You are on page 1of 181

Jacques Dupuis, SJ

El cristianismo
y las religiones
Del desencuentro al diálogo
Sal Terrae

P iresenciaA
Colección «PRESENCIA TEOLÓGICA» Jacques Dupuis
121

El cristianismo
y las religiones
Del desencuentro al diálogo

Editorial SAL TERRAE


Santander
índice

Prólogo: Reflexiones confidenciales de un amigo,


por LUIGI SARTORI 11

Introducción 17
Tres perspectivas teológicas 19
Del desencuentro al diálogo 22
Título del original italiano: Del diálogo interreligioso.
// cristianesimo e le religioni. a una teología del pluralismo religioso 26
Dallo scontro all'incontro
© 2001 by Editrice Queriniana,
Estructura del libro 31
Brescia
1. Jesús, la Iglesia apostólica y las religiones 39
Edición en español realizada con la mediación /. Jesús y las religiones 42
de la Agencia Literaria Eulama 1. El horizonte del reino de Dios 44
2. La entrada de los gentiles en el reino de Dios . . . . 47
Traducción: 3. La universalidad del reino de Dios 49
María del Carmen Blanco Moreno 4. El reino de Dios y las religiones 55
y Ramón Alfonso Diez Aragón
© 2002 by Editorial Sal Terrae
//. La Iglesia apostólica y las religiones 58
Polígono de Raos, Parcela 14-1 1. La Ley escrita en el corazón 60
39600 Maliaño (Cantabria) 2. El Dios desconocido 63
Fax: 942 369 201 3. Dios no hace acepción de personas 66
E-mail: salterrae@salterrae.es 4. Dios quiere que todos los hombres se salven 68
www.salterrae.es
2. En la encrucijada del concilio Vaticano n 76
Con las debidas licencias /. La teología sobre las religiones anterior al Vaticano n. . 79
Impreso en España. Printed in Spain
1. La teoría del cumplimiento:
ISBN:84-293-1468-7
Depósito Legal: BI-2211-02 el binomio J. Daniélou - H. de Lubac 79
2. La presencia inclusiva de Cristo:
Fotocomposición: la discrepancia entre K. Rahner y R. Panikkar . . . . 86
Sal Terrae - Santander //. El concilio Vaticano U, ¿una línea divisoria? 95
Impresión y encuademación: 1. Valores positivos en las tradiciones religiosas 97
Grafo, S.A. - Bilbao 2. Hacia una valoración crítica equilibrada 101
6 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES ÍNDICE 7

III. El magisterio postconciliar 105 3. La doctrina del Lógos spermatikós


1. El pontificado de Pablo vi 105 en los primeros Padres de la Iglesia 208
2. El pontificado de Juan Pablo II 107 a) San Justino y el Lógos sembrador 209
b) San Ireneo y la Palabra reveladora 212
3. El cristianismo y las religiones en la teología reciente . . .114 c) Clemente de Alejandría y el Lógos de la alianza . 215
/. Cambios de paradigma 116 d) Interpretación
1. Del eclesiocentrismo al cristocentrismo 116 de la teología del Lógos de los Padres 217
2. Del cristocentrismo al teocentrismo 118 //. Universalidad de la Palabra
//. Otros modelos y más allá 121 y centralidad del acontecimiento Jesucristo 220
1. Reinocentrismo y soteriocentrismo 121 1. Centralidad del acontecimiento Jesucristo 221
2. Logocentrismo y pneumatocentrismo 124 2. Universalidad de la Palabra 224
3. Más allá de las categorías occidentales 127
7. El único Mediador y las mediaciones parciales 229
III. Hacia un modelo de pluralismo inclusivo 132
/. Salvador universal y Mediador único 237
1. La cuestión cristológica 132
1. La cristología del Nuevo Testamento
2. Una cristología trinitaria como clave interpretativa . . 136
revisitada e interpretada 237
4. El Dios de la alianza y las religiones 143 2. El rostro humano de Dios 242
/. IM historia universal de la salvación 146 3. La presencia universal del Espíritu Santo 249
1. Más allá de la tradición judeo-cristiana 146 //. Mediación y mediaciones 253
2. Las historias salvíficas de los pueblos 149 1. Varios caminos hacia una meta común 253
//. Las alianzas de Dios con los pueblos 153 2. Mediaciones parciales de la salvación 258
1. Alianzas nunca derogadas 153 3. El discernimiento de valores salvíficos 264
2. La estructura trinitaria de la historia 161 8. El reino de Dios, la Iglesia y las religiones 270
5. «Muchas veces y de muchas maneras» 166 /. Reino de Dios e Iglesia: ¿ identidad o distinción ? . . . . 272
/. El Dios de la revelación 169 1. Historia reciente de las relaciones
entre Iglesia y reino de Dios 272
1. «Todos tenemos el mismo Dios» 169
2. Miembros y constructores copartícipes
2. El «Totalmente otro» y el «Sí mismo del sí mismo» . 172 del reino de Dios 277
//. Palabras y Palabra de Dios 181 3. ¿«Fuera de la Iglesia no hay salvación»? 280
1. Palabras de Dios y libros sagrados 181 //. La Iglesia y las religiones en el reino de Dios 284
2. La «plenitud» de la revelación en Jesucristo 185 1. La necesidad de la Iglesia 284
3. La revelación, diferenciada y complementaria . . . .190 a) ¿Pertenencia u ordenamiento a la Iglesia? . . . . 285
6. La Palabra de Dios, Jesucristo b) ¿Mediación explícita universal? 289
y las religiones del mundo 197 2. La Iglesia, sacramento del reino 293
/. La acción universal de la Palabra en cuanto tal 199 9. El diálogo interreligioso en una sociedad pluralista . . . . 299
1. La Sabiduría de Dios en la tradición sapiencial. . . .200 /. El fundamento teológico del diálogo 304
2. La Palabra de Dios 1. «Misterio de unidad» 304
en el prólogo del Evangelio de Juan 202 2. Diálogo y anuncio 308
8 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

//. Los desafíos y los frutos del diálogo 312


1. Compromiso y apertura 312
2. Fe personal y experiencia del otro 314
3. Enriquecimiento recíproco 316

10. La oración interreligiosa 322


/. Orar juntos: ¿por qué? 326
1. Del diálogo a la oración común 326
2. Las religiones, dones de Dios a la humanidad . . . . 328 Dedicado a su eminencia el cardenal Franz Kónig,
//. Orar juntos: ¿cómo? 330 arzobispo emérito de Viena (Austria)
1. Oración común entre cristianos y judíos 331
2. Oración común entre cristianos y musulmanes . . . . 333
3. Oración común entre los cristianos y los «otros» . . . 337 «La verdadera obediencia no es la obediencia de los aduladores (los
que son calificados por los auténticos profetas del Antiguo Testamento
Conclusión 343 de "profetas embusteros"), que evitan todo choque y ponen su intangi-
Pluralismo religioso de principio 344 ble comodidad por encima de todas las cosas [...].
Complementariedad recíproca asimétrica 346 Lo que necesita la Iglesia de hoy (y de todos los tiempos) no son
Un salto cualitativo 349 panegiristas de lo existente, sino hombres en quienes la humildad y la
obediencia no sean menores que la pasión por la verdad; hombres que
Post scriptum 352 den testimonio a despecho de todo ataque y distorsión de sus palabras;
índice onomástico 358 hombres, en definitiva, que amen a la Iglesia más que a la comodidad
e intangibilidad de su propio destino».

(J. RATZINGER, «Franqueza y obediencia. Relación del cristiano con su


Iglesia», en El nuevo pueblo de Dios. Esquemas para una eclesiología,
Herder, Barcelona 1972, pp. 277-295, aquí: pp. 292-293 [original alemán:
Das neue Volk Gottes, Patmos-Verlag, Dusseldorf 1969]).
Prólogo
Reflexiones confidenciales de un amigo
Deberíamos alegrarnos por los recursos que investigadores de probada
competencia ofrecen para el encuentro, hoy tan urgente y decisivo, del
cristianismo con las otras religiones del mundo; sobre todo si provie-
nen de quien dispone de una larga experiencia de «convivencia», es
decir, de vivido testimonio misionero, dentro de aquellos «universos»
lejanos.
Tal vez predomine todavía informa mentís de una teología deduc-
tiva, que se complace en sacar conclusiones de certezas adquiridas, a
ser posible legitimadas oficialmente y con el grado máximo de autori-
dad, como son precisamente los dogmas; más aún, conclusiones que
estén lo más cerca posible del grado de certeza de las premisas y, por
tanto, derivadas con demostración rigurosa y casi de lógica silogísti-
ca... Con todo, bastaría con citar a santo Tomás de Aquino, el teólogo
escolástico por excelencia, que en la Summa (estructurada, en cuanto
al contenido, en miles de artículos, que nosotros llamaríamos capítu-
los) introduce por tres veces (también miles de) problemas y objecio-
nes, y los toma en serio, para analizarlos y proponer (¡no imponer!)
para cada uno su propia respuesta.
El concilio Vaticano n -suscitando el estupor de los no católicos-
volvió a abrir la posibilidad, a la sazón casi impensable, de útiles aper-
turas a la escucha de voces de la periferia y de abajo, que llevan el eco
de culturas diversas, de pueblos nuevos, de misioneros habituados a
vivir en contextos vitales de otras confesiones y religiones... Y así, bajo
el signo de la «diversidad» histórica, nos hemos sentido obligados a
buscar la unidad no sólo apelando al pasado (ya remoto, aunque jamás
eludible) de los orígenes de la fe cristiana y de la Iglesia, sino también
mirando a un futuro que, si bien imprevisible en cuanto secreto miste-
rio que permanece en las manos de Dios, habida cuenta de la unidad
que se debe conseguir no permite ya el sueño de poderse mirar en el
espejo de viejos o nuevos modelos de «uniformidad». El papa no deja
PROLOGO 13
12 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

nunca de apelar a la solemne advertencia de la Dignitatis humanae (n. aventuras de libertad desvinculada de la pasión por la verdad. De otro
1): «La verdad no se impone de otra manera que por la fuerza de la modo no se comprendería casi nada del compromiso ecuménico; y
misma verdad»; ella postula la norma de la confrontación de todas las habría que considerar absurdos, o humanamente desesperados, tam-
perspectivas a fin de llegar a un consenso. En nuestro caso nos toca bién muchos gestos del papa; y el «Grupo de Dombes» estaría movido
afrontar una situación inédita; con frecuencia se habla, tal vez cayendo por una piadosa - o delirante y peligrosa- ilusión cuando exhorta a las
un poco en la retórica de los eslóganes que causan sensación, de «cam- Iglesias a una profunda «conversión».
bio epocal». Sin embargo, parece que un cierto clima de sospecha no A primera vista podría parecer que el área del encuentro entre las
se deriva de la difusa conciencia de la gravedad de tal problema. religiones no exige la concentración en el problema Jesucristo. Recuer-
He aquí, en cambio, que Juan Pablo n diseña un programa muy do que la propuesta del diálogo en varios círculos concéntricos (Pablo
diverso. Desde los comienzos de su actividad pastoral confió a la vi con la Ecclesiam suam, encíclica programática del concilio) parecía
Iglesia la tarea de explicitar y llevar a cumplimiento el concilio, reali- pedir, en cambio, otra progresión en las insistencias temáticas:
zó gestos de valerosa anticipación del futuro y sobre todo, en el frente • El diálogo dentro de la vida de la Iglesia tiene como objetivo redes-
ad extra, misionero, difunde optimismo y esperanza. cubrir y re valorizar el tema Iglesia.
No obstante, es cierto que el diálogo con las otras religiones pre-
• El diálogo entre Iglesias cristianas debería llevarlas a volver a cen-
senta dificultades particulares. Pero si mientras tanto no se consolida la
trarse en Cristo.
mentalidad ecuménica básica, no hay mucho que esperar tampoco para
la serenidad del debate en horizontes más vastos. Sin embargo, yo • El diálogo con las religiones no cristianas muestra una tensión más
espero. Por ello sostengo la empresa de aquellos teólogos pioneros profunda hacia Dios.
que, como el padre Dupuis, exploran caminos nuevos -que ellos con- • Por último, el diálogo con los humanismos desearía calificar la
sideran equilibrados (¡y lo son!)- al repensar la teología, también la pasión por el hombre.
reflexión teológica reciente que se ha interesado hasta ahora, si bien
con pasos lentos, tal vez inadecuados y escasos, por establecer un diá- En cambio, hoy se señala una especie de estancamiento: por ejem-
logo entre la fe cristiana y las otras confesiones históricas. plo, las Iglesias insisten en el redescubrimiento de lo que quiere decir
Es obvio que esta teología se presenta sobre todo con fines herme- ser Iglesia; y el encuentro con las religiones pone en primer plano el
néuticas; ahora bien, he aquí que a algunos les basta sólo con esto para problema de Cristo. Omito los otros sectores del diálogo. Así pues, al
justificar la sospecha de que ella abdica en favor de instancias de ver- encontrarnos con las otras religiones, ¿no debemos centrar la atención
dad ontológica y metafísica, en favor de un mero interés por las cues- en el tema del inmenso misterio de Dios? De hecho, somos llamados a
tiones de sentido, de valor, y hasta de sola utilidad pragmática. Pero afrontar sobre todo cuestiones previas: parece que se entromete un obs-
esto no es verdad, al menos en general. Cuando se afrontan problemas táculo específico, el de nuestra insistencia cristiana en la unicidad y
históricos, no hay una necesidad inmediata de filosofía o teología del universalidad de la mediación salvífica de Jesucristo, porque ésta es
ser y tampoco de teorías abstractas y universales sobre historia e his- presentada a veces casi sólo en términos de carácter absoluto que
toricidad. De hecho, la Iglesia del Vaticano n se ha visto ante la urgen- excluye: «Sólo Cristo es el Mediador, Salvador...».
cia de entrar en un periodo de renovación, de novedad histórica; por También el padre Dupuis ha tenido que aventurarse en este proble-
ello ha tenido que insistir en llamadas y criterios históricos, sobre todo ma delicado, tratando de explorar caminos aceptables de superación
para reflexionar sobre el pasado a fin de recuperar desde el principio la que expresen «realización», pero intentando llegar más arriba. Un ver-
instancia radical y fontal de la fe cristiana, y para abrirse después a la dadero teólogo católico no puede recorrer otro camino; no por razones
interpretación de los «signos de los tiempos» a fin de descifrar el futu- de política o de oportunidad, sino únicamente por motivos de su con-
ro también en clave de profecía, y así penetrar cada vez más dentro del cepción «católica» de la verdad, que implica intrínseca tensión hacia la
proyecto salvífico de Dios sobre la humanidad y sobre la Iglesia. Se plenitud y la máxima integración. Ahora bien, no pretendo afrontar,
trata de guiar nuestro camino de fe hacia el perenne redescubrimiento siguiendo al padre Dupuis, cada uno de los capítulos específicos de su
del misterio de Dios y de su Palabra. No se trata de historicismo, de extenso libro, sino que prefiero insistir en mi opción, a saber, la de tra-
14 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES PROLOGO 15

tar las cuestiones previas, relativas al contexto eclesial y cultural y que anticipada. No obstante, no se puede pasar por alto una cierta parado-
condicionan nuestra reflexión teológica. Me detengo aquí en el pro- ja: lo que se nos da es sólo la «semilla» (del reino futuro); lo que se
blema de la nota de exclusión que parece marcar la visión cristiana: su nos da por adelantado es sólo la sustancia; todo es realidad, pero aún
«solamente» ¿tiene de verdad el carácter de oposición a cualquier sigue escondido en formas históricas, bajo signos que pertenecen a la
encuentro y confrontación? edad que pasa (n. 48 de la Lumen gentium); la revelación y la gracia
Pues bien, desearía traer a la memoria otros casos -y tal vez de son «misterio escondido» aunque real; por ello todos estamos todavía
mayor peso- en los que parecía imposible, en un primer momento, unir a la espera de la «manifestación en plenitud». Entonces, en algo (la
un cierto «solamente» con alguna otra cosa, sin caer en la contradic- realidad profunda y de «misterio») Cristo y cristianismo son «únicos»
ción. Los primeros concilios de la Iglesia afrontaron la unicidad del y «singularísimos», también en el sentido específico de incompara-
«Dios Verbo encarnado» en relación con el dogma bíblico primario, el bles; pero en otros aspectos son también comparables (el padre Dupuis
del monoteísmo: la unicidad de Dios (un solo Dios) ¿no excluye tal vez añade muy oportunamente: «con asimetría») con otros mundos reli-
y en absoluto la pluralidad de personas divinas? Sin embargo, se llegó giosos. No me detengo en verificaciones puntuales, porque ésta no es
a comprender que el misterio de Dios está muy por encima de los ahora mi tarea. Me remito a la reflexión específica del padre Dupuis.
esquemas humanos y que, por tanto, la Trinidad puede no sólo no soca- Yo me limito aquí y ahora a insistir en la mentalidad nueva que se
var la unicidad de Dios sino incluso reforzarla y reanimarla vitalmen- debería dar por supuesta en todos los que están interesados en tales
te. Muchos siglos más tarde, el choque entre la teología católica y la problemáticas, sea porque quieren debatirlas o porque quieren expre-
protestante llevó a suponer que se había levantado una barrera de sar juicios críticos sobre quien las estudia.
inconciliabilidad por causa de otros célebres «solamente», cuatro en Me gustaría, además, afrontar el valor concreto de otros «espejos»
particular: sólo Cristo (no el hombre), sólo la gracia (no las obras), teológicos en los que también el padre Dupuis refleja el misterio de
sólo la fe (no la razón), sólo la Escritura (no la tradición). Con todo, Cristo en relación con las religiones no cristianas: en primer lugar, el
parece que también en esta controversia se llegó a descubrir poco a tema de la Trinidad, como fuente de las misiones universales de la Pala-
poco una cierta posibilidad de encuentro. Baste con pensar en el buen bra y del Espíritu Santo; y después el tema del hombre que, en cuanto
resultado de algunos diálogos ecuménicos, y sobre todo en la reciente criatura, está ya desde dentro «preparado y predispuesto» invisible-
convergencia en el tema de la justificación. Personalmente creo que mente por la Palabra y la gracia, etcétera; también el tema de la oración,
son decisivas algunas categorías expresadas y subrayadas por el porque las religiones culminan en el intento de superar incluso las
cimas de la invocación o de la epíclesis, aunque después de hecho pare-
Vaticano n; dos en particular: primera, el criterio de la plenitud y de la
cen detenerse más bien en cumbres de mera contemplación, e incluso
integridad; segunda, la dimensión escatológica del don de Cristo y de
de silencio... Personalmente prefiero todos estos discursos, también
la Iglesia.
porque siento con mucha fuerza el problema más general, pero más
La plenitud no excluye la participación y la gradualidad; tampoco angustioso, del diálogo con la cultura actual, que parece (¿?) impregna-
la «escatología» excluye anticipos en el tiempo. Cuando el concilio da sólo de escepticismo, de indiferencia, de insensibilidad, de afasia y
recurre al «solamente» con respecto a la Iglesia, en particular la Iglesia de alergia en relación con todo lo que se llama «mundo espiritual»...
católica, lo hace siempre subrayando una confrontación entre eclesia- Pero tengo que concluir. Y lo hago insistiendo en la urgencia de tra-
lidad en plenitud y eclesialidad por grados. (A algunos no les gusta bajar por una nueva espiritualidad, es decir, por una nueva mentalidad
-¡con razón!- este modo de realizar mediciones; pero aquí sólo estoy o forma cultural relativa a las relaciones recíprocas de los hombres
insistiendo en pasos reales dados por la posición oficial de la Iglesia entre sí, también sólo desde el punto de vista ético social. La fe reli-
católica). Es cierto que cuando el discurso se refiere a Cristo no alcan- giosa del mañana sentirá cada vez más la necesidad de un contexto
za cimas de análoga evidencia; pero al menos parece lícito pedírselo humano diverso, es decir, de un clima que sea de verdadera y real con-
con insistencia. En cambio, parece más constante y más viable el fianza mutua y no de desconfianza; de orientación estable y común
subrayado de la índole escatológica del don cristiano global (revela- hacia un intercambio vital libre, cordial y recíproco, y no una compe-
ción y gracia en Cristo, y la Iglesia): con Cristo hemos llegado a la ple- tición mercantil ligada sólo al interés; y tal vez también una eventual
nitud de los tiempos, al cumplimiento de la historia; la eternidad es
16 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

estructura de globalización, pero espiritual y no meramente económi-


ca y material. Por el momento, pero tal vez aún por mucho tiempo, las
religiones tendrán que preocuparse de producir el don de los buenos
frutos morales que han de ofrecer a la sociedad humana. La moralidad
no sustituye a la fe, pero puede construir o promover un ambiente favo-
rable al desarrollo armónico de ésta (precisamente también como
armonía entre confesiones diversas, al menos en el nivel histórico); Introducción
pero al final será siempre la religión la que proporcione una especie de
inagotable y rico cauce de garantía y de aprovisionamiento de aquella
energía espiritual que también es necesaria para el desarrollo del gran Podría parecer pretencioso, y hasta temerario, que un autor escriba tres
tesoro humano constituido por la moralidad. libros sobre el mismo tema. Por ello hace falta alguna explicación a
modo de justificación. Han pasado ya más de diez años desde que
LUIGI SARTORI escribí el libro titulado Jesucristo al encuentro de las religiones'. Este
libro se presentaba como una monografía. Después de haber estudiado
detalladamente el modo en que los estudiosos y los teólogos hindúes
ven la persona histórica de Jesús de Nazaret, propuse lo que entonces
llamé «cristocentrismo teocéritrico» como modelo más idóneo para
una teología cristiana de las religiones. La finalidad de aquel libro era
bastante limitada.
A petición de otras editoriales me embarqué, casi diez años más
tarde, en un proyecto mucho más ambicioso. Esta vez se trataba de pre-
sentar una introducción general renovada de la teología de las religio-
nes, en el nuevo contexto creado por los notables desarrollos de la
reflexión teológica a este respecto. Era preciso, en una primera parte,
dejar entrever las actitudes concretas y las valoraciones teológicas
hechas por la enseñanza oficial de la Iglesia y por los teólogos con res-
pecto a las otras religiones a lo largo de los siglos del cristianismo; y,
en una segunda parte, era preciso exponer de modo sintético los pro-
blemas teológicos fundamentales que se plantean en el contexto de un
encuentro serio entre el cristianismo y las otras religiones del mundo.
Esta segunda obra, publicada bajo el título Hacia una teología cristia-
na del pluralismo religioso2, propuso como modelo para tal teología

1. La edición original es la francesa: Jésus-Christ á la rencontre des religions,


Desclée, París 1989, 19942. Trad. cast.: Jesucristo al encuentro de las religiones,
San Pablo, Madrid 1991. Existen además varias ediciones en inglés (1991, 1993,
1996) y en italiano (Gesú Cristo incontro alie religioni, Cittadella, Assisi 1989,
19912).
2. J. DUPUIS, Verso una teología cristiana del pluralismo religioso, Queriniana,
Brescia 1997, 20003. Existen ediciones francesas (1997, 1999), inglesas (1997,
1998, 1999, 2000, 2001), una portuguesa (1999) y otra española {Hacia una teo-
logía cristiana del pluralismo religioso, Sal Terrae, Santander 2000).
18 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES INTRODUCCIÓN 19

renovada de las religiones lo que designé como modelo de una «cris- giones en el plan divino para la humanidad y, más en general, no puede
tología trinitaria y pneumática». Tal modelo, aun conservando clara- evitar preguntarse qué diferencia hay, en la vida personal del individuo,
mente y afirmando sin vacilación lo que se debe considerar el centro entre la pertenencia a una tradición religiosa u otra. ¿Por qué soy cris-
fundamental de la fe cristiana, es decir, la fe en Jesucristo salvador tiano? ¿Se debe sólo al hecho de haber nacido aquí y no allí? ¿Cómo
constitutivo universal de la humanidad entera, pretendía que se pudie- debo asumir mi pertenencia al «camino» de Jesús, como un privilegio
se reconocer un significado positivo y un valor salvífico de las otras o bien como una responsabilidad a los ojos de Dios? El ser cristianos,
tradiciones religiosas con respecto a sus seguidores, en el único plan entonces, ¿es una gracia o un compromiso, o ambas cosas al mismo
divino para la humanidad. tiempo? ¿Y cuál debe ser mi actitud hacia tantas personas con las que
Este segundo trabajo, aunque recibió generalmente una acogida me encuentro tanto en mi camino como en mi trabajo? Estamos vivien-
positiva, suscitó también serias objeciones por parte de algunos teólo- do en un mundo nuevo, que se ha hecho multiétnico, multicultural y
gos en las numerosas recensiones publicadas en las revistas teológicas multirreligioso. Las actitudes negativas hacia los «otros» y las valora-
en diversas lenguas, principalmente en italiano, francés e inglés. He ciones cargadas de prejuicios con respecto a sus tradiciones -que han
dedicado tres artículos a responder de manera particularizada y deta- caracterizado muchos siglos de historia cristiana- están ya fuera de
llada a las diversas cuestiones teológicas que amablemente me dirigie- lugar; en efecto, son un pasado del que hay que arrepentirse y por el
ron otros colegas teólogos3. No se trata, pues, de repetir aquí aquellas que hay que pedir perdón a Dios y a los hombres. Entonces ¿cuál debe
explicaciones. Baste con decir que he evitado escrupulosamente en ser hoy nuestra actitud concreta y cuál debe ser nuestra valoración teo-
este nuevo libro todas aquellas expresiones que pudieran suscitar cual- lógica? Como se ve, el objetivo del libro es más pastoral que académi-
quier malentendido o crear ambigüedad, respecto al contenido tanto de co, más concreto que abstracto. Esta obra espera ayudar a los cristia-
la fe como de mi pensamiento. nos de nuestro tiempo a descubrir con mayor profundidad la globali-
Desde la publicación de la segunda obra en 1997, los editores me dad del plan de Dios para la humanidad, infinitamente más bello y más
pidieron otro libro sobre el mismo tema, menos arduo y más fácil de profundo de lo que tal vez nosotros hayamos pensado jamás.
leer, destinado a un público más amplio, no sólo al círculo de los espe-
cialistas y al ámbito académico. Con todo, este nuevo libro no quiere
limitarse a ofrecer un sencillo resumen del anterior. Su modo de pro- Tres perspectivas teológicas
ceder es diferente. Basta con una rápida ojeada al índice general para
ver cuánto se diferencia del anterior. Algunos capítulos son totalmente Desde un punto de vista teórico es posible distinguir las diversas pro-
nuevos; otros han sido organizados de manera original. A lo largo de blemáticas o perspectivas que se han sucedido en el modo en que la
toda la obra se han excluido los debates teológicos más sutiles, consi- teología cristiana se ha aproximado al problema de las otras religiones.
derados concretamente menos relevantes. Se han reducido al mínimo Durante muchos siglos la problemática ha sido la de la posibilidad de
necesario las referencias en las notas. De este modo la obra se presen- la salvación de los «otros» en Jesucristo. A partir de la afirmación clara
ta de una forma más legible y menos ardua. de la fe según la cual Jesucristo es el Salvador universal, se pregunta-
Aun sin ser especialista en teología de las religiones y aun sin ba si los otros podían alcanzar la salvación en él o no. Hay que reco-
conocer tal vez los debates actuales a este respecto, el público más nocer -con la debida vergüenza por nuestra parte- que durante muchos
amplio al que.se dirige esta nueva obra no puede sino hacerse pregun- siglos tanto la teología como la doctrina oficial de la Iglesia han dado
tas -a menudo apremiantes- sobre la relación entre el cristianismo y una respuesta principalmente negativa a esta pregunta. El axioma Extra
las otras religiones del mundo, un posible significado de las otras reli- Ecclesiam nulla salus, entendido en sentido rígido a partir del siglo v,
se introdujo en los documentos de papas y concilios de la Iglesia hasta
el siglo xv. Hoy nos preguntan cómo tal opinión negativa pudo abrir-
3. J. DUPUIS, «La teología del pluralismo religioso rivisitata»: Rassegna di Teología
40/5 (1999), pp. 669-693; ID., «"The Truth Will Make You Free". The Theology se camino y permanecer como doctrina recibida durante tanto tiempo.
of Religious Pluralism Revisited»: Louvain Studies 24/3 (1999), pp. 211-263; ID., Hoy nos preguntamos qué idea teníamos del Dios de la revelación. El
«Religious Pluralism. A Provisional Assessment», no publicado. Dios creador de todos los hombres -que, según el mensaje revelado
20 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES INTRODUCCIÓN 21
tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, «no es parcial» (Dt decenios que precedieron al concilio Vaticano n (1962-1965). A partir
10,17), en el que «no hay parcialidad» (Rm 10,11), que «no hace acep- de la década de 1950 no faltaron los teólogos que buscaban una pers-
ción de personas» (Hch 10,34)- ¿no era acaso reducido por los hom- pectiva más positiva y más abierta con respecto a los «otros». Se desa-
bres de la Iglesia a un Dios limitado y parcial? ¿Cómo podía permitir rrollaron entonces diversas teorías que proponían una problemática no
que la mayoría de los seres humanos del mundo, creados por él con ya exclusivamente individualista, sino socialmente orientada. El pro-
idéntico destino de unión consigo mismo, se perdieran para siempre? blema no se limitaba ya a la posibilidad de la salvación individual para
Y también, ¿cómo podía permitir que su plan universal de salvación las personas que no eran miembros de la Iglesia, sino a la posibilidad
quedase tan privado de realización en la historia de la humanidad? de un reconocimiento de valores positivos en las mismas tradiciones
En cualquier caso se comprende que, especialmente después del religiosas que, de algún modo, pudieran ejercer influencia en la salva-
descubrimiento del «nuevo mundo» en 1492, ya no era posible que los ción personal de sus miembros. Aquí habría que hacer importantes dis-
teólogos pensaran y enseñaran que quien no había llegado a la fe explí- tinciones sobre el modo en que los diversos teólogos concebían y apre-
cita en Jesucristo no se podía salvar. Santo Tomás de Aquino, el gran ciaban los valores positivos que eran reconocidos en las tradiciones
teólogo del siglo xm, opinaba todavía que, después del acontecimien- religiosas. Baste con decir que, para algunos, tales elementos positivos
to histórico Jesucristo, la fe explícita era necesaria para la salvación de representaban sólo dones divinos innatos en la naturaleza del hombre,
todo hombre. Tal opinión no era ya sostenible. Y he aquí que se desa- mientras que para otros se trataba de elementos o «semillas de verdad
rrollaron diversas teorías según las cuales la fe implícita era suficiente y de gracia» que constituían dones personales de Dios a los pueblos y
para alcanzar la salvación en Jesucristo. No es éste el momento de se encontraban en sus tradiciones. En el primer caso, el hombre de por
estudiar en detalle estas diversas teorías, más o menos satisfactorias. sí podía lograr un conocimiento «natural» de Dios sin que pudiese
Lo que importa es observar que tal perspectiva se mantuvo, casi hasta establecer jamás un contacto real con él; en el segundo caso, Dios se
mediados del siglo xx, como problemática común entre los teólogos, y había manifestado de algún modo a los pueblos a través de su historia,
también como doctrina común en la Iglesia, respecto al problema de la de modo que sus tradiciones religiosas contenían la memoria de tales
salvación de los miembros de las otras religiones. Ahora bien, la pro- experiencias auténticas de Dios. Así pues, las tradiciones religiosas
funda insuficiencia de tal perspectiva no debe pasar desapercibida. Aun tenían que ver con el misterio de la salvación en Jesucristo de sus
afirmando la posibilidad de la salvación de los hombres que no habían miembros. Es obvio que la divergencia entre la primera interpretación
llegado a conocer el evangelio, todos los casos particulares en los que y la segunda es notable. En el primer caso el hombre es impotente por
esto sucedía parecían una excepción con respecto a una disposición lo que respecta a su salvación; en el segundo Dios le tiende la mano a
divina de por sí rígida y restringida. ¿No habría podido Dios proveer través de la tradición religiosa a la que pertenece. En el primer caso el
con más generosidad a la salvación de la mayor parte de la humanidad? hombre puede ser salvado por Dios fuera -y a pesar- de su pertenen-
¿Parecía justa y digna de un Dios de amor universal una disposición cia a esta o aquella tradición religiosa; en el segundo es salvado en ella
que favorecía unilateralmente a una minoría cristiana -hoy mil qui- y, de algún modo, a través de ella. Esta última interpretación represen-
nientos millones de personas entre los seis mil millones de seres huma- ta la forma más positiva y abierta de la segunda perspectiva teológica
nos- respecto a la posibilidad de la salvación en Jesucristo? ¿Y se de la que estamos hablando.
podía pensar sinceramente que era seria y efectiva aquella «voluntad Con todo, en los últimos años los estudiosos han abierto una terce-
universal» de Dios de salvar a todos los hombres, afirmada a todas ra perspectiva o problemática a este respecto. Ya no basta con pregun-
luces por el Nuevo Testamento: «Dios [...] quiere que todos los hom- tar si las tradiciones religiosas tienen que ver y en qué están relaciona-
bres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tm 2,4)? das con el misterio de la salvación en Jesucristo de sus miembros. De
La perspectiva teológica de la posibilidad o imposibilidad de sal- manera más profunda, se pregunta qué significado positivo tienen las
vación para los miembros de las otras religiones -que recibió durante tradiciones religiosas mismas en el único plan global de Dios para la
mucho tiempo una respuesta negativa, y en un segundo tiempo una res- salvación. Sin que se pretenda poder escrutar a fondo el designio divi-
puesta positiva, si bien bajo condiciones restrictivas- se mantuvo como no para la humanidad, se pregunta si el pluralismo religioso del mundo
problemática común de la teología de las religiones hasta los últimos de hoy no tiene quizás en este plan un significado positivo, aunque
22 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES INTRODUCCION 23

escondido y misterioso. Se pregunta, en suma, si el designio divino zada por un encuentro verdadero y sincero entre las diversas tradicio-
para la humanidad no es tal vez mucho más vasto y profundo de lo que nes religiosas. Es suficiente con poner un ejemplo: en el contexto de la
hayamos pensado jamás. ¿Hay que mantener todavía hoy, como se Shoah y del holocausto inhumano de millones de judíos durante la
pensaba antes de manera espontánea -no sin prejuicios negativos hacia segunda guerra mundial, un pueblo oprimido preguntó dónde se
las tradiciones religiosas- que todos los hombres están destinados por encontraba Dios durante tales masacres y qué estaba haciendo; y, en
Dios a hacerse explícitamente cristianos, aunque la mayoría de ellos no cualquier caso, cómo se podía aún, después de la Shoah sufrida por el
alcancen este destino, mientras la realidad concreta en la que estamos pueblo elegido, hablar de un Dios providencial, un Dios de la alianza.
viviendo parece indicar precisamente lo contrario? ¿Acaso no es Dios Y también, ¿cómo se podía dar crédito a la pretensión del mensaje cris-
«más grande que nuestro corazón» (véase 1 Jn 3,20)? ¿Acaso no es su tiano, según el cual el mundo en el que estamos viviendo es un mundo
plan de salvación mayor que nuestras ideas teológicas? Se adivina ya redimido y salvado de una vez para siempre en Jesús de Nazaret?
fácilmente que esta nueva perspectiva está a punto de suscitar pregun- Parece que la realidad concreta desmiente las pretensiones de la fe.
tas hasta ahora inauditas y nos exige una valoración más amplia de las La purificación de los recuerdos no es en modo alguno un esfuer-
tradiciones religiosas, y también de las diversas actitudes hacia sus zo fácil. No se puede pedir a los pueblos y a las comunidades religio-
seguidores. Ésta es la perspectiva en la que ha querido insertarse el sas que olviden todo lo que han sufrido, incluidos los sufrimientos
volumen Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso, como infligidos por el cristianismo, que tal vez no llevó a cabo el exterminio
atestigua claramente su título. En la misma perspectiva quiere insertar- de sus poblaciones, pero con frecuencia determinó una destrucción de
se también el presente volumen, si bien desarrollando aspectos nuevos su patrimonio cultural o religioso. Para ellos olvidar equivaldría a trai-
y poniendo de relieve matices diversos. De hecho, se presenta como cionar. La identidad personal de un grupo humano se construye a par-
una reseña de temáticas monográficas sobre la teología de las religio- tir de un pasado histórico concreto que, de cualquier modo, no podría
nes, escritas en la perspectiva de un pluralismo religioso previsto por ser cancelado aunque se quisiera. Pero la memoria, aun sin convertirse
Dios en su único designio de salvación para la humanidad. en olvido, puede ser sanada y purificada a través de una determinación
común de iniciar relaciones mutuas nuevas, constructivas, hechas de
diálogo y colaboración, de encuentro.
Del desencuentro al diálogo Junto a las actitudes a menudo hostiles hacia los hombres, hay que
tener en cuenta también valoraciones tradicionales negativas de su
El subtítulo que he elegido para este nuevo volumen contiene la patrimonio, tanto cultural como religioso, que han atravesado los
siguiente especificación: Del desencuentro al diálogo. En efecto, po- siglos. El cristianismo, una vez declarado religión lícita en el imperio
demos preguntarnos si entre las diversas tradiciones religiosas se da ya, romano, y después religión oficial del Estado, en el siglo iv desarrolló
y hasta qué punto, un verdadero encuentro en el mundo multirreligio- una actitud exclusivista ligada a una valoración negativa de las otras
so en el que hoy estamos viviendo. No hay que ocultar las dificultades religiones. La pretensión de ser la única «religión verdadera» se expre-
de diversos órdenes que tal praxis debe superar a fin de poder conver- só ideológicamente en el axioma ya antes recordado: Extra Ecclesiam
tirse en realidad concreta. Sin querer entrar en extensas descripciones nulla salus. De este modo, la Iglesia fue considerada la única «arca de
de las situaciones conflictivas que se han verificado entre las diversas salvación», y fuera de ella los hombres se condenaban. La terminolo-
tradiciones religiosas en los siglos ya lejanos de nosotros, baste con gía teológica empleada todavía hoy por muchos predicadores cristia-
tener presentes los crímenes contra la humanidad cometidos en el siglo nos, e incluso por algunos teólogos mantiene aún huellas claras de un
xx -no sin la frecuente complicidad de las tradiciones religiosas invo- vocabulario deletéreo con respecto a los «otros». Junto a la purifica-
lucradas en los conflictos-. Se ha sugerido que el siglo xx ha sido tal ción de la memoria se exige, pues, también una purificación del len-
vez el más cruel en la historia de la humanidad. Sea como fuere, está guaje teológico. Todavía hoy se habla de los «paganos», e incluso de
claro que todas las partes deber llevar a cabo una verdadera purifica- los «infieles», o bien de los «no creyentes». Hoy hay que pensar que el
ción de la memoria -y de los recuerdos-, también de los aconteci- mismo término «no cristianos» es ofensivo. ¿Qué pensaríamos noso-
mientos recientes, si se quiere llegar a una actitud renovada, caracteri- tros si los «otros» nos consideraran «no hindúes» o «no budistas»? Hay
24 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES INTRODUCCIÓN 25

que llamar a la gente a partir de su propia autocomprensión, no a par- necesaria una purificación del lenguaje teológico. Otro caso -que
tir de una comprensión extraña, a menudo cargada de prejuicios. abordaremos más adelante- es el de la identificación teológica tradi-
De una manera más profunda, ¿cómo se puede anunciar a los cional entre el reino de Dios anunciado por Jesús y la Iglesia cristiana.
«otros», como «buena nueva» del evangelio para todos los hombres, Tal identificación que, al menos implícitamente, excluye a los «otros»
que nosotros los cristianos somos el «nuevo pueblo de Dios»? La pre- del reino de Dios, ¿corresponde de verdad al pensamiento del Jesús
gunta no es ficticia, como quiera que el mismo concilio Vaticano n con- histórico?
sideró oportuno usar tal expresión, perniciosa al menos con respecto al Por tanto, la apertura hacia unas relaciones positivas de diálogo
pueblo de Israel (véase Lumen gentium 9). Aunque habla claramente de requiere por nuestra parte -aunque no exclusivamente- una purifica-
una «nueva alianza» (2 Co 3,6; Hb 9,15; 12,14), y también de la Iglesia ción de la memoria y del lenguaje. Los planteamientos de las relacio-
como «pueblo de Dios» (1 P 2,9-10), el Nuevo Testamento no emplea nes mutuas entre las religiones y el cristianismo a través de los siglos
nunca la expresión «nuevo pueblo de Dios» para referirse a la Iglesia. se podrían resumir en pocas palabras. Del choque y de la oposición
La exégesis reciente reacciona correctamente contra un abuso lingüís- abierta que caracterizaron muchos siglos de historia, se pasó con
tico según el cual el acontecimiento de la Iglesia impediría que Israel esfuerzo en la época moderna a una cierta tolerancia pasiva, para lle-
siguiera siendo el pueblo de Dios. Hay que explicar que en el Nuevo gar en tiempos más recientes a una coexistencia más o menos pacífica.
Testamento no se trata de la sustitución de un pueblo de Dios por otro, El mundo multiétnico, multicultural y multirreligioso del tiempo pre-
sino más bien de la expansión del pueblo de Dios más allá de sus sente requiere, en todo caso, que todas las partes demos un salto cua-
mismos límites mediante la extensión de la Iglesia -que ya forma parte litativo de proporción adecuada a la situación, si queremos mantener
de él- a las naciones del ámbito helenístico. Ahora bien, cuando se usa en el futuro entre los pueblos, entre las culturas y las religiones del
la expresión «pueblo de Dios» o bien «nuevo pueblo de Dios» referida mundo relaciones mutuas abiertas y positivas, es decir, relaciones de
a la Iglesia, tiene un efecto negativo en las relaciones entre el cristia- diálogo y colaboración, en una palabra, de encuentro y no de confron-
nismo y las otras tradiciones religiosas, aún más dañino que el pro- tación, sobre la base de un pasado que ya tenemos a las espaldas.
ducido en el campo de las relaciones entre cristianismo y judaismo. Basta, pues, de interpretaciones que prejuzgan los datos y los hechos
¿Es suficiente incluir bajo la única expresión de «pueblo de Dios» -si relativos a las personas y las tradiciones de los otros; basta de malen-
bien de modos diversos- al pueblo judío y a la Iglesia, mientras se con- tendidos tenaces debidos a la ignorancia o a la mala voluntad. Lo que
tinúa excluyendo a todos los «otros»? Sin negar la especial elección, hace falta es una conversión de unos hacia otros que pueda abrir el
por parte de Dios, del pueblo de Israel, elección que en Jesucristo fue camino a unas relaciones sinceras y útiles. Sin una verdadera conver-
extendida y llevada a cumplimiento en la Iglesia, ¿es posible conside- sión de las personas no se podrá conseguir una verdadera paz entre las
rar que los «otros» pueblos están excluidos de la elección divina? ¿O religiones del mundo, la cual es condición necesaria y esencial para la
se debe, por el contrario, decir que la elección divina se extiende, de un paz entre los pueblos. Ahora bien, ¿qué se entiende por tal conversión
modo u otro, a todos los pueblos, y afirmar por ello que todos son mutua?
«pueblos elegidos»? Quizá seamos menos sensibles de lo debido al Se entiende, en primer lugar, una verdadera sim-patía, o bien «em-
exclusivismo o al triunfalismo que la eclesiología del «pueblo de patia», que nos ayude a comprender a los «otros» como ellos se com-
Dios» puede vehicular con respecto a las relaciones entre el cristianis- prenden, no como nosotros, con frecuencia debido a obstinados pre-
mo y las otras tradiciones religiosas. «¡Este imposible pueblo de juicios tradicionales, pensamos que son. En una palabra, comporta la
Dios!», exclamó un teólogo habituado al diálogo interreligioso. Tam- acogida sin restricción del «otro», justamente en su diferencia, en su
poco se puede olvidar que M.K. Gandhi, el padre de la nación India, identidad personal irreducible. El desafío, pero al mismo tiempo la gra-
llamaba harijan, es decir, «pueblo de Dios», a los «intocables» de su cia del diálogo interreligioso, consiste en esta acogida de la diferencia
patria, a los despreciados y rechazados de los hombres como «no per- de los otros. El encuentro interpersonal se realiza por fuerza entre per-
sonas». Su teología del pueblo de Dios ¿no estaba tal vez más cerca de sonas diversas, y la riqueza de la comunión se construye sobre la com-
la de Jesús que la teología cristiana tradicional? La expresión «pueblo plementariedad mutua entre personas diversas. Así sucede también en
de Dios» no es, de cualquier modo, un caso aislado en el que resulta el caso de las religiones. Unión no indica uniformidad, ni comunión
26 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES
INTRODUCCIÓN 27
indica conformidad. La gracia del diálogo entre las religiones consis-
te, como se dirá explícitamente más adelante, en la posibilidad de un manifestaciones de una pretensión humana idolátrica de autojustifica-
enriquecimiento recíproco. ción, K. Barth respondía con inalterada arrogancia: «Lo sé a priori».
No obstante, todo esto no significa que la nueva problemática o Un giro copernicano en la metodología se produjo con la progresi-
perspectiva en la que quiere insertarse este trabajo pueda permitirse va introducción de un método inverso que puede ser definido como
dejar a un lado o ignorar el pasado. Es indudable que debe ir más allá inductivo. En este método, el problema ya no consiste en ir de los prin-
de las soluciones teológicas del pasado que no corresponden a la rea- cipios a las aplicaciones concretas, sino -moviéndose en la dirección
lidad y tiene que dar la espalda a las actitudes negativas que han carac- contraria- en tomar como punto de partida la realidad experimentada
terizado siglos de relaciones cristianas con las otras religiones. Al actualmente, con todos los problemas que plantea, para buscar, a la luz
mismo tiempo, debe mantenerse, no obstante, en contacto con la tradi- del mensaje revelado y mediante la reflexión teológica, una solución
ción viva de la Iglesia -que es el resultado de la tradición pasada- y cristiana a dichos problemas. Por lo que respecta a la teología de las
construir sobre la base de lo que en los siglos cristianos, primero en la religiones, el «acto primero» del hacer teológico debe ser una praxis
Palabra revelada y después en la tradición postbíblica auténtica, se ha seria del diálogo interreligioso y un tomar en serio la experiencia reli-
podido revelar como elemento precioso debido a una actitud abierta giosa encontrada personalmente en la vida de los «otros» con los que
susceptible de conducir a una valoración positiva de las religiones. La se entra en contacto a través de tal diálogo interreligioso. Tal encuen-
falta de consideración lleva al desprecio; la familiaridad conduce a la tro, si es verdadero y auténtico, no puede dejar de plantear graves pre-
valoración crítica. guntas al creyente cristiano. De hecho, son tales preguntas -no abs-
tractas sino eminentemente concretas- las que exigen de la teología de
las religiones una respuesta particularizada fundada sobre una reinter-
Del diálogo interreligioso pretación sincera del dato revelado. Es interesante observar que, aun
a una teología del pluralismo religioso teniendo un conocimiento limitado de las otras tradiciones religiosas
-tarea que dejaba en manos de los historiadores de las religiones-, K.
Tradicionalmente la teología ha empleado un método dogmático,
Rahner, a partir de su análisis filosófico-teológico del «existencial
deductivo. Partiendo del contenido doctrinal de las formulaciones dog-
sobrenatural», innato en la misma humanidad de todo hombre, podía
máticas de la Iglesia, fundadas en citas bíblicas oportunamente elegi-
contradecir a K. Barth del modo más explícito con su afirmación según
das, se construían conclusiones teológicas cada vez más precisas. El
la cual existen y se pueden encontrar en todas las tradiciones religiosas
proceso consistía en partir de principios generales para llegar a sus
del mundo «elementos de verdad y de gracia» -cuya plenitud se
aplicaciones concretas a los problemas actuales. El peligro de este
encuentra en la Palabra encarnada (véase Jn 1,14.17)- introducidos en
método estaba en el hecho de que cuantas más deducciones se sacaban
ellas por Dios. ¿Cómo lo sabía? También él profesaba saberlo a prio-
de los principios abstractos, más real era el riesgo de quedar fuera de
ri. Se puede notar de pasada que la expresión rahneriana «elementos de
la realidad. Por lo que se refiere a la teología de las religiones, par-
verdad y de gracia», usada en un ensayo publicado originalmente en
tiendo del dato dogmático de la salvación universal de la humanidad en
19614, fue recogida por el concilio Vaticano n -¡sin que fueran cons-
Jesucristo, fundado en pocos textos clave aislados del Nuevo
cientes de ello la mayoría de los obispos miembros!- en el decreto Ad
Testamento (Hch 4,12; 1 Tm 2,4-5), se deducía con sorprendente faci-
gentes 9 (de 1965).
lidad la exclusión a priori de todo valor salvífico de las otras tradicio-
nes religiosas. Éstas representaban -en el mejor de los casos- la expre- Hoy se habla de la contextualización de la teología -un principio
sión de alguna vaga aspiración humana de unión con lo divino que, no que va más allá del de la adaptación y también del de la inculturación5-
obstante, era siempre ineficaz. No había ninguna preocupación por
informarse sobre la autocomprensión de los «otros» o sobre el conte-
4. K. RAHNER, «El cristianismo y las religiones no cristianas», en Escritos de teolo-
nido de fe de sus tradiciones. La realidad externa era prejuzgada dog- gía, Taurus, Madrid 1964, vol. V, pp. 135-156; véase pp. 149-151 (orig. alemán
máticamente. Así, de hecho, a la pregunta acerca de cómo podía saber en Schriften zur Theologie, vol. V).
y afirmar con tanta certeza que las otras religiones no eran más que 5. J. DUPUIS, «Méthode théologique et théologies locales: Adaptation, inculturation,
contextualisation»: Seminarium 32/1 (1992), pp. 61-74.
28 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES INTRODUCCIÓN 2l)

y del modelo teológico al que tal principio da origen, y que lleva el trata, en el sentido estricto del término, del teólogo individual, sino de
nombre de teología hermenéutica, es decir, interpretativa. Adoptar un la comunidad eclesial a la que éste pertenece y a cuyo servicio está. Se
método inductivo significa partir de la realidad histórica vivida, dejar- trata de la Iglesia local, un pueblo creyente que vive su experiencia de
se cuestionar por ella y tratar de arrojar sobre ella la luz de la Palabra fe en comunión diacrónica con la Iglesia apostólica y en comunión sin-
revelada. Dicho de otro modo, significa partir del contexto concreto en crónica con todas las Iglesias locales -una comunión presidida en la
el que la Iglesia vive su fe e interpretar la realidad circundante con la caridad por el obispo de Roma-. El triángulo hermenéutico entre texto,
ayuda del mensaje evangélico. Fundamentalmente, significa contex- contexto e intérprete consiste, pues, en la interacción entre la memoria
tualización y hermenéutica (interpretación). cristiana, la realidad cultural circundante y la Iglesia local. El contex-
Claude Geffré ha definido correctamente la «teología hermenéuti- to actúa sobre el intérprete suscitando cuestiones específicas; influye
ca» como «un nuevo acto de interpretación del acontecimiento Jesu- en la precomprensión de la fe con que el intérprete lee el texto. Este
cristo sobre la base de una correlación crítica entre la fundamental ex- último actúa a su vez sobre el intérprete, cuya lectura del texto pro-
periencia cristiana de la que la tradición da testimonio y la experiencia porcionará una orientación a la praxis cristiana. Como se puede ver, la
humana contemporánea»6. Esta nueva interpretación del mensaje cris- interacción entre texto y contexto, o entre memoria y cultura, tiene
tiano nace basándose en la «circularidad entre la lectura creyente de los lugar en el intérprete, es decir, en la Iglesia local.
textos fundadores que dan testimonio de la originaria experiencia cris- Aplicando estos principios a la teología de las religiones, se puede
tiana, por una parte, y la existencia cristiana actual, por otra»7. afirmar lo que sigue. Hay que admitir que los teólogos occidentales
La existencia cristiana está en todas partes condicionada por el que han estudiado la teología de las religiones, incluidos aquellos
contexto histórico en el que se vive, con sus elementos culturales, eco- cuyos esfuerzos han tenido más éxito, han adoptado en la mayoría de
nómicos, sociales, políticos y religiosos. La teología hermenéutica los casos un método puramente deductivo. Parten de ciertas afirmacio-
consistirá, por tanto, en un progresivo y continuo ir y venir entre la nes del Nuevo Testamento que, a su juicio, tienen un significado claro
experiencia contextual presente y el testimonio de la experiencia fun- e indiscutible, y después se preguntan qué concesiones puede hacer la
dadora confiada a la memoria de la tradición de la Iglesia. Este conti- fe cristiana a las otras tradiciones religiosas. Las premisas de la reve-
nuo ir y venir entre «contexto» y «texto», entre presente y pasado, es lación, ¿permiten atribuir a tales tradiciones un valor positivo para la
lo que recibe el nombre de «círculo hermenéutico». En realidad, aquí salvación de sus seguidores? Avanzando un paso más, dichas premisas
no actúa una circularidad entre dos miembros, sino más bien una rela- ¿permiten a los cristianos considerar tales tradiciones como caminos
ción triangular y una interacción de tres vértices: el «texto» o lo «da- de salvación, no como caminos paralelos al abierto por Dios en
do» de la fe, el «contexto» histórico concreto y el «intérprete» actual8. Jesucristo, pero sí como caminos de salvación auténticos, en virtud de
Así pues, la imagen del círculo se podría sustituir con ventaja por la la relación que puedan tener con el camino cristiano? Hay que recono-
representación gráfica del triángulo. Pero cada uno de los tres polos cer que, a partir de un método exclusivamente deductivo, se han obte-
integrantes -cada uno de los elementos que constituyen el triángulo- nido, con esfuerzo y gran lentitud, respuestas un tanto positivas a tales
debe ser visto en toda la complejidad de su realidad. cuestiones.
El texto abarca todo el contenido del término «memoria cristiana»: La reacción a un método exclusivamente deductivo, un método
la tradición objetiva fundada sobre la Sagrada Escritura. El contexto se apriorístico y, como tal, necesariamente inadecuado, se ha producido
refiere a la realidad compleja que comprende aspectos sociopolíticos, -como era de esperar- en las Iglesias en las que la coexistencia con las
económicos, culturales y religiosos. En cuanto al intérprete, no se otras tradiciones religiosas ha sido desde siempre parte integrante de la
vida de todos los días, donde las grandes religiones del mundo se mez-
clan diariamente, especialmente en el continente africano y, afortiori,
6. Cl. GEFFRÉ, Le crístianisme au risque de l'interprétation, Cerf, Paris 1983, p. 71. en el asiático. Con todo, en los últimos tiempos también en Occidente
7. Jbid., p. 75. - a medida que el pluralismo religioso se va convirtiendo en una reali-
8. "Véase J. DUPUIS, Introducción a la cristología, Verbo Divino, Estella 1994, pp. dad común- se constata que los teólogos defienden un método riguro-
17-20 (ed. italiana: Introduzione alia cristología, Piemme, Cásale Monferrato
[Al] 1993, pp. 17-18). samente inductivo. Se comienza por la praxis del diálogo interreligio-
30 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES INTRODUCCIÓN 31

so entre las diferentes tradiciones (vividas, por cada una de las partes, de cristianos, sino para seis mil millones de seres humanos que com-
en la propia fe, como es debido) y sólo después, como «acto segundo», parten con nosotros el espacio de la misma «aldea global» de nuestro
se produce la reflexión teológica, a partir del dato revelado, sobre la planeta.
relación entre tales tradiciones. La prioridad corresponde a la praxis La teología de las religiones o del pluralismo religioso se presenta,
del diálogo interreligioso, como fundamento imprescindible de un dis- pues, como un nuevo método para hacer teología. Su punto de partida
curso teológico. El procedimiento a priori debe ser sustituido por un es una praxis de diálogo interreligioso y, basándose en ella, tal teolo-
procedimiento a posteriori, el único capaz de dar frutos positivos. Por gía busca una interpretación cristiana de la realidad religiosa plural que
consiguiente, se considera decisiva la experiencia viva y prolongada de la rodea. Se presenta también como un nuevo modo de teologizar. En
la praxis del encuentro y del diálogo. En efecto, no puede ser muy pro- realidad, esta teología no contempla la praxis del diálogo interreligio-
metedora una reflexión teológica a distancia, es decir, un discurso so simplemente como una condición necesaria, una premisa o un pri-
«sobre los otros» sin haberse encontrado con ellos y haberlos escucha- mer paso de la propia actividad, sino que conserva una actitud dialógi-
do, sin haber estado en estrecho contacto con su vida religiosa y «firme ca en todos los estadios de su reflexión: es reflexión teológica sobre el
creencia», la cual a menudo, como reconoció el papa Juan Pablo n en diálogo y en el diálogo. Es teología dialógica interreligiosa.
su primera encíclica, puede incluso «quedar confundidos a los cristia-
nos» (Redemptor hominis 6). ¿Acaso no es la realidad vivida del
encuentro concreto continuo entre el cristianismo y las otras tradicio- Estructura del libro
nes religiosas lo que explica el hecho innegable de que los documen-
tos publicados por las asambleas episcopales asiáticas testimonian una En el pasado se pusieron de relieve de un modo bastante unilateral las
actitud claramente más abierta y positiva que la que se puede encontrar valoraciones negativas presentes en la Escritura con respecto a las reli-
habitualmente en los documentos del magisterio central de la Iglesia? giones, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Sin querer
Ya en 1974, durante la asamblea plenaria de la Federación de las Con- negar la existencia de tales opiniones negativas, hay que situarlas en su
ferencias Episcopales Asiáticas, celebrada en Taipei (Taiwan), los obis- contexto e interpretarlas correctamente. Parece esencial distinguir con
pos asiáticos declararon, en un tono retórico y enfático: «¿Cómo claridad entre el mensaje revelado sobre las religiones consideradas en
podremos dejar de reconocer en las tradiciones religiosas de nuestros sí y por sí, y las perversiones de ellas realizadas por los hombres, re-
pueblos el modo en que Dios los ha buscado a través de su historia?». chazadas estas últimas con gran empeño, por ejemplo, en la condena
Si el principio de la contextualización y el modelo teológico inter- de la idolatría (fuertemente acentuada por los profetas en el Antiguo
pretativo se aplican con rigor a la realidad religiosa del mundo, se com- Testamento). Si se tiene en cuenta tal distinción, se podrán poner de
prende inmediatamente que la teología de las religiones no puede ser relieve diversas actitudes abiertas y elementos doctrinales positivos al
vista simplemente como un nuevo tema o argumento de reflexión teo- respecto, contenidos en el dato revelado. Hay que añadir, además, que
lógica. Cuando se trata de la «teología de las religiones» o del «plura- en el contexto renovado del encuentro entre las religiones, no basta con
lismo religioso», no hay que entender el genitivo sólo en sentido obje- mencionar claramente los elementos positivos presentes en el dato
tivo, como si se refiriese a un objeto nuevo sobre el cual reflexionar revelado, sino que también hay que someter tales datos a una interpre-
teológicamente. Más que como un nuevo tema para la reflexión teoló- tación contextual en la realidad actual. En este libro trataremos exclu-
gica, la teología de las religiones debe ser considerada un nuevo modo sivamente del Nuevo Testamento. Ahora bien, el objetivo del capítulo
1 es doble: en primer lugar, deducir y hacer descubrir - o redescubrir-
de hacer teología en un contexto interreligioso: un nuevo método para
qué actitud tuvo el Jesús histórico hacia los «extranjeros» que no per-
hacer teología en una situación de pluralismo religioso. Esta teología
tenecían al pueblo de Israel, y cuál fue su pensamiento acerca de sus
hermenéutica «interreligiosa» es una invitación a ampliar el horizonte
ideas y prácticas religiosas. ¿Se trata de una actitud negativa de con-
del discurso teológico. Debería llevar a descubrir con mayor profundi- dena o de un comportamiento de apertura y de simpatía? La segunda
dad las dimensiones cósmicas del misterio de Dios y de su designio sección del capítulo pasa, con las mismas preguntas, del Jesús históri-
para la humanidad entera. Se trata de hacer teología, no para mil millo- co a la Iglesia apostólica, atestiguada en los escritos neotestamentarios.
nes de católicos en el mundo, ni siquiera para mil quinientos millones
32 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES INTRODUCCIÓN 33

Nos preguntamos, por tanto, si la actitud concreta hacia los «otros» y en Jesús, se proponen hoy otros «caminos» a los hombres, también en
la valoración teórica de sus tradiciones religiosas fue positiva o nega- el mundo occidental, para conducirlos a la salvación. Por ello no hay
tiva, abierta o cerrada. Nos preguntamos también si la Iglesia proto- que maravillarse si, junto a las posiciones más tradicionales al respec-
cristiana no conoció tal vez una cierta evolución a modo de conversión to, se desarrollan teorías nuevas en relación con una teología de las
a este respecto, pasando, a través de acontecimientos providenciales, religiones y hasta del pluralismo religioso. Como tendremos ocasión
de una resistencia estrecha hacia una cierta apertura. Por ello el capí- de observar en el capítulo 3, el mismo «pluralismo religioso» reviste
tulo se titula: Jesús, la Iglesia apostólica y las religiones. de hecho significados muy diversos, dentro de los cuales será impor-
Esta panorámica nos ofrece un cimiento sobre el cual podemos tante establecer las distinciones que se imponen, a fin de evitar con-
construir. Mas aquí no pretendemos seguir todo el recorrido realizado fundir indebidamente teorías inconciliables con el contenido de la fe
por la tradición cristiana, ya positivamente con las «semillas de la cristiana -el paradigma pluralista de los teólogos llamados «pluralis-
Palabra» y las «alianzas de Dios» en los escritos de los Padres del siglo tas»- con esfuerzos teológicos serios que, a la vez que mantienen fijo
II, ya negativamente con la Iglesia como «arca de salvación» y el con- sin vacilación el centro fundamental de la fe, tratan de hacer entrever
siguiente axioma «Fuera dé la Iglesia no hay salvación», el cual a par- un significado positivo de las otras tradiciones religiosas del mundo en
tir del siglo v experimentó una interpretación cada vez más restringi- el plan divino para la humanidad. El capítulo 3 nos informa, pues,
da, que condujo a un exclusivismo en modo alguno cristiano. Tampoco sobre el debate actual acerca de la teología de las religiones, bajo el
estudiaremos aquí los «sustitutos» del Evangelio, es decir, los diversos título El cristianismo y las religiones en la teología reciente.
modos en que, una vez considerada impracticable la vía del exclusi-
vismo eclesiocéntrico estrecho, los teólogos se empeñaron en descu- Después de los tres primeros capítulos, que se situarían bajo el
brir varias soluciones sustitutivas. Se trata de las diversas teorías de la encabezamiento «teología positiva», siguen los capítulos que sitúo
«fe implícita», a la sazón considerada por ellos mismos suficiente para dentro de la llamada «teología sintética», evitando con ello el epígrafe
la salvación en Jesucristo. Quien quiera seguir este largo recorrido, «teología sistemática» y también el de «teología dogmática». Antes he
compuesto de elementos positivos y negativos, y de altibajos, puede expuesto la insuficiencia del método «dogmático» en la reflexión teo-
consultar el amplio tratamiento que de él se hizo en Hacia una teolo- lógica; por otra parte, hay que entender que el misterio divino, y tam-
gía cristiana del pluralismo religioso9. Aquí nos importa estudiar di- bién el del designio de Dios para la humanidad, están más allá de toda
rectamente los tiempos recientes, es decir, la panorámica sobre la teo- «sistematización» teológica, y que nuestro conocimiento y compren-
logía de las religiones común, sobre todo en la Iglesia católica, en los sión de tal misterio son y serán, en todo momento y en toda situación,
años que precedieron inmediatamente al concilio Vaticano n, para limitados, parciales, provisionales. En todo caso, se consideran bajo el
investigar después cuál fue la importancia exacta del acontecimiento título «teología sintética» las cuestiones principales, y también las más
conciliar al respecto y medir la apertura verdadera -si bien reservada- urgentes, que se suscitan hoy en el ámbito de la teología de las reli-
del magisterio reciente de la Iglesia. El capítulo 2 se titula, por su cen- giones. Se busca, a través de un planteamiento serio -que se quiere que
tro de interés: En la encrucijada del concilio Vaticano u. también sea abierto-, poner los fundamentos para una teología cristia-
Proseguimos nuestro recorrido para llegar al tiempo presente, dete- na de las religiones y del pluralismo religioso, que abra la puerta a un
niéndonos en la teología de las religiones con una consideración rápi- diálogo interreligioso provechoso. La primera cuestión, afrontada en el
da, pero sustancialmente completa, del abanico de las posiciones teo- capítulo 4, es la de la amplitud de la «historia de la salvación» o de la
lógicas con respecto al valor salvífico (o no salvífico) de las otras tra- «salvación en la historia». Bajo el título El Dios de la alianza y las reli-
diciones religiosas, a su significado positivo (o negativo) en el plan giones nos preguntamos si el Dios que se reveló en la tradición judía y
divino para la salvación de la humanidad y a su posible relación con el en Jesucristo concluyó también con los «gentiles» y los otros pueblos
cristianismo. No es necesario repetir que, junto al «camino» que hay alguna alianza salvífica, de modo que también ellos puedan y deban ser
llamados «pueblos de Dios», «pueblos del Dios de la alianza». Nos
preguntamos, además, si están todavía hoy en vigor tales alianzas
9. Véase toda la primera parte, especialmente las páginas 130-189. «cósmicas», de modo que funden una relación personal entre Dios y
34 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES INTRODUCCION 35

los pueblos, en la que la iniciativa corresponde siempre a la voluntad te en la conexión estrecha que existe, en el único plan divino para la
salvífica universal de Dios y a su amor sin discriminación. salvación de la humanidad, entre tal acción iluminadora y salvífica de
Unido al problema de la pertenencia de los «otros» a la historia de la Palabra como tal y el misterio de la salvación realizado por Dios en
la salvación y de su vínculo de alianza con el Dios vivo, está el pro- el acontecimiento histórico Jesucristo. También pone de relieve el
blema de las «muchas veces y de muchas maneras» en que Dios se valor y la relevancia de la acción salvífica de la Palabra como tal para
manifestó y reveló a los hombres a lo largo de la historia, antes de reve- una teología «abierta» de las religiones.
larse «en estos últimos tiempos [...] por medio del Hijo» (Hb 1,1-2). El capítulo 7, titulado El único Mediador y las mediaciones par-
No hay que cuestionar el hecho de que el autor de la Carta a los ciales, sigue de cerca al anterior. Se trata de hacer ver que la «única
Hebreos se refiriese exclusivamente a las revelaciones de Dios a través mediación» de Jesucristo entre Dios y los hombres, afirmada clara-
de los profetas de la tradición judía. Pero nos preguntamos si no hay mente por la revelación neotestamentaria (1 Tm 2,5), de hecho no
que ampliar la perspectiva abierta por el texto a la totalidad de la his- excluye «mediaciones parciales» operantes en las otras tradiciones
toria de la humanidad. Si de verdad todos los pueblos están incluidos religiosas. En otras palabras, el misterio de la salvación realizado en
en la economía de las alianzas divinas y en la historia de la salvación, Jesucristo puede llegar a los hombres de modos diversos, a través de
¿no habrá tal vez que concluir que, de alguna manera, si bien de modo mediaciones diversas, que representan diversos modos de visibilidad
incipiente e incompleto, Dios se ha manifestado en su historia, a través sacramental del misterio. Tales mediaciones parciales no deben ser
de palabras reveladoras y gestos salvíficos? El capítulo 5 trata de dar puestas en un nivel de igualdad con la que obra en la Iglesia -que tam-
una respuesta positiva a tales interrogantes, bajo el título «Muchas bién participa de la única mediación de Jesucristo-. Más bien debemos
veces y de muchas maneras». Se sugiere que en las otras tradiciones considerar que la Iglesia, que está fundada sobre el cimiento del acon-
religiosas, en la memoria escrita de sus libros sagrados y en la memo- tecimiento Cristo y de la que Cristo es Cabeza y Señor, representa el
ria viva de su práctica religiosa hay rastros de palabras divinas y de modo más completo de la visibilidad sacramental del misterio de sal-
gestos de salvación, «diversos rostros de lo divino» que hay que des- vación en Jesucristo; pero éste no es el único modo posible. En las
cubrir, encontrar y honrar. otras tradiciones religiosas obra una verdadera, si bien incompleta,
Jesucristo representa el ápice de la automanifestación de Dios a la mediación del misterio, por lo que pueden servir como «vías» o «cami-
humanidad. En la Palabra de Dios que se hizo hombre en Jesús de nos» de salvación para sus miembros. Con todo, tal operatividad de las
Nazaret, Dios pronunció su Palabra decisiva para la humanidad y rea- otras tradiciones religiosas en el orden de la salvación hay que situar-
lizó el misterio de la salvación de la humanidad y del mundo. La reve- la siempre en el plan global de Dios para la humanidad que culmina en
lación de Dios en Jesucristo no ha sido superada y sigue siendo insu- el acontecimiento Jesucristo.
perable en la historia de las revelaciones divinas; esto se debe a la iden- El capítulo 8 se centra aún más en la relación entre la Iglesia, el
tidad personal del hombre Jesús como Hijo unigénito de Dios, que se reino de Dios y las religiones. Se titula intencionadamente El reino de
hizo hombre. Es igualmente indispensable atribuir un valor salvífico Dios, la Iglesia y las religiones. Se trata de hacer ver con claridad que
universal y único a la vida humana de Jesús, y específicamente al mis- el reino de Dios, anunciado por Jesús, es una realidad más amplia que
terio pascual de su muerte y resurrección. Pero esto no quiere decir que la Iglesia. Dios instauró su reino en Jesús, en su vida, en sus palabras
la conciencia humana de Jesús agote - o pueda agotar- el misterio divi- y en sus gestos, y de modo decisivo en el misterio pascual de su muer-
no y, consiguientemente, que la revelación de Dios acontecida en él te y de su resurrección. No se puede identificar el reino de Dios pre-
agote el misterio divino. Tampoco quiere decir que la vida, muerte y sente en la historia con la Iglesia. El reino de Dios representa el miste-
resurrección de Jesús sea la única expresión real y posible del poder rio de la salvación presente y operante en el mundo y en la historia. Es
salvífico de la misma Palabra de Dios. El capítulo 6, titulado La una realidad universal en la que los miembros de las otras tradiciones
Palabra de Dios, Jesucristo y las religiones del mundo, pretende expli- religiosas pueden participar legítimamente, junto con los cristianos.
car y esclarecer en qué sentido la Palabra de Dios como tal puede Así pues, la Iglesia no es el reino; es su «sacramento», porque signifi-
actuar salvíficamente más allá de la humanidad de Jesús, también resu- ca, testimonia y anuncia como «buena nueva» para todos los hombres
citada y glorificada, pero siempre «en unión» con ella. En efecto, insis- la presencia operativa del reino de Dios en el mundo y en la historia.
36 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES INTRODUCCIÓN 37

En este capítulo se pone de relieve el valor y la importancia de la la pregunta -la cual no tiene que ver ni con una adopción encubierta
común pertenencia al reino de Dios de todos los hombres, cristianos y del paradigma pluralista de los teólogos «pluralistas» ni con ningún
«otros», para la teología de las religiones. «relativismo» doctrinal-. Se trata, por el contrario, de preguntarse si en
Tal doctrina sirve también, de modo especial, como fundamento la globalidad del único designio elegido y establecido por Dios en su
teológico para el diálogo interreligioso. El capítulo 9 del libro se titu- eternidad para todo el género humano, y realizado concretamente en
la El diálogo interreligioso en una sociedad pluralista. Comoquiera nuestra historia, la pluralidad de las religiones del mundo no tiene, a
que todos los hombres, independientemente de su pertenencia a esta o los ojos del mismo Dios, un significado positivo, aunque oculto, que
aquella tradición religiosa, son co-pertenecientes al reino de Dios y lla- aún hoy debemos descubrir. De lo que se explica en el libro se deduce
mados juntos por Dios a hacer crecer su reino en la historia hacia la que Dios se puso a buscar a los hombres en su historia antes de que
plenitud escatológica, de ello se sigue que existe ya una comunión pro- ellos pudieran buscarlo. La forma «conocida sólo por Dios» (véase
funda entre los cristianos y los «otros». Se descubre que las diferencias Gaudium et spes 22), a través de la cual «el Espíritu Santo ofrece a
de confesión religiosa que nos mantienen separados tienen, a los ojos todos la posibilidad de [...] asociarse al misterio pascual» de salvación,
de Dios, menos peso que las realidades profundas en las que estamos ¿no se identifica tal vez, en el caso de todos los que no han llegado a
ya unidos antes aún de emprender nuestra acción común. Uno de los conocer a Jesucristo, con los «caminos» históricos a través de los cua-
objetivos del diálogo interreligioso es hacer que tal unión profunda les ellos han buscado a Dios, porque él los había buscado primero?
entre los cristianos y los miembros de otras tradiciones religiosas se ¿No son aquellos «caminos» tal vez los caminos de Dios? Si el men-
vuelva concretamente operativa. El capítulo explica cómo, a través de saje de la Sagrada Escritura -como se indicará explícitamente más ade-
la praxis del diálogo, se puede lograr un enriquecimiento mutuo entre lante- ve en todas las religiones del mundo «dones de Dios a los pue-
las diversas tradiciones, y también una colaboración y un empeño blos», ¿no se sigue tal vez que la pluralidad de las tradiciones religio-
común a favor de un mundo más humano y, por tanto, más divino. sas tiene en el designio divino para la humanidad un significado posi-
Sigue el capítulo décimo y último, estrechamente ligado al ante- tivo? Éste es el pluralismo religioso de principio que se considera váli-
rior. Se trata, en el contexto del diálogo interreligioso, de preguntar si do en el presente libro.
es posible -más aún, tal vez deseable- una praxis de oración común
entre los cristianos y los miembros de las otras tradiciones religiosas. * **
Nos preguntamos, pues, en un primer momento cuál puede ser en prin-
cipio el fundamento teológico de tal oración común, es decir, indepen- Quiero dar las gracias de corazón al padre Gerald O'Collins, que ha
dientemente de cuáles sean las tradiciones religiosas que participen en estudiado el manuscrito del libro con gran atención y ha hecho suge-
ella. En un segundo momento, teniendo en cuenta las tradiciones reli- rencias útiles para mejorarlo; manifiesto mi gratitud también al padre
giosas específicas eventualmente implicadas, sean monoteístas u otras, Sebastiano Grasso, que ha leído y corregido todo el texto italiano.
nos preguntamos cuál puede ser el fundamento específico a favor de tal
praxis. Además, se proponen algunas sugerencias concretas sobre la JACQUES DUPUIS
puesta en práctica de una oración interreligiosa. 31 de marzo de 2000
Anteriormente se ha observado que la problemática reciente sobre
la teología de las religiones se sitúa bajo el signo del pluralismo reli-
gioso. Al final del recorrido se plantea la pregunta de si es lícito o no,
desde el punto de vista de la teología cristiana, hablar de un pluralis-
mo religioso de principio, no sólo de una pluralidad de hecho. Dicho
de otro modo, ¿se puede o no se puede afirmar teológicamente que la
pluralidad de las religiones característica del mundo en que hoy vivi-
mos tiene, como tal, un significado positivo en el plan divino para la
humanidad? Hay que expresar con claridad el significado correcto de
1
Jesús, la Iglesia apostólica y las religiones
Al término de una minuciosa investigación sobre los «Fundamentos
bíblicos de la misión»1, D. Sénior y C. Stuhlmueller observan que en
la Biblia no se encuentra «ninguna solución exhaustiva» a la descon-
certante cuestión que interpela a la Iglesia contemporánea en torno a la
relación del cristianismo con las otras religiones. Entre las «indicacio-
nes» que es posible deducir de la Biblia para dar una solución a esa
cuestión, los autores mencionan los siguientes elementos:
1. Las raíces de la religión bíblica se hunden profundamente en las
religiones y las culturas de los pueblos que rodean a Israel.
2. La precisa autoconciencia que Israel tenía de su propia identidad
religiosa como pueblo elegido dio origen a juicios negativos sobre
los otros sistemas religiosos, considerados vana idolatría.
3. Este vigoroso sentido de identidad y autoridad produjo a menudo,
en el Nuevo Testamento, valoraciones igualmente negativas de las
otras religiones, donde no se atribuía ninguna validez a los «siste-
mas» religiosos diferentes del judaismo y el cristianismo.
4. La actitud de la Biblia hacia los gentiles considerados individual-
mente cubre todo el abanico de posturas que van de la hostilidad a
la admiración; algunos escritores bíblicos reconocen una auténtica
experiencia religiosa en algunos «paganos».
5. Algunos autores bíblicos, Pablo entre ellos, reconocieron la posi-
bilidad de la «religión natural», «por medio de la cual se podía
reconocer al verdadero Dios en el orden y en la belleza de su crea-
ción», pero para los escritores bíblicos era inconcebible «expresar
admiración hacia un culto plenamente desarrollado y una religión
no bíblicos».

