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El poder de los buenos sentimientos

Las emociones positivas fortalecen el cuerpo y el espíritu y nos preparan para las épocas de crisis.
Según los últimos datos, hasta es posible adiestrar la mirada a través de la lente optimista.

Tres psicólogos analizaron los votos escritos por distintas monjas hace muchas décadas atrás en una
congregación religiosa, poniendo énfasis en el contenido emocional de cada declaración en cuanto
a las vivencias de felicidad, los intereses, el amor y la esperanza. Pudieron notar que, al parecer, las
monjas más felices vivían 10 años más que aquellas que atribuían menos valor a la existencia
terrenal. Uno de estos votos los escribió Cecilia O’Payne (de 98 años viva, en el texto del año 2003)
hace 70 años, una religiosa optimista con una actitud positiva frente a la vida, lo que incluso,
estadísticamente, pareciera otorgar más años que los que ganaría un fumador que abandonara
definitivamente el tabaco. En resumen, se evidencia que las personas que se encuentran bien viven
más. Pero, ¿Por qué la confianza en el futuro ayuda a vivir más tiempo? ¿A qué se debe que un
sentimiento bueno y momentáneo repercuta a tan largo plazo? ¿Se producen al azar las emociones
positivas o cabe inducirlas de forma selectiva? Las primeras respuestas las entregó la psicología
positiva fundamentada por Seligman, quien recomendó abordar los aspectos que conceden valor a
la vida, en un trabajo colaborativo con Mihaly, quien descubrió en concepto de Flow.
Anteriormente, no se prestaba mucha atención a los sentimientos positivos (alegría, gozo,
satisfacción) dado que éstos son más difíciles de evaluar que los negativos (irritación, tristeza,
angustia). Según la ciencia, por cada emoción positiva se conocen tres o cuatro sentimientos
negativos.

Con la sonrisa en los labios

El abanico de gestos corporales de los afectos negativos también es mayor. Es más fácil distinguir
un rostro airado, de uno triste o de otro angustiado. En tanto, para las emociones positivas,
normalmente la sonrisa es la que se expresa para cualquiera de ellas (diversión, felicidad). Hace 35
años, Paul Ekman y Wallace Friesen y Robert Levenson, demostraron que el cuerpo reacciona de
forma mensurable ante los sentimientos de ira, angustia y tristeza, pero no ante las emociones
positivas.

¿Para qué sirven los buenos sentimientos?

Los sentimientos negativos representan el motivo para actuar de terminada manera: la ira provoca
la necesidad de atacar, la angustia y el miedo el impulso a la huida, etc. También el cuerpo se prepara
en ese instante: aumenta la presión arterial y se dispara sangre a los miembros inferiores para
estimular al máximo los músculos responsables de la fuga. Es decir, las emociones negativas no son
sino soluciones eficientes a problemas recurrentes, algo que también vivieron nuestros
antepasados. Sin embargo, las emociones positivas no se pueden abordar de la misma forma o con
modelos usados para el estudio de las emociones negativas, esto último intentado por científicos.
Más que solucionar los problemas inmediatos, los buenos sentimientos ayudan a progresar
internamente y a prepararse para tiempos más duros, ensanchando nuestro repertorio de ideas y
de acciones y ayudan a construir recursos mentales más duraderos.

La influencia de los estados emocionales positivos sobre el pensamiento y la conducta puede


