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artes
Autoras: Prof. Victoria Orce – Prof. Alejandra Mare – Prof. Cecilia Campanari
Adscriptas: Prof. Marina Galván y estudiante Laura Aguilar
Resumen:
La cátedra de Diseño curricular recupera los aportes de los estudios curriculares para
pensar la formación de docentes de artes. Si bien las perspectivas análisis del currículum
de Ivor Goodson, Alicia de De Alba, Flora Hillert, Henry Giroux, Robert Connell, Flavia
Terigi, entre otros tantos autores, señalan que la investigación sobre el currículum
constituye uno de los campos de estudio de mayor importancia en la investigación
educativa, rara vez los docentes acceden a los resultados de estos estudios. Esta
bifurcación que se presenta entre la producción del conocimiento, en este caso, la
investigación curricular y las prácticas de la enseñanza cristaliza aún más la idea de que
el curriculum es el plan de estudio o el programa de una asignatura. Esta reducción del
curriculum a un orden de contenidos explícitos, ya sistematizados por los jesuitas en el S
XVI, opera en la actualidad enajenando a los futuros docentes y a los docentes de una
reflexión sobre las prácticas de la enseñanza. Por eso, el trabajo de cátedra ofrece un
escenario propicio para que los futuros docentes se apropien de los resultados de la
investigación curricular. Para esto, diseñamos un dispositivo de análisis curricular a partir
de interrogantes de carácter político y sociológico con el propósito de tensionar supuestos
y desnaturalizar prácticas, que consideramos vitales para la formación docente: quiénes
toman decisiones sobre los contenidos de la enseñanza, a qué intereses responden y en
qué condiciones lo hacen.
Ponencia:
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observación sistemática de escuelas y de sus contextos de inserción social, la
consideración de los diseños curriculares institucionales, entre otras cuestiones.
Las perspectivas de análisis del currículum de Ivor Goodson, Alicia de De Alba, Flora
Hillert, Henry Giroux, entre otros tantos autores, señalan que la investigación sobre el
currículum constituye uno de los campos de estudio de mayor importancia en la
investigación educativa. El origen de este campo se remonta a la primera mitad del siglo
XX como expresión teórica y técnica de la expansión de los sistemas educativos
modernos (Feeney, 2007).
Entre las primeras investigaciones se encuentran las de Bobbit (1914 y 1918) en Estados
Unidos, quien define al curriculum en términos de eficiencia y efectividad en la escuela y
desplaza al docente del rol tradicional, para ubicarlo en una función de ejecutor que lleva
a la práctica el curriculum diseñado por especialistas. Este surgimiento de los estudios
sobre el curriculum se realiza con una fuerte influencia de la racionalidad científica, que
se concentró en la mejora de resultados de conductas observables, medibles y
evaluables. Nombres como J. Johnson y Roger Mager, entre otros, aportan a la
concepción del curriculum en términos de objetivos de aprendizaje que se aspira a lograr.
A partir de estas perspectivas teóricas armamos nuestra propuesta que coloca al diseño
curricular como unidad de análisis. Abordarlo para su comprensión requiere caracterizarlo
como un texto complejo que, en primer lugar, forma parte del discurso pedagógico oficial,
lo cual nos permite entender los procesos curriculares como procesos socio –políticos.
Esto requiere, a su vez, conocer la existencia de los contextos de producción y
reproducción curricular, para entender al currículum como construcción
sobredeterminada, en la que intervienen diferentes sujetos sociales que asumen
decisiones (Hillert, F., 2011).
