Professional Documents
Culture Documents
ortopedia-traumatología
Colección dirigida por Alain-Charles Masquelet
C irugía
del hombro
y del codo
por
Michel Mansat
ZZZPHGLOLEURVFRP
Prólogo
a la colección Técnicas quirúrgicas,
Ortopedia-traumatología del adulto
Si el prólogo de un libro tiene una auténtica función es, sin duda, la de justificar la obra.
Por tanto, ¿cuál es el motivo de realizar una colección sobre Técnicas quirúrgicas?
La cirugía, desde los albores de los tiempos, está dirigida por un doble corpus de
conocimientos: el saber y el saber hacer o, dicho de otro modo, por la teoría, en la que
reside el diagnóstico de la enfermedad, y la práctica de las intervenciones quirúrgicas.
El aprendizaje de las técnicas quirúrgicas presenta, en este inicio del siglo XXI, una re-
volución sin precedentes debido al efecto de las inmensas posibilidades que ofrece la
informática y, en especial, las técnicas de imagen virtual en tres dimensiones. No obs-
tante, en el complejísimo proceso del dominio de una técnica quirúrgica, el cirujano en
formación debe, antes de la repetición infatigable del trabajo manual (el «cheir ergon»),
asimilar mentalmente los diferentes pasos de la intervención. En este punto es donde
interviene el libro, como soporte tradicional de la formación, que sería vano y estéril
oponer a los métodos modernos de enseñanza. El libro también ha evolucionado. La
rapidez de su elaboración le debe mucho a la informática ya que, de hecho, la ilustra-
ción médica recurre en la actualidad a los ordenadores. Todavía recientemente se pen-
saba que la era del dibujo había terminado, pero no es así.
Esto se debe a que, para asimilar mentalmente una técnica, una breve serie de dibu-
jos se muestra superior a las fotografías o a una grabación continua. Un solo dibujo
permite una integración inmediata y sinóptica de una fase quirúrgica que tiene una
cierta duración y que consta de varios pasos.
Todo ello hace que el libro, a modo de herramienta didáctica del saber hacer, se
convierta en un elemento irreemplazable. Basándose en este planteamiento, la edito-
rial Masson ha elaborado esta nueva colección de Técnicas quirúrgicas. Se trata de un
auténtico desafío en la medida en que, en el período de dos décadas, el abanico de
técnicas se ha ampliado con una multitud de procedimientos de forma paralela a los
progresos de los conocimientos (anatomía, fisiopatología, definición de nuevas entida-
des nosológicas, etc.) y a los avances puramente tecnológicos (cirugía endoscópica,
cirugía asistida por ordenador, robotización, telecirugía, etcétera).
Esto es especialmente cierto en la especialidad de ortopedia-traumatología, donde el
crecimiento exponencial de los conocimientos y de las técnicas ha suscitado la apari-
ción de numerosas subespecialidades que poseen, por sí mismas, su revista, su socie-
dad científica y su congreso.
En estas condiciones surge la duda de cómo pretender recoger en varios volúmenes
el saber hacer de una especialidad en la que apenas pasa un año sin que se publiquen
obras de calidad en campos sin duda alguna limitados, pero esenciales.
La presente colección tiene numerosos objetivos, salvo el de ser una recopilación
exhaustiva de conocimientos. Se trata de retomar los fundamentos, los principios y
las técnicas básicas de una especialidad cuyo campo de acción es una entidad indivi-
sible: el aparato locomotor. Retomar las técnicas básicas no significa proceder a una
«exhumación arqueológica». Más allá incluso de un cierto número de principios intan-
gibles en los que se apoya la acción quirúrgica, lo que se considera como el corpus
práctico básico se renueva con regularidad.
Se ha podido evidenciar, a este respecto, un ciclo de treinta años para la renovación
completa de las técnicas. De este modo, una técnica que fue «puntera» en un campo
limitado se convierte en la actualidad en una operación de rutina que deben conocer
todos los cirujanos cualificados en ortopedia traumatológica.
Es decir, esta colección no está destinada a los especialistas de una región del apara-
to locomotor. Se trata más de una colección de cultura general ortopédica y trau-
matológica que tiene una triple vocación:
- ofrecer una base didáctica al interno en formación;
- proporcionar un vademécum al cirujano que practica una traumatología polivalente;
- ofrecer un acceso fácil al superespecialista que desee una actualización sobre un
tema preciso que no forma parte de su ámbito de actividad.
A.-C. Masquelet
Prólogo
Este volumen dedicado a la cirugía del hombro y del codo se enmarca en el espíri-
tu general de la colección de «Técnicas quirúrgicas, Ortopedia-traumatología del
adulto», cuyo objetivo es insistir en los principios generales y las técnicas básicas que
han soportado el paso del tiempo y que han sufrido un proceso profundo de evalua-
ción. No es un tratado destinado al superespecialista, sino más bien una base didác-
tica para el interno en formación y una referencia para el ortopeda «general» que de-
see una puntualización precisa y detallada sobre un tema que no forma parte de su
práctica cotidiana.
La cirugía del hombro y del codo ha cobrado un gran auge en los últimos diez años,
como lo prueba la creación de numerosas sociedades científicas nacionales e inter-
nacionales, así como la aparición de nuevas técnicas quirúrgicas y artroscópicas.
Nos ha parecido interesante describir las técnicas más frecuentes con una presen-
tación muy didáctica y unas ilustraciones de calidad que insistan sobre todo en el
aspecto descriptivo, paso a paso, sin olvidar las «trampas» y los detalles relevantes
que dan lugar a la calidad del resultado final.
Los diferentes autores han sido escogidos por su competencia y experiencia en cada
técnica concreta, pero también por su espíritu didáctico y pedagógico.
El objetivo es la realización de una guía práctica que suponga un auténtico vademé-
cum, fácil de consultar, donde el ortopeda encontrará todos los detalles relativos a
una técnica quirúrgica específica. Cada capítulo está redactado siguiendo el mismo
esquema para permitir al lector localizar con rapidez la información que necesite en
cada momento.
Deseamos que este texto sirva para proporcionar una referencia bibliográfica sim-
ple y útil sobre las distintas técnicas quirúrgicas habituales referentes al hombro y al
codo.
Queremos agradecer a todos los autores que han aceptado participar en esta mono-
grafía su competencia y la calidad de su colaboración. También a la editorial Mas-
son por su dinámica y eficacia y, por último, a Carole Fumat, por sus excelentes
ilustraciones.
M. Mansat
Lista de colaboradores
ALLAIN Jérôme, professeur des universités, praticien hospitalier, service de chirurgie or-
thopédique et traumatologique, hôpital Henri-Mondor, Créteil.
BÉGUÉ Thierry, professeur des universités, chirurgien des hôpitaux, service de chirurgie
orthopédique, traumatologique et réparatrice, hôpital Avicenne, Bobigny.
BELLUMORE Yves, praticien hospitalier, service de chirurgie orthopédique et traumatolo-
gique, CHU Purpan, Toulouse.
BLETON Rémy, chef du service de chirurgie orthopédique et traumatologique de l’hôpi-
tal Foch, Suresnes.
CHAMMAS Michel, professeur des universités, chirurgien des hôpitaux, chef du service de
chirurgie orthopédique 2 et chirurgie de la main, hôpital Lapeyronie, Montpellier.
CLAVERT Philippe, assistant hospitalier universitaire, service de chirurgie orthopédique et
traumatologique, hôpital Hautepierre, CHU de Strasbourg.
COULET Bertrand, praticien hospitalier, chirurgien des hôpitaux, service de chirurgie or-
thopédique 2 et chirurgie de la main, hôpital Lapeyronie, Montpellier.
DUMONTIER Christian, professeur associé au collège de médecine des hôpitaux de Paris,
chirurgien des hôpitaux. Institut de la main (groupe de l’épaule), clinique Jouvenet,
Paris. Service de chirurgie orthopédique et traumatologique, hôpital Saint-Antoine,
Paris.
ESSADKI Boubker, professeur agrégé de chirurgie orthopédique, service de chirurgie or-
thopédique et traumatologique, CHU de Marrakech, Maroc.
GAZIELLY Dominique, chirurgien des hôpitaux, membre associé de l’Académie nationale
de chirurgie, expert près la Cour d’appel de Paris, unité de pathologie, chirurgie et
arthroscopie de l’épaule, Institut de la main, clinique Jouvenet, Paris.
GOUTALLIER Daniel, ancien chef de service, consultant professeur des universités, prati-
cien hospitalier, service de chirurgie orthopédique et traumatologique, hôpital Hen-
ri-Mondor, Créteil.
HOFFMEYER Pierre, professeur des universités, médecin-chef, service de chirurgie ortho-
pédique et de traumatologie de l’appareil moteur, département de chirurgie, Hôpi-
taux universitaires de Genève.
JUDET Thierry, professeur des universités, praticien hospitalier, chef du service de chirur-
gie orthopédique et traumatologique, hôpital Raymond-Poincaré, Garches.
X
Lista de colaboradores
Prólogo .............................................................VII
PARTE 1 : HOMBRO
2 – Inestabilidad ....................................................................................................................................23
Técnicas de tope óseo ........................................................................................................................24
Topes glenoideos anteriores (D.F. Gazielly) (24)
Topes glenoideos posteriores (C. Dumontier, B. Essadki) (34)
Reparación capsular selectiva en el tratamiento de la inestabilidad anteroinferior (M. Mansat) ........38
Indicaciones (39)
Principios del tratamiento quirúrgico (39)
XII
Índice de contenidos
7 – Pérdida de sustancia de las partes blandas del hombro (A.-C. Masquelet) ..........................131
Definición topográfica del hombro (132)
Técnicas de recubrimiento mediante colgajos (132)
Tratamiento de la pérdida de sustancia del hombro: indicaciones generales (143)
XIII
ÍNDICE DE CONTENIDOS
PARTE 2 : CODO
8 – Traumatología ...............................................................................................................................147
Fracturas del extremo distal del húmero (Th. Bégué) ......................................................................148
Recuerdo anatómico (148)
Análisis radiológico (148)
Tratamiento quirúrgico de las fracturas del extremo distal del húmero (150)
Estrategia quirúrgica (152)
Conclusiones (156)
Fracturas del extremo proximal del cúbito (Th. Bégué) ....................................................................157
Fractura del olécranon (157)
Fractura de la apófisis coronoides (163)
Fractura metafisoepifisaria proximal (167)
Complicaciones (168)
Conclusiones (169)
Fractura de la cabeza radial (T. Judet, P. Piriou, J.-L. Marmorat) .........................................................170
Clasificación de las fracturas (171)
Principios generales del tratamiento (171)
Estudio preoperatorio (171)
Técnicas quirúrgicas e indicaciones (171)
ACROMIOPLASTIA ANTERIOR
(M. MANSAT)
Arco de elevación
1.2 «Desfiladero supraespinoso». Compromiso del
supraespinoso. La formación de un entesofito en el
ligamento coracoacromial puede originar el
conflicto.
– pruebas de imagen:
– radiografías convencionales («serie del manguito»): an-
teroposterior con doble oblicuidad, rotación medial, ro-
tación lateral, vista del desfiladero del supraespinoso, la-
teral axilar, proyección subacromial anteroposterior,
– proyecciones «dinámicas» o posicionales del espacio
acromiohumeral: prueba de Leclercq, proyección ante-
roposterior en decúbito,
– otras técnicas: ecografía, TC articular, RM, RM articu-
lar ++.
Acromioplastia anterior
1.4 Dibujo de las referencias cutáneas, incisión cutánea
transversal, disociación vertical del deltoides entre La acromioplastia anterior (fig. 1.7), según la describió C.S.
los fascículos anterior y medio, en la vertical del Neer en 1972, es una fase esencial del tratamiento quirúrgico
ángulo superolateral del acromion. de las roturas del manguito de los rotadores [3, 4, 5].
7
Hombro
1
2
3
Ligamento coracoacromial
Un separador de tipo Richardson reclina el fascículo anterior
del deltoides, lo que permite visualizar a la perfección el liga-
mento y la arteria acromial, que se coagula.
A continuación se separa el ligamento de la cara inferior del
acromion (1/3 anterior) y se conserva para una posible reinser-
ción en los casos de roturas masivas del manguito, para man-
tener el arco coracoacromial y prevenir una posible migración
superior de la cabeza humeral (fig. 1.8).
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Acromion
La parte anterior del acromion se expone al poner un sepa-
rador de Hohmann en el espacio subacromial, lo que permite
rechazar la cabeza humeral hacia abajo.
La porción de acromion que sobresale por delante de la cla-
vícula debe resecarse y la parte inferior del tercio anterior del
acromion se debe biselar.
Esa intervención se adapta al tipo de acromion, pero suele
realizarse en dos fases (fig. 1.9):
– osteotomía vertical (coronal) en línea con el borde anterior
de la clavícula;
– osteotomía horizontal (axial) en bisel, incluyendo una cuña
de la parte anteroinferior del acromion de alrededor de
1,5 cm.
El borde inferior del acromion se regulariza a continuación
con una lima y después se irriga con abundante suero para pre-
1.6 Acceso del deltoides. venir las calcificaciones heterotópicas.
8
CONFLICTO SUBACROMIAL
Articulación acromioclavicular
Se coloca un dedo bajo la articulación acromioclavicular, que
se palpa en busca de una prominencia ósea que pueda provo-
car un conflicto.
Puede realizarse una resección en cúpula de la parte inferior
de la articulación acromioclavicular para garantizar la descom-
presión (figs. 1.10 y 1.11).
En menos ocasiones, se realiza una resección de alrededor de
2 cm de la parte distal de la clavícula: osteotomía con una sierra
oscilante, oblicua en el plano sagital y transversal para prevenir
un conflicto residual entre la parte posterior de la clavícula y el
acromion (figs. 1.12 y 1.13).
a
1.10 Resección «en cúpula» de la parte inferior de la
articulación acromioclavicular.
POSTOPERATORIO
Puntos fundamentales
Colocación del paciente y dibujo de las diferentes referencias:
acromion, articulación acromioclavicular, coracoides.
Acceso del plano trapeciodeltoideo:
– en el eje de las fibras musculares;
El programa de rehabilitación postoperatoria depende no sólo – cubierta fibrosa + +.
de la acromioplastia, sino del tipo de lesión del manguito y de Acromioplastia adaptada con conservación del ligamento co-
las modalidades de reparación. Debe dirigirse y supervisarse racoacromial si es preciso.
por el cirujano, en estrecha colaboración con el equipo de
rehabilitación.
lay [1]. La sospecha clínica de la rotura del manguito y su am- la cara posterior del hombro y permite realizar una incisión cen-
plitud deben confirmarse mediante pruebas de imagen. La eco- trada en la fosa infraespinosa para hacer un posible avance del
grafía no proporciona informaciones de la precisión suficiente músculo infraespinoso asociado a un colgajo de romboides. La
para ser de utilidad en el contexto prequirúrgico. La TC articu- cabeza se mantiene con un cabecero que se aplica sobre el oc-
lar sobre todo, pero también la RM desde que se han autoriza- cipucio (y no sobre la cara, pues esta posición puede provocar
do las inyecciones intraarticulares de material de contraste, son compresiones oculares y ceguera).
las exploraciones más rentables. Permiten estudiar con precisión
cada uno de los tendones, confirmar su rotura y el grado de la
retracción de los muñones tendinosos proximales. Estas pruebas
■ Instrumentos específicos
de imagen también ofrecen la posibilidad, gracias en especial a
Hilos de sutura: deben preferirse hilos gruesos (que agarran
los cortes horizontales de TC con ventana muscular, de apreciar la
mejor en los tendones) y no reabsorbibles en lugar de hilos fi-
relevancia de la degeneración grasa de cada uno de los músculos
nos (que cortan los tendones) y reabsorbibles, cuya reabsorción
supraespinoso, infraespinoso, subescapular e incluso redondo
puede producirse antes de que se logre la cicatrización entre el
mayor, y, por tanto, evaluar las posibilidades de éxito de una
tendón y el hueso. Hasta el momento, la sujeción con anclajes
reinserción de la rotura del manguito [4, 5].
que permitan fijar los hilos de sutura al hueso no ha demostrado
su superioridad sobre los hilos anudados, sobre túneles óseos, o
sobre la cortical periférica de las tuberosidades (reforzados si es
preciso por implantes de tipo «botón»).
La radiografía simple, realizada en proyección anteroposterior Unos punzones triangulares del diámetro 3 permiten realizar
en posición sentada o de pie y en proyección axilar, ofrece in- los trayectos óseos, comunicando la trinchera ósea de reinser-
formaciones significativas: permite visualizar los posibles cam- ción tendinosa con la cortical externa de los tubérculos.
bios degenerativos glenohumerales (subluxación superior de la Gracias a unos pasahilos de curvaturas diferentes (fig. 1.15)
cabeza humeral mediante la medición de la distancia subacro- se puede traccionar de los hilos pasados por los tendones a tra-
mial y subluxación anteroposterior). También permite cuanti- vés de los trayectos óseos.
ficar una posible artrosis glenohumeral que se manifiesta por
una simple osteofitosis o por un pinzamiento articular.
■ Anestesia 1.15 Paso de los hilos de sutura en los túneles óseos con
ayuda de un pasahilos.
Nosotros preferimos la anestesia general completada con un
bloqueo anestésico locorregional para mejorar la analgesia post-
operatoria a la simple anestesia locorregional. Nunca se tiene la En el período postoperatorio, el empleo de una férula que
certeza de que no se deba añadir una incisión sobre la cara pos- mantenga una elevación lateral del brazo de alrededor de 20-
terior de la escápula para realizar un avance del infraespinoso. 30º en el plano de la escápula permite una movilización pasiva
inmediata por encima de ella, evita cualquier tensión anómala
sobre las suturas, incluso si se han realizado sin tensión, y reba-
■ Posición quirúrgica ja el nervio supraescapular en caso de avance musculotendinoso
de los músculos infraespinoso y supraespinoso.
La extremidad superior operada debe poder movilizarse du-
rante la intervención. Por tanto, el hombro y la extremidad su-
perior se sitúan por fuera de los campos estériles de protección. ■ Técnica quirúrgica
La posición semisentada, con el enfermo desplazado hacia el
Exposición de las lesiones tendinosas
lado del hombro operado para permitir una retropulsión de la
extremidad superior, es la que recomienda la mayoría de los Dado que la capa tendinosa del manguito de los rotadores
autores. Nosotros preferimos la posición sentada que expone es continua, es difícil saber a qué músculo pertenece tal o cuál
14
CONFLICTO SUBACROMIAL
5
Deben reconocerse las roturas tendinosas no transfixiantes del
infraespinoso y del subescapular. Para identificarlas, debe po- 4
der explorarse su cara profunda, aprovechando la rotura del
supraespinoso. La parte profunda del infraespinoso sólo es vi-
sible en rotación externa, lo que relaja el tendón (fig. 1.16). 2
La cara profunda del subescapular sólo es visible en rotación
interna, lo que relaja el tendón (fig. 1.17).
1.17 Exploración de la cara profunda del tendón del
subescapular (5) cuya parte superficial está
normalmente insertada a nivel de la rotura del
tendón del supraespinoso (2) y tras levantarlo del
Vías de acceso ligamento coracohumeral (4) (el tendón de la
porción larga del bíceps es normal). La extremidad
Vía superior supraespinosa transacromial superior está en antepulsión y rotación interna para
relajar el subescapular.
y transdeltoidea
Esta vía, descrita por Debeyre y Patte [3], ofrece una expo-
sición excelente de la parte posterosuperior del manguito ten- mente hacia delante para hacerse paralela a las fibras del del-
dinoso y muscular, así como una visión adecuada del subes- toides. Debe interrumpirse a dos traveses de dedo del borde
capular cuando la extremidad superior está en antepulsión lateral del acromion para evitar la lesión del nervio axilar. La
(fig. 1.17). Además, permite exponer a la perfección la parte parte superior del trapecio se incide con bisturí eléctrico 1 cm
distal de los músculos del manguito y la cara profunda del in- por encima de la espina. Se realiza una disección vertical de las
fraespinoso y del subescapular. fibras del deltoides 1 cm por delante del ángulo del acromion.
La incisión cutánea se inicia, por la parte medial, en el tu- La aponeurosis profunda del deltoides se incide en vertical y su
bérculo de la espina de la escápula. Es paralela a esta última, cara profunda se separa de la bolsa subdeltoidea hacia delan-
1 cm por encima de ella. Se curva ligeramente hacia detrás por te y hacia detrás (fig. 1.18).
encima del acromion para pasar 1 cm por delante del ángulo La acromiotomía se efectúa con una sierra oscilante tras haber
posterior del acromion. Después desciende y se dirige ligera- realizado con una broca de diámetro 2,5 dos orificios intraóseos
15
Hombro
2
4 4
5
2
3
3
1
1.18 Vía de acceso supraespinosa transacromial 1.19 Vía de acceso de Debeyre y Patte. Vista a través del
transdeltoidea de Debeyre y Patte: incisión de la manguito de los rotadores (los tendones del
porción superior del músculo trapecio (1); disección infraespinoso (1) y del supraespinoso (2) están
del músculo deltoides (2); trazo de la incisión de la rotos). La parte posterior del ligamento
aponeurosis profunda del músculo deltoides (3), y coracohumeral (4) está desinsertada. La porción
trazo de la acromiotomía (4). larga del bíceps (3) y la cara superficial del tendón
del subescapular (5) son normales.
Liberación de los muñones de los tendones rotos se a continuación para permitirlos avanzar hacia el húmero.
Para esta liberación se requiere en primer lugar la sección del
(fig. 1.20)
receso capsular periglenoideo, porque la cara profunda de los
Los tendones rotos deben separarse entre sí y de los tendo- tendones se adhiere a la cápsula. La liberación más proximal
nes que estén íntegros. Los muñones tendinosos deben liberar- del supraespinoso respecto de la cavidad glenoidea no debe su-
16
CONFLICTO SUBACROMIAL
2
1
1.23 Avance del músculo supraespinoso: sección de la 1.24 Avance de los músculos supraespinoso e
aponeurosis de recubrimiento del supraespinoso (1) y infraespinoso: incisiones de las aponeurosis de
liberación del borde anterior de su tendón respecto recubrimiento del supraespinoso y del infraespinoso
del borde posterior del ligamento coracohumeral (2). (corte sagital) y desinserción de los músculos de las
Ligamento acromiocoracoideo (3). fosas supra e infraespinosa.
PSE
3
2
1
Acromioplastia
Nosotros no realizamos acromioplastia aunque el acromion
tenga forma de gancho. Por el contrario, se resecan las osifica- 1
ciones que rodean la inserción acromial del ligamento acromio-
coracoideo. Esta resección, cuando se emplea la vía de Debey-
re y Patte, se realiza mediante una sierra oscilante larga y fina,
o con una pinza gubia fina sobre el acromion volteado.
COLGAJOS TENDINOMUSCULARES
4
2
3 1.35 Colgajo de trapecio: sutura del ligamento
coracohumeral (4) (desinsertado de la coracoides y
sin separarlo del músculo supraespinoso (2)
reinsertado) al colgajo de trapecio (3).
22
CONFLICTO SUBACROMIAL
Bibliografía
Conclusión
Numerosas técnicas permiten reparar las roturas del manguito [1] CONSTANT CR, MURLET AH. A clinical method of functionnal as-
de los rotadores. Las suturas de los muñones tendinosos rotos sessment of shoulder. Clin Orthop 1987, 214 : 160-4.
en su lugar anatómico ofrecen, sin duda alguna, los mejores re- [2] GOUTALLIER D. Quelles ruptures transfixiantes de la coiffe des ro-
sultados. Las suturas deben realizarse tras la escisión de los res- tateurs doivent être réparées ? Pourquoi, quand, comment ? Ca-
tos tendinosos cuyo aspecto macroscópico sea anómalo, y sin hier d’enseignement de la Sofcot, conférences d’enseignement 2003
tensión. Si las suturas sólo parecen posibles con tensión, no (Dir J. Duparc), Elsevier SAS Paris, 1-14.
debe dudarse en realizar un avance de los músculos correspon- [3] GOUTALLIER D, POSTEL JM, BERNAGEAU J et al. Fatty infiltration of
dientes. No obstante, las suturas sólo son útiles si la degenera- disruptured rotatoir cuff muscles. Rev Rhum 1995, 62 (6) : 415-
ción grasa de los músculos del hombro es inferior o igual a 2 422.
(aún más músculo que grasa). [4] GOUTALLIER D, POSTEL JM, LEGUILLOUX P. Fermeture chirurgicale des
En caso contrario, debe recurrirse a los colgajos, o contentar- coiffes non réparables par suture simple. Encycl Med chir (Éditions
se con una mejoría del dolor mediante intervenciones quirúr- Scientifiques et Médicales) Elsevier SAS Paris, Techniques chirur-
gicas no reparadoras (artrólisis, acromioplastia, sección de la gicales – Orthopédie – Traumatologie, 44 – 285, 2000.
porción larga del bíceps), o con tratamientos médicos analgé- [5] GOUTALLIER D, POSTEL JM, GLEYZE P et al. Influence of cuff muscle
sicos y cinesiterapéuticos. fatty degeneration on anatomic and funtional outcomes after sim-
ple suture of full-thickness tears. J Shoulder Elbow Surg 2003, 12 :
550-554.
24
INESTABILIDAD
■ Indicaciones
TOPES GLENOIDEOS
La indicación del «tope anterior» preglenoideo suele estable-
cerse en una persona deportista de alto nivel que ha tenido va-
ANTERIORES rios episodios de inestabilidad anterior, que se traducen en lu-
xaciones anteriores que requieren la reducción por una tercera
persona, o bien en subluxaciones anteriores con autorreduc-
(D.F. GAZIELLY) ción. Estas luxaciones y/o subluxaciones recidivantes pueden es-
tar ocasionadas por traumatismos indirectos o por movimien-
tos de la vida cotidiana, y aparecen de forma más o menos
a colocación de «topes» óseos preglenoideos
L para evitar el desplazamiento anterior de la
cabeza humeral se propuso ya en 1918 por Eden
espaciada en el tiempo. Siempre resulta interesante contar con
una o varias radiografías que muestren la posición de la cabe-
za humeral por delante de la cavidad glenoidea cuando se tra-
como una alternativa a la estabilización ta de luxaciones, para confirmar el carácter anterior de la ines-
tabilidad.
quirúrgica mediante los colgajos capsulares. La indicación del «tope anterior» preglenoideo puede pro-
En la historia de los topes anteriores [4], ponerse de forma excepcional tras una primera luxación ante-
Noesske, Trillat, Merle d’Aubigné y, sobre todo, romedial en una persona que practique un deporte de contac-
Latarjet, en 1954, han sistematizado, en Europa, to a nivel competitivo (rugby, piragüismo) y que presente una
el empleo de la apófisis coracoides como tope fractura desplazada del borde anteroinferior de la cavidad gle-
noidea con un riesgo elevado de recidiva al reanudar su de-
anterior y su fijación haciendo prominencia a
porte.
nivel de la parte anteroinferior de la cavidad El carácter, en ocasiones, voluntario de las subluxaciones an-
glenoidea, a través de una incisión de las fibras teriores recidivantes es una contraindicación de la realización
del músculo subescapular. Los autores de un «tope anterior», y de la cirugía en general.
anglosajones citan la intervención de Bristow, La indicación de estabilización quirúrgica de una inestabili-
descrita en 1958 por su alumno Helfet. May dad anterior del hombro mediante un «tope anterior» en lu-
gar de con una reparación capsular selectiva o con una rein-
describió en 1970 una modificación de esta última
serción ligamentosa artroscópica depende de dos parámetros
técnica, que confiere el papel de estabilización distintos, pero que pueden sumar sus efectos en un mismo
anterior más al obenque muscular de los paciente en lo que se refiere al riesgo de recidiva [2]: la exis-
tendones del coracobraquial y del subescapular tencia de lesiones óseas glenoideas y humerales, y la prácti-
que al efecto de tope óseo. En la actualidad, ca de un deporte de contacto. Una lesión ósea del borde an-
pocos cirujanos ortopédicos emplean el tope teroinferior de la cavidad glenoidea por desgaste traduce el
paso repetido de la cabeza humeral por delante y por deba-
costal descrito en 1960 por Gosset. En países
jo de la cavidad glenoidea, del mismo modo que la muesca
como Francia, la tendencia es emplear la posteromedial de la cabeza humeral descrita por Malgaigne.
técnica propuesta por Patte con el nombre de Estas lesiones óseas son factores de riesgo de recidivas que
triple bloqueo, después de haber descrito, requieren un «efecto óseo compensador». La realización de
en 1981 [5], el punto débil anteroinferior. un deporte de contacto con bloqueos sobre el brazo en po-
La técnica del triple bloqueo anteroinferior, sición de armado (rugby, piragüismo, baloncesto, balonma-
no, yudo) expone a un riesgo de recidiva más elevado y es
que se describe en el capítulo de topes anteriores,
un argumento a favor de una estabilización mediante un tri-
requiere una realización minuciosa. Presenta ple bloqueo anteroinferior, en lugar de con una capsuloplas-
riesgos que deben evitarse y que los cirujanos tia selectiva.
ortopédicos que suelan emplear «el tope»
para tratar una inestabilidad anterior
crónica postraumática del hombro han
de conocer.
25
Hombro
bloqueo anteroinferior propuesta por Patte y que combina las que representa el punto débil anteroinferior.
ventajas de las técnicas de Latarjet, de May y de Bankart. La
concepción biomecánica y la realización técnica difieren respec-
to de la intervención de Latarjet, que suele denominarse «tope Para proteger el punto débil anteroinferior, Patte ha propues-
coracoideo». to la realización de un triple bloqueo óseo, muscular y capsu-
La descripción de Patte, en 1981, del punto débil anteroinfe- lar de dicho punto débil (fig. 2.3):
rior, demuestra la vulnerabilidad de la estabilidad de la cabeza – bloqueo óseo: atornillado sólido (que llega a la cortical poste-
humeral cuando el brazo está en posición de elevación y ab- rior del cuello de la escápula) de un tope realizado con la rama
ducción-rotación externa, que corresponde a la posición de ar- horizontal de la apófisis coracoides, en posición horizontal,
mado de lanzamiento en un deportista (fig. 2.1). En esta posi- subecuatorial y sobresaliendo del reborde anterior de la cavi-
ción el subescapular descubre la cabeza humeral, que se dad glenoidea;
descentra de forma progresiva en sentido anteroinferior, trac- – bloqueo muscular: conservación de la continuidad de las fi-
cionada por la gravedad y por la fuerza de coaptación (que se bras musculotendinosas del tercio inferior del subescapular;
convierte en fuerza de luxación) del propio subescapular en los – bloqueo capsular: sutura y retensado del fondo de saco cap-
últimos grados de la elevación anterior. La cabeza humeral en sular anteroinferior al ligamento coracoacromial, cuya inser-
ese momento sólo queda retenida por la cápsula y el ligamen- ción coracoidea se ha conservado.
to glenohumeral inferior, que representa, en esta posición, el
punto débil (fig. 2.2).
26
INESTABILIDAD
■ Técnica quirúrgica
2.4 En posición de armado, «el efecto de hamaca Opciones anestésicas
muscular» del triple bloqueo tiene mayor
relevancia biomecánica que «el efecto de tope La intervención quirúrgica puede desarrollarse, en función
óseo». Tope coracoideo (1). Cápsula (2). Músculos de las costumbres y posibilidades de cada equipo de cirujano-
coracoideos (3). anestesista, según tres modos anestésicos: anestesia general,
anestesia locorregional por bloqueo interescalénico mediante
inyección única o con la colocación de un catéter, o la asocia-
■ Estudio radiográfico ción de ambos métodos. Nosotros preferimos la tercera so-
preoperatorio lución en nuestra práctica. La anestesia locorregional median-
te bloqueo interescalénico presenta la ventaja, si se realiza de
El estudio radiográfico preoperatorio debe permitir saber si forma correcta, de recurrir a una anestesia general comple-
existen lesiones óseas glenoideas y humerales sugestivas de mentaria muy superficial que aporta comodidad al paciente y
inestabilidad anterior y cuál es su grado de gravedad, para de- al cirujano, así como tratar el dolor durante los 3-4 primeros
terminar si se trata o no de una indicación de triple bloqueo. días del postoperatorio mediante la perfusión cada 8 horas de
El estudio radiográfico convencional solicitado inicialmente un anestésico en el catéter interescalénico que se deja colo-
cuando existe una sospecha clínica de inestabilidad anterior cado. Tiene el inconveniente de aumentar ligeramente la he-
traumática debe incluir, como mínimo, dos radiografías com- morragia perioperatoria. Esta técnica puede provocar un sín-
parativas realizadas con un aparato de telemando provisto de drome de Claude Bernard-Horner, que siempre es reversible al
un circuito de televisión adecuado. interrumpir las inyecciones. Está justificado realizar profilaxis
La proyección de Garth permite objetivar una fractura despla- antibiótica con una dosis justo antes de la incisión, porque las
zada del borde anteroinferior de la cavidad glenoidea y medir complicaciones infecciosas no son infrecuentes en las proximi-
el grado de desgaste posteromedial de la cabeza humeral. dades de la axila.
27
Hombro
Preparación cutánea
El riesgo de contaminación de la herida quirúrgica por un mi-
croorganismo bacteriano no es desdeñable en este tipo de ciru-
En resumidas cuentas, la colocación correcta del paciente es
gía, debido a la proximidad del hueco axilar, del vello que a ve-
primordial en este tipo de intervención, que se verá facilitada
ces está muy desarrollado en adultos jóvenes en el tórax, o, al
en su desarrollo. Debe realizarse por el cirujano y sus ayudan-
contrario, debido a una piel lampiña y con acné en adolescen-
tes, en colaboración con el anestesista. Una vez colocado el pa-
tes; en este último caso, se recomienda un tratamiento derma-
ciente, se realizará la asepsia con alcohol yodado de toda la ex-
tológico específico durante tres meses antes de la intervención
tremidad superior y se pondrán los campos quirúrgicos de
para prevenir el riesgo de infección por Propionibacterium acnes.
forma que dejen libre toda la extremidad superior; se aconse-
La técnica de rasurado varía según las costumbres de cada
ja aplicar un campo adhesivo yodado en la zona quirúrgica y
equipo: crema depilatoria hipoalergénica 24 horas antes de la
aislar de forma adecuada del hueco axilar.
intervención, tras la realización de una prueba cutánea en el
antebrazo, o utilización de una maquinilla eléctrica en el qui-
rófano. En todos los casos es necesaria una ducha con un pro-
ducto antiséptico del tipo de la povidona yodada la víspera y
el día de la intervención: preparación de todo el hombro, el Instrumental específico (fig. 2.6)
hueco axilar, el brazo y el cuello la víspera y la mañana de la
intervención. Se completará con un último lavado en el quiró-
fano de la cintura escapular y del hemitórax con el mismo pro- a b c
ducto. No debe olvidarse retirar cualquier anillo de la mano,
así como todos los piercing, con independencia de su localiza-
ción, ya que son un posible foco de infección.
