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Temas de Fisica Paradojas Relativistas Luis Joaquin Boya y Mariano Santander 1, Introduceién: un ejemplo de Feynman Analizar un mismo problema desde varios puntos de vista suele ser iluminador. A veces aparecen situaciones en las que se obtienen dos respuestas diferentes cuando un pro- blema se analiza de dos maneras que parecen, ambas, plau- sibles. En Fisica, se da, genéricamente, el nombre de para- dojas a estas situaciones. La pregunta es {qué ocurre real- mente, es decit, en la Naturaleza? Aclarar lo que ocurre resulta util, ya que apunta a aquellos aspectos de nuestras teorias que no hemos comprendido o asimilado completa- mente, Y en muchos casos, resolver la paradoja, esto es, dis- ccemir cual de los dos razonamientos es correcto, y entender porqué, suele propiciar un entendimiento més profundo, En sus “Lecciones de Fisica”, Feynman presenta una tal situacién ({8], Sect. 17-4). Una serie de cargas eléctricas, estin colocadas sobre la periferia de un disco aislante que puede girar libremente alrededor de su eje, y que tiene un solenoide, solidario con el disco y concéntrico con su eje de rotacién, por el que circula corriente suministrada por una bateria. Inicialmente el disco esta en reposo; to dado, sin que medie ninguna intervencién extema directa, sobre el disco, se interrumpe la corriente. ;Se pone el disco fen rotacién en ese momento o no? Hay dos razonamientos, ambos plausibles, que conducen a respuestas diferentes: el anilisis de fuerzas sugiere que el disco debe comenzar a rotar ya que al haber una disminucién del flujo magnético @ través del solenoide se genera un campo eléctrico (Lenz) que produce una fuerza tangencial sobre las cargas. Pero usando cl principio de conservacién del momento angular, como el inicial es nulo parece concluirse que el disco no puede adqui- rirrotacién. Feynman pospone la respuesta para que los estu- diantes reflexionen sobre el problema, pero honradamente advierte que “la solucién no es fil ni es un truco, Cuando Ia encuentren habrin descubierto un principio importante del electromagnetismo”. Lo mismo hacemos nosotros. 2 Paradojas en la Ciencia: diversas acepciones Los avances de Ia Ciencia natural pueden verse en buena parte como un alejamiento progresivo de la intuicién vulgar ¥ del realismo ingenuo. La aprehensidn del mundo fenomé- nico en un todo racional y coherente, que es el objetivo de la ciencia, comienza por la observacién elemental, sigue con la ‘experimentacién (observacién provocada) y culmina en un primer estadio con el enunciado de leyes empiricas. Estas observaciones primarias tienen lugar a través de nuestras categorias sensoriales, que se han forjado, pulido y refinado a lo largo de la evolucién de nuestros sentidos, especialmen- tc la vista, el tacto y el ofdo. Es con esas categorias macros- cépicas con las que se tienen que elaborar los primeros con- ceptos abstractos. No es de extrafiar por tanto que cuando la investigacién de la naturaleza aleanza el dominio microseé- pico (i.e., la micra), y luego el atémico (j.e., el Angstrom), como ocurrié a principios del pasado s. XX, nuestras con- cepeiones espacio-temporales primarias sean insuficientes para expresar en sus propios términos los nuevos fenémenos. Pero hay otra sorpresa. Muchos avances cientificos deben verse como una limitacién a nuestras ideas e intuiciones ingenuas. Asi por ejemplo el étomo aparece como un limite a la (natural) divisién de la materia en unidades cada vez més pequeitas, la velocidad de la luz c se muestra como la méxi- ma velocidad alcanzable, y la medicién simulténea de varia- bles dinimicas conjugadas posee intrinsecamente una incer- tidumbre minima, No estamos preparados evolutivamente para incorporar esas limitaciones, y tanto el papel de c como el de h son muy “antiintuitivos”. Y no sélo es en lo muy pequefio donde debemos estar preparados para enfrentamnos a novedades inesperadas, en contra del sentido comin ingenuo. Que la Tierra es redonda y no plana, que el hombre no es el centro del Universo, o que ja fuerza engendra aceleracién mas