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JUAN FRIEDE, FUENTES DOCUMENTALES PARA LA HISTORIA DEL NUEVO REINO DE GRANADA DESDE LA INSTALACION DE LA REAL AUDIENCIA EN SANTAFE Tomo III 1556 — 1559 BIBLIOTECA ®) BANCO POPULAR VOLUMEN 91 Bogots-1975 PROLOGO BL presente tomo abarea ta documentacién de tos afios 1556 hasta 1559, Durante esta época la Real Audiencia siguié acéfala ‘mientras se agudizaban las desaveniencias entre los cido- ves Bricerio y Montano y se acumulaban acusaciones contra el tiitimo. Se le imputada de tratar de deshacerse de sus Bienes al tener noticias del nombramiento det doctor Arbizo a la presidencia, recoger dineros enviados juera del pats y sefalar apresuradamente encomiendas a sus familiares y amigos, sin preocuparse de los dere- chos preferenciales que a ellos tenian los conguistadores, Para solucionar ta conflictiva situacién et Consejo dv Indias resuelve, tardiamente, el envio de nuevos oidores—) ‘Se nombr6 al licenciado Alonso de Grajeda, anterior- mente oldor dé Santo Domingo, y al Wcenciado Tomés Lopez, anteriormente oldor de ‘Guatemala, Se tes en- cargé tomar residencta a los otdores, icenciados Bricefio \_} y Montafio, Asimismo ascendié poco después al cargo de oldor, el fiscal Juan de Maldonado quien por sus pasa- das dctuaciones como juez de residencia en Cartagena, ya habia atraido contra si el odio de una buena parte de la vecindad. Al aito siguiente se nombro desde Espana ! licenciado Melehor de Arteaga y Iuego al doctor San- Hiago, este tiltimo ahogado en la travesta, A su Wegada a Cartagena el ticenciado Grajeda reci- bid noticias sobre 1a muerte de doscientos espaiioles a ‘manos de los indios panches (Tocaima), para cuya pa~ cificacién salid con un ejército el capitan Ascencio de Salinas. Prosiguiendo el viaje, rio Magdalena arriba, Grajeda ocupo su puesto en Id Audiencia ¢ instauro eb juicto de residencia contra el licenciado Briceio, Le en- contré culpable de 129 cargos, ante todo del tiempo que habia permanecido en Popayén y le ordend viajar a IMPRESO EN COLOMBIA EDITORIAL. ANDES-BOGOTA 1 Espaiia para presentarse en el Consejo de Indias; pese a ta Real cédula que ordenaba que solo por causas gra~ ves fuese destituido. Varias quejas elevd Bricefio al Con- sejo contra esa sentencia que considerd injusta y parcial. Pero, al fin se embared para Espatia, Nevando consigo las actas del proceso. Ellicenciado Grajeda tom6 también restdencia al otdor, Juan de Montafio, Contra ese oidor, odiado por toda ta vecindad y especialmente por su compaitero, oldor Bri- cefio, instaura un proceso que culmina con ta denuncia de haberse querido rebelar contra 1a Corona, recoger dinero y huir hacia Bl Dorado (Amazonas). Consultados el obispo Juan de Barrios, el licenciado Tomas Lopes y los mds prestantes miembros de la vecindad, todos ad~ versos al odor, se le apresa y se le envia con su proceso a Bspaita en calidad de reo de alta traicion. A sus her- manos y familiares se les retiran las encomiendas, to que no carece de dificultades, por haber sido vendidas de antemano. La posicion algo diferente de tos demas oidores que regian hasta entonces el Nuevo Reino, ocups en ta. Audiencia el licenciado Tomas Lépex quien parecio ser imbuido en buena parte de los principios por ios cuales ‘abogaba fray Bartolomé de las Casas. Aunque después de algunas vacilaciones sobre 1a culpabilidad del licen- ciado Montano convino en el envio de este a Espana, su principal preocupacion era la sitwacion desesperante de la poblacién indigena, En largas, muchas veces repeti- das cartas al Consejo describia las “costumbres piiblicas corruptisimas” que imperaban en el Nuevo Reino, la in- humana eaplotacién de los indios, Ia ocupacién de sus tierras, su descenso demografico y la nula obra en su conversion a la fe cristiana. Basdndose en su larga ex- periencia en Guatemala, propone varias reformas como la sujecion de Venezuela, Riohacha y Cabo de la Vela a la Audiencia de Santafé y el establecimiento de un arzo- bispado en Santafé y como sufragdneas las provincias de Santa Marta, Cartagena, Venezuela, Popaydn y Quito. Suglere 1a renovacién total det equipo de fraites y cléri- 908 y Una Inmigracién selectiva y controlada de espaiio- ies. Condena ta expedicion de Salinas contra los panches y como método de pacificar a los muzos, aconseja Ia fundacién en sus tierras de un pueblo de espaiioles y un trato benévolo a ta poblacion nativa. 8 Ya en visperas de su regreso a Espafta en 1559, Tomas Lopez ofrece reformas muy radicales, Debiera fundarse luna Audiencia en Quito que tuviere jurisdiccion desde Cali “para arriba” (et sur), y que ta Audiencta de San- iafé se passe a Tunja, lugar desde donde podria gover- narse tanto Santafé como todo el territorio desde Carta go hasta Cartagena. Propone dividir el territorio en tres “adjudicaturias y alealdtas mayores”: una comprende- ria Neiva, Timand y San Sebastian de La Plata; otra, Cartago, Anserma, Caramanta, Arma y Antioquia; y Ia otra, Cali, Popaydn, Almaguer, Madrigal y Pasto. En su tltima extensa carta que escribiera antes de ausentarse a Bspaiia, considera que el problema de ma- yor gravedad para tos indios es la protiferacién de los pueblos espaiioles: once pueblos excluyendo a Pasto y Popaydn. Todos esos pueblos de espaitoles tienen como linico recurso la explotacion de tos indios. Propone unir Timand y La Plata en un solo puedlo, lo mismo que Cali y Buga, ¢ igualmente, Cartago, Anserma, Caramanta