You are on page 1of 46
Traducciin de EL PODER JoRGE DelKe Un enfoque radical ‘STEVEN LUKES 3425s INDICE Prefacio 1. INTRODUCCION : 2. EL ENFOQUE UNIDIMENSIONAL 3. EL ENFOQUE BIDIMENSIONAL 4. EL ENFOQUE TRIDIMENSIONAL 5. LA CONCEPCION DE PODER SUBYACENTE 6. PODER E INTERESES : 7. COMPARACION DE LOS TRES ENFOOUES 8. Diricuntapes 9. CONCLUSION Bi PREFACIO Este libro tiene su origen en una conferencia pronunciada en la Sorbona ante alumnos de Pierre Birnbaum. Luego se convirtié en un guién para el seminario de Sociologia Politica, ‘a cuya realizacién contribui en Oxford junta- mente con R. W. Johnson, Roderick Martin y Frank Parkin. Luego fue objeto de abundantes revisiones, a la luz de los debates —especial- mente en la Université de Montréal y la McGill University de esa misma ciudad, de la Univer- sity of Massachusetts y la New University del Ulster, en Coleraine— y de los fundados argu- mentos y criticas de (entre otros) Brian Barry, John Gaventa —que esté verificando ahora en tuna investigacion empirica algunas .de sus ideas—, Jerome Karabel, Jackie Lukes, José M* Maravall, Kenneth Newton, Bertell Ollman, Frank Parkin, Bob Rae, Joseph Raz, Frank Wright y, sobre todo, Peter Bachrach, William Connolly y Alan Montefiore. Estoy especial- ‘mente agradecido a Peter Bachrach. Las discu- siones publicas y privadas que mantuvimos du- ante su ¢stancia en Oxford fueron ocasiones excepcionales de intercambiar —y no sélo de ratificar— opiniones; fueron para mi extraordi- nariamente interesantes y enriquecedoras. | | | 1. INTRODUCCION Este breve libro encierra un andlisis conceptual del poder. En él voy a pronunciarme por un enfoque del poder (es decir, una manera de identificar a éste) que es radical en sentido ted- rico y en sentido politico (y, en este contexto, considero que hay una relacion intima entre los. dos sentidos). El enfoque que voy a defender, yo diria que, por un lado, es inevitablemente eva- luativo y esta “esencialmente contestado’ (15) ' y, por el otro, es aplicable empiricamente. In- tentaré demostrar por qué este enfoque es supe- ior a los alternativos. Defenderé, ademés, su carécter evaluativo y contestado, cosas que no son defectos para mi, y sostendré que es «opera- tivo», es decir empiricamente itil, por cuanto permite forjar hipétesis en términos de dicho enfoque que en principio son verificables y fal- sables (a despecho de los argumentos comin- mente esgrimidos en contra). Incluso daré ejemplos de tales hipétesis, de algunas de las cuales Hegaré hasta el extremo de pretender que son ciertas. ‘A lo largo de mi argumentacién tocaré una cepte de poder ao tiene arraigo en se trate de politica osoclologia» (26) Clas entre corchetes corresponden a obras que figuran en la bibtiogratia, infra, pp. 80-85) 2 Seven Latkes serie de problemas metodolégicos, teéricos y politicos. Entre los primeros figuran los limites del behaviorismo, el papel desempetiado por los. valores en la explicacién y el individualismo metodolégico. Entre los problemas teéricos es- an cuestiones relacionadas con los Ifmites © prejuicios del pluralismo, con la falsa concien- cia y con los intereses reales, Entre los proble- mas politicos estan las tres famosas dreas pro- blematicas clave estudiadas por Robert Dahl [12] en. New Haven (nuevo desarrollo urbano, educacién publica y nombramientos politicos), la pobreza y las relaciones raciales en, Balti mote, asi.como la-polucién atmosférica. Estos temas no seran discutidos en si, sino que. sim- plemente se aludiré a ellos en puntos significa dos de la-argumentacién. Por su naturaleza, ésta es polémica. Y realmente, el que lo sea forma parte esencial de mi alegato. Comienza esta argumentacion examinando tun enfoque del poder y concepciones emparen: tadas —que tiene profundas raices historicas, particularmente en el pensamiento de Max We ber, y que adquirié una sensible influencia.en. tre los politélogos americanos de la década: de los sesenta a través de la obra de, Dahl y sus colegas pluralistas. A este enfoque se le criticd por superficial y restrictivo y se le acus6 de lle- var a una injustificada celebracion del plura- lismo americano, del cual se pretende que cum- ple los requisitos de la democracia, en especial por parte de Peter Bachrach y Morton S. Baratz en un famoso ¢ influyente articulo titulado «The two faces of power» [2] y en un segundo articulo [3], incorporados ambos posteriormente, previa Introducein 3 modificacién, en su libro Power and poverty [4]. La argumentacién de éstos fue, a su vez, objeto de enérgicos contraataques por parte de los plu- ralistas, en especial Nelson Polsby (30, 311, Raymond Wolfinger [37, 38] y Richard Merel- ‘man [20]; pero también se granjeé defensas de gran interés, como la de Frederick Frey [14]. y por lo menos una aplicacién'empirica, intere- sante en grado sumo, en el libro de Matthew Grenson The un-polities of air pollution (9. Ar- gumentaré que el enfoque de los pluralistas era, efectivamente, inadecuado, por’ las razones aducidas por Bachrach y Baratz, y que el enfo- que de éstos va més lejos, aunque, por otro lado, no lo bastante, y esté necesitado de un temple radical, Mi estrategia consistira en. es- bozar tres mapas conceptuales, que espero pon- gan de manifesto los rasgos distintivos de esos tres etifoques del poder, a saber el de los plura- listas (al que llamaré unidimensional), el de sus criticos (al que llamaré bidimensional) y un ter~ cer enfoque del poder (al que llamaré tridimen- sional), Luego pasaré a examinar los lados fuer~ tes y débiles respectivos, intentando demostrar mediante ejemplos que el tercero de estos enfo- ques permite un andlisis de las relaciones de poder mas profundo y satisfactorio que el pro- porcionado por cualquiera de los otros dos. 2, EL ENFOQUE UNIDIMENSIONAL ‘A menudo se califica a éste de enfoque «plura- lista» del poder, pero tal etiqueta es ya enga- ‘ios, por cuanto Dahl, Polsby, Wolfinger y otros pretenden demostrar que el poder —segun Io identifican ellos~ esta, de hecho, distribuido de ‘manera pluralista en New Haven, por ejemplo, y mas generalmente en el sistema politico de los. Estados Unidos en su totalidad. Hablar, como hhacen los susodichos autores, de un «enfoque plu ralista» del poder, o de una eaproximacién pluralista» al mismo o bien de una «metodolo- gia pluralista» presupone que las conclusiones de los pluralistas ya estén contenidas en sus concepciones, aproximacién y método. Real- mente, yo no creo que asi sea. Creo que éstos son capaces de generar en determinados casos conclusiones no pluralistas. Utilizando, por ejemplo, su enfoque del poder y su metodologia para identificarlo (de manera que el lugar donde se ubica el poder se determina viendo quién prevalece a la hora de adoptar decisiones dondequiera que haya un conflicto observable) Robert McKenzie {19} coneluye que el poder es piramidal en los dos principales partidos politi- cos