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LIBRO: Sobre la ópera

AUTOR: Bernard Williams

Bernard Williams, fallecido el 10 de junio de 2003,


fue, ante todo, un filósofo. Encuadrado
normalmente en la corriente analítica
anglosajona, se ocupó sin embargo –según diría
cualquiera– de problemas de indudable calado
continental. Además de ser considerado por
muchos el más importante pensador americano
en el ámbito de la ética, denunciando los desvaríos
del kantismo y el utilitarismo, se volcó
intensamente sobre cuestiones artísticas,
dramáticas y musicales. Esto no sólo nos hace
sospechar de la reputada dicotomía académica
entre analíticos y continentales, que tanto empuja
Editorial: Alianza
Encuadernación: Tapa blanda a los más beocios a distinguir entre los buenos y
Año de edición: 2010 los malos modos de pensar, e incluso (lo que es
Páginas: 203
peor) entre los buenos y los malos objetos de
pensamiento; también nos da un aviso sobre el
valor de la filosofía estadounidense, la cual nos
muestra de un modo admirable que la claridad o
la sencillez no son incompatibles con la
profundidad, ni por supuesto con la necesidad de
sopesar detenidamente las reflexiones de quien
así se expresa. De ahí que Ortega y Gasset no
tuviera razón cuando definió la claridad como una
simple “cortesía del filósofo”, pues tal enunciado –
a no ser que encierre una tautología– despierta la
posibilidad o bien de toparse con un filósofo de
escritura pretendidamente confusa, lo cual sería
despreciable, o bien con un filósofo descortés, lo
cual carece a todas luces de sentido.
Precisamente contra la verborrea nada
filosófica de los menos claros escribe Bernard
Williams, capaz de hablar de ópera sin que el
lector atento se vea impelido a fruncir el ceño por
la vaguedad de su escritura o su pedantería; y
quizás también por ello encontrará sus reflexiones
algo alejadas de la crítica operística

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al uso, incapaz –según la reflexión del propio “escena” conforme o determine en última
filósofo– de reconocer el entramado operístico instancia lo propiamente “teatral”, sin embargo
en su especificidad y más allá de sus nuestro teatro está intensamente influido por el
implicaciones extra-musicales. Por eso Bernard texto –como puso de relieve Antonin Artaud al
Williams, antes de acometer el problema de la denominar al teatro occidental un género
ópera y sus innúmeros recovecos, parece literario sin autonomía respecto a su tradición
haberse tomado la molestia aristotélica –tan escrita–, y resulta posible para su comprensión
sencilla como inusitada– de reflexionar, antes poner entre paréntesis la representación de la
de opinar, sobre la naturaleza del objeto en obra. Como veremos, esto es impensable en
cuestión y el modo en que la reflexión sobre él música y más aún en la ópera. De ahí que, a mi
debería llevarse a cabo. Esto, entre otras cosas, juicio, y para dar la razón a Bernard, podamos
significa que no reduce la ópera a la música o al afirmar de la ópera algo como lo siguiente: que,
drama, o a una combinación artificiosa de siendo un género musical, la ópera requiere
ambas, sino que la comprende desde su inevitablemente de la interpretación al menos
inevitable carácter polivalente y unitario. Por en la misma medida en que no la requiere el
ello resulta imposible encontrar un solo pasaje teatro como género literario; a lo cual se añade
que haya obviado el hecho operístico en su que la ópera requiere de la interpretación en la
complejidad, reduciéndolo, como tantas veces misma medida en que el teatro la requiere
se hace, a una de sus partes. como género escénico.
También por esta razón, el primer Otra cuestión interesante abordada por
capítulo de Sobre la ópera –una recopilación Williams consiste en definir la parte dramática
póstuma realizada por su esposa de las distintas de la ópera, algo sutilmente complicado. El
aportaciones del filósofo sobre el particular– , filósofo americano nos da una pista sobre ello –
titulado “La naturaleza de la ópera” (pp. 25-47) seguimos en el primer capítulo– al afirmar que
y escrito como entrada para el The New “quiz|s el único recurso sumamente poderoso
Dictionary of Opera, detenta la clave de esta de la ópera como forma dramática es su
distinción entre la crítica operística ordinaria y capacidad para utilizar medios musicales que
el tipo de reflexión por la cual Bernard Williams no sólo consiguen que la acción progrese en el
se decanta y cuyo contenido determina sin duda tiempo, sino que ahondan en ella” (p. 35).