– una pinza autoestática con dientes «porta-topes», como la tiagudo a nivel de la «rodilla» de la apófisis coracoides, en la
de Museux, que permitirá sujetar con firmeza la rama hori- unión de las ramas horizontal y vertical. El tendón del pectoral
zontal osteotomizada de la apófisis coracoides; menor se desinserta en su totalidad con bisturí eléctrico, per-
– un separador como el diseñado por Trillat, cuyo extremo maneciendo en contacto con el hueso. La fase siguiente es la
se apoya sobre el borde posterior de la cavidad glenoidea, y disección entre el borde medial del tendón coracobraquial y el
que permite exponer de forma correcta esta cavidad, al se- músculo pectoral menor: debe ser minuciosa y realizarse con ti-
parar hacia atrás la cabeza humeral. jeras de disección y con una pinza de Debakey, efectuando una
hemostasia preventiva de los pequeños pedículos vasculares
que atraviesan el tejido graso que rodea los vasos axilares y los
Técnica quirúrgica
ramos del plexo braquial. El peligro de esta fase de la disección
Se describirá la técnica del triple bloqueo tal como la practi- es el nervio musculocutáneo, que puede alcanzar el músculo co-
camos nosotros desde 1986, y después se ofrecerán las posi- racobraquial a una altura variable y que es preferible, si no ver-
bles variantes. lo, por lo menos palparlo con el dedo. La osteotomía de la rama
horizontal de la apófisis coracoides puede realizarse entonces
Incisión cutánea de medial a lateral, bien con un escoplo o con una pequeña
sierra oscilante. El trazo de la osteotomía debe pasar por de-
Es vertical y se extiende, a lo largo de una longitud de alre- trás del borde posterior del LAC. Debe procurarse no obtener
dedor de 4-8 cm en función del volumen muscular, desde un un tope demasiado pequeño que correría el riesgo de debili-
través de dedo por encima de la punta palpable de la apófisis tarse por el atornillado posterior.
coracoides, hasta el borde medial del pliegue cutáneo de la axi-
la. En la mujer, la incisión podrá dibujarse bajo el tirante del
Preparación del tope coracoideo (fig. 2.7c)
sujetador, con fines estéticos. El tejido graso subcutáneo se in-
cide con bisturí eléctrico. El apoyabrazos se gira de forma que el brazo se sitúe en ab-
ducción. El tope coracoideo se sujeta con ayuda de una pinza,
Abordaje deltopectoral (fig. 2.7a) y después se libera de sus inserciones restantes, sobre todo del
ligamento coracohumeral, que se reseca de la cara lateral de la
La extremidad superior se coloca en abducción sobre el apoya- coracoides, al llevar el brazo a rotación externa. El peligro de
brazos. Se busca el surco deltopectoral en su parte superior recu- esta fase de liberación es el nervio musculocutáneo, que puede le-
bierto de tejido graso y se diseca con tijeras en sentido descen- sionarse de forma indirecta por una tracción excesiva con la pin-
dente, con la ayuda de dos separadores de Farabeuf y después za que sujeta el tope, sobre todo cuando el campo quirúrgico
con dos separadores musculares más profundos, en cuanto sea es profundo en un paciente muy musculoso. El injerto coracoi-
posible; la vena cefálica se identifica y se separa en sentido la- deo se da la vuelta y su cara profunda se aviva con una legra,
teral con el deltoides. A menudo existe un pedículo vascular que y se prepara de forma que se adapte a la superficie, más o me-
atraviesa en sentido transversal la parte superior del surco del- nos plana, de la cara anteroinferior de la cavidad glenoidea. El
topectoral y que debe ligarse. El deltoides y el pectoral mayor centro de la cara superficial del tope se marca con el bisturí
se disecan hasta su plano profundo, a lo largo de todo el tra- eléctrico y después se realiza un orificio con un punzón. La per-
yecto de la incisión, y después se separan mediante un separa- foración, realizada con una broca de 4,5 mm, debe localizarse
dor autoestático atraumático de valvas. La aponeurosis clavipec- justo en el punto medio de la cara profunda para evitar debi-
toral se incide en el borde inferior del ligamento coracoacromial litar el hueso y producir una fractura del tope en el momento
y en el borde lateral del tendón coracobraquial, con lo que de atornillarlo. Tras medir su grosor con una regla, el injerto
queda expuesto el plano profundo: apófisis coracoides, liga- se coloca de forma provisional bajo el músculo pectoral mayor
mento coracoacromial, tendón y músculo pectoral menor, ten- y se mantiene mediante la valva medial del separador autoes-
dón del coracobraquial, tendón y músculo subescapular. tático.
Obtención del tope coracoideo (fig. 2.7b) Incisión del subescapular (fig. 2.7d)
La extremidad superior, que reposa en abducción sobre el La artrotomía se realiza mediante una incisión horizontal del
apoyabrazos, se coloca en rotación externa, lo que permite una intervalo de los rotadores a nivel del borde superior blanco na-
visualización adecuada del ligamento acromiocoracoideo (LAC). carado del tendón subescapular. Debe procurarse no lesionar el
Es recomendable realizar la hemostasia preventiva de la rama acro- ligamento glenohumeral superior cuando se prolonga esta inci-
mial de la arteria acromiotorácica, que discurre sobre la parte pos- sión demasiado lateralmente. La localización de la porción ar-
terior del LAC. Éste se incide con bisturí eléctrico a 1 cm de su ticular de la porción larga del bíceps con tijeras de disección es
inserción coracoidea. Después se hace girar el apoyabrazos ha- útil para evitar este problema. Se coloca un hilo de referencia
cia la mesa y la extremidad superior se coloca en aducción y de forma provisional a nivel de la incisión del intervalo de los
rotación interna. La rama horizontal de la coracoides se expo- rotadores. El borde inferior del músculo subescapular se locali-
ne mediante la colocación de un separador de Hohmann pun- za con la presencia del pedículo circunflejo anterior, del que debe
29
Hombro
prevenirse cualquier lesión. El tendón subescapular se individua- la cara profunda del subescapular. El cuadrante anteroinferior
liza y después se incide en vertical hasta los dos tercios de su de la cavidad glenoidea, donde se va a atornillar el tope cora-
longitud. La incisión se torna entonces horizontal a nivel del coideo, se prepara de forma cuidadosa: escisión capsular, ex-
tendón y después del músculo subescapular, en la unión de los tirpación de los fragmentos óseos, y después avivamiento y re-
dos tercios superiores y del tercio inferior, dibujando en total gularización con una legra. El tope coracoideo se libera de la
una L. La disección horizontal de las fibras musculares del sub- valva medial del separador autoestático y se coloca con un pun-
escapular debe llevarse hasta un punto lo suficientemente me- zón de forma que se sitúe lo bastante bajo y, sobre todo, que
dial para evitar la formación de adherencias en la futura hama- quede enrasado con el borde anterior de la cavidad glenoidea.
ca muscular, siempre recordando la proximidad del nervio axilar,
que cruza a este nivel el borde inferior del subescapular para
dirigirse hacia atrás en el espacio humerotricipital. El plano pro-
fundo del subescapular se separa del plano capsular anterior
Para evitar cualquier prominencia del tope, causa de artrosis,
del mismo modo que cuando se realiza una plastia capsular se-
es preferible, en todo caso, colocarlo varios milímetros en sen-
lectiva. Esta disección siempre es más difícil a nivel de las par-
tido medial respecto al reborde glenoideo.
tes superior y lateral del plano capsular. Los dos tercios supe-
riores del subescapular se reclinan en sentido medial mediante
dos suturas provisionales. Un separador de Hohmann puntia-
gudo se coloca en la cara anterior de la cavidad glenoidea. El
plano capsular se separa del plano profundo del tercio inferior Se realiza un orificio previo con el punzón, separando el tope
del subescapular. de forma provisional. Mediante una broca de 3,2 mm, intro-
ducida en una gasa protectora para prevenir cualquier lesión
de las partes blandas circundantes, se perfora el cuello de la ca-
vidad glenoidea en sentido anteroposterior y ligeramente as-
cendente, en paralelo a la superficie articular glenoidea. La cor-
Esta fase de la disección del fondo de saco capsular anteroinfe- tical posterior debe atravesarse. El trayecto transóseo se mide con
rior es esencial si existe una hiperlaxitud ligamentosa, porque precisión para evitar la colocación de un tornillo demasiado largo.
permitirá suturar, elevándolo, el fondo de saco capsular ante- Las medidas del grosor del tope coracoideo y de la longitud
roinferior distendido al ligamento coracoacromial y corregir de perforada del cuello de la cavidad glenoidea se suman de for-
ese modo una posible hiperlaxitud inferior. ma exacta para escoger un tornillo cortical AO 4,5 autorroscan-
te de longitud adecuada. Nosotros utilizamos una arandela de
cerámica o metálica que evita que la cabeza del tornillo se hun-
da en el tope durante el atornillado compresivo, lo que podría
Capsulotomía y estudio articular (fig. 2.7e)
provocar una fractura del tope. Durante el atornillado se debe
De este modo, la parte anterior de la cápsula es visible a lo colocar a la perfección el tope con una pinza que lo sujete para
largo de toda su longitud. Se incide en vertical frente al borde que su borde lateral sea paralelo al borde anterior de la cavi-
anterior de la cavidad glenoidea, identificada previamente en dad glenoidea y no lo sobrepase. La perforación del tope de
toda su longitud. Se colocan dos suturas provisionales en su bor- 4,5 mm y del cuello de la cavidad glenoidea de 3,2 mm per-
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
de lateral. La colocación en el borde posterior de la cavidad gle- mite la colocación de un tornillo a compresión y una estabili-
noidea del separador de Trillat, que rechaza hacia atrás la cabe- dad excelente del tope en rotación, que se aplica de forma per-
za humeral, se facilita por un movimiento del brazo en tracción fecta contra la cara anterior de la cavidad glenoidea, cuando la
y rotación interna. La articulación glenohumeral puede explo- punta del tornillo alcanza la cortical posterior.
rarse entonces: estado del cartílago de la cavidad y de la cabe-
za humeral, del rodete anterior que puede haber desaparecido
en su parte inferior, o haberse desinsertado a lo largo de toda
su longitud hasta la inserción de la parte articular de la porción Habrá que tener cuidado con una compresión demasiado fuerte
larga del bíceps en forma de lesión de SLAP (Superior Labrum An- que puede provocar una fractura del tope. La solidez del mon-
terior Posterior), lesión que deberá reinsertarse con uno o dos ancla- taje exime, según nosotros, de la colocación de un segundo
jes, y extraer los posibles fragmentos de cartílago libres. tornillo que expone al riesgo de debilitar el tope.
a b c
Ø 3,2 mm
Ø 4,5 mm
d e f
a asegurar el bloqueo muscular al comprimir el tercio inferior nal. El borde medial del colgajo capsular se va a suturar en su
del músculo subescapular durante el armado del brazo. Queda parte inferior al resto del LAC que se ha dejado unido a la co-
por realizar el bloqueo capsular, que es fundamental, porque racoides y en su parte media al rodete glenoideo anterior, con
va a impedir el roce entre el polo inferior de la cabeza hume- el brazo en rotación externa a 30º. Si existe una hiperlaxitud
ral y la cara lateral del tope anterior en los movimientos del ar- ligamentosa constitucional, la bolsa capsular anteroinferior se
mado realizados con una gran amplitud. El bloqueo capsular es reducirá, suturando la cápsula al LAC y al rodete con un movi-
primordial cuando existe una hiperlaxitud ligamentosa constitucio- miento ascendente, mientras el brazo está colocado a 30º de
31
Hombro
Tabla 2.1 Métodos para prevenir las complicaciones vasculonerviosas del triple bloqueo.
Lesión de la rama acromial de la arteria acromiotorácica Hemostasia preventiva antes de seccionar el ligamento
acromiocoracoideo
Lesión del pedículo circunflejo anterior Pensar en él durante la sutura de la disección horizontal del
subescapular
Lesión del nervio musculocutáneo – Palparlo y verlo durante la disección entre el
coracobraquial y el pectoral menor y en la liberación del
tope coracoideo tras la osteotomía
– Evitar una tracción excesiva sobre la coracoides en un
paciente musculoso y en un campo quirúrgico profundo
Lesión del nervio axilar Pensar en él durante la disección horizontal de las fibras del
músculo subescapular en la unión de los 2/3 superiores con
el 1/3 inferior y no ir demasiado lejos en sentido medial
Tabla 2.2 Métodos para prevenir las complicaciones vasculonerviosas del triple bloqueo.
a b
Bibliografía
De este modo, en el estudio preoperatorio de una inestabili-
[1] COUDANE H, WALCH G. Directeurs du symposium de la SOFCOT : dad posterior del hombro deberán tenerse en cuenta elemen-
L’instabilité antérieure chronique de l’épaule chez l’adulte. Suppl. tos clínicos y de los estudios complementarios que, según los
I, Rev Chir Orthop 2000, 86 : 91-150. autores, hagan inclinar el equilibrio hacia una u otra técnica
[2] GAZIELLY DF. Conduite à tenir devant une épaule instable. In: L’É- (tabla 2.3). Se trata sobre todo de la existencia:
paule au quotidien. Sauramps médical, Montpellier, 1999 : 131- – de una laxitud que puede ser generalizada (criterios de Beigh-
153. ton-Horam) o localizada en el hombro;
[3] GUITY MR, ROQUES B, MANSAT P et al. Épaule douloureuse ou in- – de la detección de lesiones capsulares y del rodete en la TC
stable après butée coracoïdienne : Résultats du traitement chirur- articular (o RM articular);
gical. Rev Chir Orthop 2002, 88 : 349-358. – de una retroversión excesiva de la cavidad glenoidea, obser-
[4] MOLÉ D, WALCH G. Traitement chirurgical des instabilités de l’é- vada en una medición en la TC.
paule. Articulation gléno-humérale. Encycl Méd Chir Techniques
Chirurgicales – Orthopédie – Traumatologie. Paris, 1993 : 44-
265.
[5] PATTE D. Instabilités antérieures de l’épaule. Cahiers d’enseigne-
ment de la SOFCOT Expansion Scientifique Française, Paris, 1981, Existen algunas variantes técnicas, en función de los autores,
15 : 55-66. en la realización de un tope posterior. Se trata en todos los ca-
sos de aumentar la superficie posterior de la cavidad glenoi-
dea mediante la adición de un tope óseo extracapsular. Noso-
tros pondremos como ejemplo el tope posterior con injerto
ilíaco descrito por Gosset, con las variaciones que solemos uti-
TOPES GLENOIDEOS lizar [2, 4, 6].
POSTERIORES
■ Colocación
(C. DUMONTIER, B. ESSADKI) La intervención se desarrolla bajo anestesia general comple-
mentada con un bloqueo escalénico para el tratamiento del do-
lor postoperatorio.
or analogía con el tratamiento de la El paciente se coloca en decúbito lateral en una mesa con-
P inestabilidad anterior, Hohmann (1933)
y después Asplund (1942), Hindenach (1947),
vencional, con un rodillo bajo la axila de forma que se libere
el tórax para facilitar la ventilación. Se debe tener acceso a toda
la cara posterior del hombro, para lo cual el brazo se coloca so-
Toumey (1948) y Fried (1949) propusieron bre un apoyabrazos y el paciente se inclina hacia delante. El
la colocación de un tope posterior para el conjunto de la extremidad superior operada debe estar libre en
tratamiento de la inestabilidad posterior. el campo quirúrgico.
Se preparan a la vez dos campos quirúrgicos: la cara poste-
rior del hombro con el conjunto de la extremidad superior, y el
■ Indicaciones borde lateral del ilion, que será la zona de obtención del tope.
2
3
4
5
6
2.12 Representación esquemática de la incisión capsular 2.14 Tope colocado. Representación esquemática (según
que permite exponer la articulación. Parte posterior Gosset [6]) del injerto colocado bajo el pedículo
de la cápsula (1). Incisión cutánea con el deltoides supraescapular.
descendido por debajo (2). Cabeza humeral (3).
Pedículo supraescapular en su trayecto alrededor de
la espina de la escápula (4). Infraespinoso
descendido (5). Espina de la escápula (6). nido varias luxaciones, el infraespinoso suele estar distendido y
nosotros lo suturamos al supraespinoso, en un punto lateral a
la espina, para volver a tensarlo. El tope, gracias a su efecto de
caballete, también tiene un efecto de retensado.
El deltoides se sutura mediante dos puntos transóseos hechos
con un punzón de hueso sobre la espina, en el periostio respe-
tado a nivel del acromion. Nosotros no solemos utilizar drena-
jes en la cirugía del hombro.
PROPIAMENTE DICHA
INDICACIONES
■ Anestesia – Colocación
La indicación quirúrgica se establece tras un estudio comple- del paciente – Vía de acceso
to clínico y con pruebas complementarias, que llevan a una cla-
sificación del tipo de inestabilidad causante. Suele emplearse la anestesia general. El bloqueo interescalé-
Se debe diferenciar entre: nico es posible, pero se utiliza de forma excepcional.
– la inestabilidad anterior postraumática unidireccional; El paciente se coloca en posición semisentada baja (20º), con
el brazo en abducción de unos 45º, el antebrazo sobre un so-
– la inestabilidad anterior en un contexto de hiperlaxitud
porte ajustable y el húmero en el plano de la escápula.
multidireccional;
El hombro se explora antes de la preparación cutánea, para
– por último, el hombro doloroso crónico (el «síndrome del determinar el grado de la inestabilidad y para evaluar la laxi-
brazo muerto»), atribuido a una microinestabilidad que apa- tud en diferentes posiciones.
rece en algunos deportistas predispuestos (lanzadores, depor- Respecto a la vía de acceso: la incisión cutánea se planifica
tes de tiro, etc.). y se marca sobre la piel. Se inicia a nivel del pliegue axilar y
Las principales contraindicaciones del tratamiento quirúrgi- asciende en dirección de la apófisis coracoides, y en vertical
co son: (5-6 cm).
– la inestabilidad con un componente voluntario y atraumático; La extensión de la incisión depende del sexo del paciente y
– el dolor del hombro, mal definido en un contexto de hi- de su morfología. En una mujer joven poco musculosa, es posi-
perlaxitud multidireccional. ble realizar tan sólo una incisión en el pliegue axilar (fig. 2.15).
En los casos difíciles, la exploración bajo anestesia general y
la artroscopia permiten definir el tipo de inestabilidad y, sobre
todo, caracterizar la enfermedad causal.
QUIRÚRGICO
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
2.21 Estudio de las lesiones (a); capsuloligamentosa (Bankart) (b); ósea (c).
a b
2.25 Capsulotomía en T.
■ Cierre
El subescapular se repara en posición anatómica, sin plicar-
lo, mediante dos puntos sueltos de hilo no reabsorbible con:
– irrigación abundante de la herida quirúrgica;
– cierre plano por plano sobre un drenaje de Redon del
n.º 10;
– sutura continua intradérmica;
– cabestrillo simple, con el codo junto al cuerpo en rotación
interna.
– trabajo propioceptivo;
POSTOPERATORIO INMEDIATO – isocinetismo.
El trabajo de fuerza y resistencia se inicia al 4.º mes.
El paciente no debe practicar deportes de contacto o de ries-
El vendaje se sustituye a las 48 horas, con retirada del dre- go antes de 6-8 meses.
naje de Redon.
Se coloca un cabestrillo simple.
El alta suele darse el 3.er día postoperatorio.
Fractura desplazada
8
Fragilidad ósea
5
1 La osteoporosis desempeña un papel considerable en la ma-
6 yoría de las fracturas de la porción proximal del húmero. En un
4 hueso sólido todos los montajes, siempre que obedezcan algu-
7 nas normas elementales de la osteosíntesis, son estables. No
sucede lo mismo en los huesos osteoporóticos que requieren
un enfoque diferenciado, así como implantes o técnicas que
tengan en cuenta las limitaciones impuestas por una marcada
3.2 Vascularización de la cabeza humeral. Arteria axilar fragilidad ósea. Se preferirán montajes flexibles, implantes
(1). Arteria arcuata (2). Arteria acromial (3). adaptados o fijaciones centromedulares para estos casos difíci-
Arteria circunfleja humeral (4). Arteria circunfleja les [29, 34, 45].
humeral posterior (5). Arteria circunfleja humeral
anterior (6). Arteria metafisaria (7). Arteria
ascendente bicipital (8).
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
a
b
Cuello anatómico
Cuello quirúrgico
B varo
Troquíter
Troquín
A valgo
Superficie articular
Fractura-luxación
anterior
Fractura-luxación
posterior
Fracturas cefálicas
Fracturas cefalo-tuberositarias
Fracturas cérvico-troquiterianas
altas de Kocher
Impactada Libre
Fracturas luxaciones
cefalometafisarias
■ Colocación y analgesia por tanto, el resultado funcional final. En algunos casos, las le-
siones cutáneas asociadas o una afectación neurovascular impe-
El paciente, bajo anestesia general, se coloca en semisedes- dirán estas técnicas. Por supuesto, la aplicación de la estrategia
tación, con la cabeza recta, fijada en un cabecero para prote- anestésica será objeto de un consenso entre el cirujano y el anes-
ger la columna cervical y el plexo cervicobraquial. Para evitar tesista [11].
que el paciente se deslice hacia abajo durante la intervención, Se recomienda administrar una profilaxis antibiótica median-
se tendrá cuidado de fijar la pelvis basculando la mesa hacia la te una dosis única, 20 minutos antes de la inducción, de un an-
cabeza antes de levantar el respaldo. El cirujano procurará ex- tibiótico de amplio espectro (cefalosporina de primera o segun-
poner de forma amplia la articulación del hombro para poder da generación) por vía parenteral [40].
movilizar con facilidad la extremidad superior. Es recomenda-
ble verificar, antes de realizar la incisión, pero una vez ya co-
locado el campo definitivo, la posibilidad de efectuar una ra- ■ Vías de acceso
diografía o una exploración radioscópica intraoperatoria [7, 34,
40] (fig. 3.9).
Vía transdeltoidea
La analgesia postoperatoria es un aspecto destacado del tra-
tamiento quirúrgico. La utilización de bloqueos del plexo y, so- Se trata de la vía de elección para acceder a una fractura
bre todo, de bloqueos interescalénicos está muy extendida [11]. aislada del troquíter o para introducir un clavo centromedu-
Lo más frecuente es que se combinen las modalidades anestési- lar anterógrado. La incisión es de 5-6 cm en la piel, anterior,
cas, generales y regionales, lo que es muy útil, no sólo para ase- o bien vertical en golpe de sable, partiendo del punto medio
gurar una analgesia postoperatoria eficaz, sino también para evi- del acromion y dirigiéndose directamente hacia abajo, o bien
tar las contracciones musculares intempestivas al despertar de más oblicua, en la dirección de las fibras del deltoides, según
la anestesia, que pueden comprometer la síntesis realizada y, los autores. Algunos cirujanos prefieren seguir las líneas de
53
Hombro
5 cm como máximo
Nervio axiliar
3.11 Se debe tener cuidado en la proximidad del nervio 3.12 Vía deltopectoral. La incisión cutánea se inicia en la
axilar durante las maniobras de atornillado, pues se unión de los tercios medio y distal de la clavícula,
encuentra en la unión metafisodiafisaria. pasa por encima de la coracoides y sigue en
dirección oblicua hacia la parte alta del brazo,
frente a la inserción del pectoral mayor.
Para aumentar la exposición, el ligamento coracoacromial deltoidea (v. antes). Una vez identificado y reavivado el foco de
puede incidirse y, si la situación lo precisa, puede separarse la fractura en sus dos caras (humeral y del troquíter), se fija el frag-
inserción distal del deltoides de la V deltoidea del húmero. En mento con ayuda de uno o dos tornillos esponjosos de 3,5 mm.
menos ocasiones, y sobre todo en caso de fractura-luxación Las cabezas de los tornillos se entierran lo máximo posible, por-
compleja, los vientres anterior y medio del deltoides pueden que no deben sobrepasar la superficie cortical para evitar un
desinsertarse de la cara superior de la clavícula hasta el acro- roce subacromial iatrogénico. Por seguridad, se reforzará la fi-
mion. En este caso se procurará dejar una banda tendinosa, e jación mediante un cerclaje-obenque (hilo metálico o sutura no
incluso algunos fragmentos óseos claviculares, sobre el origen reabsorbible de poliéster-polibutilato del n.º 6). El cerclaje se
de los vientres del deltoides desinsertados, lo que permite una pasará en un trayecto transtendinoso en la unión tendino-ósea
reinserción transósea de estos últimos. del fragmento del troquíter y de forma transósea en la metáfi-
sis humeral. Estas fracturas se asocian a veces a desgarros del
manguito, que se explorará de forma cuidadosa y se reparará
■ Técnicas de fijación si es preciso. Ante una luxación aguda, el rodete glenoideo se
visualizará por la misma vía de acceso, separando el fragmen-
Fracturas del cuello anatómico (dos fragmentos) to del troquíter y pasando por el intervalo situado entre los ten-
dones de los músculos supraespinoso y subescapular. La exis-
Se trata de una lesión infrecuente, a veces asociada a una lu- tencia de una lesión grave capsuloligamentosa de tipo Bankart
xación o a una subluxación del fragmento cefálico. Esta situa- puede hacer que se planteé una reinserción mediante anclajes
ción se encuentra sobre todo en traumatismos de alta energía o puntos transóseos. Sin embargo, se trata de una intervención
en personas jóvenes. La reducción se realizará por vía deltopec- complicada y probablemente superflua, porque la tasa de reci-
toral con una artrotomía que pasa por el intervalo de los rota- divas de luxación en caso de fracturas del troquíter sigue sien-
dores. Cuando el hueso es lo suficientemente sólido, basta con do muy baja, con independencia de la edad del paciente [34]
una fijación mediante un tornillo a compresión. Los riesgos de (fig. 3.14).
necrosis son elevados, pero no obstante debe intentarse la re-
ducción para minimizar las secuelas [17]. Fracturas aisladas del troquín (dos fragmentos)
Las fracturas del troquín, de aspecto benigno, suelen asociar-
Fracturas aisladas del troquíter (dos fragmentos)
se a una luxación o una subluxación posterior y traducen un
Las fracturas del troquíter con desplazamiento posterior y su- arrancamiento óseo del tendón del músculo subescapular. Por
perior son exclusivas de la luxación anteroinferior y equivalen, lo general, en los pacientes activos el tratamiento será quirúr-
de hecho, a una lesión de Hill y Sachs completa. Debe consi- gico para restablecer la fuerza en rotación interna. En caso de
derarse la indicación quirúrgica ante un desplazamiento del sospecha, una TC aclarará el diagnóstico. La vía deltopectoral
fragmento mayor de 0,5 cm en pacientes activos, mientras que permitirá visualizar de forma adecuada el fragmento y proce-
un desplazamiento mayor (hasta 1 cm) se tolerará en pacientes der a su reducción anatómica. El fragmento se identificará y el
con exigencias funcionales menores [40]. Se emplea la vía trans- tendón del músculo subescapular se liberará de las posibles
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
a b c
3.14 Fractura aislada del troquíter (flecha): desplazamiento posterior (a, b). El acceso se realiza por vía transdeltoidea
(v. texto). La fijación se realiza mediante dos tornillos de 3,5 mm (c).
56
FRACTURAS
adherencias. Es fundamental identificar también el nervio axi- También puede emplearse una lámina-placa específica para la
lar que discurre por delante del vientre muscular del subesca- porción proximal del húmero [5, 23]. Cuando el hueso presen-
pular antes de introducirse en el espacio cuadrilátero, pasan- ta una osteoporosis muy marcada, la fijación mediante oben-
do bajo la cápsula articular. Esta maniobra es complicada por que ha mostrado su utilidad [1, 19, 36]. La sujeción de los im-
la retracción tendinosa y la presencia de adherencias y de te- plantes atornillados podrá reforzarse mediante la adición de
jidos cicatrizales, por lo que habrá que proceder con pruden- cementos fosfocálcicos o acrílicos [38] (fig. 3.15).
cia. Dado que la cápsula suele presentar una amplia abertura,
se procederá a un lavado y a una inspección intraarticular. El
tendón del músculo supraespinoso y el de la porción larga del
Fracturas con tres y cuatro fragmentos
bíceps deben visualizarse. Llegado el caso, se repara el tendón En las fracturas desplazadas de la porción proximal del hú-
del músculo supraespinoso y, si es preciso, se procederá a una mero en pacientes activos y con una buena calidad ósea, la res-
tenodesis de la porción larga del bíceps. La zona de la fractu- tauración anatómica es el objetivo deseable. Para ello, debe
ra metafisaria se preparará para permitir la reducción del frag- realizarse una osteosíntesis rígida que restablezca la anatomía
mento avulsionado del troquín. Dicho fragmento se atornilla en articular. El montaje debe tener la rigidez y solidez suficiente
su sitio mediante uno, o mejor, dos tornillos esponjosos de para permitir una movilización rápida sin riesgo de pérdida de
3,5 mm. En alguna ocasión, los fragmentos óseos serán dema- la reducción. Puede plantearse un atornillado simple, e incluso
siado conminutos, y se procederá entonces directamente a una percutáneo, según algunos autores [37]. En los pacientes acti-
sutura del tendón en el foco de fractura mediante anclajes o su- vos con hueso débil, pero sin llegar a la osteoporosis, se esco-
turas transóseas. El material de osteosíntesis no debe impedir gerá un montaje que permita una reducción precisa manteni-
el juego articular en rotación interna. El paciente debe ser avi- da mediante una placa de apoyo, fijada con múltiples tornillos
sado de que será necesario un período de inmovilización de y reforzada con un obenque. En los pacientes con osteoporosis y
4-6 semanas con el brazo pegado al cuerpo antes de la movi- una demanda funcional limitada, habrá que contentarse con una
lización activa [25]. fijación menos rígida por la falta de agarre de la síntesis y el
obenque simple puede ser una solución ideal en estos casos
[19, 44]. No obstante, con independencia de cuál sea el im-
Fracturas del cuello quirúrgico (dos fragmentos) plante o la técnica utilizada, es esencial que se obtenga en pri-
Las fracturas del cuello quirúrgico son inestables, porque es- mer lugar una reducción aceptable de la fractura [3, 21].
tán sometidas a la influencia de acciones musculares divergen-
tes que provienen de los músculos del manguito, los redondos,
Placas atornilladas
el deltoides y el pectoral mayor [1, 7, 34]. En caso de despla-
zamiento será necesaria una estabilización quirúrgica. Se esco- Existen numerosos tipos, que tienen todos ellos en común la
gerá o bien un enclavado centromedular [10, 30, 31] (v. más multiplicidad de tornillos que deben ponerse en la cabeza, por
adelante) o bien una osteosíntesis estable mediante placa [14, 15]. lo que tienen una forma moldeada en T, en cuchara o en tré-
a b c
3.15 Fractura con dos fragmentos del cuello quirúrgico. Fractura del cuello quirúrgico con
un largo trazo espiroideo (flechas) (a, b). Fijación y osteosíntesis mediante una placa
en T larga (c).
57
Hombro
bol [14, 15, 43, 44]. Estos implantes se colocan por vía delto- berositarios, así como sus tendones respectivos de los músculos
pectoral y son apropiados para numerosas situaciones. Desde subescapular, supraespinoso e infraespinoso se identifican en
el punto de vista biomecánico, todos estos implantes, coloca- una primera fase. Las suturas de tracción colocadas en la unión
dos en la cortical externa, funcionan en tracción como oben- osteotendinosa de los fragmentos permiten manipularlos. La ca-
ques. Por tanto, deberá vigilarse que la unión entre cabeza y beza humeral se reducirá con la ayuda de un clavo de Stein-
cuello se mantenga en continuidad en el lado medial para evi- mann de 2,5 mm de diámetro introducido temporalmente y
tar una rotura del implante. Si falta el apoyo medial, el mon- manipulado en forma de «palanca de mando». El fragmento
taje será inestable, y deberá soportar un número demasiado cefálico se calza, más bien en valgo, sobre el ensanchamiento
grande de ciclos, lo que fatigará el material, que acabará por metafisodiafisario. El pico metafisario cefálico en la unión me-
romperse, con independencia de su solidez o su grosor inicial. dial cabeza-cuello es una referencia que suele permitir encon-
Además, la utilización de varios tornillos corticales de pequeño trar la altura adecuada y la orientación del fragmento cefálico.
tamaño (3,5 mm de diámetro) es preferible desde el punto de Se procurará obtener un buen apoyo medial, lo que es funda-
vista mecánico a los gruesos tornillos esponjosos de 6,5 mm mental para la estabilidad de la reducción (fig. 3.17). El brazo
(fig. 3.16). puede manipularse bajo control visual de la fractura para ayu-
dar a la reducción. La inspección de la superficie articular de la
Placas anatómicas con tornillos bloqueables cabeza humeral requiere a veces una artrotomía que pasa por
el intervalo del manguito de los rotadores, sobre todo si se de-
y divergentes
muestra que la exposición obtenida al levantar los fragmentos
La tendencia que se perfila es la utilización de placas confor- tuberositarios es insuficiente. En algunas ocasiones, podrá in-
madas de forma anatómica, cuyos orificios están dotados de un sertarse un injerto entre la metáfisis y el fragmento cefálico para
roscado que permite bloquear los tornillos cuyas cabezas están mantener este último en una posición adecuada. Las tuberosi-
roscadas del mismo modo (p. ej., LPHP, placa humeral proxi- dades se reducen a continuación alrededor de la cabeza gracias
mal con bloqueo) [29]. Estos orificios direccionales obligan a a las suturas de tracción insertadas en la unión osteotendinosa
seguir trayectos divergentes a los tornillos proximales que va- de los fragmentos principales. El fragmento del troquíter suele
yan a la cabeza, lo que aumenta aún más la solidez del mon- terminar a nivel distal en una punta que se reducirá lo más cer-
taje y su resistencia al arrancamiento [29]. Esta estabilidad an- ca posible en su imagen en espejo sobre la metáfisis. El trayec-
gular de tornillos epifiso-metafisarios múltiples y divergentes es to del tendón de la porción larga del bíceps, si está situado en
una auténtica ventaja para la fijación de las fracturas en un hue- posición rectilínea en su corredera, indica una reducción acep-
so poco sólido. table. En caso de duda sobre la integridad de este tendón se
Estos implantes requieren una acceso por vía deltopectoral realizará una tenodesis.
(v. antes). Se priorizarán las relaciones entre la cabeza humeral Las suturas de tracción fijadas previamente a las uniones os-
y las tuberosidades. El troquíter debe situarse de forma ideal a teotendinosas de los tubérculos se pasarán a través de los ori-
10 mm por debajo de la cabeza humeral. Los fragmentos tu- ficios que tiene con esta finalidad la placa LPHP, que se co-
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
a b c
3.16 Fractura con tres fragmentos en una paciente activa de 60 años, con una calidad ósea media sin osteoporosis (a). Se
decidió realizar una fijación con placa (1/3 de tubo) y tornillos (3,5 mm). Las propiedades elásticas de la placa
permiten mantener la reducción (b). Resultado funcional obtenido a los 6 meses (c).
58
FRACTURAS
Variación
a
Reducción Fijación
c d
b
Valguización
3.17 Técnica de reducción por manipulación directa. Los fragmentos cefálicos pueden bascularse en valgo (a), o en varo (b).