y Arma, La residencia que tomé en Cartagena et fiscal, doctor Juan de Maldonado, al adelantado Pedro de Heredia y sus oficiales no dejé de ocasionar acusactones de haberse extralimitado en sus funciones. La muerte de Heredia no impidio a su hijo, Antonio de Heredia, y a otros veci- nos de viajar a Saniafé para quejarse de Maldonado, Se ordend a este de trasladarse a Cartagena, para rendir cuentas de sus actuaciones al nuevo juez de residencia nombrado por los oidores. Este era Gonzalo Jiménea de Quesada, mariseal del Reino, quien después de ofrecer alguna resistencia emprendié su viaje a Cartagena en calidad de juez de residencia y gobernador interino. Ji- ménez encontro culpables a Maldonado y a otros, siendo «la postre recusado por aguel de haberse extralimitado en sus poderes. Se permitié a Maldonado regresar a San- tayé, pero las actas de su proceso fueron enviadas por Jiménez at Consejo de Indias en Espatia, Ese fue el ori- gen ae la permanente enemistad entre tos dos perso- najes. Fue una sorpresa desagradable cuando aquel fiscal, odiado por muchos, fue nombrado oidor de la Reat Audiencia, Ciertamente, desde el primer momento Mal- donado encontré pocas’ simpatias tanto entre sus com- 9 patleros en la Audiencia como entre los demas vecinos. De ahi que no tardaron en producirse serias desavenen- cias entre él y los demds oidores, acrecenténdose tas quejas de la vecindad contra esa Audiencia cuya autori- dad se consumia en rencillas personales. De ahi las or- denes reales restringiendo su autoridad. Se ordend que cuando se tratase en la Audiencia un asunto concernien- te a un oidor, este se saliese de la sala de ta Audiencta. Se prohibié a los oidores tomar ta residencta a los go- dernadores pucs esto incumbia al designado por el Con- seo; se ordend que los pleitos en segunda instancia vayan directamente al Consejo y que ningtin miembro de la Audiencia se entrometiese en asuntos correspon~ dientes a los oficiates reales. Como gobernador de Cartagena fue nombrado Juan de Bustos, Se le ordené tomar residencia a los oficiales ya las justicias que actuaron durante et “desgobierno” existente en Cartagena. Se le mandé apresar y enviar a Espafia con su proceso, secuestrando sus bienes, al capi- tan Luis de Manjarrés —quien durante ya muchos afios gobernaba de facto en Santa Marta—, acusado de haber cometido crueldades contra los indios. Se pedia insisten- temente tanto por los oidores, los oficiales reales y 1a ve- cindad, la designacién de un presidente para la Audien- cia, Incluso aparece la sugerencia —no aceptada— de ‘que la sede de esta fuese pasada a Popaydn, por.ser su ubicacién mds central que la de Santajé, 1a cual ade- ‘mas, poseta ricas minas de oro. Una y otra vez se pidié también Ia ewpulsin de los “peruleros”, elemento in- quieto y dullicioso. Mencién aparte merece el extenso informe que rindid Francisco de Belaicdzar, hijo del difunto gobernador de Popaydn, Sebastidn de Belalcdzar, sobre la vida, con- quistas y servicios prestados a 1a Corona por su padre, bien para defenderlo de los cargos que se ie hicieron en su Juicto de residencta o bien para contribuir al esfuerzo general de 1a época de lograr ta revocacién de las Nuevas Leyes que prohibian nuevas conquistas, La_ola inmigratoria cada vez mds creciente de los espafioles al Nuevo Mundo produca una considerable presién sobre la Corona, con el fin de levantar ta pro- hibicion de nuevas conquistas y descubrimientos. Para lograrto se pretendia a veces ta delicosidad de tos indies, 10 disfrazando las expediciones en pacificaciones. Otras veces se sostenia que las expediciones se dirigian a tie- rras ya descubiertas y que por una u otra razén no ha~ bian sido pobladas. Los vecinos de Santajé hactan pro banzas sobre la necesidad de permitir nuevas conquistas. Setialaban como objetivo las Sierras Nevadas (Cordillera Central), ef Pancens, el vatte de ta Plata, el territorio de Tos miizos, de las Amazonas, rio Saldaiia y otras tierras “ya vistas”. Los vecinos de Santa Marta pedian insisten- temente el permiso de poblar cludades entre tos taironas AL comunicar a Felipe II las festividades celebradas con ‘dcasion de su advenimiento al trono, tos vecinos mds prestantes de Santafé pedian permiso para nuevos des- Cubrimientos, Insistian sobre la experiencia que ya ha~ bian adguirido para ello y ta necesidad de ocupar at gran niimero de espatioles ociosos que inundaban tas ciuda- des ya fundadas, Debido a esta situacién el Consejo de Indias, mediante una provision Real, levanto en 1558 tal prohibicién, dan- do a la Real Audiencia el poder de otorgar licencias para nuevos descubrimientos. Al afio siguiente se expidié una ‘minuciosa instrucetén al respecto. En ella se enumeran detalladamente las condiciones y reglas que debian ob- servar los espafioles en Ia fundacion de los nuevos pue- bios y en sus relaciones con 1a poblacion terrigena, En esta época fue reedificada Ia ciudad de San Se- bastidn de ta Plata destruida por Alvaro de Oyon y Giraldo Git Estupiiidn funds a Buga, intituldndota La Nueva Ciudad de Jerez, con un gasto, como dectaraba, de ocho mil pesos, Siguio ta rebelin de los indios, la pa~ cificacion de los cuales fue encargada al capitén Alonso de Fuenmayor, hadlendo jracusado en ella et propio /undador. B1 capitan Ascencio de Salinas quien habla satido de Santafé con el pretexto de pacificar a los panches (To- sm. caima), atravesé el Magdalena y fundé ta ciudad de Gp Vitoria. El