la forma posterior del resto de los capítulos. ¿Y Cabría reforzar sus impresiones apelando al
acaso no nos muestra ello que no existe todavía sentimiento, producido en la gran mayoría de
una verdadera crítica operística, una reflexión las audiciones operísticas, según el cual la
seria y rigurosa sobre un hecho conjuntamente profundidad de los personajes es parejo a una
musical, teatral y literario como es la ópera? Si clara debilidad en el libreto; o al modo en que
el autor tiene razón, entonces la importancia de un simple melisma puede ahondar de diversas
esta primera reflexión sobre la naturaleza de la maneras en las sucesivas repeticiones de una
ópera es extrema, y se comprende el hecho de misma frase; o a la manera en que la acción
que, dejando de lado el primer capítulo, en cada dramática, a pesar de ser claramente lenta (por
uno de los capítulos restantes, Bernard ejemplo, con la repetición constante de una
Williams tenga tanto interés por definir y misma idea) adquiere un perfecto “ritmo
discutir subrepticiamente aspectos distintivos teatral” gracias a la música. Precisamente esta
de la naturaleza de la ópera. última cuestión sobre el ritmo le interesa a
La simple noción de interpretación, por Bernard de forma especial. La ópera es ante
poner un ejemplo, es analizada por el filósofo todo acción y, por tanto, ritmo: de hecho, como
por tener un papel esencial en la música y veremos al hablar de Puccini, en ocasiones el
sustancialmente más importante en la ópera ritmo dramático es privilegiado de tal manera
que en la obra meramente teatral. Cualquiera que ello se hace incluso en detrimento de
estaría dispuesto a reconocer que la experiencia cualquier otra cuestión melodramática. (Como
realmente musical se da siempre “en directo” y veremos, también en sus artículos sobre Verdi
que resulta esencial no ya sólo escuchar in situ a y, sobre todo, en los referentes a Wagner le
los instrumentistas sino también a los cantantes encontramos claramente preocupado por
y, en lo que a la ópera se refiere, visualizar desentrañar los distintos logros dramático-
también la escenografía. Aunque esta relación temporales de sus composiciones operísticas.)
sea notable también en el teatro, y de hecho la

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Por supuesto, ello no perjudica la idea pertenece a este género (nos referimos aquí,
de que, en ópera, la música sigue siendo el cuando hablamos de “comedia”, al argumento,
factor más importante (“el poder del canto” sin entrar a considerar si podemos hablar de
constituye “el corazón de la ópera”, p. 44); géneros en las óperas de Mozart –como ha
solamente implica que la música operística cuestionado Ivan Nagel por las incursiones que
tiene algo especial por su relación con el drama. el compositor hace de los distintos géneros
Por esta razón, Bernard trae a colación la breve entre sí). En primer lugar, la reflexión a la que
reflexión de W. H. Auden, según la cual nunca Bernard quiere invitarnos sobre ellas tiene que
podría existir una ópera verdaderamente ver, como reza el título del primero de los
trágica debido al disfrute –que reconocemos en capítulos mozartianos, con los desenlaces. ¿A
los propios actores, a los que aplaudimos sin qué problemas se enfrenta el músico, y
problema incluso entre escenas (algo concretamente Mozart, a la hora de poner fin a
impensable en el teatro y que frenaría el una comedia? La idea de Bernard es que, en el
proceso de la trama)– al que el propio oyente caso de la ópera, no ocurre igual que en el
no quiere renunciar durante la audición de la teatro. En general, el teatro mismo ya trae
ópera. De hecho, si vamos a escuchar una ópera, problemas cuando pretende poner fin a las
nos dice Bernard, no es porque busquemos en comedias, puesto que en éstas no se da
ella la profundidad dramática o musical, sino conclusión a la vida de los personajes, como sí
principalmente porque “queremos disfrutar de ocurriría en la tragedia. La primera convicción
una buena interpretación” (p. 45). También esto del filósofo es que, para conseguir el efecto
es esencial en su crítica de Puccini y nos servirá dramático, la escena final ha de tener un
en su momento para comprender el hecho de la carácter conclusivo sin que ello invite de forma
explotación de las cualidades técnicas de la demasiado intensa a escudriñar el futuro. Pero
interpretación vocal (pensemos sobre todo en en la ópera esto constituye un problema más
el bel canto) como algo inherente a la ópera. grave, puesto que en ella “la vida de los
personajes est| en la música” y el final se torna
Todos los capítulos de Sobre la ópera por tanto más complicado por el simple hecho
reflexionan sobre la naturaleza de la ópera e de que no podemos imaginar “cómo continuaría
incluyen al final una breve bibliografía, pero la música” (p. 48). Este problema ha constituido
sólo el primero lo hace de forma explícita. Los una dificultad sustancial para Mozart a la hora
restantes capítulos están dedicados a de poner fin a sus comedias italianas Don
compositores y obras concretas. Por ejemplo, Giovanni y Così fan tutte; aunque La flauta
los comprendidos entre el segundo y el quinto mágica o Fígaro no parecen implicar este
capítulo, ambos incluidos, nos ofrecen las problema. Bernard Williams nos ayuda a
reflexiones del filósofo en torno a la ópera de comprender por qué.