explorarse desde una óptica psicológica. Con el fin de inducir un estado de ánimo en los
espectadores se proyectó un corto cinematográfico (diferentes escenas, generaban emociones
diferentes, pingüinos juguetones, provocaron alegría; las escenas de la naturaleza propiciaron
un estado de serenidad. El miedo se indujo con imágenes de vértigo desde grandes alturas y la
tristeza, con escenas de muerte o de entierro). Al final de la proyección, con la finalidad de estudiar
la capacidad de los participantes de absorber nuevas ideas, se mostró 3 figuras, y los espectadores
debían elegir por cuál de las dos figuras inferiores se parecía más a la superior. El resultado fue que
las personas con mejor ánimo optaron, en mayor número, por la forma, indicio de un pensamiento
amplio. Las personas con un estado de ánimo neutral o pesimista se fijaron más en los detalles. Se
observó efectos semejantes en el test de las “asociaciones remotas” aplicado por Alice Insen , el
cual tenía como fin medir el efecto de los sentimientos positivos sobre la creatividad. El test consistía
en asignar un término que aborde los tres conceptos presentados. En su origen el test buscaba
establecer diferencias individuales en la creatividad intelectual. Pero Insen se dio cuenta que
quienes lograron mayores asociaciones era quienes eran más optimistas, es decir, la creatividad no
es solo cuestión del talento individual, sino también de un estado correcto de ánimo. En otro
experimento, Insen regaló a ciertos médicos una bolsa de dulces y luego preguntó acerca de un
paciente hepatópata. Resultó que los médicos que recibieron la bolsa de dulce se aferraron menos
a una idea determinada y se mostraron más predispuestos a desechar conclusiones prematuras. En
resumen, el pensamiento de las personas que sienten más a gusto es más creativo, flexible, amplio
y abierto.

Un buen sentimiento se puede disipar, sin embargo como las emociones positivas propician nuevas
ideas y posibilidades de acción, pueden crear modificaciones persistentes y arraigadas, de hecho en
un estudio cuyo fin era estudiar la sobrecarga psíquica y la alegría existencial, se solicitó a los
participantes que describieran su estado emocional y sus proyecciones en el futuro, luego se les
volvió a consultar, sin embargo para la nueva fecha ya había trascurrido el 11 de septiembre. Como
resultado no esperado, el ánimo vital de aquellos más optimistas, les protegió de la depresión post
ataque terrorista, así los considerados más resistentes en la primera encuesta, manifestaron
sentimientos positivos, como la gratitud, afirmando que la mayoría de la gente era buena, y eran
felices de vivir, no cayendo en la depresión como el 70% restante.

En un experimento con universitarios se confirmó el efecto generador de recursos de los


sentimientos positivos. Los probandos (voluntarios) estuvieron reflexionando un mes completo
todos los días acerca de qué sentido positivo podría tener los acontecimientos peores, mejores e
inocentes de cada jornada. Al mes, su capacidad de sobrecarga mental se había elevado.

Las emociones positivas cambian a las personas para mejor, les abren esperanza hacia el futuro,
aumentan la resistencia y refuerzan los vínculos sociales. Por ello se han mantenido durante el
proceso evolutivo.

En otro experimento se presionó a los probandos a que hicieran y grabaran una charla en un minuto,
éstos se sintieron agobiados y angustiados de modo que aumentó su presión arterial y su frecuencia
arterial se aceleró. Después se les proyectó a cada uno una de las cuatro películas disponibles, dos
de alegría, una indiferente y otra que generaba tristeza. Las personas que vieron las dos películas
alegres volvieron a sus valores iniciales más rápido que quienes vieron la película indiferente.
Quienes vieron la película triste tardaron más en recuperarse del susto. Los sentimientos positivos
influyen favorablemente en el agitado aparato cardiovascular. De su efecto neutralizante en las
situaciones conflictivas se infiere que pueden reducir el daño generado en el aparato cardiovascular
por los sentimientos negativos.
Fredrickson en conjunto con Thomas Joiner, estudiaron si, en un estado emocional positivo, las
mentes abiertas se estimulan de forma recíproca o se potencian entre sí. Se aplicaron test a
estudiantes, para comparar el estado de ánimo y mental. Como resultado, quienes se hallan de buen
humor alcanzan con mayor facilidad una situación anímica positiva y estable. Además, los
sentimientos positivos no sólo cambian a la persona, sino que también se contagian. Los que reciben
la ayuda sienten, a su vez, gratitud; los propios espectadores neutrales pueden, asimismo, alegrarse.
Por consiguiente, los buenos pensamientos generan una reacción en cadena que abre el ánimo y la
disponibilidad, lo que induce nuevas emociones positivas.

Fredrickson: Mi consejo es buscar la felicidad en todas las situaciones de la vida y en las cosas
sencillas. Quien quiera descubrir lo bueno de un mundo complejo y, en parte, represivo, tendrá que
acudir a sus propias fuerzas y a las de quienes le rodean. Nuestro mayor aliado en la senda para la
maduración y la fortaleza interiores es la conciencia.

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