capitan Juan Rodriguez Alvarez se dirigié al norte y funds a Mérida y et capitan Juan Maldonado siguié ‘adelante en busea de “tlerras ricas”. Bajo. ta presion demografica y de ta continua inmigractén espa- fiola aparece ta leyenda de espafioles perdidos en el rio Maraén (Amazonas), sobre cuya existencia se hacen probanzas con el fin de lograr permiso para expedicio- ; nes a tierras desconocidas, situadas detrés de 1a Cordi- Hera Oriental. Todas esas conquistas se hacian sin apoyo estatat y con jondos de particwlares; aunque indirectamente era la Corona quien tas financiaba, como se deduce de las quejas levantadas por tos oficiales reales sobre las gran- des sumas que los vecinos adeudaban a ta caja Real. Y son los indios, alistados por fuerza como cargadores, guias y tropas de choque, los que se sacrifican para ha- cer posibles las proezas de Tos conquistadores. Si la administracién interna del Nuevo Reino dejaba mucho que desear, Ia economia del pais iba desarrollan- dose a pasos lentos pero firmes. La licencia otorgada a lun vecino para construir un molino de viento y produeir harina demuestra que la agricultura europea se estaba afincando, Asimismo progresaba el comercio, De ahi que Ja vecindad de Santafé insistia en su peticin, ya recha- 2ada, de devaluar el medio circulante igualando un peso de oro de 20 quilates a 450 maravedis, que era el valor de un peso de oro 22 y medio quilates, Ofrecian flanzas para el caso de que la Corona no aceptase esta medida inflacionaria, Ciertamente, el auge del comercio interior demandaba wna unidad monetaria mas baja que el peso de oro que corria en Espatia,\BI objetivo era fomentar el progreso econémico de ta colonia y contrarrestar 1a no- civa influencia que ocasionaba la continua exportacion de oro a Espaita dejando al Nuevo Reino con un tnsufi-_ ciente medio de cambio que la incipiente mineria no pudo compensar. Por supuesto, al descubrirse nuevas y ricas minas de plata en San Sebastian de ta Plata la Corona resuelve, con et fin de fomentar la mineria, re~_ dajar et tmpuesto det quinto (20%) al diezmo (10%), aumentando este titimo progresivamente hasta Wegar al quinto. Bien por haberlo sugerido el obispo Juan del Valle (véase tomo II) 0 bien por Ia demanda de ta vecindad quejdndose de ta falta de numerario, aparece una Real cédula dirigida a ta Audiencta ordenando informe si con- vendria la fundacién de una Casa de Moneda en Santafé para acuitar una moneda de vellén o plata que facilita~ Pa el comercio interior. | Para complementar ta descripcién econdmica del Rei- no sefialaremos que la explotacién de 1a sal seguta efec- 1 | tudndose rudimentariamente (evaporacién de agua sa- Tada) por los indios en tas antiguas minas de Zipaquird, Nemocén y Tausa, como to informa la Real Audiencia, indicando que los indios pagaban con dicha sal el tribu- to @ su cacique. Cartagena estaba convirtiéndose en un puerto tmpor- tante. Debido a as distancias y dificultad de proveerse det interior det pats con ganado caballar, ovejuno y por- cino se eximis @ ta cludad del impuesto del almojarifazgo sobre la importactén de estos elementos desde afuera. Progresaban tos ingenios de aztiear. Se oyen quejas de Jos indios de que tales ingenios ocupan sus tierras, obli- gandolos ademas a trabajartos. El Consejo de Indias pi- dio informe sobre la veracidad de ta acusacién; pero en todo favorecta et establecimiento de tos ingenios. A Jor- ge de Quintanilla se le concedié un préstamo de tres mit pesos de la caja Real para ensanchar sus ingenios de azicar. Tanto Cartagena como Santa Marta pedian licencia para Ia construecion de fortalezas. El governador de Pa- nqmd, Rafael de Figuerola, de paso por Santa Marta, aboga ante el Consejo de Indias por la utilidad de tai fortaleza. La peticién de Cartagena paso, por orden det Consejo, at estudio de la Audiencia, Santa Marta, puerto que sujria continuos ataques de corsarios franceses y de ios indios belicosos de la region, no tuvo igual swerte; ni tampoco fue atendida su peticién de convertirse en el principal centro det comercio maritimo; aunque su ve~ cindad recibié una merced de mil ducados destinados a la reconstruccion de la ciudad, casi destruida por las continuas depredaciones de los piratas, Un ataque de corsarios a Cartagena acaecido en 1559 en el cual Ia ciu- dad sufrio serios da‘tos, se atribuyd al descuido de su gobernador Juan de Bustos. El contrabando ya se habia arraigado en los puertos | de Santa Marta y Cartagena, tanto por Ia presion de los corsarios que, at ocupar un puerto, abligaban a la vecin- | dad a comprar sus mercancias, como también por medios fraudulentos. Un juez de cuentas se ocupaba de la su- basta de mercancias tomadas por perdidas bien por no haber sido declaradas en los manifiestos o bien por carecer de licencias de importacién exigidas en algunos 13 casos como por ejemplo, la importacién de armas y es. clavos. EL transporte tanto de personas como de mercancias seguia ocasionando problemas. Varios documentos tlus~ iran los peligros que ocastonaba et transporte por el mar, los rios y el transporte terrestre, EI descubrimiento det puerto en Honda y el camino que de alli conducta a Santafé Jue comunicado a Espana, Para puentes sobre quebradas y rios det interior se destinaron cuatrocientos pesos de Id caja Real de ios mit que pedian tos vecinos. EL resto lo debian cubrir tos viajeros que los utilizaban, Al clamor sobre ei deplorable estado del camino que