Mozart; ahora nos dedicaremos a ellos: En cuanto al capítulo sobre Fígaro,
constituye una reflexión sobre sus
2. “Las comedias de Mozart y el sentido de implicaciones sociales. ¿Nos encontramos ante
un desenlace” (pp. 47-51) una crítica revolucionaria que invita a la acción
3. “El Fígaro de Mozart: ¿Una cuestión de o más bien ante una crítica realista, que
clase social?” (pp. 53-59) simplemente profundiza en las relaciones
4. “Don Giovanni como idea” (pp. 61-74) sociales y el sufrimiento implicado en ellas? La
5. “Pasión y cinismo. Observaciones sobre segunda opción es la elegida por Bernard, quien
Così fan tutte” (pp. 75-81). encuentra una gran capacidad en la música de
Mozart para hacer tolerable el texto de Da
Como cualquiera se habrá percatado, en Ponte, con el cual ambos habrían expresado en
cada uno de estos cuatro capítulos se trata una Fígaro, de forma magistral, un cúmulo
“comedia” distinta y representativa de inagotable de sentimientos dolorosos,
Wolfgang Amadeus Mozart. Concretamente, se consiguiendo profundizar en los momentos de
tratan las obras de su último periodo, que son amargura y soledad del personaje como muy
las más conocidas y donde Mozart alcanzó su pocas de las mejores obras artísticas. Se trata de
madurez. La idea de reflexionar sobre sus una composición admirable, de una obra sin
comedias operísticas es evidente, pues la parangón en nuestra cultura a la que el filósofo
mayoría de la producción operística mozartiana llama “una de las m|s grandes obras maestras

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de arte realista” y, sin embargo, se lamenta al oportuno-, sino, si se quiere decir así, a un
mismo tiempo de que “se ha producido muy personaje abstracto: hablamos de la alegría
poca crítica seria de la ópera” (p. 55). exuberante de la vida, de alguien que, más allá
Algo parecido encontramos en el de las convenciones sociales, se considera libre
capítulo sobre Don Giovanni. Recurriendo a por sí mismo. Es por ello una clase de nihilista,
Kierkegaard, Bernard realiza un análisis de la pero sobre todo alguien que, simplemente,
obra situándola en la cumbre de la producción actúa: “ser reflexivo –afirma Bernard- no es su
artística y literaria sobre el personaje de Don estilo en absoluto”. No estamos ante Fausto.
Juan. Encontramos en este capítulo, además, un Don Giovanni solamente vive, no cree como
peculiar punto de enfoque característico del aquél en la vida después de la muerte (así lo
filósofo que merece la pena resaltar. Cuando observó Albert Camus); es un personaje que, en
analiza el fragmento “sostengo e gloria el fondo, nos habla muy íntimamente sobre
d’umanit{” (p. 61), Bernard distingue entre la nosotros mismos: “porque la vitalidad necesita
intención literaria y la musical. Advierte que, mantener el sueño de estar tan libre de toda
aunque aquí las palabras del libreto elogian a condición como él lo estuvo” (p. 73). Y, ¿qué
las mujeres y al vino, la música imbuye al otro medio, sino la música, puede ser
libreto y nos invita a mucho más que eso: nos caracterizado de esta manera?
sugiere sin duda un elogio por la vida y la En cuanto a las observaciones sobre Così
Humanidad. A su vez, esto nos dota de una fan tutte, debemos recordar que Bernard
indicación muy valiosa: en la ópera, la música, Williams fue en su día uno de los primeros
además de poder incrementar o expresar con grandes defensores de esta obra, curiosamente
mayor intensidad las palabras inscritas en el denostada hasta el siglo XX por ser considerada
libreto, tiene la clara capacidad de expresar superficial, ofensiva e infantil. La “ofensa” viene
cosas más allá y por tanto distintas del propio dada, una vez más, por cuestiones puramente
texto, incluso cuando parte de él. Al margen de musicales creadas por Mozart: porque, ante un
ello, ¿por qué piensa Williams que la ópera de argumento estúpido, la música produce en
Mozart sobre Don Giovanni es “con diferencia la nosotros un gran impacto emocional y parece
obra m|s grande elaborada sobre este tema” (p. interesarse demasiado en dar peso a un
62)? La primera razón esencial tiene que ver argumento que, en otra situación, no estaríamos
con algo que hemos resaltado antes: la ópera en dispuestos a tomar en serio. La explicación de
general es, sobre todo, acción, movimiento, Williams sobre la obra es fascinante. El
dinamismo. Por su parte, el personaje de Don problema que esta obra nos invita a considerar,
Giovanni expresa el sentimiento, lo erótico no por el libreto –que en este caso no nos
según Kierkegaard, lo cual expresa para revelaría nada importante-, sino por la música,
nosotros ese mismo dinamismo y acción. Es es el problema de la amargura de la propia
como si la música fuese un medio esencial para realidad. La conclusión es claramente negativa,