1. D. SÉNIOR - C. STUHLMUELLER, Ifondamenti biblici della missione, EMI, Bologna


1985, pp. 479-482.
40 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 41

Estos resultados son más bien escasos y revelan una actitud predo- las otras religiones, así como la postura demasiado prudente, si bien
minante negativa. No obstante, teniendo en cuenta las profundas trans- más tolerante, adoptada en tiempos más recientes por la Iglesia oficial,
formaciones que se han producido en el mundo actual y los consi- han inclinado naturalmente a los teólogos a acentuar sobremanera los
guientes cambios de problemática, los mencionados autores señalan al- datos negativos.
gunos temas bíblicos capaces de orientarnos hacia una valoración más Sin embargo, en la nueva situación producida por la búsqueda de
positiva de las religiones no bíblicas. Citemos sus mismas palabras: una comprensión mutua y por la apertura al diálogo, parece obligado
«Muchos de los temas bíblicos aquí [en el libro] tratados, como la y, más aún, urgente que una exposición teológica de la valoración
naturaleza expansiva de la experiencia religiosa, la revelación de Dios bíblica de las religiones de las naciones ponga de relieve con justicia
en la creación, el reconocimiento de la capacidad de los gentiles de aquellos elementos positivos que pueden ofrecer, en el nuevo contex-
acoger el evangelio y la conciencia llena de temor de que Dios y su to, un fundamento válido para una valoración teológica más magnáni-
Espíritu sobrepasan en mucho los límites de las esperanzas humanas, ma de las otras tradiciones religiosas del mundo. Pero aún hay que
son algunos aspectos de los datos bíblicos que sugieren conexiones decir más cosas. Hay que reconocer que la valoración tradicionalmen-
seguras con las religiones no cristianas»2. te negativa de los datos bíblicos con respecto a las tradiciones religio-
sas del mundo se fundó a menudo en interpretaciones unilaterales -y
Esto muestra la complejidad de los datos bíblicos sobre las religio- cargadas de prejuicios- de los datos y de los textos. Con frecuencia se
nes de los «gentiles» y la necesidad de manejarlos con cautela. Suelen interpretaron los textos fuera de su contexto, de modo que se basaban
estar implícitos y pocas veces son formulados de forma explícita; se en ellos afirmaciones incluso negativas. Predomina la impresión de
extienden a lo largo de un amplio periodo de tiempo y afrontan situa- que lo supremamente importante era la afirmación apologética de la
ciones diferentes que conducen a distintas valoraciones y actitudes; unicidad del cristianismo como «verdadera religión»; para ello una
además, a menudo son ambivalentes, si no aparentemente contradicto- valoración negativa de las otras tradiciones religiosas presentes en la
rios. También hay que prestar una especial atención a la relación orgá- Biblia parecía ofrecer un fundamento necesario. Las posiciones teoló-
nica existente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, a la relación de gicas «exclusivistas» del pasado sobre las religiones se fundaban con
continuidad y discontinuidad entre ellos. El acontecimiento Cristo, la frecuencia en tales interpretaciones discutibles de los textos. Algunas
interpretación que le dio la Iglesia apostólica según el testimonio del afirmaciones bíblicas relativas al significado positivo único del cristia-
Nuevo Testamento, y la consiguiente autocomprensión de la misma nismo eran fácilmente interpretadas en sentido exclusivo en perjuicio
Iglesia apostólica ejercieron una influencia notable en la valoración de las otras religiones. En tal situación no basta con poner de relieve
que ésta hizo de las tradiciones religiosas -primero judías y después -como querían hacer los autores antes mencionados- algunos elemen-
helenísticas- con las que se encontró. tos positivos presentes en el Antiguo y el Nuevo Testamento con res-
Aun admitiendo la complejidad de la situación objetiva, hay que pecto a las religiones. Por el contrario, hay que reexaminar y reinter-
reconocer con sinceridad que, en el pasado, con frecuencia se han con- pretar los datos y los textos de la Biblia con una comprensión renova-
siderado de forma unilateral los datos bíblicos que podían servir de da, teniendo en cuenta contextos diversos -tanto el del pasado bíblico
base para una valoración negativa, y también las afirmaciones más des- como el del tiempo presente- a fin de poder proponer una renovada
preciativas sobre las tradiciones no bíblicas. Así, se ha subrayado repe- teología bíblica de las religiones en el contexto actual de la nueva valo-
tidamente la inequívoca condenación veterotestamentaria de las prác- ración teológica de las religiones. Esto es lo que se propuso hacer
ticas idolátricas de las naciones y la inanidad, e incluso la inexistencia, Giovanni Odasso en un libro reciente, titulado Bibbia e religionP, al
de los falsos dioses adorados por ellas, por el hecho de que al parecer que haremos referencia repetidamente en las páginas siguientes.
proporcionan un fundamento inequívoco para una valoración teológi- El objetivo de este capítulo es, empero, mucho más modesto. Se
ca negativa de las tradiciones en cuestión. La actitud abiertamente limita al Nuevo Testamento y, dentro de él, a algunos textos funda-
negativa mantenida durante muchos siglos por la Iglesia cristiana hacia
3. G. ODASSO, Bibbia e religioni. Prospettive bibliche per la teología delle religio-
2. E. SÉNIOR - C. STUHLMUELLER, op. cit., pp. 481-482. ni, Urbaniana University Press, Roma 1998.
42 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 43

mentales, que a menudo han sido omitidos en el contexto del estudio de Abrahán» (Mt 1,1). Todo el evangelio atestigua su profundo enrai-
bíblico sobre las religiones, o han recibido una interpretación indebi- zamiento en la tradición religiosa de su pueblo. Jesús declara abierta-
damente negativa. Ahora bien, tratándose del mensaje del Nuevo mente que no ha venido a abolir sino a confirmar, a llevar a perfección
Testamento en relación con las religiones de su medio hay que distin- y purificar la relación de alianza establecida por Dios con su pueblo:
guir claramente dos momentos o dos estadios. En primer lugar, hay «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he veni-
que comprender cuáles fueron la actitud y la mens propias del Jesús do a abolir sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17). Por una parte, la alian-
histórico frente a la vida religiosa personal de los «paganos» con los za y la Ley que la representa permanecen; por otra, se instaura una
que entró en contacto durante su «misión» terrena, y cuál, en la medi- nueva justicia superior a la antigua: «Porque os digo que si vuestra jus-
da en que se puede deducir de los textos, su valoración de las tradicio- ticia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el
nes religiosas a las que pertenecían. El segundo momento consiste en reino de los cielos» (Mt 5,20). Jesús vino a dar cumplimiento a la
preguntar qué valoración teológica hizo la Iglesia apostólica, a la luz alianza de Dios con su pueblo. Tal voluntad de renovación es la causa
de la nueva fe en Cristo resucitado -constituido por Dios «Señor y directa y principal para la oposición que su actividad suscita por parte
Cristo» (Hch 2,36) mediante su resurrección-, de la situación en la que del poder religioso de su pueblo. El evangelio da testimonio de la his-
los «gentiles» que la rodeaban se encontraban con respecto a la salva- toria de confrontación que se desarrolló en el curso del ministerio de
ción divina, y también de cualquier valor, humano o salvífico, even- Jesús entre su voluntad de renovación de la tradición religiosa de Israel
tualmente presente en sus religiones. Notemos desde el principio que y la actitud jurídica y opresora.de aquellos que, en su comunidad reli-
la memoria de Jesús, por lo que se puede deducir gracias a los textos giosa, detentaban el poder. La intención de Jesús consistía en revitali-
del Nuevo Testamento, así como la teología de la iglesia apostólica zar el verdadero espíritu de la religión que él compartía con su pueblo,
contenida en el Nuevo Testamento, nos hablan directa y formalmente y en inspirar una nueva visión de la acción salvífica de Dios no sólo en
de situaciones concretas en que se encuentran las personas, en lugar de los confines del mundo religioso judío, sino más allá de ellos, en el
construir teorías sobre la relación teológica entre cristianismo y reli- mundo exterior. En este último aspecto del designio de Jesús nos
giones del mundo. El horizonte, tanto en el nivel del Jesús histórico detendremos más adelante.
como en el de la Iglesia apostólica, es existencial y concreto; será pre- Lo que hay que notar inmediatamente es la voluntad de continui-
cisa una larga reflexión, hecha a partir de la realidad vivida, para desa- dad y de discontinuidad en la actitud y en el designio religioso de
rrollar teorías teológicas sobre las religiones del mundo. Jesús. No quiere la superación del judaismo y su sustitución a través de
El capítulo se desarrolla, por tanto, en dos partes principales. La la instauración de una nueva «religión». Lo que él quiere es la instau-
primera, titulada Jesús y las religiones, estudia la actitud personal del ración de la adoración de Dios «en espíritu y verdad» (Jn 4,23) por
Jesús histórico frente a las personas que no pertenecen al «pueblo ele- parte de todos los hombres. No nos corresponde a nosotros entrar aquí
gido» de Israel, y su valoración de la vida de éstas. En la segunda parte, en el problema del origen en Jesús de la Iglesia cristiana4. Con todo,
titulada La Iglesia apostólica y las religiones, nos preguntamos cómo, parece legítimo pensar que el origen de la Iglesia cristiana se remonta
a partir de su fe pascual en Cristo, la Iglesia apostólica situó a las «gen- principalmente al Cristo resucitado, más que al Jesús histórico. Lo que
tes» frente al misterio de la salvación en él, y cómo valoró al respecto importa observar aquí es cómo ni siquiera la Iglesia primitiva se desli-
las tradiciones religiosas a las que los «otros» pertenecían. gó automáticamente del judaismo en el que tuvo su origen, después de
la resurrección de su Señor. Durante decenios la Iglesia siguió for-
mando parte de la estirpe judía. Sólo progresivamente se desarrolló en
I. Jesús y las religiones medio de ella la conciencia de una identidad religiosa distinta y even-
tualmente de una ruptura con sus orígenes. A partir de entonces el cris-
Gracias a diversas investigaciones recientes, a menudo realizadas con tianismo se comprende sólo como «camino» distinto, aunque origina-
la coatribución de estudiosos judíos, la teología ha redescubierto la do por Israel. Cualquiera que sea el modo en que se deba concebir el
identidad profundamente judía del Jesús histórico. Jesús de Nazaret era
realmente un judío, nacido de la estirpe de Judá, «hijo de David, hijo 4. Véase, entre otros, J. GUILLET, Entre Jésus et l'Église, Seuil, Paris 1985.
44 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 45

origen en Cristo de la Iglesia cristiana, se puede seguramente afirmar Es innegable que el reino de Dios coloca a Dios mismo en el ori-
que el Jesús histórico no tuvo una intención formal de separación entre gen y el centro de la acción de Jesús. En realidad, el reino de Dios
dos «religiones», la judía y la cristiana. Su actitud personal hacia los quiere decir Dios mismo, porque Él comienza a actuar en el mundo de
«paganos» con los que entró en contacto, y su valoración de la vida manera decisiva, manifestándose y poniendo orden en su creación por
religiosa de éstos, estaban inspirados en su voluntad de renovación medio de las acciones humanas de Jesús. La inicial misión de Jesús
espiritual de la religión. De hecho, el horizonte del pensamiento del está acompañada de milagros; no sería correcto entenderlos y tratarlos
Jesús histórico no era la Iglesia cristiana como religión distinta, sino el simplemente como si mostraran las credenciales del profeta del reino
reino que Dios estaba instaurando en su vida, a través de sus palabras de Dios. Los milagros de curación y los exorcismos (semejantes a las
y sus gestos. curaciones) que, comúnmente hablando, figuran entre los datos incues-
tionables del ministerio inicial de Jesús, así como también las resu-
rrecciones de muertos, son signos y símbolos del hecho de que, a tra-
1. El horizonte del reino de Dios vés de Jesús, Dios está instaurando su dominio sobre la tierra, está
sometiendo las fuerzas destructoras de la muerte y del pecado. En
Es indudable que el reino de Dios ocupa el centro de la predicación y suma, los milagros son los primeros frutos de la presencia operante del
la misión de Jesús, de su pensamiento y su vida, de sus palabras y reino de Dios entre los hombres.
acciones. El «sermón de la montaña» y las bienaventuranzas son la El reino de Dios es el dominio de Dios entre los hombres. Esto
carta magna del reino de Dios. Todas las parábolas de Jesús hacen refe- requiere una nueva y completa orientación de las relaciones humanas
rencia a él; sus milagros lo muestran ya presente y operante5. Tam-bién y un ordenamiento de la sociedad humana según la intención de Dios.
es igualmente cierto que el reino que Dios había empezado a estable- Los valores que, en sintonía con el señorío de Dios, deben caracterizar
cer en el mundo mediante la vida terrena de Jesús se hizo realmente las relaciones humanas, se pueden resumir en pocas palabras: la liber-
presente a través del misterio de su muerte y resurrección. Por ello no tad, la fraternidad, la paz, la justicia y el amor. De acuerdo con ello,
hay solución de continuidad entre el carácter «reinocéntrico» del anun- Jesús denuncia, por medio de toda su acción misionera, todo lo que, en
cio de Jesús y el «cristocentrismo» del kerygma de los tiempos apos- la sociedad de su tiempo, viola estos valores. Tal hecho lo sitúa contra
tólicos. Además, el Evangelio da testimonio de que, según el propio las diversas categorías de su pueblo: el Nazareno denuncia el legalis-
Jesús, el reino que él anuncia y que ya está presente tenía que desarro- mo opresor de los escribas, la explotación del pueblo por la clase sacer-
llarse hasta llegar a su plenitud. dotal, la arrogante hipocresía de los fariseos. Jesús no es un confor-
mista, sino un subversivo a favor de la fuerza de Dios: rehusa aceptar
las estructuras injustas y estereotipadas de la sociedad en la que vive y
5. Véase J. DUPUIS, Introducción a la cristología, Verbo Divino, Estella 1994, pp. se asocia, preferentemente, con los pecadores y recaudadores de
69-75 (ed. italiana: Introduzione alia cristología, Piemme, Cásale Monferrato impuestos, los samaritanos herejes, los pobres, en suma, con todas las
[Al] 1993). De la abundante bibliografía sobre este tema, se pueden consultar los
siguientes títulos: G.R. BEASLEY-MURRAY, Jesús and the Kingdom of God, partes despreciadas de la sociedad de su tiempo. A estas categorías
Paternóster Press, Exeter 1986; N. PERRIN, The Kingdom in the Teaching of Jesús, Jesús les anuncia que el reino de Dios ha llegado y les invita a entrar
SCM Press, London 1963; ID., Rediscovering the Teaching of Jesús, SCM Press, en él por medio de la conversión y una reordenación de su vida.
London 1967; R. SCHNACKENBURG, Reino y reinado de Dios, Fax, Madrid 1970 Jesús es el «profeta escatológico» en el que el reino de Dios no sólo
(orig. alemán, 19654); J. FÜLLENBACH, The Kingdom ofGod. The Central Message
cf Jesús' Teaching in the Light of the Modern World, Logos Publications, Manila es anunciado sino que viene de improviso. Toda su misión está centra-
1993; ID., The Kingdom of God. The Message of Jesús Today, Orbis Books, da en el reino de Dios, es decir, en Dios mismo, como aquel que está
Maryknoll (N.Y.) 1995; J. SCHLOSSER, Le Régne de Dieu dans les dits de Jésus, 2 estableciendo su dominio sobre la tierra por medio de su mensajero.
-vols., Gabalda, París 1980; N.F. FISHER, The Parables of Jesús. Glimpses ofGod's Puesto que está centrado en el reino de Dios, Jesús está centrado tam-
Keign, Crossroad, New York 1990; W. WILLIS (ed.), The Kingdom of God in
Iwentieth Century Interpretation, Hendrickson, Peabody (Mass.) 1987; C.S. bién en Dios mismo. No hay ninguna distancia entre uno y otro: el
SONG, Jesús and the Reign of God, Fortress Press, Minneapolis (Mn.) 1993; G. «reinocentrismo» y el «teocentrismo» coinciden. El Dios al que Jesús
IAMMARRONE, Gesü di Nazareth. Messia del Regno, Messagero, Padova 1996. llama «Padre» es el centro de su mensaje, de su vida y de su persona:
46 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 47

Jesús no habló primariamente de sí mismo, sino que vino para anun- 2. La entrada de los gentiles en el reino de Dios
ciar a Dios y la venida de su reino y para ponerse a su servicio. ¡En el
centro está Dios, no el mensajero! El primer episodio es el del centurión de Cafarnaún que sale al encuen-
El Jesús histórico gozaba, de todos modos, de una relación especí- tro de Jesús, pidiéndole que cure a su siervo paralizado (Mt 8,5-13).
fica y única de filiación respecto al Dios del reino, al que llamaba Jesús se mostró lleno de admiración por la fe del centurión: «Os ase-
Padre (Abbá) suyo. El era igualmente consciente de su vocación mesiá- guro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande» (Mt
nica que giraba alrededor de la renovación y del cumplimiento de la 8,10). En realidad, el encuentro de una fe tan grande en un «pagano»
religión de la alianza instaurada por Dios con su pueblo. De hecho, en da a Mateo la ocasión para mencionar el anuncio jesuano según el cual
tal renovación y cumplimiento consistía la instauración del reino de muchos, provenientes de oriente y de occidente, serán admitidos en el
Dios en el mundo a través de su vida. Aquél era el horizonte -aquélla reino de los cielos (Mt 8,11-12). La entrada de los «otros» en el reino
la perspectiva- a partir de la cual Jesús pensaba y entendía la situación de los cielos no es puramente escatológica: se realiza ante todo en la
con respecto al Dios de la salvación y del reino, no sólo de los miem- historia, como atestigua la parábola del banquete (Mt 22,1-14; Le
bros del pueblo de la alianza, sino también de los «paganos», de las 14,15-24). De hecho, es ya operante y actual. Con todo, las opiniones
«gentes», de los «extranjeros». Por misteriosa que hubiese sido la de los intérpretes difieren en este último punto. Según el parecer de J.
situación de los «otros» con respecto al Dios de la salvación, para Jeremías, Jesús esperaba la incorporación de los paganos al pueblo de
Jesús, de todos modos, aquel Dios era el Dios de todos los hombres, Dios, o bien al reino de Dios, como un acto escatológico de la poten-
que según la Escritura no establece diferencias entre las personas («el cia de Dios: «La llamada de Israel y la incorporación de los paganos
Dios que no es parcial»: véase Dt 10,17). No podía, por tanto, com- en el reino de Dios son acontecimientos sucesivos dentro de la historia
partir la tendencia hacia un cierto «exclusivismo», que corría el peligro de la salvación [...]». La comunidad judía primitiva «veía la historia de
de quedar impresa en la mente de los miembros de Israel debido a su la salvación del mismo modo que Jesús; esperaba, como también el
identidad de pueblo elegido. Por el contrario, Jesús pensaba que la sal- mismo Jesús, el reino universal de Dios para el final de los tiempos»7.
vación de Dios está destinada igualmente a todos los hombres, y tam- De este parecer discrepa parcialmente L. Legrand, según el cual «hay
bién a todos los pueblos. El universalismo de la salvación está íntima- que tener en cuenta la actualización de la escatología, ya en vías de rea-
mente unido al Dios universal del reino. lización. La reunión escatológica de las naciones se encuentra ya ini-
Impresiona, pues, el hecho de que, según el testimonio del evange- ciada en el ministerio de Jesús. [...] El acceso al reino tiene lugar gra-
lio, la misión histórica de Jesús se dirigió de forma principal, si no cias a la fe y a la conversión (Me 1,15) y no por la simple pertenencia
exclusiva, a Israel. En Mt 15,24 declara explícitamente que ha sido étnica (véase Mt 3,8). Allí donde aparece la fe, el reino está presente»8.
enviado sólo a «las ovejas perdidas de la casa de Israel». Cuando envió C.S. Song afirma con mayor claridad el universalismo del reino de
a los Doce en misión, les ordenó no tomar camino «de gentiles» ni Dios, que obra ya durante la misión histórica de Jesús. A propósito de
entrar «en ciudad de samaritanos», sino dirigirse más bien «a las ove- la parábola del «gran banquete» (Le 14,15-24; Mt 22,1-14), observa
jas perdidas de la casa de Israel» (Mt 10,5-6). Con toda probabilidad que después de los «marginados» de Israel, también las gentes de las
estos datos son sustancialmente auténticos6. Ahora bien, crean un pro- regiones extranjeras, es decir, los gentiles, son llamadas al banquete
blema que deberemos abordar de nuevo un poco más adelante. De por el dueño de la casa, que dice a su siervo: «Sal a los caminos y cer-
todos modos, no faltan en los evangelios ocasiones en las que Jesús cas, y obliga entrar hasta que se llene mi casa» (Le 14,23). «El gran
entra en contacto explícitamente con gente extranjera. Tales episodios banquete incorpora la visión que Jesús tiene del reino de Dios. Se trata
sirven como ocasiones en las que Jesús revela su pensamiento relativo de una visión global. Es una visión inspirada por Dios, el Creador del
al Dios de la salvación y a la universalidad de ésta. Hay que exami- cielo y de la tierra, el Dios que creó a los seres humanos a su imagen»9.
narlos de cerca.

6. L. LEGRAND, // Dio che viene. La missione nella Bibbia, Borla, Roma 1989, pp. 7. JEREMÍAS, Jésus et les pai'ens, op. cit., pp. 63-64.
61-96 (orig. francés: Le Dieu quivient, Desclée de Brouwer, París 1988); véase 8. LEGRAND, II Dio che viene, op. cit., pp. 88-89.
también J. JEREMÍAS, Jésus et tes pai'ens, Delachaux et Niestlé, Neuchátel 1956. 9. SONG, Jesús and the Reign ofGod, op. cit., p. 26.
48 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 49

La participación de todos en el banquete es símbolo de la partici- teras de la fe y de la verdad. [...] La mujer cananea desempeña un papel
pación de todos en la salvación de Dios. Para Jesús, pues, la fe y la con- en la ampliación de la visión, propia de Jesús, de la actividad salvado-
versión que conducen a la salvación no implican un paso a una religión ra de Dios en el mundo»". También la gente que no pertenecía a su
diversa cualquiera, sino que son conversión al Dios de la vida, del amor religión podía tener una verdadera y auténtica fe, la fe que salva. Es
y de la libertad, es decir, al Dios del reino de Dios, de todos los hom- más, su fe podía ser más fuerte y más profunda que la fe con la que
bres. La casa llena de invitados al banquete simboliza la universalidad Jesús estaba familiarizado en su comunidad religiosa. Lo sucedido nos
de la pertenencia al reino de Dios: el banquete se ha convertido en un remite al episodio de la fe del centurión romano, recordado anterior-
banquete para la gente -incluidos los «parias» y los extranjeros-. Es mente, y a la reacción de admiración de Jesús: «Os aseguro que en
una fiesta del pueblo. Es indudable que los invitados «obligados a Israel no he encontrado una fe tan grande» (Mt 8,10; véase Le 7,9).
entrar» representan una variedad de fieles y de religiones. «Tenemos' Ambos episodios tuvieron lugar fuera de la comunidad religiosa de
que aprender del mensaje de Jesús con respecto al reino de Dios si que- Jesús. Así pues, una fe auténtica es posible en todas partes, en este
remos comprender quién es Dios en nuestro mundo. Jesús quiere diri- mundo nuestro que es el mundo de Dios. C.S. Song concluye: «Jesús
gir nuestro pensamiento y nuestro compromiso hacia el Dios del reino atravesó la frontera que separa a los judíos de los gentiles, la frontera
de Dios, no hacia el Dios de nuestra tradición religiosa, y ciertamente que aparta a la comunidad judía de la de los gentiles, la frontera que
no hacia un Dios fabricado por nosotros»10. considera que la verdad salvífica de Dios está encerrada dentro de una
Otro caso de admiración, por parte de Jesús, de la fe de los paga- religión particular y excluye de ella las otras religiones»12. Quien no
nos es el caso de la mujer cananea narrado en Mt 15,21-28. Con oca- pertenece a la comunidad religiosa de Jesús -así como también quien
sión de algunas «excursiones» en la región sirofenicia, Jesús entró en no es miembro de la comunidad cristiana- puede tener de veras la fe
contacto con personas que no pertenecían al pueblo elegido. Una vez en el poder salvífico de Dios. Y hay que maravillarse si es cierto que el
más se asombra por la fe de estos «paganos» y realiza para ellos los Dios de la salvación no es sólo el Dios de los judíos -y de los cristia-
milagros de curación que le piden. Tiro y Sidón son citadas varias ve- nos- sino de todos los pueblos (véase Rm 3,29-30), pues todos ellos
ces en el evangelio. Según Mt 15,21-28, Jesús cura allí a la hija ende- son pueblos de Dios. El reino de Dios, instaurado por Dios en Jesús y
moniada de una mujer cananea, ante cuya fe se maravilla: «Mujer, anunciado por Jesús como presente y operante, a través de su vida, sus
grande es tu fe; que te suceda como deseas» (Mt 15,28). Aquí hay que palabras y sus gestos, y realizado finalmente en su muerte y resurrec-
afirmar con claridad que los milagros realizados por Jesús en favor de ción, representa la realidad universal de salvación presente en el
los «extranjeros» tienen el mismo significado que da a todos los demás mundo. En ella todos los hombres, en todas las circunstancias vitales,
milagros que realiza. Significan que el reino de Dios está ya presente pueden entrar mediante la fe y la conversión.
y actúa (véase Mt 11,4-6; 12,25-28; Le 4,16-22). Así pues, los mila-
gros de curaciones y los exorcismos realizados en favor de los «otros»
son indicaciones de que el reino de Dios está ya presente y actúa tam-
3. La universalidad del reino de Dios
bién en medio de ellos; se extiende a todos los que entran en él por
medio de la fe y la conversión a Dios (véase Me 1,15). En el caso de Entonces ¿qué relación habrá mantenido el Jesús histórico entre el
la mujer cananea, C.S. Song nota que frente al sufrimiento humano
reino de Dios anunciado por él y el movimiento creado por él, desti-
Jesús debió advertir de inmediato que no se podía establecer una dis-
nado a convertirse después de él en la Iglesia «cristiana»? Si el reino
tinción entre judíos y gentiles, ni tampoco entre su ministerio hacia su
de Dios representa de verdad la salvación universal, alcanzable por
pueblo y su misión dirigida a los gentiles. «En efecto, los dos ministe-
rios son dos aspectos de una misma misión. El sufrimiento humano es parte de todos los hombres a través de la fe y la conversión al Dios del
sufrimiento, ya lo padezcan los judíos o los gentiles. [...] La mujer reino, ¿qué función tendrá que desempeñar, según el pensamiento de
extranjera se convierte en la ocasión para que Jesús atraviese las fron-
11. ID., Jesús in the Power of the Spirit, Fortress Press, Minneapolis (Mn) 1994,
pp. 77-78.
10. Ibid., p. 38. 12. Ibid., p. 80.
50 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 51

Jesús, el movimiento «cristiano» con respecto al reino? El hecho de relato final de los Hechos de los Apóstoles, está «dando su testimonio»
que las referencias de Jesús a la Iglesia sean sólo indirectas ha he- en Roma, anuncia a todos «el reino de Dios» y les enseña «las cosas
cho más difícil la respuesta a estas preguntas. Se sabe que el término acerca del Señor Jesús» (Hch 28,30-31; véase 28,23). El reino de Dios
ekklésía se encuentra sólo dos veces dentro de los evangelios, en y el Señor Jesús coinciden. Aunque entonces es ya menos frecuente, la
Mateo. La «predicción de la Iglesia» de Mt 16,18 fue retocada redac- expresión «el reino de Dios» sigue todavía presente de una forma reno-
cionalmente a la luz del acontecimiento pascual; en Mt 18,18 ekklésía vada, la del señorío de Cristo resucitado, que continúa el reino de Dios.
indica una comunidad local de «discípulos», sin poseer necesariamen- Tal señorío no se extiende sólo a la Iglesia, sino al mundo entero. Pero,
te ningún significado técnico. No obstante, sigue presente el hecho de si nos atenemos al Jesús histórico, todavía hay que poner de relieve la
que Jesús eligió a los «Doce» y les confió, en primer lugar, la respon- universalidad del reino de Dios, extendida más allá del pueblo de la
sabilidad de continuar su misión de anuncio del evangelio al servicio alianza y -más allá del movimiento, creado por Jesús, de sus «discípu-
del reino de Dios. A través del acontecimiento de la resurrección de los»- hasta el mundo entero, incluidos los extranjeros, los «paganos»,
Cristo y el don del Espíritu en Pentecostés, los «Doce» se convirtieron, los gentiles.
junto a otros, en los «apóstoles»13. El «movimiento» iniciado por Jesús, En los evangelios no faltan los episodios que atestiguan la univer-
destinado a transformarse en la Iglesia y en el que él había instituido salización del reino de Dios según el pensamiento de Jesús. Recor-
una autoridad competente, no fue, en cualquier caso, identificado por demos algunos de ellos. Según el Evangelio de Juan, al regresar de
él con el reino de Dios que estaba anunciando, sino que, por el contra- Judea -presumiblemente después de haber celebrado la Pascua en
rio, estaba destinado a servir al reino de Dios, a fomentar su creci- Jerusalén-, Jesús atravesó Samaría y llegó a una ciudad llamada Sicar
miento, a testimoniar su presencia en el mundo, a anunciarlo como (Jn 4,l-6)15. El texto de Juan nos lo presenta conversando con una
«buena nueva» para todos los hombres. mujer samaritana. Ya esto debió maravillar a los discípulos, y el Evan-
No se puede, por consiguiente, decir que Jesús identificó el reino gelio no deja de notarlo: «Porque los judíos no se tratan con los sama-
con el «movimiento» que estaba creando y que estaba destinado a con- ritanos» (Jn 4,9), considerados por ellos como extranjeros. Jesús, en
vertirse en la Iglesia14. Más bien se debe admitir que, cuando envió en cambio, se sorprende de la apertura a la fe por parte de la mujer y de
misión a los «Doce», encargándoles el anuncio de la venida del reino su sed de «agua viva» (véase Jn 4,7-15). Jesús tampoco rechaza el
(Mt 10,5-7), estaba poniendo ya por adelantado a la Iglesia al servicio culto samaritano sobre el monte Garizín como contrapuesto al culto de
de éste. La «buena nueva» que anunciaría la Iglesia después de la resu- Jerusalén, sino que anuncia a la mujer: «Llega la hora en que, ni en este
rrección (véase Me 16,15) era la misma proclamada por Jesús durante monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre..., [...la hora] en que los ado-
su vida terrena: la venida del reino (Me 1,15). La Iglesia no está desti- radores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque
nada a anunciarse a sí misma, sino el reino de Dios. así quiere el Padre que sean los que le adoren» (Jn 4,20-23). Todo
Como se verá en la segunda parte de este capítulo, la teología del culto, no sólo extranjero sino también judío, debe ceder el paso a la
Nuevo Testamento continuará situándose en esta perspectiva del Jesús verdadera adoración espiritual. C.S. Song observa que no era necesa-
histórico, a pesar del hecho, bien conocido, de que la expresión «reino rio que Jesús atravesara Samaría para regresar a Galilea. Habría podi-
de Dios» -con tanta frecuencia presente, según los evangelios sinópti- do evitar Samaría, si hubiera decidido pasar a través de Perea. «No
cos, en labios de Jesús- desaparece parcialmente, si bien no completa- sería una necesidad humana, sino una necesidad divina, no una coinci-
mente, en el resto del Nuevo Testamento. Es notable el hecho de que, dencia humana, sino la providencia divina, la que lo llevó a tomar el
después de varios decenios de existencia del cristianismo, años en los camino que conduce a Samaría»16. Jesús se vería empujado por el
que Pablo había fundado bastantes iglesias locales, cuando, según el Espíritu a atravesar la frontera hacia la región de Samaría. El diálogo

13. Véase GUILLET, Entre Jésus et l'Église, op. cit. 15. Es oportuno notar que, si bien es cierto que la Iglesia apostólica evangelizó
14. Sobre la universalidad del reino dé Dios en el pensamiento de Jesús, véase SONG, Samaría (véase Hch 8,5.14-17), el relato del encuentro de Jesús con la Samaritana
Jesús and the Reign ofGod, op. cit., pp. 3-38; ID., Jesús in the Power ofthe Spirit, en Juan parece una «retroproyección» de tal actividad evangelizadora.
op. cit., pp. 196-226. 16. SONG, Jesús in the Power ofthe Spirit, op. cit., p. 103.
52 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 53

que tuvo lugar entre Jesús y la mujer samaritana, como recuerda el desde ahora al reino de Dios, cuya llamada se extiende más allá de las
evangelista Juan, es un «diálogo teológico». «Habiéndolo iniciado, Je- fronteras del pueblo elegido de Israel. La pertenencia étnica al pueblo
sús la conduce paso a paso hacia una comprensión que ve el cumpli- elegido no tiene ninguna importancia. Esta actitud aparece en claro
miento de los esfuerzos religiosos humanos en su abolición». Ni el contraste con la explícita afirmación de Jesús -notada anteriormente-
monte Garizín, el centro del universo religioso de los samaritanos, ni de haber sido enviado exclusivamente «a las ovejas perdidas de la casa
Jerusalén, el ombligo del cosmos espiritual de los judíos, tienen un sig- de Israel» (Mt 15,24).
nificado permanente en la presencia de Dios. Ambos lugares son sím- Otro episodio afirma de un modo aún más provocativo, para quien
bolos, imágenes que superar. De hecho, son sobrepasadas en el mismo lo quiere entender correctamente, la universalidad sin fronteras del
Jesús que es la imagen del Dios que ama y el símbolo del reino de reino de Dios y de la salvación divina operante en el mundo, así como
Dios. Jesús quiere cambiar, transformar y revitalizar la vida con imá- también la acogida a todos los hombres por parte de Dios, pertenezcan
genes y símbolos que descubren y revelan para todos la verdadera o no a un pueblo elegido. Se trata del episodio en el que los discípulos
naturaleza del Dios del reino17. de Jesús querían impedir a uno que «no es de los nuestros» expulsar
No puede pasar desapercibido el hecho de que varias veces en la demonios «en nombre de Jesús» (Mt 9,38-39). Hay que observar el
vida de Jesús se hace referencia explícitamente a personas que perte- hecho de que el episodio se encuentra poco después de otro en el que
necen al pueblo samaritano, las cuales sirven de ejemplos y modelos los discípulos de Jesús no han conseguido sanar a un muchacho «pose-
para una actitud de fe y de caridad fraterna a través de las cuales se ído por un espíritu mudo» (Me 9,14-29; véase Mt 17,14-21; Le 9,37-
entra en el reino de Dios. No es casual que Jesús establezca una con- 43). El fracaso de los discípulos, incapaces de sanar al muchacho pose-
traposición entre la actitud del «buen samaritano», en la parábola que ído por un espíritu, hace que el éxito de un extranjero que expulsa
recibe el nombre del protagonista, y la actitud de un sacerdote y de un demonios «en el nombre de Jesús» resulte más irónico, grave y provo-
levita (Le 10,29-37). «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó cador. El «exorcista extranjero» que expulsa demonios en nombre de
en manos de salteadores que, después de despojarle y darle una paliza, Jesús hace entrever que las fronteras de la pertenencia al reino y de la
se fueron, dejándole medio muerto» (v. 30). Mientras que el sacerdote actividad en orden a la salvación no coinciden con las fronteras de un
y el levita, al verlo, dieron «un rodeo» (vv. 31-32), «un samaritano [...] pueblo privilegiado. No tienen confines. Los discípulos que se escan-
al verlo tuvo compasión [...] y cuidó de él» (vv. 33-35). El evangelio dalizan por el éxito del extranjero «no han comprendido que no se debe
entra en detalles, explicando lo que exigió cuidar del hombre herido. usar el nombre de Jesús para definir los límites de su compañía, para
La conclusión es que, de los tres, el samaritano fue el «prójimo del que imponer confines a su comunidad y para restringir las fronteras de su
cayó en manos de los salteadores» (v. 36). Por ello Jesús se lo propo- actividad»18.
ne a los judíos como ejemplo: «Vete y haz tu lo mismo» (v. 37). ¿No debería tal vez la compañía de Jesús -y también la Iglesia-
Tampoco es casual que cuando, al atravesar Galilea y Samaría en someterse a la autoridad de Dios en la determinación de quiénes son el
su viaje hacia Jerusalén, Jesús entró en una aldea y le salieron al «pueblo de Dios», cómo y dónde Dios está realizando sus obras salví-
encuentro diez leprosos y les curó (Le 17,11-19), el único que, «vién- ficas? Tal poder pertenece personalmente al mismo Jesús, no a sus
dose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, y, postrándose seguidores. El exorcista extranjero, si nos atenemos a la información
rostro en tierra a los pies e Jesús, le daba gracias», fue un samaritano del apóstol Juan, fue capaz de tener la fe en el poder de Dios que les
(vv. 15-16). Entonces Jesús preguntó: «¿No ha habido quien volviera a había faltado a los discípulos (véase Me 9,28-29): «Juan le dijo:
dar gloria a Dios sino este extranjero?», y dijo al samaritano: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y
«Levántate y vete; tu fe te ha salvado» (vv. 18-19). no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con
Así pues, está claro que, para Jesús, la fe salvífica no es accesible nosotros"» (Me 9,38). La razón por la que el exorcista extranjero fue
a los «paganos» y a los «extranjeros» sólo de lejos: actúa realmente en capaz de tal fe es que Dios no es sólo el Dios de los judíos - y de los
medio de ellos. Así mismo, también los extranjeros pueden pertenecer cristianos-, sino de todos los pueblos. El reino de Dios por el que Jesús

17. Ibid., pp. 103-106. 18. Ibid., p. 207; véase también pp. 200-226.
54 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 55

vivió y murió puede ser manifestado igualmente fuera y dentro de su 4. El reino de Dios y las religiones
comunidad. Consciente o inconscientemente, el exorcista extranjero,
mientras estaba expulsando los demonios en nombre de Jesús, estaba Hasta ahora nos hemos limitado a hacer ver que hombres y mujeres
participando en la misión de Jesús relativa al reino de Dios. Los discí- que no pertenecen al pueblo de la alianza pueden, según el pensa-
pulos debieron quedarse aún más asombrados cuando Jesús les expli- miento de Jesús, entrar en el reino de Dios a través de la fe y de la con-
có por qué no debían interrumpir la actividad de Jesús: «No se lo impi- versión al Dios del reino, y ser miembros suyos de pleno derecho: el
dáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y Dios del reino es un «Dios [...] que no es parcial» (Dt 10,17). Como ha
que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra puesto de manifiesto el ministerio de Jesús, el reino de Dios supera
nosotros, está con nosotros» (Me 9,39-40). No importa que uno sea todas las fronteras humanas de cualquier tipo: étnico, nacional, reli-
judío, samaritano, gentil o cualquier persona que no forma parte de la gioso. Pero aún hay que preguntarse qué conclusión se puede sacar por
comunidad de hombres y mujeres que siguen a Jesús. Jesús supera las lo que respecta al valor, según Jesús, de las tradiciones religiosas de los
fronteras de raza, religión y tradición, durante su vida y su ministerio. «extranjeros». Jesús no propuso una teología de las tradiciones reli-
A la luz de su actitud, ¿no deberíamos tal vez también nosotros giosas de los «otros». Se contentó con hacer comprender que su doc-
comprender mejor en qué relación con Jesús y el Dios de la salvación trina más profunda no estaba dirigida exclusivamente a un grupo pri-
se encuentran la gente y las gentes que quedan fuera de las comunida- vilegiado de «discípulos» y amigos, sino abierta a todos, independien-
des en las que su nombre es reivindicado exclusivamente? «El que no temente de la pertenencia a cualquier grupo cultural o religioso.
está contra nosotros, está por nosotros» (Me 9,40; véase Le 9,50b). En Esto es lo que se deduce de un estudio riguroso de las bienaventu-
efecto, la vida entera de Jesús, sus elecciones y sus obras, hacen entre- ranzas de Jesús (Mt 5,3-12; Le 6,20b-23) y del sermón «de la monta-
ver lo que C.S. Song llama la «fuerza centrífuga» de la palabra del ña» - o del llano- al que pertenecen aquéllas (Mt 5,1-7,29; Le 6,17-49).
Maestro. A este respecto escribe: «Cuanto más se arroja a Jesús del Es indudable que las bienaventuranzas contienen el corazón del men-
centro de poder de las autoridades religiosas, más es atraído hacia las saje de Jesús. Pero, mientras que algunos exegetas se inclinan a consi-
mujeres, los hombres y los niños que en su comunidad eran excluidos derarlas como la carta magna para la vida de los discípulos cercanos y
de aquel centro, y también hacia aquellos que se encontraban fuera de del círculo íntimo de seguidores de Jesús, otros -con razón, según
su misma comunidad religiosa. Aquellos que según las autoridades parece- ven la carta magna del reino de Dios en su universalidad y
religiosas estaban fuera del ámbito de la salvación llegaron a ocupar el apertura a cualquiera que esté dispuesto a entrar en él. Además, mien-
lugar central en su ministerio del reino de Dios»19. En el poder del tras que algunos intérpretes piensan que el sermón de la montaña, tal
Espíritu, Jesús inicia el ministerio del reino de Dios de tal modo que como se presenta en los textos, fue predicado por Jesús a una sola
reestructura la comunidad humana, y especialmente la comunidad reli- asamblea, otros con más probabilidad lo ven como una compilación de
giosa, no basándose en barreras religiosas tradicionales, sino basándo- «dichos» proferidos por Jesús en diversos tiempos y en diversos luga-
se en las exigencias y los desafíos del reino de Dios. «Nosotros, los res, unas veces a individuos y otras a diversos grupos. C.S. Song va
cristianos, teólogos e Iglesias, tenemos que abrir nuestros ojos, nues- más allá de esta segunda opinión21. Incluye entre los oyentes del ser-
tros corazones y las puertas de nuestras Iglesias a la actividad salvífi- món de la montaña a «las muchedumbres» a las que se menciona explí-
ca de Dios en el mundo de las naciones y de los pueblos, en la comu- citamente en Mateo (véase Mt 5,1), o bien, aún mejor, a «un gran
nidad de gentes de otras religiones como en la comunidad de los número de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda
cristianos»20. Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón que habían
venido para oírle y ser curados de sus enfermedades» (Le 6,17). Esta
observación tiene consecuencias importantes para el pensamiento de
Jesús con respecto a los destinatarios de su enseñanza, también la más

19. Ibid., p. 222.


20. Ibid., p. 226. 21. Ibid., pp. 214-220.
56 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 57

íntima y profunda. De hecho, resulta que tal enseñanza no está desti- los que quieren la justicia en toda su amplitud, que incluye la justicia
nada exclusivamente a un grupo cerrado de amigos y discípulos, elegi- en favor de los pobres, es decir, aquellos que hacen la «opción prefe-
dos según diversos criterios humanos, sino que se dirige a todos los rencial por los pobres» y luchan contra las estructuras injustas que man-
hombres que quieren escucharla, pues todos están destinados por el tienen el status quo de la injusticia. En tal compromiso en favor de la
Dios del reino a la práctica de los «valores del reino» en sus respecti- justicia por los pobres, Jesús ve una manifestación del reino de Dios en
vas circunstancias de vida. medio de nosotros, independientemente de cualquier pertenencia reli-
Consideremos, pues, las bienaventuranzas, teniendo en cuenta la giosa personal. Y así sucesivamente, para las otras bienaventuranzas.
asamblea sin límites, ya sean religiosos o de cualquier otro tipo, a la De hecho, alguien ha sugerido que hay sólo una bienaventuranza,
que en el pensamiento de Jesús están destinadas. «Bienaventurados a saber, la de la pobreza, la sencillez de intención, la apertura a la
vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios» (Le 6,20). La voluntad de Dios, la disponibilidad personal hacia el Dios del reino y
forma lucana de la «primera bienaventuranza» establece con claridad hacia los otros hombres. Esta bienaventuranza pueden alcanzarla todos
que el reino de Dios está destinado principalmente a los pobres y el los hombres de buena voluntad dispuestos a la fe y a la conversión.
discurso directo («vosotros, los pobres») indica que esta versión es más Además, gracias a todo lo que se ha expuesto anteriormente, debería
cercana a las palabras de Jesús que la versión mateana: «Bienaven- resultar claro que la actitud personal de Jesús frente a la injusticia y a
turados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» la pobreza va más allá del mensaje de los profetas del Antiguo
(Mt 5,3). Por tanto, ¿hay un cambio de perspectiva de una versión a Testamento a este respecto. Éstos, al hablar en favor de los pobres y de
otra? A propósito de la preferencia de Jesús por los pobres, a causa de los oprimidos y en defensa dé sus derechos, indicaban claramente la
su característica aparentemente escandalosa, ¿hay que pensar que se ha intención de Dios en beneficio de ellos: su predilección por los pobres
bajado el nivel de su exigencia después de él hasta reducirse a una y su cólera divina por la injusticia que se les inflige. Con todo, Jesús
«pobreza espiritual» o una «apertura» a Dios, que están al alcance de no sólo manifiesta una «opción preferencial» por los pobres, no está
todos, incluidos los ricos? ¿O bien la fórmula mateana hace pensar en simplemente «a favor de ellos», sino que se identifica personalmente y
una adaptación a un grupo religioso privilegiado, en su totalidad? se asocia preferentemente con ellos: él no está simplemente a favor de
Parece que no es así; por el contrario, se puede pensar que hay conti- los pobres, sino que pertenece a ellos y está con ellos. En esta asocia-
nuidad entre ambas versiones: los verdaderos pobres son también los ción y pertenencia de Jesús a los pobres alcanza su punto culminante
«sencillos», los que están abiertos a Dios y a su reino. Parece claro que el amor preferencial de Dios hacia ellos: la actitud de Jesús no sólo
tanto en Mateo como en Lucas Jesús dirigió su discurso a un grupo indica el pensamiento de Dios a favor de los pobres, sino que personi-
importante de pobres entre sus oyentes, los desheredados que vuelven fica el compromiso de Dios para con ellos y hasta qué punto se impli-
hacia Dios como su único refugio. Es indudable que entre ellos debió ca en sus condiciones de vida.
haber muchos «extranjeros». A través del ministerio de Jesús, el reino anunciado por él e ins-
Como hemos indicado, Jesús dice también en su discurso a los taurado en él por Dios en el mundo alcanza a la humanidad entera. En
oyentes: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, él se hace presente aquí y ahora la «buena nueva» para todos los hom-
porque ellos serán saciados» (Mt 5,6). Según Lucas, Jesús dice: «Bie- bres, sea cual fuere el grupo étnico o la tradición religiosa a la que per-
naventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados» (Le tenezcan. Esta presencia del reino de Dios entre todos los hombres de
6,21). No hay que entender la palabra de Jesús en el texto de Mateo en todas las partes del mundo, y también de todas las religiones, está en
el sentido de que quienes pueden vanagloriarse de ser piadosos y el centro del mensaje de Jesús; es también lo que él ha revelado con
observantes en un grupo religioso privilegiado son «los que tienen más claridad con respecto a las tradiciones religiosas extranjeras. El
hambre y sed de la justicia» y, por tanto, tienen derecho al reino de Dios de Jesús es el Dios de todos los hombres; su reino está destinado
Dios. En ambos casos la bienaventuranza hace referencia a los pobres, a todos.
con una diferencia: en Lucas el texto retoma el pensamiento de la pri-
mera bienaventuranza, según la cual el reino de Dios está destinado
preferentemente a los pobres; en Mateo se añade la bienaventuranza de
58 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 59

II. La Iglesia apostólica y las religiones comprender de modo sapiencial lo que el Nuevo Testamento testimo-
nia de la experiencia de Jesús en su relación con el Padre y en su
El horizonte del pensamiento del Jesús histórico fue, como hemos misión hacia los hombres [...] significa [...] reconocer que todos los
visto anteriormente, el de la universalidad del reino que Dios estaba hombres son llamados a ser partícipes del acontecimiento trascen-
instaurando en el mundo a través de la vida y las obras del propio dente del Señor resucitado»22.
Jesús; fue también el de la apertura de todos los hombres al reino de
Dios por medio de la fe y de la conversión. El horizonte del pensa- La Iglesia apostólica era muy consciente de que vivía de modo pri-
miento de la Iglesia apostólica protocristiana fue su experiencia de la vilegiado como comunidad de fe aquella relación de salvación con
resurrección de Jesús y de la efusión del Espíritu Santo. Según el Dios en Cristo resucitado. De hecho, ella conoció la tentación experi-
kerygma apostólico, al Jesús que había sido crucificado Dios lo resu- mentada en primer lugar por el pueblo de Israel, consciente de que
citó y «constituyó Señor y Cristo» (Hch 2,36). Ésta es la fe fundamen- había sido objeto de una elección especial por parte del Dios de la
tal de la Iglesia. El acontecimiento pascual de la muerte y la resurrec- alianza, a saber, la tentación de una visión exclusivista de la propia
ción de Jesús ofrece a los primeros cristianos una perspectiva nueva situación con respecto a la salvación divina y, consiguientemente, del
para comprender no sólo su situación religiosa, sino también la de la olvido de su vocación universalizadora. Por lo que respecta a la actitud
humanidad entera, incluidos los hombres que pertenecen a otras tradi- de la Iglesia hacia los «paganos», los datos del Nuevo Testamento son
ciones religiosas. El misterio pascual de la muerte y la resurrección de complejos y ambivalentes23. En cambio, por lo que respecta a sus rela-
Jesús representa la salvación operada en él por Dios para la humanidad ciones con el pueblo de Israel, mientras que durante decenios, como
entera. Pero mientras que la muerte de Jesús fue un acontecimiento hemos sugerido antes, la Iglesia naciente permaneció en comunión con
histórico contenido en los límites de la historia, su resurrección, aun- el pueblo judío y continuó compartiendo su tradición, su vida religio-
que tuvo lugar en un tiempo preciso de la historia, trasciende la histo- sa y su culto, llegó un momento en que se produjo una dolorosa sepa-
ria, ya que es un acontecimiento esencialmente trascendente. Jesús, ración entre la religión madre y la religión hija. No nos corresponde a
constituido por Dios como «el Cristo», se ha hecho «trans-histórico». nosotros estudiar aquí las razones que provocaron la ruptura, ya sean
Como tal, él es ya para la Iglesia cristiana la clave de comprensión del de tipo humano y cultural, de tipo religioso, e incluso de fe. Pero hay
misterio de la salvación para todos los hombres. Es también el funda- que reconocer la verdad del alejamiento creciente entre Israel y lo que
mento de la fe apostólica: para ella él es el Mediador entre Dios y los en aquel momento era ya el cristianismo, no sólo el «camino» de Jesús.
hombres en el orden de la salvación (véase 1 Tm 2,5). En Cristo resu- Los Hechos de los Apóstoles recuerdan que en Antioquía por primera
citado Dios ha instaurado un orden nuevo en sus relaciones con la vez los discípulos de Jesús fueron llamados «cristianos» (Hch 11,26).
humanidad, cuyas consecuencias alcanzan a todos los hombres en sus Una corriente de oposición mutua entre ambas comunidades de fe y
diversas situaciones. La comunidad de los discípulos de Jesús que se religión se desarrollará progresivamente, como testimonia un cierto
fue formando sobre el cimiento de la fe pascual vive esta relación de «antijudaísmo», reconocido por los estudiosos, ya presente en el Evan-
salvación con Dios en Jesucristo de manera consciente y explícita; gelio de Juan, y también en el de Mateo.
pero está igualmente convencida del significado salvífico del aconteci- Pero aquélla no es, gracias a Dios, toda la verdad. Lo que nos
miento pascual para la humanidad entera. Tal persuasión determinará importa en esta segunda parte del capítulo consiste en hacer intuir, a
la autocomprensión, por parte de la Iglesia cristiana, de su misión y de través de los textos clave del Nuevo Testamento, que el acontecimien-
su función en el designio divino de salvación universal. A este respec- to pascual de Jesús, lejos de aislar a la Iglesia protocristiana en la segu-
to escribe G. Odasso: ridad de su situación privilegiada, la empuja a descubrir el significado
verdaderamente universal del acontecimiento Jesucristo y, consiguien-
«A la luz del Señor resucitado la comunidad de los bautizados, del temente, su presencia ya efectiva y salvífica en medio de los hombres
mismo modo que reconoce en Jesús el paradigma de su propia exis-
tencia, así también capta en él los valores fundamentales que carac-
terizan toda experiencia auténtica de lo divino. [...] Saber reconocer 22. ODASSO, Bibbia e religioni, op. cit., pp. 315-316.
las dimensiones más auténticas de estos valores, hasta el punto de 23. Véase J. DUPONT, The Salvation ofthe Gentiles, Paulist Press, New York 1979.
EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES
w JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 61
que se encuentran en otras situaciones religiosas. Hay en el Nuevo
Testamento, como veremos más adelante, textos y afirmaciones que dos por la realidad de la nueva alianza y, por tanto, por el poder salví-
pueden ser interpretados de modo «exclusivo», como si la realidad de fico de la resurrección de Cristo»24. Se trata de la Ley escrita en el cora-
la salvación divina en Jesucristo fuese alcanzable sólo por los miem- zón de los gentiles (Rm 2,14-16). Aunque no han recibido la revelación
bros de la comunidad cristiana bautizados en su nombre. Por consi- bíblica, pueden obrar según la Tora. Lo hacen «naturalmente» (physei),
guiente, es preciso hacer ver exactamente de qué modo hay que enten- es decir, espontáneamente. En efecto, demuestran que tienen escrita en
der tales declaraciones: afirmativamente, es decir, no exclusivamente. su corazón la obra de la Ley (véase Rm 2,15). Tal Ley grabada en el
Igualmente es necesario hacer intuir de qué modo los textos del Nuevo corazón está constituida por el amor mismo, el agápé del Nuevo
Testamento ayudan a descubrir los valores religiosos positivos presen- Testamento. Por consiguiente, no hay que entenderla en el sentido de
tes y operantes en la vida religiosa de los «otros» y en las tradiciones la «ley natural», de una sensibilidad instintiva o innata cualquiera. Por
religiosas a las que éstos pertenecen. el contrario, recuerda el conocido texto de Jr 31,31-34, donde se anun-
cia la nueva alianza: «Pondré mi Ley en su interior y sobre sus cora-
Lo que se debe explicar es cómo el poder salvífico del aconteci-
zones la escribiré» (Jr 31,33). Explica a este respecto G. Odasso:
miento pascual de Jesús llega a alcanzar a los miembros de las otras
«También los gentiles, que no tienen la Tora, si actúan según su ins-
tradiciones religiosas. ¿Qué aportación puede dar la teología de la
tancia profunda, en otras palabras, si llevan una vida fundamentalmen-
Iglesia apostólica, tal como fue consignada en el Nuevo Testamento, a
te inspirada en el amor mutuo auténtico, muestran que han sido alcan-
propósito del significado de las otras tradiciones religiosas en orden a zados por la promesa divina deja nueva alianza, que ha tenido su cum-
la salvación de sus miembros? plimiento en Jesús "Mesías y Señor"»25. Son alcanzados por la nueva
alianza, por el misterio de la salvación en Jesucristo y, por tanto, están
1. La Ley escrita en el corazón interiormente animados, de algún modo, por el Espíritu de Dios.
Es notable que el Apóstol de las gentes aplica a los mismos genti-
El realismo de Pablo en la Carta a los Romanos, en el capítulo 1, con les la «circuncisión del corazón» de la que se hablaba en Jr 4,4 a pro-
respecto a la universalidad del pecado, es bien conocido. El Apóstol pósito de los judíos: «Circuncidaos para el Señor, extirpad los prepu-
declara que la ira de Dios recaerá sobre los paganos, porque no han cios de vuestros corazones». La circuncisión del corazón es sinónimo
reconocido su revelación permanente a través del cosmos (Rm 1,18- de la verdadera conversión. Ahora bien, Pablo la aplica a los gentiles
32). No obstante, es necesario observar de inmediato que los judíos que tienen escritas en el corazón las obras de la Ley: «Mas si el incir-
incurren en la misma condena y sobre ellos recaerá el mismo juicio, a cunciso guarda las prescripciones de la ley, ¿no se tendrá su incircun-
pesar de los nuevos dones recibidos por ellos (Rm 2,1-11). De hecho, cisión como circuncisión? Y, así, el que, siendo físicamente incircunci-
Pablo observa desde el principio que todos los hombres están igual- so, cumple la ley, te juzgará a ti, que con la letra y la circuncisión eres
mente sometidos al juicio divino, cualquiera que sea su situación reli- transgresor de la ley, pues no está en el exterior el ser judío, ni es cir-
giosa, y recibirán recompensa o castigo según sus obras: «Tribulación cuncisión la externa, la de la carne. El verdadero judío lo es en el inte-
y angustia sobre toda alma humana que obre el mal; del judío prime- rior, y la verdadera circuncisión, la del corazón, según el Espíritu y no
ramente y también del griego; en cambio, gloria, honor y paz a todo el según la letra. Ese es quien recibe de Dios la gloria y no de los hom-
que obre el bien; al judío primeramente y también al griego; que Dios bres» (Rm 2,26-29). La implicación es clara: para el Apóstol, a los
es imparcial» (Rm 2,9-11). Pablo retoma aquí de modo paradigmático gentiles «que observan la Ley» les alcanza, de modo misterioso, la gra-
el gran principio enunciado ya con particular densidad en el Deute- cia salvífica manifestada en Cristo Jesús; ellos, aunque no lo sepan,
ronomio (véase Dt 10,16-18), al que nos hemos referido varias veces. viven «en el Espíritu», aun cuando de una forma no perfecta, justa-
El pasaje siguiente, empero, debe ser examinado atentamente por- mente porque no ha sido transfigurada por la fe en el Señor resucitado.
que -como observa G. Odasso- comprende afirmaciones que «abren
un horizonte particularmente fecundo para una reflexión teológica
24. ODASSO, Bibbia e religioni, op. cit., p. 317; véase pp. 317-334, a las que se hace
sobre las religiones presentes en la tierra. En particular, el análisis del referencia en varias ocasiones.
texto pone de manifiesto que los gentiles son de algún modo alcanza- 25. Ibid., p. 322.
62 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 63

G. Odasso pone de relieve las consecuencias de las afirmaciones lio de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres" (Nostra aeta-
paulinas en Rm 2,12-16 y 2,25-29, «para la reflexión teológica sobre te 2), parece que también los cristianos pueden encontrar, en el modo
las religiones»26. En primer lugar, teniendo en cuenta lo que afirma en que los pertenecientes a otras religiones profesan y viven su pro-
Pablo sobre la situación concreta de la vida religiosa de los «paganos» pia dimensión religiosa, interpelaciones y experiencias que orientan
y de los gentiles, resulta claro que pueden tener la fe salvífica: habida hacia una comprensión más iluminada y un testimonio mayormente
cuenta de la falta de la fe explícita en Jesucristo, en el que el misterio genuino de su propia fe»28.
de la salvación ha sido realizado por Dios, pueden tener al menos la fe
implícita a través de «una opción fundamental por lo que respecta a lo 2. El Dios desconocido
Absoluto». Pero hay que decir más cosas. No se puede reducir la vida
religiosa de los gentiles a un tipo de «religión natural». Y a este res- La predicación a los gentiles atribuida a Pablo en los Hechos, primero
pecto Odasso cita a B. Stoeckle, donde éste escribe: en Listra (Hch 14,8-18) y después ante el Areópago de Atenas (Hch
17,22-31), atestigua una actitud de apertura del «apóstol de los genti-
«La distinción abstracta y teórica entre conocimiento natural y sobre- les» frente a la «religiosidad» de éstos. En Listra, Pablo percibió que
natural de Dios (en sentido tradicional) no es válida para interpretar el hombre cojo de nacimiento que lo escuchaba «tenía fe para ser cura-
lo que distingue a las religiones extrabíblicas de la religión bíblica. do» y lo curó (Hch 14,8-11). Hablando de la religión de los griegos
La creación ha sido proyectada hacia Cristo. Lleva, por tanto, un suplantada por la fe en Jesucristo, observa: «En las generaciones pasa-
dinamismo radical sobrenatural. De ahí que en los notables valores das [Dios] permitió que todas las naciones siguieran sus propios cami-
humanos de las religiones paganas se esté trasluciendo algo incom- nos; si bien no dejó de dar testimonio de sí mismo, derramando bienes,
parablemente mayor que el influjo de un "primer motor" indiferente enviándoos desde el cielo lluvias y estaciones fructíferas, llenando
frente a la salvación; se está trasluciendo en ellos una genuina gracia
de Cristo, una auténtica comunicación sobrenatural de salvación»27. vuestros corazones de sustento y alegría...» (Hch 14,16-17). Todo esto
corresponde a la revelación de Dios por medio del cosmos de la que se
Odasso observa también que en Pablo, y en general en el Nuevo habla en la Carta a los Romanos (Rm 1,18-32). La manifestación de
Testamento, está presente una tensión entre el «sí a las religiones» y el Dios a través de la «naturaleza» es ya revelación divina.
«no a las religiones». Tal tensión se nota en la misma Carta a los El discurso de Pablo en Atenas (Hch 17,22-31) tiene un carácter
Romanos entre 1,18-31, por un lado, y 2,12-16 y 2,25-29, por otro. más afirmativo. En él Pablo alaba el espíritu religioso de los griegos y
Pero hay que entender dicha tensión teniendo presente la perspectiva les anuncia al «Dios desconocido» a quien adoran sin conocerlo.
fundamental del Nuevo Testamento, que proclama el carácter definiti- Cualesquiera que sean los problemas planteados por este pasaje -a pro-
vamente victorioso de la salvación que Dios ha realizado con la muer- pósito, por ejemplo, de la paternidad paulina o lucana del discurso29-,
te y la resurrección de Cristo (véase Rm 5,12-21). Y Odasso concluye
correctamente sus reflexiones sobre Rm 2 afirmando que la situación 28. ODASSO, Bibbia e religioni, op. cit., pp. 333-334.
descrita por Pablo manifiesta la posibilidad real del diálogo de la 29. Entre la abundante bibliografía cabe mencionar: J. DUPONT, «La rencontre entre
Iglesia con las religiones. Este diálogo se presenta caracterizado por la christianisme et hellénisme dans le discours á l'Aréopage», en (Pontificia
reciprocidad: Comisión Bíblica [ e d j ) Foi et culture á la lumiére de la Bible, Elle Di Ci,
Leumann (Tormo) 1981, PP- 261-286; ID., Études sur les Actes des Apotres, Cerf,
«Si el Espíritu de Cristo está presente en el hombre que busca al París 1967; ID., Nouvelles études sur les Actes des Apotres, Cerf, París 1984; L.
Señor, si las diversas religiones, con sus modos de actuar y de vivir, LEGRAND, «The Missionary Significance of the Areopagus Speech», en (G.
con sus preceptos y sus doctrinas, "no pocas veces reflejan un deste- Gispert-Sauch [ed.]) God's Word among Men, Vidyajyoti Institute of Religious
Studies, Delhi 1974, p p . 59-71; ID., «The Unknown God of Athens. Acts 17 and
the Religión of the Gentiles»: Vidyajyoti 45 (1981), pp. 222-231; ID., «Aratos est-
26. lbid., pp. 329-334. il aussi parmi les prophétes?», en La vie de la parole. De l'Ancien au Nouveau
27. B. STOECKLE, «La humanidad extrabíblica y las religiones del mundo», en (J. Testament. Études d'exégése et d'herméneutique bibliques ofertes á Pierre
Feiner y M. Lohrer [eds.]) Mysterium Salutis. Fundamentos de la dogmática Grelot, Desclée de Brouwer, París 1987, pp. 241-258; ID., Le Dieu qui viera, op.
como historia de la salvación, vol. II, tomo II, Cristiandad, Madrid 1970, pp. cit., pp. 144-153. También ODASSO, Bibbia e religioni, op. cit., pp. 335-355;
J147-1170, aquí: p. 1165 (orig. alemán, 1967). SONG, Jesús in the Power ofthe Spirit, op. cit., pp. 80-94.
64 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 65

parece que seguramente el mensaje es que las religiones de las nacio- Según expone G. Odasso en su obra varias veces citada, el discur-
nes no están privadas de su valor, sino que encuentran en Jesucristo el so en Atenas se presenta como el «paradigma» de la predicación a los
cumplimiento de sus aspiraciones. Constituyen una preparación positi- gentiles y, en particular, al estrato culto de la sociedad. La frase: «Lo
va para la fe cristiana. que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar» (Hch 17,23b),
«Atenienses, veo que vosotros sois, por todos los conceptos, los tiene indudablemente una perspectiva positiva y hay que percibir co-
más respetuosos de la divinidad. Pues al pasar y contemplar vuestros rrectamente su función exacta dentro del discurso. En efecto, repre-
monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba senta la propositio del discurso, es decir, contiene el anuncio del tema
grabada esta inscripción: "Al Dios desconocido". Pues bien, lo que ado- que se va a desarrollar en \&probatio que se extiende del v. 24 al v. 29.
ráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar» (Hch 17,22-23). Después Es, por tanto, la clave de interpretación de todo el discurso. Los genti-
Pablo se refiere al único Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en les adoran en una situación de «no conocimiento». Tal «ignorancia»
él, que «a todos da la vida, el aliento y todas las cosas» y «creó, de un tiene esencialmente una connotación religiosa. Ésta indica la ausencia
solo principio, todo el linaje humano para que habitase sobre toda la faz de aquel «conocimiento» que constituye la experiencia de Dios y que
de la tierra fijando los tiempos determinados y los límites del lugar es propia de quien vive en la experiencia de la resurrección. Odasso es-
cribe: «La Iglesia es la comunión de la resurrección y de la revelación.
donde habían de habitar, con el fin de que buscasen la divinidad, para
Ella comprende que fuera de la luz de la revelación del Resucitado no
ver si a tientas la buscaban y la hallaban» (Hch 17,25-27). Esto nos
se participa en aquella experiencia de la resurrección que, no obstante,
lleva a la doctrina de Rm 1 sobre la autorrevelación de Dios a todos los
actúa ya salvíficamente en el mundo y en la historia por el poder del
pueblos a través del cosmos, mediante la cual podían reconocerlo. Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos»31. El hom-
Pero aquí Pablo da un paso más, porque afirma la cercanía de Dios bre, en la profundidad religiosa de su ser, puede abrirse a un encuentro
a todos los pueblos: «por más que [kaí ge] no se encuentra lejos de con el mundo divino de un modo hasta tal punto auténtico que desa-
cada uno de nosotros» (Hch 17,27). Para probar tal afirmación, Pablo rrolla una intensa experiencia de valores espirituales. Esto, empero, no
cita una expresión sugerida por el poeta griego Epiménides (siglo vi resta nada al hecho de que el cristiano es portador de una luz de reve-
a.C): «En él vivimos, nos movemos y existimos», y después cita a otro lación que sólo la acogida del evangelio de Dios enciende en el cora-
escritor griego, el poeta Arato (siglo m a.C), que había escrito: «Porque zón del hombre.
somos también de su linaje» (Hch 17,28). Aparte de todos los recursos
retóricos y de toda apelación a la buena voluntad (captatio benevolen- Así entendido, el discurso en el Areópago ofrece una aportación de
tiae), esto equivale a reconocer en la tradición griega (platónica y estoi- indudable importancia para la comprensión cristiana de las religiones.
Ante todo el texto permite comprender el valor positivo de la expe-
ca) una auténtica «búsqueda de Dios». El hecho de que el diálogo se
riencia religiosa humana. La «búsqueda» de Dios es ya un don de Dios.
interrumpa cuando Pablo habla de la resurrección de Jesús (Hch 17,32),
Dios se revela para ser buscado. Tal búsqueda no se sitúa en el nivel
no cambia nada; ni significa que la aproximación de Pablo fracase, ya
filosófico, sino que connota una experiencia de fe. Además, la expe-
que Lucas añade: «Algunos se adhirieron a él y creyeron, entre ellos riencia religiosa se vive -como ha notado de manera eminente K.
Dionisio Areopagita, una mujer llamada Damaris y algunos otros con Rahner32- dentro de una religión, de la que puede ser distinguida con-
ellos» (Hch 17,34). Por muy limitado que fuera el éxito de Pablo en ceptualmente, pero no separada en la realidad. El discurso no olvida
Atenas, el discurso del Areópago inaugura una estrategia misionera los límites, ni tampoco las desviaciones parciales posibles de la vida
basada en una aproximación positiva a la religiosidad de los griegos. La religiosa de otros y de las mismas religiones; de hecho, ve las religio-
perspectiva de Hch 17, a propósito de la religión de los gentiles, nos nes como realidades no completas en un nivel aún más profundo, a
presenta un mundo griego que espera al Dios desconocido y está pre-
dispuesto para encontrarlo gracias a sus poetas-teólogos30.
31. ODASSO, Bibbia e religioni, op. cit., p. 347.
32. K. RAHNER, «El cristianismo y las religiones no cristianas», en Escritos de teolo-
gía, Taurus, Madrid 1964, vol. V, pp. 135-156; véase pp. 149-151 (orig. alemán
30. L. LEGRAND, «Jésus et l'Église primitive. Un éclairage biblique»: Spiritus 138 en Schriften zur Theologie, vol. V).
(1981), pp. 64-77; véase especialmente pp. 75-76.
66 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 67

saber, en el nivel de la fe en el Señor resucitado que la Iglesia tiene la Pero a mí me ha mostrado Dios que no hay que llamar profano o impu-
misión de anunciar. La Iglesia -que no puede identificarse nunca con ro a ningún hombre» (Hch 10,28). Pedro superó así la frontera de su
el reino de Dios presente en el mundo- está llamada a dar testimonio judaismo y entró en el territorio de Dios en el que todos los pueblos
de tal presencia del reino a través del anuncio del «evangelio» del son considerados puros, incluidos Cornelio, el centurión romano, y su
Señor resucitado. También está llamada a discernir en el espíritu los familia. Una vez atravesado el límite, Pedro ve las cosas con una pers-
valores evangélicos, las semillas «de verdad y de gracia» (Ad gentes 9) pectiva diferente. Al comienzo de su discurso a la familia de Cornelio,
presentes en el camino religioso de la humanidad y en las tradiciones declara: «Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de
religiosas de los pueblos. personas, sino que en cualquier nación el que le teme y practica la jus-
ticia le es grato» (Hch 10,34-35). Intencionadamente Lucas pone de
manera explícita en boca de Pedro el principio ya enunciado en el
3. Dios no hace acepción de personas
Deuteronomio (Dt 10,17) -citado anteriormente-, que Pablo había
También el ciclo petrino del libro de los Hechos de los Apóstoles refie- usado en la Carta a los Romanos: «Dios es imparcial» (Rm 2,11). Es
re algún episodio en el que Pedro -como sucede en el caso de Pablo- obvio que tal principio sirve para la Iglesia apostólica como guía prin-
tuvo que aprender a superar las fronteras de su tradición religiosa. Es cipal para superar toda barrera, construida por los hombres y sus tradi-
el complejo episodio en el que Pedro es llamado a predicar a la fami- ciones, y entrar así en el territorio de Dios, en su pensamiento por el
lia del centurión Cornelio en Cesárea (Hch 10,1-11,18). Pedro, igual que todos los hombres y los pueblos son iguales, todos igualmente cre-
que Pablo, tuvo que encontrarse con la cultura y la religión de la gente ados por él y destinados al mismo destino. Las diferencias de varios
que lo estaba llamando para escucharlo. Aquel encuentro casual de tipos, ya sean étnicas, culturales o religiosas, pesan menos que el ori-
Pedro con la cultura y la religión de otros tiene varios aspectos. Lucas gen y el destino común de todos en Dios. Lo que cuenta primero es la
observa desde el principio que Cornelio era un «hombre piadoso y justicia de un hombre «temeroso de Dios» (Hch 10,22).
temeroso de Dios, como toda su familia; daba muchas limosnas al pue- Es obvio que este episodio, al igual que los recordados anterior-
blo y continuamente oraba a Dios» (Hch 10,2). Tal actitud religiosa, mente en los que Pablo cumplía la función de protagonista, nos ayuda
loable en un «centurión de la cohorte Itálica», no podía sino suscitar el a valorar el camino que toda la Iglesia apostólica tuvo que recorrer -no
problema del valor de la vida religiosa de los «paganos». Pero a la dis- sin fatiga- para abrirse a una actitud positiva hacia la vida religiosa de
tinción religiosa se añade la de culturas diversas. Pedro tuvo que apren- los gentiles y sus tradiciones religiosas. C.S. Song hace el siguiente
der, en contraste con su religión, que no corresponde a los miembros comentario:
de un grupo étnico y religioso declarar profanas e impuras las costum- «¡Fuera las condiciones religiosas para la salvación establecidas por
bres de los «otros». Lo comprendió gracias a la extraña visión que tuvo la propia religión! ¡Fuera las divisiones del mundo entre lo sagrado y
antes de acudir a la casa del centurión: «Lo que Dios ha purificado no lo profano! ¡Fuera las separaciones de la gente entre puro e impuro!
lo llames tú profano» (Hch 10,15). ¿Quién decide que un alimento es Por lo que a Dios se refiere, hay un solo Dios, que cuida de todos los
puro o profano? ¿Corresponde a la tradición, a la comunidad, o a las pueblos, independientemente de su origen, de quiénes sean o de qué
autoridades religiosas? En modo alguno. Corresponde, por el contra- sean. Por lo que respecta a la salvación, en suma, Dios no prefiere
rio, a Dios, al Dios que creó el cielo y la tierra (véase Gn 1,1). Pedro injustamente una nación a otra. ¿No sería tal vez preciso escribir de
debió comprender lentamente que la visión que recibió del cielo esta- nuevo la teología cristiana, y ciertamente la mayor parte de la misio-
ba relacionada con el centurión romano que lo estaba invitando. Y del nología, desde el principio sobre la base de tal re-orientación feo-
mismo modo, los animales que para él eran impuros y profanos, ¿acaso lógica, experimentada por Pedro?»33.
no estaban relacionados con los gentiles? ¿Cómo podían declarar pro-
fanos a los gentiles, cuando son gentes llamadas puras por Dios? Pedro En los episodios antes recordados -el de la mujer cananea en la
tuvo que reflexionar intensamente durante su viaje. De todos modos, al región de Tiro y Sidón, el del discurso en el Areópago de Atenas y, por
llegar a la casa de su anfitrión, declaró: «Vosotros sabéis que le está
prohibido a un judío juntarse con un extranjero o entrar en su casa. 33. SONG, Jesús in the Power ofthe Spirit, op. cit., p. 98.
68 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 69

último, el del centurión Conidio- los gentiles se convierten en la oca- compuesto por sacerdotes, escribas y ancianos, Lucas pone en boca de
sión para que Pablo, Pedro y hasta el mismo Jesús atraviesen las fron- Pedro las siguientes palabras: «Porque no hay bajo el cielo otro nom-
teras de la verdad y de la salvación para entrar en el territorio de Dios, bre dado a los hombres por el que nosotros podamos salvarnos» (Hch
por quien todos son creados y salvados en Jesucristo. Una vez derrum- 4,12). Tal proclamación de Pedro, interpretada fuera de su contexto, se
badas las barreras, se ven obligados a reconocer que Dios, a través de ha convertido en el textus classicus para aquellos cristianos que afir-
su Espíritu, está presente y actúa en todo el mundo, tanto fuera como man que, si una persona no se convierte a Cristo y se hace miembro de
dentro de la propia comunidad. la Iglesia cristiana, no se puede salvar. ¿Acaso no es cierto que tal pre-
tensión contradice lo que el propio Jesús quiso durante toda su vida y
en el curso de su ministerio? ¿Acaso no reduce el significado que tie-
4. Dios quiere que todos los hombres se salven nen las otras religiones para la gente que vive fuera de la influencia del
cristianismo? El problema consiste en el hecho de que el dicho de
Lo expuesto hasta ahora habrá mostrado que no faltan, ni en el pensa- Pedro en su discurso al sanedrín es interpretado como una verdad
miento del Jesús histórico ni en la teología de la Iglesia apostólica intemporal, sin ninguna relación con su contexto histórico. El hecho,
naciente, datos seguros sobre los cuales construir una valoración posi- sin embargo, es que el texto es malinterpretado si se utiliza como punto
tiva de la vida religiosa de gentiles y paganos, y también una teología de partida para una valoración negativa de las religiones34. También se
abierta de las tradiciones religiosas a las que pertenecen. Con todo, tal usa de modo ilícito si se recurre a él para defender y apoyar una acti-
actitud positiva hacia los «otros» no exige, de ningún modo, que se vidad proselitista por parte del cristianismo. C.S. Song observa a este
redimensione la afirmación central de la fe neotestamentaria y cristia- respecto:
na sobre la unicidad constitutiva de Jesucristo como salvador universal
«El hecho es que en este caso Pedro y los otros apóstoles no están
de la humanidad. Ahora bien, aun cuando no hay que cuestionar tal implicados en actividades ni de diálogo interreligioso ni de proseli-
afirmación de fe, es indispensable interpretarla correctamente, tenien- tismo cristiano. El episodio nos muestra a unos judíos conversando
do en cuenta criterios exegéticos e históricos, en el contexto histórico con otros judíos. Los destinatarios son judíos y, en el capítulo 4, son,
de la Iglesia apostólica, y también en el contexto actual. Esto es lo que de modo muy específico, las autoridades del Templo. Es preciso tener
aún debemos explicar. claramente presente tal contexto inmediato del texto para comprender
La afirmación neotestamentaria de la unicidad del hombre Cristo lo que Pedro quiere decir con lo que está diciendo»35.
como «camino» (Jn 14,6), «único... mediador» (1 Tm 2,5), «único
nombre» (Hch 4,12) en el que los seres humanos pueden encontrar la El contexto es inter-judío o intra-judío. Se trata de saber «con qué
salvación, no se debe entender de tal modo que lleve a una teología poder» los discípulos pretendían haber realizado tal milagro. Tal poder
exclusivista de la salvación. Se trata de una afirmación que no es abso- ciertamente no les pertenecía; pertenece sólo a Dios. Esta observación
luta ni relativa, sino que se debe integrar en el conjunto del mensaje tiene implicaciones importantes para quienes quieren deducir reflexio-
bíblico e interpretar en el contexto. A fin de cuentas, lejos de contra- nes críticas sobre la naturaleza de la fe cristiana y en orden a una recta
decir la pluralidad religiosa, la fe en Jesús requiere adhesión y apertu- valoración cristiana de las otras tradiciones religiosas. Si las palabras
ra respecto a tal pluralidad. atribuidas por Lucas a Pedro en un contexto intra-judío se aplican en
El evangelista Lucas ha mostrado con gran talento narrativo la his- un contexto extra-judío, el resultado es una violación interpretativa del
toria conflictiva dentro de la comunidad religiosa judía, que comenzó
con el ministerio de Jesús y continuó en el ministerio de sus discípulos 34. Hch 4,12 no puede ser aislado, en la teología lucana, de los textos complementa-
después de su muerte y resurrección. El ministerio de Jesús tuvo como rios, especialmente de Hch 17,22-34, donde Pablo muestra una actitud muy posi-
objetivo revitalizar el verdadero espíritu de la religión que Jesús com- tiva en relación con la religiosidad griega. Véase H. FLENDER, St. Luke,
partió con su pueblo e inspirar una nueva visión de la actividad salví- Theologian of Redemptive History, SPCK, London 1967, sobre los textos comple-
mentarios (doublets) que se interpretan recíprocamente en la teología lucana y no
fica de Dios, no sólo en el propio mundo religioso sino también en el se pueden entender por separado.
mundo religioso exterior. En el discurso de Pedro ante el sanedrín, 35. SONG, Jesús in the Power ofthe Spirit, op. cit., p. 244.
70 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 71

texto bíblico. En el contexto de Hch 4 el «debate» es exclusivamente el contexto intra-judío que «en ningún otro hay salvación», que «no
intra-judío. No se trata de ninguna forma de tensión entre judíos y cris- hay otro nombre dado» a nosotros judíos, en el que esté establecido
tianos, sino de una tensión entre el establishment religioso judío y el que podamos salvarnos (Hch 4,12). Pedro, en su testimonio frente al
pueblo. No se puede, por tanto, usar de modo indebido el texto para sanedrín, no inventa una teología cristiana de «ningún otro nombre».
reivindicar a favor del cristianismo el acceso absoluto y exclusivo a la Tal teología se remonta a la Iglesia cristiana después del tiempo de
salvación divina. Dicho de otro modo: Jesús. El propio Jesús se habría distanciado de ella, entendida en sen-
tido absoluto y exclusivo. A él no le habría gustado saber que su nom-
«La confrontación entre las autoridades religiosas y los apóstoles del
sanedrín es una confrontación entre la institución religiosa y el pue- bre se usaba contra gente de otra confesión religiosa, y también le
blo de fuera, entre los que detentan el poder religioso y los sometidos habría disgustado saber que su nombre se invocaba contra los funda-
a su poder, entre los dirigentes y los dirigidos, entre la clase privile- dores y creyentes de otras religiones. En definitiva, tal teología, tantas
giada y la despreciada. Esto cambia totalmente el punto focal de la veces entendida por las Iglesias cristianas en sentido exclusivo y abso-
historia, que pasa de la imagen de Jesús como solo y único salvador luto, no hace justicia al ministerio de Jesús en favor del reino de Dios,
-afirmado por la Iglesia cristiana- a la imagen de Jesús como amigo porque él, en efecto, reconocía el valor positivo, a los ojos de Dios, de
de los pecadores y portador de esperanza y de un futuro para los la experiencia religiosa de los otros y de las tradiciones religiosas en
pobres y los oprimidos -imagen ésta que se revela de manera clara en las que vivían su fe en el Dios del reino y de la vida.
los evangelios canónicos»36. No se debería sacar la conclusión -errónea- de que la Iglesia apos-
tólica no afirmó la unicidad constitutiva de Jesucristo en el orden de la
Y C.S. Song concluye: si esto es cierto, tanto aquellos cristianos salvación. Pero hay que verificar claramente dónde y en qué términos
que usan el texto «ningún otro nombre» para afirmar el papel supremo fue hecha tal afirmación de fe por parte de la Iglesia apostólica, respe-
de la Iglesia cristiana en la salvación de la humanidad, como aquellos tando los diversos contextos y, en cualquier caso, excluyendo toda ten-
que lo rechazan como demasiado restrictivo y exclusivo, están en un dencia exclusivista. La Primera carta a Timoteo es un testimonio claro
error. Ninguno de estos dos grupos ha comprendido el centro focal de de una afirmación madura por parte de la Iglesia apostólica sobre el
la historia. Lo que emerge con fuerza de la narración de Lucas es un papel insustituible de Cristo resucitado en el orden de la salvación en
conflicto, político y religioso al mismo tiempo, intra-judío. El sumo relación con toda la humanidad. El texto recomienda a la comunidad
sacerdote preguntó: «¿Con qué poder o en nombre de quién habéis cristiana la oración litúrgica «por todos los hombres, por los reyes y
hecho eso vosotros?» (Hch 4,7). Debemos tener presente la naturaleza por todos los constituidos en autoridad» (1 Tm 2,1-2). Y prosigue:
política de la confrontación religiosa entre los apóstoles y las autori- «Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro salvador, que quiere que
dades religiosas. Para Pedro y los otros apóstoles hay sólo un nombre todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la ver-
en toda la nación judía, pasada, presente y futura, que pueda hacer los dad. Porque [gár] hay un solo Dios, y también un solo mediador entre
milagros de curación, restablecer el verdadero espíritu de la religión Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí
judía y dar esperanza al pueblo sufriente. Este nombre es: Jesús. En un mismo como rescate por todos» (1 Tm 2,3-6).
primer estadio después de la muerte y la resurrección de Jesús, los Hay que hacer algunas observaciones con respecto al significado
apóstoles hablan y actúan todavía como miembros de la comunidad exacto de la «mediación» atribuida por la fe apostólica a Jesús resuci-
religiosa judía, al igual que había hecho Jesús durante su vida y su tado, como se deduce del texto recién mencionado. En primer lugar, se
ministerio. No son aún «cristianos», en el sentido de que no se sienten observa que, mientras el hombre Cristo Jesús es llamado mediador,
miembros de manera consciente de una Iglesia cristiana, desligada del aquel que es «nuestro salvador» sigue siendo el Dios que está más allá
judaismo. Son seguidores de Jesús que han recibido del Espíritu el de Cristo resucitado, como fuente primaria y última de la salvación de
poder de continuar su ministerio en medio de su pueblo. En definitiva, la humanidad. Jesucristo no sustituye al Padre. Como a través de toda
en la historia lucana, Pedro está diciendo a los dirigentes religiosos en su vida y su ministerio terrestre estuvo totalmente «referido» al Padre,
orientado hacia él, centrado en él, así también su función de mediador,
36. Ibid., p. 245. nuevamente recibida del Padre en su resurrección, lo mantiene en una
72 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 73

relación de total orientación y dependencia con respecto a su Padre. La Jesús las siguientes palabras: «Yo soy el camino, la verdad y la vida.
«voluntad salvífica» universal respecto a la humanidad entera no se Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6). La mediación de Jesucristo
atribuye a Cristo resucitado, sino a Dios. Esa voluntad divina universal como «el camino» hacia el Padre no impide que las otras tradiciones
es el elemento «absoluto» que constituye la salvación del mundo; es religiosas puedan ofrecer a sus seguidores «caminos de salvación» por
también el punto focal para una comprensión correcta de la afirmación medio de los cuales opere, si bien oculta e imperfectamente, el cami-
de fe respecto a la salvación humana. En tal afirmación de universali- no constituido por Jesucristo; ni tampoco que los fundadores y las figu-
dad subyace el principio básico, ya afirmado en el Antiguo Testa- ras salvíficas de las otras tradiciones religiosas puedan servir, de modo
mento, de la no parcialidad de Dios (Dt 10,17), principio puesto de inconsciente e incompleto, como «indicadores» hacia la salvación rea-
relieve por Pedro en su testimonio ante el centurión Cornelio («Dios no lizada en aquel que ha sido personalmente constituido por Dios como
hace acepción de personas»: Hch 10,34) y por Pablo en la Carta a los el único camino hacia sí mismo. La única mediación de Cristo no obs-
Romanos («Dios no es parcial»: Rm 2,11). A ambos apóstoles tal prin- taculiza las «mediaciones parciales» -de las que hablaremos más ade-
cipio les sirvió de fundamento para que reconocieran la presencia ope- lante- presentes y operantes en otras tradiciones y que derivan de
rativa de la salvación divina más allá de las fronteras de su pueblo y de Cristo su significado y su poder salvífico.
su religión. La «mediación» de Cristo resucitado, puesta de relieve en Ésta es también la razón por la que la gran misión universal, con-
la Primera carta a Timoteo, lejos de contradecir tal afirmación, la con- fiada por Cristo resucitado a la Iglesia naciente, no se debe entender en
firma y la presupone. sentido exclusivista, como si quien no hubiera oído el evangelio de
El texto nota a este respecto que la función mediadora de Cristo Jesucristo y no lo hubiera seguido estuviese fuera de la salvación. Los
resucitado está basada en la voluntad universal de salvación por parte textos de los evangelios y el de los Hechos (Mt 28,18-20; Me 16,15-
de Dios. Es, por así decir, su expresión concreta y visible, su sacra- 18; Le 24,47-49; Jn 20,21-23; Hch 1,8) no la entienden en tal sentido.
mento; representa, en efecto, el testimonio dado por el mismo Dios a Es preciso observar que los diferentes textos ponen de relieve aspectos
los hombres de la seriedad de su designio salvífico. Dios quiere efi- diversos de la misión confiada a los discípulos: En Lucas se trata de
cazmente la salvación de todos los hombres. Es lo que revela la rela- «testimoniar / ser testigos» (martyréin: Le 24,48; Hch 1,8); en Juan, de
ción entre la voluntad divina y la mediación de Cristo, como indica el «perdonar los pecados» (Jn 20,23); en el «final de Marcos», de «anun-
uso de la preposición (gár): «Dios quiere que todos los hombres se sal- ciar el evangelio [kéryssein tó euangélion] a toda criatura» (Me 16,15).
ven... porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios Y se añade: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se
y los hombres» (1 Tm 2,5). La unicidad constitutiva de Jesucristo, condenará» (Me 16,16). No se dice que sin el bautismo no hay salva-
mediador universal de salvación, no cancela ninguno de los elementos ción, sino que ésta no es posible sin la fe. En Mateo, si nos atenemos
positivos afirmados en el Nuevo Testamento -ni en el nivel del Jesús a una traducción exacta del texto, se trata de «hacer discípulos
histórico, ni tampoco en el nivel de la Iglesia apostólica- sobre la vida [mathétéuein] en todas las naciones, bautizándolos [a los discípulos, no
religiosa y las tradiciones religiosas de los «otros». De hecho, explica a las naciones]... [y] enseñándoles...» (Mt 28,19-20). Se impone una
que la eficacia de la salvación, hecha ya operativa dentro de ellas, se cierta cautela en la interpretación de estos textos, al menos si se pre-
debe a la presencia universal y eficaz de Cristo resucitado, que se ha tende sacar la conclusión teológica de que todos necesitan concreta-
hecho «trans-histórico» a través del misterio pascual de su muerte y mente el bautismo para la salvación. Aquello sin lo cual no hay salva-
resurrección. Toda interpretación exclusivista de la mediación de ción es la fe; y tal fe hay que entenderla como la fe en el Dios de la
Cristo, según la cual habría que excluir y negar cualquier valor positi- vida y del reino de Dios; la fe explícita en Jesucristo es un don nuevo
vo de otras figuras salvíficas y también de las otras tradiciones religio- concedido por Dios. La primera pertenece al ser de la salvación; la otra
sas del mundo, carecería de fundamento tanto bíblico como teológico. a su bondad. La primera actúa de antemano sobre la otra, hacia la cual
Habría que hacer observaciones similares sobre otros textos del permanece constitutivamente dirigida. Si no fuese así, el evangelio
Nuevo Testamento en los que se afirma la unicidad constitutiva de de Jesucristo no sería -ni podría ser- «buena nueva» para todos los
Jesucristo como mediador universal de salvación. Un caso de este tipo hombres.
lo constituye el pasaje en el que el Evangelio de Juan pone en boca de * * *
74 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES JESÚS, LA IGLESIA APOSTÓLICA Y LAS RELIGIONES 75