Se empleará una técnica de reducción directa manipulando con una aguja el fragmento cefálico en varo o en valgo. Es
necesario un control mediante amplificador de imagen (c). La placa se fija mediante tornillos, y hay que tener cuidado
con los tornillos demasiado largos, que pueden protruir, así como con la colocación demasiado alta de la placa respecto
al troquíter (d).
sional (v. antes). Puede intercalarse un injerto para mantener Enclavado centromedular
la reducción del fragmento cefálico sobre la metáfisis, sobre
Numerosos autores recomiendan la utilización de un clavo
todo en caso de valgo excesivo. Una vez colocada de forma
centromedular anterógrado para la fijación de las fracturas de
adecuada la cabeza, los fragmentos de las tuberosidades me-
la porción proximal del húmero y, sobre todo, en los casos
nor y mayor se fijan al fragmento cefálico mediante suturas
de osteoporosis o de hueso debilitado por una metástasis [10,
transversales transóseas. Para obtener un efecto de obenque,
30, 31]. El paciente se coloca en semisedestación, con el hom-
las suturas de los tubérculos se fijan a la diáfisis, bien median-
bro expuesto de forma adecuada (v. antes). El clavo centrome-
te túneles transóseos, o bien, más simplemente, anudándolas
dular se introduce por una vía transdeltoidea limitada, bajo
alrededor de un tornillo (cortical de 4,5 mm y una arandela)
control con un amplificador de imagen. El punto de entrada
introducido con anterioridad en la zona metafisodiafisaria. El
del clavo se determina por la geometría de éste: si es recto,
tornillo no debe estar a más de 2 cm del trazo de fractura para
debe situarse en la cúspide de la cabeza humeral y, por tan-
evitar desplazar los tubérculos demasiado hacia abajo al anu-
to, en la zona articular [10]; si es angulado, el punto de en-
dar las suturas.
trada se hará más lateral a la unión entre el cartílago y la zona
de inserción del manguito. Se procederá al bloqueo del clavo,
introduciendo tornillos de bloqueo con ayuda de guías previs-
tas con este fin por sus diseñadores. Deberá tenerse cuidado
con la posición del nervio axilar, porque la altura de su trayec-
La experiencia ha demostrado que un control radiológico bajo to sobre la cara medial del deltoides se sitúa frente a la unión
amplificador de imagen de forma intraoperatoria es indispen- medial cabeza-cuello [39]. Ha de introducirse un clavo recto,
sable para evitar sorpresas desagradables tras despertar al pa- que debe insertarse de forma obligatoria bajo el nivel del car-
ciente [8, 19, 36, 44] (fig. 3.18). tílago de la cabeza humeral para evitar un conflicto subacro-
mial. El amplificador de imagen tiene utilidad en esta indica-
ción, tanto para la reducción como para la colocación del clavo
y el bloqueo [10, 30, 31].
2
3
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
b c
3.18 Fractura con tres fragmentos en un hueso osteoporótico (a). Se accede a la fractura por vía
deltopectoral. El fragmento del troquíter está desplazado. Las suturas (poliéster-polibutilato del n.º 6)
se pasan por los tendones del músculo subescapular (1), del supraespinoso (2) y del infraespinoso (3). El
tendón de la porción larga del bíceps (4) separa las tuberosidades menor y mayor. Su trayecto, cuando
está vertical en la corredera, indica de forma indirecta una reducción adecuada (b). Reducción obtenida
y considerada satisfactoria (c).
60
FRACTURAS
Bibliografía
[1] BANCO SP, ANDRISANI D, RAMSEY M et al. The parachute technique : [18] GERBER C, SCHNEEBERGER AG, VINH TS. The arterial vascularzation
Valgus impaction osteotomy for two-part fractures of the surgical of the humeral head. An anatomical study. J Bone Joint Surg Am
neck of the humerus. J Bone Joint Surg Am 2001, 83 : 38-42, Suppl 1990, 72 : 1486-1494.
2 Part 1. [19] HAWKINS RJ, BELL RH, GURR K. The three-part fracture of the pro-
[2] BERNSTEIN J, ADLER LM, BLANK JE et al. Evaluation of the Neer sys- ximal part of the humerus. Operative treatment. J Bone Joint Surg
tem of classification of proximal humeral fractures with compute- Am 1986, 68 : 1410-1414.
rized tomographic scans and plain radiographs. J Bone Joint Surg [20] HODGSON SA, MAWSON SJ, STANLEY D. Rehabilitation after two-
Am 1996, 78 : 1371-1375. part fractures of the neck of the humerus. J Bone Joint Surg Br
[3] BIGLIANI LU. Treatment of two- and three-part fractures of the pro- 2003, 85 : 419-422.
ximal humerus. AAOS Instr Course Lect 1989, 38 : 231-244. [21] HOFFMEYER P. The operative management of displaced fractures
[4] BURSTEIN AH. Fracture Classification System ; Do They Work and of the proximal humerus. J Bone Joint Surg Br 2002, 84 : 469-
are They Useful ? J Bone Joint Surg Am 1992, 75 : 12 480.
[5] CHUDIK SC, WEINHOLD P, DAHNERS LE. Fixed-angle plate fixation in [22] JABERG H, WARNER JJ, JAKOB RP. Percutaneous stabilization of uns-
simulated fractures of the proximal humerus : a biomechanical stu- table fractures of the humerus. J Bone Joint Surg Am 1992, 74 :
dy of a new device. J Shoulder Elbow Surg 2003, 12 : 578-88. 508-515.
[6] CODMAN EA. The Shoulder. Krieger Company Inc., Malabar, Flori- [23] JUPITER JB, MULLAJI AB. Blade plate fixation of proximal hume-
da, 1984 : 319. ral non-unions. Injury 1994, 25 : 301-303.
[7] COFIELD RH. Comminuted fractures of the proximal humerus. Clin [24] JURIK AG, ALBRECHTSEN J. The use of computed tomography with
Orthop 1988, 230 : 49-57. two- and three-dimensional reconstructions in the diagnosis of
[8] CORNELL CN, LEVINE D, PAGNANI MJ. Internal fixation of proximal three- and four-part fractures of the proximal humerus. Clin Radiol
humerus fractures using the screw-tension band technique. J Or- 1994, 49 : 800-804.
thop Trauma 1994, 8 : 23-27. [25] KANSO I, BRICOUT JM. Fracture-avulsion isolée du tubercule mi-
[9] COURT-BROWN CM, GARG A, MCQUEEN MM. The translated two-part neur de l’humérus. À propos d’un cas. Rev Chir Orthop Reparatri-
fracture of the proximal humerus. Epidemiology and outcome in ce Appar Mot 1998, 84 : 554-557.
the older patient. J Bone Joint Surg Br 2001, 83 : 799-804. [26] KO JY, YAMAMOTO R. Surgical treatment of complex fracture of
[10] CUNY C, DARBELLAY L, TOUCHARD O et al. Fractures à quatre frag- the proximal humerus. Clin Orthop 1996, 327 : 225-237.
ments de l’humérus proximal traitées par enclouage léger antéro- [27] KOVAL KJ, GALLAGHER MA, MARSICANO JG et al. Functional outco-
grade à vis autostables. Rev Chir Orthop Réparatrice Appar Mot 2003, me after minimally displaced fractures of the proximal part of the
89 : 507-514. humerus. J Bone Joint Surg Am 1997, 79-A : 203-207.
[11] CULEBRAS X, VAN GESSEL E, HOFFMEYER P, GAMULIN Z. Clonidine com- [28] LAING PG. The arterial supply of the adult humerus. J Bone Joint
bined with a long acting local anesthetic does prolong postopera- Surg Am 1956, 38 : 1105-1116.
tive analgesia after brachial plexus block but does induce hemo- [29] LUNGERSHAUSEN W, BACH O, LORENZ CO. Locking plate osteosynthe-
dynamic changes. Anest Analg 2001, 92 : 199-204. sis for fractures of the proximal humerus. Zentralbl Chir 2003, 128 :
[12] DUPARC J, LARGIER A. Les luxations-fractures de l’extrémité supé- 28-33.
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
rieure de l’humérus. Rev Chir Orthop Reparatrice Appar Mot 1976, [30] MITTLMEIER TWF, STEDTFELD HW, EWERT A et al. Stabilization of
62 : 91-110. proximal humeral fractures with an angular and sliding stable an-
[13] EDELSON G, KELLY I, VIGDER F, REIS ND. A three-dimensional classi- terograde locking nail (Targon PH). J Bone Joint Surg Am 2003,
fication for fractures of the proximal humerus. J Bone Joint Surg Br 85 : 136-146.
2004, 86-B : 413-425. [31] MOURADIAN WH. Displaced proximal humeral fractures. Seven
[14] EHLINGER M, GICQUEL P, CLAVERT P et al. Un nouvel implant pour years’ experience with a modified Zickel supracondylar device.
les fractures de l’humérus proximal: la plaque à corbeille. Rev Chir Clin Orthop 1986, 212 : 209-218.
Orthop Reparatrice Appar Mot 2004, 90 : 16-25. [32] MULLER ME, NAZARIAN S, KOCH P. Classification AO des fractures.
[15] ESSER RD. Treatment of three- and four-part fractures of the pro- Springer Verlag, Berlin, 1987.
ximal humerus with a modified cloverleaf plate. J Orthop Trauma [33] NEER CS II. Displaced proximal humeral fractures. I. Classifica-
1994, 8 : 15-22. tion and evaluation. J Bone Joint Surg Am 1970, 52 : 1077-1089.
[16] FLATOW EL, BIGLIANI LU. Tips of the trade. Locating and protec- [34] NEER CS. Shoulder Reconstruction. W.B. Saunders, Philadelphia,
ting the axillary nerve in shoulder surgery. The tug test. Orthop Rev 1990 : 363-401.
1992, 21 : 503-505. [35] NEER CS. Four segment classification of proximal humeral frac-
[17] GERBER C, HERSCHE O, BERBERAT C. The clinical relevance of post- tures : purpose and reliable use. J Shoulder Elbow Surg 2002, 11 :
traumatic avascular necrosis of the humeral head. J Shoulder Elbow 389-400.
Surg 1998, 7 : 586-590.
62
FRACTURAS
Bibliografía
[36] PARK MC, MURTHI AM, ROTH NS et al. Two-part and three-part server reliability and intraobserver reproducibility. J Bone Joint
fractures of the proximal humerus treated with suture fixation. Surg Am 1993, 75 : 1745-1750.
J Orthop Trauma 2003, 17 : 319-325. [42] SIEBENROCK KA, GERBER CH. The Reproducibility of Classifica-
[37] RESCH H, POCACZ P, FRÖLICH R, WAMBACHER M. Percutaneous fixa- tion of Fractures of the Proximal End of the Humerus. J Bone
tion of three and four-part fractures of the proximal humerus. J Joint Surg Am 1992, 75 : 1751-1755.
Bone Joint Surg Br 1997, 79 : 295-300. [43] WANNER GA, WANNER-SCHMID E, ROMERO J et al. Internal fixa-
[38] ROBINSON CM, PAGE RS. Severely impacted valgus proximal hu- tion of displaced proximal humeral fractures with two one-third
meral fractures. Results of operative treatment. J Bone Joint Surg tubular plates. J Trauma 2003, 54 : 536-544.
Am 2003, 85-A : 1647-1655. [44] WIJGMAN AJ, ROOLKER W, PATT TW et al. Open reduction and
[39] ROWLES DJ, MCGRORY JE. Percutaneous pinning of the proximal internal fixation of three and four-part fractures of the proxi-
part of the humerus. An anatomic study. J Bone Joint Surg Am mal part of the humerus. J Bone Joint Surg Am 2002, 84 : 1919-
2001, 83 : 1695-1699. 1925.
[40] SCHLEGEL TF, HAWKINS RJ. Displaced proximal humeral fractures : [45] ZYTO K, AHRENGART L, SPERBER A, TORNKVIST H. Treatment of
evaluation and treatment. J Am Acad Orthop Surg 1994, 12 : 54- displaced proximal humeral fractures in elderly patients. J Bone
78. Joint Surg Br 1997, 79 : 412-417.
[41] SIDOR ML, ZUCKERMAN JD, LYON T et al. The Neer classification
system for proximal humeral fractures. An assessment of intero-
a b c
a b c
22
25 mm
19 mm
obliga a realizar una intubación en malas condiciones. La ven- romo bajo los fascículos anterior y medio del deltoides. Una
taja del bloqueo interescalénico es un mejor despertar para el vez evacuado el hematoma perifracturario, se identifican los
paciente debido a la ausencia de dolor, lo que protege tam- fragmentos óseos principales y los tendones que se insertan en
bién el montaje quirúrgico al evitar los movimientos y las con- ellos. El tendón de la porción larga del bíceps, por lo general
tracciones intempestivas durante esta fase. Una vez dormido, el intacta, sirve de referencia. El troquín, con el tendón del subes-
paciente se coloca en semisedestación, con la cabeza bien su- capular, se separa en sentido medial, mientras que el troquíter
jeta y el hombro con una exposición suficiente para permitir la y los tendones del supra y del infraespinoso se separan en sen-
introducción de la prótesis. tido lateral. Unas suturas de referencia permitirán manipular las
estructuras. Antes de proceder a la extracción de la cabeza frac-
Técnica quirúrgica turada, se procurará identificar el nervio axilar, que se palpará
sobre su trayecto por delante del subescapular, deslizando un
Vía de acceso deltopectoral
dedo bajo el tendón conjunto (v. antes). También se tendrá cui-
La vía de acceso es deltopectoral. La incisión cutánea se ini- dado para proteger el nervio musculocutáneo, que penetra en
cia en la unión de los tercios medio y lateral de la clavícula, el vientre muscular del coracobraquial unos 3-8 cm por deba-
pasa por encima de la coracoides y se dirige en sentido obli- jo de la coracoides [13]. La cabeza, por lo general libre de cual-
cuo hacia abajo a lo largo de 15 cm. El intervalo DP se identi- quier inserción, se extrae en ese momento con total seguridad.
fica y se amplía, lo que puede ser difícil en los casos de hema- En caso de fractura-luxación, deberá tenerse cuidado con las es-
toma o edema. En esas situaciones habrá que dirigirse en tructuras neurovasculares cercanas durante la extracción del
66
FRACTURAS
Orientación
La orientación de la cabeza protésica puede descomponerse en
términos de inclinación, de versión y de rotación.
b
La inclinación de la cabeza protésica respecto al vástago sue-
le fijarse en un ángulo que varía de 120 a 140º, según los mo-
delos. Más recientemente, algunos sistemas protésicos modula-
res permiten ajustar este ángulo, bien con cuñas progresivas de
5 a 10º [6], o bien con un mecanismo que permite un ajuste
individual fino del ángulo de inclinación. En traumatología,
este factor parece secundario respecto a la relevancia que ad-
quiere para la colocación de las prótesis empleadas para las
indicaciones reumatológicas (artrosis, etc.). Ante una fractura
con cuatro fragmentos, la superficie de contacto entre el com-
ponente metafisario y la cabeza es muy pequeña. El segmen-
to cefálico de la prótesis fijado al vástago queda, por así de-
cir, suspendido por encima del componente metafisario. Es el
vástago el que aporta el elemento de anclaje diafisario a tra-
vés del cemento.
La versión o torsión protésica desempeña un papel esencial
para el futuro de la consolidación de los tubérculos, para la es-
▲
d e
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
f g
3.25
▼
aspecto geométrico, la cabeza humeral se encuentra en posi- situándose entre los 0 y los 40º. Estas medidas varían de for-
ción simétrica frente a la cavidad glenoidea en posición de ro- ma considerable según las personas y según los métodos de
tación neutra del brazo (fig. 3.26). Esto significa una retrover- medición empleados. Desde el punto de vista clínico, y de for-
sión de la cabeza humeral respecto al plano frontal anatómico, ma intraoperatoria, el cirujano puede basarse en el eje transe-
68
FRACTURAS
a b c
a b
3.32 Fractura desplazada con cuatro fragmentos (a). Radiografía anteroposterior: colocación de
una prótesis cefálica y consolidación de las tuberosidades bajo la cabeza protésica (b).
Radiografía axial: troquíter en posición adecuada (c).
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
a b c
a b c
mejor su sujeción. Según el estado de la porción larga del bí- ■ Complicaciones de las prótesis
ceps, ésta se podrá someter a una tenodesis para evitar los do-
lores residuales. cefálicas
Por último, se realiza el cierre definitivo, si es preciso sobre
un drenaje aspirativo, que se retira a las 24 horas, salvo excep- Las complicaciones son habituales en esta cirugía, dado que
ciones. se producen con una frecuencia que varía del 30 al 60%, se-
gún los autores [6, 11, 20, 38, 39, 41]. Estas complicaciones
se deben en gran parte a la fragilidad ósea inherente a este
■ Rehabilitación tipo de traumatismo, a las considerables lesiones de los tejidos
blandos provocados por dicho traumatismo y al mal estado ge-
Las primeras semanas se dará prioridad a la movilización pa- neral de la mayoría de estos pacientes.
siva, pero sin insistir más allá de los movimientos que permi-
tan la higiene corporal y vestirse. Se tiende a evitar que una Desplazamiento de los tubérculos
movilización demasiado vigorosa desplace las tuberosidades. Según los autores [6, 7, 11, 14-16, 17, 23], hasta el 50% de
Una consolidación satisfactoria y en una posición adecuada de los pacientes portadores de una prótesis cefálica por una frac-
las tuberosidades es la clave para obtener un buen resultado a tura presenta a medio plazo una migración o una malposición
largo plazo en lo que se refiere a la movilidad y la fuerza. Debe de las tuberosidades fijadas, en la mayoría de las ocasiones, por
estimularse la realización de ejercicios de refuerzo muscular de suturas. Este desplazamiento tuberositario muestra una estrecha
forma isométrica. A partir de la sexta semana se insistirá en la correlación con la aparición de rigidez dolorosa y de pérdida
movilización en el plano de la escápula, acompañándola de un de fuerza que sufren estos pacientes. Los factores que se iden-
fortalecimiento muscular activo. El trabajo en piscina a 34 ºC tifican con más frecuencia como causantes de estos malos re-
es muy útil para la analgesia y la movilización. A partir de la sultados son la malposición protésica, y de forma más específi-
10.ª semana se trabajará la fuerza en todos los sectores y la mo- ca una altura y retroversión excesivas. Las mujeres mayores de
vilización activa acompañada de ejercicios de estiramiento. La 75 años también suelen sufrir esta complicación, probablemen-
actividad deportiva que plantee una solicitación razonable del te a causa de la osteoporosis concomitante. Una técnica de rein-
hombro puede reanudarse a partir del 3.er mes de postope- serción meticulosa de las tuberosidades, con una colocación
ratorio. adecuada de la prótesis son las mejores garantías contra la apa-
rición de este problema [6].
Rigidez dolorosa
De forma general, las series describen movilidades limitadas
En resumen, una intervención que respete la anatomía, segui- de alrededor de 100º de elevación, con una disminución de la
da de una rehabilitación realizada adecuadamente, en un pa- fuerza, pero con ausencia de dolor [7, 18, 20, 25, 36]. Tanner
ciente colaborador, debe ofrecer un resultado satisfactorio en y Cofield [38] atribuyen la rigidez dolorosa a una gran fibrosis
términos de analgesia y de función. a nivel del manguito y de las tuberosidades. La artrofibrosis que
provoca este fenómeno de cicatrización incontrolada origina
una pérdida de movilidad, que puede hacerse dolorosa duran-
73
Hombro
te las solicitaciones que superen las posibilidades tisulares. Para do que va de 6 semanas a tres meses. A continuación se re-
evitar que se produzca esta fibrosis, será necesaria una rehabi- tira el espaciador y se implanta una nueva prótesis [21, 26].
litación con movilización precoz, pero esta movilización puede, El manguito y los tubérculos deberán reconstruirse y volver-
a su vez, producir una migración intempestiva de las tuberosi- se a fijar. El objetivo es, en esencia, obtener la ausencia de
dades fijadas mediante suturas muy frágiles mecánicamente. dolor y una cierta función, resultados que la retirada pura y
Parece necesario establecer un compromiso en la rehabilitación, simple de la prótesis (intervención que debe evitarse) no sue-
donde se trate de conservar una cierta movilidad sin arrancar, le conseguir [11, 27].
no obstante, las tuberosidades.
Aflojamiento
Inestabilidad
Existen pocas descripciones de este problema en la litera-
Por regla general, este tipo de complicación es infrecuen- tura, sobre todo en las series que tienen una experiencia acu-
te. Tanner y Cofield [38] han descrito dos luxaciones posto- mulada considerable, sin embargo, es obligatorio realizar una
peratorias en su serie de 27 casos. A menudo esta complica- vigilancia, porque la utilización de estos implantes aumenta
ción aparece en los casos donde se haya colocado la prótesis y, por consiguiente, se incrementan los datos acumulados
de forma tardía. La luxación anterior o posterior es la conse- [38, 39].
cuencia de un desprendimiento de las tuberosidades. Si se
desprende el troquín, unido al músculo subescapular, provo-
Glenoiditis
cará una luxación anteroinferior, mientras que el troquíter
unido al supra y al infraespinoso puede, si se suelta, originar En contacto con el implante cefálico de metal, el cartílago
una luxación posterior. Una retroversión excesiva o insuficien- glenoideo puede adelgazarse para desaparecer por comple-
te puede ocasionar el desprendimiento de las tuberosidades to y evolucionar hacia una artrosis dolorosa a medio plazo.
por los mecanismos de tensiones antes descritos. También En caso de que el dolor se haga excesivo, se tratará de rea-
puede tratarse de un fenómeno de aparición a más largo pla- lizar una reintervención para convertir la hemiartroplastia en
zo, debido al desplazamiento progresivo por una ausencia de una artroplastia total, añadiendo una cavidad glenoidea pro-
incorporación y no consolidación de las tuberosidades. Una tésica [30].
cabeza demasiado pequeña o demasiado grande puede asi-
mismo ser la causa de una inestabilidad, al igual que una frac- Osificación periarticular
tura del reborde anterior de la cavidad glenoidea que se haya
pasado por alto. Según Neer, este tipo de osificación periarticular tiende a
Las revisiones quirúrgicas, en caso de luxaciones tardías, se aparecer en los pacientes operados de forma diferida tras el
deben en la mayoría de las ocasiones a un fracaso, y deberá 10.º día [28, 29]. A veces es necesario proceder a una revisión
recurrirse a otras modalidades terapéuticas (prótesis constreñi- quirúrgica en caso de dolor. El criterio de la reintervención qui-
das invertidas o no, o artrodesis) [34]. rúrgica es esencialmente radiológico. Una vez que la osificación
está madura y presenta una imagen radiográfica inequívoca de
Infección una estructura ósea con cortical y esponjosa, puede proceder-
se a su extirpación [36].
Las infecciones se producen en el 0-18% de los casos, se-
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
gún las series [9, 21, 37]. Se trata por lo general de infeccio-
Lesiones neurológicas
nes por microorganismos banales, como estafilococos dorados
o epidermidis, y en pocas ocasiones por estafilococos metici- Las afectaciones neurológicas son poco frecuentes y aparecen
lín-resistentes (SAMR). Las infecciones protésicas debidas a mi- en el 1-4% de los casos, según Boardman y Cofield [5]. Las le-
croorganismos más tórpidos, como Propionibacterium, se des- siones del nervio axilar descritas son, en su mayor parte, neu-
criben cada vez con más frecuencia. La determinación sérica roapraxias o axonotmesis que tienen un buen potencial de re-
de la proteína C reactiva es útil en caso de duda, así como la cuperación [5]. El nervio supraescapular presenta riesgos
punción-aspiración y cultivo. En caso de infección demostra- debido a su localización al pasar por las escotaduras espinogle-
da, y sólo tras un diagnóstico bacteriológico, se administrará noidea y coracoidea. El nervio musculocutáneo también está so-
un tratamiento antibiótico y se indicará una revisión quirúr- metido a riesgo, porque su trayecto pasa cerca de la articula-
gica. Ante una infección precoz (menos de 15 días), se proce- ción glenohumeral y después se introduce en el cuerpo del
derá a un desbridamiento y limpieza de todos los tejidos cir- músculo coracobraquial, a unos 3-8 cm por debajo de la cora-
cundantes y, si la situación lo permite, el implante puede coides [13]. Con menos frecuencia, el plexo braquial puede le-
dejarse en su sitio. En caso de infección de aparición más tar- sionarse por una tracción intraoperatoria. Estas complicaciones
día o que se manifieste con gran sintomatología, se procede- deberán evitarse, prestando especial atención a las manipula-
rá en dos fases. En un primer momento se retiran la prótesis ciones del brazo, a la situación de los separadores y a la colo-
y el cemento y se coloca un espaciador temporal con un ce- cación del paciente. Para minimizar los riesgos neurológicos en
mento que contenga un antibiótico eficaz, durante un perío- semisedestación, la cabeza debe descansar recta sobre un cabe-
74
FRACTURAS
cero y la columna cervical no debe estar en extensión. Debe [5] BOARDMAN ND, COFIELD RH. Neurologic complications of shoul-
procurarse que el brazo esté libre para permitir introducir las der surgery. Clin Orthop 1999, 368 : 44-53.
limas y vástagos protésicos sin movimientos forzados. Las lesio- [6] BOILEAU P, KRISHNAN SG, TINSI L et al. Tuberosity malposition and
nes neurológicas, una vez demostradas desde el punto de vista migration: reasons for poor outcomes after hemiarthroplasty for
clínico, requerirán un seguimiento adecuado, una observación displaced fractures of the proximal humerus. J Shoulder Elbow Surg
atenta, medidas de rehabilitación apropiadas y un diagnóstico 2002, 11 (5) : 401-412.
electroneurográfico pasado un tiempo de tres semanas. Por lo [7] CHRISTOFORAKIS JJ, KONTAKIS GM, KATONIS PG, Stergiopoulos K,
general, la gran mayoría de estas lesiones se recupera, pero tras Hadjipavlou AG. Shoulder hemiarthroplasty in the manage-
un tiempo variable [5, 11, 16, 20]. ment of humeral head fractures. Acta Orthop Belg 2004, 70 (3):
214-148.
Trastornos vasculares [8] COMPITO CA, SELF EB, BIGLIANI LU. Arthroplasty and acute shoul-
der trauma. Reasons for success and failure. Clin Orthop 1994,
Estas complicaciones son excepcionales tanto de forma in- 307 : 27-36.
traoperatoria como en el período postoperatorio y suele tratar- [9] COSTE JS, REIG S, TROJANI C et al. The management of infection in
se de lesiones asociadas al traumatismo inicial. Yagubyan [40] arthroplasty of the shoulder. J Bone Joint Surg Br 2004, 86 (1) :
ha analizado los casos descritos de lesión de la arteria axilar. 65-69.
Este tipo de lesión es prioritario en la estrategia terapéutica y, [10] DE WILDE LF, BERGHS BM, BEUTLER T et al. A new prosthetic de-
si la reparación es precoz, las secuelas pueden ser leves. Los sign for proximal humeral fractures: reconstructing the glenohu-
retrasos aumentan la tasa de complicaciones tardías, sobre meral unit. J Shoulder Elbow Surg 2004, 13 (4) : 373-380.
todo neurológicas, que pueden llegar hasta la amputación del [11] DEMIRHAN M, KILICOGLU O, ALTINEL L et al. Prognostic factors in
miembro afectado. Se han descrito complicaciones tromboem- prosthetic replacement for acute proximal humerus fractures. J
bólicas en la cirugía del hombro [3, 31] y, en este ámbito, su Orthop Trauma 2003, 17 (3) : 181-188.
relativa infrecuencia tampoco justifica medidas generalizadas [12] DOURSOUNIAN L, GRIMBERG J, CAZEAU C, TOUZARD RC. A new me-
de anticoagulación profiláctica a medio o largo plazo para es- thod of osteosynthesis in proximal humeral fractures: a new inter-
tos pacientes. nal fixation device. Apropos of 17 cases followed over more than
2 years. Rev Chir Orthop Réparatrice Appar Mot 1996, 82 (8) : 743-
Algodistrofia 752.
[13] FLATOW EL, BIGLIANI LU, APRIL EW. An anatomic study of the mus-
Se trata de una complicación infrecuente. Mighell [25] ha
culocutaneous nerve and its relationship to the coracoid process.
descrito un caso en una serie de 72 pacientes tratados median-
Clin Orthop 1989, 244 : 166-171.
te hemiartroplastia. No obstante, un retraso corto entre el diag-
[14] FRANKLE MA, MIGHELL MA. Techniques and principles of tube-
nóstico y la intervención, una analgesia postoperatoria eficaz y
rosity fixation for proximal humeral fractures treated with hemiar-
una rehabilitación precoz que insista en la musculación isomé-
throplasty. J Shoulder Elbow Surg 2004, 13 (2) : 239-247.
trica y, posteriormente, en la movilización pasiva y después ac-
[15] FRANKLE MA, ONDROVIC LE, MARKEE BA et al. Stability of tubero-
tiva, serán los mejores medios de luchar contra esta temible
sity reattachment in proximal humeral hemiarthroplasty. J Shoul-
complicación que puede transformar un resultado morfológico
der Elbow Surg 2002, 11 (5) : 413-420.
excelente en un desastre funcional.
[16] GILL TJ, WARREN RF, ROCKWOOD CA JR et al. Complications of
shoulder surgery. Instr Course Lect 1999, 48 : 359-374.
[17] GOLDMAN RT, KOVAL KJ, CUOMO F et al. Functional outcome after
humeral head replacement for acute three- and four-part proxi-
Bibliografía mal humeral fractures. J Shoulder Elbow Surg 1995, 4 (2) : 81-
86.
[1] ANTUNA SA, SPERLING JW, SANCHEZ-SOTELO J, COFIELD RH. Shoulder [18] HAWKINS RJ, SWITLYK P. Acute prosthetic replacement for severe
arthroplasty for proximal humeral malunions : long-term results. fractures of the proximal humerus. Clin Orthop 1993 (289) : 156-
J Shoulder Elbow Surg 2002, 11 (2) : 122-129. 60.
[2] ANTUNA SA, SPERLING JW, SANCHEZ-SOTELO J, COFIELD RH. Shoulder [19] HERTEL R, KNOTHE U, BALLMER FT. Geometry of the proximal hu-
arthroplasty for proximal humeral nonunions. J Shoulder Elbow merus and implications for prosthetic design. J Shoulder Elbow
Surg 2002, 11 (2) : 114-121. Surg 2002, 11 (4) : 331-338.
[3] ARCAND M, BURKHEAD WZ, ZEMAN C. Pulmonary embolism caused [20] LERVICK GN, CARROLL RM, LEVINE WN. Complications after he-
by thrombosis of the axillary vein after shoulder arthroplasty. J miarthroplasty for fractures of the proximal humerus. Instr Cour-
Shoulder Elbow Surg 1997, 6 (5) : 486-490. se Lect. 2003, 52 : 3-12.
[4] BANKES MJ, EMERY RJ. Pioneers of shoulder replacement : The- [21] LOEBENBERG MI, ZUCKERMAN JD. An articulating interval spacer in
mistocles Gluck and Jules Emile Péan. J Shoulder Elbow Surg 1995, the treatment of an infected total shoulder arthroplasty. J Shoul-
4 (4) : 259-262. der Elbow Surg 2004, 13 (4) : 476-478.
75
Hombro
Bibliografía
[22] LUGLI T. Artificial shoulder joint by Pean (1893). Clin. Orthop. [33] ROBINSON CM, PAGE RS, HILL RM et al. Primary hemiarthroplas-
1978, 133 : 215. ty for treatment of proximal humeral fractures. J Bone Joint Surg
[23] MANSAT P, GUITY MR, BELLUMORE Y, MANSAT M. Shoulder arthro- Am 2003, 85-A (7) : 1215-1223.
plasty for late sequelae of proximal humeral fractures. J Shoulder [34] SANCHEZ-SOTELO J, SPERLING JW, ROWLAND CM, COFIELD RH. Insta-
Elbow Surg 2004, 13 (3) : 305-312. bility after shoulder arthroplasty : results of surgical treatment. J
[24] MAROTTE JH, LORD G, BANCEL P. Neer arthroplasty in complex frac- Bone Joint Surg Am 2003, 85-A (4) : 622-631.
tures and fracture-dislocations of the shoulder. 12 cases. Chirurgie. [35] SIRVEAUX F, FAVARD L, OUDET D et al. Grammont inverted total
1978, 104 (8) : 816-821. shoulder arthroplasty in the treatment of glenohumeral osteoar-
[25] MIGHELL MA, KOLM GP, COLLINGE CA, FRANKLE MA. Outcomes of he- thritis with massive rupture of the cuff. Results of a multicentre
miarthroplasty for fractures of the proximal humerus. J Shoulder El- study of 80 shoulders. J Bone Joint Surg Br 2004, 86 (3) : 388-
bow Surg 2003, 12 (6) : 569-577. 395.
[26] MILETI J, SPERLING JW, COFIELD RH. Reimplantation of a shoulder [36] SPERLING JW, COFIELD RH, ROWLAND CM. Heterotopic ossification
arthroplasty after a previous infected arthroplasty. J Shoulder Elbow after total shoulder arthroplasty. J Arthroplasty. 2000, 15 (2) :
Surg 2004, 13 (5) : 528-531. 179-182.
[27] NEER CS 2ND, KIRBY RM. Revision of humeral head and total shoul- [37] SPERLING JW, KOZAK TK, HANSSEN AD, COFIELD RH. Infection after
der arthroplasties. Clin Orthop 1982, 170 : 189-195. shoulder arthroplasty Clin Orthop 2001 (382) : 206-216.
[28] NEER CS 2ND, MCILVEEN SJ. Humeral head replacement with re- [38] TANNER MW, COFIELD RH. Prosthetic arthroplasty for fractures
construction of the tuberosities and the cuff in 4-fragment displa- and fracture-dislocations of the proximal humerus. Clin Orthop
ced fractures. Current results and technics. Rev Chir Orthop Repara- 1983, 179 : 116-128.
trice Appar Mot 1988, 74 Suppl 2 : 31-40. [39] WRETENBERG P, EKELUND A. Acute hemiarthroplasty after proxi-
[29] NEER CS. Prosthetic replacement of the humeral head: indications mal humerus fracture in old patients. A retrospective evaluation
and operative technique. Surg Clin North Am 1963, 43 : 1581- of 18 patients followed for 2-7 years. Acta Orthop Scand. 1997,
1597. 68 (2) : 121-123.
[30] PARSONS IM, MILLETT PJ, WARNER JJ. Glenoid wear after shoulder [40] YAGUBYAN M, PANNETON JM. Axillary artery injury from humeral
hemiarthroplasty: quantitative radiographic analysis. Clin Orthop neck fracture: a rare but disabling traumatic event. Vasc Endovas-
2004, 421 : 120-125. cular Surg 2004, 38 (2) : 175-184.
[31] POLZHOFER GK, PETERSEN W, HASSENPFLUG J. Thromboembolic com- [41] ZYTO K, WALLACE WA, FROSTICK SP, PRESTON BJ. Outcome after he-
plication after arthroscopic shoulder surgery. Arthroscopy 2003, 19 miarthroplasty for three- and four-part fractures of the proximal
(9) : E16-9. humerus. J Shoulder Elbow Surg 1998, 7 (2) : 85-89.
[32] PRAKASH U, MCGURTY DW, DENT JA. Hemiarthroplasty for seve-
re fractures of the proximal humerus. J Shoulder Elbow Surg 2002,
11 (5) : 428-430.
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
76
FRACTURAS
FRACTURAS DE CLAVÍCULA
viosas procedentes de las raíces C3 y C4 pasan por delante de la En las fracturas en bisel del tercio distal (tipo II de Neer) [15]
clavícula y se tratará, en la medida de lo posible, de respetarlos suele ser suficiente con preparar las superficies, reducir los frag-
tras su identificación. El músculo deltoides se desinserta, dejando mentos y cerrar el trazo de fractura mediante uno o, preferible-
un manguito ligamentoperióstico sobre la cara superior de la cla- mente, dos cerclajes. Otro cerclaje coracoclavicular acompañan-
vícula que permita suturar el deltoides al trapecio durante el te es útil para estabilizar la clavícula y para reforzar los ligamentos
cierre. Debe recordarse la proximidad de la confluencia venosa coracoclaviculares.
yúgulo-subclavia y habrá que evitar aventurarse en las regiones
situadas por debajo y, sobre todo, por detrás de la clavícula.