expresar los azares del personaje. Si seguimos absurda, ridícula y cínica. Pero su cinismo
al filósofo danés, que sostiene la misma idea consiste, según Williams, no en que Mozart nos
que Williams, en esta obra tenemos un caso invite a aplaudir algo que no queremos aceptar,
único de “perfecta equivalencia entre medio sino “en la idea de que las emociones son m|s
expresivo y contenido” (p. 63): la ópera de Don profundas y se basan en la realidad, pero que el
Giovanni es la mejor obra sobre el personaje mundo continúa como si no existiesen, y el
homónimo porque éste no puede ser mejor orden social, que se atiene a principios que
expresado que mediante la música. Cabría nada tienen que ver con estas fuerzas
añadir que el genio de Mozart es difícilmente emocionales, ganar| la partida” (p. 78). Con esta
equiparable y que quizás ya no vuelvan a darse obra, Mozart no quiere que aprendamos de los
las condiciones dadas en el siglo XVIII para que personajes. De hecho, nos resulta imposible
esta obra vuelva a ganar la fuerza que se logró aprender algo de cualquiera de ellos. La
entonces, empezando por la vitalidad propia de enseñanza viene dada sólo en la obra
Mozart, en realidad dieciochesca, tan coherente considerada en su conjunto: lo que hay no nos
con el personaje. Y es que, además de lo dicho, gusta, pero Mozart muestra cierta indiferencia
Don Giovanni representa la voz del deseo. No en su expresión, como si fuese algo normal y
expresa a un personaje concreto –para lo cual aceptable; pero en ello radica precisamente la
otro medio expresivo podría haber sido más enseñanza: “esto es lo triste de esta comedia,

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que toda esa dimensión de sentimientos existe, siendo el músico al que más reflexiones dedicó
aunque el mundo pase por encima como si no en los últimos años de su vida. Pero el interés es
fuese así”. En otras palabras: el final es amargo, anterior y se trata, por tanto, de una reflexión
pero quizás Mozart está invitándonos a poner curtida bajo varios años de discusiones y
de manifiesto “las exigencias del mundo contra reflexión. Una de las preocupaciones centrales
los sentimientos” (p. 81) sin querer, como se ha de Williams es, sin duda, la cuestión del tiempo
dicho en otras interpretaciones, justificar tales en la ópera y, concretamente, la cuestión de
exigencias. cómo Wagner se relaciona con el tiempo. La
ópera, como hemos dicho, es ante todo acción,
Dicho esto, podemos pasar así al ritmo, movimiento, y no es por tanto casual que
capítulo sexto, cuyo título es “Antes rojo que el tiempo tenga un papel central en la ópera. La
negro: Verdi, Don Carlos y la pasión por la música en general es ya, de hecho, un arte cuyo
libertad” (pp. 83-91). En él se repasa la relación sentido viene determinado por relaciones
entre las obras musicales de Verdi, sobre todo temporales, hasta el punto de que los elementos
desde Nabucco, y los movimientos nacionalistas que conforman cualquier composición no
italianos. La idea de la unificación era, como es tienen su sentido sino en relación al conjunto de
sabido, algo constante en la política del siglo los elementos anteriores y su aparición en el
XIX, y el propio Verdi no careció de simpatías tiempo. El caso de Tristán es, para Bernard
por los movimientos de independencia. El Williams, paradigmático de esta relación entre
ejemplo más claro de esta relación se da a partir música y tiempo. La música, en la producción
de 1859, con el grito de VERDI como acrónimo operística wagneriana, no sólo constituye un
de Vitorio Emanuele, Re d’Italia y los paso esencial para comprender los estados
fragmentos operísticos suyos (sobre todo, y de interiores de los personajes, sino que también
forma sintomática, los coros) que pasaron parece tener un papel esencial en el desarrollo
rápidamente a formar parte del patriotismo de la acción, hasta el punto de que la música –y
popular. Incluso musicalmente, aunque no sea no el libreto, como quizás tendría más sentido
lo más destacable de sus ideas políticas, Verdi pensar– daría las pautas de dicha acción. Es en
preconizó la música italiana por su tradición Tristán donde esto se ve con mayor claridad,
vocal, remontándose hasta Palestrina. En cuando cada acto de la ópera establece,
cualquier caso, el Sr. Williams nos invita a mediante el contenido dramático de su música,
pensar el nacionalismo de Verdi desde una una relación característica con el tiempo.
perspectiva liberal nada reaccionaria, que no Primer, segundo y tercer acto representan cada
elimina al individuo y se vuelca hacía la uno, respectivamente, los tiempos presente,
independencia y el anticlericalismo. Para ello pasado y futuro. Ello queda explicado en el
nos invita a descifrar Don Carlos, basada en la primero de los tres artículos sobre Wagner.