A modo de conclusión bastará con hacer algunas observaciones impor- algún conocimiento «natural» de Dios innato en el mismo hombre y a
tantes sobre el modo en que se debe -y no se debe- leer y entender el una «ley natural» instintiva impresa en él- los dones «sobrenaturales»
mensaje bíblico sobre las religiones del mundo en el pensamiento del que les ha otorgado el Dios de la vida, de la verdad y de la gracia. Un
Jesús histórico y de la Iglesia naciente. ejemplo a este respecto es el de la «Ley escrita en los corazones» de
Una primera observación consiste en que debemos abstenernos de los «paganos» y los gentiles según la carta de Pablo a los Romanos. Tal
una lectura directa y exclusivamente «cristiana» de los evangelios, reduccionismo sigue con frecuencia teniendo consecuencias muy
como si todo lo que en ellos dice y hace Jesús se refiriese exclusiva- negativas sobre la valoración que se está haciendo de las otras tradi-
mente a los «cristianos». Tal lectura pecaría gravemente por falta de ciones religiosas y de su significado en el plan divino para la humani-
perspectiva histórica y caería en una especie de anacronismo histórico. dad. En una formulación tomada de G. Odasso, tal actitud llena de pre-
Un caso claro de semejante lectura exclusivamente cristiana -al que se juicios impide el reconocimiento, por parte de la teología y de los teó-
ha hecho referencia antes- es el del «sermón de la montaña» y, en par- logos, de la verdadera naturaleza de las tradiciones religiosas del mun-
ticular, las bienaventuranzas. Estas no hay que entenderlas exclusiva- do como «dones de Dios» a todos los pueblos de la tierra. A este res-
mente como la carta magna de la vida cristiana (que no se referiría a pecto escribe, a modo de conclusión de su investigación sobre las
los «otros»), sino más bien como la carta magna del reino de Dios, «Perspectivas bíblicas para la teología de las religiones»:
abierto a todos independientemente de la confesión religiosa, y del que
«Que las religiones son diferentes expresiones del designio de Dios
todos pueden llegar a ser miembros de pleno derecho a través de la fe es un dato ya adquirido, justamente porque, como se deduce de las
y la conversión a Dios. perspectivas abiertas por los textos del Antiguo y del Nuevo Testa-
Una segunda observación, no menos importante, tiene que ver con mento, son sobre la tierra un don de Dios a todas las gentes y, por
la necesidad de abstenerse de toda lectura que tienda hacia el exclusi- tanto, signo de la presencia salvíficamente operante de la Sabiduría.
vismo, donde las declaraciones bíblicas se hacen afirmativamente y no De ello se sigue que las religiones, como expresiones del designio
exclusivamente. Decir que la Iglesia cristiana fundada sobre Jesús divino, se encuentran necesariamente en relación con la resurrección
tiene una función insustituible respecto al reino de Dios y la salvación de Cristo, precisamente porque ésta representa el cumplimiento defi-
en Cristo no equivale a decir que ella posee el monopolio de la salva- nitivo del designio salvífico de Dios»37.
ción y de la gracia. Decir que Jesucristo es el único mediador entre
Dios y los hombres no lleva, como consecuencia necesaria, a añadir
que no hay valores salvíficos y semillas «de verdad y de gracia» (Ad
gentes 9) fuera de él, e incluso eventualmente «mediaciones parcia-
les», relacionadas con su mediación. La teología cristiana ha pecado a
menudo por interpretar en sentido exclusivista declaraciones bíblicas
hechas afirmativa, no exclusivamente. El papel insustituible de la
Iglesia en relación con la salvación se convirtió en las manos de los
teólogos, y hasta en la doctrina oficial de la Iglesia, en la exclusión de
toda posibilidad de salvación fuera de ella: Extra Ecclesiam nulla
salus. Tal inflación de la verdadera importancia de afirmaciones de fe
ha producido daños enormes en las relaciones del cristianismo con las
otras tradiciones religiosas, y también en el mismo mensaje cristiano.
Una tercera observación se refiere más directamente al modo de
interpretar los datos bíblicos sobre la vida y la experiencia religiosa de
los «otros» y sobre el valor de sus tradiciones religiosas. Hay una ten-
dencia, todavía presente en el debate teológico sobre las religiones, a
reducir a priori a la condición de dones de la «naturaleza» -es decir, a 37. ODASSO, Bibbia e religioni, op. cit., p. 372 (la cursiva es nuestra).
EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 77

en sus relaciones con el cristianismo. En el capítulo siguiente se recor-


dará que, en el debate teológico sobre las religiones, es ya clásica una
distinción entre tres paradigmas principales: el exclusivismo (o ecle-
siocentrismo), el inclusivismo (o cristocentrismo) y el llamado «plura-
lismo» (o teocentrismo). Por lo que respecta a la teología católica pre-
conciliar de las religiones tomada en consideración en este capítulo, se
2 puede decir tranquilamente que encaja casi por completo en la catego-
En la encrucijada del concilio Vaticano n ría del inclusivismo. Esto no quiere decir que no hubiera teólogos cató-
licos que se adhirieron al paradigma del exclusivismo, más o menos ins-
pirado en la «teología dialéctica» de K. Barth, para quien las otras reli-
Como hemos anunciado en la introducción del libro, damos aquí un giones no son más que intentos humanos idolátricos de autojustifica-
salto enorme del siglo i al siglo xx. Hemos expuesto de forma sintéti- ción, pues sólo la fe en Jesucristo puede salvar. Pero tales teólogos son
ca, con sus altibajos, el desarrollo de las actitudes concretas y de las las raras excepciones que confirman la regla. En cambio, el exclusivis-
valoraciones teológicas que han caracterizado la parte más amplia de mo aparece bastante extendido entre grupos protestantes «evangélicos».
la historia de la Iglesia con respecto a las otras tradiciones religiosas. La gran mayoría de los teólogos católicos durante aquel periodo
Queremos ahora aproximarnos más al tiempo presente. El Vaticano n reconocieron una relación positiva entre las otras religiones y el cris-
fue, como todos sabemos, el acontecimiento doctrinal más importante tianismo. Se preguntaban, como había sugerido la tradición antigua, si
del siglo pasado en la vida de la Iglesia católica. Con todo, el concilio estas religiones podían ser consideradas, todavía actualmente, una
no cayó del cielo sin preparación y sin un esfuerzo notable por parte de «preparación para el evangelio» (praeparatio evangélica) -según la
los teólogos. En este capítulo se trata de situar tal acontecimiento pro- expresión de Eusebio-. Y, si lo eran, ¿en qué sentido? Lejos de ser un
videncial para el futuro de la Iglesia en su contexto histórico. ¿Hasta obstáculo para la fe, ¿podían las religiones ser vistas como realidades
qué punto fue preparado el concilio por los movimientos de renovación capaces de abrir a las personas a la revelación de Dios en Jesucristo?
-exegético, patrístico, teológico, litúrgico- especialmente por lo que ¿Incorporaban dentro de ellas la expresión del deseo innato de la per-
respecta a las otras religiones? ¿Qué teología de las religiones propo- sona humana de unirse a Dios, y constituían -por así decir- una «ada-
nían los teólogos católicos durante los decenios que precedieron al raja» hacia la revelación cristiana (anima naturaliter christiana, según
acontecimiento conciliar? ¿Cuál es el alcance exacto de las afirmacio- la expresión de Tertuliano)? En pocas palabras, ¿tenían con el cristia-
nes hechas por el concilio sobre el significado de las tradiciones reli- nismo la misma relación que la naturaleza tiene con lo sobrenatural,
giosas? ¿Cómo interpretarlo y valorarlo de forma objetivamente co- que no destruye la naturaleza sino que la perfecciona (gratia non des-
rrecta? ¿Cuál fue el eco de la enseñanza del concilio en la doctrina ofi- truit sed perficit naturam)! ¿La misma relación de la «potencia» con
cial de la Iglesia después del acontecimiento conciliar? Transcurridos el «acto», de la aspiración con el cumplimiento, de la sombra con la
casi cuarenta años desde la conclusión del concilio, ¿qué acogida ha realidad?
tenido aquella doctrina en la vida concreta de la Iglesia y en la teolo- Otros se preguntaban si las religiones no ofrecían alguna aporta-
gía de las religiones que se está elaborando en los últimos años? Estas ción -pero ¿cuál?- al misterio de la salvación en Jesucristo de sus
y otras cuestiones similares deben ser examinadas detalladamente miembros. Los que se habían salvado en Jesucristo ¿se habían salvado
antes de abordar el estado actual de la investigación teológica a este dentro o fuera de sus religiones, a pesar de ellas o, de alguna forma
respecto, en el capítulo siguiente. misteriosa, en virtud de ellas? ¿Qué papel positivo desempeñaban
Hemos afirmado, si bien rápidamente, que durante siglos la pers- entonces -si lo desempeñaban- las otras religiones dentro del misterio
pectiva teológica en relación con las religiones fue la de la posibilidad de la salvación en Jesucristo de sus seguidores? En definitiva, ¿se
de la salvación individual de las personas que no han oído ni recibido podía decir que eran «medios» o «caminos» de salvación? Y, si la res-
el mensaje cristiano. Durante el periodo que examinamos aquí se am- puesta era afirmativa, ¿en qué sentido? ¿Había, pues, una «salvación
plía la perspectiva para incluir las religiones consideradas en sí mismas sin el evangelio»?
78 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 79

Se trataba de cuestiones importantes, que empezaron a atraer la pecto al cual representan, cada una a su manera, un ordenamiento o
atención de los teólogos desde el periodo preconciliar, y que continua- preparación providencial. Por tanto, ninguna religión es puramente
rían centrando su interés también después, hasta que en años más natural. En toda religión se encuentra, históricamente, una interven-
recientes se les abrió una perspectiva aún más amplia, la que hemos ción divina en la historia de las naciones, y se reconoce una presencia
llamado «perspectiva del pluralismo religioso». Mas las soluciones existencial del misterio de la salvación en Jesucristo. Por consiguiente,
relativas a la posibilidad de una relación positiva entre las otras reli- todas las religiones son, por más de un motivo, sobrenaturales.
giones y el cristianismo, y al posible papel desempeñado por ellas en Como indican las «etiquetas» asignadas a las dos posiciones repre-
el misterio de la salvación de sus adeptos, fueron variadas. sentativas de la teología católica preconciliar, el debate se ha despla-
A costa de alguna simplificación, las diversas posiciones pueden zado de la cuestión predominantemente eclesiológica de la salvación
ser agrupadas en dos categorías que representan en realidad dos pers- dentro o fuera de la Iglesia a la de la salvación consciente o incons-
pectivas discrepantes. ciente en Jesucristo en la situación concreta de las personas en su pro-
Por una parte, estaban aquellos para los cuales las diversas religio- pia tradición religiosa, es decir, desde un punto de vista primariamen-
nes de la humanidad representaban el deseo innato del ser humano de te eclesiocéntrico a una perspectiva más destacadamente cristocéntri-
unirse a lo Divino, deseo del que existen varias expresiones en las ca. La pregunta inmediata ya no es qué sucede fuera «del arca» de la
diversas culturas y áreas geográficas del mundo. Según esta perspecti- salvación que es la Iglesia, sino cómo Jesucristo y su misterio llegan a
va, Jesucristo y el cristianismo denotan, en cambio, la respuesta perso- los que no lo conocen.
nal de Dios a esta aspiración humana universal. Mientras que todas las Él presente capítulo se divide en tres partes principales. La prime-
demás religiones no son más que expresiones variadas del homo natu- ra examina la presencia en la teología preconciliar de las dos teorías
raliter religiosus y, por tanto, de la «religión natural», el cristianismo, mencionadas: la del «cumplimiento» y la de la «presencia inclusiva de
como respuesta divina a la búsqueda humana de Dios, constituye la Cristo». La segunda parte analiza la doctrina conciliar sobre el valor de
«religión sobrenatural». A esta primera posición se le ha dado con fre- las tradiciones religiosas. La tercera parte sigue la evolución de la doc-
cuencia el nombre de «teoría del cumplimiento». Según esta teoría, la trina conciliar en el magisterio postconciliar para verificar su «recep-
salvación en Jesucristo llega a los miembros de las otras religiones ción» y los eventuales desarrollos posteriores.
como una respuesta divina á las aspiraciones religiosas humanas
expresadas por cada persona a través de su propia tradición; de por sí,
sin embargo, tales tradiciones religiosas no desempeñan ningún papel I. La teología sobre las religiones anterior al Vaticano II
en este misterio de salvación.
Según la otra posición, las diversas religiones de la humanidad 1. La teoría del cumplimiento:
representan, por el contrario, en sí mismas intervenciones específicas el binomio J. Daniélou - H. de Lubac
de Dios en la historia de la salvación. Pero estas intervenciones divinas
Jean Daniélou puede ser considerado el primer representante occiden-
en la historia están ordenadas al acontecimiento salvífico decisivo en
tal de la «teoría del cumplimiento». Desde principios de los años cua-
Jesucristo. Dadas sus potencialidades, han desempeñado un papel
renta hasta los años setenta del siglo xx escribió abundantemente sobre
positivo antes del acontecimiento Cristo, como praeparatio evangéli-
este tema1. La perspectiva desde la que observa las tradiciones religio-
ca; es más, conservan todavía hoy un valor positivo en el orden de la
sas del mundo es, inequívocamente, la del designio de Dios para la sal-
salvación en virtud de la activa presencia dentro de ellas, y de algún
modo, por medio de ellas, del misterio salvífico de Jesucristo.
Podemos llamar a esta teoría, a falta de expresiones mejores, «teoría de 1. Véase principalmente J. DANIÉLOU, II trastero della salvezza delle nazioni,
la presencia de Cristo en las religiones» o de la «presencia inclusiva de Morcelliana, Brescia 1954 (orig. francés, 1946); ID., Les saints «paiens» de
VAnden Testament, Seuil, París 1956; ID., // mistero dell'avvento, Morcelliana,
Cristo». Ciertamente el misterio salvífico es único. Pero todas las Brescia 1958; ID., El misterio de la historia, Dinor, San Sebastián 1963 (orig.
demás tradiciones religiosas son puestas en relación, en virtud del francés, 1953); ID., Miti pagani, mistero cristiano, Arkeios, Roma 1995; ID., La
designio salvífico divino del que forman parte, con tal misterio, res- fede cristiana e l 'uomo di oggi, Rusconi, Milano 1970.
80 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 81

vación de la humanidad en Jesucristo, tal como es entendido por la fe ciencia personal. Cuando las personas reconocieron a Dios como
cristiana. En este contexto, Daniélou se pregunta qué puede tener que Creador, adquirieron un conocimiento válido y natural de él; en cam-
decir el cristianismo con respecto a las religiones con las que se ha bio, cuando no reconocieron a su Creador, sus mentes quedaron ente-
encontrado en el pasado y con las que se encuentra cada vez con más nebrecidas y se hicieron sin-Dios. En el primer caso, conocieron a
frecuencia en los tiempos modernos. Un hilo conductor de su pensa- Dios, aunque su conocimiento quedó limitado al orden de la naturale-
miento es una teología de la historia como manifestación progresiva de za; en el caso contrario, «cambiaron la gloria del Dios incorruptible
Dios a la humanidad. Pero la historia de la salvación en sentido propio por la imagen y la figura del hombre corruptible...» (Rm 1,23).
se limita, según Daniélou, a la tradición judeo-cristiana, que comienza Las religiones del mundo, tal como las conocemos históricamente,
con la revelación personal de Dios a Israel a través de Abrahán y son una mezcla de verdad y falsedad, de luz y tinieblas, de conducta
Moisés, recorre toda la historia del pueblo elegido y culmina en Jesu- recta y modos malvados. Pertenecen al orden de la «religión cósmica»,
cristo, cuyo mensaje de salvación ha sido confiado a la Iglesia. Todo lo representan el elemento correspondiente a la «alianza cósmica». Esta
que precede a la manifestación personal de Dios en la historia, aunque alianza, si bien es parte del designio de Dios para la humanidad y el
se halla ya inscrito en el único designio de Dios para la humanidad, mundo, sirve sólo como substrato para la revelación personal de Dios
puede ser definido en el mejor de los casos como «pre-historia» de la en la historia. Representa la «pre-historia» de la salvación. Entre la
salvación. El término «pre-historia» es aplicable también a cualquier alianza cósmica y la histórica subsiste una cierta continuidad, ya que la
experiencia religiosa que pueda encontrarse hoy, fuera de la tradición primera cumple la función de necesario fundamento de la segunda; pero
judeo-cristiana, en las religiones del mundo. Así pues, ¿cuál es el exac- la intervención gratuita de Dios en la historia inaugura un nuevo orden,
to significado y valor de las religiones del mundo? ¿En qué sentido que determina una discontinuidad aún mayor que la continuidad.
representan una «preparación para el evangelio»? Sin duda, algunos de los que vivieron bajo el régimen de la alian-
Daniélou traza una clara distinción entre la naturaleza y lo sobre- za cósmica «agradaron a Dios»; lo prueban los «santos paganos»
natural o, de forma equivalente, entre religión y revelación. Las reli- recordados por el Antiguo Testamento2 y cuya fe es ensalzada por la
giones «no cristianas» pertenecen al orden de la razón natural, la reve- Carta a los Hebreos (Hb 11). La Biblia no dice cuántos fueron, pero el
lación judeo-cristiana al de la fe sobrenatural. Se trata de órdenes dife- Antiguo Testamento y Pablo en la Carta a los Romanos describen con
rentes. La alianza «cósmica» es equivalente a la manifestación de Dios elocuencia las pérfidas costumbres en que cayeron las naciones. De
a través de la naturaleza, aunque, en el orden concreto (sobrenatural) todos modos, si hay que encontrar en las religiones del mundo una
de la realidad, está ya ordenada a su manifestación personal en la his- «preparación para el evangelio», ésta tiene lugar en la mejor de las
toria. La alianza cósmica manifiesta la presencia constante de Dios en hipótesis bajo forma de «substrato», dentro de la naturaleza, del com-
la creación y es simbolizada, en el episodio de Noé en el Génesis, por promiso personal de Dios a favor de la humanidad en la historia de
el arco iris, signo de la «alianza perpetua entre Dios y todo ser vivo, Israel y finalmente en el acontecimiento Jesucristo, cima de la historia
toda la vida que existe sobre la tierra» (Gn 9,8-17; véase v. 16). de la salvación.
Es esta fidelidad de Dios en el curso de la naturaleza la que Pablo En cualquier caso, las religiones «cósmicas» -término bajo el que
tiene presente cuando escribe, en la Carta a los Romanos, que a través se incluyen todas las religiones del mundo, excepto las tres religiones
de la naturaleza Dios se había manifestado a todos los seres humanos, «monoteístas»: judaismo, cristianismo e islam- no son más que elabo-
como Creador de todas las cosas (Rm 1,19-20). Pablo añade, como una raciones humanas de un conocimiento de Dios obtenido a través del
afirmación general, que los seres humanos eran culpables por no haber orden de la naturaleza. Como tales, fueron incapaces en el pasado, y
reconocido a Dios en las cosas que había creado (Rm 1,20-21). siguen siéndolo hoy, de conducir a la fe salvífica, que puede provenir
Cayeron víctimas del politeísmo y la idolatría. Daniélou ve aquí la des- sólo de la intervención misericordiosa de Dios en la vida de las perso-
cripción de la situación de todos los que se encuentran dentro de las nas. En sí mismas, carecen de poder salvífico; representan, en el mejor
religiones no cristianas. El conocimiento de Dios al que tienen acceso de los casos, diversas expresiones, dentro de culturas diferentes, de la
es el correspondiente al orden de la naturaleza, bien llegue a ellos a tra-
vés del mundo creado, bien los alcance a través de la voz de la con- 2. Véase DANIÉLOU, Les saints «pdiens» de l'Ancien Testament, op. cit.
82 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 83

aspiración de la persona humana hacia un Ser Absoluto. En realidad, nismo, estudios en los cuales puso de manifiesto, con simpatía pero
en el ámbito de la historia de la salvación se han vuelto «doblemente también con gran lucidez y evitando toda complacencia, dos concep-
anacrónicas», porque han sido superadas, primero por el judaismo y ciones aparentemente irreconciliables del recorrido de la persona
después, de forma aún más definitiva, por el acontecimiento Cristo y el humana hacia la liberación dentro de dos cosmovisiones diferentes5. Al
cristianismo. Son «reliquias anticuadas» de un periodo histórico pasa- comienzo de su carrera, De Lubac había publicado trabajos sobre el
do. «Su pecado es un pecado de persistencia»3. En una palabra, son misterio de lo sobrenatural -primero un estudio histórico de la tradi-
«religión natural», en cuanto opuesta al cristianismo, la única «religión ción y después una monografía sistemática6- y estos estudios lo habí-
sobrenatural» que conserva todavía hoy (a diferencia del judaismo) su an preparado para cotejar el cristianismo con las otras religiones y para
validez salvífica. El cristianismo es el medio universal de la salvación; poner de relieve la singularidad y la unicidad del primero en relación
y es también el camino normativo. Si la salvación es posible para los con las otras, tanto en el nivel doctrinal como en el de la mística.
«no cristianos» fuera de la Iglesia, esto representa siempre y de todas Desde su estudio clásico sobre el Catolicismo, De Lubac había
formas una «situación límite», de la que no se puede deducir ninguna escrito sobre la «absoluta novedad» representada por el cristianismo en
consecuencia acerca de un papel positivo de las religiones no cristia- la historia religiosa de la humanidad:
nas en el orden de la salvación.
«El cristianismo aporta al mundo algo absolutamente nuevo. Su con-
Alguna cita del mismo Daniélou puede ser útil para resumir toda cepción de la salvación no es sólo original en relación con la de las
esta cuestión. A propósito del carácter único del cristianismo, escribe: religiones que rodearon su nacimiento: está constituida por un hecho
«El cristianismo no es un esfuerzo del hombre hacia Dios. Es un único en la historia religiosa de la humanidad. [...] En esta sinfonía
poder divino que realiza en el hombre lo que se halla muy por enci- [concert] universal [de las religiones], sólo el cristianismo afirma,
ma del hombre: el esfuerzo del hombre será tan sólo una respuesta a simultánea e indisolublemente, un destino trascendente para el hom-
ese poder, y es éste un segundo rasgo de su trascendencia». bre y un destino común para la humanidad. Toda la historia del
mundo es la preparación de este destino. Desde la primera creación
«Es aquí donde palpamos la diferencia esencial: lo que constituye el hasta la consumación final [...] se realiza un único proyecto divino»7.
contenido propio del cristianismo, lo que de hecho establece su tras-
cendencia, es Jesucristo, Hijo de Dios, que nos trae la salvación. Las Como sucedía ya en Daniélou, también en De Lubac la relación
religiones naturales -y esto tiene pleno valor en ellas- nos atestiguan entre las religiones del mundo y el cristianismo representa la estructu-
el movimiento del hombre hacia Dios; el cristianismo es el movi- ra que distingue -sin separarlas- la naturaleza de lo sobrenatural. Lo
miento de Dios hacia el hombre, al que viene a hacer suyo en sobrenatural, aun siendo absolutamente gratuito por parte de Dios,
Jesucristo para conducirlo hacia Sí»4.
satisface el deseo natural de la persona humana de unirse a lo Divino.
La teoría del cumplimiento propuesta por Daniélou ejerció una Ambas realidades se unieron íntimamente en Jesucristo. En él y por él,
profunda influencia. Como veremos más adelante, la tendance lo sobrenatural no sustituye a la naturaleza, sino que la informa y la
Daniélou [o «tendencia Daniélou»] ha influido profundamente en el transforma. Lo mismo vale para la relación entre las religiones del
magisterio de la Iglesia, y se encuentra aún en algunos documentos mundo y el cristianismo. Tampoco en este caso hay competencia entre
posteriores al Vaticano n. éste y aquéllas. Como encarnación de la gracia de Dios en Jesucristo,
el cristianismo es la religión sobrenatural. De ello no se sigue que las
otras religiones estén privadas de toda verdad y bondad, pues la gracia
Henri de Lubac llegó a la teología de las religiones a través de los estu-
dios comparativos entre algunos «aspectos del budismo» y el cristia-
5. H. DE LUBAC, Aspects du Bouddhisme, 2 vols., Seuil, París 1951-1955; ID., La ren-
contre du Bouddhisme et de l'Occident, Aubier, París 1952.
3. Véase D. VELIATH, Theological Approaches and Understanding of Religions. 6. ID., Surnaturel. Études historiques, Aubier, París 1946; ID., El misterio de lo
Jean Daniélou and Raimundo Panikkar. A Study in Contrast, Kristu Jyoti College, sobrenatural, Estela, Barcelona, 1970; Encuentro, Madrid 1991 (orig. francés,
Bangalore 1988, p. 76. 1965).
4. DANIÉLOU, El misterio de la historia, op. cit., pp. 151-152, 155-156. 7. ID., Catholicisme. Les aspects sociaux du dogme, Cerf, París 1952, pp. 107-110.
84 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 85

«no destruye la naturaleza». No obstante, como la naturaleza humana «Si existen objetivamente varios caminos de salvación, paralelos de
es al mismo tiempo creada y pecaminosa, las religiones del mundo algún modo, nos encontramos con una dispersión, no ya con una con-
contienen al mismo tiempo «semillas de la Palabra» y elementos espu- vergencia espiritual, y carecería de unidad lo que indebidamente se
rios, huellas de Dios y rastros de pecado. Sin entrar en conflicto con llamaría entonces "plan de Dios". Por tanto, tiene que haber un eje.
ellas, el cristianismo desvela sus valores positivos; al asumirlas, las [...] Si, conforme a los designios de Dios, nos preocupamos de la sal-
purifica y las transforma8. vación del género humano, si creemos que su historia es algo real y
La relación entre el cristianismo y las religiones del mundo y, en aspiramos a la unidad, entonces no podemos librarnos de esta bús-
particular, la forma en que la salvación en Jesucristo llega a los «no queda de un eje y de una fuerza que sanee y unifique todas las cosas,
y que es el Espíritu del Señor que vive en su Iglesia»".
cristianos», están expuestas en un breve capítulo del libro titulado
Paradoja y misterio de la Iglesia9. Según la teoría del cumplimiento,
Como respuesta a De Lubac, podemos observar que, si la unidad
que De Lubac hace suya, el misterio de Cristo llega a los miembros de
del designio divino requiere en efecto un único polo, éste no es princi-
las otras tradiciones religiosas bajo la forma de una respuesta divina a
palmente -según el mismo Teilhard de Chardin- el cristianismo como
la aspiración humana a la unión con lo Divino, pero las tradiciones reli-
tal o la Iglesia, sino Jesucristo. La concepción teilhardiana es inequí-
giosas en sí mismas no desempeñan ningún papel en este misterio de
vocamente cristocéntrica: la Iglesia es la porción del mundo «reflexi-
salvación. De Lubac explica que atribuirles un valor salvífico positivo
vamente cristificada»12, mientras que el cumplimiento escatológico del
equivaldría a enfrentarlas con el cristianismo, ensombreciendo la uni-
reino de Dios consistirá en la universal cristificación de todas las
cidad de éste. Observa, citando a Pierre Teilhard de Chardin, que el
cosas13. Una única cita bastará para demostrar que el punto final de la
designio divino debe ser un designio ordenado: tiene que haber un
evolución cósmica está representado, según Teilhard, por un universo
único «eje», un único polo. Este polo es el cristianismo, único camino
cristificado. En efecto, escribe:
de salvación. Atribuir a las otras tradiciones un papel positivo en el
misterio de la salvación de sus miembros significaría, de hecho, con- «Cristo [...] es alfa y omega, el principio y el fin, la piedra angular y
vertirlas en caminos paralelos de salvación, y destruir así la unidad del la clave de bóveda, la Plenitud y el Plenificador. Es el que consuma
designio divino10. Escribe De Lubac: todas las cosas y les da consistencia. Es hacia él y a través de él, vida
interna y luz del mundo, como se realiza la convergencia universal de
todo espíritu creado en sudor y lágrimas. Es el único centro, precio-
8. Ya en Le fondement théologique des missions, Seuil, París 1946, H. DE LUBAC so y consistente, que brilla en el vértice que coronará el mundo»14.
escribía: «[...] A través de [la] diversidad objetiva tan radical [de las religiones],
[...] brota una misma corriente, y se expresa una misma aspiración que, bajo la luz Es lícito dudar del hecho de que la atribución a las otras tradicio-
divina, podemos discernir [...]. Podemos decir, tomando prestado el lenguaje de nes religiosas de un papel positivo en la salvación de sus adeptos las
la Biblia y de los Padres de la Iglesia, que toda alma es naturalmente cristiana, no enfrente necesariamente con Cristo y la religión fundada sobre él: ¿no
porque posea ya un equivalente o, por así decirlo, un primer plano del cristianis- podrían existir diversas modalidades no paralelas de la mediación del
mo, sino porque en el fondo de ella brilla la imagen de Dios; o más bien porque
el alma misma es esta imagen y porque, deseando reunirse con su Modelo, sólo misterio de la salvación, todas ellas en relación con el misterio de
puede conseguirlo a través de Cristo. Si el cristianismo está destinado a ser la reli- Jesucristo? En cualquier caso, según la teoría del cumplimiento es cier-
gión del mundo, si es verdaderamente sobrenatural y supera todo esfuerzo huma- to que no existe salvación sin el evangelio, ni nada parecido a un «cris-
no, se sigue que debe reunir en sí toda la diversidad de este esfuerzo» (pp. 71-72). tianismo anónimo», del que hablaremos más adelante. Es igualmente
Y añadía en una nota: «El cristianismo no ha venido para "añadir" nada a las reli-
giones humanas, excepto en el sentido en que se añade la solución al problema o
la meta a la carrera [...]. El cristianismo llega a corregir [el esfuerzo religioso del 11. Ibid.
hombre], a purificarlo, a transformarlo para llevarlo a plenitud; porque es la reli- 12. Véase P. TEILHARD DE CHARDIN, «Comment je vois» (1948), n. 24, citado por H.
gión que une efectivamente al hombre con Dios» (nota 1). DE LUBAC, Paradoja y misterio de la Iglesia, op. cit., p. 148.
9. ID., Paradoja y misterio de la Iglesia, Sigúeme, Salamanca 1967 (orig. francés, 13. Véase U. KING, Towards a New Mysticism. Teilhard de Chardin and Eastern
1967). Véase el capítulo 4, titulado «Las religiones humanas según los Padres», Religions, Seabury Press, New York 1980.
pp. 123-169. 14. P. TEILHARD DE CHARDIN, Science et Christ (Oeuvres, 9), Seuil, París 1965,
10. /¿id., pp. 151-152. pp. 60-61.
fiO EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 87

cierto que el modelo de la teoría del cumplimiento propuesto por De Rahner se basa en su antropología teológica, es decir, en un análisis
Lubac ha ejercido una influencia importante sobre la teología y sobre filosófico-teológico de la humanidad en la condición histórica concre-
el magisterio eclesiástico. Más adelante tendremos la ocasión de en- ta en la que es creada por Dios y destinada a la unión con él. No hay
contrar algunas expresiones empleadas por él con respecto a las otras que identificar el «existencial sobrenatural» inherente en la concreta
religiones, precisamente en los documentos del concilio Vaticano n. persona humana histórica con una «potencia obediencial» o un «deseo
natural» de la visión de Dios intrínsecos en la naturaleza humana en
cuanto tal, metafísicamente considerada. En el orden de la realidad
2. La presencia inclusiva de Cristo: concreta y sobrenatural, llevamos en nosotros algo más que una mera
la discrepancia entre K. Rahner y R. Panikkar potencia pasiva de autotrascendencia en Dios: estamos concreta y acti-
vamente ordenados a la realización de tal autotrascendencia. El «exis-
La distancia entre la teoría del cumplimiento y la de la «presencia del tencial sobrenatural» es la estructura fundamental, inscrita en nosotros
misterio de Cristo» en las otras tradiciones religiosas es ciertamente por la libre iniciativa de la gracia de Dios, que estimula hacia él nues-
considerable. La primera está construida sobre dicotomías considera- tra actividad intencional. Es la «experiencia trascendental» de Dios
das insuperables, como la que se establece entre lo humano y lo divi- inherente en toda actividad de la persona humana, destinada a hacerse
no, lo impersonal y lo personal, la pretensión de autoliberación huma- históricamente concreta en el orden «categorial» o «temático». Alcan-
na y la salvación concedida por Dios. La segunda, aun distinguiendo za cierta concreción en las tradiciones religiosas de la humanidad, en
estos elementos contrarios, se niega a separar la naturaleza de la gra- las que está incorporada una mediación categorial incipiente de la tras-
cia. Su objetivo es superar las dicotomías entre la búsqueda humana de cendencia elevada de manera sobrenatural.
la autotrascendencia y el esfuerzo de Dios por encontrarse con noso- Es aquí donde el misterio cristiano encuentra simultáneamente su
tros. Como la teoría del cumplimiento, también la de presencia inclu- papel específico y sus raíces en la persona humana. La persona huma-
siva de Cristo fue elaborada en los años anteriores al concilio Vaticano na es tanto el acontecimiento como el lugar de la autocomunicación de
II o, en todo caso, próximos a él. Ella logró que se viera a las otras tra- Dios en Jesucristo, en quien Dios ha realizado histórica y definitiva-
diciones religiosas con más apertura, porque percibieron en ellas la mente su autodonación a la humanidad, en la gracia y en el perdón. La
presencia activa del misterio de Jesucristo, el Salvador universal. persona humana no tiene la iniciativa de la búsqueda de Dios; la fuen-
Según esta teoría, los miembros de aquellas tradiciones son salvados te de nuestra búsqueda es su autodonación en Jesucristo. Modificando
por Cristo no a pesar de su adhesión religiosa y de la práctica sincera ligeramente la célebre frase de Blaise Pascal, se podría decir: no me
de sus tradiciones, sino mediante aquella adhesión y aquella práctica. buscarías si yo no te hubiese encontrado primero. Desde el punto de
Así pues, hay salvación sin el evangelio, aunque no sea una salvación vista de la revelación cristiana, la historia de la salvación, que alcanza
sin Cristo o prescindiendo de él. La presencia activa del misterio de su cima en Jesucristo, tiene la misma extensión que la historia del
Jesucristo en las otras tradiciones religiosas está ciertamente oculta y mundo16. En ésta, cada persona experimenta el ofrecimiento de gracia
sigue siendo desconocida para sus miembros, pero no por ello es de Dios, al cual debe abrirse en una aceptación libre. Tanto si la con-
menos real. No obstante, hay que observar algunas distinciones entre ciencia de la persona lo capta de forma temática como si no lo hace, el
los protagonistas de la llamada «teoría de la presencia inclusiva de ofrecimiento y el don de la gracia tienen lugar siempre concreta y exis-
Cristo», pues cada uno de ellos tiene su comprensión de tal presencia. tencialmente en Jesucristo. Por tanto, los seres humanos esperan anti-

Es la presencia activa, escondida y desconocida del misterio de Cristo


en las otras tradiciones religiosas lo que K. Rahner ha designado con Escritos de teología, vols. I-VII, Tauros, Madrid 1961-1969). Y lo ha reformula-
la controvertida expresión «cristianismo anónimo»15. La teoría de do de forma más sintética en: Curso fundamental sobre la fe. Introducción al con-
cepto de cristianismo, Herder, Barcelona 1979 (orig. alemán, 1976).
16. K. RAHNER, «Historia del mundo e historia de la salvación», en Escritos de teo-
15. K. RAHNER ha tratado este tema en diferentes ensayos contenidos en Schriften zur logía, Tauros, Madrid 1964, vol. V, pp. 115-134 (orig. alemán en Schriften zur
Theologie, 16 vols., Benziger Verlag, Einsiedeln 1961-1984 (trad. cast. parcial: Theologie, vol. V).
88 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 89

cipadamente, de forma existencial, el misterio de la salvación. Mas tro de la propia tradición religiosa. El cristiano anónimo es un cristia-
fuera de la revelación cristiana, la experiencia del ofrecimiento de gra- no inconsciente. Lo que lo distingue del cristiano explícito es en parte
cia de Dios en Jesucristo sigue velada. Aunque su tematización pueda una cuestión de conciencia subjetiva de «ser cristiano» (ausente en uno
estar ya parcialmente presente, bajo diversas formas, en la realidad y presente en otro).
concreta de las tradiciones religiosas de ha humanidad, sigue siendo Pero sobre este punto se ha planteado una cuestión. La diferencia
incompleta y ambigua. Su «carácter anónimo» sólo puede ser supera- entre el cristiano anónimo y el cristiano explícito, ¿es sólo una cues-
do por el mensaje cristiano, que comunica el conocimiento explícito de tión de conciencia refleja, ausente en un caso y presente en otro, de ser
Jesucristo. Escribe Rahner: cristiano? El paso del cristianismo anónimo al explícito, ¿consiste sólo,
«Hay un cristianismo implícito, anónimo. [...] Se da y debe darse una cuando sucede, en llegar a la conciencia formal de lo que uno siempre
relación en cierto modo anónima y, sin embargo, real del hombre par- ha sido sin saberlo? ¿No hay ninguna diferencia en la manera en que
ticular con la historia concreta de la salvación, y en consecuencia tiene lugar la mediación del misterio salvífico de Jesucristo, ningún
también con Jesucristo, en aquel que no ha hecho todavía la expe- régimen nuevo de mediación? La conciencia de ser cristianos es cier-
riencia entera, concreta, histórica, explícita y reflexiva en la palabra tamente parte de la mediación del misterio de la salvación propia del
y el sacramento con esta realidad histórico-salvífica, sino que sólo cristianismo. Ahora bien, tal mediación ¿es reducible a esta concien-
posee la relación existencialmente real de manera implícita en la obe- cia? ¿No parece implicar necesariamente una aceptación de la palabra
diencia a su referencia gratuita al Dios de la autocomunicación abso- del evangelio, la vida sacramental de la Iglesia, una profesión de fe en
luta, la cual se hace presente históricamente, por cuanto este hombre la comunión eclesial.
asume sin reservas su existencia [...]. Junto a esto se da el cristianis- Si bien puede parecer que algunos textos rahnerianos dejan alguna
mo pleno, llegado explícitamente a sí mismo, en la escucha creyente duda en relación con ello, el Curso fundamental sobre la fe, citado
de la palabra del Evangelio, en la confesión de la Iglesia, en el sacra-
mento y en la realidad explícita de la vida cristiana, la cual se sabe antes intencionadamente, suprime toda ambigüedad posible a este res-
referida a Jesús de Nazaret»17. pecto. El cristianismo anónimo y el explícito conllevan regímenes dife-
rentes de salvación y modalidades distintas de mediación del misterio
El cristianismo anónimo -explica Rahner- es vivido por los miem- de Jesucristo. A la cristiana pertenecen «la escucha creyente de la pala-
bros de las otras tradiciones religiosas en la práctica sincera de sus pro- bra del Evangelio, la confesión de la Iglesia, el sacramento y la reali-
pias tradiciones. La salvación cristiana los alcanza, anónimamente, a dad explícita de la vida cristiana, la cual se sabe referida a Jesús de
través de tales tradiciones. Esta afirmación está basada en el carácter Nazaret». El cristianismo anónimo sigue siendo, por tanto, una reali-
social de la vida religiosa de la persona, que es inseparable de la tradi- dad fragmentaria, incompleta, radicalmente mutilada. Nutre en sí diná-
ción y la comunidad religiosa en la que es vivida18. Así pues, tenemos micas que lo llevan a adherirse al cristianismo explícito20. No obstante,
que reconocer la presencia, en estas tradiciones, de «elementos de in- un único misterio de salvación está presente, a través de mediaciones
flujo de gracia sobrenatural»19. Hasta que la obligación de adherirse a diferentes, en ambas partes. Es el misterio de Jesucristo, cuya presen-
Cristo como Salvador no es impuesta a la conciencia personal de un cia activa está oculta y es inconsciente en una parte, y es refleja y cons-
determinado individuo por el ofrecimiento divino de fe en Jesucristo, ciente en la otra.
sigue activa la mediación del misterio salvífico a través de la tradición ¿Qué significa, entonces, «cristianismo anónimo»? La expresión
religiosa a la que pertenece tal individuo y su práctica sincera. A tal hace referencia directa a la presencia universal del misterio de Jesu-
persona no se le ha «promulgado» aún el evangelio. Pero es posible cristo, no del «cristianismo», en el sentido de la comunidad en la que
abrirse inconscientemente a la autodonación de Dios en Jesucristo den- la fe cristiana es profesada explícitamente. «Cristianismo anónimo»
significa que la salvación en Jesucristo es accesible a las personas
humanas, cualquiera que sea la situación histórica en la que se encuen-
17. ID., Curso fundamental sobre la fe, op. cit., pp. 357-358.
18. ID., «El cristianismo y las religiones no cristianas», en Escritos de teología, op.
cit., vol. V, pp. 135-156; véase pp. 149-151. 20. ID., «LOS cristianos anónimos», en Escritos de teología, Taurus, Madrid 1969,
19. lbid., pp. 142, 152. vol. VI, pp. 535-544 (orig. alemán en Schriften zur Theologie, vol. VI).
90 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 91

tren, si se abren de alguna forma recóndita a la autocomunicación de lidad cristiana»25. Pero esto no significa que una mera «prolongación
Dios que alcanza su punto culminante en el acontecimiento Jesucristo. natural» conducirá finalmente de uno a otro, o que la dialéctica en
Además, «cristianismo anónimo» significa que el misterio de la salva- cuestión sea semejante a la relación entre la Antigua y la Nueva
ción no alcanza a las personas mediante una acción meramente invisi- Alianza. En efecto, si el hinduismo y el cristianismo van en la misma
ble del Señor resucitado, sino misteriosamente a través de la interme- dirección, la transición de uno a otro implica una conversión, «un
diación de la tradición religiosa a la que pertenecen. Así pues, hay un paso», un misterio de muerte y vida. El hinduismo tiene que sumergir-
cristianismo anónimo o implícito y hay un cristianismo explícito. se «en las aguas de la vida, para salir de ellas» transformado. Al mismo
Ambos, a pesar de la distancia que los separa, ponen a las personas tiempo, no saldrá de ellas «como otra cosa distinta, o como otra reli-
realmente en contacto con el misterio crístico de la salvación. gión»; será más bien «una forma mejor de hinduismo», porque «el
misterio cristiano de la resurrección no es una alienación»26. Dado que
El primer libro de R. Panikkar sobre la teología de las religiones se Cristo ha actuado anticipadamente dentro del hinduismo, la tarea de la
tituló El Cristo desconocido del hinduismo21. Se puede decir que a este revelación cristiana consiste, al menos en parte, en el «desvelamiento
libro debe su nombre la teoría de la «presencia de Cristo» en las tradi- de la realidad». «El apostolado cristiano no consiste, en definitiva, en
ciones religiosas. Refiriéndose no a las tradiciones religiosas en gene- introducir a Cristo, sino en descubrirlo, en desvelarlo»27.
ral, sino específicamente al hinduismo, Panikkar escribió: «Hay una Según Panikkar, el misterio de Jesucristo está presente de forma
presencia viva de Cristo en el hinduismo»22. No sólo en la vida perso- escondida, perceptible sólo para la fe cristiana, dentro de las tradicio-
nal y subjetiva de los hindúes sinceros y de índole religiosa, sino en el nes religiosas y en particular del hinduismo. Tal vez los dos modos de
hinduismo como fenómeno religioso objetivo y social. Con esta afir- la presencia activa de tal misterio en el cristianismo y en otras religio-
mación, Panikkar expresaba desde el principio una firme toma de posi- nes no sean, en la obra de este teólogo, tan claramente distintos como
ción a favor de una teoría que fuese más allá de la «teoría del cumpli- sería de desear. En efecto, Panikkar escribe: «No somos mónadas auto-
miento», en el sentido en que se ha entendido esta expresión en las suficientes, sino fragmentos de la misma y única fe religiosa, aunque
páginas anteriores a propósito de J. Daniélou y de H. de Lubac. Dice el nivel de las aguas pueda ser, y de hecho sea, diferente»; debemos
Panikkar: «Cristo no se halla sólo al fin, sino también al principio [...]. «desvelar» nuestra unidad y, «ya que todos somos lo mismo -aunque
Cristo no es solamente la meta ontológica del hinduismo, sino también no plenamente, como lo prueba la experiencia-, apartemos este velo de
su verdadero inspirador, y su gracia es la fuerza directriz, aunque ocul- maya que nos separa»28. Parece que este modo de expresarse se presta
ta, que impulsa al hinduismo hacia su plena manifestación»23. Cristo, a la principal crítica dirigida -indebidamente- contra el «cristianismo
única fuente de toda experiencia religiosa auténtica, es el «punto de anónimo» de Rahner. ¿Se puede reducir la diferencia entre cristianis-
encuentro ontológico» entre el hinduismo y el cristianismo. En efecto, mo e hinduismo a un velo de maya (ignorancia) o a la mera presencia
Cristo «no pertenece al cristianismo, sólo pertenece a Dios. Son el cris- o ausencia de conciencia?
tianismo y el hinduismo los que pertenecen a Cristo, aunque de mane- De todos modos, en el volumen en cuestión, el Cristo cuya presen-
ras diferentes»24. cia escondida se descubre dentro del hinduismo parece claramente el
El hinduismo, pues, tiene un lugar en la economía cristiana de la Cristo de la fe concebido por la tradición cristiana como personalmen-
salvación. Para determinar cuál es este lugar, Panikkar elabora una te identificado con el Jesús prepascual, transformado en su existencia
«peculiar dialéctica» de hinduismo y cristianismo: «El hinduismo es el humana por el misterio de la resurrección. Pero parece que la situación
punto de partida de una religión que culmina en su plenitud cristiana»; cambia en algunos de los escritos más recientes de Panikkar29.
«tiene ya en sí la semilla cristiana»; contiene ya «el símbolo de la rea-

21. R. PANIKKAR, El Cristo desconocido del hinduismo, Marova, Madrid 1971 (orig. 25. Ibid., pp. 94-95.
inglés, 1964). 26. Ibid., pp. 96.
22. Ibid., p. 16. 27. Ibid., p. 78.
23. Ibid. 28. Ibid, pp. 50-51.
24. Ibid, pp. 49. 29. Sobre todo en la edición revisada y ampliada de la obra sobre el «Cristo deseo-
92 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 93

En 1981 El Cristo desconocido del hinduismo apareció en una parece que el verdadero pensamiento de Panikkar sobre este tema se
nueva edición inglesa, revisada y ampliada, en la que también se alar- muestra más claramente en el libro The Intrareligious Dialogue (origi-
gó el título: The Unknown Christ ofHinduism. Towards an Ecumenical nal inglés, 1978), publicado antes que la nueva edición de El Cristo
Christophany [«El Cristo desconocido del hinduismo. Hacia una cris- desconocido del hinduismo.
tofanía ecuménica»]. En una extensa introducción el autor explica que, Panikkar introduce aquí una distinción entre fe y creencia. La fe
si bien continúa considerando válida la intuición fundamental de la pri- -explica- es la experiencia religiosa fundamental de la persona huma-
mera edición del libro, la ve bajo una nueva luz. Y describe su tema na, es un elemento constitutivo de ésta. En cambio, la creencia es la
general de esta forma: «No hablo ni de un principio desconocido del particular expresión adoptada por esta actitud humana fundamental en
hinduismo, ni de una dimensión de lo Divino desconocida por el cris- cada tradición dada. El contenido de la fe, que Panikkar llama «el
tianismo, sino de la realidad desconocida, que los cristianos llaman Misterio», es la relación vivida con una trascendencia que se apodera
Cristo, descubierta en el corazón del hinduismo no como alguien extra- del ser humano. Es común a todas las religiones. Panikkar da a este
ño a ella, sino como su mismo principio de vida»30. Y continúa: «El «Misterio» el nombre de «realidad cosmoteándrica», y con ello deno-
Cristo del que habla este libro es la realidad viva y cordial del cristia- ta una trascendencia experimentada por el ser humano en el cosmos.
no auténticamente creyente, en cualquier forma que la persona pueda Por otra parte, el contenido de las creencias consiste en los varios
formular o conceptualizar tal realidad»31. «mitos religiosos» en los que la fe adopta una expresión concreta. En
Entonces, ¿qué representa Cristo? Panikkar explica que es para él el cristianismo tenemos el «mito Jesús»; otras tradiciones ofrecen otros
el símbolo más poderoso -pero no un símbolo limitado al Jesús histó- mitos. Todos estos mitos tienen el mismo valor. El cristianismo da al
rico- de la realidad plenamente humana, divina y cósmica a la que da Misterio el nombre de Cristo, pero el Misterio puede adoptar también
el nombre de Misterio. El símbolo puede tener otros nombres: por otros nombres. Aunque las diversas tradiciones religiosas difieren en el
ejemplo, Rama, Krsna, ísvara o Purusa. Los cristianos lo llaman plano de las creencias, todas ellas coinciden en el plano de la fe. El diá-
«Cristo», porque en Jesús y por Jesús han llegado a la fe en tal reali- logo intrarreligioso e interreligioso no puede requerir una puesta entre
dad decisiva. Ahora bien, todo nombre expresa el Misterio indivisible, paréntesis (epoche) de la fe, pero puede exigir una puesta entre parén-
y cada uno representa una dimensión desconocida de Cristo32. tesis de las creencias -y, de hecho, su superación-. Panikkar espera una
Surge aquí una nueva cuestión: ¿cómo debemos concebir la rela- fecundación cruzada de las creencias de las diversas tradiciones.
ción entre la «realidad» o el «Misterio» -del símbolo Cristo- y el Jesús Si esta rápida exposición ofrece un resumen fiel del pensamiento
histórico? Parece que sobre este punto el pensamiento de Panikkar ha de Panikkar, que es sin duda complejo, parece que el lugar ocupado por
evolucionado, con las correspondientes consecuencias: en efecto, nos el Jesús de la historia en la fe cristiana se hace problemático. Para los
preguntamos si no se está introduciendo aquí una distinción entre primeros cristianos, como atestigua el kerygma apostólico (Hch 2,36),
Cristo Misterio y el Jesús histórico que no ofrece una explicación ade- el Jesús histórico era personalmente idéntico al Cristo de la fe. Se
cuada de la afirmación cristiana de que Jesús es el Cristo. En efecto, había convertido en Cristo al ser resucitado por el Padre. Además, era
aquel mismo Misterio (Rm 16,25; Ef 3,4; Col 2,2; 4,3; 1 Tm 3,16) pre-
dicado por Pablo. Así pues, Jesús mismo pertenece al objeto real de la
nocido del hinduismo»: The Unknown Christ of Hinduism. Towards an fe. Es inseparable de Cristo, a quien otorga concreción histórica.
Ecumenical Christophany, Darton, Longman andTodd, London 1981; véase tam- Por el contrario, Panikkar establece una distinción entre el Misterio
bién ID., Salvation in Christ. Concreteness and Universality. The Supername, y el mito Jesús -es decir, entre el Cristo de la fe y el Jesús de la histo-
Santa Barbara (Calif.) 1972; ID., The Intrareligious Dialogue, Paulist Press, New
York 1978. En «A Christophany forOur Times»: Theology Digest 39/1 (1992), pp. ria-, diferenciados por él como objeto de fe y de creencia, respectiva-
3-21, Panikkar rechaza la acusación que le dirigen algunos teólogos según la cual mente. Pero una reducción del mito Jesús a objeto de creencia distinta
separa a un Cristo universal del Jesús de la historia. A pesar de las aclaraciones de la fe, ¿es compatible con la profesión de fe cristiana en la persona
presentadas en este artículo, siguen presentes algunas formulaciones ambiguas. de Nazaret? Y, a su vez y de rechazo, el contenido de la fe ¿no queda
30. R. PANIKKAR, The Unknown Christ ofHinduism, op. cit., ed. de 1981, pp. 19-20.
31. Ibid., p. 22. reducido a una relación neutral con una trascendencia privada de un
32. Ibid., pp. 23, 26-27, 29, 30. objeto concreto? Panikkar observa intencionadamente que sólo el cris-
94 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 95

tiano es consciente de que Jesús es el «camino». Esto es clarísimo; nicomprensivo de Cristo, al menos hasta la «promulgación» -entendi-
pero ¿no hay que añadir que Jesús el Cristo es en realidad el Camino da individualmente- del evangelio. La tarea de la segunda sección del
para todos, también para los que no son conscientes de este hecho? presente capítulo consistirá en examinar qué influencia ejercieron las
¿No debemos sostener que es precisamente el indisoluble misterio de dos teorías difundidas entre los teólogos de la época del Vaticano n en
Jesús el Cristo el que está presente tanto en el cristianismo como en las orden al debate conciliar sobre el tema de las religiones, y con qué
otras religiones, si bien de modos diversos? ¿Que dentro y por medio resultado.
de tal misterio no sólo los cristianos, sino también los «otros», encuen-
tran y reciben el misterio de la salvación? Éste es, en cualquier caso, el
modo en que la teoría de la «presencia de Cristo» en las otras tradicio- II. El concilio Vaticano n, ¿una línea divisoria?
nes religiosas se entiende comúnmente. Se comprende, pues, por qué
en el título de la presente aproximación a este tema específico nos refe- ¿Podía el concilio Vaticano n, que celebró sus sesiones en medio del
rimos a la «discrepancia» entre K. Rahner y R. Panikkar. El misterio mencionado debate teológico, tomar partido a favor de una de las dos
de Cristo -a propósito del cual se afirma una presencia universal, tanto opiniones citadas? A priori, esto parecía improbable por más de una
en el cristianismo como en las otras tradiciones religiosas- es el de la razón. En primer lugar, la perspectiva del concilio era pastoral, y no
persona indivisible del Jesús histórico convertido en Cristo a través de doctrinal. A propósito de las otras religiones, la intención del concilio
su resurrección por obra de Dios33. era la de promover entre ellas y el cristianismo nuevas actitudes de
comprensión, estima, cooperación y diálogo mutuos. Para estimular
=H * * tales actitudes no parecía necesario optar por una posición particular en
el debate entre teólogos católicos sobre la teología de las religiones.
Llegamos así a la conclusión de nuestro estudio -si bien rápido y sin Deliberadamente el concilio no tenía intención de hacer tal elección. A
pretensión de exhaustividad- de las nuevas perspectivas y de los pro- esto hay que añadir el hecho de que los padres conciliares, que prove-
gresos en la teología de las religiones en los años en torno al concilio nían de trasfondos teológicos muy diferentes, se habrían visto muy
Vaticano n en el ámbito de la teología católica. Este estudio revela dos divididos a propósito de las cuestiones teológicas propiamente dichas.
importantes líneas de pensamiento que, presentes desde la época del Por el contrario, la intención fue la de recoger dentro del concilio la
concilio, ejercerían influencia en las deliberaciones sobre las religio- más amplia mayoría posible a favor de un cambio de actitud de los
nes. Tales concepciones comparten el hecho de que consideran que las cristianos y de la Iglesia hacia los miembros de las otras religiones. No
otras religiones están orientadas al acontecimiento Cristo dentro de la se podía poner en peligro ese objetivo adentrándose en intrincados
historia de la salvación: en este sentido, ambas podrían ser llamadas debates teológicos.
«teorías del cumplimiento». Pero con una diferencia, que determina un Además, es importante situar el Vaticano n dentro de la historia de
claro contraste. Porque mientras que la primera concepción se aferra a los concilios de la Iglesia. El concilio de Florencia (1442) había asu-
la dialéctica naturaleza - sobrenatural, búsqueda humana - don divino, mido la más rígida comprensión del axioma Extra Ecclesiam nulla
la segunda supera tales dicotomías para diseñar el despliegue de la his- salus. Un siglo después (1547), el concilio de Trento, con su doctrina
toria salvífica de Dios como un proceso que implica diversas modali- del «bautismo de deseo» había afirmado solemnemente la posibilidad
dades de revelación y de implicación personal de Dios en la historia de la salvación para los que se encuentran fuera de la Iglesia. Los docu-
humana. Mientras que para la primera las «religiones precristianas» mentos posteriores de la Iglesia reafirman -si bien no sin una notable
pierden su valor propedéutico con la realización del acontecimiento cautela- tal posibilidad. Pero casi nunca los documentos eclesiásticos
Cristo, para la segunda su papel positivo en el orden de la salvación -conciliares o no conciliares- se pronunciaron, en el curso de los
continúa presente en virtud de su vínculo orgánico con el misterio om- siglos, sobre las religiones como tales; y menos de una forma siquiera
mínimamente positiva. El concilio Vaticano n habría sido el primero en
33. Hay que dejar para otros capítulos posteriores algunas precisiones sobre otros la historia de los concilios de la Iglesia que habló positivamente de las
desarrollos recientes de la teología de las religiones de Panikkar. otras religiones, si bien con cautela.
96 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 97

No es éste el lugar donde corresponde explicar la génesis de los Antiguo Testamento «por medio de aquel pueblo» con el que Dios
documentos conciliares que abordan este tema. Baste con notar que estableció una alianza especial. Con todo, la intención del concilio, en
inicialmente el concilio había querido únicamente añadir al decreto la Nostra aetate, no es la de mostrar una gradación en el «ordena-
sobre ecumenismo una declaración que contribuyese a crear un nuevo miento» a la Iglesia de los miembros de las otras religiones, sino más
clima en las tensas relaciones entre cristianos y judíos. Debido a la bien la de exhortar a todos a superar las divisiones y a promover rela-
petición formulada por algunos obispos de regiones de población ciones amistosas (n. 5). Tales relaciones deben basarse en lo que todos,
mayoritariamente «no cristiana», se amplió el alcance del documento a pesar de sus grupos de pertenencia específicos, «tienen en común y
para incluir otras religiones además del judaismo. La creación por conduce a la mutua solidaridad» (n. 1). Queda así claro el objetivo no
Pablo vi, en 1964, de un Secretariado para los No Cristianos; la publi- doctrinal, concreto y pastoral del documento.
cación, aquel mismo año, de la encíclica Ecclesiam suam en torno al Pero esto no quiere decir que el pensamiento conciliar sobre las
diálogo (incluido el diálogo con los no cristianos); la visita del papa a religiones tenga un carácter exclusivamente pragmático y esté despro-
la India, también en 1964, y el encuentro en aquella ocasión con los visto de toda significación doctrinal. En efecto, el concilio tenía que
jefes de las religiones no cristianas, a los que el papa se dirigió con fundamentar su aproximación de apertura pastoral sobre alguna base
gran humanidad y calor: todos estos gestos fueron para el concilio un doctrinal. Era preciso destruir los antiguos prejuicios y las valoracio-
incentivo para elevar la mirada más allá de los estrechos límites del nes negativas del pasado, y esto sólo era posible centrando la atención
mundo occidental, y para reflexionar «sobre las relaciones de la Iglesia sobre los valores positivos y los dones divinos de las otras religiones.
con las religiones no cristianas» (título de la declaración Nostra aeta- El concilio no podía, por tanto, contentarse con hablar del ordena-
te), no sólo en la clave de la cuestión judía, sino también de las reli- miento de los individuos «no cristianos» a la Iglesia; tenía que hablar
giones de todo el mundo. De esta forma la declaración Nostra aetate, -como hizo, en tono positivo, por primera vez en la historia conciliar-
así como también la constitución Lumen gentium, llegaron a incluir de una relación de la Iglesia con las religiones «no cristianas» como
otras religiones además del judaismo. tales. ¿Hasta qué punto llegó el concilio en el reconocimiento de los
Ambos documentos desarrollan en orden inverso las relaciones de valores positivos dentro de las mismas tradiciones religiosas? ¿Qué
la Iglesia con las demás religiones. Lumen gentium 16 comienza a significado atribuyó a tales tradiciones -si lo hizo- en el designio de
hablar directamente de los diferentes modos en los que los miembros Dios para la salvación de la humanidad? ¿De qué modo concibió la
de las religiones «no cristianas» están «ordenados» (ordinantuf) a la relación del cristianismo con las otras religiones: como un beneficio
Iglesia: en primer lugar los judíos, con los cuales la Iglesia mantiene únicamente de éstas o como una interacción en ambos sentidos y un
los vínculos más estrechos; después los musulmanes, que «confiesan provecho mutuo?
adherirse a la fe de Abrahán»; y luego los «que buscan en sombras e
imágenes al Dios desconocido, puesto que todos reciben de él la vida,
la inspiración y todas las cosas» (n. 16). Nostra aetate sigue el orden /. Valores positivos en las tradiciones religiosas
inverso: primero la religiosidad humana en general (presente en las
«religiones tradicionales»); después, las religiones «en contacto con el Al valorar la enseñanza del concilio sobre el tema de los «no cristia-
progreso de la cultura», como el hinduismo, el budismo y otras (n. 2); nos» y de sus religiones, hay que distinguir claramente dos problemá-
luego el islam (n. 3) y finalmente la religión judía, a la que se dedica ticas. La primera es la de la salvación individual de las personas que
la sección más larga del documento (n. 4). En cada uno de los niveles pertenecen a las otras tradiciones religiosas; la segunda concierne al
la declaración pone de relieve los estrechos lazos y los profundos vín- significado que estas tradiciones pueden tener en el designio de Dios
culos que subsisten entre la Iglesia y los varios grupos en cuestión. para la humanidad y el papel que desempeñan, en definitiva, en la sal-
Éstos son muy diversos entre sí. Si bien las tres religiones que hunden vación de sus miembros.
sus raíces en la fe de Abrahán tienen su origen en una única familia, es La primera cuestión no es nueva. Como hemos recordado anterior-
cor Israel con quien la Iglesia tiene vínculos más estrechos y mantie- mente, la posibilidad de la salvación fuera de la Iglesia había sido reco-
ne las relaciones más profundas, porque ha recibido la revelación del nocida por la tradición mucho antes del concilio Vaticano n. Si éste
98 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 99
introduce alguna novedad en este punto, hay que verla en el optimis- todavía a un conocimiento expreso de Dios y se esfuerzan en llevar una
mo con que mira al mundo en general, optimismo ejemplificado parti- vida recta, no sin la gracia de Dios». Y añade: «Cuanto hay de bueno
cularmente en la constitución Gaudium et spes. Lo que se había afir- y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una "preparación del
mado en los anteriores documentos de la Iglesia -con firmeza, pero Evangelio" y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que
con prudencia- como una posibilidad basada en la misericordia infini- al fin tengan la vida» (Lumen gentium 16). Notemos de inmediato que
ta de Dios y que, en cualquier caso, quedaba a su juicio, es ahora ense- las referencias a Jn 1,4 y 1,17, y especialmente a Jn 1,9 -textos que
ñado por el concilio con una seguridad sin precedentes: de formas que citaremos varias veces en la exposición siguiente- están implícitas en
sólo él sabe, Dios puede llevar a cuantos sin culpa propia desconocen el texto. En la primera parte de este texto se atribuye un valor positivo
el evangelio a la fe sin la cual es imposible complacerle (Hb 11,6) (Ad a las disposiciones de los individuos, pero no a los grupos religiosos (o
gentes 7). El concilio no se limita tampoco a afirmar el hecho en sí y de otro tipo) a los que pertenecen. El texto prosigue afirmando que la
por sí, sino que explica además cómo sucede en concreto, a saber, por misión de la Iglesia consiste en anunciar el evangelio de la salvación
medio de la acción universal del Espíritu de Dios. A este respecto, el para todos en Jesucristo. Y añade: «Con su trabajo consigue que todo
texto más claro se encuentra en la Gaudium et spes, donde el concilio lo bueno que se encuentra sembrado en el corazón y en la mente de los
afirma: «Cristo murió por todos [véase Rm 8,32], y la vocación supre- hombres y en los ritos y culturas de estos pueblos, no sólo no desapa-
ma del hombre en realidad es una sola, es decir, divina. En consecuen- rezca, sino que se purifique, se eleve y perfeccione para la gloria de
cia, debemos creer [tenere debemus] que el Espíritu Santo ofrece a Dios, confusión del demonio y. felicidad del hombre» (Lumen gentium
todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se aso- 17; la cursiva es nuestra). Nótese con qué facilidad el concilio pasa de
cien a este misterio pascual» (n. 22). la afirmación de rectas disposiciones en las personas a ¡a de valores
La segunda cuestión es la más importante, y también la más com- contenidos en sus tradiciones y culturas religiosas.
pleja. Para establecer si la perspectiva del concilio va más allá de la
«teoría del cumplimiento» y llega a afirmar un papel permanente de las La misma combinación de disposiciones subjetivas y valores obje-
tradiciones religiosas en el orden de la salvación, hay que centrar nues- tivos se encuentra en Ad gentes 3 y 9. «Este propósito universal de
tra atención en aquello que en los textos se refiere no sólo a la salva- Dios en pro de la salvación del género humano no se realiza solamen-
ción de los individuos «no cristianos», sino a los valores positivos con- te de un modo como secreto en el alma de los hombres, o por los
tenidos en las tradiciones religiosas a las que pertenecen y en las que esfuerzos, incluso de tipo religioso [incepta, etiam religiosa], con los
viven su existencia religiosa. Los principales textos que se han de con- que los hombres buscan de muchas maneras a Dios...» (n. 3). Parece
siderar pertenecen -en el orden de publicación por el concilio- a la que también aquí los «esfuerzos religiosos» indican elementos objeti-
constitución Lumen gentium (16-17), a la declaración Nostra aetate (2) vos pertenecientes a las tradiciones religiosas. Tales «iniciativas» (in-
y al decreto Ad gentes (3, 9, 11). En cada uno de ellos el concilio desa- cepta), sin embargo, «necesitan ser iluminadas y sanadas, si bien es
rrolla tres temas: verdad que, por benevolente designio de la Providencia divina, pueden
1. La salvación de los que están fuera de la Iglesia. alguna vez considerarse como pedagogía [paedagogia] hacia el verda-
dero Dios o preparación para el Evangelio» (n. 3). La misma doctrina
2. Los valores auténticos que se encuentran en los «no cristianos» y se encuentra de nuevo en Ad gentes 9, donde el concilio explica que la
en sus tradiciones religiosas. actividad misionera de la Iglesia purifica, eleva y perfecciona en Cristo
3. El aprecio de estos valores por parte de la Iglesia, y la actitud que, «cuanto de verdad y de gracia [quidquid veritatis et gratiae] se encon-
como consecuencia, adopta hacia las tradiciones religiosas y sus traba ya entre las naciones, como por una cuasi secreta presencia de
miembros. Dios». De este modo, «cuanto de bueno se halla sembrado en el cora-
zón y en la mente de los hombres o en los ritos y culturas propios de
Lumen gentium 16 afirma que la asistencia divina para la salvación los pueblos, no solamente no perece, sino que es purificado, elevado y
es accesible no sólo a personas que se encuentran en situaciones reli- consumado para gloria de Dios, confusión del demonio y felicidad del
giosas diferentes, sino también a quienes «sin culpa no han llegado hombre» (n. 9). Del reconocimiento de la presencia de algo bueno en
100 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 101

el mundo «no cristiano», Ad gentes 11 deduce las conclusiones sobre mientras su misión le exige proclamar «la plenitud de la vida religio-
el modo en que debe actuar la misión cristiana: hay que «descubrir con sa» en Jesucristo.
gozo y respeto las semillas de la Palabra [semina Verbi] ocultas» en las El juicio doctrinal del concilio sobre las religiones consiste princi-
tradiciones nacionales y religiosas y, a través de un diálogo sincero, palmente en frases descriptivas, en varias expresiones tomadas de la
advertir «las riquezas que Dios, generoso, ha distribuido a las gentes» tradición antigua, pero sin que se defina claramente el significado
(n. 11). exacto en las intenciones del concilio. Por poner un ejemplo, podemos
La Nostra aetate sitúa el encuentro de la Iglesia con las religiones afirmar que nunca se dice en qué sentido hay que entender las «semi-
del mundo en el más amplio contexto del origen y del destino común llas de la Palabra». ¿Se trata del lógos spermatikós de la filosofía estoi-
de todas las personas y del intento, común a todas las tradiciones reli- ca, esto es, de un principio impersonal de orden en el cosmos o de la
giosas, de dar una respuesta a las preguntas últimas que acosan al espí- religión «natural»? ¿O bien se trata del Lógos personal del Prólogo de
ritu humano (Nostra aetate 1). El juicio general sobre las religiones y Juan, que estaba en Dios eternamente y ha sembrado sus semillas entre
sobre la actitud que la Iglesia debe, en consecuencia, adoptar hacia los hombres a través de toda la historia de la humanidad, siendo «la luz
ellas queda expresado por la declaración de la siguiente forma: que ilumina a todo hombre» (véase Jn 1,9)? Como veremos más ade-
«La Iglesia católica nada rechaza de lo que en estas religiones hay de lante, las diferencias en la comprensión de las «semillas de la Palabra»
verdadero y santo. Considera con sincero respeto los modos de obrar conducen a teologías de las religiones muy diferentes. El concilio ha
y de vivir, los preceptos y doctrinas que, aunque discrepan en muchos dejado planteada la duda sobre sus verdaderas intenciones a este res-
puntos de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un pecto. Si bien su juicio general sobre las religiones suena discretamen-
destello de aquella Verdad [radium illius Veritatis] que ilumina a te positivo, adolece también de una cierta vaguedad.
todos los hombres. Anuncia y tiene la obligación de anunciar cons-
tantemente a Cristo, que es "el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6),
en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en 2. Hacia una valoración crítica equilibrada
quien Dios reconcilió consigo todas las cosas [véase 2 Cor 5,18-19].
Por consiguiente, exhorta a sus hijos a que con prudencia y cari- La doctrina del concilio sobre las otras religiones ha sido acogida por
dad, mediante el diálogo [colloquia] y la colaboración con los adep- interpretaciones divergentes, que van desde las decididamente reduc-
tos de otras religiones, dando testimonio de la fe y la vida cristiana, cionistas a las francamente maximalistas. Algunos intérpretes reducen
reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y los valores positivos contenidos en las otras religiones a bienes de la
morales, así como los valores socioculturales, que en ellos existen» «naturaleza». A su juicio, pues, el concilio no afirma nada más que un
(n. 2; la cursiva es nuestra). conocimiento «natural» de Dios alcanzable por los «no cristianos» del
modo en que san Pablo afirmaba, en Rm 1, la posibilidad de tal cono-
Nótese que la presencia de valores auténticos en las mismas tradi- cimiento a través de la creación. Los otros, en cambio, aprovechan las
ciones religiosas queda expresada aquí con mayor vigor que en los tex- expresiones más fuertes del concilio para afirmar que la «preparación
tos anteriores: se trata explícitamente de «modos de obrar y de vivir, para el evangelio» contenida en las religiones no debe ser reducida a
[...] preceptos y doctrinas, que [...] no pocas veces reflejan un destello un substrato natural. Por el contrario, sostienen que el concilio Vati-
de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres». Aunque aquí no cano II considera las otras religiones como «vías», «caminos» o «me-
se hace referencia expresa a Jn 1,9, la alusión es inequívoca, más clara dios» de salvación para sus adeptos. Entre estas dos interpretaciones
aún que en Lumen gentium 16, antes citado. El texto de Juan 1,9 -como -ambas erróneas, una por defecto y la otra por exceso-, ¿cuál debe ser
veremos más adelante- tiene una importancia primordial para una teo- la interpretación correcta del valor doctrinal del concilio? Parece que
logía de las religiones. Lamentablemente, el concilio mantuvo implíci- debemos encontrarla en una posición intermedia entre una y la otra.
ta la cita y no dedujo las posibles consecuencias. Con todo, es la pre- Tenemos que preguntarnos si el concilio se limitó a seguir la «teo-
sencia incompleta pero real de «aquella Verdad» en las otras religiones ría del cumplimiento» en su forma clásica o si, por el contrario, hizo
la que guía la actitud de respeto de la Iglesia hacia ellas y el deseo de suya la teoría de la «presencia del misterio salvífico de Cristo» en las
ésta de promover los valores espirituales y culturales de aquéllas, tradiciones religiosas. Así formulada, la cuestión no admite una res-
102 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 103

puesta simple en un sentido o en otro. Por un lado, es cierto que gran religiones, ¿son de algún modo salvíficas o no lo son? La cuestión no
parte de la terminología que describe la actitud de la Iglesia hacia las recibe una respuesta explícita36. Aunque mucho de lo que afirma el
otras religiones recoge términos familiares de la teoría del cumpli- concilio sugiere una respuesta positiva, la conclusión no es segura.
miento: asumir y salvar, curar y restaurar, ennoblecer y llevar a per- Se han puesto de manifiesto otros límites de la doctrina conciliar
fección. Por otro, los «elementos de verdad y de gracia» (Ad gentes 9) sobre las religiones, y uno de ellos parece particularmente pertinente.
-una expresión, como ya hemos indicado, tomada de un ensayo escri- H. Maurier habla de la perspectiva fuertemente «eclesiocéntrica» de la
to por K. Rahner poco antes del concilio34- que se encuentran por «una doctrina conciliar en general, y de la Nostra aetate en particular. Pa-
cuasi secreta presencia de Dios» (Ad gentes 9) dentro de las mismas rece que la Iglesia reconoce como positivos y buenos sólo los elemen-
tradiciones -en sus enseñanzas, ritos y modos de vida, o en sus credos, tos de las otras religiones que se encuentran en ella de forma sobrea-
cultos y códigos de comportamiento- empujan con fuerza en la direc- bundante. Los «destellos» de verdad presentes en ellas ¿deben ser
ción contraria. puestos necesariamente en relación con la plenitud de verdad que
Según Paul F. Knitter, aunque «el Vaticano n constituye una línea posee la Iglesia? ¿O bien la declaración estaría dispuesta a reconocer
divisoria en las actitudes católicas hacia las otras confesiones», se en las otras religiones la presencia de destellos de verdad que no se
mantiene «una ambigüedad residual en su concepción del exacto grado encuentran en la Iglesia? El modo de pensar de la Iglesia sigue siendo
de eficacia de la verdad y la gracia dentro de las religiones». Según «egocéntrico», es decir, «eclesiocéntrico»37. Semejante perspectiva
Knitter, la ambigüedad «brota de la tensión entre la voluntad salvífica conduce naturalmente a la «teoría del cumplimiento», según la cual las
de Dios y la necesidad de la Iglesia, evidente a lo largo de toda la his- otras religiones, por representar la búsqueda de Dios por parte de la
toria del pensamiento católico»35. Habrá que examinar este dilema más persona humana, se vuelven obsoletas por el hecho mismo de alcanzar
adelante, cuando analicemos cómo hay que entender la «necesidad» de su realización en el cristianismo38. Pero hay que preguntarse si el diá-
la Iglesia afirmada por el concilio. Por el momento podemos conten- logo con las otras religiones que el concilio quería fomentar no presu-
tarnos con responder que para muchos teólogos católicos la «necesi- pone el reconocimiento, dentro de ellas, de valores humanos auténticos
dad» de la Iglesia no excluye obligatoriamente a priori todo valor sal- que no posee del mismo modo el cristianismo. Sólo en ese caso el diá-
vífico de las otras religiones. logo sería posible y tendría un sentido. De hecho, el diálogo es por
Una valoración equilibrada de la doctrina conciliar sobre las reli- definición un camino con dos sentidos en el que se da y se recibe. La
giones debe ser al mismo tiempo positiva y crítica. El principal resul- Iglesia del Vaticano n, ¿se muestra inclinada a recibir algo de las otras
tado del concilio consiste, según K. Rahner, en haber dirigido su mira- religiones39? También se puede observar que la perspectiva eclesiocén-
da, más allá de la cuestión de la salvación de los individuos «no cris- trica del Vaticano u hace que las religiones no sean nunca consideradas
tianos», hacia una relación positiva de la Iglesia con las religiones de por sí en su especificidad y autoconsistencia, en su autocompren-
como tales. Ahora bien, aunque la salvación sobrenatural en la real sión y en su valor autónomo, independientemente de su relación con la
autodonación de Dios a todas las personas individuales es considerada Iglesia tal como ésta la entiende.
por el concilio con gran optimismo, no se profesa explícitamente el Por nuestra parte, en otro lugar nos hemos referido a la perspecti-
mismo optimismo en relación con las otras religiones. Desde este va «eclesiocéntrica» de la teología conciliar sobre las otras religiones
punto de vista, «el problema esencial para el teólogo ha quedado abier- como probable razón de sus límites y sus silencios, con estas palabras:
to»; «la declaración no determina el carácter propiamente teológico de
las religiones no cristianas». ¿Cómo consiguen los «no cristianos» la 36. K. RAHNER, «On the Importance of the Non-Christian Religions for Salvation»,
salvación, fuera o dentro de la vida de sus religiones como tales? Sus en Theological Investigations, Darton, Longman and Todd, London 1984, vol.
XVIII, pp. 288-295 (orig. alemán en Schriften zur Theologie, vol. XVIII).
37. H. MAURIER, «Lecture de la Déclaration par un missionnaire d'Afrique», en (A.-
34. RAHNER, «El cristianismo y las religiones no cristianas», en Escritos de teología, M. Henry [ed.]) Les relations de l'Église avec les religions non chrétiennes, Cerf,
op. cit., vol. V, pp. 135-156. París 1966, pp. 119-160; véase pp. 133-134.
35. P.F. KNITTER, NO OtherÑame?A CriticalSurveyofChristianAttitudestowardthe 38. Ibid, p. 135.
World Religions, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1985, p. 124. 39. Ibid., pp. 139-143.
104 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 105

«Un ejemplo es el mismo título de la declaración Nostra aetate, cuenta explícitamente cuánta verdad divina y cuántos bienes de salva-
"sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas". La ción están presentes también fuera del cristianismo? Es obvio que el
cuestión que se plantea aquí directamente no es la de la relación ver- concilio no tenía aún la sensibilidad que la teología postconciliar está
tical de las tradiciones religiosas de la humanidad con el misterio de desarrollando afortunadamente en relación con los «otros» y sus tradi-
Jesucristo, sino la de la relación horizontal de estas tradiciones con el ciones.
cristianismo o la Iglesia. El primer planteamiento habría podido lle-
var al reconocimiento de una presencia escondida del misterio de
Cristo en estas tradiciones y de una cierta mediación de este misterio III. El magisterio postconciliar
a través de ellas; el segundo, en cambio, no conduce naturalmente en
esta dirección. ¿No será ésta la razón por la que, a pesar de haber afir- En la doctrina conciliar persiste una cierta ambigüedad. Nuestra tarea
mado el concilio la presencia de valores y elementos positivos en consiste ahora en preguntarnos si el magisterio posconciliar ha arroja-
estas tradiciones religiosas, no se aventura explícitamente [...] en la do alguna luz sobre la enseñanza del concilio. En particular, ¿se ha
dirección de un reconocimiento de estas mismas tradiciones como dado algún paso más en la dirección de una valoración positiva de las
vías legítimas de salvación para sus miembros, aunque en necesaria religiones en sí mismas? ¿Es posible que una perspectiva eclesiocén-
relación con el misterio de Cristo?»40.
trica demasiado estrecha haya cedido el paso a una visión más amplia,
permitiendo un reconocimiento más claro del papel de las religiones en
Más allá de los silencios y los límites de la doctrina del Vaticano n el designio salvífico de Dios para la humanidad? Al revisar la ense-
sobre las religiones hay que mencionar una cierta decepción e insatis- ñanza oficial de la Iglesia sobre las religiones en los casi cuarenta años
facción que se puede sentir cuando, casi cuarenta años después del que nos separan del concilio, es necesario tener presentes estas y otras
acontecimiento, se releen algunos textos del concilio. Es cierto que es cuestiones ligadas a ellas. Aquí presentaremos sólo los textos clave que
preciso situar el concilio en el contexto de su tiempo; pero también es tienen un contenido doctrinal relevante.
verdad que es necesario poder «recibirlo» hoy. Ya hemos hecho refe-
rencia anteriormente a la necesidad de una «purificación del lenguaje
teológico» sobre las religiones, en el contexto actual del diálogo inte- 1. El pontificado de Pablo vi
rreligioso. No se puede negar que algunas expresiones empleadas por La encíclica Ecclesiam suam, publicada por Pablo vi entre la segunda
el concilio suenan mal en tal contexto renovado. Un ejemplo claro de y la tercera sesión del Vaticano n (6 de agosto de 1964), marca la apa-
ello es la declaración Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa, rición del «diálogo» (aquí llamado colloquium) en el programa de
cuando afirma que «esta única religión verdadera subsiste [subsistere] renovación de la Iglesia querido por el concilio. El papa explica que la
en la Iglesia católica» (n. 1). El significado es que la religión cristiana historia de la salvación es la historia de un diálogo continuo de Dios
es «la única religión verdadera», la cual está totalmente presente en la con la humanidad; el papel de la Iglesia es el de prolongar ese diálogo.
Iglesia católica, aun cuando también está presente, de manera imper- Así pues, la Iglesia se encuentra en una posición privilegiada para enta-
fecta, en las otras Iglesias cristianas. En el contexto actual, en el que se blar un diálogo con el mundo entero, y puede hacerlo en cuatro nive-
reconoce teológicamente cada vez más la presencia de elementos «de les. Trazando círculos concéntricos y partiendo del más lejano, el papa
verdad y de gracia» -afirmada por el concilio (Ad gentes 9)-, nos pre- distingue, en este orden: el diálogo de la Iglesia con el mundo entero;
guntamos si el uso de una expresión común de la apologética del pasa- con los miembros de las otras religiones; con las otras Iglesias cristia-
do (el tratado teológico De vera religione, actualmente obsoleto) no ha nas y, finalmente, en el círculo más interno, el diálogo dentro de la
gozado tal vez de excesiva preferencia en el texto conciliar. ¿No se Iglesia. El segundo círculo «es el de los hombres, ante todo, que ado-
habría podido hablar de la plenitud de la revelación y de los medios de ran al Dios único y sumo, al cual también nosotros adoramos», y no
salvación presentes en el cristianismo de tal modo que se tuviera en incluye sólo a los judíos y los musulmanes, sino también a los fieles de
las grandes religiones afroasiáticas. Pero el papa es muy prudente al
40. J. DUPUIS, Jesucristo al encuentro de las religiones, San Pablo, Madrid 1991, establecer los fundamentos y las condiciones de tal diálogo interreli-
p. 135. gioso sobre consideraciones doctrinales, pues escribe:
106 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 107

«No podemos evidentemente compartir estas varias expresiones reli- vamente al hombre en relación con el plan de Dios, con su presencia
giosas, ni podemos permanecer indiferentes, como si todas, a su viva, con su acción; hace hallar de nuevo el misterio de la Paternidad
manera, fuesen equivalentes y como si autorizasen a sus fíeles a no divina que sale al encuentro de la humanidad. En otras palabras, nues-
buscar si Dios mismo ha revelado la forma, exenta de todo error, per- tra religión instaura efectivamente una relación auténtica y viva con
fecta y definitiva con la que Él quiere ser conocido, amado y servido; Dios, cosa que las otras religiones no lograron establecer, por más que
todo lo contrario, por deber de lealtad, debemos manifestar nuestra tienen, por decirlo así, extendidos sus brazos hacia el cielo»43.
persuasión de que es única la verdadera religión, y que ésta es la cris- La imagen de los «brazos extendidos hacia el cielo» contrapuesta
tiana, y alimentar la esperanza de que sea reconocida por todos los
que buscan y adoran a Dios»41. al gesto de Dios que «sale al encuentro de la humanidad» en Jesucristo,
como respuesta a las aspiraciones humanas; la distinción entre «las
No obstante, el papa afirma: «No queremos negar nuestro respe- expresiones religiosas naturales más dignas de estima» y la religión de
tuoso reconocimiento a los valores espirituales y morales de las varias Jesús, la única a través de la cual se «instaura efectivamente una rela-
confesiones religiosas no cristianas. Queremos con ellas promover y ción auténtica y viva con Dios»: todo esto muestra con claridad que el
defender los ideales que pueden ser comunes [...]. En orden a estos papa retoma la «teoría del cumplimiento» en su forma clásica. Aquí se
comunes ideales, un diálogo por parte nuestra es posible, y no dejare- han perdido de vista los elementos más intuitivos del concilio. Pablo
mos de ofrecerlo allí donde con recíproco y leal respeto sea benévola- vi, que con la encíclica programática Ecclesiam suam se había conver-
mente aceptado»42. A pesar del respeto a los valores morales y espiri- tido en el «papa del diálogo», no dice nada, en la Evangelii nuntiandi,
tuales de las otras religiones, la exclusividad del cristianismo como sobre el tema del diálogo interreligioso.
«única religión verdadera» es inequívoca, como también aparecerá en
el curso del mismo concilio en 1965 (véase Dignitatis humanae 1, an- 2. El pontificado de Juan Pablo n
tes citado). Las distinciones y los matices introducidos por el concilio
sobre las religiones no atenúan la afirmación papal (y conciliar) de las La Nostra aetate había puesto en la base de una concepción cristiana
pretensiones exclusivas del cristianismo. de la relación de la Iglesia con las religiones del mundo un doble ele-
Una importante ocasión para reafirmar tales pretensiones se pre- mento común existente entre todas las personas y todos los pueblos:
sentó con la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, que siguió al por una parte, el común origen en Dios; por otra, el común destino en
sínodo de los obispos sobre la evangelización del mundo contemporá- Dios, conforme al designio divino de salvación para la humanidad (n.
neo, celebrado en 1974. Junto a otros temas referentes a la evangeliza- 1). Tal designio, como sugería el concilio, era realizado por Dios en
ción, había abordado el del diálogo interreligioso y, en relación con él, Jesucristo. No obstante, a este respecto faltaba toda referencia a la pre-
la cuestión de una valoración cristiana de las religiones «no cristianas» sencia y la acción universal del Espíritu de Dios entre los seres huma-
que pudiese servir como indispensable fundamento de tal diálogo. Hay nos en las diversas épocas. Se puede decir que la aportación singular
que decir honestamente que la exhortación apostólica Evangelii nun- del papa Juan Pablo n a una «teología de las religiones» consiste en el
tiandi del papa Pablo vi (8 de diciembre de 1975) hace una valoración énfasis con que afirma la presencia operante del Espíritu de Dios en la
más bien negativa de ellas. Después de recordar debidamente la estima vida religiosa de los «no cristianos» y en sus tradiciones religiosas. Ya
de la Iglesia por ellas, profesada por los documentos del concilio, en el en su primera encíclica, la Redemptor hominis (4 de marzo de 1979),
número 53 el papa se expresa de esta forma: el papa ve en la «creencia firme» de los «no cristianos» un «efecto [...]
del Espíritu de verdad», y se pregunta: «¿No sucede quizá a veces que
«Aun frente a las expresiones religiosas naturales más dignas de esti- la creencia firme de los seguidores de las religiones no cristianas -cre-
ma, la Iglesia se funda en el hecho de que la religión de Jesús, la encia que es efecto también del Espíritu de verdad, que actúa más allá
misma que ella anuncia por medio de la evangelización, sitúa objeti- de los confines visibles del Cuerpo Místico- haga quedar confundidos