conducia de Vélez al Desembarcadero en el Magdalena, contestaba et Consejo que las reparactones debian hacer- jas tos que lo utilizaban. Se permitié a los vecinos de Mariquita mantener una ‘barca en el rio Magdalena, siempre y cuando el precio del pasaje fuese tasado. Y, una vez més, se insistia en la prohibicién de que las dutoridades detuvieran cartas dirigidas a particulares. Las continuas quejas contra el clero, tanto regular co- ‘mo secular, elevadas por los oidores, oficiales reales, vecinos e incluso por el obispo fray Juan de Barrios, no impidieron al Consejo favorecer a aquel con varias mer- cedes, a cargo generalmente de 1a caja de difuntos, Pa- rece que el Consejo en Espaiia méraba con escepticismo y dudaba de la imparcialidad de tales informes, Prueba de ello es el envio apresurado —sin esperar sus bulas— del obispo Juan de Simancas a Cartagena y sostenerlo durante varios afios, pese a las innumerables quejas que contra é1 se elevaban por vecinos y autoridades por sus inclinaciones indegenistas. No cesaron de aflutr dona ciones reales para la construccion de iglesias, monaste- rios, hospital, retablos, campanas, imagenes, ete. A Juan de Céspedes se concede el patronato del hospital para indios y espafoles pobres, cuando este antiguo conquis- tador ofrece fundarlo a sus propias expensas. Es cierto que las diferencias que se aerecentaron entre la Real Audiencia y et obispo Juan de Barrios, indujeron al tiitimo @ ausentarse casi clandestinamente a Carta- gena con la intencién de viajar a Espafia y que este via~ je le fue prohibido por el Consejo. Pero no faltaron reconvenciones para ese obispo, acusdndolo de indife~ rencia hacia la labor misionera y poca caridad cuando “4 la peste de viruela azot6 por aquella época a ta poblacién indigena. Hay una acusacién de que dicha peste fue ocasionada por los esclavos negros que irajo el obispo, @ quien se atribuye haber ordenado 0 consentido ta ex- pedicién de Ascencio de Salinas contra los panches y no averse opuesto a la que hizo el capitén Gonzalo Sudree contra los muzos —que, como se sostiene, eran antropo- fagos— y contra el cacique rebelde de Saboyd. Se sefiala en la documentacion ta poca preocupacién de Barrios por el adoctrinamiento de los indios, y hay quejas de que los pueblos se visitan por los retigiosos solo durante unos pocos meses del afio. Por supuesto, aguella época era la de continuas reneillas entre las autoridades civiles y eclesidsticas, tas que dividieron la poblacion en bandos, en pro o en contra de cualquier problema o idoneidad de un funcionario. Asi que los do- ‘cumentos no siempre reflejan Ia realidad de los hechos. Lo nico que patentizan es que eristia una verdadera anarquia y por ello, tanto la vecindad como los oidores y los oficiales reates pedian insistentemente un envio de un presidente para la Audiencia con poderes que Wa- mariamos actualmente dictatoriales. En la politica protectora de los indios se destaca ta figura del obispo de Popaydn, Juan del Valle, y Ia de fu provisor, Francisco Gonzdlez Granadino. Clertamen- jte, abundaban reales cédulas, informes y actas que indt- Jeaban et lamentable estado en que se encontraba la | noblacton inaigena, Continuas drdenes de que se tasen | os irtbutos, constancia de que los mismos encomenderos los sacan arbitrartamente, maltrato de los indios, quejas de que se invaden sus tierras con ganado de tos espa- fioles, que se les impide Uevar sus productos al mercado para vendertos libremente, acusaciones de que se ven- den tos indios encomendados cuando sus “amos” venden sus estancias, son hechos que continuamente se denun- clan en Ia correspondencia de esa época. En una extensa cédula de 1559, emitida por el Consejo a la Audiencia, se seiala haber recibido una informacién de que se hurtan los indios para Uevarios a las minas, que conti- nian 10s prohibidos servicios personales logrados me- diante coaccién, que se mantiene a los indios como a esclavos, que se les imponen tributos en oro del que carecen'en sus tierras, que se Tes desplaza de la tierra 15 caliente a 1a tierra fria y viceversa, Io cual ocasiona en-, Jermedades y muchas veces la muerte. | Los documentos incluyen quejas de que a los indios se les hace bogar por juerza doscientas leguas, rlo Mag. datena arriba, ocasionando su aniguilamiento, Clerta- mente, un vecino de Cartagena, Bernardo de Lupar, sefiala en sw peticton al Consejo que antiguamente se empleaban muchos negros en la boga del rio, mientras: que ahora se emplean solamente indios, en detrimento de su salud y su frecuente muerte, Lupar se ofrece orga~ nizar la navegacién sobre el rio con negros y berganti nes por su cuenta si se le concediera un préstamo de la caja Real. Esta oferta ni se toma en cuenta por el Con-_ sejo, ordenando que tal boga no se logre mediante el. empleo de la violencia, pero que nadie la impida si es voluntaria, La explotacion minera sigue siendo ta pagina mas negra de ta vida de los naturales, Es el tema frecuente de tas cédulas reales. Hay quejas que, pese al tribute legalmente tasado, se traen indios a las minas por fuer ea “como si fueran negros”, y a veinte leguas de sus viviendas. Desde alli les llevan comida sus mujeres sin que se permita que sus hijos las acompaiien. Las sepul- turas de sus antepasados se saqueaban por los espatiotes, a pesar de la prohibicién. Visitas anuales por 10s comi-, sionados de la Real Audiencia, como lo disponian las eyes, no existian. La conversion