Madriñán De La Torre considera que la diferencia sustancial entre costumbre y
uso radica en que “la costumbre tiene por objeto servir de medio de expresión a una norma jurídica” y que “El uso –de acuerdo con Geny- se dirige a revelar el pensamiento de los autores del acto jurídico, constituye un elemento de la situación de hecho, particular y concreta y por consiguiente debe estimárselo como fuente de derecho en sentido subjetivo, como manifestación de voluntad de los particulares enderezada a crear, modificar o extinguir situaciones concretas y particulares”.
“Si nos colocamos en el terreno estrictamente jurídico, podremos establecer
quela costumbre se diferencia de los usos en que aquella tiene fuerza obligatoria incondicional, no condicional. Por otra parte, la costumbre puede ser considerada como norma dispositiva allí donde la ley hace referencia a ella, allí donde la ley deja un vacío, … Los usos sociales, a diferencia de la costumbre, son tenidos únicamente como prácticas o, para mejor expresarnos, como puros elementos de hecho con cierta validez. Sirven únicamente al legislador y al Juez para puntualizar el contenido de un determinado derecho. En conclusión: los usos como la costumbre tiene características propias. En una gradación de las fuentes ocuparían distinto rango”. (Julio Ayasta Gonzalez)
“Usos bancarios y la costumbre
La enorme importancia histórica de la costumbre en la creación del Derecho mercantil, y el lugar que los usos del comercio ocupan en la jerarquía de fuentes prevista en el artículo 2 de nuestro Código de Comercio, destacan todavía más en derecho contractual bancario a causa de la escasez de disposiciones legales en esta materia. La formación de los usos bancarios deriva, unas veces, de prácticas profesionales que dominan tácitamente la conclusión de los contratos bancarios, de tal suerte que, ante el silencio de los contratantes, debe entenderse que estos han querido seguir tales prácticas; funciona el uso en estas ocasiones como medio de interpretación, completando la declaración de voluntad, oscura, insuficiente o defectuosa y, en tal sentido, en cuanto presuponen una voluntad contractual, los usos prevalecen sobre las leyes que tengan carácter dispositivo. Otras veces, los usos se condensan en las condiciones generales elaboradas unilateralmente por los bancos, caracterizándose en este caso por estar inspirados en los intereses particulares del banco o grupo de bancos que las redactaron, sin que ello obste a la validez del uso”. (Juan José Blossiers Mazzini)
Se trata de dos términos prácticamente sinónimos. “La discusión sobre la
diferencia entre estos dos conceptos ha sido tan largo como inútil y en ella cada autor propone planteamientos que, en su mayor parte, apenas contribuyen a oscurecer o borrar la distinción”. (Gabino Pinzón)