41. Texto en AAS 56 (1964), pp. 609-659, aquí: p. 655; trad. cast. en Ocho grandes
mensajes, BAC, Madrid, 197710, p. 310. 43. Texto en AAS 68 (1976), pp. 41-42; trad. cast.: La evangelización del mundo con-
42. Ibid.; trad. cast., ibid., pp. 310-311. temporáneo, PPC, Madrid 1975, pp. 45-46.
108 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 109

a los cristianos, muchas veces dispuestos a dudar en las verdades reve- terio de unidad» -basado en la unidad de la raza humana en la creación
ladas por Dios y proclamadas por la Iglesia» (n. ó)44. y en la redención-, que une a todos los pueblos, por muy diversas que
Por ello «la actitud misionera comienza siempre con un sentimien- puedan ser las circunstancias de sus vidas: «Las diferencias son un ele-
to de profunda estima frente a lo que "hay en el hombre" (Jn 2,25), por mento menos importante respecto a la unidad, que, en cambio, es radi-
lo que él mismo, en lo íntimo de su espíritu, ha elaborado respecto a cal, básica y determinante» (n. 3). Pero hay un punto en el que el papa
los problemas más profundos e importantes; se trata de respeto por se expresa, como en los otros documentos antes citados, más clara-
todo lo que en él ha obrado el Espíritu, que "sopla donde quiere" (Jn mente que cualquiera de los textos conciliares: la presencia activa del
3,8)» (Redemptor hominis 12). Jn 3,8 es una cita que aparece con fre- Espíritu Santo en la vida religiosa de los miembros de las otras tradi-
cuencia en los escritos del papa. Otra es Rm 8,26, donde Pablo habla ciones religiosas. En efecto, el papa observa que en Asís se había pro-
del Espíritu Santo que ora en nosotros. El papa aplica las palabras de ducido una «manifestación admirable de aquella unidad que nos une
Pablo a toda oración auténtica, sea hecha por los cristianos o por otros: ñor encima de las diferencias y las divisiones para todos conocidas».
Él la explica del modo siguiente:
«Incluso cuando para algunos [el Absoluto] es el Gran Desconocido,
sigue siendo siempre, sin embargo, en realidad el mismo Dios vivo. «Toda oración auténtica se encuentra bajo la influencia del Espíritu
Alimentamos la esperanza de que dondequiera que se abra el espíri- Santo, "que intercede por nosotros con insistencia", "porque ni si-
tu humano en oración a este Dios desconocido se percibirá un eco del quiera sabemos qué es conveniente pedir", pero El pide por nosotros,
mismo Espíritu, quien, conociendo los límites y la debilidad de la "con gemidos inenarrables", y Él, que escudriña los corazones, sabe
persona humana, ora él mismo en nosotros y en nuestro nombre, cuáles son los deseos del Espíritu [véase Rm 8,26-27]. Podemos
"intercediendo por nosotros con gemidos inenarrables" (Rm 8,26). mantener, en efecto, que toda oración auténtica es suscitada por el
La intercesión del Espíritu de Dios que ora en nosotros es para noso- Espíritu Santo, el cual está misteriosamente presente en el corazón de
tros fruto del ministerio de la redención realizada por Cristo, en la todo hombre» (n. 11).
cual el amor universal del Padre se ha manifestado al mundo»45. Pero el texto más explícito sobre la economía del Espíritu se
De estos textos surge gradualmente una única enseñanza: el Espí- encuentra en la encíclica dedicada a él, la Dominum et vivificantem (18
ritu Santo está presente y operante en el mundo, en los miembros de de mayo de 1996). Aquí el papa menciona explícitamente la actividad
las otras religiones y en las mismas tradiciones religiosas. La oración universal del Espíritu Santo antes del tiempo de la economía cristiana
auténtica (aunque se dirija a un Dios aún desconocido), las virtudes y -«desde el principio, en todo el mundo»-y, hoy, después del aconteci-
los valores humanos, los tesoros de sabiduría escondidos en las tradi- miento Cristo, «fuera del cuerpo visible de la Iglesia». Antes del tiem-
ciones religiosas, el verdadero diálogo y el auténtico encuentro entre po de la economía cristiana la actividad del Espíritu estaba ordenada a
sus miembros, son también frutos de la presencia activa del Espíritu. Cristo en virtud del designio salvífico divino. Fuera de la Iglesia, hoy,
No podemos omitir una referencia al importante discurso pronun- se deriva del acontecimiento salvífico que se ha realizado en él. Él
ciado por el papa Juan Pablo n a los miembros de la Curia romana el papa, por tanto, explica el contenido cristológico y la dimensión pneu-
22 de diciembre de 1986, después del acontecimiento de la Jornada matológica de la gracia salvífica (véase todo el número 53)47.
mundial de oración por la paz, que se había celebrado en Asís dos El tema de la presencia y la actividad universal del Espíritu Santo
meses antes (el 27 de octubre de 1986)46. El discurso habla de un «mis- aparece de nuevo en la carta encíclica Redemptoris missio (7 de
diciembre de 1990)48. El texto afirma con gran claridad que la presen-
44. Texto en AAS 71 (1979), pp. 257-347; trad. cast. en Encíclicas de Juan Pablo //,
Edibesa, Madrid 1993, pp. 1-102, aquí: pp. 19-20. cast. en Ecclesia 2.292 [1986], pp. 1538-1547). El texto del discurso del papa a
45. «Por el desarrollo de Asia en solidaridad internacional», Mensaje de Juan Pablo los miembros de la Curia romana (22 de diciembre de 1986) se encuentra en
II a los pueblos de Asia (Manila, 21 de febrero de 1981), n. 4. Texto en AAS 73 Ecclesia 2.302 (1987), pp. 71-75.
(1981), pp. 391-398; trad. cast. en Ecclesia 2.021 (1981), pp. 302-303. 47. Texto en AAS 78 (1986), pp. 809-900; trad. cast. en Encíclicas de Juan Pablo li,
46. Los textos de la Jornada de oración por la paz fueron publicados por la COMISIÓN Edibesa, Madrid 1993, pp. 349-490, aquí: pp. 450-451.
PONTIFICIA «IUSTITIA ET PAX», Assisi: Giornata mondiale di preghiera per la pace 48. Texto en AAS 83 (1991), pp. 249-340; trad. cast. en Encíclicas de Juan Pablo u,
(27 ottobre 1986), Tipografía Poliglotta Vaticana, Cittá del Vaticano 1987 (trad. Edibesa, Madrid 1993, pp. 711-863, aquí: pp. 759-760.
110 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II \ \l

cia del Espíritu no alcanza sólo a los individuos, sino a las mismas tra- se diferencia de las otras religiones, en las que desde el principio se
diciones religiosas: ha expresado la búsqueda de Dios por parte del hombre. El cristia-
nismo comienza con la Encarnación del Verbo. Aquí no es sólo el
«El Espíritu se manifiesta de modo particular en la Iglesia y en sus hombre quien busca a Dios, sino que es Dios quien viene en Persona
miembros; sin embargo, su presencia y acción son universales, sin a hablar de sí al hombre y a mostrarle el camino por el cual es posi-
límite alguno ni de espacio ni de tiempo. [...] El Espíritu [...] está en ble alcanzarlo. [...] El Verbo encarnado es, pues, el cumplimiento del
el origen mismo de la pregunta existencial y religiosa del hombre, la anhelo presente en todas las religiones de la humanidad: este cum-
cual surge no sólo de situaciones contingentes, sino de la estructura plimiento es obra de Dios y va más allá de toda expectativa humana.
misma de su ser. La presencia y la actividad del Espíritu no afectan Es misterio de gracia. En Cristo la religión ya no es un "buscar a Dios
únicamente a los individuos, sino también a la sociedad, a la historia, a tientas" [véase Hch 17,27], sino una respuesta de fe a Dios que se
a los pueblos, a las culturas y a las religiones» (n. 28). revela [...]. Cristo es el cumplimiento del anhelo de todas las religio-
Con todo, si se nos pregunta si el reconocimiento de la presencia nes del mundo y, por ello mismo, es su única y definitiva culmina-
ción» (n. 6)49.
activa del Espíritu de Dios no sólo en los miembros de las otras tradi-
ciones religiosas, sino en las mismas tradiciones, ejerce un influjo po-
sitivo en la aproximación de la encíclica al significado y al valor de Este texto visualiza el cumplimiento de las otras religiones en Jesu-
éstas, la respuesta sigue totalmente indeterminada. Todo lo que la encí- cristo y en el cristianismo como una autocomunicación de Dios en su
clica se atreve a decir a este respecto está contenido en dos frases. Por Hijo encarnado en respuesta a la universal búsqueda humana de Dios
un lado, afirma que la salvación en Cristo es accesible a los que se que encuentra expresión en las tradiciones religiosas; en otras palabras,
encuentran fuera de la Iglesia «en virtud de la gracia que, aun tenien- como encuentro entre la revelación y la gracia divinas, por un lado, y
do una misteriosa relación con la Iglesia, no les introduce formalmen- las aspiraciones religiosas naturales de la humanidad, por otro. De este
te en ella, sino que los ilumina de manera adecuada en su situación modo reproduce la «teoría del cumplimiento» en su forma clásica.
interior y ambiental» (n. 10). Por otro, aunque se subraya la «media- Parece que esto no deja ningún lugar para el reconocimiento, en las
ción única y universal» de Cristo, el documento reconoce la posibili- otras tradiciones religiosas, de una primera iniciativa divina, aunque
dad, en el orden de la salvación, de «mediaciones parciales de cual- incompleta, hacia los seres humanos, ni para la atribución a tales tra-
quier tipo» con las siguientes palabras: «Aun cuando no se excluyan diciones de un papel positivo en el misterio de la salvación de sus
mediaciones parciales, de cualquier tipo y orden, éstas sin embargo seguidores: el «camino» cristiano es el único a través del cual «es posi-
cobran significado y valor únicamente por la mediación de Cristo y no ble alcanzar a Dios».
pueden ser entendidas como paralelas y complementarias» (n. 5). No En cambio, nos acercamos más que nunca a una afirmación de un
se dice explícitamente si entre las «mediaciones parciales» contempla- papel positivo de las tradiciones en un documento publicado conjunta-
das en este texto están incluidas, para beneficio de los miembros de las mente por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y la
otras religiones, las tradiciones a las que pertenecen. Abordaremos esta Congregación para la Evangelización de los Pueblos, titulado «Diá-
cuestión más adelante. logo y anuncio. Reflexiones y orientaciones sobre el diálogo inte-
rreligioso y el anuncio del Evangelio de Jesucristo» (19 de mayo de
De hecho, a pesar de la repetida afirmación de la presencia del
1991 )50. La sección titulada «Aproximación cristiana a las tradiciones
Espíritu Santo de Dios en las tradiciones religiosas, en algunos pro-
religiosas» (nn. 14-32) -que es una primicia entre los documentos de
nunciamientos recientes el papa Juan Pablo n retoma la «teoría del
la Iglesia dedicados a los miembros de las otras religiones y a sus tra-
cumplimiento» de una forma que recuerda el juicio sobre las religio-
diciones- contiene un importante párrafo que, a propósito del papel
nes «no cristianas» pronunciado por Pablo vi en la Evangelii nuntian-
di (53). Así, en la carta apostólica Tertio millennio adveniente (10 de
noviembre de 1994) el papa escribe: 49. Texto en AAS 87 (1995), pp. 8-9; trad. cast.: Carta apostólica Tertio millennio
«Jesús [...] no se limita a hablar "en nombre de Dios" como los pro- adveniente, Librería Editrice Vaticana, Cittá del Vaticano 1994, pp. 8-10.
fetas, sino que es Dios mismo quien habla en su Verbo eterno hecho 50. PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO, «Diálogo y anuncio»,
carne. Encontramos aquí el punto esencial por el que el cristianismo Ecclesia 2.547 (1991), pp. 1437-1454.
112 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA ENCRUCIJADA DEL CONCILIO VATICANO II 113

desempeñado por las tradiciones religiosas en la salvación en Jesu- magisterio reciente a este respecto ha experimentado altibajos, ambi-
cristo, va más allá de todo lo que se había dicho previamente en los güedades y oscilaciones. Sería erróneo, por tanto, insistir en la afirma-
documentos de la Iglesia: ción de la existencia continua de una sola perspectiva teológica del
«De este "misterio de unidad" deriva el hecho de que todos los hom- magisterio reciente en relación con las religiones. Por el contrario, hay
bres y mujeres que son salvados participan, aunque de modo diferen- que reconocer la existencia en él de diversas actitudes, que dejan la
te, en el mismo misterio de la salvación en Jesucristo por medio de su puerta abierta a variados desarrollos ulteriores. Tampoco es siempre
Espíritu. Los cristianos son conscientes de ello gracias a su fe, mien- fácil establecer el significado o el valor exactos de cada una de las
tras que los demás desconocen que Jesucristo es la fuente de su salva- declaraciones o afirmaciones. En cualquier caso, basándonos en la
ción. El misterio de la salvación los toca por vías que sólo Dios cono- breve exposición que acabamos de presentar podemos sacar las
ce, mediante la acción invisible del Espíritu de Cristo. A través de la siguientes conclusiones.
práctica de lo que es bueno en sus propias tradiciones religiosas, y Los textos conciliares pertinentes muestran, sin querer tomar posi-
siguiendo los dictámenes de su conciencia, los miembros de las otras ción sobre cuestiones doctrinales controvertidas, una cierta apertura
religiones responden positivamente a la invitación de Dios y reciben
la salvación en Jesucristo, aun cuando no lo reconozcan como su sal- hacia las otras tradiciones religiosas. Tal apertura, aun siendo limitada,
vador (véase Ad gentes 3, 9 y 11)» (n. 29; la cursiva es nuestra)51. no tiene precedentes en los anteriores documentos oficiales de la
Iglesia. Aunque no se reconoce nunca formalmente que las otras tradi-
Es indudable que la afirmación es prudente -no sin razón, si se tie- ciones religiosas sean canales de salvación para sus miembros, parece
nen en cuenta las circunstancias y el contexto en que fue escrita52-. No que el concilio avanza implícitamente en esta dirección cuando reco-
obstante, parece que se abre tímidamente, por primera vez, una puerta noce que en ellas no existen sólo valores humanos positivos, sino tam-
para el reconocimiento, por parte de la autoridad de la Iglesia, de una bién elementos «de verdad y de gracia», «entre las naciones, como por
«mediación parcial» de las tradiciones religiosas en la salvación de sus una cuasi secreta presencia de Dios» {Ad gentes 9).
miembros. Al parecer, con tal declaración se está dando definitiva- Por lo que respecta al magisterio posconciliar, se caracteriza por
mente el paso de la «teoría del cumplimiento» a la de una presencia una cierta ambigüedad. Aunque parece que Pablo vi se adhirió clara-
activa del misterio de Jesucristo en las mismas tradiciones53. mente a la «teoría del cumplimiento» tal como se había entendido tra-
Es probable que nuestra visión de conjunto del concilio Vaticano n dicionalmente antes del concilio, Juan Pablo n, sobre todo por su énfa-
y del magisterio posconciliar haya conseguido mostrar que la doctrina sis en la universalidad de la presencia activa del Espíritu Santo en las
de la Iglesia no es monolítica ni uniforme. Entre los diferentes docu- mismas tradiciones religiosas, parece más positivo y muestra una incli-
mentos es posible encontrar distintas implicaciones y matices semán- nación más fuerte hacia una perspectiva más amplia, pero sin deducir
ticos diferentes, e incluso perspectivas en parte opuestas entre sí. El sus conclusiones implícitas ni ir claramente más allá de la concepción
preconciliar del cumplimiento. Sólo un documento oficial del Vaticano
permite afirmar prudentemente que la gracia y la salvación de Dios en
51. Ibid., p. 172.
52. Para un estudio crítico y un resumen de la génesis de este documento, así como Jesucristo llegan a los miembros de las otras tradiciones religiosas den-
para una comparación entre la encíclica Redemptoris missio y «Diálogo y anun- tro y por medio de la «práctica» de tales religiones.
cio», véase J. DUPUIS, «A Theological Commentary: Dialogue and Proclama- Hasta aquí, y no más allá, nos permite llegar la doctrina oficial. La
tion», en (W.R. Burrows [ed.]) Redemption and Dialogue, Orbis Books, tarea del capítulo siguiente será la de mostrar que el debate teológico
Maryknoll (N.Y.) 1993, pp. 119-158. También ID., «Dialogue and Proclamation
in Two Recent Documents», en (Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligio- que ha continuado, sobre todo a partir de los años del concilio, entre
so) Bulletin n. 80; 27/2 (1992), pp. 165-172. los cristianos en general, es en realidad mucho más amplio y variado
53. El documento de la Comisión Teológica Internacional titulado «El cristianismo y que lo expuesto hasta aquí, y de hecho incluye algunas posiciones
las religiones» (1996) no es objeto de estudio en este capítulo porque no forma extremas. Así pues, es necesario examinar todo el abanico de las opi-
parte del magisterio de la Iglesia. Haremos referencia a él ocasionalmente en la
segunda parte de este trabajo. El texto de este documento ha sido publicado en niones sostenidas en el debate que tiene lugar actualmente.
castellano en COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, Documentos 1969-1996,
BAC, Madrid 1998, pp. 557-604.
EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 115

desarrollo de la discusión. El debate sobre la teología de las religiones


ocupa hoy un lugar destacado en la agenda teológica. Prueba de ello es
la incesante producción de bibliografía al respecto.
Este debate, en el punto en que hoy se encuentra, es lo que quere-
mos revisar en este capítulo. Nos proponemos identificar los principa-
les «paradigmas» que han dominado el intento de construir una teolo-
gía de las religiones -y del pluralismo religioso- o, dicho de otro
3 modo, de determinar la perspectiva fundamental, el principio de inteli-
El cristianismo y las religiones gibilidad, conforme al cual se proponen las distintas teorías relativas a
en la teología reciente las relaciones mutuas entre las diversas tradiciones religiosas, incluido
el cristianismo.
Antes de entrar en el argumento, son necesarias algunas precisio-
El concilio Vaticano n afrontó «la relación de la Iglesia con las reli- nes a propósito de la terminología. Se usa deliberadamente el término
giones no cristianas» dentro de parámetros bien definidos. Era efecti- «paradigma» en contraposición al término «modelo», empleado tam-
vamente voluntad de Iglesia promover la estima recíproca y la colabo- bién en estas páginas. La distinción es importante. En síntesis, se
ración, pero dentro de los límites impuestos por la comprensión de su puede decir lo que sigue: los <<mo-delos» tienen carácter descriptivo;
identidad y su concepción de la propia misión. El debate tuvo como atraen la atención sobre los aspectos de una determinada realidad, sin
presupuesto muchos elementos irrenunciables: la unicidad de Jesu- pretender definirla de forma adecuada o distintiva. Como consecuen-
cristo, el único en el que el género humano podía encontrar la salva- cia, los diferentes modelos no se excluyen mutuamente, sino que deben
ción; el papel insustituible de la Iglesia como «sacramento universal» ser vistos como realidades que se completan recíprocamente; su com-
de la salvación en Jesucristo. Dentro de los límites impuestos por estos binación es necesaria para obtener una visión comprensiva de la reali-
elementos fundamentales de la fe cristiana tradicional, el espacio para dad en cuestión. En el caso de los «paradigmas» sucede lo contrario.
negociar diferentes valoraciones teológicas de las religiones parecía Aquí se trata de principios de inteligibilidad, de claves de interpreta-
bastante restringido. Inequívocamente excluida -como había recorda- ción global de la realidad que, al oponerse mutuamente, se excluyen.
do Pío XII en 1949- la interpretación rígida del antiguo axioma «Fuera No es posible sostener al mismo tiempo -la comparación es pertinen-
de la Iglesia no hay salvación», parecía que quedaban dos caminos, a te, como se verá más adelante- una cosmovisión tolemaica y otra co-
saber, los sugeridos, de hecho, por la teología católica del tiempo del pernicana. De ahí la exigencia de abandonar un paradigma, si se con-
concilio, que hemos presentado en el capítulo anterior. El concilio no sidera inservible, para «pasar» a otro. En nuestro caso, será importan-
adoptó formalmente ninguno de los dos. Aunque aparentemente se te tener presente la asunción de contradicciones entre los miembros de
inclinaba hacia la visión más positiva, dejó abierto el debate teológico. cada pareja de paradigmas, y el desconocimiento, implícito en cada
En realidad, hacía mucho tiempo que tal debate había adquirido «cambio de paradigma», de todo lo que lo ha precedido.
dimensiones mucho más vastas que las que jamás el concilio hubiera Muchos autores recientes prefieren una subdivisión tripartita de las
podido o querido tomar en consideración. Esto resulta evidente si se posiciones principales. Distinguen tres perspectivas fundamentales
considera, más allá de las posiciones entonces más difundidas entre los -eclesiocéntrica, cristocéntrica y teocéntrica- y, en paralelo con ellas,
teólogos católicos, todo el abanico de las opiniones sostenidas ya ante- tres posiciones básicas, denominadas respectivamente: exclusivismo,
riormente por los teólogos de varias tradiciones cristianas, opiniones inclusivismo y «pluralismo»1. Tales distinciones corresponden a un
comprendidas entre los dos extremos constituidos por la «teología dia-
léctica» de K. Barth, por un lado, y las concepciones «liberales» con 1. Adoptan esta nomenclatura, entre otros: A. RACE, Christians and Religious
las que éste entró en conflicto, por otro. En los últimos años no se ha Pluralism. Patterns in the Christian Theology of Religions, SCM Press, London
reducido la amplitud de tal abanico; al contrario, ha aumentado con el 1983; H. COWARD, Pluralism. Challenge to World Religions, Orbis Books,
Maryknoll (N.Y.) 1985.
116 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 117

doble cambio de paradigma. Hay que añadir que ulteriores debates han Troeltsch y A. Toynbee3. Lo mismo hicieron autores como E. Brunner,
determinado la aparición de categorías más recientes. Como veremos el cual, a pesar de las diferencias, está desde este punto de vista muy
más adelante, éstas no representan nuevos cambios de paradigma en el cerca de Barth4.
sentido antes definido, pues se limitan a sugerir nuevos modelos para Tampoco hay que pensar que la posición exclusivista de la neoor-
determinar el valor de las diversas religiones. Será preciso tener en todoxia protestante sea ya una cosa totalmente pasada. En los ambien-
cuenta también estos desarrollos más recientes, así como las nuevas tes evangélicos sobrevive, en alguna medida, también hoy, según ates-
categorías de opiniones que han producido. tiguan trabajos recientes como los de H.A. Netland5 y A.D. Clarke -
Así pues, la tarea de este capítulo será la de explicar las presiones B.M. Winter6 y, en un nivel más institucional, la «Alianza de Lau-
que han hecho que la teología de las religiones experimentase un doble sanne» promulgada por el Congreso Internacional sobre el Evangelis-
cambio de paradigma: del eclesiocentrismo al cristocentrismo, y del mo Mundial (1974) y el «Manifiesto de Manila», publicado por la
cristocentrismo al teocentrismo. Tendremos que mostrar también cómo misma organización en 1989. Éste afirma que no hay ninguna «justifi-
de los debates más re-cientes han surgido nuevos modelos para valorar cación para decir que la salvación puede encontrarse fuera de Cristo o
las diversas religiones. De este modo resultará evidente que la cuestión prescindiendo de una aceptación explícita de su obra mediante la fe»7.
cristológica, que originariamente se encontraba en el centro de todo el En algunos autores católicos se encuentran todavía posiciones muy
debate de la teología de las religiones, tiende a juicio de muchos -sea semejantes a ésta. Un ejemplo es H. van Straelen, que ha escrito en un
correcto o equivocado- a ser progresivamente marginada. Por ello libro publicado recientemente: «La Iglesia ha enseñado siempre que,
habrá que analizar también esta tendencia, y será preciso mostrar que, para salvarse, el hombre tiene que aceptar el mensaje del Evangelio,
desde un punto de vista cristiano, la cuestión cristológica ocupa nece- rechazar a los falsos dioses y volverse hacia el Dios vivo de Abrahán,
sariamente el centro del debate. Por último, habrá que buscar un mode- de Isaac y de Jacob, como se ha revelado en Jesucristo»8. Es decir, que
lo practicable para una teología sintética de las religiones que sea al para salvarse es necesaria la fe explícita en Jesucristo. Tales datos
mismo tiempo cristiana y abierta. recuerdan el paradigma exclusivista, explícitamente repudiado por el
magisterio de la Iglesia, como se deduce de la carta del Santo Oficio al
arzobispo de Boston, de 1949, bajo Pío xn9.
I. Cambios de paradigma En efecto, el cambio de paradigma con el que se ha pasado del
eclesiocentrismo al cristocentrismo representa un vuelco importante,
1. Del eclesiocentrismo al cristocentrismo cargado de consecuencias no sólo para una teología de las religiones

El primer cambio de paradigma puede ser tratado rápidamente. Ya 3. E. TROELTSCH, El carácter absoluto del cristianismo, Sigúeme, Salamanca 1979
hemos recordado el veredicto negativo barthiano sobre la religión en (orig. alemán, 1929 3 ); A. TOYNBEE, Christianity among the Religions of the
general y, consiguientemente, sobre las religiones. Los discípulos de World, Scribner's, New York 1957.
4. E. BRUNNER, Offenbarung und Vernunft. Die Lehre von der christlichen
Barth, como H. Kraemer2, aplicaron la «teología dialéctica» a las reli- Glaubenerkenntis, Zwingli Verlag, Zürich 1941, 19612.
giones con las que se encontraron en contextos misioneros. Dado que 5. H.A. NETLAND, Dissonant Volees. Religious Pluralism and the Question ofTruth,
la salvación se podía conseguir sólo mediante la fe en Jesucristo pro- Eerdmans, Grand Rapids (Mich.) 1991.
fesada en la Iglesia, las religiones «no cristianas» constituían, en el 6. A.D. CLARKE y B.M. WINTER (eds.), One God, One Lord. Christianity in a World
of Religious Pluralism, Baker, Grand Rapids (Mich.) 1992.
mejor de los casos, vanos intentos humanos de autojustificación. Pero 7. Véase E.L. STOCKWELL, «One Perspective on Lausanne II in Manila, July 11-20,
Barth no fue el único que reaccionó con vehemencia contra las con- 1989», pro manuscripto, sin fecha, p. 3.
cepciones liberales propuestas por historiadores de la religión, como E. 8. H. VAN STRAELEN, L'Eglise et les religions non chrétiennes au seuil du XXIe sié-
cle, Beauchesne, París 1994, p. 281. Anteriormente el autor había escrito Ouver-
ture á l'autre, laquelle?, Beauchesne, París 1982.
2. Véase H. KRAEMER, The Christian Message in a Non-Christian World, Edinburgh 9. H. DENZINGER y P. HÜNERMANN (eds.), El magisterio de la Iglesia. Enchiridion
House, London 1947; ID., Why Christianity of All Religions?, Lutterworth, symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum, Herder,
London 1962. Barcelona 1999 [en adelante: DH], nn. 3.866-3.872 (orig. alemán, 1999).
118 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 119

(inclusivismo contra exclusivismo), sino para la teología en general. cuestión no se proponen sólo abandonar la visión que sitúa la Iglesia
Este cambio implica un radical des-centramiento de la Iglesia, que se en el centro de la perspectiva teológica, sino también la que sitúa en el
encuentra ahora re-centrada en el misterio de Jesucristo. Es éste, y no centro el misterio de Jesucristo. En la nueva perspectiva, en el centro
la Iglesia, quien está en el centro del misterio cristiano; en cambio, la está Dios y sólo él. El término «pluralismo» hace referencia a la susti-
Iglesia es un misterio derivado, relativo, que encuentra en él su razón tución de la única mediación universal y constitutiva de Jesucristo por
de ser. Tal descentramiento de la Iglesia, y su consiguiente recentra- muchos «caminos» o figuras salvíficas de igual valor que conducen a
miento en Jesucristo, es absolutamente necesario, si ella quiere evitar Dios-centro. Las diversas religiones -incluido el cristianismo- repre-
tendencias eclesiológicas maximalistas, de las que el axioma «Fuera de sentan caminos que conducen a Dios, cada uno de los cuales posee, a
la Iglesia no hay salvación» representa un ejemplo extremo. Una apro- pesar de las diferencias, igual validez y valor. En sus líneas esenciales,
ximación eclesiocéntrica estrecha debe ser sustituida por una perspec- el razonamiento es el siguiente.
tiva cristocéntrica más amplia. Si el cristianismo busca sinceramente un diálogo con las otras tra-
Por lo que respecta a la teología de las religiones, el cambio de diciones religiosas - y sólo puede buscarlo en un nivel de igualdad-,
paradigma del exclusivismo al inclusivismo implica una neta distin- tiene que renunciar en primer lugar a toda pretensión de unicidad para
ción entre el papel de Jesucristo y el de la Iglesia en el orden de la sal- la persona y la obra de Jesucristo como elemento «constitutivo» uni-
vación. No son ni deben ser puestos en el mismo nivel. Según el Nuevo versal de la salvación. Ciertamente esta posición se presta a varías
Testamento, sólo Jesucristo es el «mediador» entre Dios y los seres interpretaciones. Según algunos, aun no siendo constitutivo de la sal-
humanos (véase 1 Tm 2,5; Hb 8,6; 9,15; 12,24). Cualquiera que sea el vación -en el sentido de que la salvación universal depende de su per-
papel que haya que atribuir a la Iglesia en el orden de la salvación, sona y su obra-, Jesucristo sigue siendo normativo, como símbolo per-
jamás podrá ser colocado en el mismo plano que el de Jesucristo y fectísimo y también modelo ideal de las relaciones entre Dios y los
nunca se le podrá atribuir la misma necesidad. Esto demuestra la nece- hombres. Ejemplos de defensores del Jesús «normativo» serían, ade-
sidad de superar una perspectiva eclesiocéntrica demasiado estrecha. más de E. Troeltsch y P. Tillich10, teólogos «del proceso» como J.B.
No es posible edificar una teología de las religiones sobre una insis- Cobb y S.M. Ogden". El principal representante de la posición extre-
tencia eclesiológica que terminaría por alterar las perspectivas. La ma según la cual Jesús no es ni constitutivo ni normativo es induda-
Iglesia, como misterio derivado y totalmente relativo al misterio de blemente John Hick.
Cristo, no puede constituir el criterio con el que medir la salvación de La posición de Hick es tan representativa de la interpretación radi-
los «otros». Qué papel hay que asignarle en una perspectiva descentra- cal del pluralismo teológico que merece la pena detenerse un momen-
da, en relación con las religiones y sus miembros, es una cuestión que to a estudiarla12. Hick sostiene una «revolución copernicana» de la cris-
debemos retomar más adelante. tología, una revolución que debe consistir, de manera específica, en un
cambio de paradigma, es decir, en el paso de la tradicional perspectiva

2. Del cristocentrismo al teocentrismo 10. E. TROELTSCH, El carácter absoluto del cristianismo, op. cit.; P. TILLICH,
Systematic Theology, vols. II-III, University of Chicago Press, Chicago 1957-
En el reciente debate sobre la teología de las religiones son todavía 1963; ID., Christianity and the Encounter of World Reügions, Columbia
numerosos los autores que han defendido y promovido un segundo y University Press, New York 1963.
aún más radical cambio de paradigma. Al cristocentrismo inclusivista 11. Véase J.B., COBB, Jr., Christ in a Pluralistic Age, Westminster Press, Philadelphía
1975; ID. , Beyond Dialogue. Toward a Mutual Transformation of Christianity and
se contrapone ahora una perspectiva teocéntrica, denominada también Buddhism, Fortress Press, Philadelphia 1982. Véase también S.M. OGDEN, Christ
«pluralismo». Es necesario percibir claramente el significado del tér- without Myth, Harper and Brothers, New York 1963; ID., IS There Only One True
mino aquí empleado y el cambio de paradigma implicado en él. Todo Religión or Are There Many?, Southern Methodist University Press, Dallas 1992.
cambio de paradigma implica el rechazo del paradigma anterior - e n 12. Véase sobre todo J. HICK, God and the Universe of Faiths. Essays in the
Philosophy of Religión, Macmillan, London 1973; ID., God Has Many Ñames.
este caso, de la centralidad de Jesucristo en el orden de la salvación, tal Britain's New Religious Pluralism, Macmillan, London 1980; ID., Problems of
como la ha entendido tradicionalmente la fe cristiana-. Los autores en Religious Pluralism, Macmillan, London 1985.
120 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 121

cristocéntrica a una nueva perspectiva teocéntrica. La expresión «revo- militante, como atestiguan sus eslóganes. Además del cambio de para-
lución copernicana» indicaba originariamente el paso de un determi- digma constituido por la revolución copernicana, se ha hablado del
nado sistema de explicación del cosmos, a la sazón anacrónico y anti- «paso del Rubicón». Obviamente, esta expresión significa reconocer
cuado, a un sistema diverso, que corresponde efectivamente a la reali- de forma irrevocable el igual significado y valor de las diversas reli-
dad. Este paso tuvo lugar cuando el sistema tolemaico fue sustituido giones y renunciar a cualquier pretensión no sólo de exclusividad, sino
por el copernicano. Después de haber creído durante siglos que el Sol también de normatividad, para el cristianismo y para Jesucristo13. Si
giraba alrededor de la Tierra, descubrimos finalmente, con Galileo y éste tiene alguna universalidad, sólo puede consistir en el atractivo que
Copérnico, que en realidad es la Tierra la que gira alrededor del Sol. su mensaje puede ejercer en relación con las aspiraciones de los hom-
Del mismo modo, después de haber creído durante siglos que las otras bres y las mujeres en general; con todo, también otras figuras sal vin-
tradiciones religiosas giraban en torno al cristianismo, hoy debemos cas podrían ejercer el mismo atractivo.
reconocer que en realidad el centro en torno al cual giran todas las tra-
diciones religiosas (incluido el cristianismo) es Dios. Semejante cam-
bio de paradigma implica necesariamente el abandono de toda reivin- II. Otros modelos y más allá
dicación de un significado único no sólo para el cristianismo, sino para
el mismo Jesucristo. 1. Reinocentrismo y soteriocentrismo
Hick no ignora los escritos teológicos que representan la perspec- Una de las principales objeciones presentadas contra el paradigma teo-
tiva intermedia entre exclusivismo y «pluralismo», a saber, la del inclu- céntrico se refiere a la asunción acrítica de un concepto de la Realidad
sivismo a la manera, por ejemplo, de K. Rahner. No obstante, según absoluta afín a las religiones monoteístas y proféticas del hemisferio
Hick, todos los esfuerzos realizados por un impresionante número de occidental, pero totalmente extraño a las tradiciones místicas de
teólogos recientes -sobre todo católicos- para dotar a la teología de las Oriente. Ello impondría de esta forma a todas las religiones una idea
religiones de un cristocentrismo inclusivo y abierto capaz de entrela- preconcebida de Dios, en un intento de mostrar cómo convergen, aun-
zar, por un lado, el sentido constitutivo del acontecimiento Jesucristo que sea en sus diferencias, en un mismo Centro divino. Tales objecio-
para la salvación de la humanidad y, por otro, el valor de las otras tra- nes han obligado a los representantes del pluralismo teocéntrico a pro-
diciones religiosas como intervenciones de Dios en la historia de las poner otros modelos, que no constituyen sino nuevas variaciones sobre
culturas humanas y vehículos de «elementos de gracia» y salvación el mismo paradigma.
para sus miembros, pueden ser arrinconados como indignos de seria Hick propone ahora el modelo del «centramiento en la Realidad»14.
consideración. De hecho, son comparables a los «epiciclos» inventa- Esto significa que todas las religiones están orientadas, de modos dife-
dos por la ciencia antigua con el vano intento de hacer entrar por la rentes, a lo que consideran la Realidad central o el Absoluto divino. Al
fuerza algunos fenómenos recalcitrantes dentro del sistema tolemaico, participar en esta búsqueda universal, todas las tradiciones religiosas
intento que duró hasta que este sistema se derrumbó definitivamente poseen, en sus diferencias, igual valor: ninguna tiene prioridad con res-
con todos sus epiciclos, dejando el espacio libre para la revolución pecto a las otras ni posee el privilegio de una especial revelación divi-
copernicana. Del mismo modo, la revolución copernicana en la cristo- na. «Realidad última» indica el hecho de que lo Divino no puede ser
logia, que Hick está dispuesto a promover, rechaza todas las cristolo-
gías inclusivas como si se tratase de epiciclos inútiles y anticuados. La
única teología válida de las religiones superviviente será la del plura- 13. Véase L. SWIDLER (ed.), Toward a Universal Theology of Religión, Orbis Books,
Maryknoll (N.Y.) 1987, especialmente P.F. KNITTER, «Hans Küng's Theological
lismo teocéntrico, que explica todos los fenómenos, trasciende toda Rubicon», pp. 224-230. Véase también J. HICK y P.F. KNITTER (eds.), The Myth
pretensión cristiana de un papel privilegiado y universal para Jesucristo of Christian Uniqueness. Toward a Pluralistic Theology of Religions, Orbis
y finalmente establece el diálogo interreligioso sobre un nivel de autén- Books, Maryknoll (N.Y.) 1987.
tica igualdad. 14. Véase J. HICK, An Interpretation of Religión. Human Responses to the
Transcendente Yale University Press, New Haven - London 1989. Para una expo-
Observemos también que la reflexión de Hick ha estimulado una sición de la teoría con carácter más divulgativo, véase J. HICK, The Rainbow of
auténtica escuela de pensamiento, que se jacta de una actitud un tanto Faiths. Critical Dialogues on Religious Pluralism, SCM Press, London 1995.
122 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 123

considerado, en último término, ni personal (como en las tradiciones pueden y deben contribuir, bajo aspectos diferentes, al crecimiento del
teístas), ni impersonal (como en las tradiciones no teístas). Hay que reino de Dios entre las personas y los pueblos.
aplicar la noción de «mito», ya utilizada en referencia a la cristología, En los últimos años, Knitter ha desarrollado ulteriormente el mode-
también a la idea de la Ultimidad divina, bajo cualquier forma que ésta lo de la liberación, pues une aún más estrechamente la doble preocu-
se dé a conocer en las diferentes religiones: el Brahmán hindú, el Alá pación de la praxis de liberación y del diálogo interreligioso17. La
del islam, el Yahvé del judaismo, el Abbá del cristianismo15. Hablar del sotéría que propugna requiere una responsabilidad global y un com-
«Padre nuestro que está en el cielo» significa hacer referencia en clave promiso común de las diferentes tradiciones religiosas para el «bie-
mítica cristiana a aquello que es «lo Real». nestar eco-humano». Con el modelo reinocéntrico, el cristocentrismo
Hick, por tanto, niega ahora toda correspondencia real entre el tradicional es sustituido por una perspectiva escatológica. La teología
conocimiento humano y la realidad divina; el lenguaje religioso sólo de las religiones no se centra ya en el acontecimiento Cristo, sino en el
tiene que desempeñar una función superficial. De lo Real an sich no reino de Dios, que se construye a lo largo de la historia y que está des-
sabemos absolutamente nada: nuestro conocimiento sólo tiene acceso tinado a alcanzar su consumación en el tiempo escatológico. La aten-
a los fenómenos. En cualquier caso, lo que cuenta es que todas las reli- ción no se centra ya en el pasado, sino en el futuro; Dios y su reino son
giones -cualquiera que sea su lenguaje característico- tienen la capa- la meta de la historia, hacia la cual tienden todas las religiones (inclui-
cidad de estimular a las personas para salir de sí mismas en busca de do el cristianismo), porque es su destino común.
la Realidad suprema que alimenta amor y compasión. Aplicada a Dios, Knitter entiende el modelo del reino de Dios como una nueva ver-
la noción de «mito» pone el modelo teocéntrico fuera del centro, sión del paradigma teocéntrico. Tiene el mérito de afirmar que los
abriendo el camino a la «centralidad de lo Real». En clave soteriológi- seguidores de las otras tradiciones religiosas son ya miembros del
ca, todas las religiones tienen el poder de transformar a las personas reino de Dios en la historia, y que junto a los cristianos están destina-
para que pasen de su autocentramiento al «centramiento en la Reali- dos a colaborar en el crecimiento del reino hacia su plenitud escatoló-
dad». Pero hay que someter todas las tradiciones religiosas, sean teís- gica; más adelante tendremos que abordar de nuevo estos aspectos. No
tas o no, a un proceso de «desmitologización»; entonces se verá que obstante, aparte del hecho de que tal modelo continúa remitiendo a un
ninguna posee ni puede reivindicar de por sí un acceso privilegiado a concepto de Dios característico de las religiones monoteístas, para la
la Realidad. fe cristiana tradicional no representa ni puede representar un cambio de
Frente a las objeciones planteadas al paradigma teocéntrico, P. paradigma respecto al cristológico. Afirmar lo contrario significaría
Knitter ha reaccionado de forma más práctica y concreta. Propone sus- olvidar que el reino de Dios irrumpió en la historia en Jesucristo y en
tituir el modelo teocéntrico por lo que llama «reinocentrismo» o «sote- el acontecimiento Cristo; que a través de la acción de Cristo resucita-
riocentrismo»16. Knitter observa que todas las religiones proponen un do los miembros de las diversas tradiciones religiosas participan en el
mensaje de salvación o liberación humana. Cualesquiera que sean los reino de Dios históricamente presente; y, por último, que el reino esca-
modos en que tal intento es concebido y perseguido, todas las religio- tológico al que son convocados todos los miembros de las diversas tra-
nes comparten la misma capacidad de convertirse en caminos de sal- diciones religiosas es el reino que el Señor Jesucristo entregará a su
vación para sus seguidores. El criterio con el que hay que juzgarlas es Padre al final (véase 1 Co 15,28). Así como el teocentrismo y el cris-
la medida en que contribuyen efectivamente a la liberación de las per- tocentrismo no constituyen paradigmas diversos, tampoco los consti-
sonas, en lugar de ser fuentes de esclavitud y opresión. En un lengua- tuyen el reinocentrismo y el cristocentrismo, sino que son dos aspec-
je específicamente cristiano, esto significaría que todas las religiones tos de la misma realidad.
están destinadas a ser signos visibles de la presencia en el mundo del
reino de Dios, si bien entendido de modo restrictivo, horizontal; todas Dialogue: What? Why? How?», en (L. Swidler et al. [eds.]) Death or Dialogue?
From the Age of Monologue to the Age of Dialogue, SCM Press, London 1990,
pp. 19-44.
15. ID., An ¡nterpretation of Religión, op. cit., pp. 343-361. 17. Véase P.F. KNITTER, One Earth - Many Religions. Multifaith Dialogue and
16. P.F. KNITTER, «Towards a Liberation Theology of Religions», en (J. Hick y P.F. Global Responsibility, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1995; ID., «Toward a
Knitter [eds.]) The Myth of Christian Uniqueness, op. cit.; ID., «Interreligious Liberative Interreligious Dialogue»: Cross Currents 45/4 (1995), pp. 451-468.
EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 125
124 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

y la salvación. Así sucede también en el caso de Jesús. Los títulos


2. Logocentrismo y pneumatocentrismo «Unigénito» o «Hijo» se pueden aplicar a él en cuanto es «constituido
Mesías por su fidelidad a la voluntad del Padre y por la revelación que
Entre los modelos que hoy se proponen como posibles sustitutos del
Dios ha realizado en él»21. También aquí parece que se está separando
paradigma cristocéntrico, hay que recordar también la presencia activa
la Palabra que salva como tal de aquel Jesús en quien la encontramos
y universal en el mundo y en la historia de la Palabra de Dios, por un
como cristianos. De este modo se está construyendo un modelo logo-
lado, y del Espíritu de Dios, por otro. En estos modelos, el Lógos y el
céntrico en el que la Palabra y el hombre Jesús parecen separados. Y
Pnéuma, «la Palabra y el Aliento» divinos18 -en los que san Ireneo per-
se abre la puerta a dos economías de salvación: una a través de la
cibía las dos «manos» de Dios que realizan conjuntamente su obra
Palabra de Dios encontrada en Jesucristo para los cristianos, y la otra
(véase Adversus haereses 3,7,4)-, tienden a ser separados del aconte-
a través de la Palabra en cuanto tal para los «otros».
cimiento Cristo, para ser vistos como agentes autónomos e indepen-
dientes, que trascienden lo histórico y lo particular, cuya acción distin- Ciertamente es necesario afirmar, siguiendo el prólogo de Juan,
ta y separada constituye dos economías de la salvación divina, alterna- una presencia universal del Lógos antes de su encarnación en Jesucris-
tivas a la de Jesucristo. to (Jn 1,1-4). Él es «la luz verdadera que ilumina a todo hombre» (Jn
Por lo que respecta a la Palabra de Dios {Lógos), se observa que es 1,9). Pero esta presencia y esta acción anticipadas del Lógos no impi-
el mismo mensaje revelado el que atestigua la universalidad de su den que el Nuevo Testamento vea en la Palabra encarnada, de la que
acción en la historia del mundo; la tradición postbíblica de los prime- también se habla en el prólogo del cuarto Evangelio (1,14), es decir, en
ros apologetas actúa de manera semejante. De esto se deduce la con- Jesucristo, al Salvador universal de la humanidad (véase Le 2,11, Jn
clusión de que, en todo acontecimiento y circunstancia, es la Palabra 4,42; Flp 3,20; Ef 5,23; 2 Tm 1,10; Tt 1,4; 2,13; 3,6...). El cristianismo
de Dios la que salva, y no propiamente la Palabra-de-Dios-hecha- ha entendido tradicionalmente que este hecho significa que la acción
carne, es decir, Jesucristo. A. Pieris escribe en esta dirección: «El que anticipada de la Palabra de Dios se refiere al acontecimiento de
revela, el que salva y el que transforma es la misma Palabra». «Cristo» Jesucristo, en el que el designio de Dios para la humanidad alcanza su
es un título, y un título no salva. Por lo que respecta a Jesús, es «aquel punto culminante. La Palabra-que-se-debía-encarnar y la Palabra-
en el que los cristianos reconocen a la Palabra, que es vista, oída y encarnada son una realidad única e indivisible. Por consiguiente, logo-
tocada por los sentidos humanos»". Con palabras equivalentes se centrismo y cristocentrismo no pueden ser contrapuestos, sino que se
puede decir que el que salva es la Palabra en cuanto tal, mientras que reclaman mutuamente en una única economía divina de salvación que
Jesús es sólo aquel en quien la Palabra es reconocida por los cristianos. se despliega en la historia y en cuyo centro está el acontecimiento de
En la misma línea, C. Molari pregunta: «Cuando se dice: "En ningún Jesucristo, Palabra encarnada.
otro hay salvación" [véase Hch 4,12], [...] el problema está en estable- Se pueden hacer observaciones análogas cuando se tiende a ver la
cer a qué corresponde el "Nombre" invocado en el que reside la fuer- economía universal del Espíritu de Dios como independiente del acon-
za salvífica: ¿el nombre símbolo (Jesús) o el nombre divino inefable de tecimiento histórico Jesucristo. En este caso se sugiere que, para evitar
Dios que en Jesús se revela y, por tanto, el poder inexpresable de la el callejón sin salida en el que va a parar necesariamente una perspec-
Palabra eterna que en Jesús resuena?»20. Él responde que en toda mani- tiva cristocéntrica estrecha, es necesaria una nueva teología de las reli-
festación divina es siempre la Palabra de Dios la que trae la revelación giones construida sobre un modelo pneumatocéntrico. P.F. Knitter es-
cribe en esta dirección: «Una teología de las religiones pneumatológi-
ca podría sacar al debate cristiano de las categorías limitadoras de
18. Véase Y. CONGAR, La parole et le souffle, Desclée de Brouwer, Paris 1984. "inclusivismo" o "exclusivismo" o "pluralismo"»22, según las posicio-
19. A. PIERIS, «Inculturation in Asia: A Theological Reflection on an Experience», en nes cristológicas contrarias. Así pues, hay que observar que, a diferen-
Jahrbuchfür kontextuelle Theologien, Verlag für Interkulturelle Kommunikation,
Missionswissenschaftliches Institut Missio, Frankfurt 1994, pp. 59-71, aquí:
p.60.
20. C. MOLARI, Introducción a (J. Hick y P.F. Knitter [eds.]) L'unicitá cristiana: 21. Ibid., p. 44.
un mito? Per una teología pluralista delle religioni, Cittadella, Assisi 1994, 22. P.F. KNITTER, «A New Peñtecost?»: Current Dialogue 19/1 (1991), pp. 32-41,
pp. 35-36. aquí: p. 35.
126 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE I 27

cia de la economía del acontecimiento Cristo, ineludiblemente limita- sí. Constituyen dos aspectos inseparables, o dos elementos comple-
da por la particularidad de la historia, la economía del Espíritu no mentarios, de una única economía de salvación.
conoce límites de espacio y de tiempo. Libre de toda atadura, el Así pues, si el Espíritu está presente y activo en la historia antes del
Espíritu «sopla donde quiere» (véase Jn 3,8). Él ha estado universal- acontecimiento Jesucristo, actúa al servicio del acontecimiento históri-
mente presente en la historia humana y sigue estando activo fuera de co que está en el centro de la historia de la salvación, y en relación con
los límites del redil cristiano. Es él el que «inspira», en las personas él. La función específica del Espíritu consiste en permitir que las per-
que pertenecen a las otras tradiciones, religiosas, la obediencia de la fe sonas se hagan partícipes, antes o después del acontecimiento, del mis-
salvífica, y en las mismas tradiciones, una palabra dirigida por Dios a terio pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo (véase Gaudium
sus adeptos. De hecho, ¿no se podría pensar que, mientras los cristia- et spes 22). Así, a través del poder del Espíritu, el acontecimiento Jesu-
nos obtienen la salvación mediante la economía del Hijo de Dios cristo se realiza en todos los tiempos; está presente y activo en todas
encarnado en Jesucristo, los otros la reciben a través de la acción autó- las generaciones. De todas formas, siempre el influjo inmediato del
noma inmediata del Espíritu de Dios? La distinción personal entre las Espíritu expresa la presencia operante de la acción salvífica de Dios
dos «manos» de Dios garantizaría los dos canales distintos a través de que ha alcanzado su cima en Jesucristo. Cristocentrismo y pneumato-
los cuales la acción salvífica de Dios alcanza a las personas en dos eco- logía están unidos en una misma economía de salvación.
nomías de salvación diferentes. Escribe, en efecto, P.F. Knitter: «El
reino de Dios, tal y como puede tomar forma bajo el soplo del Espíritu,
puede ser visto como "un fenómeno omnicomprensivo de la gracia", es 3. Más allá de las categorías occidentales
decir, como una economía de gracia genuinamente diversa de la que se La exposición anterior debería haber demostrado que la mayor parte
dio a conocer a través de la Palabra encarnada»23. En. pocas palabras, del reciente debate sobre la teología de las religiones ha estado domi-
dado que el Espíritu Santo es el imprescindible «punto de inserción» nada por tres perspectivas incompatibles entre sí. El debate se ha desa-
de Dios en la vida de los seres humanos y de los pueblos, su acción rrollado en torno a la posibilidad o la exigencia de cambiar de para-
inmediata -que evita el acontecimiento puntual de Jesucristo- abriría digma pasando de un eclesiocentrismo estrecho al cristocentrismo y,
el camino a un modelo distinto de teología cristiana de las religiones, después, al teocentrismo. Los otros modelos, como hemos visto, no
un modelo que ya no es cristocéntrico, sino pneumatocéntrico. son más que sustitutos del paradigma teocéntrico o pluralista. Pero hoy
Es totalmente cierto que el Espíritu Santo es siempre y en todas son cada vez más los teólogos que afirman que las categorías en las que
partes el punto de inserción de Dios cuando quiera que se revela y se se ha formulado el debate revelan un modo de pensar occidental que
comunica a las personas. Sucede así precisamente en virtud de la nece- no puede ofrecer ninguna respuesta satisfactoria al problema. El prin-
saria correspondencia existente entre el misterio de Dios uno y trino en cipal temor es que la problemática del cambio de paradigmas, en torno
sí mismo y el de su manifestación en el mundo. La presencia inma- a la cual gira el debate, implique una modalidad de contradicción del
nente del Espíritu Santo es siempre y de cualquier modo la realidad de género aut-aut, poco adecuada para la estructura mental oriental que,
la gracia salvífica de Dios. Con todo, ¿puede un modelo centrado en el por el contrario, piensa según el modelo et-et. Si queremos tener la
Espíritu ser separado del modelo cristológico? Parece que no. Es nece- esperanza de construir una teología de las religiones que no se funde
sario afirmar claramente la universalidad de la acción del Espíritu en la en contradicciones y oposiciones mutuas, sino sobre la armonía, con-
historia humana, tanto antes como después del acontecimiento históri- vergencia y unidad, hay que abandonar la problemática occidental.
co Jesucristo. Pero la fe cristiana sostiene que la acción del Espíritu y Parece que la consecuencia es que el mismo paradigma teocéntri-
la de Jesucristo, si bien distintas, son no obstante complementarias e co, por ser contrario al cristocéntrico, se ha vuelto inapropiado; en
inseparables. Por tanto, no cabe interpretar pneumatocentrismo y cris- suma, que es necesario abandonar el debate sobre la unicidad. Sólo así
tocentrismo como dos economías de salvación distintas, paralelas entre podremos descubrir la especificidad y la singularidad de cada tradición
religiosa, así como el significado positivo de su pluralidad. El pluralis-
23 ID Jesús and the Other Ñames. Christian Mission and Global Responsibility, mo religioso -se sugiere- hunde sus raíces en la profundidad del mis-
Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1996, p. 113. mo Misterio divino y en las variadas formas en las que las culturas
128 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 129

humanas han respondido a él. Lejos de constituir un obstáculo que ración indica los límites de las categorías empleadas actualmente en el
debemos superar, o una circunstancia de la vida que debemos tolerar debate sobre la teología de las religiones; éstas descubren «aproxima-
con resignación, hay que acoger el pluralismo religioso con gratitud, ciones teóricas a la fe de otras personas», que brotan «de una sociedad
como un signo de las sobreabundantes riquezas del Misterio divino que caracterizada por una sola cultura religiosa y por un punto de vista
se desborda sobre la humanidad y como una ocasión excepcional de meramente académico y especulativo» (n. 4). «Nosotros preferimos
enriquecimiento mutuo, de «fecundación cruzada» y de «transforma- afrontar la cuestión desde una perspectiva diferente», a saber, la de un
ción» de las mismas tradiciones24. encuentro y un diálogo vivos. En tal aproximación, Cristo sigue sien-
Un considerable número de autores, pertenecientes sobre todo al do para nosotros «constitutivamente el Camino hacia el Padre» (n. 28).
continente asiático, ha denunciado recientemente las deficiencias de la No obstante, si continuamos afrontando el problema «desde nuestra
problemática que actúa en el paradigma cristocéntrico, y también en el perspectiva de fe» (n. 9), conseguimos también «comprender el objeti-
llamado «pluralista». Se pueden citar algunos ejemplos. vo y el sentido de la maravillosa variedad religiosa que nos rodea y el
A. Pieris escribe: «Me he descubierto apropiándome gradualmente papel y la función que desempeña en la consecución de la salvación»
de una tendencia asiática, que adopta un paradigma en el que las tres (n. 8).
categorías mencionadas [exclusivismo, inclusivismo y pluralismo] ca- Diversas voces del mundo occidental han respondido positivamen-
recen de sentido»25. Según F. Wilfred, la cuestión de la «unicidad» re- te a la nueva perspectiva propugnada por los teólogos orientales. M.
vela una problemática occidental: Barnes sostiene que es necesario negociar un camino de salida de la
rígida esquematización del paradigma tripartito. No hay que buscar la
«El debate que gira en torno a la cuestión es principalmente un deba-
te de facciones occidentales -por una parte, los dogmáticos y, por respuesta en el paso de una posición cristocéntrica a otra teocéntrica,
otra, los liberales reaccionarios que tratan de relativizar la pretensión porque está más allá del pluralismo. Bajo la influencia del encuentro
de unicidad-. Este lenguaje [...] tiene sus presupuestos y su trasfon- entre las confesiones, la teología de las religiones está pasando de
do epistemológico, y no está claro que pueda ser extrapolado a otras hecho «de un modo pluralista a un modo postmoderno»28. Esto exige
áreas culturales [...]. A partir de la perspectiva, la tradición y el marco que los teólogos aprendan a ser «sistemáticos sin ser sistemicos». Sin
de referencia indios, no surge la necesidad de emplear el lenguaje de renunciar a su identidad religiosa, deben emprender una «teología del
la unicidad»26. diálogo» y no sólo construir una «teología para el diálogo»29. «La pri-
mera exigencia de tal teología es la de aceptar que todo diálogo se
Una visión del pluralismo religioso que trata de superar las preten- establece precisamente en la asimetría, es decir, por la diferencia entre
siones conflictivas de unicidad propuestas por el cristianismo y por las los interlocutores. Aún hay que instituir la comunidad o la solidaridad
otras tradiciones religiosas encuentra un eco favorable en las recientes comunitaria: éste es el fenómeno que guía todo encuentro de fe»30.
asambleas asiáticas sobre la teología de las religiones. Un ejemplo es Otros autores coinciden en afirmar que es necesario superar la
la Declaración publicada por la Decimotercera asamblea anual de la alternativa entre inclusivismo y pluralismo o -lo que viene a ser lo
Asociación Teológica India (28-31 de diciembre de 1989) con el título mismo- entre cristocentrismo y teocentrismo. J.A. DiNoia observa que
Hacia una teología cristiana india del pluralismo religioso21. La decla- tanto los inclusivistas como los pluralistas minimizan las diferencias
de los otros y, por tanto, el valor del diálogo interreligioso. El orden del
24. Véase R. PANIKKAR, The Intrareligious Dialogue, Paulist Press, New York 1978;
día no es una «teología para el diálogo» sino una «teología en diálo-
J.B. COBB, Jr., Beyond Dialogue. Toward a Mutual Transformation of Christianity
and Buddhism, op. cit. 28. Véase M. BARNES, «Theology of Religions in a Post-modern World»: The Month
25. A. PIERIS, «An Asian Paradigm: Interreligious Dialogue and the Theology of 28 (1994), pp. 270-274, 325-330. Véase también ID., Christian Identity and
Religions»: The Month 26 (1993), p. 130. Religious Pluralism. Religions in Conversation, Abingdon Press, Nashville 1989.
26. F. WILFRED, «Some Tentative Reflections on the Language of Christian 29. Véase D. TRACY, Dialogue with the Other. The Interreligious Dialogue, Peeters
Uniqueness: An Indian Perspective»: (Pontificium Consilium pro Dialogo inter Press, Louvain 1990.
Religiones [ed.]) Pro Dialogo, Bulletin 85-86/1-2 (1994), pp. 40-57, aquí: p. 57. 30. Véase M. BARNES, «Theology of Religions in a Post-modern World», op. cit.,
27. Véase K. PATHIL (ed.), Religious Pluralism. An Indian Christian Perspective, p. 273.
ISPCK, Delhi 1991, pp. 338-349.
130 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 131

go»31. Las conversaciones interreligiosas no deben «servir al fin de des- tianismo, justamente mientras los creyentes cristianos miran más allá
cubrir potencialidades afines al cristianismo» en las doctrinas de las de su fe hacia un mundo de inmensa diversidad religiosa, ya no es posi-
otras comunidades religiosas, como tiende a hacer la tesis inclusivista, ble una exposición completamente satisfactoria del significado de las
sino a «considerar tales doctrinas como enseñanzas alternativas cohe- religiones no cristianas. [...] Ninguno de los tres candidatos funda-
rentes consigo mismas acerca de aquello sobre lo que debería estar mentales para una teología de las religiones consigue responder de
focalizada la vida humana»32. Por otro lado, parece que también las modo satisfactorio a los dos criterios antes analizados. Así las cosas,
interpretaciones pluralistas de los sistemas religiosas «atenúan la rele- por el momento habría que abandonar la cuestión de una teología de
vancia de las diferencias religiosas al intentar explicarlas»33. El cami- las religiones»36. Así pues, hay que sustituir la teología de las religio-
no de salida del «actual callejón sin salida» en la teología de las reli- nes por estudios comparativos de las religiones, a los que se dedican
giones consiste, en primer lugar, en el reconocimiento honrado de que desde hace tiempo numerosos autores, especialmente en el ámbito del
comunidades religiosas diferentes proponen en efecto objetivos dife- encuentro entre budismo y cristianismo. Con todo, como reacción a tal
rentes para la vida humana y, en segundo lugar, en admitir la legitimi- opinión se puede notar que los trabajos de teología comparativa no
dad de tales pretensiones desde el punto de vista de su fe34. Que la teo- impiden al teólogo cristiano -ni le dispensan d e - reflexionar sobre la
logía cristiana interprete los otros objetivos en función de su compren- relación entre las otras religiones y la propia fe a partir de los datos
sión específica es normal y legítimo; pero también es normal y legíti- ofrecidos precisamente por el estudio comparativo. De hecho, la teolo-
mo lo contrario. Y en ningún momento una interpretación debe excluir gía inductiva de las religiones que ha sido sostenida en la introducción
la otra. del presente trabajo presupone la praxis del diálogo y, por tanto, tam-
En tal situación J.L. Fredericks se ha mostrado recientemente par- bién, junto al encuentro vivo con los «otros», los trabajos comparati-
tidario de una moratoria temporal en todos los esfuerzos en la cons- vos serios sobre los contenidos de las respectivas confesiones. Por ello
trucción de una «teología de las religiones». Lo que hoy se necesita es no es cuestión de establecer una oposición entre la teología de las reli-
un «estudio comparativo de las religiones»35. El autor funda su opinión giones y los estudios comparativos de ellas: aquélla supone que éstos
en el hecho de que los tres paradigmas principales -el exclusivismo, el han sido realizados y no puede prescindir de ellos.
inclusivismo y el pluralismo- en torno a los cuales ha tenido lugar el Todavía podríamos escuchar otras voces, no todas concordantes
debate sobre la teología de las religiones han fracasado, porque han entre sí. Ahora bien, hay que observar que, a pesar de las diversas opi-
sido incapaces de reconocer y de tomar en serio la diferencia específi- niones sobre el camino que hay que recorrer para superar las contra-
ca y la consistencia propia de las diversas tradiciones religiosas. La dictorias pretensiones del inclusivismo y el pluralismo, parece que está
validez de una teología cristiana de las religiones debería ser valorada surgiendo un cierto consenso sobre la exigencia de evitar, allí donde se
según un doble criterio: su fidelidad a la tradición cristiana, por una encuentren, tanto el absolutismo como el relativismo. Hay que tomar
parte y, por otra, su capacidad de estimular a los cristianos a mantener en serio la pluralidad y acogerla positivamente no sólo como un hecho,
relaciones positivas y provechosas con los «otros». Según el parecer sino desde el punto de vista de los principios. Es necesario subrayar
del autor, los tres paradigmas clásicos han fracasado en relación tanto que tiene un puesto en el designio de salvación de Dios para la huma-
con el primer criterio como con el segundo. He aquí por qué la preten- nidad. Hay que mostrar también que la adhesión a la propia fe es com-
sión de construir una teología formal de las religiones debe ser aban- patible con la apertura a la de los «otros», que la afirmación de la pro-
donada. Fredericks escribe: «En este momento de la historia del cris- pia identidad religiosa no crece gracias a la contraposición con las
otras, sino en virtud del encuentro con ellas. Una teología de las reli-
31. Véase J.A. DINOIA, The Diversity of Religions. A Christian Perspective, Catholic giones debe ser, en definitiva, una teología de la pluralidad de las tra-
University of America Press, Washington, D.C. 1992, pp. 127, 111. diciones religiosas, es decir, del pluralismo religioso. Aún hay que
32. lbid., p. 138. mostrar más adelante qué modelo puede seguir tal teología para que
33. lbid., p. 152. sea verdaderamente cristiana.
34. lbid., pp. 163-165.
35. J.L. FREDERICKS, Faith among Faiths. Christian Theology and non-Christian
Religions, Paulist Press, New York 1999. 36. lbid., pp. 165-166.
132 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 133

III. Hacia un modelo de pluralismo inclusivo 3. La relatividad de toda experiencia del Misterio divino, que perma-
nece en sí mismo por encima de cualquier discurso y es inagotable.
1. La cuestión cristológica 4. La particularidad y la contingencia del acontecimiento histórico
De la exposición anterior se deduce con claridad que en el centro de Jesús de Nazaret.
los cambios de paradigma analizados hasta aquí se encuentra la cues- 5. La perspectiva «teocéntrica» del mismo Jesús, en contraposición a
tión cristológica. En el primer cambio de paradigma -del eclesiocen- la aproximación cristocéntrica de la Iglesia apostólica.
trismo al cristocentrismo- está implicada la centralidad que la Iglesia 6. La total discontinuidad entre la autocomprensión de Jesús y el
cristiana atribuye a Jesucristo en relación con el papel de la propia anuncio kerigmático sobre él.
Iglesia, la cual es un misterio derivado en relación con Jesucristo; en el 7. El lenguaje «mítico» o «metafórico» de la cristología tardoneo-
segundo cambio -del cristocentrismo al teocentrismo- está en juego la testamentaria y de sus continuaciones en la tradición postbíblica,
mediación constitutiva universal que la fe cristiana ha atribuido tradi-
etcétera38.
cionalmente a Jesucristo en el designio de Dios para la salvación de la
humanidad.
Fundamentalmente, la cuestión que se plantea es si, en el actual
Así pues, se cuestionan el significado universal y el papel constitu- contexto de diálogo, no se hace necesario reexaminar y reinterpretar el
tivo atribuidos por el cristianismo a Jesucristo. Según los «pluralistas», inequívoco testimonio dado por el Nuevo Testamento -y que de por sí
tener fe en Jesucristo implica haber encontrado el don de Dios en la no es negado- sobre el significado universal de Jesucristo. Este testi-
persona humana de Jesús de Nazaret; en cambio, no supone que esta monio, ¿pertenece a la sustancia del mensaje revelado o se debe, en
persona histórica represente el camino constitutivo hacia la salvación cambio, al lenguaje cultural en que se expresó la experiencia de los pri-
para todos los seres humanos, en cualquier circunstancia de lugar y meros cristianos y a las circunstancias en las que aquella experiencia
tiempo. En otras palabras, la fe en Jesucristo consiste en creer que yo, tuvo lugar? A la luz de lo que sabemos actualmente de las otras tradi-
como cristiano, puedo ser salvado a través de él; no, en cambio, que él ciones religiosas y de sus seguidores, ¿es todavía posible hacer depen-
es el Salvador del mundo. Jesús es el camino para los cristianos, pero der la salvación de todos los seres humanos del individuo histórico
la existencia de otros caminos hace que no sea necesario también para Jesús de Nazaret, del cual ni siquiera han oído hablar o a quien, en todo
los otros. caso, no han podido reconocer? Y más radicalmente, ¿qué autoridad de
Concebido de esta forma, el cambio de paradigma del cristocen- «norma de fe» conserva aún el testimonio neotestamentario, una vez
trismo al teocentrismo gira completamente en torno al problema cris- confrontado con nuestra actual experiencia de diálogo? En algunas de
tológico. Su adopción o su rechazo dependen principalmente de la estas cuestiones centraremos nuestra atención más adelante.
aceptación o del rechazo de una cristología «revisionista» que se aleja
Mientras tanto, hay que hacer dos observaciones sobre el debate
de forma sustancial de la del cristianismo tradicional. No es una coin-
cristológico en el contexto de la teología de las religiones. La primera
cidencia que los representantes de la perspectiva teocéntrica basen su
es que el presupuesto de un número creciente de teólogos, según el
defensa de tal cambio de paradigma en una cristología «revisada» o
cual una perspectiva cristocéntrica sería insostenible, necesita una cla-
«reinterpretada» en el contexto del pluralismo religioso37. Semejante
rificación. ¿De verdad hay que contraponer cristocentrismo y teocen-
cristología revisionista les parece necesaria por diversas razones, entre
trismo, como se sostiene, según los dos paradigmas contradictorios?
las cuales se encuentran:
Afirmar esto es ya de por sí una opción teológica y cristológica. De
1. La adquisición de una nueva conciencia histórica. hecho, el cristocentrismo de la tradición cristiana no se contrapone al
2. La inseparabilidad del contenido y del contexto en toda experien-
cia humana. 38. He intentado resolver algunas de estas cuestiones mostrando la continuidad-en-
la-discontinuidad que existe entre diferentes niveles de desarrollo de la fe cristo-
37. Véase J. HICK (ed.), The Myth ofGod lncarnate, SCM Press, London 1977; ID., lógica de la Iglesia. Véase J. DUPUIS, Introducción a la cristología, Verbo Divino,
The Metaphor of God lncarnate. Christology in a Pluralistic Age, SCM Press, Estella 1994 (ed. italiana: Introduzione alia cristología, Piemme, Cásale
London 1993. Monferrato [Al] 1993).
134 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE

teocentrismo. No pone nunca a Jesucristo en el lugar de Dios, limitán- portantes consecuencias. El precio que la tradicional fe cristiana tiene
dose a afirmar que Dios lo ha puesto en el centro de su designio salví- que pagar por lo que respecta al misterio de la persona y la obra de
fico para la humanidad, no como fin sino como «camino» (véase Jn Jesucristo es considerable. No es una sorpresa que algunos autores
14,6), no como meta de toda búsqueda humana de Dios, sino como recientes no sólo hayan rechazado la alternativa establecida por los
«mediador» universal (véase 1 Tm 2,5) de su acción salvífica en rela- pluralistas entre los dos paradigmas, sino que hayan mostrado que su
ción con los seres humanos. La teología cristiana no se encuentra fren- posición es de hecho insostenible39. Merece una mención especial, a
te al dilema de ser cristocéntrica o teocéntrica: es teocéntrica siendo este respecto, un libro de G. D'Costa titulado Theology of Religious
cristocéntrica, y viceversa. Esto equivale a decir que Jesucristo es el Pluralism [«Teología del pluralismo religioso»]40. El autor recuerda
«medio» (le milieu) del encuentro de Dios con los seres humanos. El dos axiomas fundamentales de la fe cristiana tradicional: la universali-
hombre Jesús pertenece indudablemente al orden de los signos y de los dad de la voluntad salvífica de Dios (véase 1 Tm 2,4) y la necesidad de
símbolos; pero en él, «constituido Señor y Cristo» (Hch 2,36), la la mediación de Jesucristo (véase 1 Tm 2,5). D'Costa hace ver que las
acción salvífica de Dios alcanza de varias formas a las personas, a unas actitudes discrepantes con respecto a estos dos axiomas explican las
conscientemente y a otras inconscientemente. tres posiciones fundamentales: exclusivismo, inclusivismo y pluralis-
La segunda observación tiene que ver con el tipo de cristología que mo. Mientras que el exclusivismo se basa en el segundo axioma y hace
subyace en los paradigmas cristocéntrico y teocéntrico. Todas las cris- caso omiso del primero, y el pluralismo se funda sobre el primero en
tologías recientes y actuales parten «de abajo», es decir, parten del detrimento del segundo, sólo el.exclusivismo consigue explicar y sos-
hombre Jesús y de su existencia histórica, no «de arriba», esto es, de tener a ambos al mismo tiempo. Un énfasis unilateral en uno de los dos
su identidad personal de Hijo unigénito de Dios preexistente -como se axiomas cruciales que deberían gobernar juntos una teología cristiana
de las religiones lleva a problemas teológicos insolubles y a posiciones
solía hacer en el pasado-. Ahora bien, aun partiendo desde abajo, la
insostenibles.
reflexión cristológica tiene que dejarse llevar a través del dinamismo
de la misma fe hacia una cristología «alta». Con todo, algunos cristó- Aún queda, según el autor, el modelo del inclusivismo. Él muestra
logos rechazan esta subida ontológica y se mantienen, por tanto, en el que sólo la posición inclusivista puede mantener juntos y armonizar los
nivel de una cristología «baja». Si se aplica tal distinción entre cristo- dos axiomas tradicionales de la fe cristiana, que siguen siendo impres-
logía alta y baja, está claro que el modelo de teología de las religiones cindibles para toda teología cristiana de las religiones. Por una parte,
inclusivista o cristocéntrico está en sintonía con una cristología alta, en en el inclusivismo se afirma claramente que Jesucristo es la revelación
la que se reconoce sin ambigüedad la identidad personal de Jesucristo decisiva de Dios y el Salvador constitutivo. Por otra, se abre el camino
como Hijo unigénito de Dios; por el contrario, el modelo pluralista o a un sincero reconocimiento de manifestaciones divinas dentro de
teocéntrico postula una cristología baja, que pone en tela de juicio y, varias culturas en la historia de la humanidad y de eficaces «elementos
en definitiva, niega tales afirmaciones ontológicas sobre Jesucristo. De de gracia» dentro de las otras tradiciones religiosas -elementos que
todos modos, la tradición cristiana atestigua ampliamente que el único para sus miembros están dotados de valor salvífico-. Aunque se ha
fundamento adecuado sobre el cual es posible basar la unicidad singu- revelado de manera decisiva en Jesucristo, Dios (y el misterio de la sal-
lar de Jesucristo es su identidad personal de Hijo de Dios hecho hom- vación) está presente y actúa en otras tradiciones religiosas. Más ade-
bre, de Palabra encarnada de Dios. En definitiva, ninguna otra teología lante se aclarará cómo sucede esto.
puede explicar de forma persuasiva la mediación universal de Cristo en
el orden de la salvación. Se comprende entonces la lógica según la cual
los teólogos pluralistas rechazan la unicidad y la universalidad salvífi-
ca de Cristo.
Así pues, concretamente, la elección entre paradigma cristocéntri- 39. Véase G. D'COSTA (ed.), Chrisüan Uniqueness Reconsidered. The Myth of a
co y teocéntrico en la teología de las religiones depende de la opción Pluralistic Theology of Religions, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1990.
entre una cristología «alta», ontológica, y una cristología «baja», deli- 40. Véase ID., Theology of Religious Pluralism. The Challenge of Other Religions,
beradamente anclada en el plano «funcional». Tal elección tiene im- Basil Blackwell, Oxford 1986.
EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 137
136

2. Una cristología trinitaria como clave interpretativa humana con el Misterio divino. La Iglesia católica continuará induda-
blemente sosteniendo que el misterio de la Iglesia querida por Jesu-
De lo expuesto hasta ahora se deduce claramente que una teología del cristo «subsiste» {subsistif. véase Lumen gentium 8) en ella misma,
pluralismo religioso debe situarse más allá del paradigma inclusivista mientras que «existe» de modo incompleto en las otras Iglesias. Aná-
y del pluralista, concebidos como mutuamente contradictorios y exclu- logamente, la fe cristiana continuará implicando la «plenitud» de la
sivos. Lo que se impone consiste en hacer ver que, mientras el cristo- manifestación y la revelación de Dios en Jesucristo que no se realiza
centrismo inclusivo no es negociable para la teología cristiana, puede en ninguna otra parte con igual grado de sacramentalidad. No obstan-
ser combinado con un pluralismo teocéntrico verdadero, siendo ambos te, en ambos casos habrá que pensar que las realidades implicadas
componentes complementarios de una única realidad. Estamos, por están conectadas entre sí, son interdependientes y están relacionadas,
tanto, buscando un modelo de «pluralismo inclusivo», es decir, de «in- como elementos que constituyen, en su totalidad, el conjunto comple-
clusivismo pluralista» de la teología de las religiones. to de las relaciones entre Dios y los hombres. Ésta es la dirección en la
Una teología cristiana del pluralismo religioso debe ser una teolo- que una teología cristiana del pluralismo religioso debe tratar de supe-
gía basada en la interacción de la fe cristiana con las otras religiones rar la alternativa entre inclusivismo cristocéntrico y pluralismo teocén-
vivas y debe ser, en este sentido, una teología «interreligiosa». Es pro- trico, entendidos como paradigmas contradictorios entre sí.
bable que se pueda esclarecer, al menos en parte, la necesidad del diá- Si buscamos un modelo capaz de superar esta alternativa, debemos
logo como fundamento de una teología de las religiones si considera- recordar, como hemos señalado anteriormente, que la dicotomía en
mos la situación de diálogo que caracteriza, en el campo del ecume- cuestión ha sido construida de manera gratuita y equivocada. Modelos
nismo cristiano, las relaciones recíprocas entre las diversas Iglesias y que en sí mismos deberían ser vistos como complementarios entre sí
comunidades cristianas. El reconocimiento del carácter eclesial imper- han sido transformados en paradigmas mutuamente contradictorios. Ya
fecto de las Iglesias y comunidades cristianas no católicas ha abierto el hemos observado cómo en la teología cristiana no hay que pensar que
camino a una nueva problemática en la búsqueda de la unión entre los el cristocentrismo, correctamente entendido, se contradice con el teo-
cristianos: la unidad mediante el «retorno» a la única Iglesia verdade- centrismo, sino que lo presupone y requiere. Lo mismo vale por lo que
ra de Cristo de todos los individuos y de todas las comunidades cris- respecta a los binomios expuestos anteriormente: cristocentrismo y so-
tianas que se habían dispersado o se encontraban separados de la ver- teriocentrismo, cristocentrismo y reinocentrismo, cristología y jesuo-
dadera Iglesia única, ha cedido el paso a un «ecumenismo global» que logía, cristología y logología, cristología y pneumatología. Todos los
busca la «recomposición» de la unión orgánica entre las Iglesias y las miembros de estos binomios constituyen aspectos relacionados entre sí
comunidades eclesiales, dentro de las cuales está presente y operante, y elementos complementarios de la realidad indivisible, global e ínte-
de diversos modos y en diferentes grados, el misterio de la única gra, y como tales deben ser vistos; sólo erróneamente se puede soste-
Iglesia querida por Cristo. ner que se oponen entre sí.
De forma parecida, aunque con las debidas diferencias, el «ecume- El modelo integral que estamos buscando en función de una inter-
nismo ecuménico» de la relación entre el cristianismo y las otras reli- pretación cristiana del pluralismo religioso halla su mejor expresión en
giones no puede ser visto como contradicción y oposición entre reali- la forma de una cristología trinitaria. Tal cristología pondrá de relieve
zación aquí y «adarajas» allá, y mucho menos entre carácter absoluto, en grado máximo sobre todo las relaciones interpersonales entre Jesús
por un lado, y mera potencialidad, por otro, ni tampoco entre un mono- y el Dios al que llama Padre, por un lado, y entre Jesús y el Espíritu
polio de verdad y de gracia, por una parte, y un vacío completo de tales que él enviará, por otro. Estas relaciones son inherentes al misterio de
dones, por otra. La tesis de la «única religión verdadera» ha quedado la persona y la obra de Jesús. La cristología debería estar siempre
ya, por tanto, superada, como hemos recordado antes a propósito del impregnada de estas relaciones intratrinitarias; pero este requisito es
concilio Vaticano n. La relación entre el cristianismo y las otras reli- aún más apremiante en el contexto de una teología del pluralismo reli-
giones debe ser concebida, de ahora en adelante, en la clave de la inter- gioso. Es más, se puede pensar que la errónea transformación del cris-
dependencia relacional -dentro del conjunto orgánico de la realidad tocentrismo en un paradigma cerrado y restrictivo, incompatible con el
universal- entre diversas modalidades de encuentro de la existencia teocentrismo, ha sido causada, cuando se ha producido, por una inade-
138 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 139

cuada atención a la dimensión interpersonal de la cristología. Así lo he En el aspecto pneumatológico del misterio de Jesucristo hay que
escrito en otro lugar: subrayar aún con más fuerza la orientación a Dios de su persona y de
«La cristología ha pecado a menudo de falta de personalismo. Para su obra. Una cristología trinitaria tendrá que expresar claramente el
eliminar esta limitación, se ha de presentar siempre la dimensión per- hecho de que Jesús está en relación con el Espíritu. Se trata, también
sonal y trinitaria del misterio. Una cristología del Dios-hombre es en este caso, de un requisito al que la cristología debe prestar atención
abstracta y la única real es la del Hijo de Dios hecho hombre en la en todas las circunstancias. De hecho, en el pasado de la tradición occi-
historia. Hay que mostrar, por otra parte, que las relaciones per- dental ha faltado a menudo una formulación adecuada de una cristolo-
sonales intra-trinitarias informan todos los aspectos del misterio gía del Espíritu que pusiese de manifiesto la influencia del Espíritu
cristológico [...]»41. Santo a lo largo de toda la vida terrena de Jesús, desde la concepción
por medio del poder del Espíritu (véase Le 1,35) hasta la resurrección
¿Cuáles serán, entonces, las implicaciones de una cristología trini- por obra de Dios, mediante el poder del mismo Espíritu (véase Rm
taria para una teología del pluralismo religioso? En la parte divina, será 8,11). Además, una cristología del Espíritu se extendería más allá de la
necesario mostrar con claridad que no se debe pensar nunca que resurrección para ilustrar la relación entre la acción del Señor resuci-
Jesucristo sustituye al Padre. Así como Jesús estaba totalmente «cen- tado y la obra del Espíritu Santo. Si bien una «cristología integral»
trado en Dios», así también debe permanecer siempre centrada en Dios requiere en todas las situaciones este elemento pneumatológico, el
la interpretación de fe que de él -el Cristo- es propuesta por el keryg- requisito parece una vez más particularmente vinculante en función de
ma cristiano. El Evangelio de Juan dice que Jesús es «el camino, la la formulación de una teología cristiana del pluralismo religioso. En tal
verdad y la vida» (Jn 14,6), pero no afirma nunca que sea la meta o el teología, no bastará sólo con afirmar la presencia y la acción universal
fin; y el mismo evangelio esclarece que el objetivo de la existencia del Espíritu en la historia humana y en el mundo, sino que también
cristiana -y de la historia- es el misterio inescrutable de Dios, a quien deberán servir como hilo conductor y principio guía.
ningún ser humano ha visto nunca, pero que «nos ha sido revelado» Hemos recordado anteriormente que la cristología y la pneumato-
por su Hijo encarnado (Jn 1,18). No hay que olvidar nunca la proxi- logía no pueden ser interpretadas como dos economías distintas y
midad única existente entre Dios y Jesús en virtud del misterio de la separadas de las relaciones personales de Dios con la humanidad; no
encarnación; pero tampoco hay que olvidar la distancia innata que se obstante, la «distinción personal» entre la Palabra y el Espíritu, así
mantiene entre el Padre y Jesús en su existencia humana. En este sen- como la influencia específica de cada uno de ellos en todas las rela-
tido, el paradigma teocéntrico defendido por los pluralistas en el actual ciones entre Dios y los hombres, individuales y colectivas, desempe-
debate sobre la teología de las religiones señala un aspecto esencial del ñan el papel de clave interpretativa para comprender la real diferencia-
misterio, que no obstante es concebido por ellos unilateralmente y ción y la efectiva pluralidad que tienen lugar en la concreta realización
debe ser formulado de manera correcta: Dios -y sólo Dios- es el mis- de las relaciones entre Dios y los hombres en las diversas situaciones
terio absoluto y, como tal, está en el origen, el corazón y el centro de y circunstancias. De hecho, el mensaje de la tradición cristiana impli-
toda la realidad; en cambio, la realidad humana de Jesús es creada y, ca tal diferenciación cuando une dos afirmaciones que a primera vista
como tal, finita y contingente. Si es cierto que el hombre Jesús es Hijo podrían parecer contradictorias, a saber, por un lado, que antes de la
de Dios de una manera única, también es cierto que Dios está más allá resurrección «aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido
de Jesús. Cuando se afirma que éste se encuentra en el centro del mis- glorificado» (Jn 7,39) y, por otro, que «el Espíritu Santo obraba ya, sin
terio cristiano, no hay que entenderlo en sentido absoluto, sino en el duda, en el mundo antes de que Cristo fuera glorificado» (Ad gentes 4).
orden de la economía de las relaciones libremente mantenidas por Dios Si bien es cierto que «El Espíritu es el Espíritu de Cristo y donde está
con el género humano en la historia. el Espíritu de Cristo, allí está Cristo»42, también es cierto lo contrario:
la cristología no existe sin la pneumatología, y no se puede dejar que
la primera se convierta en un «cristomonismo».
41. Véase J.B. COBB, Jr., «The Christian Reason for Being Progressive»: Theology
Today 5174 (1995), pp. 548-562, aquí: p. 560 42. DUPUIS, Introducción a la cristología, op. cit., p. 61.
EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EN LA TEOLOGÍA RECIENTE 141
140 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

la dispensación en el espacio y en el tiempo de los frutos de la


La diversidad de acento que la tradición oriental y la occidental encarnación»45.
ponen en el papel del Espíritu, por una parte, y en la centralidad del
acontecimiento Cristo, por otra, es bien conocida y no es necesario De ello se sigue que una teología del pluralismo religioso elabora-
profundizar en ella en estas páginas43. El reproche que el cristianismo da sobre el fundamento de la economía trinitaria deberá combinar y
oriental ha dirigido con frecuencia a la tradición occidental, considera- mantener en tensión constructiva la centralidad del acontecimiento his-
da una forma de «cristomonismo», ha tenido como feliz resultado el tórico puntual de Jesucristo y la acción universal y la influencia diná-
desarrollo en la teología occidental reciente de una renovada insisten- mica del Espíritu de Dios. De esta forma podrá explicar la automani-
cia en el papel del Espíritu en la economía divina de la salvación44, y festación y la autodonacion de Dios en las culturas humanas y en las
de manera destacada en la cristología propiamente dicha. Éste es el ori- tradiciones religiosas que están fuera de la esfera de influencia del
gen de la cristología del Espíritu que hoy se desarrolla con rapidez en mensaje cristiano, sin hacer por ello de la cristología y de la pneuma-
Occidente. Un resumen teológico bien equilibrado de la relación entre tología dos economías distintas de las relaciones entre Dios y los hom-
cristología y pneumatología debe combinar varios aspectos. Por una bres, para los cristianos y para los miembros de las otras tradiciones,
parte, no hay que confundir los papeles del Hijo y del Espíritu; tienen respectivamente.
que seguir siendo distintos, como son distintas sus identidades perso- ¿Cuál será la terminología más adecuada para indicar una teología
nales. Por otra, entre el Hijo y el Espíritu existe una «relación de cristiana del pluralismo religioso construida sobre la clave interpretati-
orden» que, si bien no implica ningún subordinacionismo de uno con va de la cristología trinitaria y. pneumática? En el ya citado intento de
respecto al otro, traduce en la economía divina el orden de las relacio- superar la alternativa entre cristocentrismo y teocentrismo concebidos
nes eternas de origen dentro del misterio intrínseco de la divinidad. como paradigmas contradictorios entre sí, M. Barnes ve la teología
Por tanto, aunque es cierto que las funciones del Hijo y del Espíritu centrada en la Trinidad y, en particular, la cristología del Espíritu, co-
deben ser claramente distinguidas, existe entre ellas no una dicotomía, mo el camino que puede conducir, más allá de un exclusivismo parti-
sino una total complementariedad dentro de una única economía divi- cularista, hacia un «inclusivismo pluralista» que puede explicar, dentro
na de la salvación: sólo el Hijo se hizo hombre, pero el fruto de su en- de la perspectiva de fe cristiana, la pluralidad de religiones no sólo de
carnación redentora es la efusión del Espíritu simbolizada en Pente- hecho, sino también de principio. Escribe, por ejemplo:
costés. El acontecimiento Cristo se encuentra en el centro del desplie- «Una teoría de la compenetración de las tradiciones centrada en el
gue histórico de la economía divina, pero es en la obra del Espíritu Espíritu puede ayudarnos a resolver el dilema entre lealtad y apertu-
donde el acontecimiento puntual de Jesucristo se realiza y se hace acti- ra. En lugar de preguntar cuál es la relación que las otras religiones
vo en el tiempo y el espacio. Varios teólogos orientales han puesto el tienen con Cristo y de suscitar el inevitable enigma de la presencia
acento en la interrelación y la complementariedad de las «misiones» "latente", "desconocida" o "escondida" de éste, nos fijamos en la
del Hijo y del Espíritu dentro de la única economía divina. N.A. forma en que el Espíritu de Cristo actúa, en todas las religiones, reve-
Nissiotis ha escrito: lando el misterio -el misterio de lo que Cristo hace en el mundo»46.
«No hay que confundir ni separar el acontecimiento salvífico de Cualquiera que sea la terminología que se use para indicar el mode-
Cristo y Pentecostés. Se implican mutuamente; son, por así decir,
las dos manos del amor del Padre. Sus papeles respectivos son igual- lo trinitario pneumato-cristológico, lo que cuenta es que pueda situar
mente esenciales y necesarios y, precisamente por ello, distintos [...]. la adhesión de fe cristiana más allá de la sospecha de reivindicar para
Pentecostés no inaugura una religión del Espíritu, sino que inicia sí misma, si no la exclusividad, al menos la referencia obligatoria y
universalmente vinculante por lo que respecta a las relaciones entre