de los tributos, tasados, €n oFo, en mantas que se tejfan entre los muiscas y al- gunas otras tribus, ocasionaron nuevas quejas, esta ve: Por los oficiales reales, porque det oro pagaban los en- comenderos ef quinto a ta caja Real. ¢Tenian que pa- garlo también de las mantas? Hsta liguore situacién de ta poblacion indigena tra~| taron de remediar et obispo Juan del Valle y su provisor | Granadino. Hay edictos, érdenes y penas, incluso pecu-| niarias, que imponen a encomenderos, blasfemos y ago-_ reros. Hay ordenes reales que los apoyan y largas quejas @ la Real Audiencta. En 1558 el obispo reunio un sinodo en Popayén, cuyas conclusiones doctrinarias sobre “14, dudas”, fueron acremente combatidas por tos vecinos., Al atio siguiente visite junto con el cidor Tomds Lopez, con et fin de tasarios, los pueblos de la gobernacién de, Popaydn desde Almaguer hasta Santa Fe de Antioquia. 16 j Ante su compaitero levanto una “informacion de servi- los” con testigos sobre su rectitud y entereza moral. Luego, a fines de 1559, al sentirse fracasado Juan dei Valle, se trasladé a Santafé de donde después de iniitites diligencias en la Real Audiencta, viaje a Cartagena y siguié su viaje a Bspaita para continuar la lucha ‘por la causa indigena, Los indios huian de sus habituales moradas para sus~ traerse de tas vejaciones que sufrian; hecho del cual se quejaban varios caciques. Los tndios de la Corona no estaban en mejor situacion. Se oyen quejas de que tas propias justicias estorbaban que se cobraran de ellos los tributos tasados, para convertirlos en trabajo, stendo apoyados por los corregidores que debian velar por et cumplimiento de las leyes. Los calpixques (administra- dores) de estos indios ganaban el quinto del valor de la producetén; pero pontan mayordomos que a su vez ex- plotaban a tos indios para pagarse, pues no se les sefiala~ ba salarios. Los propios oficiales reales, encargados det | cobro de los tributos, pedian instrucciones como cobrar- los, ya que el tributo fue convertido en “granjerias”, quiere decir en ia mano de obra en construcciones, trans- porte, cuido de ganado, ete. La congregacién de indios en pueblos era el remedio por el cual entonces abogaban todos 10s que se preocu- paban por la defensa del indio, bien si fueron fiscates, como el licenciado Valverde, 0 bien obispos, como Juan del Valle, o bien los frailes, dominicos y franciscanos. La concentracion de los indios en niicleos compactos co- rrespondia al patron europeo y ofrecta, al parecer, me- | jor proteccién contra los desmanes de los encomenderos Jacilitando también a tos misioneros la obra de conver- sion, Pero tal concentracién contravenia los usos y cos- tumbres de muchas tribus y Ia dispersion de sus vivien- das los preservaba parctalmente de la explotactén por los vecinos. Por ta dicha concentracién abogaban tam- bien los vecinos espariotes, arguyendo que este sistema permitirta controlar mejor a los caciques que se que- daban con una parte de tos tributos colectados ¢ in cluso imponian tributos adicionales que guardaban para st, Sin embargo, ta Corona éxigia que se conservase et sefiorio “naturat” de tos caciques, exptdiendo reales ér- denes al respecto, 0 Para indios que, seguin informe, andaban desnudos, ta Corona hizo tmosna de cuatrocientos ducados de bienes de difuntos. Se pedia insistentemente la introduccién de esclavos negros debido a la continua merma de ta po- blacién indigena; peticiones apoyadas también por tos oficiales reales y oldores de ta Audiencia. Seitalaremos una Real orden en que se insiste sobre el cumplimiento de las disposiciones que rigen sobre Ia sucestén en enco~ miendas y que las vacantes se sitten en ta Corona sin que los oidores se entromentan en ello. Se informa que el doctor Juan de Maldonado saldré a visitar y quitar los indios de las minas de Mariquita, Toagué, Rio del Oro y Pamplona, Por supuesto, los oft ciaies reales no consideraban conveniente esta medida insistlendo que se debiera otorgar el permiso de traba~ jar en las minas si este juese solicitado por tos propios indios. El presente tomo contiene Ia peticién de Ia ciudad de Santafé para que se Te otorgase et titulo de "Cabeza del Nuevo Reino”. El Consejo pide el respectivo parecer de ta Real Audiencia. Juan FRreoe, "8 ANO 1556 | “313 ‘Muy poderoso sefior: Fray Andrés de Santo ‘Tomés, provincial de la. provin- “ola de San Antonino de la Orden de los Predicadores fquo es en Ins Indias del Mar Océano, digo: que el licen- ‘Glado Monta, vuestro oidor que fue de aquel Reino, én la residencia que tomé.a 10s licenciados Géngora ¥ Galarza por mandaclo de Vuestra Alteza, los condend a | otecientos castellanos; los cuales se hablan de restituir | a los indios que levaron la ropa a los dichos dos oidores, “Como parece por la condenacién. Y hechas las diligen- fas, 10 se hallé indio ningime de los que habian servido “en el acarreto nia quien de justicia se debiesen dar. El] dicho lieenciado Montafo, como juez. de residencia, Ios mando poner por Via de depésito en vuestra Real caja ‘hasta alle Vuestra Altera mandase disponer como fuese ‘la yuestra voluntad. | ¥ en aguetla. sazén 10s religiosos que estaban de mi “orden en aquella provincia padeeian muy gran neces!