bien que velocidad, ha costado aceptarlo ¢ incluirlo en el elenco natural del hombre culto. Indica, en resumen, el largo camino que va de Aristé- teles a Galileo. Si bien las antinomias aparecen sin esperar- las al contrastar experimentos, es el avance en el marco con- ceptual quien a la larga haré que las dificultades desaparez- can y que los aspectos paradéjicos dejen de serlo. Hoy vii Jamos en avidn y “vemos” que la Tierra es redonda, y acep- tamos que las cosas estén hechas de étomos, donde electro- nes cuasipuntuales nadan en un espacio esencialmente vacio, ‘aunque los objetos que vemos nos aparecen macizos y con- tinuos. Es con este enfoque, en el que el progreso cientifico debe hacer parecer natural y ldgico lo que otrora fue paradé- jico y chocante, con el que queremos abordar en este trabajo diversas paradojas que se presentan al estudiar las Teorias Especial y General de la Relatividad. Distinguiremos diversos tipos de “sorpresas” que apare- ‘cen en el devenir del pensamiento humano, En otro plano estin por ejemplo las paradojas de la légica, como la de B. Russell (sobre “el conjunto de todos los conjuntos”), lo que obligé a reformular la légica matematica de G. Frege; 0 las limitaciones impuestas por el teorema de K. Gdel. ‘Nosotros queremos referimos a situaciones en las que, @ primera vista, la “solucién” inmediata a un determinado pro- blema no es la correcta, y aun mas a otros casos, en que pare- cce que hay dos o més soluciones diferentes a un mismo pro- bblema, que es lo que realmente entendemos por paradojas. Son éstas las que una buena teoria debe resolver, si es que esti construida de un modo libre de contradicciones intemas: un andlisis detallado debe decidir cual es la tinica respuesta hupeweseions REF Octubre-Diciembre 2005 Temas de Fisica que se sigue de la teoria; en algunos casos incluso se podri hacer alguna prediccién experimental 3. Paradojas en la Relatividad Especial El rasgo_distintivo caracteristico de la Teoria de la Relatividad Especial (A. Einstein, 1905) es que existe una velocidad maxima de propagacién de los efectos fisicos, que se identifica con la velocidad de la luz en el vacio, . Tres consecuencias inmediatas son: i) el cardcter no absoluto del tiempo, es decir, la adscripeién de un tiempo propio a cada observador, ii) la modificacién de la ley de composicién de velocidades, e iii) cl aumento de la masa inercial de un obje- to movil. La contraccién de longitudes y la dilatacién det tiempo aparecen como consecuencias de lo anterior (consiil- tese cualquier texto de relatividad, por ejemplo (28, 21). Baste enfatizar que en Relatividad, la duracién que experi- ‘menta un mévil entre dos sucesos de su historia, ahora deno- minado tiempo propio, aparece como una longitud de su linea de universo en el espacio-tiempo, que ahora si depende de la historia, esto es, del movimiento de la particula entre los dos sucesos extremos, y no sélo de estos dos extremos. Esta longitud esta dada por una expresién muy andloga a la «que determina la longitud de una curva en la geometria eucli- dea, con la diferencia esencial de que la métrica en el espa- cio-tiempo no es definida positiva. 3.1. La paradoja de los gemelos Es obligado, al hablar de paradojas relativistas, empezar por la famosa paradoja de los gemelos. Dos hermanos geme~ los, Castor y Pollux, se separan, Castor se queda en la Tierra, ccuya desviacién respecto de ser un sistema inercial ignorare- mos al ser muy pequeita para los efectos que interesan aqui. Pollux viaja, muy répido, a una estrella cereana, y vuelve. Al encontrarse con Castor, encuentra que éste ha envejecido mucho més que él mismo, Esta es la prediccién de la teoria de la relatividad; se trata de una situacién sorprendente, pero que se explica naturalmente por la geometria minkowskiana del espacio-tiempo, una de cuyas consecuencias es aqui per- tinente: la dilatacién del tiempo. Uno de los gemelos, Castor, se mueve sin aceleracién. Desde el punto de vista de Castor, Pollux se mueve, con una velocidad, que en un modelo realista deberd ser variable (debe acelerar, pasando de 0 a un valor de