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Joachim Radkau

Max Weber. La pasión del pensamiento


Fondo de Cultura Económica, México D.F, 2011, 1060 páginas.
Fecha de recepción: 30-8-2013
Fecha de aceptación: 15-9-2013

Jonathan Mulki
UBA-Facultad de Ciencias Sociales

¿Qué más puede decirse sobre Max Weber -que no haya sido dicho- a casi un siglo
de su muerte? Esta pregunta legítima quizá invada al lector atento de Ciencias Sociales al
contemplar la publicación de Fondo de Cultura Económica sobre el autor alemán, que
reclama ser considerada un aporte dentro del vasto y heterogéneo universo del
conocimiento weberiano, brindándole a la comunidad académica una forma distinta de
abordar la obra del estudioso alemán de las ciencias de la cultura (tal cual se percibía a sí
mismo): comprender a Weber trazando de forma minuciosa una dialéctica entre las
vicisitudes de su vida privada y los aportes más celebrados y reconocidos de su obra
intelectual. Esta propuesta de abordar la teoría desde su contexto histórico y privado de
producción, así como también desde la intencionalidad del autor, es un recorrido no
contemplado por lo general en los programas de grado de Ciencia Política de las principales
universidades del país, lo que hace de esta publicación un compendio de información
valiosa dirigido a un público con un considerable nivel de especialización e interés en la
Teoría Sociológica Clásica.
Resulta atrayente que su autor, Joachim Radkau, historiador alemán nacido en 1943
y desde 1980 profesor de historia moderna en la Universidad alemana de Bielefeld, haya
dedicado parte de sus trabajos anteriores, al estudio de las enfermedades nerviosas en la
historia, convirtiéndolo en una fuente de opinión más que interesante para abordar a Weber,
al estar gran parte de su vida adulta signada por la inestabilidad mental. Pese a las aptitudes
que Radkau demuestra para abordar a Weber, debemos destacar que está colocando por
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primera vez un pie dentro del estruendoso y oscuro campo de batalla que es la obra y el
legado del pensador alemán, campo donde combaten entre sí, de forma por momentos
polémica, inagotables interpretaciones, lecturas, enfoques y traducciones que han venido
ocupando a lo largo de ochenta años un lugar privilegiado en el panteón que comprende el
pensamiento weberiano. Hablar de Weber no sólo resulta una empresa arriesgada por el
calibre del autor, sino también por la magnitud y el renombre de varios de sus intérpretes:
desde íconos imprescindibles para la sociología como Talcott Parsons1, quien traduce los
trabajos de Weber al inglés, hasta Anthony Giddens, quien ha revisado parte del legado
weberiano a través de publicaciones como la ya clásica de 1972 en torno a los conceptos
políticos de Weber. No solo los grandes nombres de las Ciencias Sociales pueden intimidar
a aquel que busque teorizar sobre Max Weber sino también los comúnmente denominados
'weberólogos', autores que han especializado su carrera académica al estudio de diversos
temas a lo largo de toda la obra de Weber, como Wolfgang Schluchter, Dirk Käsler y
Stephen Kalberg, quienes en 2005 participaron de las jornadas internacionales sobre Max
Weber que se llevaron a cabo en Argentina, organizadas por la Universidad de Buenos
Aires, en la que también se hicieron presentes referentes de nuestras casas de estudio2. A
diferencia de ellos, pero al mismo tiempo introduciéndose como parte en esta "herencia
disputada", como alguna vez la calificó acertadamente Pablo De Marinis, Radkau no
propone una relectura de categorías weberianas sino una aproximación a ellas desde el
mundo de la vida de Max Weber, ubicándose en el espacio difuso que media entre una obra
meramente biográfica y un manual abstracto e impersonal de sociología, lo que puede
resultarle a priori polémico o inapropiado a más de un weberólogo.
La propuesta de Radkau puede incluirse legítimamente dentro de este universo, en
la medida en que su aporte biográfico consiste tanto en descubrir detalladamente los velos

1
Parsons ocupó un rol trascendental en el legado de la obra de Max Weber, al ser quien lo introduce
novedosamente en la academia norteamericana. Sin embargo, su línea de interpretación abrió las puertas para que
surgieran las lecturas duras y sesgadas de Weber entre los años 50 y 70, concibiéndolo como un supuesto símbolo de
vanguardia del anti-marxismo en el contexto internacional de la Guerra Fría.

2
Motivadas por los cien años de La Ética Protestante y El Espíritu del Capitalismo, las jornadas contaron con la
coordinación de Perla Aronson y Eduardo Weisz (profesores que dirigen la materia optativa "Max Weber: Ciencia,
Política y Racionalización" en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires), y con la participación
de Julio Pinto, Atilio Borón, Eduardo Fidanza, Francisco Naishtat, Ernesto Funes y Ricardo Sidicaro, entre otros.