obra inigualable del genial Schiller, y donde lo La segunda cuestión fundamental en las
importante es ante todo decir la verdad. Ello óperas de Wagner es el mensaje ideológico –no
está representado, como no podría ser de otra meramente político, como veremos después,
manera, por “la música de Posa” (p. 88). sino también cultural, artístico, etc.- que ellas
implican. Esto es tratado en el segundo de los
Los tres siguientes capítulos están capítulos dedicados a Wagner, centrado sobre
dedicados a Wagner. Son los siguientes: todo en la filosofía pesimista u optimista del
propio Wagner. Frente a las conclusiones
7. “Tristán y el tiempo” (pp. 93-98) pesimistas que cualquiera estaría invitado a
8. “El carácter esquivo del pesimismo: reprocharle, la conclusión que Bernard
Reacción al Anillo” (pp. 99-107) Williams extrae del ciclo del Anillo es que “nada
9. “Wagner y la trascendencia de la que merezca la pena puede conseguirse con
política” (pp. 109-131) inocencia” (p. 103) pero que, siendo esta la
realidad, la pregunta principal, desde la cual se
Como indica su amigo Michael Tanner juega la elección del pesimismo o el optimismo,
en la introducción de esta obra (el prefacio ha es si merece la pena vivir una vida así. La
sido escrito por su mujer Patricia Williams) el respuesta wagneriana sería entonces
gusto de Bernard por las discusiones afirmativa, influida por la filosofía nietzscheana.
wagnerianas fue incrementándose con la edad, Pero el logro de Wagner, una vez rectificada su

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postura inicial con respecto a la ópera y de que Wagner podría haberlos hecho explícitos
aceptada la primacía de la música, es si hubiera querido) ni son ellos quienes causan
proponernos el optimismo desde el único las emociones por las cuales Wagner nos parece
medio del que seguramente sería posible un artista. Nos invita por ello a descubrir la
hacerlo: aunque la acción nos invite al célebre reflexión del escritor judío Thomas
pesimismo, la música –que sin embargo no nos Mann, quien en ningún instante –mientras
ayudaría a justificar el mundo- nos invita al defiende las obras de Richard Wagner– dedica
menos a expresar (invocando un estado mental, un segundo a la cuestión del anti-semitismo. Es
afirma Williams) cómo sería el mundo si cierto que el autor alemán habría contribuido
estuviera justificado, pues mientras uno con sus escritos al resurgimiento del anti-
escucha la ópera parece como si el mundo se semitismo en la Alemania de 1880, y mucho
justificase a sí mismo (¡). ¿Una cualidad esencial más cierto aún que toda comprensión de la
a toda la música, quizás? ópera wagneriana no puede hacerse al margen
En tercer lugar, el último factor que del autor. En este sentido, se trata de uno de los
Williams trata sobre las óperas de Richard autores más relacionados con su obra, hasta el
Wagner, y sin duda también uno de los temas punto de constituir una necesidad conocer
fundamentales que suelen plantearse en las ciertos rasgos de su vida y sus opiniones
discusiones wagnerianas, es el problema de la políticas para comprender mínimamente su
contaminación política que podrían sufrir sus obra. Además es imposible conocer el valor de
óperas. A mi juicio, es aquí donde Bernard las obras de Wagner sin conocer el desarrollo
plantea cuestiones que, a primera vista, carecen puramente dramático que ellas implican, y que
de menos calado musical; sin embargo, si lo a su vez está determinado por las opiniones del
miramos desde el punto de vista de la compositor. Bernard Williams nos lo recuerda
problemática implícita en toda obra de arte, la de forma insistente y al mismo tiempo nos da
cuestión se torna mucho más importante: ¿qué una respuesta negativa: no podemos esquivar la
relación guardan el arte y la política? ¿Puede cuestión política de Wagner apelando a la
determinar la política el grado de validez de una importancia primordial de la música. Si la
obra reconocida como artística? ¿Hasta qué música no puede comprenderse al margen del
punto podemos limitarnos a descubrir aspectos drama –y en esto Wagner también es más
políticos y hacer de ellos algo fundamental en radical que cualquier otro compositor de toda la
una obra de arte determinada sin tomar el todo Historia de la Ópera–, es evidente que debemos
por la parte? Estas cuestiones podrían ser enfrentarnos al hecho artístico en su conjunto
trascendentales en cualquier creación, incluso para valorar la situación, esto es, debemos
en las obras artísticas más neutrales que quepa abordar tanto los problemas dramáticos como
imaginar. La simple distancia histórica puede los musicales para dar en la clave del problema
ayudarnos a encontrar machismo en la gran político. La opinión de Bernard es que,
mayoría de la producción artística occidental. simplemente, incluso considerada esta unión,
Sin embargo, todos sabemos guardar la no hay ningún rasgo políticamente aberrante
compostura hasta cierto límite y “salvar las que determine el valor de su obra y que, cuando
distancias” para empaparnos de un hecho intentamos comprender a Wagner, todo intento
artístico concreto en el cual, por lo que sea, por andar ese camino nos dará un resultado
reconocemos un gran valor. No obstante, hay equivocado. La cuestión es tan sencilla como
momentos en que la carga ideológica es tan reconocer que hay algo en Wagner que nos
fuerte, y al mismo tiempo tan deleznable, que la impresiona y nos hace comprender su calidad
propia política pesa más que el valor artístico artística, y que ese algo no tiene nada que ver
de la obra, y podemos vernos incitados –e con sus peores opiniones políticas. En este
incluso dignamente obligados– a desterrar una sentido, Bernard subraya que los problemas de
supuesta obra de arte al basurero de lo escenificación de sus óperas, así como
inaceptable. Ahora bien, ¿ocurre esto con las interpretativos, nos harían comprender algo
óperas de Wagner? La opinión de Bernard fundamental en las obras de Wagner: el
Williams es claramente la contraria. El filósofo propósito del músico de unificar lo mítico y lo
descubre cierta grosería en buscar rasgos anti- psicológico. Como afirmó Walter Benjamin, los
semitas en la obra del músico alemán, cuando ni antiguos no habían descubierto aún la
en definitiva son fáciles de encontrar (a pesar psicología de los héroes. Ese es un

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descubrimiento de la modernidad y, si Bernard una tensión demasiado débil: la interpretación
tiene razón, gracias a él Wagner se habría debe evitar poner de manifiesto la posibilidad
convertido en alguien capaz de unificar de alguna respuesta posible.
