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Introducción
Manual de diseño y construcción de túneles de carretera
Capítulo 1. Introducción
A principios de los años 80 se construyó el túnel carretero del libramiento de la ciudad de Puerto
Vallarta de unos 450 m de longitud aproximadamente. Poco después se realizaron las primeras obras
subterráneas de carretera realmente importantes de México; el verdadero inicio de la Era de los
Túneles Carreteros en México puede datarse en esta misma década, con los túneles de la Autopista
México-Toluca, aunque dicho inicio haya sido muy incipiente. Aquellas obras estuvieron ligadas a
la construcción de las modernas autopistas de cuota que requirieron especificaciones rigurosas de
trazo y en su construcción ya se aplicaron técnicas modernas de excavación, soporte, mediciones y
análisis numéricos.
Capítulo 1. Introducción 1
Manual de diseño y construcción de túneles de carretera
Más tarde, entre 1989 y 1993 se construyeron 3 importantes túneles en la autopista Cuernavaca-
Acapulco; Tierra Colorada (400 m de longitud), Agua de Obispo (450 m de longitud) y los Querendes.
Este último, aunque muy corto (100 m.) fue, sin embargo, el túnel de carretera de mayor sección
construido hasta entonces en México (y posiblemente en el mundo), con un área transversal de cerca
de 200 m2, un claro de 22 m y altura cercana a los 14 m. Este túnel cuenta con cuatro carriles de
circulación más banquetas. Con la construcción de esta obra además se rompió con el tabú de que
el “mínimo techo para construir un túnel debería de ser tres veces el claro”. En este caso el techo o
cobertura era de solo 15 m.
Unos años más tarde se concluyó la construcción del túnel carretero de acceso a Acapulco,
conocido como el Maxitúnel, de casi 3 km de longitud, con una sección para alojar tres carriles.
Destacan también los túneles de La Esperanza, en las Cumbres de Maltrata, Veracruz y el del
Tigre, en la carretera Morelia-Lázaro Cárdenas, ambos construidos en la década de los noventa,
así como los túneles de la carretera Arriaga-Tierra y Libertad en Chiapas, un poco posteriores; y
finalmente el túnel de la carretera Amozoc-Perote (2008).
Actualmente se construye el proyecto vial denominado “Escénica Alterna de Acapulco”, que incluye
el que será el túnel carretero más largo de México, cuya longitud es de 3,188 m y que comunicará la
bahía de Acapulco con la zona de Punta Diamante.
El Manual tiene por objeto guiar y uniformizar los criterios de proyecto y ejecución de un gran
número de túneles que será necesario construir en México durante los próximos años, debido a
2 Capítulo 1. Introducción
Manual de diseño y construcción de túneles de carretera
La elaboración del Manual fue encargada a Consultec Ingenieros Asociados, S.C., y ha sido revi-
sada por un grupo de ingenieros especialistas de la Dirección General de Servicios Técnicos y de la
Dirección General de Carreteras, apoyados y asesorados por la Asociación Mexicana de Ingeniería de
Túneles y Obras Subterráneas, A.C.
La tercera parte está dedicada a las instalaciones, tratando temas relacionados con los sistemas
de iluminación, ventilación, de seguridad y control de los túneles de carretera; finalmente, la cuarta
parte corresponde a un capítulo dedicado a la operación y el mantenimiento.
Dentro del amplio espectro de túneles para fines de transporte de vehículos motorizados, el
presente Manual se ha centrado preferentemente en aquellos construidos en zonas montañosas
o de lomerío, túneles que generalmente se excavan en formaciones rocosas y que son de tipo
interurbano, de carretera o autopista.
Capítulo 1. Introducción 3
Capítulo 2.
Diseño del trazo y de la sección tipo
Manual de diseño y construcción de túneles de carretera
Su diseño además de seguro, cómodo y funcional, debe ser estético. Este tipo de obras requiere
de características geométricas particulares que obedecen a las necesidades del tráfico vehicular; sus
excavaciones, de entre 100 y 140 m² de área, no son ni simples ni tienen la forma y dimensiones
convencionales que suelen adoptar otros túneles, (hidráulicos, ferroviarios, etc.).
Los túneles de carretera se caracterizan por su trazado y sección, definidos por criterios
geométricos de gálibos, pendiente, radio de curvatura y espacios necesarios para instalaciones.
El trazado en planta y perfil del túnel dependen de los alineamientos de la carretera y de las carac-
terísticas de ésta, con la que tiene que mantener una cierta homogeneidad; estos datos suelen ser
más bien parámetros de entrada al diseño de la sección interior.
En el caso de túneles cortos (longitud < 200 m), se recomienda que tengan un trazo en tangente:
es conveniente que al entrar pueda verse la salida (la percepción de la luz natural al otro lado ayuda
a no tener deslumbramientos) por las siguientes razones:
1) El conductor percibe el cambio de condiciones brevemente (200 m a 80-90 km/h =7 s).
2) El conductor puede percibir la existencia de objetos en la calzada por contraste.
Si el túnel es más o menos largo (1,000 a 1,500 m), es importante disponer de curvas en las
bocas para evitar el deslumbramiento, facilitando una transición adecuada de las condiciones de luz.
Para túneles de más de 1,500 m de longitud, se recomienda disponer de curvas de radios amplios
para facilitar una adecuada distancia de visibilidad.
Para el diseño del alineamiento vertical del túnel, deben tomarse en cuenta las siguientes
consideraciones:
a) Una primera condición para un buen alineamiento vertical del túnel es el drenaje, por lo que debe
asegurarse una pendiente mínima de 0.5% para desalojar adecuadamente el agua que pueda
recibir el túnel.
b) Se requiere una pendiente mínima para drenar las aguas procedentes del macizo rocoso que
son captadas por el sistema de impermeabilización y conducidas por el colector del túnel hacía
el drenaje exterior.
c) Evitar curvas verticales, tanto convexas muy pronunciadas que no permitan la visibilidad, como
cóncavas que provoquen puntos bajos que obliguen a requerir equipos de bombeo para desalojar
el agua acumulada.
d) Es conveniente contar con una pendiente longitudinal (entre 2 y 5 %) en túneles bidireccionales,
mientras que en unidireccionales, ascendente menor al 2% y descendente menor al 5%.
e) Ventilación natural en caso de túneles cortos y, pendientes adecuadas para favorecer un óptimo
funcionamiento de la ventilación de los túneles que lo requieran.
f) Tipo y composición de vehículos que circularán.
2.1.1. Topografía.
La topografía es el elemento más importante para el trazado de un túnel carretero. Es fundamental
que la configuración topográfica no tenga errores significativos. Una mala definición del terreno se
reflejará en los costos (mal cálculo del movimiento de tierras), o en que durante la obra se requieran
cambios en la posición de los portales o en la geometría de los cortes o lo más grave, en un cambio
en la longitud del túnel. Además, estos errores pueden llegar a afectar tiempos de ejecución, la
construcción de estructuras anexas como puentes, viaductos y terraplenes, así como dañar, casas,
edificios, caminos o instalaciones (gasoductos, líneas eléctricas, etc.).
Al inicio de los trabajos debe realizarse la recopilación de información que proporcione la Secretaría
de Comunicaciones y Transportes para iniciar con los trabajos de campo del proyecto. La información
consistirá principalmente en la obtención de las plantas de kilómetro1 que contienen el alineamiento
horizontal y vertical del camino y del túnel, así como la matematización2 correspondiente. Asimismo
se deberá recopilar la información del tipo de carretera, velocidad de proyecto, el transito diario
promedio anual (TDPA) y composición vehicular que transitará por la carretera.
El levantamiento topográfico (situación actual del sitio) debe incluir altimetría, planimetría y
toponimia que servirá de base para la elaboración del anteproyecto del trazado tanto del túnel como
de la liga de los accesos, incluyendo los tajos de entrada y salida; deberá apoyarse en el mismo
sistema de coordenadas y nivel del eje de la carretera aprobado y trazado en campo, debiendo dejar
referencias de ese eje, las cuales se utilizarán posteriormente en el replanteo del proyecto aprobado.
1
En México se conocen como plantas de kilómetro a los planos (divididos por kilómetro), aprobados por la
Secretaría Comunicaciones y Transportes que incluyen la topografía y los alineamientos vertical y horizontal.
2
Matematización es la definición matemática de la geometría de los alineamientos, que incluye todos los puntos
característicos de las curvas y las rectas, así como radios, ángulos, pendientes, etc.
Los portales son sin duda las obras más complejas de todo el proyecto. Lo anterior debido a que
no se limitarán a la excavación de los tajos de acceso y a la estabilización de sus correspondientes
taludes, sino que requerirán de todo un proceso de planeación previo a su definición geométrica, que
incluya la disposición óptima de los espacios destinados a albergar las instalaciones de control y en
su caso la salida del túnel de escape o emergencia (túneles mayores de 1500 m). Además, los tajos
deben estar planeados, cuando sea el caso, para ser compatibles con la obra de un segundo túnel a
futuro.
Los levantamientos topográficos en las zonas de los portales tienen que contar con un alto nivel de
detalle, con curvas de nivel a cada metro y deberán dibujarse secciones transversales considerando,
como ya se mencionó, las áreas destinadas a los cuartos o edificios de control.
Los datos de trazo del eje de proyecto se reportarán tanto en libretas de campo como en registros
de trazo definitivo, donde deberán quedar registrados, con nombre, esviaje y cadenamiento al
centímetro, todos los detalles que se encuentren a lo largo y ancho del eje en estudio, tales como vías
de comunicación existentes (caminos, carreteras pavimentadas, vías férreas) registrando asimismo
su esviaje e igualdades de cadenamiento (operación vs. proyecto); líneas de energía eléctrica con
esviaje, voltaje y altura de conductores sobre el terreno; ductos con su diámetro, profundidad y tipo
de fluido que conducen; canales, cercas (de alambre y/o piedra), construcciones (tipo y dimensiones);
en el caso de los ríos y arroyos se registrará la elevación del N.A.M.E. observado en campo.
Se anotará también el régimen de tenencia de la tierra (ejidal, comunal, propiedad privada, etc.),
linderos con los nombres de los propietarios y/o posesionarios y límites de la división política (Muni-
cipio, Estado).
Durante la construcción del túnel, es necesario replantear in situ el trazado del eje a partir de los
puntos referenciados, los cuales deberán aparecer dibujados en el Plano Topográfico General.
Las referencias del trazo (mojoneras y objetos fijos) deberán ubicarse mediante coordenadas
polares (ángulo y distancia). Las referencias (R1) deberán quedar fijas en tornillos de cruz de 4” o
varillas de 3/8” ahogados en mojoneras de concreto de 20 cm de diámetro y 40 cm de profundidad;
las referencias (R2) se ubicarán en objetos fijos que no se deformen con el tiempo.
En las tangentes deberán referenciarse puntos intervisibles distantes 300 m como máximo; en
curvas se referenciarán los PI y los puntos inicial y final de cada curva (PC – PT ó TE – ET); cada punto
referenciado deberá contar con dos referencias intervisibles.
Un aspecto fundamental que conduce a la sustentabilidad de una obra de túnel tiene que ver
con los costos de construcción y los operativos. Los costos de la obra, y la posterior inversión en
mantenimiento y operación, están directamente relacionados con la calidad de los diseños y con la
calidad de la construcción.
Conforme avanza la ingeniería de túneles en nuestro país, menos se sostiene la idea de que, a
priori, cuesta más barato construir un corte que un túnel, o que hay que hacer los tajos de acceso
lo más largos posible y por lo tanto el túnel lo más corto, porque resulta más barato el metro de
tajo que el de túnel. También se han venido abajo “recetas” que antiguamente existían según las
cuales, la factibilidad técnica de un túnel dependía de que la cobertura, el recubrimiento o techo
de la excavación fuera de cuando menos dos o tres veces el diámetro de la misma. Hoy en día este
parámetro ha perdido validez gracias a los avances tecnológicos en materia de obras subterráneas,
por lo tanto, lo que generalmente juega un papel importante en la toma de decisiones es el factor
económico durante la construcción pero se omiten factores como el mantenimiento, la seguridad a
largo plazo y la sostenibilidad ambiental.
3
Ref. [5]
Figura 2.6. Isométrico de un tajo de acceso con boquillas prolongadas, sin y con relleno.
Los caminos de acceso a los portales deberán ser considerados como obras iniciales del túnel. El
proyecto de estos caminos deberá tener en cuenta las características requeridas de seguridad para
el paso continuo del equipo pesado de construcción que se utilizará en el túnel. No es poco común
que los caminos de acceso dañen el terreno donde se construirán los cortes para el emportalamiento.
Para definir el trayecto de los caminos de acceso, se deben tomar en cuenta los cortes
correspondientes para los tajos de acceso, evitando cruzar de un lado a otro con los caminos pero
sobre todo evitar pasar por encima del túnel cerca del talud frontal, para evitar quitarle cobertura en
los primeros metros de túnel, sobre todo cuando se trata de túneles con muy poca cobertura.
Deberán establecerse dos bancos de nivel, como mínimo, por kilómetro, comprobados a cada
500 m aproximadamente, mediante nivelación diferencial de ida y vuelta, los cuales se ubicarán
fuera del derecho de vía y en objetos fijos permanentes que no se deformen con el tiempo.
La nivelación del terreno natural por el eje de proyecto consistirá en obtener las elevaciones de
las referencias mediante nivelación diferencial en los puntos estacados a cada 20 m así como en los
puntos principales del alineamiento horizontal y en los puntos intermedios de quiebre del terreno que
presenten desniveles mayores de 0.50 m.
El banco de nivel deberá numerarse con dos cifras, la primera cifra corresponderá al kilometraje
cerrado inmediato posterior a donde se ubica el banco de nivel y la segunda cifra corresponderá al
número de orden correspondiente del banco de nivel en ese kilómetro.
Para la definición de las secciones geométricas que a continuación se presentan y que se pretende
sirvan como guía para futuros proyectos de túneles de carretera en México, se toman en cuenta los
tipos de carretera más comunes, en función de su TDPA y nivel de seguridad, que son las tipo A, B
y C. En caso de que se requiera construir un túnel en carreteras tipo D o E, este podrá proyectarse
utilizando los mismos criterios establecidos en este manual, pero adaptando la sección para cada
caso en particular.
Nota:
Las dimensiones y otras características presentadas en este capítulo están basadas en la
experiencia adquirida recientemente en México, durante la construcción de varios túneles,
tomando en cuenta también las normas y manuales internacionales existentes, así como las
Normas de Servicios Técnicos para Proyecto Geométrico de Carreteras y los criterios definidos
en conjunto con la Dirección General de Servicios Técnicos de la Secretaría de Comunicaciones
y Transportes.
Entonces, a partir de las dimensiones máximas de calzada puede fijarse la posición de las
banquetas, los gálibos y finalmente los arcos que conformarán la sección.
La experiencia constructiva ha demostrado que, en todos sentidos, resulta mucho más eficiente
mantener una sección única y constante de la bóveda, alineada con un eje vertical, que obligar a que
ésta gire en función de la pendiente transversal que va adquiriendo la calzada a lo largo de una curva.
La técnica para lograr lo anterior consiste en hacer variar la altura de desplante de las zapatas, así
como la distancia entre la esquina interior de la banqueta y la junta de construcción (o junta de colado),
tomando como punto de referencia la rasante al centro del eje, para alcanzar la pendiente requerida,
además de mantener constantes el ancho de corona y la altura del gálibo. Cabe hacer énfasis en
que, cuando el túnel pase por una transición tangente-espiral-circular (o cualquier variante similar)
no resulta práctico manejar una evolución del ancho de corona en el interior, ya que esto implicaría
variaciones importantes en la geometría de la sección, con sus correspondientes complicaciones
técnicas durante el colado del revestimiento. La Figura 2.9 muestra un ejemplo de evolución de la
calzada en curva y la forma en que la parte baja del túnel se adapta a ésta. Nótese que la cota de la
junta de construcción en las zapatas se mantiene constante.
• Cuando el túnel lleva revestimiento definitivo, el hecho de tener que girar la cimbra genera
innumerables problemas de alineación, que también pueden causar un mal balance del peso del
sistema que ocasione defectos en la forma de la estructura o en las juntas transversales de
colado.
• Mantener las juntas de construcción entre zapatas y bóveda al mismo nivel siempre facilitará las
labores de apoyo de la cimbra, de control topográfico de los colados y de unión estructural, en
caso de que haya acero de refuerzo (Figura 2.10).
El número de carriles debe ser el mismo que en la carretera troncal, de acuerdo con el tipo de
vía, la intensidad de tráfico y el nivel de servicio. Los túneles de carretera generalmente tienen dos
carriles y en ciertas circunstancias tres. Si fueran necesarios cuatro carriles es preferible la opción de
dos túneles paralelos de dos carriles cada uno, ya que las dificultades constructivas crecen debido al
aumento del ancho de la excavación. Cabe hacer énfasis en que, si bien en México se han construido
ya varios túneles de 4 carriles, esta situación siempre ha obedecido a condicionantes topográficas
extremas.
2.3.2.3. Acotamientos
En cuanto a los acotamientos, en México los túneles de carretera se han construido sin considerar su
inclusión como parte de la calzada. Lo anterior se debe a factores económicos y de seguridad duran-
te la construcción. Es evidente que al aumentar el ancho de la calzada aumenta no sólo el ancho del
túnel sino también su altura; en condiciones geotécnicas difíciles (las cuales casi siempre se presen-
tan, al menos en algunos tramos del trazo), esto repercute en un incremento del riesgo geotécnico
con su consecuente necesidad de robustecer los sistemas de sostenimiento.
“La configuración normal en túneles unidireccionales debe ser una sección estándar
reducida sin acotamientos”
La Figura 2.11 muestra un ejemplo de sección transversal de acuerdo con la Normativa Europea.
“En cuanto al gálibo, La 5ª edición del Libro Verde de la AASHTO dice que, aunque sería
deseable mantener los acotamientos con los mismos anchos que en la calzada a cielo
abierto, también reconoce que el costo de proveer al túnel de acotamientos puede ser
prohibitivo; la reducción de los acotamientos en túneles es una práctica habitual; en
ciertas situaciones, se colocan acotamientos estrechos en uno o los dos lados”.
El Libro Verde también recomienda que, en caso de colocarlos, su ancho debe establecerse a
partir de un análisis profundo de todos los aspectos involucrados:
Para un caso típico de autopista en México, con un TDPA de 20,000 vehículos, en la Figura 2.12
se catalogaría como F. La nomenclatura 2×T9.5 de la Figura 2.12 quiere decir 2 tubos de 9.5 m de
ancho total de la base del túnel (BT), de acuerdo con las dimensiones que se indican en la Figura
2.13. En la tabla de la Figura 2.14 se muestra el resto de las dimensiones y en rojo se marca la del
caso equivalente al del TDPA de 20,000. En dicha tabla puede verse además que, para túneles T9.5,
el ancho de la superficie de rodamiento es de 7.0 m.
Centre line
YH
RH
Vertical clearance 4,60 m
R RV
V
x x
2 2X
YV
YH
Verge Verge
area Carriageway width B K area
Total width BT
Por último, la Figura 2.15 muestra la geometría del túnel T9.5. Nótese que la calzada no tiene
acotamientos y sólo cuenta con dos espacios de 0.25 m a cada lado, entre los carriles y la banqueta,
lo cual corresponde con los túneles típicamente construidos en México.
Por lo anterior y considerando que en túneles largos se proyectan bahías para que en caso de
emergencia o avería de algún vehículo, se estacionen o se lleven hasta este sitio; se concluye que
para túneles carreteros no se consideren acotamientos.
2.3.2.4. Banquetas
Las banquetas se definen como las fajas destinadas a la circulación de peatones en el interior del
túnel y están generalmente ubicadas a un nivel superior al de la calzada.
En túneles de dos y tres carriles cuya longitud es menor a 500 m, no es muy frecuente el paso de
peatones por las banquetas y el uso de éstas se limita a los usuarios de vehículos averiados y a los
empleados de mantenimiento. Por ello se considera un ancho de banqueta de 50 cm.
En el caso de túneles mayores a 500 m de longitud, sí se considera una circulación más frecuente
de peatones; por un lado, al tener más equipamiento, requieren de un mayor número de operaciones
de mantenimiento y por el otro, hay más usuarios que transitan hacia salidas de emergencia, bahías,
nichos o aparcaderos; por lo anterior estas secciones consideran banquetas de 85 cm de ancho.
La sección propuesta está diseñada para funcionar en sentido bidireccional, con 2 carriles de 3.5
m cada uno en una primera etapa y si el TDPA aumenta; puede funcionar con 3 carriles de 3.5 m
cada uno.
Siempre será importante mantener constantes tanto el ancho de corona como el gálibo. Para
esto, la sección interior debe ser simétrica hasta la junta de colado de las zapatas del revestimiento
definitivo conservando un espacio libre de corona de 12.30 m y un gálibo de 5.50 m.
En las Figuras 2.17 y 2.18, se muestra una sección transversal cuya línea de intradós está
compuesta por tres arcos: uno central de 8.30 m de radio y 96.00° de apertura y dos laterales de
4.26 m de radio y 60.16° de apertura. La parte inferior de los hastiales consiste en segmentos rectos
de longitud variable que van desde la junta de colado hasta una banqueta de 50 cm de ancho.
Figura 2.17. Sección tipo en tangente para túnel de sentido bidireccional en carreteras
Tipo A2 con longitud menor a 500 m. Línea de intradós.
Figura 2.18. Sección tipo en curva máxima para túneles de sentido bidireccional en
carreteras Tipo A2 con longitud menor a 500 m. Línea de intradós.
En la Figura 2.19 se muestra una sección, simétrica hasta la junta de colado en el remate de las
zapatas, que contiene un espacio libre de corona de 12.30 m y un gálibo de 5.50 m, misma que
mantiene constantes los arcos de la bóveda y las paredes en los tramos de tangente y curva (Figura
2.20).
La sección transversal, en su línea de intradós está compuesta por tres arcos, uno central de 8.30
m de radio y 96.00° de apertura y dos laterales de 5.05 m de radio y 51.13° de apertura. La parte
inferior de los hastiales consiste en segmentos rectos de longitud variable que van desde la junta de
colado hasta la banqueta que tiene un ancho de 85 cm.
Figura 2.20. Sección tipo en curva máxima para túneles carreteras Tipo A2 con
longitud mayor a 500 m. Línea de intradós.
seguro y económico separar las calzadas y construir túneles gemelos de dos carriles. Sin embargo,
existen situaciones en las que las condiciones topográficas o la presencia de estructuras importantes
en superficie no dejan libre otra alternativa.
La geometría del túnel propuesta para este tipo de situaciones se define, al igual que en los tipos
anteriores, considerando la situación más desfavorable que, en este caso, corresponde a un grado de
curvatura de 7°30´, con sobreelevación máxima de 10% y una ampliación de calzada y corona que,
para una velocidad de proyecto de 70 km/h, alcanza 1.7 m.
En las Figuras 2.21 y 2.22 se muestran una sección en tangente y curva, simétrica hasta la junta
de colado en las zapatas, que contiene un espacio libre de corona de 18.2 m y un gálibo de 5.50 m.
Figura 2.21. Sección interior en tangente para carretera Tipo A4, con 2
carriles por cuerpo y franja separadora central.
Figura 2.22. Sección interior en curva para carretera Tipo A4, con 2
carriles por cuerpo y franja separadora central.
8.30 8.30
Es muy común que, para resolver la operación bidireccional de las carreteras, sin caer en secciones
muy grandes o de cuatro carriles, se opte por construir túneles gemelos, para 2 o 3 carriles cada
uno, espaciados centro a centro una distancia tal que impida las interferencias en su construcción
y que evite que una excavación influya en el comportamiento deformacional de la otra. Existen
recomendaciones como la de espaciar los túneles gemelos un mínimo de 2 diámetros, pero muchas
veces la topografía impone condicionantes que acaban por definir esta separación. De cualquier
forma, la definición de la distancia entre túneles debe venir acompañada por un previo análisis
geotécnico que además contemple los procedimientos constructivos.
La sección de cada túnel es simétrica hasta la junta de colado en el remate de las zapatas, con un
espacio libre de corona de 8.3 m y un gálibo de 5.50 m; los arcos de la bóveda son constantes, así
como las paredes en los tramos de tangente y curva.
En la Figura 2.24 se muestra una sección transversal cuya línea de intradós está compuesta por
tres arcos, uno central de 6.90 m de radio y 60.00° de apertura y dos laterales de 3.90 m de radio
y 80.68° de apertura. La parte inferior de los hastiales consiste en segmentos rectos de longitud
variable que van desde la junta de colado hasta la banqueta que tiene un ancho de 50 cm. La Figura
2.25 muestra la sección en curva.
Figura 2.24. Sección tipo en tangente para túnel de longitud menor a 500
m, de sentido unidireccional, con 2 carriles en carreteras Tipo A4 S.
Figura 2.25. Sección tipo en curva para túnel de longitud menor a 500 m,
de sentido unidireccional, con 2 carriles en carreteras Tipo A4 S.
Figura 2.26. Sección tipo en tangente para túnel de longitud mayor 500 m, de sentido
unidireccional, con 2 carriles en carreteras tipo A4 S.
Figura 2.27. Sección tipo en curva para túnel de longitud mayor a 500 m, de sentido
unidireccional, con 2 carriles en carreteras tipo A4 S.
Figura 2.30. Sección tipo de banqueta en túneles con longitud < 500m (tangente y curva máxima).
Figuras 2.31. Sección tipo de banqueta en túneles con longitud > 500m (tangente y curva máxima).
Las barreras centrales son dispositivos de seguridad que se emplean para dividir los carriles de
circulación contraria y su objetivo es incrementar la seguridad de los usuarios al prevenir que los
vehículos invadan los carriles inversos. También pueden servir para disipar la energía del impacto
en casos de accidente. Normalmente son prefabricadas, de concreto simple o reforzado y también
existen las metálicas; en todos los casos deberán cumplir la normativa SCT N-CTR-CAR-1-07-009
y 010.
En las siguientes figuras se muestran las dimensiones recomendadas para las bahías de
emergencia.
Figura 2.42. Sección tipo de galería de conexión en túnel con galería de escape.
Referencias
1 Brilon, W, Lemke, K, año 2000, Strassenquerschnitte in Tunneln, serie Strassenverkehrstechnik,
Volumen 44, ISSN: 0039-2219.
2 http://www.hotandcoolrides.com/wp-content/uploads/2013/03/
forest-beautiful-roads-incredibly-spectacular-landscape.jpg
3 Mott MacDonald. https://www.mottmac.com/transport/highways.
4 Norwegian Public Roads Administration, 2004; Road Tunnels, No. 021 in the series of handbooks,
Printed by: NPRA Printing Center, ISBN 82-7207-540-7
5 Sánchez, F. (2014): Ingeniería de Túneles; Reg. # 03-2015-012110003000-1, SEP-INDAUTOR.
6 U.S. Departmet of Transportation. Federal Highway Administration, 2009, Technical Manual for
Design and Construction of Road Tunnels-Civil Elements. Publication No. FHWA-NHI-09-010
7 Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Libro 2. Normas de Servicios Técnicos. Parte 2.01.
Proyecto Geométrico de Carreteras, 1984.
8 Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Manual de Proyecto Geométrico de Carreteras, 1991.
3.1. Introducción
Los túneles son el tipo de obras de ingeniería que mayor conocimiento geológico del terreno
demandan, tanto para ser proyectados como construidos, de forma segura y, en la medida de lo
posible, económica. A mayor grado de complejidad geológica del sitio donde será alojado el túnel,
mayor será la incertidumbre para el pronóstico de los problemas geológicos esperados y, por lo
tanto, la cantidad de estudios de campo y el grado de detalle deberá ser también mayor.
Uno de los factores que causa mayores retrasos e incrementos en los costos de la construcción de
un túnel, es sin duda la cantidad de situaciones geológicas inesperadas, mismas que, al no haber sido
previstas en la campaña de estudios, repercuten directamente en los procedimientos de excavación,
los sistemas de sostenimiento, el tipo de maquinaria empleada, etc.
Las condiciones que más significativamente influyen en la estabilidad de las obras subterráneas
pueden clasificarse como sigue:
a) Geológicas: son diversas, como las que se asocian a los diferentes tipos de litología (rocas y/o
suelos), condiciones de las discontinuidades, zonas mayores de debilidad como fallas, el grado de
alteración de los materiales, etc.
Problemas muy frecuentes que se presentan durante la excavación de un túnel son debidos al
flujo de agua. Los túneles en ocasiones funcionan como un gran dren dentro del macizo rocoso,
provocando, desde simples escurrimientos hasta filtraciones de agua a alta presión, dificultando el
avance y la estabilización de la excavación o incluso provocando colapsos. La presencia del agua está
asociada a los regímenes hidrogeológicos regionales, así como al tipo litología del sitio y su geología
estructural; cada tipo de roca tiene estructuras geológicas particulares.
Los estudios geológicos, hidrológicos y geotécnicos del terreno deben realizarse adecuadamente
para obtener un conocimiento exhaustivo del terreno que será afectado (directa o indirectamente)
por la construcción y operación del túnel, incluyendo sus zonas de acceso.
calidad, habrá más posibilidades de realizar un proyecto exitoso y viceversa. Lo anterior es necesario,
más no suficiente; en los siguientes capítulos de este Manual se abordarán las metodologías de
diseño geotécnico, estructural, constructivo y funcional que deben seguirse (partiendo siempre de
un adecuado modelo geológico), para conducir el proyecto de un túnel a un resultado satisfactorio.
El proyectista del túnel recopilará toda la información disponible tal como: planos topográficos,
bancos de nivel, fotografías aéreas, referencias de estudios que pudieran ser útiles para llevar a cabo
el proyecto.
La geología de todo el país a gran escala está publicada por el SGM, ofreciendo datos de estratigrafía,
tectónica, historia geológica, hidrogeología, etc., la cual permite conocer datos importantes como:
litología, fallas o pliegues, periodo geológico al que corresponden los materiales, etc.
Con base en lo anterior y tomando en cuenta los planos topográficos existentes, el proyectista,
antes de iniciar con las campañas de campo y de detalle, deberá ubicar la zona en estudio y consultar
los planos, informes y estudios con los que cuente el SGM con objeto de definir preliminarmente los
posibles materiales que alojarán el túnel.
Por otro lado, si en las proximidades del túnel en proyecto existen otras obras civiles o explotaciones
mineras, es probable que cuenten con información geológica, misma que puede servir en la fase de
proyecto y que el proyectista deberá recopilar e integrar.
Figura 3.2. Ubicación de una serie de túneles sobre una carta topográfica y,
mapeo geológico regional sobre fotografías áreas del mismo sitio.
COLUMNA ESTRATIGRÁFICA DE LA
REGIÓN DE ACAPULCO, GUERRERO
Cretácico Medio
Formación
Morelos
CE EL
Discordancia
NO
EO S D
AL R ITA
Mesoproterozoico
Supergrupo
OR O
RI DI
PE O
Acatlán
SU R A N
IC Y G
ÁC S
O
E T ITO
CR AN
GR
Figura 3.3. Detalle del mapeo geológico regional sobre Carta Geológico-Minera
de SGM y, ejemplo de una columna estratigráfica regional.
La estructura geológica ejerce una gran influencia en la estabilidad del túnel. En general, se
considera que las orientaciones de discontinuidades perpendiculares a la dirección de avance del
túnel son situaciones muy desfavorables, en especial cuando buzan contrarias a dicho avance.
Las discontinuidades más importantes desde el punto de vista de la estabilidad, son las singula-
res, ya que estas pueden acumular esfuerzos tectónicos importantes y formar planos principales de
rotura cuya resistencia es muy baja. La incidencia de las fallas en la estabilidad de una excavación de-
pende de las características de las mismas, las cuales pueden ser (González de Vallejo et al., 2002):
• Una o varias superficies de discontinuidad, planos de despegue o contactos mecánicos entre
distintos materiales.
• Una zona de espesor variable y de baja resistencia formada por materiales blandos, inestables,
plásticos o expansivos.
• Fallas caracterizadas por una zona de alta transmisividad hidráulica.
En esta etapa del proyecto, con base en la geología regional, se deberá realizar el reconocimiento
geológico en campo que consiste en identificar las diferentes unidades litológicas y los datos
estructurales de las principales discontinuidades existentes en el macizo rocoso, así como la
existencia de estructuras mayores; dicho reconocimiento, se recomienda efectuarlo en la zona del
eje del trazo a partir de los afloramientos expuestos en el terreno natural de la ladera donde se
emplazará el túnel y en caso de existir, en las cañadas de los arroyos más próximos a los portales del
mismo, caminos de acceso y zonas aledañas al túnel.
Los recorridos de campo sobre el terreno que alojará al túnel complementan la información que es
posible obtener directamente, tomando en consideración la geomorfología de la zona, la hidrogeología
superficial y un estudio riguroso de afloramientos rocosos. Los aspectos que deben estudiarse dentro
de la hidrogeología son: aportaciones de agua, indicios superficiales de karstificación y presencia de
vegetación.
La estabilidad, cuando está regida por la formación de bloques o cuñas, puede estimarse basándose,
en un principio, en la caracterización realizada en superficie (y eventualmente a partir de los sondeos),
así como en una serie de hipótesis sobre las condiciones que podrían tener las discontinuidades a la
profundidad del túnel, mismas deberán verificarse y ajustarse durante la ejecución de la obra.
La orientación de una discontinuidad en el espacio queda definida por su buzamiento (o echado) y por
la dirección del mismo. La determinación de la orientación medida de cada familia se establece a partir
de valores estadísticos y la representación gráfica de las discontinuidades permite una visión general
de la geometría de los macizos rocosos. Los diagramas de bloques representan tridimensionalmente
la distribución de los planos, y permiten visualizar la orientación de la fracturación con respecto al
túnel (Figura 3.7) (González de Vallejo et al., 2002).
La orientación de una discontinuidad también puede definirse por su rumbo o dirección (ángulo
que forma una línea horizontal trazada sobre el plano de discontinuidad con el norte magnético,
midiendo hacia el este) y su buzamiento, debiendo indicar en este caso el sentido del buzamiento
(norte, sur, este, oeste). La dirección del plano y la dirección del buzamiento forman un ángulo de 90°
(Figura 3.8) (González de Vallejo et al., 2002).
Figura 3.8. Medición de la orientación de discontinuidades. A partir de González de Vallejo et al. (2002).
• Métodos Gravimétricos
• Métodos Magnéticos
• Métodos Electromagnéticos de Alta Frecuencia
Algunas de sus finalidades principales son:
a) Determinar los espesores de los diferentes materiales que constituyen el macizo rocoso, así
como sus implicaciones estructurales en la zona de excavación del túnel.
b) Determinar los tiempos de arribo de las ondas longitudinales “P” y transversales “S” de los
diferentes estratos presentes en el subsuelo de los portales tanto de entrada como de salida,
con objeto de obtener el espesor del material de baja calidad.
c) Correlacionar los espesores, y velocidades de propagación con las características litológicas
y geotécnicas de los diferentes paquetes de roca que constituyen la estratigrafía del sitio que
alojará el túnel.
3.5.1. Método Sísmico
La sísmica de refracción se basa en el estudio de propagación de las ondas sísmicas en el terreno. Estos
métodos permiten conocer el grado de compacidad, alteración, fracturamiento, y características del
terreno, así como de sus propiedades elásticas. Las ondas sísmicas son producidas artificialmente
con el objetivo de definir la velocidad de propagación de las ondas y definir la configuración geológica
del subsuelo. La velocidad depende de las propiedades físicas del terreno (composición y propiedades
elásticas) y varía cuando pasa de un medio a otro, definiendo superficies de contacto de diferente
composición. A lo largo de estas superficies las ondas sufrirán refracción y reflexión (Ley de Snell) tal
como se muestra en la Figura 3.11.
Figura 3.11. Trayectorias de ondas sísmicas a través del subsuelo. (a) directa,
(b) reflejada, y (c) refractada. Tomada de Hunt, 2005.
En la aplicación del método sísmico de refracción se busca conocer el tiempo mínimo que tardan
las ondas sísmicas o elásticas en propagarse desde el punto en que se generan mediante una
excitación en el terreno, las ondas se propagan y se refractan en los distintos estratos del subsuelo
hasta emerger en la superficie, en donde las vibraciones son detectadas por una serie de geófonos
cuya distribución en conjunto se conoce como tendido sísmico.
Las ondas sísmicas se generan en lugares previamente definidos denominados puntos de tiro
(PT) (Figura 3.12). El efecto se logra por medio de un disparo de dinamita o con el impacto de un
cuerpo pesado (un golpe de martillo) sobre una placa metálica colocada en la superficie del terreno;
ambos elementos (martillo y placa) al entrar en contacto disparan el tren de ondas en el terreno
registrándose este instante en el sismógrafo activándose el registro de la señal de los geófonos
detectores, que son los elementos transductores que convierten el movimiento vibratorio del
terreno en una señal eléctrica que se envía al sismógrafo, el cual finalmente amplifica las señales y
las presenta en forma gráfica como sismograma (Figura 3.14).
Figura 3.12. Ubicación de un punto de tiro (PT3) durante la ejecución de un tendido sísmico.
Figura 3.13. Sismógrafo Geometrics ES-3000, laptop y batería utilizados para la ejecución
de los tendidos de refracción sísmica.
Una vez obtenidos los sismogramas en campo, se procesa la información que incluye la lectura
de los tiempos de los primeros arribos que con las ubicaciones tanto de los puntos de tiro como de
los geófonos y con ello se elaboran las gráficas tiempo-distancia (gráficas dromocrónicas) donde el
eje de las ordenadas corresponde con los tiempos de arribo de las ondas longitudinales expresadas
en milisegundos y el eje de las abscisas corresponde con las separaciones entre geófonos y puntos
de tiro (Figura 3.15).
Figura 3.15. Esquema de arreglo para método sísmico y gráfica dromocrónica de la prueba.
Tomada de Hunt, 2005.
1
En el libro Ingeniería Gelológica (González de Vallejo et al., 2002) se incluye una amplia descripción de los métodos de
prospección geoeléctrica. Para mayor información sobre dichos métodos, se recomienda la consulta de la citada obra.
La medida de la resistividad del subsuelo se lleva a cabo en los siguientes pasos (González de
Vallejo et al., 2002):
1) Introducción en el terreno de una corriente continua de intensidad I, mediante dos electrodos,
denominados A y B, conectados a una fuente de energía.
2) Medida de diferencia de potencial, ΔV, generada por el paso de la corriente entre dos electrodos
denominados M y N (Figura 3.16).
3) Cálculo de la resistividad del espesor del terreno afectado por el paso de la corriente.
(3.1)
Donde:
ra = Resistividad
DV = Diferencia de potencial
I = Corriente eléctrica
K = Constante que es función del arreglo geométrico
Cuando en la ecuación 3.1 se emplean datos de diferencia de potencial y corriente, obtenidos
para un medio heterogéneo o parcialmente homogéneo, a la resistividad obtenida se le denomina
aparente y es la base para que mediante una serie de procesos pueda obtenerse el espesor y la
resistividad real de los materiales del subsuelo.
La configuración Schlumberger (Figura 3.17a) es el arreglo más usado, seguido por el Wenner
(Figura 3.17b), a través de estos métodos se determina la resistividad eléctrica de los materiales del
subsuelo. A continuación se describen algunos métodos eléctricos.
En este arreglo de cuatro electrodos, se integran dos de ellos al circuito de transmisión y dos
al circuito de recepción. Los electrodos exteriores A y B constituyen el circuito en la superficie del
terreno; la energía eléctrica circula por los materiales del subsuelo en forma tridimensional, creando
un campo eléctrico cuyo potencial es medido a través de los electrodos M y N que constituyen el
circuito de recepción.
Figura 3.18. Serie de fotos, que muestran actividades durante la ejecución de SEV´S y foto que
muestra el resistivímetro y transmisor de corriente eléctrica utilizados.
d) Geo-Radar (GPR)
Es un método que funciona por reflexión, obteniéndose perfiles continuos de alta resolución similares
a los conseguidos por sísmica de reflexión. Sus ventajas principales son la rapidez de toma de datos
y su versatilidad, gracias a la posibilidad de intercambiar antenas con diferentes frecuencias. La
principal desventaja es la excesiva dependencia de las características superficiales del terreno al que
aplica.
Los equipos GPR trabajan mediante una antena transmisora y con impulsos cortos de energía
electromagnética, actualmente se utilizan frecuencias entre 50 MHz y 1.5 GHz. Cuando la onda
radiada halla heterogeneidades en las propiedades electromagnéticas de los materiales del subsuelo
(contacto entre materiales, fracturas, huecos, zonas de distinta calidad, elementos metálicos), parte
de la energía se refracta de nuevo a la superficie y otra parte se transmite hacia profundidades mayores.
La señal reflejada se amplifica y se transforma al espectro de la audiofrecuencia, obteniéndose un
perfil continuo en el que se indica el tiempo total de viaje de una señal al pasar a través del subsuelo
y reflejarse en una heterogeneidad para volver a la superficie.
e) Sísmica de sondeos
Se realizan mediante la introducción de una sonda triaxial en un sondeo, previamente revestido, que
registra los tiempos de llegada de las ondas P y S, a partir de los cuales se calculan las velocidades
de transmisión y el módulo de deformación dinámico del terreno. Estas constantes dependen de las
velocidades de las ondas elásticas longitudinales, Vp, y transversales Vs, y de la densidad del material.
A continuación se describen las técnicas de investigación empleadas habitualmente.
i. Cross Hole
Se realiza entre dos o tres sondeos próximos. En dos de ellos se introduce la sonda triaxial a distintas
profundidades y en el otro se realiza el golpeo también a profundidad variable. El resultado es una
sección de las diferentes velocidades del terreno entre los sondeos.
El geófono que se utiliza tiene tres componentes: dos dispuestas horizontalmente y ortogonales
entre sí, y una tercera vertical. Esta configuración permite identificar la llegada de las ondas S por
comparación de los sismogramas recibidos en la misma componente pero procedente de golpeo
en dirección contraria. Identificando el tiempo de llegada de las ondas P y S, se procede con la
representación de curvas tiempo-distancia (domocrónicas) que permiten calcular las velocidades Vp
y Vs, y con estos parámetros se pueden obtener el módulo de Young y la relación de Poisson.
Debe tomarse en cuenta que existen más métodos de exploración geofísica, sin embargo, se
salen del alcance del presente manual lo cual no significa que no sean aplicables para el proyecto de
un túnel de carretera.
Figura 3.21. Esquema de métodos Down Hole y Up Hole. Tomada de Hunt, 2005.
Como se ha visto a lo largo de este subcapítulo de prospección geofísica, existe una diversidad
importante de métodos aplicables para llevar a cabo el estudio del subsuelo donde se pretenda
proyectar y construir un túnel de carretera. La aplicación de un método u otro, está en función de la
ubicación del túnel, del trazo y de su longitud, del espesor de la cobertura, pero sobre todo del tipo
y calidad de terreno.
A partir de los registros de campo obtenidos de los métodos indirectos geofísicos, se debe proce-
sar e interpretar la información para conocer la distribución de los diferentes materiales del subsuelo
y se conforman los modelos geosísmicos y/o geoeléctricos, los cuales son expresados en planos que
deben incluirse en el proyecto como los mostrados en la Figura 3.19 y Figura 3.20.
Los sondeos, en general son caros, dan únicamente información puntual que, si no se
correlaciona con los reconocimientos de superficie (afloramientos, fracturas fallas, grietas, etc.) y
con las prospecciones geofísicas, no producen información del todo útil. Con base en lo anterior
es recomendable efectuar un sondeo en la zona de cada portal hasta la profundidad de la rasante;
si la longitud del túnel es de no más de 200 m y presenta coberturas de alrededor de los 100 m,
se recomienda efectuar un sondeo que no coincida con el eje del túnel, es decir se deben realizar
a un costado para evitar que el barreno sea un conducto de agua hacía la excavación del túnel
durante su construcción. Sí el túnel tiene un longitud mayor a 200 m y coberturas mayores a 100
m, se recomienda efectuar sondeos a por lo menos cada 100 m o en zonas de posibles accidentes
geológico o zonas de falla y, cuando sea posible llegar por lo menos a la rasante o atravesar mínimo
dos unidades litológicas diferentes.
De cada uno de los sondeos realizados se recuperan núcleos de roca, de los cuales se debe hacer
una clasificación litológica macroscópica, evaluando los parámetros de recuperación (REC) e índice
de calidad de la roca (RQD) y se deben describir detalladamente las características de las fracturas.
Así mismo deben tomar fotografías de los núcleos extraídos (Figura 3.24), identificando claramente
el nombre del túnel, cadenamiento de ubicación, el número de sondeo y profundidad.
Una vez analizados los núcleos, se debe procede a realizar los perfiles estratigráficos de cada
uno de los barrenos (Figura 3.25); en los cuales se debe reflejar la litología, características de
fracturamiento, porcentaje de recuperación e índice de calidad de la roca (RQD).
0 0
Suelo residual areno - limoso poco consolidado, color pardo claro y roca gneis
1 de moscovita muy intemperizado y alterada reemplazandose o suelo residual. 1
2 2
3 3
4 4
5 5
6 6
3mm ox-fe 45˚ 0f
7 7
8 8
9 9
10 10
3mm Arcilla 65˚ 0
11 11
TÚNEL
13 13
2mm ox-fe 70˚ 0r
3mm ox-fe 40˚-70˚ 0r
14 3mm ox-fe 60˚-85˚ 0r 14
3mm ox-fe 45˚ 0r
15 3mm ox-fe 45˚ 0r 15
16 16
3mm ox-fe 60˚-65˚ 0r
17 2mm ox-fe 55˚ 0r 17
19 19
2mm ox-fe 70˚-75˚ 0r
20 20
25 25
NOTAS: qu Resistencia a la compresión simple
Rec Ensayo da compresión simple
RQD Ensayo para prueba brasileña
or-fe 0r Ondulado rugoso
or-mn 0rt Ondulado rugoso terso
f 0 Ondulado
PROFUNDIDADES: TODOS LOS VALORES SON EN METROS (m)
ELEVACIONES: EN METROS SOBRE NIVEL MEDIO DEL MAR (msnm)
Finalmente, en la última etapa de los estudios geológicos y exploración, se debe integrar toda
la información disponible y se debe conformar el modelo estratigráfico, litológico y estructural del
túnel, expresado en el plano de integración geológico-geofísica como los que se muestran en las
Figura 3.26 y Figura 3.27; en el plano geológico de proyecto se debe presentar, en planta y perfil, la
disposición de las unidades encontradas en el entorno, así como aquellas que cortará el túnel y las
estructuras geológicas presentes en el área.
Bibliografía y referencias
1 CFE (2006). “Manual de Diseño de Obras Civiles” Sección B. Geotecnia; Tema 1. Geología; Capítulo
3. Información Geológica Existente; Tomo 1. Recomendaciones. Ruíz Vázquez Mariano, Pedrazzini
Nessi Carmen.
2 Clayton, C. R. I., Matthewes, M. C. y Simon, N. E. (1995). “Site investigations” Ed. Blackwell Science.
3 González de Vallejo, L., Ferrer, M., Ortuño, L., Oteo, C. (2002). “Ingeniería Geológica”. Pearson
Educación, S.A., Madrid.
4 Joyce, M. D. (1982). “Site investigations practice”. Ed. E. and F.N. Spon.
5 López Jimeno, C. et al. (2000). “Manual de sondeos” Escuela técnica Superior de Ingenieros de
Minas. Madrid.
6 Reynolds, J. M. (1997). “An introduction to applied an enviromental geophysics”. Jonh Wiley and
Sons Ltd.
7 Telford, W. M., Geldart, L. P., Sheriff, R. E. y Keys, D. A. (1990). “Applied geophysics”. Cambridge
University Press.
4.1. Introducción
En el presente capítulo se describen detalladamente las bases teóricas utilizadas en la integración
geotécnica de un proyecto de túnel de carretera. Se describen los criterios para la caracterización
de los materiales geotécnicos y para la estimación de parámetros físicos y mecánicos propuestos
por varios autores, así como los pasos a seguir para la generación de modelos geomecánicos útiles
en el análisis del comportamiento de las excavaciones y los sistemas de soporte, estabilización y
reforzamiento.
La integración geotécnica para una obra subterránea debe tener en cuenta los resultados
obtenidos de los levantamientos topográficos, los estudios geológicos, geofísicos, los sondeos de
exploración, las caracterizaciones geotécnicas de campo y los resultados de ensayos realizados
tanto in situ como en laboratorio; toda esta información, adecuadamente procesada (integrada),
deberá contribuir a un prediseño óptimo de la excavación y de los sistemas de soporte, estabilización
y reforzamiento del terreno que alojará al túnel.
Los ensayos convencionales suelen realizarse en una prensa a carga controlada cuya capacidad
dependerá del tipo de prueba. Para pruebas de compresión simple y brasileñas, comúnmente basta
con una prensa pequeña de unas 25 toneladas de capacidad (Figura 4.1). Para realizar el ensayo de
compresión simple deben seguirse las recomendaciones y métodos sugeridos por la Sociedad Inter-
nacional de Mecánica de Rocas o la ASTM.
Para pruebas triaxiales suele ser necesario un equipo más potente, con capacidades de hasta
300 toneladas y una célula triaxial especial para rocas con equipo hidráulico de hasta 70 MPa de
confinamiento (Figura 4.2).
Si las probetas no son del diámetro estándar de 50 mm, los resultados de los ensayos deben ser
corregidos mediante un factor de reducción, como el propuesto por Hoek (1980), ecuación (4.1).
(4.1)
Figura 4.2. Equipo para ensayos triaxiales con prensa Amsler y célula triaxial tipo
Hoek. Laboratorio de la Comisión Federal de Electricidad, México.
Las pruebas brasileñas deben realizarse con apego a las especificaciones ASTM D3967-95a
o ISRM-600-1978 en muestras cilíndricas con relaciones de esbeltez que dependen de la norma.
Se aplica una carga repartida a lo largo del costado de la muestra (Figura 4.3) con una velocidad
promedio de 13 kg/cm 2/mín. El esfuerzo a la tensión se calcula mediante la expresión (4.2).
(4.2)
Para lograr tal objetivo, además, previo al ensayo de las probetas, debe efectuarse una descripción
minuciosa, muestra por muestra, definiendo aspectos tales como calidad aparente, textura, existencia
de grietas, fisuras, poros, etcétera, pero sobre todo detectando la presencia de algún posible plano
potencial de rotura, el cual, en caso de existir, deberá ser marcado para su posterior verificación una
vez fallada la probeta. También resulta conveniente elaborar tablas con la descripción detallada de
cada probeta, así como sus fotografías antes y después del ensayo (Figura 4.4).
Figura 4.4. Ejemplos de probetas sanas o sin defectos litológicos, antes y después de ser ensayadas.
En un tramo de escasos cientos de metros es posible cortar múltiples unidades en las que las con-
diciones geotécnicas, dadas, por ejemplo, por la litología, el fracturamiento y las propiedades físicas
y mecánicas de los materiales, cambien radicalmente.
En el estudio del comportamiento de la roca matriz es muy importante determinar los rangos
de posible variación de los parámetros de resistencia y deformabilidad de las distintas unidades
litológicas. Aunque las probetas provengan de una misma unidad, éstas pueden sub-clasificarse
de acuerdo con su composición química y mineralógica, así como de distintos grados de densidad,
dureza, resistencia, porosidad, alteración, etcétera.
Aun cuando, para evitar al máximo la dispersión de resultados, se procure que las muestras
seleccionadas sean lo más homogéneas posible, hay detalles que no pueden controlarse a simple
vista, como por ejemplo, una mayor porosidad, un microfisuramiento más abierto, un cierto grado de
alteración en el interior de la muestra u otros defectos que quedan ocultos.
Las litologías que presenten una mayor dispersión deben ser subdivididas a su vez en grupos
de probetas de resistencia mayor y grupos de resistencia menor. Una vez rotas, las probetas que
muestren una resistencia menor, si se inspeccionan detalladamente, en muchos casos permiten
determinar si la causa de la rotura fue ajena a la naturaleza intacta de la roca o si se produjo por
alguno de los defectos anteriormente mencionados. Por lo anterior, debe considerarse roca intacta,
únicamente el grupo de probetas sanas y de resistencia mayor, mientras que el grupo de resistencia
menor será considerado como roca matriz, pero defectuosa (Figura 4.5) y por lo tanto con el conjunto
de propiedades resistentes más bajo.
Sin embargo, en casi todas las rocas comúnmente presentes en los túneles de montaña, las
probetas muestran un comportamiento que puede esquematizarse mediante la Figura 4.7.
La curva esfuerzo-deformación hasta el pico puede ser dividida en cuatro regiones: I, II, III y IV.
La región I, también llamada zona de cierre de fisuras, tiene la característica de no ser lineal, con
una ganancia de rigidez hasta un determinado punto en que las microfisuras y los pequeños poros
inherentes a la naturaleza del material han terminado de cerrarse. En la zona II o zona elástica-
lineal, el material tiene un comportamiento de “roca virgen”; el módulo de elasticidad y el módulo
de Poisson están relacionados directamente con las deformaciones en términos de la Ley de Hooke
y no suele haber propagación de fisuras. En la zona III o zona de propagación estable, comienza el
microfisuramiento; la propagación de fisuras es función de s1 y k = s3/s1 y el hecho de remover s1
detiene el proceso de propagación; aproximadamente a partir del punto B, el material comienza a
El criterio de Hoek & Brown es no-lineal (parabólico) y toma en cuenta el efecto del confinamiento
en la resistencia friccionante. Por su parte el de Mohr-Coulomb no toma en cuenta estos efectos y se
considera válido sólo si se limita a un cierto rango de esfuerzos de confinamiento.
Las clasificaciones geomecánicas modernas más difundidas en la ingeniería de túneles son las
conocidas como Rock Mass Rating o sistema RMR de Z.T. Bieniawski (1973, 1976, 1979, 1984,
1989), la clasificación del Instituto Geotécnico Noruego, o sistema Q, desarrollado por Barton, Lien
y Lunde (1974) y el Geological Strength Index (GSI ) desarrollado por Hoek (1985). Las primeras
dos clasificaciones se basan en los datos de recuperación de núcleos (RQD, Deere, 1966), número
de familias de discontinuidades, rugosidad y estado general de las juntas, presencia de agua y
adicionalmente pueden considerar la resistencia de la roca matriz, la orientación de las discontinuidades
respecto a la excavación y el tipo de obra de que se trate. A continuación se describe brevemente
cada uno de los sistemas. Para una descripción más detallada de estos sistemas el lector puede
referirse a múltiples publicaciones de mecánica de rocas.
(4.5)
donde:
Q = Índice de calidad del macizo
RQD = Índice de calidad de la roca
Jn= Número de sistemas de juntas
Jr = Número de la rugosidad de las fisuras
Ja= Número de la alteración de las fisuras
Jw = Factor de reducción por la presencia de agua en las juntas
SRF= Factor de reducción por esfuerzos
En la Tabla 4.4 se presenta las escalas de calidad geotécnica para esta clasificación.
En un principio, los parámetros del criterio de rotura de Hoek y Brown se derivaban a partir del
índice RMR de Bieniawski. Sin embargo, la experiencia demostró que existían rangos de calidad del
RMR para los cuales la aplicabilidad del criterio de rotura se veía muy limitada. Lo anterior motivó
a Hoek a desarrollar el GSI como una caracterización basada más en observaciones geológicas
fundamentales que propiamente “en números” (Hoek, 1985). A partir de la versión 2002 del criterio
de rotura de Hoek y Brown, la cual incluye una revisión muy profunda de la correspondencia entre
parámetros e índices de calidad, existe una amplia colección de correlaciones que permiten aproximar
las constantes de cálculo a partir de bases más sólidas, aunque lo anterior no signifique que el criterio
del ingeniero no continúa siendo el que juega el papel más relevante.
Los detalles de este índice de calidad son ampliamente descritos en los libros y artículos de Hoek.
En la Figura 4.10 se muestra la tabla (Hoek, 1995) para obtener el índice GSI basado en descripciones
geológicas.
