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UNIVERSIDAD CENTRAL DE NICARAGUA

PROGRAMA INTERNACIONAL
ENLACE CORO
UNIDAD CURRICULAR: PRINCIPIOS ETICOS
FACILITADOR: MOISES CHIRINO

ALUMNOS:
GENESIS, GONZÁLEZ. C.I.: 18.631.693

SANTA ANA DE CORO, SEPTIEMBRE DE 2010


1. Revision Historica de la Reflexion Etica.
En el origen, la ética aparece subordinada a la política (ética individual y ética
social). En efecto, el hombre griego de la época sentía la polis como
inmediatamente incardinada en la naturaleza. En Aristóteles, la moral forma
parte de la ciencia de la política porque la vida individual solo puede cumplirse
dentro de la polis (interpretando: lo que en realidad pretendía decir era que lo
sustenta el bien particular es el bien común) y determinada por ella; incluso
eleva la polis a la calidad de divino. En la doctrina aristotélica el fin de la ética y
de la política son idénticos: La Felicidad, que como "bien autosuficiente" no es
un bien más entre otros, ni componente de algún estado de cosas. La Felicidad
es la suprema justificación de la vida del hombre.
 Platón establecía que era la polis y no el individuo el sujeto de la moral, es
decir -planteaba- la virtud no puede ser alcanzada por el hombre sino que el
Estado lo debe orientar hacia fines morales (no por medio de la dialéctica sino
por la persuasión).
 La ética de Kant es de un individualismo radical, pues no presupone
exigencias transpersonales sino que busca el deber de perfección propia.
"Nunca puede ser un deber para mi cumplir la perfección de los otros". Kant
sustituye la moral del bien y de la felicidad por una moral del puro deber y de la
conciencia individual.
 Para Hegel el espíritu subjetivo una vez en libertad de su vinculación a la vida
natural, se realiza como espíritu objetivo en tres momentos: Derecho, ya que la
libertad se realiza hacia afuera; moralidad, es decir, el bien se realiza en el
mundo; y la eticidad, que se realiza a su vez en tres momentos: Familia,
Sociedad y Estado, siendo éste último según él, el sujeto supremo de la
eticidad, aunque probablemente haya querido decir que el Estado "es" sujeto
de eticidad, Estado de justicia, Estado ético.
 
2. Teorías Éticas:
 Aristoteles y la ética de la virtud y la búsqueda de la prudencia: Con
respecto a la ética Aristóteles propone que todo lo que conduce al hombre a su
propio bien y al logro de sus verdaderos fines es una acción buena y todo lo
que lo desvía de ese objetivo es una acción mala.
Existen distintas clases de bienes; y según la actividad que realice cada uno
será el bien que desea conseguir. Y también diferentes fines, que pueden ser
parciales y que están subordinados a otros de carácter último.

Por ejemplo un médico que cura una herida como fin inmediato para recuperar
la salud del enfermo como fin último.

Aristóteles trata de explicar el Bien como fin último. Para ello cree necesario
remitirse a la ciencia ética individual y luego a la ciencia ética política.

El objeto de la ética individual o moral, son las obras humanas y se parte de los


juicios morales para establecer principios generales, con el supuesto que
existen en el hombre tendencias naturales innatas hacia la armonía, la
coherencia y el equilibrio, sabiduría que constituye la base de la ética natural.

Por lo tanto para Aristóteles existe una naturaleza humana, una forma “a priori”


de ser del hombre con valores absolutos.

Para Aristóteles la felicidad es el fin al que aspira todo hombre, relacionada con


la actividad virtuosa no transitoria sino durante toda la vida, entendiendo por
virtudes la moral y el intelecto, reconociendo que para lograrlo es necesario
contar con medios externos.

Para ser bueno, dice Aristóteles, se necesita desarrollar un buen carácter, el


cual se desarrolla por medio del accionar virtuoso, ya que el hombre tiene ya
una predisposición habitual hacia la virtud.

El accionar virtuoso crea un hábito y a medida que avanza la educación


el hombre se puede dar cuenta que esa actitud le reporta únicamente
beneficios, por lo tanto la adopta para siempre y así de esa manera se
convertirá en un virtuoso moral.
La virtud tiene que encontrar su justo medio, ni caer en excesos ni en defectos.
La virtud es la disposición a elegir en base a las reglas del hombre virtuoso,
con capacidad de discernimiento moral al tomar decisiones, o sea que posea la
sabiduría práctica esencial para saber que es lo que tiene que hacer según las
circunstancias.
Para Aristóteles, el hombre prudente es aquel que pueda ver el bien
del hombre en todas las circunstancias.
La virtud no es extremista, constituye una síntesis entre los opuestos. Ni
tan malo ni tan bueno. Es en la síntesis donde disminuye la parte peligrosa de
los valores absoluto

 Los Estoicos, búsqueda de la virtud moral: Para Séneca, un pensador


estoico tardío, la filosofía es la ciencia de la conducta; y la felicidad es sinónimo
de virtud, concepto que para el estoicismo significa vivir conforme a la
naturaleza.

