tiene para el logro de una educacin eficaz. Sefialaba: ¢Allé en el lugar mds recén- dito. de su corazén cada nifio tiene su cuerda musical, que suena con timbre. propio, y ® 'N. K. Krdpskaya. Obras pedagégicas, M., 1950, ed. on ruso, t. 4, pag. 246, 2 A. Makdrenko, Obras Bscogidas. M., 1958, od. on uso, t. 5, pag. 456. para que el corazén vibre a mi palabra he de ajustarme al tono de esa cuerday‘. “Tanto V. Sujomlinski como toda la colectividad pedagégica que dirigia hacian cuanto estaba en sus manos para ajustarse al ctono de esa cuerday; quiz ese fuera el motivo de que en su escuela no hubiera nifios «dificiles». En las condiciones contempordneas, la teo- ria y la’ prdctica de la educacién se han enri- quecido gracias a diversas investigaciones psicolégicas y pedagégicas ofectuadas por cion- tificos soviéticos y extranjeros. Los conocimientos pedagégioos son impres- cindibles para los padres, primeros educadores del nifio, pero, lamentablemente, la mayoria no los tiene. Se tropieza atin con: padres y madres que consideran la educacién asunto ajeno a ellos y obligacién de la escuela. Existe asimismo una categoria de progenitores que quisiera educar correctamente a sus hijos, pero no sabe dénde y cémo obtener los conocimiéntos nocesarios. En la presente edicién se analizan distintos problemas do la educacién de los nifios en la familia. Su autora, V. Zhukévskaya, candida to a doctor en ciencias psicolégicas, ha man- tenido correspondencia con’ muchos padres, ha comparecido ante la radio y la televisién, ha tenido entrevistas con los padres on la es- cuela y ha dictado conferencias sobre la educacién. El libro sintetiza la experioncia dé muchos padres, ofrece el andlisis psicolégico de ojem- plos coneretos de la vida y las tosis fundamen- tales de la pedagogia familiar. 4 V. Sujomlinski: Mt corazén es para los nifos. Kiev, 1969, ed. on ruso, pag. 83, EL DESARROLLO DEL NINO En la literatura pedagégica y filoséfica, asi como en la vida cotidiana, encontramos con frecuencia el concepto «personalidad». Pero, {conocemos todos qué significa? El nifio nace con determinados gérmenes, es decir, con ciertas peculiaridades fisioanaté- micas (se trata, ante todo, de la estructura de Jas células de la corteza cerebral, la sensibili- dad de los analizadores, la complexion cor- poral, la salud). Esta organizacién congénita es la que se donomina hereditaria; de ella de- pendera el cardcter de las reacciones del nifio a unas u otras acciones del medio, la manifes- tacién de las facultades, etc. Por ejemplo, las extraordinarias dotes musicales de Mozart no pueden entenderse sin tomar en considera- cién las particularidades de la estructura fi- sioanatémica de su cerebro y de los érganos de los sentidos. Mas tampoco debe rebajarse el papel que los factores sociales dosempefian en la formacién psiquica de la personalidad. Esta filtima depende no sélo de los anteceden- tes hereditarios, sino también de las influen- cias que el medio y la educacién ejercen sobre 8 la persona. Asi pues, no ha do haber con- traposicién interexcluyente entre lo social y lo natural, Todo nifio nace con premisas para llegar a ser personalidad, pero el que lo logre depende de las condiciones de la educacién. EI menor entra desde su edad temprana, con ayuda de los padres, en el sistema de relaciones sociales y siente su influjo. El hombre de- viene personalidad en el proceso del desarrollo social. La psicologia humana no puede com- prenderse si se la toma separada de las con- diciones histéricas concretas, de la sociedad aque la persona pertenece, de la familia en que crece'y se educa. Sélo a través de la comunica- cién con la gente el individuo ¢asimila» su experiencia, domina su lenguaje y cultura, se incorpora al trabajo y otros tipos de activi- dad social. Al conocer la realidad circundante, va conociendo simulténeamente su propia esencia social. Marx sefialé en este aspecto: «El hombre primero se ve en otro hombre como on un espejo. El hombre Pedro empieza a mi- rarse asi mismo como a un hombre inicamente considerando al hombre Pablo como a un semejanten!. ‘Ademas del concepto «personalidad» existe también el concepto «individualidad». Cuando decimos sindividualidad», subrayamos con ello la irrepetible combinacién de peculiaridades psicolégicas de una persona concreta’ —ca- racter, temperamento, emotividad, aptitudes, necesidades, ideales—, que la diferencian de Jas otras. 2 C, Marx y F. Engels. Obras. M.—L., ed. on rtis0, 4, 23, pag. 62, La individualidad de unos es viva, Hamati- va, mientras la de otros es imperceptible. Los nifios de una misma edad tienen muchos rasgos comunes, tipicos, pero, al mismo tiem- po, cada uno posee sus peculiaridades in- dividuales. Por ejemplo, Aliosha (5 afios), a diferencia de Seriozha (5'afios también), es inerte, siom- pre queda rezagado do sus giles cocténeos, particularmente en los juegos deportivos. Mas los padres estén satisfechos: siendo el mucha- cho tranquilo, da poco trabajo. Eso ahora, pero gy luego? Cuando Aliosha empiece a asistir al colegio pudiera ocurrir que su inercia le impida estudiar bien, relacionarse con los camaradas... ¢Por qué es asi? Esto es ya otra cuestién. Quizd su desarrollo fisico sea in- suficiente. Quizd tenga temperamento flegmé- tico. De hecho, en todo eso es precisamente en lo que se percibe la individualidad dol chico. Las investigaciones psicolégicas demuestran que las condiciones externas influyen sobre la formacién de la personalidad refractindose a través de las internas. La accién del educador esti lejos de originar siempre en los nifios una reaccién del mismo tipo, ya prevista por él. A valoraciones, clogios’ y premios iguales, unos nifios respondon con alegria y dignidad; otros, con enojo, pues so dan cuenta de no haberlo merecido, y los tercoros lo perciben como impulso para corregir y superar las dificultades en el estudio, el deporte, los juegos, otc. Las reacciones do los nifios son va- riadas y, a veces, hasta contrarias. Los padres y pedagogos no pueden perder de vista estas regularidades en el proceso educacional. 10 El nifio so hace personalidad al asimilar el enorme caudal moral de conocimientos y re- presentaciones acumulados colectivamente por la humanidad on el transcurso de toda su histo- ria. Es un proceso complicado, por eso también el desarrollo del menor recorre un camino complejo. Para dirigir con &xito la formacion de la per- sonalidad, los padres deben saber que el desa- rrollo del nifio se produce irregularmente, a saltos. Unas vecos las nuovas palabras, los nuevos conceptos y hébitos aparecen pasados un dia o una semana; otras, no so rogistra adelanto alguno en el curso de varias semanas. Entonces, los padres empiezan a dudar do que su hijo sea tan capaz como ellos quisieran. Les recomendamos que no se disgusten. Los psicélogos y fisiélogos han establecido que el crecimiento y desarrollo de los nifios no siempre transcurre con la misma intensidad. La cioncia ha determinado quo esta dindmica tiene perfodos erfticos en los que el desarrollo del'sistema nervioso central es particulaimente impetuoso. Debe recordarse que muchos do los cambios que suceden en el organismo infantil son poco perceptibles exteriormente; se trata dol lamado perfodo latento. Pero llega el momento en que los cambios cuantitativos ocultos se transforman en cualitativos. Por ejemplo, el nifio, una voz haya dominado distintos sonidos, comienza a pronunciar las primeras palabras. Es ésta una etapa inuy sustancial de su vida. Pronto, ol pequefio no s6lo Hama a los objetos por sus:nombres, sino que también encuentra caractores similares en varios objetos y los-da:una denominacién comin. En esta época no se limita a pronun- 44 ciar las palabras; manifiesta, ademas, un vivo interés por las nuevas formaciones de pala- bras, se dedica a la creacién de las mismas. Eso'es un salto nuevo en su evolucién mental. La siguiente etapa —el paso al lenguaje co- herente y desplegado— esta relacionada con la sucesiva dominacién. del vocabulario y de las formas gramaticales del lenguaje. La eficacia del desarrollo del lenguaje dependo directa- mente de la intensidad del proceso de comuni- cacién del pequefio con los adultos. Cuan- to més activa sea ésta, mds fructiferamente avanzaré el lenguajo del menor. Ademés, la ciencia ha establecido que la actividad es una condicién indispensablo para el desarrollo de la psiquis infantil; por ejemplo, la independencia en el juego con objetos contribuye a que el nifio aprenda a formular con palabras sus ideas, a planificar el orden de accién. Este es el motivo de que en el citado perfodo de de- sarrollo del nifio los padres deben estimular por todos los medios las actividades infanti- les. Esto iiltimo favorece, a su vez, la activa- cién do otros procesos psiquicos (la percep- cién y la memoria, el pensamionto y la ima- ginacién, los sentimientos y la voluntad, etc.). Los cientificos dividen convencionalmente el desarrollo del nifio en varios porfodos con- vencionales, cada uno de los cuales posee sus peculiaridades anatémicas, fisiolégicas y psi- quicas propias. Las condiciones favorables para el desarrollo infantil deben crearse to- mando en consideracién esas particularidades. EI concepto «edad» revela un conjunto de determinadas peculiaridades.. psiquicas y fi- siolégicas del hombre. 12 En el adulto, s¢ producen también,- por supuesto, cambios relacionados con la edad, pero son de tipo totalmente distinto a los de los nifios. Tratdndoso de éstos, es muy impor- tante y fructifero tomar en consideracién la edad. La formacién del organismo humano culmi- na, on lo fundamental, al final de Ja juventud. Luego, empieza un perfodo en el quo el desa- rrollo es principalmente de cardcter interior, espiritual, y puede prolongarse hasta edades avanzadas. En el nifio, la fisonomia exterior y la psiquis se modifican bruscamente en el curso de un perfodo relativamente pequefio. Crece y se fortalece el sistema éseo y muscular, se desarrolla el cerebro y se perfeccionan los procesos psiquicos (la sensacién y la percep- cidén, la atencién y la memoria, el pensa- miento y el lenguajo, la voluntad, la imagina- cién, el sentimiento). Se forman diversos rasgos do la personalidad (facultades, costumbres, intereses, cardcter, temperamento); aparecen las convicciones y los puntos de vista; en una palabra, tiene lugar un intonso proceso de socializacién del’ nifio. La ciencia divide la vida del nifio en siete perfodos de desarroll 1. Recién nacido, hasta 1. mes. 2. Bdad temprana, del mes al afio. 3. Edad antepreescolar, del afio a los 3 aiios. 4, Edad preescolar, de los 3 aiios a los 7. 5. Edad escolar inferior, de los 7-8 afios a los 11-12. 6. Edad escolar mediana, de los 11-12 afios a los 14-15, 7. Edad escolar superior, de los 14-15 afios a los 17-18. 