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Serie Breves dligida por Ernesto Laclau ENRIQUE TANDETER Misticismo, retorica y politica FoNDO DE CULTURA ECONOMICA México - Argentina - Brasil - Chile - Colombia - Espa Estados Unidos de América -Guatemala - Peri» Venezuela Primera ediciém, 2002 B23 3 L383 2002 Fotocopisr libros est penado por Ie ley. Prohibida su reproduccién total o parcial por cualquier medio de impresisn o digital, en forma idéntica, extractada 0 modifcada,en castellano o en cualquier otto idioma, sin ‘utorizacin expresa de la editorial, DR.© 2000, Fondo de Culeurn Feonémica de Argentina, S.A. El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires email: fondo@fee.com.ar - wwvwefee-com.ar ‘Ay, Picacho Ajusco 227, 14200 México, DE ISBN: 950-557-491-6 Hecho el depésito que marca la ley 11.723 Impreso en la Argentina - Printed in Argentina Prefacio Lés tres ensayos que componen este volumen fueron escritos entre 1996 y 1998 y publicados originariamente en inglés. “Muerte y resurrec cién de la teoria de la ideologia” aparecio en el Joumal of Political Ideologies, 1996, 1 (3), pp. 201-220; “Sobre los nombres de Dios" en Sue Golding (ed.), The eight Technologies of Other ness, Londres, Routledge, 1997; y “Politica de la Retérica” en Tom Cohen, Jay Hillis Miller, ‘Andrzej Warminski y Barbara Cohen (eds), Ma- terial Events: Paul de Man and the Afterlife of Theory, Minnesota University Press, 2001 El tema central de estos ensayos, que ha estado presente en buena parte de mi trabajo teérico de los altimos afios, ¢s e] papel central de los signi ficantes vacios en la constitucién de las significa- ciones politicas. Mi interés en el misticismo esta dado por el hecho de que, intentando la expe- riencia mistica transmitir algo que es esencial- mente inefable, sélo consigue hacerlo sobre la base de subvertic Ia relacién significante/signifi- cado de acuerdo a légicas que, de modo menos extremo, he también detectado en la estructura- cién del campo politico. Lo que he denomninado 7 “logica de la equivalencia" es especialmente im- portante en este respecto. Estos procesos de sub- versién discursiva pueden a su vez ser descritos en términos de desplazamientos retéricos, que constituyen el tercer tema central de este volue men. Detrés de esta insistencia tropolégica esta Ja conviceién de que la retGrica habri de jugar un papel cada vez. mis erucial en las ciencias huma- nas, una vez que éstas se inclinen =como ya lo es- tan haciendo- a reconocer la centralidad de los procesos discursivos en la construccién de los vinculos sociales Londres, 18 de julio de 2001 Muerte y resurrecci6n de la teoria de la ideologia En un reciente ensayo acerca de las teorias de la ideologia,' Slavo} Zizek describe los enfoques contemporineos sobre la base de su distribucion en tomo a tres ejes identificados por Hegel como doctrina, creencia y ritual, es decir: Ideologia como tin complejo de ideas (teoria, convicciones, creencias, procedimientos arg mentatives); ideologia en su externalidad, «3 decic, sparatos ideolégicos del Estado; y final- ‘mente, el dominio més elusvo, laideologia “es pantanea” que opera en el corazén de la propia “realidad” social? Zizek da como ejemplo el caso del liberalismo: cl liberalismo es una doctrina (desarrolloda de Locke a Hayek) materializda en rituales y aparatos (prensa libre, elecciones, mercados, 1S, Zizek, “The spectre of Ideology", en Mapping Healey, Londres y Nueva York, Verso, 1994, pp. 1-33 2 Zizek, ibid, p. 9. ete) activa en la (auto) experiencia “esp le os sujetos como “individues libr En los tres casos Zizek encuentra una simetria esencial de desarrollo: en algtin punto la fronte- ra.que separa a Jo ideoldgico de lo no-ideol6gico se desdibuja y, como resultado, se produce wna inflacién del concepto de idcologia que pierde, de tal modo, toda precision analitica. En el caso de Ia ideologia como “sistema de ideas", la uni- dad de tal sistema depende de la posibilidad de encontrar