Todo diseño curricular está compuesto por una serie de elementos que abarcan desde el
planteo de una fundamentación tanto política como pedagógica y la formulación de una
serie de propósitos hasta la selección y estructuración de los contenidos, por mencionar
algunos. Al trabajar en nuestras clases con los diseños curriculares, ya sean históricos o
actuales, observamos que en general, nuestros estudiantes comienzan por leer la
selección de contenidos específicos de la disciplina artística en la cual se están formando
como docentes, para conocer lo que suponen deberán aplicar en el aula. Esta modalidad
de lectura de un diseño curricular es heredera de las pedagogías tecnicistas, que
plantean una relación estrecha, causal y lineal entre la intención y la realidad del
currículum, que define el lugar del docente como quien recibe un paquete curricular para
llevarlo a la práctica. La regulación de las prácticas por un currículum tecnicista pretende
ser directa sin mediaciones ni sobredeterminaciones políticas y sociales.
Por el contrario, consideramos que para entender un diseño curricular resulta necesario
plantear, como decíamos más arriba, la relación entre currículum y pedagogía. El discurso
pedagógico es un discurso ordenador de lo que puede pensarse, nombrarse, hacerse. Es
un conjunto de saberes que regula, en el sentido de incluir o excluir aquello que puede
decirse y practicarse en los cuerpos de la institución escolar (Aisenstein, 2006). De este
modo, al ofrecerles a los estudiantes la oportunidad de acceder a herramientas
pedagógicas de análisis y a lecturas de textos académicos del campo de la investigación
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educativa, propiciamos la comprensión de que los diseños curriculares no son elementos
estáticos de aplicación, de traspaso entre docentes y alumnos, sino como un elemento
posible de ser modificado por ellos mismos: los estudiantes no se observan ya como
futuros docentes trasmisores de conocimientos, sino como futuros docentes activos y
reflexivos sobre la práctica educativa que lo involucra. Esto implica correr la mirada de los
contenidos y su secuenciación para la enseñanza, hacia los sujetos sociales que
intervienen en la determinación y estructuración del currículum a nivel político, social,
cultural y económico. Un diseño curricular es una hipótesis a desplegar (no a aplicar) en
las prácticas de enseñanza y de evaluación, por lo tanto requiere de un docente que tome
ciertas decisiones curriculares para contextualizar el diseño en la realidad en la que está
inscripta la institución educativa. Por supuesto que no hablamos de decisiones
individuales, sino que nos referimos a las decisiones colectivas a nivel institucional que
deberían formar parte de la cultura escolar.
A modo de cierre
Bibliografía consultada:
Aisenstein, Á. & Sharagrodsky, P. (2006) Tras las huellas de la Educación Física Escolar
Argentina. Cuerpo, género y pedagogía. 1880-1950. Buenos Aires: Prometeo.
Connell R. W. (1993) “La justicia curricular”. En: Escuelas y justicia social. Barcelona:
Morata.
http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/subida/Argentina/lpp/20100324023229/10.pdf 26/3/14
Eisner, E. (1995) “¿Por qué enseñar arte?” En Educar la visión artística. Barcelona:
Paidos, 1995. Disponible en:
http://www.centrodemaestros.mx/enams/EDUCAVISIONARTISTICA.pdf
Feeney, S. (2007) “La emergencia de los estudios sobre el currículo en la Argentina” en:
Camilloni, A. y otras El saber didáctico Buenos Aires: Paidos.
Fernández Troiano, G. (2010) “Tres posibles sentidos del arte en la escuela” En Revista
Iberoamericana de Educación, Nº 52, 23-41. Disponible en:
http://www.rieoei.org/rie52a01.pdf
Giroux, H.; Penna, A. (1990) “Educación social en el aula: la dinámica del curriculum
oculto”. En Los profesores como intelectuales. Hacia una pedagogía crítica del
aprendizaje. Barcelona: Paidós.
Goodson, I. (2003) Estudios del currículum. Casos y métodos. Buenos Aires, Amorrortu.
Hillert, Flora (2011) Políticas curriculares. Sujetos sociales y conocimiento escolar en los
vaivenes de lo público y lo privado. Buenos Aires: Colihue.
Terigi, F. (2007) “Nuevas reflexiones sobre el lugar de las Artes en el currículum escolar”,
en: Frigerio, G. y Diker, G. (Comp) Educar: (sobre) impresiones estéticas. Buenos Aires:
Editorial Del estante.