■ Enclavado
Algunos autores recomiendan una aguja roscada intramedu-
TÉCNICAS DE FIJACIÓN lar. Una pequeña incisión inicial frente al foco de fractura y des-
pués una segunda incisión lateral situada directamente detrás
de la articulación acromioclavicular permiten pasar la aguja de
■ Placa de osteosíntesis dentro a fuera a través del foco de fractura, después reducirlo
y, por último, atornillar la aguja con su rosca en el fragmento
La fractura se fija con uno o dos tornillos de compresión, rea- proximal. Una vez introducida la aguja, una tuerca de ajuste
lizando una compresión interfragmentaria y después se aplica- distal permite comprimir y estabilizar el foco de fractura. La
78
FRACTURAS
tuerca y el roscado impiden una posible migración de la agu- locar las agujas, así como con las curas diarias que éstas requie-
ja. Las ventajas de la técnica son el acceso quirúrgico limitado y ren [4, 16].
la estabilidad biomecánica de un enclavado centromedular. Los
inconvenientes son la relativa dificultad de colocación y la aran-
dela posterior, que puede provocar una irritación cutánea [5]
(fig. 3.37). SITUACIONES ESPECIALES
3.40 Hombro acortado y caído hacia delante (flecha) acompañado de molestias continuas después de una fractura a b
de clavícula (a). Consolidación viciosa que provoca un acortamiento de la clavícula (flecha) (b). c d
f e
Reconstrucción tridimensional de la clavícula con una consolidación viciosa (c). Corrección mediante
osteotomía de alargamiento en bisel, retomando el trazo de fractura oblicuo original (línea de puntos) (d).
Fijación mediante placa de 3,5 mm (e). Resultado postoperatorio: mejoría del contorno del hombro y
desaparición de las molestias (f).
80
FRACTURAS
Bibliografía
[1] ALLMAN FL. Fractures and ligamentous injuries of the clavicle and
its articulation. J Bone Joint Surg Am 1967, 49 : 774-784.
[2] ALTHAUSEN PL, LEE MA, FINKEMEIER CG. Scapulothoracic dissocia-
tion : diagnosis and treatment. Clin Orthop 2003, 416 : 237-244.
[3] ANDERSEN K, JENSEN PO, LAURITZEN J. Treatment of clavicular frac-
tures. Figure-of-eight bandage versus a simple sling. Acta Orthop
Scand 1987, 58 : 71-74.
[4] BALLMER FT, HERTEL R. Other applications of the small AO exter-
nal fixator to the upper limb. Injury 1994, 25 (Suppl 4) : S-D 64-
68.
[5] BASAMANIA CJ. Clavicle fractures and malunions. In: LEVINE WM,
BIGLIANI LU, MARRA G. Fractures of the shoulder girdle. Marcel Dek-
ker Inc. 2003, New York : 197-220.
a
[6] BOSTMAN O, MANNINEN M, PIHLAJAMAKI H. Complications of plate
fixation in fresh displaced midclavicular fractures. J Trauma 1997,
43 : 778-783.CRAIG EY. Fractures of the clavicle. In: ROCKWOOD CA,
MATSEN FA. The Shoulder 2d Edition. WB Saunders, Philadelphia,
1998: 428-482.DAVIDS PH, LUITSE JS, STRATING RP, VAN DER HART
CP. Operative treatment for delayed union and nonunion of mids-
haft clavicular fractures: AO reconstruction plate fixation and ear-
ly mobilization. J Trauma 1996, 40 : 985-996. FLINKKILA T, RISTI-
NIEMI J, HYVONEN P, HAMALAINEN M. Surgical treatment of unstable
fractures of the distal clavicle: a comparative study of Kirschner
wire and clavicular hook plate fixation. Acta Orthop Scand 2002,
73 : 50-53.
b [7] GRASSI FA, TAJANA MS, D’ANGELO F. Management of midclavicu-
3.42 lar fractures: comparison between nonoperative treatment and
Hombro flotante que asocia una fractura
open intramedullary fixation in 80 patients. J Trauma 2001, 50 :
mediodiafisaria de la clavícula y una fractura que
pasa por el cuello de la escápula (a). Osteosíntesis 1096-1100. HASHIGUCHI H, ITO H. Clinical outcome of the treat-
de la clavícula mediante placa para restablecer ment of floating shoulder by osteosynthesis for clavicular fractu-
la morfología y la estabilidad de la cintura re alone. J Shoulder Elbow Surg 2003, 12 : 589-591.
escapular (b). [8] HILL JM, MCGUIRE MH, CROSBY LA. Closed treatment of displaced
middle-third fractures of the clavicle gives poor results. J Bone
Joint Surg Br 1997, 79 : 537-539.
[9] KEMPF JF. Fracture of the scapula. Editions scientifiques et médi-
intervención quirúrgica se decide en función de la sintomato- cales. Paris. Elsevier SAS. Surgical techniques in orthopaedics and
logía del paciente y no del estudio radiográfico. La seudoartro- traumatology. 55-170-A-40, 2003.
sis se trata mediante decorticación. En caso de seudoartrosis [10] MULLETT H, LAING A, CURTIN W. Successful operative treatment
atrófica se colocará un autoinjerto esponjoso fragmentado, lo of bilateral clavicle non-union. Injury 2001, 32 : 69-70.
que no es obligatorio en las seudoartrosis hipertróficas, que son [11] NEER CS II. Fractures of the distal third of the clavicle. Clin Or-
las situaciones más frecuentes. Una pérdida de sustancia con thop Rel Res 1968, 58 : 43-50.
un acortamiento considerable de más de 15-20 mm puede re- [12] NOWAK J, RAHME H, HOLGERSSON M et al. A prospective compa-
querir un injerto intercalado obtenido de la cresta ilíaca. La rison between external fixation and plates for treatment of mids-
estabilización se logrará mediante la aplicación de una placa haft nonunions of the clavicle. Ann Chir Gynaecol 2001, 90 : 280-
de compresión dinámica de 3,5 mm o de reconstrucción de 285.
3,5 mm [8]. [13] PIDHORZ L, PIDHORZ LE, BRECHET I. Traumatisme de la ceinture
scapulaire. Encycl Méd Chir Elsevier, Paris, 1998, 14-035-A-10.
[14] ROBINSON CM, CAIRNS DAJ. Primary nonoperative treatment of
displaced lateral fractures of the clavicle. J Bone Joint Surg Am
2004, 86 : 778-782.
81
Hombro
Bibliografía
[15] ROMERO J, SCHAI P, IMHOFF AB. Scapular neck fracture-the in- [17] SHEN WJ, LIU TJ, SHEN YS. Plate fixation of fresh displaced mids-
fluence of permanent malalignment of the glenoid neck on cli- haft clavicle fractures. Injury 1999, 30 : 497-500.
nical outcome. Arch Orthop Trauma Surg 2001, 121 : 313-316. [18] WICK M, MULLER EJ, KOLLIG E, MUHR G. Midshaft fractures of the
[16] SAWANT MR, CALVERT PT Facioscapulohumeral dystrophy-an in- clavicle with a shortening of more than 2 cm predispose to non-
dication for internal fixation of clavicle fractures. J R Soc Med union. Arch Orthop Trauma Surg 2001, 121 : 207-211.
1999, 92 : 88-89. SERRANO JA, RODRIGUEZ P, CASTRO L et al. Acute [19] ZENNI EJ, KRIEG JK, ROSEN MJ. Open reduction and internal fixa-
subclavian artery pseudoaneurysm after closed fracture of the cla- tion of clavicular fractures. J Bone Joint Surg Am 1981, 63A : 147-
vicle. Acta Orthop Belg 2003, 69 : 555-557. 151.
FRACTURAS DE LA ESCÁPULA
as fracturas de la escápula se producen por sentación tridimensional que puede manipularse y rotarse. Esto
L traumatismos de alta energía, como lo
atestigua el 80-95% de lesiones asociadas, de las
permite una apreciación exacta de todos los elementos esque-
léticos que constituyen la escápula [12].
Bibliografía
[15] ROMERO J, SCHAI P, IMHOFF AB. Scapular neck fracture-the in- [17] SHEN WJ, LIU TJ, SHEN YS. Plate fixation of fresh displaced mids-
fluence of permanent malalignment of the glenoid neck on cli- haft clavicle fractures. Injury 1999, 30 : 497-500.
nical outcome. Arch Orthop Trauma Surg 2001, 121 : 313-316. [18] WICK M, MULLER EJ, KOLLIG E, MUHR G. Midshaft fractures of the
[16] SAWANT MR, CALVERT PT Facioscapulohumeral dystrophy-an in- clavicle with a shortening of more than 2 cm predispose to non-
dication for internal fixation of clavicle fractures. J R Soc Med union. Arch Orthop Trauma Surg 2001, 121 : 207-211.
1999, 92 : 88-89. SERRANO JA, RODRIGUEZ P, CASTRO L et al. Acute [19] ZENNI EJ, KRIEG JK, ROSEN MJ. Open reduction and internal fixa-
subclavian artery pseudoaneurysm after closed fracture of the cla- tion of clavicular fractures. J Bone Joint Surg Am 1981, 63A : 147-
vicle. Acta Orthop Belg 2003, 69 : 555-557. 151.
FRACTURAS DE LA ESCÁPULA
as fracturas de la escápula se producen por sentación tridimensional que puede manipularse y rotarse. Esto
L traumatismos de alta energía, como lo
atestigua el 80-95% de lesiones asociadas, de las
permite una apreciación exacta de todos los elementos esque-
léticos que constituyen la escápula [12].
■ Vía de Judet
En caso de fracturas conminutas que se extiendan lejos del
cuello de la escápula y que requieran la colocación de implan-
tes voluminosos, se realizará una vía amplia con una incisión
en forma de L invertida que se inicia en sentido horizontal en
el acromion, sigue la espina, y después se curva hacia abajo a
lo largo del borde medial de la escápula. Sin despegar la piel,
el músculo deltoides se desinserta de la espina y el infraespi-
noso y los redondos se despegan de la fosa. El nervio motor
del infraespinoso (nervio supraescapular) se respetará, sabien-
do que está protegido por detrás por el potente ligamento es-
pinoglenoideo. Esta vía de acceso proporciona una exposición
excelente del cuerpo, de la espina, del cuello y del reborde pos-
terior de la cavidad glenoidea, a pesar de su carácter agresivo,
y algunos autores la consideran como la vía esencial de la os-
teosíntesis de las fracturas complejas de la escápula [9, 12, 24,
27, 41] (fig. 3.49). 3.49 Vía de Judet.
a b
3.47 El infraespinoso se desinserta (línea de puntos) y el redondo menor se conserva, lo que protege el nervio axilar (a). La
cápsula se incide en longitudinal y se expone la fractura (b).
85
Hombro
TÉCNICAS
DE FIJACIÓN
■ Fracturas de la espina
y del acromion
b
Estas fracturas se producen por un traumatismo directo, y no
deben confundirse con un acromion bipartito (o hueso acro-
mial) (fig. 3.53). La inserción del deltoides ejerce una fuerte
tracción sobre el acromion y la espina, y existe el riesgo de que
se produzca una seudoartrosis que cause un conflicto subacro-
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
3.51 Fractura conminuta intraarticular de la cavidad glenoidea con luxación anterior de la cabeza humeral (a). a b c d
e f g
TC bidimensional (b). Reconstrucción tridimensional (c). Acceso por vía deltopectoral en semisedestación.
Visión intraoperatoria de los tres fragmentos articulares (1-2-3 en el recuadro) (d). Visión quirúrgica:
síntesis mediante tornillos (flechas y recuadro 1-2-3) (e). Resultado radiológico (f). Control mediante TC
que muestra la superficie glenoidea restituida y la congruencia articular (g).
a b c
3.52 Fractura de la cavidad glenoidea de tipo V de Ideberg (a). Reconstrucción tridimensional: incongruencia articular y
conminución del cuerpo (b). Vía de acceso posterior y restablecimiento de la congruencia articular. Fijación mediante
placas de 1/3 de tubo y tornillos de 3,5 mm (c).
87
Hombro
REHABILITACIÓN
*
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
3.55 Fractura de la espina en la base del acromion (a). La proyección de Neer demuestra una a b e
alteración del espacio subacromial (✽) (b). Restablecimiento de la anatomía mediante una c d
osteosíntesis posterior con una placa de reconstrucción de 3,5 mm (c, d). Movilidad completa
obtenida a los tres meses (e).
Bibliografía
[1] ADAM FF. Surgical treatment of displaced fractures of the glenoid [10] CAMERON SE. Arthroscopic reduction and internal fixation of an
cavity. Int Orthop 2002, 26 : 150-153. anterior glenoid fracture. Arthroscopy 1998, 14 : 743-746.
[2] ARMSTRONG CP, VAN DER SPUY J. The fractured scapula : importan- [11] CARRO LP, NUNEZ MP, LLATA JI. Arthroscopic-assisted reduction
ce and management based on a series of 62 patients. Injury 1984, and percutaneous external fixation of a displaced intra-articular
15 : 324-329. glenoid fracture. Arthroscopy 1999, 15 : 211-214.
[3] ASTON JW JR, GREGORY CF. Dislocation of the shoulder with signifi- [12] COLE PA. Scapula fractures. Orthop Clin N Am 2002, 33 : 1-18.
cant fracture of the glenoid. J Bone Joint Surg Am 1973, 55 : 1531- [13] EBRAHEIM NA, MEKHAIL AO, PADANILUM TG, YEASTING RA. Anato-
1533. mic considerations for a modified posterior approach to the sca-
[4] AULICINO PL, REINERT C, KORNBERG M, WILLIAMSON S. Displaced intra- pula. Clin Orthop 1997, 334 : 136-143.
articular glenoid fractures treated by open reduction and internal [14] EGOL KA, CONNOR PM, KARUNAKAR MA et al. The floating shoul-
fixation. J Trauma 1986, 26 : 1137-1141. der: clinical and functional results. J Bone Joint Surg Am 2001, 83
[5] BAUER G, FLEISCHMANN W, DUSSLER E. Displaced scapular fractures : : 1188-1194.
indication and long-term results of open reduction and internal [15] EYRES KS, BROOKS A, STANLEY D. Fractures of the coracoid pro-
fixation. Arch Orthop Trauma Surg 1995, 114 : 215-219. cess. J Bone Joint Surg Br 1995, 77 : 425-428.
[6] BIGLIANI LU, NEWTON PM, STEINMANN SP et al. Glenoid rim lesions [16] FLATOW EL, BIGLIANI LU. Tips of the trade. Locating and protec-
associated with recurrent anterior dislocation of the shoulder. Am ting the axillary nerve in shoulder surgery. The tug test. Orthop
J Sports Med 1998, 26 : 41-45. Rev 1992, 21 : 503-505
[7] BOERGER TO, LIMB D. Suprascapular nerve injury at the spinogle- [17] GAGEY O, CUREY JP, MAZAS F. Les fractures récentes de la scapu-
noid notch after glenoid neck fracture. J Shoulder Elbow Surg 2000, la. A propos de 43 cas. Rev Chir Orthop Reparatrice Appar Mot
9 : 236-237. 1984, 70 : 443-447.
[8] BOYER MI, GALATZ LM, BORRELLI J JR et al. Intra-articular fractures of [18] GIGANTE A, MARINELLI M, VERDENELLI A et al. Arthroscopy-assisted
the upper extremity: new concepts in surgical treatment. Instr Cour- reduction and percutaneous fixation of a multiple glenoid frac-
se Lect 2003, 52 : 591-605. ture. Knee Surg Sports Traumatol Arthrosc 2003, 11 : 112-115.
[9] BRODSKY JW, TULLOS HS, GARTSMAN GM. Simplified posterior ap- [19] GOSS TP. Fractures of the glenoid cavity. J Bone Joint Surg Am
proach to the shoulder joint. A technical note. J Bone Joint Surg Am 1992, 74 A : 299-305.
1987, 69 : 773-774.
89
Hombro
Bibliografía
[20] GOSS TP. The scapula : coracoid, acromial, and avulsion fractu- [35] NEER CS. Shoulder Reconstruction. W.B.Saunders, Philadelphia,
res. Am J Orthop 1996, 25 : 106-115. 1990 : 412-420, 487-533.
[21] HARAGUCHI N, TOGA H, SEKIGUCHI Y, KATO F. Corrective osteotomy [36] NIGGEBRUGGE AH, VAN HEUSDEN HA, BODE PJ, VAN VUGT AB. Dislo-
for malunited fracture of the glenoid cavity: a case report. Clin Orthop cated intra-articular fracture of anterior rim of glenoid treated by
2002, 404 : 269-274. open reduction and internal fixation. Injury 1993, 24 : 130-131.
[22] HARDEGGER FH, SIMPSON LA, WEBER BG. The operative treatment of [37] OH CW, KYUNG HS, KIM PT, IHN JC. Failure of internal fixation
scapular fractures. J Bone Joint Surg Br 1984, 66 : 725-31. of the clavicle in the treatment of ipsilateral clavicle and glenoid
[23] HERSCOVICI D JR, FIENNES AG, ALLGOWER M, RUEDI TP. The floating neck fractures. J Orthop Sci 2001, 6 : 601-603.
shoulder: ipsilateral clavicle and scapular neck fractures. J Bone Joint [38] OGAWA K, YOSHIDA A, TAKAHASHI M, UI M. Fractures of the cora-
Surg Br 1992, 74 : 362-364. coid process. J Bone Joint Surg Br 1997, 79 : 17-19.
[24] HONNART F. Voies d’abord en chirurgie orthopédique et traumatolo- [39] Orthopaedic Trauma Association Fracture and Dislocation Com-
gique. Masson, Paris, 1978 : 18-19. pendium. J of Orthop Trauma 1996, 10 : Supl 1.
[25] IDEBERG R, GREVSTEN S, LARSSON S. Epidemiology of scapular frac- [40] PAPAGELOPOULOS PJ, KOUNDIS GL, KATEROS KT et al. Fractures of the
tures. Incidence and classification of 338 fractures. Acta Orthop Scand glenoid cavity: assessment and management. Orthopedics 1999,
1995, 66 : 395-397. 22 : 956-961, quiz 962-963.
[26] KAVANAGH BF, BRADWAY JK, COFIELD RH. Open reduction and inter- [41] PIDHORZ L, PIDHORZ LE, BRECHET I. Traumatisme de la ceinture
nal fixation of displaced intra-articular fractures of the glenoid fossa. scapulaire. Encycl Méd Chir Elsevier, Paris, 1998, 14-035-A-10.
J Bone Joint Surg Am 1993, 75 : 479-484. [42] ROMERO J, SCHAI P, IMHOFF AB. Scapular neck fracture-the influen-
[27] KEMPF JF. Fracture of the scapula. Surgical techniques in orthopae- ce of permanent malalignment of the glenoid neck on clinical
dics and traumatology Editions scientifiques et médicales, Elsevier SAS, outcome. Arch Orthop Trauma Surg 2001, 121 : 313-316.
Paris, 55-170-A-40, 2003. [43] SCHANDELMAIER P, BLAUTH M, SCHNEIDER C, KRETTEK C. Fractures of
[28] KLIGMAN M, ROFFMAN M. Glenoid fracture : conservative treat- the glenoid treated by operation. A 5- to 23-year follow-up of 22
ment versus surgical treatment. J South Orthop Assoc 1998, 7 : 1-5. cases. J Bone Joint Surg Br 2002, 84 : 173-177.
[29] KLIGMAN M, ROFFMAN M. Posterior approach for glenoid fracture. [44] VAN NOORT A, TE SLAA RL, MARTI RK, VAN DER WERKEN C. The floa-
J Trauma 1997, 42 : 733-735. ting shoulder. A multicentre study. J Bone Joint Surg Br 2001, 83 :
[30] KUHN JE, BLASIER RB, CARPENTER JE. Fractures of the acromion pro- 795-798.
cess : a proposed classification system. J Orthop Trauma 1994, 8 : 6- [45] VAN NOORT A, VAN LOON CJ, RIJNBERG WJ. Limited posterior ap-
13. proach for internal fixation of a glenoid fracture. Arch Orthop
[31] KUMMEL BM. Fractures of the glenoid cusing chronic dislocation Trauma Surg 2004, 124 : 140-144.
of the shoulder. Clin Orthop 1970, 69 : 189-191. [46] WILBER MC, EVANS EB. Fractures of the scapula. An analysis of
[32] LEUNG KS, LAM TP, POON KM. Operative treatment of displaced forty cases and a review of the literature. J Bone Joint Surg Am
intra-articular glenoid fractures. Injury 1993, 24 : 324-328. 1977, 59 : 358-362.
[33] MARTIN-HERRERO T, RODRIGUEZ-MERCHAN C, MUNUERA-MARTINEZ L. [47] WILLIAMS GR JR, NARANJA J, KLIMKIEWICZ J et al. The floating shoul-
Fractures of the coracoid process : presentation of seven cases and der : a biomechanical basis for classification and management. J
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
review of the literature. J Trauma 1990, 30 : 1597-1599. Bone Joint Surg Am 2001, 83 : 1182-1187.
[34] MAYO KA, BENIRSCHKE SK, MAST JW. Displaced fractures of the gle- [48] WIRTH MA, BUTTERS KP, ROCKWOOD CA. The posterior deltoid-
noid fossa. Results of open reduction and internal fixation. Clin Or- splitting approach to the shoulder. Clin Orthop 1993, 296 : 92-
thop 1998, 347 : 122-130. 98.
92
ARTICULACIONES…
LUXACIONES
■ Conclusión
En nuestra práctica, la indicación quirúrgica urgente de una
luxación acromioclavicular sigue siendo infrecuente. Afecta a las
fracturas de tipo 4 y 5 de la clasificación de Rockwood, en los
pacientes que realizan trabajos de fuerza y en los deportistas
de lanzamientos, que no desean asumir el riesgo de sufrir un
hombro doloroso e invalidante pasado un tiempo del trauma-
tismo y justificar en ese otro momento una intervención. No-
sotros pensamos que la reparación primaria ligamentosa es im-
4.2 Disección del ligamento acromiocoracoideo. posible y que la degradación de la articulación es incompatible
con su conservación, por lo que proponemos realizar de ur-
gencia, al igual que en las articulaciones en las que persiste el
dolor el 3.er mes de postoperatorio, una intervención de tipo
Weaver y Dunn modificada.
95
Hombro
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Debe resistirse la tentación de operar algunas luxaciones por La reparación primaria de los ligamentos coracoclaviculares
razones puramente estéticas. carece de utilidad.
La tolerancia de las formas con gran desplazamiento suele ser La conservación de un menisco articular lesionado puede
habitual en los pacientes que no realizan solicitaciones del ocasionar un mal resultado del tratamiento quirúrgico a lar-
miembro superior en elevación. go plazo.
96
ARTICULACIONES…
■ Principios quirúrgicos
Se debe contrastar la gravedad potencial de las formas pos-
teriores [7, 10, 14, 15, 19, 20, 27] debido a sus relaciones me-
diastínicas (tronco braquiocefálico, vena subclavia, tráquea,
esófago) con la de las formas anteriores, que son benignas, así
como la estabilidad tras la reducción de las formas posteriores
en comparación con la inestabilidad tras la misma de las for-
mas anteriores, que se toleran bien.
Las formas posteriores tienen, además, algunas peculiarida-
des: el cartílago de crecimiento clavicular medial se cierra ha-
cia los 20 años en los varones, lo que explica la frecuencia de
las epifisiólisis. Algunas formas poco desplazadas de los adoles-
centes jóvenes no deportistas pueden dejarse como tales, pues
la remodelación ósea hará desaparecer las consecuencias de un
callo vicioso [5, 25].
■ Indicaciones
Por tanto, nosotros proponemos:
– la reducción quirúrgica de las luxaciones posteriores, avi-
sando a un cirujano torácico. Debe plantearse la posibilidad
de una toracotomía en presencia de una complicación me-
diastínica durante la reducción;
– una abstención quirúrgica y una vigilancia simple para las
luxaciones posteriores poco desplazadas y perfectamente to-
leradas de los pacientes jóvenes, a condición de que no prac-
tiquen deportes de riesgo (hockey, rugby);
– para las luxaciones anteriores recientes, una reducción bajo
4.4 anestesia general por tracción en aducción en el eje del bra-
Estabilizaciones acromioclaviculares.
zo y en ligera retropulsión, asociada a una compresión direc-
ta anteroposterior sobre el hombro, con un rodillo colocado
bajo las escápulas del paciente. Se coloca un vendaje funcio-
nal y una inmovilización antiálgica que mantenga el codo pe-
gado al cuerpo durante un mes;
LUXACIONES – una cirugía de estabilización para los casos infrecuentes de
inestabilidad anterior postraumática invalidante o dolorosa
de los pacientes deportistas o que realicen trabajos de fuerza;
ESTERNOCLAVICULARES – una resección del extremo medial de la clavícula para los
pacientes que presenten una luxación inveterada anterior do-
lorosa;
– una actitud mucho más prudente ante las luxaciones ante-
as lesiones de la articulación esternoclavicular
L son infrecuentes en traumatología de urgencias
(3% de las lesiones traumáticas del hombro),
riores parcialmente reducidas y asintomáticas al 3.er mes del
traumatismo, cuya mala tolerancia sólo sea estética, así como
en las subluxaciones recidivantes anteriores atraumáticas vo-
debido al mecanismo causal más habitual: choque luntarias en un paciente joven con hiperlaxitud.
97
Hombro
■ Estudio preoperatorio mente la caja torácica contralateral. Debe poder realizarse una
posible toracotomía por si es preciso un control vascular poste-
Las formas posteriores se diagnostican con dificultad por cri- rior. Debe contarse con pinzas vasculares en el quirófano.
terios clínicos, aparte de por las molestias que producen. El
diagnóstico se confirma mediante una exploración por TC que Vía de acceso
permite precisar el desplazamiento de la clavícula y el estado La incisión cutánea sigue el borde superior de la parte me-
de las partes blandas periarticulares. Aunque es difícil objetivar dial de la clavícula, a lo largo de 7 cm, y se curva en vertical
una luxación retroesternal, la confirmación de la reducción es a lo largo de 3 cm a nivel del manubrio esternal. La incisión
igual de compleja (fig. 4.5). del músculo platisma se realiza preferentemente con bisturí frío
tras una hemostasia subcutánea. Los vientres claviculares del
músculo esternocleidomastoideo y del pectoral mayor se desin-
■ Técnica quirúrgica de la reducción sertan del borde superior de la clavícula en un plano subperiós-
de una luxación posterior tico. Se incide la parte anterior de la cápsula articular. Se dise-
can hasta la primera costilla los restos de los ligamentos
costoclaviculares avulsionados de forma más o menos parcial
Colocación del borde inferomedial de la clavícula y el disco articular.
4.5 Interés diagnóstico de la TC para confirmar una luxación posterior y en la apreciación de las
relaciones con el extremo medial de la articulación luxada.
98
ARTICULACIONES…
■ Conclusión
Ante una luxación esternoclavicular debe pensarse en:
– buscar una hiperlaxitud constitucional;
– explorar los dos extremos de la clavícula (descartar una le-
Bibliografía
sión acromioclavicular);
[1] ASFAZADOURIAN H., KOUVALCHOUK J.F. Les luxations retrosternales
– buscar los signos de gravedad (disnea, disfagia, arritmia,
de la clavicule. Ann Chir Main Super 1997, 16 (2) : 152-169.
etc.);
[2] BOUSSATON M, JULIA F, HORVATH E et al. Transposition of the cora-
– buscar una fractura-luxación esternoclavicular, una epifisió- co-acromial ligament according to the weaver and dunn tech-
lisis en los niños o adolescentes; nic in the treatment of old acromioclavicular dislocations. A
– avisar a un cirujano torácico si se trata de una forma pos- propose of 15 cases. Acta Orthop Belg 1985, Jan-Feb, 51 (1) :
terior complicada. 80-90.
[3] BRADLEY JP, ELKOUSY H. Decision making : operative versus non-
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Bibliografía
[10] GANGAHAR D, FLOGAITES T. Rtrosternal dislocation of the clavicle [23] PRESS J, ZUCKERMANN JD, GALLAGHER M et al. Treatment of grade
producing thoracic outlet syndrome. J Trauma 1978, 18 : 369- III acromioclavicular separations : Operative versus nonperati-
372. ve management. Bull Hosp Joint Dis 1997, 56 : 77-83.
[11] HEDTMANN A, FETT H, LUDWIG J. Management of old neglected [24] RENFREE KJ, RILEY MK, WHEELER D et al. Ligamentous anatomy of
posttraumatic acromioclavicular instability and arthrosis. Ortho- the distal clavicle. J Shoulder Elbow Surg 2003 Jul-Aug, 12 (4) :
pade 1998, Aug, 27 (8) : 556-66. 355-359.
[12] HEINIG C. Retrosternal dislocation of the clacicle : Early recogni- [25] ROCKWOOD CA JR, WILLIAMS GR, YOUNG DC. Injuries to the acro-
tion, x-ray diagnosis, and management. J Bone Joint Surg Am mioclavicular joint. In : ROCKWOOD CA JR, GREEN DP, BUCHOLZ RW
1968, 50 : 830-831. et al. Rockwood and Green’s Fractures in Adults, 4 ed. Lippincott-
[13] HOFFMEYER P. Lux acromio-claviculaire. Cahiers d’enseignement Raven, Philadelphia, 1996.
de la SOFCOT. Conférence 2001 : 193-224. [26] ROCKWOOD CJ, WIRTH M. Disorders of the sternoclavicular joint.
[14] HOWARD F, SHAFER S. Injuries to the clavicle with neurovascular In: ROCKWOOD CJ, MATSEN F. The Shoulder, 2 ed. WB Saunders,
complications : A study of fourteen cases. J Bone Joint Surg Am Philadelphia, 1998 : 555-610.
1965, 47 : 1335-1346. [27] RUDZKI JR, MATAVA MJ, PALETTA GA Jr. Complications of treatment
[15] JOUGON J, LEPRONT D, DROMER C. Posterior dislocation of the ster- of acromioclavicular and sternoclavicular joint injuries. Department
noclavicular joint leading to mediastinal compression. Ann Tho- of Orthopaedic Surgery and Sports Medicine Section, Washing-
rac Surg 1996, 61 : 711-713. ton University School of Medicine, One Barnes Jewish Hospi-
[16] LARSEN E, BJERG-NIELSEN A, CHRISTENSEN P. Conservative or surgical tal, Plaza Drive, Suite 11300, St. Lou MO 63110, USA.
treatment of acromioclavicular dislocation. J Bone Joint Surg Am [28] TAFT TN, WILSON FC, OGLESBY JW. Dislocation of the acromiocla-
1986, 68 : 552-555. vicular joint : An end result study. J Bone Joint Surg Am 1987,
[17] LEMOS MJ, TOLO ET. Complications of the treatment of the acro- 69 : 1045-1051.
mioclavicular and sternoclavicular joint injuries, including insta- [29] TRICOIRE JL, COLOMBIER JA, CHIRON P et al. Les luxations sterno-
bility. Clin Sports Med 2003 Apr, 22 (2) : 371-385. claviculaires postérieures. À propos de 6 cas. Rev Chir Orthop
[18] MC FARLAND EG, BLIVIN SJ, DOEHRING CB et al. Treatment of grade Réparatrice Appar Mot 1990, 76 : 1, 39-44.
III acromioclavicular separations in professional throwing athle- [30] WASYLENKO M, BUSSE E. Posterior dislocation of the clavicle cau-
tes : Results of a survey. Am J Orthop 1997, 26 : 771-774. sing, fatal tracheoesophageal fistula. Can J Surg 1981, 24 : 626-
[19] NODA M, SHIRAISHI H, MIZUNO K. Chronic psoterior sternoclavicu- 627.
lar dislocation causing compression of a subclavian artery. J [31] WEAVER JK, DUNN HK. Treatment of acromioclavicular injuries
Shoulder Elbow Surg 1997, 6 : 564-569. especially complete acromioclavicular injuries especially com-
[20] ONO K, INAGAWA H, KIYOTA K et al. Posterior dislocation of the ster- plete acromioclavicular separation. J Bone Joint Surg Am 1972,
noclavicular joint with obstruction of the innominate vein : Case 54 : 1187-1194.
report. J Trauma 1998, 44 : 381-383. [32] WORMAN L, LEAGUS C. Intrathoracic injury following retrosternal
[21] PATERSON D. Retrosternal dislocation of the calvicle. J Bone Joint dislocation of the clavicle. J Trauma 1967, 7 : 416-423.
Surg Br 1961, 43 : 90-94. [33] ZASLAV K, RAY S, NEER C. Conservative management of a displa-
[22] PHILLIPS AM, SMART C, GROOM AFG. Acromioclavicular dislocation : ced medial clavicular physeal injury in an adolescent athlete.
Conservative or surgical therapy. Clin Orthop 1998, 353 : 10-17. Am J Sports Med 1989, 17 : 833-836.
101
Hombro
DE LA CLAVÍCULA
Tipo 1
Tipo 2
Tipo 3
4.10 Clasificación de las fracturas del extremo lateral. Tipo 1: fractura estable (Neer I y Neer III). Tipo 2: fractura inestable
sin rotura ligamentosa (fractura de Latarjet). Tipo 3: fractura inestable con rotura ligamentosa, c1: coracoclavicular
(Neer II), c2: acromioclavicular.
la en 15 años (73 de tipo 1, 23 de tipo 2 y 14 de tipo 3), con yen en el resultado final cuando son incompletas y son la ma-
un gran número de pacientes no seguidos; el 12% de estas frac- nifestación de la lesión ligamentosa.
turas evolucionó hacia una seudoartrosis: se trataba esencial- Por tanto, nosotros reservamos el tratamiento quirúrgico a
mente de las fracturas de tipo II de Neer, que, en el estudio de las fracturas inestables en los pacientes jóvenes o activos, que
revisión, eran en su mayoría asintomáticas (8/10). La consoli- practiquen deportes de contacto o de lanzamiento, y a las seu-
dación en posición viciosa se producía en el 33% de los casos doartrosis mal toleradas.
sin consecuencias adversas y este hecho también afectaba so-
bre todo a las fracturas de tipo II.
El tratamiento quirúrgico expone a ciertos riesgos: fístulas cu-
táneas asociadas a infecciones subclínicas, en la mayoría de los PLANIFICACIÓN PREOPERATORIA
casos debido a las agujas que protruyen. Se han descrito frac-
turas en el punto de fijación de la parte proximal de la claví-
cula por la plastia artificial. La presencia de dolor en la parte superior y de deformación
Sin que se pueda hablar de verdadera complicación, la apa- anterior asociada a una equimosis difusa después de una caída
rición de osificaciones coracoclaviculares es frecuente; no influ- sobre el muñón del hombro hacen pensar en una fractura.
103
Hombro
■ Anestesia
Nosotros realizamos la intervención con el paciente bajo
anestesia general, con una anestesia locorregional previa me-
diante bloqueo del plexo interescalénico con ropivacaína para
evitar cualquier dolor al despertar.
■ Colocación
El paciente se coloca en semisedestación sobre una mesa
de hombro, con el miembro superior descansando en un apo-
yabrazos. Marcamos algunas referencias cutáneas con un ro-
tulador dermográfico: la apófisis coracoides, el relieve de
la clavícula y el acromion. Dibujamos la vía de acceso, que
está centrada en la fractura (5 cm), paralela a las líneas de
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Langer.
Preparamos el miembro y el hemitórax correspondiente con
un antiséptico yodado y colocamos los campos en U alrededor
del hombro, dejando libre el brazo y la clavícula.