...uno de los retos más grandes del diseño de obras subterráneas es el que se refiere a la
determinación de las propiedades de deformabilidad y resistencia del macizo rocoso. En el
caso de macizos rocosos fracturados, la evaluación de tales propiedades presenta problemas
teóricos y experimentales formidables. Sin embargo, debido a que ésta es una cuestión de
fundamental importancia, en casi todos los diseños que involucran excavaciones en roca, es
esencial intentar estimar dichas propiedades de la manera más realista posible.
Los parámetros básicos necesarios para definir el comportamiento mecánico de los materiales
geotécnicos presentes en un túnel son el módulo de elasticidad, Em y la relación de Poisson, nm ,
para la deformabilidad y, cuando se utiliza el criterio de rotura de Mohr-Coulomb, la cohesión, cm y
ángulo de fricción interna, fm , para la resistencia. Estos últimos, a su vez, serán los que distingan el
comportamiento elástico del comportamiento elastoplástico en los análisis tenso-deformacionales
de la excavación.
Debido a un número muy importante de factores y fenómenos físicos que definen las condiciones
in situ de la roca, la modelización del comportamiento de una obra subterránea se convierte en una
ardua labor, que requiere de un entendimiento profundo de la mecánica de este tipo de problemas
y del dominio de una amplia gama de herramientas geotécnicas y matemáticas. Las clasificaciones
geomecánicas para la caracterización del macizo rocoso, también suelen ser útiles para estimar los
posibles rangos de variación de los parámetros que definirán el comportamiento mecánico de la
obra y además permiten tener una primera aproximación sobre los tratamientos más adecuados
que requiere el terreno para ser estable durante la excavación. Estas herramientas, son muy útiles
siempre y cuando se tenga un conocimiento profundo de las condiciones del terreno y para esto es
fundamental haber realizado una campaña de campo muy completa.
Con el fin de acotar el nivel de incertidumbre respecto al módulo de elasticidad del macizo rocoso,
pueden estudiarse las variaciones de este parámetro respecto a la calidad geotécnica, empleando
varias correlaciones disponibles en la literatura. Las clasificaciones de referencia para este trabajo
son el RMR de Bieniawski (1989), el GSI de Hoek (1995) y el índice Q de Barton (1974). Para hacer
más fácil la sensibilización respecto a la variación de Em con la calidad del macizo, en los gráficos
que se presentan más adelante se emplea únicamente el índice RMR. Debido a que algunas de las
correlaciones entre Em y la calidad emplean el Q y el GSI, primero se estableció la relación que existe
entre el RMR y estos dos índices, tal y como se describe a continuación.
Un argumento muy importante a considerar es que, en realidad, los índices Q y RMR no son
del todo equivalentes (Zhang, 2005): mientras que Q toma en cuenta la influencia del estado de
esfuerzos en el macizo (a través del stress reduction factor o SRF ), el RMR considera la resistencia
a la compresión simple de la roca matriz y la orientación de las discontinuidades. A fin de homologar
estas dos clasificaciones, Goel et al (1996) proponen una correlación en la que, para el RMR se
eliminan las puntuaciones correspondientes a sci y la orientación por discontinuidades, mientras que
para Q no se considera la influencia de los estados de esfuerzos. Con esto, se propone la correlación:
(4.6)
donde RCR es igual al RMR menos los puntos correspondientes a sci y sin corrección por orientación
de discontinuidades, mientras que N es igual a Q, pero con SRF = 1.0 mientras que A y B son los
parámetros de ajuste de la curva. Entonces:
(4.7)
donde RMR B es el índice básico, que no toma en cuenta la corrección por orientación de
discontinuidades y p son los puntos asignados por resistencia a la compresión simple de la roca
matriz.
En la Tabla 4.5 se muestran los puntos que el RMR asigna a la resistencia a la compresión simple.
Debido a que, por lo general, los ingenieros están más familiarizados con el índice RMR que con el
Q, las correlaciones que se establecerán en este capítulo están referidas al primero, por lo que se ha
de invertir la ecuación (4.6).
(4.8)
Una vez obtenidos los valores de N para el valor de RCR (o de RMR) considerado, el índice Q se
obtiene simplemente dividiendo N/SRF.
El parámetro SRF de Barton adquiere valores que son función de un número importante de fac-
tores relacionados con las características del macizo rocoso y los estados tensionales. Estos
factores contemplan desde situaciones normales, hasta situaciones extremas de esfuerzos, pre-
siones de hinchamiento, estallidos de roca, fluencia lenta, etc. Los valores que adquiere este factor
van desde 1.0, para condiciones óptimas de excavación, hasta 20 para las situaciones más críticas.
Para el caso de un túnel convencional en roca es previsible que el valor pésimo que podría adquirir el
SRF sea de 10, lo que corresponde con el cruce por una zona de falla a poca profundidad. Si se asume
que el túnel será construido en condiciones “normales”, se puede establecer razonablemente una
relación entre la calidad del macizo rocoso y el SRF que va de 1.0 a 10.
Si se supone que a partir de una categoría de roca muy buena, con un RMR > 80 el valor de
SRF = 1 y que para valores menores de calidad disminuye linealmente hasta un límite de
SRF = 10 para RMR = 10, finalmente se puede obtener una curva que relaciona la calidad geotécnica
de Bieniawski con el índice Q de Barton.
En la Figura 4.11 se muestra la relación entre RMR y Q obtenida con el criterio hasta aquí descrito,
comparada con 7 correlaciones de distintos autores. Nótese que en la publicación de Goel et al.
(1996), los autores proponen valores de ajuste A y B iguales a 8 y 30 respectivamente. Sin embargo,
con tales parámetros los valores máximos alcanzados del índice Q exceden el máximo de 1,000
propuesto como límite por el propio Barton. Entonces, haciendo un ajuste tal que B= 31.32, se obtiene
un Q = 1,000 para RMR = 100.
(4.9)
(4.10)
donde D es el factor de daño producido al macizo por la excavación del cual se hablará más adelante.
(4.11)
(4.12)
(4.13)
(4.14)
(4.15)
• Hoek, 2004
(4.16)
(4.17)
Las fórmulas de Hoek (2002), Hoek (2004) y Barton (2002) requieren del conocimiento del valor
representativo de la resistencia a la compresión simple de la roca matriz, sic; Hoek (2002) a su vez
toma en cuenta el factor de daño, D, producido al macizo por la técnica de excavación (voladuras o
mecánico). En la gráfica de la Figura 4.12 se muestra la relación entre el índice RMR de Bieniawski y
el módulo de Young del macizo para cada una de las correlaciones mencionadas anteriormente. Este
mismo gráfico también incluye datos de mediciones in situ publicadas en varios trabajos.
Figura 4.12. Correlación entre la calidad RMR y el módulo de elasticidad del macizo, según las
propuestas de varios autores y regresión de ajuste.
Como puede verse en la Figura 4.12 la dispersión de los valores de Em medidos in situ es muy
amplia, así como también lo es la de los distintos criterios de correlación propuestos. Lo anterior
es evidente ya que en la naturaleza existen múltiples factores que influyen en la deformabilidad de
una masa de roca (fracturamiento, resistencia y la deformabilidad de la roca matriz, espaciamiento
y condiciones de las discontinuidades, así como su orientación, la profundidad en el terreno, las
condiciones de agua subterránea, la alteración del macizo, etc.) y, dependiendo de la correlación
empleada, se toman en cuenta o se descartan algunos de éstos. Los rectángulos en la Figura 4.12
representan los conjuntos de valores (medidos o calculados) que entran dentro de cada rango de
calidad RMR. También puede apreciarse que entre dichos conjuntos se presentan intersecciones
importantes, es decir, para distintos rangos de calidad hay un universo de valores de Em que coexis-
ten. Por lo tanto puede argumentarse que la deformabilidad del macizo rocoso no debe definirse
únicamente como función de valores de calidad geotécnica.
Sin embargo, para fines de pre-diseño y dado el hecho de que, sólo en obras muy especiales
se justifica realizar medidas de deformabilidad in situ, en un proyecto convencional de túnel es
necesario establecer un rango razonable con el cual realizar los cálculos tenso-deformacionales y
estructurales.
El procedimiento más directo para establecer dicho rango consiste de dos etapas fundamentales:
la primera, encontrar una correlación que represente la media aproximada de los valores de Em que
se tienen reportados en la literatura; la segunda etapa consiste en establecer las cotas inferior y
superior de variabilidad posible para cada rango de calidad presente en el macizo.
En la Figura 4.13 se presenta la correlación de Barton (2002), los datos de mediciones in situ y
los límites máximo y mínimo. Finalmente, la Figura 4.14 resume todas las relaciones empleadas en
la metodología desarrollada para la estimación del módulo de elasticidad del macizo rocoso como
función de la calidad geotécnica.
Figura 4.13. Correlación de Barton (2002), los datos de mediciones in situ del módulo
de elasticidad del macizo rocoso y límites máximo y mínimo.
índice de calidad Q
Figura 4.14. Rangos de módulo de elasticidad del macizo para las distintas
condiciones geotécnicas definidas en función de la calidad RMR.
La Tabla de la Figura 4.15 incluye valores orientativos relacionados con la calidad del macizo
rocoso. Una consideración que suele hacerse en el caso de excavaciones es que la rigidez de los
materiales es mayor para la rama de descarga que para la rama de carga. El macizo rocoso, al ser
excavado, está sujeto a un proceso de descarga y por eso es necesario aplicar dicho criterio tanto
para el módulo de elasticidad como para el módulo de Poisson. De hecho, los módulos de Young que
se obtienen mediante las correlaciones empíricas que se basan en la calidad geotécnica ya tienen
en cuenta dicho fenómeno y pueden ser aplicados directamente a los análisis numéricos. Una roca
fracturada podría tener un módulo de Poisson similar a 0.30 en un caso de carga, pero para el de
descarga es más adecuado utilizar valores cercanos a 0.20.
4.4.2. Ley de resistencia del macizo rocoso según el criterio de Hoek y Brown1
(4.18)
A modo de verificación, es posible comparar los valores de los parámetros obtenidos con el GSI y
el factor D con la tabla propuesta por Hoek para distintos tipos y calidades de macizo rocoso (Figura
4.15.). Cuando no se cuenta con datos de laboratorio, dichas tablas permiten estimar los parámetros
de la ley de resistencia, de acuerdo con la experiencia del autor.
Los valores de mb/mi y s que se presentan en la Tabla de la Figura 4.15 se obtienen de las expresiones:
(4.19)
1
Nota: Para fines de este manual se parte de la premisa de que el lector conoce el criterio de resistencia de Hoek y
Brown. Este criterio, es de amplia aplicación en problemas geomecánicos en rocas y macizos rocosos. Si el lector no
está familiarizado con este criterio, al final de este capítulo podrá encontrar las referencias bibliográficas pertinentes.
La Figura 4.15 y las ecuaciones (4.19) se recogen en el libro “Support of Underground Excavations
In Hard Rock” (1995). Al utilizar estas fuentes es muy importante tener en cuenta que: en la versión
antigua (1980) aún no se incluía la corrección para roca sin alterar, mientras que en la versión más
moderna (1995) sólo se presentan los valores para dicha corrección, con ciertas restricciones para
GSI < 25; que actualmente existe la versión 2002 del criterio, que incluye el factor D y nuevas
expresiones para los tres parámetros básicos, incluido a; y que ya no existen restricciones para GSI.
4.4.2.2. Parámetros de Mohr-Coulomb para el macizo rocoso a partir del criterio de Hoek
y Brown
Obtener las equivalencias entre los parámetros de Hoek y Brown y los del criterio de rotura de
Mohr-Coulomb resulta importante ya que, además de darle un sentido más práctico a la resistencia
de H y B, un programa numérico que utilice una ley de resistencia tipo Mohr-Coulomb, se comportará
de forma similar a uno que utiliza el criterio de Hoek y Brown, si se le asignan los parámetros
equivalentes.
Figura 4.15. Tabla de Hoek (1995) que relaciona calidad del macizo y la estructura
con las constantes del criterio de resistencia.
A partir de los parámetros mb, s y sci es posible estimar el valor de la cohesión y el ángulo de fricción
interna del criterio de rotura de Mohr-Coulomb de acuerdo con varias correlaciones propuestas por
Hoek.
Debido a que el criterio de rotura de Hoek y Brown posee una no-linealidad importante como
función de los esfuerzos de confinamiento (s3 en el espacio de los esfuerzos principales o sN en el
espacio de Mohr), su equivalencia con la envolvente de Mohr-Coulomb (en términos de c y f) varía
constantemente. Por lo tanto, en el proceso de estimación de los parámetros resistentes del macizo
rocoso, es muy importante considerar un rango de esfuerzos acorde con el problema a resolver.
(4.20)
(4.21)
Luego, el ángulo de fricción interna y la cohesión del macizo, correspondientes con cada valor de
sN se obtienen a partir de las siguientes expresiones:
(4.22)
donde i corresponde a un punto dado sobre la curva t- sN y A, B son constantes del material que se
obtienen mediante una regresión lineal sobre los valores de esfuerzo obtenidos de la simulación del
ensayo triaxial a escala real. La cohesión en cada punto se calcula como:
(4.23)
(4.24)
(4.25)
donde:
Como ya se dijo, Hoek (2002) propone preestablecer el valor de s3max de tal forma que, depen-
diendo del tipo de problema geotécnico, el rango de esfuerzos para el cual se calculan cm y fm sea
equivalente a utilizar el criterio de resistencia de Hoek y Brown.
Para determinar un valor razonable de s3max , Hoek (2002) realizó cientos de cálculos analíticos
por el método de la curva característica, buscando el valor del esfuerzo máximo de confinamiento,
tal que el modelo de Mohr-coulomb, con los parámetros cm y fm calculados a través de s3max arrojaran
curvas características equivalentes a las obtenidas con el criterio generalizado de Hoek y Brown. Al
final, mediante técnicas de regresión, Hoek propone la siguiente aproximación:
(4.26)
donde scm es la resistencia a la compresión simple (global) del macizo rocoso calculada a partir del
criterio de Mohr-Coulomb, g es el peso específico del macizo y H la profundidad del túnel.
(4.27)
(4.28)
Con esta formulación Hoek intenta establecer un rango acotado de equivalencia entre ambos
criterios para cada problema en específico, tomando la profundidad del túnel como la condición
básica. Sin embargo, la técnica de aproximación entre ambos criterios y que deriva en la correlación
de la ecuación (4.26) no es la más adecuada en la mayoría de casos reales. El método de la curva
característica, o método de convergencia confinamiento, es de una aplicabilidad muy limitada, muy
incierta y sólo se justifica en túneles circulares de pequeña sección y en medios parecidos a un
continuo; está basado en hipótesis que normalmente se alejan mucho de la realidad de los túneles
excavados en roca por métodos convencionales.
Además de basarse en una técnica de cálculo poco realista, el hecho de que en la aproximación
se procure que las áreas debajo y encima de la recta de Mohr y la parábola de Hoek y Brown queden
compensadas (Figura 4.16) tiene una consecuencia adicional: la parábola tiene una curvatura
considerablemente mayor a niveles bajos de s3 lo cual hace crecer mucho el área por encima de
la recta de Mohr. Entonces, para compensarla hay que elevar mucho la pendiente de dicha recta,
aumentando demasiado el ángulo de fricción interna.
Al final, con las ecuaciones (4.24) y (4.25), si se utiliza el rango de esfuerzos definido por s3max
a través de la ecuación (4.26), pueden obtenerse valores de los parámetros de resistencia poco
realistas, sobre todo cuando se trabaja en túneles a poca profundidad, que en el caso de la fricción
pueden alejarse por completo de la realidad de los macizos rocosos.
Tal y como se explicó en párrafos anteriores, la cohesión y el ángulo de fricción no deben ser
considerados como una propiedad intrínseca del material sino únicamente como la ordenada al
origen y la pendiente de una recta tangente a la envolvente de rotura, en un punto determinado,
que dependen de una serie de factores externos y que varían sensiblemente en función de estos;
mucho menos en el caso de un medio discontinuo, no homogéneo y anisótropo. Estos parámetros
son simples cantidades que se miden de acuerdo a la respuesta de un medio, ante una serie de
situaciones externas, ajenas a la naturaleza del material: condiciones de confinamiento, orientación
de los esfuerzos principales, velocidad de las cargas aplicadas, rotación de los estados de esfuerzos,
etcétera.
A pesar de que el criterio de Mohr-Coulomb sigue siendo el más utilizado en geotecnia para calcu-
lar la respuesta tensodeformacional en estados de fluencia o de rotura, es ampliamente sabido que
la naturaleza de los materiales geotécnicos no obedece a límites de rotura lineales y prácticamente
todos los criterios modernos consideran relaciones parabólicas en las que la resistencia friccionante
se pierde gradualmente con el confinamiento.
La cohesión, por su parte, adquiere sentido físico sólo cuando representa la resistencia al corte en
un estado de nulo confinamiento y hasta el instante antes de que la resistencia friccionante es movi-
lizada. A partir de que existen esfuerzos de confinamiento en el medio, la cohesión de Mohr-Coulomb
es simplemente la intersección de la recta tangente a la envolvente de rotura real del material, en un
punto determinado. Es decir, deja de ser una propiedad del material para ser la ordenada de una recta
que representa la frontera entre un estado elástico y uno plástico.
Por otro lado, al igual que en el caso del módulo de elasticidad del macizo, los parámetros de re-
sistencia no pueden establecerse como una función únicamente de la calidad geotécnica e incluso
este tipo de correlaciones son más difíciles de aproximar que las que se refieren a E m . De hecho, en
la literatura es mucho menos frecuente encontrar ecuaciones empíricas que proporcionen este tipo
de relaciones.
La resistencia de un macizo depende de muchos factores, e incluso hay diferentes formas
de interpretarla (resistencia global o resistencia local, tal y como propone Hoek en su criterio
generalizado del 2002). Los factores que influyen en la resistencia de un macizo pueden dividirse
en tres grandes grupos: i) los que sí pueden relacionarse directamente con la calidad geotécnica;
ii) los que no necesariamente se relacionan con la calidad y corresponden más con la naturaleza
litológica de la roca y iii) los externos, que obedecen más a estados de esfuerzos en el macizo y la
forma en que estos son perturbados por una obra civil.
i. Factores relacionables con la calidad del macizo rocoso:
Estos factores se relacionan más bien con la naturaleza litológica de la roca matriz, que determina
en buena medida su resistencia. Un macizo sano y de buena calidad podrá estar formado por una
roca matriz poco resistente o, por el contrario, un macizo de muy mala calidad y por ende poco
resistente (muy fracturado y alterado), podrá estar formado por una roca matriz muy dura. Los
factores que determinan la resistencia de la roca matriz pueden ser: la composición mineralógica,
el tamaño de los cristales o granos, su homogeneidad o heterogeneidad, la porosidad. De esta
forma, un macizo sano de alta calidad geotécnica, formado por una roca matriz detrítica como
la marga puede tener menor resistencia que un macizo riolítico muy fracturado y de baja calidad
geotécnica.
Los estados de esfuerzos y la forma en que una obra civil los perturba pueden condicionar
de manera importante la respuesta global de un macizo rocoso. Así, la historia tectónica o la
profundidad pueden ocasionar que los estados de esfuerzos estén (o no) cercanos a la rotura; del
nivel de confinamiento al que se encuentre la obra dependerá la magnitud del comportamiento
friccionante; la distribución inicial de los esfuerzos puede inducir trayectorias y rotaciones
desfavorables para el comportamiento de una excavación; el tipo de perturbación inducirá
tipos de comportamiento distinto, esto es, si se trata de excavaciones (procesos de descarga)
o construcciones (procesos de carga). Adicionalmente, el nivel de daño producido al macizo
por los procesos de excavación, especialmente cuando se emplean explosivos, puede influir de
forma importante en la resistencia de las zonas más próximas al túnel.
Retomando lo explicado en el inciso 4.4.1.1 puede afirmarse que los grupos de factores ii y iii
son los que diferencian las clasificaciones de Bieniawski y Barton. Entonces, para establecer una
correlación entre la calidad geotécnica y el ángulo de fricción interna es necesario tomar en cuenta
de alguna manera los grupos de factores ii y iii anteriormente descritos.
Volviendo a las ecuaciones del criterio generalizado de Hoek y Brown (2002), el procedimiento de
cálculo de cm y fm sería como sigue:
a) Definición del coeficiente de Daño D del criterio de Hoek y Brown (2002).
b) Cálculo de las constantes del criterio de rotura de Hoek y Brown (2002) mb, s y a a través de las
expresiones (4.18).
c) Definición de la constante sn3 = s3max / sci . Debido a que se espera que el proceso de rotura del
medio excavado inicie en los bordes del túnel, en este caso se recomienda utilizar un nivel de
confinamiento muy bajo:
(4.29)
Figura 4.17. Variación de cm (normalizado) con el índice de Calidad RMR calculada con la ecuación (4.24)
max i
con un s3 = sc /8, para distintos valores del parámetro mi y valores del coeficiente D de 0.0, 0.5 y 0.8.
Figura 4.18. Variación de fm con el índice RMR calculada con la ecuación (4.25), con un s3max = sci/8, para
distintos valores del parámetro mi y valores del coeficiente de daño D de 0.0, 0.5 y 0.8.
Nótese en la Figura 4.17 y Figura 4.18 la fuerte dependencia que tiene el cálculo de los paráme-
tros de la envolvente de Mohr con las constantes D, GSI y mi . Mediante la metodología aquí expuesta
se eliminan las dependencias respecto a la profundidad H y la resistencia a la compresión simple del
macizo sci (a través de la normalización de cm).
Respecto a la selección adecuada del coeficiente de daño D, las consideraciones básicas que
pueden hacerse son: en rocas blandas y en rocas duras de muy mala calidad (RMR<30), la excavación
suele realizarse por medios mecánicos, lo cual implica utilizar un rango de 0.0 ≤ D ≤0.2; en rocas
duras y con índices RMR >30 las excavaciones suelen llevarse a cabo mediante el uso de explosivos
y en la mayoría de los casos, las voladuras carecen de la calidad adecuada, por lo que se recomienda
utilizar 0.6 ≤ D ≤ 0.8.
La resistencia a la compresión simple del macizo rocoso, scm puede aproximarse de varias maneras.
La forma más directa resulta de imponer un esfuerzo de confinamiento s3 =0 en cualquier criterio
de resistencia y entonces la componente principal mayor equivale a la resistencia a compresión
simple. Sin embargo, en este procedimiento, el concepto de resistencia a la compresión simple o
uniaxial, corresponde simplemente al valor de una ecuación que es función de los parámetros que
definen la resistencia al corte. En toda aproximación empírica de la resistencia de un macizo rocoso
es importante definir cuál, o cuáles, deben ser los parámetros que rijan la resistencia del macizo y a
partir de los cuales pueden aproximarse los demás.
En la literatura de mecánica de rocas es común encontrar un gran número de correlaciones
empíricas para estimar la resistencia a la compresión simple del macizo como función de la calidad
geotécnica (Figura 4.19). No sucede lo mismo en los casos de la cohesión y la fricción interna; las
correlaciones para estos parámetros son escasas y suelen estar condicionadas por múltiples factores
que a priori son difíciles de controlar.
Por su parte, en túneles, la resistencia a la compresión simple del macizo rocoso tiene un sentido
físico más claro ya que puede asumirse que la rotura generada en los bordes de la excavación obedece
directamente a este parámetro, al tratarse de zonas bajo un estado de esfuerzos casi uniaxial (en
realidad es biaxial pero la componente desviadora se ve más influida por la diferencia s1- s3≈ 0).
Prácticamente todas las correlaciones empíricas para estimar scm se basan en el efecto escala
determinado por la cantidad de discontinuidades presentes en el macizo, asociado directamente con
la calidad geotécnica (RMR, Q, GSI, etc.). Sin embargo, no suelen tomar en cuenta el volumen del
dominio de análisis, siendo que en los casos de roca de buena calidad, cuando las discontinuidades
dejan de ser un factor determinante, la resistencia es sobreestimada.
Por ejemplo, el criterio de Hoek y Brown indica que, en un macizo con un índice GSI cercano a
100, el parámetro s sería similar a 1 y a = 0.50, por lo que scm = scisa ≈sci . Sin embargo, en diversas
investigaciones (Martin, 1996, 1997; Aubertin et al. 2000, 2001, 2002) se ha demostrado que en
túneles en roca masiva (RMR ≈100) la rotura de los bordes de la excavación se produce a esfuerzos
entre 0.4sci y 0.5sci , lo cual equivale a un parámetro 0.20 ≤ s ≤ 0.25. Martin (1997) atribuye este
comportamiento a las trayectorias de esfuerzos que se generan en los bordes de la excavación.
Mientras que en laboratorio la resistencia se mide a partir de una carga uniaxial y que aumenta
monotónicamente, en el túnel la resistencia se moviliza a partir de una descarga en la roca a través
de trayectorias complejas que involucran rotaciones de esfuerzos. La Figura 4.20 muestra varias
correlaciones empíricas propuestas por distintos autores entre la resistencia del macizo (normalizada)
y el índice de calidad RMR.
Para contar con un criterio más o menos unificado o un promedio de estas correlaciones, se pro-
pone una regresión (línea azul, en la Figura 4.19) tal que:
(4.30)
donde el valor del parámetro B que mejor ajusta los resultados tiene un valor de B =19.397 con un
coeficiente de correlación R2 = 93%.
Luego, mediante una metodología similar a la desarrollada por Aubertin et al. (2000, 2001), se
propone la siguiente relación entre el RMR y scm:
(4.31)
donde Rr es el factor de relación de resistencias que define el porcentaje entre la resistencia máxima
desarrollada por un macizo perfectamente sano pero a una escala muy grande y la resistencia a la
compresión simple de una probeta de roca matriz. Tal y como propone Aubertin et al. (2000, 2001)
dicho factor se define entre 0.4 y 0.5.
(4.32)
R0 es la relación de resistencias mínima para RMR = 0 que puede estar dentro del rango:
(4.33)
En la Figura 4.20 se muestra la curva generada por la ecuación (4.31), junto con la regresión
(4.30) y los datos experimentales de Aydan y Dalgic (1998) obtenidos de ensayos in situ en obras
subterráneas en Turquía.
i
Figura 4.20. Correlaciones entre RMR y scm/sc : regresión estadística sobre ecuaciones empíricas,
curva generada con la ecuación (4.31) y datos experimentales.
Como se dijo anteriormente, interesa el sentido físico que adquiere la resistencia a la compresión
simple del macizo rocoso en los bordes de la excavación, ya que es en estos sitios donde iniciará el
proceso de fractura. Por lo tanto, se puede establecer este parámetro como el que regirá la estimación
de las constantes de Mohr-Coulomb que definen la envolvente de rotura en dichos bordes.
El criterio de Singh & Singh, al igual que el de Hoek y Brown es no-lineal (hiperbólico) y tomaa en
cuenta el efecto del confinamiento en la resistencia friccionante; además, considera el estado crítico
del material, en el que éste pierde totalmente la resistencia friccionante.
Utilizando el criterio de Singh & Singh (2005) y partir de extensas campañas de ensayos triaxiales
sobre modelos de rocas fracturadas elaboradas por Brown (1970), Brown y Trollope (1970),
Ladani y Archambault (1972), Einstein y Hirshfeld (1973), Hoek (1980), Yazi (1984), Arora(1987) y
Roy (1993) se ha podido establecer, por medio de regresiones estadísticas, la siguiente correlación
(Singh y Goel, 2006):
(4.35)
donde fmpeak es el ángulo de fricción de pico para la roca fracturada. Con esta ecuación y los valores
de scm obtenidos con la ecuación (4.31) es posible obtener una relación entre el ángulo de fricción
interna del macizo y el índice de calidad de Bieniawski, que es válido para los bordes de la excavación
y que además, es el que en un modelo se movilizará para propagar el proceso de rotura hacia el
interior del macizo.
Por otro lado, a partir de ensayos poliaxiales sobre muestras cúbicas de roca fracturada a niveles
altos de s2 elaborados en el IIT de Delhi (India) y de los ensayos de Mehrotra (1993), quien realizó una
serie muy extensa de ensayos de corte sobre muestras cúbicas para los casos de humedad natural
y saturación completa, se pudo determinar la fuerte dependencia que tiene el ángulo de fricción
interna con la saturación y establecer una correlación con el índice de calidad RMR. En la Figura 4.21
se muestra un gráfico con los resultados de estas campañas, dos curvas de regresión para los casos
de contenido natural de humedad (CNH) y condición saturada y una curva de regresión obtenida a
partir de la ecuación (4.35).
(4.36)
implementado en todos los códigos de análisis geotécnico comerciales y sus parámetros (mb, s y a)
no llegan a tener un significado físico tan claro o tan familiar como los de Mohr-Coulomb (cm y fm).
Por su parte, el criterio de Singh & Singh (2005) tiene la peculiaridad de representar adecuadamente
los estados críticos del material y sus parámetros son de uso común (scm y fm). Sin embargo, es un
criterio que no está incluido en ningún código comercial y programarlo como un modelo de usuario
sale del alcance de cualquier proyecto convencional.
Figura 4.21. Relación entre la calidad RMR y el ángulo de fricción interna. Datos
experimentales y regresiones para contenido natural de humedad (CNH), condiciones
saturadas (SAT) y Singh & Goel, 2006.
Los modelos de Hoek & Brown (2002) y Singh & Singh (2005) representan la no linealidad de las
relaciones entre componentes de esfuerzos que es característica de los macizos rocosos, mientras
que Mohr-Coulomb es una recta que es necesario que adaptar a un cierto rango de esfuerzos para
que sea representativa de un problema en particular.
Las ecuaciones de Hoek para estimar los parámetros de la envolvente de rotura de Mohr-Coulomb
pueden ser útiles como primera aproximación, sin embargo hay que tener siempre en cuenta que
dependen mucho de la fricción del material intacto y del coeficiente de daño que se asigne a la
excavación. Sin embargo, para valores bajos de RMR o GSI estas ecuaciones arrojan valores poco
realistas y es recomendable no utilizarlas en rangos de RMR < 30.
Los modelos geomecánicos se plantean en CAD (Computer Assisted Drawing, por sus siglas en
inglés, en 2 o 3 dimensiones) ya que será el procedimiento de análisis numérico el que se encargue
de proporcionar los resultados que servirán como base del pre-diseño en el proyecto.
Un modelo geomecánico es el resultado de la integración completa de todos los estudios de campo
y laboratorio realizados. Esto incluye topografía, clasificación litológica, geología estructural, estudios
geofísicos, resultados de pruebas de resistencia de los materiales, estimaciones de estados iniciales
Hoek y Brown proponen una variación de k0 con la profundidad de acuerdo con la siguiente
expresión:
(4.37)
donde z es la profundidad del túnel. Sin embargo esta relación suele arrojar valores que muchas ve-
ces no tienen sentido, sobre todo cuando se trabaja a poca profundidad, por lo que hay que tomarla
con precaución. En suelos y rocas muy blandas una propuesta algo más realista en este caso sería
la fórmula de Jaky: k0= 1-sen f. Esta fórmula es de uso muy difundido en geotecnia y de hecho es
la que algunos programas de elementos finitos utilizan por defecto. Sin embargo la experiencia en
macizos rocosos indica que la fórmula de Jaky puede subestimar los esfuerzos horizontales de forma
importante.
(4.38)
De acuerdo con Hudson y Harrison (1977) en obras civiles construidas a menos de 500 metros
de profundidad es más una regla que una excepción (92% de los casos estudiados) que los esfuerzos
horizontales sean mayores a los verticales. En la Figura 4.23 se presentan sobrepuestas las gráficas
de los estudios realizados por Hoek y Brown (1980) y Sheory (1994).
Figura 4.23. Gráficos del coeficiente de esfuerzo horizontal según los trabajos de
Hoek y Brown (1980) y Sheory (1994). Gráficas sobrepuestas.
Por todo lo anterior, en el modelo computacional se deben tomar valores distintos del coeficiente
k0 y analizar su influencia en el posible comportamiento de la excavación.
Por su parte, la geología influye, en muchas ocasiones, de manera determinante en el estado
primario de esfuerzos en un macizo. Las formas principales de influencia de la geología pueden ser:
esfuerzos tectónicos (residuales o activos), anisotropía debida a estratificación y/o fracturamiento o
distribuciones asimétricas de esfuerzos relacionadas con la orientación de discontinuidades mayores
en la vecindad (Figura 4.24).
Para la generación del estado primario de esfuerzos geostático a utilizar en el análisis numérico,
cuando se trata de un estudio convencional, las únicas herramientas que se tienen al alcance son las
ecuaciones de la estática. Es posible crear en el modelo un estado de esfuerzos “teórico” previo al
análisis de la excavación, que tome en cuenta tanto el peso de los materiales y la profundidad, como
la geometría de la superficie del terreno natural cuando se considera que influye.
En una situación en la que la inclinación del terreno se tiene que definir para calcular el estado
inicial de esfuerzos, en principio, los esfuerzos principales deben estar orientados paralela y perpen
dicularmente a la superficie del terreno. Sin embargo, la práctica indica que, así como la magnitud
4.5.2.1. Geometría
El modelo geomecánico puede contemplar la geometría exacta de la sección, así como las
dimensiones de las distintas fases y etapas de excavación. También es posible modelar de manera
muy aproximada la topografía de las secciones de análisis. Si existe una marcada asimetría de dichas
secciones, la malla de análisis se debe diseñar completa, es decir, sin la simplificación de modelar sólo
la mitad de las secciones, que es posible realizar en el caso de una completa simetría.
Las situaciones que se analizan en los casos de excavaciones subterráneas involucran cambios
mayores en la configuración de la estructura debido a la remoción de algunos componentes y la
inclusión de otros.
Por lo anterior, resulta de fundamental importancia que el modelo geomecánico incluya todos
los detalles del procedimiento constructivo a implementar, desde la geometría y secuencia de las
distintas fases de excavación, como el orden y el tipo de elementos de sostenimiento que se planea
colocar.
La Figura 4.25 resume algunos de los factores más importantes que influyen en el comportamiento
de una obra subterránea durante su construcción, mismos que al final representarán los condicionantes
básicos para una correcta modelización:
• Forma del terreno en superficie y la profundidad del túnel
• Dimensiones del túnel y geometría de las distintas secciones de avance de la excavación
• Condiciones de flujo de agua subterránea
• Estados de esfuerzos iniciales (s1, s2, s3)
• Disposición de las distintas unidades geológicas o geotécnicas
• Presencia y tipo de elementos estructurales del sostenimiento
Una vez evaluada la información de campo y laboratorio y tomando en cuenta los distintos pa-
rámetros que definen la calidad del macizo rocoso, tales como litología, resistencia, tipo y estado
de las discontinuidades principales (fallas, fracturas, espaciamiento, rugosidad, presencia de agua,
etcétera), o en el caso de los suelos, su granulometría y composición, se procede a realizar una escala
geotécnica útil para tramificar la traza del túnel. De dicha escala serán función los esquemas cons-
tructivos que deberán implementarse. Para tal efecto, y en el caso de los túneles en roca, se emplean
las clasificaciones geomecánicas clásicas y que fueron descritas en el inciso 4.3 de este Capítulo.
Bieniawski (1989) presenta una tabla en la que establece algunas recomendaciones de excavación
y tipos de sostenimiento en función de la clasificación RMR (Tabla 4.6). Es importante hacer notar
que esta tabla está diseñada para túneles con un ancho máximo de 10 m, por lo que su aplicación
a túneles de carretera convencionales ha de hacerse con sus debidas reservas. Además, considera
que el túnel estará bajo un estado de esfuerzos máximo en el que la componente vertical no
debe sobrepasar los 250 kg/cm 2 (lo que equivale a aproximadamente un máximo de 1,000 m de
profundidad).
Por su parte, las recomendaciones de sostenimiento del Instituto Geotécnico Noruego ( NGI )
toman en cuenta el tipo de excavación y además incluyen un número más amplio de categorías.
Para utilizar la gráfica y las tablas de Barton, es necesario definir la dimensión equivalente, De,
del túnel, que es un parámetro introducido por el autor para normalizar los diámetros de las
excavaciones. De es igual al diámetro del túnel dividido por un factor, ESR (Excavation Support
Ratio), que se obtiene de la Tabla 4.7.
(4.39)
A partir del ESR y del índice Q se entra en la gráfica de la Figura 4.25 donde se establecen
38 categorías de sostenimiento. Luego, en la Tabla 4.8 se explican a detalle los sostenimientos
propuestos.
En una publicación más reciente (Barton et al., 1992) los autores presentan un gráfico que muestra
de manera más intuitiva el sostenimiento necesario según Q y De (Figura 4.26).
Una Unidad Geotécnica puede entenderse como una porción del terreno, dentro del ámbito de la
obra, que tiene características, primordialmente geomecánicas, que la distinguen de otras porciones
vecinas.
Una unidad geotécnica puede conformar un paquete de roca o suelo de una determinada litología
o estar compuesta por intercalaciones de distintas litologías, pero con características mecánicas
similares. Algunos ejemplos pueden describirse como sigue:
• En formaciones volcánicas, una sucesión de distintos eventos eruptivos puede conformar un
terreno en el que se intercalen paquetes de roca extrusiva de distinta composición química, pero
de resistencia similar; además, debido a la tectónica regional, estos pueden compartir los mismos
patrones de fracturamiento
• En una formación sedimentaria, puede ser que distintas deposiciones de distintas eras geológicas,
aunque tengan diferencias en su composición, guarden también propiedades mecánicas similares
así como de estatificación y fracturamiento.
• Cuando distintos grupos litológicos forman una misma unidad pero tienen propiedades mecánicas
diferentes; en estos casos puede sucedes que la escala de las intercalaciones (y a veces también
lo complejo de su geometría), haga inviable separarlas en unidades discretas individuales y el
hecho de pretender darles un tratamiento diferenciado en los cálculos resultría muy costoso en
términos computacionales, a la vez que aumentaría el grado de incertidumbre sobre la validez
de los resultados obtenidos. En estos casos las distintas capas se homogenizan en unidades de
porpiedades equivalentes.
En la Figura 4.28 se muestra un ejemplo de un túnel que atraviesa una secuencia de calizas
arcillosas (Cz ar), margas (Mg) y lutitas (Lu), a las que a su vez sobreyace una unidad de conglomerados
calcáreos (CgCa). Nótese que a la escala del dibujo podrían distinguirse las diferentes zonas como
unidades de comportamiento mecánico distinto; sin embargo, si se pretende elaborar un modelo
de cálculo que abarque varias decenas de metros hacia los lados, hacia abajo y hacia arriba del
túnel, la escala del dominio de análisis con respecto a la de los espesores de los diferentes paquetes
litológicos de Cz ar -Mg- Lu, haría inviable tal distinción. Entonces, lo conveniente es agruparlas en una
sola unidad geotécnica. Para el cálculo de las propiedades físicas y mecánicas de esta unidad harían
falta técnicas de homogeneización. En la misma Figura 4.28 se muestra el equivalente en un modelo
geomecánico.
Asimismo, un mismo grupo litológico puede subdividirse en dos o más unidades geotécnicas,
dependiendo de ciertas características que las hacen disferenciables mecánicamente, como son
el grado de fracturamiento, de alteración, las condiciones de humedad e incluso, las condiciones
topográficas.
En este proyecto en particular, se determinó considerar a todo el macizo rocoso como una sola
unidad geotécnica (Unidad I) y, en función de la calidad de la roca y de las condiciones topográficas,
asignar una serie de condiciones geotécnicas distintas, mismas que, a su vez, están asociadas a
diferentes procedimientos de excavación y técnicas de sostenimiento.
En la Figura 4.30 se muestra el perfil geotécnico del túnel. Puede verse que la tramificación ahora
incluye 6 condiciones geotécnicas denominadas: B, C(+), C(-), D (+), D (-) y E, asociadas a distintos
niveles de calidad, llendo de mayor a menor. En el siguiente inciso de este capítulo se describen
ampliamente dichas condiciones geotécnicas.
El primer tramo del túnel está en Condición E, que se asocia al terreno de peor calidad, pero
además a una situación especial definida por las obras de emportalamiento. Sobra decir que los
primeros metros de túnel pueden ser muy delicados en términos de estabilidad por lo que es necesario
extremar las medidas de seguridad y por ende, reforzar más la excavación.
En la medida en que el túnel va profundizando y la calidad del macizo mejorando, las condiciones
geotécnicas implican cada vez menor cantidad de soporte y/o reforzamiento del terreno; sin embargo,
en un caso como el del ejemplo, el túnel cruza una falla geológica, la cual tiene una cierta zona de
influencia que se refleja en un empeoramiento de las condiciones de estabilidad de la excavación. Por
lo anterior debe definirse una transición entre la condición geotécnica buena (B) que se tiene antes
de llegar a la zona de influencia y la condición pésima (E).
Una vez que la excavación sale de la zona de influencia de la falla y la calidad geotécnica vuelve a
mejorar, se continúa con el esquema de la Condición B.
Figura 4.29. Perfil de un túnel en el que se esquematiza el grado de fracturamiento del macizo
rocoso, la presencia de una falla y la caracterización geotécnica (RMR, Q) por tramos.
Tomando como clasificación de referencia las escalas de calidad propuestas por Bieniawski
(1989), Barton (1974) y Marinos y Hoek (2004), pueden establecerse 5 condiciones geotécnicas
básicas a partir de las cuales proponer los esquemas constructivos correspondientes.
En la Tabla 4.9 se muestran 5 condiciones geotécnicas básicas asociadas a 5 rangos de los índi-
ces de calidad RMR89, Q y GSI, así como las caracterizaciones que los dos primeros autores dan a los
macizos rocosos en cada caso.
A modo de ejemplo, en los siguientes incisos se presenta una descripción (típica) de macizos
rocosos que correspondería a cada calidad geotécnica y el desarrollo detallado de los índices de
calidad geotécnica (también típicos) correspondientes.
a) Condición geotécnica A
Se trata de macizos de calidad muy buena en los que la roca es masiva, resistente y muy sana;
macizos con hasta 3 sistemas de discontinuidades que forman bloques cúbicos grandes con buenas
condiciones de trabazón; las fracturas están sanas, cerradas y/o selladas, rugosas y secas y su
separación no debe ser inferior a 1.5 m. En la Tabla 4.10 se presenta una clasificación RMR tipo para
una roca de estas características; en la Tabla 4.11 se hace lo propio para la clasificación Q.
Tabla 4.10. Intervalo estimado del índice RMR para Condición Geotécnica A.
b) Condición geotécnica B
Se trata de macizos de buena calidad, sanos, resistentes y con una estructura de bloques bien
trabados, en los que puede haber hasta 3 familias de discontinuidades, con caras rugosas y/o
onduladas; algunas de sus juntas podrían estar ligeramente alteradas u oxidadas. Es importante que
ninguna familia buze muy desfavorablemente hacia el frente de la excavación y que no exista agua
que fluya hacia el interior del túnel. En la Tabla 4.12 se presenta una clasificación RMR tipo para una
roca de estas características; en la Tabla 4.13 se hace lo propio para la clasificación Q.
Tabla 4.12. Intervalo estimado del índice RMR para Condición Geotécnica B.
c) Condición geotécnica C
Se considera para macizos con un mayor grado de fracturamiento, hasta 4 o 5 familias cuyas juntas
pueden ser poco rugosas y estar algo abiertas y/o alteradas; macizos en los que se formen bloques
de dimensiones decimétricas (espaciamientos de 0.6 a 0.8 m) y donde la roca matriz sea dura y
resistente (por ejemplo calizas, basaltos, areniscas, tobas, granitos, andesitas y riolitas). En este tipo
de macizos la trabazón entre bloques duros contribuye en gran medida a la auto estabilización de
la bóveda. Alguna(s) familia(s) pueden buzar de forma medianamente desfavorable a la excavación.
Puede tratarse también de macizos de buena calidad pero con zonas individuales de debilidad
como fallas o zonas de material triturado que afecten la estabilidad de la excavación. Puede existir
humedad dentro de la excavación o una cierta afluencia, no muy considerable. En la Tabla 4.14 se
presenta una clasificación RMR tipo para una roca de estas características; en la Tabla 4.15 se hace
lo propio para la clasificación Q.
Tabla 4.14. Intervalo estimado del índice RMR para Condición Geotécnica C.
d) Condición geotécnica D
Se trata de macizos rocosos compuestos por una roca matriz medianamente débil a débil, en donde
el espaciamiento entre discontinuidades es pequeño y/o se tienen estratos muy delgados. Las juntas
de las discontinuidades son lisas y se encuentran abiertas, alteradas, en ocasiones rellenas de arcilla
y húmedas. Además cuando la roca matriz es débil existe una mayor tendencia a generar zonas de
material plastificado y/o en estado de rotura de mayor extensión o a crear zonas de aflojamiento
en la clave de mayores dimensiones. En estas rocas prácticamente no hay trabazón entre bloques.
Ejemplo de estos macizos son las formaciones de lutitas, pizarras, esquistos, margas, brechas y
conglomerados. En la Tabla 4.16 se presenta una clasificación RMR tipo para una roca de estas
características; en la Tabla 4.17 se hace lo propio para la clasificación Q.
Tabla 4.16. Intervalo estimado del índice RMR para Condición Geotécnica D.
e) Condición geotécnica E
Coincide con las peores condiciones geotécnicas previsibles y además con los primeros metros
de excavación en aquellos túneles en los que la calidad del macizo en las zonas de portales sea
mala a muy mala. Se trata de macizos de roca completamente descompuesta o alterada en los
que el material se puede comportar más como un suelo que como una roca. También incluye zonas
de depósitos de talud con matriz arenosa o limosa y que contienen bolos o bloques angulosos de
distintas dimensiones. En la Tabla 4.18 se presenta una clasificación RMR tipo para una roca de estas
características; en la Tabla 4.19 se hace lo propio para la clasificación Q.
Tabla 4.18. Intervalo estimado del índice RMR para Condición Geotécnica E.
• Según las recomendaciones de Bieniawski se deberá excavar en múltiples fases, colocando anclas
de 5 a 6 m en la bóveda y hastiales en un patrón de 1 a 1.5 m y con una capa de concreto lanzado
de 15 a 20 cm de espesor en bóveda y hastiales y de 5cm en el frente de la excavación y marcos
metálicos pesados espaciados 0.75 m.
4.6.5. Secciones tipo de sostenimiento y procedimientos de excavación
Partiendo de una evaluación de la información generada durante los proyectos, de los datos obtenidos
en obras similares ya realizadas y, tomando en cuenta los distintos parámetros que definen la calidad
de los macizos rocosos, tales como litología, resistencia, tipo y estado de las discontinuidades
principales (fallas, fracturas, espaciamiento, rugosidad, presencia de agua, etc.), se ha procedido a
realizar una escala geotécnica útil para predefinir tratamientos y procedimientos de excavación. De
dicha escala pueden ser función los esquemas constructivos que se propongan en un proyecto. Para
tal efecto y como ya se anticipó, se emplean las clasificaciones geomecánicas clásicas, definiéndose
así siete condiciones geotécnicas (las 5 anteriormente mencionadas más dos adicionales), con sus
respectivos procesos constructivos y tratamientos (Tabla 4.20).
GSI
Condición RMR Q Tipo de
(Hoek & Marinos,
geotécnica (Bieniawski, 1989) (Barton et al., 1974) sostenimiento
2002)
A 76 a 95 ST-1
B 61 a 80 Roca buena 6 a 45 Roca regular a buena 56 a 75 ST-2
51 a 60 Roca regular a
C(+) 4 a 6 Roca mala a regular 46 a 55 ST-3
buena
C (-)
41 a 50 Roca regular 1 a 4 Roca mala 36 a 45 ST-4
31 a 40 Roca mala a
D (+)
0.4 a 1.0 Roca muy mala 26 a 35 ST-5
regular
21 a 30 Roca mala a 0.1 a 0.4 Roca muy mala a
D(-) 16 a 20 ST-6
muy mala extremadamente mala
0.01 a 0.10 Roca
5 a 15
(Túnel) extremadamente mala
E ST-E
mala en
extremadamente mala
(Emportalamiento)
Tabla 4.20. Relación entre calidades geotécnicas y esquemas constructivos propuestos.
Debe tomarse en cuenta que las clasificaciones geotécnicas no sustituyen a los análisis de
estabilidad y los diseños riguosos que, en cada caso particular que lo amerite, deben realizarse a
modo de definir más apropiadamente los tratamientos más adecuados a aplicarse durante la
excavación del túnel.
De acuerdo con la información geológico-geotécnica recabada, para cada túnel deberán definirse
los tramos correspondientes a cada condición geotécnica (Figura 4.30). A continuación se presentan
descripciones breves de lo que podrían ser unos esquemas típicos2.
a) Condición Geotécnica A
2
Estas descripciones corresponen únicamente con ejemplos idealizados para los fines de este Manual.
Alternativamente y si así conviene al contratista, se podrá excavar la sección completa del túnel,
en avances de hasta 4 metros. El número de anclas puntuales obedecerá al cálculo de la fuerza de
anclaje necesaria en cada caso.
b) Condición Geotécnica B
c) Condición Geotécnica C
Consiste en la excavación de la media sección superior en una sola etapa con avances de 3 m.
Inmediatamente después de cada avance se procederá a la colocación de una capa de concreto
lanzado con fibras de acero de 5 cm de espesor; posteriormente se colocarán anclas de fricción de 6
m de longitud y diámetro f = 1”, en un patrón de 2.5 m transversal × 2.5 m longitudinal, al tresbolillo;
después, se colocará una segunda capa de concreto lanzado reforzado con fibras de acero de 5 cm
de espesor (la colocación de anclas de fricción en las paredes del banqueo sólo será necesaria si
durante el seguimiento geotécnico se determinan cuñas o bloques potencialmente inestables que
pudieran tener salida en dicas zonas); el banqueo se excavará en una sola fase, colocando dos capas
de concreto lanzado reforzado con fibras de 5 cm de espesor cada una en las paredes o hastiales
(Figura 4.33).
Inmediatamente después de cada avance se deberá colocar una primera capa de concreto
lanzado reforzado con fibras de 5 cm de espesor; colocación de anclas de fricción de varilla de
acero corrugado de 6 m de longitud y diámetro f = 1”, en un patrón de 2.0 m transversal × 2.0 m
longitudinal, al tresbolillo; colocación de 15 cm de concreto lanzado reforzado con fibras de acero
en capas. El banqueo se excavará, en dos fases, izquierda y derecha (el orden no importa), a una
distancia mínima de 20 m por detrás el frente de la media sección superior (la colocación de anclas
de fricción en las paredes del banqueo sólo será necesaria si durante el seguimiento geotécnico se
determinan cuñas o bloques potencialmente inestables que pudieran tener salida en dicas zonas);
colocación de 20 cm de concreto lanzado reforzado con fibras colocado en capas en cada una en las
paredes o hastiales(Figura 4.34).
d) Condición Geotécnica D
La Condición Geotécnica D se refiere al rango de calidad geotécnica considerado como “roca mala”.
Al igual que en el caso anterior, debido a la amplitud del rango, se considera conveniente dividir los
esquemas de sostenimiento en dos sub-categorías: D(+) y D(-).
Consiste en la excavación de la media sección superior en dos fases (dos secciones de avance). El
ancho de las etapas de excavación de la sección superior se definirá según el tamaño del equipo a
utilizar (no es necesario mantener una simetría perfecta). Primero se excavará una fase, avanzando
3 m y colocando una capa de concreto lanzado reforzado con fibras de 5 cm de espesor. A continua-
ción se excavará la fase siguiente para completar la media sección superior con avance de 1.5 m y
desfasada 3 m atrás del frente de la fase anterior y se lanzarán 5 cm de concreto lanzado con fibras;
posteriormente, se fijará la rastra y los segmentos del marco metálico en toda la media sección su-
perior, con una separación de 1.5 m, lo más cerca posible del frente de excavación.
Una vez fijado y arriostrado el marco se colocará una segunda capa de concreto lanzado reforzado
con fibras de 10 cm de espesor en toda la bóveda, retacando los huecos que queden entre los marcos
y la roca. Finalmente, se lanzará un relleno de 15 cm concreto sin fibras cubriendo completamente
los marcos metálicos y el espacio entre ellos.
El banqueo se realizará en 2 etapas alternadas (F3 y F4 en la Figura 4.35) hasta una distancia no
menor a 20 m del frente de la media sección superior. El frente F3 avanzará en tramos de no más
de 3 m y al menos 9 metros por delante del frente 4; el frente F4 se excavará por “bataches” de 3
m de ancho. En cada etapa de excavación se lanzará una capa de concreto reforzado con fibras de
5 cm de espesor en la pared del hastial; después, se colocarán las patas de los marcos para lanzar
una segunda capa de concreto con fibras de 10 cm de espesor, también retacando los huecos entre
marcos roca. Finalmente se colocará un relleno de concreto lanzado sin fibras de 15 cm de espesor
cubriendo completamente los marcos metálicos y el espacio entre ellos (Figura 4.35).
Consiste en la excavación de la media sección superior en dos fases (tres secciones de avance); 2
secciones laterales y posteriormente el pilar central. El ancho de las secciones de avance se definirá
según el tamaño del equipo a utilizar, pero sin que el pilar central llegue a tener menos de tres
metros de ancho. El avance de los frentes laterales podrá ser de hasta 2 m sin colocación de marcos.
Inmediatamente después de cada avance de las galerías laterales se deberá colocar una capa de
concreto lanzado reforzado con fibras de 5 cm de espesor. Posteriormente se deberá retirar el pilar
central en tramos de 1 metro, lanzando 5 cm de concreto y colocando inmediatamente después
los marcos con una separación de 1.0 m. Una vez colocados los marcos se colocarán tres capas de
5 cm de espesor de concreto lanzado reforzado con fibras, retacando los huecos que queden entre
los marcos y la roca. Finalmente, se colocará un relleno de concreto lanzado sin fibras de 10 cm de
espesor cubriendo completamente los marcos metálicos y el espacio entre ellos.
Nota: no se deberá proceder a realizar el siguiente avance de las galerías laterales hasta no haber
fijado el último marco.
El banqueo se realizará en tres fases (tres secciones de avance), retirando primero la zona
central (hasta una distancia no menor de 30 m por detrás del frente de la media sección superior) y
posteriormente las laterales (con un desfase no menor de 9 metros del frente del banqueo central),
de manera alternada y por bataches de 3.0 m, lanzando en cada fase lateral una capa de concreto
reforzado con fibras de 5 cm de espesor en los hastiales y colocando inmediatamente las patas de
los marcos; posteriormente se lanzarán otras tres capas de 5 cm de espesor de concreto reforzado
con fibras cada una y se retacarán los huecos con el propio concreto lanzado. Por último, se colocará
un relleno de concreto lanzado sin fibras de 10 cm de espesor cubriendo completamente las patas
de los marcos y el espacio entre ellos (Figura 4.36).
e) Condición Geotécnica E
El banqueo se realizará una vez terminada la media sección superior de todo el túnel. Este tramo
deberá realizarse en dos etapas: primero el banqueo central (hasta 20 m atrás de la media sección
anterior); posteriormente, se excavarán simultáneamente los banqueos laterales, lanzando una capa
de 5 cm de concreto reforzado con fibras, colocando las patas de marcos y lanzado tres capas
adicionales de 5 cm de concreto, retacando los huecos entre los marcos y roca. Por último, se
colocará un relleno de concreto lanzado sin fibras de 10 cm de espesor cubriendo completamente
los marcos metálicos y el espacio entre ellos (Figura 4.37).
La Tabla 4.21 resume las características de los sostenimientos para las condiciones geotécnicas
definidas.
Figura 4.38. Ejemplo de modelo geomecánico para una sección de túnel en condición geotécnica D(-).
Tomado del Proyecto Ejecutivo del Túnel Acapulco (Acatúnel).
4.7. Conclusiones
En un proyecto de túnel, la integración geotécnica es la pieza fundamental que determina la forma en
que se desarrollará toda la ingeniería de diseño en lo que se refiere a excavaciones y sostenimientos.
El éxito o el fracaso de la obra dependerá en gran medida de lo adecuados que sean los cálculos
geotécnicos y de que los procedimientos constructivos propuestos sean los idóneos, no sólo en
términos de seguridad, sino también de eficiencia y por supuesto de economía. Entonces, resulta
evidente la enorme importancia de que la realidad geotécnica del terreno y las implicaciones que
ésta tendrá en el desempeño de las obras, esté lo mejor aproximada posible.