- tad [y] no teniendo con qué sustentarse, pidieron al “Gicho Tiveneiado Montaiio les bielese merced y limosna “de Jos dichos setecientos castellanos, pues pertenecian “Gvobras plas y en ellos era tan necesatia aquella limosna | para su sustento y ellos doetrinaban a los indios de aque- “iia provincia por lo que les pertenecia Ia dicha restitu- | cion, Bl dicho juez de residencia, vista la necesidad que ios religiosos padecian, mand6 que, dando flanzas de rte Su Majestad lo habré por bien, los dichos setecientos | pesos se den a los dichos religiosos y les sefialé dos afios ‘de término dentro de los cuales se obligaron a alcanzar “ia mereed de Su Majestad, ¥ para ello dieron fienzas, ‘como parece todo por este testimonio autorizado que | nago presentacton | Pido y suplico a Vuestra Alteza, por cuanto estan da | das fiangas de levar la mereed heeha de Su Majestad 0 /olver los dichos castellanos a yuestra Real caja, lo cual jseria imposible por estar la provincia como esté tan pobre y haberlos gastado [y] seria hacer mala obra a nuestro fiador, mance Vuestra Alteza, pues es caso de | | j Po | 57421 j restitucién, sea absuelto el dicho nuestro flador de 1a 314 fianza y a nosotros hecha merced. Otrost digo que desde el puerto de Cartagena hasta Is Snera Catélica Ceséren Majestad barranca de Malambé hay treinta y dos leguas, y desde el desembareadero de Vélez hasta la cludad de Santafé pesde San Liicar di cuenta a Vuestra Majestad de mi hay sesenta y tres leguas, todo lo cual es despoblado y partida, y por ser el tiempo tan adelante, nos traté mal no hay por donde se pueda caminar por agua, y son pore] golfo de las Yeguas con una fortuna? deshecha, ¥ vis~ todas noventa y cinco leguas para las cuales es nece-{o Jo que Vuestra Majestad me habia mandado acerea de sario cabalgaduras para llevar los ornamentos y ibrogJa brevedad de mi camino, hice a la nao eapitana donde Y ropa y a los religiosos y matalotaje, porque todo lvenia tener a Ta mar y a las otras que les parecié que mas es despoblado, y hasta ahora no se ha pedido porque podian, que fueron cuarenta y dos velas; y dos se per~ os que han Uevado religiosos a aquella tierra han sidgdievon'e vista nuestra con la gran fortuna, Pusose el 1p0c0s y no saben el camino que se anda ni la navegaciénrecaudo posible en salvar la gente que pudo ser: veinti- del rio y alld lo dan vuestros oficiales con muy grands naos arribaron a Espafia con la almiranta. Creo que dificultad porque, aunque ven que es necesario, dicenjcon ayuda de Nuestro Sefior, habrén aportado a salva- que no tienen poder para ello, Suplico a Vuestra Altezg mento. me mande dar su Real cédula para que en Cartagena gs bien que Vuestra Majestad sea informado que aquel y en el Nuevo Reino de Granada paguen a 10s arrieroi goifo que llaman de las Yeguas es el peor pedazo de mar que Hevaren Jos treinta religiosos y sus libros y ropayque hay en In una y en la otra y conviene que Vuestra para que yuestros oficiales den orden en como seanMajestad mande que las armadas partan en principio aviados los dichos religiosos, de septiembre, por pasarlo antes que entze el invierno, Y slendo asi, pueden volver a Espafia en julio y agosto Otros! suplico a Vuestra Altera que Ia metced del vingy en las ma Voces, se pasar coh buen tiempo, porque y aceite que esta hecha por cinco afios a los conventosel aio pasado, por ir Farfan con su armada en diclem- de 1a gobernacién de Santa Marta y Nuevo Reino debre, se perdieron cuatro o einco naos y mas de quinten- Granada, se haga a los conventos y veligiosos que estauitos'o seisclentos mil dueados y murié mucha gente. ¥ en la gobernacion de Cartagena, pues es todo debajo deannque las ordenanzas del Consejo de Indias de Vuestra, mi provinela, Porque como las ‘eédulas no hablan sineMajestad son muy buenas, tengo entendido que se guat- con los oficiales de las gobernaciones de Santa Marta ydan mal al tiempo de visitar los navios, porque para Nuevo Reino de Granada, los oficiales que estan en Car-venir acd han de ser muy buenos, y déjanlos pasar rui- tagena dicen no tener poder para darnos vino para cele.nes due por esperarlos y no desampararlos, se echan a brar, ni aceite para las lamparas del Santisimo Sacra.perder los demas. Y como vienen tan cargados y emba- mento. limbados®, cualquiera fortuna los pone en gran trabajo. [Firma] ¥ con esto tardamos veintidés dias hasta las islas Fray Andrés de Santo Tomas, provincial ie Canarias y alli Pedro Menendez que venia por gene- ral de esta armada, quiso ir a la Palma con ella. ¥ yo avaiencla de State, lee 168, Sin feca, Previntada os ol Comsie informé que aquella, era una playa que si alli Ia or janmada entraria, podria ser que en muchos dias no 2 23 hubiese lugar de salir, y que era mejor puerto Ia Gomerg y habia un buen recaudo de agua, que era Jo que tenia. mos necesidad y que cuando quisiésemos, podriamos salir. E hice juntar los pilotos y maestros, y de cuarenta y dog los treinta y cuatro dijeron que su parecer era ir a lq Gomera y que de ninguna manera se fuesen a la Palma por muchos inconvenientes y porque no podrian salit cuando quisiesen, Io que no seria en Ia Gomera, (¥) que alli habia buen recaudo de agua que era lo que mis necesidad trafamos. ¥ ocho de los otros dijeron que que- rian [ir] a La Palma para comprar algunas cosas que tenian necesidad y las hallarian allt Y asi se fueron y el capitén general con ellos en ung carabela de armada y yo con las treinta y dos y lq capitana fui a la Gomera donde estuve quince dias espe. randoles. ¥ por haber tiempo hechot y porque a lag naos se les iba acabando pandticas 2, me embarqué miér- coles veinte de noviembre y anduve volteando en el puerto hasta el