britanicos; y sirviéndose de un enfoque y diferentes, Samuel Beer [6] concluye que en el caso del Partido Laborista no lo es. Del primero de esos enfoques se extraen conclusiones elitistas cuando es aplicado a es- tructuras elitistas de adopcién de decisiones y 1 enfoque widimensional 5 conclusiones pluralistas cuando es aplicado a estructuras pluralistas de adopeién de dec nes (y también, diria yo, conclusiones plural tas cuando es aplicado a estructuras que él identifica como pluralistas, mientras que otros enfoques del poder no lo hacen). Asi pues, al intentar caracterizarlo identificaré sus rasgos distintivos independientemente de las conclu- siones pluralistas que se hayan solido obtener. n su temprano articulo «The concept of po- were, Dahl describe su «idea intuitiva del po- ders como «algo semejante a: A tiene poder so- bre B en la medida en que puede conseguir que B haga algo que, de otra manera, no haria» ({10}, en {7}, p. 80). Mas adelante en ese mismo articulo, Dabl describe su «enfoque intuitivo de la relacién de poder» en términos ligeramente diferentes: parecia, dice, «implicar una tenta- tiva Goronada por el éxito por parte de A de conseguir que @ haga algo que, de otra manera, no harias ((7}, p. 82). Notese que si el primer ‘enunciado gira en torno a la capacidad de A («... en la medida en que puede conseguir que B haga algo ....), el segundo especifica una tenta- tiva coronada por el éxito, y en ello estriba, desde luego, la diferencia entre los poderes ac- tual y potencial, entre posesion y ejercicio del poder. Es éste —el elercicio del poder— la idea central de este enfoque del poder (como rea cidn al hincapié que hacen los llamados «clit tas» en las reputaciones del poder). En Who go verns?, el método capital de Dahl cor edeterminar con respecto a cada decision qué participantes propusieron alternativas que fi nalmente fueron adoptadas, vetaron alternati- 6 ‘Steven Latkes vas propuestas por otros 0 propusieron alterna- 5 que fueron rechazadas. Estas acciones fuc- ron después clasificadas como ‘éxitos’ o “derro- tas! individuales. Los participantes con la ma- yor proporci6n de éxitos sobre el total de éstos fueron considerados como los més influyentes» ({121, p. 336) *. En suma, como dice Polsby: «En la aproximacién pluralista ... se intenta estudiar los resultados especificos con vistas a determi- nar quién prevalece efectivamente en la adop- cién de decisiones dentro de una comunidad» ((30}, p. 113). Aqui se hace hincapié en el estu- dio del comportamiento concreto, observable. El investigador, segin Polsby, «deberia estudiar el comportamiento efectivo, ya sea de primera mano, ya sea reconstruyéndolo a partir de do- cumentos, testimonios, periédicos y otras fuen- tes apropiadas» (p. 121). Ast pues, la metodolo- gia pluralista, en palabras de Merelman, «estu- di6 el comportamiento efectivo, insistié en las definiciones operativas y encontré pruebas. Mas atin: parecié obtener conclusiones fiables, que satisfacian los cénones de la ciencia» ((20), p.451), (Convendré tener en cuenta que los pluralis- tas tienden a usar de forma intercambiable «poder, «influencia», ete., suponiendo que hay una enocién primaria que parece estar detras ‘de rods esos conceptos» ({10}, en (71, p-80) Who governs? habla todo de «influencia», mien- tras que Polsby habla ante todo de «poder».) "Para un examen eriteo del uso que de sx propia con hace Dahl, véase Moris (25, cepcign del pod BT enfoque unidimensional 7 Este hincapié en el comportamiento observa- ble a la hora de identificar el poder mueve a los pluralistas a estudiar Ia adopcién de decisiones como tarea central. Para Dahl, pues, el poder sélo puede ser analizado tras un examen mi- nucioso de una serie de decisiones concretas® ((11}, p. 466); Polsby, a su vez, escribe Se puede concebir el «poder» —ainfluencias y «con: trol» son sinénimos servibles— come la capacidad de tun actor de hacer algo que afecte a otro actor, que cambie el probable curso de unos futuros aconteci- mientos especificados. Esto puede ser més facilmente concebide en una situacién de adopeién de decisiones (30), pp. 34) Arguye este autor que identificar a «quien pre- valece en la adopcién de decisiones» parece ser ‘la mejor manera de determinar qué individuos y grupos tienen ‘mas’ poder en la vida social, porque el conflicto directo entre actores plantea una situacién que se asemeja sobremodo a una verificacién experimental de su capacidad de influir en los resultados» (p.4). Como se des- prende de esta ultima cita, se supone que las decisiones» entrafian un conflicto «director, es decir fective “y observable. Asi pues, Dahl afitma que sélo es posible verificar estricta- mente la hipstesis de una clase dirigente si hay ©. casos que impliquen decisiones politicas clave donde las preferencias de la hipotética lite dirigente choquen con las de cualq otro grupo similar que se pueda sugerir», y «... cn tales casos prevalecen regularmente las pre- ferencias de la élite» ({11], p- 466). Los pluralis- a ‘Seven Latkes tas hablan de decisiones relativas a problemas pertenecientes a «éreas problematicas» (clave) Seleccionadas, suponiendo una ver, mas que ta les problemas son polémicos e implican un licto efectivo. Como dice Dahl, es «requi necesario, aunque quiz no suficiente, que el tema clave implique un desacuerdo efectivo en las preferencias de dos o mas grupos» (p. 467). ‘Hemos visto, pues, que los pluralistas hacen hincapie en el comportamiento en Ia adopcion de decisiones sobre problemas clave o impor- tantes por cuanto implican un conflicto obser- vable efectivo, Obsérvese que tal implicacién no es requerida por las definiciones de poder de Dahl o de Polsby, las cuales simplemente re- quieren que A pueda llegar o legue a afectar a To que hace B. Y de hecho, en Who governs? Dahl se muestra muy sensible a la operatividad del poder o Ia influencia en ausencia de con- Aicto; incluso afirma, en efecto, que una «verifi- cacién aproximada de la influencia abierta 0 encubierta de una persona es la frecuencia con ‘que consiga llevar adelante una politica impor- tante en contra de la oposicién de otros, o vetar politicas propuestas por otros, 0 llevar adelante tina poten donde mo apareza oposicion bch 12}, p. 66). De todos modos, éste es solo ut Me itatauchos ejemplos de gu el texto de Who governs? es mas sutil y profundo que la mayoria ide los pronunciamientos conceptuales y meto- 7 Tas cursivas son mias (S. L). Este pasaje es ferozmente critieado por Mors [251 BI enfoque unidimensional 9 dol6gicos de este autor y sus colegas ; esta en contradiccién con su armazén conceptual y su metodologia. Dicho de otra manera, constituye un descubrimiento que el enfoque unidimer nal del poder es incapaz de explotar. De acuerdo con este enfoque, el conflicto es crucial por cuanto procura una verificacién ex- perimental de las atribuciones del poder: pa- rece pensatse