Como ya fue discutido, la caracterización de los macizos rocosos con base en las clasificaciones
geomecánicas lleva intrínseca una serie de componentes empíricas muy gande. Pero a fin de cuentas,
dichas clasificaciones se apoyan en una gran cantidad de datos reales, estadísticamente bien tratados
y al parecer, dada la complejidad de la naturaleza, esto tendrá que ser siempre así.
Por lo tanto, la adecuada concepción de una obra subterránea dependerá en gran medida del
criterio y la experiencia del ingeniero; las aproximaciones que pueden hacerse durante los prediseños
pueden ser lo suficientemente buenas para que el proyecto, al momento de ser contruido, cuente con
los elementos físicos, financieros y contractuales necesarios para no caer en situaciones insostenibles
que lo conduzcan a su fracaso.
Por último, es de fundamental importancia tener en cuenta siempre que toda obra subterránea
es susceptible de ser adecuada, mejorada y optimizada durante su construcción y que la mejor
manera de lograrlo es a través de un rigurosos seguimiento y control, geológico, geotécnico y de
comportamiento del terreno y los sostenimientos.
En la Figura 4.38 se muestra como ejemplo uno de los modelos geomecánicos empleados en el
diseño geotécnico del túnel de la carretera Escénica Alterna de Acapulco.
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21 Hoek, E. y Brown, E.T. (1980b). Underground Excavations in Rock, London, Inst Min. Metall.
3
Los textos originales de este capítulo corresponden con la referencia [31].
22 Hoek, E., Carranza-Torres, C., y Corkum, B. (2002), “Hoek-Brown Failure Criterion – 2002 Edition”,
In Proc. North American Rock Mechanics Society Meeting-TAC 2002: Mining and Tunnelling
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International Journal of Rock Mechanics and Mining Sciences 41: 337–341.
38 Zhang L, “Engineering Properties of Rocks”, Vol. 4, 1-290, Elsevier Publ., Amsterdam, 2005.
Portal Mazatlán del Túnel Las Charcas. Autopista Durango-Mazatlán. SCT (2011)
Aspectos como la alternancia de materiales o de estratos de diferente dureza, controlan los tipos
y la disposición de las superficies de rotura. Tomando en cuenta lo anterior y antes de iniciar los aná-
lisis de estabilidad correspondientes, es importante describir el tipo de roca y las características del
macizo rocoso en donde serán alojados los portales de acceso al túnel en proyecto.
El comportamiento mecánico del macizo rocoso estará muy influenciado por las discontinuidades
originadas en los procesos tectónicos sufridos en su historia geológica, así como por las alteraciones
de las rocas que lo conforman.
Los estudios previos descritos en el capítulo 3 “Estudios geológicos y exploración” de este manual
deberán tomarse en cuenta para realizar los análisis y los modelos geomecánicos correspondientes.
Dichos estudios sirven para conocer geológica y geotécnicamente el terreno afectado por la excava-
ción, con el fin de obtener los parámetros necesarios para analizar su estabilidad, diseñar los taludes,
excavar los materiales, calcular las medidas de estabilización y proyectar obras de drenaje, entre
otros.
La integración completa de todos los estudios de campo y laboratorio realizados dan como
resultado un modelo geomecánico, el cual debe considerar las características geométricas de
excavación que se presentan en los tajos de acceso, la secuencia de la misma y la interacción que existe
con los sistemas de estabilización y reforzamiento (anclas, concreto lanzado, drenaje, elementos
de contención, etc.). También debe servir para definir los distintos mecanismos de inestabilidad
que pueden presentarse y los factores que los determinan (la estructura rocosa o la naturaleza
del suelo). En la Figura 5.2 se muestra el modelo de un tajo de acceso en el que se representan las
características geométricas de las obras y las discontinuidades del macizo rocoso.
Cabe hacer énfasis en la complejidad que existe en la determinación de los parámetros mecánicos
de los macizos rocosos y que una correcta aproximación a los valores reales es esencial para realizar
los cálculos y los diseños; un macizo rocoso es en realidad un medio heterogéneo, discontinuo y,
en muchas ocasiones, anisótropo, cuyas propiedades no pueden ser medidas directamente en
laboratorio.
Para taludes permanentes suele adoptarse un coeficiente de seguridad mayor o igual 1.5 o 2
según la confianza que se tenga en los datos geotécnicos que intervienen en los cálculos. En taludes
temporales suele emplearse FS =˜1.3.
Los métodos de análisis de estabilidad por equilibrio límite se basan en un planteamiento físico-
matemático en el que actúan fuerzas estabilizadoras y desestabilizadoras sobre el talud las cuales,
determinan su comportamiento.
Los problemas de estabilidad son estáticamente indeterminados por lo que es preciso plantear
una serie de hipótesis de partida:
• La superficie de rotura es cinemáticamente admisible, es decir que el deslizamiento no está
restringido por las fronteras de la masa inestable.
• Las fuerzas que actúan en la superficie de rotura pueden obtenerse de datos conocidos, por
ejemplo el peso específico, la presión de agua, la rugosidad, geometría, etcétera.
• La resistencia se encuentra distribuida a lo largo de todo el plano de rotura.
Así el Factor de Seguridad se define como:
(5.1)
Una vez evaluado el factor de seguridad de la superficie supuesta, es necesario analizar otra
superficie de rotura, cinemáticamente posible, hasta encontrar aquella que arroje el menor resultado,
FSmin , la cual se admite como la superficie potencial de rotura más probable del talud. A continuación
se describen los métodos de análisis empleados en la estabilidad de los taludes.
a) Presencia de discontinuidades buzando a favor del talud y con una dirección similar a la de éste.
b) La discontinuidad debe estar descalzada por el talud. Lo que significa que su buzamiento debe
ser más pequeño que el de la cara del talud: (y > a) y además la fractura debe aflorar en la cara
del talud.
c) El buzamiento del plano de rotura debe ser más grande que el ángulo de fricción de dicho plano:
(a > f).
d) Los contornos laterales del deslizamiento deben estar definidos por superficies débiles que
proporcionan poca resistencia.
e) Los diferentes tipos de rotura plana dependen de las características y distribución de las
discontinuidades en el talud, como se ilustra en la Figura 5.4; las más frecuentes son:
f) Rotura por un plano que aflora en la cara o en el pie del talud, con o sin grieta de tensión.
g) Rotura por un plano paralelo a la cara del talud, por erosión o pérdida de resistencia del pie.
Con la ecuación (5.2) de determina el factor de seguridad a partir de las fuerzas actuantes sobre
la superficie de rotura (Figura 5.5).
(5.2)
donde: cA es la fuerza proporcionada por la cohesión; (W cos a - U )tan f, la fuerza debida a la fricción
en el plano; W cos a la componente estabilizadora del peso (normal a la superficie de deslizamiento);
W sen a es la componente del peso favorable al deslizamiento y U la fuerza total debida a la presión
de agua sobre la superficie de deslizamiento.
En el caso de que exista una grieta de tensión rellena de agua, las fuerzas actuantes (ecuación
5.3) se pueden representar de acuerdo con la Figura 5.6.
(5.3)
donde V es la fuerza ejercida por el agua sobre la grieta de tensión.
(5.4)
(5.5)
Para el caso de una fuerza externa aplicada sobre el talud, como por ejemplo un anclaje (ver
Figura 5.8), la expresión del coeficiente de seguridad se amplía a:
(5.6)
Que es la ecuación que permite calcular la fuerza de anclaje total necesaria para conseguir un
determinado coeficiente de seguridad en el talud.
Para llevar a cabo el análisis de estabilidad de taludes en roca, es necesario recurrir a las herramientas
gráficas que permiten visualizar la presencia de familias de discontinuidades y su interacción con los
taludes en estudio. Los métodos gráficos, basados en los estereogramas, permiten hallar posibles
problemas de inestabilidad y plantear soluciones adecuadas a cada caso en particular.
Para este tipo de roturas existen diferentes procedimientos de análisis de estabilidad; en este
Manual se plantean dos procedimientos.
El caso más simple, en el que solo existe fricción para los dos planos de la cuña con un mismo
ángulo de fricción (ver Figura 5.11), muestra una expresión analítica muy complicada de resolver,
para la que Hoek y Bray (1981) presentaron un desarrollo completo llegando a la expresión (5.7).
(5.7)
Figura 5.11. Esquema de fuerzas actuando sobre los planos que forman la cuña.
Si se considera la cohesión de los planos y la presión de agua sobre los mismos, el cálculo se
complica más y por lo tanto suelen emplearse ábacos que permiten obtener el factor de seguridad a
partir de los valores de buzamiento, dirección de buzamiento y ángulo de fricción de los planos. Los
ábacos de Hoek y Bray, (1981) se muestran en la Figura 5.12.
Figura 5.12. Ábacos para una diferencia de buzamiento entre los planos
que forman una cuña de 30° (Hoek y Bray, 1981).
(5.8)
(5.9)
Este tipo de deslizamientos suelen producirse en terrenos homogéneos, ya sean suelo como
rocas altamente fracturadas sin direcciones predominantes de fracturación, en los que además ha
de darse la condición de que las partículas de suelo o roca tengan un tamaño muy pequeño en
relación a las dimensiones del talud.
La salida de las superficies circulares sobre las que se produce la rotura puede originarse en tres
partes diferentes del talud, según las características resistentes del material, altura e inclinación del
talud, etc. Estas características pueden apreciarse en la Figura 5.14.
Si la superficie de rotura corta el talud por encima de su pie, se denomina superficie de rotura de
talud; cuando la salida se produce por el pie del talud y queda por encima de la base de dicho talud,
recibe el nombre de superficie de rotura de pie de talud y si la superficie de rotura pasa bajo el pie
del talud con salida en la base del mismo y alejada del pie, se denomina superficie de rotura de base
de talud.
En la superficie del terreno suelen aparecer grietas concéntricas y cóncavas hacia la dirección del
movimiento, con un escarpe en la parte alta, tanto más acusado cuanto mayor desplazamiento sufra
la masa deslizada.
Los macizos rocosos blandos, poco competentes y muy alterados o intensamente fracturados,
presentan un comportamiento isótropo y los planos de discontinuidad no controlan el comportamiento
mecánico; en este caso, el medio se comporta como un suelo, sin olvidar que la existencia de zonas
singulares de debilidad y de grandes planos de discontinuidad en este tipo de macizos, como fallas,
pueden condicionar modelos de rotura mucho más complejos.
Para analizar la estabilidad de los tajos de acceso al túnel, se puede emplear el programa de ele-
mentos finitos PLAXIS1, que cuenta con una herramienta de cálculo llamada Método de Reducción de
Resistencia, mediante la cual, los parámetros de resistencia se van reduciendo en pequeños pasos
hasta producir el colapso del modelo, mientras se calcula la relación entre la resistencia disminuida y
la resistencia original, definiendo así el concepto de factor de seguridad.
1
Plaxis bv. Reg. KvK 24239980 Computerlaan 14, 2628 XK Delft, The Netherlands
Con el mismo programa es posible simular además de la geometría real de la excavación, las
distintas unidades geotécnicas que componen el macizo, el estado inicial de esfuerzos, el proceso de
excavación y su correspondiente redistribución de esfuerzos y deformaciones, además de que brinda
la posibilidad de incluir elementos de reforzamiento (Todos estos detalles se explican ampliamente
en el Capítulo 6 de este Manual).
(5.10)
(5.11)
donde: c y f son los parámetros de resistencia iniciales y cr y fr los valores reducidos, los mínimos
necesarios para mantener el equilibrio.
Se han desarrollado técnicas para este tipo de análisis mediante bloques esquemáticos, algunas
de esas técnicas son las propuestas por Goodman y Bray (1976) y Hoek y Bray (1981). Existen casos
que, debido a su complejidad, no es posible representarlos con modelos simples y no pueden ser
analizados con técnicas de equilibrio límite, por lo que, para resolverlos, debe recurrirse a métodos
numéricos avanzados.
Para el análisis de estabilidad en un talud por vuelco de bloques se consideran tres condiciones
(Figura 5.15a); de acuerdo posición de cada uno de ellos, se determinan las distancias entre sus
caras, Mn y Ln .
• Bloques en la corona del talud
M=
n Yn − a2
L=
n Yn − a1
• Bloques por debajo de la corona del talud
M n = Yn
L=
n Yn − a1
• Bloques por encima de la corona
M=n Yn − a2
L=
n Yn − a1
2
[Ref. 13]
Dependiendo de las fuerzas que actúan sobre los bloques que forman el talud, y de sus dimensiones
(Figura 5.15b), la inestabilidad puede darse por vuelco o por deslizamiento, esto de acuerdo a las
siguientes condiciones:
Figura 5.15. a) Modelo geométrico para análisis por equilibrio límite de vuelco de bloques en un talud.
b) Fuerzas actuando sobre uno de los bloques frente al vuelco y al deslizamiento. c) Fuerza de anclaje
aplicada al bloque del pie de talud. (Modificado de Hoek y Bray, 1981).
Para cada bloque n la fuerza que se opone a que éste se deslice o vuelque es Pn-1, transmitida por
el bloque sobre el que está apoyado. Para el caso de vuelco, la ecuación de equilibrio de un bloque n,
es:
(5.12)
(5.13)
De igual manera, se establecen las ecuaciones de equilibrio para un bloque n frente al deslizamiento:
(5.14)
(5.15)
donde:
(5.16)
(5.17)
(5.18)
Este método permite determinar la fuerza que se requiere para estabilizar el talud frente a una
condición de inestabilidad de vuelco o deslizamiento. Con base en la Figura 5.17c, la fuerza T ejercida
por el anclaje para mantener el equilibrio será igual a la fuerza Pn-1 requerida para que el bloque no
vuelque o deslice.
La fuerza necesaria que deberá transmitir el anclaje en el caso de inestabilidad por vuelco se
calcula con la siguiente expresión:
(5.19)
(5.20)
(5.21)
(5.22)
El mayor valor entre Tv y Td representa la magnitud de la tensión que deberá ser aplicada al anclaje
para garantizar la estabilidad del talud.
El esfuerzo cortante crecerá hasta alcanzar un punto máximo. Este punto corresponde a la suma
de la resistencia del material cementante que une ambas mitades y la resistencia a la fricción de las
superficies contrapuestas. Conforme el desplazamiento avanza, el esfuerzo cortante caerá a un
valor residual que se mantendrá constante (o casi constante), incluso para grandes desplazamientos
(Figura 5.17).
Si se realiza la misma prueba para diferentes esfuerzos normales y se relacionan los puntos
correspondientes a los picos y las resistencias residuales, normalmente se obtendrá una gráfica
como la de la Figura 5.18 en la que se muestran las respuestas de dichos esfuerzos.
La recta de esfuerzo pico tiene una pendiente f llamada ángulo de fricción interna y una
intersección c con el eje de esfuerzos cortantes que representa la cohesión. La recta del esfuerzo
residual tiene una pendiente fr (residual) y no tiene ordenada al origen.
La relación entre el esfuerzo cortante pico tp y el esfuerzo normal sN puede representarse por la
ecuación del criterio de Mohr-Coulomb:
(5.23)
donde:
c = Resistencia cohesiva de la superficie cementada
f = Ángulo de fricción
En el caso de la fuerza residual, la cohesión c es cero y la relación entre fr y σN se puede representar
con:
(5.24)
donde:
fr = ángulo de fricción residual
Luego de realizar una serie de ensayos con probetas tipo “diente de sierra”, Patton demostró que
la respuesta a cortante de este modelo puede representarse con la siguiente fórmula, en la que se
introduce el concepto de dilatancia:
(5.25)
donde: fb se conoce como el ángulo de fricción básico de la superficie e i es el ángulo de los dientes
de sierra.
Esta ecuación es válida para esfuerzos normales bajos; para esfuerzos normales altos, la dilatancia
no se presenta debido a que los dientes tienden a romperse. En este caso el comportamiento es
similar al modelo Mohr-Coulomb:
Figura 5.20. Modelo de Patton, modelo con esfuerzo normal bajo (dilatancia)
y modelo con esfuerzo normal alto (corte en dientes).
Figura 5.21. Modelo de Patton, Fuerza cortante con dilatancia y con falla
intacta (dientes cortados).
(5.26)
donde:
JRC = Coeficiente de rugosidad en la discontinuidad (Joint Roughness Coefficient, por sus siglas en
inglés)
JCS = Resistencia a compresión en la pared de la discontinuidad (Joint Wall Compressive Strength)
Debido a las condiciones en las que se encuentran las discontinuidades, estas presentan un cierto
grado de alteración y por consiguiente, el ángulo de fricción residual será inferior al ángulo de fricción
de la roca sana fb. La evaluación de fr está dada por la expresión:
(5.27)
donde:
R = Índice de rebote del esclerómetro sobre una superficie de material sano y seco.
r = Índice de rebote del esclerómetro sobre la superficie de discontinuidad.
fb = Ángulo de fricción básico, obtenido de la prueba tilt test.
El coeficiente JRC puede ser estimado en campo con la ayuda de la gráfica de la Figura 5.23
utilizando la longitud del perfil en metros y la amplitud de la aspereza en milímetros (ver Figura 5.22).
En laboratorio, el coeficiente JRC puede ser estimado comparando la apariencia de las discon-
tinuidades en la superficie con perfiles estándar publicados por Barton y otros. Uno de los ábacos de
perfiles más útiles es el publicado por Barton y Choubey en 1977 (Figura 5.23).
Figura 5.23. Ábaco de perfiles de rugosidad correspondientes a valores de JRC (Barton y Choubey, 1977).
Para calcular el JCS la norma ISRM (1978) propone utilizar un martillo de Schmidt. Deere y Miller
(1966) propusieron la tabla mostrada en la Figura 5.25.
(5.28)
(5.29)
La Tabla 5.1 fue preparada por Barton (1974) a partir de resultados de diferentes pruebas y en ella
se presenta un resumen de los esfuerzos cortantes en rellenos de discontinuidades típicas.
En los casos en los que se presentan espesores importantes de relleno arcilloso (u otros materia-
les) y que en los que los esfuerzos cortantes pueden influir de manera importante en la masa rocosa,
es muy recomendable enviar muestras del material de relleno a un laboratorio de mecánica de suelos
para realizar ensayos.
Los factores que influyen en el diseño del proceso de estabilización son los siguientes:
1. Definición del sistema de estabilización más adecuado a las condiciones del talud analizado
2. Diseño del sistema de estabilización, incluyendo planos, procedimientos y especificaciones.
3. Implementación de programas de control e instrumentación durante y después de la aplicación
del proceso de estabilización.
Para poder aplicar las medidas de estabilización, se requiere determinar lo siguiente (González de
Vallejo et al., 2002):
• Las propiedades y el comportamiento geomecánico del terreno.
• El mecanismo y tipología de las roturas, incluyendo la velocidad y dirección del movimiento y la
geometría de la rotura.
• Los factores geológicos, hidrogeológicos y de otro tipo que influyan en la inestabilidad, que
determinan las causas de la misma y, por tanto, las medidas más adecuadas para la alcanzar
la estabilización, siendo de especial importancia los datos referentes a los niveles freáticos,
presiones de agua y permeabilidad de los materiales.
A continuación se describen las medidas de estabilización más típicas en taludes.
a) Modificación de la geometría
Es una medida correctiva que se aplica cuando un talud es inestable o ya ha fallado. Los esfuerzos
debidos al peso del material del terreno influyen en la estabilidad del talud; dada esta condición pue-
de modificarse la geometría, de tal forma que permita la redistribución de dichos esfuerzos y con ello
obtener una configuración más estable.
Con este procedimiento se pretende incrementar el factor de seguridad haciendo que la superficie
circular de falla sea más extensa y profunda; esto se lleva a cabo disminuyendo la pendiente del
talud, hasta alcanzar niveles de seguridad que garanticen la estabilidad del mismo. El abatimiento
se lleva a cabo por medio de corte o remoción de material para disminuir el ángulo de inclinación del
talud (ver Figura 5.28).
El abatimiento del talud resulta ser una técnica económica cuando se tiene poca altura, por
otro lado, este procedimiento no se recomienda para taludes con gran altura, debido al aumento
exagerado de volumen de tierra de corte con el aumento de la altura. En muchas obras públicas, en
especial las de carreteras, llega a ser un problema porque la nueva configuración del corte invade el
derecho de vía.
c) Descopete de talud
Ante una situación de inestabilidad puede recurrirse al descopete del talud; esta técnica consiste
en remover material en la parte superior para la reducción del peso con la finalidad de que haya un
equilibrio en las fuerzas y de esta manera incrementar la estabilidad y el factor de seguridad (ver
Figura 5.29).
Figura 5.29. Esquema de descopete para mejorar la estabilidad de un talud. (Suárez Díaz, 1998)
Para realizar este procedimiento, primero se establece un factor de seguridad que garantice
la estabilidad del talud, luego se realiza el análisis proponiendo la cantidad de material que debe
retirarse en el proceso de corte; el cálculo se realiza hasta llegar al factor de seguridad previamente
establecido.
d) Formación de bermas
Las bermas son cortes, en forma de escalones, realizados en el talud con la finalidad de mejorar
su estabilidad (ver Figura 5.30). El objetivo de las bermas es disminuir las fuerzas actuantes en la
zona más crítica del talud, con esto se evita que se produzcan momentos que lo desestabilicen; el
resultado que se tiene es que el círculo crítico de falla sea más profundo y que aumente la longitud
de la superficie critica incrementando el factor de seguridad.
Con la construcción de las bermas, el talud se divide en varios sub-taludes cuyo comportamiento
es independiente y se debe analizar la estabilidad para cada uno de ellos.
Las mallas formadas por alambre de acero, se tienden en los taludes y sirven para guiar a los bloques
rocosos en su caída, evitando que reboten y salten hacia afuera, y acumularlos en la base donde pue-
den ser retirados (ver Figura 5.31). Son efectivas para bloques menores de 0.5 m³ aproximadamente.
Las mallas más resistentes son hexagonales, de triple torsión y de acero galvanizado.
3
[Ref. 13]
El aumento en el contenido de agua en el terreno produce una inestabilidad general en los taludes
debido a ciertos factores como: la reducción de la resistencia en algunos materiales, el aumento
del peso en la masa del terreno, la generación de empujes hidrostáticos por el aumento en el nivel
freático, la erosión del talud, el reblandecimiento del terreno, entre otros.
4
[Ref. 13]
b) Jet grouting
En suelos granulares poco compactos e incluso en suelos cohesivos, la estabilización de un talud
se puede realizar mediante columnas de jet grouting. Este procedimiento consiste en realizar una
perforación que varía entre 0.4 y 1.0 m de diámetro; se lleva a cabo mediante la inyección de lechada
de cemento a alta presión a través de un varillaje, que disgrega el material a medida que se va
avanzando en la perforación y se va mezclando lechada con el suelo circundante, formando columnas
de suelo cemento de alta resistencia.
La altura de la columna de jet grouting depende de la profundidad a la que se encuentre la super-
ficie de deslizamiento, ya que el atravesarla se generaran zonas con mayor resistencia al corte y en
consecuencia la estabilidad del talud se incrementará.
c) Anclajes
Los anclajes son tratamientos de estabilización que permiten reforzar una zona del terreno; están
compuestos principalmente por barra o cables de acero que se anclan mediante un bulbo de concreto
en zonas con mayor estabilidad del terreno.
Los sistemas de anclaje trabajan a tensión incrementando los esfuerzos normales y disminuyendo
los esfuerzos cortantes sobre la superficie potencial de deslizamiento dando mayor estabilidad al
terreno. En función de su forma de trabajo pueden clasificarse en:
• Anclaje pasivo: es aquel que no se pretensa después de su instalación y comienza a trabajar al
generarse un movimiento en el terreno.
• Anclaje activo: en este caso después de su instalación, el anclaje se pretensa hasta alcanzar su
carga admisible. (ver Figura 5.38 y 5.39).
Los anclajes proporcionan una fuerza estabilizadora sobre la masa deslizante. En rocas resistentes
los anclajes suelen ser muy benéficos por sí solos, mientras que en suelos o rocas blandas es necesario
asociarlos a muros o vigas de atado (ver Figura 5.40), ya que de otro modo, la cabeza del anclaje se
hunde en el terreno y se pierde fuerza.
Todas las características geométricas del anclaje tales como: longitud, diámetro y patrón de
colocación, así como las propiedades de los materiales necesarios para su implementación, estarán
en función de las características del proyecto y de las condiciones del terreno. Por tal razón debe
considerarse toda la información generada en los estudios previos.
a) Muros de gaviones
Son muros flexibles que consisten en un enrejado tipo caja confeccionada con malla de acero de
triple torsión y que es rellenado con fragmentos de roca. Estos elementos trabajan por gravedad y
las unidades son montadas y unidas entre sí, de tal manera que se forme una estructura continua.
Los muros de gaviones pueden ser construidos con escalonamiento hacia el exterior (Figura 5.42a)
o al interior del talud (Figura 5.42b). La principal ventaja que posee este sistema es la de permitir la
circulación del agua que proviene del talud.
Figura 5.42. Muro de gaviones escalonado al exterior (a) y al interior del talud (b).
(González de Vallejo et al., 2002).
b) Muros pantalla
Son elementos de concreto reforzado fabricados in situ, construidos en zanjas excavadas por debajo
de la superficie del terreno (Figura 5.43); el sistema constituye una estructura continua lo que
da mayor estabilidad. Estos muros generalmente son anclados con la finalidad de incrementar la
resistencia al volteo y disminuir los deslizamientos de la estructura.
Son muros flexibles formados por paramentos prefabricados de concreto y con material que consiste
en suelo granular ocupado para relleno el cual debe estar bien compactado (Figura 5.44). El refuerzo
son tiras metálicas o de geotextil capaces de resistir fuerzas de tensión y que son ancladas al
paramento y al relleno.
La estabilidad del muro de tierra armada se da por la intercalación de las tiras de refuerzo con el
suelo del relleno; con esto se genera una fricción en el contacto de ambos materiales y con ésto se
forma un material compuesto resistente.
El equilibrio local depende principalmente de las dimensiones del anclaje y del contacto entre la
lechada y el terreno. Para determinar la longitud mínima del ancla se utiliza la ecuación (5.30).
(5.30)
donde La es la longitud ancla o del barreno, Db es el diámetro del barreno y Ps es la fuerza máxima
que resiste la barra de acero en el anclaje, este se obtiene multiplicando el área transversal de la
barra por el valor del esfuerzo de fluencia ( f y) del acero. Se recomienda que las barras trabajen al
60% de la resistencia límite de fluencia.
(5.31)
La resistencia al corte unitaria en el contacto lechada-terreno (t) puede ser estimada a partir de
los valores propuestos en la ecuación (5.34).
A partir de los valores de carga que actúan sobre las anclas y la resistencia de la barra o torones del
anclaje se determina la cantidad de acero requerida para dar soporte y estabilidad al terreno.
La fuerza de tensión admisible del anclaje es igual al producto del área de la sección de acero
por el valor del esfuerzo de fluencia ( f y). De manera normativa, la carga de anclaje no debe superar,
en servicio, el 60% del límite elástico de los elementos de acero, por lo tanto, el resultado se debe
multiplicar por un coeficiente de reducción de resistencia igual 0.60 y con esto se garantiza la
seguridad en el acero del anclaje.
(5.32)
(5.33)
En la Tabla 5.2 se muestra la capacidad de carga de algunos tipos de barras utilizados en anclaje,
mientras que en la Tabla 5.3 se indican la capacidad de carga para los cables de acero compuestos
por torones con diámetro de 0.6”.
donde:
P = carga del anclaje
Db = diámetro del bulbo
Lb = longitud del bulbo
t = resistencia al corte unitaria en el contacto bulbo-terreno
La longitud del bulbo (Lb) no debe ser menor de 3 m. Esta limitación se debe a que en longitudes
más cortas puede presentarse algún problema producto del proceso de ejecución que afecte
el desempeño del anclaje. De acuerdo a Ostermayer (1974), a medida que la longitud del bulbo
aumenta, su resistencia disminuye. Por tal razón la longitud máxima del bulbo debe limitarse a fin
de garantizar la capacidad de carga del sistema; en publicaciones como la normatividad británica se
establecen longitudes máximas de 10 m.
Para casos de macizos rocosos poco fracturados y con bajo grado de alteración, Littejohn y Bruce
(1975) proponen la siguiente relación, que parte de ensayos de extracción:
(5.35)
Basado en trabajos experimentales, Brown (1970) sugirió los siguientes valores de longitud de ancla-
je para barras de acero estriadas:
• Ls = 30·fa para roca sana
• Ls = 40·fa para roca fracturada
• Ls =60·fa para roca meteorizada
donde fa es el diámetro de la barra o cable y Ls la longitud de anclaje.
Por su parte, Coats y Yu (1971) recomiendan los siguientes valores admisibles en la adherencia
lechada de cemento-acero en barras estriadas:
(5.36)
Con la finalidad de calcular la carga a tensión adecuada y la profundidad segura del anclaje en el
terreno, se asume una superficie de falla cónica, que se produce tanto en suelos como en macizos
rocosos (Figura 5.45). En la falla cónica se considera un ángulo de 60° cuando la roca es blanda o
presenta un alto grado de fracturación; para las demás condiciones se utiliza un ángulo de 90°.
Para anclajes con conos que se superponen, la estabilidad de la roca se analiza tal como se
muestra en la Figura 5.46, donde se observa que el traslape de las zonas de influencia entre los
anclajes adyacentes produce una reducción en la fuerza que debe soportar cada anclaje.
La estabilidad de la masa de roca se da si el peso del cono que contiene a la roca es mayor que
la carga aplicada en el anclaje, tal como se muestra en la Figura 5.47. En este caso se desprecia el
esfuerzo cortante en el macizo rocoso y se considera que la ruptura ocurre en la zona de enlace entre
el bulbo y el cable.
Tabla 5.4. Cargas de servicio para anclajes de cable. Tomado de US Department of Transportation,
Federal Highway Administration, 1999.
Según el ángulo de la falla cónica, el peso de roca contenido en el cono se determina con las
ecuaciones (5.37) y (5.38).
donde:
W = peso de la masa de roca contenida en el cono
Ll = longitud libre de cable
Lb = longitud del bulbo
g = peso volumétrico de la roca
Figura 5.47. Estabilidad de la masa de roca analizando asumiendo una rotura por falla cónica.
Antiguamente los caminos se integraban más fácilmente al paisaje, ya que aceptaban secciones
transversales reducidas, curvas cerradas y grandes pendientes, lo cual se ajustaba muy bien a la
topografía, evitado grandes cortes, terraplenes y estructuras adicionales. Hasta hace algunos años,
los modernos proyectos se apoyaban en terraplenes muy altos para librar grandes cuencas y cortes
muy profundos para atravesar cerros de mediano y gran tamaño, lo que permitía ampliar curvas y
disminuir pendientes proporcionando seguridad y mayores velocidades de proyecto. Sin embargo
estas carreteras dieron una mala apariencia estética y generalmente han sufrido de una falta total
de integración con el paisaje, dejando un aspecto de destrucción a lo largo de todo su recorrido.
El tratamiento del paisaje, dentro del cual deben incluirse todo tipo de movimiento de tierras,
es obviamente, una de las formas más poderosas de manipular y reorganizar el medio ambiente,
por lo tanto, este tratamiento, debe jugar un papel importante en hacer del viaje por carretera una
experiencia visual agradable e interesante. Proyectar un alineamiento no debe comprometer el
paisaje en favor del servicio y la seguridad. La integración del camino al entorno natural se consigue
proyectándolo de tal manera que su construcción no implique perturbaciones a gran escala de los
sitios que atraviesa y si estas perturbaciones fueran inevitables, buscar la mejor forma posible de
restaurar los daños.
Una causa de impacto paisajístico importante en una obra de túnel puede ser un desmonte excesivo
en los emportalamientos y zonas de ocupación temporal. También, como se dijo anteriormente
los taludes, en especial el talud frontal, requieren de tratamientos importantes para garantizar su
estabilidad. Esto, muchas veces implica cubrir las paredes de los cortes con concreto lanzado, lo cual,
además de producir un fuerte contraste con el entorno, impide la regeneración de la vegetación en
toda el área protegida. Otra forma en que una obra de túnel puede afectar al paisaje es cuando el
material producto de la excavación no es utilizado para algún relleno y simplemente es acumulado y
olvidado a las afueras de la excavación. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, es posible
disminuir estos impactos con un buen proyecto paisajístico.
5
Los textos originales de esta sección corresponden con la referencia [26]
Hoy en día es posible apreciar una generalización de ideas acerca de las diferentes maneras en
que una obra civil puede integrarse armoniosamente a un entorno natural, social y cultural a modo
de acrecentar y, sobre todo, respetar el patrimonio colectivo.
Es claro y admitido que el túnel carretero es una solución constructiva respetuosa con el paisaje,
frente a los enormes cortes que devastan las laderas y vertebran el medio, debido a que su presencia
es tan sólo percibida en la zona de portales. No por ello es válido caer en contradicciones conceptua-
les creando obras de acceso excesivamente aparatosas con el fin único de ahorrar dinero. Una obra
de túnel no tiene que estar reñida con la belleza de diseño y concepción.
El tratamiento integral del túnel en relación con su entorno trae consigo la consideración de
múltiples factores que van desde una adecuada transición exterior-interior-exterior, pasando por
un acertado proyecto de taludes, que evita el efecto trinchera y el choque frontal en el plano de
emportalamiento, hasta una sección transversal con forma y dimensiones ajustadas tanto a
la seguridad y al tráfico, como a un encuadre estético y paisajístico, llegando hasta un proyecto
agradable de las boquillas y un tratamiento de los tiraderos de material respetuoso con el paisaje
circundante.
Existe una idea, bastante generalizada, de que “la montaña, hasta donde su geología lo permita,
habrá que cortarla”, cambiando metros de túnel, por metros de corte a cielo abierto, contribuyendo
a ahorrar grandes cantidades de dinero. Juncà, en su libro “El Túnel, Historia y Mito” dice:
Por otro lado, en lugar de ensanchar el borde del túnel, un poco por fuera del plano de
emportalamiento, formando un anillo llamado “placa de emportalamiento” que, de acuerdo con
experiencias previas, no ha tenido los resultados estéticos esperados y presenta algunos problemas
constructivos, debe darse una solución arquitectónica más atractiva, rematando las boquillas de una
forma aerodinámica o alabeada (pico de flauta) que acaba por eliminar el efecto de choque frontal
en el conductor y que finalmente resulta mucho más estética. En la Figura 5.48, se muestran dos
ejemplos de emportalamientos que armonizan con el entorno paisajístico.
Bibliografía y referencias
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6.1. Introducción
El presente capítulo aborda los aspectos fundamentales (los mínimos básicos) que deben tenerse en
cuenta durante los análisis y los diseños de obras subterráneas.
1
Definiciones tomadas de Windsor (1998)
2
Ídem 1
De hecho, en la definición del llamado Nuevo Método Austriaco de Túneles, puede entreverse
que, lo que llaman su “filosofía de diseño”, está fundamentada en un esquema como el de la Figura
6.1-(b) y posiblemente la gran cantidad de fracasos que ha tenido dicho “Método” se debe a una
incorrecta interpretación del concepto de demanda dependiente de las deformaciones, así como en
el haber pretendido extender tal concepto a la totalidad de las formaciones geológicas y a la gran
variabilidad de escenarios geotécnicos que pueden presentarse en un solo túnel. La realidad en el
diseño de túneles es que, en cada caso particular, es necesario tener una definición conceptual clara
de la interacción Capacidad estructural-Demanda, que puede adaptarse a uno de los esquemas de la
Figura 6.1, o a una combinación de ambos.
3
Panet, 1995
La mayoría de los túneles de carretera son excavados en macizos rocosos y por ende es
preciso distinguir las aproximaciones físico-matemáticas que han de establecerse para el correcto
tratamiento de problemas asociados a medios discontinuos de aquellas en las que el terreno puede
asumirse como un medio homogéneo continuo e isótropo (suelos).
La mecánica de rocas, en particular, desde sus inicios se estableció como una rama de la ingeniería
que innegablemente requería de aproximaciones más allá de las teorías continuas clásicas; desde
épocas muy tempranas de su desarrollo se plantearon los primeros métodos de análisis en medios
discretos, pero aun con las limitaciones que la falta de potentes sistemas de cálculo imponían.
Los orígenes de los grandes métodos numéricos para análisis tenso-deformacional también se
dieron dentro del marco teórico de la mecánica del medio continuo y, aunque para aquellas épocas
ya se vislumbraba la posibilidad de extenderlos al discontinuo, se sabía que trabajar con elementos
discretos interactuando entre sí y en condiciones dinámicas, acarreaba necesidades de cálculo mu-
cho mayores.
Por tal motivo, en un principio, la mecánica de rocas, en su afán de estudiar la respuesta tenso-de-
formacional de macizos rocosos fracturados, tuvo que valerse de todo tipo de técnicas matemáticas
para representar las condiciones reales del terreno a partir de modelos equivalentes de medio con-
tinuo. Y a pesar que varios de estos métodos han evolucionado mucho con el tiempo y se han desa-
rrollado leyes constitutivas capaces de considerar orientaciones en el medio con comportamientos
distintos, aún prevalecen muchas de las limitaciones implícitas en su utilización. Y aún con los pro-
gresos actuales, la representación de un macizo rocoso estructurado en términos de sus propiedades
resistentes y deformacionales continúa siendo un reto colosal. Por otro lado, los ensayos a gran es-
cala útiles para determinar sus propiedades de manera más aproximada resultan extremadamente
costosos y tienen grandes complicaciones técnicas.
El gran auge de los programas de análisis numérico, que al principio se dio en instituciones de
investigación y que posteriormente pasó a un nivel comercial muy generalizado, está basado en
importantes adelantos en cuanto a técnicas de resolución de sistemas de ecuaciones y algoritmos
no lineales, pero también en los enormes avances informáticos. En pocas décadas ha sido posible
desarrollar paquetes capaces de potenciar, cada vez a mayor escala, el uso de técnicas de cálculo que
durante mucho tiempo permanecieron latentes.
Pero aun así, lo que resuelve un programa numérico no es más que la representación de un
problema real a través de un modelo geomecánico elaborado por ingenieros. Lo anterior incluye la
geometría del terreno y de las obras, los procedimientos constructivos, los estados de esfuerzos
originales y la forma en que estos cambian durante la construcción, los elementos estructurales y
su manera de interactuar con el terreno, así como las leyes constitutivas que pueden representar la
respuesta física de los distintos materiales involucrados en el problema.
Por otro lado están las técnicas usadas en la simulación de los procesos de excavación y
construcción; la adecuada representación de las estructuras, el tiempo y la forma de su colocación y
los elementos adicionales que se requieren para representar correctamente su trabajo en interacción
con el terreno y por último la correcta selección de los modelos constitutivos y su robustez para
aproximarse al comportamiento tenso-deformacional (elástico y elastoplástico) del terreno y las
estructuras.
Los programas numéricos empleados deben estar diseñados especialmente para resolver pro-
blemas tenso-deformacionales y de estabilidad en geotecnia. Deben contar con modelos consti-
tutivos avanzados para la simulación del comportamiento no-lineal de los materiales (isótropos y
anisótropos), además de poseer las herramientas básicas para modelar procesos de construcción y
excavación. Entre otras cosas, deben estar dotados de elementos especiales para el tratamiento de
estructuras (revestimientos de concreto, marcos metálicos, etc.), elementos para simular anclajes,
pasivos o de tensión, elementos para modelar geotextiles, así como elementos tipo interface para
simular la interacción de los elementos estructurales con el terreno permitiendo tener en cuenta
prácticamente todos los factores que influyen en el comportamiento global de la unidad estruc-
tura-terreno. Finalmente, deben incluir varios dispositivos fundamentales para la aproximación del
problema geomecánico real, como la creación de estados iniciales de esfuerzos, consolidación del
terreno, presencia y flujo de agua, etcétera.
Los códigos modernos tienen la capacidad suficiente para tratar materiales con un alto grado de
no-linealidad; para trabajar con casi cualquier geometría y secuencia de excavación-sostenimiento;
para incluir un gran número de materiales distintos y para modelizar adecuadamente los fenómenos
de interacción entre el terreno y los diferentes sistemas de soporte, estabilización y reforzamiento.
Hoy en día, el nivel de desarrollo de las técnicas asociadas a los análisis numéricos (pre y post
procesadores, por ejemplo), hace posible en los despachos de cálculo especializados en diseño,
generar modelos con un grado de sofisticación importante. Se cuenta con la posibilidad de elegir
entre modelos bidimensionales y tridimensionales, construibles mediante códigos comerciales de
gran calidad. La decisión sobre el nivel de sofisticación que se le ha de asignar al tratamiento de un
problema en específico depende de muchos factores, que pueden ser: el costo, el tiempo disponible
para el estudio, la cantidad y calidad de la información con que se cuenta para aproximar el modelo,
la trascendencia del problema y el grado de complejidad.
Por un lado, los análisis en dos dimensiones, aunque son económicos en términos de modelización
y costo computacional, requieren del establecimiento de ciertas hipótesis para la adecuada simula-
ción de los procesos excavación-sostenimiento, por el efecto tridimensional real que se produce en
el frente de excavación y sus cercanías. Estas hipótesis dependen de factores que no son de fácil
control y por tanto guardan un importante grado de incertidumbre.
En cuanto a la modelización tridimensional, ésta suele ser mucho más compleja y no siempre
es rentable de acuerdo con el costo del proyecto o los estudios que se están realizando. Además,
para que la inversión que implica elaborar un modelo tridimensional sea justificable debe contarse
con una idea suficientemente aproximada del terreno en cuanto a la estratigrafía y la presencia de
estructuras; en ocasiones resulta muy complejo, en términos geométricos, modelizar y mallar las
intersecciones entre fases de excavación, estructuras geológicas y elementos del sostenimiento del
túnel: conseguir una adecuada discretización puede requerir un tiempo y esfuerzo muy importantes,
así como encontrar el equilibrio entre el grado de refinamiento de las mallas y el costo computacional
asociado. Los análisis tridimensionales pueden requerir equipos de cómputo considerablemente más
caros que los convencionales y los tiempos de cálculo, aun hoy en día (año 2015) pueden ser de días
o semanas.
Sin embargo, además de los programas propiamente de cálculo numérico, existen herramientas
complementarias muy potentes que permiten generar superficies y sólidos de geometría compleja
e intersecciones entre estos, así como modeladores digitales de terreno y malladores que incluyen
técnicas de discretización muy avanzadas. Combinando estas herramientas, en cualquier despacho
de cálculo, es posible elaborar modelos complejos.
En la práctica profesional, sigue habiendo escepticismo por parte de algunos especialistas que
piensan que no es justificable el enorme esfuerzo que representa un análisis de esta naturaleza,
especialmente si se toman en cuenta las incertidumbres que normalmente existen en cuanto a la
geología, los estados de esfuerzos, los parámetros de los materiales y otras.
Las empresas desarrolladoras de los códigos comerciales de cálculo numérico que hoy en día
están disponibles para prácticamente cualquier despacho de ingeniería, han invertido muchísima
tecnología en crear interfaces de usuario amigables y sencillas. Esto tiene grandes ventajas ya que
permite ahorrar mucho tiempo en la construcción y programación de los modelos e invertirlo des-
pués en realizar cálculos cada vez más y más sofisticados. Desafortunadamente, su empleo se ha
hecho accesible también a personas que sólo tienen que invertir unas cuantas horas en desarrollar
las “habilidades” suficientes para operarlos y en muchas ocasiones esto tiene consecuencias verda-
deramente desastrosas.
Es muy importante tener en cuenta que el manejo adecuado de estas herramientas requiere de un
alto nivel de formación académica, lo cual implica el dominio de conceptos numéricos, geotécnicos
y estructurales avanzados, así como un amplio conocimiento de las técnicas constructivas propias
de la disciplina con la que se trabaja, su implementación real en obras civiles y una buena dosis de
criterio.
En conclusión, la elección del tipo y grado de refinamiento de los modelos de análisis dependerá
de la forma en que los clientes y los especialistas valoren los factores anteriormente descritos. Sin
embargo, también es posible establecer metodologías de análisis y diseño integral, que sirvan para
cubrir una amplia gama de situaciones típicas de las excavaciones, como se explicará más adelante.
Por ejemplo, la aparición imprevista y repentina de un afluente de agua subterránea que dificulta las
condiciones de avance y merma las condiciones de estabilidad, la mayoría de las veces, se soluciona
colocando drenes y permitiendo que el flujo se estabilice o, en casos extremos, inyectando el terreno
para impermeabilizar la zona cercana a la excavación. En este tipo de situaciones, por lo general
no se puede esperar a que se realicen estudios hidrogeológicos, se elabore un modelo de flujo del
agua subterránea hacia el túnel, se calcule la influencia del flujo y la presión sobre la resistencia del
terreno y/o las discontinuidades, se determinen los niveles de estabilidad general de la excavación y
finalmente se analicen y diseñen los elementos de soporte, estabilización y reforzamiento necesarios.
La solución tiene que ser inmediata y práctica y, si el problema persiste y la economía y la seguridad
de la obra lo ameritan, entonces sí se justificará realizar los estudios antes mencionados.
Durante la etapa de diseño la situación es diferente, si se parte de base de que el ingeniero cuenta
con tiempo y recursos para elaborar los estudios. Aun así, todo dependerá precisamente de la
cantidad de tiempo y de recursos que se asignen y del interés del cliente en que el proyecto cuente
con un buen nivel de ingeniería.
Trazar un esquema de toma de decisiones sobre la manera en que deben calcularse los túneles
en la etapa de diseño no resulta del todo fácil debido a la gran cantidad de variables involucradas. A
continuación se enlistan las más importantes:
Como ya se dijo, la mayoría de los túneles de carretera se excavan en roca, sin embargo, suelen incluir
tramos importantes de suelo, sobre todo en las zonas de portales o en partes específicas del trazo
en que las condiciones geológicas así lo han dispuesto (zonas de falla, zonas de alteración intensa).
También es común que se presenten secciones mixtas, en las que parte de la excavación está en un
macizo rocoso y la otra en un depósito de suelos. Asimismo, en ocasiones la roca es débil o está tan
descompuesta que ha perdido ya sus propiedades estructurales y su resistencia y deformabilidad se
asemejan más a las de los suelos.
Para cada una de estas situaciones existe una aproximación mecánica distinta y por supuesto
técnicas más y menos adecuadas.
En el caso de los suelos, estos siempre se modelizarán como elementos de medio continuo; en
cuanto a las rocas, la idoneidad de la aproximación (continuo o discontinuo) dependerá de su estruc-
tura, tal y como se verá en las próximas secciones de este capítulo.
En cuanto a los modelos constitutivos, aunque el criterio de Mohr-Coulomb sigue siendo el más
universal y utilizado de todos, los programas modernos ya cuentan con opciones más adecuadas a
suelos y rocas; para suelos están los criterios basados en los modelos de estados críticos (tipo Cam-
Clay) y los modelos hiperbólicos con endurecimiento isótropo (Hardening Soil Model, de PLAXIS4);
para rocas, el modelo de Hoek & Brown (2002) y los modelos para macizos fracturados como el
Modelo de Juntas Ubicuas (Ubiquitous Joint Model, disponible en Flac5 y en Phase26) o el Modelo de
Rocas con Juntas (Jointed Rock, Model, de PLAXIS).
Cuando se trabaja con suelos, el tipo de análisis dependerá también del grado de saturación y de
las propiedades físicas que determinen si el comportamiento se dará en condiciones drenadas o no
drenadas así como si el terreno se encuentra consolidado y si se requerirán etapas adicionales de
consolidación para disipar excesos de presión intersticial.
b) Análisis 2D o 3D
En la mayoría de los casos los análisis de esfuerzos y deformaciones de un túnel pueden, con las
debidas hipótesis, resolverse adecuadamente en dos dimensiones, esto debido a que son estructuras
cuya longitud es mucho mayor en el eje longitudinal que en el plano transversal, es decir, admiten
correctamente la simplificación de deformación plana. Hoy en día un modelo bidimensional puede
construirse y resolverse muy rápidamente, siempre y cuando se tengan bien definidos todos los
elementos que lo componen.
4
Plaxis bv. Reg. KvK 24239980 Computerlaan 14, 2628 XK Delft, The Netherlands
5
FLAC3D(TM), ©2009 ITASCA Consulting Group, Inc.
6
PHASE2 Copyright © 1990-2011 Rocscience Inc.
Sin embargo, hay muchas situaciones en las que la tridimensionalidad se impone de manera de-
terminante y las hipótesis bidimensionales dejan de resultar válidas. A continuación se listan algunos
ejemplos:
• Primeros metros de excavación en un emportalamiento
• Intersección de dos túneles o de un túnel con otras galerías
• Problemas de inestabilidad en el frente que no son posibles de resolver con métodos analíticos
• Cálculo de estructuras de reforzamiento hacia el frente de la excavación (sistemas de enfilaje
frontal)
• Una marcada anisotropía buzando paralela al eje de avance del túnel
• Situaciones en las que alguna estructura geológica afecta a la excavación en dirección paralela
o semi-paralela al avance
• Transiciones geométricas de la sección del túnel a lo largo del avance
• Etc.
De estos ejemplos hay dos que pueden solventarse mediante técnicas analíticas relativamente
simples pero con importantes limitaciones. Tal es el caso del cálculo de la estabilidad del frente y de
los sistemas de enfilaje frontal.
c) Niveles de incertidumbre
En el Capítulo 4 de este Manual se hizo énfasis en la gran incertidumbre con la que es necesario
tratar cuando se resuelven problemas geotécnicos, en especial en el caso de los macizos rocosos y
muy particularmente en las obras subterráneas.
Por lo anterior, durante el proceso de toma de decisiones sobre la manera más conveniente de
aproximarse a una solución, es muy recomendable saber medir dichas incertidumbres; a veces re-
sulta más sensato plantear una solución sencilla y práctica que construir modelos complejos. Un
programa numérico, por más tecnología que tenga como sustento, nunca superará la experiencia y
el buen juicio de un ingeniero bien capacitado.
Sin embargo, desde un punto de vista particular, debe distinguirse que no todos los factores que
intervienen en el cálculo de un túnel son aleatorios ni comparten la misma naturaleza; mientras que
unos están asociados con la estructura y propiedades del terreno, otros se relacionan más con la
geometría y tipo de sección de la excavación, las cuales deben cumplir ciertas especificaciones o
necesidades. Y también están los agentes externos, tales el clima, el agua, la sismicidad de la zona
por mencionar algunos. En cierta manera conocer el grado o nivel de influencia de cada factor sigue
siendo bastante subjetivo y depende en muchas ocasiones de la experiencia del diseñador. Para tal
caso es indispensable realizar estudios de sensibilidad empleando técnicas geoestadísticas y proba-
bilísticas que reduzcan la incertidumbre inicial.
También en la toma de decisiones sobre cuáles métodos de cálculo elegir intervienen los tipos de
sostenimiento propuestos para construir el túnel. De entre todos los sistemas de soporte, estabili-
zación y reforzamiento comúnmente empleados los hay que se adecuan mejor o peor a las distintas
técnicas de análisis. Lo anterior se discute ampliamente en el Capítulo 9 de este Manual.
En resumen, los condicionantes básicos para una correcta modelización y que definen un cálculo
analítico o numérico suficientemente representativo de un túnel son los siguientes:
• Las condiciones iniciales del terreno (estado inicial de esfuerzos), que de manera muy general,
están determinadas por:
• la topografía en superficie
• la presencia y, en su caso, la profundidad del nivel freático
Las situaciones que se analizan en los casos de excavaciones subterráneas involucran cambios
mayores en la configuración de la estructura debido a la remoción de algunos componentes y la
inclusión de otros. Cuando el comportamiento del material es inelástico, el estado final de las
deformaciones puede depender de manera muy importante en la secuencia de los eventos. Por
esto, el primer requisito que debe cumplir un programa numérico para cálculo de túneles es el de
ser capaz de realizar cómputos en serie, es decir que a partir de un cierto estado del problema,
debe poder realizarse un análisis subsiguiente, partiendo del estado de esfuerzos y deformaciones
alcanzado hasta ese momento. De manera contraria, cuando el material es elástico lineal, la solución
obviamente no puede depender del número o la secuencia de pasos de excavación.
Es importante mencionar que el programa de análisis numérico utilizado debe contar con un
tratamiento matemático adecuado para la modelación de los procesos de excavación y la colocación
de elementos de estabilización y soporte y reforzamiento, así como del desfase de tiempo entre el
avance y el sostenimiento con su correspondiente redistribución parcial de los estados de esfuerzos
como el método de relajación de esfuerzos en el caso de análisis en dos dimensiones.
Una de las principales limitaciones, y que continúa siendo uno de los obstáculos más difíciles de
librar en geotecnia, en especial en el caso de las rocas, es la correcta identificación de los paráme-
tros mecánicos. Aún con la alta sofisticación de los actuales aparatos de ensayo en laboratorio se
presentan problemas que hacen cuestionables los resultados obtenidos de las muestras. Pero la más
grande dificultad se encuentra al pretender extrapolar estos resultados a la gran masa de roca que
se tratará de modelizar.
Para la modelación de macizos compuestos por roca dura, sanos o fracturados pueden utilizarse
modelos cohesivo-friccionante tipo Mohr-Coulomb o Hoek & Brown, elastoplástico-perfectos o no
asociados (control de la dilatancia). Con dichos modelos, en un código para aplicaciones geotécnicas,
comúnmente no pueden alcanzarse deformaciones plásticas muy importantes y los elementos que
alcanzan la rotura no admiten mayores esfuerzos, cediendo el trabajo a los elementos más cercanos,
lo cuales no hayan llegado a la rotura.
Por su parte, para rocas blandas o suelos, pueden utilizarse modelos cohesivo-friccionante con
endurecimiento isótropo en función de las deformaciones plásticas volumétricas. También pueden
incluir un control adecuado de la dilatancia (plasticidad no asociada). Con dichos modelos, los
elementos que alcanzan la plastificación, continúan admitiendo carga y van aproximándose más
lentamente a la rotura, mientras generan deformaciones plásticas de mayor magnitud. Este tipo de
modelos suele estar formado por dos superficies, una llamada propiamente superficie de fluencia
(cap volumétrico) y la otra, superficie de rotura (cohesivo friccionante).
Otro tipo de comportamiento que puede ser modelizado en códigos comerciales es el de tipo
anisótropo, que también puede ser elastoplástico. El modelo utilizado debe estar especialmente
desarrollado para rocas fracturadas y permitir definir una, dos o tres direcciones de anisotropía
cada una de las cuales puede tener una superficie de fluencia tipo Mohr-Coulomb. Con este tipo de
modelos es posible definir la anisotropía en términos de deformabilidad y de resistencia.
En casi cualquier problema de ingeniería geotécnica existirá alguna estructura interactuando con
el terreno y a partir de ese momento lo correcto es considerar interfaces entre ellos (Figura 6.3).
En problemas más complejos, pueden aparecer discontinuidades físicas considerables dentro del
terreno como fallas o grandes fracturas que permitan movimientos diferenciales entre zonas impor-
tantes del dominio: se rompe la continuidad y el concepto de compatibilidad de deformaciones tiene
que reducirse a zonas concretas del modelo (continuo discreto, Figura 6.4).
Cada problema en particular tiene sus requerimientos de modelización, que parten de la teoría
que se adecua más a su solución. En cuanto a la selección entre el uso de la mecánica del medio
continuo o del discontinuo, según varios autores, no existen realmente lineamientos específicos que
determinen el método a utilizar y en muchas ocasiones se torna en una decisión un tanto subjetiva
que tiene que ver con el tamaño del dominio así como con la escala y densidad de las discontinui-
dades respecto a éste.
Cuando el medio está definido por un número específico de familias de discontinuidades, con
características geo-estructurales tales que forman bloques individuales o cuñas, cuya escala respecto
al tamaño de la excavación puede ser determinante para la estabilidad y en donde la mayoría de los
movimientos, o al menos los más importantes, se presentan a modo de deslizamientos a lo largo
de las juntas o en forma de caídas, rotaciones o dislocaciones locales, lo más adecuado es atacar el
problema a través de la teoría del medio discontinuo (Figura 6.5).
