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HOMO SACER El poder soberano y la nuda vida I Giorgio Agamben Traduccion y notas de Antonio Gimeno Cuspinera PRE-TEXTOS 1a reproduccén total o parcial de est bre, no atorisada por los editors, ‘ola derechos resevaon. Culler uiizcion debe ser reviamente slicad Diseho cublena:Pre-Testos (SG. B) “Tilo de ls edcion original en lng ans 1 ptere soorana tarda va Primera adc dicembre 1998 ‘Primera rempresion: novembre 2003, Segui repre: spembre 2006 © dele taduecs y nots: Astonio Gimeno Cuspner, 198 1 1995 Ghlo Einoct edtore spa, Torino © de in presen edicin ExT, 1598 bis Santinget, 10 $6005 Valencia, ras 6 48 ED SAN sa 8191-2059 Denosto a 3451-2006 HOMO SACER El poder soberano y la nuda vida I Das Recht hat kein Dasein fur sich, sein We- sen vielmehr it das Leben der Menschen selbst, von einer besonderen Seite angesehen. ta in jure civitatis, civiumque officis inves tigandis opus est, non quidem ut dissolvatur Civitas, sed tamen ut tanquam dissoluta consi- deretur ic est, ut qualis sit narura humana, qui bus rebus ad civitatem compaginandam apta vel inepta sit, et quomodo homines inter se compont debeant, qui coalescere volunt, rec- te inteligatur, Hones INTRODUCCION 6 griegos no disponian de un término tinico para expresas lo que nosotros entendemos con la palabra vida, Se servian de dos términos, semantica y morfol6gicamente distintos, aun- que reconducibies a un étimo comin: 204, que expresaba el simple hecho de vivir, comin a todos los seres vivos (anima- Jes, hombres o dioses) y bios, que indicaba la forma o manera de vivir propia de un individuo 0 un grupo. Cuando Platon, en el Filebo, menciona tres géneros de vida y AristOteles, en la Bti- ‘ca Ncomaquea, distingue la vida contemplativa del filsolo (bios thearetihds) de la vida de placer (bios apolaustits) y de la vida politica (bios potitikés), ninguno de los dos habria po- ido utilizar nunca el término 20¢ (que significativamente rece de plural en griego) por el simple hecho de que para ellos ‘no se trataba en modo alguno de la simple vida natural, sino de una vida cualificada, un modo de vida panicular. Aristo. Jes puede hablar, desde luego, con respecto a Dios, de una 22° » ariste hai aidios, vida mas noble y eterna (Met-1072b, 28), mas solo en cuanto pretende subrayar el hecho nada banal de que ‘también Dios es un viviente de la misma manera que, en el ‘mismo contexto, recurre al término 208 para definis, de modo jgualmente poco trivial, el acto del pensamiento); pero hablar cde una 208 poittité de los ciudadanos de Atenas habria carecidor de todo sentido. ¥ no es que el mundo clisioo no estuviera fami- liarizado con la idea de que la vida natural, la simple 20€ como tal, puciera ser un bien en si misma. En un parrafo de la Polt- ica, (1278b, 23-30), después de haber recordado que el fin de Ja ciudad es el vivir segin el bien, Aristoteles expresa con in superable lucider esta consciencia: Esto (el vvi sein el ben) es princpalmente su fla, tanto para to- {os los hombres en comin, como para cada uno de ells po separa, ero tambien se unen y mantienen la comunidad polities en vista sim plemente de vivir, porque hay probablemente algo de bueno en el so- lo hecho de vivir hata t62en autd méinon) sino hay un exceso de ade versidades en cuanto al modo de vii (had fin Bfon), es evidente que 1a mayosia de los hombres soponta muchos padecimietos y se feta ab ida C209, como si obiera en ella cierta serenidad Ceuemeria, bello ia) yuna culzura nar No obstante, en el mundo clisico, la simple vida natural es excluida del ambito de la polisen sentido propio y queda con- finada en exclusiva, como mera vida reproductiva, en el dm- Dito de Ia ofkos (Pol 12522, 26-5). En el inicio de la Politica, Aristoteles pone el miiximo cuidado en distinguir entre el of. ‘bomdmos (el jefe de una empresa) y el despotés (el cabeza de familia), que se ocupan de la reproduccién de la vida y de su mantenimiento, y el politico, y se burla de los que imaginan que la diferencia entre ellos es de cantidad y no de especie. Y cuando, en un pasaje que se convertria en canénico en la 0 tradicién politica de Occidente (1252b, 30), define el fin de la comunidad perfecta, lo hace precisamente