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union sigan sisndo, para lla, fa imagen de aquello alo que union eS encamina haciendo trabajar st espfith cal orp es hacia allt, precisamente a su entronque con Tents cs propio de él, eon lo que Io hace avanzar' més y pats donde menos debe mirar ella por encima de st ipo eftulo, 0, menos ain, abantonatlo; antes, bien hi Seated fo viveniaesprual més intense y ems jecoign cultural en caso de que permaneciera Ye Pret tazando circulo tras cireulo alrededor de Mhisma,_segtin la escala respectiva de sus dimensiones nis fatimas. El pronéstico cultural de un futuro cuya di- Tha se oscurece mas y més —rayos de una entigua mag filfeencia solar cada Vex mis pilidos y oblieuos, sombras {que amplian su radio de accion sobre el mundo del espi- fin, Ye nto quiere dar’ su aprobaciSn a aguel narciso emerino, Seto un simbolo conserva afin su validez: el de fa planta bajo ta luz perpendicular del mediodfa, cuando rroje Su sombty en une verticalidad total, cuando baja la tnirada hacia ella como hacia e!tierno reflejo de su propio fer-—ensombreciéndose a si misma en él: atenta a que el ran incendio nv la abrase antes de tiempo. «Anal» y «sexual»! Desde hace un tiempo, se ha convertido en habito re~ procharle « la Escuela de’ Viena su insistencia en las re= gresiones a la regién anal como si fuera una forma de, iatrago —como si se prefiriera estancarse en los chismes, familiares més desagradables en lugar de continvar dis cutiondo, objetivamente, los problemas. No obstantey existen motives para creer que este punto, y pienso que. atin més que cualquier otro, espera todavia su solucion, definitive —ya por el simple hecho de que en él se con Ceniran todos los resios de la calumnia que se ha levan= tado y continta oponiéndese a tas observaciones de Freud sobre el factor sexual. Pues, por tenaz que haya sido siempre la resistencia a este factor, y en particular a fa «sexualidad infantiby planteada por Freud, el rechazo a 19 concepto parece ser considerablemente infe= Fior a la oposicidn existente contra lo analsexual en es= pecial, Pues, si en el primer caso la gente se escandaliza porel atrevimiento de mancillar las caricias infantiles con, 1. Aparesis to el tlo de «Ante and esesvale en elmago>, 1, $16, Los voanloe dl tele no pore un valor tibia, sino que Emmpean en sonido sustanivad Se train mis Ben ce «lo ane y elo Seni Cn se aprein en la Concepondencta (ase cara Je Lou Fret del 13-713) Salome bbls comentado a Freed soore este Gaba en Stygrans de (914 Al pareer, cl. anicu eas noprado an ta ponancia [gue Freud leyeraen el Congrese Internacional de Puiceanss, realizado En Nunteh en 1913, publcasa en stmernationae Zettschrih fur Psy hounalyse» cone ilo de La fspusicion ala neurousobvesta, Pu Fabiraipedo sh det de ue i vagina en tan zona een fru an derivado cela cloaca, 9 Salome la etomn, elie “frrendamiento> par Jes ies ‘De hecho, es eta aiea obra de Salome que Freud menciona en doy casones en is exerts, segin su propia eonfesion (carta a Silom del Teri HS), in que as le ateresaras (Ne Es) 33 Ja palabra «sexual», en el segundo caso lo sexual pros- cfito esta a su vez Vergonzosamente contaminado por la, referencia alo anal, Las.ticrnas manifestactones infa les dirigidas al cuerpo de los padres suelen contemplarse, siempre con mirada emotiva y sin restringir su efusivi- dad, mientrés. que en In otra region aparece inscrito con mayuisculas —desde un principio— el primer «ipuaj!> qiie debemos regisirar en nosotros. De esta manera se icia Ia historia de la primera prohibicién, tan importante yillena de referencias para todos. La obligacién de abste- hnprse de las pulsiones y el imperativo de le limpieza se convierten en el punto de partida del aprendizaje del asco fen general, del asco kat exochén,* que jamés deberit des~ parecer del trabajo educativo ni del modo personal en. gue configuramos nuestra propia vida. Este hecho'induce la sospecha de que, con mucha frecuencia, detras del asco y de la resistencia normales de todos nosotros, se. mantiene oculta una serie de intuiciones, ya que.no se ‘quiere