43. Para una breve exposición de esta diversidad, véase J. DUPUIS, «Western
45. N.A. NISSIOTIS, «Pneumatologie orthodoxe», en (F.J. Leenhardt et al. [eds.]) Le
Christocentrism and Eastern Pneumatology», en jesús Christ and His Spirit,
Theological Publications in India, Bangalore 1977, pp. 21-31. Saint-Esprit, Labor et Fides, Genéve 1963, pp. 85-106, aquí: p. 93
44. Véase, entre otros, Y. CONGAR, / Believe in the Holy Spirit, 3 vols., G. Chapman, 46. BARNES, Christian Identity and Religious Pluralism, op. cit., pp. 135-139, aquí:
London 1983 (orig. francés, 1979-1980); ID., La parole et le souffle, op. cit. p. 143.
142 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

Dios y los hombres. No hay que permitir que la centralidad histórica


del acontecimiento Cristo ensombrezca la estructura trinitaria de la
economía divina, con sus funciones distintas y relacionadas entre sí.
La tarea que nos espera es la de mostrar cómo la afirmación de la
identidad cristiana es compatible con un genuino reconocimiento de la
identidad de las otras comunidades de fe que representan por derecho
propio aspectos diferentes de la autorrevelación del Misterio absoluto 4
en una única y unitaria, y no obstante compleja y articulada, economía
divina. Si la perspectiva a la que conduce el modelo de una cristología El Dios de la alianza y las religiones
trinitaria se debe expresar en los parámetros de los modelos que resul-
tan familiares en la teología de las religiones, el término más apropia-
Para la concepción cristiana de las relaciones de Dios con la humani-
do, como se ha indicado anteriormente, parece el de «pluralismo inclu-
dad es crucial una perspectiva histórica que pueda explicar al mismo
sivo» o «inclusivismo pluralista»; éste mantiene juntos el carácter
tiempo la variedad de automanifestaciones divinas y la unidad de un
constitutivo universal del acontecimiento Cristo en el orden de la sal-
proyecto divinamente preestablecido. El designio de Dios para la
vación y el significado salvífico de las tradiciones religiosas en una
humanidad no es ni monolítico ni fragmentario, sino único y complejo
pluralidad de principio de las tradiciones religiosas dentro del único y
al mismo tiempo: único y universal, en consideración de la voluntad de
multiforme plan de Dios para la humanidad.
Dios de entrar en comunicación con toda la raza humana, indepen-
dientemente de las situaciones y las circunstancias históricas en las que
se encuentran los hombres y las mujeres; múltiple y variado en las for-
mas concretas que el unitario designio divino asume al desarrollarse
históricamente.
Aunque el concepto de «historia de la salvación» ha sido acuñado
recientemente, en la revelación bíblica -tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento- está profundamente arraigada una perspectiva his-
tórico-salvífica. La «historia de la salvación» cumple la función de
importante clave interpretativa para la autocomprensión del cristianis-
mo, y también para la comprensión de la manera en que éste se sitúa
en relación con la historia del mundo en general y con la historia de las
religiones en particular.
La intención de este capítulo consiste en mostrar que la visión cris-
tiana de la historia de la salvación hace posible una valoración de las
otras tradiciones religiosas más positiva de lo que con frecuencia se ha
pensado. No pocas veces se ha considerado que tales tradiciones eran,
en el mejor de los casos, «adarajas» provisionales de las «cosas futu-
ras»: adarajas tal vez útiles, pero por naturaleza transitorias y que, en
cualquier caso, quedaban obsoletas y derogadas por la llegada de la
realidad que señalaban y de la que eran anticipaciones parciales. La
cuestión planteada en estas páginas es si el marco teológico de la his-
toria de la salvación hace posible atribuir a las tradiciones religiosas
del mundo un carácter no sólo provisional (cualquiera que haya sido el
EL DIOS DE LA ALIANZA Y LAS RELIGIONES 145
144 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

significado salvífico que hayan tenido para sus miembros) en el desig- mente. De hecho, sirvió como clave interpretativa de los aconteci-
nio de Dios para la humanidad; es decir, si se nos permite atribuirles mientos vividos por el pueblo. La historia está hecha de pasado, pre-
un papel permanente y un significado específico en el misterio general sente y futuro, los cuales tienen una dirección propia asignada por un
de las relaciones entre Dios y los hombres. Dios providente. El pasado continúa viviendo en el presente que ha
Expresémoslo de una forma aún más clara: la relación entre el trato producido; y, en el presente, el futuro existe ya en la esperanza. Tanto
de Dios con los «gentiles» a lo largo de la historia, por un lado, y su en el caso del judaismo como en el del cristianismo, a medio camino
automanifestación en la historia bíblica, por otro, ¿es una relación de en la trayectoria lineal está un acontecimiento prototípico de salvación
mera sustitución de la sombra por la realidad? ¿O, por el contrario, hay que imprime dirección y movimiento a todo el proceso, tanto en el
en el plan divino una interacción entre elementos distintos que, aun pasado como en el futuro. Pero con una diferencia.
cuando no representan la realidad del mismo modo, son inseparables Para el pueblo judío, el prototipo que estaba en el punto central de
unos de otros? La historia de la salvación, ¿puede acoger no sólo la la historia es el acontecimiento del éxodo en toda su complejidad, que
idea de un valor «propedéutico» de las religiones del mundo, sino tam- comprende la revelación de Dios a Moisés, la liberación de Egipto, la
bién la idea de que en condiciones bien determinadas se podría atribuir travesía del desierto, la alianza y la Ley en el monte Sinaí. En cambio,
a éstas -eventualmente- algún valor salvífico? Igualmente, ¿puede para la Iglesia apostólica y el movimiento cristiano, es el aconteci-
reconocer un significado permanente a la pluralidad de las tradiciones miento Cristo, con la trágica existencia humana de Jesús que culmina
religiosas del mundo, conforme al universal designio de salvación de en el momento decisivo de su muerte y en la acreditación de su resu-
Dios para la humanidad? rrección, lo que se convierte en'el punto focal, que da una dirección y
Estas y otras cuestiones tendrán respuesta si recurrimos a la «cris- un significado nuevos a toda la trayectoria, en los dos sentidos, hacia
tología trinitaria», que constituye -como hemos sugerido antes- un el pasado y hacia el futuro. Se empezó a pensar que la historia estaba
posible modelo integral para una teología cristiana del pluralismo reli- dotada de una plenitud de significado única, porque en su corazón esta-
gioso. Por lo que respecta a las dimensiones de la historia de la salva- ba el acontecimiento incomparable y prototípico de Jesucristo.
ción, el modelo trinitario hará posible poner el acento en la presencia Los teólogos cristianos que han escrito sobre la historia de la sal-
y la actividad universales de la «Palabra de Dios» y del «Espíritu de vación en estos últimos años están sustancialmente de acuerdo en el
Dios» en el curso de la historia humana, entendido como «medio» (le significado ejemplar del acontecimiento histórico de Jesucristo, aun-
milieu) de las relaciones personales de Dios con los seres humanos que tienen ideas diferentes sobre cómo articular la relación entre lo que
independientemente de su concreta situación en la historia. Pero no ya ha sucedido a través del misterio pascual de la muerte y la resu-
debemos descuidar u olvidar la conexión de la acción de la Palabra y rrección de Cristo y lo que queda por realizar a modo de cumplimien-
del Espíritu con el acontecimiento puntual de Jesucristo. Además, el to en su segunda venida. Los diversos autores conciben de forma dife-
modelo cristológico trinitario iluminará el significado de las diversas rente la tensión permanente entre el «ya» y el «todavía no». Mientras
alianzas que, según la tradición cristiana, Dios ha concluido en varias que O. Cullmann sitúa con mucha claridad el punto focal en lo que ya
ocasiones con la humanidad; hay que reconocer que tales alianzas son se ha realizado mediante la muerte-resurrección de Jesucristo1, otros
distintas, pero -y esto es igualmente importante- están interrelaciona- -como J. Moltmann- ponen decididamente el acento en la «reserva
das y son inseparables. A la luz del modelo aquí propuesto se sugerirá escatológica»: el misterio pascual de Jesucristo es el modelo prolépti-
una respuesta positiva a la molesta cuestión de la eficacia permanente co de lo que está reservado hasta el cumplimiento escatológico2. De
de las alianzas «precristianas». Como se verá más adelante, tal efica- forma bastante similar, W. Pannenberg ve la resurrección de Jesucristo
cia permanente se debe a la interconexión existente, en el conjunto de como la presencia y la anticipación proléptica en la humanidad glori-
la historia de las relaciones de Dios con la humanidad, entre las diver-
sas modalidades de su autocomunicación a las personas y los pueblos.
En la cosmovisión propia del judaismo y del cristianismo ocupa 1. O. CULLMANN, Cristo y el tiempo, Estela, Barcelona 1968 (orig. francés, 1946);
ID., Salvation in History, SCM Press, London 1967 (orig. alemán, 1965).
una posición central un concepto «lineal» de la historia en la que las 2. J. MOLTMANN, El camino de Jesucristo. Cristología en dimensiones mesiánicas,
intervenciones divinas y la libertad humana se encuentran recíproca- Sigúeme, Salamanca 1993 (orig. alemán, 1989).
EL DIOS DE LA ALIANZA Y LAS RELIGIONES 147
ficada de Jesús de la transformación escatológica del mundo y de la
historia que debe tener lugar en el éschaton3. 4,11) y se debía limitar a la descendencia espiritual que había brotado
Estas divergencias influirán en las cuestiones debatidas en este de su fe.
capítulo, en particular cuando se suscite la pregunta por el valor per- La cuestión de la extensión de la historia de la salvación ha recibi-
manente de la alianza mosaica y cuando se evoque el contexto del diá- do en los teólogos más recientes respuestas que, aun siendo menos
logo judeo-cristiano. La alianza mosaica destacará como caso ejemplar negativas, siguen siendo indebidamente restrictivas. J. Daniélou es uno
y nos preguntaremos si no es necesario reconocer un valor permanen- de estos teólogos. A su juicio, la «religión cósmica», en lugar de ser
te, teológico, también a las otras alianzas concluidas por Dios con los parte de la historia de la salvación, constituye una «pre-historia», basa-
pueblos en el curso del despliegue histórico de su designio salvífico da en un conocimiento natural dado por Dios por medio del orden de
para la humanidad. Por ello el presente capítulo se subdivide en dos la creación. Daniélou llega a la conclusión lógica de que las tradicio-
grandes partes dedicadas, respectivamente, a la amplitud del designio nes religiosas de la humanidad fuera del filón de la tradición abrahá-
salvífico de Dios en la historia humana y a las diversas alianzas de las mico-mosaica sólo pueden representar aspiraciones humanas naturales
que se compone. hacia Dios, sin implicar ningún compromiso personal de éste en la his-
toria de los pueblos4. La opinión de H.U. von Balthasar es muy próxi-
ma a la de Daniélou. Sólo la religión judía y la cristiana, que brotaron
I. La historia universal de la salvación de la fe de Abrahán, pueden ser llamadas «religiones de revelación» y
pertenecen a la historia de la salvación propiamente dicha; sólo ellas
1. Más allá de la tradición judeo-cristiana representan la búsqueda y la vuelta de Dios a la humanidad en la pala-
bra y en la historia, en el amor y la autodonación5. Las otras religiones
La primera cuestión que debemos plantear es la referente a la extensión tienen carácter natural.
de la historia de la salvación dentro de la historia universal del mundo. Contra toda reducción de la historia de la salvación-revelación a la
¿Coincide la «historia de la salvación» con la «historia profana»? Y, si tradición judeo-cristiana, hay que afirmar que la historia de la salva-
difieren, ¿se debe afirmar que la historia de la salvación tiene la misma ción coincide con la historia del mundo, cuya extensión comparte.
extensión que la historia del mundo, es decir, que empieza con la cre- Consiste en la misma historia humana y del mundo, vista con los ojos
ación y se extiende hasta el fin del mundo? de la fe como un «diálogo de salvación» que Dios ha iniciado libre-
Hay que rechazar con firmeza todo intento de situar el inicio de la mente con la humanidad desde la creación y que prosigue a través de
historia de la salvación en la vocación de Abrahán, reduciendo así su los siglos hasta la consumación de su reino en el éschaton.
extensión a la «historia sagrada» (histoire sainté) que empezó con ella. También hay que rechazar la idea de una «pre-historia» en la que
Este intento revela siempre, dondequiera que se realice, una tendencia salvación y revelación estarían separadas una de otra. Esta concepción
a un menosprecio apriorístico de toda implicación personal de Dios en ha dado origen a dos visiones diferentes de la historia de la salvación,
la historia de la humanidad antes y fuera de la tradición que brotó de ambas indebidamente mutiladas. Según la primera, tal pre-historia
la llamada del patriarca bíblico. Ello recuerda la certeza apriorística de implicaba alguna revelación (natural) de Dios por medio de la realidad
K. Barth, según el cual «las otras religiones no son más que increduli- creada, pero se mantenía impenetrable a la salvación; según la otra
dad». Como se daba por supuesto que la religión y las religiones no visión, la salvación divina era posible, durante tal pre-historia, para los
eran más que vanos intentos humanos de autojustificación, al parecer individuos, pero la automanifestación divina o revelación (sobrenatu-
se seguía lógicamente que la historia de la salvación sólo podía empe- ral) habría permanecido oculta en el futuro hasta la revelación de Dios
zar con el relato de Abrahán, el «padre de todos los creyentes» (Rm a Abrahán.

3. W. PANNENBERG, La revelación como historia, Sigúeme, Salamanca 1977 (orig. 4. Véase J. DANIÉLOU, The Salvation of the Nations, University of Notre Dame
alemán, 1961); ID., Teología sistemática, vol. II, Universidad Pontificia Comillas, Press, Notre Dame (Ind.) 1962 (orig. francés, 1946).
Madrid 1996 (orig. alemán, 1994). 5. H.U. VON BALTHASAR, Teología de la historia, Guadarrama, Madrid 19642 (orig.
alemán, 19594).
148 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIOS DE LA ALIANZA Y LAS RELIGIONES 149

A pesar del diferente punto de vista en cada una hay que afirmar creta al ofrecimiento divino de gracia universalmente presente y ope-
que la historia del mundo y la historia de la salvación son coincidentes rante en la historia humana. En las tradiciones religiosas del mundo
y tienen la misma extensión. Además, como la historia humana es, asume una primera forma concreta el ofrecimiento de Dios a las per-
desde el principio hasta el final, la historia de Dios-con-la-humanidad, sonas en la revelación-salvación.
hay que decir que implica desde el principio y en todo momento tanto Tal forma concreta se encuentra realizada claramente en las tradi-
la autorrevelación divina como la salvación6. La inequívoca afirmación ciones judía y cristiana. Aquí entran en juego una conciencia explícita
neotestamentaria según la cual Dios «quiere [thélei] que todos los y un reconocimiento de acontecimientos históricos que constituyen
hombres se salven» (1 Tm 2,4) no supone nada que sea menos que intervenciones divinas; esto lo garantiza una «palabra de Dios» que
esto. Y la universal voluntad salvífica de Dios no puede quedar reduci- interpreta tales acontecimientos como eventos salvíficos a través de un
da a una especie de deseo o veleidad efímera e ineficaz; tal voluntad carisma profético. Por tanto, tal forma concreta no debe ser reducida a
divina sólo está sujeta a la condición de la libre aceptación, por parte priori a aquellas tradiciones. También otras tradiciones religiosas pue-
de cada persona humana, de la gratuita automanifestación y autodona- den contener palabras proféticas que interpretan acontecimientos his-
ción de Dios. Es parte de la tradición cristiana afirmar que el género tóricos como intervenciones divinas en la historia de los pueblos.
humano ha sido creado y llamado por Dios a participar de la vida divi-
na. El único orden concreto en el que la humanidad se ha encontrado
en la historia es el «orden sobrenatural» que implica el ofrecimiento de 2. Las historias salvíficas de las pueblos
la autocomunicación de Dios mediante la gracia. Tal orden del mundo
y de la historia lleva siempre consigo -de un modo o de otro- una auto- De hecho, la misma revelación bíblica judeo-cristiana da testimonio de
manifestación divina y el ofrecimiento de la salvación. actos salvíficos realizados por Dios en favor de otros pueblos, incluso
De la universalidad de esta condición humana concreta se sigue en favor de los enemigos del «pueblo elegido». Dt 2 afirma que YHWH
que hay una única historia de la salvación, de la revelación y del ofre- asigna una tierra prometida también a otros pueblos y el profeta Amos
cimiento de la fe, que coexiste con la historia del mundo. Rahner escri- garantiza que Dios conduce también a otras gentes hacia éxodos de
be con gran claridad: «La historia universal de la salvación, que como liberación (Ara 9,7). El profeta Isaías lanza su mirada aún más allá. Se
mediación categorial de la trascendentalidad sobrenatural del hombre atreve a afirmar que también para los egipcios -enemigos históricos y
coexiste con la historia universal, es a la vez historia de la revelación, opresores de los judíos- habrá un salvador enviado por el mismo
la cual es por tanto coextensiva con toda la historia del mundo y de la YHWH. Sorprende, en efecto, que los egipcios sean designados aquí
salvación»7. «pueblo mío» (Is 19,22-25). Estos textos, si bien poco numerosos, dan
La historia de la salvación, universalmente presente, debe adoptar a entender que Dios actúa salvíficamente también en relación con otros
una forma concreta en la historia de las personas. Lo hace en la histo- pueblos. Estas acciones salvíficas históricamente tangibles son análo-
ria de las religiones en general, y en particular en las religiones histó- gas a las realizadas por Dios, según el testimonio del Antiguo Testa-
ricas de la humanidad. Estas pueden cumplir la función de mediación mento, en favor de Israel, a pesar del hecho de que la tradición cristia-
histórica de la experiencia sobrenatural de Dios como revelación divi- na atribuye a la historia de Israel la peculiaridad única de servir co-
na, y por ello «provocan» positivamente la salvación. Pueden, por mo prólogo histórico inmediato a la intervención salvífica decisiva
tanto, ser consideradas como queridas por Dios, porque dan forma con- de Dios en el acontecimiento Cristo. Los mirabilia de Dios en favor de
los hombres no se limitan a Israel; pueden extenderse también a otros
6. Véase K. RAHNER, «Historia del mundo e historia de la salvación», en Escritos de pueblos.
teología, Taurus, Madrid 1964, vol. V, pp. 115-134; ID., «Profane History and Esto sugiere que seamos prudentes al trazar una línea de demarca-
Salvation History», en Theological Investigations, Darton, Longman and Todd, ción demasiado neta entre lo que la teología suele considerar como
London 1988, vol. XXI, pp. 3-15 (originales alemanes en Schriften zur Theologie,
16 vols., Benziger Verlag, Einsiedeln 1961-1984). perteneciente a la historia «general» de la salvación, por un lado (las
7. K. RAHNER, Curso fundamental sobre la fe. Introducción al concepto de cristia- religiones en general), antes que a la historia «especial» de la salva-
nismo, Herder, Barcelona 1979, grado quinto, p. 179 (orig. alemán, 1976). ción, por otro (la tradición judeo-cristiana). Semejante esquema con-
150 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIOS DE LA ALIANZA Y LAS RELIGIONES 151

duce fácilmente a la idea de que, con la llegada de la historia especial rico y emblemático. Una historia universal, si no quiere reducirse a
de la salvación -y, específicamente, del acontecimiento Cristo-, las un abstracción retórica, no puede ignorar la pluralidad de las historias
religiones «precristianas» pertenecientes a la historia general de la sal- particulares».
vación han sido superadas y abandonadas, porque se han vuelto obso- Y añade:
letas e- incluso «ilegítimas»8.
En efecto, hay que preguntarse si la historia de los otros pueblos no «Podemos decir que la historia de la salvación, aun siendo esencial-
puede desempeñar para ellos, en el orden de la salvación, un papel mente una, se multiplica y se divide en tantos caminos como historias
«análogo» al desempeñado por la historia de Israel para el pueblo de los pueblos hay. Porque todo pueblo tiene su historia, distinta de
judío, por incluir acontecimientos históricos cuya significación salvífi- las otras, y en toda historia actúa la gracia sanadora y liberadora de
Dios, que realiza su único designio en favor de toda la humanidad por
ca divina está garantizada por una palabra profética. La historia llama- infinitos caminos diversos»10.
da «especial» de la salvación, ¿no se podría extenderse más allá de los
límites de la tradición judeo-cristiana? La historia de cada pueblo, ¿no Así pues, la distinción bastante difundida entre historia de la salva-
podría contener rastros de las acciones amorosas de Dios en su favor, ción «general» y «especial» parece decepcionante y no hay que asu-
que lo constituyen como uno de los pueblos de Dios y le infunden la mirla de manera rígida: las tradiciones religiosas «extrabíblicas» no
vida misma de Dios? pueden ser excluidas a priori de la pertenencia a la historia especial de
Los obispos de Asia han seguido esta línea de reflexión cuando han la salvación. Para incluirlas en ella es preciso presuponer la presencia,
visto las grandes tradiciones religiosas de sus pueblos como «elemen- en la historia de los pueblos, de acontecimientos que, en función de un
tos significativos y positivos en la economía del designio salvífico de carisma profético, son interpretados como intervenciones divinas.
Dios» y se han preguntado: «¿Cómo podemos no reconocer que a tra- Habría que verificar concretamente tal presencia a través de un estudio
vés de ellos Dios ha atraído hacia sí a nuestros pueblos?»9. Esto que- positivo detallado de las diversas tradiciones. En cualquier caso, no se
rría decir que la acción salvífica y reveladora de Dios ha estado pre- puede negar que tales tradiciones contienen narraciones de «aconteci-
sente en medio de tales pueblos a través de su historia. A. Russo escri- mientos» cuya existencia se atribuye a una intervención divina en la
be a este respecto: historia de un pueblo. Más adelante veremos que el fundamento para
«No hay un solo éxodo, una sola alianza, una sola tierra prometida. tales intervenciones divinas en su historia consiste, según la revelación
Cada pueblo tiene su propio camino de liberación y de desarrollo con bíblica, en la relación de «alianza» mantenida por Dios con los pueblos.
etapas, capitulaciones, retrocesos y llegadas al punto de destino. En Para explicar la presencia en la historia de los pueblos de tales
la historia de Israel todos pueden leer el verdadero rostro de Dios, que intervenciones divinas, hay que dejar a un lado una distinción dema-
se hace próximo a todos y se preocupa por el destino de la humani- siado rígida entre mito e historia, según la cual las otras tradiciones
dad. De este modo los numerosos recorridos históricos de los pueblos religiosas estarían constituidas exclusivamente por «mito», mientras
se integran, sin extraviarse, en la única historia de la salvación desti-
nada a toda la humanidad. Por otra parte, la característica típica de los que lo «histórico» sería la reserva exclusiva de la tradición judeo-cris-
acontecimientos bíblicos no disminuye la real consistencia de los tiana. En una perspectiva tan rígida, se piensa que los mitos son rela-
sucesos narrados, sino que les confiere un significado a la vez histó- tos carentes de credenciales de verdad, y sólo los acontecimientos ras-
treables en la historia pueden pretender ser verdaderos. Pero hace
mucho tiempo que esta concepción negativa del mito ha sido abando-
8. A. DARLAP, «Fundamentos de la teología como historia de la salvación», en (J.
Feiner y M. Lóhrer [eds.]) Mysterium Salutis. Fundamentos de la dogmática nada". El mito no es algo que históricamente no sea verdadero, sino
como historia de la salvación, vol. I, tomo I, Cristiandad, Madrid 1969, pp. 190-
194 (orig. alemán, 1965).
9. «Evangelization in Modern Day Asia (Taipei, 22-27 April 1974)», Declaración de 10. A. Russo, «La funzione d'Israele e la legittimitá delle altre religioni»: Rassegna
la Primera Asamblea Plenaria de la FABC, Taipei (1974), nn. 14-15, en (G. Rosales di Teología 40/1 (1999), pp. 109, 118.
y C.G. Arévalo [eds.]) For All the Peoples ofAsia. Federation of Asían Bishops' 11. Véase, entre otros, M. ELIADE, El mito del eterno retorno, Alianza, Madrid 1989"
Conferences Documents from 1970 to 1991, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) (orig. francés, 1949).; ID., Mito y realidad, Labor, Cerdanyola 19856 (orig. fran-
1992, p. 14. cés, 1963); E. CASSIRER, Language and Myth, Dover, New York 1946 (orig. ale-
152 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIOS DE LA ALIANZA Y LAS RELIGIONES 153

que remite a aquel tiempo primordial del que los acontecimientos his- expresada a través de la mediación de la historia y la leyenda. Y la fun-
tóricos son considerados ejemplos concretos. Según la definición de ción reveladora del mito en la religión extrabíblica no ha desaparecido
Eliade, el mito «narra una historia sagrada; relata acontecimientos que con la llegada de la conciencia histórica.
han tenido lugar en el tiempo primordial». B. Griffiths, por su parte,
escribe: «El mito es un relato simbólico que expresa, en términos sim- II. Las alianzas de Dios con los pueblos
bólicos que brotan de la profundidad del inconsciente, la concepción
que las personas tienen de Dios y del misterio de la existencia. Los 1. Alianzas nunca derogadas
mitos tienen valor e importancia infinitos [...]. Dios se reveló desde los
tiempos más antiguos en la forma del mito»12. No es posible mantener En el relato bíblico las relaciones de Dios con la humanidad estánjalo-
separados los «relatos» extrabíblicos de los bíblicos como relatos míti- nadas, a lo largo de la historia de la salvación, de «alianzas». No es
cos contrapuestos a relatos históricos. De hecho, tal dicotomía no necesario explicar aquí detalladamente el significado del término bíbli-
corresponde a la realidad. co «alianza» (berit), cuando indica el modo en que Dios se relaciona
Que las religiones extrabíblicas están ampliamente arraigadas en el con los seres humanos. Baste con recordar que una alianza representa
mito es cierto; el hinduismo es uno de estos casos. Pero tales mitos siempre una iniciativa gratuita por parte de Dios, que entra libremente
fundadores pueden ser portadores de un mensaje divino. El relato de la en una relación personal con los seres humanos, sin ningún mérito por
creación en el Libro del Génesis es un mito mediante el cual se revela parte de éstos. Una alianza es un pacto de amistad inaugurado unilate-
el misterio de la creación de los seres humanos y de su comunión con ralmente por el interlocutor divino, un pacto que requiere, no obstante,
Dios. El mismo Noé es una figura «mítica» o un personaje «legenda- como respuesta al amor gratuito de Dios, adhesión y fidelidad por parte
rio», y el relato de la alianza de Dios con él tiene carácter mítico; no del interlocutor humano -pero sin que la infidelidad humana cancele la
obstante, comunica, como veremos más adelante, la verdad de una fidelidad divina.
relación de alianza de todos los pueblos con Dios. Ni siquiera los rela- A propósito del uso, en la tradición bíblica, de la terminología de
tos de Abrahán y Moisés carecen de un cierto fondo mítico; sin embar- la alianza en referencia a las relaciones de Dios con los seres humanos,
go, son el símbolo por antonomasia de la acción de Dios en la historia observamos lo que sigue: el término «alianza» no aparece en el relato
del pueblo israelita y constituyen la piedra angular de la concepción de la creación del Libro del Génesis (Gn 1-2); pero fuera del Génesis
judía de la revelación como intervención personal de Dios en la histo- hay indicios del hecho de que la creación es vista como una alianza
ria. «La comprensión judía surgía del fondo mitológico»13, recalca cósmica (véase Jr 33,20-26)14. En el Génesis, el término «alianza» indi-
Griffiths. Mediante el carisma interpretativo de los grandes profetas, ca en un primer caso la «alianza eterna» concluida por Dios con Noé
Israel se alejó con decisión de una concepción mitológica para acer- (Gn 9,1-17), y después aparece en el ciclo de Abrahán (Gn 17,1-14).
carse a una concepción histórica. Este movimiento se acentuó poste- La alianza con Moisés es objeto de un tratamiento detallado en Ex 19-
riormente en la visión cristiana, en la que el acontecimiento Cristo está 24. Jr 31,31-34 predice una «nueva alianza» que el Nuevo Testamento
en el punto central de la historia. cristiano verá realizada en el acontecimiento Cristo, y de manera más
Con todo, la progresiva evolución de una concepción mítica a una precisa en el misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús (Mt
concepción histórica, cuando pasamos de la tradición extrabíblica a la 26,28-29; Le 22,20; 1 Co 11,25).
tradición judeo-cristiana, no debe ensombrecer el hecho de que ya la La tradición cristiana ha hablado con frecuencia de cuatro alianzas
religión «cósmica» comunica una relación de Dios con los pueblos, concluidas por Dios con la humanidad. Un texto célebre de san Ireneo
en Adversas haereses lo afirma claramente:
man, 1925); ID., Symbol, Myth, and Culture, Yale University Press, New Haven
«Por eso se dio a la raza humana cuatro testamentos [alianzas]: el pri-
1979. mero en el tiempo de Adán, antes del diluvio; el segundo en el tiem-
12. B. GRIFFITHS, The Cosmic Revelation, Asían Trading Corporation, Bangalore
1985, p. 115.
13. Ibid., p. 121; véase pp. 109-131. 14. Véase R. MURRAY, The Cosmic Covenant, Sheed and Ward, London 1992.
154 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIOS DE LA ALIANZA Y LAS RELIGIONES 155

po de Noé, después del diluvio; el tercero fue la legislación en el Abordemos ahora el significado de la alianza con Noé: aquí se
tiempo de Moisés; y el cuarto, que renueva al hombre y recapitula en excluye -al contrario de lo que se ha supuesto con demasiada frecuen-
sí todas las cosas, por medio del Evangelio, dando al hombre alas cia- una mera manifestación de Dios por medio de los fenómenos de
para elevarse al reino de los cielos»'5. la naturaleza y de la constancia de su sucesión. En el caso de la alian-
za de la creación, el relato del Génesis atestigua ya la familiaridad de
Pero se suscitan, a propósito de la alianza con Noé, cuestiones de Dios con Adán y, por tanto, una relación personal entre el Creador y el
interpretación que exigen una respuesta: ¿cuál es el significado teoló- género humano. Análogamente, en el texto inspirado del Génesis se
gico de tal alianza? ¿Se supone que continúa vigente también después subraya la relación de intimidad entre Dios y Noé (Gn 9,1-17). Ya
del acontecimiento Cristo? Si empezamos por la segunda pregunta, el antes se había dicho que «Noé encontró gracia a los ojos del Señor»
contexto en que Ireneo distingue las cuatro alianzas nos ofrece un indi- (6,8) y que «caminaba con Dios» (6,9). Del mismo modo se subraya la
cio para dar una respuesta. Ireneo descubre un significado simbólico universalidad de la «alianza eterna» (9,16) concluida por Dios con Noé
en el número cuatro, y por ello enumera varias realidades cuadrifor- y con su descendencia. Estos elementos del relato son el símbolo de un
mes: «Así como es la economía del Hijo de Dios, tal es la figura de los compromiso personal de Dios en relación con las naciones, es decir, de
animales; y así como es la forma de los animales, tal es lo típico del la universalidad de la intervención divina en la historia de los pueblos,
Evangelio. Cuadriformes son los animales, y cuadriformes los Evan- cuyos testimonios privilegiados son las tradiciones religiosas de la
gelios, así como cuadriforme es la economía de Dios»16. Dicho de otro humanidad. Un autor reciente ha expresado muy bien el verdadero
modo: la Palabra de Dios ha hablado de cuatro formas diferentes: a los carácter de la alianza con Noé:
patriarcas antes de Moisés por medio de su divinidad; bajo la Ley por
«La alianza con Noé demuestra lo decidido que Dios está a una rege-
medio de un ministerio sacerdotal; después, en su encarnación, por me- neración. Esa alianza aparece como la base permanente de toda sal-
dio de su humanidad y, por último, como Señor resucitado, por medio vación humana. Se falsea el sentido propio de este hecho si -como ha
del don del Espíritu. Análogamente, el Evangelio tiene carácter cua- ocurrido durante mucho tiempo en la Iglesia católica- se ve en él el
driforme: Mateo, Lucas, Marcos y Juan. Cuatro son también las alian- estatuto de una religión "natural", sin relación ninguna con la revela-
zas selladas por Dios con la humanidad: en Adán, en Noé, en Abrahán ción sobrenatural. Todos los elementos escriturísticos de la alianza de
y Moisés, y en Jesucristo. En la sucesión de las cuatro alianzas divinas, Noé demuestran inequívocamente que se trata de un auténtico acon-
no hay nada que haga pensar que una de ellas derogue las anteriores, tecimiento salvífico en el orden de la gracia. [...] El pacto con Noé
así como tampoco ninguna de las cuatro formas del Evangelio reem- aparece así como el anteproyecto de las alianzas con Abrahán y
plaza a las otras. Todas las alianzas son solidarias entre sí, exactamen- Moisés. [...] Israel y los pueblos paganos tienen una base común: son
aliados del Dios verdadero y están bajo la misma voluntad salvífíca
te igual que los cuatro Evangelios. de ese Dios»17.
Según Ireneo, las alianzas se relacionan entre sí como modalidades
de la implicación divina en la historia de la humanidad por medio de Así pues, la alianza con Noé asume un significado de gran alcance
su Lógos. Son «Logo-fanías» a través de las cuales el Lógos divino para una teología de las tradiciones religiosas de los pueblos pertene-
«prueba», por así decir, su irrupción en la historia humana por medio cientes a la tradición «extrabíblica». También estos pueblos se encuen-
de la encarnación en Jesucristo. Como tales, la relación que se esta- tran -y, como veremos más adelante, siguen estando- en una relación
blece entre ellas no es la propia de lo viejo que se vuelve obsoleto con de alianza con Dios. También ellos son pueblos de la alianza, y mere-
la llegada de lo nuevo que lo sustituye, sino la de la semilla que ya con- cen el título de «pueblos de Dios»18. El único Dios es el Dios de todos
tiene, en promesa, la plenitud de la planta que brotará de ella. los pueblos. B. Griffiths escribe a este respecto:

17. B. STOECKLE, «La humanidad extrabíblica y las religiones del mundo», en (J.
15. IRENEO DE LYON, Adversus haereses 3,11,8; trad. cast.: Contra los herejes. Feiner y M. Lóhrer [eds.]) Mysterium Salutis. Fundamentos de la dogmática
Exposición y refutación de la falsa gnosis, ed. de Carlos Ignacio González, como historia de la salvación, vol. II, tomo II, Cristiandad, Madrid 1970, pp.
Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, Perú 2000, p. 240. 1.147-1.170, aquí: pp. 1.151-1.152 (orig. alemán, 1967).
16. Ibid., 3,11,8; p. 240. . 18. Véase W. BÜHLMANN, The Chosen Peoples, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1982
(orig. alemán, 1981).
EL DIOS DE LA ALIANZA Y LAS RELIGIONES 157
156 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES
promulgatum evangelium] afirma que, sin pérdida de la salvación
«La perspectiva bíblica nos hace ver la revelación cósmica y la alian- eterna, no pueden guardarse»21.
za cósmica como realidades que se extienden a todos los hombres y
a todos los pueblos. Toda religión auténtica proviene de esta alianza El documento afirma sin ambigüedad que, «una vez venido nues-
cósmica y es un modo en el que Dios se revela y se ofrece al hombre tro Señor Jesucristo», perdieron su eficacia las instituciones que se
para su salvación. En otras palabras, son caminos de salvación queri-
dos por Dios»1". derivaban de la antigua alianza. Puesto que significaban cosas futuras,
eran por naturaleza transitorias y, con la llegada de las cosas significa-
Si volvemos a la alianza con Moisés nos preguntamos si fue aboli- das por ellas, se volvieron ineficaces. Ahora bien, la «promulgación del
da con la llegada de la «nueva alianza» establecida por Dios en Jesu- evangelio» a la que se hace referencia en este texto suscita muchas
cristo. En un discurso pronunciado en 1980 en Maguncia (Alemania), cuestiones: ¿cuándo se puede decir que el evangelio ha sido «promul-
el papa Juan Pablo n hizo referencia al «pueblo de Dios de la antigua gado», y dónde? ¿Cómo tiene lugar su promulgación y en qué condi-
alianza, que no ha sido nunca derogada (véase Rm 11,29)»20. El pro- ciones se hace eficaz? ¿Hay que ver la promulgación del evangelio
blema es si, con la llegada del acontecimiento Cristo y la «nueva alian- como algo que se ha realizado para naciones enteras o grupos de per-
za» en él establecida, la «antigua alianza» con Israel se ha vuelto obso- sonas en un cierto punto en el tiempo? ¿O más bien hay que conside-
leta y ha sido derogada, como ha afirmado la tradición cristiana con rar individualmente el caso de cada persona, para poder valorar su
frecuencia. ¿Cómo hay que entender la relación entre la alianza mosai- posición en relación con el evangelio? Según K. Rahner, es posible
ca y la alianza crística? ¿Qué luz arroja sobre este tema el diálogo entre decir que la «promulgación del Evangelio» ha alcanzado a los indivi-
judíos y cristianos? Y de una manera más particular: la relación de gra- duos sólo cuando, mediante el ofrecimiento de la fe divina, se ha sus-
cia que vincula hoy con Dios a personas pertenecientes al pueblo judío, citado existencialmente en la conciencia individual de cada uno la
¿debe ser atribuida a una eficacia permanente de la alianza mosaica o cuestión de la obligación moral de responder positivamente al ofreci-
bien a la nueva alianza establecida en Jesucristo? ¿Sustituye ésta sim-
miento divino de la salvación en Jesucristo22.
plemente a la anterior, haciendo que en adelante sea inoperante? Ob-
viamente, Israel y el cristianismo representan un caso único, por causa Pero sobre lo que ahora debemos centrar nuestra atención es sobre
de la relación única que existe entre las dos «religiones»; pero este la firme aseveración del concilio según la cual el advenimiento de la
caso puede ofrecer, como se sugerirá más adelante y cambiando lo que salvación realizado en el acontecimiento Jesucristo -«una vez venido
corresponda cambiar, un modelo emblemático para la relación entre el nuestro Señor Jesucristo»- ha abolido la alianza mosaica y las institu-
cristianismo y las otras religiones. ciones divinas que la acompañaban. Es totalmente cierto que el recha-
zo de Jesús por una parte del pueblo judío suscitó en la mente de san
La cuestión del valor permanente de la alianza mosaica está carga-
da de datos históricos controvertidos. El Decreto para los coptos del Pablo problemas cruciales, con los que luchó durante mucho tiempo,
concilio de Florencia (1442) declaró la abrogación, con «la promulga- especialmente en la Carta a los Romanos (capítulos 9-11). Parece que
ción del evangelio», de las prescripciones de la alianza mosaica. El Pablo no encontró nunca una respuesta decisiva a tales cuestiones. Se-
documento dice: gún la solución que él propuso, Israel se salvaría al final, a pesar del
tiempo de su infidelidad (Rm 11,25-26). Sin embargo, en la mente de
«[La sacrosanta Iglesia romana] firmemente cree, profesa y enseña Pablo estuvo siempre grabada la siguiente convicción: Israel era y con-
que las legalidades del Antiguo Testamento, o sea, de la Ley de tinuaba siendo el pueblo de Dios; la alianza con Moisés seguía vigen-
Moisés, [...] comoquiera que fueron instituidas en gracia de significar
algo por venir, [...] cesaron una vez venido nuestro Señor Jesucristo,
quien por ellas fue significado, y empezaron los sacramentos del 21. Texto en H. DENZINGER y P. HÜNERMANN (eds.), El magisterio de la Iglesia.
Nuevo Testamento. [...] Después de promulgado el Evangelio [post Enchiridion symbolorum, definitionum et declarationum de rebusfidei et morum,
Herder, Barcelona 1999 [en adelante: DH], n. 1348 (orig. alemán, 1999).
22. Véase K. RAHNER, «El cristianismo y las religiones no cristianas», en Escritos de
19. B. GRIFFITHS, «Erroneous Beliefs and Unauthorised Rites»: The Tablet 227 teología, Taurus, Madrid 1964, vol. V, pp. 135-156; ID., «Church, Churches and
(1973), p. 356. Religions», en Theological Investigations, Darton, Longman and Todd, London
20. Texto en AAS 73 (1981), p. 80. 1973, vol. X, pp. 30-49 (originales alemanes en Schriften zur Theologie, op. cit.);
158 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIOS DE LA ALIANZA Y LAS RELIGIONES 159

te, gracias al amor y a la fidelidad inquebrantables de Dios. Por ello a en la elección de esta fórmula es la dinámica de la historia de la salva-
la pregunta: «¿Es que ha rechazado Dios a su pueblo?», respondía: ción tal como la concibe Pablo en la Carta a los Romanos. Dios tiene
«¡De ningún modo!» (Rm 11,1); y explicaba: «Los dones y la voca- un solo designio de salvación, que abarca tanto a los judíos como a las
ción de Dios son irrevocables» (Rm 11,29). Indudablemente Israel naciones, aunque este único designio se despliega «dramáticamente»
seguía siendo el pueblo cuyos miembros «poseen la adopción filial, la en dos tiempos y dos recorridos diversos. A pesar de su actual diver-
gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas y los patriar- gencia histórica, estos dos tiempos convergerán al final en un único
cas» (Rm 9,4). punto de llegada -si bien sólo en el éschaton, al final de los tiempos27.
En el contexto del diálogo teológico entre judíos y cristianos, las Independientemente de la fórmula que se emplee en el actual con-
preguntas de san Pablo siguen acosando todavía a los teólogos cristia- texto del diálogo entre judíos y cristianos, es necesario evitar dos posi-
nos y a los estudiosos judíos. En un libro reciente, N. Lohfink23 ha estu- ciones extremas. Entre ellas se incluyen, por una parte, toda teoría de
diado de nuevo los datos bíblicos referentes a la relación entre la «anti- mera sustitución en Jesucristo de las promesas y de la alianza con
gua» y la «nueva» alianza, especialmente en 2 Co 3,14, Jr 31,31-34 y Israel. La afirmación del mismo Jesús -«No he venido a abolir, sino a
Rm 9-11. El autor muestra que los datos neotestamentarios son más dar cumplimiento [la Ley y los Profetas]» (Mt 5,17)- excluye cual-
matizados y sutiles de lo que ha supuesto la multisecular tradición cris- quier interpretación de sustitución. Por otra parte, hay que evitar toda
tiana sobre las «dos alianzas», de las cuales la «nueva» en Jesucristo impresión de dualismo de caminos paralelos, que destruiría la unidad
habría abolido la «antigua» en Moisés. Baste con recordar aquí los del designio de salvación divino para la humanidad, que llega en
resultados de la investigación. La nueva alianza no es otra cosa que la Jesucristo a su realización escátológica. Desde un punto de vista cris-
primera; la desvela, irradiando el esplendor del Señor que la antigua tiano, parece que la posición intermedia es la de una sola alianza y dos
contenía sin revelarlo plenamente. El hecho es que en Jesucristo la caminos interrelacionados dentro de un único y orgánico designio de
única alianza «se condensó hasta alcanzar el radicalismo escatológico» salvación. El designio de salvación divino posee una unidad orgánica
y de ese modo encuentra en él su «sentido último y más profundo»24. cuyo dinamismo es manifestado por la historia. El despliegue de este
Y esto lleva al autor a concluir: «Por tanto, personalmente me inclino proceso contiene varios pasos, relacionados y complementarios entre
a favor de la teoría de la única alianza, en la que, por consiguiente, par- sí. Para la fe cristiana, el acontecimiento Cristo no existe sin Israel o
ticipan, aunque con diferencias, tanto judíos como cristianos. Y, natu- prescindiendo de él; y, viceversa, Israel no ha sido nunca preelegido
ralmente, también los judíos y los cristianos de hoy». Pero de inme- por Dios sino como el pueblo del que saldría Jesús de Nazaret. Israel
diato añade: «Desde los tiempos de la Iglesia primitiva siguen judíos y y el cristianismo están indisolublemente unidos, en la historia de la sal-
cristianos dos caminos distintos, y, puesto que ambos caminos discu- vación, bajo el arco de la alianza. La alianza mediante la cual el pue-
rren dentro de la misma y única alianza que actualiza la salvación de blo judío obtenía la salvación en el pasado y continúa siendo salvado
Dios en el mundo, en mi opinión se debería hablar de un "doble cami- actualmente es la misma alianza mediante la cual los cristianos son lla-
no salvífico"»25. mados a la salvación en Jesucristo. No hay un «nuevo» pueblo de Dios
Así pues, no se deberá hablar de un camino que existía antes de que sustituya a un pueblo declarado en adelante «antiguo», sino una
Cristo en Israel, sino que a lo largo del tiempo se ha bifurcado en dos expansión hasta los confines del mundo del único pueblo de Dios, cuya
caminos paralelos, uno destinado por Dios al pueblo judío, y el otro elección de Israel y cuya alianza con Moisés eran y siguen siendo «la
orientado a los gentiles en Jesucristo, «Mesías de los paganos». Por el raíz y la fuente, el fundamento y la promesa»28.
contrario, habrá que hablar propiamente de «una única alianza y dos
caminos de salvación para judíos y cristianos»26. Lo que está enjuego
27. lbid., pp. 119-120.
28. Véase J. DUPUIS, «Alleanza e salvezza»: Rassegna di Teología 35/2 (1994), pp.
23. N. LOHFINK, La alianza nunca derogada. Reflexiones exegéticas para el diálogo 148-171; especialmente pp. 166, 171. Las últimas palabras citadas se toman de
entre judíos y cristianos, Herder, Barcelona 1992 (orig. alemán, 1989) las «Orientaciones pastorales» de la COMISIÓN EPISCOPAL FRANCESA PARA LAS
24. lbid.,p. 113. RELACIONES CON EL JUDAISMO, «L'attitude des chrétiens á l'égard du judai'sme»:
25. lbid.,pp. 118-119. Documentation Catholique 70 (1973), pp. 419-422.
26. Jbid.,p. 117.
160 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIOS DE LA ALIANZA Y LAS RELIGIONES 161

Como escribe E. Zenger: «Gracias al pacto mosaico [...] reconocemos al pueblo judío una dig-
«Nosotros, los cristianos, creemos, junto al Nuevo Testamento, que nidad y una función permanente en el designio salvífico. De manera
por la muerte y resurrección de Jesús se nos ha abierto el nuevo pacto análoga, debemos considerar que aquellas alianzas que Dios conclu-
con Dios, por el que ahora podemos vivir en su gracia. Ahora bien, yó con los otros pueblos de la tierra estaban simbólicamente presen-
ésta no es otra alianza, que habría reemplazado a la sinaítica. Se trata tes en la experiencia de Adán y, de manera más específica, en la his-
de la única y misma alianza de gracia, en la que participan, natural- toria de Noé. Si los dones de Dios son irrevocables, ¿no lo son tam-
mente de modos diferentes, el pueblo judío y los pueblos reunidos en bién los concedidos a los otros pueblos? Si usamos este principio
la Iglesia. La alianza fue establecida sobre todo con Israel y sólo para acreditar la religión de los judíos, ¿por qué no aplicarlo también
sucesivamente, "por medio de Jesucristo y junto a su pueblo, fue a las otras alianzas, de las que igualmente nos habla la Escritura, en
insertada en ella también la Iglesia". El pueblo judío y la Iglesia viven lugar de considerarlas -sólo a ellas- obsoletas?»30.
como dos entidades, cada una con su propia identidad y ambas en un
estado de separación que no hay que ignorar, sino encuadrar en el 2. La estructura trinitaria de la historia
horizonte de una común alianza, aquella que la Biblia hebrea, el lla-
mado Antiguo Testamento, atestigua que fue dada por Dios. Así pues, El modelo de cristología trinitaria propuesto en el capítulo anterior
aquello que funda en primer lugar también la existencia de la Iglesia conforma todo el proceso de las automanifestaciones divinas, en la sal-
no es el Nuevo Testamento, sino el Antiguo. Y si la Iglesia renuncia- vación-revelación, dentro de la historia. El acontecimiento Cristo cons-
se al mensaje del Antiguo Testamento, renunciaría también a sí tituye, en la comprensión cristiana del desarrollo histórico del único
misma, como Iglesia de la nueva alianza»29.
pero orgánico designio de salvación de Dios para la humanidad, el
A la pregunta acerca de si los judíos se salvan hoy mediante la punto central y focal. Es el eje en torno al cual gira toda la historia del
alianza de Dios con Israel o bien mediante Jesucristo, en quien se ha diálogo entre Dios y la humanidad, el principio de inteligibilidad del
realizado una «nueva» alianza, la respuesta que se debe dar, por tanto, designio de Dios concretado en la historia del mundo. Influye en todo
es que no subsiste tal dicotomía: la salvación llega a los judíos a través el proceso de la historia a modo de causa final y, por tanto, como fin o
de la alianza concluida por Dios con Israel y llevada a perfección en meta que atrae hacia sí todo el proceso de la evolución: tanto la histo-
Jesucristo. La alianza sigue siendo todavía un camino de salvación, ria «pre-cristiana» como la «post-cristiana» son atraídas por el Cristo-
pero no independientemente del acontecimiento Cristo. Omega hacia sí31.
La alianza con Moisés se mantiene, pues, y no es derogada por la No obstante, no hay que entender el cristocentrismo de la historia
alianza en Jesucristo. Observemos, por último, que el caso del judais- de la salvación como un «cristomonismo». La centralidad del aconte-
mo y del cristianismo puede servir como catalizador para una reorien- cimiento Cristo no oscurece, sino que más bien presupone, motiva y
tación de la relación entre el cristianismo y las otras religiones. Lo que acrecienta la universalidad de la presencia activa de la «Palabra de
es verdadero en el primer caso continúa valiendo, analógicamente, tam- Dios» y del «Espíritu de Dios» en la historia de la salvación y, de
bién en el segundo. También las otras tradiciones religiosas, simboliza- manera específica, en las tradiciones religiosas de la humanidad. Con
das por la alianza con Noé, conservan, mutatis mutandis, un valor per- razón el papa Juan Pablo n ha afirmado, en la carta encíclica Dominum
manente. Como la alianza mosaica no ha sido suprimida por el hecho et vivificantem sobre el Espíritu Santo (1986), que en toda situación
de haber llegado a su plenitud en Jesucristo, así tampoco la alianza cós- histórica, tanto antes del acontecimiento Cristo como después de él y
mica concluida en Noé con las naciones ha sido cancelada por el hecho fuera de la economía cristiana, la gracia «lleva consigo una caracterís-
de haber llegado en el acontecimiento Cristo a la meta a la que había tica cristológica y a la vez pneumatológica» (n. 53).
sido ordenada por Dios. Es decir, también aquéllas mantienen todavía
valor salvífico para sus seguidores, si bien no sin relación con el acon-
tecimiento Cristo. Lo expresa bien A. Russo cuando escribe: 30. A. Russo, «La funzione d'Israele e la legittimitá delle altre religioni», op. cit.,
p. 116.
31. Véase K. RAHNER, «La cristología dentro de una concepción evolutiva del
29. E. ZENGER, // Primo Testamento. La Bibbia ebraica e i cristiani, Queriniana, mundo», en Escritos de teología, Taurus, Madrid 1964, vol. V, pp. 181-219 (orig.
Brescia 1997, pp. 133-135 (orig. alemán, 19922). alemán en Schriften zur Theologie, op. cit.).
162 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIOS DE LA ALIANZA Y LAS RELIGIONES lo l

Según la tradición bíblica del Antiguo Testamento, la Sabiduría- K. Rahner: «Dado que la eficacia universal del Espíritu se dirige desde
Palabra (hokmáh-dábár) y el Espíritu (rüah) actúan como «medios» de el principio al cénit de su mediación histórica, que es el acontecimien
las intervenciones personales de Dios en la historia, tanto en Israel to Cristo (o, en otras palabras, la causa final de la mediación del
como fuera de él. La «personificación literaria» de tales «atributos» Espíritu en el mundo), se puede decir verdaderamente que el Espíritu
divinos pone de relieve el compromiso personal de Dios con respecto está en todas partes y es desde el principio el Espíritu de Jesucristo, el
a los pueblos que la palabra revelada quiere comunicar. El Nuevo Lógos divino encarnado»32.
Testamento revelará después la verdadera «personalidad» de los «me- Esto equivale a decir que entre los diversos elementos de la econo-
dios» de la implicación de Dios en la historia humana, profundizando mía de la salvación trinitario-cristológica existe una relación de recí-
progresivamente el carácter personal del Hijo (Palabra-Sabiduría) y del proco condicionamiento, en virtud de la cual ningún aspecto específi-
Espíritu. Desde entonces, la Palabra-Sabiduría y el Espíritu, que ha- co puede ser subrayado a costa de los otros ni, por el contrario, redu-
bían actuado ya en la historia «precristiana», serán entendidos retros- cido en favor de ellos. El acontecimiento Cristo no está nunca aislado
pectivamente como dos «personas» distintas dentro del misterio del de la actuación del Lógos y del Espíritu, así como tampoco éstos obran
Dios tripersonal: el Hijo que se encarnó en Jesucristo, por un lado, y el nunca sin estar en relación con él.
Espíritu de Cristo, por otro. Y resultará claro que las dos personas divi- En definitiva, encontramos aquí el misterio del tiempo y de la eter-
nas habían estado presentes y operantes en la economía precristiana sin nidad, tal como influye en las relaciones de Dios con la humanidad en
ser reconocidas formalmente como tales. la historia. Si, para nuestro conocimiento discursivo humano, el des-
El prólogo del Evangelio de Juan afirma con claridad la presencia pliegue histórico de la salvación se compone necesariamente de inicio-
activa y universal del Lógos divino antes del acontecimiento Cristo: él centro-final, o de pasado-presente-futuro, en la conciencia y el cono-
era «la luz verdadera, que ilumina a todo hombre» viniendo a este cimiento eternos de Dios, todo es continuo y coexistente, simultáneo
mundo (Jn 1,9). La universal función reveladora del Lógos lo había e interrelacionado". Jesucristo es el punto culminante, eternamente
hecho presente a la humanidad a lo largo de toda la historia, desde el «preestablecido», de la implicación personal de Dios en la historia de
principio, aunque tal presencia operante debía alcanzar su punto cul- la humanidad, y el acontecimiento Cristo es, por tanto, dentro de la his-
minante sólo con la venida en la carne de Jesucristo. Por lo que res- toria, el «momento» puntual en que Dios «se convirtió» en Dios-de-
pecta al Espíritu, su energía vivificante está presente en los seres los-pueblos-de-manera-plenamente-humana. Pero dado que la encar-
humanos, en la creación y en la recreación. El papa Juan Pablo n ha nación del Lógos está eternamente presente en la intención de Dios, su
subrayado la presencia y la actividad universal del Espíritu a lo largo realización en el tiempo configura la historia milenaria de las relacio-
de toda la aventura humana, no sólo en los individuos sino también en nes de éste con la humanidad.
las tradiciones religiosas, en toda la historia. La acción del Lógos, la obra del Espíritu y el acontecimiento Cristo
Lo que queda por mostrar es cómo la acción universal de la Palabra son, pues, aspectos inseparables de una única economía de la salvación.
y del Espíritu en la historia extrabíblica de la salvación se combinan El hecho de que según la tradición paulina los seres humanos hayan
teológicamente en una única economía de la salvación con el aconte- sido «creados en Cristo Jesús» (Ef 2,10), a quien pertenece la primacía,
cimiento histórico puntual de Jesucristo, es decir, cómo el cristocen- tanto en el orden de la creación como en el de la re-creación (Col 1,15-
trismo, por un lado, y el logocentrismo y la pneumatología, por otro, 20; Ef 1,3-4), no disminuye sino que exige la acción anticipada de la
en lugar de excluirse entre sí, se necesitan mutuamente, y viceversa. Palabra-que-se-debía-encarnar (Jn 1,9) y la actuación universal del
Llegado a este punto, Rahner muestra que el acontecimiento Cristo
constituye el objetivo y el fin de la acción anticipada del Ldgos-que-se-
hará-hombre y de la obra universal del Espíritu en el mundo antes de 32. Véase K. RAHNER, «Jesús Christ in the Non-Christian Religions», en Theological
la encarnación. Por esta razón, la acción «pre-encarnacional» del Ló- ¡nvestigations, Darton, Longman and Todd, London 1981, vol. XVII, p. 46 (orig.
alemán en Schríften zur Theologie, op. cit.).
gos está orientada al acontecimiento Cristo, del mismo modo que es 33. Véase J. MOUROUX, Le mystére du temps. Approche théologique, Aubier, Paris
correcto decir que el Espíritu es el «Espíritu de Cristo» desde el inicio 1962; E. JÜNGEL, God as the Mystery of the World, T. and T. Clark, Edinburgh
de la historia de la salvación. Por ello, a propósito del Espíritu, escribe 1983 (orig. alemán, 19772).
EL DIOS DE LA ALIANZA Y LAS RELIGIONES I di
Espíritu: «El Espíritu Santo obraba ya, sin duda, en el mundo antes de
que Cristo fuera glorificado», afirma el Vaticano n (Ad gentes 4). brir, fuera de la tradición bíblica, rastros análogos en la vida religiosa
Hay que tener en cuenta también la estructura de la autorrevelación de los individuos y en sus tradiciones religiosas. También estas tradi-
del Dios uno y trino, que sigue a la de las relaciones interpersonales ciones, de algún modo, recogen en la historia la eterna emisión de la
entre las diversas personas en el misterio intrínseco de Dios. El orden Palabra y la eterna «emanación» del Espíritu por parte del Padre. Si
de las personas en aquélla y en éste coincide, por el hecho de que exis- bien es cierto que Dios concibe y quiere todas las cosas que existen en
te una correspondencia y una correlación necesaria entre el orden de el acto mismo con el que el Padre profiere la Palabra y espira el
los orígenes en la comunicación intra-divina de Padre-Hijo-Espíritu y Espíritu, lo mismo vale afortiori y necesariamente por lo que respec-
el orden de su autocomunicación a la humanidad en la historia: la ta a la relación de alianza con los pueblos en la historia. El hecho de
Trinidad «económica» prolonga la Trinidad «inmanente» permitiéndo- que, en el único orden del mundo existente, Dios haya elegido libre-
le desbordarse más allá de sí misma hacia la historia y en el mundo34. mente comunicarse de forma personal con los seres humanos significa
O bien, inversamente, la Trinidad «inmanente» es el presupuesto a que todos, cualquiera que sea la situación histórica -incluidas las tra-
priori de la estructura trinitaria de la autocomunicación divina: del diciones «extrabíblicas»- en que se encuentran, están incluidos y, por
Padre, por el Hijo, en el Espíritu. De una forma más simple: Dios, que así decir, «aferrados» en la estructura trinitaria de la autocomunicación
es una comunión tripersonal, sólo se puede comunicar a sí mismo de de Dios. En la perspectiva de la teología cristiana, la alianza cósmica
esta manera triforme. ¡Dios se da a sí mismo tal y como es! de Dios con la humanidad en Noé tiene que estar marcada, como toda
La estructura trinitaria conforma los diversos estadios en que se la historia de la salvación, por- un ritmo trinitario.
despliega la autocomunicación de Dios en la historia de la salvación. La historia de la salvación es, en su integridad, la historia del origen
El mismo carácter triforme está presente y activo en todas las fases de de todas las cosas en Dios por medio de su Palabra en el Espíritu, y de
su desarrollo. La Biblia atestigua esta estructura ternaria ya por lo que su retorno a Dios por medio de la Palabra en el Espíritu. San Pablo no
respecta a la creación: Dios creó por medio de su Palabra (Gn 1,3; Jdt afirmó menos cuando escribió: «Para nosotros no hay más que un solo
16,13-14; véase Sal 33,9; 148,5; Jn 1,1-3) en el Espíritu (Gn 1,2); la Dios, el Padre, del cual [ex hoü] proceden todas las cosas y para [eis] el
misma estructura ternaria conforma la historia de Israel. Baste con cual somos, y un solo Señor, Jesucristo, por [diá] quien son todas las
recordar, en general, que las intervenciones de Dios a favor de su pue- cosas y nosotros por [diá] él» (1 Co 8,6); una afirmación que la Carta
blo son realizadas por medio de su Palabra; por lo que respecta al a los Efesios completa añadiendo que nuestro camino del Padre al Padre
Espíritu de Dios, toma posesión de algunos individuos para hacer de por Jesucristo se realiza en el (en) Espíritu (véase Ef 2,18).
ellos instrumentos de la acción de Dios, y de los profetas para darles el El Espíritu Santo actúa en todos los periodos de la historia de la
poder de anunciar la palabra de Dios. salvación. En cada una de las alianzas progresivamente concluidas por
En la Biblia hebrea no se encuentran indicaciones igualmente cla- Dios con el género humano, el Espíritu es el agente inmediato de la
ras por lo que respecta a la alianza con Noé. No obstante, desde el aproximación divina y del compromiso de Dios con la historia huma-
punto de vista de la teología cristiana, tal alianza tiene que llevar tam- na. Por tanto, podemos decir que el Espíritu Santo preside el destino
bién necesariamente -como las tradiciones religiosas «extrabíblicas»- divino de la humanidad, en el sentido de que cada alianza divina alcan-
el sello de la Trinidad económica. Así como la tradición ha buscado za a la humanidad en el Espíritu.
asiduamente y ha encontrado «rastros de la Trinidad» {vestigio, Trinita- Es verdad que estas consideraciones tienen un significado sólo
tis) en la creación y, de una manera más específica, en la actividad dentro de una perspectiva cristiana; es más, aunque no carezcan de
espiritual del ser humano, también nosotros debemos buscar y descu- base en la Escritura, se fundamentan en una teología trinitaria «alta»,
ontológica. Pero desde el punto de vista de la concepción cristiana,
tales consideraciones tienen el mérito de arrojar luz sobre el hecho de
34. Véase K. RAHNER, «El Dios trino como principio y fundamento trascendente de que el Dios tripersonal asume, no sólo individual sino colectivamente,
la historia de la salvación», en (J. Feiner y M. Lohrer [eds.]) Mysterium Salutis.
Fundamentos de la dogmática como historia de la salvación, vol. II, tomo I, a la humanidad religiosa extrabíblica en una comunión consigo mismo
Cristiandad, Madrid 1969, pp. 359-449 (orig. alemán, 1967). en la gracia y en la esperanza.
«MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 167

Dios a las naciones y la Palabra que «en estos últimos tiempos nos ha
hablado por medio del Hijo» (véase Hb 1,2)? ¿Y de qué modo el «Hijo
unigénito» es el que «lo ha dado a conocer» (Jn 1,18), si es cierto que
había hablado y se había revelado anteriormente de muchas maneras?
Dicho con más claridad: ¿cómo debemos entender que Jesucristo es la
plenitud de la revelación divina, si es cierto que Dios se ha revelado a
5 sí mismo por medio de figuras proféticas en diversas tradiciones reli-
giosas, tanto antes como después de él? Los «libros sagrados» o las
«Muchas veces y de muchas maneras» «tradiciones orales» de las otras religiones, ¿ofrecen sólo un discurso
humano sobre Dios o el Absoluto, o bien contienen una «palabra pro-
nunciada por Dios» a los miembros de esas religiones e incluso a toda
«Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nues-
la humanidad? Si, además, Jesucristo representa la plenitud de la reve-
tros padres por medio de los profetas. En estos últimos tiempos nos ha
lación divina, ¿ha llegado ésta con él a su conclusión definitiva? O, por
hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por
el contrario, la revelación divina ¿puede ser concebida, de algún modo,
quien también hizo el universo» (Hb 1,1-2). Cuando el autor de la
como un «proceso» que aún continúa, tanto dentro como fuera del cris-
Carta a los Hebreos escribió estas palabras en su prólogo, ciertamen-
tianismo, que alcanzará su carácter definitivo en el éschatonl
te no buscó más allá de los profetas de Israel una palabra dicha por
Dios «en el pasado» a la humanidad. Lo que el escritor pretendía era Las cuestiones aquí planteadas son sólo en parte distintas de las
mostrar que el acontecimiento de Jesucristo sobrepasaba incompara- examinadas en el capítulo anterior. Allí subrayamos que la automani-
blemente cualquier cosa que Dios hubiese dicho y hecho para Israel festación de Dios en la historia tiene lugar inseparablemente bajo la
por medio de los profetas. No obstante, la referencia explícita al hecho doble forma de palabras y obras; está formada al mismo tiempo, nece-
de que Dios había hablado «muchas veces y de muchas maneras» y sariamente, de revelación y de salvación: Dios se dice a sí mismo dán-
que por medio del Hijo «hizo el mundo» evoca de manera sorprenden- dose a sí mismo; se comparte a sí mismo pronunciándose a sí mismo.
te lo que el prólogo del Evangelio de Juan afirma sobre la «Palabra», Así pues, afirmar que toda la historia es historia de la salvación impli-
por medio de la cual «todo se hizo» (Jn 1,3) y que era «la luz verda- ca por ello mismo la universalidad de la revelación1. Obras y palabras,
dera que ilumina a todo hombre viniendo a este mundo» (Jn 1,9). La acontecimientos y profecía: ambas cosas van de la mano. En cualquier
semejanza entre estos dos textos nos lleva más allá de la referencia caso, ésta es la concepción bíblica de la salvación-revelación, que ha
explícita de la Carta a los Hebreos a la palabra dicha por Dios a Israel sido expresada felizmente por la constitución Dei Verbum del concilio
y nos alienta a indagar sobre una revelación divina no limitada a la his- Vaticano n, que afirma: «La revelación se realiza por obras y palabras
toria bíblica, sino que se extiende a toda la historia de la salvación. intrínsecamente ligadas; las obras que Dios realiza en la historia de la
salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las
El capítulo anterior ha mostrado que la alianza de Dios con Israel
palabras significan; a su vez, las palabras proclaman las obras y expli-
puede servir, analógicamente, como catalizador para una percepción
can su misterio» (n. 2).
más profunda de la relación de alianza de Dios con las naciones. Esta
En virtud de la concomitancia de las obras y las palabras divinas,
observación lleva a la cuestión ulterior de la autorrevelación de Dios a
parece teológicamente justificado buscar un discurso divino en las tra-
éstas. ¿Tiene la revelación divina la misma extensión que la historia de
diciones religiosas no bíblicas, al igual que se consideró necesario
la salvación, la cual abarca -como se ha dicho- toda la historia del
incluir dichas tradiciones dentro del ámbito de la historia de la salva-
mundo? Independientemente de las «muchas veces» y las «muchas
ción. Dios ha hablado a toda la humanidad porque ha ofrecido su sal-
maneras» en que Dios pudo haber hablado, ¿se puede pensar que «no
dejó de dar testimonio de sí mismo» (Hch 14,17) en la historia, no sólo
«en las obras realizadas por él» (Rm 1,20), sino también en el discur- 1. Véase H. FRÍES, «La revelación», en (J. Feiner y M. Lóhrer [eds.]) Mysterium
so y en la autorrevelación? ¿Cuál es la relación entre el discurso de Salutis. Fundamentos de la dogmática como historia de la salvación, vol. I, tomo
I, Cristiandad, Madrid 1969, pp. 207-286 (orig. alemán, 1965).
168 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES
«MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 169
vación a todos los que forman parte de ella. La revelación es universal,
al igual que lo es el ofrecimiento de la salvación2. parte del creyente cristiano, de interpretar los datos de otras tradicio-
Afirmar esto no significa olvidar que la interpretación de concep- nes a partir de la perspectiva de la propia fe. Para el creyente cristiano,
tos como «revelación» y otros afines a él difiere en gran medida entre escribe J.A. DiNoia, «el existente por el que todos los seres humanos
una tradición religiosa y otra, aunque haya algunos puntos de contac- están universalmente atraídos en todas las comunidades religiosas es el
to. Tampoco hay que olvidar que el concepto de «revelación» ha cono- Dios uno y trino». Y «¿qué otra cosa podría una teología de las reli-
cido, en la teología cristiana más cercana a nosotros, un claro cambio giones propiamente cristiana enunciar con competencia sino valora-
de acento de la revelación entendida primariamente como doctrina y ciones de las otras religiones formuladas en términos cristianos?»6.
comunicación de verdades divinas a la revelación entendida primaria- Reconocemos que lo que sigue es claramente una valoración cris-
mente como acontecimiento y automanifestación divinos3. En un libro tiana -formulada mediante categorías cristianas-, de la «revelación
bien conocido, A. Dulles distingue cinco modelos de revelación, que divina» en las otras tradiciones religiosas. Según tal valoración, «un
no deben ser vistos como recíprocamente exclusivos, sino más bien misterio inefable, el centro y el fundamento de la realidad y de la vida
como modelos complementarios que se sostienen mutuamente4. Entre humana, actúa de diferentes formas y maneras en medio de todos los
estos modelos, junto al de la revelación como doctrina, indica los de pueblos del mundo y da un sentido último a la existencia y las aspira-
revelación como «experiencia interior» y como «nueva conciencia», ciones humanas». Hay que añadir, no obstante, que «este misterio, que
ambos basados en una intervención o ayuda divina. Él observa además recibe nombres diferentes, pero que ningún nombre puede representar
que estos dos modelos ayudan a descubrir la posibilidad de una reve- de forma adecuada, es revelado y comunicado definitivamente en Jesús
lación divina en las otras tradiciones religiosas, fuera de la tradición de Nazaret»7. El «misterio último», universalmente presente pero
judeo-cristiana. Esto es cierto porque la gracia divina -que es objeto de nunca comprendido adecuadamente es, para el creyente cristiano, el
un ofrecimiento universal- «revela a Dios como ser que se comunica a «Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo» (2 Co 1,3). Por tanto, una
sí mismo y al sujeto humano como ser que tiende a un cumplimiento teología cristiana de la «Palabra de Dios» en la historia será necesaria-
trascendente en unión con Dios». «En la medida en que un individuo o mente trinitaria y cristológica. Buscará las «semillas de la Palabra» y
una comunidad, sostenidos por la presencia de Dios, tienen la expe- la «impronta de su Espíritu» en las experiencias y acontecimientos fun-.
riencia de que están fundados en lo divino, es posible encontrar en damentales sobre los que se han edificado las diferentes tradiciones
ellos la revelación de Dios». Y concluye: «Las religiones pueden ser religiosas, así como también los rastros de los mismos en los libros
interpretadas como expresiones de una "memoria en búsqueda" que sagrados y en las tradiciones orales que constituyen el testimonio ofi-
anticipa de algún modo el punto culminante del don de Dios en cial y la memoria viva de tales tradiciones. Esto es lo que trataremos
Jesucristo»5. de mostrar a continuación.
No hay que olvidar que una teología de las religiones válida tiene
que fundarse, en su intento de superar la dicotomía entre inclusivismo I. El Dios de la revelación
y pluralismo, en el reconocimiento de las diferencias, sin ceder a la
presunción ilusoria de una «esencia común» entre las diversas religio- 1. «Todos tenemos el mismo Dios»
nes y sus conceptos fundamentales. Pero la atención obligada y el res-
«El Ser es uno solo; los sabios lo llaman con diversos nombres» (Rg
peto debido a las diferencias no eliminan el derecho y el deber, por
Veda 1,164,46). En el contexto del debate sobre la teología de las reli-
giones este versículo védico es citado a menudo por los defensores de
2. Véase G. THILS, Propos et problemes de la théologie des religions non chrétien-
nes, Casterman, Tournai 1966 (pp. 84-121). 6. Véase J.A. DINOIA, The Diversity of Religions. A Christian Perspective, Catholic
3. Véase G. O'COLLINS, Retrieving Fundamental Theology, Paulist Press, New York University of America Press, Washington, D.C. 1992, pp. 136, 160-161.
1993. 7. La cita se toma de la declaración de la Conferencia Teológica Internacional sobre
4. A. DULLES, Models of Revelation, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 19922. la evangelización y el diálogo en la India (octubre de 1971), n. 13; véase J.
5. Ibid., pp. 100, 107, 182. PATHRAPANKAL (ed.), Service and Salvation, Theological Publications in India,
Bangalore 1973, p. 4.
170 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 171

la tesis «pluralista» como una formulación paradigmática de su posi- ría a la revelación de Dios a Moisés: «Yo soy el Dios de tu padre, el
ción teológica. El «Ser» (sat) es referido a «Dios», o a lo Divino, pues- Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob» (Ex 3,6). Con
to por los teólogos pluralistas en el lugar de Cristo como punto de refe- ello quería distinguir el conocimiento de Dios que recibimos mediante
rencia central para una teología viable del pluralismo religioso. Según la revelación judeo-cristiana del conocimiento limitado que la filosofía,
su concepción, todas las religiones representan diversas manifestacio- incluso la cristiana, puede alcanzar; no pretendía negar la identidad per-
nes históricas del único Misterio divino y caminos salvíficos diferen- sonal de Dios en ambos casos. Deliberadamente subrayaba los límites
tes que conducen a él. El concepto de «Dios» es mantenido delibera- de una comprensión filosófica de Dios, si se compara con la autorreve-
damente de una forma suficientemente indeterminada para que las lación divina a Israel y en Jesucristo. Hay que distinguir claramente la
diferentes tradiciones religiosas encajen en él, en sus múltiples varie- identidad divina de la comprensión que los seres humanos pueden tener
dades; éstas son atribuidas a las distintas áreas culturales en las que de ella en diferentes situaciones, por medio de la reflexión humana o de
tuvieron origen. Así pues, la tesis es que todas las tradiciones religio- la revelación divina, en distintas tradiciones religiosas.
sas tienen fundamentalmente, como punto de referencia último, al Hay que tener igualmente presente la distinción entre las religiones
mismo Dios indeterminado, sin que importe cuan diferentes puedan ser «monoteístas» o «proféticas», por una parte, y las religiones «místicas»
los nombres con que lo llaman y el concepto que puedan formarse de de Oriente, por otra. Por lo que respecta a las religiones monoteístas,
él8. En suma, el Dios Padre/Madre cristiano, el Yahvé judío, el Alá su origen común en la fe de Abrahán garantiza la identidad del Dios
musulmán, el Brahmán hindú, el Nirvana budista, el Tao taoísta, etcé- adorado por cada una de ellas. La continuidad entre el Yahvé de la reli-
tera, no son más que expresiones diferentes con las que las diversas tra- gión judía y el «Padre de nuestro Señor Jesucristo» del cristianismo se
diciones articulan una experiencia humana de la Realidad última. La puede probar históricamente, sin que esto vaya en detrimento -como
realidad es la misma y las experiencias, a pesar de las divergencias que veremos más adelante- de las diferencias entre el concepto de Dios de
las caracterizan, tienen el mismo valor. Todos los caminos religiosos la Biblia hebrea y el del Nuevo Testamento cristiano. Lo mismo vale
son igualmente salvíficos, ya que todos ellos tienden a la misma Rea- -aunque se reconoce menos universalmente- para la identidad perso-
lidad última. nal entre el Dios judeo-cristiano y el del Corán y el islam. Es induda-
Así pues, es necesario abordar la cuestión del Misterio divino y sus ble que las divergencias en el concepto de Dios resultarán, en este caso,
numerosos rostros en las diferentes tradiciones religiosas. Tal cuestión aún más profundas. No obstante, el Dios musulmán es el mismo Dios
plantea muchos problemas que deben ser afrontados desde el punto de en el que puso su fe Abrahán, el «padre de todos los creyentes» (Rm
vista de una teología de las religiones que sea al mismo tiempo cris- 4,11), y en el que pusieron su fe, después de él, Israel y el cristianismo
tiana y dialógica. «¿Es el Dios de las otras religiones el mismo que el (Hb 11-12). El islam remonta sus orígenes históricos a la fe de Abrahán
Dios de los cristianos?». Ésta es una pregunta que se planteó con fre- con tanta verdad como lo hacen Israel y el cristianismo.
cuencia en los ambientes cristianos del pasado y que todavía hoy no ha La cuestión es mucho más complicada por lo que respecta a las
desaparecido; resulta sorprendente que se escuche también a propósi- religiones místicas de Oriente. Esto es así por más de una razón - y la
to de los judíos y los musulmanes. Antes de dar una respuesta, es pre- menor no es la abundante variedad y enorme complejidad de los datos
ciso que clarifiquemos la terminología: ¿qué Dios, qué «identidad», que ofrecen y la distinta cosmovisión (Weltanschauung) general en la
qué religión? que se basan-. Sin embargo, es preciso plantear teológicamente la
E s bien conocido el dicho de Blaise Pascal: «Dios de Abrahán, cuestión de la relación entre la «Realidad absoluta» que afirman y el
Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos y de los sabios Dios de las religiones monoteístas, que ha sido revelado, según la fe
[savants]. [...] Dios de Jesucristo»9. Con estas palabras Pascal se refe- cristiana, de manera decisiva en Jesucristo.
¿Es legítimo pensar, desde la perspectiva de la teología cristiana,
que la Realidad última a la que esas tradiciones religiosas se refieren
8. Véase el título del libro de J. HICK, God Has Many Ñames. Britain's New
Religious Pluralism, Macmillan, London 1980; ID., God and the Universe of
es, a pesar de la gran diversidad de sus constructos mentales, la misma
Faiths. Essays in the Phüosophy of Religión, Macmillan, London 1973. que afirman las religiones monoteístas como el Dios de Abrahán, Isaac
9. B. PASCAL, «El memorial», en Pensamientos, Altaya, Barcelona 1993, p. 268. y Jacob? ¿Hay una Realidad última común a todas las tradiciones reli-
«MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 173

giosas, si bien experimentada de formas diferentes y conceptualizada solo» (Dt 6,4). En el Déutero-Isaías se profundiza ulteriormente en la
de maneras diversas por las distintas tradiciones? ¿Hay un único Mis- unicidad del Dios de Israel: «Yo soy el Señor, no hay ningún otro;
terio divino con muchos «rostros»? En caso afirmativo, esta Realidad fuera de mí ningún dios existe» (Is 45,5); «Yo, yo soy el Señor, y fuera
última ¿puede ser interpretada en los términos de un teísmo trinitario de mí no hay salvador» (Is 43,11; véase 43,8-13; 44,6-8.24-28; 45,20-
cristiano, sin que importe cuan imperfectamente sea comprendido? 25, etcétera). El mismo mensaje se repite en el Nuevo Testamento:
¿O debe ser vista como equidistante de todas las categorías, sean o no «Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás
teístas? al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
Las tradiciones religiosas ofrecen un amplio espectro de posiciones mente y con todas tus fuerzas» (Me 12,29-30; véase Mt 22,37-38); éste
discrepantes, y también de dicotomías de términos contradictorios en- el primer mandamiento. El monoteísmo cristiano sostiene que está en
tre sí: teísmo y no teísmo; monoteísmo y politeísmo; monismo y dua- continuidad directa con el monoteísmo israelítico.
lismo; panteísmo y panenteísmo; Dios personal y Dios impersonal, La doctrina del Corán está de acuerdo: «Nuestro Dios y vuestro
etcétera. En esta amplia variedad de puntos de vista, ¿se puede realizar Dios es Uno» (Sura 29,46)". El contexto de la cita indica claramente
una reductio ad unum en favor de un teísmo trinitario cristiano? ¿Está que se hace referencia a la «gente de la escritura», es decir, a Israel y
teológicamente justificada y es practicable? Si hablamos de una pre- a los cristianos: «Creemos en lo que se nos ha revelado a nosotros y en
sencia escondida universal del Dios de Jesucristo en la Realidad últi- lo que se os ha revelado a vosotros. Nuestro Dios y vuestro Dios es
ma a la que apelan las otras tradiciones, ¿no «absolutizamos» indebi- Uno. Y nos sometemos [muslimum] a él» (ibid.). Y en otros lugares
damente un referente particular como la única clave interpretativa posi- del Corán Alá dice: «No hay otro Dios que Yo [illa ana]» (Sura
ble de cualquier experiencia religiosa? ¿Es posible proponer pruebas a 16,2; 21,14).
favor de tal interpretación cristiana?
También el islam sitúa sus raíces en la fe de Abrahán, aunque la
«Todos tenemos el mismo Dios», escribió W. Bühlmann10, y lo
alianza con Abrahán y la promesa unida a ella no se encuentran en el
interpretaba como el «Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo». Esta
Corán. Éste enseña la existencia de un único Dios, creador, providente
es una posición teológica declaradamente cristiana, que los miembros
con su creación, omnipotente, omnisciente, vivo y legislador. También
de las otras tradiciones no estarían dispuestos a hacer suya. Y tampoco
evoca la misión de los profetas de los que se habla en la Biblia, y la de
se les debe pedir. La teología hindú advaita continuará interpretando la
Jesús. Aunque no narra la historia de Israel de forma detallada, como
realidad en clave de no dualidad (advaita) entre Brahmán y el yo; la
lo hace la Biblia, recuerda los momentos principales de la vida de
interpretación budista la verá en clave de «vacuidad» (sünyatá). El
Abrahán, de Isaac, de Moisés y de Jesús. Estos momentos culminan-
cristiano, por su parte, adhiriéndose -en continuidad con la revelación
tes, presentados de forma discontinua, marcan los tiempos de la auto-
judía y su propia tradición- a un monoteísmo trinitario, sólo puede
rrevelación de Dios como Dios único. No obstante, más que la historia
pensar según la clave de la presencia y la automanifestación universa-
del pueblo, lo que importa para el Corán es la intervención de Dios
les del Dios uno y trino. Para él, el Misterio divino con muchos rostros
que, desde su trascendencia en lo alto, «hace que su Palabra descien-
será, inequívocamente, el Dios y Padre que nos reveló su rostro en
da» sobre los profetas, para que la revelen.
Jesucristo.
Así pues, las tres tradiciones afirman de forma inequívoca que tie-
nen sus raíces en el Dios de Abrahán. Comparten el mismo Dios12. Pero
2. El «Totalmente otro» y el «Sí mismo del Sí mismo» esto no significa que el concepto de Dios sea idéntico en las tres reli-
Las tres religiones monoteístas ponen el mismo acento en la unicidad giones monoteístas. De hecho, al menos en el nivel doctrinal, es cierto
del Dios al que adoran. Ante todo se puede hacer referencia al shema' lo contrario. La tradición cristiana sostiene que prolonga el monoteís-
de Israel: «Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno mo de Israel, mientras lo desarrolla en la doctrina, trinitaria; también el