43 Al adoptar esta divisién debe ontenderse qué los periodos son convencionales, por cuanto no puede haber fronteras absolutamente exac- tas entre las edades. No obstante, es imprescin- dible “una contemplacién integral del desa- rrollo de la personalidad, que tome en consi- deracién sus cambios fisioanatémicos y psi- quicos en su coneatenacién dialéctica. Existen perfodos de maxima responsabilidad para el desarrollo del nifio. Por ejemplo, cuan- do empieza a andar; luego, a hablar y'a tomar conciencia de su propio «yon; al poco tiempo, entra en la etapa de los «{por qué?» abrumando a los padres con las preguntas mas diversas, etc. En estos perfodos tiene lugar la reestructura~ cién de los sistemas vegetativo y endocrino, aparecen necesidades nuevas, el nifio rece, su psiquis cambia cualitativamente, etc. Los cientificos han denominado crisis los periodos en los que las condiciones biolégicas son las més favorables para la formacién de una u otra funcién psiquica. Estas son varias: a los 2 afios; a los 3-4, a los 7-8 y, por ultimo, alos 12-4, Son naturales y légicas. Tomemos la crisis de los nifios de tres afios, por ejemplo. A esta edad aparece el deseo de sor independiente, empiezan a dominar los elomentos de autoservicio. El nifio comienza a separarse del adulto, surgen las formas iniciales de autoconciencia. Se trata de un cambio radical en el desarrollo psiquico. siYo, yo solols, grita cuando alguien quiere hacer algo por él. Si los padres siguen mante- niendo el antiguo tipo de relaciones con el pequefio y limitan con ello su actividad, en- tonces un nifio normal, que se desarrolla co- rrectamente, puede empezar a encapricharse, 14 obstinarse, mostrar por todos los medios su actitud negativa respecto a las exigencias de los adultos. Pero si los padres comprenden la osencia de la crisis y estimulan racionalmente la independencia del nifio, aquella transcurre con tranquilidad. Desde el punto do vista de la interpretacién materialista dialéctica de la cuestién, debe considerarse que el surgimiento y la solucién de las contradicciones entre las necesidades aparecidas y las posibilidades de su satisfac cién constituyen la fuerza motriz de la evolu- cién de la psiquis. Por ejemplo, la necesidad de comunicacién y Jas limitadas posibilidades lingiifsticas estimulan el desarrollo del len- guaje en los nifios. La necesidad do jugar conduce a la asimilacién de hébitos, modos Y procedimientos. Los padres y educadores deben ayudarle a resolver esas contradiccio- nes, apoydndose en el conocimiento de las peculiaridades de la edad e individuales, asi como en la experiencia propia. Las necesidades del nifio se desarrollan bajo la influencia de los adultos, principal- mente de los padres, quienes crean las pri- meras condiciones para resolver las contra- dicciones entre sus necesidades y posibilida- des, entre el «quiero» y el «debo». Asi pucs, precisamente el medio familiar tiene al prin cipio el mayor significado para el desarrollo del nifio. LA FORMACION DEL LENGUAJE Y LA PREPARACION PREESCOLAR La formacién del longnaje es un proceso complicado. Su desarrollo tiene multitud de peculiaridades individuales dependientes del estado fisico del nifio, su psiquis, las condicio- nes de la educacion y el caracter del lenguaje de las personas que le rodean. Unos nifios empiozan a hablar temprano y do golpe; otros, un poco mds tarde, y los terceros so rezagan considerablemente, inquiotando al principio a sus padres con un silencio tenaz ¥ asombrindolos luego con su excesiva locua- didad. Es muy frecuente que los nifios callados se conviertan en , sino que, con frecuencia, hasta los adelanta. Es necesario tener presente que los padres no pueden dominar todos los aspectos del pro- c9s0 didéctico; el contenido de las materias estudiadas, por ojemplo, se determina funda- mentalmente por la escuela. Pero las primeras manifestaciones de curiosidad, la acumulacién inicial, aunque atin ametédica, do conocimien- tos sobre el mundo circundante transourre dentro de Ja familia, bajo la direceién de los padres. In este terreno pueden hacerso muchas cosas, y la principal consiste en proparar interiormente al nifio para la asimilacién de conocimientos, despertar su interés hacia ellos. Lamentablemente, algunos padres se ocupan de la ensefianza temprana do sus hijos con- vencidos de que si aprende en casa a leer, escribir y contar, en la escuela todo iré como sobre ruedas y el éxito est garantizado. Pero en la preparacién proescolar hay que prestar asimismo atencién a otros factores: ¢Sabe ol nifio observar, narrar de forma légica y cohe- rente? ;Puede permanecer sentado con tran- quilidad? jTiene desarrollado el sentimiento de colectivismo? gEsté acostumbrado a los 22 «Puede esfuerzos volitivos? {Es cuidadoso? autoservirse? Esta relacién de preguntas no es casual. Todos esos elementos son muy importantes para que el estudio en la escuela sea fructifero: “Tomemos a Sasha, por ejemplo. Antes de ingresar en la escuela dominaba ya ol -len- guaje verbal, lofa y contaba bien. Pero en el colegio se retrasaba de los demas, tanto en el trabajo como en el autoservicio; todo se le caia de las manos. Era un muchacho muy agitado; por ese motivo, los dibujos le salfan sucios, carentes de interés. Daba la impresién de ser un chico incapaz. Sin embargo, no se trataba de eso, sino de que no lo habjan pre- parado para la escuela. ...La mama de Tolia nos cuenta que cuando su hijo ingres6 en el I grado sabia ya todas las letras, contaba hasta 1.000 © incluso lefa un poco. Sin embargo, en la escuela sus evalua ciones eran mediocres debido a los descuidos y la falta de atoncién. Carecia de tesén, orga: nizacién e iniciativa. Se habia omitido ta pién un tipo de preparacién de tanta importan= cia como la lectura en voz alta, por lo que el lenguajo de Tolia no se desarrollaba lo bas- tante bien. Empozé a perder el interés por ol estudio. Como vemos, la mam4 de Tolia no habia dedicado atencién a los aspectos necésa~ rios en las primoras fases, le habia ensefiado otras cosas. Jamis debe olvidarse que la preparacién para el estudio no so reduce a dos 0 tres (omés) adelantos concretos. Es de excepcional impor- tancia determinar el nivel del desarrollo ge- neral del nifio: preparaciébn fisica, curiosidad, laboriosidad, capacidad “para los . esfuerzos 23 volitivos, para vivir y Ievarse bien con los otros nifios en la colectividad. Cada edad tiene sus propias tareas. Si no se las atiende, puede ocurrir que el ulterior de- sarrollo del nifio so inhiba y éste se encuentre sin fundamentos para asimilar los nuevos cono- cimientos y habilidades. Por eso es indispen- sable sentar esas bases antes, en la familia. Hay que acostumbrar al nifio a escuchar con atencién, hablarle més, explicarle muchas cosas procurando conducizlo hacia compara- ciones elementales, hacia sus propias deduc- ciones. : El perfeccionamiento de los érganos de los sentidos —«tentaculos> del cerebro— tiene suma importancia a esa edad. Cuanto’ més yea, oiga, palpo y olfatee el pequefio, mas preguntas surgirén en su mente y més fuerte sera su deseo de conocer algo nuevo. Asi pues, es necesario darle a conocer en el grado maximo posible, el mundo circundante, las diferentes propiodades y cualidades de los objetos (color, forma, tamafio, olor). El desarrollo intelectual es inseparable del sensorial. Cuanto més rico sea el mundo sensorial del nifio, més fructifero seré su desarrollo mental. Lo fundamental consiste en dosportar la curiosidad de saber y orientar adecuadamente su actividad cognos- citiva. “Si un pequefiuelo de dos affos so acuclilla para seguir con atencién el movimiento de una oruga, no le interrumpa ni le apresure tirén- dole de 1a mano; tenga paciencia, brinde al ni- fio la posibilidad de examinar al animalito. Y mejor atin si usted mismo participa en el adescubrimiento». Higale preguntas: —«gCémo se lama este gusanillo? De qué se alimenta? 24 ¢Cémo se mucve?»—, y el nifio empezaré a tefloxionar involuntariamonto. Impulse al nifio a ver las cualidades que no haya percibido en algin objeto. Eso propor- cionaré a su desarrollo futuro mucho mas que el saber leor una frase. Es importante desper- tar on él la necesidad de hacer por si solo adescubrimientos», adivinar acertijos, conocer Jo nuevo, hallar la somejanza y la diferencia entre los objetos, os decir, onsefiarle, en gone- ral, a gozar del’ propio proceso cognoscitivo. El pequefio Androika estaba construyendo algo con unos cubos, pero éstos se cafan una y otra vez; entonces pregunté a su papa: 4gPor qué se derrumba mi garaje?». El padre contemplé la tobrar y dijo: «Vamos a pasear. Veremos cémo construyen los garajes, las casas y por qué no se caen las paredes». Andreike nunca so habia fijado en las cons- trucciones cuando salfa de paseo. Pero esta vez las miraba con curiosidad: en efecto, gpor qué no se caen las paredes de verdad? La forma en que Andreika apresuraba al pap eviden- ciaba su gran interés. Se acercaron a una obra. El padre le propuso observar con atencién cémo estaba hecha una pared de ladrillo, cémo enladrilaban la otra. Se fijaron en la manera de colocar cada Jadrillo; ol albaiil ponia el superior sobre la junta’ de los dos inferiores; vieron el modo de verificar la igualdad ‘de la mamposterfa. El padre le explicé todo pacientemente, y el pequeiio dijo: «Ahora ya s6 por qué es lisa la pared». Cuando regresaron a casa, emprendié inmedia- tamente la «construcciéno del garaje copiando todo lo visto, y las paredes no volvieron a derrumbarse. 25 Recuerden que la educacién del espiritu de obsorvacién es una condicién indispensable para el desarrollo general del nifio. Resultan muy dtiles los juegos durante los cuales surgen nuevos conceptos y representaciones. Pero lo principal consiste en que crece la capacidad de interiorizar lo visto. Es necesario ensofiar a los nifios a escuchar con atencién, siondo muy importante que a los 5 66 afios pronuncie correctamente los sonidos. Muchos nifios tartajean, cecean, doblan los sonidos donde'no se debe y, al contrario, omi- ten otros. Se impone ensofiarle con pacioncia, desde la edad temprana, a pronunciar correcta- mente las palabras; es muy provechoso hacer que cuente en voz alta las cucharas colocadas en la mesa, diga los nombres de los juguetes, componga palabras con ol rompecabezas de letras. ‘Al oscuchar los programas infantiles radiados procure que se fije en cémo pronuncia las palabras y expresiones cl locutor. Cuando termine el programa, pida a su hijo quo le narre el contenido. No olvide preguntarle: «iNo te acuerdas cOmo pronuncié el locutor la palabra (algin vocablo diffcil)? Por favor, haz memoria y repftela...» Esto forma tam- bién parte de la preparacién del nifio para su ingreso en la escuela y le ayudard real- monte a aprender més de prisa a leer y escribir. No se precipite. El objetivo principal resi- de on que su hijo obtenga un desarrollo gene- ral. Al procurarlo, usted ensefia al nifio. La ayuda activa debo empezarse dando res- puestas asequibles a los infinitos-«por qués ¥ «para qué, ensefiéndole no sélo a escuchar, sino también a ofr; no sélo a mirar, sino tam- 26 bién a ver; no sélo a preguntar, sino también a reflexionar. La ensefianza de la lectura y la escritura no puede considerarse la tnica forma do pro- parar a los nifios para el ingreso en la escuela. Puede ensefiarle a leer, escribir y contar, pero siempre a condicién de que despierte ol inte- 36s hacia ese tipo de actividad. Puede sontirse satisfecho si su hijo o hija domina de 700 a 800 palabras a los cinco afios, si puede concentrar su atencién durante 20 6 25 minutos, relatar con facilidad un cuento, dibujar. Debe alegrarse de que tenga curiosidad por saber, espiritu de observacién y sea socia- ble. Esto constituye, precisamente, determi- nada preparacién para la escuela. Y, natu- ralmonte, si usted lo desea y sabe hacerlo, ensefie a'su hijo a leer y escribir: ‘No hay que olvidar tampoco otra circuns- tancia: es importante que, al ingresar en la escuela, el nifio esté fisicamente fuerte y sano. Se ha establecido que los nifios débiles asimi- Jan el programa escolar a costa de sobreten- siones nerviosas, lo que puede incidir nega- tivamente tanto en la salud como on el futuro estudio. La salud y el estado fisico tionen relacién inmediata con los éxitos en la escuela. LOS PRINCIPIOS DE LA EDUCACION Cada poriodo de edades tiene su especificidad y plantea determinadas tareas y problemas ante los educadores. Pero, a la par, existon también ciertos principios generales de la cducacién que han de tenerse siempre pre- sentes por cuanto resultan tan eficaces a los 3 afios como a los 46. 7 4Qué es la educacién? Se entionde por tal el proceso organizado, orientado a una fina- lidad y continuo de formacién de la persona- jidad. La intervencién del adulto es su ele- mento obligatorio del mismo, pero no se limita a las instrucciones puramente pedagé- gicas. El modo de vida de la familia, el‘ejem- plo de los padres y sus relaciones mutuas edu- can también a los hijos. No debe olvidarse tampoco que el niimero de influencias, de -lo més variadas —camaradas, libros, programas de radio y television, ete.