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de la apasionante vida privada de Max Weber como así también en relatar de forma
cuidadosa las características de su horizonte de sentido, con la certeza de llegar de esta
forma a una mejor y más acabada comprensión de su intrincada personalidad. El objetivo
del autor consiste en trazar una detallado relato biográfico de Weber, centrando su atención
en la evolución de su pensamiento y en el contexto de producción de sus principales aportes
teóricos. La lectura de esta obra biográfica debe comenzar por lo que se presenta como una
suerte de prólogo, titulado "Ante la cueva del león enfermo". Allí Radkau, tomando el
nombre de una fábula de Esopo, confiesa no sólo las motivaciones que lo llevaron a realizar
esta extensa publicación sino también los obstáculos que la propia oscuridad de la
personalidad de Weber le presentó, llegando incluso a sufrir una profunda identificación
con él. Lejos de buscar corroborar las profecías de Weber, o de poner a prueba la validez de
sus categorías, Radkau busca elucidar el entorno de producción y el proceso de madurez de
la mentalidad del sociólogo, iniciando un repaso desde, incluso, la influencia de sus
abuelos. Su objetivo, reconstruir una minuciosa descripción de la naturaleza de Max
Weber, llegará a detalles tan íntimos como el relato de la incómoda y misteriosa relación de
Weber con su hermana Klärchen o la llamativa recurrencia a las poluciones nocturnas a
partir de 1898, sin abandonar en momento alguno la seria rigurosidad de sus enunciados y
argumentaciones.

La obra se encuentra estructurada en tres grandes capítulos que coínciden con tres
períodos de la vida de Weber según Radkau. Dichos capítulos están compuestos por
diversas secciones, administradas en una suerte de breves textos temáticos de escasas
carillas, lo cual vuelve a la extensa publicación en un material muy ameno a la lectura.

El primer capítulo, titulado "La violación de la naturaleza", consiste en una


detallada reconstrucción de los avatares de la familia Weber, las diversas influencias que de
ella heredó Max y el recorrido por sus primeros años. Hay cuatro nociones básicas que se
configuran por estos años y serán la base de su identidad: burguesía, política, religión e
historia. Efectivamente, Weber nace en la ciudad de Erfurt siete años antes de la unificación
de Alemania. Hijo de un padre jurista y político de profesión, su interés por la política data
de sus primeros años de edad; mientras que su madre, proveniente de una familia adinerada
de la burguesía alemana, se caracteriza por su ferviente práctica pietista, costumbre que
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impacta en lo más profundo de la conciencia del joven Weber, quien ya ha decidido
dedicarse al ejercicio y estudio de la ciencia pero que mantiene una estrecha relación con la
burguesía alemana, en especial a través de la figura de su abuelo paterno, dueño de una
fábrica textil en Bielefeld. En cuanto a lo estrictamente académico, el primer gran interés de
Weber surge a través de la Historia Antigua, con atención en el Imperio Romano. Pero con
el correr de las páginas se esclarece el sentido y la importancia del concepto de "naturaleza"
presente en el título del capítulo: lentamente el lector asiste a la progresiva maduración de
la naturaleza apasionante y al mismo tiempo caótica de un Weber joven, que se da” en un
contexto nacional de álgido debate político producto de la reciente unificación alemana con
Bismarck como protagonista. Este contexto nacional de Alemania es un incentivo para
Weber en su ya decidida orientación por el estudio de la sociedad. Si bien fue a partir de su
estoica dedicación a la investigación y al estudio que obtuvo grandes reconocimientos,
como su nombramiento en 1894 como titular de Economía en la Universidad de Friburgo
(ciencia en la que no produjo nada de carácter revelador), dichos esfuerzos, combinados
con rasgos problemáticos de su personalidad y el acontecer de eventos desafortunados,
producen un resultado desestabilizador en el todavía joven Weber. El primer capítulo
finaliza con el paulatino inicio y desarrollo de la afección que signó su vida adulta: el
'misterioso' nerviosismo del que todos hemos oído alguna vez al indagar dentro de su vida,
pero del cual no solemos contar con detalles o definiciones claras.

El siguiente capítulo plantea, ya desde su título, "La venganza de la naturaleza",


justamente las vicisitudes de la salud mental de Weber en términos de una revancha o
contraataque de su naturaleza contra sí mismo. La famosa "crisis nerviosa" de Weber
consistió en una fuerte neurastenia, un tipo de neurosis que produce un cansancio extremo
debido a grandes esfuerzos intelectuales, dejando al paciente en un estado de incapacidad
para realizar sus tareas cotidianas. Esta neurastenia, planteada por Radkau como una
revancha de la naturaleza es justamente una revancha sobre la misma naturaleza de un
Weber que entra en una adultez marcada por una toma de posición cercana el
ultranacionalismo, la competencia académica y el álgido debate político de su coyuntura.
Estas características de su personalidad se combinan con dos elementos acaso fatales: una
insuperable impotencia sexual y el abrupto fallecimiento de su padre en 1897 luego de una
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fuerte discusión con Weber. Este oscuro y trágico ordenamiento de las cosas en su vida
hacen que la crisis nerviosa de 1898 sea el único resultado posible. Efectivamente, el
capítulo abarca cronológicamente la delicada década en la vida del protagonista que va de
ese año a 1908. Durante este período, como sostiene Radkau, diversos 'demonios'
comienzan a asestarle golpes precisos: los sucesos de 1897 y 1898 lo dejan no solo
incapacitado para trabajar, sino directamente convertido en un paciente mental. Es notable
la reconstrucción que Radkau lleva a cabo sobre cómo el padecimiento de la enfermedad, a
la que se le deben sumar recurrentes insomnios, transforma a Weber en un estudioso de los
problemas mentales y de la construcción social que de ellos se hace, llegando al extremo de
recurrir a los autodiagnósticos y autoanálisis.