extraerlas de esia zona —tal como las resistencias, patoligicas de los neur6ticos ocultan intuiciones cuyo descubrimiento condiciona la curacién, dado que abre el ién consciente de lo real. Asi, podria Ser que algunos frutos tardios maduren sdlo entonees, para nuestro conocimiento, y precisamente en este ‘campo, del que parecemos salir (en el caso normal) con huestras primeras experiencias y esfuerzos practices. Es necesario concederle gran importancia 4 este he- cho: el primer «;puaj!» y la primera prohibicién entran en, faccidn, a grandes rasgos, en el periodo en que apenas, sabemos algo de nosotros, en el que, en cierto modo. no, existimos todavia para nosotros mismos; es decir, cuando, fnuesiras mociones pulsionales se manifiestan no deli tadas casi respecto del mundo que nos rodea, mociones, ‘que comenzamos a sentir como nuestras justamente a raiz de esta coazcion de 1a prohibicion que acompana —po- dria decirse que como introduccién— e] despertar a n0- otros mismos. Sin duda, algo similar a una orden esta tambien relacionado con otra de les rygulaciones mas, Tempranas de la vida: la de la ingestion de alimentos: pero esta regulacién contiene Gnicamente una renuncia pasiva, un no-poder-lograr. En la primera prohibiciGn, al, Eontrario, no sélo se alza una frontera decepcionante des~ © Por excetecia, (Nd) 4 deel mundo exterior contra el recién naciéo, contra el ser ‘atin ligado al todo, sino que se le incitaa llevar a cabo algo ‘muy particular: una acciOn contra si mismo, una limita- Gin dentro de su propio impulso ? —realizer, on cierta medida, su primera «represion» verdadera al dominar sa ‘empuje anal 8. Si se quisiera emplear, para estos proce- S05 casi nctamente biolégicos, las imponentes palabras de Ta psicologia, que se consagran a sus posteriores relacio- nies més espirituales intelectivas, podria decirse: lo inte= resante de este fondmeno es que el pequetio embrién del yo se manifiesta, desde el comienzo, bajo la presion as- Cendente de sescetismo»; que éste diferencia, en la Forma més inconfundible, el incipiente crecimiento del embrion de los estimulos pulsionales * que proliferan a sa alrededor, Pues solamente en este ser retroyectado a sf mismo, en este ejercicio primitivisimo del yo con ta ex= citacién pulsional que ha de dominarse, se acerca ligera- mente lo vivido —tanto la moderacién como el otorgé- miento— a lo coaseients y personal 6, ‘No faitaron las tipicas risas cuando Freud, en su mo= mento, llamo la atencion sobre el placer anal del lactante Tigndo a la retencidn de la defecacién. Sin embargo, es mediante este placer cémo se muestra el pequefio yo, en. Jamas temprana edad, dueno de la situacion que comen- zara con una supresién. Mientras el placer anal aporta el aspecio, positivo —el regocijo autoerético con Ia propia corporeidad— a esta coaccion externa que niega 1a pul- sidn, el ser humano vuelve a identifiearse con st vida corporal sometida a critica. En el placer anal, el yo Yuelve a estar conforme con ia pulsion, y la pulsion a estar mis conforme con el yo y més conscientizable que en su transcurso involuntaro: el placer es el resultado de luna tension. Asf, el yo humano se ve inmerso en 1a, 0p0- sicién, en lucha desde un principio, entre las inhibiciones exteriores y los empujes interiores, como el modo de ‘consumaciGn de un equilibrio, comé una manera de ac- tuar que concilia estos dos factores. Fl yo logra, a través de esta oposicién, la primera manifestacién de su esen- 2. Amiri en el oss. (de E) 4. “Analirang enchongina (N. de.) 4 Trlereiens on el arise. (Wd E) 5S. Ca‘nitor ale aqut la sfiemacién que Freud establece on La dlispsicin ga neurosis sesva. respecte Te corgtitsionanteiada alt yo en relacion con as pulsones Sexual (N. de 55 cia, expresando de modo fundamental ta unidad de ansia y renuncia, de ser y deber. o bien —si se quiere agregar a estas denominaciones precursoras, la mas enfitica y la que demuestra estar més plea de contradicciones en su evohicidn posterior— la unidad de «cuerpo» y eespiritu» Como mediante la prohibicién aprendemos a oponer- oS A Nosotros mismos y como de ese modo