—, aumonta a medi- da que el nifio crece. Esto torrente de influ- jos puede contener ejemplos malos y predo- minios morales nocivos. Tomada en conside- racién esta circunstancia, los padres tienen el deber de hacer todo lo posible para inmu- 28 nizar al nifio contra los influjos negativos. Aqui, es indispensable recordar que el ejemplo positivo vivo del educador afirma en el edu- cando lo positivo y contribuye a destruir lo negativo. Los padres estén obligados a procu- rar que la educacién sea un proceso sistemé- tico, enfilado a un objetivo determinado, meditado y dirigido. Para ello, conviene partir de varios preceptos fundamentales: 1. El estudio del nifio, la comprensién do las peculiaridades individuales y de la edad, de Ja motivacién de sus actos. Lacapacidad pater- na para penetrar en el mundo interno del hijo y fijar sus sontimientos mas sutiles cons- tituye, precisamente, la base sin la cual todo intento de influir sobre el menor queda redu- cido a una emprosa vacua e intitil. La pedagogia considera la educacién como un proceso muy delicado de accién sobre el nifio, fundamentado en el humanismo y el tacto. V. Sujomlinski sofialaba que la educacién es ante todo Huma- nologia. Sin conocer al nifio —su desarrollo mental, pensamiento, interosos, pasiones, apti- tudes, dotes, vocacién—, no hay educacién. 2. Bl tacto pedagégico. So Mama asi al sen- tido de la medida en relacién con los nifios, pasado sobro una actitud justa y respetuosa hacia ellos; al enfoque adecuado de su estado fisico y espiritual. La infraccién de este prin- cipio conduce a la pérdida del entendimiento imutuo entre padres o hijos. Las prohibiciones innecesarias, asi como las amonestaciones bruseas en piblico y ante los camaradas, la defensa infundada del menor cuando es cul- pable, lo mismo que la acusacién injusta son antipedagégicas y perjudiciales, La falta de tacto de los padres genera a veces graves con- 29 eV”_—eoe flictos en la familia y jams despierta en los hijos el deseo de mejorar, de hacer algo bueno. . : 3. La autoridad, «...B1 propio sentido de la autoridad —indicaba A. Makérenko— con- siste procisamente en que no necesita demos- tracién alguna, en que se acepta como cuali- dad indudable del adulto, como su. fuerza ¥ valia porcibibles por el atento ojo infantil’, La eficiencia del influjo sobre el nifio de- pende de la autoridad de los padres. Esta se crea por el valor de las cualidades personales y do la experiencia vital de los progenitores, su firmeza de principios, honradez, laborio- sidad y fisonom{a social, por su actitud atenta y justa para con los hijos. . : Hay padres que forman su autoridad atenién- dose ‘al siguiente principio: si nos obedeces, te brindaremos distracciones; si obtienes bue- nas notas, te compraremos una grabadora. Tales relaciones inciden siempre negativa- mente sobre la educacién. : ’A veces, los papas y las mamés manifiestan una frialdad premeditada, interponen «dis- tancias> artificiales entre ellos y ie hijos, suponiendo que de esa manera se hacen res- petar y afianzan su autoridad. De hecho, tal cautoridad por las distanciasy no puede. consi- derarse auténtica. Existe también la cautori- dad por el aplastamiento»... Al hablar de ella, A. Makérenko sefialé con razén que «...No se precisa demostrar lo, nocivo de esa autoridad; habitéa a los nifios a mantenerse alojados del «terrible» pap, engendra la men- 2A, Makéronko. Obras, 1957, ed. on ruso, t. 4, pag. 154. 30 tira infantil y la cobardia, formando al mis- mo tiempo la crueldad. De estos nifios ate- morizados y faltos de voluntad salen u hom- bres sin valia, indtiles, o déspotas que se pasan toda la’ vida vengando su aplastada infanciay*, 4, El ambiente psicolégico de la familia. Cuando en la familia los padres viven com- penetrados y tienen sentido de su responsabi- lidad por la educacién de los hijos, éstos son alegres y sociables. En cambio, cuando en la familia no existe entendimiento reciproco entre los adultos, cuando reinan las broncas y los escindalos es imposible educar normal- mente a los menores. Las situaciones de con- flicto traumatizan la psiquis del nifio, por- judican su salud y sus estudios. La creacién de una atmésfera emocional positiva en la familia es una condicién imprescindible para la formacién moral de la personalidad. 5, La unidad de accién de los padres es un principio esencial de la educacién en la fami- lia. Los padres estén obligados a actuar de ‘total acuerdo, creando una Ifnea tnica de oxi- gencias. Deben convenir entre sf cémo actuar on uno u otro caso de importancia educativa, cémo habituar mancomunadamente al nifio a que sea organizado y cuidadoso, prepararlo para el ingreso en la escuela, inculcarle el amor al trabajo, interesarle en el estudio, orga- nizar su temple fisico, etc. Los padres tienen que. observar la conducta del nifio, sus intereses y tendencias, y saber influir correctamente sobre unos u otros ras- Tbidem, pég. 352-353, 38t gos del cardcter en formacién, tomar decisio- nes coordinadas. Por ejemplo, observan que el pequefio es propenso a mentir. Los padres acuerdan lo que deben hacer para ayudarle a yer lo malo y bajo de esa accién. Otro caso: el pequefio es poco perseverante, no sabe tra- bajar con seriedad, abandona las _labores empezadas. Aqui es’ indispensable pedir con- sejo al maestro o al dirigente del aula, ente- parse de las medidas a tomar para inhibir cl desarrollo de esos defectos. ‘A los padres les proocupa todo lo concer- niente al nifio: si duerme y come mal, se enca- pricha, no quiere ir al colegio. No oxisten Juestiones sobre las que el padre y la madre no puedan ponerse de acuerdo, si lo desean, y tomar una decisién justa. Actuando. coor- dinadamente multiplican la fuerza de su in- flujo y mantienen su autoridad ante los hijos. Sin embargo, las emociones excesivas. impi- den a menudo que los padres de temperamento y amor propio extremados acttien razonable- mente, Si les preocupa de verdad la educacién de sus hijos, superarén las divergencias y lle- garén a una opinién comin y correcta. Las acciones desunidas dafian siempre la educacién. ‘Al parecer, todo empieza por menudencias. El papé dice a su hija «jVete a dormirl». Mas la pequefiuela echa a correr y so esconde debajo de la mesa. La abuelita trata también de con- yencerla para que vaya a acostarse; pero la mama exclama delante de la nifia: «Dejad de fastidiarlal No tiene que madrugar para ir al trabajo, tendré tiempo de. dormir bas- tante...» EI hijo, alumno del V grado, pide dinero para el cine. El papa no se lo da porque todavia 32 no ha hecho los deberes.-Entonces, se lo pide ala mamé. Esta, on lugar de obligarle a que haga primero los deberes, le da el dinero, acon~ sojandole en voz baja queno se lo diga al padre..: La madre no autoriza a su hija, ya mocita, salir a pasear tarde; el padre, en cambio, sf. Cuando la muchachita, a pesar de todo, se va a pasear, se desencadena un conflicto... Cul es el resultado? En el primer caso, la madre contribuye a que la nifia no cumpla el régimen del dia; en el segundo, la madre consiente que el hijo no haga los deberes, y en el tercero, la hija se aprovecha del apoyo del padre. Los padres mismos, al no. actuar mancomunadamente, empujan al nifio al en= gafio, la astucia, los subterfugios; le obligan a adaptarse, a montir. La conducta del menor se desintegra y su cardcter empeora, La disconformidad entre las exigencias co- rrectas de los maestros y las indicaciones in- correctas de los padres inciden gravemente en la psiquis del nifio. Esa discrepancia puede hacerle perder la fe en la familia y laescuela; retrotraerse, aislarse de la colectividad. En la infancia, cada mes y cada dia forman al hombre, sus sentimientos, inteligencia y -vo- luntad, sus representaciones ¢ imagenes, sus aptitudes y conocimientos. El nacimiento del nifio no significa, ni mucho menos, que haya nacido el hombre. Por.el momento se trata de un ser pequefio y endeble; todavia muy débil, condenado a morir si no se le cuida. Quizd parezca paradéjico, pero el hombre es el ser m4s débil al nacer. {Qué y quién lo hace hombre, ciudadano? Naturalmente, los padres, el jardin de la infancia, el colegio. Pero en primer lugar, sus 38-0600 33 ‘progenitores, la familia. La’ perSonas con quienes el-nifio se relaciona a lo largo de su infancia lo educan también. Y toda persona influye (en mayor o menor medida, activa o pasivamente, positiva o negativamente, in- cluso sin sospecharlo) sobre la formacién de los puntos de vista, el cardcter, la mente y los sentimientos de los nifios con quienes entra en contacto. El medio ambiente social forma al hombre. Es de suma importancia que los padres ense- fien a sus hijos a orientarse en el complejo de influencias, es decir, entender lo que deben soguir y lo que han de rechazar, a qué influen- cias. deben oponerse y contra cudles luchar. El concepto «padres» puede igualarse, por su significado fundamental, al vocablo «odu- cadores». Pero, lamentablemente, muchos pro- genitores consideran que su misién consiste en traer al mundo, alimentar, vestir y calzar_ al nifio. La educacién es cosa de la escuela sola- mente. Estos juicios son erréneos. El derecho de nacimiento significa derecho sagrado al amor paternal, Pero, ¢qué se entiende por amor? «...E] padre quiere al hijo porque es fruto suyo; pero debe quererlo también como futura persona... Sélo ese amor a los hijos es verdadero y digno de denominarse amor; cualquier otro es egoismo, amor propio frfo. Toda la vida del padre y de la madre, to- dos sus actos han de ser un ejemplo para los hijos, y las relaciones mutuas entre padres e hijos deben basarse en el amor a la verdad y no a s{ mismos...»$ #¥, Bolinski. Obras Completas. M.; 1954, ed. on uso, t. IV, pag. 68. 34 Este profundisimo pensamiento sobre el amor paternal, expresado por el demécrata y revolucionario ruso V. Belinski hace més do un siglo, es plenamente actual en nuestros dias. Por desgracia muchos padres confunden los conceptos cuidado de los hijos y educacién. La educacién en 1a familia so reduce con fro- cuencia a la satisfaccién de las demandas mate- riales de los hijos y a procurar que obtengan instruceién. Educar no s6lo significa cumplir determi- nadas obligaciones relacionadas con el cui- dado del nifio, asistir a las reuniones de pa- dres, revisar el diario de evaluaciones de los hijos y pasear con ellos los dias de asueto, aun- que todo eso sea también necesario, Educar no es simplemente sermoncar: «{Qué’ to he dicho, qué te he ensofiado? {Y ta! |Cémo no te da vergiienzal» La verdadera educacién consiste en desarrollar una personalidad moral capas de decidir por si misma, por comprensién e impulso propios, cémo aciuar en uno u otro caso. Los productos de la verdadera oducacién son la evaluacién correcta do los puntos do vista respecto a la vida, a las porsonas y a si mismo, la determinacién de la posicién moral propia, la capacidad de diferenciar el bien del mal, de actuar conforme a la ley, com- prendiendo los deberes y obligaciones ante los hombres. ‘Asi pues, ol nifio entra en el ambiente del carifio y los cuidados paternales desde los primeros dias de su vida, Es obvio que sin querer a los nifios no se les puede educar. Pero amar con toda el alma a los hijos:no quiere decir todavia que se sopa formar su 385 3e ‘personalidad mental, moral y fisica. En mu- chos casos, el amor ciego de los padres con- vierte al nifio en un mimado y egofsta. Lo eximen del trabajo, toleran sus caprichos, lo colman de elogios y regalos ¢ incluso estudian por él. Esos padres se ontregan gustosos al poder del camor ciego» y, con ello, preparan un destino nada fécil a sus hijos. Forman un egoista y holgazin, una. persona inadaptada para la vida y el trabajo. Més atin, esos nifios generalmente pierden pronto el respeto a sus padres. Pero lo més grave consiste en que buscan caminos faciles en la vida, ontrando en conflicto con la sociedad y la ley. Tampoco es cierto que las manifestaciones de carifio y ternura dafien al nifio. Este punto de vista es también antipedagégico. En la educacién todo debe tener modida, tanto el amor. como la soveridad. La experiencia de- muestra que la excesiva severidad enajena a los nifios, haciéndolos reservados, insinceros, malignos y testarudos. Cuando los padres son demasiado soveros crean, sin darse ellos mis- mos cuenta, un ambiente do desconfianza, privan a sus hijos de alegria y de carifio por el hogar. En la familia debe reinar una sorie- dad que permita la broma, pero no consontir que todo se transforme en una broma. El amor_a los nifios ha de ser racional, exi- gente, conducir hacia altos ideales. La capa- cidad de los