que sin él el ejercicio del poder no se pondra de manifiesto, Entre qué se da el conflicto? La respuesta es: entre preferencias que se supone son formuladas conscientemente, manifestadas a través de acciones’y, por ende, susceptiblés “de ser descubiertas por observa cién del comportamiento de la gente. Ademas, los pluralistas suponen que los intereses se han de entender como preferencias por politicas de- terminadas, de suerte que un conflicto de inte- reses equivaldria a un conflicto de preferencias. Rechazan cualquier sugerencia de que los inte- reses puedan ser inarticulados 0 inobservables, y sobre todo la idea de que las personas puedan ‘star equivocadas acerca de sus propios intere-~ ses 0 ser inconscientes de ellos. Como dice ~~ Polsby: Rechazando esta presuncion de una eobjetividad de los interesess, podemos ver ciertos casos de des- » Oto ejemplo se da en Ias pp, 161-62 y 321, cuando Dahl punta implicitamente hacia el proceso de no adopetén de Gecisiones, diciendo del poder de los miembros del estrato politico que determina en parte si un asunto se conviere 6 ‘ho en «problema de notoriedad publica 0 Steven Lukes acuerdo intraclasista como un conflicto intraclasista, de intereses y el acuerdo interclasista como una ar- ‘monia interclasista de intereses. Defender lo contra Ho se nos antoja un error. Si la informacion acerca del comportamiento efectivo de los grupos dentro de Ja comunidad no se considera importante en el mo- mento en que discrepa de las expectativas del inves tigador, entonces es imposible aun refutar las propo- siciones empiricas de la teoria de la estratificacion que postulan intereses clasistas), por lo que habra ue onsierarlas come aserios mis metafiscos que Empiricos. Suponer que los intereses «reales» de una Clase les pueden ser asignados por analista permite a ste atribuir una sfalsa conciencia de clase» cuando la clase en cuestion no coincide con é1 (130), pp. 22. 234 Concluyo, por ende, que este primer enfoque ‘unidimensional del poder entraiia una insisten- cia en el comportamiento a la hora de adoptar decisiones sobre problemas en torno a los cuales hay un conflicto observable de intereses (subje- tivos), entendidos como preferencias expresas por una determinada politica y revelados a tra- ves de una participacién politica. Ct Ia erica que hace Theodor Geiger la imputaciin por Marsal proletariado de «interesesauténticos» indepen Grentes de los descos y metas de sus miembros: ahi, dice ‘Geiger, stermina el andiss cabal de la estructura de inter es de las clases sociales, manifestandose uinieamente ya a ‘mania religiosa» (Die Klassngesellchoft im Schmelztiege, Colonia y Hagen, 1949, p. 133, cltado y traducido en Da- hrendoe (13) p. 175). 3. EL ENFOQUE BIDIMENSIONAL En su critica de este enfoque, Bachrach y Ba- ratz aducen que es restrictivo y, en virtud de este hecho, presenta un cuadro pluralista, en- gafiosamente optimists, de la politica ameri- cana. El pod: mera es fe qu Ja cual «el poder esta enteramente incorporado y plenamente reflejado en las “decisiones con- cretas' o en la actividad directamiente relacio- nada con su adopeiéne (I4], p.7). Escriben estos autores: Por supuesto, el poder se eferce cuando A participa en Ia adopcin de decsiones que afectan 3B. Taine bién se ejerce el poder cuando A coneagra sus enet= ffas a crearo reforar aqucloe valores sotals 9 Po. lticosy praeticaslnsttulonales que limitan ela cance del proceso olitio a la consderacinpéblica solamente'de los problemas que scan rlativamente inocuos para A. En la medida en que A consigue hae Carl, xo impide, pars todos los eects practices, que B ponga sobre el tapetecunlquer problema cuya te solucion pueda perjudicar serlamentealconjunto de prelerencias de A (p. «Punto capital» de su argumentacién es el si- guiente: «En la medida en que una persona oun grupo —consciente.o inconscientemente— cr © refuerza barreras al aireamiento de los con- flictos polititss, esa persona o grupo tiene po- def» (p. 8): Citah a este propésito las famosas y 2 Stover Lakes frecuentemente repetidas palabras de Schatts- chneider: Todas las formas de organizacién politica sienten in- clinacton por la explotacién de unos tipos de conflic- tos y la supresién de otros, puesto que organizar es ‘movilizar inclinaciones. Ciertos temas se organizan dentro de la politica, mientras que otros 10 hacen fuera de ella ([3), p. 70. EI significado del trabajo de Bachrach y Baratz reside en que estos autores aportan a la discu- sign en torno al poder la idea —de crucial im- portancia— de la «movilizacién de inclinaci ness. Hay, segiin sus propias palabras, tun conjunto de valores, creencias, rituales y proce- dimientos institucionales (sreglas del juego») predo- Iminantes que actiian sistematica y consecuentemente ‘en beneficio de personas y grupos determinades a expensas de otros. Los beneficiarios esta colocados ‘en posicién aventajada para defender y promover sus intereses establecidos. La mayorfa de las veces, los sdefensores del statu quo» son un grupo minoritario o elitista dentro de la poblacion en cuestién. Sin em- bargo, ef elitismo no esté predestinado ni es omni presente; como fécilmente pueden certiicar los con- trarios a la guerra de Vietnam, la movilizacién de inelinaciones puede beneficiar y frecuentemente be- neficia a una neta mayoria ([4, pp. 43-4). Qué valor tiene entonces este segundo enfoque, bidimensional, del poder? ¢Qué mapa concep- tual es el suyo? Responder a esta pregunta plantea una dificultad, toda vez que Bachrach y Baratz usan el término «poder» con dos signifi- EL enjoque bidimensional a cados distintos. Por un lado, lo emplean de una manera general para referirse a todas las for~ mas de control con éxito de A sobre B, es decir: de la consecucién por A de la obediencia de B. Los mencionados autores, en efecto, desarrollan toda una tipologia (interesante en grado sumo) de estas formas de control, formas que ellos en- tienden como tipos de poder en cualquiera de sus dos facetas. Por otro lado, califican de * der’ a uno de esos tipos, a saber, la consecucién de la obediencia mediante la amenaza de san- ciones. Sin embargo, al exponer su posicién po- demos eliminar facilmente el equiveco Ila- mando «poder» a lo primero y «coercion» a lo segundo. ~ Su tipologia del «poder» abarca, pues, cocr- a, influencia, autoridad, fuerza y manipula: cién. Existe coercién, como acabamos de ver, cuando 4 consigue la obediencia de # mediante una amenaza de privacién dondequiera que hay ‘tun conflicto en torno a los valores 0 al curso de la accion entre A y B» (p. 24) '. Existe influencia donde 4, «sin recurrir a una amenaza tacita 0 franca de privacién rigurosa, hace que [B] cam- bie el curso de su accion» (p. 30). En una situa cidn que comporta autoridad, «B obedece por- " Sobre la coercion, cf. Robert Nazick, «Coercion, en Philosophy, polities and society, fourth series, Peter