un punto externo a si mismo a partir del cual una critica de la ideologia pueda verifi- carse por ejemplo mostrando, a través de una lectura sintomal, los verdaderos intereses a los que responde na configuracion ideolégica da- da-. Pero, como Zizek lo muestra con ejemplos tomados de las obras de Barthes, de Paul de Man, de Ducrot, de Pécheux y de mis propios trabajos, es precisamente el “grado cero” de lo ideolégico de esta presunta realidad extra-dis- cursiva lo que constituye la falsedad por exci lencia de la ideologia, En el caso de los “aparatos ideolbgicos del Estado” -0, en la versién fou- caultiana, los procedimientos disciplinarios que operan al nivel del micropoder- encontramos versiones simétricas de la misma pettio principit da tinidad de los aparatos del Estado, no requic- re ese cemento mismo de la ideologia que ellos pretenden explicar?; 0, en el caso de las técnicas disciplinarias: su misma dispersién, eno requiere 2 Zia, ibid, p. 9. 10 _ la recomposicién constante de su articulacién, de modo tal que tenemos necesariamente que ape- lar a un medio discursivo que destruye le propia distincién entre lo ideologico y lo no ideol6gico? Y el caso ¢s atin més claro si pasamos al campo de las creencias: aqui, desde el mismo comienz0, nos encontramos confrontados por una realidad presuntamente "extra-ideolégica” cuya opera Gon depende de mecanismos que pertenecen al reino ideoldgico. [En] el momento en que observamos con ma- yor precisién a estos mecanismos supuesta~ mente extra-idealdgicos nos encontramos en- terrados hasta la rodilla en ese oscuro dominio ya mencionado en que es imposible distinguir ‘la realidad de la ideologia. Lo que encontra- mos aqui, por consiguiente, es la tercera inver~ sidn de la no-ideologia en ideologia: adverti- mos, de golpe, un para-si de la ideologia que ‘opera en el propio en si de la realidad extra ideolégica." Aqui Zizek detecta correctatmente la fuente prin- cipal del progresivo abandono de la *ideologia’ como categoria analitice: de algin modo esta nocién pasa a ser “demasia- do potente’, comienza a abrazar todo, incluso el muy neutral fundamento extra-logico que, se st ponia, habia de proveer el patron por medio del cual se mediria Ia distorsién ideolégica. O sea gno es al resultado, en lo aitima instancis, del «Zine, ibid, pp. 14-18. u anilisis del discurso el que el orden del discurso ‘como tal sea inherentemente "ideolégico"?® Vemos, pues, la logica que gobierna la disolucién del terreno ocupado, clisicamente, por la teoria de la ideologia, Esta ultima murié como resulta- do de su propio éxito imperialista, A lo que esta- mos asistiendo no es ala declinacién de tn obje- to teérico como resultado del estrechamiento de su campo de operacién, sino a lo opuesto, a su expansién indefinida, resultante de la explosién de aquellas dicotomias que ~en el interior de una cierta problemitica~ la enfrentaban con otros objetos. Categorias como “distorsion” y “falsa re- Presentacién" sélo tienen sentido en la medida en que algo “verdadero” o “no distorsionado” es- té al alcance humano. Pero si un punto de vista extra-ideolégico es inalcanzable, dos efectos se siguen necesariamente 1) todas los discursos que organizan las prcti- cas sociales estan sl mismo nivel y son, ala ver, inconmensurabies los unos coa los otros; 2) nociones tales coma “distorsién" y "falsa re- Dresentacién” pierden todo sentide eDénde nos deja esto, sin embargo? ‘Se supone que debemos dejar enteramente de lado nociones tales como “distorsion’, “falsa conciencia", etc? La dificultad es que si damos esta respuesta, pura y simple, entromos en vin circulo vicioso en que las conclustones de nuestro andlisis niegen sus premi- * Zizek, ibid, p.16 2 sas. Consideremos por un momento las razones de 1a declinacign del enfoque “critica de la ideologia”, cenfogue que ha sido expresado en sus términos ‘més puros por el marxismo disico y que ha sido prolongado hoy dia en el ideal regulative haber- masiano de una