padres de penctrar en el mundo interior del niiio, registrar los movimientos de su alma y dirigirlos con inteligencia consti- tuye la base del carifio sonsato. Esa aptitud no lega por si sola. Por ello, los padres estén obligados a superar su instruccién pedagégica para, segdn las palabras de A. Makérenko, 36 conducir con juicio y exactitud al nifio por los ricos caminos de la vida, entre sus flores ya través de los remolinos de sus tempostades. La instruccién pedagégica es necesaria a todos los padres. V. Sujomlinski, eminonte pedagogo soviético, en sus reflexiones peda- gégicas acerca de la formacién del ciudadano conoedfa enorme significado a la instruccién pedagégica de los padres. Llevado de su inte- rés por el cuidado del futuro de los nifios, do su crecimiento mental y fisico V. Sujom- Tinski organiz6, junto con sus colegas maestros, la Hamada universidad para los padres con hijos de 2 a 6 afios. ¢Por qué se tomé precisa- mente esa edad? V. Sujomlinski consideraba que los cimiontos del desarrollo orientado de Ja personalidad so chan en Ja edad preescolar. La oolectividad de maestros confeccioné el programa de las lecciones incluyendo las cuestiones de la educacién fisica, moral, mon- tal y estética. Se dedicaba particular atencién a que los padres aprendieran los fundamen- tos de la educacién moral, la formacién del interés hacia ol estudio, los conocimientos 'y el trabajo. Esa universidad sigue funcionando hoy en Ja escuela de ensefianza media de Pav- lysh (Ucrania), de la que fue director, V. Sujom- linski. Universidades similares funcionan en Bielorrusia y otras repdblicas de la Union Soviética. Para que los nifios crezcan sanos y sean mo~ ralmente establos, su educacién debe estar on manos de personas instruidas en el plano poda- gézico. LAS PECULIARIDADES PSICOLOGICAS DE LOS NINOS Uno do los aspectos de importancia para los padres es ol conovimiento de las regularidades de la evolucién psicolégica del nifio. Este no debe considerarse una copia del adulto ni compararse con ol adulto, ya que en cada escalén do edades ticne sus propios intero- ses, necesidades y aspiraciones. Hay que saber en qué consisten, cémo se desarrolla el mundo espiritual del pequefio, qué di- forencias . psicolégicas individuales existen entre los nifios de una misma edad y cudles son, en general, las peculiaridades | relacio- nadas con la edad. Todo nifio posee una serie de particularida- des individuales, Uno es congénitamente im- petuoso, excitable, muy inquieto, no para un momento, Cuando emprende alguna labor, la hace muy de prisa, pero no siempre con buena calidad. Otro es tranquilo, quieto, poco sociable. Pasa con dificultad de un tipo de acti- vidad a otro. Cumple las tareas despacio, pero con cuidado. Respecto al primero se dice que tiene temperamento colérico, y al segundo, flemético. Se entiende por temperamento el 38 conjunto de detorminadas cualidades psiqui- cas del hombre que se manifiestan en la rapi- dez de aparicién de los sentimientos, su fuerza y estabilidad. Algunos nifios son siempre equilibrados, sociables, movidos. En ellos, las emociones surgen con prontitud, se suceden con faci- lidad y no son demasiado profundas. Por ejemplo, el nifio se siente alegre y canta; pero en ese momento, una desavenencia casual con un compafiero lo disgusta y empieza a llorar. Al poco rato, la risa sustituye al Manto y todo queda olvidado. So trata, de que el poquefio tiene temperamento sanguinico. Si lo interesa cierta labor puede ser muy activo, ocuparse prolongadamente de ella, pero si el trabajo no le resulta interesante, se enfria en seguida y_lo abandona. No tiene ninguna dificultad al pasar de una ocupacién a otra, se acostum- bra pronto a los cambios y establece facil- mente contacto con las personas descono- cidas. ~ Y, por filtimo, hay nifios de temperamento melancélico. Estos, al contrario, no soportan los cambios, se acostumbran con dificultad a las condiciones de vida y a las personas nue- vas. Sus emociones surgen despacio, pero pueden ser estables. Son, goneralmente, in? decisos, susceptibles, muy aprensivos y lentos: Debido a la aprensién y la inseguridad en sus facultades, tienden a subestimar sus_conoci- mientos y aptitudes, por ello, necesitan apoyo y estimulo. Son propensos a emociones pro- fundas, aunque exteriormente pueden pasar desapercibidas. . ee Conforme a la doctrina del eminente cientf- fico soviético I. Pavlov, los tipos de actividad 39 nerviosa superior (tipos de sistema nervioso) constituyen la base fisiolégica del tempera- mento. Son cuatro: 1) fuerte, equilibrado, ré- pido; 2) fuerte, equilibrado, ‘lento; 3) fuerte, desequilibado y 4) débil. EY temperamento no predetermina el valor social del hombre ni las cualidades morales de la personalidad; sin embargo, las vias de su formacién dependen do la excitabilidad, ol equilibrio, la movili- dad, etc., es decir, de las propiedades funda- mentales de la actividad nerviosa. De aqui se deriva que los nifios con diferentes tem- peramentos (diferentes tipos de sistemas ner- viosos) requieren distinto trato. Pero la des- gracia es que no todos los padres, ni mucho menos, lo saben e involuntariamente cometen errores en la educacién. . ..Olia Heva estudiando un semestre en el I grado. Desde hacia algin tiempo, la mama venia observando que a su hija le ocurria algo: Hogaba del colegio con aspecto de cansancio, estudiaba mal, loraba por cualquier obser- vacién que le hicieran. La madre decidié lle- varla al médico. Ya estan en la consulta. Olia se turba, habla en, voz baja, contesta fuera de propésito, tan pronto enrojece como palidece. Se siente tan confusa que no puede sumar 2 més 7. La mama est perpleja, se indigna de la poca imagina- cién de la hija, de su lentitud, amenazdndola con castigarla en casa. La nifia se sonroja mas aim y enmudece. {Qué pasa? gEsté Olia enferma de verdad y “necesita asistencia médica? No, por su- puesto. Ocurria que la mam4 desconocia la debilidad natural del sistema nervioso de su hija.y. no tomaba ese factor en consideracién 40 ni en casa ni delante de la gente. Se asombré cuando le dijeron que su hija, como todos los nifios de eso temperamento, necesitaba otro trato. Crofa que todos los nifios eran iguales, cortados por un mismo patrén. Le explicaron que la hija no sufria ningén desajuste nervioso. La lentitud y timidez se debian a su temperamento, cosa por lo que no debe castigarse; la débil imaginacién no significaba en absoluto debilidad de facultades mentales, sino que era consecuencia de las emociones. Por eso, los pequefios como Olia han de manejarse con carifio, tranquilidad, sin levantar la voz. El tono elevado no los impulsa a la accién, sino, al contrario, repri- me su dinamismo e inhibe las actividades arti- culatoria y mental. Tales nifios, cuando son tratados con brusquedad, legan incluso a no contestar la leccién al maestro, aunque la sepan. Por eso, es muy importante hacerles confiar on sus fuerzas, convencerles de que pueden estudiar bien, Es de suponer que si Ja mama de Olia hubiese tenido algunos cono- cimientos de psicologia infantil, habria hallado Ja forma correcta de tratar a su hija. Examinemos ahora otro caso, el de Alidsha, un nifio con sistema nervioso del tipo fuerte. Era demasiado vivo, impulsivo, daba mucho que hacer a su madre'y a la maestra por cuanto no podia estar sentado y trabajar tranquilo, se distraia durante las lecciones, disputaba sin cesar con sus compaiieros. En Aliosha la excitacién predominaba sobre la inhibicién. Su mamé, que conocia esa peculiaridad del sistema nervioso del hijo, empezé a darle tareas especiales para el fortalecimiento de los mecanismos de la inhibicién. Con este pro-. 4a pésito, seloccionaba juegos interesantes que ocuparan la atencién del muchacho, oxigién- dole tenacidad y concentracién. Le acostum- braba principalmente a realizar trabajos quo requieran fuerza de voluntad y concontracién; por ejemplo, escoger los frijoles, sacar. los huesos do las bayas; lo sentaba a su lado y le encargaba que buscara un hilo de determinado color para cierto bordado, y cuando Aliosha no lo soleccionaba con acierto, le pedia que se fijara bien en el matiz, comparara y hallara el necesario. Al principio, el muchacho cumplia de mala gana ese tipo de trabajo, pero el tono tvanquilo de la madre enfriaba su ,explosién y continuaba realizando la labor. Lo habitua- ba, poco a poco, a efectuar labores cada voz mas complicadas; por ejemplo, a fregar la loza y colocarla después en su sitio: las tazas de té, en un lugar determinado del aparador; los platos, en otro; las cucharas, tenedores y cuchillos, en un tercero. El trabajo iba forta- leciendo la voluntad del nifio, desarrollando on él la capacidad de contenerse, la tenacidad y la paciencia. Asi, paulatinamente, Aliosha aprendié a dominarse, devino mis moderado y atonto en las lecciones, su disciplina y apli- cacién mejoraron. La excitacién dejé de domi- nar sobre la inhibicién, se equilibraron. Es incorrecto creer que los nifios con sistema nervioso débil son personas deficientes, con- denadas a diversos tipos de perturbaciones ner- viosas. El psicélogo soviético B. Teplov y sus cola- boradores (Instituto de Psicologia General y Pedagégica de la Academia de Ciencias Peda- gogicas de la URSS) investigaron las peculia- ridades tipolégicas de la actividad nerviosa 42 superior del hombre. Los datos obtenidos con- firmaron que los nifios con sistema nervioso débil son aptos en todos los sentidos. Se carac- terizan por su gran impresionabilidad y emo- tividad; poseen, con frecuencia, dotes musica- les, artisticas, literarias, sentimientos solida- trios y sensibilidad. B. Teplov describe las peculiaridades del sistema nervioso débil de Ja manera siguiente: «E] sistema nervioso débil pudiera equipararse, de ser admisible la ana- logia, a una placa fotogréfica muy sensible. La misma requiere un cuidado’ especial por cuanto la «veladura por la luz» o la «sobreex- posicién» (jexcitador superpotente, accién pro- Jongada del excitador condicional!) la afectan en mayor grado que a otras placas fotograficas, Eso, por supuesto, es una propiedad nogativa, pero consecuencia de una cualidad muy posi- tiva: la alta sensibilidad»*. Naturalmente, estos nifios necesitan un tra- to especial. Como se cansan y languidecen con rapidez, requieren recesos més frecuentes on el trabajo y un régimen estricto. Conviene que las cargas —mentales y fisicas— sean pequefias pero constantes. La psicéloga soviética A. [lind estudié el tem- peramento melancélico en alumnos de los grados escolares superiores. Dedujo que ol trabajo tenso prolongado les resulta agotador. Contestan bien en las primeras lecciones y mal en las tltimas. ‘Trabajan mejor cuando las condiciones no cam- bian; se acostumbran répida y fécilmente al régimen del dia y a las labores monétonas por cuanto las mismas no provocan grandes excita- 1B. Toplov. Acerca del concepto debitidad ¢ inercta del sistema nervioso. Revista Voprosy psijoléguii («Cucs- tiones de psicologiay), 1955, ed. en ruso, Ne 6. 43 ciones que puedan conducir a gastos excesivos de energias. Es mas sencillo acostumbrarles a ser organizados y cnidadosos en el trabajo que a los nifios de sistema nervioso fuerte, particu- larmente a los sanguinicos y coléricos. I. Pavlov demostré con sus trabajos que el sistema nervioso humano posee otra peculiaridad. El hombre tiene dos «sistemas de sefializacién de la realidad». El primero incluye las sensa- ciones, las representaciones y las percepciones; el segundo refleja la realidad on conceptos. Ambos sistemas estén en interaccién y se desa- rrollan bajo la influencia de la vida social del hombre. Pavlov dividié a las persorias en dos tipos —: Incluso-en Jos nifios de una misma familia 80, forman cualidades diferentes, por cuanto ocupan distinta posicién en ella. «En una familia habia dos ‘hermanos —Slava.y Dima— gemelos. uniovulares. En este caso, quedaba descartada, por supuesto, Ja diferencia dela herencia..Los gemelos tenian Jas mismas dotes, mas eran.notablemente distin- tos;-ante todo, porque ocupaban posiciones 72 distintas en la familia y en la-escuela.