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El principal modelo de negocios que se nos ha inculcado a lo largo de los años identifica como

cruciales y fundamentales los conocimientos técnicos propios de cada rol en la organización.


La competencia técnica siempre ha sido la base de todo crecimiento profesional, de todos los
sistemas de evaluación y de cualquier criterio de selección del personal.
Las competencias técnicas son las específicas de la función, ya sea administrativa, logística,
de producción, comercial o de marketing: estamos acostumbrados a definirlas Hard Skills,
mientras que las habilidades de relación y comportamiento se definen Soft Skills, la cuales,
durante mucho tiempo, han sido consideradas secundarias.

Sin embargo ¿estamos del todo seguros de que para manejar las complejidades actuales no
son las habilidades sociales justamente las más importantes? ¿De que nos sirve un técnico
extraordinariamente preparado, que no es capaz de transferir sus conocimientos y favorecer el
crecimiento de las personas que trabajan con él? Tal vez sea mejor un técnico un poco menos
‘perfecto’ (aunque sí competente), pero capaz de hacer crecer las personas y la organización,
transfiriendo sus habilidades a un equipo que pueda funcionar. Al respecto, podemos citar
una investigación de la Universidad de California UCLA, que establece que sólo el 7% del
liderazgo es atribuible a la inteligencia (IQ), y que el 93% restante proviene de la confianza, la
adaptabilidad, la presencia, la creatividad, la integridad, la autenticidad y la honestidad.

Estamos hablando de inteligencia emocional, un concepto que se sustancia en torno a dos


aspectos principales:

Inteligencia intrapersonal, o autogestión, es decir la capacidad de entender lo que está


sucediendo dentro de nosotros y actuar en consecuencia

Inteligencia interpersonal y social, la gestión de las relaciones, la capacidad de entender lo


que está pasando a los demás, y entre los demás, y actuar en consecuencia.

Un celebre y exitoso artículo de Daniel Goleman y Richard Boyatzis publicado en el Harvard


Business Review en 2008 ha puesto definitivamente de relieve la importancia de la inteligencia
emocional (y social) para el desarrollo de un ejercicio efectivo de liderazgo.
A partir de los descubrimientos más recientes de la neurociencia (neuronas espejo, células
fusiformes, osciladores), los autores sostienen que la inteligencia social es un conjunto
complejo de habilidades de relación e interpersonales construidas dentro de circuitos
neuronales específicos. En particular, puede que el descubrimiento reciente más importante
en neurociencia conductual sea la identificación de las neuronas espejo en áreas dispersas
del cerebro que nos revela como los seguidores reflejan, literalmente, a sus líderes.

La inteligencia social tiene, por tanto, una sólida base biológica y comportamientos como el de
mostrar empatía o estar en sintonía con los demás afectan a la química del cerebro tanto del
líder como de los seguidores.

Citando a los autores del artículo:

“Los investigadores han encontrado que la dinámica líder-seguidor no es un caso de dos (o


más) cerebros independientes reaccionando consciente o inconscientemente el uno al otro.
Sino que, las mentes individuales se fusionan, en un sentido, en un único sistema. Creemos
que los grandes líderes son aquellos cuyo comportamiento aprovecha la fuerza del sistema de
interconexión cerebral”.
 
El punto central y la principal ventaja de la inteligencia emocional
consiste en “actuar en consecuencia”. Si no somos capaces de dominar tan profundamente la
relación con nosotros mismos, vamos a ser incapaces de dominar la relación con los demás y
gestionar nuestras metas, nuestras prioridades, esencialmente nuestro ser activos valiosos
para la organización. No es suficiente actuar, es esencial actuar en la dirección correcta y para
hacer esto, es necesario leer y entender lo que no es objetivo, lo que no está en la capa
exterior de los individuos y de los equipos dentro de la empresa: es necesario descender a un
nivel diferente, más profundo, donde surgen las raíces de la conducta, de la influencia y de la
motivación de personas y equipos.

La inteligencia emocional es lo que distingue a un líder de buen nivel de un líder muy


competente en cuanto a la actitud y a la eficacia interpersonal. Un mundo de diferencia en
términos de método y resultados.

