Professional Documents
Culture Documents
Acaba de entrar en vigencia un nuevo Código que no solo concreta la unión de las regulaciones
del Derecho Civil y del Derecho Comercial, sino que, además, procura compatibilizar/coordinar
disposiciones del derecho público con las del derecho privado y, más concretamente, los
intereses particulares con los intereses sociales, dejando sentado la prevalencia de estos últimos
respecto a los primeros.
En esencia, estamos ante un código que toma distancia de la preeminencia que antes se le daba
al ejercicio irrestricto de los derechos individuales, y va mas allá de lo que ya se planteaba con la
reforma del Código Civil de 1968, estableciendo nuevas barreras/limitaciones asociadas ahora a
los denominados derechos de incidencia colectiva. Cabe señalar que el Código originario (el de
Vélez), disponía que “el ejercicio de un derecho propio o el cumplimiento de una obligación legal
no puede constituir como ilícito ningún acto” (art. 1071), y la reforma de 1968 le agregó un
párrafo que expresa que “la ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considerará
tal al que contraríe los fines que aquella tuvo en mira al reconocerlos o al que exceda los límites
impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres”. Como veremos, el nuevo Código
agrega nuevas limitaciones.-
En definitiva, y ante la existencia del nuevo Código Civil y Comercial, cabe preguntarse desde el
sector empresario, cuáles son los cambios o novedades ambientales contemplados en su
normativa y de qué forma ellas van a influir en la gestión ambiental de las empresas. Este es el
tema que desarrollaremos a continuación, reproduciendo y comentando los artículos que revisten
singular interés ambiental para las empresas, para arribar, finalmente, a conclusiones que
permitan evaluar las novedades producidas.-
Antes de entrar en el análisis propuesto, es necesario señalar que las normas que integran el
Derecho Ambiental, y que se encuentran dispersas en las distintas ramas / especialidades del
Derecho, se pueden agrupar en dos grandes campos de actuación en función de los fines
perseguidos, el campo de la prevención, cuya finalidad es evitar el daño ambiental, y el campo
de la respuesta, destinado a reparar los daños ocasionados y, de corresponder, castigar al
causante.
El campo preventivo se nutre con una diversidad de normas con exigencias para la
gestión/manejo de residuos, de sustancias peligrosas, de actividades riesgosas. También se
nutre con disposiciones sobre evaluación ambiental de nuevos proyectos, sobre protección de
recursos naturales, sobre ordenamiento territorial ambiental, etc.-
Se trata, entonces, de ver qué aporte brinda el nuevo Código Civil y Comercial a cada uno de los
campos de actuación antes mencionados
En esencia, las disposiciones de interés para las empresas son las referidas, por un lado, al
abuso del derecho y a los límites en el ejercicio de los derechos individuales y, por otro, a las
responsabilidades civiles ante los daños que, como veremos, ahora no solo se relacionan con la
clásica función resarcitoria, sino que, también, cumplen una función preventiva.-
Este campo es de singular relevancia atento a que un ejercicio abusivo de los derechos que se
poseen, o violatorio de límites establecidos, puede dar lugar a reclamos y a la intervención
judicial con consecuencias negativas para quién así ha actuado. Al respecto resulta relevante lo
manifestado en el artículo 10 del actual Código (reemplaza al artículo 1071 del anterior Código
Civil y agrega el último párrafo – el anteúltimo había sido agregado por la ley 17711 de 1968):
Artículo 240. Límites al ejercicio de los derechos individuales sobre los bienes
El ejercicio de los derechos individuales sobre los bienes mencionados en las Secciones 1 y 2
(se trata de los bienes públicos y privados) debe ser compatible con los derechos de incidencia
colectiva, debe conformarse a las normas del derecho administrativo nacional y local dictadas en
el interés público y no debe afectar el funcionamiento ni la sustentabilidad de los ecosistemas,
de la flora, la fauna, la biodiversidad, el agua, los valores culturales, el paisaje, entre otros,
según los criterios previstos en la ley especial
Comentarios
Como vemos, el tema ambiental se introduce en el nuevo Código a través del reconocimiento de
los derechos de incidencia colectiva y, de esta forma, el ambiente y el derecho consagrado en el
artículo 41 de la Constitución Nacional (al goce de un ambiente sano, equilibrado y apto para el
desarrollo humano) constituirán una nueva barrera/límite para el ejercicio de los derechos
individuales, como se determina en los artículos precedentes. En concreto, los límites al ejercicio
de los derechos individuales son los siguientes:
Párrafo aparte merece el artículo 240 cuando alude a la afectación del funcionamiento y
sustentabilidad de los ecosistemas, de la flora, la fauna, etc. Si consideramos que los derechos
ambientales de incidencia colectiva (los derechos al goce de un ambiente sano, equilibrado y
apto para el desarrollo humano) son afectados cuando, a su vez, se afecta el ambiente causando
el daño definido en el artículo 27 de la ley 25675, hubiera sido mejor recurrir a dicha definición,
antes que al largo enunciado de afectaciones a las que recurre el artículo bajo análisis. Por otra
parte, resulta también inquietante que la enunciación sea de carácter enunciativo, con lo cual
queda abierta la puerta para agregar otras formas de afectación ambiental que corren el riesgo
de transitar el camino de la irrazonabilidad.