sibado aguardando si venfan las naos de La Palma. ¥ vistos los requerimientos que me hacian Jos maestres y pllotos de las naos para que sigulese e} viaje y que algunas naos se iban solas y sin orden, como {ue Cristébal Gareta y Mondragén, con toda la tuerza posible y con arriesgar mi persona hice [un convenio} con un hermano de Pedro Menéndez que quedo alli, parg que cuando la flota se partiese a Nueva Espafia ir él por general con la de Tierra Firme, y con los pilotos y mae: tre de Ja capitana que siguiese su carrera derecho y reco. giese las naos que estaban desparramadas, y nombré por almiranta una en que mi casa venfa, por ser buena y venir bien apercibida de gente y artilleria y en buens orden con treinta y una velas, sin las dos [naos] que s¢ hhabian ido delante, recogiéndolas todas a las noches y a las mafianas, En cincuenta dias legamos a reconocer as islas Do- minica y Deseada, camino que holgadamente pudiers © gran peligro de tranceses vis venir en treinta [dias] en Ia nao que venia, Y pot traerlas todas juntas se gastaron cincuenta, porque cor Ser muchas, unas hacian agua ¥ a otras se les quebraron & 4 mastiles y hubo necesidad de repararlos. Llegades a la Domintea las torné a hacer juntar sin surgir y dandoles capitana y almiranta se fueron eatoree naos a Nueva Espaha y una a Santo Domingo y otra a Honduras. ¥ mandé a las de Nueva Espaiia que aguardasen a Pedro ‘Menéndez, diez dias en la Veracruz, porque de las que quedaban con él sola una venia para Tierra Firme la cual me tom6! agul, y dice cémo lleg6 Pedro Menendez fa Ja Dominica y que hallaria las naos en Ia Veracruz, como Hevaban por orden, En Santa Marta tomamos agua que la habiamos bien menester aunque toda Ia. gente venia sana, AIli habian aguardando mereaderes del Nuevo Reino que compraron hasta. cuarenta mil dueados de mercaderias. Bstuve alli is dias donde supe que en esta ciudad habia grande alteracion sobre elegir alealdes y querer quitar un gober- nador que habia, y Alonso de Montalban, que es regidor, por haberle notificado una eédula que se fuese a Esparia por casado, no me parece que estaba en pacificarlo, Entendido io uno y lo otro y las provisiones que tenia, cometi al doctor Cuenca para que lo viese y lo que Ia una y Ia otra parte decia y determiné lo que Vuestra ‘Majestad podré mandar ver, que lo tuvieron todos por bueno y quedaron contentos y se ejecutd. Pareciéme que, pues el presidente de este Reino que Vuestra Ma- jestad enviaba a esta Audiencia habla arribado a Es- paiia #, era blen asegurar y poner en sosiego esto, Hallé aqui al tesorero del Nuevo Reino? que habia tenido cerea de setenta mil dueados o pesos en oro de la renta de Vuestra Majestad para que 1a armada lo levase a Espaiia. Y visto gue [esta] se detendra en el Nombre de Dios mas de dos meses y que este dinero esta junto y se sabe y atin me dijeron en Santa Marta que eran ciento y cinewenta mil pesos y que si quedaba en este puerto ‘0 lo que han hecho en Santa Marta y La Habana, y que no hay en este pueblo mas resistencia que alli y que si se metian en tierra sels siete Ieguas no habia dénde estar sino en un bohio de aja y que se podia quemar, y que [si] en Castilla esta 25 mal tanto dinero junto en una aldes euanto mas en esta tlerra, especialmente que me dicen que andan en ella algunos de los alterados del Perit y otros muchos de los que ahora vienen y estan, me parecié que era menos inconveniente meterio en Ia nao capitana que tiene gen~ te de guerra y es como una fortaleza y juntarlo con lo del Nombre de Dios y no dejario en el campo o a donde se lo puedan Ievar franceses. ¥ comunicado con el teso- rero que lo trajo y con los oficlales de Vuestra Majestad que residen aqui, les parecié muy bien, aunque Alvaro Sanchez, hermano de Pedro Menéndez que viene ahora, por genéral [lo] rehusaba dieiendo que su instruccién Ie mandaba que no Io tomase hasta la vuelta. ¥ al fin, visto que asi cumple al servicio de Vuestra Majestad se le hice recibir. ¥ en esto me he detenido dos dias, por- que puedo certificar a Vuestra Majestad que he pasado. el mayor trabajo que tuve en toda mi vida, por no man- dar Vuestra Majestad darme 1a autoridad que era me- nester para traer esta armada, Porque aunque Pedro ‘Menéndez es buen soldado, no es hombre de experiencia ni los deudos que trae salieron en su vida de su aldea, ¥ asi me queda harto cuidado de su vuelta y le he escri- to que mire lo que hace y cémo se gobierna, porque asi lo eseribo a Vuestra Majestad. Y paréceme que esta armada Wevaré mucho dinero Iy] que Vuestra Majestad debe mandar que algunas naos salgan a La Habana a recibir y juntarse con las que de aca fueren, porque de las que vinieron son las mas Viejas y con propésito de no volver y dar al través, y seran pocas las que Yolveran, que a lo que he entendido Ge los maestres no seran mas de ocho o nueve de Ins Giecisiete que Megaron a las islas de Canarias, y en) Francia saben ya cudndo esta armada partié y tendran y tienen contados los dias de cuando volverd. ¥ convie~ he que Vuestra Majestad mande que el Consejo lo proves por ser cosa tan importante, ¥ que tengan especial cul- dado de mandar despachar ias armadas en tiempo para que Vuestra Majestad sea servido, como es razon, en estas sus Indias. Por el despacho que lleva esta carabela de los oldores de la Ciudad de los Reyes comprenderé Vuestra Ma- 26 jestad cémo estén las cosas del Peri, que yo aqui he hhallado algunos que me vienen a busear diciendo