Para evaluar la inteligencia social y crear planes de desarrollo, Goleman y Boyatzis proponen
una herramienta de evaluación conductual basada en siete habilidades emocionales y
sociales:

Empatía
Entender lo que motiva a los demás, incluso a los que vienen de diferentes ambientes y
experiencias, desarrollar sensibilidad a sus necesidades
Sintonía
Escuchar con atención, pensar en cómo se sienten los demás, sintonizarse en sus estados de
ánimo
Conciencia Organizacional
La capacidad de apreciar la cultura de la organización y entender sus redes sociales, las
normas explícitas e implícitas
Influencia
La capacidad de persuadir y reunir el apoyo de personas clave
El crecimiento de los demás
Habilidades relacionadas con el coaching, mentoring, con proporcionar feedbacks útiles y
eficaces
Inspirar a los demás
Desarrollo de una visión convincente, la construcción de un tono emocional positivo,
capacidad para infundir orgullo y sacar lo mejor de las personas
Trabajo en equipo
Fomentar la participación y colaboración de todos los miembros del equipo

También podemos indicar algunas habilidades que son definitivamente fortalecidas por el
desarrollo de la inteligencia emocional:

• generar confianza en nuestro equipo y colaboradores;


• estar presentes y sólidos en nuestro papel;
• aprender y desarrollar el instrumento de “preguntas poderosas”;
• capacidad de comunicarse de manera directa;
• capacidad de crear y hacer percibir la conciencia (de sí mismo, de la empresa, de las
habilidades de cada uno);
• capacidad de desarrollar acciones en la dirección correcta;
• capacidad de gestionar los objetivos y las actividades que involucran a otros sectores;
• capacidad para asumir y delegar la responsabilidad;
capacidad para gestionar los progresos y el crecimiento de la responsabilidad en sí mismos y
en los demás.

Si estamos de acuerdo con el hecho de que el papel del directivo se basa en elegir a las
personas y hacerlas crecer con satisfacción y en consonancia con el logro de los objetivos de
la organización, es importante preguntarnos cómo podemos asumir una responsabilidad tan
grande sin conocer, dominar y gestionar el patrimonio emocional “personal” nuestro y de
nuestros colaboradores. La inteligencia emocional es una herramienta crucial para entender y
aprovechar todo el potencial de las personas y de los equipos dentro de la empresa y puede
resolver muchos problemas y necesidades del negocio, sin recurrir a recursos externos, que
pueden, a menudo, ser caros e ineficientes.

De esta manera, concluyen Goleman y Boyatzis, “el llamado lado suave del negocio empieza
a ser no tan suave después de todo”.

La inteligencia emocional es la demostración de las buenas habilidades de liderazgo de