nos recupe- ramos con tanta mas fuerza en el placer anal. de esta ci cunstancia se deduce una doble relacién con el mundo, gue nos rodea. La prohibicion y el castigo violan la per fenencia reciproca y total entre el mundo y el individuo, Ya en los primeros tiempos, Freud mismo, y luego espe- Glalmente Ferenczi y Jones, setialarion como el primer, ‘odio irrumpe a parir'de esta decepcisn libidinosa origina- fia, para envenenar esta herida necesaria y aparente- Mente inofensiva. Dos de las caracteristicas atribuidas por Freud al caricier anal ®—la tenacidad y la avaricis— estan dirigidas contra el mundo exterior que se despret did de su inseparabilidad de nosous y se convirtié en algo exirano y que nos hace frente, Ante él es preciso huirhacia el ego, defender Ia propia piel, asegurar el goce egoista. La eivera caracteristica del cardcter anal la pedanteria, también bajo la forma de una hipermoralidad (Como compulsién moral a lavarse}— no solamente se Suelve conira el mundo exterior, ahora dividido en rel cidn, precisamente, con aquel placer anal que sobrevivi6 unido, aunque sublimado, en Ia tenacidad y en la avari- sia. Si se hace una comparacién con otra manifestacion de i libido del lxctante orientada’ distintamente —que tiene como zona erdgenea a la otra abertura del cuerpo, + s€ vera (en el caso normal) que el nifio es reci= bido por un amor puramente afirmativo, sin ambigiieda- des ni protestes. Esta orientacién que conduce luego al \eest0» aparcee acompanada, origineriamente, de Iu- iche, y no de las tinicblas debidas a la lucaciGn del esfinter». Sin embargo, el odio también se cumula en el amor incestuose, aungue més bien en forma secundatia y pese a que sus significados mas nega- tivos se intensifiquen solo en las Fantasias de culpa de fos neurdticos. Antes de que llegue a brotar el odio, el seno, se ha acercado a la boca en una identidad aparente del yo. Cf Fran B cdire ye erintsme wnt, O.C,Bibitees Nueva, Madea (N.deE) 56 con el mundo exterior, identidad que més tarde tari como un recuerdo originatio, como un teencuentro, s0- bre exda nueva carga del objeto. Probablemente logue un resplandor desde la unidad originaria con los padres (a madre) hasta las uitimas profundidades de la vida, de suerte que las ferzas creadoras de religionss y la Gon fianza en una sfiliacién divinay puedan ser efectivas, Mientras que ta libido anal —con la experiencia basica del aislamiento que despierta el odio— satanizada desde su base, por asf decirlo, debe partir del dogma contesta- tario: «Yo y el padre (Ia madre) no somos uno». En el primer caso, retomamos al objeto unido a noso- tos en el amor. Ahora bien, si no existiera Ja burda aacentuacion de Jo extrano en el segundo caso, el mundo =-como algo enfrentado nosotros— jamais serfa lo sufi: cientemente objetivo para nuestros sentimientos. Por otra parte, Solo aqui se abre el tercer camino para el compor famiento en el mundo, a través del cual el nifo llega tuna de las conjunturas’més importantes de su vida: en el erotismo anal, él mismo se convierte en productor, en «poder paternal, al ver que partes de si mismo 98 twansforman en mundo exterior sin que é! disminuya, de manera que el mundo separado se le vuelve @ entregar fen na tnifcacién mucho més intensa de lo que und puede imaginar por el camino opuesto: el objeto que sale al encuentto del sujeto. partir de Freud, It idea de la imporiancia de.las.impresiones mas tempranas se impone. lentamente: sus vinculaciones subierrineas con la esen- Gia de toda produccion, de toda actividad ereadora y mental, son exploracas cada vez. mis por ia investigacion psicoanaltica. Y si, con gran indignacién de la gente, Freud ha insistido siempre en que la mania de preguntar ‘que tienen los nitos gira, en el fondo, alrededor del pro blema de la procreacién, ahora podemos decir: esto no s6lo sucede porque el problema es materialmente dudoso. para Tos nfs (@ causa, por ejemplo, del nacimiento de tun hermano o dedido a otras observaciones), sino porque su propio espiritu, su afin de saber 7, su alegria creadora, guarden tna telacién originaria y muy profunda