Los consejos y la exhortación son su preocupación principal en la educación de


los valores morales, principios que benefician el estado mental del hombre y su
conducta.
El estoicismo de Séneca es una doctrina ética práctica.

Según los principios estoicos no existen actos malos en si mismos sino el mal
moral que representa la ausencia del recto orden en la voluntad humana.

Tanto en la física como en la moral los contrarios actúan recíprocamente. No


se podría entender lo que es tener coraje si no se conoce el miedo, la justicia
sin la injusticia, el valor sin la cobardía, lo que significa el placer si no se
conoce el dolor.

Vivir de acuerdo a la naturaleza y a sus leyes significa para el estoicismo


atenerse a los principios que operan en ella, de los cuales el alma humana
también participa.
Diógenes Laercio señala que la virtud consiste vivir conforme a la recta razón,
de acuerdo a la naturaleza.

El hombre es el único que puede conocer esas leyes y de aceptarlas


conscientemente y es libre de cambiar su actitud de acuerdo a su voluntad y
responsabilidad, porque ninguna acción es buena o mala en forma
determinada.

Por lo tanto, algunas cosas serán preferibles, otras rechazables y otras


indiferentes y el placer nunca puede ser un fin en si mismo.

Las virtudes esenciales son la prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia


que se complementan entre si, pero la conducta verdaderamente virtuosa es la
del sabio, que se ha liberado de las pasiones, tiene dominio de si mismo y
acepta su finitud.
Los estoicos tardíos ponen énfasis en la idea de progreso y dividen a la
humanidad en dos grupos, el de los insensatos y el de los que progresan hacia
la virtud o la sabiduría.

Una característica de la doctrina ética estoica se ocupa de las pasiones y los


estados de ánimo como la tristeza, la depresión, el deseo y el miedo. Pero en
la práctica se refiere más a la lucha por conseguir el dominio de uno mismo y la
libertad moral.
Para el estoicismo todo hombre es un ser social por naturaleza y la razón es la
naturaleza esencial que es común a todos los hombres. El ideal ético estoico
se consigue cuando logramos amar a toda la humanidad como a nosotros
mismos.

Los estoicos hablan de la providencia divina que rige el universo de un modo


infalible y le permite alcanzar todos los objetivos que ella ha previsto, por esta
razón participan de doctrinas esotéricas y adivinatorias.

Para el estoicismo nada es casual y cada ente es necesariamente producido de


la única manera que debía ser, y se dirige necesariamente hacia el
cumplimiento de lo que le ha sido asignado.

La verdadera libertad del hombre sabio es conformar su propio deseo al Hecho


divino, o sea desear lo que el Hecho quiere, lo que le es dado.

La libertad no consiste en aspirar al cumplimiento de nuestros


propios proyectos individuales, porque estos proyectos serán trastocados por el
Hecho del cual somos irremediablemente esclavos.
 Ética Cristiana: Los modelos éticos de la edad clásica fueron aplicados a
las clases dominantes, en especial en Grecia. Las mismas normas no se
extendieron a los no griegos, que eran llamados barbaroi (bárbaros), un
término que adquirió connotaciones peyorativas. En cuanto a los esclavos,
la actitud hacia los mismos puede resumirse en la calificación de
‘herramientas vivas’ que le aplicó Aristóteles. En parte debido a estas razones,
y una vez que decayeron las religiones paganas, las filosofías contemporáneas
no consiguieron ningún refrendo popular y gran parte
del atractivo del cristianismo se explica por la extensión de la ciudadanía moral
a todos, incluso a los esclavos.

El advenimiento del cristianismo marcó una revolución en la ética, al introducir


una concepción religiosa de lo bueno en el pensamiento occidental. Según la
idea cristiana una persona es dependiente por entero de Dios y no puede
alcanzar la bondad por medio de la voluntad o de la inteligencia, sino tan sólo
con la ayuda de la gracia de Dios. La primera idea ética cristiana descansa en
la regla de oro: "Lo que quieras que los hombres te hagan a ti, házselo a ellos"
(Mt. 7,12); en el mandato de amar al prójimo como a uno mismo (Lev. 19,18) e
incluso a los enemigos (Mt. 5,44), y en las palabras de Jesús: "Dad al César lo
que es del César y a Dios lo que es de Dios" (Mt. 22,21). Jesús creía que el
principal significado de la ley judía descansa en el mandamiento "amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con
toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo" (Lc. 10,27).

El cristianismo primigenio realzó como virtudes el ascetismo, el martirio, la fe, la


misericordia, el perdón, el amor no erótico, que los filósofos clásicos de Grecia
y Roma apenas habían considerado importantes.