comunicacién no distorsionada, La base fundamental de tal eritica ha sido el pos- ‘ular un punto a partir del cual ~al menos tenden- Galmente- Ia tealidad hablaria sin. mediaciones discursivas. La positivided e inteligibilidad plena de tal punto es lo que da sujustificacion al conjun- to dela operacién critica, Ahora bien, la critica de tal enfoque comienza con la negacién de un tal ni- ‘vel metalingiiistico, con el mostrar que los movi- mientos retérico-discursivos de un texto son irre ducibles y que, como consecuencia, no hay un fundamento extra-discursivo a partir del cual una critica de la ideologia podria iniciarse. (Esto no significa, desde lego, que la critica ideologica sea imposible, lo que es imposible es una critica de la ideologia en cuanto tal; todas las crticas sern ne cesariamente intra-ideol6gicas.) Lo que no es, sin embargo, percibido usual- mente es que la “critica de la ideologia" puede avanzar en dos direcciones diferentes que condu- cen a resultados contradictorios. El primero con- duce a lo que podriamos llamar un nuevo posi vismo y objetivismo. Si abandonamos entera- mente la nocién de “distorsién” y afirmamos que hay solamente “discursos” inconmensurables, transferimos simplemente la nocién de tna posi- tivided plena del fundamento extra-discursivo a 3 Ja pluralidad del campo discursive. La transfe- rencia mantiene enteramente la idea de una po- sitvidad plena. Del mismo modo que antes t- niamos un positivismo naturalista ahora tenemos uno de cardcter fenomenol6gico. Pero si, por el contrario, lo que afirmamos es que la nocién mis- ma de un punto de vista extra-discursivo es Ia ilu- sién ideolégice por excelencia, la nocién de “cis- torsién” no es abandonada sino que pasa a ser la herramienta central en el desmantelamiento de toda operacion metalingiiistica. Lo que es nuevo en este desmantelamiento es que lo que constiti- ye ahora una representacién distorsionada es la nocién misma de un cierre extra-discursivo, Dis ccutiremos mas tarde el modo en que el concepto de “distorsion’” tiene que ser reformulado 2 los efectos de desempefiar esta nueva funcién, Por el momento, digamos tan slo que esta reformula- ion es el punto de partida de la posible re-emer- gencia de una nocién de ideologia que no esté obstaculizada por los problemas inherentes a una teorizacion esencialista. Concentrémonos por un momento en la teoria althusseriana de la ideologia. La ideologia es, para Althusser, etema. Los mecanismos que producen al sujeto a través del no-reconocimiento estin ins- critos en la esencia misma de la reproduceién so- ial. No tenemos posibilidad de escapar al juego especular que la interpelacién ideol6gica implica. Para él, sin embargo, Ja ideologia se constituye a si misma como objeto a través de su oposicién a la Giencia: la determinacién de la distorsion que las 4 representaciones ideol6gicas acarrean, cl carécter alienado del sujeto, dependen del conocimiento aque el analista tiene de lo que le reproduccin so- cial realmente es, un conocimiento que incluye la comprension del mecanismo especular. Sabemos que la historia es un proceso sin sujeto precisa nente porque somos capaces de ir, cientificamen- te, mis allé de la alfenacion subjetiva Esto nos deje enfrentados, sin embargo, aun problema aparentemente irresoluble, Todo de- pende de aguello que ao es reconocido como tal 6, mis bien, de la naturaleza y extensién de esta falta de reconocimiento. Si lo que es reconocido: en cuanto tal es un tipo particular de relacién so- cial, podriamos fécilmente imaginarnos otro en el ‘que esa ausencia de reconocimiento no tiene lu- gar. Esto es lo que presuponia la clisica nocién de femancipacion. Pero lo que Althusser sostiene es diferente: es que nos enfrentamos con un no-reco- nocimiento necesatio, independiente de todo tipo de configuracién social. Pero, en tal caso, lo que es ‘objeto de un no-reconocimiento es el principio de Ja estructuracién social como tal, el cierre opera- do por cualquier sistema