Last, W.G. Runciman, Quentin Skinner, comps, Oxloed, Black. ‘well, 1972, pp. 101-38, J. Roland Pennock y John W. Chap- ‘man, comps, Coscion: Nomas XIV, Yearbook of the Ame ‘ean Society for Potical and Legal Philosophy, Chicago y ‘Nueva York, Aldine-Atherton Ine. 1972 “ Steven Latkes que reconoce que la orden [de A] es razonable en términos de sus propios valores», bien por- que su contenido es,legitimo y razonable, bien porque se ha llegado a él a través de un proce- dimiento legitimo y razonable (pp. 34, 37). En el caso de la fuerza, A aleanza su objetivo frente a la no obediencia de B despojandole de la opcién entre obediencia y no obediencia. Manipulacion ¢s, por tanto, un xaspecto» 0 una subnocién de la fuerza (distinta de la coercién, el poder, la influencia y la autoridad), dado que aqui la sobediencia es posible al faltar por parte del que ha de obedecer un conocimiento bien de la procedencia, bien de la naturaleza exacta de lo ue se le pide» (p. 28) La critica que Bachrach y Baratz hacen al en- foque unidimensional del poder de los pluralis- tas es, hasta cierto punto, antibehaviorisia; es decir los autores pretenden que «subraya inde- bidamente Ia importancia de proponer, decidir y velar, y, como resultado de ello, «no toma en cuenta el hecho de que el poder puede ser efer- cido —y a menudo lo es— limitando el aleance de la adopcién de decisiones-a-problemas rela- tivamente ‘inocuios’» (p. 6). Por otro lado, estos autores ‘inisten —al menos en su libro, repli- cando a los criticos que mantienen que si B no actia porque prevé la reaccién de A, entonces no ocurre nada y tenemos un eno evento», que no es susceptible de verificacién empirica— en give las llamadas no decisiones, que restringen el alearicé de la adopcién de decisiones, son, a su vez, decisiones (observables). Estas, sin em- bargo, pueden no 48F abiertas o especificas con respecto a un tema dado o incluso no haber sido El enfoge bidimensional 1s adoptadas conscientemente para excluir a de- tractores en potencia, a los cuales tal vez desco- nozcan los defensores del statu quo. Tal desco- nocimiento eno significa, empero, que el grupo dominante prescinda de adoptar no decisiones que preserven o promuevan su dominacién. El mero apoyo al proceso politico establecido tiende a surtir ese efecto» (p. 50). Asi pues, un anélisis satisfactorio del poder bidimensional implica un examen tanto de la adogotin de decisomes como de \n adopetén de no decisions: Una decisidn ¢3 «una eleccién en- tre varios modos de accién alternativos» (p. 39); una no decisiOn es «una decisién que conduce a la supresién o frustracién de un reto latente 0 manifiesto a los valores o intereses de quien adopta ta decisién» (p. 44). Por consiguiente, la adopcidn de no decisiones es «un medio de que las demandas de cambio en la actual distribu- clén.de beneficios y,privilegios dentro de la co- ‘munidad puedan ser sofocadas incluso antes de ser articuladas; 0 mantenidas ocultas; o amor- tiguadas antes de que tengan acceso a la arena donde se adoptan las decisiones en cuestién; o, en caso de que fallen todas estas cosas, trunca- das o destruidas en la fase de ejecucién de las, decisiones del proceso politico» (p. 44). En parte, Bachrach y Baratz redefinen efecti- vamente las fronteras de lo que hay que con: derar como problema politico. Para los plural tas, estas fronteras son establecidas por el si tema politico que se esta observando 0, mejor dicho, por las élites del mismo, ya que, como dice Dahl, ede un problema politico dificil- mente se puede afirmar que existe a menos y % 16 Steven Likes hasta tanto que haya acaparado la atencién de un sector importante del estrato politico» ((12), p. 92). El observador selecciona entonces algu- nos de estos problemas en cuanto obviamente importantes 0 ‘clave’ y analiza la adopcién de decisiones en relacién con ellos. Para Bachrach y Baratz, en cambio, es de crucial importancia dentificar los problemas potenciales a los que la adopcién de no decisiones impide actualizarse. Para ellos, los problemas cimportantes» o «clave» pueden ser, por tanto, actuales 0 —mas probablemente— potenciales, siendo un pro- blema clave «aquel que entrafa un genuino de- safio a los recursos del poder o autoridad de uienes ordinariamente dominan el proceso en virtud del cual se determinan las salidas pol cas del sistema, es decir «una demanda de transformacién duradera tanto de Ja manera en que son distribuidos los valores en el sistema de gobierno ... como de la propia distribucién de Ios valores» (4), pp. 47-48). A despecho de esta crucial diferencia con los pluralistas, el anilisis de Bachrach y Baratz } tiene en comin con el de aquéllos un aspecto ” significativo, a saber el hincapié en el corflicto efectivo, observable, abierto o encubierto. Mien- tras que los pluralistas sostienen que, en la adopcién de decisiones, el poder vinicamente se revela alli donde hay conflicto, Bachrach y Ba- ratz suponen que esto mismo ocurre en casos de adopcién de no decisiones. Afirman, por tanto, que si «no hay conflicto, abierto o encubierto, habra que presumir que existe un consenso en cuanto a la distribucién de valores imperante, en cuyo caso es imposible la adopcién de deci- al 7 siones» (p.49). A falta de tal conflicto, arguyen, «no hay forma de juzgar correctamente si cl propésito de una decisién es realmente impedir © frustrar una seria consideracion de una de- manda de cambio que amenaza en potencia a quien adopta las decisiones» (p. 50). Si «parece haber una aquiescencia universal con respecto al slaty quo», entonces no sera posible «determi- ar empiricamente si ese consenso es genuino 0, por el contrario, ha sido impuesto mediante la adopcién de no decision». Los autores agregan extraflamente que «el analisis de este problema queda fuera del alcance de un analista politico y acaso solo pueda ser analizado fructifera- ‘mente por un filésofo> (p. 49). Esta ultima observacién parece indicar que Bachrach y Baratz no estan seguros de si lo que quieren, decir es que el poder de adopcién de no decisiones no puede ser ejercido en ausencia de conflictos observables 0 que jamés podremos saber si lo ha sido. De cualquier manera, el con- licto que ellos creen necesario se da entre los fintereses de quienes estan implicados en la adopcién de no decisiones y los intereses de quienes ellos excluyen de la audicion dentro del sistema politico. ¢Cémo se identifican los inte- reses de estos tiltimos? Bachrach y Baratz con- testan que el observador debe determinar si tales personas y grupos aparens temente desfavorecidos por Ia movilizacién de las clinaciones tienen agravios abiertos o encubiertos indo agravios abjevtos los que ya han sido expres dos ¥ han dade lugar a un problema dentro del sis ‘ema politico, mientras que los encubjertos estin to- davia frwra del sistema, 18 ‘Steven Latkes Estos iiltimos «no han sido considerados ‘dig- nos’ de