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Del fogón a la

cocina
económica
Al igual que sucede con otros ámbitos de nuestra
vida cotidiana, en la evolución de la cocina a través
del tiempo se entrelazan el desarrollo de la técnica
y los cambios en los comportamientos, modas y costumbres.
Para llegar a la “cocina moderna” que conocieron
nuestras amas de casa hacia 1930 se recorrió un
largo camino. Desde la amplísima cocina con fogón
de la época colonial hasta la cocina como “espacio
eficiente” y sinónimo de racionalización de los
procesos domésticos de la década del `30, pasaron
más de cien años y distintas fuentes de calor: leña,
carbón, querosén, electricidad, gas...
A fines del siglo XIX, era común que en las casas
existiera una mesada conocida popularmente como
“fogón”, de material y generalmente revestida con
azulejos blanquecinos. Tenía un hueco en su parte
superior, con una hornalla de hierro fundido de
quita y pon con caladuras en su base que formaban
una rejilla por la que caía la ceniza. En el frente de
la mesada, una boca comunicaba con el hueco de
la hornalla, favoreciendo la circulación del aire. Su
condición móvil permitía sacar la hornalla al patio,
hasta que el carbón o leña hiciera brasa, y de esta
manera evitar mayores humos en la cocina. 1 Aún
así, como podemos imaginarnos, encender el fogón
no era una tarea fácil.
A partir de los últimos años del siglo XIX, las cocinas
de hierro fundido a carbón o leña -popularmente
conocidas como “cocinas económicas”- comenzaron
a reemplazar a los fogones, aunque la vigencia de
estos últimos se prolongó hasta la década de 1930,
coexistiendo con las cocinas más modernas, especialmente
en las barriadas de los suburbios y en el
campo.
Ya a principios del siglo XX el uso de la cocina
1 Nario, Hugo. “Hornillas y braseritos de carbón”. En: La Nación. 100 años de vida cotidiana. El diario
íntimo de un país. Buenos Aires. Ed.: Autor.
S/f. Pag. 5.

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