genialmente el reino mítico, con sus antiguas
formas, y el psicológico del mundo burgués. Por su parte, el capítulo once es sin
Aunque obras como Los maestros cantores ninguna duda uno de los más interesantes del
contienen implicaciones políticas, lo libro, pues constituye una de las respuestas más
fundamental en Wagner –hasta el punto de serias que se han dado, a mi juicio, sobre la
hacer esta obra políticamente neutral– es su naturaleza de la ópera. Se titula “Artificio
interés por penetrar en el interior de la manifiesto: El ingenio de Puccini” (pp. 143-
psicología del deseo, el sexo, la culpa o el dolor. 151). En él se aborda la naturaleza de la ópera
El caso de Parsifal es una muestra más clara aún del músico italiano, bajo una idea recurrente en
de ello: aunque en la época de su composición Williams: que a Puccini no se le ha prestado la
Wagner redactase cada vez más artículos sobre atención que merece, y que, al no existir una
la pureza racial, como muchos se han empeñado verdadera crítica operística, eso ha impedido
en demostrar, es evidente que esos temas “no reconocer mediante su estudio una de las
estructuran la obra, ni emergen en su superficie perspectivas más valiosas sobre lo que la ópera
ni demandan nuestra atención cuando la pueda significar. Para Bernard, estudiar a
presenciamos”. Por ello, “la pregunta –afirma Puccini constituye algo más que analizar a un
Bernard– es qué es lo que provoca eso en simple compositor. El efecto creado por sus
nosotros, y, en el caso de Parsifal, tenemos una obras en el espectador nos da la clave para
idea lo bastante buena de lo que es como para comprender el factor técnico de la ópera y su
saber que no tiene esencialmente nada que ver central importancia. Las óperas de Puccini,
con los desvaríos racistas de Wagner” (p. 127). tanto Tosca, como Butterfly o Turandot,
Pero si miramos el ciclo del Anillo, sobre el cual concitan un efecto desagradable, incluso
Bernard también discute ampliamente, la despreciable, que no tienen por ejemplo las
cuestión es aún más clara. óperas de Strauss, en principio mucho más
serias; y, sin embargo, eso no impide que
El capítulo décimo lleva por título prefiramos a Puccini o que sus obras sean
“L’Envers des destinées: Observaciones sobre mucho mejores. Existe una “sospechosa fuerza”
Pelléas et Mélisande, de Debussy” (pp. 133-142). (p. 145) en sus óperas que sería imprescindible
Constituye una breve reflexión sobre las detallar. La idea de Williams es que existe un
cualidades de la ópera del músico francés, carácter manipulador y cínico en su obra, el cual
encuadrada en el ámbito del impresionismo, y sólo puede ser explicando apelando a la
su peculiar lenguaje musical, nacido como naturaleza misma de la ópera. Siguiendo la
reacción al (por aquel entonces) omnipresente observación de Auden, Bernard concluye que la
wagnerismo. Este rechazo no sólo lo ópera depende intensamente de sus recursos
encontramos desde un punto de vista armónico, técnicos y sus convenciones. Unas convenciones
sino también –como intenta mostrar Bernard– que van más allá del puro teatro y que tendrían
melódico y dramático. También aprovecha el que ver, por tanto, con la música: “La
filósofo para discutir el argumento de la obra, percepción concreta de la actuación y la
así como las posibilidades escénicas de la obra y maestría de los intérpretes está mucho más
las dificultades inherentes a su representación, presente en nuestras mentes que en otras artes
llegando a considerarla la obra que supone una dram|ticas” (p. 147). Puccini muestra así, de un
representación más difícil de toda la Historia de modo magistral, hasta qué punto la ópera
la Ópera. La dificultad para el filósofo está depende de los intérpretes: como hemos
determinada por el argumento, desde el cual se anticipado antes, a la ópera vamos a escuchar a
nos hace ver que “no hay respuesta a muchas de los cantantes. Hay, por decirlo así, un exceso de
las preguntas que nuestros temores nos llevan a teatralidad: “es el hecho de ver girar las ruedas
plantearnos sobre nosotros mismos y sobre los del artificio lo que nos provoca deleite”; se trata,
demás; y que resulta esencial a la vida de los sobre todo en Puccini, de una “reconocida
sentimientos reconocer este hecho” (p. 137). exhibición de artificio” (p. 148). Pero esto,
Esta situación, reforzada y creada por la quiere asegurarnos Bernard, no es un insulto
sensualidad de la música de Debussy, mantiene contra Puccini. Aunque nos muestra en