■ Vía de acceso
Tras una disección amplia y la realización de hemostasia del
subcutáneo, incidimos longitudinalmente el plano trapeciodel-
toideo frente al foco de fractura. En esta fase debe valorarse la
estabilidad y el tamaño del fragmento distal: hay que observar
si existe una rotura de los ligamentos acromioclaviculares o un
trazo irradiado a la articulación. La presencia de tales lesiones
nos hace ampliar la incisión de dicho plano hasta la articula-
4.11 Interés de la proyección lateral axilar y de la TC. ción acromioclavicular.
104
ARTICULACIONES…
■ Estabilización de la fractura
clavicular
Por tanto, nosotros proponemos:
– en ausencia de lesión acromioclavicular, un obenque hori-
zontal con hilo no reabsorbible de grueso diámetro, asocia-
do a un enclavado distal-proximal exclusivamente clavicular
mediante agujas de Kirschner de 20/10 dobladas para evitar
que migren. Se dejan enterradas bajo la piel, respetando de
ese modo la articulación y limitando los riesgos de infección
por el material de osteosíntesis (fig. 4.12);
– en presencia de una lesión acromioclavicular asociada, se
realiza un obenque apoyado en un enclavado acromiocla-
vicular;
– para las fracturas de Latarjet sin interrupción ligamentosa,
se recurre a una síntesis con tornillos entre la clavícula y el
fragmento que incluye los ligamentos cuando éste no es con-
minuto (fig. 4.13), completado con un cerclaje con hilo de
polidioxanona del 1.
Sin embargo, la presencia de conminución en la fractura pue-
de que no permita una osteosíntesis directa; en ese caso noso-
tros realizamos un enclavado axial (obenque) asociado a un cer-
claje de los diferentes fragmentos (fig. 4.14).
Cuando existe una avulsión del ligamento conoideo, la esta-
bilización en el plano frontal del borde medial de la clavícula
se refuerza mediante un cerclaje en 8 coracoclavicular con po-
lidioxanona entre la base de la apófisis coracoides y la parte
anterior de la clavícula, tal como se ha descrito para la estabi-
lización de la articulación acromioclavicular.
Nosotros continuamos el cierre del plano trapeciodeltoideo
mediante puntos invertidos de polidioxanona del 1, completa-
do mediante una sutura continua epitendinosa con polidioxa-
nona de 4/0. El cierre cutáneo se realiza con una sutura conti-
nua intradérmica.
La reparación se protege con un vendaje que incluya el codo
durante 6 semanas. A partir del primer mes, se realizan los ejer-
cicios de mantenimiento de la movilidad glenohumeral en de-
cúbito con ayuda de un cinesiterapeuta. La rehabilitación en bi-
pedestación se inicia tras retirar el dispositivo que incluye el
codo. El tiempo habitual de consolidación es de 2 meses con
una reanudación del deporte hacia el 4.º mes postoperatorio.
Las agujas se retiran de forma sistemática el 2.º mes de post-
operatorio de forma ambulatoria.
Bibliografía
[1] ALLMAN FL. Fractures and ligamentous injuries of the clavicle [7] JAGER M, BREITNER S. Therapy related classification of lateral
and its articulation. J Bone Joint Surg (Am) 1967, 49A : 774- clavicular fractures. Unfallheilkunde 1984, 87 : 467-473.
784. [8] NEER CS. Fractures of the distal third of the clavicle. Clin Or-
[2] BELLUMORE Y, GLASSON JM, RONGIERES M et al. Fractures de l’ex- thop 1968, 58 : 43-49.
trémité latérale de la clavicule. Rev Chir Orthop 1996, vol [9] NORDQVIST A, PETERSSON C. The incidence of fractures of the
87, sup II, 23-24. clavicle. Clin Orthop 1994, 300 : 127-132.
[3] BRUNNER U, HABERMEYER P, SCHWEIBERER L. Special status of la- [10] NORDQVIST A, PETERSSON C, REDLUND-JOHNELL I. The natural
teral clavicular fractures. Orthopade 1992, 21 : 163-171. course of lateral clavicle fractures. Acta Orthop Scand 1993,
[4] CRAIG EV. Fractures of the clavicle. In : ROCKWOOD C.A., MAT- 64 : 87-91.
SEN F.A. The Shoulder. W.B. Saunders, Philadelphia, 1990. [11] PATTE D. Les luxations traumatiques des articulations acro-
[5] ESKOLA A, VAINIONPAA S, PATIALA H, ROKKANEN P. Outcome of mio et sterno-claviculaires. Cahiers d’enseignement de la SOF-
operative treatment in fresh lateral clavicular fractures. Ann COT. Conférences d’enseignement 1987, 133-157.
Chir Gynaecol 1987, 76 : 167-169. [12] POST M. Current concepts in the treatment of fractures of
[6] HEPPENSTALL RB. Fractures and dislocations of the distal clavi- the clavicle. Clin Orthop 1989, 245 : 89-101.
cle. Orthop Clin North Am 1975, 6 : 477-486.
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CAPÍTULO 5
Artroscopia
ANESTESIA
Algunos autores emplean el decúbito lateral con tracción del
miembro operado a 45º de abducción y 20º de antepulsión.
La cirugía del hombro, en especial la artroscópica, se ha be-
Nosotros preferimos la semisedestación por varios motivos:
neficiado en gran medida de los avances de la anestesia lo-
corregional (ALR). La ALR más adecuada para el hombro, se- – la mayor comodidad del paciente en esta posición cuando
gún nuestro criterio, es el bloqueo interescalénico, aislado o la anestesia es locorregional;
asociado a una sedación superficial [12]. Este tipo de bloqueo – la decoaptación del espacio subacromial obtenida por el
permite intervenir en condiciones óptimas y, gracias a la colo- simple efecto del peso del miembro hace innecesario el uso
cación de un catéter, ofrece al paciente una analgesia postope- de un dispositivo de tracción, lo que disminuye así el ries-
ratoria considerable. La ALR representa en la actualidad, en al- go de neuroapraxia del plexo braquial (1% en decúbito la-
gunos servicios, un 70% de las anestesias que se realizan en la teral, con lesión predominante del nervio musculocu-
cirugía del hombro. táneo);
109
Hombro
– la movilización intraoperatoria del hombro tiene una liber- ticular compatible con un lavado continuo de la articulación y
tad absoluta en todos los planos, lo que permite una verda- facilita las maniobras de hemostasia. Un aumento temporal de
dera artroscopia «dinámica»; la presión permite la localización de una hemorragia y facili-
– siempre es posible una continuación quirúrgica a cielo ta la hemostasia con el bisturí eléctrico. La presión media ha-
abierto sin recolocar al paciente; bitual se sitúa en 30-50 mmHg. Una presión de base más ele-
vada no supone una mayor ayuda a la distensión articular y
– por último, la ergonomía es perfecta para el cirujano, siem-
favorece la infiltración de los tejidos blandos periarticulares.
pre que se utilice una mesa adecuada.
Esta infiltración provoca una tumefacción del hombro que a ve-
Nosotros realizamos en algunos casos la artroscopia en decú-
ces es muy marcada, lo que aumenta la dificultad de las ma-
bito lateral para el tratamiento de la inestabilidad que requie-
niobras artroscópicas.
ra una retensión capsular posterior e inferior (fig. 5.2). El ac-
ceso a la parte posteroinferior de la articulación requiere una
decoaptación enérgica, que se obtiene con más facilidad con
ayuda de una doble tracción (tracción simple convencional de ■ Bisturí eléctrico
3 kg asociada a una tracción al cénit de la misma cuantía) en
los pacientes situados en decúbito lateral. Desde hace varios años, se dispone de varios sistemas de bis-
turí eléctrico endoscópico con generador de corriente de ra-
diofrecuencia. Pueden utilizarse en un medio acuoso (suero fi-
siológico) y no requieren irrigación articular con glicina al
1,5%. Pueden emplearse varias sondas de uso único, en fun-
ción de la intervención que se va a realizar. Además de las
funciones clásicas de coagulación y de corte, permiten la va-
porización de los tejidos y la realización de una retracción cap-
sular por efecto térmico (plicatura) para el tratamiento de al-
gunas inestabilidades del hombro. Su empleo se recomienda
para todas las intervenciones endoscópicas en el espacio sub-
acromial, donde las hemorragias son frecuentes y especial-
mente molestas.
■ Material motorizado
El empleo de material motorizado es indispensable para la
realización de una acromioplastia artroscópica. Consiste en una
pieza de mano sobre la que se adaptan dos tipos de instrumen-
tos: los sinoviotomos (shaver) y las fresas. Los primeros permi-
5.2 Colocación en decúbito lateral con sistema de doble ten una resección sinovial o de la bolsa subacromial y las se-
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
tracción.
gundas la resección o cruentación del hueso. Este material
integra un sistema de aspiración que permite la eliminación de
los restos.
■ Instrumentación
MATERIAL La lista de los instrumentos artroscópicos aumenta cada día.
Algunos son indispensables y deben constituir lo que nosotros
denominamos la «caja básica» para la artroscopia del hombro
(fig. 5.3).
■ Artrobomba
Gancho de palpación
Se trata de una bomba autorregulada que permite mantener
una presión intraarticular constante. Esta artrobomba, asociada Es un instrumento indispensable como prolongación de la
al uso de cánulas plásticas de uso único que permitan el paso mano del cirujano y permite una verdadera palpación de las
de los instrumentos mientras se conserva una cierta hermetici- estructuras endoarticulares para buscar la presencia de disten-
dad, presenta una doble ventaja: asegura una distensión ar- sión, despegamientos y otras roturas.
110
ARTROSCOPIA
Pinza de hilos
Es indispensable y permite la recuperación endoarticular de
los hilos.
Empujanudos
Permite descender los nudos de las suturas en cualquier tipo
de intervención realizada.
■ Anclajes
La aparición de los anclajes ha contribuido a mejorar las téc-
nicas de sutura y la calidad de las intervenciones artroscópicas
Pinza de agarre del hombro. Se emplean también en la cirugía del manguito
Permite sujetar con firmeza y de forma atraumática cual- de los rotadores y en algunas técnicas de estabilización glenohu-
quier estructura intraarticular. Se emplea sobre todo en la ci- meral. Han permitido el abandono de las técnicas de grapado
rugía del manguito de los rotadores y de estabilización del y de las suturas transglenoideas. En la actualidad se dispone de
hombro. numerosos diseños comercializados, entre ellos los de tipo ator-
nillado, impactado, de expansión o incluso de báscula (toggling
Pinza sacabocados derecha anchors) en función de su modo de fijación. También se dife-
rencia entre los reabsorbibles (de ácido poliglicólico o polilác-
Se emplea en la cirugía del manguito para desbridar el ten- tico) y los no reabsorbibles (de acero, titanio o polietileno), en
dón roto, lo que permite su reinserción en una zona sana. función de los materiales utilizados para su fabricación. La elec-
ción del anclaje sigue dependiendo, ante todo, de la escuela
Gancho pasahilos de cada cirujano.
Es un instrumento imprescindible, en especial en la cirugía
de estabilización del hombro. Existen varios tipos. Su funda-
mento es pasar un hilo de sutura con ayuda de un gancho con ■ Hilos
ojal en su extremo a través de la estructura que se va a sutu-
rar (rodete, tendón, cápsula). La elección de la dirección (iz- En la cirugía artroscópica se requiere una resistencia adecua-
quierdo o derecho) y de la angulación del gancho depende da del hilo durante el tiempo de cicatrización de los tejidos, es
del tipo de la intervención, del lado operado, de las lesiones decir, 6-8 semanas como mínimo. Por tanto, debe utilizarse un
y del cirujano. hilo no reabsorbible o de reabsorción lenta. En la práctica, no-
sotros aconsejamos utilizar de forma intraarticular el hilo reab-
sorbible de reabsorción más lenta, es decir, el de polidioxano-
Pinza pasahilos
na (PDS). Para las suturas del manguito de los rotadores,
Ofrece una utilidad especial para las suturas tendinosas. Ase- sometidas a tensiones más intensas, es preferible recurrir a un
gura un agarre adecuado del tendón con un paso del hilo de hilo no reabsorbible trenzado de grueso diámetro (0,5 mm),
sutura a una distancia correcta de su borde libre. Se trata fun- como el de poliéster-polibutilato (Ethibond), de polietileno-po-
damentalmente de una pinza de agarre que permite la recupe- liéster (Mersuture) o de poliéster (Fiberwire), que son más resis-
ración del hilo sin cambiar de instrumento. tentes y menos deformables.
111
Hombro
NUDOS
■ Articulación glenohumeral
Vía posterior (figs. 5.4 y 5.5) P
■ Bolsa subacromial
Vía posterior (fig. 5.4)
Emplea el mismo punto de entrada que en la exploración de
la articulación glenohumeral. La introducción de la camisa con
el trocar romo se realiza en sentido oblicuo superoanterior, has-
ta contactar con el hueso de la cara inferior del acromion. En
ese momento, se efectúa un movimiento de barrido para dis-
gregar las adherencias de la bolsa subacromial, que a veces son
considerables.
■ Técnica
Cualquier acromioplastia, aunque se realice de forma aisla- 5.7 Vista superior de un hombro durante una
da, debe estar precedida de una exploración de la articula- acromioplastia. Introducción de la óptica por vía
ción glenohumeral, que se efectúa por la vía posterior y cons- posterior. La instrumentación motorizada se
ta de una exploración minuciosa de todas las estructuras emplea por vía lateral.
endoarticulares.
Tras esta exploración se introduce (siempre por vía posterior) mediante una presión vertical simple sobre el extremo distal de
la cánula del artroscopio en el espacio subacromial. Una vez es- la clavícula, o bien al pasar una aguja en vertical a través de la
tablecido el contacto óseo con la cara inferior del acromion, los articulación. En esta fase, el LAC está perfectamente identifi-
movimientos de barrido permiten disgregar el entramado de la cado. La cara superior del manguito de los rotadores se ins-
bolsa. pecciona y se palpa para buscar una posible rotura super-
El punto de entrada de la vía anterior se localiza con ayuda ficial.
del clavo de Wissinger. El ligamento acromiocoracoideo se pal- Con un bisturí eléctrico se realiza una resección del LAC, que
pa con su extremo (sensación de cuerda). El clavo se empuja a debe ser completa y permitir que aparezcan las fibras muscu-
continuación hacia su borde lateral, hasta el tejido subcutáneo. lares de la parte anterior del deltoides.
La incisión se realiza en su extremo mientras es palpable. Se En este momento, puede comenzar la acromioplastia propia-
pasa una cánula por el clavo, para introducirla en el espacio mente dicha (fig. 5.8). La longitud de resección será de 5 mm
subacromial. como promedio, es decir, un diámetro de la fresa. Se inicia en
El clavo se retira para permitir la introducción de la óptica. el ángulo anterolateral y se extiende hacia detrás a lo largo de
La irrigación se abre, lo que permite la distensión de la bolsa 10-15 mm. De este modo se talla un escalón, que después se
subacromial. medializa de forma progresiva, hasta la articulación acromio-
A continuación se realiza la vía instrumental lateral. En oca- clavicular. En el plano sagital, la resección se efectuará siempre
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
siones es necesario colocar una referencia previa con una agu- en sentido anteroposterior.
ja, en sentido lateral-medial. La incisión se realiza con un bis-
turí de hoja n.º 15 hasta la bolsa, bajo control visual. Una pinza
de Kelly recta permite ampliar el punto de entrada. La coloca-
ción de una cánula de instrumentación de grueso diámetro con
introductor no es necesaria si se prevé una acromioplastia ais-
lada.
Un sinoviotomo motorizado de 5,5 mm se introduce por la
vía lateral. Este instrumento permite la limpieza del espacio sub-
acromial (fig. 5.7). Esta resección de la bolsa se realiza man-
La óptica se introduce a continuación por vía lateral. Un ins-
teniendo el contacto óseo con la cara inferior del acromion y
trumento recto, como el gancho de palpación, introducido
después se extiende de forma progresiva al conjunto del espa-
por la vía posterior, sirve de referencia para comprobar el ali-
cio subacromial. Es preferible proceder en sentido lateral-me-
samiento y uniformidad de la cara profunda del acromion.
dial para evitar una lesión precoz de la arteria subacromial en
Esta maniobra evita resecar el acromion en cúpula, en lugar
situación medial.
de aplanarlo.
El borde anterior y la cara inferior del acromion se desbri-
dan de esta forma del borde lateral del acromion hasta la ar-
ticulación acromioclavicular, que se identifica al movilizarla
114
ARTROSCOPIA
■ Técnica
– en ocasiones, nosotros realizamos una cuarta vía de acce- zamiento del hilo;
so de fuera a dentro. Se trata de una vía lateral subacromial, – el bajanudos se desciende sobre cada una de las hebras
por encima de la vía lateral convencional, lo que facilita en para asegurarse de la ausencia de nudos. Esta maniobra tam-
algunos casos la implantación de los anclajes con una incli- bién permite localizar el poste del nudo, que es la que sale
nación de 45º. Esta inclinación permite que el anclaje resis- por el orificio del anclaje;
ta mejor las fuerzas de arrancamiento; – se debe deslizar el hilo para disminuir el tamaño del poste;
– nosotros hemos optado por un anclaje impactado Mitek G2 – para facilitar la sutura, el miembro superior se coloca en
(de titanio-níquel), que agarra bien en hueso esponjoso. Su abducción;
utilización requiere un taladro previo con una broca de
– el nudo corredizo escogido se realiza sobre el poste. A con-
2,7 mm, que se realiza también por la vía lateral o por la vía
tinuación se desciende con el bajanudos bajo control visual.
lateral subacromial. Cada orificio previo se marca de inme-
Una vez bien colocado en contacto con el tendón y bloquea-
diato con un bisturí eléctrico para evitar perderlo durante la
do, el nudo se completa con cuatro seminudos;
introducción posterior del anclaje. De forma ideal, se reali-
zan en la periferia de la cara superior del troquíter. No obs- – las hebras se cortan en ese momento, a una distancia ade-
tante, si la retracción del muñón tendinoso es excesiva, no se cuada del nudo (5 mm como mínimo), con tijeras artroscó-
debe dudar a la hora de medializarlos para evitar una trac- picas o mediante un cortahilos;
ción demasiado intensa sobre la sutura, e incluso un arran- – los puntos siguientes se realizan siguiendo el mismo es-
camiento del anclaje; quema.
116
ARTROSCOPIA
■ Técnica
La óptica se introduce en la articulación glenohumeral por la
vía posterior.
La vía anterior se realiza de fuera a dentro tras orientarse con
una aguja espinal. Debe tenerse un cuidado especial a la hora 5.11 Técnica de Bankart artroscópica.
de realizar esta vía de abordaje. Debe permitir un acceso fácil
a la parte anteroinferior de la cápsula, sin situarse demasiado
tangencial a la superficie articular para permitir una perfora- La hebra interna del hilo se pasa por un anclaje reabsorbible
ción y una introducción perfectas de los anclajes. Para ello se y después éste se impacta en el orificio situado a las 5 con un
introduce una cánula de instrumentación. pequeño martillo.
Una segunda vía anteroinferior puede ser útil para tener Tras la verificación de la sujeción adecuada del anclaje y del
una visión más directa de las lesiones anteroinferiores y per- correcto deslizamiento del hilo, se desciende un nudo corredi-
mitir una segunda vía instrumental. Su punto de entrada, mar- zo con un bajanudos. El rodete se reposiciona sobre la cavidad
cado mediante una aguja, se sitúa a nivel del intervalo de los glenoidea y el LGHI se retensa. A continuación se descienden
rotadores, justo bajo la PLB. cuatro seminudos para bloquear el nudo.
Un palpador introducido por vía anterior ayuda a evaluar de Siguiendo el mismo esquema, se cierra la parte desinsertada
forma completa las lesiones capsulares y óseas. La cápsula ar- de la cápsula de forma progresiva en sentido ascendente con
ticular debe explorarse desde su inserción glenoidea hasta su otros dos o tres puntos. Los anclajes se colocan en los orificios
inserción humeral. Para observar la inserción humeral del LGHI, perforados con anterioridad (fig. 5.11).
el brazo se sitúa en abducción y la óptica se coloca por detrás
de la cabeza humeral.
Una vez individualizada la lesión de Bankart, el rodete se li-
bera por completo de la cara anterior del cuello de la escápu-
la con un bisturí artroscópico y una raspa.
La cara anterior del cuello de la escápula se aviva a continua- Se explora la articulación para verificar la restitución anatómi-
ción con una fresa motorizada para permitir la cicatrización de ca de las estructuras capsulares, del rodete y de los ligamen-
los tejidos sobre el hueso tras la sutura. tos al final de la intervención.
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Bibliografía
[1] ANDREWS JR, CARSON WG. Shoulder joint arthroscopy. Orthopedics [19] HOVELIUS L, ERIKSSON K, FREDIN H. Recurrences after initial dislo-
1983, 6 : 1157-1162. cation of the shoulder. Results of a prospective study of treat-
[2] BIGLIANI LU, MORRISON DS, APRIL EW. The morphology of the acro- ment. J Bone Joint Surg (Am) 1983, 65 A : 343-349.
mion and its relationship to the rotator cuff-tears. Ortho Trans 1986, [20] JOHNSON LL. Diagnostic and Surgical Arthroscopy. In : The Knee
10-228. and other Joint (3rd ed.). CV Mosby Compagny, St-Louis, 1986.
[3] BIGLIANI LU. Impingement syndrome : aetiology and overview In : [21] JOHNSON LL. Arthroscopy of the shoulder. Orthop Clin North Am
WATSON MS. Surgical disorders of the shoulder. Churchill Livinstone, 1980, 11 : 197-204.
Edinburg, 1991 :237-246. [22] KEMPF JF. L’arthroscopie de l’épaule. Possibilités actuelles.
[4] BURKHART S. Arthroscopic treatment of massive rotator cuff tears. Concours Med 1989, 111 : 2653-265.
Clin Orthop 1991, 267 : 45-56. [23] KEMPF JF, GLEYZE P, BONNOMET F et al. A multicentric study of
[5] BURKHART S, NOTTAGE W, OGILVIE-HARRIS D et al. Partial repair of ir- 210 rotator cuff tears treated by arthroscopic acromioplasty. Ar-
reparable rotator cuff tears. Arthroscopy 1994, 10 : 363-370. throscopy 1999, 15 : 56-66.
[6] CASPARI RB. Shoulder arthroscopy : a review of the present state of [24] KIM SH, HA KI. The SMC knot : a new slip knot with locking me-
the art. Contemp Orthop 1982, 4 : 523-525. chanism. Arthroscopy 2000, 16 : 563-565.
[7] COLE BJ, WARNER JJP. Arthroscopic versus open Bankart repair for [25] MATTHEWS LS, VETTER WL, OWEIDA SJ, HELFET DL. Arthroscopic cap-
traumatic anterior shoulder instability. Clinics in Sports Medicine sulorraphy for reccurrent anterior shoulder instability. Arthrosco-
2000, 19 (1) : 19-48. py 1988, 4 : 106-111.
[8] DORFMANN H. Arthroscopie de l’épaule. In : L’actualité Rhumatolo- [26] MOLE D, KEMPF JF, GLEYZE P et al. Résultat du traitement arthros-
gique. Expansion Scientifique Française, Paris, 1985, 111-115. copique des tendinopathies non rompues. II : les calcifications.
[9] DORFMANN H, WHIPPLE TL. Arthroscopie de l’épaule : l’épaule dou- Rev Chir Ortop 1993, 79 : 532-541.
loureuse chirurgicale. Cahiers d’enseignement de la SOFCOT. Expan- [27] NEER CS II. Impingement lesions. Clin Orthop 1983, 173 : 70-
sion Scientifique Française, Paris, 1988 : 29-49. 77.
[10] ELLMAN H, KAY SP, WIRTH M. Arthroscopic treatment of full-thick- [28] NEVIASER TJ. Arthroscopy of the shoulder. Orthop Clin North Am
ness rotator cuff tears : 2 to 7 years follow-up. Arthroscopy 1993, 1987, 18 : 361-372.
9 : 195-200. [29] NOTTAGE WM, LIEURANCE RK. Arthroscopic knot tying techniques.
[11] ESCH JC, OZERKIS LR, HELGAGER JA et al. Arthroscopic subacromial Arthroscopy 1999, 15 : 515-521.
decompression : results according to the degree of rotator cuff tear. [30] O’NEILL DB. Arthroscopic Bankart repair of anterior detachments
Arthroscopy 1988, 4 : 241-249. of the glenoid labrum. A prospective study. J Bone Joint Surg
[12] GAERTNER E, MAHOUDEAU G. Le bloc interscalénique. Le praticien en 1999, 81A : 1357-1366.
anésthésie-réanimation 1998 : 131-135. [31] PAULOS LE, FRANKLIN JL. Arthroscopic shoulder decompression,
[13] GARTSMAN GM. Arthroscopic acromioplasty for lesions of the ro- development and application, a five year experience. Am J Sports
tator cuff. J Bone Joint Surg 1990, 72A : 169-180. Med 1990, 18 : 235-244.
[14] GARTSMAN GM. Massive irreparable tears of the rotator cuff. J Bone [32] ROCKWOOD C, WILLIAMS G, BURKHEAD W. Debridement of degene-
Joint Surg 1997, 79a : 715-721. rative, irreparable lesions of the rotator cuff. J Bone Joint Surg
[15] GERBER C, SCHNEEBERGER A, BECK M, SCHLEGEL U. Mechanical strenght 1995, 77A : 857-866.
of repairs of the rotator cuff. J Bone joint Surg 1994, 76B : 671- [33] RYU RK. Arthroscopic subacromial decompression : a clinical re-
680. view. Arthroscopy 1992, 8 : 141-147.
[16] GERBER C, MEYER DC, NYFFELER RW, FUCENTESE SF. Failure of suture [34] SNYDER SJ. Partial thickness rotator cuff tears : results of arthros-
material at suture anchor eylets. Arthroscopy 2002, 18 : 1013- copic treatment. Arthroscopy 1991, 7 : 1-7.
1019. [35] SPEER KP, LOHNES J, GARRETT WE. Arthroscopic subacromial de-
[17] GOUTTALLIER D, POSTEL JM, BERNAGEAU J et al. Fatty muscle degene- compression : results in advanced impingement syndrome. Ar-
ration in cuff ruptures : pre and post operative evaluation by CT- throscopy 1991, 7 : 291-296.
scan. Clin Orthop 1994, 304 : 78-83. [36] WILEY AM. Arthroscopy for shoulder instability and a technique
[18] HAWKINS RJ, BROCK RM, ABRAMS JS, HOBEIKA P. Acromioplasty for for arthroscopic repair. Arthroscopy 1988, 4 : 25-30.
impingement with an intact rotator cuff. J Bone Joint Surg (Am) [37] WALCH G, BOILEAU P, LEVIGNE C. Arthroscopic stabilisation for re-
1988, 70B : 795-797. current anterior shoulder dislocation : results of 59 cases. Arthros-
copy 1995, 11 : 173.
[38] WALCH G, MARECHAL E, MAUPAS J, LIOTARD JP. Traitement chirur-
gical des ruptures de la coiffe des rotateurs. Facteurs de pronos-
tic. Rev Chir Orthop 1992, 78 : 378-388.
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CAPÍTULO 6
Artroplastias
glenohumerales
P. MANSAT, M. MANSAT
120
ARTROPLASTIAS GLENOHUMERALES
■ Planificación
El estudio preoperatorio suele consistir en radiografías con-
vencionales y una TC asociada a reconstrucciones multiplano y
tridimensionales. En la actualidad es indispensable conocer de
forma preoperatoria el estado del manguito de los rotadores;
por tanto, debe solicitarse una TC articular o una RM antes de
la colocación de una prótesis de hombro. Nosotros preferimos la
primera de las exploraciones.
TÉCNICA QUIRÚRGICA
■ Anestesia
6.1 Colocación
Las prótesis de hombro pueden colocarse bajo anestesia lo-
del
corregional o general. La técnica más empleada es la anestesia
paciente.
general con intubación.
■ Técnica quirúrgica
Incisión cutánea y planos superficiales En este momento se debe localizar con el dedo el nervio axi-
lar, situado bajo el borde anterior e inferior del subescapular
Las diferentes referencias óseas se palpan y se visualizan. (fig. 6.4).
La vía de acceso anterior deltopectoral ampliada es la que
más se utiliza. La incisión cutánea se inicia aproximadamen-
122
ARTROPLASTIAS GLENOHUMERALES
■ Preparación de la cavidad
glenoidea
Una exposición adecuada es esencial para una preparación
correcta de la cavidad glenoidea. El músculo subescapular libe-
rado se retrae en sentido medial con un separador de Hohmann
colocado sobre el cuello de la escápula. La articulación glenohu-
meral se explora y los cuerpos extraños o una membrana sino-
vial hipertrófica a nivel de la parte posterior de la articulación
se resecan. La parte posterior de la cápsula se palpa y, si exis-
te una tensión excesiva, a veces es necesario liberarla alrede-
dor de la glena (fig. 6.14).
Se coloca un separador de Fukuda o equivalente, lo que per-
mite desplazar la porción proximal del húmero hacia atrás. La 6.14 Exposición de la cavidad glenoidea.
126
ARTROPLASTIAS GLENOHUMERALES
a b
movilidades anómalas en la zona de contacto con el hueso. introduce con una pistola. Entonces suele colocarse un implan-
te humeral de un tamaño generalmente inferior a la última
Implante glenoideo no cementado con apoyo fresa utilizada, controlando de forma adecuada la altura y
metálico el grado de retroversión. El exceso de cemento se elimina.
La cabeza humeral definitiva se coloca sobre el vástago pro-
Se realiza un fresado de la superficie glenoidea mediante ins-
tésico.
trumentos específicos hasta el nivel de la placa subcondral. En-
Tras la fijación del cemento se reduce el hombro, y después
tonces se efectúan varios orificios en función del sistema de fi-
hay que asegurarse de la libertad y de la movilidad de las par-
jación del implante. Por lo general, se emplean varios tornillos.
tes blandas periarticulares, en especial del subescapular.
Tras la fijación del apoyo metálico se coloca el componente de
polietileno.
En algunos casos, la prótesis humeral puede colocarse sin ce- El bíceps se deja en su sitio en la corredera si su aspecto es
mento. El diámetro del implante definitivo será equivalente al normal, y si no presenta un conflicto con la parte superior de
diámetro de la última fresa empleada. La prótesis se impacta- la cabeza humeral protésica. En los demás casos se realiza una
rá en la diáfisis humeral mediante un ajuste a presión. tenodesis en la corredera. Tras el cierre de la artrotomía se
comprueba de nuevo la estabilidad de la articulación, ejer-
ciendo una translación pasiva de la cabeza humeral en senti-
■ Cierre do anteroposterior y descendente. A continuación se com-
prueba la movilidad en rotación externa, rotación interna y
Tras la reducción de la prótesis se ejerce una tracción suave abducción. Estas amplitudes se registran y se emplean para
sobre los hilos de referencia del subescapular. Según los casos, planificar el grado de movilización pasiva postoperatoria per-
y como ya se ha descrito en función del grado de rotación ex- mitida.
terna pasiva preoperatoria, el tendón del subescapular se rein- Tras irrigar la herida quirúrgica se comprueba el nervio axi-
serta (fig. 6.20): bien en posición normal (tendón-tendón), lar hacia delante y hacia atrás, se coloca un drenaje en el es-
bien a nivel de la osteotomía humeral mediante puntos de fi- pacio subdeltoideo y el intervalo deltopectoral se cierra con una
jación transóseos que se habían colocado previamente, o bien sutura de reabsorción lenta. La piel suele cerrarse con puntos
mediante una plastia de alargamiento en Z utilizando un col- sueltos, y en algún caso con una sutura continua intradérmica.
gajo capsular. Antes de salir del quirófano se solicita de forma sistemática una ra-
Lo ideal es volver a cerrar el subescapular con alrededor de diografía de control. A continuación se coloca un cabestrillo con
30-40º de rotación externa. El intervalo del manguito de los el codo pegado al cuerpo.
rotadores se cierra y el subescapular se sutura.
PROGRAMA POSTOPERATORIO
Bibliografía
Puntos fundamentales
• Adaptación de la técnica quirúrgica al tipo de trastorno. [1] MANSAT M, FOURCADE D. Bilan préopératoire des prothèses
• Liberación de las partes blandas: subescapular y cápsula ar- d’épaule. Acta Orthop Belg 1995, 61 : suppl 1 : 49-61.
ticular sobre la cara glenoidea. [2] MANSAT M. Prothèses d’épaule. Expansion scientifique française,
• No dudar en las formas muy rígidas, sobre todo en las se- n° 68, Paris, 1999.
cuelas postraumáticas, a la hora de incidir el tendón del pec- [3] MANSAT P, MANSAT M. Prothèse totale d’épaule. Encyclopédie Mé-
toral mayor (parcial o total) de forma que se pueda: dico-Chirurgicale (Editions Scientifiques et Médicales Elsevier SAS,
– controlar la parte superior de la diáfisis humeral; Paris, tous droits réservés), Techniques Chirurgicales – Orthopé-
– visualizar el nervio axilar; die-Traumatologie, 44-289, 2001.
– facilitar la luxación de la cabeza humeral y la liberación de [4] NEER CS II. Glenohumeral arthoplasty. In: Neer CS II, ed. Shoul-
los osteofitos inferiores. der reconstruction. WB Saunders, Philadelphia, 1990 : 143-271.
• Elección y colocación del implante humeral con tres elemen- [5] PATTE D. Voies d’abord de l’épaule et de l’extrémité supérieure
tos clave: de l’humérus. Encycl Med Chir (Techniques Chirurgicales, Ortho-
– retroversión «adecuada» a los casos concretos; pédie-Traumatologie) 1986, 44250, 4.10.06.
– distancia lateral y tensión de las partes blandas (grosor de la [6] WALCH G, BOILEAU P. Shoulder Arthroplasty. Springer-Verlag, Ber-
cabeza); lin, Heidelberg, 1999.
– colocación del polo superior de la cabeza humeral protésica [7] WIRTH MA, ROCKWOOD CA JR. Complications of total shoulder re-
por encima del troquíter. placement arthroplasty. J Bone Joint Surg Am 1996, 78 : 603-616.
• Para el implante glenoideo se debe controlar:
– la colocación (versión);
– la estabilidad primaria;
– la calidad de la fijación.
• Programa de rehabilitación prolongado, adaptado al tipo de
trastorno y a la «técnica de reparación», orientado y controla-
do por el cirujano.
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CAPÍTULO 7
del hombro
Pérdida de sustancia
de las partes blandas
A.-C. MASQUELET
132
PÉRDIDA DE SUSTANCIA
MEDIANTE COLGAJOS
En este sentido, se reconocen tres regiones en el hombro: to-
rácica, braquial y la zona de unión constituida por la axila.
■ Región braquial
La región braquial del hombro está representada por la cur- Los dos colgajos básicos para la reparación de las partes
va deltoidea, que corresponde a la articulación escapulohume- blandas en el hombro son el dorsal ancho y el colgajo esca-
ral y al tercio superior del húmero. La curva deltoidea está li- pular.
mitada por la articulación acromioclavicular y por la inserción
del deltoides en el húmero.
133
Hombro
26 25 24 23 22 21 20 19
1 18
2 17
3 16
4 15
5 14
6 13
12
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
11
7 8 9 10
7.1 Anatomía topográfica del hueco axilar. Nervio axilar y arteria circunfleja humeral posterior (1). Nervio mediano (2).
Nervio cutáneo antebraquial medial (3). Nervio cubital (4). Nervio cutáneo braquial medial (5). Dorsal ancho (6).