simbdlico. Y esto nos en- frenta con un nuevo problema: si el cierre como tal es lo que requiere un no-reconocimiento (es decir, su opuesto) es la misma idea de cierre fa que cons- tituye la forma mis alta del no-reconocimiento. O bien ef no-reconocimiento puede ser reducido a tuna funcién objetiva por una mirada neutral, bien esa mirada no es neutral sino parte del no-re- ‘conocimiento universal -en cuyo caso lo que se 15 presenta como lo opuesto dle! no-reconocimiento pertenece a la esencia de este ltimo-. Es posible mantener una frontera nitida entre el cierre (la au- to-reproduccién de las relaciones sociales) y las formas neceserias de no-reconocimiento que lo acompafian s6lo en la medida en que hay un pun. to de observacién metalingistico desde el cual cl sierre se muestra a si mismo sin ningin pas subjetvo a raves del no-eccnocimiento, Peo @ Ia existencia de ese punto de observacion es iluso tia, el no-reconocimiento contaminaré al cierre; y, dado que el no-reconocimiento, la distorsién es universal, su otro (el cierre, la auto-transparencia) pasa a ser la principal forma del no-reconocimien- to, En tal caso la distorsion es constitutiva de la objetividad social. ;Qué puede ser, sin embargo, un tipo de distorsién que permanece como tal pe. se 9 que la distincién entre distorsion y Io que es Aistorsionado se eclipsa? Este es el proximo problema que debemos cencarar. ie La nocién de una distorsion constitutiva es apa- entemente una coneradicto in adjecto. Una distor- siGn, pensariamos, no puede ser constitutiva; es s6lo si hay un sentido mas primario que no es dis. torsionndo que el efecto distorsivo puede ser vist ble cn absoluto. Sin embargo, agota esta conch. 16 sin todas las posibilidades logicas que una rela- cin de distorsién abre? Consideremos el proble~ ‘ma con cuidado, Ciertamente es inherente a toda distorsién el que un sentido “primario” se presen- te bajo una “falsa” kuz. Qué operacién implica es- ta presentacién ~ocultamiento, deformacion, etc.— es algo que podemos por el momento dejar inde- terminado, Lo que es esencial a la distorsion es: 1) que un sentido primario se presente como algo diferente de lo que es; 2) que la operacidn distorsiva -no solamente sus resultados- tiene que ser de algin modo vi- sible Este ultimo punto es crucial: si la operacién dis- torsiva no dejara ninguna huella en su resultado, habria tenido pleno éxito en constituir un nuevo sentido, Pero de lo que se trata es, sin embargo, de una distorsién constitutiva. Es decir, que esta~ mos ala vez postulando un sentido originario (porque esto es requeride por toda distorsién) y negandolo (porque la distorsién es constitutiva) En tal caso, la tinica posibilidad logica de mante- ner a la vez estas dos dimensiones aparentemen- te antin6micas es si el sentido original es ilusorio y la operacién distorsiva consiste precisamente ‘en crear esa ilusin ~es decir, en proyectat en al- go que es esencialmente dividido la ilusién de una plenitud y auto-transparencia que estan au- sentes-. Digamos ahora algo acerca de aquello que es proyectado y también acerca de la visibi- lidad de la proyeccion en cuanto tal En nuestra discusién previa hemos empleado tres nociones necesariamente interrelacionadas, “sentido imaginario", “auto-transparencia” y “cie- sre’, Bs tiempo de decir algo acerca del vineulo que las une necesariamente. Algo es originario en la medida en que no requiere ir fuera de si mismo para encontrar el fundamento que lo constituye como tal; es auto-transparente en la medida en que sus dimensiones internas estén entre sien una relacién de estricta solidaridad; y esté cerrado en sishismo en la medida en que el conjunto de sus “efectos” puede ser determinado sin necesidad de ir mis alla del sentido originario. Como vemos, cada una de estas nociones (sin ser exactamente un sinénimo de las otras dos) requiere la presen- cia de estas iltimas a los efectos de realizar su propio sentido. Y es precisamente este sentido pleno el que es distocado por la postulactén de ‘una distorsion constitutiva: en el primer y tercer caso tanto Ia “originariedad” y la internalidad de los “efectos” son subvertides por Ia mediacién dis- cursiva, y la opacidad de las dimensiones internas de la entidad presuntamente cerrada en si misma interrumpe su auto-transparencia Esto, sin embargo, solamente mostraria que la dislocacién es constitutiva, que la nocién misma de un cierre metafisico debe ser puesta en ctes- tidn.