10. Es el título del libro de W. BÜHLMANN, All Have the Same God, St. Paul 11. El Corán, ed. de Julio Cortés, Herder, Barcelona 19924, p. 466.
Publications, Slough (Eng.) 1982 (orig. alemán, 1978). 12. Véase K.-J. KUSCHEL, Discordia en la casa de Abraham. Lo que separa y une a
judíos, cristianos y musulmanes, Verbo Divino, Estella 1996 (orig. alemán, 1994).
«MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» l
?s
monoteísmo del Corán y de la tradición islámica sitúa su origen en el
Dios de la fe de Israel, mientras sostiene que lo completa y lo purifica islam puede ser llamado «religión del Libro»; Israel es la religión <je
de la corrupción que dicha fe sufrió por la doctrina trinitaria cristiana. un vínculo de alianza entre Dios y su pueblo; el cristianismo es la cje
Como muestra de forma pertinente R. Arnaldez'3, las tres comunidades un acontecimiento personal, Jesucristo. A pesar de tales divergencia
religiosas fundadoras apuntan a experiencias del mismo Dios en gran irreducibles entre las tres «confesiones», se mantiene presente su fu,^
medida diferentes. damento histórico común, que es la autorrevelación de Dios a Abrahán
Para Israel, Dios es primariamente el Todopoderoso que liberó a su al comienzo de la historia bíblica de la salvación.
pueblo de la esclavitud en Egipto y lo guió a través de la historia; por Más que en la doctrina de Dios y en los respectivos mensajes, es e^
una suerte de «retroyección» el mismo Dios aparece como el Creador el nivel de la fe vivida por los místicos donde se puede decir que rj e
de los seres humanos y del universo. El cristianismo interioriza la fe verdad convergen las tres religiones monoteístas. Los místicos de la s
monoteísta de Israel, al mismo tiempo que subraya su alcance univer- tres religiones, movidos por una sed insaciable, buscan la unión con el
sal. Pero mientras que para los judíos Dios es primariamente el mismo Dios, al mismo tiempo trascendente e inmanente, que es el
Salvador, para los musulmanes es antes que nada el Señor, el Creador autor de la vida que misericordiosamente se comunica a las criaturas
todopoderoso14. Así pues, Arnaldez muestra que, a pesar de la identi- indignas. Tanto en la tradición de la cabala como en la mística cristia-
dad del único Dios, el concepto de Dios difiere ampliamente en las tres na o en el sufismo musulmán, los místicos de las tres religiones mono-
religiones monoteístas. En el nivel doctrinal los tres monoteísmos son teístas dan testimonio de los mismos valores de comunión y manifies-
diferentes: tan una búsqueda semejante e incansable de unión con el Dios único al
que tiende toda la humanidad. En este nivel, los «tres mensajeros»
«Está claro que el Dios del islam, que abroga la ley de Moisés y rela- -Moisés, Jesús y Mahoma- se convierten en «portadores de un único
tiviza la alianza con Israel, no puede ser el Dios de los judíos.
Tampoco puede ser en modo alguno el Dios de los cristianos, porque mensaje», que llama a los seres humanos a buscar y a encontrar al
desvela el error que la fe en la Trinidad y en la encarnación -sin las único Dios en lo más profundo de su corazón16.
cuales no existe el cristianismo- constituye necesariamente para todo Resumamos: las tres religiones monoteístas apelan al Dios de
musulmán. En este nivel los tres monoteísmos se excluyen por nece- Abrahán, considerado como el único Dios; pero sus experiencias del
sidad entre sí. Pero el judío cree que Dios habló a través de la Biblia; mismo Dios difieren en gran medida entre sí y, como consecuencia,
el cristiano cree que Dios habla en los Evangelios por medio de la también difieren sus respectivas doctrinas sobre Dios. No obstante, si
Palabra hecha carne; el musulmán cree que Dios habla en el Corán, e en el nivel doctrinal hay una gran divergencia, cuando la fe se convierte
incluso que éste es su Palabra eterna»15. en una búsqueda de unión mística, se verifica una confluencia: en nin-
Para Israel, el éxodo es el acontecimiento paradigmático de la sal- guna de las tradiciones místicas monoteístas la unión «extática» con el
vación, realizado en el pasado por el Dios de la alianza en favor de su Absoluto personal connota la disolución del ego humano en el Uno,
pueblo; es reactualizado en la historia y celebrado en el memorial como sucede en algunas de las místicas asiáticas. Las religiones mono-
como promesa de salvación escatológica. Para el cristianismo, el acon- teístas sostienen la comunión interpersonal entre Dios y las personas
tecimiento Jesucristo es el eje sobre el que gira toda la historia de la humanas, no la identidad de lo humano con lo Divino.
salvación mientras se orienta hacia la segunda venida del Señor. Para La distinción entre religiones monoteístas o proféticas y religiones
el islam el acontecimiento salvífico prioritario es la «Palabra eterna» místicas -si bien se debe usar con cautela- tiene el mérito de apuntar
dicha por Dios y recogida por él en el Corán por medio de Mahoma; el a un origen histórico común y, por consiguiente, a una semejanza de
Corán es la última palabra de Dios al mundo, la revelación final de su familia, entre las primeras y, análogamente, entre las segundas, a algu-
misterio trascendente y de su misericordia entrañable. En rigor, sólo el nos rasgos comunes, en particular a un fuerte carácter «sapiencial» o
«gnóstico» que atestigua la existencia de vínculos mutuos. Las dife-
rencias entre los dos grupos son tan profundas que dan vida a cosmo-
13. R. ARNALDEZ, Trois messagers pour un seul Dieu, Albin Michel, París 1983.
14. Ibid., p. 64.
visiones (Weltanschauungen) diferentes. En la búsqueda de la reveía-
15. Ibil.p. 116.
lo. Véase ibid., p. 69.
174 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 175

monoteísmo del Corán y de la tradición islámica sitúa su origen en el islam puede ser llamado «religión del Libro»; Israel es la religión de
Dios de la fe de Israel, mientras sostiene que lo completa y lo purifica un vínculo de alianza entre Dios y su pueblo; el cristianismo es la de
de la corrupción que dicha fe sufrió por la doctrina trinitaria cristiana. un acontecimiento personal, Jesucristo. A pesar de tales divergencias
Como muestra de forma pertinente R. Araaldez13, las tres comunidades irreducibles entre las tres «confesiones», se mantiene presente su fun-
religiosas fundadoras apuntan a experiencias del mismo Dios en gran damento histórico común, que es la autorrevelación de Dios a Abrahán
medida diferentes. al comienzo de la historia bíblica de la salvación.
Para Israel, Dios es primariamente el Todopoderoso que liberó a su Más que en la doctrina de Dios y en los respectivos mensajes, es en
pueblo de la esclavitud en Egipto y lo guió a través de la historia; por el nivel de la fe vivida por los místicos donde se puede decir que de
una suerte de «retroyección» el mismo Dios aparece como el Creador verdad convergen las tres religiones monoteístas. Los místicos de las
de los seres humanos y del universo. El cristianismo interioriza la fe tres religiones, movidos por una sed insaciable, buscan la unión con el
monoteísta de Israel, al mismo tiempo que subraya su alcance univer- mismo Dios, al mismo tiempo trascendente e inmanente, que es el
sal. Pero mientras que para los judíos Dios es primariamente el autor de la vida que misericordiosamente se comunica a las criaturas
Salvador, para los musulmanes es antes que nada el Señor, el Creador indignas. Tanto en la tradición de la cabala como en la mística cristia-
todopoderoso14. Así pues, Arnaldez muestra que, a pesar de la identi- na o en el sufismo musulmán, los místicos de las tres religiones mono-
dad del único Dios, el concepto de Dios difiere ampliamente en las tres teístas dan testimonio de los mismos valores de comunión y manifies-
religiones monoteístas. En el nivel doctrinal los tres monoteísmos son tan una búsqueda semejante e incansable de unión con el Dios único al
diferentes: que tiende toda la humanidad. En este nivel, los «tres mensajeros»
-Moisés, Jesús y Mahoma- se convierten en «portadores de un único
«Está claro que el Dios del islam, que abroga la ley de Moisés y rela-
tiviza la alianza con Israel, no puede ser el Dios de los judíos. mensaje», que llama a los seres humanos a buscar y a encontrar al
Tampoco puede ser en modo alguno el Dios de los cristianos, porque único Dios en lo más profundo de su corazón16.
desvela el error que la fe en la Trinidad y en la encarnación -sin las Resumamos: las tres religiones monoteístas apelan al Dios de
cuales no existe el cristianismo- constituye necesariamente para todo Abrahán, considerado como el único Dios; pero sus experiencias del
musulmán. En este nivel los tres monoteísmos se excluyen por nece- mismo Dios difieren en gran medida entre sí y, como consecuencia,
sidad entre sí. Pero el judío cree que Dios habló a través de la Biblia; también difieren sus respectivas doctrinas sobre Dios. No obstante, si
el cristiano cree que Dios habla en los Evangelios por medio de la en el nivel doctrinal hay una gran divergencia, cuando la fe se convierte
Palabra hecha carne; el musulmán cree que Dios habla en el Corán, e en una búsqueda de unión mística, se verifica una confluencia: en nin-
incluso que éste es su Palabra eterna»15. guna de las tradiciones místicas monoteístas la unión «extática» con el
Para Israel, el éxodo es el acontecimiento paradigmático de la sal- Absoluto personal connota la disolución del ego humano en el Uno,
vación, realizado en el pasado por el Dios de la alianza en favor de su como sucede en algunas de las místicas asiáticas. Las religiones mono-
pueblo; es reactualizado en la historia y celebrado en el memorial teístas sostienen la comunión interpersonal entre Dios y las personas
como promesa de salvación escatológica. Para el cristianismo, el acon- humanas, no la identidad de lo humano con lo Divino.
tecimiento Jesucristo es el eje sobre el que gira toda la historia de la La distinción entre religiones monoteístas o proféticas y religiones
salvación mientras se orienta hacia la segunda venida del Señor. Para místicas -si bien se debe usar con cautela- tiene el mérito de apuntar
el islam el acontecimiento salvífico prioritario es la «Palabra eterna» a un origen histórico común y, por consiguiente, a una semejanza de
dicha por Dios y recogida por él en el Corán por medio de Mahoma; el familia, entre las primeras y, análogamente, entre las segundas, a algu-
Corán es la última palabra de Dios al mundo, la revelación final de su nos rasgos comunes, en particular a un fuerte carácter «sapiencial» o
misterio trascendente y de su misericordia entrañable. En rigor, sólo el «gnóstico» que atestigua la existencia de vínculos mutuos. Las dife-
rencias entre los dos grupos son tan profundas que dan vida a cosmo-
visiones (Weltanschauungen) diferentes. En la búsqueda de la reveía-
13. R. ARNALDEZ, Trois messagers pour un seul Dieu, Albín Michel, París 1983.
14. JM., p. 64.
15. Ib\d., p. 116. lo. Véase ibid., p. 69.
176 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 177

ción divina dentro de las tradiciones religiosas que se encuentran fuera cado anteriormente- la concibe como un despertarse a la propia iden-
de la judeo-cristiana, es necesario tener en cuenta tales diferencias. tidad con el Brahmán. Por lo que respecta al budismo, si bien implica
Además, una aproximación existencial a la teología impone al intér- en realidad, a pesar de su actitud agnóstica y de su aspecto no teísta,
prete cristiano que supere el nivel de las ideas imperfectas de Dios un Absoluto (impersonal), tampoco en este caso se profesa ninguna
transmitidas por aquellas religiones que, por estar fuera de la tradición relación personal con Dios. Los budistas hablan de contemplación y de
judeo-cristiana, viven en la economía de la «alianza cósmica», para lle- meditación, no de oración. Por el contrario, en el cristianismo y en las
gar, en la medida de lo posible, a la experiencia viva de lo Divino sub- otras religiones monoteístas y proféticas, la experiencia religiosa adop-
yacente en aquellos conceptos e ideas. ta la forma de un diálogo interpersonal entre Dios -que toma la inicia-
Debemos reconocer ciertamente que muchas personas que han tiva- y el ser humano -que responde a tal iniciativa divina-. Por eso,
vivido en la economía de la alianza cósmica han encontrado al verda- mientras las religiones «místicas» asiáticas cultivan la instasis (la bús-
dero Dios en una experiencia religiosa auténtica. La oración, por ejem- queda de un Absoluto desconocido «en la cueva del corazón»), las reli-
plo, implica por naturaleza una relación personal entre un «yo» y un giones proféticas están dominadas por el éxtasis o encuentro con el
«Tú» infinito. No se ora a un Dios impersonal17. La oración auténtica Dios «totalmente otro», distinto del sí mismo; las primeras subrayan el
es siempre un signo del hecho de que Dios, de un modo secreto y discurso negativo («extinción» - nirvana, «vacuidad» - sünyatá) y las
escondido, ha tomado la iniciativa de acercarse personalmente a los segundas el positivo.
seres humanos autorrevelándose a ellos y siendo acogido por ellos en A pesar de los límites que marcan la enunciación de las experien-
la fe. Los que se confían a Dios en la fe y en la caridad son salvados, cias, en toda experiencia religiosa auténtica es ciertamente el Dios
por imperfecta que pueda ser la concepción que tengan del Dios que se revelado en Jesucristo el que entra de una forma escondida y secreta en
ha revelado a ellos. Después de todo, la salvación depende de la res- la vida de las personas. Si el concepto de Dios queda incompleto, el
puesta dada por seres humanos indignos, en la fe, a una comunicación encuentro interpersonal entre Dios y el ser humano es auténtico, por-
personal iniciada por Dios. que es Dios quien toma la iniciativa, y espera la respuesta de fe por
Pero entre la experiencia religiosa y su formulación hay una dife- parte del ser humano. Teológicamente, debemos sostener que donde-
rencia. Esto vale para la experiencia cristiana; afortiori, valdrá para las quiera y cuando quiera que los seres humanos se vuelven hacia un
demás. No tenemos nunca acceso a la experiencia religiosa de otros en Absoluto que se dirige y se entrega a ellos, entra por ello mismo en
toda su pureza, desnudada del revestimiento que la recubre por el juego, como respuesta a una revelación divina personal, una actitud de
hecho de ser enunciada en un discurso humano. El lenguaje -es cier- fe sobrenatural. Aquel hacia quien se dirige, además de aquel que ori-
to- nos da acceso a tal experiencia y nos la comunica; pero lo hace de ginariamente suscita tal actitud de fe, es el Dios de Jesucristo que se
forma inadecuada. En efecto, al transmitirla, la traiciona, porque la autocomunica a ellos.
experiencia religiosa está por naturaleza más allá de toda expresión. Si A pesar de todas las diferencias, una teología cristiana de la expe-
queremos llegar a la experiencia religiosa de otras personas y descubrir riencia religiosa tiene que interpretar esta última como una realidad
los elementos de verdad y de gracia que en ella se encuentran ocultos, que en todas las circunstancias implica la autorrevelación y el don de
estaremos obligados a ir más allá de los conceptos que la enuncian. En sí del único Dios que se manifestó plenamente en Jesucristo. La razón
la medida de lo posible, tendremos que captar el núcleo de la expe- teológica de esta afirmación es tan simple como convincente. Se fun-
riencia por medio de los conceptos imperfectos a través de los cuales damenta en el shema' de Israel, tal como se encuentra en Dt 6,4:
se expresa. «Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno» (véase Me
Como sabemos, en las tradiciones religiosas orientales la experien- 12,29). Dios es uno solo, y no hay otros. Aquel que realiza obras sal-
cia religiosa no siempre se ha expresado en los términos de una rela- víficas en la historia humana y que habla a los seres humanos en el
ción personal con Dios. La mística advaita hindú -ya lo hemos indi- secreto de sus corazones es el mismo Dios. El mismo Dios es al mismo
tiempo el «Totalmente otro» y el «Yo en el centro del yo»; el «fuera»
17. Véase H. LIMET y J. RÍES (eds.), L'expérience de la priére dans les grandes reli- trascendente y el «dentro» inmanente; el Padre de nuestro Señor
gions, Centre d'Histoire des Religions, Louvain-la-Ñeuve 1980. Jesucristo es el «fundamento del ser de todo lo que es». Y si en
178 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 179

Jesucristo Dios se ha convertido verdaderamente en nuestro Padre, ese Dios: cada vez que Dios ha hablado en la historia humana, lo ha hecho
Dios sigue siendo Aquel «que Es», mientras que nosotros somos los a través de su Palabra, en su Espíritu.
que no son. En el éxtasis se contempla al mismo Dios cuya conciencia Que el discurso de Dios tiene lugar siempre a través de su Palabra
puede brotar en el «instasis»; el mismo Dios es afirmado a través del está claramente sugerido por la referencia del prólogo joánico a la
catafatismo teológico e inferido en el apofatismo místico. Palabra de Dios como «la luz verdadera que ilumina a todo hombre,
Esta polaridad de aproximaciones diferentes -y en tensión entre sí- viviendo a este mundo» (Jn 1,9). El concilio Vaticano n cita este pasa-
a la realidad de Dios no es nueva para la tradición cristiana. A Dios se je cuando habla de los elementos de verdad presentes en las doctrinas
ha llegado desde ambos extremos, como el «Padre en los cielos» y de las otras tradiciones religiosas que «no pocas veces reflejan un des-
como «más interior que lo más íntimo mío» [«interior intimo meo»] tello de aquella Verdad [illius Veritatis] que ilumina a todos los hom-
(AGUSTÍN, Confessiones 3,6,11). Ha sido conocido como el Incognos- bres» (Nostra aetate 2). Parece que esta misma referencia se halla
cible: «Si le comprendes, no es Dios» [«Si enim comprehendis, non est implícita en la alusión reiterada del Concilio a las «semillas de la
Deus»] (AGUSTÍN, Sermo 117, 3, 5); «No podemos conocer el ser de Palabra» presentes en tales tradiciones {Ad gentes 11, 15). Es cierto
Dios, tampoco su esencia» [«Non possumus scire esse Dei, sicut nec que el Concilio no explica el sentido preciso en el que utiliza esta
eius essentiam»] (TOMÁS DE AQUINO, Summa theologiae I, q.3, a.4, ad expresión. Las «semillas de la Palabra», ¿indican tal vez una expecta-
2 um ). La tradición «apofática» debería permitir a los intérpretes recon- tiva humana de una palabra pronunciada por Dios o bien la Palabra de
ciliar las dos revelaciones, la cósmica y la histórica, ejemplificadas res- Dios es entendida como realmente presente y activa en los elementos
pectivamente por la tradición religiosa «mística» y por la «profética», de verdad contenidos en las tradiciones religiosas? Una cosa es clara:
como realidades que brotan, en definitiva, de la misma fuente. el Concilio toma prestada esta expresión de los primeros Padres de la
«Debemos intentar» -sugiere B. Griffiths- «ver los valores presentes Iglesia, y concretamente de san Justino, cuya teología del Lógos sper-
en cada una de estas revelaciones, discernir sus diferencias y descubrir matikós (la Palabra que siembra sus semillas) pretendía claramente
su armonía, yendo más allá de las diferencias hasta una experiencia de hacer referencia a participaciones diferentes, por parte de los seres
"no dualidad", de superación de toda dualidad». Y añade: humanos, en el Lógos divino afirmado por el prólogo joánico. Más
«Estas dos modalidades de experiencia, la cósmica y psicológica, por adelante abordaremos de nuevo este tema.
una parte, y la personal e histórica, por otra, no son opuestas sino Esto muestra que, antes de que la automanifestación de Dios cul-
complementarias. Hay sólo una Realidad, sólo una Verdad, tanto si es minara en la encarnación de su Palabra (Jn 1,14), Dios había «habla-
conocida a través de la experiencia del cosmos y del alma humana, do» ya a la humanidad en la Palabra-que-se-debía-encarnar. A la pre-
como si es conocida a través del encuentro con un acontecimiento gunta: «¿Podría un cristiano afirmar que el mismo Señor divino al que
histórico»18. los cristianos adoran en Jesús es adorado, bajo otros símbolos, por los
devotos del Señor Krishna o del Señor Buda?», responde A. Dulles con
Esta única Verdad es el Dios que se había revelado «muchas veces característica prudencia:
y de muchas maneras» (Hb 1,1) en la historia humana, antes de que su
«No es necesario negar que el Lógos eterno puede manifestarse a
autorrevelación al mundo culminase en Jesucristo. otros pueblos por medio de otros símbolos religiosos [...]. En conti-
nuidad con una larga tradición cristiana de teología del Lógos que se
* * * remonta hasta Justino Mártir [...] se puede sostener que la persona
divina que aparece en Jesús no se agota con esa aparición histórica.
En el capítulo anterior se ha ilustrado la estructura trinitaria de las Los símbolos y los mitos de otras religiones pueden apuntar a aquel
obras de Dios en la historia de la salvación; es necesario afirmar que la que los cristianos reconocen como Cristo»19.
misma estructura trinitaria conforma también la autorrevelación de

18. B. GRIFFITHS, The Marriage of East and West, Collins, London 1982, pp. 177-
180; véase también ID., Return to the Centre, Collins, London 1976. 19. DULLES, Models of Revelation, op. cit., p. 190.
180 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 181

A pesar del significado universal de la encamación, hay que dejar están situados en la historia de la salvación o el período particular de
espacio para una acción anticipada de la Palabra de Dios dentro de la esta historia a la que pertenecen. Del mismo modo, tanto en los diver-
historia, así como para su influencia permanente bajo otros símbolos. sos periodos de la historia de la salvación como en la historia personal
Las declaraciones doctrinales postconciliares han reconocido de la salvación de cada ser humano, actúa, revelando y manifestando a
abierta y crecientemente la actividad del Espíritu Santo no sólo en la Dios, el mismo Espíritu. Tal mediación del Espíritu Santo en la auto-
vida de las personas pertenecientes a las tradiciones religiosas del rrevelación de Dios obra también en las escrituras sagradas de las
mundo, sino también en esas mismas tradiciones. La presencia activa demás tradiciones religiosas.
del Espíritu Santo es universal. Anticipa el acontecimiento de
Jesucristo y, después de este acontecimiento, se extiende más allá de
los confines de la Iglesia. El Espíritu se difunde en todo el mundo, vivi- II. Palabras y Palabra de Dios
ficando todas las cosas. La revelación cósmica es asumida ella misma
en esta transformación. 1. Palabras de Dios y libros sagrados
Entonces, ¿es cierto que la actividad del Espíritu alcanza a los
miembros de otras tradiciones religiosas precisamente por medio de ¿Es posible que los teólogos reconozcan en las «escrituras sagradas»
sus tradiciones? Si la respuesta es afirmativa, ¿qué papel específico po- de las otras religiones una «palabra de Dios»? Y si la respuesta es afir-
drían desempeñar los libros sagrados con respecto a esta actividad? mativa, ¿hasta qué punto y de qué modo20? Aquí debemos distinguir
¿Las escrituras no bíblicas, ¿actúan como mediadoras de la actividad entre revelación divina, profetísmo y escrituras sagradas, aunque las
del Espíritu en la vida religiosa de los otros fieles? ¿Cómo alimentan y realidades designadas por estas expresiones están ligadas entre sí por
sostienen estos escritos su experiencia religiosa? ¿Cómo invitan a los múltiples relaciones. La automanifestación personal de Dios en la his-
miembros de esas religiones a la obediencia de la fe que salva? ¿Es toria de las naciones tiene tal forma que la teología puede hablar de una
posible que la teología recoja en las escrituras sagradas de otras tradi- revelación divina propiamente dicha, aunque esté ordenada a la reve-
ciones religiosas la cosecha de una auténtica revelación divina, una lación judía y cristiana. Toda automanifestación divina implica una
palabra genuinamente dirigida por Dios a los seres humanos? revelación divina. Baste con recordar, a este fin, a los «santos paganos»
Para responder a estas y otras preguntas semejantes, debemos con- del Antiguo Testamento21 y las alianzas divinas con la humanidad y las
tinuar teniendo presente la estructura trinitaria de toda automanifesta- naciones.
ción divina en la historia, estructura en virtud de la cual el Espíritu Al mismo tiempo, en la actualidad se admite cada vez más amplia-
Santo es el «punto de entrada» necesario de la verdad y la vida divinas mente que el carisma profético tuvo antecedentes fuera de Israel22,
en el espíritu humano. Todo encuentro personal de Dios con el ser tanto antes como después de Cristo. Es cierto que el mismo carisma
humano y del ser humano con Dios tiene lugar en el Espíritu Santo. profético debe ser entendido correctamente. Consiste primariamente,
Dios se hace Dios-para-el-ser-humano en el Espíritu, y es en el Espíritu no en una predicción del futuro, sino en una interpretación, para un
donde podemos responder a las iniciativas divinas. Todo «estar juntos» determinado pueblo, de la historia sagrada vivida por él: una interpre-
de Dios y el ser humano es hecho posible en el Espíritu, o sea -y éste tación de las intervenciones divinas en la historia de sus miembros y
es el centro de la cuestión-, toda experiencia religiosa se hace verda- de la voluntad divina para ellos. En efecto, la fuente del carisma pro-
deramente personal en el Espíritu. En el orden de las relaciones entre fético es una «experiencia mística». En el caso de los profetas de Israel
Dios y los hombres, el Espíritu, en definitiva, es Dios que se hace per- se ha descrito como sigue: «[El profeta] tiene la convicción inque-
sonalmente presente al ser humano -Dios percibido por el ser humano brantable de que ha recibido una palabra de Yahvé y debe comunicar-
en l a profundidad de su corazón humano.
Yaque ésta es una verdad axiomática de la teología trinitaria, debe- 20. Véase D.S. AMALORPAVADASS (ed.), Research Seminar on Non-biblical
mos afirmar que toda experiencia auténtica de Dios es en el Espíritu. Scriptures, NBCLC, Bangalore 1975.
21. J. DANIÉLOU, Les saints «pa'iens» de VAnclen Testament, Seuil, París 1956.
Así, en toda experiencia auténtica de Dios, el Espíritu Santo está pre- 22. Véase A. NEHER, La esencia del profetísmo, Sigúeme, Salamanca 1975 (orig.
sente y activo, cualquiera que sea la forma en que los seres humanos francés, 1972).
182 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 183

la. Esta convicción se funda en la experiencia misteriosa, digamos mís- divino especial, de tal forma que se puede decir que Dios mismo es su
tica, de un contacto inmediato con Yahvé. [...] Como en el caso de los autor. Esto no significa que los autores humanos de los libros sagrados,
místicos, debemos afirmar que esta intervención de Dios en el alma del o los compiladores que recogieron las tradiciones orales o escritas en
profeta coloca a éste en un estado psicológico "supranormal"»23. Pero ellos contenidas, estén despojados del pleno ejercicio de sus facultades
el carisma profético no es privilegio exclusivo de Israel. El mismo humanas y dejen de ser los autores de sus trabajos, sino más bien que
Antiguo Testamento reconoció como profecía auténtica, que tiene su el estatus de autor tiene que ser atribuido tanto a Dios como al ser
origen en Dios, cuatro importantes oráculos, pronunciados por Balaán, humano, si bien en niveles diferentes. La sagrada escritura es «palabra
un no judío (Nm 22,1-24,25): «Le invadió el Espíritu de Dios. Entonó de Dios en palabras de seres humanos». Puesto que Dios es su autor,
su trova y dijo...» (Nm 24,2-3). Por lo que respecta a la antigüedad no puede ser reducida a un discurso humano sobre Dios, sino que más
cristiana, a veces consideró que los oráculos sibilinos de la Grecia anti- bien es una palabra dirigida por Dios a los seres humanos. Ahora bien,
gua eran proféticos. ya que el autor es también un ser humano, esta palabra dirigida por
El caso del profeta Mahoma es instructivo en este contexto. Dios a los seres humanos es una palabra auténticamente humana
Basándose en la descripción del carisma profético que acabamos de -la única palabra, a fin de cuentas, que los seres humanos podrían
citar, R.C. Zaehner ha observado que Mahoma (como Zoroastro) es un comprender.
profeta genuino. Comparando el Antiguo Testamento con el Corán, Para dilucidar el misterio, que se realiza de manera única en la
observa: «Es imposible leer los dos libros juntos sin llegar a la conclu- sagrada escritura, de cómo Dios y el ser humano pueden ser coautores
sión de que es el mismo Dios el que habla en ambos: los acentos pro- de una misma palabra, la teología cristiana recurre al concepto de ins-
féticos son inconfundibles»14. En realidad, reconocer que Mahoma es piración. Tradicionalmente, por inspiración divina se entiende que
un profeta genuino ya no es insólito en la teología cristiana. Nótese que Dios, aun respetando la actividad del autor humano, la guía y la asume
los teólogos que lo admiten son conscientes de que el Corán no puede de tal manera que lo que se escribe es palabra de Dios. No obstante, es
ser considerado en su totalidad como palabra auténtica de Dios. En él indudable que un límite de la teología tradicional de la Sagrada
no faltan los errores. Pero esto no impide que la verdad divina que con- Escritura consiste en que muchas veces guarda silencio sobre el papel
tiene sea una palabra de Dios pronunciada por medio del profeta. Vista peculiar desempeñado en tal proceso por el Espíritu Santo. Que dicha
en el contexto histórico-ambiental de un politeísmo ampliamente teología emplee constantemente el término «inspiración» no cambia
difundido y predominante, la afirmación decisiva de Mahoma de un nada. Parece que el origen y el significado más profundo de la palabra
monoteísmo sin compromisos puede aparecer como fruto de una expe- han caído, en la mayoría de los casos, en el olvido o suscitan, de cual-
riencia religiosa que cabe llamar «profética». Aun cuando el Corán no quier modo, poca atención. La teología de las escrituras sagradas debe
está exento de errores graves en relación con la revelación divina, no volver a poner de relieve una vez más la influencia personal del
obstante puede contener alguna palabra de Dios. No se debe afirmar Espíritu en su inspiración. Sólo así poseeremos una teología de la
que tal revelación sea perfecta, ni tampoco «completa», pero no por sagrada escritura que hará posible una actitud más abierta hacia las
ello está privada de todo valor. escrituras de otras tradiciones religiosas.
El verdadero problema no es, en realidad, el de la revelación, ni Karl Rahner ha hecho hincapié en el carácter comunitario de la
tampoco el del profetismo, sino el de las escrituras sagradas como sagradas escrituras. «La Biblia es el libro de la Iglesia»: contiene la
continentes de palabras pronunciadas por Dios para los seres humanos palabra de Dios dirigida a la comunión eclesial25. Dicho de otro modo:
en el curso de la historia de la salvación. Desde el punto de vista cris- en los libros que la componen, especialmente en los del Nuevo
tiánelas escrituras sagradas contienen memorias e interpretaciones de Testamento, la Iglesia ha reconocido la expresión auténtica de su pro-
la rebelación divina que fueron puestas por escrito bajo un impulso pia fe y de la palabra de Dios en la que está fundada esa fe. Así, la

23. «Introducción a los Profetas», en Biblia de Jerusalén. Revisada y aumentada, 25. K. RAHNER, Inspiración de la Sagrada Escritura, Herder, Barcelona 1970 (orig.
Desclée De Brouwer, Bilbao 1998, p. 1074. alemán, 1958); véase también K. RAHNER y J. RATZINGER, Revelación y tradición,
24. R.C. ZAEHNER, Concordara Discord, Clarendon Press, Oxford 1970, pp. 23-29. Herder, Barcelona 1971 (orig. alemán, 1965).
184 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 185

sagrada escritura es un elemento constitutivo del misterio de la Iglesia, carácter social. Tales escrituras representan el legado sagrado de una
la comunidad reunida y llamada a la existencia por la palabra de Dios. tradición-en-devenir, no sin la intervención de la providencia divina.
Pero esto no requiere que el autor sagrado sea consciente de que es el Contienen, en las palabras de los videntes, palabras de Dios a los seres
Espíritu quien lo mueve a escribir. Como sabemos, el carisma de la ins- humanos, ya que transmiten palabras pronunciadas secretamente por el
piración bíblica se extiende mucho más allá del grupo de autores a los Espíritu en corazones que son humanos; pero son palabras destinadas
que son atribuidos los diversos libros -quizá por error-. Estos autores por la divina providencia a conducir a otros seres humanos a la expe-
realizaron con frecuencia la función de redactores, o compiladores, de riencia del mismo Espíritu. Afirmar menos que esto sería minusvalorar
tradiciones orales o escritas que habían recibido de otros. el realismo de la automanifestación de Dios a las naciones.
Así las cosas, la cuestión es si la teología cristiana puede recono- Lo que aquí se sugiere no equivale a decir que todo el contenido de
cer en otras escrituras sagradas una palabra de Dios inspirada por el las escrituras sagradas de las naciones sea palabra de Dios en las pala-
Espíritu Santo y dirigida por Dios a otras comunidades religiosas; y, en bras de seres humanos. En la compilación de los libros sagrados de
caso afirmativo, de qué modo esta palabra es palabra de Dios. Dicho otras tradiciones, se pueden haber introducido muchos elementos que
de otro modo: los escritos que las otras tradiciones religiosas recono- representan sólo palabras humanas sobre Dios. Y menos aún estamos
cen como escrituras sagradas, y en los cuales la teología cristiana está sugiriendo que las palabras de Dios contenidas en las escrituras de las
hoy acostumbrada a ver las «semillas de la Palabra», ¿son sagradas naciones representen la palabra decisiva de Dios a la humanidad, como
escrituras en el sentido teológico de la expresión? ¿Podemos recono- si Dios no tuviese ya nada que decir que no hubiese sido dicho previa-
cer en ellos una palabra de Dios para los seres humanos, «inspirada» mente a través de la mediación de los profetas de las naciones.
por el Espíritu Santo, o debemos ver en ellos sólo una palabra humana Nuestra propuesta se puede resumir como sigue: la experiencia
sobre Dios, o una palabra humana dirigida a Dios a la espera de una personal del Espíritu que tuvieron los videntes, dado que, por la provi-
respuesta divina? En caso de que se trate efectivamente de una palabra dencia divina, constituye una apertura personal de Dios a las naciones,
de Dios, tenemos que preguntarnos además cuál es la conexión entre y dado que ha sido consignada de forma auténtica en sus escrituras
esta palabra dicha por Dios para los seres humanos, tal como está con- sagradas, es una palabra personal dirigida por Dios a ellos a través de
tenida en las escrituras sagradas de las diversas tradiciones religiosas, los intermediarios elegidos por él. Esta palabra puede ser llamada, en
y la palabra decisiva dirigida por Dios a los seres humanos en un sentido real, «una palabra inspirada por Dios», con la condición
Jesucristo, cuyo testimonio oficial es el Nuevo Testamento. Para res- -como veremos más adelante- de que no se haga una interpretación
ponder a estas preguntas apelaremos a la noción de una revelación demasiado estrecha de los conceptos y tengamos suficientemente en
progresiva y diferenciada y a un concepto analógico de inspiración cuenta la influencia cósmica del Espíritu Santo.
escriturística.
Mientras tanto, debemos sostener que la experiencia religiosa de
los sabios y los «videntes» (rsi) de las naciones está guiada y dirigida 2. La «plenitud» de la revelación en Jesucristo
por el Espíritu. Su experiencia de Dios es una experiencia en el
La Carta a los Hebreos declara (Hb 1,1) que la palabra pronunciada
Espíritu de Dios. A decir verdad, debemos reconocer al mismo tiempo
por Dios en Jesucristo -en el Hijo- es la palabra decisiva de Dios al
que esta experiencia no es prerrogativa destinada exclusivamente a los
mundo. Y el concilio Vaticano n comenta que Jesucristo «lleva a ple-
videntes. Dios, el único a quien pertenece la iniciativa de todo encuen-
nitud» [complendo perficit] la revelación (Dei Verbum 4). De hecho,
tro entre Dios y los hombres, quiso, en su providencia, hablar a las mis- añade que Jesucristo «es al mismo tiempo mediador y plenitud de toda
mas naciones por medio de la experiencia religiosa de sus profetas. Al la revelación» [mediator simul et plenitudo totius revelationis] (Dei
dirigirse a los profetas personalmente en lo más íntimo de su corazón, Verbum 2). Pero, ¿en qué sentido, y de qué modo, es Jesucristo la «ple-
Dios quiso manifestarse y revelarse a las naciones en su Espíritu. De nitud» de la revelación? ¿Dónde está exactamente esa plenitud? Para
esta forma entró secretamente en la historia de los pueblos, guiándolos evitar toda confusión, nótese que la plenitud de la revelación no es,
hacia la realización del proyecto divino. Se puede, pues, afirmar que propiamente, la palabra escrita del Nuevo Testamento. Éste constituye
Dios quiso que las escrituras sagradas de las naciones tuvieran un
186 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» I87

el testimonio y la interpretación oficial, el memorial auténtico, de La unidad de Jesús con el Padre confiere a su conciencia humana
dicha revelación. Esta memoria auténtica -que es parte de la tradición un carácter específico y único: Jesús se dirige al Padre con una fami-
«constitutiva»- debe ser distinguida del acontecimiento Jesucristo, del liaridad nunca antes concebida o atestiguada. Lo que Jesús revelaba del
que dan testimonio los testigos acreditados. Son la persona misma de misterio de Dios no se podía explicar apelando a un conocimiento
Jesucristo, sus obras y sus palabras, su vida, su muerte y su resurrec- extraordinario de las escrituras. No era algo aprendido. Era algo que
ción -en una palabra, la totalidad del acontecimiento mismo de brotaba de la experiencia viva de una intimidad única. Si, como atesti-
Jesucristo- las que constituyen la plenitud de la revelación. En él, Dios gua el evangelio, nadie había hablado nunca como Jesús (véase Jn
ha dicho al mundo su palabra decisiva. 7,46), la razón era que ninguna otra experiencia humana de Dios era
Esta es la comprensión de la constitución conciliar Dei Verbum, comparable con la suya. El Evangelio de Juan nos ofrece algunos atis-
cuando distingue la plenitud de la revelación en el acontecimiento bos de esta unidad entre el Padre y el Hijo: «Yo y el Padre somos uno»
Jesucristo (n. 4) de su «transmisión» en el Nuevo Testamento, que per- (Jn 10,30). Esta unidad implica una inmanencia recíproca (10,38;
tenece a la tradición apostólica (n. 7). Naturalmente, el memorial 14,11; 17,21), un conocimiento mutuo (10,15), un amor mutuo (5,20;
auténtico transmitido por el Nuevo Testamento es normativo (norma 15,10), una acción común -lo que Jesús realiza, lo realiza el Padre en
normans) para la fe de la Iglesia de todos los tiempos. Pero esto no sig- él (5,17).
nifica que constituya la plenitud de la palabra de Dios a los seres La vida y la condición humana de Jesús son, por consiguiente, una
humanos. El mismo Nuevo Testamento da testimonio de que este expresión humana del misterio del Hijo de Dios en relación con su
memorial transmite el acontecimiento Jesucristo sólo de forma incom- Padre. De este modo sus palabras humanas son la expresión humana de
pleta (véase Jn 21,25). la Palabra de Dios. A diferencia de los profetas, Jesús no dirige a los
Jesucristo, pues, es personalmente la plenitud de la revelación. seres humanos sólo palabras recibidas de Dios, sino que él mismo es
Nótese, además, que esta plenitud no debe entenderse en sentido cuan- la Palabra de Dios hecha carne. La razón por la que la autorrevelación
titativo -como si, después de Cristo, se supiese ya todo lo que perte- de Dios en Jesús es decisiva, no ha sido superada y es insuperable, es
nece al misterio divino y no hubiese ya nada que aprender-, sino cua- que Jesús experimenta, en su conciencia humana, el misterio de la vida
litativo. Debido a su identidad personal como Hijo de Dios, Jesucristo divina de la que participa personalmente. Esta transposición del
es, en sentido propio, el vértice y la cima de la palabra revelada. Para Misterio divino a la conciencia humana permite su expresión en el len-
comprenderlo, debemos partir de la conciencia humana que Jesús tenía guaje humano. En Jesús, pues, la revelación de este misterio tiene un
de ser el Hijo de Dios. Jesús vivía su relación personal con el Padre en carácter cualitativamente diferente y único, ya que, tal como lo entien-
su conciencia humana. Su conciencia humana de ser el Hijo implicaba de el testimonio bíblico, Jesús mismo es el Hijo de Dios, que se expre-
un conocimiento inmediato de su Padre, a quien llamaba Abbá. Así, su sa a sí mismo y clarifica su origen divino en términos humanos. Esta
revelación de Dios tenía como punto de partida una experiencia huma- revelación es central y normativa para la fe cristiana, en el sentido de
na única e insuperable. Esta experiencia era, en efecto, en la clave de que nadie es capaz de comunicar el misterio de Dios a los seres huma-
la conciencia y la cognición humanas, la transposición de la vida nos con una profundidad igual a aquella con que lo hizo el Hijo mismo
misma de Dios y de las relaciones trinitarias entre las personas. Así, hecho hombre. Jesús pronuncia la palabra porque él es la Palabra.
según el cuarto Evangelio, Jesús oraba al Padre en el que tenía su ori- Sin embargo, esta revelación no es «absoluta»; sigue siendo nece-
gen, mientras que prometía enviar el Espíritu que venía del Padre por sariamente limitada. La conciencia humana de Jesús, aun siendo la del
medio de él (Jn 14,16-17.26; 16,7). Hijo, es de cualquier modo una conciencia humana y, por tanto, limi-
Si la revelación divina alcanza su plenitud cualitativa en Jesús, es tada. No podría ser de otra manera, habida cuenta del misterio de la
porque ninguna revelación del misterio de Dios puede igualar la pro- encarnación. Ninguna conciencia humana, ni siquiera la del Hijo-de-
fundidad de lo que sucedió cuando el Hijo encarnado de Dios vivió en Dios-hecho-ser-humano, puede «comprender», es decir, contener y
clave humana, en una conciencia humana, su propia identidad de Hijo agotar, el misterio divino en su totalidad. Ninguna expresión del mis-
de Dios. Esto es lo que sucedió en Jesucristo, y esto es lo que está en terio en palabras humanas, ni siquiera las que brotan de la experiencia
el origen de la revelación divina que él nos entrega. única del Hijo en su humanidad, puede agotar la totalidad del misterio:
188 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 189

esto sólo puede hacerlo la conciencia intra-divina, compartida por las trascendente en que se realiza en Dios la generación? Hay que recono-
tres personas en el misterio de la Trinidad. La conciencia humana de cer igualmente que el Espíritu que «procede» del Padre por medio del
Jesús, por el contrario, aun siendo la conciencia personal de la Palabra, Hijo sigue siendo para nosotros el « desconocido más allá del Hijo»
es y sigue siendo auténtica y específicamente humana, sin que se pueda (H.U. von Balthasar). El Espíritu, aun siendo claramente «persona»
suponer, a través de un concepto erróneo de la communicatio idioma- según el testimonio neotestamentario progresivo, no tiene ni siquiera
tum, una comunicación directa del conocimiento divino al humano. Así un nombre personal propio: «espíritu» son también el Padre y el Hijo.
pues, es una falacia sostener que, comoquiera que la persona que habla Todo esto muestra que la «plenitud» de la revelación en Jesucristo
es la persona divina, sus palabras humanas contienen la totalidad del debe ser entendida correctamente y no sin las debidas precisiones. Es
misterio divino, a pesar de las limitaciones innatas de su naturaleza una plenitud cualitativa, no cuantitativa; de intensidad singular, pero
humana. En efecto, las palabras humanas, aunque fueran -hipotética- que no «agota» el misterio. Y, aunque no ha sido superada y es insu-
mente- pronunciadas directamente por Dios mismo, no podrían agotar perable, sigue siendo limitada. Sigue estando también incompleta y lo
la realidad del misterio divino. estará hasta la consumación de la revelación en el éschaton. En efecto,
Por otro lado, fue precisamente esta experiencia humana que Jesús la Dei Verbum enseña que «la Iglesia camina a través de los siglos
tenía de ser el Hijo, en relación con el Padre, lo que le permitió tradu- hacia la plenitud de la verdad, hasta que se cumplan en ella plenamen-
cir en palabras humanas, revelándonoslo, el misterio de Dios. En efec- te las palabras de Dios» (Dei Verbum 8), es decir, en el éschaton. El
to, el misterio del Dios tripersonal podía ser revelado a los seres huma- papa Juan Pablo n concuerda con ello en la encíclica Fides et ratio
nos sólo por el Hijo encarnado que, viviendo en su ser humano la pro- (1998), en la que afirma que «toda verdad alcanzada [por la Iglesia a
pia identidad de Hijo, podía expresar tal misterio en palabras humanas partir de la revelación] es sólo una etapa hacia aquella verdad total que
a sus hermanos y a sus hermanas. El misterio del Dios tripersonal se se manifestará en la revelación última de Dios» (n. 2)26. Y cita a san
hizo evidente a la conciencia de los discípulos de Jesús cuando, en Pablo, donde éste escribe: «Ahora vemos en un espejo, en enigma.
Pentecostés, el Señor resucitado, derramó sobre ellos, como había pro- Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero
metido (véase Jn 16,7), el Espíritu Santo del Padre (Hch 2,33). Por entonces conoceré como soy conocido». Queda siempre la «reserva
consiguiente, la transposición del misterio en lenguaje humano impo- escatológica». Por una parte, pues, la revelación ha sido ya completa-
ne a la revelación de Dios en Jesucristo otro límite específico, debido da en Jesucristo; pero por otra sigue incompleta hasta su plena mani-
a la lengua particular en la que el propio Jesús se expresó: el arameo festación en el éschaton. El lenguaje de la revelación del Nuevo
hablado de su tiempo. Toda lengua humana tiene sus riquezas y sus Testamento tiene, de hecho, un fuerte carácter escatológico. En algu-
límites. Si Jesús hubiese tenido que expresar su revelación divina en nos casos remite directamente a la definitiva revelación al final de los
una lengua perteneciente a un área cultural diversa, ¿habría podido tiempos (véase 1 P 1,5.7.13). Para la Primera carta de Pedro y la Carta
hacer exactamente el mismo discurso? a Tito (2,11-14), la revelación en Jesucristo, aun siendo plena, sigue
Por una parte, de hecho, debemos creer que Dios sigue siendo, estando no obstante claramente limitada e incompleta en relación con
también después de la revelación en Jesucristo, un Dios escondido en el éschaton.
una luz inaccesible (véase 1 Tm 6,16). Si no fuese así, ¡desaparecería La plenitud cualitativa -o, digamos, la intensidad o la profundi-
la fe! Que «a Dios nadie lo ha visto nunca» sigue siendo cierto también dad- de la revelación en Jesucristo no constituye, ni siquiera después
después de que «el Hijo unigénito [...] lo ha revelado [exégésato]» (Jn de la realización del acontecimiento histórico, un obstáculo para la
1,18), es decir, interpretado. Por otra parte, debemos creer también que prosecución de una autorrevelación divina también por medio de pro-
las palabras usadas por Jesús para revelar el misterio (Abbá, Espíritu, fetas y de sabios de otras tradiciones religiosas. En la historia ha acon-
etcétera) corresponden objetivamente -aunque sólo analógicamente- a tecido y sigue aconteciendo tal autorrevelación permanente de Dios.
la realidad del misterio divino. Sabemos que, en el misterio divino, Pero ninguna revelación ha podido ni podrá jamás superar o igualar,
existen, objetivamente, paternidad y filiación, pero no tenemos una antes o después de Cristo, la que se nos concedió en él, el Hijo encar-
representación positiva del modo en que tales «relaciones personales»
se realizan concretamente en la divinidad: ¿en qué consiste el modo 26. JUAN PABLO II, Fides et ratio, texto castellano en Ecclesia 2.916 (1998), p. 1.571.
190 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 191

nado de Dios. Con tal que se tenga en cuenta la plenitud insuperable formas en las que Dios se dirige a los seres humanos en el proceso con-
de la revelación que se nos ha dado en Jesucristo, se puede decir que tinuo de la autorrevelación divina dirigida a ellos.
Dios sigue hablando hoy a nuestro mundo. Hay todavía profetas en la Cabe distinguir tres periodos, los cuales, estrictamente hablando,
Iglesia, y san Agustín afirmaba que los había también entre los miem- no representan una secuencia cronológica, comoquiera que, al menos
bros de las otras religiones. En la vida de la Iglesia la revelación en parcialmente, se cruzan entre sí. En el primer periodo, Dios concede a
Jesucristo continúa «realizándose»; fuera de ella puede ser «sugerida» los corazones de los videntes escuchar una palabra secreta, de la cual
poniendo de relieve aspectos auténticos del misterio divino o bien a las escrituras sagradas de las tradiciones religiosas del mundo contie-
través de los «rostros» incompletos de él, así como de los auténticos nen, al menos, indicios. En el segundo periodo, Dios habla «oficial-
«presentimientos» del misterio revelado en Jesucristo. mente» a Israel por boca de sus profetas, y todo el Antiguo Testamento
Mientras tanto, la Iglesia debe continuar creciendo en una com- es el testimonio de esta palabra y de las respuestas humanas a ella. En
prensión cada vez más profunda de las palabras dichas por Dios, «de estos dos periodos la palabra de Dios está ordenada -aunque de formas
una vez para siempre», en la Palabra encarnada. A tal fin, a la Iglesia diferentes- a la revelación plena que tendrá lugar en Jesucristo. En este
se le asegura la continua asistencia del Espíritu que la guía «a la ver- tercer periodo Dios pronuncia su palabra decisiva en aquel que es «la
dad entera» (véase Jn 16,13)27. Además, la Iglesia cumple esta función Palabra», y es de esta palabra de la que todo el Nuevo Testamento da
en referencia al testimonio auténtico del acontecimiento contenido en un testimonio oficial.
el Nuevo Testamento, que es para siempre la norma de una compren- Las escrituras sagradas de las naciones contienen palabras de Dios
sión eclesial de Dios y su Cristo. iniciales y escondidas. Estas palabras no tienen el carácter «oficial»
que debemos atribuir al Antiguo Testamento, porque éste representa la
3. La revelación, diferenciada y complementaria preparación histórica inmediata querida por Dios en función de su
revelación en Jesucristo. Huelga decir que tampoco tienen el significa-
Una vez reconocidos el carácter singular del acontecimiento Jesucristo do y el valor decisivo que hay que atribuir a la palabra de Dios en
y el lugar único ocupado por el testimonio oficial de este aconteci- Jesucristo, junto al cual, como observa la constitución Dei Verbum, «no
miento dado por la comunidad escatológica de la Iglesia en el misterio hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifesta-
de la revelación de Dios al mundo, queda todavía espacio para una teo- ción de Jesucristo nuestro Señor» (n. 4). Aunque no representen una
logía «abierta» de la revelación y las escrituras sagradas. Semejante «revelación pública» en el sentido entendido por el concilio, tales pala-
teología postulará que Dios, aun habiendo pronunciado su palabra bras tienen una función «social», porque están dirigidas por Dios a las
decisiva en Jesucristo, además de haber hablado por medio de los pro- comunidades religiosas de los pueblos a través de sus profetas y viden-
fetas del Antiguo Testamento, dijo palabras iniciales o seminales a los tes; y, por tanto, no pueden ser reducidas a revelaciones «privadas».
seres humanos por medio de los profetas de las naciones -palabras Tales palabras pueden ser llamadas palabras de Dios, ya que Dios las
cuyos rastros se pueden encontrar en las escrituras sagradas de las tra- pronuncia por medio de su Espíritu. Desde el punto de vista teológico,
diciones religiosas del mundo-. La palabra decisiva no excluye las los libros sagrados que las contienen merecen ser llamados «escrituras
otras palabras: al contrario, las supone. Ni tampoco podemos decir que sagradas». En definitiva, el problema es de carácter terminológico: la
la palabra inicial de Dios sea la consignada en el Antiguo Testamento. cuestión es qué debemos entender por palabra de Dios, escritura
No; éste da testimonio de que Dios habló a las naciones ya antes de sagrada e inspiración.
dirigirse a Israel. Así pues, las escrituras sagradas de las naciones re- La manera de expresarse tradicionalmente ha dado a estos términos
presentan, junto al Antiguo y el Nuevo Testamento, varias maneras y una definición teológica restrictiva, limitando su aplicación sólo a las
escrituras de las tradiciones judía y cristiana. El reciente documento de
la Comisión Teológica Internacional, titulado El cristianismo y las reli-
27. Véase I. DE LA POTTERIE, «Jésus-Christ, plénitude de la vérité, lumiére du monde giones2'1 (1997) mantiene tal uso restrictivo. Aun admitiendo que Dios
et sommet de la révélation d'aprés Saint Jean», en Founders of Religions, vol. 33
de Studia Missionalia (1984), pp. 305-324. Véase también G. O'COLLINS,
Retrieving Fundamental Theology, op. cit., pp. 87-97. 28. El texto de este documento ha sido publicado en castellano en COMISIÓN
192 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 193

«ha podido iluminar a los hombres de diversas maneras» (n. 91), que renciada. En uno de sus artículos, Cl. Geffré aboga por «una compren-
no puede excluirse «alguna iluminación divina en la composición» de sión teológica más profunda de la revelación como revelación diferen-
los libros sagrados de otras religiones (n. 92), e incluso que «las tradi- ciada». Y escribe: «Si bien la teología de las religiones no cristianas no
ciones religiosas han sido marcadas por "muchas personas sinceras, ha salido aún del periodo vacilante y de búsqueda, debemos tratar de
inspiradas por el Espíritu de Dios" (Diálogo y anuncio 30)», la comi- pensar cómo una única revelación puede incluir diferentes palabras de
sión considera «más adecuado reservar el calificativo de inspirados a Dios»29.
los libros canónicos» (n. 92). La razón está en el hecho de que «la ins- La historia de la salvación y de la revelación es una sola. En sus
piración divina que la Iglesia reconoce a los escritos del Antiguo y diversos periodos -cósmico, judío y cristiano- lleva, de diferentes
Nuevo Testamento asegura que en ellos se ha recogido todo y sólo lo maneras, el sello de la acción del Espíritu Santo. Con esto queremos
que Dios quería que se escribiese» (n. 91). La razón por la que a la decir que en todos los periodos de la revelación divina, Dios guía per-
comisión le parece «más adecuado reservar el calificativo de inspira- sonalmente a la humanidad, a través de los dones de su providencia,
dos» a los libros canónicos del Antiguo y del Nuevo Testamento, es pri- hacia la meta establecida por él. La positiva disposición divina de la
mariamente la seguridad de que todo lo que ha sido escrito en ellos revelación cósmica, como revelación personal de Dios a las naciones,
viene de Dios, por lo que hay que atribuir a los libros bíblicos el privi- incluye la disposición divina de las sagradas escrituras de estas últi-
legio de la «inerrancia», la cual no puede ser afirmada igualmente mas. Las «semillas de la Palabra» contenidas en sus escrituras sagra-
-aunque sea preciso entender correctamente la inerrancia bíblica- a das son palabras seminales o germinales de Dios, de las que no está
propósito de los libros sagrados de otras tradiciones religiosas. Por muy ausente la influencia del Espíritu. La influencia del Espíritu es univer-
válida que sea esta razón, sigue siendo lícito preguntarse si los concep- sal. Se extiende a las palabras pronunciadas por Dios a la humanidad
tos deben ser definidos a priori de tal modo que puedan ser aplicados en todos los periodos de la autorrevelación que le concede. Fue santo
válidamente sólo a las escrituras bíblicas. De tales definiciones a prio- Tomás de Aquino quien escribió, citando al Ambrosiaster: «Toda ver-
ri se seguirá lógicamente la conclusión de que los libros bíblicos son dad, quienquiera que la diga, procede del Espíritu Santo»30 [Omne
los únicos que contienen una auténtica palabra de Dios a los hombres. verum a quocumque dicatur a Spiritu Sancto est] (Summa theologiae
Fuera de ellos no hay ni palabra de Dios ni escritura sagrada. I-II, q.109, a.l,ad l u m ).
Pero sigue siendo posible -en un contexto «ampliado» del com- La revelación es progresiva y diferenciada. Se puede incluso decir
promiso personal de Dios con la humanidad-, no sin un fundamento -sin que ello vaya en detrimento del carácter decisivo del aconteci-
teológico válido, proponer una definición más amplia de los términos miento Cristo- que entre la revelación dentro de la tradición judeo-
que nos ocupan, como «palabra de Dios», «sagrada escritura» e «ins- cristiana y la exterior a ella existe una verdadera complementariedad.
piración», conforme a la cual resultan aplicables a las escrituras de Y, de manera equivalente, se puede decir que entre los libros sagrados
otras tradiciones religiosas. Palabra de Dios, sagrada escritura e inspi- de las otras tradiciones religiosas y el corpus bíblico se puede encon-
ración no expresarán entonces la misma realidad idéntica dentro de las trar una complementariedad análoga. El mismo Dios que habló a los
diferentes fases de la historia de la revelación. Pese a lo importante que videntes en el secreto de su corazón, habló en la historia por medio de
es salvaguardar el especial significado de la palabra de Dios transmiti- sus profetas y «en estos últimos tiempos» por medio del Hijo (Hb 1,1-
da por la revelación judía y cristiana -incluida la inerrancia escriturís- 2). Toda verdad viene del Dios que es Verdad y debe ser honrada como
tica—, no es menos importante reconocer el valor y significado efecti- tal, cualquiera que sea el canal por el que llega hasta nosotros. Palabra
vos de las palabras de Dios contenidas en los libros sagrados de las
otras tradiciones religiosas. Así pues, palabra de Dios, sagrada escri-
tura e inspiración son conceptos analógicos, que se aplican de forma 29. Cl. GEFFRÉ, «Le Coran, une parole de Dieu différente?»: Lumiére et Vie 32
diferente a los diversos periodos de una revelación progresiva y dife- (1983), pp. 21-32, aquí: pp. 28-29. Véase también ID., «La place des religions
dans le plan du salut»: Spiritus 138 {La mission á la rencontre des religions)
(febrero de 1995), pp. 78-97.
TEOLÓGICA INTERNACIONAL, Documentos 1969-1996, BAC, Madrid 1998, pp. 557- 30. SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma de teología - II, Parte I-II, BAC, Madrid 1989,
604, aquí: pp. 592-593. p. 911.
iy4 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES «MUCHAS VECES Y DE MUCHAS MANERAS» 195

de Dios y revelación divina no deben ser consideradas de manera ciones religiosas, los cuales, aun encontrando su cumplimiento en la
monolítica, sino como una realidad diversificada y compleja. revelación de Dios en Jesucristo, representan no obstante palabras
Naturalmente, hay que hacer uso de un serio discernimiento para auténticas de Dios, dones añadidos y autónomos. Tales dones divinos
separar la verdad divina de la no verdad. Para los cristianos, el criterio a los hombres no obstaculizan en modo alguno la trascendencia y el
normativo de tal discernimiento es inequívocamente el misterio de la carácter insuperable del don hecho por Dios a la humanidad en
persona y el acontecimiento de Jesucristo, que es la Verdad (Jn 14,6). Jesucristo. Hay que entender, por tanto, la complementariedad recí-
Todo lo que está en contradicción con él, que es «la Palabra», no puede proca entre las «semillas de verdad y de gracia» en las otras tradicio-
provenir del Dios que lo envió. Pero, después de haber afirmado esto nes religiosas y la «plenitud» de la manifestación divina en Jesucristo
con firmeza, queda espacio para una complementariedad de la palabra -testimoniada por la escritura sagrada cristiana- como complementa-
de Dios, no sólo entre los dos testamentos de la Biblia cristiana, sino riedad recíproca asimétrica. El término «asimétrica», pese a lo inau-
también entre las escrituras bíblicas y las no bíblicas. Éstas pueden dito que pueda parecer en este contexto, no puede ser descuidado bajo
contener aspectos del misterio divino que la Biblia, incluido el Nuevo pena de entender la complementariedad de un modo teológicamente
Testamento, no destaca en la misma medida. Por ejemplo: en el Corán, incorrecto. Lo que aquí se dice con respecto a la complementariedad
el sentido de la majestad y la trascendencia divinas, de la adoración y de la revelación divina en Jesucristo y fuera de él se recalcará más
también de la sumisión del ser humano a la santidad de los decretos tarde a propósito de la relación entre las diversas tradiciones religiosas
eternos de Dios; y en los libros sagrados del hinduismo, el sentido de y el cristianismo en general. Aun siendo recíproca, su complementa-
la presencia inmanente de Dios en el mundo y en las profundidades del riedad deberá ser entendida también como «asimétrica» por las mis-
corazón humano. mas razones.
Cabe pensar que tal complementariedad entre escrituras bíblicas y El reconocimiento de la complementariedad de las escrituras
no bíblicas es recíproca, pues -como se acaba de afirmar- las segun- sagradas es uno de los elementos que hacen posible una teología
das pueden poner de relieve aspectos del misterio divino con mayor «abierta» de las religiones que no dañe la identidad cristiana. Así pues,
evidencia que la Biblia, incluido el Nuevo Testamento. La comple- es posible dar una respuesta a la pregunta acerca de si la palabra de
mentariedad entre ellas es, pues, recíproca, en el sentido de que en los Dios contenida en otras tradiciones religiosas tiene el valor de «pala-
otros libros sagrados no sólo hay que descubrir «adarajas» que, en la bra de Dios» sólo para los miembros de tales tradiciones o si, en cam-
forma de un conocimiento «natural» de Dios, serían completadas de bio, podemos pensar que Dios nos habla también a los cristianos por
modo unilateral por la tradición judeo-cristiana, tal como lo entendía medio de los profetas y sabios cuya experiencia religiosa es la fuente
la «teoría del cumplimiento» ya superada; ni tampoco sólo partículas o de los libros sagrados de esas tradiciones. La respuesta es que la ple-
fragmentos dispersos de verdad divina, cuya «plenitud» se encontraría nitud de la revelación contenida en Jesucristo no contradice esta posi-
necesariamente con abundancia en la revelación cristiana. Por otro bilidad. Antes se ha observado que siguen siendo válidas y están vigen-
lado, tal complementariedad recíproca no implica, de cualquier modo, tes las alianzas divinas, tanto la alianza con Abrahán-Moisés como la
la idea de una carencia en la revelación cristiana que sería suplida por concluida con Noé, si bien en relación con la alianza decisiva en
otra revelación, es decir, la idea de un carácter suplementario de otras Jesucristo; más aún, se ha indicado que mantienen su significado y
revelaciones en relación con la revelación cristiana, como si hubiese valor con respecto a los cristianos. Del mismo modo, se puede decir
algún «vacío» que llenar en la revelación en Jesucristo; lo cual contra- que las palabras de Dios pronunciadas en las diversas etapas de su
diría su plenitud y trascendencia única. De hecho, la revelación en autorrevelación y, por consiguiente, los libros sagrados que contienen
Jesucristo representa la cima, el centro, la clave de comprensión de sus huellas, mantienen también para los cristianos su significado de
toda revelación divina. Así pues, no hay que entender la complemen- palabras iniciales, dirigidas hacia la palabra decisiva de Dios en
tariedad recíproca en el sentido de que al cristianismo le falte algo que Jesucristo. Afirmar menos que esto equivaldría a vaciar el verdadero
debería recibir de las otras religiones, sin lo cual de por sí no gozaría sentido de las «semillas de la Palabra» de las que habla la tradición
de la plenitud de la revelación divina; sino más bien en el sentido de cristiana, y que ha recogido el concilio Vaticano n (Ad Gentes 11,15),
que Dios ha concedido dones a los hombres también en las otras tradi- así como también del «destello de aquella Verdad [illius Veritatis] que
196 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

ilumina a todos los hombres», puesto de manifiesto también por el


concilio {Nostra aetate 2), con referencia implícita al prólogo del
Evangelio de Juan (Jn 1,9).
Por tanto, no está necesariamente excluido en principio el uso en la
oración cristiana -ni siquiera en la liturgia de la Palabra- de las pala-
bras de Dios contenidas en los libros sagrados de otras tradiciones reli-
giosas31. En efecto, esto hay que hacerlo con prudencia y con respeto
hacia los diferentes periodos de la historia de la revelación divina, que 6
culmina en la palabra proferida por Dios en Jesucristo. Si se cumplen
estas condiciones, podremos gozar del sorprendente descubrimiento de
La Palabra de Dios, Jesucristo
las asombrosas semejanzas entre las palabras de Dios y su Palabra en y las religiones del mundo
Jesucristo. Aunque pueda parecer paradójico, un contacto prolongado
con las escrituras no bíblicas puede ayudar a los cristianos -si lo prac-
tican dentro de su fe- a descubrir con mayor profundidad ciertos En el capítulo 3 de este libro he sugerido como modelo para una teo-
aspectos del Misterio divino que contemplan como revelados a ellos en logía abierta de las religiones el de una cristología trinitaria y pneu-
Jesucristo. mática. Parecía que tal modelo, aun manteniendo claramente el signi-
ficado constitutivo del acontecimiento Jesucristo en relación con la sal-
vación universal de la humanidad, abría la puerta al reconocimiento de
un valor salvífico en las vías o caminos de salvación indicados por las
otras tradiciones religiosas a sus seguidores. La solución propuesta
para resolver la aparente aporía entre las dos afirmaciones consiste en
unir y poner de relieve tres aspectos complementarios y convergentes
según los cuales, en el plan divino para la humanidad, la salvación
alcanza a las personas según sus circunstancias concretas de vida, en la
historia y en el mundo.

Estos tres elementos son los siguientes:


1. La actualidad y la eficacia universal del acontecimiento Jesucristo,
a pesar de la particularidad histórica de tal acontecimiento.
2. La presencia operativa universal de la Palabra divina, cuya activi-
dad no está limitada por el ser humano asumido por ella en el mis-
terio de la encarnación.
3. La actividad igualmente universal del Espíritu de Dios, la cual no
resulta limitada ni agotada por la efusión del Espíritu a través de
Cristo resucitado y glorificado. En este capítulo nos limitaremos al
problema que consiste en unir de modo adecuado la actividad de la
Palabra y la eficacia del acontecimiento Jesucristo.

A este respecto se plantean preguntas que tienen que ver o bien


31. Véase D.S. AMALORPAVADASS (ed.), Research Seminar on Non-biblical directamente con la relación entre la Palabra de Dios y el hombre
Saiptures, op. cit.
Jesucristo, o bien con la relación entre el Jesús prepascual y el Cristo
198 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 199

pascual. Tales preguntas, aunque no sean nuevas, se plantean de modo Jesucristo, resucitado y glorificado, si bien «en unión» con ella. Tal
más agudo en el contexto de la teología de las religiones; en tal con- actividad de la Palabra en cuanto tal se descubre estudiando el dato
texto adquieren también acentos nuevos y se hacen más difíciles. Nos revelado y también la tradición de los Padres. De tal estudio se deduce
preguntamos, en definitiva, ¿quién es el Salvador: Jesucristo o la con claridad la relevancia y la importancia de la acción de la Palabra
Palabra de Dios? Comoquiera que el acontecimiento Jesucristo es his- en cuanto tal para una teología de las religiones capaz de hacer entre-
tóricamente limitado y particular, ¿cómo puede tal acontecimiento ver un valor salvífico de las otras tradiciones religiosas para sus segui-
gozar de una eficacia que traspase los límites que le imponen el tiem- dores. La segunda parte del capítulo muestra que tal actividad de la
po y el espacio? ¿No es tal vez necesario reducir el significado salvífi- Palabra en cuanto tal sigue estando, de todos modos, «referida» al
co del acontecimiento histórico en beneficio de la obra universal de la acontecimiento Jesucristo en el único plan divino de salvación para la
Palabra de Dios que no conoce tales límites? La conclusión a la que se humanidad, el cual culmina en el misterio de la encarnación de la
llegaría entonces consistiría en decir que es precisamente la Palabra la Palabra en Jesucristo y en el misterio pascual de su muerte y resurrec-
que salva, mientras que el significado del acontecimiento Jesucristo ción. Es preciso, por tanto, mostrar de qué modo se combinan ambos
consiste en testimoniar la acción salvífica de la Palabra. O bien, si se aspectos de la acción universal de la Palabra en cuanto tal y del signi-
mantiene una eficacia salvífica del ser humano resucitado de Jesús con ficado salvífico universal del acontecimiento Jesucristo, en la única
respecto a los cristianos, que lo han reconocido como sacramento de economía de salvación querida por Dios para la humanidad, a fin de
salvación para ellos, parecería de todos modos necesario reducir tal efi- hacer entrever que, mientras que el acontecimiento Jesucristo es «cons-
cacia justamente a cuantos han creído en él. Se llegaría entonces a titutivo» universal de salvación, los otros caminos tienen, no obstante,
decir que, mientras los cristianos son salvados a través de Jesucristo, un significado salvífico para sus seguidores en el mismo plan divino.
los miembros de las otras tradiciones religiosas alcanzan la salvación a
través de la actividad universal de la Palabra de Dios. I. La acción universal de la Palabra en cuanto tal
Anteriormente, al hacer una reseña de las diversas posiciones en el
actual debate sobre la teología de las religiones, me he referido, entre Parece oportuno partir de lo que afirma la encíclica Redemptoris mis-
otras cosas, a un nuevo paradigma que he llamado «logocentrismo». sio (1990) a propósito de la no separabilidad, según la fe cristiana,
Tal paradigma tiende a separar la obra de la Palabra de Dios del acon- entre la Palabra de Dios y Jesucristo. Hay que mantener con firmeza la
tecimiento Jesucristo de dos modos diversos: o la acción distinta de la identidad personal entre la Palabra de Dios y Jesucristo, así como tam-
Palabra es considerada como representante de una economía de salva- bién entre Jesús y el Cristo. Es la singularidad única, constitutiva de la
ción distinta de la que tuvo lugar en Jesucristo y paralela a ella; o bien, identidad personal, la que confiere a Cristo un significado universal. El
aunque la economía de salvación sea sólo una, la acción salvífica ya no papa afirma con razón: «Es contrario a la fe cristiana introducir cual-
es atribuida a la Palabra como encarnada y a su ser humano, sino a la quier separación [separationem] entre la Palabra y Jesucristo», y con-
Palabra misma, independientemente de su ser humano, cualquiera que tinúa diciendo: «No se puede separar [separare] a Jesús de Cristo» (n.
sea el significado de éste en el orden de la salvación. 6). Por consiguiente, hay que mantener siempre la identidad personal
Contra tales tendencias a alejar y separar indebidamente la acción entre la Palabra de Dios y Jesucristo en virtud de la asunción del ser
universal de la Palabra de la eficacia salvífica del acontecimiento humano de Jesús en la persona divina de la Palabra a través del miste-
Jesucristo se hace obligado mostrar que, si bien ambos aspectos son rio de la unión hipostática, es decir, de la identidad personal. De ello
distintos a pesar de la identidad personal del Jesús histórico con la se sigue que ni siquiera se puede establecer una separación entre la efi-
Palabra-Hijo de Dios, siguen igualmente unidos en el único plan divi- cacia salvífica de la Palabra y el significado salvífico del aconteci-
no para la humanidad hasta tal punto que no pueden ser separados, miento histórico Jesucristo, de modo que se atribuya la obra salvífica
como si representasen dos economías paralelas de salvación. exclusivamente a la Palabra en perjuicio de la humanidad de Jesús.
El presente capítulo contiene, pues, dos partes. La primera parte Esto no quiere decir que no se pueda hablar de una acción de la
muestra que existe una actividad salvífica de la Palabra como tal, dis- Palabra como tal, distinta de su actividad a través de la humanidad de
tinta de la acción de la Palabra operante a través del ser humano Jesús, más allá de ella también en el estado resucitado y glorificado de
200 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 201

la humanidad. Pero hay que entender correctamente semejante acción literatura sapiencial, el autor observa que en ella se desarrolla una
de la Palabra como tal. Es preciso entender bien que la Palabra de Dios «comprensión de la revelación como don divino de la Sabiduría, que
de la que se está tratando no es diversa de la que se encarnó en culmina en la canonización de la "Tora". En concomitancia con este
Jesucristo. Está claro que no hay más Palabra de Dios que la que asu- proceso, la tradición desarrolla al máximo sus propias virtualidades,
mió la carne humana en Jesús de Nazaret. Ahora bien, mientras el mis- llegando a comprender la Sabiduría como el designio mismo de Dios,
terio de la encarnación de la Palabra es un acontecimiento histórico y, que constituye la base de la creación, de la historia humana y de la
por tanto, particular en el tiempo y en el espacio, la Palabra como tal existencia de Israel. Se trata del fenómeno conocido como "hipostati-
existe en la eternidad del misterio divino. Existe también y está pre- zación" o "personificación" de la Sabiduría»2.
sente y operante a través de toda la historia del mundo y de la huma- El autor examina detenidamente cuatro textos importantes de la
nidad -la cual, en efecto, se hace historia de la salvación porque com- literatura sapiencial para mostrar el desarrollo, a través de la revelación
prende la totalidad de las automanifestaciones de Dios a la humanidad bíblica, de la teología de la Sabiduría de Dios, de su presencia y efica-
a través de su Palabra-. Por consiguiente, la Palabra de Dios actúa a cia universal, así como también de su relevancia para una teología de
través de toda la historia, tanto antes como después del misterio de la las religiones. Los cuatro textos son los siguientes: Jb 28,1-28; Pr 8,22-
encarnación. Por motivos de claridad parece, pues, útil distinguir: la 31; Si 24,1-32; Sb 9,1-18. En el texto de Job la Sabiduría aparece como
acción de la Palabra-que-se-debía-encarnar (Verbum incarnandum), es «la expresión personificada del mismo designio divino, que trasciende
decir, antes de la encarnación; la acción de la Palabra encarnada toda la creación, aunque actúa en ella y, por consiguiente, en la histo-
(Verbum incarnatum), tanto en el estado de la kénosis durante su vida ria humana [...]. A toda la humanidad alcanza el don de la divina
humana como después de la resurrección en el estado glorificado; y, Sabiduría y, por tanto, de la luz de su Palabra»3. Por lo que respecta al
por último, la acción permanente de la Palabra como tal que perdura texto del libro de los Proverbios, la Sabiduría «aparece como una per-
después de la encarnación de la Palabra y la resurrección de Cristo, no sona que llama, hace oír su voz, dirige a los seres humanos su invita-
restringida por los límites de la humanidad. Hay que establecer, a par- ción a escuchar y aprender [...]. Así pues, la Sabiduría, el eterno desig-
tir de los datos de la revelación y la tradición, tal acción de la Palabra- nio divino hipostatizado, como fuente indefectible de vida y de espe-
que-se-debía-encarnar, antes de la encarnación, y de la Palabra como ranza, pone a Dios mismo en una relación de seguridad, de confianza
tal después de la encarnación y la resurrección de Cristo. y de amor con la creación y, por tanto, de modo eminente, con los hom-
bres [...]. En esta perspectiva las religiones se presentan como la expre-
sión histórico-cultural de la experiencia que vive el hombre cuando se
1. La Sabiduría de Dios en la tradición sapiencial abre al don de la divina Sabiduría»4. El texto del Sirácida representa un
paso sucesivo en la personificación de la Sabiduría. «En Israel la
Por lo que se refiere a la revelación veterotestamentaria, un primer ele-
Sabiduría ejerce de modo sumo la propia exousía [...], [pero] el pueblo
mento en el que conviene detenerse es la economía de la Sabiduría de
de la Tora está capacitado para reconocer, en el patrimonio cultural-
Dios, puesta de relieve especialmente en la literatura sapiencial. Con
religioso de los otros pueblos, el fruto de la acción de la Sabiduría, la
profunda intuición monseñor P. Rossano ha mostrado cómo el punto de
irradiación de su exousía salvífica, la epifanía de la divina comunica-
partida más sólido en la revelación del Antiguo Testamento para una
ción a los hombres [...]. También la historia de los pueblos [...] es una
teología abierta de las religiones es el de la Sabiduría divina universal-
concreción espacio-temporal de la misma palabra del Altísimo, de su
mente operante a través de la historia de la humanidad. Habría que ana-
eterno designio de amor y de salvación»5. Por último, en el texto de
lizar detenidamente toda la literatura sapiencial. Aquí tenemos que
Sabiduría, «la Sabiduría y el Espíritu de Dios aparecen en una relación
limitarnos necesariamente a algunas consideraciones entre las más
de estrecha y mutua conexión. Donde está la Sabiduría está el Espíritu.
importantes. Lo haremos refiriéndonos al reciente libro de Giovanni
Odasso, Bibbia e religioni. Prospettive bibliche per la teología delle
religiom1, que hemos citado anteriormente. Por lo que respecta a la 2. G. ODASSO, Bibbia e religioni, op. cit, p. 200.
3. Ibid., pp. 203, 205.
4. Ibid., pp. 206, 207, 209
1. Urbaniana University Press, Roma 1998.
5. Ibid., pp. 210, 211.
202 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 203