atencién y controversia piblicas», aun- ‘que son «observables para el investigador en su forma abortada» (p.49). Dicho de otro modo, / Bachrach y Baratz tienen un concepto mas am- | plio de los sintereses» que los pluralistas, si | bien este concepto se refiere a intereses subjet | vos més que objetivos. Mientras que el plura- lista considera como intereses las preferencias politicas manifestadas por el comportamiento de todos los ciudadanos que se supone estan dentro del sistema politico, Bachrach y Baratz consideran también las preferencias manifesta- das por el comportamiento de quienes parcial 0 totalmente estan excluidos del sistema politico, en forma de agravios abiertos o encubiertos. En ambos casos se supone que los intereses estén conscientemente articulados y son observables. | Concluyo, pues, que el enfoque bidimensional del poder comporta una critica cualificada —y digo cualificada porque todavia se supone que la adopcién de no decisiones es una forma de adopeton de decisiones— del carter behavio. rista del primer enfoque y deja un margen para Considerar las formas en que se puede impedir que se adopten decisiones acerca de problemas otenciales en torno a los cuales existe un con- flicto observable de intereses (subjetivos) consi- derados como encarnados en preferencias poli- ticas expresas y agravios infrap. 4. EL ENFOQUE TRIDIMENSIONAL No hay duda de que el enfoque bidimensional del poder supone un importante avance con respecto al unidimensional, puesto que incor- pora al andlisis de las relaciones de poder la cuestién del control sobre el programa politico y de los modos de mantener fuera del proceso Politico problemas potenciales. No obstante, entiendo que es inadecuada por tres razones. En primer lugar, su critica del behaviorismo es cualificada en exceso} 0, por decirlo de otro modo, sigue estando demasiado apegada al behaviorismo, esto es al estudio del ecompor- tamiento-efectivo», abierto, cuyas «decisiones concretais» en situaciones de conflicto son con- sideradas paradigméticas. Al intentar asimilar todos los casos de exclusién de problemas po- tenciales del programa politico al paradigma de la decisién, proporciona un cuadro engafioso de as formas.en. que los individuos y sobre todo 16s" grupos-e. instituciones logran ‘excluir del proceso politico problemas potenciales. Las de- cisiones son elecciones hechas de manera cons- ciente e intencional por los individuos entre va- rias alternativas, mientras que las inclinaciones del sistema pueden ser movilizadas, recreadas y reforzadas de formas que no son consciente- mente elegidas ni son el resultado que preten- dian las clecciones particulares de los indivi- duos. Como afirman los propios Bachrach y Ba- ratz, Ia dominacién por los defensores del sta- 20 even Lakes tu quo puede ser tan firme y generalizada que éstos ignoren los potenciales aspirantes a su po- sicion y, por consiguiente, las alternativas al proceso politico existente, cuyas inclinaciones se esfuerzan por mantener. En cuanto eestudio- sos del poder y sus consecuencias», dicen, nuestra preocupacién no es si los defensores del statu quo usan su poder conscientemente, sino si lo ejercen, cémo lo ejercen y qué efectos tiene ello en el proceso politico y en otros acto- res dentro del sistema ([4], p. 50) Mas atin: las inclinaciones del sistema no se nutren simplemente de una serie de actos elegi- dos individualmente, sino también y sobre todo del comportamiento socialmente estructurado y culturalmente configurado de los grupos. y de las précticas de las instituciones que cierta- mente pueden manifestarse a través de Ia inac- cién de los individuos. Bachrach y Baratz coin~ ciden con los pluralistas en adoptar un enfoque del poder excesivamente individualista en el aspecto metodologico. Unos y otros siguen aqui los pasos de Max Weber, para quien el podet era la probabilidad de que los individuos real- zaran su voluniad pese a la resistencia de otros, mientras que el poder de controlar el programa politico y excluir problemas potenciales no Puede ser adecuadamente analizado a menos que sea concebido como una funcién de fuerzas colectivas y conciertos sociales '. Hay, en efecto, " Véase Steven Lukes, Individualism, Oxford, Blackwell 1973, cap. xv (EI individualism, Barcelona, Anagrams. 1975), Comparese con la decision de Dahrendorf de seeguie las provechoses y ponderadas definiciones de Max We- El enfoque tridimensional 2 aqui dos casos diferenciables. En primer lugar esté el fenémeno de la accién colectiva, donde la politica 0 accién de una colectividad (ya sea tun grupo, como por ejemplo una clase, o una institucién, como por ejemplo un partido pol tico 0 una empresa comercial) es manifiesta, pero no atribuible a las decisiones 0 al compor- famiento de individuos particulares. En se- gundo lugar esta el fendmeno de los efectos ‘sistémicos» u organizativos, donde la mov’ zacién de inclinaciones resulta, como decia Schattschneider, de la forma de’ organizacién, Tales colectividades y organizaciones se com- ponen, por supuesto, de individuos, pero el po- der que ejercen no se puede conceptualizar simplemente en términos de las decisiones 0 el comportamiento de los individuos. Como dijo sucintamente Marx, elos hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbi trio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con ‘que se encuentran inmediatamente, que existen y transmite el pasado»? El segundo aspecto en que resulta inadecuado el enfogue bidimensional es el consistente en bers, de acuerdo cons uses «i importante rns centre poder y autoridad rndica en que mientras que el p fst ligndo czencialmente a la personalidad de ls indiv- ‘duos, Ia autoridad siempre se enoventre asoclada a posicio- res 0 roles sociales» (USI, p. 160) 2 Karl Marx y Friedrich Bagels, «The Eighteenth Bra- naire of Louis Bonaparte», en Mace y Engels, Selected works, Moses, Ediciones en Lenguas extranjeras, 1962 tol 1, p-247 [eEl 18 Brumario de Ls Bonapartes, en Marx 1 Bagels, Obras escogidas, Madi, Akal, 1975, vo. I, p. 250), 2 Steven Lakes asociar al poder con el conflicto efectivo, obser- vable. Las criticas de los pluralistas en este sen- tido también se cifien demasiado a sus adversa- ios * (y unos y otros se cifien, a su vez, a Weber, quien, como hemos visto, subrayaba la realiza- cién de la voluntad de uno pese a la resistencia de otros). Esta insistencia en el conflicto efectivo en cuanto rasgo esencial del poder no va a nin- guna parte, y ello por dos razones, cuando me La primera es que, segtin los propios andlisis de Bachrach y Baratz, hay dos tipos de poder que pueden no implicar tal conflicto, a saber la ‘manipulacién y la autoridad, que ellos conciben, com® in «acuerdo basado en la razén» ((4], p. 20), aunque en otro lugar digan que comporta un «posible conflicto de valores» (p. 37). La segunda razén por la que la insistencia en cl conflicto