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ocasiones ciertas limitaciones, nos ayuda conseguir esa simplicidad, por cuanto ella exige
también a comprender una parte la necesidad de pulir cada detalle con el mayor
imprescindible de la ópera y nos impele a rigor posible. Un ejemplo más cercano lo
determinar con corrección el ángulo desde el tenemos en el compositor catalán Mompou,
cual contemplar sus óperas. cuya obra constituye un claro ejemplo del gran
tiempo necesario para la construcción de obras
Los capítulos doce y trece constituyen “simples” –en el sentido dicho– de muy corta
dos breves diálogos con pensadores coetáneos a duración. ¿Y acaso en Bauhaus no quisieron,
Bernard. El doce se titula “Comentarios sobre abriendo grandes espacios, recuperar el
Opera and Ideas: From Mozart to Strauss, de racionalismo frente a la arquitectura del horror
Paul Robinson” (pp. 153-159), y en él Bernard vacui, donde la simplicidad del arte debía unirse
comenta algunas ideas de la obra de Robinson, al trabajo milimétrico del artesano? Es
que admiraba por su conocimiento de la ópera, razonable: lo abigarrado permite ocultar los
y de cuya reflexión lo más importante quizás fallos; la sencillez, por la claridad de sus
sea aquella idea que compartía con él: que para elementos, requiere solucionarlos, lo cual, en
entender la ópera “debes confiar en su música” última instancia, implica un conocimiento
(p. 153). Por su parte, el capítulo trece lleva por preciso de la práctica y de la técnica artística en
título “El matrimonio y la flauta: Tippett y cuestión.
Mozart” (pp. 162-170), donde lleva a cabo un El capítulo quince se titula “Autenticidad
diálogo con el ensayo de Michael Tippett sobre y recreación: Musicología, interpretación y
las óperas de Mozart, escrito en 1944 y titulado puesta en escena” (pp. 171-182). Como salta a
“Contracting into Abundance”. la vista, en él se tratan los problemas –de los
cuales ya hemos hablado anticipadamente-
El capítulo catorce se titula “La sobre la importancia de la interpretación
modernidad de Janácek: Hacer menos con más operística. Sin embargo, aquí se trata
en la música y la filosofía” (pp. 167-170). Con especialmente el problema –surgido por
esta conocida frase, Bernard alude a la primera vez en el siglo XX– de los dos tipos de
aspiración del compositor checo por eliminar interpretación a que toda obra puede ceñirse: o
todas las notas superfluas de sus ideas bien a una interpretación historicista
musicales. Según Bernard, detrás de dicha (veracidad); o bien a una que juegue con la
pretensión se escondería una de las mejores y partitura como si fuera en parte una obra
más importantes exigencias de la modernidad: abierta (recreación). Ambos modos de abordar
como Wittgenstein, se trataría hacer más con la interpretación dependen de algo más que de
menos, lo cual estaría relacionado con el tipo de una pura elección: a ambos subyacen dos
escritura que es preciso adoptar. El filósofo formas distintas de comprender la música. Las
podría haber citado al arquitecto del siglo XX óperas, por ejemplo, se graban una y otra vez en
Mies van der Rohe, quien al parecer utilizó la distintas versiones, algo que no ocurre con el
misma frase que ahora destaca Bernard: hacer teatro: de hecho, es casi imposible recrear una
menos con más. El problema radica en el tipo de obra de teatro de Molière o Shakespeare,
escritura: no es lo mismo ser filósofo que ser manteniendo sus respectivas lenguas y su
compositor o arquitecto. En opinión de Bernard, antigua acentuación (lo cual no quiere decir que
la pretensión por acabar con toda esa filosofía no se haya hecho, y con resultados
barata, puramente consoladora y de fingida extraordinarios). Pero la historia de la música
profundidad, hallaría más problemas en el ha estado ligada siempre a la historia de su
ámbito filosófico que en el musical. La interpretación. Tanto las interpretaciones que
conclusión es algo extraña, aunque quizá cierta: buscan la veracidad como aquellas que buscan
al filósofo le cuesta mucho eliminar las notas la recreación pretenden ser interpretaciones
superfluas, mientras que los oyentes siempre auténticas. La opinión de Bernard, sin embargo,
podrán asistir a la audición de una obra musical es que toda pretensión ingenua de autenticidad
y contemplar esa pretensión moderna como es imposible: nuestras experiencias son
algo plenamente conseguido. Así lo demuestra totalmente irreconciliables con las del pasado.