crucero v, al le gara la estrella debe decelerar, detenerse, arrancar de nuevo para el viaje de regreso y frenar finalmente al llegar a su des- ino). La relatividad establece una relacién entre el intervalo de tiempo propio Ate medido por Castor entre dos sucesos 5, y S)muy cercanos de su linea de universo y el tiempo pro- pio Ap de Pollux entre los dos sucesos sobre la linea de uni- verso de Pollux que Castor considera simultineos con 5, y Sz, que depende s6lo de la velocidad instanténea de Pollux y es At, =Vi-v/e At. En la idealizacién usual se hace que los tres intervalos de aceleracién y deceleracién tengan una duracién propia muy pequetia (a costa de que las aceleraciones sean grandes). Asi Pollux acelera muy rapidamente hasta cierta velocidad v, que ‘mantiene hasta la mitad del viaje. Alli hay un transitorio en el que necesariamente tiene que frenar, acelerar en la direc- cion opuesta hasta conseguir la velocidad -v con la que regresa, y frenar finalmente para juntarse con Castor. Denotemos 4p = Ac =A el suceso “partida de Pollux”, que ‘ocurre sobre las lineas de universo de Castor y de Pollux, B la llegada de Pollux a su destino estelar (que ocurre sobre la linea de Pollux) y Cp= C¢= C el reencuentro, que de nuevo ‘ocurre sobre ambas Iineas. El anélisis que Castor haria es: Si para mi transcurre un tiempo propio tc entre los dos sucesos Ay C, el suceso B es simultineo, desde mi punto de vista, con un cierto suceso de mi historia, que denotaré Bo, que ‘ocurre exactamente a la mitad de mi duracién propia entre A yC.A cada una de estas dos mitades se puede aplicar la rela- ‘in anterior segin la cual el tiempo propio medido por Pollux entre 4 y B o entre B y C estén relacionados con tc/ 2 mediante: VIAV 12 4/2, t, =yl- (le? t /2=VI-v'/e? & /2, yy el tiempo propio total registrado por Pollux para su viaje es =VI-V/e x, ‘que es menor que el de Castor en el factor VI—Vv" /c” ; efee- tivamente, Pollux encontraré a Castor mis viejo. Por ejem- plo, si v= 0.8c, este factor vale 0.6. {Tendria Pollux el mismo derecho que Castor a conside- rarse a s{ mismo en reposo, y a concluir por tanto que es él quien envejece? Si este argumento fuera correcto, tendria- mos una contradiccién flagrante. Pero no hay simetria entre ambos, ya que sélo Pollux tiene necesariamente que acelerar en algin momento de su viaje. La consecuencia importante de esta aceleracién no es sobre el ritmo del reloj de Pollux, sino sobre la correlacién que Pollux establece entre sucesos sobre la historia de Castor que Pollux considera como simul- ‘téneos con los que ocurren alo largo de su propia historia. El anilisis correcto de Pollux debe hacerse por separado en ‘ada una de las dos partes del viaje en las que tiene derecho ‘a considerarse en movimiento uniforme, sin aceleracién. Pollux deberia decir “durante mi viaje de ida, para mi trans- ‘curre un tiempo propio tp. entre los dos sucesos 4 y B. Hay un suceso, que llamaré B_ que ocurre en la historia de Castor y que desde mi punto de vista seré simulténeo con mi para- da intermedia B. Por supuesto, las formulas andlogas a las anteriores valen para la relacién entre el tiempo propio tp. ‘medio por mi entre A y B y el tiempo propio tc. medido por Castor entre A y BL, aVi-vien.” En la otra mitad del analisis, que corresponde a su viaje de vuelta la situacion es semejante, Pero lo que es nuevo, y no ocurre en el andlisis de Castor, es que el suceso B, de la historia de Castor que Pollux considerara como simultaneo con B al iniciar el viaje de regreso, es diferente de By pos- terior a él en la historia de Castor. Si denotamos to, ei tiem- po propio que medira Castor entre los sucesos B, y C, que por simetria resulta ser igual Tc., verios que la relacién correcta +p, = 2p, i REF Octubre-Diclembre 2005 Tatp sewer org Paradojasrelativistas 19 Vi-F ie tp Te +e, = 2 no es contradictoria con la obtenida por Castor, ya que la suma Te. + Tey, Si que eS menor que ty, pero no coincide con el tiempo propio total medido por Castor: falta toda la con- tribucién del segmento de la historia de Castor entre B_ y B.. En el diagrama espacio-temporal (Fig. 1) se explica el resul- tado perfectamente, La formula bisica de relacién entre tiempos propios con- duce, entre otras, a una prediccién asombrosa: si Pollux ra mantener una velocidad constante igual a c, el tiem- ‘po propio medido por él se anularia, Pero esto no es posible; acelerar un cuerpo ordinario hasta la velocidad c requeriria infinita energia. Por el contrario, para los fotones, que siem- pre viajan a velocidad c, el tiempo propio no transcure, Y la formula captura también otra propiedad basica: entre dos sucesos dados, la historia que los incluye y que no tiene ace- leracién (que seria el movimiento natural, geodésico entre ambos sucesos) resulta tener el tiempo propio maximo. El paralelismo con las distancias en la geometria euclidea es obvio: la longitud de una curva con dos extremos dados depende de la curva, y entre todas las curvas con extremos dados 1a longitud extremal, ahora un minimo, es la de la linea recta, que no tiene curvatura. La relatividad simple- mente extiende a las duraciones propias el tipo de comporta- mientos a los que estamos familiarizados para las longitudes espaciales, con ciertas diferencias debidas al cambio de una métrica definida positiva por otra indefinida, como ocurre con el cambio de longitud minima cuando se sigue una recta por duracién propia maxima a lo largo de un movimiento uniforme. Sugerimos al lector que construya un diagrama andlogo para la geometria euclidea, en donde nuestra intui- cidn directa es acertada. ¥ de hecho, la paradoja de los geme~ los no es mas que la versién minkowskiana de la conocida desigualdad triangular entre los lados de un triingulo; en esta versién, la duracién propia a lo largo del lado AC es mayor que la suma de las duraciones a lo largo de los otros dos Jados del triéngulo. Un Gitimo comentario: eliminar la idea- lizacién de que las aceleraciones de Pollux son instanténeas, se reduce a suavizar sus lineas de universo en los tres suce- 30s 4, B y C, y ello es perfectamente factible, dentro de ta Relatividad especial; basta llevar a cabo el célculo correcto de la duracién propia a lo largo de un movimiento con velo- cidad variable. A veces s¢ dice, incorrectamente, que siem- pre que hay aceleraciones, no es suficiente con la Relativi- dad Especial, Io que es tan inadecuado como seria afirmar que la geometria cuclidea s6lo trata con rectas y en ella no tienen cabida resultados sobre longitudes de lineas curvas arbitrarias; desde luego pueden darse, aunque son més com- plicados y requieren el célculo integral El efecto de dilatacién del tiempo se ha comprobado experimentalmente muchas veces. La primera confirmacién se obtuvo de la presencia, al nivel del mar, de muones (ori- ginados en Ia alta atmésfera a unos 20 Km por los rayos c6s- ‘micos) cuya vida media en reposo es del orden de dos micro- segundos. Si no hubiese dilatacién temporal, incluso viajan- doa la velocidad de ta luz la distancia maxima que podran recorrer seria del orden de 600 m, lo que haria que prictica- mente ninguno llegase “vivo” al nivel del mar. Pero sus dos microse ‘vida media estin dilatados en un factor y=ilJi-v/e >1 desde el punto de vista de la Tierra, dandoles la oportunidad de, a las velocidades a las que via~ jan, recorrer los 20 Km. Asimismo la adaptaciones de los sincrotones (un tipo de aceleradores de particulas) a la masa variable es otro ejemplo de comprobacién “tecnolégica” de las peculiaridades de la relatividad especial. Incluso hay comprobaciones experimentales directas de la diferencia entre los tiempos propios experimentados por relojes que se separan, siguen historias diferentes y vuelven, ‘areunirse. La mis conocida es Ia de Hafele y Keating (1972) [10]: cuando en tomo a 1970 se dispuso de relojes con pre- cisin relativa del orden de 10-! se comparé el registro de tiempo entre un reloj mantenido en el aeropuerto, otro cir- ‘cunvalando en un avién la Tierra en vuelo hacia el Este y un tercero circunvalando hacia el Oeste. La correccién de la Relatividad Especial afecta a los tres relojes, ya que la velo-

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