efectivo y observable no va a nin- guna parte es sencillamente que resulta suma- ‘mente insatisfactorio suponer que el poder sélo se ejerce én situaciones de conflieto: Dicho ton todo rigor, A puede ejereer poder Sobre B consi- guiendo que éste haga Io que no quiere hacer, pero también ejerce poder sobre él influyendo fen sus necesidades genuinas, modelandolas o » Tal asociacin queda patente al méximo en Paver and poverty (U4). especialmente pp. 49.50), como reaccion la reskin ejercidn por lay crtien de los plaalistas a ls ime plicaciones —potencialmente tridimensionales-~ del arti. culo sobre ts no adopeién de decisions (3. Véanse Merel- ‘man [20] Is comunicaciones hechas al director dela Ame ‘ean Police! Seience Review, 62 (1988) por Bachrach 9 Ba Fate (pp. 1268-49) y Merelman (p. 1269) El exjoque tridimensional 2 determinandolas. De hecho, zno estriba el su- remo ejercicio del poder en lograr que otro otros tengan los deseos que uno quiere que ten. gan, es decir en asegurarse su obediencia me- diante et control sobre sus pensamientos y de- s€05? No hace falta llegar al extremo de hablar deUn mundo feliz 0 del mundo de B, F. Skinner para percatarse de que el control del pensa- miento adquiere un sinfin de formas menos to- tales y mas mundanas, através del control de la informacién, a través de los medios de comuni- cacién social ya través de los procesos de socia. lizacién. No deja de ser una ironia,ciertamente, que haya excelentes descripciones de este fend meno en Who governs? Consideremos la des- cripcién del papel de los «patricios» a comi 20s del siglo x1X: «La élite parece haber poseido Jamas indispensable de las caracteristicas de tun grupo dominante: el sentimiento, compar- | tido no sélo por ella, sino asimismo por la | _plebe, de que su pretension de gobernar era le- | eltimas ((i2), p. 17). ¥ Dahl descubre tambien este fenémeno en las condiciones «pluralistas» de la actualidad. Los dirigentes, dice, «no slo responden a las preferencias de los votantes, siho que ademas modelan.esas preferencias» (p. 168). ¥ mas adelante: «Casi toda la poblacién adulta se ha visto sometida a agin grado de | adoctrinamiento a través de las escuelas» (p. 317), etc. Lo malo, al parecer, es que tanto Ba. chrach y Baratz como los pluralistas suponen ‘ue si el poder, tal como lo entienden ellos slo s© manifiesta en casos de conflicto efectivo, de ello se desprende que el conflictoefectivo es ne- cesario para el poder. Pero esto es igmorar un | Lk ” Stew Les detalle crucial: que la mas efcaz einsidioss uti ion Gel poder consist en impedir que al conflict atlore El erecraopecto en que resulta inadecuado el cnfogue bidimnsional del poder guarda etre Sha‘eacon cone ogni se rata dea tencis en que cl pode de adopcion de no dec Stones une stmt all donde ve dan Sravis alos que se niepa la entrada ene pro- aera ietitico en forma de problemas. Si el ob- | Setvalor loge descubrir gue no hay tale agra eeeeee eee eeeeeeeee eee Withos onsenso acerce de la cistribucin | Ulatee Smperante, Por deurio de otra manera, Saul mone ue as ptsnas no senen Sdtavio ninguno,entonces e que no tlenen in tdrovessusceptbles de ser lesionados por el uso Sui poder Ns elles tambien sumamente in eeiectoios Bn primer lugar cau! een 1040 | caeecrragravi’ una demanda articulada et bee a un eonocirento politic, una quelain- | directa nacida de la experiencia de cada dia, Ga wage sensecién de malestar_o an sent date de carencia? cf 18). En segundo lugs unde importante, mo estriba el supremo ¥ mas Tein cee ae poder mped eh | cualquier. medida que las personas _tengan | SoS recuriende. para ello a model sus Sercepelonescopnicones, y_preferencias “de arte ae acepfen su papel en el orden de cosas 2eileak ya see porgue‘no Pueden ver ni ima hua una akernative al mismo, ya sea porque en como natural ireemplaable,0 porque Calaren como algo ordenade por Dios y Bene Sono Sapomer aux susenci de agravio ea BI enfoque tridimensional 2 vale a un consenso genuino es simplemente des- cartar la posibilidad de un consenso erréneo 0 manipulado por obra del mandato definicional. En resumen, el enfoque tridimensional del poder comporta una minuciasa critica del cardc- ter behaviorista * de los dos primeros enfoques, considerados demasiado individualistas, y deja un margen para la consideracién de las muchas formas de mantener fuera de la politica proble- ‘mas potenciales, bien mediante la actuacion de fuerzas sociales y précticas institucionales, bien mediante las decisiones tomadas por indivi- duos. Tal cosa, por otro lado, puede ocurrir en ausencia de un conflicto actual, observable, que acaso haya sido felizmente conjurado, aunque se mantenga ahi una referencia implicita al conflicto potencial. De cualquier modo, esa po- tencialidad puede no verse actualizada nunca. Lo que puede darse ahi es un conflicto latente, que estriba en la contradiccién entre los intere- ses de aquellos que ejercen el poder y los intere- ses reales de aquellos a quienes excluyen ‘. Estos * Uso el término «behaviorsta» en el estricto sentido i dicado antes, para referirme al estudio del comportamleato ablertoy efectivo y, de manera mas especifca, alas d siones coneretas. Por supuesto que, en un sentido més am- plio,elenfoque tridimensional del poder ex «behevierstas For cuanto ane 0 la idea de Que of comportamieato (accion e inaccién, conseiente e inconsciente, actual y po. ‘eacial)aporta prutbas (directas indirectas) de cara a una atsibucion del ejercicio det poder. 5 Este conlicto es latent en ef sentido de que se supone ‘que habria conficto de necesidades 0 preferencias entve ‘aquellos que ejeren el poder y aquellos que extn sujetos @ (se, si estos ultimos adguirieran conciencia de sus Inter 26 Steven Lukes tiltimos quiz no expresen sus intereses 0 ni si- quiera tengan conciencia de ellos, pero, como argumentaré, en definitiva la identificacién de ‘esos intereses siempre se basa en hipétesis em- piricamente defendibles y refutables, ‘A continuacién resumiremos los rasgos dis- tintivos de los tres enfoques del poder presenta- dos mas arriba. Enfoque unidimensional det poder Hincapié en (a) el comportamiento @) la adopeién de decisiones (©) problemas (clave) (@) el conflicto observable {abierto) © intereses (subjetivos), enten- didos como preferencias poli- ticas que nos revela la parti cipacién politica, Enfoque bidimensional del poder Critica (cualificada) del cardcter behaviorista Hincapié en (a) la adopcién de decisiones y adopcién de no decisiones ses {Mi expicacin de conflito latent y los intereses rea ies ha de distinguirse de la de Dahrendort que habla de i {ereses sobjetivossyelatenten» en cuanto «intereses antago- nicos condicionads por las posilones sociales, y aun ine Tentes a llase en aociaciones imperativamente coordina dda. que son sindependientes de las orientaciones conscien {es [de los individuos)» (13), pp. 174, 178). Dabrendorf toma por secioldgicamente dado To que para mi es empirk ccamente determinable, | | I EI enfoque sidimensonal ” (b) problemas y problemas po- tenciales () el conflicto observable (abierto 0 encubierto) (d) intereses (subjetivos), enten- didos como preferencias poli- ticas 0 agravios. Enfoque tridimensional del poder Critica del cardcter behaviorista Hincapié en (a) la adopcién de decisiones y el control del programa politico (no necesariamente a través de deci siones) (&) problemas y. problemas po- tenciales (c) el conflicto observable (abierto © encubierto) y la- tente (@) intereses subjetivos y reales. 