Janácek. Por supuesto, simplicidad eso no Nosotros hemos escuchado mucha más música
implica “facilidad”. Los músicos, como los que nuestros antecesores. Sin embargo, la
arquitectos, saben bien cuánto cuesta a veces necesidad de la autenticidad –patente en

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muchos compositores- no por ello deja de tener ideas expresadas en los capítulos precedentes,
sentido si la reconciliamos con la pretensión de pero esta vez en un diálogo con su amigo y
obtener interpretaciones únicas, novedosas: reconocido filósofo Isaiah Berlin, también gran
cualquier interpretación de las obras antiguas amante de la ópera, contraponiendo sus ideas a
pretende sólo hacernos “escuchar estas obras las del filósofo letón en torno a las nociones de
por primera vez”. Por eso afirma Bernard que artistas ingenuos y sentimentales. En cualquier
“toda autenticidad es, en definitiva, la caso, vuelve a resaltar su aguda impresión de
autenticidad de la recreación” (p. 178). Y tiene que la experiencia operística depende
toda la razón: de hecho, nosotros asistimos a la fuertemente de la necesidad por escuchar una
veracidad como algo recreado, y lo escuchamos interpretación concreta: “La ópera –afirma- es
siempre a sabiendas de que la interpretación un caso en el que el amor por ella se expresa
que escuchamos ya no se interpreta así. Cuando casi por entero en su disfrute” (p. 185). Repite
escuchamos una interpretación “histórica”, lo de nuevo, en ocasiones textualmente –
hacemos sabiendo que estamos ante algo que ya recordemos que se trata de una recopilación, y
no existe, lo cual establece una frontera muy no de un libro preparado por el filósofo– sus
clara entre nosotros y nuestros antepasados ideas con respecto a Puccini, Wagner y la
cuando escuchaban la misma música. Ellos, de naturaleza de la ópera en comparación con el
ninguna manera creían estar asistiendo a una teatro. Esta vez pone el ejemplo del ballet para
interpretación veraz o histórica que hacía falta ilustrar esta idea: en él tienen gran importancia
recrear, y ese simple hecho hace que nuestras las habilidades atléticas de los actores y las
experiencias musicales sean radicalmente artes decorativas. Recordando sus ideas sobre
distintas. Puccini, nos increpa a comprender que el
músico “est| explotando algo inherente hasta
El decimosexto y último capítulo se cierto punto a la naturaleza de la ópera y a la
titula “Amantes de la ópera ingenuos y interpretación de la ópera”.
sentimentales” (pp. 183-197). Como es sabido, En definitiva, Bernard Williams nos da
la distinción entre artistas ingenuos y una lección magistral sobre el modo en que
sentimentales fue sugerida a finales del siglo debemos comprender la ópera y disfrutar de
XVIII, por Schiller, para quien el arte constituía ella, para lo cual esta obra realiza un intento
un medio idóneo en aras de reconciliar al coherente y profundo por desentrañar los
hombre consigo mismo y con el mundo: según entresijos de la ópera, atendiendo a las obras
tal distinción (la cual no intentaría privilegiar a representativas de los mejores compositores, y
ninguna de las partes) mientras los ingenuos donde las reflexiones sobre Puccini son quizá su
realizan su creación de forma natural, objetiva, mayor logro. Nos muestra así, de la manera más
sin reglas, resolviendo los problemas complejos clara posible, su inherente complejidad y los
con sencillez, como si la expresión fuese factores que convierten a la ópera en una
producto de la espontaneidad (así la poesía creación humana sin parangón y digna de ser
antigua, acorde con la naturaleza y de carácter estudiada en su especificidad. Si bien
realista, donde la armonía entre razón y confluirían en la ópera distintas artes, ésta
sentimiento no se ha desgajado aún); los constituiría un hecho único digno de ser
sentimentales, que en el fondo son el producto estudiado como una forma artística cuyos
de haber desgajado al hombre en dos mitades y logros van más allá de una pura unión
haberlo separado del mundo, son artificiosos, artificiosa o donde la unión de las artes que
subjetivos, se atienen a reglas preestablecidas y participan en ella da lugar a logros artísticos
deben como forzar su mirada para llevar a cabo nuevos e inexistentes en la simple suma de sus
la obra de arte (así la poesía romántica, de partes.
carácter anti-natural e idealista, que sin
embargo querría ser poesía ingenua). Bajo esta
clasificación, Bernard vuelve a retomar algunas
Daniel Martín Sáez
Sinfonía Virtual, Nº 17, Octubre, 2010

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