con este problema, Ya se le ha revelado al nio la eternamente nueva duslidad del mundo y del yo en combates sensi- blest y la dualidad se ha vuelto a conciliar para él, reno. 1. Wiasenadrang en elovignal (M. te 1) 1 vandose eternamente, en el placer y la terquedad surgi- dos de él mismo, a peser de que esto también le sea ‘euestionado por el aprencizaje dol «asco» y el «padorm Gracias a Freud, comenzamos a intuir las alturas y pro- fundidades desde las cuales el nifio se ve impulsado al mundo consciente de sus afios vonideros, sin saber ap: fentemente nada de lo que ha superado, pero tan mar- teado por ello que, mas tarde, en sus vivencias mas fuer~ ies, solo advertira a menudo el eco violento de estos i concebibles afectos orginarios. Freud supone que las psi= cosis, a diferencia de las neurosis, tienen su inhibicion de fa Tide en las fases més tempranas del desarrollo: asi pues, las enfermedades mas graves quizit sean aquéllas én cys profundidades y abismos se cespiertan recuer~ los de este tipo, aunque aparezcan ante nosotros con un, ostro muerto, ya que en general estan privados de len- fuaje para nuestro entendimiento. No obstante, siempre @xisten influencias provenientes de esa esfera. inchuso en. Ja existencia més normal y corriente, esfera de la cual hhunea somos conseientes porque se mantiene con displi- Gencia al margen de nuestras otras actividades: n0 610, Convencionalmente oculta ante los demas, sino también, islida—en nosotros mismos—de todo nuestro conjunto Ue intereses aceptados por la sociedad y, por lo tanto, dependiente de in‘luencics indirectas. Pues esa primera prohibicion que aleceiona al n continia tal cual vlteriormente: impone una prohibicion toda refereneia al placer, incluso dentro ée Ia actividad fanal regulada, y desvaloriza asi sumariamente todo este ampo. tanto’ pata el sentimiento como para el juicio. El nifio es capaz de afrontar este continuo esfuerzo de aullorregulacion y auionegacion porque esiuvo obligado, desde temprano, a diferenciarse de los procesos que se desarrollaban en él mismo, de zonas enteras de su ‘cuerpo, hasta aprender a reducir su propiedad privads sin, ponerse en duda a si mismo. El pudor. el asco, acidan Sobre él sin perjuicio en la medida en que no se consider Solimente el abtor de su accién o de su fechoria, sine algo mas; en la medida en que. junto a la actualidad de su contenido, del cual aparta elementos, incluya en si una parte correspondiente de fuiura: es decir, un esbozo atin Vuelo de su ser, trazado por In mano de las autoridades que lo educan, pero también por la linea de su indivi: ualidad en desarrollo, De'aqut proviene también, esen- 58 cjalmente, In sonfianza dels identiicaciones dein {dealismo juvenil tan tierno y descaralo « In ver, ue te erate soniye Identiicaee. con Iowan aves a pueda imaginar. Este ene su orgen, seguramente,en le aomnupbicndls ae Jas ideas» del estado animico infantil, Lift eres de desea no conoce coda oat perdido (en el eas normal) parte desu seguridad n eae He's decepclones suttidns en el tanscureo de lo hot Sia potar de todo, In aorta juvenl to capac de Ajree con entusiasmo en lo més agradable, cabe decir que ese derecho Te viene sobre todo de haber realizado extop sforen de eu propio ere haber ergldo dofensas Em ‘ocado rupiuns, hacendo un gran esticrso pura obtener Amplaciones por encima de ls propas rerunelas ESI utile al meroe cunndo.ne co tata de aes ae am fleas a vacios y carencis senlidas. de eomponsteloney detrantes en la Yormacton de un deal semjintes sno de procetos evolatves maturalmone expinucte, conto dos esuerzos que acararon la propia esencia, Humitdne Exo coveponde a F onde al concep de Frew n snags al ntissmo, Cuno dice en hs pins 178: °A exe yo Ie Seon Sure aor ca el ue gol Yo rl et inl ate ‘ii aparece deaynzato sobre ese nuevo yell ve con inf sei pone die preci H nan ea ‘lser hepa amo slomprete fe ene campo de indo de Feu Ci une sation ya grad. ee Creo cue vo debemoc tara {cdo anu deo cat setenan consents at rdes eff qe ha, yaaullo aula peninise yl vrsdad conradaxconitemonte tana eon, er dng fl marsme nar pee ial