En el ámbito de los modelos de continuo equivalente hay básicamente dos tipos de aproximación;
la primera consiste en establecer unas ciertas propiedades globales, que pretenden representar el
comportamiento mecánico de un macizo rocoso formado por un entramado de bloques a través
de parámetros equivalentes. Como ya se anticipó, tales parámetros por lo general no pueden ser
obtenidos directamente a partir de ensayos, debido a la enorme dificultad técnica y económica para
realizarlos y porque, aun llevándolos a cabo, es muy probable que los resultados obtenidos no sean
del todo representativos para la escala real del problema. Un ejemplo de este tipo de modelos es el
propuesto por Hoek y Brown (2002)
Entonces, el método para estimar los parámetros consiste en una serie de aproximaciones es-
tadísticas, basadas en ensayos de laboratorio convencionales sobre núcleos de roca intacta o sobre
discontinuidades específicas, así como en la caracterización de las fracturas, que por lo general se
realiza en el campo y en algunos otros datos que determinan lo que hoy en día se conoce como Cal-
idad Geotécnica. En la actualidad existe una colección muy importante de correlaciones empíricas
entre índices de calidad y parámetros mecánicos equivalentes.
A pesar de que se reconoce que en este tipo de materiales existe un factor de escala importante,
de acuerdo con el cual la respuesta del medio a la escala de un túnel no será la misma que a la escala
de una probeta, al no haber discontinuidades que determinen el comportamiento y lo definan como
un entramado de elementos discretos, se asume que las propiedades obtenidas en laboratorio o a
través de ensayos in situ, son extrapolables a la totalidad del dominio de cálculo.
Los cálculos de túneles construidos en terrenos no estructurados son los que sin duda se adecuan
mejor a las teorías de análisis basadas en la mecánica del medio continuo. Además, como ya se dijo,
no requieren de técnicas especiales para determinar un comportamiento constitutivo equivalente.
De todas ellas, las que han adquirido más popularidad en el medio de la geomecánica son
las de Barton, Bieniawski y Hoek & Brown. Estas se basan en estudios estadísticos sobre datos
experimentales, la mayoría provenientes de obras en las que, a través de ensayos de gran escala
o retroanálisis basados en mediciones de comportamientos específicos, establecen correlaciones
entre los índices de calidad (RMR, Q, GSI ) y algunos de los parámetros mecánicos más importantes
para representar la respuesta tenso-deformacional de los macizos rocosos.
Uno de los problemas más grandes con los que se encuentra el ingeniero al tratar de estimar las
propiedades de un macizo rocoso es, en primer lugar, la gran variedad de criterios que existen en la
literatura y la enorme dispersión que se obtiene al comparar unos con otros. Además, cada una de
estas aproximaciones se basa en algún índice de calidad en particular y muchas veces es difícil corre-
lacionar unos con otros ya que toman en cuenta características distintas de las rocas.
Este método trata el problema de un medio discontinuo como un sistema discreto en el que
interactúan cuerpos individuales. La característica fundamental es que se trata separadamente
cada elemento (bloque) y se analiza la interacción entre ellos: se permiten desplazamientos
finitos y rotaciones de los bloques individuales; los contactos entre bloques pueden ser rígidos o
deformables (ley de compresión de las juntas), al igual que los propios bloques. Las leyes que rigen
el comportamiento de las juntas son relativamente simples; sin embargo, cuando se considera un
número importante de bloques o cuando se trabaja en tres dimensiones, los tiempos de cálculo y
la demanda de almacenamiento y procesamiento de los equipos de cómputo crece enormemente.
Figura 6.7. Malla de elementos discretos en una gran caverna en roca bloquizada. A partir de Barton (1995).
La formulación y desarrollo del MED, iniciado por P. Cundall en 1971, ha progresado durante los
últimos 40 años. Fue concebido originalmente como una representación bidimensional de un macizo
rocoso fracturado, aunque posteriormente ha sido extendido a otros campos como la investigación
del flujo de partículas, de los mecanismos microscópicos originados en materiales granulares y del
desarrollo de fracturas en rocas y concreto. Además el MED ha sido objeto de atención de varios
investigadores; fruto de este interés nace en 1980 el programa UDEC7, que fue el primer software
que combina en un único código la formulación para representar cuerpos rígidos y deformables (blo-
ques) separados por discontinuidades. Este código, también puede ser utilizado en análisis estáticos
y dinámicos.
En 1983 se iniciaron los trabajos para desarrollar una versión tridimensional del MED, estos traba-
jos desembocaron en la aparición del programa 3DEC8 que fue inicialmente utilizado para estudiar el
fenómeno de estallido de rocas (rockbursting) en minas subterráneas profundas.
Figura 6.8. Modelo de túnel y generación de mecanismos de colapso de bloques con el programa 3DECTM .
7
UDECTM Distinct element modeling of jointed and blocky material in 2D; ©2015 Itasca Consulting Group,
Inc.
8
3DECTM Distinct element modeling of jointed and blocky material in 3D; ©2015 Itasca Consulting Group,
Inc.
Figura 6.9. Rango de aplicabilidad del criterio de rotura de Hoek-Brown. Hoek (2007).
Barton (1996), también reconociendo este efecto escala postula que los medios continuos deben
quedar relegados a macizos rocosos de calidad muy mala (Q<0.01) o muy buena (Q>100). Para el
rango intermedio de Q, que según la correlación con el RMR propuesta por Barton (1995) supone
20<RMR<80, recomienda el uso de modelos de elementos discretos (Figura 6.10).
Kaiser et al. (2000) relacionan los mecanismos de inestabilidad de túneles excavados en macizos
rocosos en función de su RMR y del estado tensional caracterizado por la relación entre el esfuerzo
principal mayor in-situ y la resistencia a compresión simple. Tal como se aprecia en la Figura 6.11, para
macizos rocosos masivos (RMR>75) el papel que juegan las juntas es menor y los métodos continuos
serían aplicables. Para valores de RMR inferiores a 75, los mecanismos de rotura involucran a las
juntas. Para niveles tensionales bajos (con respecto a la resistencia a compresión simple de la roca
intacta) podrían aplicarse elementos discretos con bloques rígidos. Al aumentar el estado tensional
se producen mecanismos que combinan el desplazamiento de bloques con la rotura frágil de la matriz
rocosa. En estos casos serían de aplicación los elementos discretos con bloques deformables.
Martin et al (2003) simplifican esta tipología de inestabilidad en tan solo tres clases. Para macizos
rocosos con GSI<30, si la resistencia a compresión simple es menor a dos veces el esfuerzo vertical
se produce una deformación plástica; si el material es más competente se producen mecanismos
gravitacionales con control estructural. Este mismo mecanismo se produce para macizos rocosos
con GSI>40 y estados tensionales bajos mientras que para estados tensionales elevados se produce
rotura frágil.
Basado en los mecanismos de inestabilidad de Martin et al (2003), Lorig (2013) propone los
métodos de análisis descritos en la Tabla 6.1.
Por lo anterior, si la tendencia es a usar modelos más simples, lo cual casi siempre es el caso, es
muy importante que el modelo seleccionado reproduzca el comportamiento que será dominante en
el problema de contorno bajo estudio. Por ejemplo, si el problema involucra la estabilidad del terreno,
es importante modelizar adecuadamente su resistencia, mientras que si la preocupación surge de los
posibles movimientos inducidos por una obra, es más importante modelizar de forma aproximada
su rigidez.
Aun cuando es posible aproximarse a la realidad del problema mediante la elección de modelos
constitutivos adecuados, los programas para cálculo numérico tienen limitaciones importantes
que están relacionadas con la difícil modelización de los mecanismos de falla en estados límite
y el comportamiento de los modelos en el régimen post-pico. Este tema es actualmente el que
ocupa el primer lugar en los centros de investigación de comportamiento mecánico de materiales
alrededor del mundo y, a pesar de que ha habido avances importantísimos en las últimas décadas, los
tratamientos matemáticos para atacar este tipo de problemas son tan complejos que actualmente
siguen siendo inaplicables en la ingeniería práctica. Ante la cuestión de por qué es tan importante
conocer el estado límite y el posterior comportamiento del modelo, puede decirse que esto se debe
a que el objetivo principal de los análisis numéricos en geotecnia es diseñar estructuras económicas
con el suficiente margen de seguridad, lo cual sólo puede lograrse si se conoce dicho estado.
Existen varios tipos de condiciones naturales que pueden generar problemas de estabilidad al
excavar un túnel, como son: la orientación desfavorable de discontinuidades, la orientación desfavo-
rable de los esfuerzos in situ respecto al eje del túnel, flujo de agua hacia el interior de la excavación
a través de fracturas, acuíferos o rocas cársticas, la formación de cuñas o bloques inestables por
combinación de algunas familias de discontinuidades con el contorno abierto por el túnel, etcétera
(Figura 6.13).
Por otro lado, la excavación del túnel genera una serie de procesos inducidos que se suman a las
condiciones naturales:
a) Pérdida de resistencia del macizo que rodea la excavación como consecuencia de la descom-
presión creada (rotura del material, apertura de discontinuidades, fisuramiento por voladuras,
alteraciones, flujo de agua hacia el interior del túnel, etc.).
b) Reorientación de los campos tensionales.
c) Otros efectos como subsidencias en superficie, movimientos de ladera, cambios en el régimen
de los acuíferos, etc.
Las condiciones de estabilidad del túnel estarán determinadas por la respuesta del macizo rocoso
ante las acciones naturales, así como ante las inducidas; las medidas necesarias de soporte, esta-
bilización y reforzamiento del terreno serán función de la combinación de acciones que resulte más
desfavorable para la estabilidad.
Los análisis realizados deben servir como base para seleccionar la secuencia de excavación y sos-
tenimiento más adecuada para los terrenos definidos. Es decir, deben llevarse a cabo varias simula-
ciones, empleando diferentes geometrías de las etapas de excavación, hasta encontrar la que brinda
mayor estabilidad a los análisis. Asimismo, deben probarse distintos sistemas de estabilización y
soporte y distintos tiempos para su colocación, observando su influencia en el nivel de estabilidad
alcanzado, el cual puede deducirse del campo de deformaciones y la extensión de la zona plastificada
alrededor de la excavación.
En la simulación del proceso constructivo deben establecerse criterios para calcular de manera
realista los distintos eventos que influirán de forma determinante en el comportamiento de la obra,
por ejemplo, modelizar la excavación de forma tal que represente de manera realista el avance, es
decir, que la redistribución de estados tensionales se genere de acuerdo con el método de excavación
previsto y que se consideren adecuadamente la presencia y el momento de implementación de los
elementos de sostenimiento, que pueden ser: concreto lanzado, anclas, marcos metálicos, ensilajes
o el propio revestimiento definitivo.
Es importante mencionar que las excavaciones desarrollan fenómenos muy íntimamente rela-
cionados con la naturaleza tridimensional del problema y que esto influye de forma definitiva en la
adecuada modelización de los sistemas de soporte, estabilización y reforzamiento. Modelizar un tú-
nel de forma simplificada, en dos dimensiones por ejemplo, requiere de un tratamiento especial que
simule o tenga en cuenta de forma correcta, dichos fenómenos.
Debido a la todavía actual dificultad de realizar análisis tridimensionales, comúnmente se recurre
a métodos que constituyen simplificaciones numéricas bidimensionales. El problema fundamental
es cómo crear un estado de esfuerzos realista previo al paso del frente de excavación a través de la
sección transversal analizada. Los métodos simplificados de análisis se basan en una relajación de
esfuerzos previa a la instalación de los sistemas de sostenimiento de tal forma que en la modelización
se simule la deformación que ocurre en el medio por delante del frente y durante el tiempo en que
dichos sistemas comienzan a trabajar. Los métodos más frecuentemente utilizados son el Método
de Reducción de la Rigidez (método a) y el Método de Relajación de esfuerzos (método b, Schikora
y Fink, 1982).
La esencia de ambos métodos es la representación de la redistribución tridimensional de los
esfuerzos, en particular del efecto de arco longitudinal, mediante una serie de cálculos bidimensionales
sucesivos. El avance del túnel se caracteriza por una pronunciada redistribución de esfuerzos que
puede interpretarse como un efecto de arco en las direcciones longitudinal y transversal. Por su
parte, el arqueo longitudinal se extiende desde varios metros por delante del frente de la excavación
hasta varios metros por detrás. Dicho efecto, así como la propagación del asentamiento de la clave
a lo largo del eje del túnel, sólo puede ser analizado correctamente con un modelo tridimensional.
En la fase de proyecto es fundamental realizar un estudio paramétrico para la secuencia de
excavación y sostenimiento utilizando distintos valores del porcentaje de redistribución de esfuerzos
que se permite para cada evento constructivo.
Se considera que cuando el macizo rocoso está formado por roca dura y fracturada y la profundidad
de la sección analizada es escasa, el proceso de redistribución de esfuerzos con sus correspondientes
deformaciones hacia el interior de la excavación, se generará por completo antes de que sean
emplazados los sistemas de sostenimiento. Por lo anterior se establece la hipótesis de que el concreto
lanzado alcanzará su resistencia de trabajo después de que la excavación se encuentre en un estado
de completa estabilidad. El concreto lanzado, por lo general, servirá más que como una estructura
de soporte, como elemento estabilizador que proporcionará resistencia al corte a las zonas más
próximas al contorno del túnel y además será una gran protección contra el intemperismo de la roca.
Por su parte los marcos, en caso de colocarse, servirán de soporte ante la posible gravitación de
cuñas o bloques inestables y/o zonas de material aflojado.
Cuando se crucen zonas de falla, zonas de depósitos de suelo o zonas de roca extremadamen-
te mala, debido a la poca profundidad, los nuevos estados tenso-deformacionales inducidos por la
excavación tenderán a generarse rápidamente. Sin embargo, la debilidad del macizo implica un alto
riesgo de que se produzcan mecanismos mayores de inestabilidad. Por lo anterior, es muy impor-
tante que los sistemas de estabilización (concreto lanzado), soporte (marcos y/o enfilaje frontal) y
reforzamiento (anclas) se implementen oportunamente y que la excavación se realice con extremo
cuidado, mediante avances cortos y/o múltiples secciones de avance (fases).
Al contrario del caso anterior, se considera que cuando el macizo rocoso está formado por roca dura
y fracturada y cuando la profundidad de la sección analizada es importante, el proceso de redistribu-
ción de esfuerzos, con sus correspondientes deformaciones hacia el interior de la excavación, no se
habrá generado por completo al momento de colocar los sistemas de sostenimiento. Por lo anterior
se establece la hipótesis de que el concreto lanzado alcanzará su resistencia de trabajo antes de que
la excavación se encuentre en un estado de completa estabilidad y que las anclas y marcos metálicos
comenzarán a trabajar desde el momento de su implementación.
que la estabilización de las deformaciones hacia el interior de la excavación tome tiempos muy
considerables (posiblemente semanas o hasta meses) y esto implica que los sistemas sostenimiento
deben ser colocados de manera muy oportuna y asegurarse que trabajen lo más adecuadamente
posible. Al igual que en los casos de poca profundidad, es muy importante que la excavación se
realice con extremo cuidado, en tramos cortos y/o múltiples secciones de avance. En estos casos la
instrumentación jugará un papel fundamental en el control de la estabilidad de la obra.
c) En los casos en que haya sistemas estructurales de soporte (marcos metálicos y reves-
timiento)
Cuando se coloquen marcos metálicos, el trabajo mayor de sostenimiento podrían realizarlo éstos,
de acuerdo con el nivel de relajación que haya experimentado el macizo al momento de su colocación
y entrada en carga.
En la mayoría de los casos, con el sólo trabajo de los elementos del sostenimiento se alcanza la
total estabilidad de la excavación y, en caso de colocarse un revestimiento definitivo, éste cumplirá
con aspectos funcionales del túnel y no necesariamente de soporte.
El revestimiento definitivo sólo deberá de ser calculado para el tipo de solicitaciones relacionadas
con la presión de montaña cuando, al momento de su colocación, el proceso de relajación del macizo
no haya terminado. Para que esto suceda, por lo general, deben presentarse las siguientes situaciones
(combinadas o aisladas): las deformaciones siguen presentándose; se producen fenómenos de fluencia
lenta (creep or creeplike inward directed displacements) o de estallidos de roca (rock burst, spalling) y
rotura de algunos elementos del sostenimiento. Pero para que dichos fenómenos se presenten existe
una condición fundamental: que el terreno en la vecindad del túnel haya sobrepasado su resistencia
por motivo de la redistribución de esfuerzos.
La relajación del macizo debe analizarse a modo de estudio de sensibilidad, de acuerdo con el lla-
mado Método de Relajación de Esfuerzos que consiste en permitir un cierto nivel de redistribución de
esfuerzos y generación de deformaciones en la malla de elementos finitos previo a la colocación de
los elementos del sostenimiento. También existe el Método de Relajación de Rigideces que consiste
en ir reduciendo gradualmente el módulo de elasticidad de los elementos de la malla de análisis que
son excavados.
Los análisis ante cargas por aflojamiento del terreno parten de la hipótesis de que, cuando éstas
se generan, las deformaciones producto de la redistribución de esfuerzos han terminado por comple-
to, por lo que las consideraciones estáticas para el cálculo son muy diferentes al caso activo.
Se trata entonces, de análisis estructurales más en la esencia de cargas muertas actuando sobre
una sección apoyada e interactuando con el terreno en algunas partes.
El fenómeno del aflojamiento ocurre comúnmente cuando el macizo rocoso presenta poca de-
formabilidad y el túnel no es muy profundo, y cuando no es de esperarse que los estados defor-
macionales alcanzados por la excavación jueguen un papel significativo en la estabilidad de la obra.
Dicha estabilidad, estará regida por mecanismos potenciales preexistentes en el macizo rocoso y
que están fundamentalmente definidos por los sistemas de fracturamiento, formando bloques de
roca potencialmente inestables. El fenómeno de descompresión asociado a cada avance de la exca-
vación, tenderá a abrir los sistemas de juntas y a debilitarlos, teniendo como consecuencia directa
un rápido aflojamiento de las zonas cercanas al túnel que presenten estados de esfuerzos críticos.
Debido a que el proceso de aflojamiento puede ocurrir en tramos del túnel que no pueden
ser determinados con anticipación y es influenciado por factores incontrolables, no
parece posible una predicción al respecto (Terzaghi 1968).
En este tipo de rocas una aproximación razonable es asumir una carga en el techo del túnel que
corresponde a un volumen estimado de material aflojado. La interacción del revestimiento con la
masa de roca considera un envolvimiento parcial de la estructura en un medio elástico continuo; el
módulo de elasticidad del medio continuo corresponderá con la deformabilidad de la roca en su rama
de carga. En el cómputo se obliga a que no existan esfuerzos de tensión transmitidos en la intercara
entre la roca y el revestimiento; bajo algunas circunstancias esta consideración necesita de un proce-
so iterativo (Kovári, 1977). Para fines de tales cómputos, también deben tomarse en cuenta algunas
relaciones útiles entre factores importantes como la forma y el ancho de la sección transversal, la
rigidez del revestimiento y la deformabilidad de la roca. De este modo, un estudio paramétrico ra-
zonable puede llevarse a cabo con estimaciones pesimistas y optimistas de la carga que pueden ser
hechas considerando el procedimiento de excavación (destructivo o protectivo), la estructura de la
roca (juntas, estratificación, etc.) y el tamaño de la horadación. Algunas consideraciones similares se
pueden hacer para el módulo de elasticidad.
En obras de túnel en las que la naturaleza geológica de los materiales puede implicar una gran
variabilidad de posibles situaciones geotécnicas, es extremadamente difícil establecer, a priori, si
existe la probabilidad de que se presente una cierta combinación de factores como los anteriormente
considerados. Siendo que es factible estimar in situ la rigidez del macizo, dentro de un rango aceptable
de aproximación, resulta muy incierto predecir el tamaño de una potencial zona de aflojamiento o
las dimensiones de una posible cuña. Por lo tanto, para fines de establecer patrones de diseño, las
únicas herramientas con las que se cuenta son las correlaciones empíricas y el buen juicio que el
geotecnista o geólogo de frente demuestre durante los trabajos de seguimiento y caracterización
de las excavaciones.
No obstante lo anterior, en ocasiones se producen desprendimientos que salen totalmente del
control del seguimiento geotécnico durante de la excavación. Debido a que algunas fracturas tienen
un carácter conspicuo, es decir, que a simple vista no representan ningún peligro, sucede que por
factores tales como el intemperismo, la humedad o las vibraciones producidas por los explosivos, (o
por agentes que sencillamente no son visibles), colapsan súbitamente, generando caídos que llegan
a tener dimensiones importantes (Figura 6.16).
Este fenómeno suele presentarse en rocas con baja resistencia y alta deformabilidad tales como
filitas, esquistos, serpentinitas, argilitas, tobas, algunos tipos de flysch y algunas rocas ígneas
químicamente alteradas.
En la Figura 6.17 se muestra el resultado de una prueba triaxial (Kovári, 1998) en una probeta
de filita sometida a una presión de confinamiento lateral constante de 150 kPa. El valor máximo
correspondiente al esfuerzo axial es de solamente 1.0 MPa. La prueba se detuvo cuando la probeta
alcanzó una deformación del 8%.
También es necesario tener en cuenta que la presencia de mantos acuíferos o una presión capilar
alta favorecen la deformación y la fluencia de la roca. Este fenómeno suele observarse también
alrededor de los drenes.
En estos casos es normal que las deformaciones no se distribuyan de manera uniforme en
la sección del túnel. Por lo general las deformaciones en la parte inferior de la sección no son
significativas mientras que en la parte superior y laterales pueden aparecer corrimientos importantes.
La magnitud de las deformaciones también suele ser muy variable. Se ha observado que en zonas
con la misma litología pueden existir grandes diferencias en el comportamiento de este tipo de rocas
en distancias muy pequeñas.
6.3.4. Túneles en materiales expansivos
6.3.4.1. Fenomenología
El fenómeno de hinchamiento se presenta en formaciones de roca o suelo que contienen materiales
expansivos. De acuerdo con Anagnostou (2011) El término “hinchamiento” se refiere a la propiedad
de ciertas rocas de incrementar su volumen al absorber agua. Los mecanismos de expansividad
involucran grandes deformaciones diferidas en el tiempo que son ocasionadas por una combinación
de actividades físico-químicas complejas, por el ingreso del agua y también por cambios en los
estados de esfuerzos.
En rocas con materiales arcillosos expansivos, las heterogeneidades naturales debidas a las
fracturas de la roca, la distribución irregular de los materiales expansivos en el macizo, las condiciones
heterogéneas de flujo de agua, las condiciones de contorno (diferentes rigideces) y muchos otros
factores conducen a una distribución irregular de las presiones bajo el revestimiento. Por todos estos
motivos debe descartarse el uso de modelos simplificados de análisis y lo normal es recurrir a técnicas
numéricas las cuales ofrecen muchas más posibilidades para la consideración de los mencionados
factores.
Durante la construcción de túneles, el fenómeno de expansividad ocasiona levantamientos del
piso de muy largo plazo que, en túneles vehiculares y de ferrocarril, comúnmente rompen e inutilizan
las losas de la calzada (Figura 6.19-a). “Si uno intenta prevenir el levantamiento del piso por medio de
una contrabóveda curva (invert) se produce la llamada presión de hinchamiento Figura 6.19-b), que
puede dañar el revestimiento u ocasionar que el túnel se levante completamente (Figura 6.19-c)”
(Anagnostou, 2011).
Figura 6.19. Típicos problemas en túneles excavados en materiales expansivos: a) levantamiento del piso;
b) presión de hinchamiento; c) levantamiento de la sección. Tomado de Anagnostou, 2011.
También es común que estas presiones afecten a las partes bajas del revestimiento, produciendo
daños importantes y hasta la falla completa del mismo (Figura 6.20).
Figura 6.20. Rotura de la parte baja de un revestimiento. Tomada de Heidkamp y Katz, 2004.
A la fecha en México no se conoce ningún caso de túnel de carretera dañado por expansividad
de la roca o que haya generado este tipo de problemas durante su construcción, sin embargo, sí son
comunes las formaciones sedimentarias (margas) que contienen cantidades importantes de arcilla
expansiva y al detectarlas se recomienda ampliamente enviar muestras al laboratorio para analizar
su potencial expansivo.
En casos de túneles donde la estructura del macizo rocoso está definida por distintas familias de
discontinuidades (fracturas, estratificación, foliación), la estabilidad de la excavación puede estar
regida por la potencial formación de bloques o cuñas inestables. En el proyecto deben definirse los
mecanismos cinemáticamente admisibles de inestabilidad basados en la cartografía estructural que
se lleva a cabo durante la campaña de estudios y posteriormente durante el seguimiento de la obra.
Las discontinuidades se distinguen entre sistemáticas y singulares. Las diaclasas, planos de estra-
tificación y de esquistosidad pertenecen al primer grupo y se presentan prácticamente en todas las
rocas, con mayor incidencia en las zonas poco profundas del macizo, donde los procesos de descom-
presión, meteorización, circulación de agua y la presencia de rellenos arcillosos son más frecuentes.
Las discontinuidades más importantes desde el punto de vista de la estabilidad, son las singulares,
como las fallas. Éstas pueden acumular esfuerzos tectónicos importantes y pueden formar planos
principales de rotura cuya resistencia es muy baja. La incidencia de las fallas en la estabilidad de una
excavación depende de las características de las mismas, que pueden ser:
• Una o varias superficies de discontinuidad, planos de despegue o contactos mecánicos entre
distintos materiales.
• Una zona de espesor variable y de baja resistencia formada por materiales blandos, inestables,
plásticos o expansivos.
• Fallas caracterizadas por una zona de alta transmisividad hidráulica.
En la Figura 6.21 se muestra una importante falla presente en la bóveda de una excavación y en la
Figura 6.22 un detalle de la misma en el que puede apreciarse una banda de arcilla húmeda y plásti-
ca de unos 25 cm de espesor; por debajo de esta, una zona de roca triturada y muy alteradas y por
encima, roca más sana pero con fracturas paralelas, abiertas y oxidadas. Se trata de un escenario
típico en el que aparecen este tipo de estructuras asociadas al tectonismo regional y que localmente,
aunque el resto del macizo sea de buena calidad, pueden representar algún problema de estabilidad.
De acuerdo con Evert Hoek (1995), los pasos a seguir para tratar el problema de cuñas potencial-
mente inestables son los siguientes:
La técnica más comúnmente utilizada para la representación de las cuñas y sus modos de falla es
a través de estereogramas.
El tamaño, forma y los modos de movimiento de una cuña o bloque dependen de los siguientes
factores:
• Orientación de las discontinuidades que los forman
• Espaciamiento
• Persistencia
• Combinaciones más desfavorables
9
UNWEDGE© Rocscience Inc. 1993-2004
10
Texto basado en las notas de E. Hoek: Practical Rock Engineering; A.A. Balkema 1995, disponible en
www.rocscience.com
En cuanto a la orientación, lo más común es que, durante los levantamientos de campo y depen-
diendo del número de registros que sea posible recolectar, los datos varíen dentro de un cierto rango,
para cada una de las familias; estas variaciones se representan mediante contornos de densidad o de
porcentaje de concentración de polos en un estereograma (concentraciones de Fisher o de Schmidt).
Entonces, una familia podrá tener un rumbo que va de tantos a tantos grados y un echado de tantos
a tantos grados.
Algo parecido sucederá con el espaciamiento; normalmente se medirán distancias distintas entre
discontinuidades de la misma familia dentro de un cierto rango que puede variar en centímetros,
decímetros o metros, dependiendo de la densidad de fracturamiento. Además, es común que
entre familias existan diferencias considerables de espaciamiento: una familia puede tener un
espaciamiento promedio de 5 cm mientras que otra de varios metros.
La persistencia suele ser característica del tipo de discontinuidad de que se trate; por ejemplo, las
que se deben a la estratificación de una formación sedimentaria pueden considerarse infinitas en el
ámbito de la parte del macizo estudiada, así como las fracturas que obedecen a patrones dados por
tectónicas regionales (litoclasas); las fracturas secundarias u ocasionales pueden tener interrupcio-
nes y sus persistencias medirse en centímetros o metros; otras como los clivajes u otras fracturas
producto de pliegues en formaciones sedimentarias también suelen interrumpirse.
Si en un macizo existen más de tres familias importantes de discontinuidades resulta difícil saber
cuál o cuáles combinaciones serán las que generen mecanismos más peligrosos. Para determinar lo
anterior es necesario realizar análisis combinatorios en los que los resultados se ordenen ya sea por
factor de seguridad, tamaño de las cuñas, áreas que ocupan en sus intersecciones con el túnel o en
necesidades de sostenimiento.
Por lo que respecta a la resistencia, como se trató anteriormente, ésta viene determinada por las
propiedades de las discontinuidades y son varias las que la determinan: rugosidad, apertura, relleno,
alteración, humedad, etc. Es muy común que cada familia tenga las suyas propias y además, que
éstas varíen de acuerdo con la posición dentro del terreno y otros factores como la cercanía a zonas
de alteración, zonas de plegamientos, zonas con mayores o menores flujos de agua, etc.
Por último, en la cinemática potencial de los bloques o cuñas también intervienen los estados de
esfuerzos en el macizo rocoso y éstos estarán determinados por la profundidad, la historia tectónica
y más aún, se verán alterados como producto de la excavación.
Todo lo anterior y sus posibles combinaciones producen un número casi infinito de variables que
simplemente no es posible controlar durante un prediseño o un proyecto. Por eso, el ingeniero ha de
buscar, valiéndose también de técnicas probabilísticas y dentro de rangos razonables, los escenarios
más desfavorables o posibles para elegir los tipos de sostenimiento más adecuados. Esto conlleva
asimismo una buena dosis de experiencia y sentido común.
Durante la excavación resultará siempre mucho más fácil acotar los niveles de incertidumbre y
optimizar los diseños de los sostenimientos.
6.4.1. Generalidades
Entiéndase por cálculo tenso-deformacional todo aquel que, para su solución, deberá cumplir con
los requisitos que para ello establece la Mecánica: equilibrio de fuerzas (o esfuerzos), compatibilidad
de desplazamientos (o deformaciones) y leyes constitutivas. Además, debe estar definido por unas
ciertas condiciones de frontera (geométricas, mecánicas, hidráulicas, etc.). Por tanto, lo anterior no
incluye los métodos de equilibrio límite ni los métodos de análisis límite (teoremas de la cota superior
e inferior).
Terminado el proceso de integración geotécnica y una vez predefinidas las etapas constructivas
en lo que respecta a la geometría de las fases de avance de la excavación, los tipos de sostenimiento
y la manera en que serán colocados (Capítulo 4), se procede a construir el modelo de cálculo.
En prácticamente todos los casos el procedimiento sigue los pasos que a continuación se listan:
a) Construcción del modelo de caras (2D) o sólidos (3D): incluye topografía, estratigrafía, geome-
tría de las obras civiles (excavaciones y/o nuevos elementos)
b) Definición de condiciones de contorno: apoyos, cargas externas, niveles freáticos o condiciones
de flujo de agua, etc.
c) Discretización o “mallado”; subdivisión en elementos finitos, zonas de diferencias finitas, elemen-
tos discretos o elementos de contorno.
d) Asignación de propiedades a los distintos materiales incluidos en el modelo
e) Simulación del estado inicial de esfuerzos
f) Simulación de los procesos de excavación y sostenimiento
g) Análisis de sensibilidad
h) Verificación de las condiciones de seguridad
i) Procesamiento, análisis y discusión de los resultados
Los modelos de caras o sólidos son los que después serán discretizados por un programa llamado
“mallador”; muchos códigos de elementos finitos comerciales incluyen malladores; los malladores a
su vez contienen herramientas de mallado que permiten al usuario generar mallas de mejor calidad.
También existen los malladores independientes, que no corresponden a ningún programa en especí-
fico y que permiten generar mallas que después son exportadas a los códigos de cálculo.
Las condiciones de apoyo únicamente deben asegurar que el modelo no tenga movimientos en
sus fronteras, aunque por lo general, en los bordes verticales solo se restringen los movimientos
horizontales. Es importante que las fronteras laterales se ubiquen más allá de la zona de influencia
de la excavación en el dominio de análisis; es decir, que los desplazamientos que genere la excavación
no se vean afectados por la restricciones al movimiento impuestas en las paredes del modelo y por
ende que la zona de redistribución tampoco llegue a los bordes.
La Figura 6.25 muestra un modelo de sólidos para su discretización en elementos; la Figura 6.26
muestra un modelo de caras planas para discretización que corresponde con una sección transversal
del anterior. En ambos casos las paredes verticales se suponen apoyadas en el eje perpendicular al
plano que las define y en la base se suponen apoyos en todas direcciones.
11
Por sus siglas en inglés: BEM, Boundary Element Method; FEM, Finite Element Method; FDM, Finite
Difference Method; DEM, Distinct Element Method
La asignación de las propiedades de los materiales por lo general también se realiza desde el
propio código de análisis y corresponderá con lo expuesto en el Capítulo 4 de este Manual y con los
modelos constitutivos disponibles en el programa.
De lo expuesto hasta ahora, los incisos a) a d) corresponden con una parte de la modelización
denominada “pre-proceso” que es bastante común en todas las técnicas. A partir de que comienzan
a realizarse cálculos específicos, hay que distinguir entre unas y otras metodologías.
Los programas numéricos permiten aproximar los esfuerzos in situ a partir de algunas técnicas y
la mejor opción dependerá sobre todo de las condiciones topográficas y estratigráficas de la obra y
el terreno.
a) Método k0
Cuando el terreno en superficie es horizontal, bastará con determinar el valor del coeficiente de
esfuerzos horizontales y realizar el cálculo del estado inicial mediante la técnica conocida como
“Método k0” (k0 method).
Los programas de elementos finitos por lo general incluyen un módulo de inicialización de esfuerzos
mediante esta técnica que no requiere realizar cálculos tenso-deformacionales. Simplemente a cada
punto de integración de la malla se le asigna un valor de esfuerzo vertical igual al peso específico
del (o los) material (es) encima de éste multiplicado por la profundidad (sv= g×z), mientras que para
el esfuerzo horizontal se hace lo propio pero afectándolo por el valor de k0 (sh = k0×g×z). Una vez
asignados a todos los puntos sus correspondientes estados iniciales de esfuerzos, puede procederse
a excavar o construir elementos.
Algunos programas pueden dar resultados satisfactorios con superficies de terreno irregulares
siempre y cuando a cada punto de integración se le asignen los esfuerzos correspondientes al peso
del material entre el punto en cuestión y la superficie, medido sobre una línea vertical y no respecto
a una cota de referencia.
Nótese en la Figura 6.28 cómo los contornos de sxx son idénticos a los de syy, pero su magnitud
corresponde con un k0=0.5. No todos los programas comerciales cuentan con este tratamiento, sino
que toman una elevación de referencia para calcular los estados de esfuerzos.
El método del peso propio consiste en activar los elementos de la malla que representan al terreno
original y realizar un cálculo tenso-deformacional que convergerá cuando el programa encuentre el
equilibrio del sistema. Durante el proceso, a diferencia del método k0, se generarán desplazamientos
en los nodos y la malla terminará deformada, por lo que será necesario removerlos al final de la etapa
de cálculo.
El problema con este método es que la distribución de los esfuerzos horizontales respecto a los
verticales ya no obedecerá a un cierto k0 que defina el usuario, sino a la relación dada por la teoría de
la elasticidad:
(6.1)
donde n es el módulo de Poisson del terreno. Nótese que la teoría elástica no permite el uso de mó-
dulos de Poisson n de ≥ 0.5 por lo que la relación máxima entre esfuerzos horizontales y verticales
que puede obtenerse es de k=0.66.
c) Método de la descarga
El método de la descarga consiste en una “simulación” del proceso que generó la topografía. Para
esto ha de crearse una malla rectangular perfecta, dividida en dos partes: la inferior queda delimitada
por la topografía que pretende representarse y la superior es simplemente el complemento para
formar el rectángulo (Figura 6.29-1). En una primera etapa se calcula el estado inicial de esfuerzos
utilizando el coeficiente k0 deseado (en esta fase no se realiza ningún cálculo tenso-deformacional);
posteriormente, se remueve el complemento del rectángulo (Figura 6.29-2); entonces, los esfuerzos
iniciales se redistribuirán hasta encontrar un nuevo estado de equilibrio con su correspondiente
generación de estados deformacionales; luego, los desplazamientos generados han de removerse y
finalmente podrá iniciarse el cálculo de la obra civil en cuestión (Figura 6.29-3).
Con este método se consigue que los esfuerzos horizontales iniciales determinados (fase 2 de la
Figura 6.29) guarden una relación muy cercana a k0 (no idéntica) con los verticales, además de que
las orientaciones de los esfuerzos principales seguirán la configuración de la topografía de manera
adecuada.
Una limitación de este método es que, dependiendo de las propiedades resistentes de los
materiales, pueden generarse estados de rotura durante el proceso de redistribución de la etapa 2,
especialmente en zonas de esquinas o donde el terreno real sea especialmente débil. Una forma de
paliar este efecto es realizar la descarga en múltiples etapas e ir removiendo desplazamientos.
Sin embargo, casi todos los túneles seguirán una secuencia constructiva en la que, por un lado se
excava y por el otro se sostiene (el orden puede ser indistinto); exacavación y sostenimiento siempre
irán de la mano, de forma que, en la modelización del proceso, debe procurarse un buen apego a
la realidad; la distinción principal entre una u otra manera de realizar los cálculos será el carácter
bidimensional o tridimensional de los modelos.
(6.2)
El valor del coeficiente b puede ser asignado “de acuerdo a la experiencia” del proyectista aunque
existen varias publicaciones que han tratado este tema (Schikora y Fink, 1982; Kielbasa y Duddeck,
1991; Peli et al. 1991; Baudendistel 1985). Sin embargo los resultados que se presentan en la lite-
ratura son más bien de carácter cualitativo, debido a que los factores de reducción dependen de un
gran número de factores difíciles de correlacionar como los parámetros de los materiales, la rigidez
del soporte, la longitud de los avances, la longitud de túnel sin soportar, el claro y la geometría de la
excavación. Más aún, las publicaciones tratan básicamente la excavación de túneles a sección com-
pleta, mientras que la excavación por etapas es una práctica común.
El método de relajación de rigideces simula el avance del túnel reemplazando, en etapas sucesivas,
el material excavado en una malla de elementos finitos (o diferencias finitas), por uno menos rígido
permitiendo que los esfuerzos en éste entren en equilibrio con los esfuerzos de la roca o suelo
circundante.
Inicialmente la parte excavada del túnel y el material que lo rodea están en equilibrio y tienen
las mismas propiedades; la secuencia comienza reemplazando la zona del túnel por otra con igual
resistencia pero menor rigidez, a la que se le impone una condición inicial de cero esfuerzos; se corre
el programa y las convergencias que se generan ponen en carga al nuevo material; este proceso se
repite varias veces y en cada una se va colocando un material más y más flexible, hasta llegar a una
rigidez igual a cero, lo cual representaría el túnel totalmente excavado (Figura 6.31). También es
posible reducir la rigidez del túnel hasta un cierto valor que represente el porcentaje de relajación
deseado y posteriormente colocar el sostenimiento o el revestimiento.
Figura 6.32. Sondeo realizado en el tramo correspondiente a los análisis del ejemplo.
Un túnel de carretera de gran sección (4 carriles) emplazado en una pequeña loma. La litología se define
como gneiss de moscovita; el macizo rocoso se encuentra sumamente fracturado e intemperizado.
Se determinaron 6 familias de discontinuidades: tres principales y tres secundarias; las fracturas son
onduladas a ligeramente planas y algo rugosas; muestran en algunos casos aberturas que varían de
1 a 4 mm con relleno de material areno-limoso, color pardo oscuro y en ocasiones sin relleno; las
superficies pueden presentar una película de óxidos de fierro de hasta 2 milímetros de espesor. En la
Figura 6.32 se muestra una fotografía de un barreno realizado en la zona del túnel que corresponde
con el caso estudiado en este ejemplo.
A partir de las muestras que fue posible obtener de los sondeos se realizaron ensayos a compresión
simple y se obtuvo una caracterización, de acuerdo con la clasificación de Deere y Miller (1966) de
CM (resistencia media, relación de deformabilidad media) y R4 (Dura), de acuerdo con la clasificación
ISRM (1981).
En la Figura 6.33 se muestran algunas de las probetas ensayadas y en la Figura 6.34 los resultados
estadísticos del estudio de resistencia a la compresión simple de la roca matriz.
Las tres unidades corresponden con el paquete litológico formado por el gneiss de moscovita y su
orden va de peor a mejor calidad.
La Unidad 2 corresponde con las condiciones intermedias, aunque sigue siendo un macizo de mala
calidad; la roca se encuentra muy fracturada, alterada y descomprimida; está afectada, en general,
por las mismas 6 familias de discontinuidades que interesan a todo el macizo rocoso; se estima que
el comportamiento mecánico de esta unidad estará regido por condiciones de roca mala a muy mala
a mala, muy fracturada con la eventual formación de cuñas y bloques potencialmente inestables,
aunque de tamaño menor debido a la intensidad del fracturamiento; la deformabilidad puede ser
relativamente alta; esta unidad geotécnica afecta la mayor parte del trazo del túnel, especialmente
la zona central.
La Unidad 3 coincide con las mejores condiciones que se registraron en el estudio (aunque no
llegan a ser buenas) y está afectada por las mismas familias; se estima que su comportamiento
mecánico estará regido por la formación de cuñas y bloques potencialmente inestables y por una
respuesta deformacional menor a la de las unidades anteriores.
A partir de las técnicas y correlaciones presentadas en el Capítulo 4 de este Manual y con fines de
realizar estudios de sensibilidad, se establecieron los índices de calidad para prediseño y se estimaron
los parámetros para cálculo, así como los rangos de posible variación de algunos de ellos. En la Tabla
6.2 se presentan dichos índices y parámetros.
Nótese que los valores de calidad y los grados de fracturamiento del macizo rocoso, en el caso
de las unidades 1 y 2, son suficientemente bajos como para considerar válida la aproximación
de pseudocontinuo o continuo equivalente en los análisis tensodeformacionales. La Unidad 3
estaría en el límite y, si se analiza por separado, sería más conveniente representarla a través de
modelos discretos o calcular la estabilidad del túnel a partir de técnicas basadas en mecanismos
estructuralmente controlados. En la Figura 6.35 se muestra la posición de los rangos de calidad GSI
de las tres unidades definidas en la tabla de Hoek (1995).
Figura 6.35. Tabla de GSI (Hoek, 1995) que incluye los rangos de calidad para las unidades 1, 2 y 3.
El procedimiento consiste en la excavación de la media sección superior en dos fases con tres
frentes: 2 secciones laterales (F1-izquierda, F1-derecha) y posteriormente el pilar central (F2). Las
galerías laterales avanzan por delante, con pases no mayores a 3.0 m y un desfase entre ellas no
mayor a 1.5 m; después de cada avance se debe amacizar la roca e inmediatamente después colocar
una capa de concreto lanzado reforzado con fibras de 5 cm de espesor de f’c =300 kg/cm2. Poste-
riormente se retira el pilar central en tramos de 1 metro amacizando la roca en el avance y colocan-
do de 5 cm de concreto lanzado con fibras de acero de f’c =300 kg/cm2 en la superficie expuesta
de la bóveda; las rastras de los marcos metálicos se colocan hasta un par de metros por dentro de
las galerías laterales; fijación de las rastras y colocación de los segmentos de los marcos metálicos
con una separación de 1.0 m; colocación y ajuste de tubos separadores y tensores de varilla entre
marcos. Una vez sujetos los marcos se colocan 15 cm de concreto lanzado reforzado con fibras de
acero f’c =300 kg/cm2 en toda la bóveda cubriendo parte del marco. Finalmente, se coloca un relleno
de concreto lanzado sin fibras de 10 cm de espesor f’c =200 kg/cm2 cubriendo completamente los
marcos metálicos y el espacio entre ellos. Se especifica no proceder a realizar el siguiente avance de
las galerías laterales hasta no haber fijado el último marco.
El banqueo se realiza en dos frentes retirando, primero la zona central hasta 20 m atrás de la
excavación de la media sección superior (o, si así conviene al contratista, una vez que la media sec-
ción superior haya concluido), y posteriormente las laterales. La excavación de los núcleos laterales
izquierdo y derecho, se efectúa de manera alternada, en tramos no mayores a 3.0 metros, lanzando
en cada fase una capa de concreto de 5 cm de espesor reforzado con fibras de acero f’c =300 kg/
cm2 en la zona expuesta de las paredes del banqueo; después del lanzado de la primera capa, se
colocan y fijan las patas a los marcos, así como tubos separadores y tensores de varilla entre seg-
mentos de marco; posteriormente se lanzan, por capas, 15 cm de concreto reforzado con fibras de
acero f’c =300 kg/cm2 en las paredes del banqueo, cubriendo parcialmente los marcos; por último
se coloca un relleno de concreto lanzado f’c =200 kg/cm2 sin fibras de 10 cm de espesor cubriendo
completamente los marcos metálicos y el espacio entre ellos. La Figura 6.36 muestra un esquema
del procedimiento.
Para modelizar los diferentes sistemas de soporte, estabilización y reforzamiento del túnel me-
diante el método de elementos finitos fueron utilizados elementos especiales adecuados para cada
caso, así como una serie de hipótesis y criterios para la adecuada simulación de propiedades como
la rigidez y la resistencia. En el Capítulo 9 de este Manual se presenta una detallada descripción de
estos elementos y criterios.
d = 252 mm
b = 203 mm
A = 74.2 cm2
Ix = 8,699 cm4
Sx = 690 cm3
Zx = 767 cm3
w = 58.2 kg/m
Figura 6.37. Sección resistente de los marcos metálicos IR estándar de 254 × 58.2 kg/m.
El concreto lanzado en el modelo se simula mediante elementos sólidos de medio continuo con
propiedades elastoplásticas de acuerdo con la edad que se les asigna en cada etapa de cálculo. Los
marcos metálicos están representados mediante elementos tipo viga, elastoplásticos, con propieda-
des de rigidez y resistencia propias del perfil estructural especificado en el proyecto.
En la Tabla 6.3 se muestran los parámetros de rigidez y resistencia asignados a los elementos
estructurales que simulan los marcos metálicos.
En una primera etapa de sensibilización se crea una curva característica de lo que sería la excavación
a sección completa, utilizando los parámetros mínimos estimados en la caracterización geotécnica.
Esto con el fin de estudiar la respuesta del terreno y la excavación ante el escenario más pesimista
posible.
Una vez generado el estado inicial de esfuerzos, se excava la totalidad del túnel y se realiza un cál-
culo de relajación en, por ejemplo, 10 pasos de Dl=0.10 (Método de relajación de rigideces); en cada
paso de carga se miden las fuerzas de excavación y se construye un gráfico de las fuerzas aplicadas
en el contorno del túnel vs los desplazamientos generados durante la relajación.
Si el terreno es de muy mala calidad o si las dimensiones del túnel son importantes, lo más proba-
ble es que se produzca un colapso antes de terminar el cálculo de la relajación. O si el modelo llega a
mantenerse estable, puede ser que las deformaciones sean excesivas o que el nivel de seguridad al
final sea muy precario.
En la Figura 6.39 se muestra el colapso del modelo que en este caso sucedió al 57% de la relajación
(l=0.57).
Considerando un perfil IR 254×58.2, cuya área transversal es As=74.2 cm2, embebido en una masa
de 30 cm de espesor de concreto lanzado, se obtiene una relación de áreas de:
Luego, considerando un módulo de elasticidad del acero de 2.1×108 (kPa) y calculando el módulo
de elasticidad del concreto con la siguiente fórmula:
(6.3)
Dicho módulo puede multiplicarse por el área y el momento de inercia de una sección rectangular
de 30 cm para obtener las rigideces axial y a flexión del elemento estructural de sostenimiento
(elemento tipo viga).
En la Figura 6.40 se muestran los contornos de igual magnitud de desplazamiento total al final del
proceso de relajamiento y con la presencia de la estructura de sostenimiento.
Figura 6.40. Contornos de igual magnitud de desplazamiento total al final del proceso de relajamiento.
En la Figura 6.41 se muestran las curvas características obtenidas en esta fase preliminar de
análisis. Las curvas características se generan a partir del promedio de los desplazamientos
acumulados en varios puntos del contorno excavado y midiendo las fuerzas de excavación que el
programa aplica sobre este, normalizándolas respecto a las correspondientes al estado inicial de
esfuerzos (Figura 6.30).
La línea punteada negra representa la manera en que se deforma el túnel a medida que va
incrementándose el nivel de relajación (valores entre paréntesis); nótese que para un valor de l=0.57
el modelo colapsa habiendo alcanzado desplazamientos promedio de casi 5 mm.
La línea de color rojo representa la respuesta elástica del modelo, es decir, la forma en que evolu-
cionan los desplazamientos conforme se relaja el terreno, pero sin considerar la resistencia de este.
Su presencia en la gráfica es únicamente una referencia.
La curva de color azul es la curva característica con sostenimiento. Esta se despega de la curva
sin sostenimiento en un valor del 20% de la relajación, que corresponde al momento en que es
colocada la estructura y finalmente se detiene en un valor de desplazamientos de unos 3 mm para un
100% de la relajación aplicada, con un 28% de la fuerza actuante normalizada; es decir, la estructura
proporciona la respuesta fuerza-desplazamiento necesaria para el equilibrio y contribuya a disminuir
el nivel de deformación del túnel.
La curva ascendente de color negro representa el trabajo de la estructura; a medida que absorbe
carga, su deformación acompaña a la del terreno y en el momento en que se cruzan ambas curvas
(la de la estructura y la característica del terreno) se establece el equilibrio. El máximo de esta curva
(P/P0)ult representa la totalidad de la fuerza de sostenimiento que aporta la estructura.
aún si dicho momento es el adecuado o si corresponde con la realidad de una excavación como la del
ejemplo. Además, aún es necesario revisar la capacidad estructural del esquema de sostenimiento
ante las solicitaciones impresas por la deformación del túnel.
Nótese que para mantener el equilibrio, fue necesario introducir el sostenimiento desde la etapa
en que se tenía tan solo un 20% de redistribución. Un túnel de aproximadamente 220 m2, excavado
en un material de tan mala calidad y con una cobertura escasísima, difícilmente se habrá relajado
sólo un 20% al tener el avance terminado y poder introducir los elementos de sostenimiento. De esta
manera se justifica inmediatamente la necesidad de dividir la excavación en fases, al menos media
sección superior y banqueo.
Repitiendo el ejercicio anterior pero excavando únicamente la media sección superior del túnel se
obtienen las curvas características de la Figura 6.42.
Como puede observarse en la Figura 6.42, excavando únicamente la media sección superior del
túnel es posible retrasar la puesta de los elementos estructurales hasta el 50% de la relajación total
del macizo, lo cual, por un lado es más realista para el tipo de excavación analizado y por el otro, hace
que la demanda estructural sea menor.
Por lo anterior se propone excavar la media sección superior en 3 frentes, tal y como lo indica el
procedimiento de la Figura 6.36.
8) Colocación de los marcos metálicos de la media sección superior y colocación de las 3 capas
siguientes de concreto lanzado embebiendo al marco, con edad de 1 día y aumento de 1 día en
la edad de las capas colocadas previamente; etapa llevada hasta un nivel de relajación (1- b=
0.54)×setapa.
9) Aumento de 6 días en la edad de todas las capas de concreto lanzado; etapa llevada hasta un
nivel de relajación (1- b = 0.70)×setapa.
10) Aumento de 7 días en la edad de todas las capas de concreto lanzado; etapa llevada hasta un
nivel de relajación (1- b= 0.80)×setapa.
11) Asignación de una edad de 28 días a todas las capas de concreto lanzado; etapa llevada hasta
un nivel de relajación (1- b = 0.90)×setapa.
12) Aplicación del remanente de carga (1- b = 1.0)×setapa
13) Excavación del banqueo central hasta un nivel de relajación (1- b= 0.30)×setapa.
14) Excavación del hastial izquierdo hasta un nivel de relajación (1- b=0.35)×setapa.
15) Colocación de las 4 capas de concreto lanzado de edad 1 día y la pata del marco, correspon-
diente al avance lateral izquierdo hasta un nivel de relajación (1- b=0.40)×setapa.
16) Excavación del hastial derecho hasta un nivel de relajación (1- b=0.45)×setapa, cambio de las
propiedades del concreto lanzado a la resistencia y rigidez de 3 días en el avance izquierdo.
17) Colocación de las 4 capas de concreto lanzado de edad 1 día y la pata del marco, correspon-
diente al avance lateral derecho hasta un nivel de relajación (1- b=0.50)×setapa.
18) Aumento de 7 días en la edad de todas las capas de concreto lanzado del banqueo; etapa lle-
vada hasta un nivel de relajación (1- b= 0.70)×setapa.
19) Aumento de 7 días en la edad de todas las capas de concreto lanzado del banqueo; etapa lle-
vada hasta un nivel de relajación (1- b= 0.80)×setapa.
20) Asignación de una edad de 28 días a todas las capas de concreto lanzado del banqueo; etapa
llevada hasta un nivel de relajación (1- b= 0.90)×setapa.
21) Aplicación del remanente de carga (1- b= 1.0)×setapa
En la Figura 6.44 se muestran algunas de las etapas de cálculo.
c) Análisis de sensibilidad
Los análisis de sensibilidad más comunes que se realizan para establecer espectros de posible
comportamiento de las excavaciones y los sostenimientos son:
• Parámetros físicos
• Parámetros mecánicos
• Profundidad de la excavación
• Coeficiente de esfuerzos horizontales, k0
• Factores de relajamiento
• En su caso, posición del nivel freático
• En su caso, condiciones de flujo hacia la excavación
• En su caso, condiciones de consolidación
Como se ha dicho en reiteradas ocasiones a lo largo de este Manual, las incertidumbres geotécni-
cas juegan un papel muy importante en el análisis y diseño de los túneles. En cuanto a los parámetros
físicos y mecánicos, así como el del coeficiente k0, durante la integración geotécnica se establecen
los rangos de su posible variación y en los análisis numéricos resulta sencillo hacerlos variar, llevando
a cabo varios conjuntos de cálculos y comparando sus resultados.
Respecto a los factores de relajación, posiblemente se trata del aspecto más incierto de los cálculos
bidimensionales; la fórmula de Panet [Ecuación (6.2)] no contempla aspectos importantísimos
que son determinantes en el comportamiento de túneles de carretera excavados en roca y, en la
fase de prediseño, cuando no se cuenta con el apoyo de un modelo tridimensional, tal vez, lo único
recomendable es hacer corridas con distintos valores (dentro de lo razonable) y estudiar la respuesta
del modelo.
En la etapa de construcción, si se lleva a cabo un seguimiento adecuado del comportamiento de
las obras, a través de una instrumentación de buena calidad, resulta relativamente sencillo calibrar
los modelos a la respuesta medida y de esta manera disminuir de forma muy importante los niveles
de incertidumbre.
En el caso del nivel freático, si se cuenta con datos piezométricos medidos durante un periodo
de tiempo importante, que al menos abarque una o dos temporadas de lluvias y secas, sería el caso
ideal. Pero en proyectos convencionales de túneles de carreteras esto rara vez sucede. Entonces, si
se tiene algún registro confiable obtenido durante la perforación de los sondeos, o si hay evidencias
de niveles freáticos y se estima que éstos van a ser determinantes en el comportamiento de la
excavación, puede incluirse un análisis de sensibilidad para distintas posiciones.
En cuanto al flujo, este parte de la posición que tenga el nivel freático y por lo tanto en un estudio
de filtraciones hacia el túnel aplica también la sensibilización respecto a las condiciones iniciales.
Adicionalmente el flujo suele estudiarse a partir de la permeabilidad (isótropa y/o anisótropa) que se
estime para las distintas unidades que conforman al terreno y por lo tanto, los valores asignados a
este parámetro son susceptibles de ser analizados con técnicas de sensibilidad.