Y viceversa, cuando Dios manda su Espíritu comunica al hombre su Algunos exegetas ven desde los primeros versículos del prólogo, o
Sabiduría [...]. La Sabiduría se convierte en el don salvífico perma- al menos a partir del versículo 6 (así, por ejemplo, R. Brown), una refe-
nente de Dios a la humanidad»; tal don es universal. Por consiguiente, rencia directa y explícita a Jesucristo como Palabra encarnada; otros,
«las religiones se presentan como el fruto de la actividad de la en cambio, insisten en que, a pesar del inciso de los versículos 6-8,
Sabiduría en la vida de los hombres»6. desde el principio y hasta el versículo 14 (es decir, del versículo 1 al
versículo 13 incluido) el prólogo hace referencia a la Palabra-que-se-
Resumiendo el resultado de su investigación en la tradición sapien-
cial, el autor escribe: debía-encarnar, considerada antes de su encarnación como ya presente
en el misterio de Dios y operante desde el inicio de la historia huma-
«De las perspectivas que se dibujan ante nuestros ojos resulta que, a. na. Esto es lo que queremos mostrar aquí, siguiendo a algunos exege-
través de la reflexión sapiencial, la Escritura desarrolla una nueva tas que gozan de autoridad a este respecto.
comprensión de los pueblos y de su historia, del hombre y de su des- En su comentario al Evangelio de Juan, X. Léon-Dufour8 explica
tino. Tenemos aquí una de las aportaciones más grandiosas de la fe que el Lógos ha actuado desde el inicio de la creación (versículos 2-5)
bíblica, capaces de dar vigor y nuevo impulso al saber del hombre de
nuestro tiempo y, en particular, a la teología. En este ámbito parece como principio de luz y de vida, instaurando una relación personal
legítimo afirmar que las religiones, para quien se sitúa en la perspec- entre Dios y los hombres: como tal, «viniendo a este mundo» a la
tiva abierta por la reflexión sapiencial, se presentan como el ámbito manera de la Sabiduría de Dios en Si 24, él es fuente de luz para todos
por antonomasia donde el hombre se deja amaestrar por la Sabiduría los hombres y a quienes lo han acogido les ha dado «el poder de hacer-
y guiar por ella hacia la meta de toda la humanidad: la plena, vivifi- se hijos de Dios» (versículos 9 y 12). Léon-Dufour escribe, en efecto,
cadora y eterna comunión con el Dios vivo»7. en relación con la sinergia de Dios y del hombre en la acogida del
Lógos: «Esta iluminación, en la medida en que es acogida, produce la
2. La Palabra de Dios en el prólogo del Evangelio de Juan filiación divina y esto, incluso antes de que el Logos tome figura
humana, es decir, independientemente de toda vinculación explícita
Por lo que respecta al Nuevo Testamento, apremia mostrar que es pre- con Jesucristo»9. Y añade: «De la "venida" del Logos se habló ya en
ciso tener presente y profundizar el mensaje veterotestamentario 1,1 Os: "estaba en el mundo" y "vino a su posesión". Si es verdad que
sapiencial a propósito de la presencia y actividad de la Sabiduría de el Logos es Dios comunicándose, la comunicación no comenzó con la
Dios en las religiones del mundo. En el Antiguo Testamento existe una encarnación, sino ya desde la creación, prosiguiendo a lo largo de toda
relación de cercanía, e incluso a veces de cuasi-identificación entre la la historia de la revelación. Sin embargo, la encarnación del Logos
Sabiduría de Dios y su Palabra o su Verbo. La misma ambivalencia se marca un cambio radical en el modo de la comunicación»10. El cambio
encuentra en la cristología del Nuevo Testamento, en el que Jesucristo consiste en el hecho de que «en adelante [la revelación] se expresa a
es considerado bien como Sabiduría, bien como Palabra de Dios. En la través del lenguaje y en la existencia de un hombre entre los demás:
cristología desarrollada en el prólogo del Evangelio de Juan, no faltan este fenómeno de concentración en un hombre va a permitir a la reve-
los acentos sapienciales, aun cuando el autor del cuarto Evangelio pri- lación de Dios formularse directamente de manera inteligible y abrir a
vilegió el concepto de Palabra o Verbo de Dios, para dar a entender que todos la puerta a una comunión definitiva con él»". Con todo, Léon-
se refería a aquel que está «junto a Dios» y que se hizo hombre en Dufour continúa insistiendo en que, a pesar de la novedad introducida
Jesucristo. Lo que se debe subrayar aquí es la afirmación hecha en el por la encamación (versículo 14), «esta nueva etapa no suplanta a la
prólogo de una actividad y presencia universal de la Palabra de Dios ya anterior. El Logos sigue expresándose a través de la creación de la que
a través de la historia humana antes de la encarnación, así como tam-
bién la permanencia de semejante actividad del Lógos como tal des- 8. X. LÉON-DUFOUR, Lectura del Evangelio de Juan - Jn 1-4, Sigúeme, Salamanca
pués de la encarnación de la Palabra y la resurrección de Jesucristo. 1989, pp. 31-118 (orig. francés: Lecture de l'évangile selon Jean I, Editions du
Seuil, París 1988).
9. Ibid, p. 87.
6. Ibid,pp. 212, 213, 215. 10. Ibid, p. 90.
7. Ibid, p. 222. 11. Ibid., p. 99.
LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 205
204 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

es autor y gracias al testimonio que rinde de la luz; son numerosos los Parece, por tanto, que está permitido hablar de una acción de la
que pueden acogerlo y hacerse así hijos de Dios. Sin embargo, en ade- Palabra de Dios, no sólo antes de la encarnación de la Palabra sino
lante la revelación se concentra también y sobre todo en el que va a ser también después de la encarnación y la resurrección de Jesucristo, dis-
designado por su propio nombre: Jesucristo (v. 17)»12. Según Léon- tinta de la acción salvífica a través de su humanidad, a condición de
Dufour resulta claro no sólo que se debe hablar de una acción univer- que tal acción continuada de la Palabra no sea separada del aconteci-
sal de la Palabra-que-se-debía-encarnar antes de la encarnación, sino miento en el que sucedió la «concentración» insuperable de la autorre-
también de una acción continuada de la Palabra como tal no sólo des- velación de Dios según el único plan divino para la salvación univer-
pués de la encarnación de la Palabra sino también después de la resu- sal de la humanidad.
rrección de Jesucristo. Además, se puede mostrar que tal visión concuerda con el dogma
Otros exegetas que pueden servir de testimonios para una acción cristológico del concilio de Calcedonia19. El concilio enseña que las
universal del Lógos antes de la encarnación y del Lógos como tal des- dos naturalezas -divina y humana- de Jesucristo, aun siendo «insepa-
pués de la encarnación, según el prólogo de Juan, serían R. rables», siguen siendo «distintas». Lo mismo es igualmente verdadero
Schnackenburg13, J. Dupont14, A. Feuillet15 y M.-É. Boismard16. Baste en relación con las dos «acciones» u «operaciones», como explicó
con mencionar a este respecto la opinión sostenida con mucha firmeza ulteriormente el Tercer concilio de Constantinopla20. Así pues, a pesar
por D. Mollat, el cual, refiriéndose explícitamente a Jn 1,9, afirma con de la identidad personal, no existe ni confusión ni cambio entre la
claridad que la acción universal del Lógos como tal continúa todavía acción divina de la Palabra y la humana de Jesucristo. El monofisismo
hoy. En su introducción a la exégesis de Juan", en efecto, escribe en histórico concebía la unión de ambas naturalezas y acciones de tal
relación con Jn 1,9: «Por tanto, en este versículo se revela explícita- modo que la naturaleza humana era absorbida en la divina; la conse-
mente este advenimiento de la Palabra al mundo, que en los versículos cuencia era que el ser y el actuar humano de Jesucristo perdían su inte-
4 y 5 se afirmaba implícitamente». Y prosigue: gridad, su autenticidad y especificidad humana. Tal monofisismo fue
condenado por los dos concilios que acabamos de citar. Pero debemos
«Se afirma que esta luz verdadera "ilumina a todo hombre". El pre- estar igualmente atentos a la posibilidad real, todavía hoy, de un
sente "ilumina" [...] significa que tal es su empeño propio y su cons- «monofisismo inverso», es decir, de una posible reducción de la natu-
tante operación. Hay que entender tal obra en el sentido sobrenatural raleza divina por parte de la humana. En este caso, aunque se recono-
de la iluminación que se ha indicado en el versículo 4, es decir, de la ce que la naturaleza humana de Jesús se une a la Palabra divina, falta-
iluminación salvífica a través de la cual el hombre es instruido y libe- rían los atributos divinos y la acción divina de la persona de la Palabra
rado, transfigurado y santificado, además de juzgado. Hay que decir
que la virtud iluminadora de esta verdadera luz se extiende a todo o, por lo menos, quedarían de algún modo reducidos y conmensurados
hombre. No hay ningún hombre que no sea alcanzado por ella o al a la naturaleza humana. Contra tal monofisismo inverso hay que afir-
que no le llegue. Se afirma, por tanto, una relación personal de todo mar claramente la integridad permanente de la naturaleza divina y de
hombre con la Palabra»18. la acción de la Palabra y su continuada «distinción». De esta integri-
dad permanente y distinción continuada de la acción divina de la
Palabra se deriva la posibilidad de una acción permanente de la Palabra
como tal, distinta de la que se da a través de la humanidad de
12. Ibid.
13. R. SCHNACKENBURG, El Evangelio según san Juan, vol. 1, Herder, Barcelona Jesucristo.
1980, pp. 271 -272 (orig. alemán, 1979*). Dicho de otro modo: la Palabra de Dios, aun encarnada, sigue sien-
14. J. DUPONT, Essais sur la christologie de Saint Jean, Éditions de l'Abbaye de do la Palabra de Dios; Dios sigue siendo Dios. La Palabra es siempre
Saint-André, Bruges 1951, p. 48.
15. A FEUILLET, Le prologue du quatriéme évangile, Desclée de Brouwer, París
1968, pp. 62-66, 166-167.
16. M-É. BOISMARD, Le prologue de Saint Jean, Cerf, Paris 1953, pp. 43-49. 19. H. DENZINGER y P. HÜNERMANN (eds.), El magisterio de la Iglesia. Enchiridion
17. D. MOLLAT, Introductio in Exegesim Scriptorum Sancti Johannis, PUG, Romae symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum, Herder,
1961, pp. 21-24. Barcelona 1999, nn. 301-302 (orig. alemán, 1999).
18. Ibid., pp. 23-24. 20. Ibid., nn. 635-637.
206 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 207

aquella que «estaba en el principio junto a Dios» y por medio de la cual E insiste: «Sin producir una ruinosa disociación entre la Pala-
«todo se hizo» y continúa siendo creado (véase Jn 1,1-3), sin que el ser bra eterna y la Palabra encarnada, es legítimo [...] considerar la eco-
humano histórico de Jesús, que aún no existía, pudiese servir de ins- nomía de esta última como el sacramento de una economía más vasta,
trumento del acto divino de creación. Del mismo modo, la Palabra per- la de la Palabra eterna, que coincide con la historia religiosa de la
manece siempre como la verdadera luz, la que «ilumina a todo hombre humanidad»22.
viniendo a este mundo» (Jn 1,9), a la que se suma la acción salvífica Otros autores se expresan de manera parecida, en relación con el
de la Palabra encarnada a través de su humanidad. Es decir, la Palabra significado de tal actividad de la Palabra para la salvación de los miem-
como tal continúa compartiendo, según su carácter personal en el mis- bros de otras tradiciones religiosas y con el valor salvífico de sus tra-
terio de la Trinidad, la acción divina en el mundo. La Palabra sigue diciones. Un autor reciente pone de relieve la permanencia de la acción
siendo Dios: su eternidad divina no es absorbida por su temporalidad de la Palabra, con referencia explícita a la exégesis de Jn 1,9 propues-
como hombre; su función creadora no es suprimida por su condición ta por Léon-Dufour. Y escribe: «Basándose en el hecho de que el
de criatura humana; su poder «iluminador» no queda reducido a su Logos no es identificado desde el principio con Jesucristo, se puede
revelación de Dios en palabras humanas. En suma, esto quiere decir concebir una prolongada acción reveladora del Logos a través de toda
que la Palabra sigue siendo lo que es en el misterio de la Trinidad, si la historia de la salvación, no sólo antes sino también después de la
bien, estando unida a su persona a través del misterio histórico de la encarnación»23. Y. Raguin expresa la misma idea, también con referen-
encarnación, la humanidad misma de Jesús forma ya parte, de modo cia a Jn 1,9. Para explicar la posibilidad real de salvación para todos
misterioso, del mismo misterio de Dios. He aquí por qué la acción con- los hombres, tanto antes como después de la encarnación, afirma que
tinuada, iluminadora y vivificante de la Palabra como tal se halla, en quien no haya podido conocer a la Palabra-encarnada se salvará a tra-
cualquier caso, «referida» a la «concentración» de la salvación divina vés de su conocimiento de la Palabra como tal. Y escribe:
en la Palabra, encarnada en Jesucristo, y a la permanente actualidad del
acontecimiento histórico a través de la condición resucitada de su «Quienes no hayan podido conocer al Padre por medio del Verbo
humanidad. encarnado, podrán conocerlo en su Verbo no encarnado. Por tanto,
todos los seres humanos pueden conocer al Verbo de Dios, aunque no
Pasando de la exégesis del Nuevo Testamento y del dogma cristo- lo conozcan en su encarnación. [...] Ahora bien, en el prólogo del
lógico a la teología, podemos hacer referencia a varios teólogos que Evangelio de Juan leemos que el Verbo de Dios es la vida de todo lo
coinciden en ver la acción salvífica de la Palabra encarnada en Jesu- que existe, y que esta vida se convierte en la luz de los hombres. Por
cristo como el sacramento de una acción más amplia, la de la Palabra tanto, todo ser humano puede hacer en su propio ser esta experiencia
eterna de Dios que abraza toda la historia religiosa de la humanidad. de vida convertida en luz, y adentrarse así, mediante la unión con el
Cl. Geffré lo afirma explícitamente: Verbo, en la intimidad con el Padre. Por eso la mayor parte de la
«Jesús es el icono del Dios vivo de una forma única, y no debemos humanidad puede entrar en relación con Dios, fuente de toda vida y
esperar otros "Mediadores". Pero esto no nos lleva a identificar el de todo amor, por la mediación del Verbo, sin haberse encontrado con
aspecto histórico y contingente de Jesús con su aspecto "crístico" o Jesús y sin haber conocido a Jesús»24.
divino. Es precisamente la ley de la encarnación de Dios a través de
la mediación de la historia la que nos conduce a pensar que Jesús no Así hay que entender también la Declaración final de la Vigésimo-
pone fin a la historia de las manifestaciones de Dios [...]. Conforme primera asamblea anual de la Asociación Teológica India (abril de
a la visión tradicional de los Padres de la Iglesia es posible, por tanto, 1998), donde se lee lo que sigue:
ver la economía del Hijo encarnado como el sacramento de una eco-
nomía más amplia, a saber, la de la Palabra eterna de Dios que coin-
cide con la historia religiosa de la humanidad»21. 22. Cl. GEFFRÉ, «Théologie chrétienne et dialogue interreligieux»: Revue de l'Instituí
Catholique de París 38/1 (1992), pp. 63-82, aquí: p. 72.
23. B. SENÉCAL, Jésus á la rencontre de Gauíama le Bouddha, Cerf, París 1998,
21. Véase Cl. GEFFRÉ, «La singularíté du Christianisme á l'áge du pluralisme reli- p. 213.
gieux», en (J. Doré y C. Theobald [eds.]) Penser lafoi. Recherches en théologie 24. Y. RAGUIN, La salvación es para todos, Sal Terrae, Santander 1998, pp. 55-56
aujourd'hui. Mélanges offerts á Joseph Moingt, Cerf - Assas, París 1993, pp. 351- (orig. francés: Un message de salut pour íous, Vie chrétienne, París, s.f., p. 31).
369, aquí: pp. 365-366.
208 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 209

«Mientras celebramos este misterio misericordioso y vivo de Dios, de la originalidad de su carácter personal, en la mente de los primeros
somos conscientes no sólo del Espíritu de Dios "que sopla donde Padres el Lógos desempeñaba también las funciones atribuidas en el
quiere", sino también de la Palabra de Dios que habla a los pueblos a helenismo al Lógos impersonal. Pablo había hablado del significado
través de diversas manifestaciones de modos diversos (véase Hb 1,1) cósmico de Cristo. La pregunta era: ¿de qué modo ejerce el Lógos esta
y que nosotros profesamos como aquella que se encarnó en Jesús. función cósmica universal? El Lógos eterno ¿se manifestaba a todos
Reconocemos con acción de gracias que es nuestra experiencia de
Jesús encarnado lo que nos conduce al descubrimiento de las dimen- los seres humanos, o bien su conocimiento se limitaba a la tradición
siones cósmicas de la presencia y acción de la Palabra. Entendemos judeo-cristiana? Los que habían vivido antes de esta tradición o fuera
que no podemos "ni confundir ni separar" estas diversas manifesta- de ella, ¿tenían parte en él o sólo fueron partícipes quienes lo recibie-
ciones de la Palabra en la historia y en diversas culturas y religiones. ron cuando vino al mundo?
Proclamamos con alegría nuestra experiencia de la Palabra en Jesús, Se trataba de cuestiones de enorme alcance: la creación y la histo-
por una parte, y, por otra, buscamos también la manera de entrar en ria; la revelación y la encarnación; el cristianismo, las religiones y la
contacto de modo abierto y positivo con las otras manifestaciones de filosofía; la naturaleza y lo sobrenatural... en la teología del Lógos esta-
la Palabra que forman parte del único misterio divino»25. ban implicados, de una forma u otra, todos estos temas teológicos
importantes. No todos los Padres compartieron la misma aproximación
Estos diversos testimonios convergen en la afirmación de una a tales cuestiones. Pero algunos afrontaron los problemas con una
acción salvífica de la Palabra como tal también después de la encarna- mentalidad abierta y pusieron los cimientos para una teología de la his-
ción de la Palabra y después de la resurrección de Jesucristo. Hay que toria. Distinguieron varias edades del universo, que concibieron como
preguntarse si esta afirmación bíblica se prolongó en la teología de los estadios sucesivos de la automanifestación del Lógos divino: la Palabra
Padres de la Iglesia. El elemento principal que debemos tener presen- divina había actuado en el cosmos desde el principio, aunque el miste-
te a este respecto es la doctrina del Lógos spermatikós en la teología rio de su automanifestación tenía que atravesar varios periodos antes
del siglo II. de alcanzar su punto culminante en la encarnación. Éstos son los teó-
logos que nos interesan en este contexto. Concentrándonos principal-
mente en el siglo n, hay que recordar rápidamente a los siguientes: el
3. La doctrina del Lógos spermatikós filósofo Justino, el más importante de los apologetas griegos; Ireneo
en los primeros Padres de la Iglesia que, a pesar de su enorme desconfianza con respecto a la futilidad de
las especulaciones gnósticas, se convirtió, si podemos decirlo así, en el
Al comienzo de la era cristiana, el concepto de Lógos o Dabar ocupa- fundador de la teología de la historia; y, en la ciudad de Alejandría,
ba, tanto en la filosofía helenística como en el pensamiento semítico, donde nació la teología sistemática, Clemente, el primer teólogo espe-
un puesto preeminente en el pensamiento de los intelectuales. En la culativo. Todos estos Padres compartieron una visión común. No obs-
mente del filósofo helenístico, Lógos representaba un principio de inte- tante, debemos tratarlos por separado, a fin de poner mejor de relieve
ligibilidad inmanente en el mundo; para el judío remitía, como perso- sus aportaciones específicas.
nificación literaria, a la manifestación y la revelación personales de
YITWH. Cuando el Evangelio de Juan describió al hombre Jesús como a) San Justino y el Lógos sembrador
la Palabra encarnada de Dios, esto debió aparecer como una innova- En los escritos de Justino, el Lógos tiene una función cosmológica.
ción revolucionaria. El Lógos de los cristianos se presentaba como una En él se concentra la eficacia divina de la que procede el mundo. El es
«persona» distinta de YHWH y una persona divina. No obstante, a pesar la dynamis de Dios, una «Palabra energética» (loghiké dynamis), el
creador y organizador del cosmos. Se podría pensar en el alma plató-
25. Significance of Jesús Christ in the Context of Religious Pluralism in India, Final nica del mundo. No obstante, la diferencia es clara: Justino habla de la
Statement of the 2 1 s t Meeting of the Indian Theological Association, abril de existencia de la Palabra divina con Dios; todas las funciones cosmoló-
1998, en (E. D'Lima y M. Gonsalves [eds.]) What Does Jesús Christ Mean? The gicas, todas las intervenciones de Dios en el mundo, son atribuidas de
Meaningfulness of Jesús Christ amid Religious Pluralism in India, Indian manera específica al Lógos. Se trata, de hecho, del Lógos del prólogo
Theological Association, Bangalore 1999, pp. 172-186, aquí: p. 182.
210 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 211

de Juan. La función cosmológica del Lógos es, en efecto, el funda- matikoü théiou lógou], pudo hablar bien; pero es evidente que quienes
mento de la teología de la revelación de Justino. El Padre actúa a tra- en puntos muy principales se contradijeron unos a otros, no alcanzaron
vés del Hijo: todas las manifestaciones divinas en el mundo tienen una ciencia infalible ni un conocimiento irrefutable» (2 Apol. 13,2-3)
lugar a través de él. Y esto es cierto, no sólo en el acto divino de la cre- (Ruiz Bueno, p. 277; Daniélou, p. 43). Y explica: «Los escritores
ación, sino también en el de la manifestación personal de Dios. La pudieron ver sólo oscuramente [amydrós] la Verdad, gracias a la semi-
manifestación de Dios a través de su Palabra no se limita a la econo- lla [sporá] de la Palabra en ellos ingénita. Una cosa es, en efecto, la
mía cristiana. Tuvo lugar, antes de la encarnación de la Palabra, entre semilla [spérma] e imitación de algo que se da conforme a la capaci-
los judíos y los griegos: dondequiera que hubo personas que vivieron dad, y otra la realidad misma, cuya participación e imitación se da,
conforme a la Palabra y merecieron el nombre de cristianos. Escribe según la gracia que de aquél también procede» (2 Apol. 13,4-6) (Ruiz
Justino: Bueno, p. 277; Daniélou, p. 44).
«Cristo es el primogénito de Dios, su Palabra [Lógos], de la que todo Si intentamos poner un poco de orden en estas ideas, el pensa-
el género humano ha participado [metéchein] [...]. Y así, quienes miento de Justino se puede resumir en los siguientes puntos:
vivieron conforme a la Palabra son cristianos, aun cuando fueron
tenidos por ateos, como sucedió entre los griegos con Sócrates y 1. Existen tres clases de conocimiento religioso: el de las naciones, el
Heráclito y otros semejantes, y entre los bárbaros [= los hebreos] con judío y el cristiano.
Abrahán, Ananías, Azarías, Misael, Elias y otros muchos cuyos 2. La única fuente de todo el conocimiento religioso, en cualquiera de
hechos y nombres, que sería largo enumerar, omitimos por ahora. De sus clases, es el Lógos.
suerte que también los que antes vivieron contrariamente a la Palabra
se hicieron inútiles, enemigos de Cristo y asesinos de los discípulos 3. La diferencia entre las diferentes clases de conocimiento religioso
de la Palabra. Mas los que han vivido o viven según la Palabra son corresponde a varias formas de participación en el Lógos, cuya
cristianos y no saben de miedo ni turbación» (1 Apol. 46,l-4)26 (Ruiz intervención, que se extiende a todo el cosmos y a todos los seres
Bueno, pp. 232-233; Daniélou, pp. 42-43). humanos, se hizo más incisiva en Israel y se completó sólo con la
llegada de Cristo en la carne.
Habría que citar muchos textos, pero esto no es posible. He aquí
4. Todas las personas que han conocido la Verdad y que han vivido
algunos más claros: «Nuestra doctrina [de la Iglesia] supera toda doc-
rectamente son cristianas, en la medida en que han participado y
trina humana, porque nosotros tenemos la Palabra entera, que es
vivido conforme al Lógos, que es toda la Verdad.
Cristo, aparecido por nosotros, cuerpo, palabra y alma [soma, lógos,
psyché]. Todos los principios justos que los filósofos y los legisladores La clave de todo el sistema está en la participación diferenciada en
han descubierto y expresado los deben a lo que han encontrado y con- el Lógos: todos participan en él, pero mientras que los otros han reci-
templado parcialmente [katá meros] de la Palabra. Como no han cono- bido de él sólo parcialmente (apó meros), a nosotros, a quienes se nos
cido a la Palabra entera, que es Cristo, se contradijeron también con ha revelado la Palabra en su encarnación, se nos ha dado su manifesta-
frecuencia unos a otros» (2 Apol. 10,1-3) (Ruiz Bueno, p. 272; Danié- ción completa. En todas las personas se puede encontrar una semilla de
lou, p. 43). Y también: «No porque las doctrinas de Platón sean ajenas la Palabra (spérma toü lógou), porque el Lógos sembrador (sperma-
a Cristo, sino porque no son del todo semejantes, como tampoco las de tikós Lógos) siembra en todos; pero sólo a nosotros se nos ha revelado
los otros filósofos estoicos, por ejemplo, poetas e historiadores. En el Lógos en toda su integridad. No hay que vaciar de su verdadero sig-
efecto, cada uno de ellos, viendo parcialmente [katá meros] lo que está nificado las palabras de Justino. El Lógos que él atribuye a todos no es
emparentado con la Palabra divina y fue sembrado por ella [toü sper- un «producto de la razón humana», sino una participación en la perso-
na de la Palabra, de la que deriva toda verdad, aunque sea parcial e
26. Todas las citas de Justino están tomadas de D. Ruiz BUENO (ed.), Padres incierta: aquello de lo que todos hemos participado es «la dynamis del
Apologistas griegos (siglo n), BAC, Madrid 1954 [en algún caso se ha corregido Padre inefable y no un producto de la razón humana» (2 Apol. 10,8).
esta versión y se ha adaptado a la traducción de J. DANIÉLOU, Message évangéli- Daniélou escribe con precisión: «No hay ningún esbozo en él de un
que et culture hellénistique, Desclée,Toumai 1961]. orden de verdad natural que sería el objeto de la razón y de un orden
212 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 213

de verdad sobrenatural que sería objeto de la revelación, sino que hay Dios es el hombre viviente; y la vida del hombre es la visión de Dios.
un conocimiento oscuro y un conocimiento claro de la única Verdad Si la manifestación de Dios por la creación da vida en la tierra a todos
que es la Palabra»27. Las implicaciones de los textos citados son claras: los vivientes, mucho más la manifestación por el Verbo del Padre da
toda posesión de la verdad religiosa y todo comportamiento justo deri- vida a aquellos que contemplan a Dios» (Adv, Haer. 4,20,6-7)28.
van, quienquiera que sea el protagonista, de una manifestación perso- En este denso texto se encuentra resumida toda la teología de
nal de la Palabra eterna cuya manifestación completa es la encarna- Ireneo: la filantropía divina que crea a los seres humanos para que pue-
ción. El cristianismo existe más allá de sus límites visibles y antes de dan vivir; la economía de las manifestaciones divinas a través del
su aparición histórica, pero hasta la encamación es fragmentario y Lógos que, presente en la creación desde el principio, revela progresi-
ambiguo, y está escondido e incluso mezclado con el error. Podríamos vamente al Padre. El principio fundamental de esta teología es Visibile
preguntarnos si ésta no es ya -prescindiendo de la expresión- la teolo- Patris Filius («El Hijo es lo visible del Padre»): no es exactamente el
gía del «cristianismo anónimo» dieciocho siglos antes de K. Rahner. signo sacramental del Padre -pues Ireneo no piensa sólo en la Palabra
encarnada-, sino, en sentido más general, la manifestación, visible o
b) San Ireneo y la Palabra reveladora invisible, la revelación, la cognoscibilidad del Padre. En sí mismo, el
Ireneo puede ser considerado el fundador de la teología de la his- Padre es, y permanece a través de todas las economías, como el des-
toria. No se limitó a sacar a la luz el significado histórico de las eco- conocido; pero se manifiesta en el Hijo: Invisibile etenim Filii Pater,
nomías mosaica y cristiana, sino que incorporó la economía premosai- visibile autem Patris Filius [«Pues lo invisible del Hijo es el Padre, y
ca dentro de la historia de la salvación, creando el espacio para un lo visible del Padre es el Hijo»] (Adv. Haer. 4,6,6). Ireneo, que no se
valor salvífico de las religiones prebíblicas. Ireneo organiza sistemáti- cansa nunca de comentar Jn 1,18 y el logion «joánico» de Mateo
camente su teología de la historia en torno a su idea del Lógos revela- (11,27) (véase, por ejemplo, Adv. Haer. 4,6-7), explica que todas las
dor. En un pasaje, por lo demás bien conocido, se contiene de forma manifestaciones divinas tienen lugar a través del Lógos: «"Por el Hijo
condensada toda su teología: que está en el Padre y tiene en sí al Padre" [Jn 14,10-11] se ha mani-
festado Dios aquel que es [véase Ex 3,8], al dar testimonio, como
«Puesto que es Dios quien obra todo en todos, el saber cómo o cuan
grande sea, es invisible e inefable para todas sus criaturas; mas no es Padre, del Hijo [Mt 16,17; Jn 5,37], mientras el Hijo anuncia al Padre
en modo alguno desconocido: pues todas ellas aprenden por el Verbo [Mt 11,27; Jn 11,41-42]» (Adv. Haer. 3,6,2). La primera de estas mani-
que hay un Dios Padre, que contiene todas las cosas y a todas les da festaciones divmas es la misma creación. Es ya una revelación del
el ser, como está escrito en el Evangelio: "Nadie vio jamás a Dios; el Lógos, ya que la misma creación es una manifestación divina: per con-
Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revela- ditionem ostensio Dei (Adv. Haer. 4,20,7); y todas las manifestaciones
do" [Jn 1,18]. El Hijo habla del Padre desde el principio, porque divinas son manifestaciones del Lógos:
desde el principio está con el Padre, y comunica al género humano,
para su utilidad, las visiones proféticas, la repartición de los carismas «Pues el Hijo, en servicio del Padre, lleva todas las cosas a su per-
y sus ministerios, y en forma continuada y al mismo tiempo la glori- fección, a partir de la creación hasta el final, y sin él nadie es capaz
ficación del Padre, en el tiempo oportuno [...]. Por eso el Verbo fue de conocer a Dios. Pues el Hijo es el conocimiento del Padre [agni-
hecho dispensador de la gracia del Padre para utilidad de los hom- tio enim Patri Filius], y el Padre es quien revela el conocimiento del
ares, por los cuales ordenó toda[s] estafs] economía[s] [dispensatio- Hijo, y lo hace por medio del Hijo mismo. Por eso el Señor decía:
nes = oikonomías], para mostrar a Dios a los hombres y presentar el "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el
hombre a Dios. De esta manera custodió la invisibilidad del Padre, Hijo y aquel a quien su Hijo se lo quiera revelar" [revelaverif. Mt
por una parte para que el hombre nunca despreciase a Dios y para que 11,27; Le 10,22]. "Se lo quiera revelar" no sólo se refiere al tiempo
siempre tuviese en qué progresar; y por otra parte para revelar a Dios futuro, como si el Hijo hubiera comenzado a revelar al Padre única-
a los hombres, mediante una rica economía, a fin de que el hombre
no cesase de existir faltándole Dios enteramente. Porque la gloria de 28. Las citas de Adversas haereses se toman de IRENEO DE LYON, Contra los herejes.
Exposición y refutación de la falsa gnosis, ed. de Carlos Ignacio González,
Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, Perú 2000.
27. IANIÉLOU, Message évangélique et culture hellénistique, op. cit., p. 46.
LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 215
214 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

mente cuando nació de María, sino que, en general, se refiere a todo acontecimientos tipológicos del Antiguo Testamento, ¿no queda por
el tiempo. Desde el principio el Hijo da asistencia a su propia creatu- ello gravemente herida la novedad de su venida en la carne? La res-
ra, revelando a todos al Padre, según el Padre quiere, cuando quiere puesta es negativa, porque queda toda la diferencia entre Cristo anun-
y como quiere. Por ello en todo y por todo uno solones el Padre, uno ciado y Cristo dado. Ireneo escribe: «Sabed que aportó consigo toda la
el Verbo y uno el Espíritu, así como la salvación es una sola para novedad que había sido anunciada [omnen novitatem attulit seipsum
todos los que creen en él» (Adv. Haer. 4,6,7). afferens], que había sido anunciado» (Adv. Haer. 4,34,1). Ireneo no
duda en modo alguno que el Lógos se hizo desde el principio presente
Ireneo encuentra en el orden mismo de la creación una manifesta-
a la humanidad por su universal función reveladora; las Logo-fanías
ción histórica y personal del Lógos. En su visión, el conocimiento que
del Antiguo Testamento son para él auténticas anticipaciones de la
la persona humana tiene de Dios es ya una respuesta a una iniciativa
Cristo-fanía. No obstante, la manifestación humana de Cristo que tuvo
personal de Dios como persona infinita que se dirige misericordiosa-
lugar una vez para siempre en el espacio y en el tiempo constituye a su
mente a nosotros. En todo caso, tal encuentro es un encuentro con el
juicio una amplia garantía de la novedad del cristianismo histórico. En
Lagos: de hecho, a través de la creación el Lógos habla a las personas.
efecto, si en la economía antigua el Lógos era en un cierto sentido ya
En otras palabras, el propio orden de la creación es parte de la mani-
visible -visible a la mente, en la medida en que es la revelación, la
festación histórica y personal de Dios. Escribe Ireneo: «En efecto, el
manifestación del Padre (visibile Patris)-, a los ojos de la carne se hizo
Verbo revela a Dios creador por medio de la misma creación, al Hace-
visible sólo a través de su llegada en la carne. Ireneo distingue dos
dor del mundo por medio del mundo, al artista Plasmador por medio
modos de visibilidad de la Palabra, que se corresponden mutuamente
de los seres plasmados, y por medio del Hijo al Padre que engendró al
en el sentido de que aquel a cuya naturaleza corresponde manifestar al
Hijo» (Adv. Haer. 4,6,6).
Padre a las mentes de las personas, lo muestra, una vez encarnado, a
La revelación del Padre por parte del Hijo constituye una economía
sus ojos. No obstante, las dos manifestaciones siguen siendo esencial-
permanente. El orden de la creación es sólo la primera fase de la mani-
mente distintas. Pues si el Lógos revela al Padre desde el principio,
festación de Dios a través del Lógos. Dicha fase va seguida por las eco-
mediante su encarnación se hace -si usamos una terminología moder-
nomías judía y cristiana. Después de haber considerado la creación,
na- el «sacramento del encuentro con Dios». El Cristo histórico es una
Ireneo escribe: «Así también por medio de los profetas el Verbo se pre-
Logo-fanía sacramental. La asunción de la carne humana constituye la
dicó a sí mismo y al Padre. También en este caso todos oyeron lo
misión decisiva del Hijo, la cima de la manifestación del Padre a tra-
mismo, pero no todos creyeron igualmente. Y, finalmente, el Padre se
vés de la visibilidad del Lógos.
manifestó en su Verbo hecho visible y palpable: todos vieron al Padre
en el Hijo, aunque no todos creyeron en él. Pues lo invisible del Hijo
es el Padre, y lo visible del Padre es el Hijo» {Adv. Haer. 4,6,6). Ireneo c) Clemente de Alejandría y el Lógos de la alianza
atribuye inequívocamente al Lógos la automanifestación de Dios en la La primera característica que distingue la teología de la Palabra de
economía antigua. Todas las teofanías del Antiguo Testamento se apli- Clemente es el acento que pone en el término Lógos. El principio fun-
can a la Palabra: son teofanías en la medida en que son Logo-fanías. damental de su cristología sigue siendo el de Ireneo: toda manifesta-
Usando las expresiones del mismo Ireneo, diríamos que la Palabra ción personal del Padre tiene lugar a través del Lógos: «Compren-
estaba «presente en las», «descendió a las» o «atravesó las» economí- demos al Desconocido sólo por la gracia divina y por el Lógos que pro-
as veterotestamentarias; en las teofanías estaba presente preparando su cede de él» (Stro. 5,12)29. Más exactamente, Clemente distingue en el
venida futura en la carne. Padre lo que es totalmente incognoscible y lo que puede ser conocido
En efecto, cabe preguntar si la teología de la revelación universal una vez que se ha manifestado en el Hijo (véase Excerpta 23,5). Pero
de la Palabra, expuesta por Ireneo de forma tan brillante, muestra sufi-
ciente conciencia del significado único e insustituible de su venida en
29. Las citas de Stromata están tomadas de CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, Stromata, en
la carne. Si la historia de Israel está ya llena de las intervenciones per- The Ante-Nicene Fathers, vol. 2, A. Roberts y J. Donalson (eds.), Eerdmans,
sonales de la Palabra, ¿qué sucede con el ephápax del acontecimiento Grand Rapids (Mich.) 1979, (ANF 2), aquí: ANF 2, p. 464 (ed. cast.: Stromata I,
Cristo? Si la Palabra anticipa de alguna forma su encarnación en los Ciudad Nueva, Madrid 1996; Stromata ll-III, Ciudad Nueva, Madrid 1998).
216 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 217

hay que mencionar una diferencia significativa: mientras que al pare- dignidad» (Stro. 1,15). Esto equivale a afirmar, junto con la presencia
cer Justino e Ireneo atribuyen todo conocimiento de Dios a la acción de una verdad cristiana parcial en la tradición budista y en la tradición
de la Palabra divina, Clemente distingue dos niveles diferentes. Un hindú, un significado positivo de tales tradiciones en la historia de la
conocimiento común y elemental de Dios se puede conseguir median- salvación.
te el uso de la razón (lógos, que indica aquí la razón humana); tal cono- Antes de los Stromata, Clemente había escrito el Protréptico (Ex-
cimiento es accesible a todos los seres humanos y es llamado natural: hortación a los paganos), donde había elaborado una teología logocén-
«Siempre y en todos los hombres dotados de sentido hubo una mani- trica, afirmando que el Lógos activo en el judaismo, y también en lo
festación natural [physiké's] del único Dios omnipotente» (Stro. 5,13). mejor que ofrecían los filósofos y los poetas griegos, era el mismo
En un nivel diferente, es la acción personal del Lógos la que introduce Lógos que se había encarnado en Jesucristo. Clemente subraya, como
a las personas en los secretos de Dios, de otro modo inaccesibles. había hecho Ireneo antes que él, la identidad entre el Logoí-todavía-
¿Hasta dónde se extiende tal acción? Más allá de los límites de la tra- no-encarnado y el Logcs-hecho-carne, afirmando al mismo tiempo la
dición judeo-cristiana, porque el mundo «pagano» tuvo sus profetas. total novedad introducida por la encarnación de la Palabra, comparada
La filosofía de los griegos -término que hay que entender en la densa con sus manifestaciones anteriores a la humanidad. La percepción que
acepción de Clemente, es decir, incluyendo la sabiduría y la religiosi- los filósofos tuvieron de la verdad por medio del Lógos seguía siendo
dad humanas- atestigua la concesión de una especial asistencia divina. todavía parcial; es en Jesucristo, el Lógos encarnado, donde la verdad
La filosofía viene de Dios; para el mundo griego constituye una eco- sobre Dios se revela plenamente a los seres humanos, como también la
nomía divina diversa, si no igual, bajo cualquier aspecto, que la eco- vida verdadera en Dios, el cual, a través de su Palabra-hecha-carne,
nomía judía de la Ley. Ambas fueron pensadas por Dios para llevar a comparte con nosotros su mcorruptibilidad e inmortalidad. Para Cle-
las personas a Cristo. En efecto, la filosofía había sido para los griegos mente, «la Palabra del Padre, la luz benigna, el Señor que nos trae la
un instrumento de salvación que Dios les había dado. Clemente no luz, la fe y la salvación para todos» (Protrept. 8,80) actuó en todas par-
duda en definir la filosofía como alianza (diatheké) concluida por Dios tes, llevando la luz y la verdad. El Lógos es «la luz de los hombres»
con las personas, y como plataforma (hypobáthra) hacia la filosofía de (Protrept. 9,84); «no está escondido para nadie. Es la luz de todos, ilu-
Cristo. Escribe: «Ciertamente no nos equivocaremos si, hablando en mina a todos los hombres» (Protrept. 9, 88). Cualquiera que fuera la
general, decimos que Dios nos ha dado todas las cosas necesarias y úti- manifestación de la Palabra que hubo en la verdad percibida por los
les para la vida y, mejor, que la filosofía fue dada a los griegos como filósofos, sigue siendo cierto que la plenitud de la manifestación de
una alianza (diatheké) propia, que sirviese de base (hypobáthra) para Dios en su Palabra se encuentra en Jesucristo, la Palabra hecha hom-
la filosofía cristiana» (Stro. 6,8). bre. Escribe Clemente: la Palabra de Dios «se hizo hombre, para que
Pero, como en el caso de la misma Ley judía, la filosofía tuvo la también tú, en cuanto hombre, aprendas cómo un hombre puede llegar
función de servir de transición. Después de haber preparado a las per- un día a ser dios» (Protrept. 1,8)30.
sonas para la venida de Cristo, tiene que ceder el paso a éste; al igual
que una lámpara pierde su razón de ser cuando ha salido el sol, así tam- d) Interpretación de la teología del Lógos de los Padres
bién la filosofía cuando ha venido Cristo (Stro. 5,5). La filosofía es un En la teología del Lógos de los primeros Padres de la Iglesia no fal-
conocimiento parcial, sólo Cristo es la verdad entera. Lo que, según tan cuestiones de difícil interpretación. En este estudio no podemos
Clemente, vale para la filosofía griega, es cierto afortiori para las sabi- abordarlas todas. Ahora bien, hay una pregunta que se impone aquí
durías orientales. Los auténticos guías de la humanidad son los anti- especialmente a nuestra atención en el contexto de la presente investi-
guos filósofos que, verdaderamente inspirados por Dios e influidos por gación. El Lógos que, en las obras de los tres autores citados, está pre-
el Lógos, enseñaron las verdades divinas a las naciones. Clemente cita, sente en todas partes entre los humanos, ¿se remonta al lógos inma-
entre otros: «...los gimnosofistas de India y los otros filósofos no grie- nente o «razón» de la stoa y de Filón de Alejandría? ¿O hay que iden-
gos. Y éstos son de dos categorías: los llamados sarmanes y los brah-
manes!...]. Entre todos los habitantes de India hay quienes obedecen 30. Las citas están tomadas de CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, Protréptico, ed. de María
las prescripciones de Buda. A éste le honran como dios por su extrema Consolación Isart Hernández, Gredos, Madrid, 1994.
218 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 219

tifícarlo con la Palabra de Dios del prólogo del Evangelio de Juan, pre- el evangelio» (praeparatio evangélica). Clemente escribe explícita-
sente y activa en toda la historia humana y finalmente encarnada en mente que la filosofía había sido dada a los griegos como bien prima-
Jesucristo? La respuesta a estas cuestiones tiene consecuencias impor- rio, «antes de llamarles también a ellos mismos el Señor, ya que tam-
tantes para la teología propuesta por los tres autores. Si resulta correc- bién la filosofía educaba [epaidagógei] a los griegos, al igual que la
ta la primera interpretación, todo lo que se puede leer en los textos es Ley a los judíos, hacia Cristo» (Strom. 1,5,3). Pero el valor de la
la consecución de una verdad «natural» mediante el uso filosófico de Sabiduría griega como «educadora» hacia el evangelio, ¿se agotó con
la razón. En cambio, si es correcta la segunda, lo que se afirma es una el acontecimiento histórico de Jesucristo? ¿O continúa también des-
presencia y una acción universal del Lógos inmanente de Dios en la pués, hasta el tiempo en que los individuos concretos son interpelados
historia humana; se trataría entonces de una referencia, a través del personalmente por el mensaje cristiano? Parece que se debe sostener la
prólogo del cuarto Evangelio, a la «personificación literaria» de la segunda interpretación. Según nuestros autores, la filosofía griega y
Palabra de Dios (dábár), que en el Antiguo Testamento indicaba a Dios otros tipos análogos de sabiduría concedidos a los humanos por la
mismo -por el hecho de que se manifestaba en la historia con obras y Palabra de Dios no habían perdido su papel en la economía de la sal-
palabras- y en el Nuevo Testamento es puesta en relación con la per- vación, ni siquiera después de la venida histórica del Señor: su papel
sona de la Palabra que está eternamente «junto a Dios» y está presen- providencial duraba mientras los individuos fueran interpelados direc-
te y actúa a través de toda la historia de la salvación. tamente por el mensaje cristiano.
Por lo demás, esta cuestión no puede recibir una respuesta unilate- Pero sigue planteada la cuestión decisiva del significado teológico
ral. Ya el prólogo del Evangelio de Juan introduce en su concepción de de la pedagogía divina precristiana y procristiana que actúa a través del
la Palabra de Dios activa en la historia características del Lógos de la Lógos, en relación con la concesión de la vida y la gracia divina fuera
filosofía estoica; los primeros Padres de la Iglesia continuaron hacién- de los límites del rebaño cristiano, tanto antes como después del acon-
dolo. Dieron, pues, al Lógos un significado complejo, pues concibie- tecimiento Cristo. Contra las interpretaciones según las cuales existe la
ron la Palabra de Dios como principio de inteligibilidad de la creación, idea de una diferencia «cualitativa» entre la justificación precristiana y
del mundo y de la historia. Pero ellos atribuyen esta función al Lógos la gracia cristiana -que se debe entender en el sentido de que en la pri-
personal presente en el misterio divino y activo a través de toda la his- mera no está la presencia inmanente del Espíritu Santo que caracteriza
toria, de la que habla el prólogo de Juan. De esta manera los Padres a la gracia del Nuevo Testamento- hay que decir que, si bien es cierto
combinaban valerosamente el concepto estoico de la razón inmanente que la gracia divina es en toda situación histórica la autodonación del
en el universo con la tradición bíblica de la Palabra que sembró sus Dios uno y trino, debe ser sustancialmente idéntica en todos los casos.
semillas entre los hombres. De este modo nos invitan a afirmar una De hecho, la diferencia entre los dos «regímenes» de la autocomuni-
presencia de la Palabra de Dios a los hombres fuera de la tradición cación de Dios en la gracia, tanto antes como después del aconteci-
judeo-cristiana. miento Cristo, consiste en la intervención en el segundo caso de la
Pero es necesario también preguntarse qué importancia teológica humanidad glorificada de Jesucristo como canal universal de la gracia
atribuían nuestros autores a la influencia del Lógos divino fuera de la mediante la resurrección de entre los muertos y, por tanto, como canal
economía cristiana, en la sabiduría griega y en otras partes. Además, de la comunicación, a través de ella, de la inhabitación del Espíritu.
hay que preguntar si tal eficacia la referían exclusivamente a los tiem- Todo esto hace ver la importancia y la relevancia actual de la pri-
pos precristianos o si, por el contrario, se podía ver como una exten- mera teología del Lógos divino, tanto en la Biblia como en la primera
sión del periodo siguiente al acontecimiento Cristo. En este último tradición, para una teología abierta de las religiones en la que se pueda
caso, ¿qué valor tenía la presencia activa de la Palabra de Dios entre las afirmar la presencia y la acción universal del Lógos de Dios en las per-
personas humanas en función de la concesión de la gracia divina y de sonas pertenecientes a otras tradiciones religiosas y en las mismas tra-
la justificación por la fe? Es cierto que los Padres consideraban la pre- diciones. El Lógos de Dios ha sembrado sus semillas a través de toda
sencia activa del Lógos en la época precristiana como una «pedagogía» la historia de la humanidad y continúa sembrándolas hoy fuera de la
divina de las cosas futuras, o bien -empleando la expresión posterior- tradición cristiana. Existe, por tanto, una acción iluminadora y salvífi-
mente utilizada por Eusebio de Cesárea- como una «preparación para ca del Lógos también después de la encarnación de la Palabra y la resu-
220 LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 221
EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

rrección de Jesucristo, que hace que se pueda descubrir un valor posi- torno a tres palabras: separación, distinción, identificación. No hay que
tivo de las religiones del mundo en el orden de la salvación según el identificar ni separar la acción universal de la Palabra y el aconteci-
plan divino para la humanidad. La teología de la Palabra que siembra miento histórico Jesucristo; con todo, siguen siendo distintos. Hay que
sus semillas es de por sí capaz de conducir hacia una teología de la his- armonizar estos dos elementos entre sí en el plan divino para la huma-
toria de la salvación y de las religiones del mundo en su relación con nidad. Si bien es cierto que la actividad de la Palabra sobrepasa los
el acontecimiento Cristo en el que culmina la automanifestación de límites de espacio y tiempo y, por tanto, no puede quedar reducida, a
Dios a la humanidad. modo de identificación indebida, con la existencia histórica de Jesu-
Hay que lamentar el hecho de que a través de los siglos la teología cristo, también es igualmente cierto que la inserción personal de la
haya perdido el significado profundo de la teología de la Palabra sem- Palabra de Dios en la historia de la humanidad a través del misterio de
bradora, reduciendo varias veces el significado de su presencia univer- la encarnación tiene, en el desarrollo de la historia de la salvación, un
sal a la posibilidad innata en todos los hombres de alguna suerte de significado «constitutivo» de salvación totalmente inaudito.
conocimiento natural de Dios. De este modo, se perdía una fuente rica Ciertamente es necesario afirmar, siguiendo el prólogo de Juan,
en valoraciones positivas de las tradiciones religiosas fuera de la tradi- una presencia universal de la Palabra antes de su encarnación en
ción judeo-cristiana. Las «semillas de la Palabra» quedaban reducidas Jesucristo (Jn 1,1-4). Él era «la luz verdadera que ilumina a todo hom-
a dones de la naturaleza humana «capaz de Dios», sin que indicasen ya bre» viniendo a este mundo (Jn 1,9). No obstante, esta presencia y esta
la presencia y la acción universal de la Palabra de Dios como autoco- acción anticipada de la Palabra antes de la encarnación -las cuales con-
municación personal de Dios a los hombres. El concilio Vaticano II tinúan también después de la encarnación- no impiden al Nuevo
hizo suya la expresión patrística de las «semillas de la Palabra» pre- Testamento ver en la Palabra-encarnada, de la que también se habla en
sentes en las otras tradiciones religiosas (véase Ad gentes 11,15), pero el prólogo del Evangelio de Juan (1,14), al Salvador universal de la
sin indicar nunca qué significado había que dar a la expresión tradi- humanidad, el único Mediador entre Dios y los hombres (véase 1 Tm
cional. ¿Se trata de algo que pertenece a la naturaleza o bien de dones 2,5). El cristianismo ha interpretado tradicionalmente estos datos en el
personales de Dios a través de su Palabra? La ambigüedad que persis- sentido de que, cualesquiera que sean las manifestaciones divinas a tra-
te en relación con el significado entendido hace que no se pueda atri- vés de la Palabra como tal, el acontecimiento Jesucristo sigue siendo
buir con seguridad al concilio -como indicamos anteriormente- la idea el punto culminante del designio de Dios para la humanidad y de la
de un significado positivo de las tradiciones religiosas en el orden de historia a través de la cual tal designio se está desarrollando. La
la salvación de sus miembros. La tarea de la reflexión teológica pos- Palabra como tal y la Palabra encarnada pertenecen juntas a una única
conciliar consistió en desarrollar tal valoración positiva de las religio- historia de la salvación. Logocentrismo y cristocentrismo no se con-
nes, al menos en parte a través de un redescubrimiento de la teología traponen entre sí; se reclaman mutuamente en una sola economía. Esto
de la Palabra de Dios umversalmente presente y activa. Queda por es lo que debemos mostrar con más claridad.
mostrar, en la segunda parte de este capítulo, de qué manera tal acción
universal de la Palabra de Dios se combina, en el único plan divino
para la humanidad, con el acontecimiento histórico Jesucristo en el que 1. Centralidad del acontecimiento Jesucristo
culmina la historia del compromiso personal de Dios en relación con
los hombres. Hay que cimentar la unicidad y la universalidad salvífica constitutiva
del acontecimiento Jesucristo sobre la identidad personal de Hijo de
Dios. La cristología de los años recientes ha mostrado con razón -lo
II. Universalidad de la Palabra hemos recordado anteriormente- que el punto de partida del discurso
y centralidad del acontecimiento Jesucristo cristológico debe ser la realidad humana o, mejor dicho, la experiencia
Queda, pues, por mostrar que entre la presencia universal y activa de humana histórica de Jesús de Nazaret. Por tanto, siguiendo el desarro-
la Palabra de Dios y el significado salvífico único del acontecimiento llo que obraba ya en la reflexión cristológica del Nuevo Testamento, la
histórico Jesucristo no hay contradicción. Toda esta cuestión gira en cristología debe partir desde «abajo», no desde «arriba», es decir, de la
222 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 223

persona de la Palabra preexistente en el misterio de Dios. Pero también nidad de Jesús en la persona divina de la Palabra. Tal unión se realiza
es verdad que, para ser integral y completa, la cristología desde abajo independientemente del estado, ya sea kenótico o glorificado, del sef
debe conducir, a través del dinamismo intrínseco propio de la fe, hacia humano de Jesús. Es verdad que la transición del estado kenótico al
una cristología desde arriba, es decir, una cristología que no se deten- glorificado implica una transformación verdadera y profunda de todo
ga en el ser humano de Jesús en el que «Dios está presente y actúa» el ser humano de Jesús. Pero en ambas situaciones se trata igualmente
(véase Hch 2,22), sino que suba, si nos atenemos a la reflexión cristo- de la humanidad de la Palabra de Dios encarnada. Tal humanidad
lógica joánica, hacia el misterio de la persona de la Palabra de Dios comienza a existir en el tiempo con el misterio de la encarnación,
preexistente, que se hizo hombre en Jesucristo (Jn 1,1-14). estando sometida al condicionamiento del tiempo y del espacio; pero
Es preciso afirmar claramente que ninguna otra consideración, perdura más allá de la muerte en el estado glorificado y resucitado, una
fuera de la identidad personal de Jesucristo, como Hijo unigénito de vez que se ha convertido ya en «metahistórica» o «trans-histórica», es
Dios, puede ofrecer a su unicidad y universalidad salvífica un funda- decir, por encima del condicionamiento del tiempo y del espacio. Tal
mento teológico adecuado. Los valores evangélicos que sostiene, el transformación real hace que el significado salvífico del acontecimien-
reino de Dios que anuncia, el proyecto o «programa» humano que pro- to Cristo y del misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús
pone, su opción por los pobres y los marginados, su denuncia de la siga siendo actual a través de todos los lugares y todos los tiempos.
injusticia, su mensaje de amor universal: todo esto contribuye induda- A esta Palabra de Dios encarnada en Jesucristo atribuye la teología
blemente a la diferencia y la especificidad de la personalidad de Jesús; paulina y postpaulina la «primacía» en el designio divino para la
pero nada de todo esto podría desempeñar el papel determinante para humanidad, tanto en el orden de la creación como en el de la re-crea-
hacerlo - o reconocerlo como- constitutivamente único para la salva- ción. Según los signos cristológicos de las cartas a los Efesios (1,3-14)
ción humana. El fundamento teológico del significado único del acon- y a los Colosenses (1,15-20), Jesucristo se encuentra en el centro del
tecimiento Jesucristo está, por tanto, en el hecho de que, a través del pensamiento divino eterno para la humanidad y el mundo. Dios no ha
misterio de la encarnación, la Palabra de Dios se introdujo, de una vez pensado jamás ni el mundo ni la humanidad sin que fuesen queridos en
para siempre (ephápax), personalmente en la realidad humana y en la su Palabra que se había de encarnar, a la que, por tanto, pertenece la
historia del mundo. A través de ella Dios ha instaurado con toda la primacía en los dos órdenes (el de la creación y el de la re-creación).
humanidad un vínculo de unión ya indisoluble. Como dice la constitu- En él hemos sido «elegidos antes de la creación del mundo» (Ef 1,4),
ción Gaudium et spes del concilio Vaticano II: «El Hijo de Dios con su predestinados a ser sus hijos adoptivos (1,5) según su «designio de
encamación se ha unido en cierto modo con todo hombre» (n. 22). La recapitular [anakephalaiósasthai] en Cristo todas las cosas» (1,10).
encarnación representa el modo más profundo, más inmanente, con el «Pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud [pleróma] y
que Dios se ha comprometido personalmente con la humanidad en la reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la
historia. De ello se sigue que el acontecimiento Jesucristo en su totali- sangre de su cruz, los seres de la tierra y de los cielos» (Col 1,19-20),
dad, desde la encarnación a la resurrección y glorificación, sella el Jesucristo se encuentra eternamente en el centro de la intención de
pacto decisivo que Dios concluye con la humanidad. Él es y permane- Dios en su acto de la creación del mundo.
ce a lo largo de toda la historia como el sacramento, el sello del pacto. A pesar de todo esto sigue siendo cierto que el acontecimiento his-
Por ello el acontecimiento Jesucristo tiene, en la historia de la salva- tórico Jesucristo, de por sí y por necesidad, es particular y está cir-
ción, un puesto único, insustituible. Es ciertamente elemento constitu- cunscrito por límites en el espacio y en el tiempo. La existencia huma-
tivo del misterio de la salvación para toda la humanidad. na de Jesús pertenece a un tiempo y un lugar precisos; el misterio
mismo de la resurrección es un acontecimiento inscrito puntualmente
Es preciso, por tanto, afirmar ante todo claramente la identidad per-
en la historia, aunque introduzca al ser humano de Jesús en una condi-
sonal entre la Palabra de Dios y Jesucristo. Jesucristo no es sino la
ción «metahistórica». Y, si bien es cierto que en el estado glorificado
Palabra de Dios que se hizo hombre en la historia humana. Por consi-
del Resucitado el acontecimiento histórico salvífico se hace presente y
guiente, no se puede establecer jamás entre ellos una separación tal que
actual para todos los tiempos y lugares, también sigue siendo igual-
niegue la identidad personal. Éste es justamente el significado esencial
mente verdadero que tal acontecimiento de por sí no agota -ni puede
del misterio de la «unión hipostática», esto es, de la unión de la huma-
LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 225
224 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

espesor, ni el mismo valor y significado. Pero todas ellas son Logo-


agotar- el poder revelador y sal vírico de la Palabra de Dios. Así como
fanías, en el sentido de manifestaciones de Dios a través de su Palabra.
no se puede separar jamás al ser humano de Jesús de la persona de la
Ireneo, como hemos recordado antes, podía ver toda la economía de la
Palabra de Dios, tampoco es posible identificarlos recíprocamente,
salvación como realidad compuesta de varias manifestaciones divinas
pues las dos naturalezas siguen siendo distintas en la unión personal.
a través de la Palabra; pero seguía siendo verdad que la encarnación de
Así pues, hay que entender correctamente el modo en que los pri- la Palabra en Jesucristo implicaba «algo totalmente nuevo» [omnem
meros Padres hablaban cuando afirmaban que en la encarnación se nos novitatem attulit seipsum afferens] (Adv. Haer. 4,34,1), debido a su
había manifestado la «integridad» de la Palabra. Sirve de ejemplo san venida personal en la carne.
Justino, donde, como hemos recordado antes, escribe que, mientras en
Esto significa que la acción salvífica de Dios, que obra siempre en
otro lugar, es decir, fuera de la encarnación, la Palabra fue comunicada
el marco de un designio unitario, es única y al mismo tiempo presenta
«parcialmente» (katá meros), en Jesucristo «toda la Palabra se ha apa-
diversas facetas. No prescinde nunca del acontecimiento Cristo, en el
recido a nosotros» (2 Apol. 8,1). Es indudable que la Palabra se había
que encuentra su máxima densidad histórica. No obstante, la acción de
manifestado en Jesucristo del modo más completo posible en la histo-
la Palabra de Dios no está exclusivamente vinculada al hecho de que
ria o, mejor dicho, en el modo más profundamente humano que se
en la historia se hizo hombre en Jesucristo. La mediación de la gracia
pueda jamás concebir y, por tanto, en el más adecuado a nuestra natu-
salvífica de Dios a la humanidad asume dimensiones diferentes que
raleza humana. Pero, paradójicamente, tal modo más humano de auto-
deben ser combinadas e integradas entre sí.
manifestación implicaba de por sí los propios límites y las propias
imperfecciones. La Palabra de Dios está más allá de cuanto pueda El acontecimiento Cristo, aun cuando presente y realizado inclusi-
manifestar y revelar de ella el ser humano de Jesús asumido personal- vamente en distintos tiempos y lugares, no agota el poder de la Palabra
mente por ella. Jesucristo, por tanto, es en su humanidad el «sacramen- de Dios que se ha hecho carne en Jesucristo. La actividad de la Palabra
to universal» -signo eficaz- del misterio de la salvación que Dios ofre- sobrepasa los límites que marcan la presencia operativa de la humani-
ce a través de su Palabra a toda la humanidad; pero el Dios que salva a dad incluso glorificada de Jesús, del mismo modo que la persona de la
través de ella sigue estando más allá del ser humano de Jesús, a pesar Palabra sobrepasa al ser humano de Jesucristo, a pesar de la «unión
de su identidad personal con la Palabra, incluso una vez alcanzada su hipostática», o sea, en la persona. Se puede entrever así de qué modo
gloria. Jesucristo resucitado y glorificado no sustituye al Padre; tampo- en las otras tradiciones religiosas del mundo pueden estar presentes
co su ser humano glorificado agota a la misma Palabra, nunca total- semillas «de verdad y de gracia» (Ad gentes 9) que sirven, para sus
mente contenida en una manifestación histórica, cualquiera que sea. seguidores, de «caminos» o «vías» de salvación. Fue la Palabra de
Dios la que sembró sus semillas en las tradiciones religiosas. Pero tales
semillas no deben ser entendidas sólo como «adarajas» (pierres d'at-
tente) humanas, dones de la naturaleza, a la espera de una automani-
2. Universalidad de la Palabra
festación divina que se verificará en un futuro indeterminado, sino que
deben ser comprendidas por derecho propio como automanifestación y
Vemos entonces cómo el valor salvífico universal del acontecimiento
autodonación divina, si bien inicial y germinal.
histórico Jesucristo deja espacio para una acción iluminadora y salví-
fica de la Palabra como tal, tanto antes de la encarnación como después La incomparable fuerza iluminadora de la Palabra divina -que era
de la resurrección de Jesucristo. El fundamento de tal acción de la «la luz verdadera, que ilumina a todo hombre» viniendo a este mundo
Palabra en la revelación bíblica y en la tradición ha sido expuesto en la (Jn 1,9)- ha obrado universalmente antes de su manifestación en la
primera parte del capítulo. Queda por mostrar que tal acción universal carne y sigue obrando a través de toda la historia de la salvación, tam-
de la Palabra se combina orgánicamente, en el único plan divino para bién después del acontecimiento Jesucristo y más allá de los confines
la humanidad, con el valor salvífico del acontecimiento Cristo. del cristianismo. Como ya vieron los primeros apologetas, las personas
Hemos notado anteriormente una diversidad y multiplicidad de podían ser efectivamente iluminadas por la Palabra, fuente de luz divi-
manifestaciones divinas por medio de la Palabra a través de la historia. na. Pero no eran sólo los individuos -Sócrates, Buda y otros- los úni-
No todas estas manifestaciones y revelaciones divinas tienen idéntico cos que podían recibir de la Palabra alguna verdad divina; también las
226 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA PALABRA DE DIOS, JESUCRISTO Y LAS RELIGIONES DEL MUNDO 227

empresas humanas -la filosofía y la sabiduría griegas, además de la miento mantiene su valor salvífico universal, realizándose a través del
sabiduría asiática- eran canales a través de los cuales la luz divina lle- estado resucitado de la humanidad de Jesús en todos los tiempos y en
gaba a las personas. todos los lugares; pero hay que situarlo en el ámbito más amplio de las
De ello se sigue que las tradiciones religiosas, en las que quedó manifestaciones divinas en su Palabra como tal a través de toda la his-
codificado el recuerdo de las experiencias con la Verdad divina de los toria de la humanidad. Así pues, dos factores explican la posibilidad de
videntes y de los profetas de los pueblos del mundo, contienen semi- la salvación divina de los miembros de las otras tradiciones religiosas:
llas de verdad y de gracia sembradas en ellas por la Palabra, por medio el carácter inclusivo del acontecimiento Jesucristo, por una parte, y la
de las cuales permanece activa y operante su virtud iluminadora y su universalidad de la presencia activa de la Palabra como tal, por otra.
fuerza. La Palabra divina continúa esparciendo sus semillas en medio Estos dos aspectos se combinan en el único plan divino de salvación.
de los pueblos y las tradiciones religiosas: la verdad revelada y la gra-
cia salvífica están presentes en ellas mediante su actividad. La teología de la Palabra de Dios ayuda también a entrever el papel
Es importante, sin duda, salvaguardar la unidad del designio divi- positivo que las otras tradiciones religiosas pueden desempeñar en el
no para la salvación de la humanidad, designio que abarca toda la his- misterio de la salvación divina de sus miembros. Con ella la teología
toria humana. El hacerse-hombre de la Palabra de Dios en Jesucristo, de las religiones da un salto cualitativo hacia una problemática nueva.
su vida, muerte y resurrección humanas son el punto culminante del Como hemos explicado anteriormente, en los últimos decenios se ha
proceso histórico de la autocomunicación divina, el fundamento que pasado de la cuestión de la posibilidad de la salvación cristiana para los
sostiene todo el proceso, su clave interpretativa. La razón de este hecho miembros de las otras religiones a la de un eventual papel positivo
es que la «humanización» de la Palabra marca la profundidad no supe- desempeñado por las religiones en el misterio de la salvación de los
rada - e insuperable- de la autocomunicación de Dios a los seres huma- miembros que a ellas pertenecen. Actualmente la problemática está
nos, la suprema modalidad de inmanencia de su estar-con-ellos. dando otro paso adelante que consiste en preguntarse si las otras tradi-
ciones religiosas tienen - o no- de por sí un significado positivo en el
Pero no se debe consentir que la centralidad de la dimensión encar-
designio divino para la humanidad. Ésta es la pregunta acerca de si el
nacional de la economía salvífica de Dios ensombrezca la presencia y
pluralismo religioso en el que estamos viviendo es sólo un pluralismo
la acción permanente de la Palabra divina. La iluminación y el poder
de hecho o también de principio. Si -como aquí se sugiere- toda reli-
salvífico de la Palabra no quedan circunscritos por la particularidad del
gión tiene su fuente originaria en una automanifestación de Dios a los
acontecimiento histórico, sino que trascienden toda barrera espacial y
seres humanos a través de su Palabra, el principio de la pluralidad
temporal. El acontecimiento histórico Jesucristo, constitutivo de salva-
encuentra su fundamento primario en la sobreabundante riqueza y
ción, y la actividad universal de la Palabra divina no constituyen dos
variedad de las automanifestaciones de Dios a la humanidad.
economías diversas, paralelas, de salvación; sino que representan
aspectos complementarios e inseparables en un plan divino único pero Se llega, así, a una conclusión diversa de aquello que en el pasado
diversificado para toda la humanidad. la teología tradicionalmente ha afirmado y dado por supuesto muchas
veces. La valoración negativa tradicional con respecto a las religiones
se apoyaba, entre otros factores, en un olvido de la teología de la Pa-
* * * labra de Dios, atestiguada por la Biblia, ya en el Antiguo Testamento,
y prolongada en la teología de los primeros Padres de la Iglesia. Parece
que el redescubrimiento de esta teología abre la puerta para una valo-
El objetivo de la exposición anterior ha sido mostrar la importancia y ración positiva renovada de las religiones. Pero hay que entender bien
la relevancia de la teología de la Palabra de Dios para una teología que la solución aquí ofrecida es una propuesta hecha a la reflexión teo-
«abierta» de las religiones. De todo lo dicho parece resultar claro que lógica. Su mérito consiste en combinar dos convicciones profundas: la
existe una acción continuada de la Palabra como tal, acción que se universalidad de Jesucristo salvador, por una parte y, por otra, el valor
combina, en el designio divino para la humanidad, con el valor salvífi- salvífico y el significado positivo de las otras tradiciones religiosas en
co universal del acontecimiento histórico Jesucristo. Este aconteci- el designio divino para la humanidad. Con todo, es una propuesta que
228 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

sigue siendo provisional y abierta a un perfeccionamiento ulterior. La


teología debe, en todo caso, mantener sólidamente el sentido del mis-
terio, de la trascendencia no sólo de Dios, sino también de su plan de
salvación. En este caso su pretensión no debe ser describir y precisar
el «cómo» y «de qué modo» (quomodo sit) de la relación esencial entre
la acción universal de la Palabra -y del Espíritu- y el acontecimiento
histórico Jesucristo. El apofatismo teológico recomienda el silencio
allí donde, aun pudiendo subrayar el hecho (an sit), no podemos ni
debemos explicar el «cómo». La teología tiene que ser reservada y 7
humilde. El único Mediador y las mediaciones parciales

La «sinfonía» del capítulo anterior ha quedado incompleta. Queda por


mostrar más claramente, en la medida de lo posible, la relación entre
el valor salvífico universal del acontecimiento Cristo que culmina en el
misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús, por una parte, y
la presencia operativa universal de la Palabra de Dios como tal y la
actividad igualmente universal del Espíritu de Dios, por otra. Sin que-
rer entrar en las diversas teorías sobre el misterio de la redención en
Jesucristo, ya esbozadas en el Nuevo Testamento, se entiende aquí sin
compromiso tal valor salvífico universal del acontecimiento, basado
teológicamente en la identidad personal de Jesucristo como Hijo uni-
génito de Dios que se hizo hombre y en la transformación real de su
ser humano del estado histórico de la kénosis al estado metahistórico a
través de su resurrección y glorificación. Se trata, empero, de situar y
colocar tal misterio de salvación en Jesucristo en el ámbito del com-
promiso tripersonal de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, con respec-
to a la humanidad a través de toda la historia de la salvación. Para ello
se recurre a la cristología trinitaria propuesta anteriormente como
modelo y clave de interpretación de la totalidad del misterio. Nos pre-
guntamos, pues, cuál es la relación entre la obra del Padre en el miste-
rio de la salvación y la del Hijo en su humanidad; e, igualmente, dónde
y cómo interviene el Espíritu Santo en el misterio de la salvación. En
realidad, se trata también del problema de la «relacionalidad» recípro-
ca entre el acontecimiento histórico Cristo y la obra universal de la
Palabra como tal y de su Espíritu Santo en el único plan divino de sal-
vación y su despliegue a través de toda la historia de la humanidad.
Al revisar el debate actual sobre la teología de las religiones,
hemos notado que la cuestión cristológica ocupa un puesto de primer
plano para una teología cristiana de las religiones. El papel salvífico
que hay que atribuir - o no-, dentro del designio general de Dios para
230 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 231

la humanidad, a otros «caminos» y otras «figuras salvíficas», está in- la unicidad de Jesucristo, no del cristianismo. En el pasado se ha sus-
trínseca e inextricablemente unido -desde un punto de vista cristiano- citado en varias ocasiones la cuestión del «carácter absoluto del cris-
a la forma en que se entienda e interprete la persona y el aconteci- tianismo». Hegel lo afirmó en el marco de su filosofía idealista; E.
miento Jesucristo. Antes hemos notado que lo que está en juego en el Troeltsch lo relativizó desde el punto de vista de la historia de las reli-
debate entre el paradigma cristocéntrico y el teocéntrico es la elección giones1. K. Barth lo admitió en la medida en que el cristianismo es la
entre una cristología «alta», ontológica, que reconozca sin ambigüedad encarnación de la fe salvífica en Jesucristo, distinta de la religión cris-
la identidad personal de Jesucristo como Hijo de Dios, y una cristolo- tiana2; P. Tillich pronunció protestas contra toda autoabsolutización de
gía «baja», que, manteniéndose deliberadamente en el nivel funcional, las religiones3. K. Rahner usó la expresión «carácter absoluto del cris-
cuestione y finalmente niegue la validez de tales afirmaciones ontoló- tianismo» en el sentido de «unicidad»4 y habló repetidamente de Jesu-
gicas a propósito de Jesucristo. Se trata de una elección entre una cris- cristo como «Salvador absoluto»5. Con todo, en estas páginas se evita-
tología de la filiación única y una cristología «de grado». La formula- rá constantemente hablar de «carácter absoluto», tanto en relación con
ción de nuevas dimensiones de la persona de Jesucristo defendida por Jesucristo como, a fortiori, en relación con el cristianismo. Notemos
los «pluralistas» se basa en diversas consideraciones, que se pueden de pasada que el magisterio de la Iglesia no emplea casi nunca este tér-
agrupar en tres categorías: filosóficas, de la exégesis histórico-crítica y mino, y no le faltan motivos de peso. La razón es que el carácter abso-
teológicas. Aquí basta con tomar nota de las consideraciones teológi- luto propiamente dicho es un atributo de la Realidad última o Ser infi-
cas hechas por los pluralistas para defender su tesis; las exegéticas nito, que no debe ser predicado en sentido propio de ninguna realidad
serán recordadas a lo largo del capítulo. finita, ni siquiera de la existencia humana del Hijo-de-Dios-hecho-
Teológicamente los pluralistas están estableciendo una dicotomía hombre, la cual es en cualquier caso creada y contingente. Sólo el
entre la particularidad del acontecimiento Jesús, localizado en el espa- Absoluto es absolutamente; sólo él es infinito y necesario. En cambio,
cio y en el tiempo y -como tal- irremediablemente limitado, y la rei- todo lo creado es finito y contingente, incluida la humanidad de la
vindicación cristiana de un significado universal para tal aconteci- Palabra encarnada. Hay que notar de pasada que el papa Juan Pablo n,
miento. La tesis es que ningún hecho histórico puede reivindicar la uni- aunque habló de un «significado absoluto y universal» de Jesucristo en
cidad y la universalidad que el cristianismo atribuye al acontecimien- la encíclica Redemptoris missio (n. 6), recientemente, en la encíclica
to Jesucristo. Tal pretensión no puede basarse ni siquiera en la historia Fides et ratio (n. 80), ha escrito que «Sólo Dios es el Absoluto»)6. En
de las religiones. Esta atestigua más bien una multiplicidad de «cami- su libro Signo de contradicción, había explicado anteriormente de
nos» hacia la salvación, con credenciales análogas, dotados todos ellos manera detallada la distancia infinita que existe entre el Absoluto
del mismo valor en su variedad; además, todos ellos presentan preten- increado y lo finito creado:
siones de universalidad, si no de «absolutismo», contrarias entre sí.
Nuestra intención es mostrar que una afirmación bien ponderada de
la unicidad y la universalidad de Jesucristo -la cual sostiene claramen-
te y sin ambigüedad su identidad personal de Hijo unigénito de Dios- 1. E. TROELTSCH, El carácter absoluto del cristianismo, Sigúeme, Salamanca 1979
(orig. alemán, 1929').
deja espacio para una teología «abierta» de las religiones y del plura- 2. Véase R. BERNHARDT, Christianity without Absolutes, SCM Press, London 1994,
lismo religioso. En particular, una perspectiva cristológica trinitaria pp. 83-85.
permite reconocer la presencia y la actividad continuadas de la Palabra 3. Véase ¡MI, pp. 113-114.
de Dios y del Espíritu de Dios. Tal perspectiva hace posible afirmar 4. K. RAHNER, «Christianity's Absolute Claim», en Theological Investigations,
Darton, Longman and Todd, London 1988, vol. XXI, pp. 171-184; ID., «Church,
una pluralidad de «caminos» o «recorridos» hacia la liberación-salva- Churches and Religions», en Theological Investigations, Darton, Longman and
ción humana, de acuerdo con el designio de Dios para la humanidad en Todd, London 1973, vol. X, pp. 30-49 (originales alemanes en Schriften zur
Jesucristo; también abre el camino para el reconocimiento de otras Theologie, 16 vols., Benziger Verlag, Einsiedeln 1961-1984).
figuras salvíficas en la historia humana. 5. Véase K. RAHNER, Curso fundamental sobre la fe. Introducción al concepto de
cristianismo, Herder, Barcelona 1979, pp. 233-235; 245-246; 327-329; 371-373
Pero antes de continuar son necesarias algunas clarificaciones (orig. alemán, 1976).
sobre el significado de los términos. En primer lugar, aquí se habla de 6. JUAN PABLO II, Fides et ratio, texto castellano en Ecclesia 2.916 (1998), p. 1597.
232 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 233

«El estado de criatura y el estado de ens contingens son conceptos no son ni relativas ni absolutas. Son constitutivas, es decir, pertenecen
diversos entre sí, pero ambos marcan la orientación del pensamiento a la esencia de la salvación, porque Jesucristo posee el significado sal-
humano "ad Deum". La clave de este itinerario es el ser, desde el vífico para toda la humanidad, y porque el acontecimiento Cristo -en
punto de vista de la existencia. [...] La contingencia del ser quiere particular, el misterio pascual de su muerte y resurrección- es verda-
decir estar limitado en cuanto a su existencia. Por consiguiente, la deramente «causa» de salvación para todos los hombres9. Éste sella
contingencia indica implícitamente lo absoluto, no sólo como su polo entre la Divinidad y el género humano un vínculo de unión que no
opuesto en sentido dialéctico, sino como la base real, la razón funda-
mental de un ser contingente, que explica la existencia de un mundo podrá ser nunca roto y que constituye el canal privilegiado a través del
compuesto por seres contingentes y que es él mismo contingente y cual Dios ha elegido compartir la vida divina con los seres humanos.
relativo. El Absoluto es un Ser necesario en el sentido de que es Tal acontecimiento es «relacional», porque se inserta en un designio
lpsum esse subsistens»7. general de Dios para la humanidad que es polifacético y cuya realiza-
ción en la historia se compone de diversos tiempos y momentos.
Si se usa, pues -con menos rigor-, el término «carácter absoluto» Jesucristo -sugeriremos más adelante- es, a diferencia de las diversas
aplicado a realidades no intrínsecamente divinas, hay que hacer preci- figuras salvíficas dentro de las cuales Dios está presente y operante de
siones en cada caso y sería mejor si se pudiese evitarlas. En efecto, el forma escondida, el único «rostro humano» en el que Dios, aunque
hecho de que Jesucristo sea Salvador «universal» no hace de él el permaneciendo invisible, se desvela y revela plenamente -si no com-
«Salvador absoluto», que es Dios en sí mismo. No todo lo que es uni- pletamente-, y se realiza el misterio de la salvación humana. A lo largo
versal es absoluto; la humanidad resucitada de Jesús tiene un signifi- de la historia humana Dios ha querido ser «de muchas maneras» (Hb
cado salvífico universal, pero éste, no obstante, no la hace «absoluta». 1,1) un Dios-de-los-hombres; en Jesucristo se hizo Dios-de-los-hom-
A este respecto baste con una cita clara entre otras posibles. A. Gesché bres-de-una-forma-plenamente-humana (véase Jn 1,14): el Em-manu-
escribe: «Todo cristianismo que absolutizase el cristianismo (incluido el (Mt 1,23). En particular, el término «relacional» tiene como objeti-
Cristo) y su revelación, sería idolátrico. La idolatría no concierne sólo vo afirmar la relación que existe, en el único plan divino para la salva-
a los "otros"; puede estar presente entre nosotros. Al absolutizarse, el ción, entre el «camino» que hay en Jesucristo y los diversos «caminos»
cristianismo sería idolátrico y tal falsificación se volvería contra él y su de salvación que las tradiciones religiosas proponen a sus miembros.
lógica »s. Con lo que se ha dicho antes debería resultar claro que, cuando se
Dicho esto, en la terminología con que los teólogos expresan lo que aplica aquí la expresión «caminos de salvación» a las tradiciones reli-
distingue a Jesucristo de otras figuras salvíficas, y al cristianismo de giosas, no se refiere sólo a una mera búsqueda de Dios, umversalmen-
otras tradiciones, quedan muchas ambigüedades. Baste con recordar, te presente en los seres humanos, pero nunca realizada por medio de
por lo que se refiere a la «unicidad» y la «universalidad», que ambos sus fuerzas, sino, en primer lugar, a su búsqueda por parte de Dios y a
términos pueden ser entendidos en sentido relativo o singular. La «uni- la iniciativa misericordiosa tomada por Dios al invitarlos a participar
cidad relativa» indica al carácter original de toda persona o tradición, en su propia vida. Es Dios quien predispone los caminos de salvación,
en su ser diferente de las otras; la «unicidad singular» se aplica a y no los seres humanos. Así pues, la cuestión que se debe plantear es
Jesucristo como Salvador «constitutivo» de la humanidad. Análoga- qué relación subsiste, en la providencia de Dios, entre el «único cami-
mente, la «universalidad relativa» indica la atracción universal que di- no» y los «numerosos recorridos»; es decir, de qué modo la fe cristia-
versas figuras salvíficas pueden ejercer como representación de diver- na en la eficacia universal del acontecimiento Cristo no contradice el
sos caminos de salvación; la «universalidad singular» implica una vez valor positivo y el significado salvífico de los caminos abiertos por las
más que Jesucristo es el Salvador universal constitutivo. La unicidad y otras tradiciones religiosas.
la universalidad de Jesucristo, en la forma en que aquí son concebidas,

7. K. WOJTYLA, Signo de contradicción, BAC, Madrid 1978, p. 22. 9. K. RAHNER, «The One Christ and the Universality of Salvation», en Theological
8. A. GESCHÉ, «Le christianisme et les autres religions»: Revue Théologique de lnvestigations, Darton, Longman andTodd, London 1979, vol. XVI, pp. 199-224,
Louvain 19/3 (1988), p. 339. aquí: pp. 207-208 (oríg. alemán en Schriften zur Theologie, op. cit.).
234 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 235

Dicho de otro modo: la cuestión es si el carácter cristiano de la eco- te órdenes en el nombre de Dios al realizar exorcismos y curaciones.
nomía de la salvación lleva a la conclusión de que los miembros de las Según las palabras de los apóstoles, se trata de la fe en el Señor Jesús,
otras tradiciones religiosas son salvados por medio de Cristo junto a - e porque Dios salva por medio de su nombre»10. En el fondo es siempre
incluso a pesar de- la tradición religiosa a la que se adhieren y que Dios el que salva en primera instancia. Ahora bien, que Dios es prima-
practican con sinceridad. ¿O se debe afirmar, por el contrario, que se riamente el salvador no impide que el mismo Jesucristo sea llamado
salvan dentro de esa tradición y por medio de ella? Y, si es verdadera salvador, pero lo es de modo derivado, pues el acontecimiento Cristo
la segunda alternativa, ¿cómo explica la teología cristiana de las reli- es la expresión eficaz de la voluntad y la acción divina salvífica. Que
giones el poder salvífico de esos otros «caminos»? ¿Competiría tal sea llamado Salvador constitutivo, no absoluto, no «relativiza» la obra
poder con el poder salvífico de Jesucristo hasta tal punto que debería salvífica de Cristo; lo que es «constitutivo» pertenece a la esencia.
ser negado apriori, como hace, de hecho, la tesis exclusivista? ¿O bien Así pues, es un abuso del lenguaje decir que las religiones salvan o
manifestaría simplemente la variedad de los caminos por los cuales, que «el cristianismo salva». Es notable que la literatura protocristiana
como sostienen los «pluralistas», se puede encontrar a Dios en las cul- emplease la expresión «el camino» de Jesús (Hch 9,2; 19,9; 19,23;
turas y en las tradiciones humanas -una variedad que desmiente toda 22,4; 24,14; 24,22) para referirse a aquello que será después designa-
pretensión teológica de un proyecto ordenado y unitario-? Desde una do con el término «cristianismo». Tampoco cabe sostener que «las
perspectiva cristiana, ¿cómo podría insertarse el poder salvífico de los otras religiones salvan» más que el cristianismo. Lo que se quiere decir
diversos «caminos» en el proyecto divino de salvación? es que también ellas pueden convertirse en «caminos» o «medios» que
Antes de responder a estas cuestiones es necesario realizar algunas comunican el poder salvífico de Dios: caminos de salvación para quie-
aclaraciones terminológicas. En primer lugar, es necesario subrayar, a nes los recorren. Aún queda por mostrar cómo.
propósito de las «vías» o «caminos» de salvación, que, desde un punto En segundo lugar, a propósito del concepto de salvación: varía
de vista cristiano, Dios -y sólo Dios- salva. Esto significa que ningún ampliamente, como es bien sabido, entre una religión y otra. Aquí no
ser humano es salvador de sí mismo; también significa que sólo el es posible ni necesario adentrarse en las largas controversias sobre
Absoluto es el agente último de la salvación humana. En la Biblia tales diferencias". Baste con notar que todas las religiones se presen-
hebrea el título «Salvador» se aplica principalmente a Dios; en el tan ante sus seguidores como itinerarios de salvación-liberación. Aquí
Nuevo Testamento se aplica sólo a Dios y de un modo derivado -que combinamos los dos conceptos pof varias razones. Primero, porque la
no impide que Dios sea la causa última y la fuente originaria de la sal- noción combinada se aplica más fácilmente a varias tradiciones, inde-
vación- a Jesucristo. El objeto de la fe sigue siendo, según la teología pendientemente de la diversidad de sus concepciones respectivas.
del Nuevo Testamento, primordialmente Dios Padre; así también, Además, el doble concepto tiene la ventaja de combinar aspectos com-
según la misma teología, es Dios quien salva, no primariamente, sino plementarios, separados con demasiada frecuencia dentro del propio
de modo conjunto, a través de Jesucristo: Dios salva por medio del cristianismo; tales aspectos son, por ejemplo, lo espiritual y lo tempo-
Hijo (véase Jn 3,16-17). La causa primaria de la salvación sigue sien- ral, lo trascendente y lo humano, lo personal y lo social, lo escatológi-
do el Padre: «Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo co y lo histórico. Si tenemos en cuenta las considerables diferencias
consigo» (2 Co 5,19); «Esto es bueno y agradable a Dios [el Padre], que hay entre las diversas tradiciones, podemos aventurar la propuesta
nuestro salvador, que quiere que todos los hombres se salven» (1 Tm de un concepto universal, por fuerza neutral, de salvación-liberación
2,3-4); «Tenemos puesta la esperanza en Dios vivo, que es el Salvador definido de esta forma: la salvación-liberación tiene que ver con la
de todos los hombres» (1 Tm 4,10). Observa P. Grelot justamente: búsqueda y la consecución de la plenitud de la vida, la integridad, la
«Sería erróneo decir que, después de la resurrección de Cristo, cam-
autorrealización y la integración.
bian la naturaleza y el objeto de la fe: ésta sigue siendo fe en Dios
como antes. Pero se está revelando un nuevo aspecto del misterio de
10. P. GRELOT, Dieu le Pére de Jésus-Christ, Desclée, París 1994, pp. 137 y 131.
Dios: "Jesucristo es Señor" (Hch 2,36) es asociado a Dios como el 11. Se puede consultar G. IAMMARRONE, Redenzione. La liberazione dell'uomo nel
Hijo con su Padre [...]». Y, con respecto a la indispensable relación cristianesimo e nelle religioni universali, Paoline, Roma 1995; H. KÜNG et al.,
entre fe y salvación en el Nuevo Testamento, añade: «En palabras de Christianity and World Religions. Paths of Dialogue with Islam, Hinduism, and
Jesús, se trata de la fe en Dios [que salva] excepto cuando Jesús impar- Buddhism, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1993 (orig. alemán, 1984).
EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 237
236