líderes que están en control de sí mismos, automotivados, empáticos y cuentan con
grandes
habilidades sociales.
Los mejores líderes son aquellos que poseen un alto grado de inteligencia emocional.
Dado que la inteligencia emocional es una parte de las habilidades del liderazgo, estos
líderes inspiran y conducen a aquellos que están a su alrededor.
¿Permite el líder que sus emociones y humores afecten a otros?
No, aquí es donde la autoregulación o el autocontrol cumple su papel. Los líderes con
un elevado nivel de inteligencia emocional, tienen la habilidad de controlar sus
emociones y de pensar antes de actuar.
No se ponen nerviosos fácilmente y se sienten cómodos en el cambio y la ambigüedad.
Esto es a menudo, un conjunto difícil de competencias para dominar, especialmente
bajo elevados niveles de estrés.
LAS RAICES DEL LIGERAZGO Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Liderazgo no es dominación, sino el arte de persuadir a la gente para que trabaje hacia
un objetivo común.
Los efectos destructivos de la falta de valores, los trabajadores intimidados y
desprovistos de todo poder, los jefes arrogantes o cualquiera de las otras deficiencias
emocionales en el lugar de trabajo pueden pasar totalmente inadvertidos por aquellos
que se encuentran fuera de la escena inmediata.
Pero los costos deben ser interpretados en señales tales como la disminución de fechas
tope, errores y contratiempos y un éxodo de empleados a escenarios más acogedores.
La idea de costo-efectividad de la Inteligencia Emocional es relativamente nueva para
las empresas, algo que a algunos gerentes puede resultarles difícil de aceptar.
Sin embargo, algunos de los motivos son muy evidentes: imaginemos las
consecuencias que tiene para un grupo de trabajo el que alguien sea incapaz de evitar
un estallido de ira o no tenga la menor sensibilidad con respecto a lo que siente la gente
que lo rodea. Cuando las personas están emocionalmente perturbadas, no pueden
recordar bien, ni atender o aprender con eficacia, ni tomar decisiones con claridad.
¿CÓMO INFLUYEN LAS EMOCIONES EN MI TRABAJO/PROFESIÓN?
Las tensiones de la vida moderna, la hipercompetencia en el terreno individual y
empresario, la presión del reloj, la exigencia de un constante perfeccionamiento
profesional, etc., son situaciones que tienden a alterar el estado emocional de la
mayoría de las personas consideradas normales, llevándolas al borde de sus propios
límites físicos y psíquicos.
De la ira al entusiasmo, de la frustración a la satisfacción, cada día nos enfrentamos a
emociones propias y ajenas. La clave está en utilizar las emociones de forma
inteligente, para que trabajen en beneficio propio, de modo que nos ayuden a controlar
nuestra conducta y nuestros pensamientos en pos de mejores resultados.
Hoy no basta con un alto coeficiente intelectual para triunfar profesionalmente, para
competir o para desarrollar una empresa; se requiere un control emocional adecuado,
que nos permita tener una interacción armónica en nuestro ambiente laboral: socios,
colegas, empleados, proveedores, clientes, etc.
Sin duda alguna, la inteligencia emocional no es una varita mágica; no garantiza en una
empresa una mayor participación en el mercado ni un rendimiento más saludable. Pero
si se ignora el ingrediente humano, nada de lo demás funcionará tan bien como debería.
Las empresas cuya gente colabora mejor tienen ventaja competitiva.
En ese sentido, las facultades de la inteligencia emocional son sinérgicas con las
cognitivas; los trabajadores excelentes poseen las dos. Cuanto más complejo es el
trabajo, más importante es la inteligencia emocional, aunque sólo sea porque la
deficiencia en estas facultades puede dificultar la aplicación de la pericia técnica y el
intelecto que se tenga.
COMO SER MAS EMOCIONALMENTE EN EL TRABAJO
 No se calle. Diga lo que piensa, siempre desde una crítica constructiva.
 Razone su punto de vista y ofrezca alternativas.
 Asuma el riesgo de parecer imperfecto. Exteriorice sus emociones y aprenda a
canalizarlas.
 Dé las gracias y reconozca en los demás el trabajo bien hecho.
 No más jornadas maratonianas. Aproveche mejor el tiempo. Tome pausas
estratégicas cada 30 minutos.
 Descubra su ritmo natural y evite interrupciones.
 Practique ejercicio físico. Haga estiramientos durante las pausas. Si trabaja en
un lugar cerrado, baje tres veces al día a respirar aire fresco.
 Déjese llevar por su intuición práctica. No lo deje todo en manos de los analistas.
 Tenga sentido del oportunismo.
 Libere su creatividad. Si el ambiente de trabajo no lo permite, hágalo en su
tiempo libre.
 Aprenda a trabajar en grupo. No se aísle. Adquiera un compromiso común y
dialogue.
 (Para jefes) Sepa escuchar. Acepte las críticas y póngase en el lugar del otro.
 Practique la empatía de modo regular.
 (Para jefes) Ejerza influencia sin autoridad. Sea un mentor y al mismo tiempo un
ejemplo a imitar. Comience una crítica por un aspecto positivo. Jamás humille
a sus empleados.
FINALMENTE…
Ser líder no es ser una persona autoritaria que tome decisiones por los demás, sino por
el contrario, líder es aquella persona que capaz de influir en las decisiones de las demás
personas.
Un líder que tiene un control sobre sus emociones, su expresión corporal y su manera
de tratar a sus seguidores tiene mucho mas éxito que aquel líder autoritario y de mal
trato.
“El pensamiento lleva a la conclusión pero sólo la emoción lleva a la acción” -
Alex Rovira

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