Cuando existan unidades compuestas por suelos finos que tengan tendencia a comportarse de
manera no drenada durante los procesos de excavación, deberán simularse mediante leyes constitu-
tivas que contemplen este tipo de fenómenos. Además, casi por lo general, en este tipo de caso, es
necesario simular procesos de consolidación en los que se disipen al máximo posible los excesos de
presión de poro generados por la obra. En estos casos, la sensibilidad respecto a la permeabilidad de
los materiales también es fundamental.
d) Presentación de resultados
Los resultados más importantes que deberán presentarse en la memoria de cálculos de un túnel
convencional de carretera son los desplazamientos, los estados de esfuerzos en rotura o próximos a
esta y las deformaciones de corte cuando éstas pueden ilustrar mecanismos potenciales de rotura.
Desplazamientos: Además de su típica representación mediante contornos de igual magnitud, para
que los resultados de obtenidos sean útiles, es necesario asociarlos con factores que sean impor-
tantes en su generación, tanto cualitativa como cuantitativamente. Por ejemplo, pueden construirse
gráficos que muestren:
• La influencia de determinados parámetros (o de los índices de calidad geotécnica) en la magnitud
de los desplazamientos
• La influencia del coeficiente de esfuerzos horizontales k0
• La influencia de la profundidad
• La influencia de la rigidez y resistencia del sostenimiento
• La influencia de los factores de relajación
• La influencia de la posición del nivel freático y de los pesos específicos saturados y secos
• Cuando hay flujo, la influencia de la permeabilidad
• Etc.
La Figura 6.45 muestra cómo varía la magnitud de los desplazamientos totales al final de
la excavación en función de los índices de calidad GSI y para los dos extremos del coeficiente
k0 estimados. En esta serie de cálculos, los parámetros mecánicos corresponden con los rangos
establecidos de calidad geotécnica mismos que se presentan en la Tabla 6.2.
Figura 6.45. Variación de los desplazamientos máximos en el contorno del túnel en función
de la calidad GSI de Hoek (1995) para los dos extremos del coeficiente k0 estimados.
Prácticamente todos los túneles de carretera deben instrumentarse; conocer la respuesta del
terreno ante los procesos de excavación y sostenimiento, además de contribuir a la seguridad,
permite optimizar los diseños durante la construcción.
Actualmente resulta muy sencillo procesar los resultados de los programas de cómputo de tal
forma que se asemejen a los datos que se obtienen mediante distintas técnicas de instrumentación.
De esta forma, el monitoreo de la obra puede compararse con el comportamiento del modelo y así,
ir ajustando los cálculos a la realidad observada conforme avanza el túnel.
Convergencias: Las convergencias siempre se medirán por detrás del frente, una vez que el macizo
haya desarrollado parte de su relajación, por lo que las deformaciones que pueden medirse no son
las totales, sino el remanente antes de la estabilización de la excavación. Para que los resultados
del cómputo sean útiles para compararlos con los medidos, pueden colocarse puntos de control
de desplazamientos en los mismos sitios donde se piensa colocarlos en la obra. Dependiendo si las
convergencias se medirán mediante cables extensométricos o mediante técnicas topográficas, los
resultados pueden graficarse en congruencia con estas. En la Figura 6.46 se muestran los puntos
colocados en la malla de elementos finitos para la obtención de resultados de desplazamientos.
El procesamiento de los resultados se lleva a cabo de tal forma que éstos representen alargamientos
y/o acortamientos de los cables, tal y como se obtienen en la realidad con la técnica extensométrica.
Figura 6.47. Gráfica de convergencias de la media sección superior para todo el proceso de cálculo.
La Figura 6.48 muestra las convergencias calculadas a partir del “inicio de la instrumentación”
(cero relativo) y su comportamiento durante todo el proceso de cálculo de la media sección superior.
Finalmente, la Figura 6.49 muestra las convergencias desde el cero relativo para todo el proceso
de cálculo incluyendo la línea D-E colocada en el banqueo.
La Figura 6.51 muestra los resultados obtenidos de los puntos extensométricos colocados en el
modelo para todo el proceso constructivo del túnel.
Los casos en los que se colocan inclinómetros cercanos a los túneles son similares a los de los
extensómetros, con la ventaja de que pueden llevarse a mucha más profundidad; son especialmente
útiles cuando el túnel se ubica cercano a una ladera tal que la excavación pudiera conducir a un
colapso de esta. Mediante cálculos rigurosos y un buen tratamiento de los resultados, pueden
establecerse niveles de alerta y umbrales de alarma.
La Figura 6.52 muestra un ejemplo de resultados de los inclinómetros modelizados para las obras
de rescate del túnel Xicotepec II, en la Autopista México-Tuxpan y los resultados medidos. Se trata
de un túnel que colapsó llevándose consigo una parte muy importante de la ladera en la que se aloja;
las obras de reconstrucción requirieron de medidas de seguridad extraordinarias.
Niveles de esfuerzos: En muchas ocasiones los niveles de esfuerzos en el entorno del túnel son
determinantes para su estabilidad; la manera de representar las zonas que se encuentran en estado
de rotura es a través de “puntos plásticos”. Varios programas comerciales colocan símbolos sobre los
puntos de integración de los elementos finitos para indicar que dicha región se encuentra en estado
de plastificación o rotura (Figura 6.53). A medida que haya más puntos plásticos en la vecindad del
túnel, mayor será la probabilidad de que se produzca una falla (local o generalizada).
Figura 6.53. Puntos plásticos generados en el entorno del túnel para la segunda etapa del banqueo.
Otra forma de representar los niveles de esfuerzos es a través de contornos de “factor de esfuerzos”;
el programa mide la “distancia” (en el espacio de los esfuerzos, donde se define el criterio de rotura)
que existe entre el estado de esfuerzos actuando en un determinado punto y la envolvente de rotura
del criterio de resistencia del material al que pertenece dicho punto. Esa “distancia” representa el
“esfuerzo disponible” o el “esfuerzo relativo” y se cuantifica como factor, con valores que van del 0
al 1, donde 0 representa un elemento muy lejos de la rotura y 1, un elemento en estado de rotura.
Figura 6.56. Esfuerzos principales actuando en un tramo del sostenimiento de concreto lanzado.
Elementos mecánicos: Los programas comerciales cuentan con herramientas útiles para represen-
tar las fuerzas que desarrollan algunas estructuras como revestimientos, marcos metálicos, pilotes,
etc. Los resultados pueden graficarse a modo de elementos mecánicos (fuerzas axiales, fuerzas
cortantes y momentos flexionantes). A este respecto, en el Capítulo 9 de este manual se incluye una
amplia descripción.
12
En el Capítulo 9 de este Manual se describen ampliamente los elementos estructurales de uso común en
programas numéricos.
Figura 6.57. Vista de la malla de análisis por el lado del Portal Punta Diamante.
En la Figura 6.59 se muestra un detalle de la geometría de la malla (sección por el eje del túnel)
y los elementos estructurales (marcos metálicos y paraguas de micropilotes y concreto lanzado).
Figura 6.59. Vista desde uno de los portales donde se aprecian los marcos metálicos, los paraguas de
micropilotes, el concreto lanzado y la geometría de la malla.
Una vez generada la malla se procedió a definir el estado inicial de esfuerzos. Para esto se dejó
que el código de diferencias finitas llegara a un estado de equilibrio inicial (método del peso propio),
una vez definida e impuesta la configuración de la superficie topográfica y un rango de valores del
coeficiente de empuje lateral estimados entre 0.66 y 1.35, aproximación válida para este tipo de
formaciones.
A continuación se presentan algunos resultados de los análisis. En la Figura 6.60 se muestran los
contornos de igual magnitud de desplazamiento total en el contorno de la excavación para el túnel
terminado y para los casos de coeficiente de esfuerzo lateral k0 = 0.66 y k0=1.35. De la Figura 6.61 a
la Figura 6.64 se aprecian los contornos de igual magnitud de desplazamientos en el terreno para la
componente vertical (z) y para la componente horizontal ( x), con vista desde el portal de salida. Los
resultados que se presentan corresponden con la combinación de parámetros mínimos de las tres
unidades y para los casos de coeficiente de esfuerzo lateral k0=0.66 y k0=1.35.
Figura 6.60. Contornos de igual magnitud de desplazamiento al final de la excavación para los casos de
coeficiente de esfuerzo lateral k =0.66 y k =1.35.
0 0
Nótese en las siguientes figuras cómo los desplazamientos más grandes se generan en la zona del
portal de salida, donde los verticales corresponden con el terreno en el talud frontal y por encima de
la clave del túnel, mientras que los horizontales máximos se concentran en los taludes laterales. Por
su parte, los verticales máximos se presentan para el caso de k0=0.66 con valores de hasta 14 mm,
contra 11 mm del caso k0=1.35. Y en cuanto a los horizontales, para un k0=1.35 se alcanzan valores
de hasta 15 mm contra 8 mm del caso k0=0.66.
Figura 6.61. Contornos de igual magnitud de desplazamiento vertical para el caso de coeficiente de
esfuerzo lateral k0=0.66 y parámetros geotécnicos mínimos. Vista desde el portal de salida.
Figura 6.62. Contornos de igual magnitud de desplazamiento vertical para el caso de coeficiente de
esfuerzo lateral k0=1.35 y parámetros geotécnicos mínimos. Vista desde el portal de salida.
Figura 6.63. Contornos de igual magnitud de desplazamiento horizontal Ux para el caso de coeficiente de
esfuerzo lateral k0=0.66 y parámetros geotécnicos mínimos. Vista desde el portal de salida.
Figura 6.64. Contornos de igual magnitud de desplazamiento horizontal Ux para el caso de coeficiente
de esfuerzo lateral k0 =1.35 y parámetros geotécnicos mínimos. Vista desde el portal de salida.
En las siguientes figuras se muestran los desplazamientos en distintos puntos de control sobre
una sección transversal situada a 14 m del portal de entrada (que corresponde con el modelo de
elementos finitos bidimensional del inciso anterior) para todo el curso de la excavación, tanto de
la media sección superior como del banqueo. Estas gráficas permiten observar el comportamiento
deformacional del modelo del túnel con respecto a la distancia al frente de los distintos puntos. En
las gráficas puede verse cómo a medida en que el frente se va alejando, los desplazamientos van
atenuándose hasta que prácticamente cesa la convergencia a los 62 m de distancia. Posteriormente
se inicia el banqueo y los movimientos vuelven a activarse, primero con un ligero levantamiento,
producto de la relajación que produce la excavación de la parte inferior del tajo de acceso y luego,
cuando los frentes F4, F5 y F6 cruzan la sección de control vuelven a generarse convergencias, que
finalmente se atenúan al alejarse el frente del banqueo (Figura 6.67 y Figura 6.68).
Figura 6.65. Evolución de los desplazamientos en tres puntos de control (A, B y C) en la sección de
control con respecto a la distancia al frente, para la excavación de la media sección superior y el
banqueo. Caso de coeficiente de esfuerzo lateral k0 =0.66
A partir de estas figuras puede apreciarse también que los desplazamientos evolucionan de
manera distinta como consecuencia de la utilización de los coeficientes de esfuerzo lateral k0 = 0.66
y k0=1.35, aunque los órdenes de magnitud y los tiempos de estabilización son iguales.
Figura 6.66. Evolución de los desplazamientos en tres puntos de control (A, B y C) en la sección de
control con respecto a la distancia al frente, para la excavación de la media sección superior y el
banqueo. Caso de coeficiente de esfuerzo lateral k0 =1.35
Figura 6.67. Evolución de los desplazamientos en tres puntos de control (D, E y F) en la sección de control
con respecto a la distancia al frente, para la excavación de la media sección superior y el banqueo. Caso
de coeficiente de esfuerzo lateral k0 =0.66
Figura 6.68. Evolución de los desplazamientos en tres puntos de control (D, E y F) en la sección de control
con respecto a la distancia al frente, para la excavación de la media sección superior y el banqueo. Caso
de coeficiente de esfuerzo lateral k0 =1.35.
El monitoreo de los puntos de control presentado en las gráficas anteriores, entre otras cosas sirve
para determinar los porcentajes de relajación del macizo en el entorno de la excavación, a medida
que avanzan los distintos frentes. Puede observarse cómo los desplazamientos en cada punto de
medición empiezan antes de que el respectivo frente pase por la sección de control; que cuando se
produce el paso del frente se registra un salto importante en los desplazamientos y que estos van
atenuándose a medida en que el frente se aleja. Si se toma el valor de los desplazamientos, cuando
éstos ya presentan una estabilización completa, como el 100% de la relajación, entonces puede
establecerse el cociente entre el desplazamiento en cualquier punto anterior y el valor final adquirido
(desplazamiento total al 100% de la relajación), como el porcentaje de relajamiento relativo en ese
instante determinado.
De esta forma es posible establecer los valores de relajación y aplicarlos los análisis bidimensio-
nales. En la Figura 6.69 se muestran los avances de los tres frentes de excavación (F-1, F-2 y F-3) así
como las edades del concreto lanzado y, con distintos colores, su respectivo módulo de elasticidad
Ec (N/m2). En la columna de la derecha se indica el porcentaje de relajación del macizo rocoso para
distintas posiciones del modelo.
Figura 6.69. Avances de los tres frentes, edades del concreto lanzado con su respectivo módulo
de elasticidad E y porcentajes de relajación en distintas secciones del modelo.
c
R E F E R E N C I A S13
1 Anagnostou, G. (2011), “Tunnelling in anhydritic swelling rocks”. Jornada Técnica: Túneles en
terrenos salinos y expansivos. Aula Paymacotas, Ingeniería de Túneles, Alonso, E. y Arroyo, M. Eds.
Universidad Politécnica de Cataluña.
2 Barton, N (1996) “Investigation, Design and Support of Major Road Tunnels using NMT Principles”
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3 Barton, N. (1995). “The influence of joint properties in modelling jointed rock masses”. Keynote
Lecture, 8th ISRM Congress, Tokyo, 3: 1023-1032, Balkema, Rotterdam.
4 Baudendistel, M. (1985). “Significance of the Unsupported Span in Tunneling”, Tunneling ‘85,
session 4, pp. 103-108.
5 Cundall P.A, (1971) “A computer model for simulating progressive large scale movements in blocky
rock systems” Proc. Symp. Int. Socitey Rock Mechanis. Nancy, Francia, vol. 1 artículo II-8.
6 Deere, D. U. and Miller, R. P. (1966). “Engineering Classification and Index Properties for Intact
Rocks”. Tech Rep Air Force Weapons Lab, New Mexico, no AFNL-TR, 65–116.
7 Hoek, E. (1995). “Practical Rock Engineering”. A.A. Balkema.
8 Heidkamp H, Katz C (2004)“The swelling phenomenon of soils – Proposal of an efficient continuum
modelling approach”, Proc. ISRM Regional Symposium EUROCK & 53rd Geomechanics Colloquium,
Verlag Glückauf, pp.743-748.
9 Hoek E. (1983) “Strength of Jointed Rock masses” 23rd Rankine Lecture. Geotechnique 33 (3) pp
187-223.
10 Hoek E. (2007) “Practical Rock Engineering- Rock Mass
Properties”http://www.rocscience.com/education/hoeks_corner.
11 Hoek, E., Carranza-Torres, C., y Corkum, B. (2002), “Hoek-Brown Failure Criterion – 2002 Edition”,
In Proc. North American Rock Mechanics Society Meeting-TAC 2002: Mining and Tunnelling
Innovation and oportunity, Hammah, R. et al., eds., Toronto Canada, Vol. 1,pp. 267-273.
12 Itasca Consulting Group (2010). Manual del programa UDEC versión 4.2.
13 Itasca Consulting Group (2013) Manual del programa 3DEC versión 5.0.
14 Kaiser, P.K., Diederichs, M.S., Martin, C.D., Sharp, J. y Steiner, W. (2000). “Underground works in
hard rock tunnelling and mining”, in Proceedings, GeoEng2000 (Melbourne, Australia), pp. 841-
926.
15 Kielbassa S, Duddeck H. (1991). Stress-strain fields at the tunneling face Three-dimensional
analysis for two-dimensional technical approach. Rock Mech Rock Engng 1991;24(3):115–32.
16 Kovári K. “Tunnelling in Squeezing Rock” – Tunnel 5/98; Zurich.
17 Kovári, K. (1977): “The elasto-plastic analysis in the design practice of underground openings”. In
“Finite elements in geomechanics”, 377-412, Wiley London.
18 Lorig L. y Varona P. (2013) “Guidelines for Numerical Modelling of Rock Support for Mines” 7th
International Symposium on Ground Support in Mining and Underground Construction. AGC,
Perth Australia.
19 Martin, C.D., Kaiser, P.K. y Christiansson, R. (2003). “Stress, instability and design of under-ground
excavation”, Int. J. Rock Mech. Min. Sci. 40, 1027-1047.
20 PANET, M (1995). “Le calcul des tunnels par la méthode convergence-confinement”. Presses des
Ponts et Chaussées. Paris.
21 Pelli, F., Kaiser, P.K. & Morgenstern, N.R. (1991). “Influence of near face behaviour on monitoring
of deep tunnels”. Canadian Geotechnical Journal, 28(2): 226-238.
13
Los textos originales de este capítulo corresponden con la referencia [22].
7.1. Introducción
La elección del método de excavación de un túnel depende de varios factores dentro de los
que destacan el tipo de terreno a excavar y su longitud. Hasta ahora la construcción de túneles
carreteros en México se ha realizado con los métodos de excavación convencional con perforación
y voladura utilizando explosivos y la excavación mecánica mediante máquinas de ataque puntual
como rozadoras, martillos hidráulicos, etc. Otro método de excavación de túneles corresponde con
la utilización de máquinas tuneladoras TBM (Tunnel Boring Machine), a la fecha en México no se ha
construido ningún túnel carretero con este método.
Es importante mencionar que cada método de excavación tiene ventajas y desventajas por lo que
se deberá hacer un análisis y una evaluación de cada proyecto en particular, para determinar el más
conveniente.
El método de excavación con TBM permite excavar la sección completa del túnel al mismo tiempo
que se realiza la colocación del sostenimiento o un revestimiento.
Para elegir este método y para que la obra resulte un éxito, el túnel debe contar con la longitud
suficiente y la máquina debe ser seleccionada con base en las condiciones geológico – geotécnicas
específicas y a detalle del sitio donde se pretenda construir el túnel.
La excavación con método convencional empleando equipos mecánicos con tecnología de punta y
la ayuda de técnicas constructivas complementarias, es capaz de conseguir además de rendimientos
óptimos, un alto nivel de seguridad, aportando grados de mecanización y automatización
considerables.
Cuando se presentan estos casos es necesario el empleo de explosivos con los cuales se pueden
conseguir avances importantes excavando a sección completa o en fases, ya sea en roca muy dura y
altamente abrasiva o roca poco fracturada. Dentro de los inconvenientes de excavar con explosivos
es que los perfiles de excavación son irregulares y si no se diseñan y controlan adecuadamente las
voladuras, se pueden producir sobre excavaciones considerables que repercuten directamente en el
costo de la obra.
La heterogeneidad del terreno y de sus propiedades geomecánicas a todo lo largo del túnel, así
como las condiciones impuestas por el entorno (presencia de agua, poca cobertura, fallas geológicas,
construcciones o instalaciones cercanas, etc.) plantean una serie de problemas constructivos que si
no se cuenta con la maquinaria, las técnicas constructivas, los equipos y el personal adecuados
para resolver diferentes situaciones imprevistas, pueden repercutir en atrasos y nuevamente en los
costos.
Cuando la roca tiene una resistencia alta, es necesario emplear excavación mediante explosivos,
mientras que si la resistencia es media o baja puede emplearse indistintamente la voladura o la
excavación por medios mecánicos.
La manera de excavación en roca tiene una considerable influencia sobre el desgaste producido
en las herramientas de corte o excavación; aunque existe una interrelación entre la calidad, la dureza
y la abrasividad de las rocas, en determinadas formaciones blandas, si la excavación se realiza con
equipos continuos por el sistema de corte y rozado, los desgastes pueden llegar a elevar el costo de
la excavación.
La sección del túnel puede ser una condicionante importante. Las tuneladoras permiten excavar
únicamente los túneles de forma circular, por lo que en túneles carreteros que requieren una base
plana, se desaprovecha bastante espacio, aunque en algunos casos se emplea para alojar algunas de
las instalaciones.
En México hasta ahora, los túneles de carretera por su longitud y sección, generalmente se han
excavado con método convencional, en fases, empleando perforación y voladura para rocas duras y
las rozadoras y excavadoras hidráulicas para rocas blandas.
Asimismo debe tomarse en cuenta que los explosivos producen vibraciones que hacen muy
complicada su utilización en zonas urbanas o con edificios próximos. Incluso pueden existir problemas
cuando las voladuras se efectúan en la proximidad de vías de circulación en uso, tales como carreteras,
ferrocarriles, etc. En tales casos, normalmente para excavar el túnel se utilizan medios mecánicos
por razones de seguridad con el fin de evitar posibles daños.
Los criterios técnicos de la excavación de un túnel por fases, se resumen en los siguientes puntos:
• Una excavación de dimensiones pequeñas presenta menos problemas en cuanto a estabilidad del
terreno que otro de mayor tamaño. Por lo tanto, si se excava una primera fase de dimensiones
reducidas pero suficientes para que entren los equipos, los problemas que puede dar el material
serán menores y más fáciles de solucionar. Además al excavar las fases restantes, se habrán
mapeado las zonas de mala calidad del macizo rocoso o del suelo, por lo que se podrán implementar
el tipo de sostenimiento adecuado para cada caso.
• El alcance y dimensiones de la maquinaria y equipo (excavadoras, jumbos, rozadoras,
Manipuladores, etc.) está limitado a unos 6-8 metros de altura, aunque existen modelos
especiales que alcanzan mayores dimensiones. El excavar secciones de más altura dificultaría
enormemente las labores de excavación y sobre todo al implementar el sostenimiento: concreto
lanzado, marcos metálicos, anclas, etc. Por lo anterior se recomienda diseñar la excavación de la
media sección superior no mayor de 6.5 m de altura.
• Mediante la excavación por fases pueden conseguirse mayores rendimientos, ya que distintos
equipos pueden trabajar simultáneamente en fases distintas a una cierta distancia, logrando
avances superiores a los que se conseguirían a media sección superior o a sección completa.
Aunque en ocasiones se prefiere acortar los avances y excavar a media sección superior completa,
que dividirla en fases con avances largos. Al final el diseño de la excavación estará regida por las
dimensiones del túnel, la calidad del material y el tipo de sostenimiento.
El esquema habitual de un túnel carretero de dimensiones para alojar dos o tres carriles,
corresponde a una sección de excavación dividida en una primera fase denominada MEDIA SECCIÓN
SUPERIOR y una segunda llamada BANQUEO, ambas, pueden excavarse en una o varias fases.
El desfase entre una fase y la siguiente, depende tanto de criterios constructivos (movimiento de
máquinas, rampas, caminos, etc.), como de condiciones geotécnicas de los materiales.
Figura 7.4. Ejemplo de excavación, media sección superior en una fase y banqueo en fases.
7.4.1. Generalidades
El sistema de perforación y voladura para la excavación de túneles es una técnica convencional
utilizada cada vez con mayor regularidad debido a las numerosas ventajas que presenta frente a la
excavación mecánica en cuanto a tipos de roca, rendimientos altos y movilidad de los equipos. La
excavación mecánica es rentable cuando se tiene una longitud considerable de túnel y se conocen
suficientemente las características geológicas y geotécnicas del terreno; debe tomarse en cuenta
que en rocas muy duras, el desgaste de piezas y en ocasiones los bajos rendimientos son una clara
desventaja de este sistema de excavación, como lo es también cuando se presentan zonas de falla y
la presencia de terrenos mixtos.
Las partes o trabajos elementales de que consta el ciclo de trabajo característico de las excava-
ciones mediante perforación y voladura son las siguientes:
• Replanteo en el frente del esquema de tiro.
• Perforación de los taladros.
• Carga de los taladros con explosivo (barrenos).
• Voladura y ventilación.
• Retiro del escombro o rezaga y saneo del frente de excavación.
El esquema de tiro (Figura 7.7) es la disposición en el frente del túnel de los taladros que se van
a perforar, la carga de explosivo que se va a introducir en cada uno y el orden en que se va a hacer
detonar cada barreno, diseñándose al principio de la obra con base a la experiencia y a una serie de
reglas empíricas que más adelante se ejemplifican. Posteriormente, a lo largo de la excavación del
túnel, se va ajustando en función de los resultados obtenidos en cada voladura.
La voladura del banqueo con barrenos horizontales, tiene la ventaja de que se utiliza el mismo
sistema de trabajo y maquinaria que la fase de media sección superior, pudiendo recortarse con la
voladura la forma teórica del túnel. Por otro lado, la voladura en banco es más rápida de llevarse a
cabo, con un consumo menor de explosivo, y no necesita ser retirado el escombro en cada voladura,
pero requiere de un recorte posterior para conseguir el perfil del túnel en los hastiales.
Los taladros deben de tener una longitud de un 5 a 10 % superior a la distancia que se quiera
avanzar con la pega, llamada longitud de avance, ya que siempre se producen pérdidas que
impiden aprovechar al máximo la longitud de los taladros. Las longitudes de avance típicas están
comprendidas entre 1 y 4 metros y se fijan en función de la calidad de la roca, cuanto mejor es la
calidad del terreno, mayores serán los avances posibles. Con una roca de calidad media-adecuada
es habitual perforar taladros de 3 a 3.50 metros para avanzar entre 2.80 y 3.20 metros en cada
voladura respectivamente.
Para la perforación y voladura, la sección teórica del túnel se divide en zonas, en las que las
exigencias, tanto de densidad de perforación, como de carga específica de explosivo y secuencia de
encendido son distintas. Estas zonas son:
Existen distintos tipos de cuele (Figura 7.9), los cueles en “V” y en abanico, que facilitan la salida
de la roca hacia el exterior, pero tienen el inconveniente de que los taladros forman un ángulo con
respecto al eje del túnel, por lo que su correcta perforación tiene una mayor dificultad y exige variar
el esquema de perforación para cada longitud de avance. En túneles de secciones de excavación
reducidas estos cueles no permiten grandes avances por voladura.
El cuele más usado por su simplicidad es el cuele paralelo. Consiste en un taladro vacío (barreno
de expansión), sin explosivos, de mayor diámetro que el resto (de 75 a 102 mm) y, a su alrededor,
tres o cuatro secciones de taladros cargados que detonan sucesivamente siguiendo una secuencia
preestablecida. La misión del barreno de expansión es la de ofrecer una superficie libre que evite el
confinamiento de la roca de modo que facilite su arranque. Su diámetro varía entre 100 y 300 milí-
metros. En ocasiones puede sustituirse por dos taladros vacíos de diámetro menor (75 mm).
Destroza. La destroza es la parte central y más amplia de la voladura, cuya eficacia depende
fundamentalmente del éxito de la zona del cuele y contracuele, que es la zona crítica de la voladura.
Zapateras. La zapatera es la zona de la voladura situada en la base del frente, a ras del suelo.
Los taladros extremos suelen ir un poco abiertos “pinchados” hacia fuera con objeto de dejar sitio
suficiente para la perforación del siguiente avance. Comúnmente los barrenos de las zapateras son
los que más carga explosiva contienen ya que, aparte de romper la roca han de levantar ésta hacia
arriba. Para evitar repiés, van ligeramente “pinchados” hacia abajo y son disparados en último lugar.
Contorno. Los taladros perimetrales o de contorno son importantes pues de ellos dependerá la
forma perimetral de la excavación resultante. Lo ideal es que la forma real del perímetro del túnel
sea lo más parecida posible a la teórica, aunque las irregularidades y discontinuidades de la roca
dificultan dicho objetivo.
Existen dos técnicas de efectuar los tiros perimetrales: el recorte y el precorte. El recorte, que es
la técnica más empleada, consiste en perforar un número importante de taladros paralelos al eje del
túnel en el contorno, a la distancia conveniente (entre 45 cm y 100 cm) y con una concentración de
explosivo pequeña o incluso nula. En la secuencia de encendido son los últimos barrenos en detonar.
Por otro lado, la técnica del precorte se perfora un mayor número de taladros perimetrales y
paralelos entre sí unas distancias entre 25 cm y 50 cm, con una concentración de carga explosiva
entre 0.1 y 0.3 kg/m. Esta técnica exige una perforación muy precisa que asegure un buen paralelismo
y una homogénea separación entre los taladros. En la secuencia de encendido, son los primeros en
detonar, con lo que se crea una fisura perimetral que aísla y protege la roca de las vibraciones del
resto de la voladura. La técnica del precorte, por su esmerada ejecución y costo elevado, es de uso
poco frecuente en túneles, excepto en casos muy especiales.
7.4.2. Procedimiento
La sección de los túneles de carretera corresponde con una geometría elíptica y su excavación, hasta
ahora se ha efectuado con las técnicas de barrenación y voladura. Gran número de innovaciones
como son los equipos de perforación modernos, el resultado de un apilamiento adecuado en la re-
zaga y un eficiente sistema de ventilación ha provocado una disminución importante en la reducción
del tiempo en su ejecución.
Para túneles carreteros se utilizan equipos de perforación llamados “jumbos“, equipo montado
sobre neumáticos, equipados con un número que oscila entre una y hasta 3 máquinas perforadoras,
aunado al equipo de cargado y rezagado como son retroexcavadoras, cargadores frontales y
camiones articulados constituyen actividades que aportan un mayor grado de rapidez y precisión
en el trabajo.
Hoy en día, el cambio a productos explosivos más seguros y acordes con las nuevas tecnologías
en su aplicación y manejo en el campo tales como los iniciadores electrónicos que nos ofrecen mayor
precisión en los tiempos de disparo y por consecuencia una reducción importante en vibraciones
que se generan con los disparos, éstos materiales explosivos constituyen de igual manera una parte
muy importante para llevar a cabo la excavación de la roca con la fragmentación deseada en su
mayor volumen y principalmente en los resultados en el contorno del túnel como son barrenos de
cielo, tablas, piso y cuña.
La voladura en el túnel es una de las operaciones más difíciles debido a que la única cara libre es
la cara transversal del túnel, a diferencia de las voladuras de bancos, en donde existen generalmente
de una hasta tres caras libres en algunos casos.
Debido al alto grado de confinamiento del frente, los bordos y espaciamientos entre los barrenos
requieren de factores de explosivo más alto que fluctúan del orden de 1.2 a 3.5 kg/m 3 en la zona de
inicio de la voladura (cuña).
En el desarrollo de túneles, por lo general se favorece la barrenación como ejemplo con la aplicación
de procedimientos como son el de cuña quemada, que es el resultado de la falta de espacio para
posicionar al equipo y hacer una cuña en “v“ o una barrenación en “v“, y en su caso barrenación en
abanico.
Si se realiza el trabajo con un “jumbo“, esta actividad puede estar apoyada utilizando brocas
de mayor diámetro, con el objeto de crear una área de alivio mayor en el momento del disparo, tal
que permita un desalojo eficaz y rápido del material quebrado producto de los barrenos cargados y
no cargados que forman la cuña, en conjunto, se puede lograr una eficiencia del orden del 95 % de
avance.
Normalmente los últimos barrenos en ser disparados son los de piso, con el objeto de retirar la
rezaga del frente del túnel.
Después de que se perforan todos los barrenos, deberá limpiarse cada uno de ellos con agua y
aire antes de cargarlos.
Siempre se introducirá en el barreno primeramente el cartucho cebo con la punta del iniciador
apuntando hacia la boca del barreno, debiendo empujarse hasta el fondo del barreno, nunca se debe
atacar el cartucho cebado.
Es importante aplicar una presión de aire entre 70 y 100 lbs con el objeto de que el anfo quede lo
suficientemente confinado dentro del barreno, que de lo contrario no realizará su función de poder
generar los suficientes gases para romper y desplazar la roca.
Es importante formar un círculo cerrado con la línea troncal al utilizar los iniciadores “no eléctricos“.
Esto es para obtener mayor seguridad en su encendido, ya que así se proveen dos rutas de iniciación
para cada iniciador.
Efectuado el disparo, se procede a llevar a cabo una inspección del resultado de la voladura, con el
objeto de verificar la presencia de material explosivo “no detonado“. Concluido con esto se procede
a realizar el rezagado o desalojo del material excavado.
En cada brazo puede montarse un martillo de perforación (perforadora) o una cesta donde pueden
alojarse uno o dos operarios y que permite el acceso a cualquier parte del frente. El funcionamiento
de los jumbos es eléctrico cuando están estacionados en situación de trabajo y pueden disponer
también de un motor diésel para el desplazamiento. Los martillos funcionan a rotopercusión, es decir,
la barrena gira continuamente ejerciendo simultáneamente un impacto sobre el fondo del taladro.
El accionamiento es hidráulico, con lo que se consiguen potencias mucho más elevadas que con el
sistema neumático. La refrigeración se consigue con agua.
Los rendimientos de perforación que se consiguen en los jumbos hidráulicos modernos, pueden
superar los 3.5 m/min de velocidad instantánea de perforación. Los jumbos actuales tienen
sistemas electrónicos para controlar la dirección de los taladros, el impacto y la velocidad de
rotación de los martillos e incluso pueden memorizar el esquema de tiro y perforar todos los taladros
automáticamente.
También existen brazos de extensión telescópica con incrementos de longitud entre 1.2 a 1.6m.
El número y dimensión de los brazos está en función del avance requerido y sección del túnel. Se
aconsejan jumbos de 1 brazo para secciones de hasta 20 m², de 2 brazos hasta 100 m² y de tres
hasta 180 m².
La elección de un tipo u otro de boca, así como de sus diámetros, depende del tipo de maquinaria
de perforación, de las características de la roca y del diámetro de los cartuchos del explosivo a
introducir. Generalmente las bocas de botones son las que proporcionan un mayor rendimiento, al
golpear la roca de forma más homogénea y ser más fácil la evacuación del detritus de roca. Para
tal fin se pueden disponer varias entradas de agua frontales y también laterales. Para la elección
del material de perforación y sus accesorios se recomiendan el uso de los manuales especializados
facilitados por los fabricantes.
Los explosivos industriales han evolucionado desde un inicio extremadamente rudimentarios hasta
llegar a ser sofisticados, basados en la investigación y orientados en los métodos de su aplicación.
Los componentes que forman los explosivos y que al ser detonados generan una gran cantidad
de energía y poder, y que se multiplican varias veces en una voladura de mina de superficie o en
construcción, sin embargo, para el usuario una voladura bien diseñada se distingue no solo por la
violencia de la detonación, sino por la progresión ordenada del movimiento de la roca y el sonido
sordo de ésta.
HIDROGELES EMULSIONES
Figura 7.22. Hidrogeles y emulsiones.
Menor generación de gases, más rápida la ventilación, rendimiento mayor del orden del 29%.
Conductores: Mecha de seguridad; ésta mecha consiste en un corazón de pólvora negra fina,
envuelta en yute acordonado fuertemente y sumergido en barniz caliente; tiene una velocidad de
135 seg/m.
Iniciadores: El tipo de iniciadores que se encuentran en el mercado son eléctricos con y sin
retardo, no eléctricos con retardo y electrónicos.
Iniciadores eléctricos con retardo: Cápsulas de cobre o aluminio que mediante el método de
alambre–puente se produce el calentamiento, y a su vez, el encendido de la carga primaria y poste-
riormente con esto se hace detonar la carga base.
Tiempos de retardo que van desde los instantáneos hasta 1,000 ms.
No eléctricos con retardo: Son iniciados por la onda que viaja a través del tubo de choque,
contiene internamente otro tubo con una pequeña capa de material reactivo con cierta densidad
lineal, la capa de éste material origina una señal de baja energía que viaja a lo largo del tubo de
choque a una velocidad de 2,000 m/seg.
Existen en forma general 2 tipos de éstos iniciadores:
• Detonadores no eléctricos • Detonadores no eléctricos
MS (milisegundos) lp (períodos largos)
Tiempos desde 25 ms–600 ms Tiempos desde 200 ms–9,600 ms
Color naranja Color amarillo
Figura 7.30. Cargando una frente. Figura 7.31. Iniciador de doble retardo.
Fulminantes: Cápsulas de aluminio con una carga primaria de azida de plomo y estibnato de
plomo, así como una carga base en la punta del fulminante de PETN.
DISEÑO DE CUÑA
1. Diámetro equivalente de un sólo barreno vacio:
DH = dh N
Donde: DH= Diámetro equivalente de un sólo barreno vacio(mm)
dh= Diámetro de los barrenos vacios (mm)
N= Número de barrenos vacios
L = 0.95 PB
Ó SEA EL 95 %
EJERCICIO:
DH = dh N
dh = 3” = 76mm
N=5
DH = 76 5 = 169.94mm
Diámetro equivalente
PB = DH + 16.51 = 4.47m
41.67 Prof. del barreno
L = 0.95 PB = 4.24m
Avance esperado
Cuadro resumen indicando los factores que multiplican el diámetro del barreno para obtener
los siguientes cuadros de perforación.
Ejercicio:
B= Bordo (Pies) • Barrenos vacios: 3”
SGe= Densidad del explosivo • Barrenos cargados: 1 7/8”=1.87
SGr = Densidad de la roca • Densidad del explosivo: 0.65 g/cc
De= Diametro del Barreno (Pulgadas) • Densidad de la roca: 2.5 g/cc
CÁLCULO DE LA CUÑA
También se cuenta con diversos dispositivos para monitorear si los diseños de las voladuras,
producen vibraciones que estén dentro de los niveles de seguridad permisibles para no causar daños
a las estructuras o edificaciones aledañas a los túneles.
7.4.6.1. Proceso para la obtención del permiso para el uso y manejo de explosivos
El uso y manejo de explosivos en las obras de ingeniería civil, es un proceso complicado y delicado;
tan es así que el permiso correspondiente, se debe solicitar ante la Secretaria de la Defensa Nacional,
acorde a la Ley General de Armas de Fuego y Control de Explosivos. Dentro de los requisitos para
conseguir los permisos para el uso de explosivos, a continuación se describen los siguientes:
a. Solicitud modelo oficial
b. Certificado de seguridad del municipio
c. Referencia del lugar o lugares de consumo emitido por el presidente municipal
d. Anuencia del gobernador o visto bueno del mismo
e. Certificado de polvorines 1 y 2 (Inspección aprobatoria por parte de protección civil y SEDENA)
f. Plano escala 1: 4000 tanto del lugar de consumo como de polvorines
g. Tabla de consumo de material de explosivo (cantidades de consumo mensual y anual)
h. Nombre de las personas que van a estar a cargo del proyecto
i. Descripción de medidas de seguridad antes, durante y después de una voladura a cielo abierto o
en el túnel
Para un correcto dimensionamiento de las cargas, se debe tomar en cuenta que la carga detonante
actúa en el medio circundante en dos fases, la primera fase del efecto de choque de la explosión,
produce en el material un esfuerzo por la onda, con una presión de detonación inicial del orden de
105 a 106 kg/cm 2 , lo que en un medio cerrado produce que dicha carga exceda la resistencia a la
compresión del material. Debido a que la energía de la onda disminuye rápidamente en la distancia
con respecto al lugar de colocación de la carga, ésta pierde rápidamente el efecto de compresión en
el material, por lo que sólo el esfuerzo cortante y el esfuerzo de tensión tienen efecto; en una onda
de choque las ondas de esfuerzo son reflejadas y regresan en forma de onda de tensión, si la energía
(que depende del tamaño de la carga) es suficiente para sobrepasar la resistencia a la tensión del
material, ocurrirá la desintegración del material.
En la segunda fase, la presión de los gases de los explosivos (del orden de 104 kg/cm 2) empuja al
material hacia afuera del cráter ocasionado una segunda desintegración del material.
En conclusión, una gran presión ejercida por los gases a altas temperaturas después de la
detonación, es lo que rompe el medio que contiene el explosivo. Esto se efectúa en dos pasos, el
primero debido a la presión de la detonación ejercida en un principio por el iniciador y el segundo por
la presión de explosión, siendo ésta última la más importante en el rompimiento de los materiales.
7.4.6.3. Monitoreo
El uso de explosivos en las cercanías de zonas urbanas u obras de infraestructura crea molestias
a la población por el ruido de las detonaciones, el polvo que desprenden y las vibraciones del suelo
principalmente. Por lo anterior y para prevenir molestias y problemas con los pobladores; durante
la construcción del túnel se deben diseñar y revisar cuidadosamente las voladuras, con objeto de
permitir mantener el confort del entorno de la obra y la seguridad de sus instalaciones e inmuebles.
Estos criterios de seguridad son los que se aplican, con un alto grado de confiabilidad, para
demostrar que las voladuras efectuadas durante la construcción de los túneles carreteros no afecten
en lo más mínimo las estructuras cercanas. En las siguientes figuras se muestran gráficamente los
límites establecidos por estas normas.
Los martillos hidráulicos realizan un ataque puntual, la energía se genera mediante motores
eléctricos o diésel y se transmite a través de un circuito hidráulico a la punta situada en el extremo
articulado de la máquina. La roca se quiebra mediante la energía de impacto generada y el material
rocoso excavado se desprende en bloques.
Estos martillos suelen emplearse en macizos rocosos con una matriz dura, fuertemente plegados
o fracturados. La excavación con martillo es posible en terrenos de buena calidad, sin embargo los
rendimientos son muy bajos y los costos muy altos; no obstante, como ya se ha comentado, en cir-
cunstancias especiales se requiere su utilización en macizos rocosos de calidad media a alta.
Aunque en túneles carreteros su utilización es mínima, en ocasiones se emplea para llevar a cabo
galerías de conexión, nichos para instalaciones especiales, nichos SOS, túneles piloto, etc.
7.5.3. Rozadoras
Son máquinas que excavan mediante una cabeza giratoria, provista de herramientas de corte (dien-
tes) que inciden sobre la roca, van montadas en un brazo monobloque o articulado y todo el conjunto
sobre un chasis móvil de orugas.
Existen dos sistemas distintos de corte en las rozadoras actuales: el milling de cabezal radial y el
ripping de cabezal frontal. En el milling la cabeza gira en torno a un eje longitudinal, paralelo al eje
del túnel.
Las picas van dispuestas en forma helicoidal y golpean a la roca de forma lateral. En el ripping la
cabeza gira en torno a un eje que es perpendicular al eje del túnel, tratándose en realidad de dos
cabezas simétricas. Las picas golpean frontalmente a la roca.
Cabeza de corte axial tipo milling Cabeza de corte transversal tipo ripping
Figura 7.43. Tipos de cabezas de corte para rozadora.
Ambos sistemas proporcionan resultados similares, por lo que no se puede considerar que uno
sea mejor que el otro, si bien a igualdad de potencia de la cabeza de corte y para una roca de dureza
determinada, el rendimiento de excavación de las rozadoras de cabezal frontal es un 30% superior
al de las rozadoras con cabezal radial, sin embargo el empleo de una u otra estará en función de las
condiciones geológico-geotécnicas del material.
Las picas son de dimensiones y formas distintas según el uso. Cada fabricante proporciona unos
criterios y consideraciones de uso de sus picas, que debe comprobarse sobre el terreno a excavar
hasta elegir el tipo más adecuado. Generalmente se usan picas delgadas y estrechas para suelos y
rocas blandas y, picas gruesas de forma fusiforme para las rocas más duras.
Las rozadoras se clasifican por su peso, dado que la fuerza que ejerce la cabeza contra la roca
es contrarrestada únicamente por el peso de la máquina. De este modo, a mayor peso mayor será
la capacidad de la rozadora para excavar rocas más resistentes, y por tanto irá dotada de mayor
potencia de corte.
La excavación mediante rozadoras ofrece diferentes ventajas entre las que destacan:
• Las secciones de excavación grandes pueden subdividirse y excavarse en fases sucesivas;
también es posible ajustarse a una determinada secuencia de excavación.
Con el método de precorte mecánico se produce un confinamiento del frente de excavación, pre-
vio a la realización de la misma, con ventajas importantes en cuanto a la estabilidad del frente.
Este corte se efectúa con una máquina específica con una sierra que consta de dientes de widia.
La ranura que se genera con el corte tiene un espesor de entre 18 y 25 cm de espesor y una profundi-
dad de alrededor de 3.5m. Esta se rellena con concreto lanzado de alta resistencia y fraguado rápido
en todo el perímetro, obteniéndose una bóveda estabilizante.
Se pueden conseguir avances de 3.0 a 3.5 m traslapando de 0.5 a 1.0 m entre prebóvedas de
concreto. A la menor distancia posible del frente de excavación, sin que se interfiera con los trabajos
en el frente de excavación, se colarán los muros laterales que empotran las bases de los anillos para
finalmente, mediante una cimbra metálica convencional, se cuela el revestimiento.
Tabla 7.1. Criterio geotécnico para selección de una TBM, con base a la experiencia en tuneleo mecanizado.
Lars Babendererde. 3er Curso Internacional de Túneles, Guadalajara, México.
Tipos de tuneleras:
• Tuneleras para roca:
• Tunelera abierta de viga principal con zapatas laterales
• Escudo sencillo
• Escudo doble
• Escudos con rozadoras
• Tuneleras para suelos:
• EPB’s
• Slurry TBM
• Tuneleras tipo dual
• Crossover TBM’s
A continuación se describen brevemente algunos de éstos equipos.
La tuneladora de roca dura es una máquina abierta (no protegida totalmente) cuyo avance progresa
al excavar la roca del frente por medio de sus herramientas de corte mecánico, con las que se aplican
los esfuerzos combinados del par de giro de su cabeza y del empuje longitudinal conseguido por
reacción contra la roca de unas zapatas extensibles (los “grippers”), con las que se fija la parte
estática de la máquina. A estas máquinas se aplica también la denominación específica de “topos”,
y “mole” en inglés.
La alta abrasividad de algunas rocas así como los contenidos elevados de sílice pueden producir
elevados desgastes en los cortadores, lo que conlleva un aumento en el costo.
También pueden existir sistemas adicionales de colocación de anclas, marcos metálicos y lanzado
de concreto. Los topos también pueden tener sistemas para colocación de railes sobre los que circulan
las vagonetas y una plataforma donde va alojado todo el sistema de control, guiado y suministro de
energía. En definitiva, el topo consta de todos los elementos necesarios para completar el túnel,
montados uno tras otro y actuando de forma sucesiva.
Figura 7.51. Máquina TBM para roca dura con sistema de lanzado de concreto. Cortesía de Robbins.
Consta de una cabeza de corte giratoria de forma circular donde van alojados los discos cortadores.
Detrás de la cabeza se encuentra un sistema formado por gatos que presionando sobre el terreno y
sobre la cabeza ejercen en ésta la presión necesaria para realizar con éxito la excavación de la roca.
El escombro se carga automáticamente en el frente y se conduce hacia atrás mediante una cinta
transportadora, que lo deposita en unas vagonetas para su traslado al exterior, o sistema de bandas
continuo.
Esta máquina es similar a la anterior de escudo sencillo con la ventaja de tener doble escudo que le
permite realizar dos operaciones simultaneas, la de excavar avanzando la cabeza cortadora al mismo
tiempo que en el escudo trasero se instalan las dovelas correspondientes del recubrimiento primario.
Otra ventaja importante es que al estar en terreno muy fracturado o débil, la maquina se puede
impulsar del mismo recubrimiento primario de dovelas.
Figura 7.53. Máquina Tuneladora Doble Escudo, 3.4 metros diámetro. Cortesía de Robbins.
En la figura siguiente se muestra una tabla que relaciona la granulometría de los suelos, con una
posible aplicación de las diferentes maquinas tuneleras para suelos.
Figura 7.54. Diferentes tipos de suelo para diferentes tipos de máquinas para suelos. (Robbins).
El escudo, cuyo avance progresa de forma similar a las tuneladoras de roca dura, es una máquina que
incorpora un sistema integral de protección, y en la que el empuje longitudinal se logra por reacción
contra un revestimiento, al no ser la roca suficientemente competente para poder aplicar “grippers”
contra ella. Los escudos tienen tres elementos distintivos:
• La EPB se aloja dentro de una estructura de acero laminar (la coraza o “escudo”), cuya misión es
el sostenimiento del terreno en la zona ya excavada y todavía ocupada por la máquina.
• La tuneladora dispone de un sistema de colocación de anillos de revestimiento, de concreto o
marcos metálicos, que permite completar el ciclo de avance, al sustituir a la coraza metálica
como sostenimiento.
• El diseño básico ofrece versiones para trabajar en frentes altamente inestables, manteniendo las
condiciones de seguridad.
Figura 7.55. TBM Tipo escudo utilizada en TEO (Túnel emisor Oriente). Cortesía de Robbins.
Las fallas son un inconveniente cuando se utilizan topos; debido a que los sostenimientos no
pueden actuar hasta la colocación de dovelas, por lo que el avance suele ser lento, los tiempos que
transcurren son demasiado largos favoreciendo el desprendimiento del terreno.
7.6.1. Generalidades
Un sistema eficiente de transporte y extracción del material producto de la excavación reduce el
tiempo de los ciclos de construcción y por consiguiente el costo del túnel. Una excavación subterránea
normalmente dispone de poco espacio y además el acceso al frente de excavación es muy restringido.
Es fundamentalmente retirar la rezaga rápidamente para que pueda iniciarse la implementación del
sostenimiento.
Los equipos de rezaga que existen en el mercado son muy variados, sin embargo los más
empleados son los que van montados sobre vía o sobre neumáticos.
El transporte que corre sobre rieles tiene la ventaja de dar un rendimiento superior en relación con
la sección del túnel, ya que los vagones guiados sobre rieles, pueden ocupar una mayor parte de la
sección. Se pueden organizar además grandes trenes para evacuar de un solo viaje, la rezaga de la
voladura y a velocidades apreciables.
Por otro lado, el transporte sobre neumáticos se adapta mejor a las pendientes, es más flexible
y se utiliza, sobre todo en túneles de gran sección, como los túneles carreteros. Para realizar un
transporte rentable y eficaz es indispensable construir caminos hacia el frente de excavación y
mantenerlos libres de obstáculos para que los vehículos operen con las velocidades habituales e
impedir el deterioro de los neumáticos.
El constructor deberá evaluar el sistema de retiro del material producto de la excavación que
más convenga para cada proyecto en particular, tomando en cuenta tamaño de la sección del túnel,
longitud, tipo de material, método de excavación, pendientes, bancos de tiro, etc.
Existen dos tipos de excavadoras diferenciadas por el diseño del conjunto cuchara-brazo-pluma
y que condiciona la forma en que trabaja:
a) Excavadora frontal o pala de empuje: se caracteriza por tener la cuchara hacia arriba. Tiene
mayor altura de descarga; es útil en trabajos de carga de materiales a los camiones.
b) Retroexcavadora: tiene la cuchara hacia abajo. Permite llegar a elevaciones cotas más bajas.
Se utiliza sobre todo en construcción del banqueo, de zanjas para drenaje y otras actividades que
por cuestión de espacio, el tamaño la pala excavadora no sea funcional. También se pude utilizar
para realizar retiro de material a través de su cargador articulado.
Los cucharones varían en tamaño desde 0.20 hasta 19.0 metros cúbicos de capacidad, el tamaño
del cucharón está directamente relacionado con el tamaño de la máquina en general, descarga en
forma lateral y frontal principalmente. Para agilizar las labores de rezaga se apoyan en camiones de
volteo de 14 m³ o camiones articulados de mayor capacidad.
Las cintas o bandas transportadoras en algunos casos constituyen un elemento más del sistema
como sucede en las máquinas tuneladoras.
Las ventajas del transporte por ferrocarril son la alta capacidad de transporte, seguridad y bajo
costo de operación y mantenimiento. La principal desventaja es la elevada inversión y los costos de
instalación.
Referencias
1 Lunardi, P. Desing and Construction of Tunnels. Analysis of Controlled Deformation in Rock and
Soils (ADECO-RS), Springer 2008.
2 López J. C. Manual de Túneles y Obras Subterráneas, Tomos I y II, Ingeniería de Túneles, 2011.
3 Cornejo L. Excavación Mecánica de Túneles, Rueda 1988.
Construcción del túnel Luis Cabrera. Supervía Poniente Ciudad de México. 2012.
8.1.2. Definiciones
Por razones históricas, la comunicación oral y escrita en ingeniería de túneles no siempre ha sido cla-
ra y precisa. Resulta muy inconveniente y hasta riesgoso que un vocablo de la terminología técnica
de túneles llegue a tener significados diferentes, particularmente cuando se refiere a algún elemento
básico o a alguna acción física fundamental en el diseño o en la construcción. De ahí el empeño por
definir los términos y sus significados más apropiados. Así pues, para evitar los errores típicos que
se comenten en la redacción de proyectos y durante la construcción de túneles, en este apartado se
incluyen algunas definiciones de tales elementos, así como de las acciones fundamentales relacio-
nadas con estos trabajos.
Soportar: so (de abajo) + portare (portar, llevar). Recibir, cargar, entibar, apuntalar, ademar, etc., el
terreno, roca o suelo que circunda una excavación subterránea.
Sostener: sus (desde arriba) + tenire (asir, sujetar, prender). No colapsarse, no caer, permanecer en
su sitio; en referencia también a la roca o suelo que circunda la excavación.
Estable se aplica al terreno en torno al túnel cuando éste ya no se deforma, ni se agrieta ni mucho
menos se colapsa, o cuando sus velocidades de deformación son despreciables.
Estabilizar: propiciar que se establezca el equilibrio, usualmente mediante acciones de consolida-
ción y drenaje.
Consolidar: Dar firmeza y solidez al terreno.
Reforzamiento: acción y efecto de reforzar; es la acción de introducir elementos estructurales
en el terreno, tales que, trabajando en interacción con él, le proporcionen una mayor rigidez y
capacidad de carga.
Estabilizar (consolidar) y reforzar son acciones diferentes, aunque con efectos parecidos, que fre-
cuentemente se traslapan y habitualmente llegan a confundirse. Cuando se estabiliza o consolida
el entorno de una excavación, se actúa por medios artificiales (inyecciones, presfuerzo, drenaje, con-
gelamiento, concreto lanzado, etc.) que de alguna forma modifican tanto las propiedades como el
estado de esfuerzos del terreno; es decir, aumentan su rigidez y su resistencia, modifican favorable-
mente el campo tensional y favorecen el contacto entre discontinuidades existentes; mientras que
cuando se refuerza el entorno, sólo se agregan al terreno elementos resistentes de sostenimiento.
El diseñador de un túnel debe tener claro cuáles son los tipos de procesos deformacionales y de
redistribución de esfuerzos que van a generarse durante la excavación, así como cuáles son los fenó-
menos y mecanismos que determinarán la estabilidad de la cavidad. Lo anterior estará íntimamente
ligado a la naturaleza litológica de los materiales, a las condiciones naturales de esfuerzos en el
terreno al tipo de discontinuidades que gobiernen el comportamiento del macizo, así como al grado
de fracturamiento, la deformabilidad y la resistencia de la roca y/o el suelo. Tomar en cuenta todo
lo anterior es determinante para elegir los sistemas de soporte, estabilización y reforzamiento, así
como las solicitaciones (tipos de carga) para las cuales deberán ser diseñados los distintos sistemas.
Los elementos más comunes de sostenimiento, y que se estudian en los siguientes apartados, son:
• Concreto lanzado.
• Anclas comunes de fricción.
• Barras de acero de refuerzo adheridas.
• Pernos de sujeción de grandes bloques.
• Marcos metálicos.
• Marcos de celosía (marcos noruegos).
• Sistemas de enfilaje frontal.
• Barras de fibra de vidrio.
Estos elementos, que no modifican las propiedades ni el estado de esfuerzos del terreno, sola-
mente actúan cuando el medio que circunda la excavación tiende a deformarse o cuando bloques
o masas de roca aflojadas tienden a separarse y caer. Cuando se requieran deberán instalarse fir-
memente contra el terreno y, por lo general, muy cerca del frente; sólo así se obtendrán los efectos
favorables que de ellos se derivan.