et oben Se unis sin recacian Bante que porek voy al hombre fe esl fi pose enlear «poetic detsna valores odes recomecdes con eenos supqunel en ‘Slo ain parce de cs: mcm dg eal acta Sino ademas de una vesctscionlibidnosis La =concineia mone dese tein aol por Freud como on conte de atte Saneveson se ban fives eenent: seat a sinus ec dot pass ems dey eticacore sl pj de opion seb seh impulse a formacn del dl yo 3 maneng somo owen ees conto de'al moo uc sum dreamt aio esta Ep {pm eae ena on coer os moran, ma len Sega ass el iperve de Keene seeunio, et ns ig, si Ervine hts loa eos pape $n aati Jl pier pat rt apres ven pr atl hats ented probe Ue ye es espazao al tc co i Tana mena de Su ep een Hite puede dar una imagen, con ss vasa cargas del objc0 Henueaiones con mas saber W-ce'Ay wos ommo YB 59, dola de manera mas consciente (aunque le sombra de al- igunas represiones no resueltas acompafe siempre a esta Glarided), Asi como el placer anal infantil nce primero Ge la tension de ura auto-oposicién, asi también toda Vida se eleva siempre hacia sus renovaciones a partis del Mnismo proceder. Finalmente, la analogia ya nos es dada En To Biologico, donde «vida» significa para nosotros fequello que expresa esta mutacidn: un devenir que puede separarse-de-si-mismo, convertirse en una elimi peiOn fy. atraer-lo-extrafo, transformandolo en si ‘Aunque, en un sentido real, la tarea educative termine pronto dentro de la esfera anal, en un sentido metafbrico To hal contintia siendo muy importante. Aparecer pre- fraturamente subrayado por lo psiquico —ya en su fun- Gamento casi netamente fisiol6gico— no e8 Ia nica ca faoteristicn de lo anal: también lo es la peculiar situacion fn que nuestra valoracién posterior lo coloca. Por una pirte, se ha llevado cada vez més a los provesos vitales fo incluidos en Ia moral, no impugnables por reprimen- las mi alabanzas; pero, por otra parte, permanece sujeto a fas reacciones de pudor y asco que adquieren su verda- idero rigor en el proceso psiquico de otros tiempos al que Ya no se hace referencia —es decir, el del placer anal Prohibido y desaparceilo. Aunque sélo sea valorado eor- oralmente. continda baio esta proscripcién psiquica. Pues, en esie caso —y exclusivamente aqui, en el mundo de las Felaciones—, 10 xepulsivo, lo vergonzoso es desplit- alla de la accion del autor, a la materia, al obje~ fo en sir de manera que, aunque nosotTos ya no seamos Culpables de ninguna impurcza, debemos ocuparnos de filo como, si no nos encargaramos de cosas semejantes, En esta singular situecién, en este entrecruzamiento de fos tipos de juicios, cn exta traskicién a Ta cosa del ficento puesto en el hombre, tiene su origen ese intere- Sante bastardo, esa extraia’porcion de desprecio —en tierto modo desplazada sobre si misma— que se aplica & fade el campo de Jo anal: un desprecio que ha perdida en. tl camino —por asi decirlo— su prenda moral pero que Eontinca envuelto en algo més que en un desagrado orien= tado objetivamente o que una renegacién ® esumida en. forma meramente convencional, Es debido a que su ob> 9. Verleugnune en cl orginal. (N. de.) 60 Jet se ha convertio, en su totalidad y de una ver para Jel0 bye, en el representante de lo.repudiable sin mas; ‘emPamente de Ia exerecion de aguello que debe elimi Preetefe la vida, por ser contrario a ella, dadora de valo- ivrsor antonomesia y que eS nosotros mismos. Esta ea esprtica, en cierto modo simbolizante, donde el dm: facleny fo anal se ve totalmente reflejedo, tanto mis Plante més acabado est précticamente para nuestra etcacion ~—sin Considerar Su negrura representativa— face necesariamente inofensive lo anal en cuanto émbito Ue as pulsiones; incluso mas radicalmente inofensivo de {§ que hubiera sido posible mediante una valoracion mas Kiotada 0 una rehabilitacion en un sentido metafgrico. Puce hasta el asco mas extremo, por ejemplo en el caso Contacto directo con los extrementos, petmanece fo, a partir de entonees, en lo netamente fisico-esté- tiga: se enfenta a algo tan extrafio a nosotros, a algo tan Hlejado de nosotros mismos —aunque el contacto haya sido absolutamente