-Incidiv también la circunstancia de que Slava padeck una gravo enfermedad. En la escuela le dabar un trato especial: le evitaban' cualquier obsta culo, le codfan en todo y expresaban lastima Era también el centro de la atencién de lk familia. Todo esto hizo que en él'se formare un amor propio malsano; a menudo intentabe «ordenar». Tal conducta se manifestaba menoi en la escuela pues tropezaba con la'resistencie de la colectividad. Dima carecia de esos rasgos. Slava era desconfiado; ‘Dima, erédulo y com: pasivo; Slava, egoista y daba rienda a los pufios ‘en cuanto alguna cosa no salia, a sv gusto. Dima reaccionaba’ asi, rara vez, sélc si alguien le habia tocado en lo vivo. A Slava le gustaba la literatura; a-Dima-no,.pero si la construccién. Podriamos seguir cilando difo- rencias, pero lo dicho ya evidencia que incluso en los nifios que tienen una misma herencia’y yiven en una misma familia pueden formarse rasgos de cardcter: estrictamente individuales. ‘La educacién del caractor es diffcil ademas porque ninguna de las reglas de conducta moral puede asimilarse si no se convierte en norma natural de la vida en la familia, El cardcter sel, menor empieza a formarse muy. temprano. Naturalmente, no se ha formado afin en el tercer afio de vida, mas-sus bases ya se crean, sin duda alguna. La conducta de los padres, su ojomplo personal ejercen enorme ‘influencia sobre el nifio en este periodo. Si ve que sus progenitores son aféntos con las personas, jus- ticieros, sensibles y laboriosos, y :exigen lo mismo do él, en el nifio se formaran: esos rasgos, Pero si el padre o la madre son insinceros de. lante de los hijos y menosprecian. los intereses B sociales, los nifios percibon ese comportamiento como wna cosa corriente y acttian de idéntica manera. Asi pues, la semejanza de caracteres entre padres e hijos se deben no tanto a la herencia como al influjo permanente de los primeros sobre los segundos, al ejemplo per- sonal constante. Sin embargo, el buen ejemplo paternal no basta para la formacién del cardcter. Lo prin- cipal consiste en entrenar sin cesar las buenas acciones, fijar las normas de conducta correctas. La honradez, sensibilidad, tenacidad, valon- tia y otras cualidades positivas nunca queda- rin fijadas si so emplea sélo la palabra, si no se pone al nifio en situaciones en las que tenga que manifestarlas. Tales condiciones pueden crearso a propésito con facilidad. Por ejemplo, en juegos donde el nifio tenga que desompofiar el papel de explorador o sol- dado valiente. Deje que la valentia, la tenacidad y la audacia so templen durante el juego. Puede colocarse también al nifio en una situacién en la que haya de cumplir una tarea corrien- te'como, por ejemplo, ir por el pan y la leche para él y para otros. En este caso, sentir los resultados de su propio trabajo. Es nece- sario enseiiar al pequefio a considerar a las per- sonas, su edad, salud, las condiciones de vida. ‘Un pap nos escribe lo siguiente: «Acostum- bro a mi hijito de cinco aftos a no abusar jamas de sus «derechos» infantiles. Si vamos en el Metro, por ejemplo, y los asientos estén ocupa- dos, preferimos hacer el trayecto de pie. Mi hijo se pasa el dia correteando. Estar de pie diez minutos en el vagén del Metro no le resulta nada dificil. Y la conciencia de que algiin adulto, cansado después del trabajo, descansa un poco 14 durante el viaje ocupando. su asiento infant dlegitimon educa la honradez en el nifto». La sensibilidad como rasgo del carécte debe educarse desde la edad més temprane cuando lo bueno y lo malo so asimilan co particular facilidad. El dia en que el pequeii sea ya adulto sentiré una necesidad intern constante de ser atento, cordial y carifioso co lagente. El cardcter se reflejara también en osc Muchas veces los padres son laborioso: sensibles y modestos, y los hijos, poco menc que su antitesis: egofstas, duros, perezoso: 4A quién han salido? Recordemos alguna observaciones de la vida cotidiana. Los pequefios Erik y Grisha estén jugan do. Con las sillas, las mesitas, las sibane y almohadas han hecho un campamento en 1 habitacién. Tiene de todo: hoguera, canch deportiva, cacerolas, un cubo con agua, turis tas (goldaditos de juguete) y hasta un coche Pero llega un momento en que so cansan d jugar. So van al patio, dejando la casa revuelta las camas, sin sébanas ni almohadas; las sillas regadas por todas partes; las tijeras, el marti Ho y los clavos, en el suelo. La mama ech un vistazo al euarto, levanté las manos y dijo «jAy, granujillas, la que habéis armadoiy Per un ‘minuto después, ella misma recogié 1 habitacién, sonriéndose y canturreando, en ve de obligar a los muchachos a poner todo o orden. Y asi dfa tras dia. Los chicos se acostum braron a eso. Traté de convencer a la madr (amiga mia) de que en los nifios de esa eda (5 y 7 afios) las costumbros se forman en fun cién del modo de vida de la familia, el régimen los usos y exigencias do los padres; de que el ca récter se moldea sobre la base de las costumbres 75 + gil cardcter? {Oh, todavia tienen todo por delante! —me decfa sonriéndose la mar mé=. Son atin -poquefios, no entienden nada; que jugueteen, y correteen. Mi conciencia no me permite obligar a estas criaturitas a recoger la ‘habitacién. Los chicos crecieron.: Erik, ha cumplido 46 afios y Grisha 14. Ahora, mi amiga se queja de que han-salido holgazanes, desobedientes, groseros; «Son malos alumnos, temen las difi- cultades, no hacen nada. No sdlo no me ayudan; ni siguiera tionden sus camas ni friegan el plato en; que han comido; riegan todas las cosas; luego so-pasan horas buscdndolas y disou- tiendo entre si: «Lo has cogido ti y no sabes slonde Jo has. puesto...» No reaccionan a mis ‘obgervaciones; suelen contestarme: «Hazlo ti misma, no se te caerdn los anillos por eso...» Egoismo y falta de respeto.a la madre; tal es el lamentable resultado de una solicitud materna insensata. gA. qué so debe el egoismo infantil? Por supuesto, a una educacién incorrecta, mimada, de sinverndculor. Se preserva alos nifios de las difioultades, las preocupaciones, el auto- servicio; se los mima con atenciones excesivas; se cumplen sin chistar todos sus deseos y capri- chos. Tal educacién relaja la voluntad; forma la pereza, la indiferencia, la incapacidad para vencer las dificultades; desarrolla -exigencias desmedidas, para con los padres; engendra la altaneria, la presuncién y la pretensién a reci- bir todo lo mejor en la familia. Cuando los menores crecen, contintian queriendo ser los preferidos, pero ya no lo consiguen con tanta facilidad, pues viven on wn-grupo- social mas amplio, en la coleétividad. Lo que consent{an 76 los padres, no lo consiente la colectividad: Al no estar acostumbrados al trabajo'sistemético, suiren fracasos en los estudios y en la vida social. La necesidad de autosuperiorizarse los impulsa frecuentemente a valerso de artima- fias y halagos para conseguir sus propésitos. Por desgracia, eso da a veces frutos y ayuda al nifio a ocupar la pretendida posicién én. ld colectividad. Los primeros éxitos resultan agradables, el nifio continia recurriendo alas argucias hasta qie ésta ‘so convierte en. rasgo del _cardcter. Pero cuando la argucia’ no propoiciona siempre el resultado deseado, la persona deviene maligna y envidiosa; estos rasgos dificultan atin mas su vida y trabajo en la colectividad! Pero, iquién es el culpable de eso?. ¢La heren- cia? No, goneralmente los padres y sus métodos de. educacién. Citaré un ejemplo. .Cierta mama decia con franqueza a sus conocidos: — No sé qué quiere mi hijo. Hago todo para él, pero Yura jamés esté satisfecho.' Ya Je deja de gustar un traje y hay que comprarle otro; ya pide una guitarra, ya una grabadora, 'Y ahora nos apunta que es tiempo de comprat un automédvil. Asi son los chicos de hoy... Yura, hijo de un oficial del ejército, estu- dia on el X grado. Es hijo tinico. Las califica- ciones de sus estudios son mediocres. Yura dice a sus amigos: — No hacen falta notas sobresalientes. Hay que _gozar de la juventud. Tiene con qué vivir a sus anchas —inioto, acordeén, grabadora, ete.—, pero todo le pare- ce poco. W La mama se indigna con razén. Pero, équién ha inculcado al muchacho la insolencia y la costumbre de vivir a costa de otros? ‘Yura ha asimilado una cosa: si te gusta algo, pidelo para que la madre lo compre. Si no esta de acuerdo, enfadate, insiste. Y mejor todavia si lo haces en presencia de otras per- sonas, porque entonces no te negard nada. También emplea a menudo esa tactica con su padre. Yura es ya un fumador empedernido a sus diecisiete afios. Le dan dinero para comprar cigarrillos buenos, pero él so las amajia y saca de ese «fondo»... para vino. Tiene muchos amigos. ;Cémo no! si les brinda cigarrillos y vino, puede invitarlos al baile y a divertirse. Pero cuando la mamé le ruega que haga alguna diligencia, renuncia: — Yoestudio. Esoes més dificil que trabajar. — Es un mimado por la suerte —reconoce el padre. — Me tiene atormentada —suspira la ma- dre—. Que egrese cuanto antes de la escuela. Quizd madure, se haga juicioso y respetuoso con_nosotros... Si, viven para el hijo, ésa es su alegria. Pero, {qué clase de persona estén formando? Un_pardsito y un egoista sin corazén. La experiencia demuestra que el ambiente familiar favorable o, como se denomina ahora, el «clima psicolégicon, desempefia un enorme papel en la formacién del cardcter. .»Timoféi vive en una familia unida que sabe conjugar el amor a los hijos con la exigen- cia sensata. El padre es mecdnico ajustador; encuentra también tiempo para educar a los hijos. La familia observa rigurosamente el 78 a régimen del dia (se acuestan y so levantan temprano). La mamé cuida de que se siga ol régimon de trabajo y de descanso. Reina una atmésfera de benevolencia y confianza reci- proca. La madre sabo orientar la lectura de ‘Timoféi, estimula su habilidad para el dibujo y el modelado. El padre les inculca el amor al trabajo fisico, les habla de su fébrica. Ha ensefiado a los hijos a cepillar, serrar, afilar. Timoféi es un buen alumno. Tiene sus cosas en orden, recoge y limpia lo que haya tirade oensuciado, ayuda a su hermana. Ls cuidadoso, laborioso, sabe cumplir su palabra, jamés hace una mala pasada a los camaradas y no le gusta presumir, es modesto. Ustas cualidades se las ha inculeado el padre; no s6lo con su ejemplo personal, sino también mediante la exigencia sensata y el control. Como vemos, el «estilo familiar» de vida ha influido sobre el cardcter de Timoféi. Muchos de sus rasgos se deben, indudablemente, al influjo de la familia. Se considera que existe una conexién directs entre la moralidad do los padres y la de los hijos. Asf es, en ofecto. Todo reside, por supuesto, en el ejemplo, la: imitacién. Si los progenitores son avariciosos o derrochadores, malos 0 buenos, sinceros o hipéeritas, los hijo: adquiriran esas cualidades. A veces ocurro 1c contrario: el hijo sale el antipodo: de los padres, sus cualidades son la antitesis de las de Jos progenitores. Estos casos se registran casi siempro cuando los padres toman la educa: cién con excesivo colo y rigidez. Pero si las exigencias de los padres son contrapuestas a las vocaciones del nifio, a su naturaleza (condi- ciones internas), entonces el «colo» brinda gene- 79 Jinenle resultados cosilrarios a los deseados. El pequefio se esfuerza por obviar a toda costa las insistentes exigencias de sus tutores. Més atin; las mismas le repulsan y trata tenazmente de buscar un camino en la vida que no tenga nada de comin con lo que sus padres deman- dan de él, ‘Aqui vuelye a surgir la conocida pregunta de por qué los hijos pueden tener distinto caracter a pesar de haber nacido de los mismos padres y haberse educado en la misina familia. En este plano, muchas cosas dependen del medio circundante. En primer lugar, las condiciones de vida de la familia no son inmutables. Cambia su composicién, presupuesto, condiciones de vi= vienda, etc. A un hijo lo ha educado una mane: jadora; al otro, el jardin de la infancia; el tercero ha vivido mucho tiempo con la abuela, en el campo. Todas estas circunstancias influ: yen de manera distinta en la formacién ‘dé los caracteres. En segundo lugar, ¢acaso los padres tratan lo mismo al primer hijo que al segundo o al benjamin de la casa que nacié cuando los-otros