Existen otros sistemas que también tienen la capacidad de cumplir simultáneamente con las fun-
ciones de estabilización y reforzamiento. Como ejemplo podemos mencionar el de los denominados
marchiavanti, en sus diversas modalidades, que abarcan desde simples barras o perfiles laminados
en caliente cortos que se colocan antes de un avance, con los que se forma una corona protectora,
hasta tubos perforados largos, que se colocan en posición similar y se inyectan para estabilizar el
terreno y crear una visera protectora para varios avances consecutivos. Este sistema también es
conocido con el nombre de enfilaje frontal o “paraguas”.
8.3.1. Generalidades
Según el ACI (American Concrete Institute), el concreto lanzado es aquel que se transporta a través
de una manguera y es proyectado neumáticamente a alta velocidad sobre una superficie. Dicha
superficie puede ser concreto, piedra, terreno natural, mampostería, acero, madera, poliestireno, etc.
A diferencia del concreto convencional, que se coloca y luego se compacta (vibrado) en una segunda
operación, el concreto lanzado se coloca y se compacta al mismo tiempo, debido a la fuerza con que
se proyecta desde la boquilla. La mezcla podrá contener los aditivos que sean necesarios.
El concreto lanzado se distingue por las características de la mezcla de agua, cemento, agregados
(o áridos) y aditivos. En comparación al concreto hidráulico, la mezcla del concreto lanzado contiene
una dosis mayor de cemento, mayor contenido de arena, un tamaño menor de los agregados gruesos
y mayor cantidad de aditivos. Con todo esto la mezcla alcanza resistencia en menor tiempo, además
de otras propiedades que va adquiriendo con la edad; así mismo, por el alto contenido de cemento,
los efectos de agrietamiento y contracción pueden ser más pronunciados por lo que debe ponérseles
una especial atención.
El concreto lanzado en obras subterráneas está sujeto a esfuerzos de tensión inducidos por
flexiones, cortantes y contracciones. Como la capacidad del concreto a la tensión es reducida, se
presenta la necesidad de reforzarlo con un material adecuado a fin de que el elemento absorba mejor
las flexiones y cortantes, aumente su ductilidad y pueda controlarse el agrietamiento (durabilidad).
Normalmente el concreto lanzado se refuerza con malla electrosoldada o con fibras (metálicas
o sintéticas), siendo más recomendable el uso de fibras en macizos de calidad mala a buena y el de
malla electrosoldada para terrenos de calidad muy mala.
Este refuerzo se coloca en la superficie de la última capa lanzada y sobre la malla se aplican las
siguientes capas, quedando el refuerzo ahogado en el concreto lanzado. Debido al método de apli-
cación, es difícil que la malla electrosoldada quede perfectamente rodeada por concreto. El concreto
lanzado rebota en la malla y detrás de ellas se forman huecos. Esto no solo reduce la adherencia en-
tre el refuerzo y el concreto, sino que también puede provocar la corrosión del refuerzo si se presen-
tan filtraciones de agua (Figura 8.1). Cuando se utilice malla electrosoldada como refuerzo se deberá
tener especial cuidado en la aplicación del concreto lanzado para evitar en lo posible la creación de
huecos o vacíos detrás de la malla (efecto sombra, shadowing).
Con anterioridad se han mencionado los distintos tipos de fibra que habitualmente se utilizan en los
sostenimientos de concreto lanzado en túneles, y como es normal, cada tipo de fibra cuenta con
ventajas y desventajas que, en general, no son del todo conocidas por el proyectista y en ocasiones
provocan confusión a la hora de escoger elegir el sistema más adecuado.
Como se sabe, las propiedades mecánicas del concreto y del acero se complementan y al com-
binarlos se obtiene un material de altas prestaciones estructurales: el concreto es resistente frente
esfuerzos de compresión y el acero resiste altos esfuerzos de tensión. Generalmente el concreto
protege al acero de la corrosión y, si cuenta con un recubrimiento adecuado, lo protege también en
caso de incendios. Asimismo, ambos materiales cuentan con el mismo coeficiente de expansión tér-
mica (1.2 x 10-5 °C-1), lo que quiere decir que el acero y el concreto se expanden y se contraen de
igual manera cuando se presentan cambios de temperatura.
Las fibras poliméricas (polipropileno) funcionan como refuerzo durante las primeras 24 horas de
vida del concreto, que es cuando su estado es plástico y cuando su módulo de elasticidad es más
bajo que el de las fibras de polipropileno. Cuando el concreto va envejeciendo y adquiriendo resisten-
cia, las fibras sintéticas dejan de funcionar como refuerzo debido a que el módulo de elasticidad del
concreto supera ampliamente al de las fibras. Es decir, en un material compuesto, el efecto de refor-
zamiento sólo puede darse cuando el material utilizado para reforzar tiene un módulo de elasticidad
mayor que el del material base. El módulo de elasticidad de las fibras de polipropileno oscila entre los
3.5 y los 10 GPa y es insuficiente para reforzar estructuralmente al concreto de clase 1, que tiene
un módulo de elasticidad mínimo de 21.7 GPa (además, es importante considerar que la rigidez de
las fibras únicamente se presenta en tensión axial). No así las fibras metálicas, que cuentan con un
módulo de elasticidad de 206 GPa , y que funcionan como refuerzo estructural de un concreto de
cualquier resistencia y edad.
Según algunos especialistas, el comportamiento del concreto armado con fibras metálicas frente
a incendios es similar al del armado con malla electrosoldada. Lo anterior es debido a que el acero
conserva sus propiedades mecánicas hasta temperaturas de 350-400ºC. Por otra parte, el concreto
reforzado con fibras sintéticas tipo macro (ver inciso 8.3.1.2) no ofrece buenas prestaciones de re-
sistencia frente al fuego. Este tipo de fibras comienzan a perder sus propiedades mecánicas cuando
la temperatura asciende a 50ºC, y se derriten cuando se alcanzan los 160ºC. Esto quiere decir que
cuando ocurre un incendio, un concreto armado con fibras sintéticas tipo macro pronto queda des-
provisto de refuerzo, reduciéndose su capacidad de carga entre 40 y 50%. En cambio, la inclusión de
fibras sintéticas tipo micro resulta benéfica. Su efectividad radica en que los vacíos que dejan al de-
rretirse funcionan como una red que favorece a que la humedad contenida en el concreto se evapore.
En lo que se refiere a la corrosión, las fibras sintéticas de polipropileno han demostrado ser re-
sistentes a ambientes ácidos y alcalinos. Las fibras metálicas estarán protegidas de la corrosión si
cuentan con un recubrimiento de alrededor de 2 mm.
En resumen, las fibras sintéticas tipo micro son eficientes como refuerzo durante la contracción
plástica del concreto y como refuerzo para evitar desprendimientos de secciones de concreto en
caso de incendios.
Las fibras de polipropileno tipo macro, son recomendables como refuerzo del concreto frente a
los efectos de la temperatura, durante la transportación y el manejo del concreto fresco, y como
refuerzo de elementos no portantes. Además pueden utilizarse en sostenimientos temporales que
permitan grandes deformaciones. Por su parte, las fibras metálicas, además de tener las caracte-
rísticas para dar las mismas prestaciones que las fibras sintéticas, son eficientes para el control del
agrietamiento y como refuerzo estructural, además de mejorar la capacidad del material frente a los
efectos de fatiga e impacto.
b) Fibras metálicas
Hace muchas décadas que las fibras metálicas se utilizan como refuerzo en sostenimientos de con-
creto lanzado. La presencia de estos elementos metálicos en el concreto mejora sus propiedades
mecánicas, disminuyendo su fragilidad y su permeabilidad, a la vez que aumenta su ductilidad, su
resistencia al impacto y su durabilidad.
La dosis de fibras metálicas varía según el caso y en el proyecto deberá justificarse con una nota
técnica. Se recomienda que esté entre los 20 y los 60 kg/m3, siendo habituales cantidades en torno
a los 30 o 40 kg/m3. En lo referente a la puesta en obra, en términos prácticos, solo se recomienda
usar fibras metálicas cuando se utilice la técnica de la vía húmeda, ya que la dificultad para mezclar
adecuadamente las fibras en la vía seca puede provocar un efecto de rebote excesivo (en el inciso
8.3.3 se explicarán las técnicas de aplicación). Cuando se utilice esta técnica, deberá tenerse cuida-
do con el control de la forma, el espesor de las capas y la calidad final de la construcción. Se reco-
mienda tener en cuenta en los costos de ejecución el aumento en el gasto de mangueras, boquillas,
etc., ya que suelen sufrir mayor desgaste.
La respuesta a tensión del concreto simple puede ser caracterizada por su fragilidad-ductilidad.
El objetivo de agregar fibras de refuerzo al concreto es el de proporcionarle un comportamiento más
dúctil. La geometría de las fibras es determinante para incrementar su resistencia a ser extraídas del
concreto mientras este se agrieta (por efectos de anclaje). Para lograr este aumento en la ductilidad,
se recomienda que las fibras sean de acero de alta resistencia, con un esfuerzo de rotura en tensión
de 1000 MPa , como mínimo. En la Figura 8.2 puede apreciarse el efecto de la adición de fibras de
acero a la mezcla del concreto, según el ACI-544.1R-96.
En la gráfica anterior se observa que, además del aumento en el pico de la resistencia, se consigue
un comportamiento plástico más prolongado. Puede apreciarse también que después del pico ocurre
un decremento súbito de la resistencia, con menor fragilidad a mayor cuantía de fibras, seguido de un
plateau residual (zona horizontal del gráfico) que es resultado de la continua fricción de extracción
de las fibras.
En relación con el comportamiento a compresión, varias investigaciones demuestran que las fibras
de acero no influyen significativamente en la resistencia del concreto. En la figura 8.3 se muestra que
la resistencia a la compresión simple del concreto con una dosificación de Vf = 1% (aproximadamente
unos 80 kg/m3), es muy similar a la del concreto simple, sin embargo, como ya se ha mencionado, la
ductilidad aumenta considerablemente después del agrietamiento.
Así pues, para el diseño estructural la resistencia a la compresión simple del concreto lanzado
reforzado con fibras será muy cercana a la del concreto lanzado simple.
c) Fibras sintéticas.
En los últimos años se han incorporado al mercado fibras sintéticas como refuerzo del concreto
lanzado. Además de que tienen la virtud de mezclarse fácilmente con la pasta del concreto y no
quedan suspendidas en el aire durante el lanzado, al incluirlas en la mezcla las propiedades del con-
creto mejoran frente al agrietamiento. Otra cualidad que ofrece la presencia de fibras sintéticas en
el concreto es que resultan benéficas en caso de incendio. Cuando las fibras se derriten aumenta la
porosidad en el concreto gracias a los vacíos que estas dejan, lo que favorece su resistencia frente
al fuego. Asimismo, las fibras de polipropileno no sufren proceso de oxidación y ofrecen buena es-
tabilidad frente a la mayoría de los ataques químicos conocidos. Así, con su utilización, se mejora de
manera efectiva la durabilidad del elemento.
En el caso de concreto reforzado con fibras sintéticas, las de uso más generalizado en el caso de
sostenimientos de túneles son las de polipropileno. Su empleo modifica la consistencia de las mez-
clas de concreto cuando la dosis de fibra es elevada; esto es, cuando alcanzan o superan la barrera
de los 5 kg/m3.
Las resistencias a compresión y tensión del concreto reforzado con fibras de polipropileno, así
como el módulo de elasticidad y la relación de Poisson, no aumentan de manera significativa ante la
presencia de las fibras. En cambio, su resistencia al impacto y la tenacidad del concreto sí aumenta,
sobre todo con cantidades de fibra de alrededor de 4 a 5 kg/m 3. Su adición también se ve reflejada
en un mejor comportamiento ante la contracción por secado.
Las fibras de polipropileno tienen una resistencia a la tensión que oscila entre los 450 y 750 MPa.
En cuanto a la dosis, como el tamaño de estas fibras es muy similar a las de acero, y son más ligeras
y menos resistentes, y puesto que la relación de densidades es del orden de 8.5:1 (7.85 kg/m3
frente a 0.91 kg/m3) una cantidad de este tipo de fibras de entre 5 y 10 kg/m 3, equivale a los 30 o
40 kg/m3 de fibra metálica.
A continuación se mencionan algunas ventajas adicionales del concreto lanzado como sistema de
sostenimiento:
• Es un material que, en espesores importantes, puede adquirir características estructurales y
usarse como sistema de soporte definitivo.
• Puede ser aplicado cómo y cuándo sea necesario y en casi cualquier perfil o superficie de
excavación.
• Cuando se proyecta, su textura es suave pero rápidamente adquiere rigidez y resistencia, dán-
dole al terreno una estabilidad superficial (resistencia de “piel”) que va mejorando con el tiempo.
Esto ayuda a controlar las deformaciones pero a la vez permite la redistribución tensional en el
cuerpo de la excavación.
• Existe la posibilidad de mecanizar el proceso de lanzado, con el que se aumenta la seguridad du-
rante la ejecución de los trabajos.
Asimismo, las aportaciones del concreto lanzado a la estabilización y al reforzamiento de exca-
vaciones subterráneas varían y están en función del tipo de terreno al que se aplique. En resumen, se
pueden mencionar las siguientes:
• Sella las grietas, fisuras y otras discontinuidades de la superficie expuesta de la excavación.
Aporta un efecto estabilizador.
• Al fraguar, aumenta la resistencia de la superficie interior de la excavación gracias al efecto de
“piel” resistente, de reforzamiento.
• Crea una costra endurecida que evita el deterioro de la roca expuesta por el efecto de la meteo-
rización, de manera que su función es también de protección.
• En su estado viscoso, al estar adherido a la superficie interior de la excavación, la acompaña en
sus deformaciones y las reduce en cierto grado. Una vez que ha endurecido, sigue las deforma-
ciones diferidas del terreno, restringiéndolas hasta que alcanza su límite de rotura. Al igual que
en el segundo punto, en este caso la capa de concreto lanzado actúa como un reforzamiento.
8.3.2.2. Requerimientos de diseño
Una consideración básica para el análisis es que una capa delgada de concreto lanzado endurecido,
aplicada en la superficie interior de una excavación subterránea irregular, se integra al terreno y que-
da sujeta a solicitaciones directas de esfuerzo, principalmente de compresión, tensión y cortante. El
concreto lanzado por lo general posee poca rigidez a la flexión, por lo que ofrece poca capacidad para
resistir este tipo de solicitación.
Por otro lado, la composición de la mezcla de concreto deberá estar diseñada para que:
• Pueda ser transportada hacia la boquilla de la manguera y proyectada con el mínimo esfuerzo.
• Se adhiera a la superficie excavada, soporte su peso propio y las cargas del terreno mientras se
endurece.
• Alcance los requerimientos de resistencia y durabilidad para los que fue diseñado en un plazo de
mediano a largo.
Se recomienda que los espesores de cada capa estén comprendidos entre los 5 y 10 cm, para
evitar problemas de adherencia y que, en caso de ser concebido como revestimiento definitivo, su
espesor total no sea inferior a los 10 cm ni supere los 40 cm.
El sistema de colocación del concreto lanzado más común es el de la vía húmeda. Las razones
fundamentales son: el mayor rendimiento de trabajo que proporciona; la menor generación de polvo,
especialmente crítico cuando los trabajos se realizan en espacios confinados, como los túneles; y el
mayor control sobre la calidad del producto terminado.
No obstante el buen desempeño de la mezcla húmeda, la vía seca presenta algunas ventajas
propias: por un lado, permite alcanzar elevadas resistencias a edades muy tempranas en sellados y
estabilización de terrenos; por otro, permite acopiar en silos la mezcla seca (agregados y cemento)
para protegerla de la humedad, eliminando pérdidas de material.
Sin embargo, las desventajas que presenta la técnica seca son de consideración:
• Elevado porcentaje de rebote (alrededor del 20%).
• Formación de polvo en el frente del trabajo.
• Costos elevados de consumibles de equipo de proyección (mangueras, boquillas, etc.).
En conclusión, para los trabajos en túneles se recomienda la técnica de la vía húmeda.
Figura 8.4. Esquema de la vía seca, a partir de Mahar et al. (1975). A partir de Hoek (2000).
Figura 8.5. Esquema de la vía húmeda, a partir de Mahar et al. (1975). Tomado de Hoek (2000).
En estas normas se menciona que el concreto de resistencia normal empleado para fines estruc-
turales, de acuerdo con su función, puede ser de dos clases:
Clase 1, con peso volumétrico en estado fresco comprendido entre los 21.6 kN/m³ (2.2 t/m³) y
los 23.5 kN/m³ (2.4 t/m³), con una resistencia a la compresión, f’c, de por lo menos 25.5 N/mm 2
(250 kg/cm 2).
Clase 2, con peso volumétrico en estado fresco comprendido entre 18.6 y 21.6 kN/m³ (1.9 y 2.2 t/
m³), con una resistencia a la compresión inferior a f’c = 25.5 N/mm 2 (250 kg/cm 2) pero no menor
de f’c = 20.4 N/mm 2 (200 kg/cm 2).
Asimismo, los materiales a utilizar para los concretos clase 1 y 2, deberán cumplir con lo esta-
blecido en las normas NMX-C-414-ONNCCE, N•CTR•CAR•1•02•003 y N•CMT•2•02•001, para el ce-
mento, y las normas NMX-C-111 y N•CMT•2•02•002 para los agregados pétreos. En caso de que en
las especificaciones de proyecto no se especifique el tipo de cemento, se entenderá que se utilizará
cemento Portland ordinario.
El agua de mezclado deberá estar limpia y cumplir con los requisitos de las normas NMX-C-122
y N•CMT•2•02•003/2. Como se menciona en las Normas Técnicas Complementarias Para Diseño y
Construcción de Estructuras de Concreto, si el agua contiene sustancias en solución o en suspensión
que la enturbien o le produzcan olor o sabor fuera de lo común, no deberá emplearse en la fabrica-
ción de ningún concreto estructural.
En lo referente a los aditivos químicos, podrán utilizarse a solicitud expresa del usuario o a pro-
puesta del productor; en ambos casos estarán sujetos a la autorización del Corresponsable en Segu-
ridad Estructural, o del Director Responsable de Obra cuando no se requiera de Corresponsable. Los
aditivos deberán cumplir con los requisitos de las normas NMX-C-255 y N•CMT•2•02•004/4
Para la elaboración y colocación del concreto lanzado como soporte y revestimiento de túneles,
deberán seguirse las recomendaciones N•CTR•CAR•1•05•006/00.
Notas:
1. Cuando se pruebe material con una resistencia a la tensión mayor de 687 MPa (70 kgf/mm 2),
el alargamiento no debe ser menor de 5%.
2. Cualquiera que se cumpla (alargamiento o reducción de área).
El módulo de elasticidad del acero de refuerzo ordinario, Es, se supondrá igual a 2 x 105 MPa (2 x 106
kg/cm 2).
Los requisitos complementarios, como el anclaje y la unión por traslape, deberán apegarse a lo reco-
mendado en la norma N-CTR-CAR-1-05-005-00.
En la ASTM A 820, Standard Specification for Steel Fibers for Fiber-Reinforced Concrete, se esta-
blecen la resistencia mínima a la tracción y los requerimientos que deben cumplir las fibras de acero
sujetas a esfuerzos de flexión, así como las tolerancias de longitud, diámetro (o diámetro equivalen-
te) y relación de esbeltez según el tipo de fibra. Además, las fibras deberán cumplir con la ASTM C
1116 (Tipo I).
Con base en las normativas anteriores, la resistencia a la tracción mínima requerida de las fibras
deberá ser 345 MPa (3385 kg/cm 2). Por otra parte, en bibliografía especializada en el diseño de con-
creto lanzado reforzado con fibras de acero (Vandewalle, 2005, López Jimeno, 2011) se menciona
que dependiendo de las características de las fibras la resistencia a la rotura por tensión está com-
prendida entre los 1000 y 1300 MPa (9810 y 12753 kg/cm 2). Debido al espectro de resistencias
tan amplio, se recomienda que el proyectista investigue la disponibilidad del tipo de fibras que hay
en el mercado y se apegue a las especificaciones y a la resistencia a la tensión recomendadas por el
fabricante.
Debido a que la adherencia de las fibras con el concreto está en función de su relación de esbeltez,
los valores de esta relación deberán estar comprendidos entre 20 y 100; asimismo, las longitudes de
las fibras deberán estar comprendidas entre los 6.4 y 76 mm.
El módulo de elasticidad de las fibras debe ser alto para que el concreto adquiera un comporta-
miento dúctil. Al estar fabricadas de acero con bajo nivel de carbono, el módulo de elasticidad se
supondrá igual a 2.1 x 106 kg/cm 2 .
El proyectista deberá especificar en la memoria de cálculo y en los planos estructurales el tipo de
fibra, indicando su longitud, diámetro (o diámetro efectivo) y relación de esbeltez. Además se deberá
especificar la resistencia a la tensión y la dosificación de fibras kg/m3 y el nivel de absorción de ener-
gía con el que deberá cumplir la mezcla.
8.3.4.4. Fibras sintéticas
Las fibras sintéticas de uso más generalizado son las de polipropileno. Las propiedades mecánicas
de este polímero termoplástico varían en función del fabricante, pero oscilan entre los valores que
se muestran en la Tabla 8.2.
el rango de temperaturas a considerar durante el curso de los trabajos. Algunos de los aditivos más
comunes son:
• Supferfluidicante: Uno de los aditivos más importantes en la mezcla de concreto lanzado es el
superfluidificante o superplastificante. Su función es reducir la cantidad de agua de la mezcla y
retrasar el fraguado para que esta tenga una consistencia adecuada al momento de su coloca-
ción.
• Microsílica: El uso de microsílica en la mezcla de concreto tiene dos principales objetivos. En pri-
mer lugar, mejora la adherencia de la pasta permitiendo la reducción de las dosis de acelerantes
y permite aumentar el espesor de las capas colocadas. Además reduce el rebote y la creación de
polvo durante el lanzado. El segundo objetivo que se logra al añadir microsílica a la mezcla es que
se reduce la porosidad del concreto, lo que resulta benéfico para su resistencia y durabilidad. En
resumen, la microsilica mejora la calidad del concreto lanzado. Por otra parte, su uso requiere de
mayor demanda de agua, o de aditivos plastificantes, o de ambos, en la mezcla.
• Acelerantes: Se recomienda el uso de acelerantes libres de álcalis, ya que se ha demostrado que
los aditivos acelerantes que contienen altos niveles de este compuesto químico resultan con-
traproducentes para la resistencia del concreto a largo plazo. Además de lo anterior, los álcalis
resultan muy peligrosos y dañinos a la salud de los trabajadores.
• Lignosulfatos: Es importante tener especial cuidado con el uso de aditivos plastificantes basados
en lignosulfonato ya que, aunque se utilice en pequeñas cantidades, cuando se combina con
otros aditivos puede provocar un retraso en el fraguado de la mezcla por su incompatibilidad con
los acelerantes.
Existe en el mercado una gran cantidad de empresas especializadas en aditivos específicos para
la elaboración de concreto lanzado. Se recomienda hacer un análisis de las necesidades de la obra y
consultar con los fabricantes la posible utilización de aditivos y sus dosis antes de la construcción.
Los aditivos que se utilicen en la elaboración de las mezclas para concreto lanzado deberán cum-
plir con las normas ASTM C1141.
Según la publicación Túneles y Obras Subterráneas (2010) de la empresa Sika, la relación agua/
cemento de los concretos lanzados se rige por las mismas leyes que para los concretos tradicionales
(0,36-0,55), y está fuertemente relacionada con las variaciones del módulo de finura de los agrega-
dos (2,49 para agregados finos a 3,26 para los gruesos).
En el caso de la aplicación de la mezcla por la vía húmeda, se recomienda una relación agua/cemento
menor de 0,45 para que los aditivos acelerantes de fraguado funcionen correctamente. La relación
agua/cemento por peso (A/C) es uno de los parámetros más importantes de diseño del concreto
lanzado. A continuación se muestra a modo orientativo un rango de valores.
Es importante señalar que para la dosificación de la mezcla de concretos lanzados, tanto para la
vía seca como la húmeda, no se recomienda emplear agregado grueso con granulometría superior a
15 mm.
Pequeñas variaciones en cualquier material o elemento de la mezcla puede ser de gran impacto
en su desempeño final. No es adecuado ni recomendable asumir que se pueda utilizar la dosificación
de una mezcla como una receta y aplicarla en cualquier proyecto. Si una mezcla ha funcionado bien
en algún caso particular, no puede asumirse que se comportara de manera correcta en otro, ya que
lo más probable es que se utilice un proveedor de cemento diferente, que los agregados provengan
de otras minas y que los aditivos sean de otras marcas. El comportamiento de la mezcla es función
directa, no sólo de la superficie sobre la cual se lanza, sino también de las proporciones de materiales
y aditivos usadas en la dosis, y éstas de los resultados de laboratorio y pruebas de campo.
desde los 0.2 m3/hr hasta los 20 m3/hr. Los equipos de aplicación manual pueden complementarse
con un brazo telescópico y un vehículo portador. El chasis del equipo puede estar montado sobre
neumáticos o sobre orugas, según las necesidades de desplazamiento a través de la excavación.
En la selección de los equipos, deberán considerarse también las capacidades de los dispositivos
complementarios según el caso. Estos suelen ser:
• Mangueras y conexiones.
• Dosificadoras de mezclas.
• Bandas transportadoras para la alimentación del equipo de lanzado.
• Planta de fabricación de concreto instalada in situ, camiones revolvedora o revolvedoras manua-
les de pequeñas dimensiones.
• Brazos telescópicos y sus vehículos portadores.
• Andamios y/o plataforma de elevación.
• Equipo de seguridad: casco, lentes, botas, mascarilla, guantes, arnés, protección auditiva.
• Accesorios y herramientas: acero de refuerzo como varilla, malla electrosoldada o fibras, ancla-
jes, reglas para emparejar y cortar, alambre, llanas, planas, cucharas, etc.
Figura 8.8. Equipo de lanzado por vía húmeda. Tomado de Putzmeister (2011).
Figura 8.9. Equipo de lanzado por vía húmeda. Tomado de Putzmeister (2011).
El uso de robots no necesariamente irá ligado a un incremento en la calidad de los trabajos de lan-
zado. Es por eso que, para garantizar la calidad del producto colocado, se debe contar con operarios
capacitados. Sin embargo, las ventajas que ofrecen estos equipos son de consideración. Entre ellas
se pueden mencionar: un mayor rendimiento en la colocación de concreto; ahorro en mano de obra;
eliminación de plataformas y andamios durante los trabajos de lanzado (ya que el alcance del brazo
robotizado es mayor); disminución del rebote y un importante incremento en la seguridad de los tra-
bajadores ya que el operario puede dirigir la maquinaria desde una posición segura.
1
En el medio de la ingeniería de túneles en México se ha generalizado el término “anclas de fricción” y, a pesar
de que, tal y como se explica en el primer párrafo de esta sección, no constituyen propiamente un sistema de
anclaje, se tomará como válido.
El uso de los términos adecuados resulta imprescindible para diferenciar funciones y para evitar
confusiones. Por ejemplo, en algunas obras de túneles indebidamente se especifica “dar tensión por
medios mecánicos” a las barras de reforzamiento corrugadas que están adheridas en toda su longi-
tud, cuando en realidad se trata de un proceso de apriete, que simplemente mejora la sujeción, pero
que no tiene implicaciones mecánicas importantes.
También llega a ocurrir que, cuando la excavación ya se ha estabilizado, se olvide de inyectar las
anclas tensionadas para protegerlas contra la corrosión, o que se omita su tensado complementario
ante la posible pérdida de esfuerzos. Aquí conviene mencionar que en la excavación de túneles de
obras civiles no son muchos los casos en que se utilizan anclas tensionadas, lo que es frecuente en
túneles profundos de minería y en la estabilización de taludes; en la mayor parte de excavaciones
subterráneas de obras civiles importantes en México se han empleado barras corrugadas adheridas
al terreno.
Existe otro tipo de anclaje muy similar al descrito en el párrafo anterior, fabricado en fibra de
vidrio en lugar de acero de grado 40. El procedimiento de colocación es idéntico al de las varillas de
acero corrugado; la diferencia entre un tipo de barra y otra es el uso que se le da. Las barras de acero
se utilizan en las paredes laterales y en la bóveda de la sección excavada, mientras que las de fibra
de vidrio se usan generalmente para estabilizar el frente de excavación en terrenos inestables. Las
barras de fibra de vidrio tienen una resistencia a la tensión muy similar a la que ofrecen las de acero,
pero cuentan con una resistencia mucho menor al corte, lo que resulta muy atractivo cuando, una
vez estabilizado el frente de excavación, estas anclas pueden ser fácilmente cortadas y puede con-
tinuarse con los trabajos de excavación si dañar la maquinaria.
Figura 8.13. Esquema típico de anclaje pasivo con fijación química mediante lechada de cemento.
En los últimos años han comenzado a utilizarse barras auto perforantes, formadas por una barra
de acero con una cabeza de perforación que queda perdida. Con este sistema la perforación se hace
con la misma barra de anclaje y al mismo tiempo se inyecta la lechada que solidariza al ancla con el
terreno. Este sistema es muy recomendable cuando el terreno es de mala calidad.
Los anclajes de fijación química son los que, para solidarizar la barra con el terreno utilizan un pro-
ducto que se inyecta en estado líquido y luego se endurece creando una conexión física o superficie
de contacto adherente entre el anclaje y el terreno.
El producto químico más utilizado por ser seguro y económico es la lechada de cemento, y suele
tener una relación agua/cemento (a/c) del orden de entre 0.4 y 0.5. Cuando se utilice lechada de
cemento deberá garantizarse que la mezcla penetre hasta el fondo del barreno y que no queden
oquedades a lo largo del cuerpo del anclaje para garantizar una correcta adherencia en toda su lon-
gitud del elemento. Para conseguirlo, lo común es introducir una manguera larga, que llegue hasta el
fondo del barreno, por la cual se introduce la lechada y una manguera corta por la cual saldrá el fluido
una vez que esté llena la cavidad (Figura 8.13).
b) Fijación mecánica
En los anclajes de fricción pasivos que se fijan mecánicamente la transmisión de cargas al terreno
se logra mediante expansión hidráulica, Existen básicamente dos tipos de anclajes expansivos: los
tipo Swellex y los tipo Split-Set. En ambos casos, los anclajes son tubos metálicos huecos y no barras
como en el caso anterior, o como en el caso de anclajes con fijación por medios químicos.
Los anclajes tipo Swellex, o anclajes de expansión hidráulica, están formados por tubos metálicos
plegados en forma de “U” sobre sí mismos y sellados en su extremo profundo. Su longitud puede
alcanzar hasta los 12 metros. El diámetro del tubo antes de su doblado es de 42 mm, y una vez do-
blado, su diámetro se reduce en torno a los 25-28 mm. Puede ser fácilmente introducido en barrenos
de entre 32 y 39 mm de diámetro sin ningún tipo de ayuda mecánica, dando como resultado una
instalación relativamente rápida y sencilla. Una vez colocado y en la posición deseada, se le inyecta
agua a una presión de alrededor de 30 MPa para que sus paredes se expandan y se logre así la fija-
ción. En cuanto a la protección contra la corrosión y oxidación, estas características las especifica
cada fabricante.
Los anclajes o estabilizadores de fricción tipo Split-Set son tubos de diámetro mayor al de la per-
foración en la que deberá alojarse. Estos tubos tienen una hendidura longitudinal que permite que se
deforme mientras es introducido por percusión en el barreno. Así se genera una presión radial entre
el tubo y las paredes del terreno y se logra el anclaje. Este tipo de anclaje se considera como tem-
poral y tiene sus limitaciones en cuanto a longitud de anclaje y carga admisible máxima. Lo anterior
debe tenerse muy en cuenta en el proyecto.
Se recomienda la utilización de estos anclajes en rocas duras y no así en rocas blandas muy frac-
turadas, debido a que se pueden deformar en exceso e incluso romper el terreno. En estos casos es
más adecuado emplear anclajes de fijación por medios químicos.
El tensado de las anclas es un proceso que debe realizarse con sumo cuidado ya que, para que
el sistema en su conjunto funcione adecuadamente, todos los componentes deben estar alineados
y en correcto contacto con el terreno. Cuando el diseño de la excavación requiere de este tipo de
sistemas, lo recomendable es no exceder el 70% de la capacidad de la barra a modo de que ésta
tenga una reserva de resistencia por si se activa un mecanismo de desplazamientos en el interior del
macizo reforzado.
Este tipo de pernos tienen la tendencia a aflojarse cuando se someten a vibraciones (cuando se
localizan cercanos a voladuras) o cuando están anclados en roca débil. En estos casos, y cuando es
esencial mantener los anclajes en carga, se recomienda la utilización de anclajes químicos con resina.
Esta otra familia de anclajes combina el principio de trabajo activo y fijación química (pasiva). El
producto comúnmente utilizado para lograr la conexión entre la barra y terreno es la resina poliéster.
La resina de anclaje típica se introduce en cartuchos divididos en dos cámaras: una que contiene la
resina y otra que contiene el catalizador. Los cartuchos se rompen con el propio giro de la barra y en-
tonces se mezclan los componentes, activando la reacción química que produce su endurecimiento.
Hay dos tipos de cartuchos: los de endurecimiento rápido y los de endurecimiento lento. Los rá-
pidos se introducen en el fondo del anclaje y los lentos en el resto de la longitud. Los del fondo harán
la función de cabeza de anclaje.
Por lo general, es posible dar la tensión al anclaje pocos minutos después de colocada la barra.
Entonces, la resina de endurecimiento lento contribuirá a mantener la fuerza de anclaje, a proteger la
barra contra la corrosión y trabajará por ficción si se activa un mecanismo de movimiento.
Figura 8.17 . Esquema típico de anclaje químico con resina. Tomada de Hoek (2000)
El costo de los cartuchos de resina suele ser elevado, pero éste se compensa con la facilidad y la
rapidez con la que se instalan, reduciendo los tiempos de ejecución.
En algunas rocas arcillosas débiles, la superficie del barreno queda recubierta con una capa de
arcilla que provoca que los cartuchos de resina se deslicen y giren durante el proceso de instalación,
resultando en que la mezcla entre los componentes no sea adecuada y no se logre que la adheren-
cia entre el anclaje y el terreno sea satisfactoria. En los macizos rocosos muy fracturados, la resina
puede filtrarse entre las grietas de la roca circundante antes de fraguar, dejando huecos a lo largo
del cuerpo del anclaje. En ambos casos, el uso de lechada de cemento es más adecuado que el uso
de resina. Asimismo, debido a las incertidumbres que existen en torno a la resistencia de las resinas
ante la agresividad del agua del subsuelo, y por lo tanto de la protección contra la corrosión de las
barras de acero, se recomienda que, en el caso de que los anclajes químicos sean definitivos, se utilice
lechada de cemento en lugar de resinas.
8.4.5.3. Resinas
En el caso de las resinas, se recomienda acudir directamente con el fabricante para obtener orienta-
ción sobre el tipo de resina específico para cada caso y para cada tipo de terreno. Sin embargo, las
resinas deben contar con características básicas como son:
• que no contenga disolventes.
• que sea utilizable a bajas temperaturas.
• que el fraguado se produzca sin retracción.
• que cuente con alta resistencia mecánica y de adherencia.
• que sea dura pero no frágil.
• que proporcione protección contra la oxidación y la corrosión de los anclajes.
8.4.5.4. Anclas auto-perforantes
De acuerdo con algunos fabricantes, las características de las barras auto-perforantes están com-
prendidas entre los siguientes valores:
En la Tabla 8.9 se muestran algunas propiedades adicionales de estos elementos de acuerdo con
la Split Set Division, Ingersol-Rand Company.
Tabla 8.9. Especificaciones generales de anclajes Split-Set (Split Set Division, Ingersol-Rand
Company). Tomado de E. Hoek.
Figura 8.18. Esquema típico de rastras formadas por dos perfiles metálicos IR 203.
Para que los marcos sean eficientes y ayuden a retrasar y limitar las deformaciones del terreno,
sus elementos deberán estar firmemente colocados contra este. Su diseño podrá efectuarse por mé-
todos convencionales en los que las cargas consideradas se modelan actuando en el plano vertical de
los elementos resistentes (eje resistente principal), o a modo de cargas activas del terreno cuando
éste no ha terminado su proceso de relajación. Actualmente pueden realizarse aproximaciones tridi-
mensionales más avanzadas que incluyan el efecto del procedimiento constructivo, así como cargas
asimétricas, excéntricas o irregulares, apegándose más a la realidad. En el modelo de cálculo deberán
tomarse en cuenta las propiedades elásticas y resistentes de los distintos materiales, así como las
propiedades geométricas de las secciones utilizadas en el análisis.
Las condiciones de apoyo que deberán asignarse al sistema estructural serán de tipo articulado
(sin capacidad de asumir esfuerzos de flexión), liberando también la capacidad para resistir reaccio-
nes horizontales en la base de ambas columnas. Además, los apoyos nunca deberán de ser rígidos,
sino mediante resortes cuyo módulo de reacción se calcule a partir del módulo de las propiedades
elásticas del medio. El sistema será estable debido a que está confinado por el terreno, que restringe
su deslizamiento lateral.
Para ser congruentes con la clasificación del apartado 8.2.3, y con la forma en que se diseñan,
debe considerarse que los marcos sí tienen la función de un verdadero soporte estructural; por lo
tanto, es importante analizar las situaciones inconvenientes que suelen presentarse y que limitan
esta función:
a) Debe evitarse el uso de perfiles I Estándar (IE) ya que poseen una rigidez en el sentido longitu-
dinal (EIy) considerablemente menor a la del plano transversal al eje del túnel (EIx), lo cual los
hace muy susceptibles al pandeo lateral; en los perfiles I Rectangular o IR esta característica es
menos marcada y por tanto tienen un mejor desempeño; actualmente, en México, comienzan a
fabricarse de forma comercial perfiles tipo H para túneles, que cuentan con la misma rigidez en
ambos sentidos.
Figura 8.19. Configuraciones de sistemas de marcos metálicos para túneles convencionales de carretera.
Los marcos metálicos también suelen utilizarse para construir estructuras de emboquille o em-
portalamiento, con fines de seguridad. En estos casos, se complementan con concreto colado y para
ello es necesario colar cimbras y contracimbras apoyadas en la propia estructura de marcos.
Para adaptar los perfiles metálicos a la forma de la excavación, éstos pueden rolarse en frío. Los
perfiles se fabrican en longitudes que son determinadas por los fabricantes, siendo comunes los
tramos de 12,2 m. Siempre hay que conectar tramos para adaptar el marco a la geometría de la
excavación, por lo que el proyectista debe definir la geometría de dichos segmentos y los tipos de
conexión. Las conexiones pueden ser soldadas o atornilladas y deberán ser diseñadas para resistir
los esfuerzos de cálculo.
Figura 8.20. Túnel falso para la obra de desfogue construido con marcos metálicos de viguetas
laminadas en caliente y conectadas mediante soldadura. P.H. La Yesca. Nayarit, México. Fuente
Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Es una práctica común la colocación de láminas de madera o metálicas en los espacios entre los
marcos. Esto resulta ser una buena solución para realizar la excavación con mayor seguridad. En
rocas muy fragmentadas y en secciones muy sobre excavadas, cuando los marcos metálicos están
ligados adecuadamente, y con madera o láminas colocadas entre los espacios entre ellos, pueden
quedar fuera de contacto con el terreno en algunas partes, pero aun así cumplir con su función de
“escudo protector”.
Este tipo de sostenimiento, como cualquier otro, tiene ventajas y desventajas. A continuación se
mencionan las más representativas:
8.5.2.2. Perfiles TH
Aunque son comunes en Europa desde hace décadas, los perfiles TH fueron introducidos en México
hasta el año 2008 aproximadamente. Se trata de perfiles cuya sección resistente se asemeja a la
letra griega W , por lo que también son conocidos bajo el nombre de Marcos Omega (Figura 8.21). El
nombre “TH” se debe a los ingenieros Toussaint y Heintzmann quienes los inventaron en 1932 como
parte de las tecnologías que en aquel entonces de desarrollaban para soportar túneles sometidos
a grandes deformaciones diferidas en el tiempo (fluencia lenta o squeezing). En aquel entonces ya
se tenía clara la idea, al menos como principio, que ante este tipo de fenómenos, resultaba menos
costoso permitir cierta cedencia de los elementos de soporte, que pretender contener las deforma-
ciones mediante elementos muy rígidos. Años más tarde se acuñarían los términos “principio de ce-
dencia” (yielding principle) y su contraparte, el “principio de resistencia” (resistance principle) y toda
una colección de criterios y métodos de diseño para ambos conceptos.
Los perfiles TH tienen una sección tal que permiten su traslape y además, cuentan con disposi-
tivos de conexión deslizantes que unen los segmentos y permiten el corrimiento entre estos, de tal
forma que el marco puede “acompañar” la deformación del terreno hasta niveles importantes sin
perder su capacidad portante (Figura 8.22).
Evidentemente las conexiones deslizantes tienen un costo importante por lo que cuando en
el túnel no se esperan grandes deformaciones y por tanto no se diseña mediante el principio de
cedencia, es posible utilizar conexiones más económicas como las conocidas como “grapas”. Estas
piezas se limitan a sujetar los segmentos y por lo general no se les permite que deslicen (Figura
8.23). Están formadas por una placa de acero, una barra doblada a modo de candado y con rosca en
los extremos y dos tuercas.
Las grapas, al igual que las conexiones deslizantes permiten ajustar el desarrollo del marco y
adaptarlo mejor al contorno excavado.
Figura 8.24. Armaduras para marcos de celosía: ejemplo con 3 y con 4 barras principales.
Las armaduras se fijan fácilmente al contorno excavado y por su flexibilidad se adaptan muy
bien a éste. Una vez colocadas se recubren con concreto lanzado y forman una especie de “costilla”
cuya función es recibir cargas, pero a la vez pueden acompañar las deformaciones del túnel hasta
cierto nivel, constituyendo una especie de armadura de refuerzo a lo largo del túnel que, según
los promotores de este método, provee a la excavación de un adecuado equilibrio entre soporte y
consumo de concreto.
En la tabla 8.11 se muestran las características de los aceros convencionales que se incluyen el
Manual de diseño para la fabricación de perfiles utilizados en la construcción con acero, de Altos
Hornos de México.
Por otra parte, en las Normas Técnicas Complementarias para el diseño de estructuras de acero
para el Reglamento de Construcciones del Distrito Federal (NTC-RCDF), se mencionan una serie de
calidades de acero permitidos para el diseño y la construcción de estructuras metálicas. En ella se
incluyen la nomenclatura de cada tipo de acero, su esfuerzo de fluencia, Fy, y su esfuerzo de ruptura
o último, Fu , como se muestra en la Figura 8.27.
En cuanto a los perfiles TH, el Manual AHMSA define las especificaciones de los aceros de acuerdo
con la Tabla 8.12. Luego, en la se muestra la composición química y las propiedades de dichos aceros.
Tabla 8.12. Especificaciones de los Arcos Cedentes para Minas. Tomado del Manual AHMSA.
Por su parte los marcos de celosía y los tubulares, no están estandarizados ya que se trata de sis-
temas no establecidos comercialmente en México, por lo que sus especificaciones deberán obedecer
a los materiales seleccionados en cada caso.
Tabla 8.13. Composición química y propiedades de los aceros para perfiles TH.
Tomado del Manual AHMSA.
8.5.4.2. Conexiones
a) Generalidades
Como se ha mencionado antes, las conexiones de los elementos que dan forma a los marcos metá-
licos pueden ser soldadas o atornilladas. Según las Normas Técnicas Complementarias para Diseño
y Construcción de Estructuras Metálicas para el Reglamento de Construcciones del Distrito Federal,
estas deberán ser capaces de transmitir los elementos mecánicos calculados en los miembros que
liguen, satisfaciendo, al mismo tiempo, las condiciones de restricción y continuidad supuestas en el
análisis de la estructura. Las conexiones están formadas por las partes afectadas de los miembros
conectados (por ejemplo, almas de vigas), por elementos de unión (atiesadores, placas, ángulos,
ménsulas), y por conectores (soldaduras, tornillos o remaches). Los elementos componentes se di-
mensionan de manera que su resistencia de diseño sea igual o mayor que la solicitación de diseño
correspondiente, determinada:
• Por medio de un análisis de la estructura bajo cargas de diseño
• Como un porcentaje especificado de la resistencia de diseño de los miembros conectados.
Cuando una conexión se considere flexible, se diseñará, en general, para transmitir únicamente
fuerza cortante. En ese caso se utilizarán elementos de unión que puedan aceptar las rotaciones que
se presentarán en el extremo del miembro conectado, para lo que se permiten deformaciones inelás-
ticas autocontroladas en los elementos de unión, y se dejarán holguras en los bordes, con la misma
finalidad. Cuando sea el caso, se tendrán en cuenta las flexiones ocasionadas por excentricidades en
los apoyos.
Las conexiones en los extremos de vigas, trabes o armaduras que forman parte de estructuras
continuas se diseñarán para el efecto combinado de las fuerzas y momentos originados por la rigidez
de las uniones.
Las conexiones diseñadas para transmitir fuerzas calculadas, deben ser capaces de resistir una
fuerza de diseño no menor de 50 kN (5,000 kg). El número mínimo de remaches o tornillos en una
conexión es de dos. Los tamaños y longitudes mínimos de soldaduras pueden ser los permitidos en
las secciones 5.2.5 y 5.2.6 de las Normas Técnicas Complementarias para Diseño y Construcción de
Estructuras Metálicas para el Reglamento de Construcciones del Distrito Federal.
Asimismo, en dicha norma se recomienda tener en cuenta en el diseño las excentricidades que se
generen en las conexiones, incluso cuando provengan de la situación en la que los ejes de los miem-
bros no concurran en un punto.
b) Soldaduras
El tipo de soldadura más común, aplicable en la construcción de estructuras de acero, es la soldadu-
ra por fusión. El proceso más habitual para lograr dicha fusión es el de arco eléctrico con electrodo
metálico. La aplicación puede ser manual, semiautomática o automática.
Según la sección 5.2.2. NTC-RCDF, se usará el electrodo, o la combinación de electrodo y funden-
te, adecuados al material base que se esté soldando, teniendo especial cuidado en aceros con altos
contenidos de carbón u otros elementos aleados, y de acuerdo con la posición en que se deposite la
soldadura. Se seguirán las instrucciones del fabricante respecto a los parámetros que controlan el
proceso de soldadura, como son voltaje, amperaje, polaridad y tipo de corriente. La resistencia del
material depositado con el electrodo será compatible con la del metal base.
En esa misma sección se menciona que para que una soldadura sea compatible con el metal base,
tanto el esfuerzo de fluencia mínimo como el esfuerzo mínimo de ruptura en tensión del metal de
aportación depositado, sin mezclar con el metal base, deben ser iguales o ligeramente mayores que
los correspondientes del metal base. Por ejemplo, las soldaduras manuales obtenidas con electrodos
E60XX o E70XX*, que producen metal de aportación con esfuerzos mínimos especificados de fluen-
cia de 331 y 365 MPa (3 400 y 3 700 kg/cm²), respectivamente, y de ruptura en tensión de 412
y 481 MPa (4 200 y 4 900 kg/cm²), son compatibles con el acero A36, cuyos esfuerzos mínimos
especificados de fluencia y ruptura en tensión son 250 y 400 MPa (2 530 y 4 080 kg/cm²), respec-
tivamente.
(*) Los dos o tres primeros dígitos que siguen a la letra E en la notación AWS (por ejemplo 70 en
E70XX) indican la resistencia a la ruptura en tensión del metal depositado por le electrodo, en Kips/
pulg².
Para las uniones de estructuras metálicas se consideran cuatro tipos de soldadura:
• Soldaduras de filete: Se obtienen depositando un cordón de metal de aportación en el ángulo
diedro formado por dos piezas. Su sección transversal es aproximadamente triangular.
• Soldaduras de penetración: Se obtienen depositando metal de aportación entre dos placas que
pueden, o no, estar alineadas en un mismo plano. Pueden ser de penetración completa o parcial,
según que la fusión de la soldadura y el metal base abarque todo o parte del espesor de las pla-
cas, o de la más delgada de ellas.
• Soldaduras de tapón y ranura: Se hacen en placas traslapadas, rellenando por completo, con
metal de aportación, un agujero, circular o alargado, hecho en una de ellas, cuyo fondo está
constituido por la otra.
Los tipos de soldaduras más habituales para la construcción de marcos metálicos de sostenimien-
to de túneles son las soldaduras de filete y las de penetración.
Las dimensiones efectivas de las soldaduras (tamaño efectivo de la garganta), los tamaños míni-
mos de las soldaduras de penetración parcial y de filete, así como las resistencias de diseño y posi-
ciones de aplicación, deberán apegarse a las recomendaciones de las Normas Técnicas Complemen-
tarias para Diseño y Construcción de Estructuras Metálicas para el Reglamento de Construcciones
del Distrito Federal.
Fy: Esfuerzo de fluencia mínimo especificado del metal base; FExx Clasificación del electrodo, MPa (kg/cm 2); 1: Para definición
de áreas y tamaños efectivos véase la sección 5.2.4; 2: Para “metal de aportación compatible con el metal base” véase la
sección 5.2.2.1; 3: Puede utilizarse metal de aportación cuya resistencia corresponda a una clasificación un nivel más alto
que el compatible con el metal base (68 MPa, 700 kg/cm 2); 4: Para los distintos tipos de soldadura véase la sección 5.2.3; 5: Las
soldaduras de filete o de penetración parcial que unen entre sí elementos componentes de miembros compuestos, tales como
las que unen el alma y los patines de las trabes armadas, se diseñan sin tener en cuenta los esfuerzos de tensión o compresión,
paralelos al eje de las soldaduras, que hay en los elementos conectados; 6: El diseño del metal base queda regido por la parte de
estas Normas que es aplicable en cada caso particular. Cuando la falla sea por ruptura a lo largo de una trayectoria de cortante,
la resitencia de diseño será igual a FR (0.6Fu) A ne , donde FR se toma igual a 0.75 y Ane es el área neta en cortante (sección 5.4).
Tabla 8.14. Resistencias de diseño de soldaduras. Tomada de las Normas Técnicas Complementarias
para Diseño y Construcción de Estructuras Metálicas para el Reglamento del Distrito Federal.
Este manual sugiere que se utilicen los metales de aportación y fundentes para soldadura que se
mencionan en el apartado 1.3.4 de las Normas Técnicas Complementarias para Diseño y Construc-
ción de Estructuras Metálicas para el Reglamento de Construcciones del Distrito Federal. Se citan a
continuación:
• H-77 (AWS A5.1) Electrodos de acero al carbono, recubiertos, para soldadura por arco eléctrico.
• H-86 (AWS A5.5) Electrodos de acero de baja aleación, recubiertos, para soldadura por arco
eléctrico.
• H-108 (AWS A5.17) Electrodos desnudos de acero al carbono y fundentes para soldadura por
arco eléctrico sumergido.
• H-97 (AWS A5.18) Metales de aporte de acero al carbono para soldadura por arco eléctrico pro-
tegido con gas.
• H-99 (AWS A5.20) Electrodos de acero al carbono para el proceso de soldadura por arco eléctri-
co con electrodo tubular continuo.
c) Tornillos
En el caso de que las conexiones sean atornilladas, se aconseja también la utilización de los tornillos
que se mencionan en el apartado 1.3.3 de las NTC-RCDF. Estos son:
• H-118 (ASTM A307) Sujetadores de acero al carbono con rosca estándar exterior (Fu= 414
MPa ; 4 220 kg/cm²).
• H-124 (ASTM A325) Tornillos de alta resistencia para conexiones entre elementos de acero
estructural [Fu = 830 MPa (8 440 kg/cm²) para diámetros de 13 a 25 mm ( 1/2 a 1 pulg.),
Fu = 725 MPa (7 380 kg/cm²) para diámetros de 29 y 38 mm (1 1/8 y 1 1/2 pulg.)].
• H-123 (ASTM A490) Tornillos de acero aleado tratado térmicamente para conexiones entre
elementos de acero estructural (Fu= 1 035MPa , 10 550 kg/cm²).
Las conexiones con tornillos tienen, esencialmente, la función de transmitir cargas de un ele-
mento a otro. Actualmente se utilizan tornillos de alta resistencia para cualquier tipo de estructura,
porque tienen la capacidad de desarrollar en ellos una alta tensión inicial, que aprieta las placas que
se están uniendo entre la cabeza del tornillo y la tuerca. Su correcto apriete facilita y garantiza la
transmisión de la carga de un elemento al otro por fricción, casi sin deslizamiento entre ellos y obte-
niendo una unión muy rígida.
También pueden utilizarse tornillos de acero al carbono H-118 (ASTM A307) con resistencia a la
tracción de 60,000 psi, apretados al contacto. El apriete “al contacto” se define como el que existe
cuando todas las partes de una junta están en contacto firme; puede obtenerse con unos cuantos
impactos de una llave de impacto o con el esfuerzo máximo de un trabajador con una llave de tuercas
ordinaria (Bresler, Lyn y Scalzi).
En las tablas siguientes se podrán consultar las dimensiones de los tornillos estructurales, sus
características y resistencias de diseño, los tamaños máximos de agujeros y las distancias mínimas
del centro de agujeros al borde de las partes conectadas.
Tabla 8.15. Resistencia de diseño de tornillos estructurales. Fuente: Normas Técnicas Complementarias
para diseño y construcción de estructuras metálicas para el Reglamento del Distrito Federal.
Tabla 8.20. Tamaños máximos de agujeros para tornillos. Fuente: Normas Técnicas Complementarias para
diseño y construcción de estructuras metálicas para el Reglamento del Distrito Federal.
Tabla 8.21. Distancia mínima del centro de un agujero estándar1 al borde de la parte conectada2.
Fuente: Normas Técnicas Complementarias para diseño y construcción de estructuras metálicas para el
Reglamento del Distrito Federal.
8.6.1. Generalidades
El concepto de enfilaje frontal parte de la necesidad de estabilizar la bóveda antes de ser excavada
y se utiliza por lo general en terrenos especialmente malos. Se trata de un conjunto de elementos
estructurales lineales sub-horizontales perforados en el terreno, con dirección hacia el avance de la
excavación y, por lo general, inyectados. Éstos constituyen una pre-bóveda formada por material
resistente, cuyo objeto es evitar la tendencia del terreno a romper en la zona de influencia del frente
de la excavación. Resultan habituales en emboquilles, donde se recomienda disponer una viga de
atado de concreto armado, con el objeto de dar apoyo y unir las cabezas de los elementos que dan
forma al paraguas para que trabajen en conjunto. Este tipo de sostenimiento deberá ser ejecutado
antes de la excavación.
Los sistemas de enfilaje frontal tienen sus orígenes hace más de 50 años y en las últimas dos dé-
cadas han evolucionado de manera muy importante, tanto en el entendimiento teórico del concepto
como en las tecnologías de fabricación y puesta en obra.
Este sistema ofrece varias ventajas sobre otras técnicas de sostenimiento de túneles:
• La interacción entre las barras de anclaje y el terreno es rápida y coacciona el movimiento del
terreno excavado, de manera que las propiedades de este se conservan mejor.
• Puede mecanizarse totalmente, y hasta automatizarse, la colocación de los elementos resisten-
tes.
8.6.2. Tipologías
Cuando los elementos estructurales están hechos de acero se suelen clasificarse como ligeros o
pesados. Los ligeros generalmente son barras (redondos lisos o varillas corrugadas) de acero con-
vencional; los pesados suelen ser perfiles tubulares circulares laminados en caliente ranurados o sin
ranurar. Existen variantes como las bóvedas reforzadas con paraguas de jet grouting o algún otro
tipo de inyección para la mejora del terreno.
Figura 8.32. Progreso de la ejecución de un paraguas de micropilotes. Guía para el proyecto y la ejecución
de micropilotes en obras de carretera, del Ministerio de Fomento Español.
El replanteo es una parte fundamental para la correcta ejecución de un paraguas. Un mal replan-
teo puede desembocar en el cruce entre las armaduras o la introducción de las mismas en la línea
teórica de excavación. Para llevar a cabo un correcto replanteo deben seguirse los siguientes pasos:
• Se marca un punto en el frente para cada armadura. Con éste se fija el primer punto para la per-
foración.