directo— que este algo no seria eapaz: dle ensuciar nada de nuestro propio ser. Frente a esta fmagen clisica de 10 esucio>, frente a esta equivalencia ‘bjetual'®, Ia inccencia subjetiva del hombre viviente es {an profusda como frente a la muerte: es decir, como frente al suceso que, siendo comcn a todos, es también inevitable para todos, que no es «vivido» por nadie, que desingre ada uno para convert eno qe . Pues, salvo la ilusién de una compenetracion muta —y en to posible sin trabas—, en la culminacion, de lo sexual nada desempefia un papel importante para, inuestra ansia conscientemente embriggada. El éxtasis, momenténeo del zcto sexual suprime, por asi decirlo, al, ira, y, ctiando les amantes vuelven en «sf», el compa fiero demuestra —con un poco menos de distancia— ser Alguien por sf mismo, estar dotado de vida indepen- jente. En lugar de la identided. casi furiosa, con él identidad que todo lo comprime en si, se disuelve enton- Ges, esia misteriosa cifra de Ia unidad en las relaciones, iletalladas del amor. donde Ia unidad slo se expresa i Feclamente, pero articulinduse con mayor cl dos los semtidos apoyan, etticamente, este comport iento (al que podriamos llamar. sin ironia, Tonic»), para hacer mas consciente Ia identidad que lesiituyen. Pero, curiosamente, solo uno de nuestros, Sentidos logra roar los pasados mis profuuncs y oscuros de In inconcebible unificacidn: es el sentido del olfato. El mas animal de todos, el sentido watado con mayor negli- zencia por la diferenciacién humana. es en realidad el mas involutivo. Obtiene su importancia erotica del campo del placer anal y. posteriormente, entra mas bien al ser~ vicio de su significado contrario: es el representante del asco. Sin embargo, en cuanio a su aspecto positivo, se manticne como cl dikimo recuerdo que Mota en toro fuestro, de esa unidad primaria del yo y del munilo. que se manifest6 en forma anal-erdtica y que, una vex des- pojaca de su burds: materialidad, se cierne durante oda ka ida sobre aquello que nos excita y nos es querido, como su tltima sanci6n originaria, Nuestros sentidos restantes han elegido sus propias Zonas erdgenas y las han localizado, desde un comienzo, de manera mas aceptable para la sociedad y las buenas costumbres. Permanecieran en zones del desarrollo cor poral destinadas al servicio del yo, tranformindolas asi, de algiin modo, en ciudadanos de’ dos paises, Esta do: ble existencia se aposenié en el sexo y en el yo —de. 10 manent totalmente pacifica— ya desde los perfodos en (que, en el organismo infantil, no exisifan aGn regulacio- fies fronterizas exuctas entre la supremacia del sexo 0 la del yo. Cuando estas cuestiones de derecho estin poco, ‘laras, surgen las confusiones y discordias que reciben el nombie de neurosis y que les han creado una pésima re- putacion. De ahi que todo lo que tengan de sexual sea Sospechoso de antinatural y de perverso; de querer ocu- par el trono ilegalmente, atinque en realidad esté sentado Enite dos sillas. Olvidamos con facilidad cuan extraord- nario es el regocijo que, en un caso normal, suelen pro- Gucir las pulsiones:parciales, educadas a menudo en fur- ién del yo, pero infaniiles en el plano sexual. Cuando, feciben una’ llamada desde el centro de la madurez se- xusl, estas scmiexiladas, distribuidas por ln superficie del cuerpo, también se excitan y entonan el céntico del amor: como hijes de Is misma familia se reimen en a fi in y wansportan su embriaguez a las regiones mis, remotas y superiores del yo. Por una parte, animan, Ia vivencia sexual por el hecho de haber estado, durante, mucho tiempo, conectadas con actividades individuslizs- das y extrasensoriales, y por haber marcado cada temura dela mano, la boca o ka mirada. Pero en ellas revive, por ‘otra parte, Ta infineia de la viveneia sexual misma, on hk ‘que, en otros tiempos, el todo se realizé en cada punto, tn fodo que atin no estaba arrinconado, desde los Orie nos especializados, en su terreno particular: este hecho cconfiere a las caricias periféricas esa fuerza caracteristica propia del recuerdo, incluso en la plena realizacion mie dura