Arteria circunfleja escapular (7). Arteria subescapular (8). Nervio toracodorsal (9). Arteria toracodorsal (10). Nervio
torácico largo (11). Arteria torácica lateral (12). Nervio medial del pectoral mayor (13). Pectoral menor seccionado
(14). Nervio lateral del pectoral mayor (15). Nervio superior del subescapular (16). Rama pectoral de la arteria
acromiotorácica (17). Vena axilar (18). Arteria acromiotorácica (19). Tendón del pectoral menor seccionado (20).
Rama acromial (21). Apófisis coracoides (22). Arteria axilar (23). Vena cefálica (24). Nervio musculocutáneo (25).
Pectoral mayor seccionado (26).
134
PÉRDIDA DE SUSTANCIA
9
8
7
10
6
11 5
4
12
3
13
14
15
16
17
18
19
20
21
2
1
7.2 Distribución vascular de la red originada de la arteria subescapular. Pedículo intramuscular originado de las arterias
intercostales (1). Músculo dorsal ancho (2). Divisiones intramusculares del pedículo vascular nutricio del dorsal
ancho (3). Nervio destinado al dorsal ancho (4). Pedículo toracodorsal (5). Pedículo para el músculo redondo
mayor (6). Arteria subescapular (7). Vena axilar (8). Arteria axilar (9). Músculo redondo mayor (10). Arteria y vena
circunflejas escapulares (11). Colgajo escapular (12). Pedículo vascular para el borde axilar de la escápula (13).
Músculo infraespinoso (14). Músculo subescapular (15). Músculo redondo menor (16). Rama angular de la escápula
(anastomosis con el pedículo vascular que irriga el borde lateral de la escápula) (17). Vasos torácicos (18). Músculos
trapecio y romboides (19). Nervio torácico largo (20). Músculo serrato anterior (21).
circunfleja escapular y toracodorsal. Esta última penetra en el este músculo se origina del tronco secundario posterior y acom-
músculo dorsal ancho a una distancia de 9-11 cm de los vasos paña a los vasos toracodorsales.
axilares. Antes de ello proporciona una o dos ramas al múscu-
lo serrato anterior. Cuando entra en el músculo, la arteria nu- Modo de utilización del dorsal ancho
tricia se divide en dos ramas divergentes externa e interna, de
En el contexto que nos interesa, el colgajo de dorsal ancho
forma que el músculo puede dividirse según dos territorios
se emplea como colgajo en isla de pedículo proximal. La tota-
vasculares independientes. Por otra parte, el dorsal ancho reci-
lidad del músculo puede sobrevivir a partir de este pedículo
be un aporte vascular constituido por 4 o 6 vasos segmentarios
único. Pueden emplearse diversas variantes:
provenientes de las arterias intercostales, que penetran en el
músculo cerca de su origen raquídeo. El territorio cutáneo si- – el colgajo muscular puro;
tuado sobre el dorsal ancho puede obtenerse en su totalidad. – el colgajo miocutáneo: el colgajo cutáneo puede diseñarse,
La vascularización cutánea está garantizada en gran parte por en función de las necesidades, frente al músculo o situarse
las arteriolas que proceden del vientre muscular. El nervio de sobre uno de los bordes libres (sobre todo el borde axilar);
135
Hombro
1
2
3
b
Indicaciones
En el miembro superior, el dorsal ancho tiene tres indica-
7.4 Área de cobertura del músculo dorsal ancho.
ciones:
a. Cara anterior del tórax y del hombro.
– a cobertura de las pérdidas de sustancia amplias;
b. Cara posterior.
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
a b
7.5 Transferencia osteomuscular del dorsal ancho que asocia un segmento costal vascularizado.
a. Referencias cutáneas.
b. Transferencia compuesta.
Técnica de obtención
Se trata de una técnica convencional de obtención de un col- La incisión, que se inicia en el hueco axilar, pasa a igual dis-
gajo muscular pediculado sobre sus vasos nutricios proximales. tancia de la línea axilar anterior y de la punta de la escápula
La posición del paciente varía según las indicaciones. El decúbi- para terminar sobre la cresta ilíaca posterior, en el punto me-
to lateral es ideal para la obtención y la colocación del colgajo dio del hemitórax correspondiente. El despegamiento de los
sobre la cara posterior del hombro. En cambio, para la cober- dos bordes cutáneos es sencillo a la altura de la punta de la
tura de una pérdida de sustancia preclavicular o la transferencia escápula. La identificación del borde anterior del músculo es
destinada a recuperar la flexión del codo se emplea el decúbi- esencial. El músculo se despega del tórax y se localiza el in-
to supino ligeramente en 3/4 mediante un rodillo en contacto tervalo adiposo que corresponde al trayecto del pedículo. Éste
con la columna vertebral (fig. 7.6). En ambos casos, es funda- se diseca en bloque hasta el hilio. La ligadura de los vasos des-
mental mantener un control permanente de la posición del bra- tinados al serrato anterior permite liberar el hilio y proseguir
zo, porque existe un riesgo no despreciable de elongación del la liberación del pedículo hasta el hueco axilar (fig. 7.7).
plexo braquial o de un síndrome costoclavicular agudo. Cuando se realiza este colgajo pediculado no es necesario di-
137
Hombro
5
3
7.7 Exposición del dorsal ancho y del pedículo vasculonervioso. Vasos subescapulares (1). Vasos circunflejos
escapulares (2). Pedículo neurovascular (3). Pedículo vascular para el músculo serrato anterior (4). Vasos
toracodorsales (5). Nervio motor del dorsal ancho (6). Incisión (7).
del intervalo adiposo que contiene y protege los vasos. La li- Puntos clave de la técnica
gadura de los vasos circunflejos escapulares es obligatoria si • Identificación del borde anterior.
se desea proseguir la disección hasta los vasos axilares. Esta • Disección del pedículo sobre un músculo en tensión fisioló-
etapa de la disección se realiza mejor sobre el músculo en ten- gica.
sión y con las inserciones distales aún sin liberar. Algunos ci- • Ligadura y sección del pedículo destinado al serrato anterior.
rujanos prefieren liberar las inserciones ilíacas y raquídeas y • Drenaje de vacío que se mantiene un período prolongado.
después disecar el pedículo volteando el músculo de distal a
proximal. La separación entre el dorsal ancho y el redondo
mayor a veces es difícil de encontrar. A este nivel se requie-
re realizar hemostasia. En el despegamiento del tórax se re-
quiere realizar hemostasia en numerosos puntos. En las trans- Variantes técnicas
ferencias pediculadas suele conservarse la inserción proximal
(fig. 7.8). A continuación, el colgajo se transpone sobre los lu- COLGAJO MIOCUTÁNEO
gares de la pérdida de sustancia mediante un largo túnel sub- La isla cutánea debe diseñarse en función de la extensión y
cutáneo, teniendo cuidado de no retorcer el pedículo. El lugar de la distancia de la pérdida de sustancia. Debe tenerse en
de obtención se cierra sobre drenajes de vacío, que deben de- cuenta el arco de rotación cubierto por la porción proximal del
jarse colocados durante diez días para obtener una cicatriza- músculo. El sitio donante puede cerrarse por primera intención
ción completa. si el islote cutáneo no sobrepasa los 10 cm de ancho.
138
PÉRDIDA DE SUSTANCIA
1 2
7.8 Liberación de las inserciones distales. Músculo redondo mayor (1). Músculo serrato anterior (2).
COLGAJO COMPUESTO OSTEOMUSCULAR ancho es de buena calidad, la flexión activa del codo puede al-
Los segmentos óseos que pueden incluirse en la obtención canzar una puntuación de 4.
del músculo dorsal ancho son las costillas 9.ª y 10.ª. Debe lo-
calizarse de forma cuidadosa el nivel de la costilla, desinser- Músculo pectoral mayor [1, 4]
tar la porción distal del músculo e incluir el arco posterolate-
El músculo pectoral mayor tiene una función esencial en la
ral de la costilla, controlando que no se lesionen las conexiones
aducción y la rotación interna, y accesoria en la antepulsión del
vasculares entre el músculo y el hueso. La resección costal si-
brazo. De este modo, su obtención causa un déficit funcional
gue las reglas de la cirugía torácica.
relativamente significativo, por lo que este músculo se emplea
TRANSFERENCIA DEL DORSAL ANCHO DESTINADO A LA RECUPERACIÓN poco en las pérdidas de sustancia del hombro, que por sí mis-
DE LA FLEXIÓN DEL CODO mas ya pueden provocar un déficit considerable del miembro
Suele incluirse una isla cutánea ancha en la obtención, para superior.
permitir que el músculo se expanda de forma adecuada en el Las indicaciones de elección de la transferencia del pectoral
brazo. La inserción proximal se libera y se fija en la apófisis co- mayor son las pérdidas de sustancia que afectan al cuello y la
racoides. El extremo distal se fija en la porción distal del bíceps, cara. Sin embargo, su modo de obtención y sus posibilidades
con el codo situado a 110-120º de flexión. Cuando el dorsal de recubrimiento a nivel del hombro merecen ser conocidas y
descritas.
Como sucede con el dorsal ancho, el pectoral mayor puede
emplearse como un colgajo muscular cubierto después de un
injerto de piel de espesor parcial.
Los límites de la utilización de la transferencia del dorsal an-
cho están representados por los vaciamientos y la radioterapia Anatomía vascular
del hueco axilar, que pueden comprometer el pedículo nutri- El músculo pectoral mayor está vascularizado por tres ra-
cio proximal. mas de la arteria subclavia: la arteria torácica interna, la ar-
teria torácica lateral y la rama pectoral de la arteria acromio-
torácica.
139
Hombro
El pedículo nutricio del colgajo del pectoral mayor está sección de la inserción braquial (fig. 7.10). Por último, el múscu-
constituido por la tercera arteria. La arteria acromiotorácica lo, con o sin isla cutánea distal, se pasa por un túnel subcutá-
se origina de la arteria subclavia frente al tercio medio de la neo para alcanzar la pérdida de sustancia que debe recubrirse.
clavícula. Se divide en sentido inferolateral para alcanzar el El vientre esternoclavicular puede dejarse en su sitio para con-
surco deltopectoral. A este nivel, da lugar a una arteria su- servar una parte de la función del pectoral mayor y un aspec-
perficial cutánea y adopta un trayecto oblicuo inferomedial, to morfológico satisfactorio. El arco de rotación del colgajo
en dirección de la apófisis xifoides en la cara profunda del muscular es considerable (fig. 7.11).
músculo. Está acompañada de dos venas y del nervio del pec-
toral mayor. Músculo pectoral menor [11]
Técnica de obtención Se emplea menos que el pectoral mayor y que el dorsal an-
cho. No obstante, el pectoral menor presenta un cierto inte-
No se suele realizar una transferencia del músculo comple- rés en los rellenos de las pérdidas de sustancia de la cara an-
to por razones técnicas, estéticas y fisiológicas. Por lo gene- terior de las regiones deltoidea y preclavicular. La indicación
ral, sólo se obtiene y se transpone el vientre esternocostal. El de elección es la exposición de una fractura de la clavícula. El
paciente se coloca en decúbito supino o lateral si la región extremo de la transferencia alcanza la articulación esternocla-
que debe cubrirse es posterior. Se traza una larga incisión en S, vicular.
desde la parte media del surco deltopectoral hasta la apófisis
xifoides.
Anatomía
La localización del punto de giro del colgajo muscular es esen-
cial. Se sitúa a unos 2-4 cm por debajo y ligeramente medial a la El pectoral menor se inserta a nivel proximal en la apófisis
apófisis coracoides. La separación del tórax es sencilla. La desin- coracoides y a nivel distal en las costillas 3.ª, 4.ª y 5.ª. Su
serción del esternón y de las costillas requiere una hemostasia ri- vascularización proviene de la rama pectoral de la arteria
gurosa (fig. 7.9). El músculo se levanta en sentido distal a pro- acromiotorácica o de la arteria torácica lateral. La inervación
ximal hasta exponer, en su cara profunda, el pedículo vascular. la proporcionan los nervios pectorales medial y lateral. La
Después, el colgajo se diseca en torno al pedículo vascular tras la longitud de su vientre muscular es de 15 cm y su mayor an-
6
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
1 5
2
4
3
7.9 Obtención del músculo pectoral mayor. Nervio motor del pectoral mayor pasando a través del pectoral menor (debe
seccionarse) (1). Pedículo vascular destinado al borde lateral del músculo pectoral mayor (ligado y seccionado) (2).
Músculo pectoral menor (3). Pedículos vasculares procedentes de la arteria torácica interna (4). Pedículo proximal
principal del músculo, expuesto de forma progresiva al levantar el músculo (5). Vena cefálica (6).
140
PÉRDIDA DE SUSTANCIA
1 3
2
7.10 Músculo aislado sobre su pedículo vascular. Músculo deltoides (1). Vena cefálica (2). Dos pedículos que forman el
pedículo proximal principal (3). Pedículo menor procedente de los vasos acromiales (4).
chura es de 8 cm. El pedículo vascular penetra en el múscu- del pectoral menor es la ausencia de secuelas funcionales y
lo por su polo superior y medial, justo por debajo de la cla- estéticas.
vícula, de forma que el músculo puede pedicularse con faci-
lidad sobre el eje nutricio proximal. El arco de rotación del
Técnica de obtención
músculo permitido por el pedículo, tras la desinserción de las
inserciones distales, permite cubrir en la cara anterior del hom- La incisión sigue el surco deltopectoral desde la apófisis co-
bro la región pre y subclavicular, la zona supraclavicular en racoides hasta el pliegue axilar. Después se curva sobre el re-
vertical al pedículo y el hueco axilar (fig. 7.12). La ventaja lieve del borde lateral del pectoral mayor hasta la altura de la
141
Hombro
mama. La porción proximal de la incisión permite aislar el ten- La rama horizontal se dirige hacia el eje raquídeo en paralelo
dón del pectoral menor y separarlo de la aponeurosis de inser- a la espina de la escápula. La rama vertical oblicua o paraesca-
ción de la porción coracoidea del bíceps. La porción distal de pular discurre a lo largo del borde axilar de la escápula. La
la incisión permite liberar las inserciones distales tras levantar rama paraescapular es la más constante y la horizontal puede
el músculo pectoral mayor. Entre ambos músculos existen va- ser más corta, o incluso faltar. Cada una de estas dos ramas cu-
rios vasos en los que debe hacerse hemostasia. Con indepen- táneas es la base de un colgajo libre o pediculado. La referen-
dencia de la localización del sitio receptor, debe extraerse el cia esencial para la técnica de obtención es el punto donde sur-
pectoral menor de su situación profunda respecto al pectoral ge la arteria circunfleja escapular acompañada de dos venas
mayor, traccionando hacia arriba de la inserción humeral de satélites. El colgajo paraescapular se diseña de modo que su eje
este último. La transferencia pediculada del pectoral menor es mayor se superponga al borde axilar de la escápula.
una solución fácil de aplicar en la que debe pensarse siempre,
porque en algunos casos constituye una alternativa excelente al Técnica de obtención
empleo del dorsal ancho.
La técnica de obtención es idéntica para los dos colgajos y
sólo cambia el trazo. Con independencia del colgajo escogido,
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Anatomía
La vascularización de estos dos colgajos se basa en la arteria
circunfleja escapular. Esta arteria se origina de la arteria esca- Puntos clave de la técnica
pular inferior en el hueco axilar, discurre en horizontal entre los Inclusión del origen del pedículo en el diseño del colgajo.
músculos redondos mayor y menor, para surgir en la región es- Localización del intersticio entre los redondos mayor y menor.
capular dorsal. Tras dar varias ramas musculares, se divide en
dos ramas cutáneas, una rama horizontal y otra vertical oblicua.
142
PÉRDIDA DE SUSTANCIA
1 2 3
7.13 Colgajos escapulares. Situación del pedículo (1). 7.15 Rotación del colgajo escapular.
Diseño de un colgajo escapular (2). Diseño de un
colgajo paraescapular (3).
Técnica de obtención
El paciente se coloca en decúbito supino, con el tórax ligera-
mente elevado en el lado operado. El miembro superior se apo-
ya en una mesa de brazo.
El colgajo se diseña en plena cara posterior del brazo, sobre 1
el relieve del tríceps según un trazo elíptico (fig. 7.16). El ex- 2
tremo proximal del colgajo debe incluir la referencia del pun-
to de aparición del pedículo, a cuya derecha discurre por de-
bajo de la arcada fibrosa antes descrita. Esta referencia se palpa
con facilidad con el dedo, en forma de una discreta depresión
situada en el ángulo diedro formado por los relieves del tríceps
y del dorsal ancho. La incisión comienza por el extremo distal 7.16
del colgajo, que se levanta progresivamente de distal a proxi- Colgajo braquial posterior. Localización del
pedículo (1). Diseño del colgajo (2).
mal (fig. 7.17). La aponeurosis se incluye en la disección del
colgajo. Al dar la vuelta al colgajo puede localizarse el trayec-
to de la arteria por transparencia y progresar hacia el punto de
aparición del pedículo. La movilización se termina con la inci-
sión del trazo proximal del colgajo, que expone la arcada fi-
brosa bajo la cual se introduce el pedículo. La sección de dicha
arcada permite liberar el pedículo hasta los vasos humerales, li-
gando las ramas destinadas al músculo. Las posibilidades de co-
bertura del colgajo definen sus indicaciones. Si se gira sobre su
eje vascular, el colgajo cubre la cara anterior de la región del-
toidea y, sobre todo, el hueco axilar (fig. 7.18). Por tanto, el 1
colgajo braquial posterior se destina, principalmente, a cubrir 2
las pérdidas de sustancia de la axila tras la liberación amplia de
cicatrices retráctiles.
TRATAMIENTO DE LA PÉRDIDA
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
INDICACIONES GENERALES
(TH. BÉGUÉ)
as fracturas del extremo distal del húmero mantienen una orientación global anteroinferior. El volumen
L incluyen las fracturas extraarticulares de las
regiones metafisaria y epifisaria, pero sobre
frontal de la paleta humeral es considerable, en contraposi-
ción con un volumen anteroposterior muy reducido, indis-
pensable para una función normal del codo. La tróclea hu-
todo las fracturas intraarticulares epifisarias meral es el espaciador entre las dos columnas, y actúa como
puras o con extensión a la región metafisaria. separador y como tutor. Tiene forma de diábolo y sus extre-
La mayor parte de estas fracturas requiere un mos medial y lateral están perfectamente definidos, con for-
tratamiento quirúrgico. Su realización necesita, ma de superficies prominentes. La congruencia total entre la
por parte del cirujano, una comprensión forma de la tróclea humeral y la del gancho olecraniano ase-
gura la estabilidad del codo y representa el objetivo que
perfecta de las lesiones que van a tratarse y
debe reproducirse al realizar la osteosíntesis de las fracturas
una identificación preoperatoria completa de del extremo distal del húmero para mantener la dimensión
los trazos de fractura. A partir de estos datos, normal frontal, sagital y transversal de la tróclea, incluso en
la elección de la vía de abordaje quirúrgico es las fracturas articulares complejas. La columna medial se ter-
una fase fundamental, que requiere un mina a 1 cm aproximadamente de la tróclea humeral, mien-
conocimiento excelente de la anatomía regional tras que la columna lateral se extiende hasta contactar con
la cara lateral de la tróclea. Como complemento de esta fa-
del codo. Esta vía de acceso condiciona la
ceta humeral media, el cóndilo, que se articula con el extre-
facilidad relativa con la cual se realizan la mo superior del radio, sólo se relaciona con la cara anterior
reducción y la osteosíntesis. La calidad de de la columna lateral.
la reducción y la estabilidad de la osteosíntesis
siguen siendo los criterios principales del
resultado final, tanto funcional como
radiológico. ANÁLISIS RADIOLÓGICO
1 2 3
1 2 3 4
5 6
7 8
9
c
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
1 2 3 4
Las fracturas supra e intercondíleas también se denominan a otros trazos sagitales o frontales. Su consecuencia principal es la
fracturas en T, en V o en Y, en función del aspecto del trazo pérdida de la anatomía y de las relaciones respectivas entre la tró-
(o trazos) articular(es). Estas fracturas pueden ser simples, sin clea humeral y el cóndilo. En estas formas deben distinguirse
otro trazo de fractura que el principal, o conminutas, asociadas las fracturas diafisoepifisarias situadas en la unión entre la diá-
150
TRAUMATOLOGÍA
fisis y la epífisis, a menudo conminutas, y las fracturas diaco- La vía de acceso medial está indicada en las fracturas de la
lumnares, en las que todos los trazos se sitúan bajo la inserción columna medial: fracturas del epicóndilo medial y fracturas de
de los músculos epicondíleos mediales y laterales. la tróclea.
Algunos autores han propuesto la combinación de las dos vías
laterales [3] para la osteosíntesis de las fracturas supra e inter-
■ Fracturas parcelares condíleas del codo, lo que permite mantener al paciente en de-
cúbito supino en el quirófano. Su realización es difícil, exigen-
Las fracturas con trazo sagital pueden ser articulares o extraar- te y sólo puede plantearse por un cirujano experto. Presenta el
ticulares. En esta última categoría se distinguen: las fracturas inconveniente de no permitir un control simultáneo de las dos
del epicóndilo lateral y las del epicóndilo medial. Estas últi- columnas medial y lateral. El riesgo de callo vicioso articular es,
mas lesiones suelen asociarse a luxaciones del codo. En las por tanto, mayor.
formas articulares se distinguen las fracturas del cóndilo late-
ral y las de la tróclea (fig. 8.1b). Esta última lesión es infre- Vía lateral (fig. 8.2)
cuente.
Las fracturas frontales son las más comunes, su diagnóstico sue- La vía lateral está centrada en el epicóndilo lateral, a partir
le ser difícil y el trazo muestra una disposición global oblicua de la cual se extiende longitudinalmente en sentido proximal
en sentido inferior, posterior y ligeramente lateral. De este a lo largo del borde lateral del brazo y del tabique intermus-
modo se distinguen, de lateral a medial: las fracturas del cón- cular lateral. En sentido distal, desde el epicóndilo lateral, la
dilo, las de Hahn-Steinthal (que consisten en una fractura del vía se extiende a lo largo de unos 3 cm hacia la cara postero-
cóndilo incluyendo parte de la cara lateral de la tróclea) y las lateral del antebrazo, siguiendo una línea que une el epicón-
fracturas diacondíleas. dilo lateral con la articulación radiocubital distal. Tras la inci-
En lo que respecta a las fracturas supra e intercondíleas, la sión cutánea, se realiza la disección de la aponeurosis, en
clasificación de Radin y Risebourogh permite diferenciar las sentido ascendente, entre el músculo braquiorradial por de-
fracturas no desplazadas (tipo 1), las fracturas-separaciones lante y el relieve del músculo tríceps por detrás. La disección
puras sin rotación (tipo 2), las fracturas-separaciones con ro- proximal, más allá de cuatro dedos por encima del epicóndi-
tación (tipo 3) y las fracturas articulares conminutas (tipo 4) lo lateral, requiere identificar y disecar el nervio radial. La de-
(fig. 8.1c). sinserción del músculo braquiorradial por delante y de las úl-
timas fibras del músculo tríceps por detrás permite un acceso
anterior y posterior del extremo distal del húmero. En sentido
distal, el fascículo medio de los músculos epicondíleos debe
respetarse, incluyendo el fascículo medio del ligamento cola-
teral radial.
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO La extensión y la flexión del codo permiten la visualización
alternativa de los segmentos anterior y posterior de la articula-
ción del codo. El uso de separadores acodados debe hacerse
DE LAS FRACTURAS DEL EXTREMO
con prudencia, porque el apoyo sobre la columna medial su-
pone un riesgo para el nervio cubital, que pasa por detrás, en
DISTAL DEL HÚMERO contacto con el hueso.
Vía anterolateral
■ Vías de abordaje Es útil para los accesos anteriores del codo y, sobre todo,
para las osteosíntesis de las fracturas frontales o parcelares
Las vías de abordaje del extremo distal del húmero son las de la paleta humeral. Sigue la parte lateral de la corredera
vías laterales (medial, lateral) y la posterior. bicipital y su trazado se adapta a este relieve para terminar
a 2 cm por encima del pliegue del codo. Tras la incisión cu-
tánea, se identifican los relieves de los músculos bíceps y bra-
Vías lateral y medial
quial en la parte medial, y del braquiorradial en la lateral. La
Las vías laterales de acceso permiten tratar las lesiones aisla- fascia se incide en sentido longitudinal. Se debe identificar y
das de la columna situada frente a la vía de abordaje. De este liberar el nervio cutáneo antebraquial lateral, que discurre en-
modo, la vía lateral está indicada en las fracturas de la colum- tre el bíceps y el braquial, antes de perforar la aponeurosis.
na lateral: fracturas del cóndilo, fracturas de Hahn-Steinthal y Debe rechazarse en sentido lateral. En profundidad, entre los
fracturas del epicóndilo lateral. También puede estar indicada músculos braquial y braquiorradial se identifica y libera el ner-
en las fracturas supracondíleas y otras fracturas extraarticulares vio radial. Se establece el contacto óseo y se efectúa la artro-
que sólo requieran una osteosíntesis única mediante placa la- tomía en sentido distal mediante la desinserción de su inser-
teral. ción humeral.
151
Codo
Vía posterior
La incisión cutánea es vertical, centrada en el relieve medio
del tríceps por arriba, la prominencia del olécranon en el pun-
to medio y la cresta cubital por abajo. Tras abrir la fascia, se
a identifica el relieve de la aponeurosis del tríceps y se localizan
sus bordes medial y lateral.
En el lado medial se identifica el nervio cubital en el sur-
co epitrocleoolecraniano (fig. 8.3). La disección anterógra-
da del nervio debe respetar los ramos articulares. El acceso
distal mediante la apertura de la aponeurosis del músculo fle-
xor cubital del carpo permite una localización inmediata del
nervio cubital en las fracturas con gran desplazamiento.
La vía de acceso posterior puede realizarse, en función de
las necesidades relacionadas con la lesión ósea, sin sección
del aparato extensor, mediante el acceso lateral y medial de
las dos columnas y la neurólisis del nervio cubital por la par-
te medial. Nosotros preferimos, para ofrecer una exposición
suficiente de la articulación, seccionar el aparato extensor
mediante osteotomía transarticular del olécranon, osteo-
tomía extraarticular del olécranon o por desinserción del
tendón del tríceps o sección del tríceps en la unión mus-
culotendinosa (fig. 8.4), según la técnica redescrita por
b O’ Driscoll [9].
El acceso posterior con desinserción en V invertida del múscu-
lo tríceps sólo ofrece una exposición reducida, y no permite
8.2 controlar la articulación.
Vía de abordaje lateral de Cadenat.
a. Incisión cutánea centrada en el epicóndilo lateral, un
poco por detrás del relieve óseo.
b. Acceso articular, posterolateral, anterolateral o
directo. El vientre medio de los músculos epicondíleos
debe respetarse siempre que sea posible.
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Vía medial
La vía medial se realiza con el codo en supinación y está cen-
10 cm
trada en el epicóndilo medial. La extensión proximal de la vía
de acceso sigue el borde medial del húmero y el tabique in-
termuscular medial. La extensión distal de la incisión se efec-
túa, a partir del epicóndilo medial, de forma rectilínea a lo lar-
go de 3-4 cm, en dirección del extremo distal del cúbito. Tras
el abordaje subcutáneo es obligatorio identificar el nervio cu-
bital por detrás, en el surco epitrocleoolecraniano. Su acceso
y su neurólisis siguen los principios enunciados para la vía pos-
terior. El segmento medio de los músculos epitrocleares debe
respetarse. 8.3 Abordaje articular, posterolateral, anterolateral o
El abordaje articular posterior, retroligamentoso, se reali- directo.
za entre el músculo tríceps y el flexor cubital del carpo. La El vientre medio de los músculos epicondíleos debe
desinserción de este último se realiza mejor en contacto con respetarse siempre que sea posible.
152
TRAUMATOLOGÍA
d ESTRATEGIA QUIRÚRGICA
■ Retraso de la intervención
Las fracturas del extremo distal del húmero son lesiones gra-
ves que requieren un tratamiento quirúrgico precoz, en las pri-
meras 24 horas. Las fracturas abiertas y las asociadas a una com-
plicación vascular o nerviosa precisan una intervención quirúrgica
urgente, sin esperar esta demora.
153
Codo
Para las fracturas cerradas de la paleta humeral, sobre todo ■ Técnicas de osteosíntesis
para las intraarticulares de tipo conminuto, la intervención sue-
le durar más de lo previsto inicialmente. de las fracturas completas supra
e intercondíleas
quial secundaria a una hiperextensión y retropulsión del hom- mitir la considerable deformación que se precisa. En todos los
bro. casos, los tornillos que se emplean son los de tipo cortical de
El decúbito supino se reserva a las vías de abordaje laterales 3,5 mm. En las fracturas supra e intercondíleas, el montaje
(lateral o medial), cuyas indicaciones siguen estando limitadas más estable desde el punto de vista mecánico es la asociación
a las fracturas simples y a las fracturas parcelares medial o la- de una placa lateral con al menos cuatro tornillos bicorticales
teral. por encima del foco, de una placa medial con al menos dos
Un torniquete neumático situado en la raíz del miembro per- tornillos bicorticales a ambos lados del foco de fractura y una
mite efectuar una osteosíntesis en un campo quirúrgico exan- placa posterior, colocada sobre la columna lateral, para blo-
güe. Nosotros recomendamos esta solución empleando, si es quear las rotaciones (fig. 8.5). La rotación y el brazo de pa-
preciso, un torniquete estéril para permitir un acceso proximal lanca representado por los dos segmentos braquial y antebra-
suficiente y no verse molestado por la disposición de los cam- quial son los elementos más perjudiciales para la estabilidad
pos estériles al colocar las placas de osteosíntesis. posterior del montaje.
154
TRAUMATOLOGÍA
8.5 Principios de la osteosíntesis estable de las fracturas del Una de las agujas de estabilización epifisaria temporal inicial se
extremo distal del húmero mediante 3 placas (lateral, sustituye por un tornillo cortical de 3,5 mm de diámetro, que
medial, posterior). se coloca en sentido medial-lateral, en el eje de la paleta hu-
a1. Placa lateral, que permite la colocación de los meral.
tornillos en el plano frontal. a2. Placa medial.
b. Placa de bloqueo posterior, en la cara lateral de la
paleta.
8.6 Técnica de síntesis intraoperatoria de los fragmentos epifisarios en primer lugar y después estabilización diafisaria de las
dos columnas durante una síntesis por vía posterior, mediante placa con tornillos bloqueados.
3,5 mm de diámetro. La placa de síntesis medial se coloca en No obstante, las tensiones en rotación que sufre el montaje,
segundo lugar, bloqueando la rotación de los fragmentos. Por debido a la movilidad del hombro situado por encima y a los
último, la placa posterior asegura la estabilidad final. brazos de palanca braquial y antebraquial, pueden requerir una
Tras la osteosíntesis, la movilización precoz es esencial para inmovilización complementaria antirrotatoria, para lo que se
la recuperación de una función satisfactoria. Puede aplicarse dispone de distintos dispositivos (p. ej., Mayo clinic).
una inmovilización mediante un yeso braquio-antebraquio-pal-
mar en posición funcional, que se convierte en bivalvo el 2.º
día del postoperatorio, y del que se conserva la valva posterior. ■ Técnicas de osteosíntesis
Después, debe iniciarse la movilización activo-pasiva, sin resis- de las fracturas parcelares
tencia, en el sector de seguridad definido durante la valoración
intraoperatoria de la síntesis. La férula posterior asegura la pro- Las fracturas parcelares desplazadas deben tratarse de forma
tección fuera de las sesiones de rehabilitación. A partir de la quirúrgica mediante una osteosíntesis que asegure la estabili-
3.ª semana debe suprimirse cualquier inmovilización. dad de los fragmentos reducidos y que permita una moviliza-
156
TRAUMATOLOGÍA
(TH. BÉGUÉ)
as fracturas del extremo proximal del cúbito permite un grado de libertad, representado por los movimien-
L incluyen las fracturas del olécranon, las de
la apófisis coronoides y las fracturas
tos de flexoextensión del codo. En toda la parte proximal del
olécranon se inserta el tendón terminal del tríceps. Por último,
en la cara posteromedial del codo, justo en contacto con la cara
metafisoepifisarias proximales del cúbito. medial del olécranon, discurre el nervio cubital, en el surco epi-
Todas ellas tienen en común que provocan una trocleoolecraniano, por detrás del epicóndilo medial y medial
modificación de la congruencia articular del al olécranon. A un nivel más distal, el nervio atraviesa, de la su-
codo, bien a nivel de la articulación perficie a la profundidad, la aponeurosis del flexor cubital del car-
humerocubital, bien en la articulación po y se convierte en intramuscular en la parte proximal del ante-
brazo.
radiocubital proximal, o bien al afectar a estas
Las fracturas del olécranon se definen como lesiones de la
dos articulaciones. Cualquier seudoartrosis o apófisis olecraniana, cuyo trazo distal está situado proximal-
callo vicioso repercute en la función del codo. mente a la inserción de la apófisis coronoides. El trazo de
Las fracturas del extremo proximal del cúbito fractura suele ser transversal simple, debido a un traumatis-
suelen asociarse a otras lesiones regionales, ya mo indirecto. Además, este trazo puede tener un tercer frag-
sea en forma de fracturas (cabeza radial), o de mento en ala de mariposa, o ser conminuto con múltiples
fragmentos intermedios. El desplazamiento de los fragmentos
lesiones de los ligamentos (colateral radial,
se produce principalmente sobre el fragmento proximal, que
colateral cubital). Estas lesiones pueden sufre una tracción superior debido a la acción del músculo trí-
justificar por sí solas la indicación quirúrgica. ceps. La separación que se produce de este modo depende
El tratamiento quirúrgico de las fracturas del de la conservación, en el momento del traumatismo, de las
extremo proximal del cúbito requiere un expansiones aponeuróticas laterales del músculo tríceps y de
diagnóstico preciso de la lesión que vaya a las inserciones musculares de los músculos antebraquiales
que ascienden por las caras lateral y medial del olécranon.
tratarse, distinguiendo en principio las fracturas
De este modo, la persistencia de las bandas aponeuróticas
del olécranon, las de la apófisis coronoides y las del tríceps o del periostio olecraniano puede justificar la au-
fracturas metafisarias proximales del cúbito. En sencia de desplazamiento de la fractura del olécranon. En al-
caso de asociación entre estas tres lesiones debe gunos casos, bien debido a la impactación del húmero en el
analizarse cada una por separado, proponerse cúbito o bien por la asociación de un traumatismo directo e
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
una solución para cada segmento y después indirecto con traslación anterior del segmento antebraquial,
puede existir una luxación anterior del segmento ante-
planificar la solución global para permitir la
braquial distal, responsable de las fracturas-luxaciones del
restauración completa de la anatomía epifisaria codo o de las luxaciones transolecranianas descritas por Biga
proximal del cúbito. y Thomine [3].
En el tratamiento de las fracturas del olécranon se recurre
a veces a la osteosíntesis, salvo en las fracturas no despla-
zadas.