Por último, cabe señalar que el artículo 1973, que aborda las limitaciones al ejercicio de los
derechos de propiedad / dominio sobre inmuebles ante la posibilidad de molestias en predios
vecinos, reproduce, con pequeños cambios de redacción, lo que manifestaba el artículo 2618 del
Código Civil anterior. La única diferencia de fondo se referiría a las soluciones que puede dar el
juez ante estas situaciones, que antes eran alternativas (el cese de las molestias o la
indemnización) y ahora podrían ser complementarios (el cese de las molestias y la
indemnización).-
Como se aclarara precedentemente, este campo se divide en dos subcampos, el preventivo (que
es una novedad) y el resarcitorio.-
En este subcampo revisten especial relevancia los artículos 1710, 1711, 1712, 1714 y 1715
(estos dos últimos resultan confusos) que a continuación se reproducen y comentan.-
Comentarios
Lo relevante para las empresas es la aparición de una acción preventiva, en cabeza de cualquier
persona que acredite un “interés razonable”, lo cual, aplicado a lo ambiental, puede dar lugar a
juicios de cuestionable “razonabilidad”, por la escasa precisión, tanto respecto a la determinación
de la situación habilitante de la acción, como respecto a los legitimados para interponerla.
Algunos ven una similitud entre esta acción y la del último párrafo del artículo 30 de la ley 25675
(Ley General del Ambiente). Sin embargo, se trataría de dos acciones diferentes ya que esta
última es una acción de amparo (con todos los requisitos que deben darse para su procedencia)
que persigue hacer cesar “actividades generadoras de daño ambiental colectivo”, mientras que la
del artículo 1711, si bien se puede asimilar si se aplica para evitar la continuidad o agravamiento
de un daño, se diferencia en cuanto a la posibilidad de su aplicabilidad anterior al daño. De todas
formas, cabría preguntarse si el artículo 1711, aplicado a la prevención ambiental, se está
refiriendo a la posibilidad de daños al ambiente en sí mismo, o a la posibilidad de daños a las
personas y sus bienes a través del ambiente. Si se optara por esta última interpretación, las
diferencias con la acción de amparo de la ley 25675 disminuyen.-
ARTÍCULOS CONFUSOS
Comentarios
Realmente, no se entiende qué es lo que motivó el cambio de redacción. Sin duda, la actual es
sumamente confusa y lo único que brinda cierta claridad es la redacción anterior.-
Comentarios
El artículo 1737 establece cuales son los daños que generan la responsabilidad resarcitoria y,
concretamente, estaría refiriéndose a daños a las personas en sí mismas o en su patrimonio y
también a daños a derechos de incidencia colectiva introduciendo, de esta forma, al daño
ambiental de incidencia colectiva. El daño de rebote, aquel que se hacía a determinadas
personas a través del ambiente dañado, ya estaba regulado en el anterior Código Civil ya que,
en definitiva, se trataba de daños a las personas y sus bienes. Lo novedoso, entonces, es la
introducción del daño ambiental de incidencia colectiva (el daño al ambiente en sí mismo – el
daño al suelo, a las aguas, a la flora, a la biodiversidad, etc.). De todas formas, esta novedad
parece tener solo valor testimonial ya que, al considerarse la reparación de los daños, se alude a
los sufridos por “el damnificado” o “la víctima”, tal como surge de lo manifestado en los artículos
1738 y 1740.-
En el 1740 se establece la necesidad/obligación de la reparación plena, en especie o en dinero
(volviendo las cosas al estado anterior al daño - reparación in natura, o indemnizando/pagando
una suma de dinero), sin que se aporte nada nuevo a lo que ya decía el Código Civil anterior, y
en el 1738 se aborda el alcance que debe tener una indemnización. Como dato novedoso la
indemnización no solo incluiría el daño emergente (la pérdida o disminución del patrimonio de la
víctima) y el lucro cesante, en los términos que se venían manejando (beneficio económico
esperado de acuerdo a probabilidades objetivas), sino que, además, incorporaría a la “pérdida de
chances”, un concepto que no siempre es fácil de definir y que si bien venía considerándose a
nivel jurisprudencial, ahora se ha incorporado al Código.-
4. CONCLUSIONES
Evidentemente, el aporte concreto que el nuevo Código le hace al Derecho Ambiental se verifica
en los artículos que regulan la responsabilidad civil, que ahora no solo sería resarcitoria
(reparando los daños que se producen), sino también preventiva (evitando que los daños se
produzcan, continúen o se agraven).-
Respecto a la acción preventiva, cabe destacar el amplio campo para su ejercicio, tanto respecto
a su procedencia (procede ante acciones u omisiones antijurídicas que hagan previsible la
producción de un daño, su continuación o agravamiento), como respecto a la legitimación de