oponiendo el sim= ple hecho de vivir (td 2én) a la vida politicamente cualificada (t6 e8 zén): ginoméne mén ofin tof 22n béneken, oitsa dé toi ef 2én, -nacida con vistas al vivir, pero existente esencialmen- te con vistas al vivir bien. (en la traducci6n latina de Guiller. mo de Moerbeke, que tanto Sto.Tomds como Marsilio de Pa- dua tenian a la vista: facta quidem igttur vied gratia existens ‘autem gratia bene vivendi) Es cierto que en un celebésrimo pasaje de la misma obra se define al hombre como politibon zoon (1253a, 4); pero aqui (al rmangen del hecho de que en la prosa dtica el verbo biontat no se ubliza pricticamente en presente), politico no es un attibu to del viviente como tal, sino una diferencia especifica que determina el género zoon (inmediatamente después, pot lo demas, la politica humana es diferenciacla de la del resto de los vivientes porque se funda, por medio de un suplemento de po- litcidad ligado al lenguaje, sobre una comunidad de bien y de smal, de justo y de injusto, y no simplemente de placentero y de doloroso). Foucault se refiere a esta definicion cuando, al final de la Vo- luntad de saber, sintetiza el proceso a través del cual, en los ‘umbrales de la vida moderna, la vida natural empieza a ser in- ‘luida, por el contrario, en los mecanismos y los célculos det poder estatal yla politica se transforma en bio:politica:-Duran- te milenios el hombre siguié siendo lo que era para Aristételes: tun animal viviente y ademés capaz de una existencia politica, el hombre maderno es un animal en cuya politica esti puesta en entredicho su vida de ser viviente- (Foucault I, p. 173) ‘Seg Foucault, l umbral de modernidad biol6gica- de una sociedad se sitia en el punto en que la especie y el individuo, fen cuanto simple cuerpo viviente, se convierten en el objetivo de sus estrategias polticas, A partic de 1977, los cursos en el Collage de Francecomienzan a poner de manifiesto el paso del -Estado territorial al Estado de poblacién. y el consiguiente aumento vertiginoso de la importancia de la vida biolégica y de la salud de la nacién como problema especifico del poder soberano, que ahora se transforma de manera progresiva en gobierno de los hombres: (Foucault 2, p. 719). -El resultado de ello es una suerte de animalizacién del hombre llevada a ‘cabo por medio de las més refinadas técnicas politicas. Apare- cen entonces en la historia tanto la multiplicacién de las post- bilidades de las ciencias humanas y sociales, como la simul ‘ea posibilidad de prcteger la vida y de autoriaar su holocausto.» En particular, el desarrollo y el triunfo del capitalismo no ha- brian sido posibles, en esta perspectiva, sin el control discipli- nario llevado a cabo por el nuevo bio poder que ha creado, por asi decitl, a través de una serie de tecnologias adecuadas, los -cuerpos déciles: que le eran necesarios. Por otra parte, ya 2 finales de los afios cincuenta (es decir casi veinte aos antes de la Volonté de savow?) H. Arendt habia analizado, en The Human Condition, el proceso que conduce al bomo laborans, y con él ala vida biologica como tal, a ocu- par progresivamente el centro de la escena politica del mundo ‘moderno. Arendt atribua precisamente a este primado de la vida natural sobre fa acci6n politica la transformacién y la de- cadencia del espacio pablico en las sociedades modernas. hecho de que la investigaci6n de Arendt no haya tenido pric Uicamente continuidad y el de que Foucault pudiera empren- der sus trabajos sobre la biopolitica sin ninguna referencia a ella, constituye todo un testimonio de las dificultades y de las resistencias con que el pensamiento iba a tener que enfrentar- se en este Ambito. Y a estas dificultades se deben, probable- mente, tanto el hecho de que en The Human Condition la au tora no establezca conexion alguna con los penetrantes andlisis ue habia dedicado con anterioridad al poder totalitario (en los que fata por completo la perspectiva biopolitca), como la cir ‘cunstaneia, no menos singulas, de que Foucault no haya tras- ladado nunca su investigacién a los lugares par excelencia de la biopolitica moderna: el campo de concentracion y la es- tnuctura de los grandes Estados totalitarios del siglo XX. La muerte impidio a Foucault