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LA VIDA DE UNA NOBLE SEVILLANA

Hoy debería ser un día muy importante para mí, pero no lo es. Es el día de
mi compromiso. Mis criadas llaman a la puerta y me ayudan a vestirme:
me ajustan el corsé para estilizar todavía más mi silueta y me colocan la
peluca rizada y el vestido nuevo con incrustaciones de perlas. Después, me
dispongo a bajar en busca de mi familia.
Mis padres concertaron mi matrimonio cuando era aún muy pequeña con
Maximiliam Von Günfred, el hijo de un marqués austriaco ya afincado en
la ciudad de Sevilla.

Cuando subimos a la carroza, pasamos por nuestras tierras, donde están los
campesinos trabajándolas.
“Míralos, Beatriz. ¡Están sudando como cerdos!”, se dirige mi padre a mi
madre riéndose.
Entre ellos está Juan, el hijo menor de los campesinos, recogiendo patatas
con esos brazos morenos y musculados que tanto me llamaron la atención.
Poniendo las patatas en una vieja carretilla de madera, mira hacia mi
dirección y me dedica una de las dulces sonrisas que me enamoraron.
Sintiendo los latidos de mi corazón golpear mi pecho y el rubor inundar mi
rostro, intento devolverle la sonrisa discretamente, con la intención de
evitar algún comentario mordaz de mis hermanos.

Después de una hora de viaje, llegamos al palacio de la familia Von


Günfred, que es incluso mucho más grande y lujoso que el nuestro. En una
puerta con un enorme pomo de oro está el marqués con su hijo, el cual
llega prácticamente a la treintena.
“Isabel”, me recibe cogiendo mi mano y besándola.
Inmediatamente, retiro la mano. No puedo soportar que me toque porque
es muy mayor para mí y en su vida ya ha habido muchas mujeres.

Es una auténtica locura lo que voy a decir, pero no me importa.


Me gustaría casarme con Juan, pero éste es un amor imposible. Lo conocí
hace un par de años, cuando entregaba parte de su cosecha a mi padre y me
encandiló al instante.
Pero mis padres creerían que no estoy cuerda. Seguramente me encerrarían
en un convento.
Así que, ¿qué es lo que puedo hacer?
Solamente tengo una opción. Resignarme.
Y mientras pienso esto, me dirijo al comedor donde compartiré mesa con
la persona que me acompañará el resto de mi vida.

CARMEN LUCÍA PÉREZ PATRICIO. 4ºESO A

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