quienes pueden interponerla (acreditar un interés razonable en la prevención de un daño). Esta
amplitud concede al juez una destacable discrecionalidad, lo que puede ser visto con entusiasmo
por el sector judicial, pero con preocupación por el sector regulado y más específicamente por el
sector productivo y sus empresas, que quedarán a expensas de criterios subjetivos sobre los
cuales no existe una garantía de razonabilidad.-
Respecto a la responsabilidad civil punitiva del artículo 1714, puede decirse que nos
encontramos ante la incorporación de una figura jurídica propia del common law y no del derecho
de la Europa continental, que es la fuente de inspiración de nuestro derecho, y conforme a ella,
la responsabilidad civil no solo se encargaría de reparar el daño, sino que también se encargaría
de castigar al causante. De todas formas la incorporación que se hace es confusa, en principio
por hablar de la “punición excesiva” como dando por sobreentendido la existencia de estas
sanciones civiles en nuestro derecho de daños y concretamente en el Código, y además, por
ubicar a las mismas en la función preventiva de la responsabilidad civil, siendo que, además de
la función preventiva disuasiva que pueden ejercer, serían aplicables también en la función
resarcitoria. La redacción del 1714 originaria, era, por cierto, más clara en cuanto a lo que la ley
quería imponer.-
En cuanto a la normativa que alude al abuso de derecho y a los límites para el ejercicio de los
derechos individuales, pueden generar inquietudes las manifestaciones del artículo 14 al calificar
como abusivo el ejercicio de un derecho individual “cuando pueda afectar el ambiente”, de todas
maneras, creemos que se trata de un error de redacción y que se ha querido manifestar que el
abuso se produce cuando se afecta/daña el ambiente en los términos de la legislación
respectiva, es decir, en los términos de la definición de daño ambiental de la ley 25675 (Ley
General del Ambiente), aún con todas las críticas que esa definición, ambigua y excesiva,
merece.-
También pueden generar inquietudes las limitaciones a las que alude el artículo 240 (límites al
ejercicio de los derechos individuales sobre los bienes), por la enunciación poco precisa de los
factores que se determinan como limitantes (la afectación en el funcionamiento y sustentabilidad
de los ecosistemas, de la flora, la fauna, etc.) y por el carácter enunciativo de los mismos
(admitiendo la incorporación de otros factores limitantes). Cabe preguntarse si estos factores son
los mismos a los que alude la ley 25675 al definir al daño ambiental. En esta última se habla de
“alteración relevante, que afecte negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los
ecosistemas o los bienes o valores colectivos” y en el artículo 240 del nuevo Código se habla de
afectación del “funcionamiento y la sustentabilidad de los ecosistemas”, de afectación de la
biodiversidad y hasta de los valores culturales (¿son los mismos que los valores colectivos a los
que alude la ley 25675?). Cabe también señalar que en el proyecto elevado al Ejecutivo para su
consideración se aludía a que no se debía “afectar gravemente” los factores mencionados, pero,
la palabra “gravemente”, que con buen criterio se estableciera originariamente, fue eliminada,
como también se hizo en el artículo 14.-
De todas formas, no está mal la incorporación de lo ambiental en el Código, aunque solo pudiera
tener un valor testimonial, ya que es una forma de realzar la importancia del tema en el campo
normativo, sobre todo en momentos en que los problemas económicos mundiales y locales están
ocultando la gravedad de la crisis ambiental existente. Quizás merezca una observación la forma
en la que se ha hecho esta incorporación, con redacciones no siempre precisas (uno de los
problemas que se verifican en la normativa ambiental), que confieren al decisor (autoridad
judicial o administrativa) un amplio campo de discrecionalidad susceptible de afectar la seguridad
jurídica, y con la posibilidad de generar superposiciones y confusiones con el resto de la
legislación ambiental.
Es de esperar que el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, por la razonabilidad con que
se aplique su normativa, contribuya a una más efectiva preservación del ambiente y no sea, por
el contrario, un factor de conflictos insensatos que terminen afectando el desarrollo de
actividades productivas necesarias, mientras la crisis ambiental que enfrentamos, y no debemos
ignorar, sigue su curso, agravándose día a día y llevándonos a horizontes que presagian un
incremento de la conflictividad en las relaciones interpersonales, en un planeta Tierra
contaminado y degradado, en el que cada vez sea más difícil vivir. Esta en nosotros lograr que
eso no suceda.