del amor, come si alge inconcebiblemente amable y, gracioso surgiera de la provisionalidad de su presencia, Lis pulsiones parciales trazan una especie de copia redu= ida del desarrollo amoroso completo: no en vano han, permanecido mas infantiles y primitivas a la vez que mas espiritualizadas, siempre detris. del fin sexual y spun tando, al mismo tiempo, més alla de éste, como medio de ‘expresign de la alianza individual. Pues lo que caracteriza, desarrollo amoroso pleno no es Unicamente lx sustitu: de los engranajes anteriores por la centralizacién ge nital, sino tambien el hecho de que esta centralizacién i vade siempre dichos engranajes, apoderandose del interes del yo. A veces, aunque con poca exsictitud, se denominan, ‘«sublimaciones» a estos acitamentos aparentemente ani micos de) amor: pero a una libido demasiado «asublima- a da» ne falta tanto aublimacion cono libido, yu gue sta xqetn at cseien de tot conmocten Uver tetas Pecos ete ct peciomiin eae ane Vivenci sexual del cumpliniemo se is accent ce Rusts Gatos eepecatanton porsiemmis i fess Peinitclsn, capstedes por puter comic ae vacién), en los que una embriaguez general se harfa in- Iedatamentesovpechoss de. enrecusatiene tat PPA econ vite iar por un pace Faulnisn onus! mucsra,oncorbioae sha cate HM ina enucrciccon ian ae oa BIR recline penone eee fepitiendo, en el fondo, una analogia con el proceso anal. Eid rreidu cr qve inten sent concrete Pitta tsico decir sceenisoant Sauey re men yen que dey de et aonimist sy vealeg Pons peorulnsnt: opsce a ame oes alegoricamente algo claro, mediante los iuunetay de las actividates parciales. Si esto no sucede, podra ha~ BP etal decor os ore cai Bijciy tmnemaro come es cher ae para glen it tad Gl proceso senual apace iid RE risa ey cosas car gt arene BR tutice, stcrus nana ee te dn trasomos, ak spenicl de a vide eect Be ersinplica ana sort ce reunsiss nena tae Ednatural,rensetss ave sualen naa note Esinfoesante observer que, cv genenl ne ponoeas Be emerson ieee ee insanaconvricetnceoenun vera pot Si, por el como, y parc naan aren ore Be otecan No pron cl cena Priva enel acto o en a acon sexual sin deca Findamente. como nhoicdn rel uel denarii fio Formas tutes Wo sexual As coe uae ps ona conn y corients puede oar con celica aoe FHA Senl, user ma clove puede tenes tte cane Bisa itis quota ae succoronent san eae Goma si una pequenainsufcioncs on in esieierionl favieu gus carercon los gatos iene el Bei mlats arommeser sarcasm ante mens eaerpo posible, Se rita ex exe ease pomoma taubliminies on el verdader seman de kaos Bee teh cisodScornaais aie n ‘p metas asexuales (de estas metas también forma parte el Concepto de filantropfa, entendido conceptual y no per- Sonaliente). Demasiado alejados él ndicleo de lo perso- pal —7. en consecuencia, de Io influenciado corporal y eréticamente—, dejan Ia raiz de su sexualidad en una rofunda sina, cuya inconsciencia, oculta al sol, jamais mitra a esa rafz que erezca hasta convertirse en una lesria afirmativa del yo, 0 que llegue a unir en st la fuerza de la tierra y de la luz. Por ese su conciencia del yyo se apoya en un minimo trozo de «tierra», del largo de iin pie, moviendose entre despenaderos sobre las. empi- nidas cimas de lay montafias; s6lo el vértigo parece hae cerlas volver a la reélidad que existe debsjo de ellas el értigo, el tirbn secreto para hacerlas caer contra st VO= untad, Es evidente que, en las obras transmitidas por los espiritus creadores, cobra vida una gran plenitud erotica, eenriquecedora para todos quienes asimilan esas obras. Lo proveshoso pata la ebra, esas misteriosas transformacio- hes del calor natural humano en formas espirituales, no solo Se convierte para el creador en una descarga de pre Jno en un derroshe de sf que puede Hlevarlo aun ‘univoco con la propia esencia bisica. No existe un camino que vaya de , No deseo romper la concisa riqueza de este breve ensayo, pero para comple- {ar Ia situacion quisiera citar algunas Frases de a tercera tdicion revisada de los Tres ensayos paras nna teonta se= xual: «Construimos, por tanto, Ia idea de un fibidoquan- ‘um, euya