El último capítulo, "Redención e Iluminación", abarca sólo los años 1919 y 1920,
fecha en la que fallece Weber. El estudio está centrado tanto en su últimas experiencias de
vida y en sus nuevos intereses académicos, como el carisma y la comunidad, el
descubrimiento de la racionalización en el ámbito de la música, la ciencia y el
desencantamiento del mundo, la Primera Guerra Mundial y, desde luego, el sentido último
de la muerte; elementos que en última instancia operan como liberadores de sus pasados
demonios y tormentos. Los últimos años de vida de Weber son justamente los más
agitados, productivos y memorables de su vida. Es el Weber fructífero que la comunidad
académica ha inmortalizado, ocultando la oscuridad de sus años anteriores. A medida que
se aproxima el fatídico año de 1920, las preocupaciones de Weber comienzan a girar y
precipitarse cada vez más cerca de lo emotivo, lo irracional y lo mágico: las diversas
religiones, el carisma y el ineludible destino sombrío de la racionalización. El fallecimiento
de su madre en octubre de 1919 es un evento estresante que incentiva y le da sentido a esta
búsqueda de nuevos saberes del orden de lo pasional y afectivo. Radkau reconstruye estos
últimos meses en clave de una cuenta regresiva hacia un destino doble de muerte y
redención, transfiriéndole al lector una sensación de vertiginosidad en una carrera hacia un
final inexorablemente fatídico, que quizá el mismo Weber sintió, pero lejos de buscar huir
de él, lo acepta. Es una sensación ambivalente de imposibilidad de evitar el frío silencio de
la muerte que se aproxima, pero que al mismo tiempo lleva dentro suyo un elemento

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conmovedor de liberación del yugo que es la vida misma. La muerte pareciera ser la
consagración de la lucha en la cual consiste el misterioso hecho de vivir.

Pese a la importancia dada a estas preocupaciones de carácter sociológico y cultural,


Radkau no descuida la dimensión estrictamente política de Weber. El contexto del fin de la
Gran Guerra y el surgimiento de la República de Weimar, donde el debate por el nuevo
diseño institucional reclama una participación activa de la intelectualidad alemana, tiene a
Weber como protagonista indiscutido del debate, desde publicaciones en diarios a
conferencias en universidades. Este conjunto de preocupaciones políticas, sociológicas y
culturales llegan a su esplendor en la realización de las célebres conferencias de 1919,
fecha hacia la cual Radkau ya es capaz de identificar un claro presentimiento de redención
en la conducta de Weber. Fiel al estilo desplegado a lo largo del libro, Radkau dedica una
lenta deconstrucción a la intempestiva muerte en 1920 y sus derivas: qué caminos y
fatalidades recorrió su legado para convertirse en un clásico del pensamiento social.

Es llamativo el hecho de que la producción biográfica en torno a Max Weber no sea


abundante hasta nuestros días. Por costumbre, tradición o quizá comodidad, cuando se
presentan dudas sobre la vida de Weber, se suele recurrir a la polémica y sesgada biografía
realizada por su mujer Marianne en 1948. Pese a no provenir del ámbito de la Teoría
Sociológica, Radkau realiza en esta obra una meritoria reconstrucción de la existencia de
Weber, y desde ella ha logrado alumbrar zonas oscuras de su obra intelectual, desafíos en sí
mismos positivos nos dan la posibilidad de poder trascender la clásica (auto)biografía de
1948. La organización interna de la obra, administrada en infinitos pequeños capítulos, si
bien puede incomodar a un lector que busca una extensión profunda y continua de texto en
el cual se problematice con detenimiento lo narrado, es una forma exitosa de volver esta
extensa obra de más de mil páginas en una lectura amena. Otro rasgo interesante es la
multiplicidad de áreas que se navega dentro de las Ciencias Sociales, debido a la naturaleza
misma de la obra de Weber: por momentos, Radkau recorre los caminos de la Sociología, la
Ciencia Política, la Antropología, la Metodología e incluso la Filosofía de la Ciencia, sin
olvidar el rol fundamental de la Historia como fuente de evidencia para la construcción de
tipos ideales. Vida y obra de Weber conviven y dialogan, de esta forma, de manera
íntimamente conectas en el devenir de palabras y páginas tejidas por Radkau, con la
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finalidad de poder relatar la naturaleza apasionada, tormentosa, y oscura de aquel joven
alemán quien, pese a haber encontrado su temprana redención un 14 de junio de 1920, nos
sigue otorgando la posibilidad de contar con valiosas herramientas para comprender nuestra
propia naturaleza intrincada.

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