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P.Quignard, Butes PDF
P.Quignard, Butes PDF
eran_os
«maestros de los hombres®. Que representaban
los «testigos naturales de la musicalidad absoluta
‘en la evolucién alo largo del tiempo».
‘Tal vex Butes tiene raz6n.
Quiza hay que volver Ia espalda a la musica 6x
a, o¢cidental, teenolégica, popular.
Quizd hay que dejar lo que hace remar sobre el
banco de los remeros.
Quizd hay que alejarse de la eficacia sonoraex-
cesiva.
‘Quizé hay que apartarse del «ruido del plecro».
La casa donde vivo en una calleja de Paris esa
scina de donde vivia Messiaen. Su hijo vive allito-
. Nos separa un jardin que se ha vuelto salvaje.
sun perdido que debe aadirse a la Perdida, que
7a misma. Compartimos el mismo nii~
rmirlas pardas, los mismos gritos
por la noche como nitosCAPITULO II
Cuando, en Plutarco LXX 6, Cat6n quiere preparar
salma para darse la muerte, comienza por enviar a
Butas, su secretario, al borde del mar; Inego pide
a sus esclavos ya sus oficiales que se vayan; busea
entre los voldimenes que hay en su equipaje; quiere
escoger un timo libro para pasar lo mas agrada-
blemente posible su iltima noche.
Escoge un libro griego.
Consagra lo esencial de su noche a releer el
Redon.
‘Lee una ver, dos veces, tres veces.
De pronto, ereeido por lo que ha leido, decide
‘morir en el acto reproduciendo el ejemplo ateniense
con el que ha impregnado su alma, busca su espa~
da, Busca su espada pero no la encuentra, Esto es lo
‘que escribe Plutareo: Catén buses su espada pero ya
no estaba colgada sobre su cama. Llamé a los suyos
ile dijeron que se la habian quitado porque te~
«que-se matara, Catén dio un puttetazo a uno de
devolvérsela, Su mano se en~
hombre perdié el sentido yLe dijo a Demetrio: « ;Por qué no me habéis atado.
Jas manos ala espalda?’>. Entonces Demetrio se fue
Morando. Pero Catén no perdis el tiempo: desen=
vainé la espada; verificé el filo; examin6 su punta;
pero los dedos que acababa de herirse le dolian y
estaban demasiado débiles para sostener el peso
de la espada; entonces dejé la espada sobre la cama
yllam6 aun médieo para que le vendara los dedos
‘ensangrentados. Una vex hecho, el médico sali6 y
Catén se estiré en la cama y volvié a ponerse a leer.
Entonces oy6 cantar a los pajaros. Butas regress y le
dijo que todo estaba en ealma en los puertos. Caton
le abraz6, le rogé que cerrara la puerta y se hundi6
la espada en el pecho,
Palabra por palabra: Ya los pajaros cantaban. “Hq
8 Soubies jibov.
Los pajaros comienzan a cantar, la muerte sur=
ge. dejacl libro,
Bs el tiempo natural que vuelve de pronto en el
mundo filoséfico.
Es el tiempo de la tierra que salta en el tiempo
del mundo, 4
La melodia animal hace que se despliegue de
pente, en el interior de la psique virtuosa del
‘mo republicano de Roma, todo el lenguaje et
por Platén para evocar la muerte de Soers
nas, Catén abandona el griego,
reiine con la naturaleza porla muerte a partir de una
llamada que proviene de la naturaleza.
Los pajaros cantan, Catén se abre el vientre con la
ayuda de su espada.
Pero el relato de Plutarco no acaba aqui porque
Ja mano vendada de Catén es demasiado débil para
thundir la hoja hasta que aleance el corazén y lo atra~
viese. Sus entrafias caen al suelo: las recogen: se las
introducen de nuevo: tratan de coser su vientre. Ca
‘t6n se da cuenta de lo que los suyos intentan hacer.
Gon las dos manos desgarra de nuevo La piel de su
vientre. Palabra por palabra vb rpadua txavagoritas
axé0avev: la herida volviendo a desgarrar, muri6.
‘Los péjaros eantan cada ver mas fuerte. El sol se ele-
‘va progresivamente en el cielo.CAPITULO IIT
Cuento brevemente la historia de Grecia: partir al
‘mar, lanzarse al viento, fundar una ciudad, eolonizar
‘una orilla, sacrificar un hombre empujéndolo desde
oalto de un promontorio, avergonzarse de la sangre
derramada, purifcarse, marcharse de otra playa, de
‘otro emporio, de otra ciudadela. Fin de la historia,
de la antigua Grecia sepultada bajo la dominacién,
imperial de Roma.