• Se marcan dos puntos más para cada armadura sobre la plataforma de trabajo. Estos puntos
representan la proyección de cada armadura. La perforadora queda fija en la dirección a seguir,
quedando tan sólo la variable de la inclinación.
• Se fija la inclinación del mástil de la perforadora mediante un medidor de ángulos.
La perforación depende del tipo de terreno. En material duro se usa el método de la roto-percu-
sión con martillo de fondo, mientras que en materiales blandos es preferible el método de rotación
con trialeta. En este último tipo de terreno, si existe riesgo de colapso de la perforación, se introduce
una tubería de revestimiento recuperable.
Las uniones de los aceros convencionales están mecanizadas en el taller y dicha mecanización
afecta a la sección nominal reduciendo la misma. Esta reducción se traduce en una disminución de su
resistencia a tensión debido al pequeño paso de rosca, siendo variable el comportamiento a flexión
dependiendo del tipo de unión. Esta unión puede ser: unión macho–hembra, unión macho-hembra
con manguito ex.terior, unión macho–hembra con manguito interior. Según ensayos, el comporta-
miento más parecido al de las tuberías sin unión, es el que presenta la unión tipo macho–hembra
con manguito exterior. Este tiene el inconveniente, en cambio, de aumentar el diámetro nominal de
la tubería.
Los aceros reutilizados de la industria petrolera tienen un sistema de uniones de fabricación ori-
ginal diseñadas para soportar altos esfuerzos dinámicos y estáticos sin disminución de la resistencia
respecto a la sección nominal de la tubería. Para poder manipular este tipo de tuberías, es necesaria
la utilización de equipos grandes.
Los paraguas de micropilotes pueden ser llevados a cabo mediante equipos convencionales de
perforación Jumbo (Figura 8.38) aunque también existen equipos específicos de perforación sub-ho-
rizontal (EEPS).
Los equipos EEPS, también son conocidos como Casagrande. Tienen un mástil giratorio con dos
apoyos, por lo que la perforación no produce balanceo, con una longitud aproximada del mástil de18
m y 11 m de varillaje. La altura aproximada de alcance vertical es de 6.5 m.
Los equipos EEPS son más adecuados para la ejecución de paraguas de micropilotes en los em-
boquilles. Esto tanto por su calidad de ejecución y por su productividad en obra. Sin embargo, la
práctica constructiva ha demostrado que en el interior del túnel resultan más versátiles los equipos
convencionales tipo Jumbo ya que, además de tener mucha mayor movilidad se adaptan mejor a los
ciclos de producción.
Actualmente un sistema que está dando resultados de productividad muy atractivos es el de mi-
cropilotes auto-perforantes. El sistema consiste en una serie de piezas que se unen al frente del tubo
y una barra perforadora que pasa a través de éste y va unida al mecanismo de rotación del jumbo. La
boca de corona tiene el mismo diámetro de la tubería y es una pieza no recuperable, mientras que la
boca piloto se retira al final de la perforación, junto con la barra perforadora. El barrido y la inyección
se hacen con la lechada de cemento y son simultáneos a la perforación.
Este sistema implica que el diámetro de perforación es igual al de la tubería, con lo que no es ne-
cesario rellenar el espacio entre tubo y barrena. No obstante, el tubo puede ser ranurado para que
la inyección a presión penetre en el terreno formando un anillo resistente. El sistema es totalmente
adaptable al jumbo de barrenación.
La utilización del jet-grouting está limitada principalmente por la resistencia del terreno que va
a ser roto o disgregado. Suelen usarse en suelos con poca o nula cohesión, aunque también pueden
utilizarse en rocas alteradas o de cementación escasa, etc. El tipo de Jet que se usa es el Jet-1, el
cual consiste en inyecciones radiales a presión de lechada de cemento. En las inyecciones es reco-
mendable la introducción de una barra de refuerzo. La distancia entre las inyecciones tiene que ser la
que asegure el contacto tangente entre las lechadas. Las longitudes de este tipo de paraguas suelen
variar entre 12 y 20 metros, aunque se han construido paraguas de hasta 25 metros.
A
Jet-grouting
A’ Corte A-A’
El agua que se utilice deberá estar limpia y cumplir con lo especificado en la norma NMX-C-122.
No debe contener sustancias en solución o en suspensión que le den un aspecto turbio. Deberá ser
inodora y no se aceptará que tenga un sabor fuera de lo común.
Si se utilizan aditivos deberán ser autorizados por el Corresponsable de obra o por el Director
Responsable de Obra, cuando no se requiera corresponsable. Los aditivos deberán cumplir con lo
especificado en la norma NMX-C-255.
La lechada deberá tener las mismas características que un concreto de clase 1 utilizado para ci-
mentaciones, teniéndose en cuenta el tipo de exposición y la agresividad del terreno. Se recomienda
que a los siete (7) días de edad su resistencia sea igual o superior al setenta por ciento (70%) de su
resistencia a los veintiocho (28) días. Asimismo, la lechada deberá tener la consistencia adecuada
para que pueda bombearse fácilmente. Se recomienda que su relación agua/cemento (a/c) esté
comprendida entre 0.40-0.55.
8.6.3.3. Micropilotes
El perfil laminado en caliente de uso más común en estos casos es el tubo circular (OC), principal-
mente por su fabricación comercial, así como por la facilidad de unión entre tramos. Se distinguen
dos tipos de acero en los que estos perfiles están disponibles:
8.7.1. Generalidades
El concreto colado in situ suele ser utilizado como revestimiento definitivo en túneles y por lo general
es colocado una vez que la excavación ha sido estabilizada por completo. Sin embargo, en ocasiones
puede ser empleado como sostenimiento complementario al previamente ejecutado durante el pro-
ceso de excavación (marcos metálicos, concreto lanzado, anclas de fricción, etc.), especialmente en
terrenos muy difíciles.
Estas estructuras pueden ser de concreto simple o reforzado con malla electrosoldada, varillas
corrugadas o fibras metálicas. Para la construcción de este tipo de sostenimientos es imprescindible
la utilización de cimbras metálicas o de madera, móviles o fijas.
Para el colado del concreto por lo general se emplea cimbra convencional de madera y es muy
común que se aprovecha la presencia de los marcos metálicos para apoyar los paneles. El concreto
es bombeado por encima y vibrado con medios convencionales.
Las chapas Bernold tienen un acabado corrugado que permite la adherencia del concreto lanzado,
el cual por lo general se aplica por la parte interior del túnel para dar un recubrimiento adicional.
Las chapas Bernold son de fácil transportación, manejo y almacenamiento, por lo que han ganado
un puesto importante en la industria de la construcción de túneles.
8.7.3.1. Concreto
Según las NTC-RCDF, El concreto de resistencia normal empleado para fines estructurales puede
ser de dos clases: clase 1, con peso volumétrico en estado fresco superior a 22 kN/m³ (2.2 t/m³) y
clase 2 con peso volumétrico en estado fresco comprendido entre 19 y 22 kN/m³ (1.9 y 2.2 t/m³).
En túneles se recomienda que el concreto sea de clase 1.
En la fabricación de los concretos, se empleará cualquier tipo de cemento que sea congruente
con la finalidad y características de la estructura, clase resistente 30 o 40, que cumpla con los requi-
sitos especificados en la norma NMXC-414-ONNCCE. Los agregados pétreos deberán cumplir con
los requisitos de la norma NMX-C-111 con las modificaciones y adiciones establecidas en la sección
14.3.1. de las NTC-RCDF.
El concreto clase 1 se fabricará con agregados gruesos con peso específico superior a 2.6 (caliza,
basalto, etc.) y el concreto clase 2 con agregados gruesos con peso específico superior a 2.3, como
andesita. Para ambos se podrá emplear arena andesítica u otra de mejores características. El agua
de mezclado deberá ser limpia y cumplir con los requisitos de la norma NMX-C-122. Si contiene sus-
tancias en solución o en suspensión que la enturbien o le produzcan olor o sabor fuera de lo común,
no deberá emplearse.
Podrán usarse aditivos a solicitud expresa del usuario o a propuesta del productor, en ambos ca-
sos con la autorización del Corresponsable en Seguridad Estructural, o del Director Responsable de
Obra cuando no se requiera de Corresponsable. Los aditivos deberán cumplir con los requisitos de la
norma NMX-C-255.
Las clases de concreto, sus limitaciones de uso y resistencias mínimas pueden consultarse en el
apartado 8.3.4.1.
Los valores de diseño, la resistencia a tensión, el módulo de elasticidad, los factores de resistencia,
etc., deberán apegarse a la norma anteriormente citada.
En la Tabla 8.26 los datos de las columnas bajo el título Nominal Dimensions se refieren a las
dimensiones nominales de las barras. Los que se muestran bajo las columnas de título Deformation
Requirements, se refieren a la geometría y separación de la corruga.
En caso de que se utilice malla electrosoldada como acero de refuerzo, esta deberá cumplir con la
norma NMX-B-290 (Tabla 8.27).
Los requisitos de resistencia de la malla electrosoldada se pueden consultar en la Tabla 8.1 del
apartado 8.3.4.2. El módulo de elasticidad del acero de refuerzo ordinario, Es, se supondrá igual a
2×105 MPa (2×106 kg/cm²). En el cálculo de resistencias se usarán los esfuerzos de fluencia mínimos,
fy, establecidos en las normas citadas.
Figura 8.46. Barras corrugadas de acero de refuerzo convencional. Fuente: Aceros Titán.
Referencias2
1 Altos Hornos de México, AHMSA (2013) “Manual de diseño para la construcción de acero”.
www.ahmsa.com
2 American Concrete Institute, ACI (1996) “State-of-the-Art Report on Fiber Reinforced Concrete:
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3 ASTM A1011 / A1011M-14, Standard Specification for Steel, Sheet and Strip, Hot-Rolled, Carbon,
Structural, High-Strength Low-Alloy, High-Strength Low-Alloy with Improved Formability, and
Ultra-High Strength, ASTM International, West Conshohocken, PA, 2014, www.astm.org
4 ASTM A185-02, Standard Specification for Steel Welded Wire Reinforcement, Plain, for Concrete,
ASTM International, West Conshohocken, PA, 2002, www.astm.org
5 ASTM A307-14, Standard Specification for Carbon Steel Bolts, Studs, and Threaded Rod 60000
PSI Tensile Strength, ASTM International, West Conshohocken, PA, 2014, www.astm.org
6 ASTM A325-14, Standard Specification for Structural Bolts, Steel, Heat Treated, 120/105 ksi
Minimum Tensile Strength, ASTM International, West Conshohocken, PA, 2014, www.astm.org
7 ASTM A36 / A36M-14, Standard Specification for Carbon Structural Steel, ASTM International,
West Conshohocken, PA, 2014, www.astm.org
8 ASTM A490-14a, Standard Specification for Structural Bolts, Alloy Steel, Heat Treated, 150 ksi
Minimum Tensile Strength, ASTM International, West Conshohocken, PA, 2014, www.astm.org
9 ASTM A496-02, Standard Specification for Steel Wire, Deformed, for Concrete Reinforcement,
ASTM International, West Conshohocken, PA, 2002, www.astm.org
10 ASTM A588 / A588M-15, Standard Specification for High-Strength Low-Alloy Structural Steel,
up to 50 ksi [345 MPa] Minimum Yield Point, with Atmospheric Corrosion Resistance, ASTM
International, West Conshohocken, PA, 2015, www.astm.org
11 ASTM A607-98, Standard Specification for Steel, Sheet and Strip, High-Strength, Low-Alloy,
Columbium or Vanadium, or Both, Hot-Rolled and Cold-Rolled (Withdrawn 2000), ASTM
International, West Conshohocken, PA, 1998, www.astm.org
12 ASTM A615 / A615M-15, Standard Specification for Deformed and Plain Carbon-Steel Bars for
Concrete Reinforcement, ASTM International, West Conshohocken, PA, 2015, www.astm.org
13 ASTM A820 / A820M-11, Standard Specification for Steel Fibers for Fiber-Reinforced Concrete,
ASTM International, West Conshohocken, PA, 2011, www.astm.org
14 ASTM C1116 / C1116M-10a(2015), Standard Specification for Fiber-Reinforced Concrete, ASTM
International, West Conshohocken, PA, 2015, www.astm.org
15 ASTM C1141 / C1141M-08, Standard Specification for Admixtures for Shotcrete, ASTM
International, West Conshohocken, PA, 2008, www.astm.org
16 ASTM D3916-08, Standard Test Method for Tensile Properties of Pultruded Glass-Fiber-Reinforced
Plastic Rod, ASTM International, West Conshohocken, PA, 2008, www.astm.org
17 ASTM D792-13, Standard Test Methods for Density and Specific Gravity (Relative Density) of
Plastics by Displacement, ASTM International, West Conshohocken, PA, 2013, www.astm.org
18 Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero Organismo Nacional de Normalización,
CANACERO (2013). “Catálogo de Normas 2013”, México D.F.
19 Hoek E., Kaiser P.K., Bawden W.F. (2000). “Support of Underground Excavations in Hard Rock”; A.
A. Balkema/Rotterdam/Brookfield (2000).
20 Kooiman, A.G. (2000). “Modelling Steel Fibre Reinforced Concrete for Structural Design”. Optima
Grafische Communicatie, Rotterdam, 2000.
2
Los textos originales de este capítulo corresponden con la referencia [29].
21 López Jimeno,C (2011) “Manual de túneles y obras subterráneas” (2 tomos), ETSIM Madrid; UPM.
22 Mahar J. W. (1975). “Shotcrete practice in underground construction”, final report. Dept. of Civil
engineering. University of Illinois at Urban Champaign, Springfield VA. 1975.
23 Ministerio de Fomento de España, (2010). “EAE, Instrucción de Acero Estructural”, Gobierno de
España.
24 Ministerio de Fomento de España, (2011). “EHE-08, Instrucción de Hormigón Estructural”,
Gobierno de España.
25 “Normas Técnicas Complementarias del Reglamento de Construcciones del Distrito Federal”.
26 Organismo Nacional de Normalización y Certificación de la Construción y la Edificación, S.C.,
ONNCCE (2011). “Catálogo de Normas NMX-NOM”, México D.F.
27 Perri G. & Zenti C. (2012) “Tubular Steel Ribs of Support for the Tunnels”, 2nd South American
Symposium on Rock Excavations, Costa Rica 2012 San José.
28 Putzmeister Underground (2011), “SPM 5314 Wetkret Roadster”, Madrid España.
www.putzmeisterunderground.com
29 Sánchez, F. (2014): Ingeniería de Túneles; Reg. # 03-2015-012110003000-1, SEP-INDAUTOR.
30 Secretaría de Comunicaciones y Transportes, SCT (2000). “N•CTR•CAR•1•05•005/00, Libro:
CTR. Construcción, Tema: CAR Carreteras Parte: 1. Conceptos de obra, Título: 05. Túneles,
Capítulo: 005. Malla Electrosoldada en Túneles”.
31 Secretaría de Comunicaciones y Transportes, SCT (2000). “N•CTR•CAR•1•05•006/00, Libro:
CTR. Construcción, Tema: CAR Carreteras Parte: 1. Conceptos de obra, Título: 05. Túneles,
Capítulo: 006. Concreto Lanzado en Túneles”.
32 Secretaría de Comunicaciones y Transportes, SCT (2002). “N•CMT•2•02•001/02, Libro: CMT.
Características de los Materiales, Parte: 2. Materiales para Estructuras, Título: 02. Materiales
para Concreto Hidráulico, Capítulo: 001. Calidad del Cemento Pórtland”.
33 Secretaría de Comunicaciones y Transportes, SCT (2002). “N•CMT•2•02•003/02, Libro: CMT.
Características de los Materiales, Parte: 2. Materiales para Estructuras, Título: 02. Materiales
para Concreto Hidráulico, Capítulo: 003. Calidad del Agua para Concreto Hidráulico”.
34 Secretaría de Comunicaciones y Transportes, SCT (2004). “N•CMT•2•02•004/04, Libro: CMT.
Características de los Materiales, Parte: 2. Materiales para Estructuras, Título: 02. Materiales
para Concreto Hidráulico, Capítulo: 004. Calidad de Aditivos Químicos para Concreto Hidráulico”.
35 Secretaría de Comunicaciones y Transportes, SCT (2004). “N•CMT•2•02•005/04, Libro: CMT.
Características de los Materiales, Parte: 2. Materiales para Estructuras, Título: 02. Materiales
para Concreto Hidráulico, Capítulo: 005. Calidad del Concreto Hidráulico”.
36 Sika, S.A.U. (2010) “Túneles y Obras Subterráneas”, Madrid España.
37 TEDESA, Técnicas de entibación, s.a. (s/a) “Cuadros Metálicos de Entibación”, Asturias España.
38 Vandewalle M. (2005) “Tunneling is an Art”, N.V. Bekaert, S.A., Zwevegem, Belgium, 2005,
400 pp.
Túnel Las Charcas. Carretera Durango-Mazatlán, 2006. Consultec Ingenieros Asociados, S.C.
en cuenta para calcular la estructura de revestimiento, que es de carácter definitivo y que, por lo
general, estará sujeta a solicitaciones distintas a las que afectan a los sistemas de sostenimiento.
Por otra parte, es común que los sostenimientos, de carácter temporal, se incorporen al
revestimiento definitivo, de manera que la estructura deberá analizarse en dos fases:
a) Considerando únicamente las propiedades geométricas y mecánicas del sostenimiento
provisional (sección simple).
b) Tomando en cuenta las propiedades geométricas y mecánicas del sostenimiento y del
revestimiento trabajando en conjunto (sección compuesta).
En los análisis será fundamental distinguir los estados tenso deformacionales de cada caso, así
como las solicitaciones que deberá resistir el sistema en cada fase de cálculo.
apoyos con un grado de libertad rotacional, ya sea entre dos de ellas o entre una viga y un elemento
sólido.
Por ejemplo, en túneles falsos construidos con elementos prefabricados es habitual colocar una
junta constructiva libre en la clave a modo de generar una estructura más hiperestática y eliminar los
momentos en dicho punto. Un esquema del modelo estructural de un túnel falso sería como el que se
representa en la Figura 9.1.
Una junta como la del túnel falso de la Figura 9.1 casi no tendría rigidez rotacional, por lo que a la
rótula puede definírsele esta propiedad igual a cero. Sin embargo, existen otro tipo de juntas, como
los de las dovelas prefabricadas para túneles excavados con tuneladora que tienen geometría
machihembrada y elementos de neopreno para impermeabilizarlas. En tales casos, la conexión
presenta una cierta rigidez rotacional que es necesario conocer para la correcta modelización.
Algunos códigos comerciales de cálculo incluyen resortes rotacionales a los que puede introducírseles
dicha rigidez y además pueden contar con un parámetro adicional para definir el momento de
plastificación de la rótula, Mp.
EI
deq 12 (9.1)
EA
Los elementos placa son geométricamente similares a sólidos bidimensionales de esfuerzo plano
excepto que sólo trabajan ante cargas transversales lo cual induce la flexión. Son el equivalente
bidimensional de los elementos viga y su formulación está basada en la teoría de placas de Reissner-
Mindlin.
Un elemento placa, en términos simples, es un sólido tridimensional con una de las dimensiones
mucho más pequeña que las otras dos y sin curvatura en la “superficie media” de la configuración de
referencia (Figura 9.2); la carga produce exclusivamente flexión.
1
En el caso bidimensional pueden considerarse como elementos “viga” (de ancho unitario), los cuáles
son en realidad un caso particular de las placas.
nivel estructural sí se produce tal acoplamiento (especialmente cuando hay grandes curvaturas) por
lo que es normal que la discretización del cascarón sea más fina que la del medio continuo.
Figura 9.1. Posición de nodos y puntos de esfuerzos en un elemento viga de 3 nodos. Tomado del
manual del código PLAXIS (2000).
Es importante notar que el cambio en la relación EI/EA cambiará el espesor deq y a su vez la distancia
de separación entre los puntos de esfuerzos (PLAXIS, 2000).
dos grados de libertad en cada nodo (Ux, Uy). En estos elementos las fuerzas axiales se evalúan en
puntos de esfuerzo que coinciden con los nodos (puntos de Newton-Cotes).
Figura 9.4. Esquemas de utilización de elementos geotextil en suelos. Tomado de PLAXIS (2011).
Los elementos geotextil no tienen rigidez a flexión ni a compresión, por lo que únicamente trabajan a
tensión. Puede definirse un límite de fluencia y su comportamiento post-pico es en plasticidad
perfecta (Figura 9.5).
un medio que, en la realidad, está fracturado y forma bloques (medio discontinuo). Las anclas de
fricción, en la realidad, aseguran los bloques y proporcionan un cierto reforzamiento al medio que
rodea a la excavación, dotándolo de una resistencia al corte adicional a la de su propia resistencia. Los
elementos tipo barra, en los análisis numéricos tradicionales, se desplazan acompañando al medio
continuo en su deformación hacia el interior de la cavidad simulada y sólo entran en tensión de
acuerdo con los desplazamientos diferenciales entre los nodos alineados a lo largo de una misma
barra. Estos elementos carecen de rigidez a flexión y resistencia a cortante, por lo tanto, difícilmente
pueden representar un reforzamiento para el medio que rodea a la excavación. El único efecto que
proporcionan es el de dotar de cierta restricción a las deformaciones radiales que se generan en torno
al túnel.
En algunos programas, el efecto de la fricción que se genera a lo largo de las anclas puede
simularse mediante elementos tipo geotextil, los cuales simulan el material de inyección dentro del
barreno que aloja a las anclas. En la realidad existe un complejo estado tridimensional de esfuerzos en
torno a la lechada de inyección el cual no se puede modelar en dos dimensiones. Sin embargo, con el
sistema barra-geotextil, de acuerdo con algunos autores, es posible estimar la distribución de
esfuerzos, las deformaciones y la estabilidad de la estructura a un nivel global, suponiendo que la
lechada de contacto no desliza de forma relativa respecto al terreno. (PLAXIS, 2011).
Durante el diseño deberá establecerse qué porcentaje de la longitud total del sistema ancla-
mortero (La=longitud del ancla) trabajará a tensión (LT = longitud a tensión) y qué longitud trabajará
a fricción (Ls = longitud a cortante).
En un modelo de diferencias finitas, las anclas de fricción se modelan con elementos que combinan
barras con interfaces que simulan la lechada. En el Código FLAC3D se les llama elementos tipo cable
(cablesel)2. Estos elementos constan de dos nodos. Cada nodo tiene un grado de libertad en
desplazamientos con orientación axial. El elemento cable puede romper por tensión y por compresión,
pero no puede resistir momentos (Figura 9.7). Estos elementos, además de la barra, cuentan con
interfaces para simular el comportamiento cohesivo-friccionante entre el cable y la malla en la
dirección del eje de la barra, con lo que la fuerza resistente se desarrolla alrededor de su longitud
como respuesta al movimiento relativo entre la barra y la malla. Pueden ser cargados puntualmente o
aplicarles una tensión (postensado).
Con este tipo de elementos las anclas de fricción convencionales no necesitan ser subdivididas en
tramos (La = LT + Ls) ya que ambos tipos de fuerzas trabajan acopladamente y las cargas se reparten
de acuerdo con sus propiedades (elásticas y de resistencia).
En el caso en que se requiera simular un anclaje de tipo activo, en el que una parte del sistema está
adherido al terreno y la otra está libre de interacción, se pueden conectar dos elementos cable: al
tramo interior sólo se le asignan propiedades de acero y al que queda conectado con el fondo del
barreno se le modeliza con todas sus propiedades (acero y lechada).
2
Es importante tener en cuenta que no se trata propiamente de un elemento “cable”, sino más bien
de una barra, ya que en teoría, un cable no podría mostrar ni rigidez ni resistencia a compresión.
Figura 9.6. Esquema de distribución de fuerzas en un medio continuo anclado con elementos barra y
elementos geotextil.
La resistencia al corte de la lechada se moviliza al existir movimientos relativos entre los nodos de
la interface que separa a la barra de los elementos de terreno. Este comportamiento está definido por
la rigidez al corte de la lechada, la cohesión, el ángulo de fricción interna, el perímetro de la lechada y
la presión de confinamiento (m) a la que está sujeta (Figura 9.10).
Figura 9.7. Coordenadas y grados de libertad del elemento cable (izquierda) Comportamiento
mecánico de la barra (derecha). Figura tomada del manual de Flac3D.
Figura 9.9. Idealización del sistema de la barra inyectada. Tomado del Manual de FLAC3D (2009).
Figura 9.11. Coordenadas y grados de libertad del elemento viga. Tomado del Manual de FLAC3D (2009).
Las interfaces tangenciales simulan la interacción en el sentido longitudinal del pilote y por tanto
representan la rigidez y resistencia de fuste. Por su parte, los elementos normales simulan el
aplastamiento del material de inyección (lechada) alrededor del pilote.
Primero: El número de elementos en la malla aumenta considerablemente, sobre todo porque para
obtener una respuesta cercana a la real, es necesario discretizar la estructura en regiones, por lo
general muy pequeñas respecto al tamaño del dominio de cálculo.
Segundo: Para obtener los elementos mecánicos (N, M, V) a partir de los estados de esfuerzos, es
necesario recurrir a técnicas de integración a lo largo de secciones transversales en distintos bloques
de elementos; lo que puede representar una carga de trabajo muy importante.
En la Figura 9.13 puede verse relación que existe entre la deflexión teórica de una viga a flexión y
la respuesta de un modelo discretizado con elementos de medio continuo, para distintos tamaños de
elemento. Nótese que la aproximación a la solución teórica tiene una relación logarítmica con el
número (tamaño) y la relación de aspecto de los elementos continuos.
como para economizar (si las condiciones de seguridad son mejores a las previstas en proyecto)
(Figura 9.17).
Figura 9.15. Diagrama de momentos flexionantes en los elementos de soporte del túnel.
Programa PLAXIS 2D.
3
Plaxis bv: Computerlaan 14, 2628 XK Delft, The Netherlands. Registration number: KvK 24239980.
Figura 9.16. Diagrama de fuerzas cortantes en los elementos de soporte del túnel.
Programa PLAXIS 2D.
Para fines de estimación de cargas de roca sobre los sistemas de soporte se utiliza la clasificación
en unidades geotécnicas definida en proyecto. Los resultados obtenidos de estas teorías, al igual que
las recomendaciones que derivan de las clasificaciones geomecánicas (RQD, RMR, Q), deberán
tomarse en cuenta sólo en una etapa de pre-diseño. Durante la construcción de la obra, será
necesario observar el comportamiento de la excavación, reclasificar la roca, mapear las
discontinuidades y entonces volver a plantear los modelos ajustándolos a la realidad observada y
determinar si es necesaria alguna modificación en el diseño de los elementos de reforzamiento,
estabilización y soporte, ya sea para proporcionar mayor seguridad (si el macizo así lo requiere),
como para economizar (si las condiciones de seguridad son mejores a las previstas en proyecto)
(Figura 9.17).
Es importante tomar en cuenta que cada teoría se adapta mejor a ciertas condiciones y que no es
posible aceptarlas como válidas ante cualquier tipo de geología y/o excavación. La idea de que es
posible establecer fórmulas empíricas con las que se puede determinar un cierto volumen de material
aflojado tiene su origen en las épocas en las que prácticamente no existían las técnicas de
estabilización y reforzamiento y únicamente se empleaban elementos estructurales rígidos para
contener al terreno. Actualmente se sabe que si se protege, refuerza y estabiliza adecuadamente al
terreno, la probabilidad de que se genere una zona de material aflojado es muy remota.
Al utilizar los métodos empíricos, comúnmente es posible apreciar una dispersión de los resultados
muy amplia. Estas presiones, sobre todo en las clasificaciones antiguas, se refieren a la carga que
aportaría un bulbo de aflojamiento si se permitiera su total formación, es decir, si no se reforzara ni
estabilizara el terreno y, dependiendo de la calidad de la roca, esto podría tardar días, meses o años.
Figura 9.17. Sistema estructural definido en campo a partir de una situación real de bloques
potencialmente inestables. Túnel Chimalpa I, febrero de 2014.
De todas las teorías que pueden encontrarse en la literatura sobre túneles, las que arrojan los
valores más razonables de presión de aflojamiento son las de Bieniawski (1979) y Barton (1992). La
hipótesis de Bieniawski se basa únicamente en el índice RMR y en el ancho de la excavación, mientras
que la Barton toma en cuenta, además de la calidad del macizo, el número de familias de
discontinuidades (Jn) y la rugosidad (Jr) de las juntas. En la realidad, en un macizo pueden presentarse
distintas características de las discontinuidades para distintas calidades, sin embargo, para fines de
pre-diseño es posible proponer cierta relación entre ellas.
100 RMR
p b (9.2)
100
b) Clasificación de Barton
A partir del índice de calidad Q (Barton et al., 1974) los autores proponen distintos sistemas de
sostenimiento. Se introduce un parámetro que depende de las dimensiones del túnel y de la calidad
del macizo llamado Dimensión Equivalente, De. Dicho parámetro se obtiene como el cociente entre el
claro o la altura del túnel (el que resulte mayor) y un factor denominado Excavation Support Ratio
(ESR) el cual se obtiene de la tabla siguiente.
Descripción ESR
Galerías permanentes en minas; túneles hidráulicos, galerías piloto o galerías de avance 1.6
Cavernas pequeñas, túneles de acceso, túneles de carretera o FFCC poco importantes 1.3
Luego, los autores presentan unas ecuaciones que relacionan el índice Q con el máximo claro sin
sostenimiento (Bmax) y con la presión que el macizo puede ejercer sobre los sistemas de soporte:
2
p (para tres o más familias de discontinuidades) (9.4)
Jr 3 Q
2 Jn
p (para menos de tres familias de discontinuidades) (9.5)
3J r 3 Q
Tabla 9.2. Características de las discontinuidades y parámetros del criterio de Barton asociados a las
clasificaciones RMR y Q.
Con las ecuaciones (9.2) a (9.5) y los valores orientativos de la Tabla 9.2 se establecen los rangos
de carga de aflojamiento en la clave para las distintas calidades del macizo. Finalmente, la gráfica de
la Figura 9.19, es un ejemplo de cómo relacionar los rangos establecidos de calidad geotécnica con
las cargas de aflojamiento sobre la clave y el módulo de Young del macizo rocoso para un ancho
determinado de excavación.
Como se puede ver en el gráfico de la Figura 9.19 la dispersión de resultados entre ambos criterios
es importante. Más aún, el criterio de Barton resulta más conservador que el de Bieniawski en rangos
de calidad bajos y viceversa. Para realizar un análisis y diseño estructural integrales se pueden
manejar los máximos y mínimos de esta gráfica como casos extremos.
Basándose en recomendaciones y experiencias previas y aunque la posibilidad de que se generen
presiones por aflojamiento que soliciten el trabajo de los elementos de soporte (marcos metálicos y
revestimiento definitivo) sea remota, es recomendable hacer cálculos estructurales para los rangos
de posible variación de la presión que se calculan con estas aproximaciones.
9.3.2.2. Consideraciones sobre los métodos empíricos de estimación de las presiones
de aflojamiento
En obras de túneles en roca es común que la naturaleza geológica de los materiales implique una gran
variabilidad de posibles situaciones geotécnicas, por lo que es extremadamente difícil establecer a
priori, o incluso durante la obra, si existe la probabilidad de que se presente una cierta combinación de
factores para ser considerados en los análisis. Siendo que es factible estimar in situ y dentro de un
rango aceptable de aproximación, la rigidez del macizo, resulta muy complicado establecer el tamaño
de una potencial zona de aflojamiento o el desprendimiento y dimensiones de una posible cuña. Por lo
tanto, para fines de establecer patrones de diseño, las únicas herramientas con las que se cuenta son
las correlaciones empíricas y el buen juicio que el geotecnista o geólogo de frente demuestre durante
los trabajos de seguimiento y caracterización de las excavaciones.
Figura 9.19. Relación entre calidades del macizo rocoso, módulo de Young y cargas de aflojamiento
sobre la clave según los criterios de Bieniawski (1974) y Barton (1992).
que, en la zona de la clave, es donde se localiza el material aflojado y por lo tanto no existe
interacción.
• La carga de aflojamiento actuará sólo en la zona de la clave, mientras que la cuña actuará
conforme esté definida por la geología estructural.
• La roca circundante restringirá las deformaciones de la estructura, generando presiones pasivas
contra el revestimiento
• Se aplica la condición de no-tensión entre la masa de roca y el revestimiento. Es decir que en la
intercara solamente actuarán esfuerzos normales de compresión y esfuerzos de fricción.
Actualmente esta forma de analizar la interacción terreno-estructura se considera la más
adecuada para este tipo de problemas. El terreno modelado, además de comportarse de acuerdo a
sus características deformacionales, se encuentra en total contacto con los elementos del
revestimiento, dando como resultado una correcta interacción entre ambos.
Los resultados más importantes que arroja el análisis son: elementos mecánicos y
deformaciones en la estructura de soporte. La parte fundamental del diseño del soporte puede
reducirse a un problema de revisión estructural para una geometría propuesta y utilizada en
el análisis, empleando los conceptos fundamentales de la teoría del concreto reforzado y las
recomendaciones para diseño de algún código reconocido.
En túneles de carretera, por lo general, los revestimientos se diseñan rigiéndose por cuestiones
geométricas y funcionales más que por factores de carga o presiones sobre la estructura. En la fase
de proyecto geométrico se define una estructura de concreto con un cierto espesor en la clave, que
comúnmente se ensancha hacia las partes bajas de los hastiales. Los programas comerciales de
cálculo permiten dividir la estructura en segmentos de distinta rigidez.
La respuesta de una estructura sometida a presiones por aflojamiento en la clave está relacionada
con la rigidez del terreno que lo confina. Mientras más rígido es el terreno, la reacción pasiva del éste
sobre la estructura que tiende a deformarse lateralmente produce mayores fuerzas de compresión
axial y permite que se generen momentos flexionantes menores. Sucede lo contrario conforme el
terreno es menos rígido.
Considerando la gran variabilidad de rigideces que podría presentar el macizo a lo largo del trazo
del túnel y tomando en cuenta también que las boquillas de acceso al túnel tendrán exactamente la
misma sección transversal y que posiblemente éstas sean cubiertas con rellenos como parte del
Los valores obtenidos en laboratorio para la deformación máxima y la presión de hinchamiento son
de gran interés práctico debido a que dan una idea clara del potencial de hinchamiento de las distintas
capas y/o zonas del macizo; sin embargo, en la mayoría de los casos estos valores no pueden ser
aplicados directamente al problema del túnel ya que el hinchamiento suele ser inhomogéneo en el
macizo.
Aunque se realicen un buen número de ensayos y las propiedades de la roca estén determinadas
de forma rigurosa, es imposible derivar una presión de hinchamiento realista si no se tienen en cuenta
los siguientes elementos:
• La interacción de la estructura con el terreno.
• La relajación y la redistribución de esfuerzos en el macizo.
• El daño inducido a la roca alrededor del túnel.
• La migración del agua a través del macizo.
La variación en la distribución de presiones a lo largo de la contrabóveda, ya que el proceso de
desarrollo de las presiones de hinchamiento depende no sólo de la rigidez global de la estructura sino
también de las condiciones locales de rigidez
Las tendencias actuales en construcción de túneles implican una cierta relajación del macizo para
activar el autosostenimiento de la roca previa a la colocación de los elementos de soporte o
estabilización y por tanto se permite que una parte de las deformaciones de hinchamiento se
desarrollen durante la construcción, disminuyendo el valor máximo que podrían conseguir las
presiones a largo plazo. Pero, debido a que los esfuerzos alrededor de la excavación, una vez
redistribuidas, no son uniformes; ni las deformaciones ni las presiones que se desarrollarán bajo el
revestimiento serán uniformes. Lo anterior contradice los métodos tradicionales de cálculo con
presiones constantes bajo la contrabóveda (Grunicke et al., 2.004).
Aún y con las recomendaciones de realizar la excavación en condiciones lo más secas posibles, el
hinchamiento no se puede evitar. Uno de los problemas fundamentales consiste en poder cuantificar
la extensión de la zona donde serán activados los procesos expansivos. En estos casos también es
necesario considerar la zona que potencialmente se degradará como consecuencia del hinchamiento.
Este proceso hará que continúen las deformaciones, aumentando la permeabilidad y éstas
continuarán hasta que la roca termine su potencial expansivo o hasta que se consiga un nuevo estado
de equilibrio, como por ejemplo el inducido por un revestimiento rígido que impida el movimiento del
terreno. Según Pimentel (1996), es importante recalcar que ni la resistencia al corte ni la rigidez ni la
permeabilidad son constantes en el material. El proceso de hinchamiento puede aumentar si el agua
freática de otros estratos de roca no se drena adecuadamente durante la construcción, de tal forma
que un considerable exceso de agua incremente las deformaciones de forma dramática como
consecuencia de la plastificación y la pérdida de resistencia (Pimentel, 2003).
Uno de los aspectos fundamentales del diseño de túneles en rocas expansivas es suponer o
determinar presiones y deformaciones realistas, especialmente cuando se consigue un nuevo estado
de equilibrio. La única forma adecuada de cuantificar el potencial de hinchamiento del macizo rocoso
es realizando pruebas de hinchamiento sobre muestras inalteradas y representativas de roca, así
como bajo condiciones de contorno también representativas. Aun así resulta extremadamente difícil
extrapolar los resultados de laboratorio a las presiones que realmente se presentaran sobre el
revestimiento del túnel.
En el caso de materiales arcillosos es importante destacar que, ya que el proceso de expansión se
activa durante la construcción, la roca es capaz de disipar parte de su potencial expansivo. Esto indica
que la presión de hinchamiento conseguida en el laboratorio no es necesariamente la que
experimentará el túnel. Según Pimentel (2003) este valor se tiene que corregir permitiendo una
deformación de 0.5% a 1.0%. En los casos en los que durante la construcción un acuífero pueda
entrar en contacto con la roca expansiva, es necesario, con fines de cálculo, considerar una pérdida
importante a la resistencia y la rigidez de la roca.
Las uniones deslizantes en costillas de acero son capaces de resistir tanto momentos flexionantes
como fuerzas cortantes. Sin embargo, la fuerza axial se reducirá y variará entre 300kN hasta un
máximo de 600kN dependiendo del número de anillos de conexión. Debido a esto, la distancia entre
los marcos juega un papel importante para lograr una resistencia adecuada.
En rocas en las que se aprecian altas presiones no se recomienda el uso de concreto lanzado en
combinación con un revestimiento de acero flexible, ya que se producen fallas frágiles. Los arcos de
acero provocan, con pequeñas deformaciones, grietas en el concreto lanzado si es que no existe una
malla de refuerzo. No existe ninguna unión entre el perfil de acero y el concreto lanzado, por lo que el
marco de acero no trabaja como un refuerzo. Por ello es más recomendable una solución basada en
marcos de acero en combinación con placas de revestimiento como soporte entre los marcos que
utilizar concreto lanzado. Adicionalmente, la solución con placas de revestimiento requiere menor
mano de obra que la de concreto lanzado.
Otra solución importante de soporte temporal son las anclas, cuya función estática se muestra en
la Figura 6.24. Básicamente se traga de dos fuerzas de igual magnitud y dirección opuesta que se
aplican mediante un ancla a la masa rocosa. En el caso de las anclas inyectadas, las llamadas anclas
pasivas, los esfuerzos cortantes entre la lechada y la roca resultan en un equilibrio entre las fuerzas
opuestas S+ y S-. Poco se conoce acerca de la distribución real de los esfuerzos a lo largo del ancla.
Para convergencias largas la unión se pierde y solamente una fuerza residual de fricción persiste. En el
caso de las llamadas anclas activas, la transmisión de los esfuerzos a la roca se presentan en el
cabezal del ancla A+ y en el extremo final A-. En la Figura 6.24 se puede observar que la longitud del
ancla influye de manera importante en el equilibrio estático. Para anclas corsas la aplicación de las
fuerzas S- y A-, respectivamente, se localiza cerca de la excavación, de tal forma que el soporte
ejercido por S+ y A+, respectivamente, se ven limitados. Los anclajes pasivos son muy comunes en
obras en roca fluyente, y pueden utilizarse también en túneles con sección de herradura para reforzar
las paredes laterales, aunque esta solución puede ser económicamente viable solamente en algunos
tramos cortos.
Figura 9.23. Representación esquemática del comportamiento estático de las anclas pasivas y activas
(A partir de Kovari, 1998).
En cuanto al método constructivo, en la Figura 6.25 se muestran los procedimientos más comunes
para túneles carreteros con secciones superiores a 90m2 en roca fluyente. Antiguamente se
avanzaba en dos frentes paralelos en los cuales se colaban las zapatas del túnel para posteriormente
comenzar a excavar la sección superior y luego la sección inferior (Figura 6.25 a). Este método ya no
se utiliza debido a que las dimensiones reducidas de los túneles laterales hacen que los avances en la
excavación sean lentos. Incluso en condiciones favorables de roca, no es posible alcanzar más de 1
metro diario.
El excavar la sección superior y luego realizar el banqueo (Figura 6.25 b) permite un mayor grado
de mecanización, ya que gálibo vertical suele ser 4.5m o más. Es común que en este tipo de
excavaciones sea necesario utilizar anclas horizontales en el frente de la excavación para lograr una
estabilización.
El realizar la excavación de la sección completa en una sola etapa (Figura 6.25 c) en roca fluyente
en donde los diámetros de la excavación pueden variar de 9 a 12 metros a primera vista parecería
poco viable. Sin embargo, si tanto la periferia de la excavación como el frente se encuentran
suficientemente reforzados, desde el punto de vista estático esta solución es válida. En Italia se ha
desarrollado un método en el cual se estabiliza la sección completa con tubos reforzados con fibra de
vidrio e inyectados con resina en avances de 13 a 24 metros. En este método se realiza una sobre
excavación para compensar las convergencias.
Figura 9.24. Métodos constructivos en roca fluyente: a) frentes paralelos y banqueo b) Sección
superior y banqueo c) Sección completa (A partir de Kovari, 1998).
Por otro lado, a través de varios estudios realizados, se ha podido establecer que la posición más
desfavorable de una cuña presionando sobre la estructura de soporte no es precisamente en la clave,
sino unos grados más hacia el costado y orientada ligeramente hacia atrás o hacia adelante en la
dirección de excavación. Cuando una cuña gravita sobre la clave, al no deslizar sobre ninguna
discontinuidad, tiende a repartir su peso en toda el área de contacto con el soporte, mientras que la
cuña inclinada concentra mucho más las cargas en el vértice formado por el (o los) planos de
deslizamiento y el borde de la excavación. Además, una carga proveniente del costado produce
cambios más fuertes de momento y cortante sobre la estructura. Por último, en estos casos, los
análisis en dos dimensiones suelen ser muy limitados ya que no reproducen adecuadamente la
distribución de las presiones sobre la estructura. En la Figura 9.25, se muestra la geometría de la cuña
máxima que descarga sobre el costado superior de la estructura de soporte.
Con una cuña como la que se presenta en la Figura 9.25 es posible realizar estudios de sensibilidad
para varias condiciones, variando tanto su tamaño como las características de las estructuras y las
propiedades del terreno. Al final, se puede obtener un diseño integral que permita establecer los
rangos de aplicabilidad para cada tipología estructural estudiada.
axial y rigidez a flexión, cuentan con una interface de contacto que permite simular adecuadamente
la interacción entre dichos elementos y el medio que los confina. Conviene imponer la condición de no
fricción y no resistencia a tensión entre el revestimiento y el concreto lanzado, a fin de simular la
presencia del sistema de impermeabilización. En la Figura 9.26, se muestra un esquema de análisis de
sensibilidad para distintos tamaños de cuña: a) área de contacto sobre la sección excavada (gris
oscuro); b) geometría de la cuña menor; c) geometría de la cuña media; d) geometría de la cuña
mayor.
La cuña analizada normalmente corresponde con la geometría crítica definida en el estudio
geológico-estructural. Los elementos de la cuña deben estar separados de los elementos del terreno
mediante interfaces con propiedades de rigidez normal y tangencial correspondientes a las del macizo
rocoso, pero con propiedades de resistencia al corte residuales (cr, r).
Se establece la hipótesis de que la cuña se suelta y desliza después de colocado el revestimiento.
Para fines de revisión estructural del revestimiento, interesa que el concreto lanzado no contribuya a
cargar a la cuña y por lo tanto también se debe simular su rotura mediante elementos interface
(Figura 9.27). Los análisis de sensibilidad se realizan para distintos tamaños de cuña y distintos
módulos de elasticidad del terreno.
Los resultados más importantes que arrojan estos análisis son los elementos mecánicos en la
estructura (M, N, V). Estos resultados pueden ser verificados en los correspondientes diagramas de
capacidad de carga de la estructura como se verá más adelante.
previsibles. De esta forma pueden acotarse las condiciones para las cuales las estructuras estarán del
lado de la seguridad, en el medio o al límite. Y si durante la construcción se lleva a cabo un
seguimiento geológico-geotécnico adecuado, así como una rigurosa supervisión de los trabajos de
obra, podrá establecerse si las estructuras de soporte requieren de un nuevo diseño o si se ajustan
correctamente a las condiciones prevalecientes.
Por su parte, los marcos metálicos sí se consideran elementos estructurales que pueden trabajar
bajo cargas activas del terreno, como pueden ser las de montaña, las de aflojamiento del terreno o las
inducidas por cuñas o bloques de roca inestables y, por lo tanto, son motivo también de esta sección.
Adicionalmente, cuando el concreto lanzado alcanza espesores importantes, como en el caso de los
marcos cubiertos completamente con este sistema, también se considera como parte del soporte.
3. Crea una costra endurecida que evita el deterioro de la roca expuesta por el efecto de la
meteorización (protección).
4. En su estado plástico, sigue primero las deformaciones de la superficie interior de la
excavación (adherido a ella) y las reduce en un cierto grado. Una vez endurecido, sigue las
deformaciones diferidas del terreno, restringiéndolas hasta que alcanza su límite de rotura
(reforzamiento).
Una consideración básica es que una capa delgada de concreto lanzado, aplicada en la superficie
interior en una excavación subterránea irregular, se integra al terreno y queda sujeta primordialmente
a solicitaciones directas de tensión, compresión y cortante (efecto de cáscara) y por tal razón tiene
poca capacidad para resistir esfuerzos de flexión; es decir, no posee la rigidez que se requeriría para
transmitir cargas a modo de un arco portante.
(a) (b)
Figura 9.28. Contorno de una excavación en roca fisurada y detalle de la forma que puede tener la capa
de concreto lanzado en una excavación en roca fisurada.
Sobre el diseño del concreto lanzado, Evert Hoek destaca que éste es un proceso muy impreciso:
La compleja interacción entre la roca en estado límite de falla en la periferia de la
excavación y una capa de concreto lanzado de espesor variable y con
propiedades que cambian con el tiempo, desafía los intentos de un análisis teórico.
Excavaciones en suelos o terrenos blandos: Para el caso de túneles excavados con maquinaria,
en suelos o terrenos blandos (como los túneles urbanos):
• El contorno suele ser bastante más uniforme que en el caso de la roca excavada con explosivos
• El espesor de concreto lanzado puede ser constante y homogéneo
• Se puede construir formando un anillo cerrado inmediatamente después de cada avance
Esto hace que efectivamente el concreto lanzado se convierta, junto con el terreno, en una
estructura de soporte. Incluso se ha desarrollado una tecnología, supuestamente basada en el
llamado Nuevo Método Austriaco (sprayed concrete lining, SCL), que consiste en la excavación de
pequeñas secciones las cuáles se protegen con una capa importante de concreto lanzado (hasta 30
cm), que se cierra en forma de anillo (invert temporal). Ver figura 9.21.
Hoek (1995) afirma que “un claro entendimiento del comportamiento del concreto lanzado
requerirá aun muchos años de experiencia”.
En la conceptualización del concreto lanzado como elemento de sostenimiento, es muy
importante tener en cuenta que cada situación geotécnica particular tendrá sus propios
requerimientos estructurales y que estos pueden ser muy distintos. Por ello, antes de seleccionar las
características del sistema y sobre todo, antes de pretender calcularlo y diseñarlo, es imprescindible
contar con un entendimiento profundo de su comportamiento y su desempeño ante los distintos
mecanismos que puede desarrollar el terreno.
En resumen, el concreto lanzado aplicado a túneles tiene dos extremos de funcionamiento: el de
membrana y el de estructura. Como es natural, la línea que divide el momento en que deja de ser
puramente una membrana y puede comenzar a comportarse como estructura es difusa y depende de
muchos factores, de los cuales los más importantes son:
• El espesor
• La rugosidad del contorno excavado
• La técnica de recubrimiento
• La tipología de mecanismos que lo pondrán a trabajar
se cuenta es con criterios aplicables a casos particulares, pero todos ellos están basados en
simplificaciones que deben ser tomadas en cuenta como parte de las limitaciones que éstas implican.
Al considerar dichas limitaciones debe asegurarse que el procedimiento empleado en los cálculos esté
del lado de la seguridad y que las incertidumbres tengan el mínimo de posibilidades de influir en el
comportamiento.
El parámetro básico para definir un modelo de comportamiento del concreto convencional es la
resistencia a la compresión simple y por lo general el resto de parámetros (resistencia a tensión, a
flexión, a cortante y el módulo de elasticidad) se establecen a partir de correlaciones simples con
dicha resistencia. Hasta ahora, internacionalmente ha sido aceptado que tales correlaciones sean
extendidas al concreto lanzado sin demasiados cuestionamientos. Sin embargo, debido al reciente
gran auge del concreto lanzado reforzado con fibras, se han desarrollado sofisticadas técnicas, así
como ensayos de laboratorio específicos para la determinación de las propiedades resistentes de este
tipo de mezclas.
En cuanto a la resistencia a la tensión, si se utiliza el modelo de Griffith (rotura frágil) en el que la
rotura está controlada por una red de pequeñas grietas, se predice una resistencia a tensión de más o
menos el 10% de la resistencia a compresión uniaxial. Sin embargo, debido a la heterogeneidad de las
mezclas, el concreto típicamente exhibe una resistencia a la tensión que oscila entre el 5% y el 23%
de f c' , además de que, por lo general, la forma de estimar estas resistencias parte de pruebas de
tensión indirecta y no de tensión pura.
En túneles que exhiben rangos de deformación perceptibles es muy probable que algunas partes
del concreto lanzado entren en régimen de tensión por lo que siempre resultará más conveniente
introducir acero de refuerzo, ya sea mediante malla electrosoldada o mediante fibras de acero.
Por su parte, la resistencia al corte del concreto lanzado, según Windsor (1998) es muy difícil de
obtener en laboratorio y reporta datos de entre el 8% y el 12% de la resistencia a la compresión
uniaxial. En códigos comerciales de cálculo de túneles como los de la empresa Rocscience®, para
calcular la resistencia al corte del concreto lanzado se utiliza el Canadian CSA simplified standard is
shear strength (MPa):
La resistencia a flexión se toma como el módulo de ruptura o resistencia de pico bajo momento
flexionante puro. Los resultados de la literatura para concreto lanzado son similares a los del concreto
convencional y oscilan entre el 10 y el 15% de f c' .
Una técnica para alcanzar un diseño racional ante la complejidad de factores y comportamientos
hasta ahora descritos, comienza necesariamente por categorizar los mecanismos de inestabilidad del
terreno y sus modos de interacción con el concreto lanzado. Desafortunadamente, en la literatura
sobre concreto lanzado se encuentran pocos trabajos que hayan abordado este tema con
profundidad (Stacey, 2001).
A continuación se mencionan algunos de los mecanismos (y efectos inducidos en el terreno) más
importantes que pueden comprometer la estabilidad y las acciones asociadas a la presencia del
concreto lanzado:
ACCIÓN EFECTO
En el Mecanismo 1, la estabilidad del bloque A estaría controlada por la resistencia al corte (r) del
concreto lanzado; si ésta es vencida, el bloque A caerá dejando al bloque B sólo con el sustento del
concreto lanzado; la estabilidad de dicho bloque dependerá entonces de las fuerzas resistentes de
tensión (tr) y de la resistencia al corte (r) que posee el concreto lanzado. En un caso así, la malla
electrosoldada o las fibras de acero en el concreto lanzado contribuirán de manera muy importante a
la resistencia del concreto y por ende a la estabilidad de los bloques.
El Mecanismo 2 parte de la movilización y caída del bloque C, lo cual, deja sin apoyo el costado del
bloque B, que tenderá a girar y posteriormente caer; si el concreto lanzado en la zona que limita los
bloques A y B tiene la suficiente resistencia a la flexión, desarrollará un momento resistente (Mr) que
podría contrarrestar el giro del bloque B.
En el Mecanismo 3, la cuña D’ tiende a caer verticalmente, pues no tiene juntas que restrinjan su
movimiento y, sin la presencia del concreto lanzado, sólo tiene que despegarse de las paredes que la
limitan para movilizarse. Con la capa de concreto lanzado, su peso se verá contrarrestado por la
resistencia al cortante (r) y el momento resistente (Mr) en los extremos de la porción de arco (viga).
Ft L1 L2 L3 r t (9.7)
Es importante tener en cuenta que este método de cálculo puede resultar en extremo optimista,
especialmente para espesores pequeños de concreto, debido entre otras cosas a que el contorno
L1+L2+L3 en la realidad distará mucho de ser uniforme. Sin embargo, también puede considerarse
conservador si se tiene en cuenta que no tiene en cuenta la resistencia a la flexión del concreto (Mr).
b) Efecto contenedor
En los casos en que lleguen a generarse zonas de material aflojado en las que la roca o el suelo pierda
totalmente su resistencia, el concreto lanzado puede contribuir a contener dicho material evitando
que entre en la excavación. En estos casos resulta fundamental la capacidad a flexión del sistema y
por lo tanto el refuerzo del concreto.
c) Arco estructural/refuerzo
En macizos de roca frágil a grandes profundidades, la roca forma lajas o lajas incipientes en las
proximidades de las paredes y la bóveda del túnel; si las deformaciones son importantes, dichas lajas
se pandean y pueden llegar a fallar. En estos casos, el concreto lanzado pasa a formar parte del
espesor efectivo de las lajas, aumentando su sección resistente y por tanto su capacidad para resistir
la flexión.
e) Efecto protector
Varios tipos de roca son susceptibles al intemperismo rápido (por humedad y flujo de aire, por
ejemplo) y su principal consecuencia es la pérdida de resistencia. Entonces, el concreto lanzado
funcionará como una membrana protectora que evitará el deterioro del macizo en las proximidades
de la excavación.
En estudios como los de Coates (1970) y Finn et al. (1999) se sugiere que el sellado contra la
entrada del aire en el entorno de un túnel promueve un efecto de succión que limita la dilatancia del
terreno y por lo tanto la tendencia a la falla.
f) Efecto impermeabilizante
Aunque no debe de considerársele un sistema de impermeabilización definitivo, el concreto lanzado
evita el aporte de agua al interior de la excavación mejorando las condiciones de trabajo.
Cuando existen cantidades considerables de agua en el terreno tal que se genera un nivel
piezométrico por encima de la excavación o una red de flujo importante hacia el interior de ésta, el
cálculo del sostenimiento con concreto lanzado deberá considerar las presiones generadas por el
agua, sobre todo en los casos en los que el sellado con este elemento implique un restablecimiento o
al menos una subida importante del nivel freático con el correspondiente cambio en el estado de
esfuerzos efectivos.
Figura 9.34. Ejemplo de efecto refuerzo: a) sin concreto lanzado; b) con concreto lanzado.
De igual forma, en taludes donde la calidad de la roca es mala y las condiciones de alteración son
importantes, resulta mucho más conveniente utilizar concreto lanzado con malla electrosoldada. Una
de las razones principales es que, debido a que la malla tiene que ser anclada al terreno, por sí misma
representa ya un reforzamiento ante la caída de bloques y, una vez cubierta con concreto lanzado, le
proporciona una durabilidad mucho mayor, dado que impide que éste se desprenda por tramos,
efecto que a mediano plazo acaba por erosionar la totalidad de la cara del talud.