desarrollar todas las implica- clones del concepto de bio-politca y también mostrar en qué sentido habia podide profundizar posteriormente la investi- ‘gacién sobre ella; pero, en cualquier caso, el ingreso de la 208 ‘en a esfera de la foks, a politizacion de la nuda vida como tal, cconstituye el acontecimiento decisivo de a madernidad, que ‘marca una ansformacion radical de las categorias polkico-f- loséficas del pensamiento clasico. Es probable, incluso, que, st la politica parece sultit hoy un eclipse duradero, este hecho se deba precisamente a que ha omitide medirse con ese aconteck miento fundacional de la modernidad. Los -enjgmass (Furet, . 7) que nuestro siglo ha propuesto a la raz6n historica y que siguen siendo actuales (el nazismo es s6lo el ms inquietante entre ellos) s6lo podrin resolverse en el mbito —la bio-poli tiea en que se forjaron. Unicamente en un horizonte bio-po- Itico se podsi decidir, en rigor, si las categorias sobre las que se ha fundado la politica moderia (derecha/izquietda; priva- ddo/piiblico; absolutismo/democracia, et), y que ste han ido de fuminando progresivamente, hasta entrar en la actualidad en luna auténtica zona de indiferenciacién, habrin de ser abando- nados definiivamente o tendrin la ocasin cle volver 2 encon- trar el significado que habian perdido precisamente en aquel horizonte. ¥ s6lo una reflexion que, recogiendo las sugerencias ce Benjamin y Foucault, se interrogue temdticamente sobre fa relacion entre la nuda vida y la politica, que rige de forma en- cubierta las ideologias de la modernidad aparentemente mas alejadas ene si, podra hacer salir ala politica de su ccultacion ya la vez, restituir el pensamiento a su voeacién prictica & ‘Una de las orientaciones més constantes de la obra de Fou- cault es el decidido abendono del enfoque tradicional del pro: biema del poder, basado en modelos jurdico-instinucionales (la defini de la soberania, la teorfa del Estado) en favor de un. andlisis no convencional de los moclos concretos en que el po- der penetra en el cuerpo mismo de los sujetos y en sus formas de vida. En sus times afos, como pone de maniliesto tn se- ‘minario de 1982 en la Universidad de Vermont, este andlisis pa- rece haberse orientado segin dos directrices de investigacion diferentes: por una parte, el estudio de las t6cnicas poltiicas (Como ta ciencia de la policia) por medio de las cuales el Es- tado asume e integra en su seno el cuidado de Ia vida natural de los individuos. Por otra, el de las tecnologtas del yo, me- ante las que se efecttia el proceso de subjetivacién que lleva al individuo a vincularse a la propia identidad y a la propia Cconciencia y, al mismo tiempo, a un poder de control exterior, Es evidente que estas dos lineas (que prolongan, por lo demas, los tendencias que estin presentes desde el principio en la ‘obra cle Foucault) se entrelazan en muchos puntos y emiten ‘aun centro comin. En uno de sus iltimos escritos, el autor afirma que el Estado occidental moderno hha integraco en una medida sin precedentes técnicas de individualizacion subjet vvas y procedimientos de totalizaci6n objetivos, y habla de un auténtico -doble vinculo politico, constituide por la individua- i6n y por la simultinea totalizacion de las estructuras del po- der moderno: (Foucault 3, pp. 229-32) El punto de convergencia entre esos dos aspectos del poder ha permanecido, sin embargo, singularmente adumbrado en la Investigacion de Foucault, tanto que se ha podido afirmar que el autor rechaz6 en todo momento la elaboracién de una teo- ia onitaria del poder. Si Foucault se opone al enfoque tradi- cional del problema del poder, basado exclusivamente en mo- delos juridicos (zqué es 1o que legitima el poder) 0 en modelos 4 instituctonales (qué es el Estado?),¢ invita a siberasse del pri- vilegio te6rico de la soberania: para construir una analiica del poder que no tome ya como modelo y como cédigo el dere- cho, zdénde esti entonces, en el cuerpo del poder, la zona de indiferencia (o, por lo menos, | punto de interseccién) en que s¢ tocan las técnicas de individualizaci6n y los procedimientos totalizantes? Y, ms en general, zhay un centro unitario en que cl doble vinculo- politico encuentre su raz6n de ser? Que