 La tradición Kantiana, respeto a lo que es valioso: -A fines del siglo


XVIII, Immanuel Kant propone un criterio moral distinto a los que hemos
expuesto. Considera que, ciertamente, los seres humanos desean ser felices y
que para lograrlo han de hacer uso de una razón prudencial y calculadora. Sin
embargo, como las personas imaginamos nuestra felicidad de formas distintas,
una razón de este tipo no puede formular sino consejos.
- No obstante, hay determinados mandatos que pensamos que debemos
seguir, nos haga o no felices obedecerlos. Cuando se dice que "no se debe
matar" o que "no hay que ser hipócrita", no se esta pensando en si seguir esos
mandatos hace feliz, sino en que es inhumano actuar de otro modo

- Así pues, la razón nos impone una leyes que obligan sin condiciones, es
decir, no prometen la felicidad a cambio: solo prometen realizar la propia
humanidad. De ahí que se expresen como mandatos (imperativos) categóricos,
no condicionados a que alguien quiera ser feliz de un modo u otro. Ser persona
es por sí mismo valioso, y la meta de la moral consiste en querer serlo por
encima de cualquier otra meta: en querer tener una buena voluntad. La razón
que da esas leyes morales no es la prudencial ni la calculadora, sino la razón
práctica, que orienta la acción humana de forma incondicionada.

- Para saber que una norma es una ley moral, dada por la razón práctica, Kant
propone someter cada norma al test del imperativo categórico.

En opinión de Kant, una persona es autónoma cuando no se rige por lo que le


dicen, pero tampoco sólo por sus apetencias o por sus instintos, que al fin y al
cabo, no elige tener, sino por un tipo de normas que cree que debería cumplir
cualquier persona, le apetezca a él cumplirlas o no. Esas normas serán las
propias de cualquier ser humano. Un ser capaz de actuar de este modo y que
es valioso en sí mismo no puede, según Kant, venderse en el mercado por un
precio, porque para eso habría que fijarle un equivalente. Pero, ¿por qué
podemos intercambiar a un ser humano?, ¿cuál es su equivalente?, ¿cuál es
su precio? La respuesta de Kant es clara: los seres humanos no tienen precio,
no pueden intercambiarse por un equivalente, sino que tienen dignidad. Son
dignos de todo respeto.

 Relativismo Etico: La objeción más persuasiva contra la verdad es la que


establece el relativismo de los valores o relativismo ético: cada quien tiene que
tener por bien lo que considera que es bueno para él, sin tener que someterse
a unos criterios objetivos que, a fin de cuentas, serían extraños a las
capacidades de su propia libertad. Los valores serían algo privado, incluso
puras referencias sentimentales e irracionales.
¿Existen unos valores o criterios de actuación comunes para todos los
hombres? El relativismo de los valores contesta negativamente a esta
pregunta. Es la aplicación del escepticismo al ámbito de la razón práctica.

La proposición ‘lo que es verdad para unos no es verdad para otros’ se podría
aplicar a las decisiones que conforman la conducta, pero no a los principios
éticos a partir de los cuales se decide la conducta, porque éstos son los
principios del actuar y los valores comunes a todos los hombres. Los derechos
humanos brotan de las exigencias propias de la naturaleza y del ser del
hombre. Son los valores comunes para todos: no son algo negociable, no
pueden dejarse a la decisión de la mayoría, pues no dependen de lo que
decidamos acerca de nosotros, sino de lo que en realidad somos.

Si el relativismo de los valores se mantiene de una forma extrema, se hace


necesario negar que exista una naturaleza humana poseedora de unos bienes
humanos comunes a todo hombre; pero de hecho, las certezas básicas e
iniciales del comportamiento práctico son espontáneas y no demostrables y
dan por supuestos esos bienes a la hora de regir la conducta, pues están ya
presentes en todo actuar. El hombre no inventa esos bienes originales, sino
que los descubre en sí mismo, en lo más profundo de su ser, cuando piensa y
obra honradamente. Colón no inventó América, la descubrió. Algo semejante le
ocurre al hombre con esas verdades profundas de su ser (la verdad, el bien, la
hermosura, la felicidad en una palabra). El relativismo impide la defensa de lo
que somos, el respeto a lo que somos, porque todo lo trivializa.

Cuando piensa y obra honradamente, decimos. Porque cuando piensa y obra


interesadamente, con un interés torcido, puede llegar a torcer la verdad de las
cosas y de sí mismo en orden a sus intereses: "Un mal amor (el interés
personal) me hizo ver recto (distorsiona) el camino torcido (la realidad)",
palabras de Dante que sintetizan un largo discurso ético. El interés no recto
-que no se adecúa a la verdad del ser humano- es un auténtico sida para la
conciencia. El peso de los intereses -éxito, fama, placer, poder...- es a veces
una atracción a veces con más peso que la realidad. Si se vive de espaldas a
la realidad, se acaba en la autojustificación. Podríamos decirlo de otro modo:
cuando no se vive como se piensa, se acaba pensando como se vive, creando
toda una teoría para justificar el propio comportamiento.

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