FRACTURA DEL OLÉCRANON
Estos datos sirven de criterios a las diferentes clasificaciones alcanzar 90º de flexión a las 3 semanas de inmovilización, mo-
propuestas. La clasificación de la Clínica Mayo, propuesta por mento en el cual la fractura está consolidada, lo que permite
Cabanela y Morrey (fig. 8.7) [5], basada en el desplazamien- las movilizaciones progresivas de la extensión completa hasta
to, la estabilidad y la conminución, parece especialmente útil los 90º de flexión. No debe efectuarse ninguna flexión supe-
en el aspecto de la elección técnica más adecuada para la os- rior a 90º antes de la 8.ª semana.
teosíntesis de las fracturas del olécranon. En las personas muy mayores y con osteoporosis la inmo-
vilización puede limitarse a 15 días, si es preciso mediante
una simple férula posterior termoplástica, y el tratamiento
■ Tratamiento ortopédico funcional de movilización articular toma el relevo tras el 15.º
día.
y funcional
El tratamiento no quirúrgico debe proponerse en las fractu-
ras no desplazadas del olécranon (tipo I), en los desplazamien- ■ Tratamiento quirúrgico
tos inferiores a 2 mm que muestren una conservación de las
bandas musculoaponeuróticas laterales, y en las personas de El objetivo del tratamiento quirúrgico de las fracturas del olé-
edad avanzada con osteoporosis, cuyas necesidades funciona- cranon es permitir la rehabilitación inmediata del codo en el
les son escasas. cuadro de estas fracturas articulares. La movilización del codo
El tratamiento ortopédico mediante inmovilización con féru- no debe realizarse sin la restitución anatómica del perfil de la
la de yeso braquio-antebraquio-palmar puede realizarse me- escotadura troclear.
diante varios métodos. Una inmovilización estricta, con el codo La apófisis olecraniana tiene una escasa tolerancia en su re-
a 90º en posición de pronosupinación media mantiene una po- lación con la tróclea humeral a la hora de restituir la movilidad
sición funcional en caso de rigidez, pero expone a los riesgos completa. Cualquier callo vicioso con escalón articular, o una
de desplazamiento secundario del fragmento proximal, que su- reconstrucción de la escotadura troclear demasiado abierta o
fre la tracción proximal del tríceps. demasiado cerrada respecto a la anatomía normal provocará
La inmovilización con férula de yeso en extensión del codo una rigidez del codo.
tiene la ventaja de disminuir el efecto de tracción proximal del
tríceps, pero expone a una rigidez en extensión de la articula- Colocación y vías de abordaje [1, 4-6, 13, 15]
ción, incompatible con una función satisfactoria.
Colocación (fig. 8.8)
La elección de un tratamiento ortopédico con inmovilización
mediante férulas de yeso sucesivas de 45 a 90º de flexión per- El decúbito lateral es la posición de elección. El segmento
mite perseguir de forma simultánea los dos objetivos antes braquial se coloca en un apoyo y se sitúa un torniquete en la
mencionados [4, 5]. Tras la inmovilización en primer lugar con raíz del miembro. En esta posición, el codo está frente al ciru-
una férula de yeso braquio-antebraquio-palmar a 45º de fle- jano y le ofrece toda la cara posterior de la articulación. El seg-
xión, los estudios radiográficos realizados cada cinco días per- mento antebraquial, en posición vertical puede movilizarse a
miten controlar la reducción y las correcciones progresivas para modo de palanca para permitir la reducción y después la mo-
a b c
vilización intraoperatoria, tanto en flexoextensión como en pro- operar con más facilidad del lado izquierdo y un cirujano zur-
nosupinación. do al revés. Esta colocación tiene la ventaja de ser más
Puede utilizarse el decúbito supino, con el brazo afectado cómoda para el paciente, pues permite la realización de una
apoyado en el tórax o en el abdomen del paciente. El ciru- anestesia locorregional, que es más difícil en decúbito la-
jano se sitúa del lado del codo lesionado y se coloca frente teral.
a la cara posterior de la articulación afectada. El ayudante se
sitúa en el lado opuesto y asegura la sujeción del miembro Vía de abordaje
para facilitar la exposición. Esta colocación es menos sencilla
y ofrece una exposición menos clara, además de inmovilizar La osteosíntesis de las fracturas del olécranon se efectúa por
al ayudante, quien debe mantener fijo el segmento que se la vía posterior del codo [1, 6, 15]. La incisión está centrada
va a operar. También es más difícil para el cirujano, que está sobre la cresta cubital y el relieve del olécranon, que son pal-
a «contramano». De este modo, un cirujano diestro puede pables bajo la piel incluso en caso de un hematoma subcutá-
neo considerable. El segmento braquial de la incisión se sitúa
en la prolongación del músculo tríceps. La incisión es clara-
mente antebraquial y no justifica una prolongación proximal
mayor de 2 cm (fig. 8.9). Tras la incisión cutánea se aborda
la cresta cubital de forma directa. Se expone el foco de frac-
tura. Para permitir un control endoarticular de la reducción y
verificar la ausencia de escalón, se requiere exponer la cara
medial o lateral del olécranon. Esta fase se realiza con bistu-
rí frío, de forma subperióstica, y expone la escotadura tro-
clear del cúbito.
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
FRACTURA DE LA APÓFISIS
CORONOIDES
8.15 Clasificación de las fracturas de la apófisis coronoides según Regan y Morrey. Estadio I: fractura de la punta. Estadio II:
fractura de un tercio de la coronoides. Estadio III: fractura de la base con inestabilidad del codo.
Vía posteromedial
La situación profunda de la apófisis coronoides hace que su
abordaje quirúrgico sea difícil. Por este motivo, suele elegirse El abordaje medial del codo es la vía de elección al permitir el
una osteosíntesis con tornillo de tracción. No obstante, el con- control directo de la apófisis coronoides. La masa de los múscu-
trol de la reducción anatómica del fragmento coronoideo es los epicondíleos mediales impide la visión directa del segmen-
complicado y la osteosíntesis realizada, que a menudo tiene un to anterior de la porción proximal del cúbito. Dos maniobras
valor mecánico mediocre, no permite una movilización inme- permiten esta visualización: la osteotomía del epicóndilo me-
diata. En estas condiciones, la calidad de una osteosíntesis de dial, o la elevación «en bloque» de las estructuras posterome-
tracción es inferior a la de una osteosíntesis directa. diales propuesta por Masquelet y Gilbert [8].
165
Codo
a
a
b b
8.16 Técnicas de osteosíntesis de las fracturas de la apófisis 8.17 Vía de abordaje posteromedial del codo.
coronoides. Osteosíntesis con tornillos (a) o con hilo a. Incisión centrada en el epicóndilo medial, con el
transóseo (b). paciente en decúbito supino y rotación lateral del
hombro.
b. Neurólisis del nervio cubital antes del abordaje
articular medial.
Las dos vías posteromediales tienen las mismas referencias cu-
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Vía anteromedial
El abordaje anteromedial del codo puede realizarse por una
vía próxima a los vasos braquiales. Se debe tener un conoci-
miento perfecto de la anatomía de la región del pliegue del
8.18 codo, teniendo en cuenta el número de estructuras que atra-
Vía de abordaje medial puro del codo, según Masquelet
viesan la región anteromedial del codo. La incisión, de alrede-
y Gilbert (de Masquelet A.C., Gilbert A. Abord
chirurgical de l’apophyse coronoide du coude par voie dor de 10 cm, se sitúa medial a la parte medial de la correde-
postéro-interne. Nouv. Presse Med. 1981). ra bicipital, sobre el relieve de los músculos epicondíleos
mediales anteriores. En el tejido subcutáneo, el nervio cutáneo
antebraquial medial debe localizarse y rechazarse en sentido
medial. La arteria humeral se diseca en la parte proximal de la
incisión y se rechaza en sentido lateral o medial, lo que atesti-
gua con claridad la necesidad de una amplia liberación para
permitir esta movilización. Una disección anterógrada permite
localizar las ramas colaterales o terminales del eje. El nervio me-
diano también se localiza y se diseca a todo lo largo de la in-
167
Codo
cisión y después se rechaza en sentido medial. El pronador re- – un trazo distal que afecta a la escotadura troclear en su
dondo se separa en sentido medial. Sólo el músculo braquial parte media y que incluye la apófisis coronoides. Una por-
permanece en el campo de la incisión. A continuación se inci- ción de la superficie articular olecraniana se mantiene solida-
de, con la cápsula articular que le reviste en su cara profunda. ria con la coronoides. Esta integridad relativa puede permi-
Con esto se aborda la parte medial de la tróclea humeral y la tir la conservación de la estabilidad del codo o, por el
apófisis coronoides. contrario, debe ser el primer pilar que deba reconstruirse
para asegurar esta estabilidad;
– un segundo trazo transversal que afecta al olécranon en
el tercio proximal de la escotadura troclear. El extremo
FRACTURA METAFISOEPIFISARIA proximal del olécranon se desplaza en sentido superopos-
terior.
Es importante apreciar la conminución del 3.er fragmento in-
PROXIMAL termedio situado entre estos dos trazos.
Por tanto, estas lesiones complejas siempre incluyen una lu-
xación del codo, una fractura del olécranon y, sobre todo, de
Las fracturas del extremo proximal del cúbito incluyen la apófisis coronoides. La fragmentación del extremo proximal
también las lesiones que afectan a la región epifisometafi- del cúbito produce una lesión compuesta de tres fragmentos
saria proximal, situadas por encima de la membrana interó- principales: el olécranon, la apófisis coronoides y el fragmento
sea y que pueden asociar una lesión del olécranon, de la diafisario. Este último conserva en su extremo proximal una
apófisis coronoides y de la articulación radiocubital proxi- porción de las escotaduras radial y troclear. Este segmento pue-
mal. A menudo se consideran como el equivalente cubital de desplazarse hacia atrás y ser responsable de una fractura-lu-
de las fracturas de Monteggia. No obstante, la posible ausen- xación conjunta posterior de tipo II con luxación simultánea ha-
cia de afectación de la cabeza radial requiere su descripción cia atrás de la cabeza radial. Si la luxación se produce hacia
para determinar las opciones terapéuticas que vayan a plan- delante, se trata de las fracturas metafisoepifisarias con despla-
tearse. zamiento anterior de tipo IV. Éstas son lesiones graves, indica-
tivas de un traumatismo violento y obligan a una reducción y
una estabilización quirúrgicas [3]. La estabilidad se asegura por
la fijación tras la reducción de la coronoides, y se realiza me-
jor mediante un abordaje interno (fig. 8.19). El procedimien-
La dificultad del tratamiento de las fracturas epifisometafisa-
to técnico de una vía medial con osteotomía del epicóndilo me-
rias proximales del cúbito depende de la afectación o no del
dial es útil en las formas conminutas de la coronoides que no
olécranon y de la apófisis coronoides.
permiten su osteosíntesis. Es posible fijar el epicóndilo medial
osteotomizado sustituyendo a la apófisis coronoides.
El análisis de estas lesiones suele ser puramente radiográfico.
Sin embargo, por lo general se asocian lesiones óseas y ligamen-
Cuando la escotadura troclear del cúbito está respetada, es- tosas. Desde el punto de vista semántico, es más adecuado de-
tas fracturas son equiparables a las de localización diafisaria. nominar a estas lesiones como fracturas-luxaciones complejas. El
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
A la inversa, cuando uno de los componentes de la escota- diagnóstico debe dirigirse a realizar el estudio más exacto posi-
dura troclear está afectado por la fractura, el análisis preciso ble de todas las lesiones. Las de tipo óseo se identifican en fun-
de las lesiones es esencial para evitar los errores en la plani- ción de los datos antes mencionados. La afectación ligamento-
ficación quirúrgica. Biga y Thomine han descrito de forma sa es más difícil de identificar y el procedimiento diagnóstico
precisa estas lesiones con el término de luxación transolecra- debe ser sistemático. La afectación de la tríada ligamentosa re-
niana, fracturas luxaciones conjuntas anteriores o fracturas presentada por el ligamento colateral cubital, el ligamento co-
epifisarias puras con desplazamiento anterior (tipo 2 de Beau- lateral radial y el ligamento anular deben buscarse de igual for-
fils) [3]. En todos los casos existe una fractura del olécranon ma que la afectación de la tríada ósea que consta del olécranon,
que permite el desplazamiento anterior de ambos huesos del la apófisis coronoides y la cabeza radial [2, 14].
antebrazo. Las relaciones radiocubitales superiores están con-
servadas, de donde proviene el término de fractura-luxación
conjunta utilizado por Marotte [3]. Debe prestarse atención Las fracturas complejas del extremo proximal del cúbito obli-
a la conminución del trazo olecraniano y al número de frag- gan a realizar el estudio lesional preciso de la tríada ósea com-
mentos epifisarios. La osteosíntesis de estas fracturas es espe- puesta por el olécranon, la apófisis coronoides y la cabeza ra-
cialmente difícil cuando existe una fractura-separación que dial, así como de la tríada ligamentosa, que consta de los
arranca la apófisis coronoides, y una conminución con frag- ligamentos colaterales cubital y radial, y el ligamento anular.
mentación del olécranon. Suele ser posible distinguir dos tra-
zos principales:
168
TRAUMATOLOGÍA
COMPLICACIONES
Bibliografía
CONCLUSIONES
[1] BAIN GI, MEHTA JA. Anatomy of the elbow joint and surgical ap-
Las fracturas del extremo proximal del cúbito se consideran proaches. In: Baker CL, Plancher KD. Operative treatment of elbow
lesiones simples fáciles de tratar mediante obenque o cerclaje. injuries. Springer, New-York, 2002 : 1-27.
Aunque esta afirmación puede realizarse en las fracturas trans- [2] BARTLETT CS. Elbow fractures. Curr Opin Orthop 2000, 11 : 290-
versales del olécranon, no debe ser un dogma que se aplique 304.
a todas las lesiones que afectan a la porción antebraquial de la [3] BÉGUÉ T. Luxations du coude. Encycl Méd Chir, Elsevier Paris, App
articulación del codo. La existencia de una conminución o de Locomoteur, 14-042-A-10, 1998.
un tercer fragmento obliga a la reparación anatómica del gan- [4] BENNETT JB, MEHLHOFF TL. Treatment of olecranon, coronoid, and
cho olecraniano, y a una osteosíntesis estable mediante placa proximal fracture-dislocation. In: BAKER CL, PLANCHER KD. Operati-
atornillada. Las fracturas de la apófisis coronoides requieren ve treatment of elbow injuries. Springer, New-York, 2002 : 259-
que se investiguen las posibles lesiones ligamentosas graves, de 269.
las que pueden ser el único signo, o las consecuencias que pro- [5] CABANELA ME, MORREY BF. Fractures of the proximal ulna and ole-
vocan en la estabilidad del codo. Su fijación es compleja, poco cranon. In: MORREY BF. The elbow and its disorders. 2nd edition,
estable si se realiza en compresión y difícil en principio median- W.B. Saunders Company, Philadelphia, 1993 : 405-428.
te una síntesis directa. Las fracturas complejas que asocian una [6] CADENAT FM. Les voies de pénétration des membres. Doin, Paris,
lesión conminuta del olécranon y una fractura de la coronoides 1964.
requieren una solución quirúrgica enérgica, si es preciso prote- [7] LABITZKE R. Manual of cable osteosyntheses. Springer-Verlag, Ber-
gida mediante un fijador externo articulado para permitir una lin, 2000.
movilización precoz. [8] MASQUELET AC, GILBERT A. Abord chirurgical de l’apophyse coro-
La movilización activa rápida de la articulación del codo es noïde du coude par voie postéro-interne. Nouv Presse Med 1981,
el objetivo principal hacia el que debe tender el cirujano ante 10 (34) : 2821-2823.
cualquier lesión del extremo proximal del cúbito, para conside- [9] MULLETT JH, SHANNON F, NÖEL J et al. K-Wire position in tension
rar un resultado funcional satisfactorio. band wiring of the olecranon. A comparison of two techniques.
Injury 2000, 31 : 427-431.
[10] O’DRISCOLL S. Technique for unstable olecranon fracture-sub-
luxations. Operative Tech Orthop 1994, 4 : 49-53.
[11] PRAYSON MJ, WILLIAMS JL, MARSHALL MP et al. Biomechanical com-
parison of fixation methods in Transverse olecranon fractures: a
cadaveric study. J Orthop Trauma 1997, 11 : 565-572.
[12] REGAN W., MORREY B.F. Fractures of the coronoid process of the
ulna. J. Bone Joint Surg., 1989, 71-A : 1348-54.
[13] RÜEDI TP, MURPHY WM. AO principles of fracture management.
Thieme, Stuttgart, 2000.
[14] SANCHEZ-SOTELO J, BARWOOD SA, BLAINE TA. Current concepts in
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
a b
d
171
Codo
Para que la clasificación sea una guía terapéutica eficaz, de- La dificultad consiste en:
ben distinguirse las fracturas aisladas y las asociadas a otra le- – sospechar la fractura de la cabeza radial (papel destacado
sión desestabilizante, ósea o ligamentosa. En el seno de ambas de la palpación) ante un codo doloroso inflamado de aspec-
categorías, una fractura de la cabeza radial puede evaluarse por to benigno;
sí misma según la clasificación de Mason modificada (el tipo IV – confirmar la existencia de esta fractura y precisar su tipo
representa la fractura del cuello que no se tuvo en cuenta en mediante proyecciones radiológicas múltiples en grados va-
la clasificación original) (fig. 8.21). riables de pronosupinación;
– detectar por la clínica y la radiología (en caso de trauma-
tismo complejo) las lesiones desestabilizantes asociadas a la
fractura de la cabeza radial: ligamento colateral cubital, lu-
Con independencia del tipo de fractura de la cabeza radial, se xación, fractura de la coronoides o de la metáfisis cubital, e
denomina: incluso lesión de la membrana interósea y del aparato liga-
– simple, cuando es aislada, mentoso radiocubital distal.
– complicada, cuando se asocia a cualquier lesión desestabili-
zante (fractura de la coronoides, extremo proximal del cúbi-
to, luxación del codo, ligamento colateral cubital, membrana
interósea). TÉCNICAS QUIRÚRGICAS
E INDICACIONES
PRINCIPIOS GENERALES
■ Tratamiento de las fracturas
recientes
DEL TRATAMIENTO
Tratamiento funcional
Debe plantearse una rehabilitación precoz, tras la posible
• Restablecer una anatomía exacta de esta fractura articular evacuación de una hemartrosis a tensión y, por tanto, dolo-
cuando la cabeza radial aparece conservada. rosa: es el tratamiento indiscutible de las fracturas de tipo I
• Saber que la resección (en caso de lesión asociada desesta- de Mason.
bilizante) es un factor de recidiva aguda o crónica de la ines-
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
8.21 Clasificación de Mason modificada. Tipos 1, 2, 3 y 4 que definen la fractura de la propia cabeza radial.
172
TRAUMATOLOGÍA
Métodos: atornillado directo de las fracturas de tipo II entre el ancóneo y el extensor cubital del carpo, que es menos
de Mason cómoda pero también menos agresiva para el nervio radial.
En todos los casos es obligatorio ser muy prudente con el
Se omiten de forma voluntaria las síntesis más complejas de nervio radial y respetar por completo el vientre medio del ten-
las fracturas de tipo III de Mason, porque deben desaconsejarse. dón común de los músculos epicondíleos laterales si el trauma-
tismo no lo ha desinsertado. El ligamento anular se abre si es
Modalidades preciso (fig. 8.24).
El paciente se coloca en decúbito supino, con un torniquete Cuando se trata de la reducción y de la osteosíntesis, los frag-
neumático, en una mesa de brazo corta que no sobrepase la mentos desplazados de las fracturas de tipo II de Mason se re-
punta del codo (fig. 8.22). ducen y se fijan mediante un atornillado compresivo, con tor-
El acceso cutáneo se centra en el epicóndilo lateral (fig. 8.23). nillos de diámetro 1,3 o 1,7 (fig. 8.25) o con tornillos de
A nivel de los planos profundos, puede emplearse la vía ante- Herbert.
rolateral de Kocher, entre el extensor radial corto del carpo y el
extensor común de los dedos, o la posterolateral de Cadenat,
Puntos fundamentales de la osteosíntesis
• Las cabezas de los tornillos deben enterrarse en el cartílago
y la cortical subcondral.
• El atornillado siempre debe realizarse a partir del fragmen-
to fracturado hacia el fragmento en continuidad con el cuello
y no en tracción.
• Es obligatorio restablecer una anatomía exacta, aunque se
Cirujano
sacrifiquen los fragmentos osteocondrales de un tamaño mili-
métrico.
• Las síntesis mediante agujas, más fáciles, pero inestables y
Ayudante con riesgo de migración del material, deben evitarse.
Cierre y postoperatorio
El cierre del ligamento anular, cuando se ha abierto, debe
ser cuidadoso. Si es necesario (debido a las lesiones traumáti-
cas) deben reinsertarse los músculos epicondíleos mediante
puntos transóseos. La rehabilitación es inmediata.
8.22 Colocación del paciente en una «mesa de codo».
¿A partir de qué momento se realiza la síntesis?
El riesgo de artrosis de un desplazamiento articular debe ha-
cer que se plantee un tratamiento quirúrgico (con los progre-
sos de las minisíntesis) cuando exista un desplazamiento radio-
lógico visible, por mínimo que sea.
b
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
c d
8.24 a. Vía lateral. Trazo cutáneo centrado en el epicóndilo. b. Por el mismo acceso cutáneo, abordaje anterior entre el extensor
radial corto del carpo y el extensor común de los dedos o posterior entre el ancóneo y el extensor cubital del carpo. c. La
apertura del ligamento anular se realiza en su mitad anterior. d. Exposición de la cabeza y del cuello.
174
TRAUMATOLOGÍA
tomía: concavidad adecuada en el plano de la estiloides ra- Intervención(es) asociada(s) según el contexto
dial.
En las lesiones capsuloligamentosas mediales: sus reparaciones
La fijación sigue las reglas de la fijación de tercera generación
sólo son necesarias en caso de inestabilidad grave, frente a la
(cemento de baja viscosidad, secado por aspiración, obturación
reparación sistemática de las estructuras posterolaterales de es-
por fragmento óseo).
tabilización de la cabeza radial bajo el capítulo.
Acoplamiento de una cúpula cuyo tamaño se adapte a la mor-
En las lesiones óseas coronoideas: cuando el fragmento es vo-
fología del paciente.
luminoso (Morrey II y III), debe atornillarse de forma percutá-
El cierre capsular y tendinomuscular se realiza con puntos
nea con tornillo de tracción desde la cresta cubital; la reduc-
transóseos si el traumatismo ha arrancado las estructuras
ción se realiza bajo control visual, tras la resección de la cabeza
(fig. 8.29).
radial y antes de la implantación de la prótesis (fig. 8.30).
Debe realizarse una evaluación de la estabilidad, que debe
Las lesiones del cartílago del cóndilo: son frecuentes y no mo-
permitir una movilización en cualquier posición de flexoexten-
difican ni la indicación ni la intervención quirúrgica, ni, aparen-
sión y de pronosupinación.
temente, el pronóstico.
En las lesiones del cúbito: las fracturas metafisoepifisaria o dia-
fisaria en el cuadro de las lesiones de Monteggia, deben some-
terse a una osteosíntesis sólida y anatómica mediante placa,
para restablecer una curvatura fisiológica. Las dos vías de abor-
daje son independientes (fig. 8.31).
Mason III
8.28 Control de la altura de resección mediante una plantilla
El cuadro crónico es variable, en función de la intervención
adaptada.
inicial (intento de reparación, prótesis o resección), y asocia de
forma diversa dolor del codo y/o de la muñeca, inestabilidad
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
8.29 Reparación obligatoria mediante puntos transóseos de 8.30 Atornillado de compresión bajo control visual de las
las lesiones capsuloligamentosas laterales. fracturas asociadas de la coronoides.
176
TRAUMATOLOGÍA
Bibliografía
(M. RONGIÈRES)
as epicondilitis representan un trastorno el supinador se desinserta a nivel de su fascículo superficial, se
L regional. Por tanto, el objetivo del tratamiento
quirúrgico y las técnicas se orientan hacia la
libera la compresión.
Jobe propuso, en 1994, una desinserción del tendón común,
un tiempo articular, una resección del tejido patológico y del
resolución de los problemas que puedan afectar a epicóndilo lateral o medial, así como una reinserción del ten-
cada elemento constitutivo de la fisiopatología. La dón común. Nosotros realizamos una técnica equivalente, rela-
enfermedad de la inserción (la entesopatía) jando la inserción de los músculos, y efectuamos un cierre en
requerirá una desinserción y el tratamiento de la V-Y [7, 16]. No obstante, algunos autores reprochan a esta téc-
entesis. La afectación del ramo motor del nervio nica con efecto de alargamiento el que se modifique las relacio-
nes entre tensión y longitud de los músculos y que se produzca
radial en la parte lateral o del nervio cubital en la
una debilidad muscular, e incluso el dejar dolores residuales [13].
medial precisará realizar una descompresión. La
misma vía de abordaje debe permitir que se traten
todas las lesiones. ■ Técnica quirúrgica
de la epicondilitis lateral
El tratamiento quirúrgico está adecuadamente sistematizado
EPICONDILALGIAS LATERALES [2, 3, 6, 10, 14, 16, 18, 20] y aquí sólo se mencionan los bue-
nos resultados.
Incisión
Se realiza con bisturí hasta el plano subcutáneo, y después,
con un segundo bisturí, se diseca de forma que se exponga la
región epicondílea, deslizando la hoja de forma tangencial, des-
pegando el plano subcutáneo. Los planos subcutáneos se sepa-
ran, lo que permite acceder al manguito común de los múscu-
los epicondíleos.
EPICONDILITIS MEDIALES O
Distal
Epicóndilo medial Proximal
EPITROCLEALGIAS [4, 7, 8, 11, 12, 17, 19]
Cono de los
músculos
■ Incisión (fig. 9.7) epitrocleares
Distal
Reinserción
Sutura en V-Y
Nervio cubital
Proximal
Proximal
Nervio cubital
Arcada del FCC
Nervio cubital
TRATAMIENTO POSTOPERATORIO
9.10 Colocación de cintas vasculares en el nervio cubital
y neurólisis sin transposición. Disección de los
músculos epitrocleares. El codo se inmoviliza mediante un cabestrillo simple con el
codo pegado al cuerpo. Los movimientos alrededor de la posi-
ción de ángulo recto se permiten a partir del 2.º día [14, 15].
Pueden emplearse ortesis articuladas bloqueando los sectores
extremos de movilidad y los movimientos laterales.
Nervio cubital
9.11 Desinserción de los músculos epitrocleares y Las fotografías 9.7 a 9.12 proceden del mismo paciente. Se tra-
osteotomía de resección de la entesis. ta de un codo derecho en vista medial.
183
Codo
Bibliografía
[1] BOSWORTH D. Surgical treatment of tennis elbow. A follow-up stu- [12] OLLIVIERRE C, NIRSCL R, PETTRONE F. Resection and repair for me-
dy. J Bone Joint Surg 1965, 47A : 1533-1536. dial tennis elbow. A prospective analysis. Am J Sports Med 1995,
[2] CONRAD R, HOOPER W. Tennis elbow: Its course, natural history, 23 : 214-221.
conservative and surgical management. J Bone Joint Surg 1973, [13] ORGAN S, NIRSCHL R, KRAUSHAAR B, GUIDI E. Salvage surgery for
55A : 1177-1182. lateral tennis elbow. Am J Sports Med 1997, 25, 746-750.
[3] CYRIAX J. The pathology and treatment of tennis elbow. J Bone [14] POULSEN M, KJELDAL I. Lateral humeral epicondylitis. A postope-
Joint Surg 1936, 18 : 1177. rative evaluation. Ugeskr Laeger 1996 : 158 : 4083-4085.
[4] GABEL G, MORREY B. Operative treatment of medial epicondylitis. [15] ROLES N, MAUDSLEY R. Radial tunnel syndrome as a nerve en-
Influence of concomitant ulnar neuropathy at the elbow. J Bone trapment. J Bone Joint Surg 1972, 54B : 1495.
Joint Surg 1995, 77A : 1065-1069. [16] RONGIÈRES M, BONNEVIALLE P, BENKALFATE T et al. Résultats à long
[5] GARDEN R. Tennis elbow. J Bone joint Surg 1961, 43B : 100-106. terme des épicondylalgies chroniques opérées. In: SIMON L, HÉ-
[6] GOLDBERG E, ABRAHAM E, SIEGEL I. The surgical treatment of chro- RISSON C, RODINEAU J. Pathologie des insertions et enthésopathies.
nic lateral humeral epicondylitis by common extensor release. Masson, Paris, 1991 : 224-228.
Clin Orthop 1988, 233 : 208-212. [17] RONGIÈRES M, MANSAT M, BONNEVIALLE P et al. Résultats et indi-
[7] JOBE F, CICCOTTI M. Lateral and medial epicondylitis of the elbow. cations des épitrochléalgies opérées. In: SIMON L, HÉRISSON C, RO-
J Am Acad Orthop Surg 1994, 2 : 1-8. DINEAU J. Pathologie des insertions et enthésopathies. Masson, Pa-
[8] KURVERS H, VERHAAR J. The results of operative treatment of me- ris, 1991 : 233-236.
dial epicondylitis. J Bone Joint Surg 1995, 77B : 1374-1379. [18] SAILLANT G, EDOUARD B, COMBELLES F, ROY-CAMILLE R. Traitement
[9] LAULAN J, DAABOUL J, FASSIO E, FAVARD L. Les rapports du muscle chirurgical des épicondylalgies rebelles. À propos de 126 cas. In:
court extenseur radial du carpe avec la branche de division pro- SIMON L, HÉRISSON C, RODINEAU J. Pathologie des insertions et en-
fonde du nerf radial. Intérêt dans la physiologie des épicondylal- thésopathies. Masson, Paris, 1991 : 219-224.
gies. Ann Chir Main Memb Sup 1994, 12 : 5-11. [19] VANGSNESS C, JOBE F. Surgical treatment of medial epicondylitis.
[10] MANSAT M, BONNEVIALLE P, TESTUT MF. Traitement chirurgical de Results in 35 elbows. J Bone Joint Surg 1991, 73B : 409-411.
l’épicondylalgie du sportif. Résultats et indications à propos [20] VOGT J. Résultats à long terme du traitement chirurgical des épi-
d’une série de 23 cas. J Traumatol Sport 1986, 3 : 101-109. condylalgies. À propos de 26 cas. J Chir 1994, 131 : 358-362.
[11] NIRSCHL RP. Lateral and médial epicondylitis. In: The Elbow. [21] WITTENBERG R, SCHAAL S, MUHR G. Surgical treatment of persis-
MORREY BF. Master Techniques in Orthopedic surgery. Raven tent elbow epicondylitis. Clin Orthop 1992, 278 : 73-80.
Press, 1994.
Bibliografía
[1] BOSWORTH D. Surgical treatment of tennis elbow. A follow-up stu- [12] OLLIVIERRE C, NIRSCL R, PETTRONE F. Resection and repair for me-
dy. J Bone Joint Surg 1965, 47A : 1533-1536. dial tennis elbow. A prospective analysis. Am J Sports Med 1995,
[2] CONRAD R, HOOPER W. Tennis elbow: Its course, natural history, 23 : 214-221.
conservative and surgical management. J Bone Joint Surg 1973, [13] ORGAN S, NIRSCHL R, KRAUSHAAR B, GUIDI E. Salvage surgery for
55A : 1177-1182. lateral tennis elbow. Am J Sports Med 1997, 25, 746-750.
[3] CYRIAX J. The pathology and treatment of tennis elbow. J Bone [14] POULSEN M, KJELDAL I. Lateral humeral epicondylitis. A postope-
Joint Surg 1936, 18 : 1177. rative evaluation. Ugeskr Laeger 1996 : 158 : 4083-4085.
[4] GABEL G, MORREY B. Operative treatment of medial epicondylitis. [15] ROLES N, MAUDSLEY R. Radial tunnel syndrome as a nerve en-
Influence of concomitant ulnar neuropathy at the elbow. J Bone trapment. J Bone Joint Surg 1972, 54B : 1495.
Joint Surg 1995, 77A : 1065-1069. [16] RONGIÈRES M, BONNEVIALLE P, BENKALFATE T et al. Résultats à long
[5] GARDEN R. Tennis elbow. J Bone joint Surg 1961, 43B : 100-106. terme des épicondylalgies chroniques opérées. In: SIMON L, HÉ-
[6] GOLDBERG E, ABRAHAM E, SIEGEL I. The surgical treatment of chro- RISSON C, RODINEAU J. Pathologie des insertions et enthésopathies.
nic lateral humeral epicondylitis by common extensor release. Masson, Paris, 1991 : 224-228.
Clin Orthop 1988, 233 : 208-212. [17] RONGIÈRES M, MANSAT M, BONNEVIALLE P et al. Résultats et indi-
[7] JOBE F, CICCOTTI M. Lateral and medial epicondylitis of the elbow. cations des épitrochléalgies opérées. In: SIMON L, HÉRISSON C, RO-
J Am Acad Orthop Surg 1994, 2 : 1-8. DINEAU J. Pathologie des insertions et enthésopathies. Masson, Pa-
[8] KURVERS H, VERHAAR J. The results of operative treatment of me- ris, 1991 : 233-236.
dial epicondylitis. J Bone Joint Surg 1995, 77B : 1374-1379. [18] SAILLANT G, EDOUARD B, COMBELLES F, ROY-CAMILLE R. Traitement
[9] LAULAN J, DAABOUL J, FASSIO E, FAVARD L. Les rapports du muscle chirurgical des épicondylalgies rebelles. À propos de 126 cas. In:
court extenseur radial du carpe avec la branche de division pro- SIMON L, HÉRISSON C, RODINEAU J. Pathologie des insertions et en-
fonde du nerf radial. Intérêt dans la physiologie des épicondylal- thésopathies. Masson, Paris, 1991 : 219-224.
gies. Ann Chir Main Memb Sup 1994, 12 : 5-11. [19] VANGSNESS C, JOBE F. Surgical treatment of medial epicondylitis.
[10] MANSAT M, BONNEVIALLE P, TESTUT MF. Traitement chirurgical de Results in 35 elbows. J Bone Joint Surg 1991, 73B : 409-411.
l’épicondylalgie du sportif. Résultats et indications à propos [20] VOGT J. Résultats à long terme du traitement chirurgical des épi-
d’une série de 23 cas. J Traumatol Sport 1986, 3 : 101-109. condylalgies. À propos de 26 cas. J Chir 1994, 131 : 358-362.
[11] NIRSCHL RP. Lateral and médial epicondylitis. In: The Elbow. [21] WITTENBERG R, SCHAAL S, MUHR G. Surgical treatment of persis-
MORREY BF. Master Techniques in Orthopedic surgery. Raven tent elbow epicondylitis. Clin Orthop 1992, 278 : 73-80.
Press, 1994.
Platt (1931) y Lyle (1932) propusieron una técnica más Por tanto, las roturas pueden producirse durante dos circuns-
ambiciosa orientada a fijar el tendón avulsionado de forma tancias distintas:
transósea a nivel de la tuberosidad bicipital del radio. Boyd y – en un adulto joven, en cuyo caso se trata del arrancamien-
Anderson (1961) [7] controlan la desinserción radial por una to óseo de un tendón inicialmente sano;
2.ª vía posterolateral. No obstante, esta técnica más difícil se – en un paciente de más edad que realice trabajos repetiti-
asocia a una tasa no despreciable de complicaciones neuroló- vos en pronosupinación, en cuyo caso se trata de una rotura
gicas. La utilización de sistemas de anclaje por una vía anterior tendinosa que se produce en un tendón degenerativo. Esta
limitada, como la propuesta por Barnes en 1993 [4] facilita en degeneración afecta también a la tuberosidad bicipital, que
gran medida la fijación transósea, limitando a la vez el riesgo presenta irregularidades. La rotura de un tendón debilitado
neurológico. se origina por un traumatismo muy violento. Estas roturas
son las más frecuentes con gran diferencia. En los pacientes
de más edad cabe la duda respecto a la posibilidad de cica-
trización o de reinserción de un tendón poco vascularizado y
PRINCIPIOS QUIRÚRGICOS degenerativo.