ha- yan aspecto subjetivo en la génesis del poder es algo que es: taba ya implicto en el concepto de servitude voloniaire en La Boétie; pero jcGal es el punto en que la servidumbre vol 1a de los individuos comunica con el poder objetivo? Es po- sible contentarse, en un 4mbito tan decisivo, con explicacio- res psicolégicas, como la que, no carente desde luego de atractivo, establece un paralelismo entre neurosis externas y neurosis internas? Y ante fenomenos como el poder medistico, espectacular ~que hoy esté transformando en todas partes'el ‘espacio politico es legitimo o incluso simplemente posible mantener la separacién entre tecnologias subjetivas y técnicas politcas? ‘Aunque la existencia de una orientacion de este tipo patez- a estar I6gicamente implicita en las investigaciones de Fou cau, sigue siendo un punto ciego en el campo visual que el ‘ojo del iavestigador no puede percibir, © algo simifar a un pun 10 de fuga que se aleja al infinito, hacia el que convergen, sin poder alcanzarlo nunca, las diversas lineas de la perspectiva de su investigacion (y, mis en general, de toda la investigacién ‘occidental sobre el poder). La presente investigaciOn se refiere precisamente a ese pun: ‘© ocuo en que confluyen e! modelo juridico-institucional y el modelo biopolitica del poder. Uno de los posibles resulta dos que arroja es, precisamente, que es0s dos anilisis no pue- «den separarse y que las implicaciones de la nuda vida en la es- 6 {era politica constituyen el ntcleo originario ~aunque oculto~ del poder soberano. Se puede decir, mcluso, que la produccién de un cuerpo biopolitico es la aportacién original del poder so- Berano. 1a biopaltica es, en este sentido, tan antigua al menos como la excepcién soberana. Al situar la vida biol6gica en el centro de sus cilculos, el Estado moderno ao hace, en conse- ‘cuencia, otra cosa que volver 2 sacar a la luz el vinculo secre- to que une el poder con la nuda vida, reanudando asi (segiin una correspondencia tenaz entre modemo y arcaico que se puede encontrar en los 4mbitos mis diversos) el més inme- Imorial de los arcana impers. Si es0 es cierto, serd necesario considerar con atencién re- novada el sentido de la definicion aristorélica de la pols como ‘oposici6n entre el vivir Czén) y el vivir bien Ceil 22). Tal opo- siciOn es, en efecto, en la misma medida, una implicacion de lo primero en lo segundo, de la nuda vida en la vida politica mente cualificada, La que todavia debe ser objeto de interro- ‘gaci6n en la definicién aristotélica no son s6lo, como se ha he- ‘cho basta ahora, el sentido, los modos y as posibles aticulaciones del sivir bien: como télas de lo politico; sino que, mas bien, es necesario preguntarse por que la politica occidental se cons- ‘ituye sobre todo por medio de una exclusion (que es, en Ia mis- ‘ma medida, una implicaci6n) de la nuda vida. (Cuil es la rela- cidn entre politica y vida, si ésta se presenta como aquello que debe ser incluido por medio de una exclusi6n? La estructura de la excepcién, que hemos bosquejado en la primera parte de este libro, parece sex, dentro de esa perspec- tiva, consustancial con la politica occidental, y la afirmacién de Foucault, segin la cual para Arist6teles el hombre era un sani- mal viviente y, ademés, capaz de una existencia politica: debe ser completada de forma consecuente, en el sentido de que lo problemético es, precisamente, el significado de ese ademas. la singular formula -generada con vistas al vivir, existente con 6 vistas al vivir biene puede ser leida no s6lo como wna impli- cacion de la generacion (ginoméne) en el ser (ofa), sino tam bign como una exclusion inclusiva (una except) de la 208 en la ‘polis, como si la politica fuera el lugar en que el vivir debe ‘wansformarse en vivir bien, y fuera Ia nucla vida lo que siem- pre debe ser politizado. La nuda vida tiene, en la politica oc: ‘idental, el singular privilegio de ser aquello.sobre cuya ex clusion se funda la ciudad de los hombres, No es, pues, un azar que un pasaje de la Politica site el lu- ‘bar propio de la polis en el paso de la voa al lenguaie. El ne 2x0 entre nuda vida y politica es e! mismo que la definicién me~ tafisca del hombre como -viviente que posee el lenguaje- busca en