ya habian crecido? Se sabe que, habitualmente, cuando nace el primer hijo el papé y la mama estén constantemente pendientes del nifio, convirtiéndolo en un. mimado, lo que no puede dejar do incidir en la formacién del cardcter. Pero nace el segundo hijo, y empiezan a exigir del mayor, del mimado» que ceda al pequefio. La actitud hacia el primogénito cam- bia bruscamente, y ésto se «sublevan, «explota> con frecuencia y contesta mal a los: padres: Al mismo tiempo, el ms pequofio' comienza @ abusar de su situacién privilegiada. Asi es 80 como se crean diferentes rasgos del cardcter en los hijos de los: mismos padres. Serfa incorrecto deducir que el cardcter se forma Unicamente en la familia. El medio ambiente que crea el carécter es, en realidad, mucho ms amplio y complicado. Pero la fami- lia constituye su eslabén més significativo e importante, aunque slo sea porque la for- macién del carécter se inicia en ella. Los padres deben recordar siempre esto.. LOS ESTIMULOS Y LOS CASTIGOS Los estimulos y los castigos, instrumentos muy importantes de influjo pedagégico sobre el nifio, adquioren eficacia tinicamente en manos de un pedagogo experto. La misién psicolégica de los mismos consiste en provocar en el menor vivencias que le hagan autovalorar su aceién, lo cual es condicién indispensable para el perfeccionamiento moral de la perso- nalidad. En calidad de forma de evaluacién positiva de la conducta, los estimulos originan en el nifio sentimientos de satisfacién, tales como alegria, entusiasmo, 4nimo, seguridad en sus fuerzas. Dichos sentimientos despiertan la dis- posicién y el deseo de repetir las acciones mora- es buenas, intensifican la aspiracién consciente a mantener la conducta adecuada. Los castigos, como forma de sancién de los actos del nifio, provocan sentimientos de insa- tisfaccién: vergiienza, arrepentimiento, inco- modidad, descontento de si mismo, remordi- mientos de conciencia. Este es precisamente el motivo de que sean un instrumento muy efi- caz, estimulen la inbibicién de unos actos y la activacién de otros. 82 Muchos padres emplean en exceso conversa- ciones moralizadoras con los hijos. Las explica- ciones y persuasiones son imprescindibles, sin duda alguna, pero no debe abusarse de ellas. A eso se referia justamente A. Makérenko cuando sefialaba que un educador que persiga sin cesar a los educandos con charlas eviden- temente premeditadas, los harta y da lugar casi siempre a cierta oposicién por parte de aquéllos. La experiencia de muchas familias testimo- nia que Ia aplicacién correcta de los estimulos y los castigos refuerza la eficiencia de otros métodos educativos, tales como la persuasién, el ejemplo, etc. La complejidad consiste en que el empleo de los estimulos y los castigos requiere que los padres tomen en consideracién una serie de circunstancias vitales y las cualidades indi- viduales de la personalidad. Sélo de ese modo proporcionaran los frutos deseados. Por esa razon, deben utilizarse con cautela y refle- xién, es decir, con conocimiento de causa. Las sanciones y los estimulos empleados ina- decuadamente perjudican siempre; ante todo, porque menoscaban la autoridad de los padres. Acerca de la aplicacién de los estimulos. Los nifios son muy sensibles a la valoracién de su conducta y sienten enorme satisfaccién cuando los adultos notan sus éxitos y los aprueban. Pero, gacaso eso ocurre sélo con los nifios? Los mayores son también suscepti- bles a los estimulos. Toda persona siente satistaccién y orgullo cuando sus esfuerzos reciben la evaluacién merecida. No en vano M. Gorki, destacado escritor proletario, indi- caba que el clogio es muy util por cuanto eleva en la persona el respeto hacia sf misma, 83 on conlzibuye a fomentar en ella la contianza en sus fuerzas. y posibilidades creativas. Sabemos por experiencia que los nifios indis- ciplinados y nogligentes mejoran bajo el influjo de los estimulos. Lo principal reside on tra- tarlos correctamente, teniendo en cuenta sus cualidades individuales, ayudarlos y, luego, elogiarlos. El éxito no so hard esporar mucho. Mediante Jos estimulos procuramos fijar la conducta correcta. ...Una pequefia de seis afios ha desyerbado sola un surco. La abuelita mira lo hecho y le dice: «Vos qué bion han trabajado tus manitas, no queda una sola hierbecita y los bulbitos estén enteros. {Muy bien! Mam se pondré muy contentay. La nicta se entusiasma, el encomio despierta en ella el deseo de esforzarse mas, Pide permiso para escardar aunque s6lo sea modio surco todos los dias, y la abuelita se lo autoriza, naturalmente. Como vemos, el incen- tivo ha despertado en la pequefia el deseo do trabajar. Es necesario estimular a los nifios no sélo por ol buen estudio, disciplina y trabajo, sino también por las buenas acciones. Examinemos el ejemplo siguiente. ...Nikoli se puso enfermo y estuvo hospi- talizado mucho tiempo. Sus compafieros de aula no lo abandonaban. Pero pasada una tem- porada, varios de ellos dejaron de ir a visitarle. Uno de sus compafieros, Andréi, volvié cierto dia a casa mas tarde de lo corriente y dijo a la madre — Perdona, mamé, no he podido venir antes. Me he demorado porque estuve expli- cando a Nikol4i las lecciones de Algebra y, luego, jugamos al ajedrez. 84 La madre, que sabia lo ocurrido a Nikolai, contesté:' — Sabes, estaba segura de que no aban- onarias a tu amigo en la desgracia. No podemos dejar de percibir que la madre, al estimular la accién del hijo, fomentaba el desarrollo de los rasgos positivos del cardcter: compasién, sensibilidad, disposicién a ayudar, no de palabra sino de hecho, a los compafieros. Pero si la mam no se hubiese’ interesado por el motivo de Ja demora, hubiera refiido al muchacho o mostrado indiferencia ante su buena accién, las cosas podrian haber tomado otro cariz. Eso habria bastado para apagar un impulso noble y contribuir a la alirmaeién de la dureza y Ja insensibilidad ante la desgracia ajena. La manifestacién de los intereses y propen- siones infantiles puede y debe estimularse. Los nifios sienten interés por muchas cosas: pintar, modelar, construir, serrar, cuidar de los anima- les y de las plantas, etc. No hay que privarles de esos intereses sanos, sino, al contrario, es preciso crear condiciones favorables para fomen- tarlos. La pasion por determinada ocupacién orienta la energia infantil a una labor. itil; diseiplina la voluntad del nifio, desarrolla la tenacidad, la paciencia, la claridad de objetivo. En estos casos, el estimulo sensato contribuye a desarrollar las dotes del menor. Y quizi el interés despertado influya en la opcién pro- fesional y, por consiguiente, en todo el futuro camino.de la vida. Entre algunos padres existe la opinién de que los incentivos no pueden aplicarse a to- dos los nifios. «Hay nifios —dicen— a quiones so puedo ostimular, son ‘sonsibles al, elogio 85 y resulta fAcil encauzarlos debidamente; pero los hay indiferentes a ello, que reaccionan sélo a la severidad». Esta opinién es errénea. Todos los nifios son receptivos al éstimulo, todos ellos sienten alogria cuando su trabajo se valora positivamente. Por eso es necesario estimular a todos, pero hay que saber hacerlo. La eleccién de la medida del estimulo debe efectuarse tomando en consideracion la psico- logia del nifio, conociendo sus cualidades indi- viduales. Los nifios faltos de seguridad en sus fuerzas y los «abandonados» pedagdgicamente sienten enorme necesidad de estimulo. Examinemos los tipos fundamentales de in- centivos en la familia: la aprobacién, el elogio y el premio. Modiante la aprobacién confirmamos la justedad de lo que el nifio ha hecho. Puede expresarse con un movimiento afirmativo de cabeza, una mirada alentadora, una sonrisa 0 una frase breve («Has hecho muy bien», «Asi debe ser»). Cuando los nifios realizan un tra- bajo inhabitual o desagradable en el terreno emocional, tienen gran necesidad de ser enco- miados. La sensibilidad a la valoracién positi- va es particularmente grande en esas condi- ciones. Por eso, los padres que no la escatiman obran. correctamente. Al mismo tiempo, el derroche de estimulos robaja su fuerza educativa. Los elogios y pre- mios frecuentes pierden valor a los ojos de los pequefios y, entonces, dejan de estimular a nuevas acciones buenas, no impulsan hacia la autoeducacién. La admiracién constante de las facultades del menor, su ensalzamiento en presencia de visitas y conocidos por haber ayudado en los quehaceros: domésticos:.0: poco 86 ménos que por toda conducta normal conducen a que los hijos empiecen a tomar el estudio y su colaboracién en las tareas domésticas no como un deber y una obligacién directa, sino como un favor quo hacen a los padres. En estos casos se vuelven presuntuosos, egoistas Y, a veces, so convierten en pequefios tiranos do Ja familia, Alla, alumna del VIII grado, tenfa buena voz: Los papas exhibfan las facultades de su hija ante las visitas y vecinos, pero no la obligaban a estudiar con ahinco, no la ense- flaban a ser exigente para consigo misma ni le explicaban que el talento so pérfecciona median- tool trabajo. Al contrario, la eximieron de toda obligacién dentro de la familia y satisfacian todos sus descos. Alla, colmada de elogios y-egélatra, se volvié caprichosa, irascible; su Voz parecia no responder y abandoné el circulo de canto. Todo eso se habria evitado si los padres hubiesen reaccionado correcta- mente, desde el principio, a los éxitos de la hija. al incontivo ha de ser merecido; eso signi- fica que no deben elogiarse los éxitos casuales Bs_necesario: destacar los que requieran de los nifiosesfuerzos de voluntad, ahinco, pacien: cia, dominio de'si, laboriosidad. Hay que elo- giar’sélo Jas accionés on las que so exprest honestidad, ‘veracidad, puloritud, sensibili dad, ete. El elogio inmerecido dafia la educa cidn, cultiva la falta do conciencia hacia © trabajo y erea la ilusién’ de que los éxitos s consiguen ‘con fadilidad. Los reyalos, en’ calidad de pretio, deber haverse tinicainente en casos excepcionales y cor giaii Cuidado. «Por ‘ejemplo, algunos padres 87. cometen el error de hacer un regalo al nifio en cuanto pereiben que su aplicacién empieza a mejorar. Es comprensible que los padres se alegren cuando sus hijos emprenden el camino de la correccién. La familia no cabe de conten- to si un hijo, que apenas adelantaba en los estudios, rocibe una o dos calificaciones bue- nas; en este caso, hay que estimularle, pero ria improcedente promiarle con algiin regalo. En general, los progresos en ‘el estudio y la buena disciplina no deben premiarse con dinero ni regalos, por cuanto el estudiar y com- portarse bien son un deber do todo escolar, y el pago de su cumplimiento es antipedagé- gico. Eso no excluye que los padres puedan rogalar objetos valiosos y titiles (cémaras foto- grificas, relojes, grabadoras, etc.) a sus hijos, pongamos por caso, al finalizar el afio escolar o después de la graduacién. Pero tampoco se recomienda subrayar quo el regalo se hace como premio a los adelantos en el estudio... Es necesario, ademés, toner presente la edad y las vocaciones individuales del nifio. Por ejemplo, seria absurdo regalarle una cdmara fotogréfica cara si atin no sabe manojarla, 0. un acordeén si carece de oido musical, A veces, resulta provechoso recurrir al estimulo indirecto, Consiste en. que los padres fijan la atencién del nifio en determinada buena accién, cometida por otra persona, a fin do provocar el desoo.de actuar de esa manera. Pero este procedimiento debe aplicarse con mucho tacto. Si los padres, al mismo tiempo que fijan la atencién del nifio en las buenas agciones de, otros, le abochornan y reoriminan diciéndole: TG, en cambio, tienes malas notas; desobedeces a ‘los. mayores, eres un: descu: 88 dado...