Otra aplicación muy común es cuando, por caída de bloques o cuñas, se producen cavidades en la
bóveda de la excavación, mismas que si no se recubren pueden activar mecanismos de inestabilidad
más profundos y acabar por generar una zona de aflojamiento de mayores proporciones. En estos
casos es recomendable cubrir la cavidad con malla, de tal modo que ésta salga por completo y se
ancle al concreto sano para posteriormente lanzar la zona reforzada.
Figura 9.35. Desprendimiento de concreto lanzado por falta de adherencia. Túnel Interlomas I. Estado
de México, febrero de 2014.
para dosificaciones del 1% y 1.5%, además de proporcionar una mucho mayor ductilidad (Hoek, et
al., 2000).
Figura 9.36. Curvas carga-desplazamiento en tensión uniaxial para probetas de concreto simple y con
fibras de acero (Maidl, 1995, tomado de Kooiman, 2000).
Figura 9.37. Curvas carga-desplazamiento en flexión pura para vigas de concreto simple y con fibras de
acero (tomado de Kooiman, 2000).
distintas solicitaciones a las que estará sujeta (básicamente a flexocompresión) sea similar al que
muestran las estructuras formadas por dicho material compuesto.
Figura 9.38. Curvas carga-deflexión para placas de concreto lanzado simple y con fibras de acero.
(Kompen, 1989 tomado de Hoek et al., 2000).
b) El Método σ-ε
Las técnicas de cálculo actualmente consideradas como las más adecuadas para el concreto
reforzado con fibras, por lo general requieren de procedimientos más elaborados que los que
tradicionalmente se emplean en estructuras convencionales. El método conocido como σ-ε Method
(método Sigma-Épsilon) hace uso de la teoría del concreto reforzado pero además utiliza varias
recomendaciones del comité técnico RILEM TC 162-TDF y del European pre-Standard ENV 1992-1-1
(Eurocode 2: Design of Concrete Structures- Part 1). La consideración básica del diseño mediante el
método σ-ε consiste en permitir que el concreto reforzado con fibras desarrolle la resistencia a
tensión y flexión que le brindan las propias fibras. El diagrama de esfuerzos en tensión que aparece en
la Figura 9.39, está definido por tres esfuerzos (σ1, σ2 y σ3) derivados de las resistencias pico y
residual obtenidas de pruebas de flexión en vigas bi-apoyadas con muesca al centro (a partir de las
cargas y deflexiones medidas: CMOD, crack mouth opening displacement).
La Figura 9.39 muestra la distribución de esfuerzos y deformaciones de una sección rectangular
plana de concreto lanzado reforzado con fibras.
Figura 9.39. Descripción del desarrollo de resistencia del concreto reforzado con fibras de acero.
Los parámetros nominales que se obtienen del ensayo antes mencionado se calculan a partir de
una representación gráfica como la que se muestra en la Figura 9.41. En el diagrama se muestran los
valores de la fuerza aplicada al centro de la viga versus la deformación de ésta medida en términos de
la apertura de la muesca (CMOD). Alternativamente puede medirse la deflexión (R) en términos de
los desplazamientos verticales al centro de la viga a través de un dispositivo LVDT.
En el diagrama se miden las fuerzas que se producen para aperturas de muesca de 0.5, 1.5, 2.5 y
3.5 milímetros: FR,1, FR,2, FR,3 y FR,4, respectivamente. A partir de estas fuerzas y de la carga
correspondiente al límite de proporcionalidad FL es que se obtienen la resistencia a la flexotensión, y
los correspondientes esfuerzos residuales del diagrama de tensiones en el concreto fR,j, tal y como se
explicará más adelante.
Por su parte, en México, hasta la fecha de redacción de estas notas, no se ha publicado la
implementación del método σ-ε de acuerdo con la terminología, los diferentes factores de resistencia
y las correlaciones que se emplean en las normas nacionales para la determinación de parámetros.
Figura 9.41. Diagrama carga-deformación o abertura de fisura (CMODi). A partir de Vandewalle, 2003.
Tomando en cuenta que la mayor parte de la experimentación y la teoría que de ella se desprende
en torno al comportamiento del concreto reforzado con fibras, ha sido desarrollada en Europa, resulta
conveniente emplear la nomenclatura y las correlaciones del Eurocódigo para las definiciones que a
continuación se presentan.
De acuerdo con numerosas publicaciones, la resistencia a la compresión del concreto reforzado
con fibras metálicas, deberá considerarse igual a la del concreto simple. El parámetro de referencia es
la resistencia característica a la compresión simple de cilindros de concreto (2:1) a los 28 días de
edad, f c (que en el Eurocódigo se denomina fck). A partir de dicha resistencia y con las siguientes
correlaciones, pueden obtenerse las resistencias medias y de diseño (características) a tensión axial y
a tensión por flexión para concretos equivalentes a los que la Norma Mexicana, denomina como
Clase-1 y Clase 2:
• Resistencia media a la tensión axial:
f ctm 0.3 f ck
(2/3)
(MPa) (9.8)
(1/3)
f
Ecm Ec 0 E cm (9.12)
10
con fcm en MPa y Ec0 = 21,500 (MPa) y E como un factor que depende de los agregados (ver
Tabla 9.4).
Tipo de agregado E
Basalto, caliza densa 1.2
Cuarcita 1.0
Caliza 0.9
Arenisca 0.7
f t = 0.47 f c (9.13)
f t = 0.38 f c (9.14)
f t * 0.7 5 f t (9.15)
f f 0.63 f c (9.16)
f f 0.44 f c (9.17)
f f* 0.53 f c* (9.18)
f f* 0.38 f c* (9.19)
• Módulo de elasticidad:
E c 4, 400 f c (9.20)
E c 3, 500 f c (9.21)
E c 2, 500 f c (9.22)
Tipo de
C12/16 C16/20 C20/25 C25/30 C30/37 C35/45 C40/50 C45/55 C50/60
concreto
fck
(cilindro, 12 16 20 25 30 35 40 45 50
MPa)
fck (cubo) 20 24 28 33 38 43 48 53 58
fctm 1.6 1.9 2.2 2.6 2.9 3.2 3.5 3.8 4.1
fctm,fl 4 2.4 2.9 3.3 3.8 4.3 4.8 5.3 5.7 6.1
Ec (GPa) 5 23 25 27 29 31 33 34 35 37
Tabla 9.5. Resistencias y módulos de elasticidad típicos para varias clases de concreto según el
Eurocódigo EC-2 y el Model Code 2010.
4
Los valores corresponden con el ensayo de viga bi-apoyada (Figura 9.40) con d=0.125 m.
5
Valores correspondientes con un E = 1.0 (agregados de cuarcita).
Las resistencias de los concretos están dadas en MPa y los módulos de elasticidad en GPa. En general,
la inclusión en la mezcla de cuantías típicas de fibras metálicas (hasta 40 kg/m3) no modifica el
módulo de elasticidad, Ec, ni el módulo de rotura, fctm,fl medio del concreto (Moens y Nemegeer,
1991).
Por su parte, la Tabla 9.6 incluye las resistencias para los concretos Clase 1 y Clase 2, así como
sus correspondientes módulos de elasticidad según Las Normas Técnicas Complementarias para el
Diseño y Construcción de Estructuras de Concreto del Distrito Federal (NTCDCECDF).
f c (MPa) 20 25 30 35 40 45 50
Ec (GPa) 6 20 22 24 26 28 30 31
Tabla 9.6. Resistencias medias y módulos de elasticidad típicos para concretos según las NTCDCECDF.
A partir de las fuerzas que se registran en el ensayo de viga (FR,1 a FR,4 en la Figura 9.41) se
determinan las resistencias residuales de flexotensión que definen la ley constitutiva en tensión, fR,j:
3F j L
f R, j 2 (9.23)
2bhsp
3FL L
f ct , fl 2 (9.24)
2bhsp
con FL como el valor máximo registrado en la curva fuerza-deflexión (Figura 9.41) para un valor de
CMOD=0.05.
6
Valores para concreto Clase-1 con agregado grueso calizo.
Los esfuerzos de tensión para diseño (Figura 9.42) en función de las deformaciones se
esquematizan de la siguiente manera:
Figura 9.42. Diagrama esfuerzo–deformación del concreto armado con fibras metálicas (método - ).
A partir de Martínez, 2006.
De acuerdo con la versión 2003 del comité RILEM TC 162-TDF las relaciones para obtener los
esfuerzos de diseño (Figura 9.42) y sus correspondientes deformaciones se calculan mediante las
siguientes expresiones:
1
1 0.7 fctm, fl (1.6 d ); t1 (9.25)
Ec
3 0.37 f R ,4 kh ; t 3 25 ‰ (9.27)
En cambio, las resistencias residuales pueden ser las que rijan en el diseño cuando el concreto
lanzado debe cumplir funciones estructurales.
La Compañía Ferroviaria Nacional (SNFC) de Francia y el laboratorio Alpes Essai diseñaron una
prueba para medir la absorción de energía específica para sostenimientos de túneles bajo presiones
de roca alrededor de los anclajes. Se trata de una prueba de punzonamiento y flexión sobre un panel
cuadrado apoyado en los cuatro bordes. Esta prueba está también avalada y recomendada por la
EFNARC7 y se incluye en la Norma Europea EN 14487 para el concreto lanzado.
El panel mide 600×600×100 mm (EN 14488-5) y al centro se aplica una carga puntual sobre una
superficie de contacto de 100×100 mm2. En esta prueba se registra la curva carga-deflexión hasta
alcanzar los 25 mm al centro del panel.
La Figura 9.45 muestra un ejemplo de curvas de deflexión y de absorción de energía típicas de una
prueba de punzonamiento.
7
European Federation of National Associations Representing producers and applicators of specialist
building products for Concrete.
De acuerdo con la Norma Europea, a partir de los resultados de las pruebas de punzonamiento,
pueden establecerse 3 clasificaciones para el CLRFA: E500, E700 y E1000, que a su vez
corresponden con concretos de fc =300 kg/cm2:
En cuanto a la resistencia residual, la Norma EN 14488-3 establece una relación entre distintos
niveles de deformación del terreno y la capacidad a flexión que deberá desarrollar la estructura de
concreto lanzado. El límite de deflexión correspondiente a cada nivel de deformación se define en
términos de la rotación angular equivalente de una viga fisurada al centro de la longitud (p. ej. para
una prueba de viga de 450 mm x 125 mm x 75 mm conforme a la Norma EN 14488-3). La notación
consiste en combinar el rango de deformación con el nivel de esfuerzo residual. Por ejemplo: D2S2
significa que el esfuerzo residual debe exceder los 2 MPa en el rango entre 0.5 y 2.0 mm (de Rivaz
2012, Tabla 9.7).
La Figura 9.46 muestra un ejemplo de resultados de un ensayo sobre una viga que cumple con las
especificaciones D1S3, D2S2 y D2S1.
“Las especificaciones, en lo que respecta a la resistencia residual, están relacionadas con las
condiciones de deformación de la masa rocosa. Un mayor grado de deformación de la roca exigirá
una mayor capacidad de flexión del sostenimiento de concreto” (de Rivaz 2012).
Nivel (mm) S1 S2 S3 S4
Según la propia EFNARC, la prueba de flexión de 3 puntos en panel cuadrado (EN 14488-5) es
mejor que la de viga para caracterizar el comportamiento del CLRFA ya que corresponde mejor con el
sostenimiento (o revestimiento) de un túnel. Esta prueba también se conoce como Prueba EFNARC
de tres puntos en panel cuadrado con muesca.
Otra ventaja de esta prueba es que, tal y como sucede en la realidad, las fibras de acero actúan al
menos en dos direcciones y no en una sola, que es el caso en una prueba de viga; “el efecto de
refuerzo de la fibra en una placa es bastante más parecido al comportamiento real de un
revestimiento de CLRFA” (de Rivaz, 2012).
Los valores de deflexión del panel cuadrado difieren de los de la prueba de viga. En la Tabla 9.8 se
presentan las equivalencias entre aperturas de muesca y deflexiones para pruebas de viga y prueba
de panel cuadrado según EFNARC.
Tabla 9.8. Equivalencias entre aperturas de muesca y deflexiones para pruebas de viga y prueba de
panel cuadrado según EFNARC (ENC 371 FTC V1.1_18-06-11).
Entonces, una especificación para la mezcla puede comenzar con la definición del nivel de energía
que deberá ser capaz de absorber la fibra (Clasificación E500, E700 y E1000):
500 Joules para terrenos de buena calidad; 700 Joules para
terrenos de calidad intermedia y 1,000 Joules para
condiciones difíciles.
Posteriormente deberán especificarse los valores promedio de los esfuerzos residuales fR,j para una
determinada resistencia característica de la mezcla y una determinada dosificación de fibras.
De esta manera podrán determinarse los valores de los esfuerzos de diseño y calcular los
correspondientes diagramas de interacción, así como la capacidad de resistencia al esfuerzo cortante
del sistema.
Así, por ejemplo, de acuerdo con la Norma Mexicana PROY-NMX-488-ONNCCE-2013 del
Organismo Nacional de Normalización y Certificación de la Construcción y Edificación, S.C., en el
proyecto se podrá especificar cuál es la información que deberá suministrarse junto con el producto,
de acuerdo con el Número del certificado de conformidad NMX. En la Figura 9.48 se muestra un
ejemplo de una ficha con la información técnica especificada.
c) Comportamiento a flexocompresión
Para el cálculo de resistencias de elementos armados con refuerzo convencional y/o fibras metálicas,
las recomendaciones RILEM-TC-162-TDF asumen las siguientes hipótesis:
• Las secciones planas permanecen planas después de la deformación (hipótesis de Bernoulli).
Figura 9.49. Diagrama esfuerzo–deformación (método ) para el estado último de esfuerzos.
c 2
para c cu (9.28)
f cm 1 2
Los parámetros c1 y Ec1 pueden estimarse con las siguientes relaciones:
0.31
0.7 fcm
c1 (9.29)
1000
Figura 9.50. Ley esfuerzo-deformación para el concreto en compresión de acuerdo con el EC-2.
f cm
Ec1 (9.30)
c1
donde fcm = fck+8 en MPa. Para encontrar la relación entre c y y, se establece una relación lineal en el
diagrama de deformaciones de la Figura 9.49:
y
c y cu 1 (9.31)
y0
Ecm c1
(9.32)
f cm
Sin embargo, de acuerdo con la Norma Europea (Model Code 2010), es necesario agregar un
factor adicional tal que:
Ecm c1
1.05 (9.33)
fcm
E cu y cu y
2
1.05 cm c1
1 1
f cm c1 y0 c1 y0
c c y f cm (9.34)
Ecm c1 cu y
1 1.05 2 1
f
c1 y 0
cm
Por su parte, para la rama de tensión, de acuerdo con la Figura 9.42, el diagrama de esfuerzos se
divide en tres partes:
1 1
t t t para 0 t (9.35)
t1 Ecm
t t 1
1 2 1
para t t1 104 (9.36)
t 1 t 2 t t1 Ecm
2 3
t t 3 para t1 104 t t 3 (9.37)
t 2 t 3 t t 3
donde t3 = tu. Luego, al igual que para la rama de compresión, se establece una relación lineal entre
los niveles de la deformación s,i y la posición y (Figura 9.49):
tu
t y y y0
d y0
(9.38)
1 tu 1
t t y y0 para 0 t (9.39)
t1 d y0 Ecm
t t 1
1 2 tu y y 1
0 t1 para t t 2 (9.40)
t1 t 2 d y0 Ecm
2 3 tu
t t 3 y y0 t 3 para t 2 t t 3 (9.41)
t 2 t 3 d y0
d y0
Ecm tu y y0 para y0 y t1 y0
d y0 tu
2 tu y y d y0 d y0
t t y 1 1 0 t1 para t1 y0 y y0 t 2 (9.42)
t1 t 2 d y0 tu tu
2 3 tu d y0
2 t 2 t 3 d y0
y y0 t 3 para y0 t 2 yd
tu
Por otro lado, del diagrama de la Figura 9.49 pueden obtenerse las ecuaciones de equilibrio para
fuerzas axiales y momentos:
y0 d
Fc Ft Fs N 0
0
c c y b dy
y0
t t y b dy N (9.43)
y0 d
Mc Mt M s M 0
0
c c y d b dy
y0
t t y d b dy M (9.44)
donde ces un factor de reducción de resistencia que de acuerdo con la Norma Mexicana vale 0.80,
b el ancho de la sección y h la altura.
Por su parte, la falla balanceada (punto Pb, Mb) se define como la situación en la que la sección
llega al límite de su resistencia tanto en compresión como en tensión, para la cual se supone un
estado de deformaciones unitarias definido por cu en la fibra extrema en compresión y tu en el acero
de tensión (Figura 9.49). Este estado se tiene cuando el concreto alcanza su deformación máxima útil
en compresión así como en tensión, en este caso favorecido por la presencia de las fibras (estado
último de resistencia). La obtención de la profundidad de este punto se realiza por triángulos
semejantes como se deduce de la Figura 9.49, de modo que:
cu d
y0 (9.46)
cu tu
Para la obtención de las fuerzas normales, la parte de la integral (9.43) que corresponde con de
los esfuerzos de compresión en el concreto [ecuación (9.34)] queda como sigue:
y
fcm y y 1 0
cu 1
y0
2 c1 2 y0 2
Fc
c y b dy b
f cm y0 c1 12 ln y 2 y 2
(9.47)
0
2 3 0 cu
c1 cu
cu 0
Mientras que la que corresponde con las fuerzas de tensión se expresa como:
d y1
y0
t t y b dy
y0
Ecm tu y y0 b dy
d y0
y2
1 2 tu
1 y y0 t1 b dy
y1
t1 t 2 d y0
(9.48)
2 3 tu
y y0 t 3 b dy
d
y2
2
t 2 t 3 d y0
donde los límites de integración de acuerdo con la ecuación (9.42) se definen como:
t1 d y0 d y0
y1 y0 ; y2 y0 t 2 (9.49)
tu tu
y1
d E y 2 y0
y0
t t y b dy cm tu
2 d y0
y b
y 0
y2
1 2 tu y 2 y0 2 t1 d y0
1 y b
2 d y0 t1 t 2
(9.50)
y 1
d
2 3 tu y 2 y0 2 t 2 d y0
2 y b
2 d y0 t 2 tu y 2
Como puede apreciarse, la integral de la ecuación (9.44) está referida a la posición del eje neutro
(y0), por lo que no es válida para calcular los momentos respecto a la mitad de la sección resistente.
Para calcular el momento respecto a la mitad de la sección resistente resulta más sencillo multiplicar
las fuerzas de compresión y tensión por sus respectivas excentricidades (brazos de palanca).
De la Figura 9.49 y de la Figura 9.50 puede apreciarse que la geometría de la curva esfuerzo-
deformación es relativamente compleja de tal forma que para determinar los centroides es
conveniente recurrir a técnicas semi-gráficas. En el esquema de la Figura 9.51 se muestran las
variables que es necesario determinar para poder calcular los distintos brazos de palanca de las
fuerzas actuantes y por ende, los momentos.
El esfuerzo de compresión correspondiente con la deformación última cu se calcula con la expresión
(9.34) y con y=0. El centroide C0,1 se calcula con la siguiente expresión:
C0,1 y (9.51)
4 fcm cu
0
A0 2C0,1 c 0
y1
A1
0
c y b dy A0
(9.52)
y1
A
2 y0
c y b dy
C2
y0 2C0,1 2C (9.53)
0,1
3
C0,1 A0 A1 C2 A2
Cc y0
(9.54)
c y b dy
0
d
bCc Cc (9.55)
2
Por su parte, los centroides de la parte de tensión se calculan como sigue: Primero se determinan
las distancias X del diagrama de la Figura 9.51:
X 3 2 X 3 t1 X 3 t 2
X A ; X 1 ; X B ; X 3 h ri y0 (9.56)
2 Ecm t 3 t3 2 t3
YA3
2X
2A
; YA4,5 X 1 ; YA6 X B
2 X X
3 2 3 2B
3 2 3 3 2 (9.57)
Por otro lado, las áreas A3 a A6 del diagrama de la Figura 9.51, las cuales representan a las fuerzas
axiales de tensión:
A3
X A2 2
b; A4
X B
2
X A2 1 2
b;
2 2
X
X B2 2 3
A5 X 2 X 2 2 b; A6
B A
3
2
b
(9.58)
N ult Fc b A3 A4 A5 A6 (9.59)
d
2 y0 YA3 para y0 YA3 2 d
bA3
0
y Y d para y Y d
A3
2
0 A3
2
d
2 y0 YA4,5 para y0 YA4,5 2 d
bA4,5 (9.60)
y Y
0 A4,5
d
2
para y0 YA4,5
d
2
d
2 y0 YA6 para y0 YA6 2
d
bA6
0 A6
2
y Y d para y Y d
0 A6
2
e) Diagrama de interacción
La formulación hasta aquí presentada está definida en términos de la normativa europea y por lo
tanto, emplea las fórmulas y nomenclatura propias de ésta. A continuación se enlistan una serie de
pasos para construir el diagrama de interacción de acuerdo con la Norma Mexicana.
• Se especifican los valores de: f c' , cu (=0.003, según las NTC de México) y tu (=0.002, ídem).
• Se define el espesor del elemento de concreto, h, y se decide si se va a considerar un cierto
espesor de “recubrimiento”, ri, es decir, un límite en la sección resistente para las fuerzas de
tensión (Figura 9.49).
• Se introducen los esfuerzos fR1 y fR4 (para CMOD=0.5 y CMOD=3.5, respectivamente)
especificadas en proyecto o indicadas en la ficha técnica de las fibras (Figura 9.48).
• Se calcula f t con (9.13) o (9.14) de acuerdo con el tipo de concreto.
• Se calcula f f con (9.15) o (9.16) de acuerdo con el tipo de concreto.
• Se calcula Ec con (9.22).
• Se calcula la deformación en el pico de la resistencia del concreto c1 con (9.29) y
sustituyendo fcm por f c' . Nótese que c1 se refiere al diagrama de resistencia parabólico del
Eurocódigo EC-2 y no es equivalente al que utilizan códigos como los del ACI o la AASHTO.
• Cálculo del coeficiente con (9.33) sustituyendo Ecm por Ec y fcm por f c' .
• Punto de compresión pura del diagrama de interacción:
p0c f c* d b (9.62)
Por otra parte, en algunas guías de diseño de concreto reforzado con fibras metálicas, la resistencia a
cortante de una sección armada con acero de refuerzo de cortante y fibras de acero, VRd,3, está dada
por la siguiente expresión:
Figura 9.52. Diagrama de interacción para una sección de concreto lanzado reforzado con fibras de
acero de f ’c=30 kg/cm² que contiene 30kg/m³ de fibras de l=35 mm, d=0.55 mm y resistencia 1,100
N/mm².
donde Vcd es la fuerza cortante que toma el concreto (las Normas Técnicas Complementarias para
diseño y construcción de estructuras de concreto la definen como VcR); Vwd es la fuerza de diseño que
toma el acero de refuerzo transversal (estribos, etc. En las NTC para diseño y construcción de
estructuras de concreto se denomina VsR) y Vfd la contribución del refuerzo con fibras metálicas, la
cual está dada por la siguiente expresión:
con τfd como el valor de diseño del incremento de resistencia a cortante dado por las fibras.
Según algunas guías de diseño, para fibras con ganchos, τfd puede ser obtenida con la siguiente
fórmula:
fd 0.54 ft * Rt / c (9.65)
1.10W f f
Rt (9.66)
180C W f f
con C= 20; λf como la relación de esbeltez de la fibra, que es el cociente de la longitud entre el
diámetro (l/d), y Wf la dosis de fibra de acero, en kg/m3.
Los valores mínimos de Wf para los diferentes tipos de fibra se presentan en la Tabla 9.9.
60/0.80 32
60/1.00 40
30/0.50 40
wk srm sm (9.67)
donde wk es la anchura de fisura de cálculo; srm la separación media final entre fisuras; εsm la
deformación media producida bajo la correspondiente combinación de cargas, considerando los
efectos de rigidización a tensión, retracción, etc. y β el coeficiente que relaciona la anchura media de
fisura con el valor de cálculo. Para mayor detalle sobre el cálculo de la anchura de fisura, se
recomienda consultar la norma de referencia.
a) Rigidez
En su forma más básica, un soporte formado por marcos de acero en contacto con el terreno, en un
túnel circular de radio R y con una separación s, tiene como módulos de rigidez normal y a flexión las
siguientes relaciones:
Es As Es I s
K sn ; K sf (9.68)
sR sR 3
Eh Eh3
K n ; K
1 2 R f 12 1 2 R3 (9.69)
K sn K n
(9.70)
K sf K f
3I xx
heq 2 (9.71)
As
Finalmente los valores para los módulos de rigidez equivalente se calculan como:
3
heq
Rigidez a flexión: EI = Eacero (9.73)
12
b) Resistencia
Cuando el análisis estructural de los marcos se lleva a cabo por métodos inelásticos, es decir,
permitiendo que éstos entren en el rango plástico en algunos puntos de forma que redistribuyan sus
esfuerzos hasta que no sea posible mantener más su estabilidad, los parámetros de resistencia
M
requeridos para el cálculo son: la carga axial de plastificación Pp y el momento de plastificación
M pM :
Momento de plastificación:
M pM s Z xx f y Z xx s (9.75)
donde Zxx es el módulo de sección plástico, As el área de la sección de acero, s un factor de reducción
de resistencia para el acero (normalmente s = 1/s, ecuación (9.103)), f y el esfuerzo de fluencia del
acero y s s f y el límite elástico del acero.
Se recomienda que para el diseño de los perfiles metálicos se sigan las recomendaciones de las
Normas Técnicas Complementarias Para Diseño y Construcción de Estructuras Metálicas (NTC-
RCDF), del American Institute of Steel Construction (AISC LRFD).
Durante el diseño del sistema de soporte temporal con marcos metálicos es fundamental que se
tomen en cuenta secciones tales que los trabajos de fabricación, izado y montaje puedan llevarse a
cabo de forma eficiente y con maquinaria convencional. Cabe mencionar que si los marcos son
colocados y castigados adecuadamente contra la roca, el confinamiento proporcionado por la
excavación favorece el desempeño de este sistema de soporte, aun cuando algunos elementos
alcancen la plastificación en ciertos puntos: la respuesta del sistema será tal que se crearán rótulas
plásticas en aquellos puntos y la estructura redistribuirá el trabajo a elementos que aún se encuentran
en el rango elástico.
La resistencia a la flexocompresión se determina según la fórmula de interacción siguiente:
Pu Mu
F Pu ,M u 1.0 (9.76)
PpM M pM
Es decir, que el elemento se mantiene en el rango elástico mientras se cumpla la relación (9.76);
una vez que en el elemento F (Pu, Mu) es igual a uno, éste se comporta plásticamente. Por lo general,
la falla del elemento se produce por flexión, entonces, al ir aumentando la carga, el segmento
plastificado recibe más fuerza axial y reduce su momento flexionante. La falla de un marco se
produce cuando el número de elementos plastificados es tal que no es posible conservar en equilibrio
la estructura.
A modo de ejemplo, en la Figura 9.54 se muestran las propiedades geométricas típicas de un perfil
IR de 254 × 44.8 kg/m, mientras que en la Figura 9.55 se presenta una sección típica de marcos para
un túnel de carretera de tres carriles.
Perfil IR 254 x 44.8 kg/m (W 10 x 30 lb/ft)
d = 26.6 cm
b = 14.8 cm
A = 57.0 cm²
Ix = 7,076 cm4
Sx =531 cm³
Zx =600 cm³
w = 44.8 kg/m
Figura 9.54. Propiedades geométricas de un perfil IR 254 × 44.8 kg/m.
La carga axial resistente y el momento resistente de los elementos que simulan los marcos se
calculan a partir de las relaciones (9.74) y (9.75). Las propiedades de los materiales típicas que se
introducen en un modelo de cálculo aparecen en la Tabla 9.11. Los parámetros del terreno
corresponden con las condiciones geotécnicas D(+) y D(-) definidas en el inciso 4.6.2 de este Manual.
Terreno
m 0.20
s 0.18 0.18
Tabla 9.11. Propiedades del terreno y del sostenimiento propuesto para cálculo.
Nótese que los parámetros de rigidez, peso y resistencia de los marcos corresponden con una
sección de acero como la que se muestra en la Figura 9.54, espaciados a 1.0 m (Condición
Geotécnica D(-)) y 1.50 m (Condición Geotécnica D(+)).
Como se dijo anteriormente, la falla del elemento se produce por flexión: al ir aumentando la carga
de aflojamiento, el elemento plastificado recibe más fuerza axial y reduce su momento
flexionante (ver trayectorias en la Figura 9.56 y en la Figura 9.57). La falla del marco se
produce cuando el número de elementos plastificados es tal que no es posible conservar en
equilibrio la estructura.
En las gráficas se observa la evolución de las fuerzas en el marco durante el proceso de carga.
Nótese como las fuerzas van aumentando, primero en la rama elástica, hasta que en cierto punto
tocan el diagrama de interacción. A partir de ese momento los momentos comienzan a disminuir
gradualmente mientras que estructura continúa absorbiendo carga axial. Las gráficas corresponden a
procesos de carga que van de 1.0 a 14.5 toneladas en el caso de la Condición Geotécnica D(-), y de
1.0 a 9.5 toneladas en el caso de la Condición Geotécnica D(+), que es cuando la estructura colapsa
en ambos casos. Los valores de las cargas que se presentan en las gráficas corresponden con los
momentos máximos que se presentan en la estructura y están situados en la clave (momentos
positivos) y en una región del hastial (momentos negativos). Para la Condición Geotécnica D(-) la
presión sobre el marco para la cual se produjo la falla de la estructura fue de qmax = 14.5 ton/m2,
mientras que para la Condición Geotécnica D(+) fue de qmax = 9.5 ton/m2.
Es común que cuando se analizan marcos metálicos aislados (sin la contribución del concreto
lanzado) se obtengan resistencias inferiores a las cargas más pesimistas estimadas mediante las
ecuaciones (9.2) a (9.5) del inciso 9.3.2.1 para las correspondientes unidades geotécnicas. Sin
embargo, hay que recordar que estas estructuras de soporte son de carácter temporal y que la
implementación de tratamientos como el concreto lanzado y el propio retaque de los marcos contra
el terreno, contribuirán de manera importante a retrasar un posible aflojamiento en la clave. En
términos generales estos análisis pretenden demostrar las cargas máximas que resisten los marcos
de forma aislada.
La conclusión más importante que debe obtenerse de este tipo de análisis es que los marcos
metálicos, a pesar de que desarrollan zonas plásticas durante el proceso de carga, se mantienen
estables hasta un nivel de trabajo adecuado acorde con su carácter de soporte temporal.
viga. Pueden colocarse los separadores y tensores de acuerdo a proyecto y éstos simularse también
con elementos tipo viga, empleando un único elemento que trabaja a compresión y tensión.
Las discontinuidades que forman la cuña se representan mediante elementos especiales tipo
interface, con una ley de resistencia adecuada (Mohr-Coulomb, Barton-Bandis, etc.), definida por los
parámetros de resistencia correspondientes.
Las hipótesis de carga se pueden establecer de tal forma que, a partir de un valor de los
y tan j , por ejemplo) y
res res
parámetros de resistencia residual de las juntas que definen las cuñas. ( c j
se realicen corridas para distintos tamaños posibles de cuña previamente definidos (Figura 9.59).
Los análisis pueden realizarse también para distintos rangos de valores de los módulos de
elasticidad del terreno, obteniendo distintos tipos de interacción. Los resultados suelen presentarse
como parejas de momento máximo (positivo y negativo) y fuerza axial correspondiente al punto de
momento máximo, dentro del diagrama de interacción correspondiente a cada condición geotécnica.
Siguiendo con el ejemplo del inciso anterior, la hipótesis de carga puede ser la siguiente: para cada
condición geotécnica (D(+) y D(-)) se establece un valor de los parámetros de resistencia del macizo
(cm y m) y se realizan corridas haciendo variar los parámetros de las discontinuidades como
porcentajes de los del macizo:
Figura 9.59. Estructura en el modelo: a) cuña pequeña; b) cuña mediana; c) cuña grande; d) detalle de
los marcos embebidos en el concreto lanzado.
El objetivo es que, con cada reducción de la resistencia al corte de las discontinuidades la cuña se
movilice más, descargando cada vez más presión sobre la estructura de los marcos y al mismo tiempo
ir verificando su resistencia. Dado que los marcos se consideran elastoplásticos, sucede lo mismo que
en el análisis por cargas de aflojamiento, es decir, que al plastificar un cierto elemento, transmite el
trabajo a los elementos vecinos y así sucesivamente hasta que se produce el colapso general de la
estructura.
Se realizan los cálculos para cada uno de los módulos de elasticidad empleados en los análisis por
cargas de aflojamiento y los resultados se presentan como parejas de momento máximo (positivo y
negativo) y fuerza axial correspondiente al punto de momento máximo, dentro del diagrama de
interacción correspondiente a cada condición geotécnica.
En la Figura 9.60 se muestran los resultados de los análisis tridimensionales con cuña, para la
condición geotécnica D(-) , mientras que en la Figura 9.61 se muestran los correspondientes a la
condición geotécnica D(+). Los diferentes puntos en los gráficos, para cada módulo de elasticidad del
macizo, corresponden a distintos porcentajes de la resistencia al corte de los planos que forman la
cuña, siendo que los que tienen menor carga axial están asociados a los valores más altos de
resistencia y viceversa.
Nótese en la Figura 9.60 cómo existe una pareja de fuerza axial y momento flexionante que se
posiciona sobre el diagrama de interacción. Lo anterior significa que dicho punto está en estado de
Capítulo 9. Análisis y diseño estructural de los sistemas de sostenimiento 71
Manual de diseño y construcción de túneles de carretera
fluencia, formando una rótula plástica. Sin embargo, en ninguno de los casos analizados la estructura
sufrió un colapso.
En la Figura 9.61 puede verse que, a pesar de que el momento y fuerza axial resistentes son
menores respecto de los de la Figura 9.60 (por la separación de los marcos), los elementos
mecánicos máximos están más alejados del diagrama de interacción y no hay puntos plásticos. Lo
anterior se debe a la mayor rigidez del terreno la cual permite que se desarrollen flexiones menores.
Figura 9.60. Diagrama de interacción de los marcos metálicos y elementos mecánicos de los análisis con
cuña, para diferentes módulos de elasticidad del macizo y diferentes resistencias de los planos de
deslizamiento. Resultados para la condición geotécnica D(-).
Figura 9.61. Diagrama de interacción de los marcos metálicos y elementos mecánicos de los análisis con
cuña, para diferentes módulos de elasticidad del macizo y diferentes resistencias de los planos de
deslizamiento. Resultados para la condición geotécnica D(+).
filosofía de análisis y diseño integral, que permita establecer los adecuados niveles de seguridad que
se relaciona directamente con los niveles de incertidumbre previsibles en la obra.
Aunque es relativamente común que se empleen elementos de concreto colado para fines
específicos de contención o como estructuras auxiliares dentro de un túnel, las estructuras que
requieren de un proceso de análisis y diseño más específico son los revestimientos definitivos.
Anteriormente se explicó que en la mayoría de los casos, los revestimientos definitivos son
colocados al final de la excavación, en un momento en el que se supone que el túnel es
completamente estable a través de los sistemas de sostenimiento y que por ende, estas estructuras
“no deberían” estar sujetas a carga. No obstante, es recomendable, que tengan una adecuada
resistencia para soportar solicitaciones eventuales o de largo plazo, asociadas a distintos fenómenos
posibles y probables.
Dos de las grandes ventajas de los revestimientos colados in situ es que pueden adquirir
prácticamente cualquier forma y que gran parte de su estabilidad se debe al tipo de interacción que
desarrollan con el terreno; la presión pasiva que ejerce el medio sobre la estructura evita que se
pandeen y colapsen, mientras que la ductilidad propia de la estructura hace posible que, en los sitios
de mayores momentos, se formen “rótulas plásticas” que alivian los esfuerzos de flexión y por tanto
la mayor parte de las cargas se transmitan a modo de fuerzas axiales de compresión.
Un diseño óptimo de revestimiento debe buscar el equilibrio entre flexibilidad y ductilidad; suele
decirse que un revestimiento debe ser lo más esbelto posible, sin embargo hay límites prácticos que
no pueden excederse y que tienen que ver con la adecuada consolidación de la mezcla y el completo
llenado de huecos. Según el Manual de Diseño de Túneles de Carretera de los Estados Unidos, el
mínimo espesor funcional para este tipo de túneles sería 25 cm (10”). Además del proceso de
colocación (colado, vibrado, etc.) es importante tener en cuenta la presencia del acero de refuerzo, si
es que éste es requerido. En revestimientos muy esbeltos el acero de refuerzo puede resultar
problemático debido a que obstaculiza el flujo de la mezcla o también debido a que, ante ligeros
defectos en su colocación, puede aflorar en las paredes de la estructura; si van a utilizarse dos lechos
(que es lo más común), el recubrimiento debe ser lo suficientemente generoso para evitar este
problema y por ende, es preciso aumentar el espesor. Adicionalmente, la habilitación del acero de
refuerzo en ocasiones daña los sistemas de impermeabilización.
Por todo lo anterior, el Manual de los Estados Unidos recomienda que: “en todos los casos
prácticos en los que sea posible, los revestimientos de concreto colado in situ deben diseñarse como
concreto simple”.
Por su parte, el punto (Pb, Mb) de la Figura 9.62 corresponde a la falla balanceada, para el cual se
supone un estado de deformaciones unitarias definido por cu en la fibra extrema en compresión y s
en el acero de tensión. Este estado se tiene cuando el concreto alcanza su deformación máxima útil y
el acero su límite de fluencia (estado último de resistencia). La obtención de este punto se realiza por
triángulos semejantes como se deduce de la Figura 9.63, de modo que:
cu d
c
cu s3 (9.78)
donde c se utiliza para obtener los valores de las deformaciones correspondientes a cada posición de
esfuerzo del acero: s1, s2 y s3.
f s1 = f y ; f s 2 = E s s 2 ; f s 3 = f y (9.79)
F1 = As1 f s1 ; F2 = As 2 f s 2 ; F3 = As 3 f s 3 (9.80)
Mb
Para la revisión estructural deben obtenerse diagramas de interacción de una sección transversal
del revestimiento de 1.0m de ancho y peralte d, considerando varias combinaciones de barras de
acero y espaciamientos y comparando con los puntos de respuesta de la estructura que
resultan de los análisis estructurales.
En primer lugar es conveniente analizar una sección sin acero de refuerzo. Como se dijo
anteriormente, es bien sabido que bajo ciertas condiciones ideales es posible diseñar revestimientos
de concreto simple, considerando que dentro del macizo rocoso los gradientes térmicos suelen tener
poca importancia. Este caso puede servir como ejemplo ilustrativo del trabajo a flexocompresión de
un revestimiento de tales características.
Por lo general es interesante observar que el revestimiento de concreto simple se desenvuelve
adecuadamente para un amplio rango de módulos de elasticidad del terreno y ante presiones de
aflojamiento mucho muy superiores al máximo considerado en los análisis de sensibilidad.
Posteriormente se construyen los diagramas de interacción que corresponden con varias
configuraciones de armado y se introducen los valores de momento y carga axial obtenidos en los
análisis para varios puntos críticos del revestimiento. Se procede de esta manera hasta encontrar una
sección de armado óptima que consta de uno, dos o tres lechos de varillas de un cierto diámetro,
dispuestas a una cierta distancia y con un cierto recubrimiento. En las gráficas debe verificarse
siempre que las fuerzas obtenidas para todas las combinaciones de rigidez del terreno y magnitud de
la carga sobre el revestimiento caigan dentro del diagrama de interacción para la sección propuesta.
En la Figura 9.64 se muestran los diagramas de interacción para una sección de revestimiento de
40cm de espesor, de concreto simple y concreto reforzado, con varios armados distintos así como
los resultados de elementos mecánicos (M y N) para una carga de aflojamiento sobre la clave de 5 a
40 ton×m y utilizando módulos de elasticidad del terreno que van de 200 a 15,000 MPa. Este
ejemplo no considera la contribución a la resistencia del sostenimiento.
Como es posible apreciar, a mayor módulo de elasticidad del terreno, menores son las flexiones
que se generan en la estructura, al mismo tiempo que ésta absorbe más carga axial. Sucede lo
contrario en los casos de módulos de elasticidad bajos.
Nótese por ejemplo que si se tiene un macizo rocoso de 15,000 MPa de módulo de elasticidad
(macizo de calidad media), el revestimiento de concreto simple sería capaz de resistir sobradamente
una carga sobre la clave de 40 ton×m, mientras que si se tiene un Em = 750 MPa (macizo de calidad
muy mala), se requerirían incluso más de 5 varillas del No. 6 por metro en el lecho inferior para
soportar los momentos en la clave producidos por q=40 ton×m.
El ejemplo anterior resulta muy ilustrativo de la manera en que el diseño de un revestimiento debe
estar ligado a factores muy importantes como la calidad del macizo, la cual se traduce en la rigidez de
este y la posible magnitud de las posibles cargas de aflojamiento. Y como se vio anteriormente, el
mismo principio aplica a los demás tipos de carga a los que podría estar sujeta la estructura.
Figura 9.64. Diagramas de interacción para una sección de concreto de 40 cm de espesor, simple y
reforzado con varios armados distintos y resultados de elementos mecánicos para una carga de
aflojamiento sobre la clave de 5 a 40 ton×m, utilizando módulos de elasticidad del terreno de 200 a
15,000 MPa.
b d f 'c
VR FR (9.81)
2
En todos los análisis realizados durante el estudio de sensibilidad se debe verificar que no se
satisfaga la condición:
Vu Fc Vm a x VR (9.82)
donde Fc es un factor de carga (Fc =1.40) y Vmax es el valor de cortante máximo obtenido en el
análisis por elementos finitos. En los casos el cortante resistente resulta por encima del cortante
máximo presente en la estructura, no se requieren estribos en el revestimiento.
a) Generalidades
En los casos en los que los sistemas de sostenimiento incluyen marcos metálicos, las estructuras
suelen simularse a través del concepto de sección compuesta. Para representar una estructura
compuesta conviene considerar una sección resistente de altura h en cuyo interior se encuentra
alojado un perfil de acero con un recubrimiento en el intradós ri y en el extradós re. En estos casos el
refuerzo del concreto lanzado compuesto por fibras de acero no suele ser considerado en el cálculo
de la resistencia. En cambio, se establece la hipótesis de que la sección de acero del perfil jugará el
papel de acero de refuerzo. Aunque la interacción entre un perfil estructural y el concreto lanzado
resulta complicada de modelar, algunos autores sugieren que es posible simular este tipo de
secciones compuestas siempre y cuando se establezcan las debidas reservas en cuanto a la
resistencia y rigidez asignadas a cada elemento (Wu & Roony, 2001).
Según Panet (1995), en los casos en que se tienen sistemas de sostenimiento compuestos, si se
establece la hipótesis de que los distintos elementos serán puestos en obra simultáneamente, la
rigidez del sistema se puede establecer como la suma de las rigideces de cada uno de dichos
elementos:
K s K s1 K s 2 (9.83)
Es una práctica común y recomendable retacar los marcos hasta el paño del patín interior con
concreto lanzado, de tal forma de crear una superficie regular que permita la colocación adecuada del
sistema de impermeabilización (Figura 9.65). Mediante este procedimiento, al final se tendrán dos
estructuras independientes, que aportarán resistencia al sistema, pero que no necesariamente
interactuarán una con la otra (Figura 9.66). En la Figura 9.67, se muestra el esquema de la sección
resistente y la distribución de esfuerzos, deformaciones y fuerzas para diseño por flexocompresión.
Nótese en la Figura 9.67, que para el revestimiento se considera la resistencia a tensión del
concreto. En estructuras subterráneas, el confinamiento del medio contribuye a evitar el colapso
general de la estructura al crearse puntos aislados en estado de rotura (rótulas plásticas). Por lo
tanto, en túneles, el criterio conservador empleado en estructuras aéreas que indica que la resistencia
a tensión se debe despreciar, puede no ser aplicado sin que por ello exista algún tipo de riesgo para la
estabilidad del revestimiento. Dado el tipo de solicitaciones a las que puede estar sujeto un
revestimiento, se puede considerar la resistencia a tensión por flexión, o módulo de ruptura, que
puede oscilar entre el 8 y el 10% de fc28 .
Figura 9.65. Sistema de impermeabilización en un túnel antes del colado del revestimiento.
Figura 9.67. Sección resistente y distribución de esfuerzos, deformaciones y fuerzas en el estado último
de resistencia.
La forma de simular una estructura compuesta como la que aquí se describe requiere, como ya se
dijo, de varias definiciones e hipótesis. En primer lugar se deben definir las características de una única
estructura equivalente. Las hipótesis para esta definición son las siguientes:
• Se trata de dos estructuras independientes (sostenimiento y revestimiento) que contribuyen
cada una, de acuerdo a su rigidez y capacidad de carga, a soportar presiones y que
interactúan con el medio que las confina.
• Entre sostenimiento y revestimiento no se genera transmisión de deformaciones
(transversales), ni de momentos, ni de esfuerzos de corte; la única interacción entre ellas se
da en sentido perpendicular a sus caras en contacto. Esto debido a la presencia del sistema de
impermeabilización (geotextil+geomembrana); se considera despreciable la resistencia por
fricción del contacto entre el concreto y el sistema de impermeabilización.
• El perfil estructural del sostenimiento actúa a modo de acero de refuerzo y es el responsable
de tomar los esfuerzos de tensión; su contribución a la resistencia a compresión se considera
despreciable en comparación con la del concreto. Se supone que el recubrimiento del área de
acero es igual a la capa de sellado + 1/2 del peralte del perfil (re).
• Para fines de análisis es posible simular la estructura compuesta mediante elementos placa
(shell) con rigideces equivalentes; para fines de revisión estructural, los elementos mecánicos
actuantes se repartirán en las dos estructuras de acuerdo a su relación de rigideces.
A partir de las anteriores hipótesis se definen las rigideces de la estructura como sigue:
a) Rigidez axial del sostenimiento: es igual a la suma de las rigideces del perfil estructural y la
sección de concreto; a la sección de concreto se le resta el área de acero del perfil (ecl = Acl;
b=1.0);
EAsost Es As Ecl Acl Es As Ecl ecl As (9.84)
b) Rigidez axial del revestimiento: se considera el área de la sección igual al espesor del
revestimiento (ereve; b= 1.0);
c) Rigidez a flexión del sostenimiento: es igual a la suma de las rigideces del perfil estructural y
la sección de concreto; al momento de inercia de la sección de concreto se le resta el
momento de inercia del perfil;
e3
EIsost Es Is Ecl Icl Es Is Ecl cl Is (9.86)
12
d) Rigidez a flexión del revestimiento;
3
ereve
EI reve Ereve I reve Ereve (9.87)
12
e) Rigidez axial de la estructura compuesta: es igual a la suma de la rigidez axial del
sostenimiento más la rigidez axial del revestimiento;
Una vez analizada la estructura, se repartirán los elementos mecánicos de acuerdo con las
siguientes relaciones de rigideces:
a) Relación de rigideces axiales;
EAreve EAsost
N reve N act ; Nsost Nact (9.90)
EAsc EAsc
donde Nact es la fuerza axial resultado del análisis estructural y Nreve, Nsost las partes proporcionales
que tomará cada estructura.
b) Relación de rigideces a flexión;
EI reve EI
M reve M act ; M sost M act sost (9.91)
EI sc EI sc
donde Mact es el momento flexionante resultado del análisis estructural y Mreve, Msost las partes
proporcionales que tomará cada estructura.
Un problema adicional consiste en la evolución de las propiedades de rigidez y resistencia del
concreto como función del tiempo. En la realidad las fuerzas externas sobre el concreto lanzado, en
particular los momentos flexionantes se ven reducidas de forma muy importante debido al
comportamiento de la mezcla fresca (fluencia diferida o creep, relajación de esfuerzos y
microfisuramiento), En la práctica común no resulta justificable utilizar modelos sofisticados de tipo
viscoplástico y por el contrario se suelen implementar modelos elásticos aunque con distintos valores
de rigidez para las distintas edades del concreto.
Los parámetros de resistencia requeridos para el análisis inelásticos son, como siempre, la carga
axial de plastificación Pp y el momento de plastificación Mp, que en el caso de secciones compuestas
se definen como:
Marco C.L
Momento de plastificación: Mp Mp Mp (9.92)
Marco CL
donde M p es el momento de plastificación del marco y M p el momento de plastificación del
concreto lanzado.
Marco CL
Carga axial de plastificación: Pp Pp Pp (9.93)
Marco CL
donde Pp es la carga axial de plastificación del marco y Pp la carga axial de plastificación del
concreto lanzado. Luego:
As u ; Pp p f c a
Marco CL
Pp
d a (9.94)
Wxx u ; M p p f c a
Marco CL
Mp
2
9.4.5. Análisis y diseño estructural de sistemas de enfilaje frontal
En el Capítulo 8 de este Manual se presenta una amplia descripción de los sistemas de enfilaje frontal.
Se trata de un sistema que ha adquirido mucho auge en los últimos años, sin embargo, debido a los
complejos estados de esfuerzos que se generan hacia delante del frente de excavación, en la mayoría
de los casos, el diseño se basa en la experiencia. En esta sección se desarrollará una metodología
simple para el cálculo de este tipo de estructuras.
Los micropilotes pueden usarse como “paraguas” de pre-sostenimiento al avance cuando se
atraviesan zonas de terrenos débiles, o cualquier otra circunstancia que requiera una mejora en la
capacidad resistente del suelo o roca por delante de la excavación. Pueden emplearse en zonas
puntuales, en algunos tramos del túnel o a todo lo largo de la obra. También suelen utilizarse en
emportalamientos, donde es común colocar un zuncho o viga de borde perimetral (viga de atado) que
sujete las cabezas del extremo exterior de los micropilotes.
Cuando los micropilotes constan de varios segmentos, resultan de especial importancia las
uniones entre ellos. Según algunas recomendaciones, no deberán utilizarse las uniones de rosca de
tipo machihembrado sin aumento de sección, ni colocarse en un mismo plano más de un 15 o 20% de
las uniones, que a su vez deberán distribuirse homogéneamente por toda la sección transversal.
trabajo reducida. Para este tipo de métodos, este Manual toma como base parte de la experiencia
desarrollada en España, Alemania y Austria (Ver referencias), a la vez que propone una aproximación
razonable que puede ser implementada en programas simples de cálculo estructural.
A continuación se mencionan algunas consideraciones generales de diseño relativas a los paraguas
de micropilotes:
• En excavaciones en túnel bajo paraguas de micropilotes podrán utilizarse disposiciones en
sección transversal como las que se muestran en la Figura 9.68. La longitud de los
micropilotes, en general, no será superior a los 25 m (L ≤ 25m), con inclinaciones respecto a
la horizontal inferiores o iguales a los 15º (i ≤ 15º). El traslape entre micropilotes de dos
avances sucesivos estará en función de la longitud de avance, de las características del
terreno y de la configuración geométrica del emplazamiento, pero en ningún caso deberá ser
inferior a 3 m (L ≥ 3 m).
• La separación entre micropilotes en una misma sección transversal deberá ser de entre 0.30
y 0.60 m medidos a ejes (0.30≤ S t ≤ 0.60 m).
• La separación entre micropilotes en una misma sección transversal y la armadura tubular a
disponer pueden calcularse, en ausencia de datos más específicos y a efectos de prediseño,
considerando los micropilotes como vigas sometidas al peso de las tierras que soportan y
aplicando los principios de la resistencia de materiales con las observaciones que a más
adelante se describen.
Para una situación como la de la Figura 9.69, la longitud del cálculo de la viga Ld, es un valor ficticio
que resulta de la suma de tres magnitudes:
Ld La L f 1.2 Le (9.95)
Figura 9.69. Avance típico de un paraguas de micropilotes. Tomado de las Guías para el proyecto y la
ejecución de micropilotes en obras de carretera (Ministerio de Fomento de España, 2005).
1/4
3EI p
Le (9.96)
Em
donde Em es el módulo de elasticidad del terreno y EIp la rigidez a la flexión del micropilote. Luego, Lf
se calcula como:
Hf
Lf (9.97)
tan f
donde Hf es la altura del frente de excavación y αf el ángulo de inclinación del frente de excavación
con respecto a la rasante.
Debido a que los micropilotes se inyectan posteriormente, la rigidez a flexión equivale a la suma de
las rigideces de la lechada y del tubo de acero:
EI p EI c EI s (9.98)
siendo EIc la rigidez a flexión de la lechada y EIs la rigidez del tubo de acero.
La carga del terreno que gravita sobre cada micropilote puede determinarse, a modo de primera
aproximación, mediante la siguiente expresión:
q terr h s (9.99)
donde q es la carga del terreno en la zona de influencia del micropilote; terr el peso específico
aparente del terreno; h la altura del terreno que se considera gravita sobre el sostenimiento a corto
plazo y S la separación entre ejes de micropilotes contiguos (en la sección transversal).
En caso de que el paraguas se utilice como sostenimiento temporal y en ausencia de información
más precisa, puede considerarse la siguiente aproximación:
0.5 DT h DT (9.100)
qd L2d q L
M ed ; Ved d d (9.101)
10 2
con qd como el valor de cálculo de la carga de terreno afectado por algún coeficiente de seguridad.
a) Resistencia a flexión
M ult M R (9.102)
donde: Mult es el momento mayor obtenido del cálculo multiplicado por un coeficiente de mayoración
(de acuerdo con la norma de diseño que se aplique) y MR el momento resistente del tubo.
fy
MR W p
Fu (9.103)
s
donde: Wp es el módulo plástico de la sección; fy, el límite elástico del acero; s el coeficiente de
seguridad para el acero tubular (de acuerdo con la norma empleada) y Fu un coeficiente de reducción
para considerar la resistencia de las uniones. Si no se cuenta con ensayos sobre las uniones de los
tubos, puede usarse Fu = 0.5 (Normativa Española).
d e3 d i3
Wp (9.104)
6
d
3
e 2 re d i3
(9.105)
W p
6
con re como el espesor reducido de la pared del tubo. La norma europea UNE EN 14199 propone las
siguientes reducciones de espesor del tubo para diferentes tipos de suelos en función de la vida útil
que se le quiera dar a los micropilotes:
Suelos naturales contaminados o suelos con residuos industriales 0.15 0.75 1.50 2.25 3.00
Suelos naturales agresivos (turbas, ciénagas, etc) 0.20 1.00 1.75 2.50 3.25
Rellenos agresivos sin compactar (cenizas, escorias, etc.) 0.50 2.00 3.25 4.50 5.75
Tabla 9.13. Reducción del espesor de tubería según la vida útil. Norma UNE EN 14199.
b) Resistencia al corte
Al igual que en el caso de la flexión, en cada sección del micropilote se deberá cumplir la relación:
Vult VR (9.106)
donde: Vult es el cortante mayor obtenido del cálculo multiplicado por un coeficiente de mayoración
(de acuerdo con la norma de diseño que se aplique) y VR el cortante resistente del tubo.
2 As f y
VR (9.107)
3 s
donde As es el área de acero del tubo. En el caso del área de acero, también puede considerarse la
corrosión, con lo que dicha área se calcula como:
d e 2 re d i2
2
As (9.108)
4
c) Flexocompresión
A diferencia de otros sistemas de micropilotes, en el caso de los sistemas de enfilaje frontal para
túneles, es prácticamente imposible que los tubos lleguen a estar sometidos a un estado de fuerzas
combinadas de flexión y compresión que comprometan su resistencia, por lo que esta revisión puede
ser omitida.
REFERENCIAS8
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2 “Normas Técnicas Complementarias para el Diseño y Construcción de Estructuras de
Concreto del Distrito Federal (NTCDCECDF)”.
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probetas planas reforzadas con fibras”
6 Asociación Española de Normalización y Certificación, (2007). “UNE-EN 14488-3: ensayos
de hormigón proyectado. Parte 3, Resistencias a flexión (primer pico, última y residual) de
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Cemento y del Concreto, A.C.
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Editado por Bekaert.
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Los textos originales de este capítulo corresponden con la referencia [47]