aniculacion entee phond y l5eos S6lo el hombre, enze los vivientes, posee ef Lenguaje. La vor es sig no del dolor y del places, y, por es, ls tienen también el resto de los ‘ivienes (bu naturaleza ha legado, en efecto, hasta la sensacén del do lory del placer y a tansmiseta unos a os); pero el lenguaje existe pars manifesar lo convenientey o inconvenient, ask com lo justo lo injusto. Yes propio de los hambres, con respecto# los dems ¥ lentes, el tener s6lo ellos el sentido del bien y del mal, de Io isto 9 de lo inusoy de las dems cosas del mismo ner, y la communi de estas cosas ela que consituye la casa y la ciudad (1253a, 10-18) La pregunta: «En qué forma posee el viviente el Lenguaje? corresponde exactamente a esta otra: En que forma habita lt auda Vida en la poli. El viviente posee el logas suprimiendo ¥ conservando en él la propia voz, de la misma forma que ha: bita en la polis dejando que en ella quede apartada su propia nuda vida. La politica se presenta entonces como la estructura propiamente fundamental de la metafisica occidental, ya que ‘ocupa el umbral en que se cumple la articulacion entre el vi viente y el logos. La -politizaciéne dle la nucla vida es Ia tarea ‘metafisica por excelencia en la cual se decide acerca de la hu- ‘manidad del ser vivo hombre, y, al asumir esta tarea, la mo- demnidad no hace otra cosa que declaras sv propia fidelidad a la estructura esencial de la tradici6n merafisica. La pareja cate- gorial fundamental de la politica occidental no es la de amigo- ‘enemigo, sino la de nuda vida-existencia politica, 208 bios, ex- ‘lusidn-inclusi6n. Hay politica porque el hombre es el ser vivo ‘que, en el lenguaje, separa la propia nuda vida y la opone a si mismo, y, al miseno tempo, se mantiene en relacién con ella cen una exclusién inelusiva Protagonista de este libro es la nuda vida, es decir la vida a quien cualquiera puede dar muerte pero que es a la vez in- sacrificable del bomo sacer* cuya funcién esencial en la poli: tica moderna hemos pretendido reivindicar. Una oscura figura del derecho romano arcaico, en que la vida humana se incli- ‘ye en el orden juridico unicamente bajo la forma de su exchi- sion (@s decir de la posibilidad absoluta de que cualquiera le mate), nos ha ofrecido la clave gracias a la cual no sélo los tex tos sagrados de la soberania, sino, més en general, los propios ‘codigos del poder politico, pueden revelar sus arcanos, Pero, a la vez, esta acepci6n, que es quizés la més antigua del tér- imino sacer, nos oftece el enigma de una figura de lo sagrado que esti mis act y mis all de lo seligioso y que constituye el primer paradigma del espacio politico de Occidente. La tesis Toucaultiana debe, pues, ser corregida 0, cuando menos, com- pletada, en el sentido de que lo que caracteriza a la politica ‘moderna no es Ia inclusién de la 20¢ en la polis, en si misma antiquisima, ni el simple hecho de que la vida como tal se con- vierta en objeto eminente de los cileulos y de las previsiones del poder estatal: lo decisivo es, mis bien, el hecho de que, en * Veate nota 1 Ie tradocclén, pg. 26, 18 | na con respecto a la clésica, es que se presenta desde el pi paralelo al proceso en viriud del cual la excepci6n se convier- te en regla, el espacio de la nuda vida que estaba situada or ginariamente al mnargen del oxcen jusidico, va coineidiendo de ‘manera progresiva con el espacio politico, de forma que ex- clusion ¢ inclusi6n, externo e intemo, biosy 208, derecho y he~ cho, entran en una zona de irreducible indiferenciacién. El es- tado de excepcion, en el que la nuda vida era, @ la vez, exchuida, del orden joridico y apresada en él, constitula en verdad, en su separaci6n misma, el fandamento oculto sobre el que repos ba todo el sistema politico. Cuando sus fronteras se desvane- cen y se hacen indeterminadas, la nuda vida que alli habitaba queda liberada en la ciudad y pasa a sera la vez el sujeto y el ‘objeto del orclenamiento politico y de sus conilictos, el lugar {inico tanto de la organizacién del poder estatal como de Ia ‘emancipacién de 6], Todo sucede como si, al mismo tiempo que el proceso disciplinario por medio del cual el poder est tal hace del hombre en cuanto ser vivo el propio objeto espe- cifico, se hubiera