5. LA CONCEPCION DE PODER ‘SUBYACENTE Rasgo comiin a estos tres enfoques del poder es ‘su caracter evaluativo: todos ellos surgen de una perspectiva moral y politica particular y operan dentro de ella. Yo diria,ciertamente, que el poder es uno de esos conceptos que dependen inevitable- mente de los valores. Con esto quiero decir que tanto su definicién como cualquier uso que de a ‘quel se quiera hacer, una vez. definido, van liga- dos indisolublemente a una determinada se- rie de supuestos acerea de valores —probable- mente no reconocidos— que predeterminan su Ambito de aplicacién empirica, Mas adelante sostendré que algunos de estos usos permiten mejor que otros la extension y profundizacion de ese Ambito. Ademés, el concepto de poder es, fen consecuencia, lo que se ha dado en lamar tuna «nocién esencialmente contestadae, uno de esos conceptos que einevitablemente implican disputas interminables sobre sus usos correctos por parte de los usuarios ({15], p. 169). En ver- dad, meterse en tales disputas es meterse en po- litica. Un punto comiin 0 idea primordial absoluta- mente fundamental, de toda reflexién acerca del poder es que A de alguna manera afecta a B. Ahora bien, para aplicar esta idea primordial (causal) al analisis de la vida social necesitamos algo més, a saber la idea de que A actia asi de luna manera no trivial, significativa (ef. (36). k Le concepeiin de poder subsacente 2 Claramente, todos nos afectamos unos a otros todo el tiempo de mil maneras; el concepio de poder, al igual que los de coercién, influencia, autoridad, etc., con él emparentados, escoge Ambitos de esa afectacion que le parecen signi- ficativos en algiin aspecto especifico. Para que tuna forma de concebir el poder (o una forma de definir el concepto del poder) sea stil en el ané- lisis de las relaciones sociales, tiene que com- portar una respuesta a las preguntas: «¢a qué se considera aspecto significativo?» y «zqué es lo que hace significativo que A afecte a B+. Ahora bien, el concepto de poder asi definido, cuando se interpreta y pone en préctica, proporciona uno o mas enfogues del poder, esto es una o mas formas de identificar casos de poder en el mundo real. Los tres enfoques que hemos con- siderado se pueden entender como interpreta- ciones y aplicaciones alternativas de un mismo concepto de poder subyacente, segiin el cual 4 ejerce poder sobre B cuando A afecta a B en sentido contrario a los intereses de B !, De cual- " Esta distincion entre cconcepto» y cenfoque> cs para: lela a la establecida por John Rawls entre tconcepto y sconcepeldns. Pare, segin Rawls, tural considerar que el concepto de Justia ex diferente Ge las diversas concepciones de la justiciay que esta especi- Ficado por el papel que esos disintor cajuntos de pine: plos, esas dstintas concepeiones, tienen en comin. Ouienes Imaniienen diferentes concepcioney de ls justicla pueden, ‘Bucs, seguir conviniendo en que las instituciones sn justas Sando no se establecen distinciones arbtrarias entre las personae In hora de asignar derechos ¥ deberes fundamen tales y cuando las normas determinan un equilibria o recto entre reivindicaciones contrapuestas de las vetajas x0 ‘Steven Lites quier modo, hay formas alternativas —no me- ‘hos contestables— de conceptualizar el poder que implican criterios alternativos de significa- tividad. Examinemos dos de ellas. Consideremos, primeramente, el concepto de poder claborado por Talcott Parsons (26, 27, 28, 29), Parsons pretende «tratar el poder como un mecanismo especifico que opera para producir de Ia vida sola. Los burmanos pseden estar conformes on ‘ita deseripei de las Instituclones justas, toda vez que las fociones de dstincign arbitraria y equllibrio correct, in Clas en el concept de jstcia, quedan ablertas para que ‘eds cus las interprete segn los prncipios de justcia que Siscriba. Estos principios sefalan qué semejanzas y dif fenclas entre personas son importantes pars determinar los Aderechos y deberes,y especifican qué division de las ventae jas es la apropiada Gohn Rav A theory of justice, Oxford, Clarendon Press, 1972, pp. 546 [aora de la just, Made Fondo de Cultura Econémica, 1979). Anélogamente, los que mantienen los tres diferentes enfo- ‘ques del poder que he expuesto,offecen interpretacionee Aivergentes de lo que se ha de entender por intereses y de ‘como pueden resulta afectados adversamente éstos. Botoy de acuerdo, ademas, con las sgerencias de Rawls de que lag diversat concepciones de la fusticia (como enfoque del poder} son xl resultado de diferentes nociones de sociedad fn el contento de unas coneepciones contrapuestas de lat hecesidades y oportunidades naturales de la vida humana Para comprender plenamente na determinada concepein de justicia tendremor que explicitar Ia concepeion de co0- peracidn social de la cual deviva» (pp. 9-10) Dislento, en ‘Cambio, de In aparente creencia de Rawls de que, en ultima Instancia, existe une concepeién racioal o un eonjunto de prineipios de justicia que esté por descubri. slustiiay es {ina nocién no menos ecncialmente conteeda que Ia de poder a concepeiéa de poder subyacene 3 cambios en la accién de otras unidades, indivi- duiales 0 colectivas, en los procesos de interac- cin social» ((28}, en [29], p. 299). Qué es, a su. entender, Io que hay de especifico en este meca- rnismo, lo que caracteriza a éste como «poder»? Dicho de otro modo, qué criterios de significa- tividad usa Parsons para identificar como «po- der» un Ambito de afectacién particular? La respuesta es, en sustancia, el uso de decisiones autoritarias con vistas a objetivos colectivos. He aqui cémo define este autor el poder: Poder es, por tanto, una capacidad generalizada de garantizar el cumplimiento de obligaciones vinculan- tes por parte de unidades dentro de un sistema de organizacién colectiva, cuando las obligaciones se le- gitiman mediante la referencia a su repercusion en Tag notas colectivas y donde, en caso de actitudes re- caleitrantes, se presuma la elecuelén mediante san- ciones situacionales negativas, cualquiera que sea el agente efectivo de tal ejecucién (p. 308). «En esta forma legitimada, el poder de A sobre B es el ‘derecho’ que tiene A, en cuanto unidad de adopcién de decisiones implicada en el pro- ceso colectivo, de adoptar decisiones que preva- lezcan