Está claro que información hay mucha. Internet es la mayor fuente de
intercambio de datos que tenemos actualmente. Sin embargo, para llegar a tener idea acerca de la filosofía es preciso un elemento que es exclusivamente humano y es el afecto. Muchos años pasé estudiando filosofía, incluso antes de empezar la carrera. En ella aprendí mucho y sobre variadas materias, tanto científicas como humanísticas. Y desde mi vivencia es a partir de qué y cómo intentaré narrar esta introducción a la doctrina filosófica que, por supuesto, es mucho más basta y compleja. El afecto como parte del aprendizaje
En mi formación docente –inconclusa- conocí a autores del área pedagógica y
didáctica que hablaban de la importancia del afecto para aprender. Es lo que intento poner en práctica ahora. Es distinto a aprender en base a búsquedas virtuales por propia cuenta porque, como lo estarás entendiendo, apelo a mi experiencia personal en estos asuntos (que tanto me apasionan), hablo desde mi punto de vista, desde mis conocimientos adquiridos y con mis métodos de aprendizaje. Narro todo esto con mis habilidades en la escritura –todavía en desarrollo- y, en efecto, no creo que la investigación virtual autónoma pueda transmitir todo esto. Espero que resulte más simple y ameno que leer los datos de una pantalla e interpretarlos sin ayuda. Entorno y antropología
Organizar un texto y decidir qué contar/narrar primero, segundo y tercero es
hacer filosofía. Poner un orden a algo es proyectar tal orden hacia algo que no lo tenía por sí, o bien, que pudo haber tenido otro orden. La palabra orden está ligada a la tradición filosófica porque la organización jerárquica de los saberes filosóficos es el factor común al que tienden casi todos los intentos de filosofar. Al crear el orden a los datos de diversa clase que se van acumulando de generación en generación se han distinguido escuelas filosóficas (como el estoicismo, el epicureísmo, aristotelismo, atomismo, etc), cuyos conocimientos han alcanzado cierto orden, cierta organización interna, lo que comúnmente se llama sistema filosófico, aquella jerarquía de saberes que explican la naturaleza, el hombre y sus fines.
Ahora bien, la filosofía es practicada naturalmente por los niños cuando
cuestionan y preguntan a los padres para qué sirve algo, qué es “x”cosa o simplemente con perderse en la contemplación de la naturaleza. Esto también es común en los ejercicios de la ciencia dura donde los pequeños actos de intentos de comprehensión se dan mucho más formalizados y esquematizados. La filosofía es espontánea en el hombre porque es aquel saber que surge a partir de la comprensión de su entorno próximo. En un inicio este saber es completamente heterónomo (dependiente de otro), si bien la adquisición en sí, es un proceso creciente de adaptaciones entre las facultades (interactivas entre sí) y el medio. Esta es una idea acerca de la filosofía que se arraiga en el desarrollo humano. El hombre crece y se hace adulto pensando, experimentando, comunicándose, etc, etc.
Teniendo en cuenta estas dos grandes maneras de relatar la filosofía hay,
entonces, una problematización que involucra dos factores: por un lado la espontaneidad del deseo de saber. Tiene que ver con el sentido antropológico de la filosofía, en el que mencioné que surge del impulso de preguntar y querer saber sobre el mundo. Y por otro lado el sentido histórico de la filosofía en el que se aprende a partir de escuelas ya organizadas, a partir de la proyección de un orden, con fechas, lugares, comparando la actualidad de estas doctrinas y el contexto global, social, político y económico de cada época en la que emergieron. Bajo la primer mirada, las cosas se presentan poniendo el centro en nosotros; porque se encarga de explorar el interior del cuerpo y la mente. Bajo la segunda mirada, las cosas son desarrollos que involucran movimientos sociales, épocas, revoluciones, etc…
En síntesis, filosofía significa el amor (philé) hacia la sabidiría (sophos). Reúne
en común el deseo de conocer algo. Comprende toda clase de manifestación humana que aborde las propias problemáticas que propicia establecer un orden: esto es lo común tanto en la perspectiva antropológica como en la historicista. Así, un dato que se haya alcanzado tan sólo mirando el cielo, por ejemplo, que “el sol se mueve”, puede ser analizado desde múltiples perspectivas: la perspectiva de aquel que ha mirado el sol moverse (antropológica), la perspectiva del que ha constatado que la Tierra es la que se mueve en lugar del sol (científica), la perspectiva de aquel que enfatice como principal criterio de verdad el simple observar o, al contrario, quien tome como parámetro el corroborar con mediciones determinado fenómeno. Así es como opera el saber. Mientras unos dan apoyo a un modo de conocer, otros apoyan otras formas de alcanzar el mismo o distinto resultado. Un saber surge de estas disputas por cómo se legitima o alcanza ese saber.
Por estas razones es que no ha habido un único pensamiento universal
sostenible a lo largo del tiempo sino que la historia demuestra que los paradigmas han ido desenvolviéndose con errores y correcciones pese a que, durante largos periodos, el hombre supo sobrevivir y convivir en sociedad en el absoluto desconocimiento de su ignorancia. Por esto, ¿qué nos hace pensar que nosotros seguimos el camino de la “verdadera” sabiduría? Historia de la filosofía En los orígenes de estas prácticas de cognición tenemos que hacer referencia el lugar donde los historiadores ubican los comienzos de la filosofía propiamente dicha y qué características tienen estas primeras formas de conocimiento pre- filosófico.
Rudolf Carnap - La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje (Extraído de Rudolf Carnap, la superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje (en AJ Ayer, El positivismo lógico, 1993)