Al contrario que los griegos, los romanos de la
antigiedad sentian la nostalgia del jardin, de las,
flores, de las fieras, la nostalgia de la sombra origi-
naria, de los robles, de la fuente, de lo salvaje, del
limes, del ultrabosque. La gran muralla de Roma es
como la Gran Muralla de China. No hay gran mu-
ralla en Grecia. Romanos y chinos son dos civili-
aciones que inventan «lo que hay detrés>. Son
dos imperios de viviparos. En comparacién con ellos
os griegos o los noruegos eran como pajaros. Ovi-
3. Cueos que ocultaban sus huevos aqui y allé en
de 0170s. Que se zambullian en el agua como
tiempo, Leandro —antes deen Constantinopla, antes de que Constantinopla se
convirtiera en Bizancio, antes de que Bizancio se con-
virtiera en Estambul—amaba a Hero.
‘Cuando Hero deseaba abrazarlo encendia la lam-
para en lo alto de la torre en medio del Bosforo.
Leandro se izaba sobre la roca de Abidos. Levan
taba las manos. Juntaba los dedos. Se inclinaba. Se
‘encogia. El saltador nocturno se zambullia en la mar
sombria,
CAPITULO IV
La escena pasa en medio de la noche. Un viajero
golpea bruscamente la puerta de un pajarero que
vive aislado en el carrascal. El pajarero deja su le~
‘cho, se levanta, abre la puerta, se aparta y deja en-
trara su huésped. Este esta agotado y se muere de
hambre. La hora es tan tardia que el anfitrién ya
no encuentra nada que ofrecer a su huésped. Se
queda parado. Reflexiona. Irresistiblemente gira
su mirada en direeci6n a su perdiz domesticada. La
perdiz comprende enseguida la mirada que su amo
Ie ha dirigido. Le implora suavemente en la len-
ua de los griegos una larga frase compleja y ma~
ravillosa:
—Biye xohhd Gpehoipevos a9” aixod To's
Suoptdous exxchovuévow xai magabidévtos ards
avageiv addy wei, AAG duc TOOTS oe wcdiLov Odiw
488 t0v buopbhorv éxéxn,
Esta frase tan larga que pronuncia la perdi defi-
‘ela esencia dela musica y recuerda su origen cruel:
élla que tan bien te servia atrayendo con sus
on el fin de entregarte-
ala para llenarEl reproche melancélico que le hacia el pajaro
dej6 mudo al pajarero.
Entonees se giré hacia su huésped. Le dijo
—Compréndame. No voy a dar de comer a uno
de mis congéneres la que atrae a los suyos.
Pero el huésped respondi¢:
—Bs un huésped quien esté ante ti. Tengo ham~
bre, Existen leyes (nomoi) que definen la hospita~
lidad. Existen dioses encargados de hacer respetar
estas leyes a los mortales. ,Qué voy a comer si no
‘matas atu pjaro? {Me quieres como enemigo?
El pajarero, como no podia cometer una ingra~
titud a la vex respecto del Nomos y respecto de los
divinos, se corté una buen parte de la nalga y la pu-
soa asar. Bl huésped comi6, durmid, se fue cuando
cant6 el gallo. La eieatrizacion evolucion6 mal. La
nalga se infeet6. El pajarero muri6. Inquieta por la
inmovilidad y el silencio de su amo, la perdiz vo-
16 sobre él. El pajaro se demoré todavia un dia en
lacasa del muerto, Luego el pajaro levant6 el vuelo..
2Qué alma no vuela a pleno dia? ;Quién ha muer-
to? :Quién come? ,Quién canta? ;Quién es huésped
eneste mundo? ,Quién acoge? gQuién se va?
CAPITULO V
En el mar Mediterraneo, en las orillas de Grecia 0
de Siria, unos hombres se desnudan y se zambullen.
Guando llegan al fondo del agua, cuando sienten so-
bre su espalda el peso inmenso de la mar, acechan.
€1fondo oscuro del mundo, observan las sombras de
larocasen el abismo, se aproximan a unos cadveres
de animales extraordinariamente antiguos; eon un.
cuchillo les cortan el pie: regresan a la superficie
los dejan pudrir al sol. Los cadaveres de estos extra-
fos animales antiguos, al cabo de algunos dias, se
hhan vuelto extrafiamente horadados, ligeros, poro-
08, suaves, blancos. Se les llama esponjas. Se puede
decir deuna esponja que es una especie de «criatura
anterior> que absorbe la muerte sobre la piel de
los mortales. Luego la aniquilacién anula esa iltima
‘mancha que somos nosotros en esta orilla de luz
al modo silencioso ¢ inmediato en que lo hacen las
esponjas con el agua que se ofrece a sus numerosos
Jabios. Una mano terrible y mas vasta que nosotros
‘vacia toda el agua de la carne (sarz), apretando sin,
josa, exprimiendo el pasado
{ima gota los actos,placeres, todos los sentidos, todos los sufrimien-
108, la visiGn fabulosa de la luz y de los colores, to-
das las cosas, todos los astros, todos los rostros,
‘todos los nombres.