sobre las de B, en interés de la eficacia de la operacion colectiva en su totalidads (.318), La conceptualizacién del poder de Parsons asocia a éste con la autoridad, el consenso y la persecucién de metas colectivas, y lo disocia de fos conflictos de intereses y, en particular, de la | coercién y la fuerza. Ast pues, el poder depende 2 Steven Lukes de la «institucionalizacién de la autoridad> (p. 331) y «es concebido como un medio genera- lizado de movilizar las adhesiones o la obliga- cién de cara a una accién colectiva eficaz» (p. 331). En cambio, «la amenaza de medidas coer- citivas, 0 de coaccion sin legitimacién o justifi- cacién, no debe ser calificada en modo alguno de uso del poder...» (p. 331). Parsons criticaba, pues, a Wright Mills por haber interpretado el, pocler «exclusivamente como una facilidad para conseguir lo que desea un grupo —el de quienes tienen el poder— impidiendo que otro grupo el de quienes ‘estén fuera’— consiga lo que desea», en lugar de ver en él una «facilidad para el cumplimiento de una funcién dentro y en pro de la sociedad en cuanto sistema» ([26], p. 139). Consideremos en segundo lugar el concepto de poder definido por Hannah Arendt. «El poder», dice, corresponde a la aptitud humana no sélo de actuar, sino de actuar de manera concertada. El poder no es nunca la propiedad de un individuo; pertenece a un grupo y existe sélo mientras permanece unido el grupo. Cuando decimos que alguien esta ven el po: ders, nos referimos efectivamente a que tiene poderes de un cierto nimero de personas para que actie en su nombre. En el momento en que desaparece el grupo que dio origen al poder en un principio (potes- tas in populo: sin un pueblo o grupo no hay poder), su poder» se desvanece igualmente ((1) p. 44) Es el respaldo popular lo que confiere poder a las insti- tuclones de un pais, y tal respaldo no es sino la pro- E I Ls concepeiin de poder subyacente B secucién del consentimiento que dio origen a las le yes en un principio. En una situacidn de gobierno representativo, s@ supone que el pueblo dirige a ‘quienes lo gobiernan. Todas las instituciones politi ‘cas son manifestaciones y materializaciones del po- der; se petrifican y desmoronan tan pronto como el poder vivo del pueblo deja de sustentarlas. A esto se referia Madison cuando decia que «todos los gobier- rnos se basan en Ia opinions, lo cual no es menos vilido para las diversas formas de monarquia que para las democracias (p.41) La concepcién del poder de Arendt asocia a éste con una tradicién y un vocabulario que ella hace remontarse hasta Atenas y Roma, segan los cuales la repiiblica se basa en el imperio de la ley, que descansa sobre «el poder del pueblo» (p.40). Desde esta perspectiva, el poder aparece disociadg de la srelacién mando-obediencia» (p.40) y sla cuestién del dominio» (p. 44). El poder es consensual: «no necesita justificacién, por Ser inlierente a la misma existencia de las comunidades politicas; lo que si necesita es legi- timacién... El poder surge siempre que el pue- bblo se retine y acttia concertadamente, pero su legitimacion proviene més de la reunién inicial que de cualquier accién que luego pueda se- guirs (p. 52). La violencia, en cambio, es ins- trumental, es un medio para conseguir un fin, pero «jamés serd legitimar (p.52). El poder, «lejos de ser un medio para conseguir un fin, €s, cen efecto, la condicién misma que permite a un grupo de personas pensar y actuar en términos de la categoria medio-fin» (p. 51). El objetivo de estas definiciones del poder de Parsons y Arendt, bastante similares, es prestar u Stevo Lakes lun apoyo persuasivo a los armazones tedricos generales de sus respectivos autores. En el caso de Parsons, vincular el poder a las decisiones ‘autoritarias y las metas colectivas sirve para re- forzar su teoria de Ia integracién social, basada cen un consenso acerca de los valores por el pro- cedimiento de sustraer a la vista toda una serie de problemas que han interesado a los llamados teéricos de la ‘coercién', justamente en el con- texto del «poder». Por obra de la definicién, fe- némenos como Ia coercién, la explotacién, la ‘manipulacién y demés dejan de ser fenémenos del poder y, por consiguiente, desaparecen del paisaje tedrico. Anthony Giddens ha formulado muy bien este punto: Dos hechos obvios —que las decisiones autoritarias ‘muy a menudo sirven a intereses sectoriales y que los Conflictos mas radicales que se dan en Ia sociedad Surgen de luchas por el poder— son definidos al mar- gen de toda consideracién, por lo menos en cuanto Fendmenos conectados con el «poder. La conceptua- liaacion del poder que ofrece Parsons le permite des- plazar todo el peso de su anilisis del poder en cuanto Expresion de una relacion ene individuos o grupos, pata orientarlo hacia tna concepcidn del poder como Upropiedad del sistema». Se ignora que las «metas» colectivas, ¢ incluso los valores subyacentes pueden Ser el resultado de una edisposicién pactada» sobre Ia base de conflictos entre partes que tienen poderes diferenciales, toda ver que para Parsons, el poder» Supone la existencia previa de metas colectivas ((16), 265). En el caso de Arendt, similarmente, la concep- tualizacion del poder desempefia un papel per- La concencin de poder subsacente 38 suasivo, defendiendo su concepcién de sla res publica, la cosa puiblica» a Ia que da su consen- timiento el pueblo, que «se comporta de ma- nera no violenta y argumenta en términos ra- cionales», y oponiéndose a la reduccién de «los asuntos publicos a una cuestién de dominio» y ‘a la vinculacién conceptual del poder con la fuerza y la violencia, «Hablar de poder no vio- lento», dice la autora, «es una redundancia» (Ui), p.56). Estos distingos permiten a Arendt hacer afirmaciones como las que siguen: «La tirania, como descubrié Montesquieu, es por tanto la més violenta y menos poderosa de las formas de gobierno» (p. 41); «donde el poder esta desintegrado, las revoluciones son posibles, pero no necesarias» (p. 49); «ni siquiera la mas despética dominacién que conocemos, a saber la del amo sobre los esclavos, que eran siempre ‘més nuimerosos que él, no se basaba en instr mentos coercitivos superiores en cuanto tales, sino en una organizacién superior del poder, esto es, en la solidaridad organizada de los amos» (p. 50); «la violencia siempre puede des- truir al poder; del cafién de la escopeta sale la orden mas eficaz, que lleva a la obediencia mas inmediata y perfecta; Io que nunca puede salir de él es poder» (p. 53); «poder y violencia son contrarios, pues donde el uno domina de ma- nera absoluta, la otra esté ausente. La violencia aparece dondequiera que el poder corre peligro, pero abandonada a su suerte, acaba con la de- saparicién del poder (p. 56) Tales conceptualizaciones del poder son r: cionalmente defendibles. Ahora bien, la opinion de este libro es que tienen menos valor que

You might also like