®, la respuesta, seré casi siempre la siguiente: «Bueno, gy qué? Quo él siga siendo bueno, y yo, malo». En caso de que el nifio cumpla las tareas encomendadas llevado no del sentido del deber, y la comprensién de sus obligaciones, sino de impulsos vanidosos, es improcedente estimularle, Los motivos egoistas no deben estimularse. De lo contrario, los padres pre- paran involuntariamente el ‘terreno para el desarrollo de rasgos negativos del cardcter: egoismo, ambicién, codicia, etc. Acerca del empleo de los castigos. Probable- mente ninguna cuestién provoque desacuerdos tan violentos entre los padres como la refe- rénte a los castigos. Unos consideran que cons: tituyen una reminiscencia del pasado, contra- ria a una moral alta; otros, en cambio, estén convencidos de que sin ellos no puede educarse a los nifios. «El castigo forma una personali- dad falta de voluntad> —manifiestan los pri- meros. «Pero sin castigos se forman golfantes» —contestan los segundos. Unos citan decenas de ejemplos de cémo el castigo sdlo sirve para enfurecer y atemorizar a.los_nifios, deteriorar su sistema. nervioso, disminuir su .aplicacién; otros citan casos en los que la persuasion y las explicaciones no surtian ningiin efecto, -y tnicamente gracias al castigo se: habia logrado erradicar las. malas costum- bres y. acciones. No trataré de apoyar a ninguna de las partes; quiero hablar del sentido de los castigos. Expondré de inmediato mi punto. de vista: es necesario educar de. manera que la idea del. castigo ni siquiera pase por nuestra imagina- eién. Sin embargo, cuando: Jas aclaraciones, 89 persuasiones y buenos ejemplos no surten efec- to y el nifio comete actos intolerables teniendo conciencia de ello, es imprescindible casti- garle. ‘Al imponer un castigo deben tomarse en consideracién las causas de la mala accién, no sus resultados. Puede haber consecuencias graves y sor positivo el motivo que guiaba al nifio. Por ejemplo, un muchachito se queda solo on la casa y decide ventilar el apartament antes que Ieguen los padres. Para poder abrir las ventanas, coloca sobre la silla una maleta nueva, se sube encima y aplasta la tapa. La mamé, enfadada, no quiere escuchar las explicaciones del chico y le da unos ,azotes. Ustedes mismos dirdn si hizo bien la madre en recurrir al castigo y, por afiadidura, a un castigo corporal. La mamé esté disgustada, naturalmente, porque se ha estropeado la maleta; pero el nifio no lo hizo’ con mala intencién, al contrario, le guiaban sélo buenos impulsos. Querfa que cuando Iegasen los padres encontraran Ia casa veritilada. En este caso no procedia castigar al hijo, y menos adn corporalmento. Otras veces, el resultado puede no ser muy grave, pero la accién esté basada en un motive amoral. En tales ocasiones se ha de sancionar sin falta al nifio, mas no emplear castigés cor- porales. Por ejemplo, un escolar ensucia con tinta y deteriora adrede los forros de los cua- dernes para que le compren otros més bonitos, y dice a su’ mamé: «La'maestra me ha dicho que cambio él forro». Los padres estfn obliga. dos a Cortar esos subterfugios y castigar al hijo por maltratar promieditadamente las sas" alogando ‘inotivos ‘injustificados. “¢Cémo' 90 castigatle? Privandole, digamos, de diversio- nes. La medida del castigo debe ajustarse a la individualidad del nifio y la profundidad de la propia accién. Pueden emplearse diversos tipos de censura como, por ejemplo, expresion franca del disgusto, amonestacién severa, in- terrupcién temporal de la comunicacién con el hijo. Mas cualquiera que sea el cardcter dol castigo, el nifio no debe sufrir sentimientos de humillacién ni ofensa. E] castigo se tiene que argumentar siempre, explicando al nifio sus causas. Los castigos groseros, no fundamentados, conducen con frecuencia a la perturbacién del contacto entre padres @ hijos y, a veces, originan neurosis infantiles. Estas se presentan a menudo en los nifios cuyos padres pierden el control de sf mismos en frecuentes explosiones omocionales. No podemos permitirnos convertir a los nifios en juguetes de nuestros estados de dnimo, be- sindoles con ternura unas veces y dandoles puntapiés otras. Ciertos padres acttian incorrectamente: do- blan el castigo. {En qué consiste eso? El nifio ha cometido una mala accién y los padres, encolerizados, lo sancionan y le privan tam- bién, adicionalmente, do cierto entroteni- miento prometido hacia tiempo. Eso es inco- trecto y hasta nocivo, por cuanto despierta en el hijo la desconfianza en la palabra de los padres y, en el futuro, puede dejar de respe- tarlos, ya que los nifios comprenden que los progenitores han obrado injustamente y: apro- vechan infundadamente su poder, lo cual ‘hiere atin: mds a- los hijos, su amor propio. * Para que el-nifio interiorice el castigo como medida merecida y, de esta forina,'le impulse 94 a rectificar, es nocesario que sea justo. Mas no. siempre, ni con mucho, ocurre asi. ‘Los papis de Valeri lo dejaron un domingo atendiendo la casa y ol padre Je encargé que fregara el automévil. Pero el chiquillo no cumplié esa tarea. — No tuve tiempo, pap& —so justificaba Valeri—. Como hecho adrede, los conejos se eseaparon de la jaula y se desbandaron. Entre que arreglé la jaula, los meti en olla y les di la_comida. Pero el papa, onfadado (tenfa plan de salir on el coche), no atendié las explicaciones del muchacho y le dio un rapapolvo. . En ese momento Ilegaron unos chicos a bus- car a Valeri. — INo vas a ninguna parte! Te estaras en casa, ya que no cumples lo encomondado. Valeri miré con tristeza a los muchachos cuando se marchaban. Se sontia ofendido por- que cl papé lo habia castigado injusta- mente. Otro caso. Dos adolescentes son amigos a pesar de tener distintos caracteres y diferente aplicacién. Les une la pasién por el fiitbol. ‘A-los padres de Vitia, buon alumno, les. dis- gusta esa-amistad y tratan.de interponerse por todos los medios. La mam4 no pierde ocasién para -decirle: «iVaya un amigo que..te has achado! Excepto del balén, no: quiere saber nada de’nada... Ademés, tiene malas notas». El papa fue més allé y decidié romper esa amistad. Primero, prohibié que Vitia invitara a-su amigo a la casa-y, luego, empez6 a casti- garle si los vota juntos. Vitia so. enojé, se «sublevé» y comenz6 a ontrevistarse. con ol amigo.a escondidas. 92. Como vemos, la falta de tacto de los padres y el castigo injusto no hicieron més que per- judicar, por cuanto humillaron al adoloseente y lo empujaron al engafio. Es necesario que examinemos particular mente los casos de castigo por las malas notas. ‘Aqui se requiere especial cautela. Por ejemplo, el nifio.ha recibido una mala nota por negli- goncia en la proparacién de los deberes, en el cumplimiento de la tarea. En tal circunstan- cia, el castigo puede consistir, por ejemplo; en obligarle a rehacer los deberes. Pero, gcomo actuar cuando la mala nota es producto de la distraccién del nifio y ésta, a su vez, so debe con frecuencia al agotamiento del’ sistema nervioso? Entonces, no procede castigar, asi como tampoco cuando el alumno recibe malas notas por no entender ciertos teoremas, reglas, métodos, etc. En este ultimo caso, es necesario ayudar al nifio a completar sus conocimientos, y si eso so refiere a algin trabajo prictico, mostrarle cémo hacerlo. ‘Ya hemos sefialado que el sentido del castigo reside en que despierta en el nifio el senti- miento de culpabilidad cuando su accién obtiene una valoracién negativa. Pero ese sentimiento sélo puede ser consecuencia de un castigo justo, de lo contrario, no habra autocensura interna ni arrepentimiento, Por consiguiente, el propio castigo sord infruc- tuoso. Es nocivo castigar sin cesar al nifio. No obstante, en algunas familias los padres son demasiado severos y censuran bruscamente todo error o falta del hijo, incluso los cometi- dos sin querer. Esa educacién «por el aplasta- miento» no ha proporcionado ni proporcionara 93 jamas buenos resultados. Muchas veces, los padres se quedan en una pieza, lamentandose do la indolencia del hijo, de su inmutable naturaleza, y dicen: «No le pasamos una, lo castigamos, pero como si nada, vuelve a lo suyo). Tales progenitores desconocen. que los castigos sistematicos embotan los sentimientos del nifio y no originan’ el deseo de rectificar. Es sintomdtico que, en estos casos, los hijos esperan el castigo con la més completa indi- ferencia e incluso ellos mismos informan a menudo de sus faltas: «Mam4, hoy se me ha caido la tinta al vestido, castigame». Y la mamé impone el castigo: prohtbe a la hija ir a casa de su amiguita. La nifia lo toma con tranquilidad, y al dia siguiente sale a jugar a la calle sin haber hecho los deberes. «¢Por qué to has marchado sin decir nada?» —pregunta la madre. «Hoy no he cometido ninguna falta, asi que no hay motivo para estar encerrada en casay —contesta la hija. Los castigos deben ser oportunos, es decir, seguir inmediatamente a la mala accién. La domora reduce su eficacia. Si por algin motivo el nifio no ha sido sancionado a su debido mo- mento, no conviene hacerlo mucho tiempo después. 7 Hay quo castigar tnicamente por alguna falta concreta, de manera que el nifio sepa la causa del castigo, lo que exigen de él y lo que debe corregir. Por eso es erroneo sancionar «al por mayor», por varias faltas de una vez. No existe nada peor que el castigo por el castigo. No hay que recordar al nifio las malas ac- ciones por las quo ya ha sido sancionado. Estos recuerdos Je resultan dolorosos y humi- Man su dignidad. 94 lis necosario toner fe en la correccién ‘de cualquier nifio, no repetirle sin cesar que es malo, indolente, etc., por cuanto harto. de ofr eso, onipioza a creer de verdad que es incorre- gible y no dosea esforzarse por rectificar. M. Gorki se manifesté contra tal enfoque al escribir que no se puede abordar a una persona pensando que on ella lo malo prevalece sobre lo bueno, sino partir de que lo bueno es més que lo malo. Se ha registrado quo los castigos aplicados en estado de célera son casi siempre injustos. Por eso, vale més actuar con xeflexién, con- forme al proverbio «on cosa alguna pensar mucho y hacer una. Hasta ahora hemos hablado de cémo om- plear el castigo; pero es también importante otra cosa: conocer los tipos de castigo permi- sibles. Pueden dividirse convencionalmente en tres grupos: a) castigos que corrigen las consecuencias de la falta cometida. Por ojemplo, si el nifio ha -pintado la puerta con lépices de colores, se le obliga a fregarla; si ha hecho mal la cama, a volver a tenderla; si ha pegado arcilla plastica en el suelo, a limpiarlo; si no ha cumplido ur encargo, a cumplirlo, ete.; b) castigos en forma de censura. Puede ser una adverteneia breve o una amonestacién se- vera. La censura ha de obligar al nifio a sentir vorgiionza y arrepentimiento por la accién cometida. La vergiienza provoca descontento do si mismo y deseos de rectificar; c) castigos en forma de restricciones. Privar al niffo de determinado placer (prohibirlo unas cuantas veces ir al cine), dejar de hablarlo algin tiempo. 