puesto en marcha otro proceso que coincide _grosso modo con el nacimiento de In democracia moderna, en. €l que el hombre en su condicién de viviente ya no se presenta como objeto, sino como sujefo del poder politico, Estos proce: 80s, opuestos en muchos aspectos, y (por to menos en apa~ Fiencia) en acetbo conflicto entre ellos, convesgen, sin embar~ go, en el hecho de que en los dos esti en juego la auda vida del ciudadano, el nuevo cuerpo biopolitico de la humanidad, ‘Asi pues, si hay algo que caracterice 2 la emocracia moder- ‘Gpio como una seivindicacion y una lberacién de la 208, es que trata constantemente de transformar la nuda vida misma en tuna forma de vida y de encontras, por asi decislo, el bias de la 204. De aqui también su aporia especifica, que consiste en aventurar Ia libertad y la felicidad de los hombres en e! lugar ‘mismo - «nuda vida— que sellaba su servidumbre, Detris del » largo proceso de antagonismo que conduce al reconocimien- to de los derechos y de las libertades formales, se encuentra, tuna vez més, el cuerpo del hombre sagrado con su dable so: berano, su vida insacrificable y, sin embargo, expuesta a que cualquiera se la quite. Adquirir conciencia de esta aporia no significa desvalorizar las conquistas y los esfuerzos de la de- mocracia, sino atreverse a comprender de una vez por todas por qué, en el momento mismo en que parecia haber venc do definitivamente a sus adversatios y haber legado a su apo- c0, se ha revelado de forma inesperada incapaz de salvar de tuna ruina sin precedentes a esa 260 cuya liberacion y a cu- ya felicidad habia dedicado todos sus esfuerzos. La decaden- cia de la democracia moderna y su progresiva convergencia, con los Estados totalitarios en las sociedades posdemocraticas ¥ -espectaculares: (que empiezan a hacerse evidentes ya con ‘Tocqueville y que han encontrado en los analisis cle Debord. su sancién final tienen, quizas, su raiz en la aporla que mar- ‘ca su inicio y la cine en secreta complicidad con su enemigo més empedernido. Nuestza politica no conoce hoy ningtin ‘otro valor (y, en consecuencia, ningiin otro disvalor) que la vida, y hasta que las contradicciones que ello implica no se resuelvan, nazismo y fascismo, que habtan hecho de la de- cision sobre la nuda vida el criterio politico supremo, segui ran siendo desgraciadamente actuales. Segtin el testimonio de Antelme, lo que los campos de concentracién habian en: seado de verdad a sus moradores era precisamente que -el poner en entredicho Ia cvalidad de hombre provoca una reac- cidn cuasi biologica de pertenencia a la especie humana (An- telme, p,ID- 4, g a tesis'de und intims solidaridad entre democracia y total tarismo (que tenemos que anticipar aqui, aunque sea con toda prudencia) no es obviamente (como tampoco lo es la de Strauss sobre la convergencia secreta entre liberalismo y comunismo » t \ | | | § | | ‘en relaci6n con la meta final) una tesis historiogréfiea que av torice la liquidacién o la nivelacion de las enormes diferencias ue caracterizan su historia y sus antagonismos, Pero, 2 pesar de todo, en el plano historico-filos6fico que le es propio, de- be ser mantenida con firmeza porque solo ella puede permit {que 10s orientemos frente a las nuevas realidaces y las impre- vistas convergencias de este final de mitenio, y desbrozar el te- reno que conduce a esa nueva politica que, en gran parte, es 1d por inventar. ‘Alcontraponer en el pasaje citado mis arriba la bella jorna- dae euemeria) de la simple vida a las -ifcultades- det bios po litico, Arstételes habia dado la formulacion politica probable~ mente mis bella a la aporia que esti en’el fundamento de la politica occidental. Los veinticuatro siglos transcurridos desde fentonces no han aportado ninguna solucién que no sea pro: visional o ineficaz, La politica, en la ejecucion de la tarea me- tafisica que la ha conducido asuinir cada vez més la forma de una biopoltica, no ha logrado construit la articulacion cn- tue 20d y bios, entre voz y lenguaje, que habsia debido soldar la fractura, La nuda vida queda apresada en tal fractura en ta forma de la excepci6n, es decir de algo que sélo es incluido por medio de una exclusion,

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