Professional Documents
Culture Documents
ES
Del RECELO….
A la CONFIANZA
Ejercicio Espiritual 1
Objetivo: Mostrar que el camino de la vida fraterna, a la que todos estamos llamados por vocación,
comienza por una disposición a la confianza que, al mismo tiempo, es una renuncia al recelo y la
desconfianza.
Ambientación: A partir de este cartel, compartir las impresiones que causa en los participantes.
ES
El amor fraterno es una gracia divina que el Espíritu Santo nos regala
para asemejarnos a Cristo. Pero esta gracia se arraiga en el corazón
humano que, por estar envuelto en la fragilidad propia y el atractivo del
pecado, es lento para abrirse a los demás.
Todos hemos experimentado en carne propia el recelo y la desconfianza cuando se trata de entrar
en relación, participar en un grupo, integrarse a una comunidad. La situación social que padecemos
nos ha puesto a la defensiva y, a veces, nos ha convertido en personas agresivas y hostiles hacia
los demás.
Esta Cuaresma nos invita a morir al recelo y a la desconfianza que infecta nuestras vidas, para abrir
las puertas al amor fraterno. Se trata de acortar distancias y abrir el corazón en la confianza,
superando el recelo.
REFLEXIÓN
Zaqueo era de baja estatura, como baja es nuestra estatura cuando nos escondemos y nos
replegamos sobre nosotros mismos en una cápsula de comodidad y en zonas de confort para
aislarnos de los demás.
Pero Zaqueo no estaba satisfecho con su vida y buscaba algo que le diera sentido. Zaqueo tenía
muchos motivos para desconfiar. Él no había sido muy honesto que digamos. Él había aprendido lo
que todos aprendemos pronto: “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”. “El que pega
primero, pega dos veces”. “El que tiene más saliva, traga más pinole”. “El que no tranza, no avanza”.
3
Pero se expuso a la mirada de Jesús y le abrió su corazón. Se trepó en un árbol para ver a Jesús
cuando pasara por ahí. Zaqueo recibió muy contento a Jesús en su casa y experimentó una
transformación total en su vida: “daré la mitad de mis bienes a los pobres y, si he defraudado a
alguien, le devolveré cuatro veces más”. Y esto lo dijo delante de testigos. El testigo mayor fue
Jesús. Y el encuentro con Él fue la causa de su cambio de actitud.
Hemos aprendido en la escuela que la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos. Y
Cristo vino para acortar las distancias entre Dios y nosotros. Nos puso en comunicación directa con
Dios a través del amor fraterno: “Misericordia quiero y no sacrificios”. La línea recta es el amor
fraterno.
Para esto, es preciso poner los medios y los remedios para encontrarnos con nuestros hermanos en
el nivel de la amistad y la confianza. Ponernos al alcance de la mirada, extender la mano para
alcanzar al otro, subir el tono para ser escuchados, pegar el oído para captar lo que el otro pide,
guardar silencio para hacer espacio a la palabra del que viene a nuestro encuentro, ponerse de pie
para hacerle saber que es bienvenido, abrir los brazos para hacerle sentir que no hay trampa ni
engaño, sólo apertura y disponibilidad. Eso fue lo que provocó Jesús en Zaqueo cuando le dijo:
“Bájate pronto, hoy tengo que hospedarme en tu casa”.
Hoy nosotros tenemos muchos motivos para desconfiar y mantener las distancias: las promesas
incumplidas de los que nos gobiernan, los fraudes electorales, los robos a domicilio, los desengaños
que sufrimos de parte de quienes consideramos “de confianza”. Pero también, los muros que
nosotros levantamos ante la llegada de los demás por comodidad, por timidez o por orgullo. La
conversión cuaresmal debe tocar estos resortes de egoísmo personal y ayudarnos a superar el
recelo y la duda del ambiente en que vivimos.
Estamos llamados a ser hermanos y la primera condición es la confianza. Confiar y creer, a pesar de
los pesares.
Esta cuaresma es una nueva oportunidad que nos da el Señor para subirnos al árbol de la confianza
y extender los brazos al hermano. Hoy, nuevamente, el Señor nos pide: dale a tu hermano la
oportunidad de hospedarse en tu casa, en tu vida, en tu grupo, en tu comunidad.
DIÁLOGO
GESTO O SIGNO
Ponemos una cartulina al centro con el siguiente recuadro y las líneas abajo de acuerdo al
número de participantes.
Cada participante toma un marcador y va colocando una palabra que exprese recelo y
otra que exprese confianza. Cuando han pasado todos, leemos juntos lo que escribimos
en línea horizontal. Al terminar nos sentamos.
Pensemos en aquella persona a la hemos evitado en nuestra familia extensa, en nuestro barrio o
comunidad parroquial. Hagamos el propósito de acercarnos y conocerla de verdad (momento de
silencio).
ORACIÓN
Pidamos perdón a Dios por todas las veces que hemos rechazado a alguien por ser diferente a
nosotros, por prejuicios o recelos (momento de silencio).
“Señor Dios nuestro, ayúdanos a descubrir la riqueza que existe en nuestros hermanos y hermanas.
A reconocer su bondad y poner nuestra persona a su servicio. Perdónanos, porque cada vez que
rechazamos a alguien, contribuimos a crear un mundo individualista e injusto.
Tú que eres Padre y no rechazas a nadie, enséñanos en esta Cuaresma a evitar los recelos y
atrevernos a confiar en los demás, porque sólo así viviremos en una verdadera fraternidad” Amén.