95. Esto-iltimo es un instrumento muy eficaz de influencia sobre el menor. Ha cometidé una ‘falta y es necosario hacerle sentir que los padres estdn disgustados con su accién. Qué se quede por un tiempo a solas con su concien- cia. Los nifios son muy sensibles al hecho de que los padres no les. concedan atencién y les hablen menos (remarcamos, menos, para qué nadie entienda que hay, que romper del- todo} por cierto lapso, las «relaciones diplomaticas» con el hijo). Sin embargo, esta medida, alfa- mente eficiente, debe aplicarse con mucho sentido y tacto; de lo contrario, puede «extre- marse la nota». Todavia existen familias on las que para castigar al nifio le obligan a realizar algin trabajo. Yura ha cometido una falta; la mama le dice: «Como castigo fregarés la cocina, sacarés el cubo de la basura y sacudirds la alfombra>. gn qué estriba el dafio de tal «castigo»? En que origina en Yura una reaccion de rechazo hacia el trabajo impuesto y, con el tiempo, esa reaccién puede convertirse en animadversién a todo tipo de labor. Por consiguiente, al castigar con un trabajo for- zado no hacemos mas que educar la falta’ de: respeto al trabajo. ne ...Cierta vez, en una reunién de padres(me encontré con una mujer cuya ocupacién prefo- rida era frogar el suelo. La pregunté a qué se debia esa aficién y me respondié: «Siendo aan preescolar, mi mama me decia «Si te ‘portas bien, te dejaré ayudarme a fregar el suelo». Yel deseo de obtener Ja recompensacién mas alta. generaba mi. buena conducta. Tomaba el fregado. de suelos como una ‘recompensa, porque no se puede premiar con. algo que. no: 96. sea premio. Yo comprend{a bien eso... Ademés, cuando yo misma me di cuenta de que el suelo sucio se transformaba en limpio y brillante gracias a mis tnanos, y que toda la habitacién parecia asf més luminosa, comprendi de verdad que eso era realmente un premio...» Conviene tratar especialmente del dafio de los castigos. corporales. En la literatura peda- gégica. se ha discutido muchas veces ol pro- blema de si deben emplearse 0 no. Los lectores hat ocupado posiciones polares: unos, a favor, ottos, en contra, Yo soy madre y pedagogo. Tengo dos hijos mayores, de 20 aifos ya. Jamas intenté influir en ellos mediante el castigo corporal porque estoy convencida de que, los hijos deben educarse sin «garroter, pues éste humilla la dignidad humana. Se sabe que el castigo corporal aplasta la personalidad, ocasiona sufrimientos morales profundos. Los sentimientos de agravio, dolor, hhumillacién y enfurecimiento provocados por los castigos corporales impiden al nifio valorar correctamente su falta, ver toda su fealdad y, por lo tanto, no estimulan el deseo de rectifi car. Es verdad que, a veces, el nifio parece «co- rregirser ante el temor de un nuevo castigo, lo que sirve de fundamento a ciertos padres para manifestar: «Ven, después de sonarle se porta mejor». En realidad, no ha habido mejo- yamiento ninguno. Observen con mayor aten- cién al nifio que recibe castigos corporales y ver que se «porta como es debido» dnicamen- te delante de los padres y sigue portdndose mal cuando esta en otro ambiente. Resulta que los progenitores no le chan sacudido» la mala conducta y, en cambio, le han ensefiado a en- mascararso. Los citados castigos, al no des To o7 pertar sentimiento de vergiienza ni remordi- mientos de conciencia, originan muchas veces formas agresivas de autodefensa, intensifican el deseo de seguir actuando adrede tan mal como antes. En otros casos, el miedo al dolor obliga al nifio a someterse a la voluntad pater- na, pero en su interior se opone a ella firme- mente. Aqui, el sometimiento externo hace creer a los padres que los azotes han dado buen resultado.! Los castigos corporales sistemdticos dejan una triste impronta en toda la personalidad del niiio, pues los padres, al emplearlos, pier- den generalmente el dominio de si y, a menudo, causan traumas fisicos al hijo; pero trauma- tizan aéin més su psiquis. Se forman rasgos del cardcter negativos que pueden durarle toda la vida. Los nifios con sistema nervioso fuerte sa- Jen insolentes, crueles, groseros, astutos y fal- sos, y los que tienen sistema nervioso débil, taciturnos, miedosos, pusildnimes, inseguros y reservados, se subordinan pasivamente a las exigencias de otros. A consecuencia de dichos castigos desaparece la alegria y se enajenan en las relaciones con los progenitores. Los adolescentes devienen cruoles, dejan de respetar a sus padres, no les consideran personas afines, los temen. Pierden el deseo de regresar a casa, de estar en familia. El tiempo libre lo pasan con gusto fuera del hogar, en cualquier sitio, lo que complica ain mas la posibilidad de seguir educdndolos. «No conozeo ninguna familia en la que el cas- tigo corporal haya resultado provechoso. Pegar aun muchacho de 12 6 14 afios significa recono- cer nuestra impotencia ante él; significa, qui- z4, romper para siempre las buenas relacio- 98 nes»! —eseribia A. Makérenko, Mas perder las buenas relaciones quiere decir perder la fuerza de influencia y, con ella, la capacidad de educar. He aqui el relato de una madie: «...Mi infancia transcurrié en una familia numerosa. Recuerdo la amargura y la ver- giienza que sentia cuando pegaban a mi herma- no mayor. Lo pegaban y él se enfurecia, haciéndose inaguantable. Yo estaba colérica con mis padres, Horaba y me promet{a no ‘pe- gar nunca a mis hijos cuando fuese mayor. Ahora, soy madre de un nifio de seis afios y una nena de siete meses, Con mi hijo no tengo generalmente conflictos. Las «conversaciones> ‘twanscurren pacificamente, después de lo cual «ambas partes» nos separamos satisfechas. Es verdad que, en algunos casos, me daban ganas de’ gritar y pegarle, pero movilizaba mi voluntad y desentrafiaba sosegadamente lo ocurrido, quedando siempre satisfecha del resultado, Mi hijo me cuenta sin falta todo lo que hace. Cuando estuve enferma fue mi mejor amigo y auxiliar, dentro de sus posibilidades, naturalmente. Siempre trata de ayudarme en algo, hasta con consejos. Nos respetamos mu- tuamente y yo me siento orgullosa de ello. Pero, a veces, tengo mis fallos. Hace poco ocurrié el siguiente caso. Mi hijo fue a com- prar el pan y, queriondo darme una alegria, decidié comprar jugo de tomate. No tenia di- nero bastante. Se lo pidié prestado a una vecina (estaba también en la tienda). Esta empez6 a refiirlo y decirle que era un embuste- _ 1 A. Malirenko, Obras. M., 1958, od. on ruso, t. 5: pag. 43, 99 oo ro, que pedfa ol dinero pata comprarse 61 algo. La veeina trajo al nifio a casa y me conté todo. Yo, para no dejarla mal, grilé al muchacho, incluso le pogué. No lor, eché la calderilla sobre la mesa y me miré de tal forma que se me encogié el corazén. Pero cuando la vecina se fue luego de aplacarse, el pequefio parecié re- vontar. Prorrumpié en sollozos y repetia entre légrimas: «Mama, gpor qué has hecho eso? {Por qué me has refiido y, ademés, pegado de- Jante de ella?» Senti vergiienza y dolor. Me fui a otra habitacién para que io viera mis lagrimas. Comprendi que hab{a humillado la dignidad del nifio, que tanto apreciaba mi ac- titud con él: era la primera vez que no habia querido escucharle y me habia subordinado ciogamente a los «buenos» consejos de la ve- cina. Eso fue una traicién por mi parte; ast lo considero, El nifio deseaba hacer algo bueno, comprarme jugo de tomate. ¢Qué hay de malo en eso? Y desconfié de él. Luogo, por supuesto, hablamos de todo lo sucedido y restablecimos nuestras relaciones. Pero hasta hoy siento vergiienza de mi accién». Si el castigo corporal perjudica tanto al nifio, entonces, se preguntaré: gpor qué algunos padres pegan a sus hijos a pesar de ello? Seguramente, porque es el instrumento de influjo més facil. No requiere preparacién, tomas la correa y basta. Los otros procedimien- tos de educacién exigen dominio, paciencia y tacto. Es decir, dichos padres proceden asi debido a su impotencia pedagégica. El nifio debe comportarse bien no por miedo al castigo. La tarea consiste en educar el re- chazo de lo malo, de lo amoral, de lo inhumano. Una persona honrada no roba no porque tema 100 el castigo o sea cobarde, sino porque desprecia el robo. Qué tipo de castigo hay que imponer por una u otra falta? No existen recetas para cada caso. Al elegir los instrumentos de accién es necesario partir siempre de los motivos de la falta, el grado de arrepentimiento, la edad y tomar en consideracién otros muchos facto- res, incluso difieiles de prover. El éxito lo decide el grado en que la medida elegida afecte los sentimientos del nifio. Si no los afecta, si no origina vivencias internas, re- sultaré ineficaz. Consideramos que ése es el criterio de la medida a elegir en cada caso concreto. Cémo ha de ser ta palabra del educador. Suele observarse que unos nifios obedecen inmedia- tamente a sus padres y, otros, sélo tras milti- ples repeticiones. Las casas de la desobediencia de los nifios son diferentes. Entre ellas se cuenta la ausen- cia de autoridad paterna, la ofensa sufrida, ol deseo de no abandonar un asunto interesante, Ja reaccién, ya habitual en el nifio, de no pres- tar atencién a los gritos de la madre o del padre y, por iltimo, la mala crianza simple y Mana. ‘Los nifios se interesan siempre por los asun- tos de los mayores, observan, escuchan, tratan de desentrafiar, a su manera, las acciones de los adultos y, por supuesto, en primer lugar Jas de los padies. Reaccionan a lo bueno y lo malo mucho mas de prisa y vivamente que los mayores. Todo ello forma, naturalmente, tanto su conducta como su actitud hacia los progeni- tores, y determina el grado do obediencia. ‘Ahora, hablaremos de la palabra del educa~ 101 dor, de la palabra do los padres, de cémo deb pronunciarse. Resulta que no sélo es impor- tante lo que se dice, sino también cémo se dice. saben todos los padres que la palabra in- fluye sobre el hijo no s6lo pot el contenido, sino ademds por la entonacién? «Varios nifios, entre ellos Guena, de diez afios, estén jugando a la pelota en un prado frento a su casa. Atin no ha’terminado el jue- go... De repento, desde uno de los balcones se oye gritar: «jGuena, es hora de hacer los deberes, doja Ia pelotaly La mama de Guena cierra de golpe ol balcn sin esperar Ia res- puesta. EI hijo, como quien dice, ni pestafies, como si no hubiese ofdo nada. Por -el tono «de guardia de la madre sabia perfectamente que le habia dicho eso por si acaso. Pasada media hora vuelve a resonar la voz materna: «Ay, que te Heve el diablo, ya te Jo he dicho, a casita ahora mismo, do lo con- trario te sonaré...» Esta vez Guena dio un furioso puntapié a la pelota y se fue a casa de mala gana. Tuve ocasién de conocer a'la mamé de Guena. En nuestra conversacién Ie indiqué que las exigencias no deben plantearse groseramente nia gritos. Es necesario acostumbrar al nifio a que obedezca cuando le dicon las cosas en to- no tranquilo. La mamé objoté: «Pero si le hablo con tranguilidad, tengo que repetirlo cien veces y no hace ningfin caso; en cambio, cuando grito, reacciona rapido». Natural- mente, no podemos estar de acuerdo con tales argumentos. Los chillidos, las reprimendas groseras. y a gritos poseen, por supnesto, ¢ierta «fuerza» de aceién, pero Gnicamente hasta el momento: en 102 que ol nifio se acostumbre; luego, de ordina- rio, deja de reaccionar a ellos. Para que la palabra de los padres sea eficaz, ha de decirse en tono tranquilo y mesurado, y las exigencias deben ser concretas y funda- mentadas, Los nifios tienen que ‘comprender el sentido de cada exigéncia. Al hablar de la palabra, A. Makérenko sefialé muy acertada- mente lo siguiente: «Los padres deben adquirir lo antes posible un tono tranquilo, equilibrado y afable, pero siompre resuelto, cuando dan alguna disposicién, y los hijos han de acostum- brarse, desde ‘Ia edad més temprana, a ese tono... Se puede ser todo’ lo carifioso que. se quiera con el nifio, bromear con él’y jugar; mas, cuando sea necesario, hay’ que’ saber ordenar brevemento, wna vez, en"una forma y un tono que ni usted ni el nifio duden de que Ja disposicién es correcta, y su cumplimiento, inevitablen®. La entonacién con que se pronuncian las palabras es de suma importancia en el trato de los nifios. La emovién, la voluntad,’ la atoncién, la disposicién y la actitud se plas. man en la entonacion... Recuerden que los nifios pequefios, que atin no conocen el sentido de‘ las palabras, reaccionan tinicamente a la entonacién: se rien, fruncen el entrecejo y hasta Ioran. Por’ lo tanto, la entonacién constituye un instrumento de accién. Este es el motivo de que un consojo corrécto, dado de forma bien argumentada, pero con tono indiferente, sin pasién, tenga ‘poca influencia sobre los nifios, lo mismo qué sobre los adultos. 2K, Makéivenko, Obras, M., 1957, t. 4, pigs, 369-370, . 7S 403 Esta circunstancia la tenian bien en cuenta los pedagogos y educadores de talento. Por ejemplo, A. Makérenko indicaba que el nifio o el adolescente deben sentir que usted mismo vive emocionalmente lo quo le dice: si le dice que ha cometido una falta indignanto, usted debe estar realmente indignado por eso, no simplemente cumpliondo su deber de pedagogo. Los sermones fastidiosos y largos no hancon- vencido atin a nadie de nada. Pero se equivo- can todavia més, por supuesto, los padres que por cualquier causa recurran al tono elevado, a los gritos, a la gesticulacién impetuosa. Tal reaccién irrita al nifio por cuanto las emocio- nes fuertes son contagiosas. Incluso cuando las exigencias de ustedes sean justas, recuer- den’ que la irritacién y los chillidos pueden horrar completamente de la percepcién del nifio toda la justeza y fundamentacién de las palabras. Hay casos, naturalmente, en los que son indispensables la célera y la indignacién, poro antes de-expresarlas piense bien si las citcuns- tancias exigen tal

You might also like