represeniacion psiguica denomiramos sibid del yo» y euya produecién, aumento, disminucion, dst se ocupe 81 - cidn sexual» de} vardn, que, acentuado por el freudismo, hace de él, segan Fretid, un tipo de apoyo» (inirodu cion al narcisisme, p. 13), ¢n0 podria incluso interpre tarse como un proxucto complementario, ya que Ia auto- filia se empobrece presisemente a causa de Ia agresiOn de fa libido masculins, de} cortejar hacia fuera, y debe col- mar otra vez. su narcisismo mediante el amor correspon- ido? Lo mismo puede suceder en Is mujer, a quien Freud atribuye un narcisismo mis autosuficiente al faceptar las cosas de manera pasiva. Pues de esta pasi dad senual, To placentero surge como una subordinacién, fotalmente ajena al yo. Este tema no se deberia tocar atin, ni siquiera de forma tan superficial como lo hago yo. También soy cons tiente de haber incurrido en interpretaciones caprichosas, ile la teorfa freudiana en vex de limitarme a observacio- hes imparciales. Pero esto sucede porque considero que. tn relaciGn con las formas de actuar de la tendencia del yo (la dniea tendencia en nosotros, segin Adler), fa inte- fridad de la libido s6lo se conserva si puede actiar posi- tivamente, incluso contra el yo, de manera esencial y no. slo aparente, Si su esencia particular —descubierta y tunificada por Freud— se ve amenazada en la abra de Tung por una nueva condena que escindiria su ser, inter- prelaciones como las de Adier amenazan con asesinarla: félo se salva porque, en cierts medida, ya estd oculta detris de las intenciones del yo que aparecerin mas tarde, —es decir, oculta donde estas intenciones todavia no pueden ser distinguidas empiricamente de la libido, Gracias al concepto frevdiano de narcisismo, he podido comprender este hecho: espero no haber abusudo de este alld de la facticidad psiquica insinuada por plo se detiene en la acotacibn, realizada por él, de los limites del campo psi- oanalitico, que deberi impedir, por una parte, el paso a Io biol6gico y, por otra, el paso a la especutacion filos6> fica, Para mi, la diferencia tal vez s6lo radica en que ne se convirlié en una sehal fria y muerta, sino que se transforms, de cara a mi vivencia interna, en un érbol ‘CUYOs [rulos ¥ecojo faa Hlevarlos a mi propio jardin. 84 Psicosexualidad * La palabra «exualidad» es el capote que se tiene en- fe las marios y contra el cual ha arremetido violenta- mente, desde el comienzo hasta ahora, el rechazo al psi coanilisis de Freud 2; de tal manera que, en la impacien- cia por comear a quien lo sostiene, nunca ha quedado clara la verdadera intencién de éste con respecto al ea pote. Ahora bien, si recondamos que el término «psicose- aualidady es la palabra establecida por Freud desde un, principio. nos desconcertari en seguida ese ambiente, hostil_y combativo. No obstante, sdlo se ley6 la segunda, mitad de 1s palabra —incluso en el grupo de los adep- tos— debido simplemente a que no era preciso luchar sino por esa parte final, ya que las cornadas del prejuicio, no se dirigian a las sflabas anteriores. Pero jos malenten= ddidos eran inevitables: ademas de imporerse entre el pi bico, proliferaron también entre los colegas, hasta que se. escuché aquella sorprendente ¢ ironica observacion de Tabios de Pierre Janet en el Congreso de Neurdloges rau- 1, prosent abso es a pre cena de unlbyodeicado a ps ‘oasis Je Treud que leva por iu «Ulw* Fveeseto.en bs aos Inlivis yma nels ston exnyos de Freud oblate slatematinale Zeist Anche Prychanays Las las Aas posteiornente se tan djaco Gelade pas no inter mes eleapas dSponbles(N, de A) PPTEn is est semana, ele por eno «Uv, en fuga de «Uwe, brevity us coresponde a UsbeniateGaconssent iN SEE) ae sPoihesonali fo pabicado sn DET ele ceaiae fr Sejualvisenscats disgids pros doctres. 1. Nach & Euler ‘A Fred no pret grader publact de ete aoa un orpan fue eae cene pulcn no sinpatmte do pcemeale ene Stas toed tf Sobre ta elena se haa otadeSalons ante de Gantacto con Fell gicandiis enw aba ie Ek (nite 1910), escrita a peticidn de Martin Buber. (N, de B.) i i 85

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