que Jos oldores han remitido la provision de lo que esta vaco! para mi llegada, ¥ dicenme que hay otros muchos en Panama y en Nombre de Dios, por donde no faltaré importunidad y trabajo. Mas, como mi intenclién sea buena de servir a Nuestro Seftor y a Vuestra Majestad, creo que todo se haré bien y procuraré ir temporizando por 61 pudiese entretener, para consultar con Vuestra Majestad 10 que hubiere ‘para proveer de lo que esta yaco. ¥ siempre trabajaré de dar aviso a Vuestra Ma- Jestad de todo. Nuestro Sefior Ia Sacra Catolica Cesi- rea persona de Vuestra Majestad bien aventuradamente guarde con acreeentamiento de mayores relnos y seno- nios, De Cartagena, a 20 de enero de 1556 afios, De Vuestra Sacra Cesdrea Catélica Majestad, humilde vasallo que sus reales ples besa, [Firma], EI marqués de Caiiete ? avdlenele do Santaté, tog, 1b, tot. 1 315 Sacra Catélica Cesirea Majestad El doctor Juan Maldonado, fiscal de Vuestra Alteza que aqui tomd residencia al adelantado don Pedro de Here- dia en cumplimiento de lo por Vuestra Alteza mandado, me nombré a la vara’ de esta gobernacién de que no Poco trabajo se me ha recrecido a causa de ser esta costa tan molestada de franceses que andan en estas partes y han robado muchos puertos de ellas y hecho en las islas notables dafios, a cuya causa vivimos con mucha vigilan— cia y cuidado. ¥ asi se tendra de aqui adelante como Vuestra Alteza lo tiene proveldo y mandado. 2 Otorgamiento de las encomlendas vacantes. £ mey nombrado para ‘el Pert de. pice Por” Cartayons. 7 Estando en la velacion y cuidado que a Vuestra Altoza he significado, vino a esta ciudad Andrés Lopez de Ga~ larza, vuestro ‘tesorero en el Nuevo Reno de Granada, con cantidad de sesenta mil pesos de oro para entre garlos al general de la flota que viniese por vuestra Real hacienda. Y por mi acuerdo y de los oficiales de esta provineia Io teniamos en un pueblo siete leguas de esta ciudad con la guarda necesaria, y asi lo tuvimos alla cuarenta dias y en fin de ellos fue Nuestro Sehor servido gue en este puerto aportase la armada de Vuestra Al- tezaj y en ella el marqués de Cafiete, visorrey del Pera, al cual, manifestados los inconvenientes que podrian suceder, se acordé que se entregase el dicho oro a Alvaro * Sanchez, capitan general de la dicha armada y lo recl- bi6_y Ilev6 consigo en ella. ¥ de cada dia se tendra culdado [de] recoger todo 1o que de Vuestra Alteza hu- biere para que con brevedad se Ieve a esos vuestros: Reings. En Jo que toca al buen tratamiento de los naturales de esta provincia se trabaja con toda solieitud y cuidado y se tendré en todo aquello que por Vuestra ‘Alteza es mandado. ¥ espero en Nuestro Sefior, con la buena mu tre que estos naturales de si han dado en el eonocimiento de nuestra Fe, se iran siempre aumentando, como Nues- tro Sefior y Vuestra Alteza sean servidos, habiendo en esta provinela algunos mas religiosos que se Ia den a entender de que al presente hay falta, A Vuestra Alteza, suplico los mande prover doctos y de buena doctrina, A cuatro religiosos que de presente andan en Ia doctri- na y conversion de los naturales y se emplean en los pueblos que estdin en vuestra Real Corona, yo de presente he puesto y mandado que de los frutos y'rentas de ellos se les dé un sustento moderado y para un habito, vino y cera para celebrar el culto divino y algun aceite para. curar los naturales, hasta tanto que Vuestra Alteza pro- vea lo que sea servido, que por ser la obra tan en ser- vieio de Dios, Nuestro Sefior, y de Vuestra Alteza me atrevi a lo mandar asi De todo lo cual y de otras cosas de que esta tierra tie- ne necesidad doy relacion a vuestro fiscal para que se dé noticia a Vuestra Alteza y se nos hagan mercedes. A ‘Vuestra Alteza humildemente suplico las mande proveer 28 y vemediar y @ m{ particularmente en las que de mi parte se suplicaren. Nuestro Sefior la Sacra Catoliea Cesrea Majestad guarde y en mayores reinos y sefiorios aumen- te, como los vasallos de Vuestra Alteza deseamos. De Cartagena, 23 de enero de 1556 afios. Sacra Catolica Cesiirea Majestad esa los pies y manos de Vuestra Alteza su obediente vasallo. [Firma]. Jorge de Quintanilla, 316 EI Rey ‘Doctor Arbizo, presidente de Ia nuestra Audiencia Real de] Nuevo Reino de Granada: Nos somos informados que, en Ia provincia de Popayan no son los Indios tan bien tratados como convenia y que se llevan tributos dems slados y no se guardan con ellos las cédulas y provisioned gue por Nos estn dadas en su favor y beneticio, Y¥ porque para lo remediar y poner en toda buena. orden y policia a aquella provineia, ha parecido aed qué: es bien que un ofdor de esa Audiencia vaya a la visitar; vos encargo y mando que, residiendo en esa Audienci& tres oldores, proveais que uno de ellos cual os pareciere convenir vaya a la dicha provincia de Popayan a la visi- tar ya saber cémo son tratados los indios de ella y a dar orden como se guarden y cumplan las provisiones y cé= dulas que en su favor se ha mandado y que se haga Ja tasacion de los tributos que han de dar, conforme a 0 que por otra nuestra cédula os esta escrito. ¥ al oidor que asi fuere le dareis provision nuestra de esa Audien- cla, € instruceién de Io que debe hacer en la dicha pro- vinela, asi cerca de lo susodieho como de los otros casos ¥ cosas que viéreis que se le deben cometer. Fecha en la villa de Valladolid, a veintisiete dias del mes de enero de 29

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