Se bafiaban desmudos, hombres y mujeres mezcl:
dos, en Francia, antaito, por San Juan. Refan mien-
tras se salpicaban. Decian: «San Juan no se va sin,
su pescado». Es preciso tradueir. No pasaba San
Juan sin que se ahogara un hombre. Este hombre era
1 vestigio del saltador de Paestum. Cada San Juan,
cexige su vietima.
Equadam rupe in mare salientibus, Plinio el Viejo es-
cribi6 en Naturalis Historia TV 89: Los Hiperbéreos
xno mueren mas que voluntariamente. Después de
Jos dilsimos placeres, con el vientre leno, saltan des
deun acantilado.
CAPITULO VI
‘Teseo se olvida de izar la vela blanca.
Entonces Egeo se arroja al mar que toma su
nombre,CAPITULO VII
La pintura que los helenistas acostumbran a llamar el
Saliador de Paestum remite ala escena filos6fica cono-
cida como el Salto del eabo Leucate. Séneca el Viejo
evoca en sus Excerpia lapraecipitatio propiamente fi-
nebre que funda el tiempo en las sociedades de los
hombres. La palabra latina prae-cpitatio significa con,
la cabeza por delante. Las sociedades se asocian em-
ujando un hombre desde un promontorio, profi-
riendo un gran grito unénime que apacigua y que
después cortan bajo la forma de lenguaje articulado.
En Paestum es un promontorio sobre el mar Tirre-
no. En Roma, a falta de un promontorio, es la Roca
‘Tarpeya. Séneca el Joven escribe entonces esta frase
‘extraordinaria que conciemne tanto ala naturaleza del
tiempo como al salto mortal con la cabeza pordelante
de un pharmakos que ha sido elegido al azar: Porque
el simple hecho de lanzarse al vacio implica que no
se puede volver sobre el impuso. La precipitacién,
suprimiendo toda regresién fisica posible, suprime
interno (irrevoeabilis praecipi-El tiempo es precipitacion por deduccién del
tiempo de los carnivoros y del matar devorador
del que su propia motricidad no se disociaba.
El matary el impulso se confunden,
Gicerén eseribié en Tusculanae disputationes IV 18:
‘buscar un limite al vieio leva a pensar que el que se
hia tirado con la cabeza por delante del cabo Leucate
puede dejar de caer cuando quiera.
Qui modum igitur vtio quacrit similiter fact, ut si
‘posse putet eum qui se e Leucata praipitaveris,sust
nere se cum velit
En ningin caso puede porque la proclividad del
‘impulso es el tiempo.
Algo se aceleraal final de la espera que es lo pro-
pio del tiempo mortal en la fascinacién que el ace-
cho impone a los carniceros.
Fascinacién carnivora que los hombres herbivo-
+0s han intentado imitar en la caza (la depredacién.
imitada),
Después la metamorfosearon en pulsin de muer-
te, en guerra (a caza imitada cuya presa es el congé-
rere), que es lo propio de los hombres en la historia
de la naturaleza. 4
Elsalto de las fieras esta en el origen del sal
¢ Leucata sobre las orillas griegas como ordalia,
<@Sobre qué pared fue pintado el
tum? Sobre la pared interna:
el sare6fago. Estaba hecha para los ojos del muerto,
no para nuestros ojos. La palabra griega sarko-phage
significa lo-que-come-la-carne.
‘Tres escolios,
1. No se recupera el tiempo. (Pero todo muer-
to se come y se le recupera en este sentido: alimen-
tandose de lo que se destruye. Es la muerte, en los
carnivoros, la que de hecho es la tinica que mutre.)
2, Este movimiento irrecuperable no orienta.
(Sencillamente no puede dejar de llegar donde ha-
bria podido no ir.)
3. Elorigen se persigue en el tiempo. (El earde-
ter irrecuperable del antaiio funda la irreversibili-
dad en el desfallecimiento de todo ahora.)
El pasaje de Séneca el Joven en el De Ira remite a
Aistoteles Etica a Nicémaco Ill 5: 006° deve Mov
Er’ ii0ov ér’. No es posible para el que ha lanzado la
piedra recuperarla.
En