¢ Pero la nocién de distorsién implica algo Bato es lo que muchas covrentes del pensamlento con- tempordneo han mosteado, del flosofia de ulkime Wittges ‘tina adeconstruccon, Mis propia contribucione a eta ta rea pueden encontrarse en Naw Reflcions on the Revaluation 1B mas que la mera dislocacién, y es que un oculta- miento de algin tipo tiene lugar en ella. Pues bien, como vimos anteriormente, lo que es ocul- tado es la dislocacién inherente a aquello que se presenta a si mismo como identidad cerrada; el acto de ocultamiento consiste en proyectar en sa identidad la dimensién de cierre de la que ella carece. Esto tiene dos consecuencias capitales: 1) La primera es que esa dimensién de cierre es alge quc, en la realidad, esté ausente si exts- viers, en Ia ultima instancia, presente, habri revelaciin en lugar de proyeccion y ningun ocul- tamiento estariaimplicado-, En tal caso, de lo {que se trata es de la presencia de una ausencia, yyla operacién ideolégica por excelencia consis- te en atribuir esa imposible funcién de cierre a tun contenido particular que es radicaimente inconmensurable con elle, En otras palabras: la operacion de cierre es imposible pero al mismo tiempo necesari; imposible en rxzén de la dis- Jocacién constitutive que esti en la base de to- do arreslo estructural; nevesaria, porque sin esa fijacién fctcia del sentido no habria sentido en absoluto.7 Agui comenzamos a ver en qué sen- tido a ideologia, como “falsa representacién”, puede ser eterna: no, como Althusser pensara, porque la alienacién del sujeto es el comple- ‘mento necesario de una historia objetiva cuyo of Our Tome, Londres, Verso, 1990, y en varios de ls ensa- Yyos reunidos en Emancipatin(s), Londres, Verso, 1996, "El ciere es [a condicién del sentido en la medida en que, como tora las identidades son diferencafes, necesitan del Sistema alos efectos de constitirse como identidades 20 sentido debe buscarse en otra parte, sino por- ‘que la nocién de “sentido objetivo" es, en cuan- to tal, la forma misma de la falsa representa- ion, aquello a través de lo cual toda identidad adguiere sut coherencia ficticia, El punto cru- Cial consiste en comprender que es esta dialéc- tica entre necesidad ¢ imposibilidad Ia que da a Ia ideologia su terreno de emergencia 2) Esta dialéctica crea en toda representacién, ideoligica -y a esta altura del argumento debe resultar claro que Ia ideologfa es una de las di- mensiones de toda representacién- una divi- sidn insuperable qui es estrictamente constitu- tive, Por un lado, el cierre como tal, siendo una operacién imposible, no puede consticuirse en tomo a un contenido propio y se muestra s6lo através de su proyeccién en un objeto diferen- te de si mismo, Por el otro, este objeto particu lar que en cierto momento asume la funcin de ‘encamar el cierre de un horizonte ideolégico, sera deformado como resultado de esta funcion encamante, Entre la particularidad del objeto qui intenta llevar a cabo la operacién de cierre y esta iltima operaci6n hay una relacién de mutua dependencia por la que es requerida le presencia de cada uno de sus polos, pero cada uno de ellos, al mismo tiempo, limita los efec- tos del otro. Supongamos que en cierto mo- mento, en un pais del Tercer Mundo, se propo- ne a la nacionalizacin de le industrias bisicas como panacea economica. Pues bien, ésta es una forma técnica de administrar la economit 51 permaneciera como tal nunca pasaria a ser tuna ideologia.

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