En menos casos, puede tratarse de una afectación parcial o
situada en la unión tendinomuscular, en la que la actitud será
La rotura distal del tendón del bíceps se produce tras la idéntica si sigue siendo sintomática o invalidante.
aplicación de una tensión intensa, repentina y violenta en el
extremo tendinoso. Se trata sobre todo de una desinserción
en la tuberosidad bicipital. Seiler [26] destaca la precariedad
de la vascularización tendinosa en la proximidad de su in- ■ Descripción de las diferentes
serción radial. Se ha señalado un posible papel de los este- posibilidades terapéuticas
roides anabolizantes en las roturas que se producen en los
culturistas [28] o del tabaco; el origen vascular de esta de- Puede argumentarse que la sutura del tendón distal del bí-
sinserción no puede ser la única causa: este tendón se com- ceps a través del tendón del braquial no restaura la fuerza en
prime por el cúbito durante una pronación completa. Todas los últimos grados de supinación: esta molestia aparece en las
las poblaciones estudiadas son exclusivamente masculinas. maniobras repetitivas de atornillado. Morrey [23] encuentra
Aquí surge la duda de si debe buscarse una causa hormonal una disminución del 50% de la fuerza de supinación mientras
o trófica muscular. que la fuerza de flexión es normal.
185
Codo
de sinostosis radiocubital proximal (fig. 9.14). déficit llamativo de las capacidades de resistencia en supina-
Esta tasa no es desdeñable (5-14%). La aparición de una ción en los pacientes que se habían sometido a una fijación
sinostosis es una complicación especialmente invalidante, sobre el braquial. Estos resultados favorables no han hecho
que bloquea la pronosupinación y su tratamiento tiene unos que hayamos dejado de realizar reinserciones de las roturas
resultados muy impredecibles [12]. Para limitar este riesgo, antiguas retraídas mediante autoinjertos tendinosos (semiten-
Morrey propone una exposición limitada, realizando una dinoso [15], fascia lata [16, 29]) o aloinjertos (tendón de
disección a través de la masa del cuerpo muscular de los Aquiles [25]).
extensores. No obstante, las técnicas de reinserción in situ no están des-
La repercusión de la segunda vía sobre la pronosupinación provistas de resultados desfavorables invalidantes, que no son
es innegable. Davison [10], en el 6.º año de postoperatorio, excepcionales. Deben hacer que se tengan en cuenta los re-
señala que el 50% de estos pacientes muestra una limitación sultados subjetivos favorables para los pacientes de 55 años,
de este tipo, que sin embargo, excepto en caso de sinostosis, de técnicas menos ambiciosas, pero carentes de complica-
mantienen un arco funcional. Norman [24] describe 3 casos en ciones.
un total de 15 pacientes, mientras que Morrey no hace men- Por tanto, nosotros proponemos:
ción alguna. – en las roturas recientes (menos de 30 días) y en ausencia
La posibilidad de recurrir a una vía anterior limitada, utili- de retracción, en pacientes deportistas jóvenes o trabajado-
zando algunos dispositivos de fijación intraóseos [4, 17, 18, 20, res manuales que requieran una fuerza adecuada en prono-
21, 27], parece limitar estos riesgos. La fijación mediante un supinación, una reinserción transósea a través de una vía, me-
186
LESIONES DE LAS PARTES BLANDAS
diante un sistema de fijación transósea, si las condiciones lo- dante se sitúa a la cabeza del paciente y el cirujano en una si-
cales lo permiten, o de dos vías, según la técnica de Morrey, tuación distal respecto al miembro.
en caso contrario; Esta intervención no permite la colocación de un torniquete,
– en las roturas más antiguas, retraídas o que afecten a pa- puesto que una vez inflado limita la excursión del músculo bra-
cientes de más edad y con una actividad física reducida, una quial y su movilización. Por el mismo motivo, nosotros prepa-
fijación a través del braquial, según Dobbie. ramos el miembro y el hombro afectados con un antiséptico
yodado y colocamos campos en U alrededor del hombro, de-
jando el brazo libre.
PLANIFICACIÓN PREOPERATORIA
■ Vía de abordaje
Las circunstancias en las que se producen son siempre las mis- Incisión cutánea
mas: se trata en la mayoría de los casos de un deportista o de
una persona que realiza trabajos de fuerza quien, tras un es- La vía de abordaje suele ser en bayoneta, centrada en el plie-
fuerzo de flexión contra resistencia o de extensión forzada con gue del codo, medial a lo largo de 5 cm en el brazo y lateral
el codo flexionado, presenta un dolor violento en el pliegue del a lo largo de 3 cm en el antebrazo. Cuando se plantea de en-
codo, con irradiación al brazo, y asociado a una sensación de trada realizar una reinserción a través del braquial, la vía se in-
desgarro; en la exploración clínica realizada de urgencia se vertirá (fig. 9.15): lateral en el brazo y ampliada medialmente
aprecia dolor a la palpación o a la flexión del antebrazo fren- «a demanda» en la parte distal. Nosotros preferimos esta vía in-
te a resistencia, la desaparición del relieve tendinoso distal del vertida, pero exige una cierta prudencia en cuanto a la disec-
bíceps e incluso una retracción del vientre muscular. En menos ción del tejido subcutáneo.
casos existe equimosis. Por tanto, no se requieren exploracio-
nes complementarias para confirmar la rotura y debe estable-
cerse la indicación quirúrgica.
No obstante, este diagnóstico suele pasar desapercibido o se
subestima en urgencias, y el paciente consulta en un segundo
tiempo, ante la presencia de dolor persistente en el pliegue del
codo o de una retracción del vientre muscular del bíceps, que pue-
de faltar en las formas parciales. En los casos difíciles, se recomien-
da realizar algunas exploraciones complementarias: la RM [13, 19]
e incluso la ecografía suponen en este trastorno una ayuda indis-
cutible. Estas exploraciones no deben reemplazar de ninguna ma-
nera a la radiografía convencional. La tuberosidad bicipital del ra-
dio puede presentar irregularidades óseas cuando el origen
degenerativo es evidente. Simplemente una radiografía del codo
(anteroposterior en pronación) permite descartarlo por completo.
TÉCNICAS QUIRÚRGICAS
■ Anestesia
Nosotros realizamos la intervención con el paciente someti-
do a anestesia locorregional mediante un bloqueo interescalé- 9.15 Incisión cutánea en bayoneta.
nico con ropivacaína, aunque puede plantearse la anestesia ge-
neral para obtener una mayor relajación muscular.
respetarse mediante una disección longitudinal con tijeras de ses), proponemos en su lugar una tenodesis mediante sutura a
Metzembaum de punta roma, y en el borde medial, por delan- través del músculo braquial.
te del plano venoso superficial, los ramos sensitivos del nervio
cutáneo medial del brazo. Reinserción in situ mediante anclajes
La conducta que debe seguirse con la red venosa superfi-
cial dependerá de la accesibilidad del plano subaponeu- El abordaje de la tuberosidad bicipital del radio se realiza
rótico. La presencia de un confluente venoso transversal que siguiendo el surco bicipital con el antebrazo en supinación
obstaculice la vía de abordaje requerirá que se ligue con an- máxima, tras la colocación de un separador de Hohmann en
terioridad. la parte medial y de una paleta profunda de tipo Swanson
El muñón tendinoso aparece tras la incisión longitudinal de en la lateral. Debe cruentarse la cara medial de la tuberosi-
la aponeurosis superficial antebraquial, que está más o menos dad bicipital del radio antes de colocar dos anclajes en la tu-
retraída en su vaina. Su muñón tendinoso se recupera con fa- berosidad, que pueden completarse con uno tercero proxi-
cilidad mediante una pinza de Halsted. Entonces, debe apre- mal (fig. 9.17).
ciarse la retracción del bíceps braquial. Una retracción muscu-
lotendinosa importante puede comprometer su reinserción in
situ (fig. 9.16).
9.18 Reinserción mediante dos anclajes no reabsorbibles en la tuberosidad bicipital del radio.
Fijación mediante sutura a través del músculo 9.19 Técnica de dos vías.
braquial
El tendón del bíceps braquial se divide en dos lengüetas, en
las que se colocan dos hilos de tracción (fig. 9.20a). La cara
anterior del músculo braquial se diseca hasta su tendón termi-
nal en la apófisis coronoides. Nosotros disecamos también las
caras laterales. Incidimos la inserción distal del músculo bra-
quial en sentido distal. Se coloca un punto de fijación en las fi-
bras musculares distales y se libera la cara profunda y los bor-
des del músculo braquial.
Cada una de las dos lengüetas rodea el borde liberado del sí y al músculo braquial. Debe procurarse controlar el paque-
músculo braquial y se recuperan con una pinza de ángulo rec- te vasculonervioso durante el paso de la lengüeta medial
to a través de dicho músculo. A continuación se suturan entre (figs. 9.20b y c).
189
Codo
a b
■ Cierre
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
RESULTADO ESPERADO
La fascia antebraquial se sutura sobre un drenaje de vacío y
la piel se cierra mediante una sutura continua intradérmica de Y POSIBLES COMPLICACIONES
hilo reabsorbible (monofilamento de poli[p-dioxanona]/poli[e-
caprolactona]) de 3/0.
El resultado subjetivo a largo plazo de las dos técnicas es
excelente. Nosotros no hemos tenido roturas repetidas en los
■ Postoperatorio pacientes que se hayan sometido a una reinserción anatómica
y los pacientes operados por la técnica de Dobbie presenta-
La reparación se protege con una férula braquiopalmar ron, sobre todo, un déficit de resistencia en supinación respec-
posterior de resina, en posición funcional durante 3 sema- to al lado opuesto (fig. 9.21). Este déficit objetivo del rendi-
nas, y se sustituye por una férula dinámica (retroceso en fle- miento en supinación no era invalidante para la mayoría de
xión) durante otras 3 semanas. La movilización activa puede los pacientes [5, 6].
trabajarse tras quitar la ortesis. El fortalecimiento muscular En nuestra serie se han registrado lesiones temporales del ner-
no comenzará hasta el 3.er mes. Si no existen contraindica- vio radial, por lo que debe insistirse especialmente en su posi-
ciones, nosotros solemos instaurar un tratamiento antiinfla- ción y en el tipo de separadores durante toda la intervención,
matorio no esteroideo durante 2 semanas en las técnicas de aunque estas intervenciones sean más seguras, en apariencia,
dos vías. frente a este riesgo.
190
LESIONES DE LAS PARTES BLANDAS
Bibliografía
[1] ACQUAVIVA P. Rupture du tendon inférieur du biceps brachial droit
à son insertion sur la tubérosité bicipitale: ténosuture, succès opé-
ratoire. Marseille Med 1898, 35 : 570.
[2] AGINS HJ, CHESS JL, HOEKSTRA DV, TEITGE RA. Rupture of the Dis-
tal Insertion of the Biceps Brachii Tendon. Clin Orthop 1988, 234 :
34-38.
[3] BAKER BE, BIERWAGEN D. Rupture of the Distal Tendon of the Bi-
ceps Brachii: Operative Versus Non Operative Treatment. J Bone
9.21 Resultados de las pruebas isocinéticas (fuerza y Joint Surg 1985, 67-A : 414-417.
resistencia máximas en flexión y supinación). [4] BARNES SJ, COLEMAN SC, GILPIN D. Repair of Avulsed Insertion of
Biceps. J Bone Joint Surg 1993, 75 B : 938-939.
[5] BELLUMORE Y, VERHAEGHE L, MANSAT M. Rupture distale du biceps
brachial: possibilités thérapeutiques. In: Pathologie chirurgicale du
coude. MANSAT M, MORREY B. Sauramps, Montpellier, 1999,
Por último, nosotros hemos encontrado una reacción infla-
299-307.
matoria debida a la reabsorción de un sistema de anclaje bio-
[6] BELLUMORE Y, VERHAEGHE L, MANSAT P et al. Existe-t-il encore une
degradable (PLA). Esta reacción provocó dolor, que desapare-
place pour l’intervention de Dobbie dans les ruptures distales du
ció de forma espontánea cuando se reabsorbió (2 años). Dicha
biceps brachial ? Rev Chir Orthop 1999, 85 sup III : 68-69.
degradación originaba unas alteraciones radiológicas que tam-
[7] BOYD HB, ANDERSON LD. A Method for Reinsertion of the Distal
bién se normalizaron en el mismo período.
Biceps Brachii Tendon. J Bone & Joint Surg 1961, 43-A : 1041-
1043.
[8] CATONNÉ Y, DELATTRE O, PASCAL-MOUSSELARD H et al. Les ruptures
de l’extrémité inférieure du biceps brachial. Rev Chir Orthop 1995,
CONCLUSIÓN 81 : 163-172.
[9] D’ALESSANDRO DF, SHIELDS CS, TIBONE JE, CHANDLER RW. Repair of
Distal Biceps Tendon Ruptures in Athletes. Am J Sports Med 1993,
Antes de proponer una reinserción, debe interrogarse al pa-
21 : 114-119.
ciente sobre la necesidad real de recobrar una resistencia y una
[10] DAVISON BL, ENGBER WD, TIGERT LJ. Long Term Evaluation of Re-
fuerza de supinación próximas a la normalidad. En presencia
paired Distal Biceps Brachii Tendon Ruptures. Clin Orthop Relat
de una respuesta positiva por su parte, habrá que plantear una
Res 1996, 333 : 186-191.
reinserción, con los riesgos de lesiones nerviosas, osificaciones
[11] DOBBIE RP. Avulsion of the Lower Biceps Brachii Tendon: Ana-
o de limitación de la pronosupinación que supone.
lysis of 51 Previously Unreported Cases. Am J Surg 1941, 51 : 662-
La intervención de Dobbie sigue estando indicada en el tra-
683.
tamiento de las roturas distales del bíceps. Responde a las exi-
[12] FAILLA JM, AMADIO PC, MORREY BF, BECKENBAUGH RD. Proximal Ra-
gencias de los pacientes, con un riesgo menor. Por supuesto,
dioulnar Synostosis after Repair of Distal Biceps Brachii Rupture
no restaura la fuerza de supinación, pero casi no afecta a la
by the 2-Incision Technique. Clin Orthop 1990, 253 : 133-136.
fuerza de flexión.
191
Codo
Bibliografía
[13] FALCHOOK FS, ZLATKIN MB, ERBACHER GE et al. Rupture of the Dis- [22] MEHERIN JH, KILGORE BS. The Treatment Of Rupture Of The Dis-
tal Biceps Tendon : Evaluation with MRI. Radiology 1994, 190 : tal Biceps Brachii Tendon. Am J Surg 1960, 99 : 636-640.
659-653. [23] MORREY BF, ASKEW LJ, AN KN, DOBYNS JH. Rupture Of The Dis-
[14] GENNARI JM, MERROT T, RIPOLL B, BERGOUIN M. Traitement chirur- tal Tendon Of The Biceps Brachii. J Bone Joint Surg 1985, 67-A :
gical des ruptures du tendon distal du biceps brachial. À propos 418-421.
de 6 observations. Rev Chir Orthop 1995, 81 : 173-177. [24] NORMAN WH. Repair Of Avulsion Of Insertion Of Biceps Brachii
[15] HANG DW, BACH BR, BOJCHUK J. Repair of Chronic Distal Biceps Tendon. Clin Orthop Relat Res 1985, 193 : 189-194.
Brachii Tendon Rupture Using Free Autogenous Semitendinous [25] SANCHEZ-SOTELO J, MORREY BF, ADAMS RA, O’DRISCOLL SW. Recons-
Tendon. Clin Orthop 1996, 323 : 188-191. truction of chronic ruptures of the distal biceps tendon with use
[16] HOVELIUS L, JOSEFSSON G. Rupture of the Distal Biceps Tendon. of an achilles tendon allogragft. J Bone Joint Surg 2002, 84-A :
Acta Orthop Scand 1977, 48 : 280-282. 999-1005.
[17] LE HUEC JC, MOINART M, LIQUOIS F et al. Distal Rupture Of The [26] SEILER JG, PARKER LM, CHAMBERLAND PD et al. The Distal Biceps
Tendon Of Biceps Brachii : Evaluation by MRI and the Results of Tendon. 2 Potential Mechanisms Involved In Its Rupture : Arte-
Repair. J Bone Joint Surg 1996, 78-B : 767-770. rial Supply And Mechanical Impingement. J Shoulder Elbow Surg
[18] LINTNER S. FISCHER T. Repair of the Distal Biceps Tendon Using 1995, 4 : 149-156.
Suture Anchors and an Anterior Approach. Clin Orthop Relat Res [27] VERHAVEN E, HUYLEBROEK J, VAN NIEUWENHUYSEN W, VAN OVERSCHEL-
1996, 322 : 116-119. DE J. Surgical Treatement Of Acute Biceps Tendon Ruptures With
[19] LOGAN PM, JANZEN DL, CONNELL DG. Tear Of The Distal Biceps A Suture Anchor. Acta Orthop Belgica 1993, 59 : 426-429.
Tendon Presenting as an Antecubital Mass : Magnetic Resonance [28] VISURI T, LINDHOLM H. Bilateral Distal Biceps Tendon Avulsions
Imaging Appearances. Can Assoc Radiol J 1996, 47 : 342-346. With Use Of Anabolic Steroids. Med Sci Sports Exerc 1994, 26 :
[20] LOUIS DS, HANKIN FM, ECKENRODE JF, Smith PA, Wojtys EM. Dis- 941-944.
tal Biceps Brachii Tendon Avulsion : A Simplified Method Of Ope- [29] WAGNER CJ. Desinsertion Of The Biceps Brachii. Am J Surg 1956,
rative Repair. Am J Sport Med 1986, 14 : 234-236. 91 : 647-650.
[21] MARTENS C. Surgical Treatment Of Distal Biceps Tendon Ruptu-
res Results Of A Multicentric Bota-Study And Review Of The Lite-
rature. Acta Orthop Belgica 1997, 63 : 251-255.
La reparación del tendón del tríceps está indicada en las ro- PLANIFICACIÓN PREOPERATORIA
turas agudas cuando el paciente presenta un déficit de la ex-
tensión activa del codo, fatiga, dolor y cuando requiere una
fuerza de extensión normal. También está indicada cuando per- La indicación de reparar un arrancamiento del tendón del trí-
siste un déficit de extensión activa a pesar de varias semanas ceps suele encontrarse, en la mayoría de los casos, en culturis-
de tratamiento conservador. Existen pocas contraindicaciones si tas o en pacientes varones mayores de 40 años o, al contrario,
el paciente está sintomático y si se confirma el diagnóstico. En en pacientes debilitados. El lado dominante se afecta en un
las lesiones crónicas, la indicación de reconstrucción quirúrgica 33% de los casos, y en el 80% de las ocasiones persiste una
dependerá de la repercusión sobre la función, en especial en extensión activa residual. La palpación suele encontrar un de-
las actividades de la vida cotidiana, sin que se haya producido fecto central en la inserción olecraniana del tríceps. En todos
191
Codo
Bibliografía
[13] FALCHOOK FS, ZLATKIN MB, ERBACHER GE et al. Rupture of the Dis- [22] MEHERIN JH, KILGORE BS. The Treatment Of Rupture Of The Dis-
tal Biceps Tendon : Evaluation with MRI. Radiology 1994, 190 : tal Biceps Brachii Tendon. Am J Surg 1960, 99 : 636-640.
659-653. [23] MORREY BF, ASKEW LJ, AN KN, DOBYNS JH. Rupture Of The Dis-
[14] GENNARI JM, MERROT T, RIPOLL B, BERGOUIN M. Traitement chirur- tal Tendon Of The Biceps Brachii. J Bone Joint Surg 1985, 67-A :
gical des ruptures du tendon distal du biceps brachial. À propos 418-421.
de 6 observations. Rev Chir Orthop 1995, 81 : 173-177. [24] NORMAN WH. Repair Of Avulsion Of Insertion Of Biceps Brachii
[15] HANG DW, BACH BR, BOJCHUK J. Repair of Chronic Distal Biceps Tendon. Clin Orthop Relat Res 1985, 193 : 189-194.
Brachii Tendon Rupture Using Free Autogenous Semitendinous [25] SANCHEZ-SOTELO J, MORREY BF, ADAMS RA, O’DRISCOLL SW. Recons-
Tendon. Clin Orthop 1996, 323 : 188-191. truction of chronic ruptures of the distal biceps tendon with use
[16] HOVELIUS L, JOSEFSSON G. Rupture of the Distal Biceps Tendon. of an achilles tendon allogragft. J Bone Joint Surg 2002, 84-A :
Acta Orthop Scand 1977, 48 : 280-282. 999-1005.
[17] LE HUEC JC, MOINART M, LIQUOIS F et al. Distal Rupture Of The [26] SEILER JG, PARKER LM, CHAMBERLAND PD et al. The Distal Biceps
Tendon Of Biceps Brachii : Evaluation by MRI and the Results of Tendon. 2 Potential Mechanisms Involved In Its Rupture : Arte-
Repair. J Bone Joint Surg 1996, 78-B : 767-770. rial Supply And Mechanical Impingement. J Shoulder Elbow Surg
[18] LINTNER S. FISCHER T. Repair of the Distal Biceps Tendon Using 1995, 4 : 149-156.
Suture Anchors and an Anterior Approach. Clin Orthop Relat Res [27] VERHAVEN E, HUYLEBROEK J, VAN NIEUWENHUYSEN W, VAN OVERSCHEL-
1996, 322 : 116-119. DE J. Surgical Treatement Of Acute Biceps Tendon Ruptures With
[19] LOGAN PM, JANZEN DL, CONNELL DG. Tear Of The Distal Biceps A Suture Anchor. Acta Orthop Belgica 1993, 59 : 426-429.
Tendon Presenting as an Antecubital Mass : Magnetic Resonance [28] VISURI T, LINDHOLM H. Bilateral Distal Biceps Tendon Avulsions
Imaging Appearances. Can Assoc Radiol J 1996, 47 : 342-346. With Use Of Anabolic Steroids. Med Sci Sports Exerc 1994, 26 :
[20] LOUIS DS, HANKIN FM, ECKENRODE JF, Smith PA, Wojtys EM. Dis- 941-944.
tal Biceps Brachii Tendon Avulsion : A Simplified Method Of Ope- [29] WAGNER CJ. Desinsertion Of The Biceps Brachii. Am J Surg 1956,
rative Repair. Am J Sport Med 1986, 14 : 234-236. 91 : 647-650.
[21] MARTENS C. Surgical Treatment Of Distal Biceps Tendon Ruptu-
res Results Of A Multicentric Bota-Study And Review Of The Lite-
rature. Acta Orthop Belgica 1997, 63 : 251-255.
La reparación del tendón del tríceps está indicada en las ro- PLANIFICACIÓN PREOPERATORIA
turas agudas cuando el paciente presenta un déficit de la ex-
tensión activa del codo, fatiga, dolor y cuando requiere una
fuerza de extensión normal. También está indicada cuando per- La indicación de reparar un arrancamiento del tendón del trí-
siste un déficit de extensión activa a pesar de varias semanas ceps suele encontrarse, en la mayoría de los casos, en culturis-
de tratamiento conservador. Existen pocas contraindicaciones si tas o en pacientes varones mayores de 40 años o, al contrario,
el paciente está sintomático y si se confirma el diagnóstico. En en pacientes debilitados. El lado dominante se afecta en un
las lesiones crónicas, la indicación de reconstrucción quirúrgica 33% de los casos, y en el 80% de las ocasiones persiste una
dependerá de la repercusión sobre la función, en especial en extensión activa residual. La palpación suele encontrar un de-
las actividades de la vida cotidiana, sin que se haya producido fecto central en la inserción olecraniana del tríceps. En todos
192
LESIONES DE LAS PARTES BLANDAS
Técnica de reinserción
Se realizan dos orificios transóseos en cruz con un motor y
una fresa de 2 mm en el olécranon (fig. 9.23).
9.24 Sutura del tríceps sobre el olécranon mediante hilo no reabsorbible (utilizada con permiso de la Mayo Foundation).
loca una ortesis posterior durante 15 días. Tras quitar los pun-
tos cutáneos se permite realizar una movilización pasiva del
codo, sin sobrepasar los 90° de flexión. El 30.º día postopera-
El intervalo de Kocher, entre el extensor cubital del carpo y
torio el paciente puede superar de forma progresiva los 90°.
el ancóneo, se abre. El ancóneo se moviliza de la cara lateral
La extensión se efectúa de forma pasiva, sólo por el efecto de
del cúbito. De forma ideal, se conservan su inserción distal y la
la gravedad. El 45.º día postoperatorio puede realizarse la fle-
inserción proximal de su fascia en el tríceps. A continuación el
xión y la extensión activa. La 10.ª semana se permite que el
músculo se traslada en sentido medial (fig. 9.25).
paciente realice la mayor parte de sus actividades cotidianas,
Se realizan dos orificios transóseos en cruz en la parte proxi-
sin movimientos de extensión contra resistencia. El 3.er mes, si
mal del cúbito con una broca de 2 mm. Con el codo a 30º de
no hay dolor, el paciente puede realizar todas sus actividades
flexión se emplea un hilo de sutura no reabsorbible trenzado
cotidianas. Por último, tras este período puede permitirse una
del n.º 5 para suturar el ancóneo trasladado al tríceps y al olé-
actividad normal.
cranon. Se utilizan suturas suplementarias si es necesario, y se
cierra el defecto tricipital (fig. 9.26).
En caso de defecto grave el ancóneo es insuficiente para re-
llenar la pérdida de sustancia, y puede ser necesario un aloin-
jerto. Morrey ha descrito una técnica de reinserción que em-
plea un aloinjerto de tendón de Aquiles. Se realiza una osteotomía
en V en el olécranon y la inserción calcánea del tendón de Aqui-
194
LESIONES DE LAS PARTES BLANDAS
a b
9.25 En caso de rotura antigua del tríceps con pérdida de sustancia (a), puede liberarse y movilizarse el ancóneo (b).
Ancóneo
a
les se moldea del mismo modo, sin debilitar la inserción de 9.27 Atornillado de la parte ósea del aloinjerto sobre el
éste. El fragmento calcáneo se coloca a nivel de la osteotomía
olécranon (a) y sutura de la parte tendinosa del
olecraniana y después se fija con un tornillo AO esponjoso de tendón de Aquiles nativo (b) (utilizada con permiso
4,5 mm, de rosca larga y con arandela. de la Mayo Foundation).
Se realizan dos orificios transóseos en cruz a nivel del cúbito
proximal con una broca de 2 mm para solidarizar las suturas
del aloinjerto tendinoso al cúbito. El tríceps se moviliza a con-
tinuación y se libera para lograr una excursión máxima. La par-
te central tendinosa de este músculo se sutura de forma trans-
195
Codo
■ Técnica quirúrgica
Lesión aguda del ligamento colateral radial 1
2
Incisión
3
Su longitud es de unos 10 cm y pasa entre el epicóndilo y el
olécranon.
4
Intervalo de Kocher
9.28 Intervalo de Kocher entre el extensor radial largo
Tras exponer la fascia muscular, se realiza una incisión longi- del carpo y el extensor común de los dedos por
tudinal del epicóndilo lateral hacia la separación entre el ancó- delante y el ancóneo por detrás (utilizada con
neo y el extensor cubital del carpo (fig. 9.28). permiso de la Mayo Foundation). Tríceps (1).
Epicóndilo lateral (2). Ancóneo (3). Extensor
cubital del carpo (4). Origen extensor común (5).
Abordaje del ligamento colateral radial Extensor radial largo del carpo (6).
2
3
9.30 Reinserción directa del ligamento colateral radial
sobre el epicóndilo (utilizada con permiso de la
Mayo Foundation). 9.31 Incisión de los flexores y abordaje del ligamento
colateral cubital (utilizada con permiso de la Mayo
Foundation). Cápsula articular y fascículo anterior
del LCC (1). Epicóndilo medial (2). Flexores
reclinados (3).
Fase humeral
9.33 Realización de un túnel óseo en la parte lateral del
Uno de los extremos del hilo se sitúa a nivel del epicóndilo
cúbito, a nivel de la cresta del músculo supinador
lateral y se mantiene con una pinza de hemostasia (fig. 9.34). (utilizada con permiso de la Mayo Foundation).
A continuación se busca el punto isométrico realizando movi-
mientos de flexoextensión del codo y verificando la ausencia
de pérdida de la tensión del hilo. Dicho punto isométrico sue-
le ser más anterior de lo que puede creerse. Entonces se reali-
za un orificio con una broca de 3,2 mm a nivel de ese punto
y otros dos por detrás de él, tras lo que se unen los orificios
entre sí. Debe existir una distancia mínima de 1 cm entre ellos
(fig. 9.35).
Fase capsular
4
La parte anterior de la cápsula se sutura por detrás del tras- 3
plante para protegerlo de las fricciones sobre el cóndilo hume-
ral, con un efecto de plicatura a fin de limitar la hiperextensión 5
del codo. 2
1
Cierre
El cierre del plano tendinomuscular se realiza con hilo reab-
sorbible y la piel se sutura en dos planos sobre un redón de 9.35 Realización de los túneles óseos a partir del punto
vacío, con el codo siempre en flexión y en pronación isométrico sobre el epicóndilo lateral (utilizada con
máximas. permiso de la Mayo Foundation).
200
LESIONES DE LAS PARTES BLANDAS
Postoperatorio
Inestabilidad en valgo
Incisión – Nervio cubital – Exposición del LCC
Estas fases son idénticas a las descritas para el abordaje de
una rotura aguda del LCC (fig. 9.38).
1
2
3 4
Fase cubital
Una vez identificado el ligamento, se incide en sentido lon-
gitudinal para inspeccionar la articulación y para eliminar una
lesión interligamentosa. Se expone la cara medial del cúbito.
Se realizan dos orificios convergentes separados 1 cm con una
9.37 Variante técnica: las dos hebras del trasplante se broca de 3,2 mm, en el tubérculo sobre el borde medial del
introducen a nivel del punto isométrico y se anudan cúbito. También puede hacerse un solo orificio con una broca
por detrás de la columna lateral (utilizada con de 5 mm, en posición distal a 5 mm respecto a la interlínea hú-
permiso de la Mayo Foundation). mero-cubital si se decide colocar un tornillo de interferencia. Al
igual que en la parte lateral, se busca el punto isométrico a ni-
201
Codo
vel del epicóndilo medial con un hilo de sutura que se pasa por Paso y fijación del trasplante
este túnel (fig. 9.39).
Se pasa un hilo de sutura a nivel de uno de los extremos del
trasplante tendinoso obtenido, ya sea del palmar largo o
Fase humeral del plantar. Se emplea un hilo metálico para hacer pasar el ten-
Una vez identificado el punto isométrico en el epicóndilo me- dón a nivel de los túneles óseos según una forma «de ocho»
dial, se realiza un orificio de 4,5 mm a nivel de este punto y (fig. 9.41). Con el codo flexionado a 45º y el antebrazo en po-
se hacen dos túneles óseos de dirección anterosuperior. El ner- sición neutra, se tensa el injerto y se sutura sobre sí mismo
vio cubital se protege. (fig. 9.42). A continuación se moviliza el codo en flexoexten-
sión para verificar la isometría de la plastia y asegurarse de la
ausencia de fricción sobre la articulación. Se aplica un ligero
valgo a 45º de flexión para evaluar la estabilidad: una liga-
mentoplastia con la tensión adecuada debe impedir cualquier
Debe prestarse una atención especial para no traspasar la cor- abertura del compartimento medial del codo.
tical posterior, a fin de no lesionar el nervio cubital (fig. 9.40). Si se utiliza un tornillo de interferencia a nivel del cúbito, se
coloca en un primer tiempo y después se pasan las dos hebras
del trasplante a nivel del punto isométrico sobre el epicóndilo
medial, para volver a salir por los dos orificios proximales.
A continuación se anudan las dos hebras por detrás de la co-
lumna medial, con el codo flexionado a 45º y el antebrazo en
posición neutra. También puede emplearse un segundo torni-
llo de interferencia a nivel humeral (fig. 9.43).
Cierre
El plano tendinomuscular se cierra y el nervio cubital no se
traspone si no existían síntomas de forma preoperatoria. La piel
se cierra en dos planos sobre un redón de vacío, con el codo
siempre en flexión y en posición neutra.
Postoperatorio
Bibliografía
[1] AHMAD CS, LEE TQ, ELATTRACHE NS. Biomechanical evaluation of [10] INOUE G, KUWAHATA Y. Surgical repair of traumatic medial dis-
the new ulnar collateral ligament reconstruction technique with ruption of the elbow in competitive athletes. Br J Sports Med
interference screw fixation. Am J Sports Med 2003, 31 : 332-337. 1995, 29 : 139-142.
[2] AZAR FM et al. Operative treatment of ulnar collateral ligament [11] MANSAT P. Instabilité post-traumatique du coude de l’adulte.
injuries of the elbow in athletes. Am J Sports Med 2000, 28 : 16- Conférence d’Enseignement 2002. Expansion scientifique française,
23. n° 79, Paris, 2002 : 141-161.
[3] BÉGUÉ T. Luxations de coude. Encycl Méd Chir, Appareil Locomo- [12] MORREY BF, O’DRISCOLL SW. Lateral collateral ligament injury.
teur : 14-042-A-10, 1998. In : MORREY BF. The Elbow and Its Disorders. 3d edition, WB Saun-
[4] CARRINO JA et al. Noncontrast MR imaging and MR arthrography der Company, 2000 : 556-562.
of the ulnar collateral ligament of the elbow: prospective evalua- [13] NESTOR BJ et al. Ligamentous reconstruction for posterolateral
tion of two-dimensional pulse sequences for detection of comple- rotatory instability of the elbow. J Bone Joint Surg Am 1992, 74 :
te tears. Skeletal Radiol 2001, 30 : 625-632. 1235-1241.
[5] CICCOTTI MG et al. MCL instability and ulnar neuritis in the athle- [14] RONGIÈRES M et al. Functional anatomy of the medial ligamen-
te’s elbow. Instr Course Lect 1999, 48 : 383-391. tous complex of the elbow. Its role in anterior posterior instabi-
[6] COHEN MS, HASTINGS H. Rotatory instability of the elbow. J Bone lity. Surg Radiol Anat 2001, 23 : 1-5.
Joint Surg Am 1997, 79 : 225-233. [15] THOMPSON WH et al. Ulnar collateral ligament reconstruction in
[7] DUNNING CE et al. Ligamentous stabilizers against posterolateral athletes : Muscle-splitting approach without transposition of the
rotatory instability of the elbow. J Bone Joint Surg Am 2001, 83 : ulnar nerve. J Shoulder Elbow Surg 2000, 10 : 152-157.
1823-1828. [16] TIMMERMAN LA et al. Preoperative evaluation of the ulnar colla-
[8] EYGENDAAL D et al. Posterolateral dislocation of the elbow joint. J teral ligament by magnetic resonance imaging and computed to-
Bone Joint Surg Am 2000, 82 : 555-560. mography arthrography. Evaluation in 25 baseball players with
[9] HANNOUCHE D, BÉGUÉ T. Functional anatomy of the lateral colla- surgical confirmation. Am J Sports Med 1994, 22 : 26-32.
teral ligament complex of the elbow. Surg Radiol Anat 1999, 21 :
187-191.
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.