El término «mediación» requiere también algunas aclaraciones. El los otros caminos y las figuras salvíficas que en ellos se presentan pue-
Nuevo Testamento emplea el término mesítés con referencia a Jesús (1 den servir de «mediaciones» y conducir hacia la salvación divina, tal
Tm 2,5; Hb 8,6; 9,15; 12,24) y a Moisés (Hch 7,38; Ga 3,19-20). como ésta ha sido percibida tradicionalmente por la fe cristiana.
Moisés fue mediador entre Dios y el pueblo elegido en la alianza del
Sinaí; Jesús es el «mediador de la nueva alianza» (Hb 12,24). Ahora I. Salvador universal y Mediador único
bien, el término mesítés no tiene el mismo significado en ambos casos.
Jesucristo es, según la fe cristológica de la tradición cristiana, «media- 1. La cristología del Nuevo Testamento
dor» entre Dios y la humanidad porque une en su persona la divinidad revisitada e interpretada
y la humanidad, de tal modo que en él la Divinidad y el género huma-
no han sido unidos en un vínculo permanente: «El Hijo de Dios con su En el campo de la exégesis bíblica y neotestamentaria, la tesis de los
encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre» (Gaudium pluralistas es que un válido recurso a la crítica histórica conduce infa-
et spes 22). En cambio, Moisés actuó como «intermediario» entre Dios liblemente a la formulación de nuevas dimensiones de Jesucristo, por
varias razones: el contexto de las afirmaciones neotestamentarias sobre
y su pueblo en la iniciativa de alianza tomada por Dios con respecto a
la persona y la obra de Jesús; el género literario de esas afirmaciones;
Israel. En los dos casos el concepto tiene contenidos teológicos bien
la distancia insalvable y la discontinuidad total entre las afirmaciones
diferentes. La tradición cristiana ve la «mediación entre Dios y los
del Jesús histórico y la interpretación que la Iglesia apostólica hizo de
seres humanos» realizada en Jesucristo como única: «Porque hay un su persona. Jesús -se dice- estaba completamente centrado en Dios,
solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, anunciaba a Dios y su reino; el anuncio cristocéntrico de la Iglesia
Cristo Jesús, hombre también» (1 Tm 2,5). Pero esto no impide hablar apostólica falsificó su mensaje. La Iglesia apostólica fue la primera
de «mediaciones parciales», como atestigua la encíclica Redemptoris responsable del cambio de paradigma que marcó el paso del teocen-
missio donde, después de haber afirmado claramente la «mediación trismo al cristocentrismo; es el momento de invertir la situación, vol-
única y universal» de Cristo, el papa Juan Pablo n prosigue: «Aun viendo de nuevo al teocentrismo.
cuando no se excluyan mediaciones parciales, de cualquier tipo y Es absolutamente cierto que el paradigma teocéntrico de la teolo-
orden, éstas sin embargo cobran significado y valor únicamente por la gía de las religiones se basa en una cristología «revisionista», que
mediación de Cristo y no pueden ser entendidas como paralelas y com- puede ser descrita como una cristología «baja» o «de grado». Aunque
plementarias» (n. 5). Según este texto, toda mediación parcial -inclui- aquí no intentamos realizar un estudio crítico profundo de las diversas
da la de las otras tradiciones religiosas- debe ser vista como esencial- consideraciones en las que se basa la cristología revisionista, es nece-
mente referida a la única mediación de Jesucristo, de la que se deriva sario, no obstante, ofrecer un rápido panorama y valoración de las con-
su poder. Entonces, ¿en qué sentido una teología de las religiones apli- sideraciones de exégesis histórico-crítica que le sirven de fundamento.
cará el concepto de «mediación» a los caminos de salvación trazados Hay que distinguir dos actitudes de fondo entre los protagonistas del
por las otras tradiciones? paradigma pluralista. Hay algunos que se limitan a declarar en térmi-
Este capítulo tendrá dos partes principales. En la primera, se rea- nos generales la necesidad de «relativizar» las pretensiones de unici-
firma, frente a la actual contestación por parte de los teólogos pluralis- dad del Nuevo Testamento, puesto que el contexto de los pasajes rele-
tas, la unicidad constitutiva de Jesucristo, a partir de los datos ofreci- vantes se refiere a los judíos o al menos puede ser entendido como si
dos por las fuentes cristianas y por una interpretación de la fe cristoló- se refiriese exclusivamente a ellos: Jesús es afirmado como el salvador
gica en el contexto del pluralismo religioso. Se esclarece, por tanto, el único para los judíos. Otros reconocen sin vacilar la rotunda afirma-
carácter «relacional» de la unicidad y de la universalidad de Jesucristo ción neotestamentaria de la unicidad de Jesucristo el Salvador, pero se
como «rostro humano» de Dios, dentro de una perspectiva cristológica preguntan si esta afirmación puede o debe ser sostenida también hoy,
trinitaria y pneumatológica. Jesucristo es visto como el «universal con- en el actual contexto de pluralismo religioso.
creto» en el que se resumen y «recapitulan» (véase Ef 1,10) todas las Los principales textos directamente pertinentes son Hch 4,12; 1
aproximaciones del Dios tripersonal a los seres humanos en la historia. Tm 2,5-6 y Jn 14,6. A ellos se pueden añadir, entre otros, los himnos
En la segunda parte nos preguntamos más directamente en qué sentido
238 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 239

cristológicos de las cartas paulinas y deuteropaulinas, como Ef 1,1-13 Por último, se observa que, en el contexto histórico en que tuvo ori-
y Col 1,15-20. ¿Cómo deben ser interpretados tales textos en nuestro gen el cristianismo, y frente a la oposición con que se encontró, era
contexto? Para relativizar las afirmaciones de unicidad se sugieren natural que los discípulos presentaran el camino de Jesús como el
varias motivaciones. Recientes investigaciones interpretativas demos- único camino. Este lenguaje absoluto está históricamente condiciona-
trarían que tales afirmaciones son en realidad el resultado de una cos- do. Es un lenguaje de «supervivencia». O bien es un lenguaje «de
movisión históricamente condicionada y de modalidades lingüísticas acción» o «performativo», es decir, un lenguaje destinado a invitar a
dependientes de un particular contexto histórico. Ya no podemos con- los discípulos a un seguimiento decidido15.
siderar tal unicidad como el exacto «referente» del mensaje evangéli- Apocalíptico, mítico-metafórico, de supervivencia, performativo;
co -como el núcleo intangible del kerygma cristiano12. se ha hablado incluso de un lenguaje «de amor». Bernhardt los resume
También hay que poner de relieve que, en el contexto de una men- todos ellos bajo la rúbrica de «confesión y doxología». Y escribe:
talidad tan impregnada de espera escatológica como la apocalíptica
«Las supuestas pretensiones de carácter absoluto de la Biblia son [...]
judía, era natural que la Iglesia primitiva interpretara la experiencia de simplemente oraciones públicas de confesión dirigidas tanto a los
Dios en Jesucristo como definitiva e insuperable. Pero tal mentalidad opresores como a los oprimidos y, en definitiva, a Dios mismo. En
apocalíptica era y es culturalmente limitada. Por tanto, el carácter defi- términos teológicos tienen el carácter de confesión y doxología.
nitivo que sugiere para el acontecimiento Jesucristo no puede ser con- Quien las arranque de su fundamento histórico, las generalice y las
siderado como parte de la esencia del cristianismo; más bien pertene- emplee para condenar las religiones no cristianas falsifica con ello su
ce al fortuito contexto cultural en el que tal acontecimiento fue experi- carácter original»16.
mentado y presentado por primera vez. Si Jesús hubiera sido encontra-
do e interpretado en otro contexto cultural, que implicara otra filosofía Al final de esta reseña de interpretaciones pluralistas en relación
de la historia, no habría sido considerado ni definitivo ni único13. con la unicidad de Jesucristo salvador universal en los textos del Nuevo
A menudo se atribuye a san Pablo la responsabilidad de la afirma- Testamento, hay que observar que sostener -como parece requerir la
ción explícita de la unicidad de Jesucristo. Se sugiere que, si el Apóstol tradición cristiana- la unicidad constitutiva de Jesucristo no tiene nece-
hubiera entrado en contacto con las ricas tradiciones místicas de las sariamente como resultado la «condena» de las otras religiones y sus
religiones orientales, habría atenuado sus afirmaciones absolutas y «figuras salvíficas». Un vicio constante del paradigma pluralista con-
carentes de matices. O también se observa -esta vez a propósito de san siste en imaginar que la única alternativa concretamente posible al pro-
Juan- que la unicidad de Jesucristo es articulada como «encarnación», pio punto de vista es una supresión dogmática y exclusivista de las
pero ésta es una modalidad de pensamiento mítico, como el concepto otras religiones. Semejante dilema -blanco o negro- no está justifica-
de preexistencia al que está ligada. Ahora bien, como afirma Hick, el do ni bíblica ni teológicamente. Lejos de contradecir la pluralidad de
lenguaje mítico debe ser tomado como lo que es -«poesía, no prosa» caminos, la fe en Jesucristo requiere -como veremos más adelante-
(J. Hick)- y, por tanto, comprendido no «literal», sino «metafórica- adhesión y apertura con respecto a ellos.
mente» (J. Hick). Por tanto, la encarnación tiene que ser «desmitologi- ¿Qué respuesta se puede dar a estas críticas y estas cuestiones? Una
zada». El resultado sería la desmitologización de Jesucristo como Sal- vez eliminadas las impropiedades del lenguaje, especialmente la del
vador universal, concepto que, según se reconoce hoy, pertenece a una uso abusivo de los términos «absoluto», «carácter absoluto», sigue pre-
modalidad de pensamiento mítico y, por consiguiente, carece de un sente la afirmación cristiana con respecto a Jesucristo, tal como se
significado literal14. entiende tradicionalmente: la fe en Jesucristo no consiste sólo en tener
confianza en que él es para mí el camino hacia la salvación; consiste
12. P.F. KNITTER, No Other Ñame? A Critical Survey ofChrisüan Attitudes toward en creer que en él y por medio de él han sido salvados y encuentran su
the World Religions, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1985, pp. 182-186.
13. Véase J. HICK, God and the Universe of Faiths. Essays in the Philosophy of
Religión, Macmillan, London 1973, pp. 108-119. 15. P.F. KNITTER, Jesús and the Other Ñames. Chrisüan Mission and Global Respon-
14. Véase J. HICK, God and the Universe of Faiths, op. cit., pp. 148-179; ID., The sibility, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1996, pp. 68-69.
Mtiaphor ofGod Incarnate. Christology in a Pluralistic Age, SCM Press, London 16. R. BERNHARDT, op. cit., pp. 59-60.
1993; ID. (ed.), The Myth of God Incarnate, SCM Press, London 1977.
240 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 241

salvación el mundo y la humanidad. Nada que sea menos que esto es presente, que de esta forma es hecha parte de la historia de la salvación
suficiente para hacer justicia a las sólidas afirmaciones del Nuevo que continúa en la actualidad. Algunos teólogos hablan, a este respec-
Testamento. to, no sólo de un sentido más pleno (sensus plenior) de la Escritura,
Pero es aquí precisamente donde parece necesaria, en el actual con- sino de un «plus de significado», por el hecho de que la palabra origi-
texto del pluralismo, y en buena medida debido al diálogo interreligio- nal de Dios se actualiza de nuevo en el presente18. El acontecimiento
so, una nueva interpretación del Nuevo Testamento. Un modo inducti- «paradigmático» del éxodo no es sólo un kairós del pasado, sino que
vo de hacer teología -como se ha afirmado en la introducción del pre- está siendo ahora reactualizado por Dios en la historia de los pueblos;
sente trabajo- lleva a ver la teología como una «interpretación en el y si bien el acontecimiento Jesucristo sucedió de una vez para siempre
contexto». Esto significa que el «acto primero» consiste en una praxis, (ephápax: Rm 6,10; Hb 7,27; 9,12; 10,10), sigue siendo contemporá-
de la que se vuelve al dato de la revelación cristiana para obtener luz y neo para todas las generaciones y obra en su historia presente. La pre-
dirección -para retornar de nuevo, siguiendo el «círculo hermenéuti- sencia de la Palabra vivificadora de Dios en la historia se extiende, por
co», a la praxis-. Mientras que en un contexto de opresión humana el tanto, más allá de la «revelación fundante» atestiguada en el libro
«acto primero» es una praxis de liberación -como ha mostrado la teo- sagrado; hace de la revelación divina una realidad que sigue viva.
logía de la liberación-, en un contexto de pluralismo religioso el pri- Como testifica este esquema, la palabra de Dios sigue siendo efec-
mer acto es la praxis del diálogo interreligioso. Con todo, se plantea la tivamente, para una teología interpretativa de la liberación, la norma
cuestión acerca de cuál es la autoridad doctrinal y moral atribuida a la normans; pero es una norma dinámica, no una norma estática. La pala-
fuente de revelación, si el dirigirse a ella en busca de una orientación bra no está confinada a la letra muerta; permanece con su poder crea-
es un «acto segundo» después de una praxis de diálogo interreligioso. dor (véase Is 55,11), estimulando a la historia de la salvación para que
La fuente de revelación, ¿continúa sirviendo como la norma normans avance constantemente hasta su cumplimiento. Lo mismo vale en el
del pensamiento y de la práctica cristianos? ¿O es, por el contrario, contexto del pluralismo religioso. También aquí la palabra de Dios
degradada a mera norma secundaria, como si se tratase de una especie sigue siendo la norma normans, para el «acto primero» de la praxis
de puesto de control? dialógica y también para el «acto segundo» del hacer teológico. Pero
Para comenzar, podemos responder que el acto primero de la pra- una teología inductiva de las religiones debe ver la palabra de Dios
xis está inspirado e informado por la fe cristiana como su propio punto como una realidad dinámica que requiere ser interpretada en el con-
de partida. En el contexto del pluralismo religioso, esto significa que texto específico del encuentro entre las religiones.
la praxis del diálogo interreligioso no pone nunca entre paréntesis, Esto exige que el mensaje revelado no sea tratado como una afir-
mediante una suerte de epoché, la fe del que practica; por el contrario, mación de verdad monolítica. La unicidad «constitutiva» de Jesucristo
la autenticidad del diálogo requiere que los interlocutores, sean cristia- será siempre una afirmación de la fe cristiana, pero no hay que «abso-
nos o no lo sean, participen en él con la integridad de su fe17. En un lutizarla» contando sólo con el fundamento unilateral de unos pocos
espacio vacío de toda persuasión religiosa no se da ningún diálogo textos aislados (Hch 4,12; 1 Tm 2,5; Jn 14,6). La palabra de Dios será
interreligioso. vista como un todo complejo, con las tensiones implícitas entre ele-
Pero con esto no está todo decidido. En efecto, se plantea con fuer- mentos de verdad aparentemente contradictorios y, sin embargo, com-
za la cuestión acerca de si el shock del encuentro entre dos religiones plementarios. La Palabra «habitó entre nosotros» (Jn 1,14) en Jesu-
vivas no puede ser tan intenso que fuerce a los creyentes cristianos a cristo; pero antes la Sabiduría había tomado posesión de todo pueblo y
una «reinterpretación» de certezas poseídas tranquilamente durante nación, buscando en medio de ellos un lugar de reposo (Si 24,6-7) y
mucho tiempo, relativas al núcleo de su fe. «plantando su tienda» en Israel (Si 24,8-12). Del mismo modo, Jesu-
En el contexto de la teología de la liberación, la interpretación cristo es «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6); pero la Palabra que
bíblica no considera el libro sagrado como una mera memoria de una
palabra pasada. La palabra está siendo «reactualizada» en la historia
18. Véase especialmente J. CROATTO, Exodus. A Hermeneutics of Freedom, Orbis
Books, Maryknoll (N.Y.) 1981; ID., Biblical Hermeneutics. Towards a Theory of
17. R. PANIKKAR, The Intrareligious Dialogue, Paulist Press, New York 1978. Reading as the Production ofMeaning, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1984.
242 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 243

existía antes que él era «la luz verdadera que ilumina a todo hombre» sentido puramente «funcional»."Lo que se debería haber tomado como
viniendo a este mundo (Jn 1,9). Y también: «en estos últimos tiempos» lenguaje mítico o metafórico recibió una interpretación literal: la «poe-
Dios «nos ha hablado por medio del Hijo»; pero previamente habló sía» fue interpretada como «prosa» (Hick).
«muchas veces y de muchas maneras» (Hb 1,1). El Espíritu «no había En este contexto la tarea de la cristología tiene que consistir en
sido dado» antes de que Jesús fuera glorificado (Jn 7,39); pero desde mostrar que la fe cristiana en Jesús el Cristo está sólidamente fundada
hacía mucho tiempo había estado presente en «todas las cosas» que en la persona histórica de Jesús de Nazaret -en otras palabras, la cris-
existen (Sb 11,24-12,1). Jesucristo es el «Testigo fiel» (Ap 1,5; 3,14); tología explícita de la Iglesia está fundada en la cristología implícita
pero Dios «no dejó de dar testimonio de sí mismo» en ningún momen- del mismo Jesús-. En todos los periodos es necesario poner de relieve
to (Hch 14,17). El encuentro entre las religiones debe ayudar a los cris- la continuidad-en-la-discontinuidad: entre la expectativa mesiánica de
tianos a descubrir nuevas dimensiones en el testimonio que Dios ha la escritura judía y su realización plena en Jesús; entre el Jesús pre-
dado de sí mismo en las otras comunidades de fe. pascual y el Cristo de! kerygma apostólico; entre la cristología del
kerygma primitivo y las posteriores afirmaciones bíblicas; entre la cris-
tología del Nuevo Testamento y la de la tradición de la Iglesia, etcéte-
2. El rostro humano de Dios ra. Este amplio trabajo se ha realizado en otro lugar y no es necesario
repetirlo aquí".
Lo que se ha afirmado no nos dispensa de mostrar, como respuesta a Con todo, la expresión «continuidad en la discontinuidad» requie-
las cristologías «revisionistas» o «de grado» en las que se basa el para- re alguna explicación, ya que tiene significados diferentes en las diver-
digma pluralista de la teología de las religiones, que la afirmación cris- sas fases del desarrollo cristológico. Entre Jesús y Cristo existe una
tiana de una unicidad constitutiva de Jesucristo se fundamenta en una discontinuidad real, ya que la existencia humana de Jesús experimen-
base sólida y tiene un cimiento válido. Es obviamente que una convic- tó una transformación real cuando pasó, con la resurrección, del esta-
ción de fe está, por su misma naturaleza, más allá del alcance de una do de la kénosis al estado glorificado (véase Flp 2,6-11); no obstante,
demostración empírica o científica. En caso contrario dejaría de ser un entre Jesús y Cristo sigue habiendo una continuidad porque se mantie-
testimonio de fe y se convertiría en el mero resultado de la investiga- ne la identidad personal. El glorificado es el que había muerto: Jesús
ción académica e histórica. Ahora bien, lo que puede y debe hacerse es es Cristo (Hch 2,36). El Jesús histórico es el Cristo de la fe20.
mostrar los méritos y la credibilidad de la afirmación de fe cristiana en La expresión «continuidad en la discontinuidad» asume un signifi.
favor de Jesucristo. cado diferente cuando se refiere a la relación entre la cristología «fun-
La principa] argumentación de la exégesis histórico-crítica pro- cional» del kerygma primitivo y la posterior cristología «ontológica»
puesta por los cristólogos pluralistas se basa en la conocida tesis según del Nuevo Testamento. La transición del nivel funcional al ontológico
la cual entre el Jesús histórico y el Cristo de la Iglesia apostólica y pos- tiene lugar por medio del dinamismo de la fe, puesto que la identidad
terior existe una distancia insalvable. La afirmación adopta formas di- personal del Hijo de Dios es antepuesta, en el orden del ser, a la «con-
ferentes: Jesús estaba totalmente centrado en Dios, mientras que, des- dición divina» que se manifiesta en la humanidad glorificada de Jesús.
pués de él, la Iglesia se centró en Cristo; él anunció la llegada del reino La transición de un nivel al otro constituye un desarrollo homogéneo21.
de Dios, mientras que la Iglesia lo proclamó a él; él afirmó la paterni- El significado de la «continuidad en la discontinuidad» difiere tam-
dad universal de Dios, mientras que la Iglesia afirmó la unicidad de su bién cuando se trata de la relación entre la cristología ontológica del
filiación. En suma, mientras que Jesús era -como admitía sencilla- Nuevo Testamento y el dogma cristológico de la Iglesia. Aquí la expre-
mente el mismo kerygma- un «hombre acreditado [ante los judíos] por sión indica una continuidad de contenido en la discontinuidad del len-
Dios con milagros, prodigios y signos que Dios realizó por su medio
entre vosotros» (Hch 2,22), la Iglesia lo ensalzó muy pronto, por medio
de un proceso de «divinización», al rango de persona divina. O bien, 19. J. DUPUIS, Introducción a la cristología, Verbo Divino, Estella 1994 (ed. italiana;
Introduzione alia cristología, Piemme, Cásale Monferrato [A1J 1993).
bajo el impacto difundido de los modelos de pensamiento helenísticos, 20. Ibid., pp. 98-108.
la Iglesia transpuso en un «lenguaje ontológico» lo que se entendía en 21. Ibid, pp. 108-124.
244 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 245

guaje. El dogma cristológico no «heleniza» el contenido de la fe, sino «La preocupación de Juan es confesar que la Palabra de Dios que está
que más bien representa una «des-helenización» del contenido en una con Dios desde la eternidad, la Palabra de Dios y, por tanto, Dios
helenización de la terminología22 -una cuestión de «inculturación», mismo, se ha hecho hombre en Jesús de Nazaret. Jesús es la Palabra
diríamos hoy. eterna de Dios en persona, no porque algunos hombres crean en él o
Los pluralistas, en particular G. Hick23, desechan el término porque él lo afirme de sí mismo, sino porque esto es así desde Dios.
«encarnación» por considerarlo una expresión mítica y metafórica. Jesús es el Hijo eterno de Dios, no porque los seres humanos lo hayan
comprendido o lo hayan hecho plausible, sino porque lo es y lo ha
Ahora bien, si el término es correctamente «desmitologizado», reco- sido "desde siempre" desde Dios. Así pues, lo que está en el trasfon-
nocen en él la afirmación -correcta- de que Dios se manifiesta en el do no es la cuestión especulativa acerca de cómo el hombre Jesús
hombre Jesús y puede ser encontrado por medio de él: entendido como pudo tener gloria con Dios sino la confesión de que el hombre Jesús
expresión metafórica, el texto sobre la Palabra que «se hizo carne» (Jn de Nazaret es el Lagos de Dios en persona. Y es el Lagos como hom-
1,14) en Jesucristo es visto como equivalente a «Jesús de Nazaret, bre mortal. No obstante, es el Lógos sólo para los que están dispues-
hombre acreditado por Dios» (Hch 2,22). Es cierto que los conceptos tos a creer, confiando en que la palabra de Dios está en su palabra, las
de «preexistencia» y «encarnación» se prestan a malentendidos. La acciones de Dios en sus acciones, la historia de Dios en su ministerio
preexistencia no es una existencia en un tiempo ficticio antes del tiem- y la compasión de Dios en su cruz»26.
po. Sin embargo, sigue presente el hecho de que la encarnación del
Hijo de Dios implica de forma muy real que en la historia se hace Hemos insistido en el hecho de que la unicidad y la universalidad
humana la Palabra que, independientemente de esta transformación, constitutivas de Jesucristo deben ser apoyadas en su identidad personal
existe eternamente en el misterio de Dios24. Éste es el sentido real como Hijo de Dios. No obstante, no se debe permitir que la universa-
transmitido a través del lenguaje simbólico de la «encarnación». lidad de Jesús el Cristo ensombrezca la particularidad de Jesús de
En un estudio sobre la cristología del Evangelio de Juan, R. Nazaret. Es cierto que la existencia humana de Jesús, transformada por
Schnackenburg indica claramente la diferencia entre cualquier especu- su resurrección y glorificación, superó el tiempo y el espacio y se hizo
lación mitológica y el lenguaje real de la preexistencia, cuyo objetivo «trans-histórica» o «meta-histórica»; pero es el Jesús histórico el que
es establecer el poder salvífico del Hijo encarnado de Dios. Escribe se transformó así. La universalidad de Cristo que, «llegada la perfec-
Schnackenburg: ción, se convirtió en causa de salvación eterna» (Hb 5,9), no suprime
la particularidad de Jesús, hecho «en todo semejante a sus hermanos»
«El fondo de la cristología joánica no es una especulación mitológi- (Hb 2,17). Un Cristo universal separado del Jesús particular dejaría de
ca fija y bien perfilada acerca del redentor que baja del cielo y vuel-
ve a subir a él; fue más bien el deseo de fundamentar el poder salví- ser el Cristo de la revelación cristiana. En efecto, subrayar la particu-
fico del redentor cristiano el que condujo a resaltar con más decisión laridad histórica de Jesús tiene consecuencias para una teología de las
su preexistencia, de modo que su camino comienza más claramente religiones que sea «abierta». Tampoco es indiferente en un contexto de
de "arriba" y allá vuelve a dirigirse de nuevo»25. diálogo interreligioso.
La particularidad histórica de Jesús impone inevitablemente sus
Un testigo será suficiente. En un estudio profundamente crítico y limitaciones al acontecimiento Cristo. Esto forma parte necesariamen-
documentado, escribe K.-J. Kuschel a propósito de la cristología de te de la economía de la encarnación querida por Dios. Así como la
san Juan: conciencia humana de Jesús como Hijo no podía, por su naturaleza,
agotar el misterio divino (y, por ello, la revelación de Dios en él sigue
siendo limitada), de igual manera tampoco el acontecimiento Cristo
22. Ibid., pp. 125-169.
23. J. HICK, The Metaphor of God Incarnate, op. cit. agota -ni puede agotar- el poder salvífico de Dios. Este sigue estando
24. K. RAHNER, «Para la teología de la encamación», en Escritos de teología, Taurus, más allá del hombre Jesús como fuente última tanto de la revelación
Madrid 1962, vol. IV, pp. 139-157 (orig. alemán en Schriften zur Theologie,
op. cit.).
25. R. SCHNACKENBURG, El Evangelio según san Juan, vol. 1, Herder, Barcelona 26. K.-J. KUSCHEL, Born befare All Time? The Dispute over Christ's Origin, SCM
1980, pp. 483-484 (orig. alemán, 19794). Press, London 1992, p. 389 (orig. alemán, 1990).
246 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 247

como de la salvación. La revelación de Dios por parte de Jesús es una es el sacramento universal de la acción salvífica de Dios, no agota la
transposición humana del misterio divino; su acción salvífica es el acción de la Palabra. Sigue siendo una acción de la Palabra como tal,
canal, el signo eficaz o sacramento de la voluntad y de la acción salví- pero no -se entiende- como si constituyera una economía de salvación
fica de Dios. Con razón la liturgia puede llamar a Jesucristo «sacra- distinta, paralela a la realizada en la carne de Cristo, sino como expre-
mento universal de salvación» (véase, en el Misal Romano, la oración sión de la gracia sobreabundante y la libertad absoluta de Dios.
para el martes de la segunda semana de Pascua) -un título que no La particularidad del acontecimiento Jesucristo en relación con la
podría ser jamás aplicado a Dios-. Hay que entender que Jesús es el universalidad del designio salvífico de Dios abre nuevas vías de acceso
sacramento universal «primordial» de la salvación, mientras que la a una teología del pluralismo religioso capaz de dar cabida a diversos
Iglesia es calificada de forma derivada «como sacramento universal de «itinerarios» de salvación. Cl. Geffré observa la paradoja de la encar-
salvación [ut universale salutis sacramentum]» (Lumen gentium 48). A nación en la simultaneidad de lo «particular» y lo «universal»: Jesu-
pesar de que la identidad personal de Jesús en su existencia humana cristo es, según la expresión de Nicolás de Cusa -retomada por Tillich,
fue la de Hijo de Dios, entre Dios Padre, la fuente última, y aquel que H.U. von Balthasar y otros-, el «universal concreto». Pero la particula-
es su icono humano continúa existiendo una distancia. Jesús no susti- ridad del acontecimiento deja espacio para mantener juntos, dentro del
tuye a Dios27. único designio divino, el significado universal de Jesucristo y el valor
Si esto es cierto, resultará también claro que, si bien el aconteci- salvífico de otras tradiciones28. Geffré ha escrito recientemente:
miento Cristo es el «sacramento universal» de la voluntad de Dios de «El mismo principio encarrtacional, es decir, la manifestación del
salvar al género humano y de su acción salvífica, no por ello es nece- Absoluto en y a través de una particularidad histórica, nos invita a no
sario que sea la única expresión posible de esta voluntad, de modo absolutizar el cristianismo. Si Cristo es universal, lo es como Jesús de
exclusivo. El poder salvífico de Dios no está exclusivamente ligado al Nazaret, muerto y resucitado. El hombre Jesús no es una suerte de
signo universal que Dios proyectó para su acción salvífica. En la pers- emanación divina. Su humanidad es relativa porque es histórica, aun
pectiva de una cristología trinitaria, esto significa que la acción salví- teniendo un significado absoluto [¿?] y universal. Jesús es el elemen-
fica de Dios por medio de la Palabra antes de la encarnación, de la que to concreto a través del cual los hombres tienen acceso a Dios. Pero
el prólogo del Evangelio de Juan afirma que «era la luz verdadera que [...] él mismo está sometido al juicio de lo incondicionado, en caso de
ilumina a todo hombre» viniendo a este mundo (Jn 1,9), permanece que pretendiese identificarse con el Absoluto»29.
también después de la encarnación, al igual que existe así mismo
-como veremos más adelante- una acción salvífica de Dios mediante E. Schillebeeckx, a su vez, pregunta de qué forma el cristianismo
la presencia universal del Espíritu, tanto antes como después del acon- puede sostener la unicidad de Jesucristo y al mismo tiempo atribuir un
tecimiento histórico de Jesucristo. El misterio de la encarnación es valor positivo a las diferentes religiones. Observa que «Jesús es una
único; sólo la existencia humana individual de Jesús es asumida por el manifestación "singular y única", pero también "contingente", es de-
Hijo de Dios y unida a él en la persona. Pero mientras que sólo él es cir, histórica y por tanto limitada, del don de la salvación-de-Dios para
constituido de esta forma «imagen de Dios», otras «figuras salvíficas» todas las criaturas». Pero continúa:
pueden ser iluminadas por la Palabra o inspiradas por el Espíritu para «La manifestación de Dios en Jesús, tal como nos la anuncia el
convertirse en «indicadores» de salvación para sus seguidores, confor- Evangelio cristiano, no significa en modo alguno que Dios habría
me al designio general de Dios para la humanidad. absolutizado una particularidad histórica [...]. De esta manifestación
Ciertamente es verdad que en el misterio de Jesús el Cristo, la
Palabra no puede ser separada de la carne que asumió. Pero, aunque son 28. Cl. GEFFRÉ, «La singularité du Christianisme á l'áge du pluralisme religieux», en
inseparables, la divina Palabra y la existencia humana de Jesús siguen (J. Doré y C. Theobald [eds.]) Penser lafoi. Recherches en théologie aujourd'-
siendo distintas. Así, si bien la acción humana de la Palabra encarnada hui. Mélanges offerts á Joseph Moingt, Cerf - Assas, París 1993, pp. 351-369,
aquí: pp. 365-366; ID., «La place des religions dans le plan du salut»: Spiritus 138
(La mission á la rencontre des religions) (1995), pp. 78-97.
27. Véase Ch. DUQUOC, Mesianismo de Jesús y discreción de Dios, Cristiandad, 29. Cl. GEFFRÉ, «Pour un christianisme mondial»: Recherches de Science Religieuse
Madrid 1985 (orig. francés, 1984). 86 (1998), pp. 53-75, aquí: p. 63.
248 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 249

de Dios en Jesús aprendemos más bien que no se puede decir que una 3. La presencia universal del Espíritu Santo
particularidad histórica pueda ser considerada absoluta y que, por
tanto, a través de la relatividad presente en Jesús cada ser humano Así pues, la particularidad histórica del acontecimiento Cristo, combi-
puede encontrar a Dios también fuera de Jesús, especialmente en nada con su significado salvífico universal, deja espacio para una
nuestra historia mundana y en las numerosas religiones que han sur-
gido en ella. Jesús de Nazaret resucitado continúa también señalando acción salvífíca de la Palabra como tal. Por otro lado, hay que añadir
hacia Dios más allá de sí mismo. Se podría decir que Dios, a través que la perspectiva trinitaria motiva algunas observaciones a propósito
de Jesús y en el Espíritu, apunta a sí mismo como creador y redentor, de una presencia universal del Espíritu Santo, similares a las relativas
como un Dios de la humanidad entera. Dios es absoluto, pero ningu- a la acción permanente de la Palabra como tal. Una cristología del
na religión es absoluta»30. Espíritu ayuda a ver que el Espíritu de Dios está universalmente pre-
sente y activo, antes y después del acontecimiento Cristo. Este aconte-
Ya antes Schillebeeckx había escrito: «En efecto, el mismo Jesús cimiento Cristo es tanto el resultado como la fuente de la actuación del
no sólo revela a Dios sino que también lo oculta, ya que apareció entre Espíritu en el mundo. Entre ambos hay una «relación de condiciona-
nosotros en la condición de un ser humano, no divino. Como hombre, miento mutuo» en virtud de la cual el Espíritu puede ser justamente lla-
es un ser histórico, contingente, que no puede representar en modo mado, a través de toda la historia de la salvación, el «Espíritu de
alguno todas las riquezas de Dios [...], a no ser que se niegue la reali- Cristo»34. La economía salvífíca de Dios es única, y en ella el aconte-
dad de su verdadera humanidad [,..]»31. Y más recientemente ha añadi- cimiento Cristo es al mismo .tiempo el punto culminante y el sacra-
do: «Un cristiano no puede perder jamás de vista que, no sólo el cris- mento universal; pero el Dios que salva es tripersonal: cada uno de los
tianismo sino el mismo hombre Jesús, no son ni absolutos ni absoluta- tres es personalmente distinto y sigue actuando de manera distinta.
mente únicos. Sólo el Dios de Jesús, el Creador, lo es: él es el Dios de Dios salva «con dos manos», la Palabra y el Espíritu, escribió san
todos los hombres. Lo que la fe cristiana testimonia es que en Jesús el Ireneo en el siglo II (Adv. haer. 4,7,4).
Absoluto, es decir, el único Dios, se refleja como tal en la relatividad El magisterio reciente de la Iglesia ha insistido en la universalidad
de la historia bajo una forma única»32. de la presencia activa del Espíritu. Con todo, nos preguntamos si des-
Podemos citar también a Ch. Duquoc, que pone en guardia contra pués del acontecimiento Cristo la comunicación del Espíritu y su pre-
la absolutización de la particularidad de la manifestación de Dios en sencia activa en el mundo se realizan exclusivamente a través de la
Jesucristo, cuando escribe: «Al revelarse en Jesús, Dios no absolutiza humanidad glorificada de Jesucristo o, por el contrario, pueden tam-
una particularidad, sino que muestra, por el contrario, que ninguna par- bién superar sus límites. En otras palabras, el Espíritu de Dios ¿se ha
ticularidad histórica es absoluta y que, en virtud de esta relatividad, es convertido hasta tal punto en el «Espíritu de Cristo» que ya no puede
posible encontrar a Dios en la historia real. [...] La particularidad fun- hacerse presente y activo más allá de la comunicación que se hace de
damental del cristianismo exige que las diferencias se mantengan, no Cristo resucitado, de tal modo que su obra quede en adelante circuns-
que sean abolidas, como si la manifestación de Dios en Jesús hubiese crita por la de Cristo resucitado y, en este sentido, limitada?
puesto fin a la historia "religiosa"»33. En el Nuevo Testamento, y particularmente en Pablo, el Espíritu es
llamado tanto «Espíritu de Dios» como «Espíritu de Cristo». Parece
que la expresión «Espíritu de Cristo» (Rm 8,9) hace referencia a la
comunicación del Espíritu hecha por Cristo resucitado, la cual corres-
ponde a la promesa hecha por Jesús a los discípulos en el Evangelio de
30. E. SCHILLEBEECKX, Church. The Human Story ofGod, SCM Press, London 1990,
pp. 165-166 (orig. holandés, 1989). Juan (Jn 15,26; 16,5-15) y a su realización en Pentecostés (Hch 2,1-4).
31. E. SCHILLEBEECKX, Perché la política non é tutto. Parlare di Dio in un mondo También hay que entender que la obra del Espíritu consiste en estable-
minacciato, Queriniana, Brescia 1987, pp. 10-11.
32. E. SCHILLEBEECKX, «Universalité unique d'une figure religieuse historique nom-
mée Jésus de Nazareth»: Laval Théologique et Philosophique 50/2 (1994), pp. 34. Véase K. RAHNER, «Jesús Christ in the Non-Christian Religions», en Theological
265-281, aquí: p. 273. Investigations, Darton, Longman and Todd, London 1981, vol. XVII, pp. 39-50
33. Ch. DUQUOC, Dieu différent, Cerf, París 1977, p. 143. aquí: p. 46 (orig. alemán en Schriften zur Theologie, op. cit.).
250 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 251

cer entre las personas humanas y el Señor una relación personal por la comprender que la comunicación del Espíritu por Cristo resucitado no
cual son incorporadas en Cristo: «El que no tiene el Espíritu de Cristo, agota necesariamente la actividad del Espíritu después del aconteci-
no le pertenece» (Rm 8,9). En este sentido se ha observado que el miento Cristo.
Espíritu es el «punto de inserción» de Dios a través de Cristo en la vida Es bien sabido que la tradición oriental y ortodoxa ha dirigido a
de los hombres y que su obra consiste en hacer que se conviertan en menudo contra la tradición occidental la acusación de que promueve
hijos del Padre en el Hijo por medio de la humanidad resucitada. un «cristomonismo» teológico en el que el Espíritu Santo queda redu-
No obstante, sigue siendo cierto el hecho de que el Espíritu es lla- cido a ser una «función» de Cristo. Y. Congar, aun cuando considera
mado con más frecuencia «Espíritu de Dios»: «El Espíritu de Dios exagerada esta acusación, reconoce que no carece de todo fundamen-
habita en vosotros» (Rm 8,9); «si el Espíritu de Aquel que resucitó a to; de hecho, ofrece a la teología occidental la ocasión de reflexionar
Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a sobre la inadecuación de su pneumatología35. Si bien es cierto que no
Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos se puede construir una economía «autónoma» del Espíritu, desligada
mortales por su Espíritu que habita en vosotros» (Rm 8,11); «en efec- de la economía de la Palabra, también es cierto que el Espíritu no
to, todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de puede ser reducido a una «función» de Cristo resucitado, siendo por así
Dios» (Rm 8,14; véase también 1 Co 2,11; 2,14; 3,16; 6,11; 12,3; 2 Co decir su «vicario». De este modo el Espíritu perdería la plenitud de su
3,3...). El Espíritu que se nos comunica es fundamentalmente el «Espí- operatividad salvífica personal. P. Evdokimov subraya felizmente el
ritu de Dios». Si, después, de la manifestación de Dios en la historia carácter personal de la «misión» del Espíritu del Padre, distinta de la
nos elevamos a la comunicación tripersonal en el mismo misterio de misión de la Palabra, cuando escribe:
Dios, el Espíritu se nos presenta como la persona que «procede» de
«La Palabra y el Espíritu, "las dos manos de Dios", según la expre-
modo primordial del Padre, como «principio sin principio», a través de sión de san Ireneo, son inseparables en su acción manifestadora del
la Palabra o el Hijo. Teniendo en cuenta los datos bíblicos que acaba- Padre y, no obstante, inefablemente distintos. El Espíritu no está
mos de mencionar, se puede hacer la pregunta acerca de si, después del subordinado al Hijo, ni es una función de la Palabra, sino que es el
acontecimiento Cristo, puede haber una actividad salvífica del Espíritu segundo Paráclito. En las dos economías del Hijo y del Espíritu se
Santo más allá de la que existe a través de la humanidad resucitada de ven la reciprocidad y el servicio mutuo, pero Pentecostés no es sim-
Jesús, del mismo modo que antes del acontecimiento histórico de la plemente la consecuencia o una continuación de la encarnación.
encarnación el Espíritu ejerció su acción salvífica sin la humanidad Pentecostés tiene su valor entero de por sí, representa el segundo acto
de Jesús. del Padre: el Padre, que ha enviado al Hijo, envía ahora al Espíritu
La metáfora, empleada por san Ireneo, de las «dos manos de Dios» Santo. Una vez cumplida su misión, Cristo regresa al Padre a fin de
puede ayudar a esclarecer la actividad distinta del Espíritu en virtud de que el Espíritu Santo baje en persona»36.
su distinta identidad personal. En tal metáfora subyace, probablemen- V. Lossky acusa, en efecto, a la tradición latina, a partir de su con-
te, la imagen de Dios como un alfarero (véase Is 64,6-7), que con dos cepto de «procesión» del Espíritu del Padre y el Hijo (filioque), de
manos produce una sola obra -es decir, en este contexto, la única eco- reducir tanto la identidad personal del Espíritu en el misterio intrín-
nomía de salvación-. Las dos manos de Dios, la Palabra y el Espíritu seco de Dios como su actividad salvífica en la economía divina de
-podríamos añadir- son manos ligadas. Esto significa que, aun estan- salvación:
do unidas y siendo inseparables, son también distintas y complemen- «Reducido a la función de vínculo entre las dos personas y subordi-
tarias en su distinción. La actividad de una de ellas es distinta de la nado unilateralmente al Hijo en su misma existencia, en detrimento
actividad de la otra; en efecto, es la coincidencia o la «sinergia» de las
dos actividades distintas la que produce el efecto salvífico de Dios. No 35. Y. CONGAR, «Pneumatologie ou "christomonisme" dans la tradition latine?», en
se puede reducir ninguna de las dos a la representación de una mera Ecclesia a Spiritu Sancto edocta (Lumen Gentium 53). Mélanges théologiques,
«función» con respecto a la otra; por el contrario, las dos obras con- Duculot, Gembloux 1970, pp. 41-63; véase ID., La parole et le souffle, Desclée
de Brouwer, París 1984.
vergen en la realización de una sola economía de salvación. Dios actúa 36. P. EVDOKIMOV, L'Esprit Saint dans la tradition orthodoxe, Cerf, Paris 1969,
con sus dos manos. A la luz de esta metáfora tal vez resulte más fácil pp. 88-89.
252 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 253

de la auténtica pericoresis, el Espíritu pierde, con la independencia Espíritu obró en el mundo y en la historia sin que fuera comunicado a
hipostática, la plenitud personal de su actividad económica. En ade- través de la humanidad resucitada -la cual no existía-, después del
lante ésta será concebida como un simple medio puesto al servicio de acontecimiento Cristo su actividad deba resultar tan vinculada a tal
la economía de la Palabra, tanto en el plano eclesial como en el de la comunicación que quede limitada por ella. Ciertamente hay que man-
persona»37. tener que en ambos casos -tanto antes como después del aconteci-
miento histórico- la efusión del Espíritu es siempre relativa al aconte-
Ciertamente no se puede suponer cualquier «subordinación» del cimiento en el que culmina el despliegue a través de la historia del plan
Espíritu en relación con el Hijo en el misterio intrínseco de Dios, a divino de salvación. En tal sentido se puede y se debe decir que el don
pesar del orden de las procesiones intra-trinitarias. Por tanto, el riesgo del Espíritu antes de la encarnación fue hecho «en consideración» del
en la tradición latina de una reducción de la actividad salvífica del acontecimiento cristológico. Pero esto no permite afirmar que ya no se
Espíritu en la economía divina no es ilusorio, sino que, por el contra- pueda concebir ninguna acción del Espíritu como tal después del acon-
rio, hay que tomarlo en serio. En efecto, parece que hay diversos tecimiento, e incluso en relación con el mismo acontecimiento -del
modos con los que el Espíritu puede indebidamente ser reducido a una mismo modo que ha sido posible afirmar una acción de la Palabra
«función de Cristo». Uno de ellos consistiría en la simple identifica- como tal, según las explicaciones proporcionadas anteriormente-. No
ción del Espíritu con Cristo resucitado; tal opinión se fundamenta en hay dos economías de salvación. Pero las dos «manos de Dios» tienen
una comprensión errónea de la afirmación paulina: «El Señor es el y mantienen en la actuación divina su propia identidad personal. La
Espíritu» (2 Co 3,17)38. Más discreta y matizada, pero tal vez no menos Palabra es la luz «que ilumina a todo hombre» (Jn 1,9); por lo que se
insatisfactoria, sería la opinión según la cual la acción salvadora y vivi- refiere al Espíritu, «sopla donde quiere» (Jn 3,8).
ficadora del Espíritu consiste por entero en la comunicación que de él Hay que tener siempre en cuenta el puesto central del aconteci-
hace el Señor resucitado. Ésta es la opinión de la que tratamos aquí. miento Jesucristo en el único plan divino. Tal acontecimiento -como
Afirma claramente el concilio Vaticano II {Ad gentes 4) y recalca se ha afirmado varias veces- representa la cima del compromiso de
con insistencia el magisterio eclesial reciente (véase en particular la Dios con la humanidad y, como tal, es la clave interpretativa de todo el
encíclica Dominum et vivificantem 53) que el Espíritu estaba ya pre- despliegue de las relaciones personales entre Dios y los hombres. Por
sente y operante antes de la glorificación de Cristo, e incluso antes del esta razón al explicar los diversos cambios de paradigma propuestos en
acontecimiento Jesucristo, a través de toda la historia, desde la crea- el debate actual sobre las religiones, se han rechazado claramente los
ción. Naturalmente, «este Espíritu es el mismo que se ha hecho pre- nuevos paradigmas del logocentrismo y del pneumatocentrismo. Pero
sente en la encarnación, en la vida, muerte y resurrección de Jesús y una cosa es afirmar diversas economías de salvación, paralelas a la que
que actúa en la Iglesia. No es, por consiguiente, algo alternativo a existe en el acontecimiento Cristo, y otra muy distinta es distinguir sin
Cristo, ni viene a llenar una especie de vacío, como a veces se da por separación diversos aspectos complementarios de una sola economía
hipótesis que exista entre Cristo y el Logos. Todo lo que el Espíritu de salvación querida por Dios para la humanidad.
obra en los hombres y en la historia de los pueblos, así como en las cul-
turas y religiones, tiene un papel de preparación evangélica y no puede
menos de referirse a Cristo» (Redemptoris missio 29). No obstante, no II. Mediación y mediaciones
se entiende por qué, mientras que antes del acontecimiento Cristo el
1. Varios caminos hacia una meta común
37. Véase A. DE HALLEUX, en Revue Théologique de Louvain 6 (1975), pp. 13-14,
con referencia a V. LOSSKY, Essai sur la théologie mystique de l'Orient, Aubier, «Varios ríos que desembocan en el mismo océano»: esta y otras expre-
Paris 1944, pp. 242-243; también pp. 155-156, 163, 166, 185, 193. siones similares han servido con frecuencia como eslóganes para una
38. Véase D.L. GELPI, The Divine Mother. A Trinitarian Theology ofthe Holy Spirit,
University Press of America, Lanham (MD) 1984, p. 136; véase también E.A.
teología pluralista de las religiones. Como ríos que desembocan en el
JOHNSON, Colei che é. II mistero di Dio nel discorso teológico femminista, mismo océano, así también las diversas religiones tienden al mismo
Queriniana, Brescia 1999, pp. 411-413. misterio divino. Los caminos difieren, pero el fin último es común a
EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 255
254 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES
concilio Vaticano n, a pesar de su apertura y de los valores positivos
todos. El modelo pluralista del «centramiento en Dios» y, después, del reconocidos dentro de tales tradiciones, no se aventuró a llamarlas
«centramiento en la Realidad», propuesto por J. Hick, corresponde al «caminos de salvación», aunque cabe preguntarse si esto no está -al
axioma; el más reciente «pluralismo de orientaciones» de S.M. Heim39, menos en parte- implícito en el reconocimiento conciliar de los ele-
por el contrario, lo contradice. Según S.M. Heim, para ser auténtico, el mentos «de verdad y de gracia» contenidos en ellas «por una cuasi
pluralismo debería reconocer que las diversas tradiciones se caracteri- secreta presencia de Dios» (Ad gentes 9).
zan objetivamente por una pluralidad real de fines religiosos distintos. Antes hemos estudiado ya los textos centrales del magisterio pos-
Tampoco parece -según él- que el reconocimiento de tal pluralidad de conciliar y por ello no es preciso analizarlos aquí de nuevo, pues su
fines religiosos esté en contradicción con la tradición cristiana. Habida
carácter afirmativo es limitado. El documento que se aproxima más a
cuenta de que aquí no queremos debatir esta opinión, en cualquier caso
apenas compatible con la tradición cristiana, baste con decir que, por la afirmación según la cual otras religiones pueden constituir caminos
nuestra parte, la expresión «varios caminos hacia una meta común» se de salvación para sus seguidores es el ya citado Diálogo y anuncio
usa en la convicción cristiana de que la meta objetiva última, querida (1991):
por Dios para toda vida humana, en cualquier contexto histórico y reli- «A través de la práctica de lo que es bueno en sus propias tradiciones
gioso, es la unión personal y la comunión de vida con el Dios que se religiosas, y siguiendo los dictámenes de su conciencia, los miembros
ha revelado en Jesucristo. No obstante, las diversas tradiciones religio- de las otras religiones responden positivamente a la invitación de
sas representan distintos caminos que conducen, aunque sea de mane- Dios y reciben la salvación en Jesucristo, aun cuando no lo reconoz-
ras diferentes, a tal meta común. Esto debemos mostrarlo aún. can como su Salvador» (n. 29)42.
«Es posible sostener», escribe K. Ward, «que, en un sentido impor-
tante, muchas religiones pueden ofrecer diferentes caminos hacia una Otros documentos, aun cuando se reconoce claramente que gozan
meta común, concebida de formas bastante diversas»40. Y prosigue ex- de menos autoridad, muestran una apertura mayor hacia las otras tra-
plicando que las creencias específicamente cristianas en la encarna- diciones religiosas. En ellos se ve a Dios como presente y activo en
ción, en la redención y en la Trinidad pueden ser interpretadas en una ellas, atrayendo hacia sí a las personas; la pluralidad misma de las otras
variedad de modos característicos, que constituyen diferentes doctrinas religiones es un testimonio de las «múltiples formas en las que Dios se
dentro del espectro del cristianismo; otras tradiciones religiosas intro- ha relacionado con los pueblos y las naciones». La Declaración publi-
ducen una ulterior diversificación en la forma de concebir la meta final cada por la Decimotercera asamblea anual (28-31 de diciembre de
de los seres humanos. No obstante, dicha meta sigue siendo común y 1989) de la Asociación Teológica India, titulada Hacia una teología
esto hace posible hablar de una verdadera «convergencia» en una bús- cristiana india del pluralismo religioso4*, ya recordada, afirma que,
queda común41. Las diferencias en los conceptos teológicos no impiden mientras nosotros afrontamos el problema del pluralismo «desde nues-
necesariamente que el fin sea realmente común. tra perspectiva de fe» (n. 9), logramos también «entender el objetivo y
El pensamiento cristiano tradicional se ha resistido con frecuencia, el significado de la maravillosa variedad religiosa que nos rodea y su
incluso en los últimos años, a ver en las otras tradiciones religiosas papel y función en la consecución de la salvación» (n. 8). Sigue una
«senderos», «caminos» o «canales» válidos, por medio de los cuales se importante declaración:
puede alcanzar la meta de la unión con el Dios de Jesucristo; o bien, si
lo expresamos en el sentido contrario -que es más apropiado-, por «Las religiones del mundo son expresiones de la apertura humana a
medio de los cuales el Dios de Jesucristo se comunica personalmente Dios. Son signos de la presencia de Dios en el mundo. Toda religión
y comparte su propia vida con los seguidores de tales tradiciones. El es única y, a través de esta unicidad, las religiones se enriquecen
mutuamente. En su especificidad, manifiestan rostros diferentes del
39 S.M. HEIM, Salvations. Truth and Difference in Religión, Orbis Books,
Maryknoll (N.Y.) 1995. 42. PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO, «Diálogo y anuncio»:
40 K. WARD, Religión and Revelation, Clarendon Press, Oxford 1994, p. 338; véase Ecclesia 2.547 (1991), pp. 1.437-1.454, aquí: p. 1.442.
pp. 310-311. 43. Véase K. PATHIL (ed.), Religious Pluralism. An Indian Christian Perspective,
41. Ibid., p. 339. ISPCK, Delhi 1991, pp. 338-349.
256 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 257

inagotable Misterio supremo. En su diversidad, nos permiten experi- Comparado con los testimonios anteriores, el reciente documento
mentar de una manera más profunda lariquezadel Uno. Cuando las de la Comisión Teológica Internacional, titulado El cristianismo y las
religiones se encuentran en el diálogo, edifican una comunidad en la religiones (1996), expresa una extrema cautela y una aparente reticen-
que las diferencias se convierten en complementariedad y las diver- cia a reconocer alguna «función salvífica» en las otras tradiciones reli-
gencias se transforman en indicaciones de comunión» (n. 32) giosas. Los párrafos relevantes, aun admitiendo la presencia del Espí-
No faltan otros testimonios semejantes. Entre ellos hay que recor- ritu en las religiones, afirmada por el magisterio reciente, son muy
dar las Directrices para el diálogo interreligioso, publicadas también reservados a la hora de deducir conclusiones positivas:
en 1989 por la Comisión para el diálogo y el ecumenismo de la «Dado este explícito reconocimiento de la presencia del Espíritu de
Conferencia de Obispos Católicos de la India (CBCI). El texto afirma: Cristo en las religiones, no puede excluirse la posibilidad de que éstas
«La pluralidad de las religiones es una consecuencia de la riqueza de ejerzan, como tales, una cierta función salvífica, es decir, ayuden a los
la misma creación y de la multiforme gracia de Dios. Aunque todos hombres a alcanzar sufinúltimo, aun a pesar de su ambigüedad. En
los pueblos provienen de la misma fuente, han percibido el universo las religiones se tematiza explícitamente la relación del hombre con el
y articulado su conciencia del Misterio divino de muchas formas, y Absoluto, su dimensión trascendente. Sería difícilmente pensable que
ciertamente Dios ha estado presente en esas empresas históricas de tuviera valor salvífico lo que el Espíritu Santo obra en el corazón de
sus hijos. Por ello tal pluralismo no es en modo alguno deplorado los hombres tomados como individuos y no lo tuviera lo que el mismo
sino más bien reconocido como un don divino» (n. 25)44. Espíritu obra en las religiones y en las culturas. El reciente magiste-
rio no parece autorizar una diferenciación tan drástica» (n. 84).
Dos años antes, la Comisión Teológica Consultiva de la Federación «Las religiones pueden ser por tanto, en los términos indicados, un
de las Conferencias Episcopales Asiáticas (FABC) había publicado un medio que ayude a la salvación de sus adeptos, pero no pueden equi-
documento titulado Tesis sobre el diálogo interreligioso, donde se ex- pararse a la función que la Iglesia realiza para la salvación de los cris-
presaba con claridad una valoración positiva del papel de otras tradi- tianos y de los que no lo son» (n. 86)46.
ciones religiosas en la economía divina de la salvación. En este docu-
mento se lee lo siguiente: En el próximo capítulo estudiaremos el papel de la Iglesia en rela-
ción con los miembros de las otras tradiciones religiosas y de las mis-
«La Iglesia en Asia ha estado guiada por su experiencia de las otras
religiones a [una] valoración positiva de su papel en la economía divi- mas tradiciones. Mientras tanto, lo que sorprende a primera vista al
na de la salvación. Este aprecio está basado en los frutos del Espíritu comparar este último texto con los asiáticos es la diferente percepción
percibidos en las vidas de los creyentes de las otras religiones: un ofrecida en éstos de la interacción prolongada y cotidiana con los
sentido de lo sagrado, un compromiso de buscar la plenitud, una sed miembros de las otras tradiciones religiosas a propósito del significa-
de autorrealización, un gusto por la oración y el compromiso, un do y valor de estas últimas en el designio de Dios para la humanidad,
deseo de renuncia, una lucha por la justicia, un anhelo de una bondad comparada con la valoración reservada que brota en el documento cen-
humana fundamental, una implicación en el servicio, una entrega tral de una aproximación dogmática a priori. A los documentos vincu-
total del yo a Dios y una adhesión al trascendente en sus símbolos, lados con el magisterio central les resulta difícil admitir en teoría lo
rituales y en la misma vida, aunque la debilidad y el pecado humanos que para otros es experiencia vivida. Con todo, aún debemos mostrar
no están ausentes.
cómo las tradiciones religiosas son mediadoras de la salvación para sus
La valoración positiva se arraiga además en la convicción de fe de seguidores o, dicho con otras palabras, cómo en ellas y a través de ellas
que el designio de salvación de Dios para la humanidad es único y
alcanza a todos los pueblos: es el reino de Dios, por medio del cual Dios se comunica a sus seguidores de maneras diferenciadas. Expre-
trata de reconciliar consigo todas las cosas en Jesucristo (2,2-2,3)»45. sado de una forma más específica: ¿en qué sentido, exactamente, son

44. Véase CBCI [Catholic Bishops' Conference of India] COMISIÓN PARA EL DIÁLOGO Conferences], Theses on Interreligious Dialogue, en FABC Papers, n. 48, FABC,
Y EL ECUMENISMO, Guidelines for an Inter-religious Dialogue, segunda edición Hong Kong 1987, p. 7.
revisada, CBCI Centre, New Delhi 1989, p. 29. 46. Texto castellano en COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, Documentos 1969-
45. THEOLOGICAL ADVISORY COMMISSION de la FABC [Federation of Asian Bishops' 1996, BAC, Madrid 1998, pp. 557-604, aquí: pp. 590-591.
258 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 259

las tradiciones «canales» de salvación? ¿Qué causalidad actúa dentro vífico alcanza a los miembros de las otras tradiciones religiosas.
de ellas para justificar la denominación -unívoca o analógica- de ¿Sucede esto exclusivamente a través de una acción invisible de la
caminos o vías de salvación? humanidad glorificada que por su resurrección-glorificación se ha
hecho «transhistórica», por encima de los condicionamientos del espa-
cio y del tiempo? ¿O bien la acción salvífica de Dios en Jesucristo
2. Mediaciones parciales de la salvación alcanza a los miembros de las otras tradiciones religiosas a través de
una cierta «mediación» de sus propias tradiciones? ¿Son éstas, pues, en
Un modelo de cristología trinitaria allana el camino a distintas consi- cierto modo «canales» del poder salvífico de Cristo? Y si la respuesta
deraciones que, pese a estar estrechamente interrelacionadas, son cla- es positiva, ¿en qué sentido? ¿Confieren las tradiciones una cierta visi-
ramente distinguibles. La gracia o salvación divina «lleva consigo una bilidad y carácter social al poder salvífico de Cristo cuando alcanza a
característica cristológica y a la vez pneumatológica» (Dominum et sus miembros? ¿Son signos, si bien incompletos, de la actividad salví-
vivificantem 53). Esto es cierto en cualquier situación o circunstancia fica de Cristo?
histórica, tanto antes como después del acontecimiento Jesucristo. Para ver que las tradiciones son lo que se acaba de exponer, tiene
Como ha escrito un autor recientemente: una importancia primordial subrayar el carácter histórico y social del
ser humano. Contra la «teoría del cumplimiento», que estableció una
«Hay que [...] subrayar que [la] comprensión de la universalidad de
la presencia de Dios en su creación y de la universalidad del amor ruptura entre la vida religiosa del individuo y la comunidad de fe en la
reconciliador y salvffico de Dios para su creación no es para la teo- que vive esa vida, la teoría de la «presencia del misterio de Cristo»
logía cristiana nunca separable de la autorrevelación de Dios en la muestra justamente que una división tan neta no es teológicamente
particularidad del acontecimiento Cristo que se manifiesta como par- viable.
ticular Dios trinitario: Padre, Hijo y Espíritu. Una teología cristiana La existencia humana es esencialmente histórica. Esto significa
de la religión pierde su identidad particular si intenta basar su com- dos cosas. En primer lugar, la persona humana, espíritu encarnado, es
prensión de las religiones, no en la universalidad de Dios, que se un devenir que se expresa a sí mismo en el tiempo y en el espacio, en
revela en Cristo, sino en alguna constante antropológica supuesta- la historia y en el mundo. La persona existe sólo en este darse expre-
mente universal como un supuesto "religioso a priori"»41. sión a sí misma. Lo que llamamos nuestro cuerpo es justamente tal
La acción salvífica de Dios, que actúa siempre en el marco de un expresión. Éste es el significado profundo de la teoría de santo Tomás
designio unificado, es única y al mismo tiempo polifacética. No pres- sobre la unión «sustancial» de alma y cuerpo. Que el alma es la «forma
cinde nunca del acontecimiento Cristo, en el que encuentra su máxima sustancial» del cuerpo significa que alma y cuerpo no constituyen dos
densidad histórica. Sin embargo, la acción de la Palabra de Dios no elementos distintos hasta el punto de ser independientes y, por tanto,
está limitada a expresarse exclusivamente a través de la humanidad de fácilmente separables, como si entre ambos se tratase de una unión
Jesucristo; ni tampoco la obra del Espíritu en la historia está limitada meramente accidental. Sucede lo contrario: los seres humanos son per-
a su efusión por Cristo resucitado y exaltado. La gracia salvífica de sonas sólo en la medida en que, como espíritus, son encarnados. La
Dios puede alcanzar a la humanidad de modos diversos que deben ser filosofía existencial moderna lo ha visto y expresado mejor que el
combinados e integrados entre sí. tomismo. Ahora bien, lo que es cierto de la vida de un ser humano en
No es preciso demostrar ulteriormente que el acontecimiento his- general, es también cierto de su vida religiosa. Ésta no consiste ni
tórico de Jesucristo, que tiene su punto culminante en el misterio pas- puede consistir en estados puramente espirituales del alma. Para exis-
cual de su muerte y resurrección, tiene un significado salvífico univer- tir, la vida religiosa debe expresarse en símbolos, prácticas y ritos reli-
sal. En cambio, lo que todavía hay que explicar es cómo su poder sal- giosos. A la luz de la naturaleza esencialmente compuesta del ser
humano, tales símbolos, prácticas y ritos son necesarios para la misma
existencia de la vida religiosa, ya que sirven tanto de expresión como
47. Ch. SCHWOBEL, «Particularity, Universality, and the Religions», en (G. D'Costa
[ed.]) Christian Uniqueness Reconsldered. The Myth ofa Pluralistic Theology of de apoyo a las aspiraciones del espíritu humano. No hay vida religio-
Religions, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1990, pp. 30-46, aquí: p. 39 sa sin práctica religiosa. En este sentido tampoco hay fe sin religión.
260 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 261

En segundo lugar, el principio antropológico aquí propuesto impli- realista sostener que, aun cuando los miembros de las diversas tradi-
ca además que el ser humano no es una «mónada» aislada sino una per- ciones religiosas pueden obtener la salvación, su religión no desempe-
sona que vive en una sociedad humana. Todo ser humano se hace per- ña ningún papel en tal proceso. Del mismo modo que no existe ningu-
sona en virtud de sus relaciones interpersonales con otros seres huma- na vida religiosa concreta puramente natural, así tampoco existe nada
nos. Si bien es cierto que uno debe existir como persona para poder que se parezca a una religión histórica puramente natural.
mantener relaciones interpersonales con los otros, también es cierto Para mostrar de qué forma las diversas tradiciones religiosas pue-
que el ser humano se hace persona y crece como tal por medio de tales den servir como mediación del misterio de la salvación para sus miem-
relaciones. Esto es lo que ha puesto de manifiesto la filosofía del per- bros, debemos empezar por el misterio de Cristo para pasar después a
sonalismo. Y se aplica también a la vida religiosa del ser humano. Los considerar cómo Cristo se hace presente a los seres humanos. En
seres humanos religiosos no subsisten como individuos separados, sino Cristo, Dios entra en una relación personal con los seres humanos
como miembros de determinadas comunidades religiosas dotadas de -Dios se hace presente a ellos-. Toda experiencia auténtica de Dios,
tradiciones particulares. Crecen y se transforman compartiendo la vida para los cristianos como para los demás, es un encuentro de Dios en
religiosa de sus respectivas comunidades, entrando personalmente en Jesucristo con el ser humano. La presencia de Dios al ser humano, en
las respectivas tradiciones religiosas históricas en las que están situa- cuanto constituye -como toda presencia personal- un «ser con» de
dos y adoptando sus manifestaciones sociales, doctrina y enseñanza, orden intencional, pone a Dios en relación con el ser humano en un
código moral y prácticas rituales. intercambio interpersonal entre un «Tú» y un «Yo». El orden de la fe
Si todo esto es cierto, y si muchos miembros de las otras tradicio- o la salvación consiste precisamente en esta comunicación personal de
nes religiosas tienen una experiencia auténtica de Dios, la conclusión Dios al ser humano, una comunicación cuya realización concreta se da
ineludible es que estas tradiciones contienen, en sus instituciones y en Jesucristo y cuyo signo eficaz es la humanidad de Jesús.
prácticas sociales, rastros del encuentro de los seres humanos con la No obstante, Dios es Persona infinita, más allá de toda finitud, y su
gracia, «elementos debidos a un influjo sobrenatural de la gracia»48. No trascendencia marca profundamente la naturaleza de la presencia divi-
es posible establecer ninguna dicotomía entre la vida religiosa subjeti- na personal a los seres humanos. Ya que lo Infinito está separado de lo
va de los seres humanos y la religión que profesan, entre su experien- finito por una distancia infinita, la presencia personal de Dios al ser
cia religiosa personal y el fenómeno religioso histórico-social, o sea, la humano -y, afortiori, al ser humano pecador-^sólo puede ser gratuita.
tradición religiosa, constituida por libros sagrados y prácticas cultua- La iniciativa de la relación de Dios con el ser humano procede necesa-
les, a la que se adhieren. Y tampoco se puede decir que, si bien las per- riamente de lo Divino. La condescendencia de Dios con los seres
sonas que pertenecen a estas tradiciones pueden obtener la salvación humanos ocupa el centro del misterio de Cristo.
en virtud de la sinceridad de su vida religiosa subjetiva, su religión no En el cristianismo, la presencia personal de Dios a los seres huma-
tiene ningún valor salvífico para ellas. nos en Jesucristo alcanza su visibilidad sacramental más alta y com-
Está claro que la dicotomía sobre la que se basan tales juicios nega- pleta a través de la palabra en él revelada y de los sacramentos en él
tivos es gravemente inadecuada. La religión subjetiva y la religión ob- fundados. No obstante, esta mediación concreta del misterio de Cristo
jetiva deben ser distinguidas, pero no pueden ser separadas. Las tradi- llega sólo a los cristianos, miembros de la Iglesia-sacramento, de la
ciones religiosas de la humanidad se derivan de la experiencia religio- que reciben la palabra y cuya economía sacramental comparten.
sa de las personas o los grupos que las han fundado. Sus libros sagra- ¿Pueden las otras religiones contener y significar, de alguna manera, la
dos contienen la memoria de experiencias religiosas concretas con la presencia de Dios a los seres humanos en Jesucristo? ¿Se hace Dios
Verdad. Sus prácticas, a su vez, son el resultado de la codificación de presente a ellos en la práctica de sus religiones? Es necesario admitir
tales experiencias. Así pues, parece impracticable y teológicamente no que es así. De hecho, su práctica religiosa es la realidad que da expre-
sión a su experiencia de Dios y del misterio de Cristo. Es el elemento
48. K. RAHNER, «El cristianismo y las religiones no cristianas», en Escritos de teolo- visible, el signo, el sacramento de tal experiencia. Esta práctica expre-
gía, Taurus, Madrid 1964, vol. V, pp. 142, 152 (orig. alemán en Schriften zur sa, sostiene, sustenta y contiene -por así decir- su encuentro con Dios
Theologie, vol. V, op. cit.). en Jesucristo.
262 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 263

Por ello -y en este sentido particular- la tradición religiosa de los los hombres y a su compromiso con Dios, y otra cosa encontrarse con
«otros» es para ellos un camino y un medio de salvación. Rechazar el misterio mismo, "re-presentado" [hecho de nuevo presente] en la
esta conclusión sería cometer el error de establecer una indebida sepa- plena sacramentalidad de las acciones simbólicas instituidas por
ración entre la vida religiosa personal y subjetiva y la tradición reli- Jesucristo y confiadas por él a la Iglesia [...].
Por último, una cosa es tener experiencia y vivir-del misterio cris-
giosa objetiva -hecha de palabras, ritos y sacramentos- en la que tico inconscientemente y de manera oculta, sin clara conciencia de la
encuentra expresión tal vida. Tal separación es, como hemos indicado, infinita condescendencia que Dios nos ha mostrado en su Hijo y sin
teológicamente inviable. conciencia plena de la seriedad con que Dios se ha rebajado en él
Quizás resulte difícil determinar claramente en qué sentido preciso hasta nosotros, y otra cosa reconocer el misterio en la humilde condi-
y exacto las religiones históricas sirven para sus miembros como ción humana del hombre Jesús, en su vida humana, en su muerte y su
mediación de la presencia del misterio de Cristo. En cualquier caso, resurrección, con plena conciencia de que en este hombre que es
tenemos que distinguir varias modalidades de la presencia sacramental miembro de nuestra raza Dios ha venido personalmente a nuestro
del misterio. En el misterio de Cristo se dan diferentes modalidades de encuentro, ha descendido a nuestro nivel. Fuera del cristianismo, Dios
mediación de su presencia. La gracia de Dios, aunque es ciertamente se encuentra con los hombres en Cristo, pero su rostro humano per-
sólo una, está visiblemente mediada en modos diferentes, que difieren manece desconocido; en el cristianismo Dios sale al encuentro de los
entre sí no sólo en grado sino también en naturaleza. Esto significa que hombres en el rostro humano del hombre Jesús, que refleja para noso-
tros la imagen misma del Padre. Si toda religión supone un acerca-
las prácticas religiosas y los ritos sacramentales de las otras religiones miento de Dios al hombre, en'el cristianismo Dios sale al encuentro
no están en el mismo nivel que los sacramentos cristianos derivados de del hombre de una manera plenamente humana»50.
Jesucristo; pero también significa que debemos atribuirles una cierta
mediación de la gracia49. Así pues, el misterio de la salvación en Cristo Pero hay que recordar una vez más que el acontecimiento Cristo,
sigue siendo sólo uno. Pero este misterio se hace presente a los hom- que está presente inclusivamente, no agota el poder de la Palabra de
bres que se encuentran fuera de los confines del cristianismo. En la Dios que se hizo carne en Jesucristo. La acción iluminadora y el poder
Iglesia, comunidad escatológica, se hace presente a ellos abiertamente salvífico de la Palabra son universales, se extienden a todos los tiem-
y de manera explícita, en la plena visibilidad de su mediación comple- pos y a todas las personas. Su incomparable fuerza iluminadora que
ta. En las otras tradiciones religiosas se hace presente de manera implí- obra en toda la historia humana contribuye a la salvación de los seres
cita, escondida, en virtud de una modalidad de mediación incompleta, humanos, tanto antes como después de su manifestación en la carne.
pero no menos real, constituida por tales tradiciones. Como hizo antes de la encarnación, la Palabra divina continúa todavía
Por muy oscura, desde el punto de vista teológico, que pueda ser sembrando sus semillas en medio de los pueblos y en las tradiciones
la diferencia entre las diversas modalidades de mediación del misterio religiosas: verdad y gracia divina están presentes en ellos mediante su
de la salvación, hay que afirmar claramente tal diferencia. Hace una actividad. Observaciones análogas se imponen por lo que respecta a la
docena de años escribí a este respecto: presencia universal del Espíritu Santo, tanto antes como después de la
«Una cosa es acoger la palabra que Dios dirige a los hombres por encarnación de la Palabra. «La presencia y la actividad del Espíritu no
mediación de los sabios que la han escuchado en el fondo de su cora- afectan únicamente a los individuos, sino también a la sociedad a la
zón y han transmitido a los otros su experiencia de Dios, y otra escu- historia, a los pueblos, a las culturas y a las religiones» (Redemptoris
char la Palabra decisiva que dirige Dios a los hombres en su Hijo missio 28). Así pues, los elementos «de verdad y de gracia» {Ad gen-
encarnado, que es la plenitud de la revelación. [...] tes 9) están presentes en las culturas y las religiones humanas, debido
De igual manera, una cosa es entrar en contacto con el misterio de a la acción combinada de la Palabra de Dios y de su Espíritu. Llegamos
Cristo a través de los símbolos y prácticas rituales que a lo largo de así de nuevo al reconocimiento de una función salvífica de tales reli-
los siglos han mantenido y dado forma visible a la respuesta de fe de giones para comunicar a sus adeptos el ofrecimiento de gracia y de sal-
49. Sobre el tema de los ritos sacramentales, véase N. ABEYASINGHA, A Theological
Evaluation of Non-Christian Rites, Theological Publications in India, Bangalore 50. J. DUPUIS, Jesucristo al encuentro de las religiones, San Pablo, Madrid 1991, pp.
1984. 207-208 (orig. francés, 1989).
264 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 265

vación de parte de Dios y expresar su respuesta positiva al don gratui- insiste en que el poder habilitador del agápé es un don del Espíritu, que
to que Dios hace de sí mismo. La Palabra y el Espíritu -las «dos ha sido derramado en nuestros corazones (Rm 5,5). El agápé es el des-
manos» de Dios (san Ireneo)- cooperan, mediante su acción universal, bordamiento en nosotros del amor con el que Dios nos amó primero.
para conferir «verdad y gracia» a la vida religiosa de las personas y Ésta es la razón por la que la práctica del amor es el criterio seguro por
para inscribir «valores salvíficos» en las tradiciones religiosas a las que el que podemos reconocer que una persona ha escuchado la palabra de
pertenecen. ¿Es posible discernir teológicamente los «valores salvífi- Dios y ha abierto su corazón a ella. La práctica del agápé es la reali-
cos» contenidos en las tradiciones religiosas? ¿Sobre qué criterio se dad de la salvación, presente y operante en los seres humanos como
deberá basar tal obra de discernimiento? respuesta a la automanifestación y a la revelación de Dios.
Pero es más difícil determinar hasta qué punto la práctica habitual
3. El discernimiento de valores salvíficos
del agápé y el consiguiente misterio de la salvación personal están ins-
El criterio específicamente cristiano para tal discernimiento es: «Una pirados por la tradición religiosa a la que pertenece una persona.
religión es verdadera y buena si y en la medida en que deja percibir el Tampoco es fácil valorar si, hasta qué punto y con qué claridad la cari-
espíritu de Jesucristo en su teoría y su práctica»51. Este criterio consis- dad salvífica es ordenada como un precepto por los libros sagrados
te en preguntar si y hasta qué punto es posible encontrar en las tradi- considerados dentro de otras tradiciones religiosas como revelación
ciones religiosas el «espíritu cristiano». «Jesucristo es para los cristia- divina. ¿Ofrecen las escrituras de esas tradiciones un equivalente del
nos el factor regulativo decisorio»5*. Mientras tanto, ¿es posible pro- precepto cristiano del amor tal como se revela en el Nuevo Testa-
poner de una forma más concreta el criterio cristiano para discernir la mento? ¿Hasta qué punto es el misterio de la salvación subjetiva, pre-
verdad y la revelación, la gracia y la salvación, en las otras religiones? sente y operante en las vidas de sus adeptos, una respuesta a una reve-
Se piensa aquí espontáneamente en los frutos del Espíritu menciona- lación divina sobre el amor contenida en esas escrituras?
dos por san Pablo (Ga 5,16-24), frutos cuyo monopolio no está en los ¿Qué condiciones debe cumplir, según las normas evangélicas, el
cristianos ni en la tradición cristiana. Esta cuestión se puede resumir en amor al prójimo para que sea un agápé salvífico? La primera es que
una palabra: amor (agápé), porque «la revelación central de Dios, que sea desinteresado e incondicional. Semejante actitud implica un reco-
es dada en Jesucristo, es agápé»". nocimiento, al menos no temático, del valor personal del «otro» y un
Con todo, es necesario hacer una distinción entre el compromiso de reconocimiento implícito de un Absoluto trascendente en el que se fun-
fe subjetivo de cada persona y la tradición religiosa objetiva e históri- damenta este valor personal -cualquiera que sea el nombre que se dé a
ca a la que ésta pertenece y de la que recibe la vida y la inspiración reli- este Absoluto trascendente.
giosas. Los teólogos cristianos estarán de acuerdo en que quien se Además, el Evangelio requiere que el amor sea universal. Jesús
atenga normalmente a lo que la revelación cristiana llama la ley del expresa con toda claridad lo que se ha dado en llamar el «radicalismo»
amor ha oído la palabra de Dios en el secreto de su corazón y ha res- evangélico. El amor a Dios y el amor a los seres humanos van de la
pondido a esa llamada con un compromiso de fe. Ubi caritas et amor, mano (Mt 22,34-40; Le 10,25-28); las personas serán juzgadas según
Deus ibi est [«Donde hay caridad y amor, allí está Dios»]. El Nuevo el criterio del amor al prójimo (Mt 25,31-46). El agápé se extiende no
Testamento pone de manifiesto que el agápé, aunque tiene dos dimen- sólo a los cercanos y a los amigos -«¿No hacen eso mismo también los
siones, es único y que el amor a Dios pasa necesariamente por el amor publícanos? [...] ¿No hacen eso mismo también los gentiles?»-, sino
al prójimo (1 Jn 4,20). La teología reciente expresa esta mediación con también a los enemigos (Mt 5,43-48). El agápé es universal:
la expresión «sacramento del prójimo». Además, el Nuevo Testamento «Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celes-
•tial» (Mt 5,48).
51. H. KÜNG, «Existe l'unica religione vera?», en Teología in cammino. ¿Cuál es la relación entre las escrituras sagradas de las otras tradi-
Un'autobiografía spirituale, Mondadori, Milano 1987, pp. 255-286; véase p. 278 ciones religiosas y las exigencias radicales del agápé, contenidas en el
(orig. alemán, 1987). mensaje evangélico? Tales escrituras, ¿proporcionan un incentivo y
52. Ibid, p. 282.
53. Véase P. STARKEY, «Ágape: A Christian Criterion for Truth in the Other World
una invitación al amor expansivo, que tiene características tales que
Religions»: International Review ofMission 74 (1985), pp. 425-463, aquí: p. 433. pueden ser reconocidas, desde una perspectiva cristiana, como revela-
266 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 267

ción divina que inspira y sostiene en los seguidores de esas tradiciones Paradójicamente, la universalidad de la exigencia del amor parece
una adhesión al agápé salvífíco? En el artículo citado anteriormente, P. formulada de manera más clara en las tradiciones asiáticas -hinduis-
Starkey revisa los datos disponibles en las diversas tradiciones religio- mo, budismo y confucianismo- que en las dos grandes religiones mo-
sas en favor de la hipótesis de una revelación divina que invita a sus noteístas, fuera del cristianismo. A propósito del hinduismo, Starkey
seguidores a dedicarse a la práctica del agápé. Aquí retomamos sus escribe: «Las escrituras hindúes exigen la acción de agápé, descrito
resultados, primero en relación con las religiones monoteístas (judais- como actos de compasión, justicia, respeto, generosidad, rectitud y
mo e islam) y después con algunas de las tradiciones asiáticas (hin- altruismo hacia todos»5*. Así mismo, escribe sobre el budismo: «El
duismo, budismo y confucianismo). budista no sólo debe tratar a los amigos y al prójimo con metía (amor),
En las escrituras judías se enseña de una manera muy clara el pre- sino que también "los propios enemigos deben ser tratados con bondad
cepto del amor al prójimo, donde se fundamenta en la actitud de amor compasiva"»59. En opinión de E.A. Burtt60, metía es «una compasión
y fidelidad a la alianza concluida por Dios con su pueblo. Es el agápé ilimitada que se entrega a sí misma y brota libremente hacia todas las
divino que se extiende, por así decir, a las relaciones humanas. Ahora criaturas que viven»61. Finalmente, después de haber revisado los datos
bien, ese amor ¿es universal? Según la tradición evangélica, Jesús sobre el confucianismo, esta autora concluye: «En la tradición confu-
observó severamente: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo ciana, el jen es amor universal y activo en las relaciones humanas»62.
y odiarás a tu enemigo". Pues yo os digo: "Amad a vuestros enemigos Ahora bien, ¿cuál es en estas tradiciones asiáticas el fundamento
[...]"» (Mt 5,43-44). Los exegetas observan que la segunda parte del del amor universal y compasivo? ¿Se puede decir que se basa en el
mandamiento antiguo no se encuentra de una forma tan brusca en la amor antecedente de Dios a la humanidad, el amor divino, reproduci-
Ley, y que la seca expresión atribuida a Jesús procede del original ara- do, por así decir, y extendido a las relaciones humanas? Hablando del
meo, lengua en la que había pocos matices. El significado equivalente hinduismo, Starkey señala correctamente que la razón [de las] accio-
a ella sería: hay una obligación menor de amar a los enemigos. Starkey nes [del agápé] [...] es a menudo diferente respecto de la concepción
observa: «El mandamiento del amor al prójimo es central en la Tanak occidental cristiana»63. Éste es el caso cuando la conducta altruista está
y el Talmud» (véase Lv 19,17-18). Pero continúa: «Desde la antigüe- basada, como en la tradición de las Upanisad, sobre la identidad
dad el problema suscitado entre los rabinos no es la centralidad del Brahmán-Atman. En la tradición bhakti, por el contrario, el amor al-
mandamiento sino el significado de la palabra "prójimo" (réa')»5\ truista encuentra su fundamento en la dignidad personal de los seres
Ahora bien, Starkey observa que «la idea de prójimo es hoy unlversa- humanos en relación con un Dios personal. A propósito de la compa-
lizada por muchos escritores judíos»55. Y resume: sión budista hacia todas las criaturas vivas, se ha preguntado con fre-
«Del examen de las escrituras y tradiciones del judaismo, un cristia- cuencia si puede ser equiparada a la caridad cristiana. Hay que admitir
no puede concluir que los judíos son llamados a vivir una vida carac- que el fundamento teológico de una actitud altruista es diferente en
terizada por obras de compasión, caridad, bondad compasiva, respe- ambos casos, y es suficiente para mostrarlo la actitud agnóstica y neu-
to, justicia para todos [...]. Según el criterio del agápé, el judaismo tral del budismo a propósito de la existencia de un «yo» personal y de
contiene verdad»56. un Absoluto divino personal. De manera semejante, en el confucianis-
mo, aun cuando pueda ser correcto observar que el jen (el tener un
El mensaje del Corán sobre el amor parece por muchos motivos
corazón humano) es «muy semejante al concepto cristiano de agápé»,
semejante al de las escrituras judías. Se basa en la actitud que Dios
esto no significa necesariamente un fundamento teológico equivalente
mismo, que es misericordioso y compasivo, tiene hacia la humanidad.
al de la actitud del agápé cristiano.
También el precepto de la caridad está caracterizado por un cierto uni-
versalismo: se extiende al menos a todos los musulmanes y, según
algunas interpretaciones, también a todas las personas57. 58. Ibid.,p. 451.
59. Ibid, p. 454.
60. Véase E.A. BURTT (ed.), The Teachings ofthe Compassionate Buddha, The New
54. Ibid.,p. 437. American Library, New York 1955, p. 46.
55. ¡bid.,p. 439. 61. STARKEY, «Ágape», op. cit., p. 455.
56. Ibid.,p. 441. 62. Ibid., p. 461.
57. Véase ibid., pp. 441-446. 63. Ibid, p. 451.
268 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL ÚNICO MEDIADOR Y LAS MEDIACIONES PARCIALES 269

figure intégrale] de la salvación de Dios»; las otras tradiciones religio-


No obstante, sigue siendo cierto que los actos de amor o el agápé
sas representan «realizaciones particulares de un proceso universal que
en acción son, desde una perspectiva cristiana, el signo de que Dios ha
se ha vuelto eminentemente concreto en Jesucristo»64. La salvación se
entrado en la vida de una persona revelándose y manifestándose -sin
obra en todas partes, pero en la figura concreta de Cristo crucificado y
que importe cuan «anónima» o secretamente, sin que importe cuan
resucitado se ve que ha sido realizada. Así pues, Jesucristo es el «único
imperfecta pueda permanecer en el sujeto la conciencia de Dios que ha
Salvador», no como única manifestación de la Palabra de Dios, que es
intervenido de esa forma-. Son también el signo de que la persona ha
Dios mismo65, ni en el sentido de que la revelación de Dios en él sea
respondido positivamente a la intervención de Dios en su vida, sin que
exhaustiva y esté ya consumada -pues ni es así ni puede serlo-, sino
importe en qué medida siga siendo poco temático el conocimiento del
en relación con el proceso universal de la revelación y la salvación
Dios que se autorrevela. Tampoco hay que creer que la iniciativa de
divina que tiene lugar mediante manifestaciones concretas, históricas y
Dios al manifestar su propio ser a una persona, y la respuesta positiva
limitadas:
de ésta, carezcan de toda relación con la tradición religiosa a la que la
persona pertenece y a lo que esa tradición le ha enseñado sobre el «La contingencia de la encarnación va unida a la universalidad de la
Absoluto, independientemente de cuan limitada pueda ser esta doctri- manifestación del Absoluto. El Lagos encarnado se busca a sí mismo
na. La adhesión de fe subjetiva expresada en el agápé y la doctrina y a lo largo de la historia. La evangelización y el diálogo son el encuen-
la práctica objetivas de la comunidad de fe a la que pertenece la per- tro del Lagos encarnado, en la contingencia de la historia, con el Lógos
sona no pueden ser separadas sin hacer violencia a ambas realidades. universal sembrado en todo corazón humano. [...] La plenitud de lo
que llamamos revelación y encamación -que se realiza sólo en el
¿Cuál es, pues, la conclusión? Que el agápé es el signo de la pre- éschaton- se puede encontrar sólo en la realización de este diálogo»66.
sencia operante del misterio de la salvación en todos los hombres y
mujeres que son salvados: «Dios es amor; y el que permanece en el La convergencia entre las tradiciones religiosas alcanzará su meta
amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4,16). Pero de ello se en el éschaton, con la «re-capitulación» {anakephaláiósis, Ef 1,10) en
sigue otra conclusión. Las diversas tradiciones religiosas contienen Cristo de todas las cosas. Esta recapitulación escatológica coincidirá
elementos de revelación divina y momentos de gracia divina, aunque con la «perfección» última (teléiósis) del Hijo de Dios como «causa de
éstos siguen siendo incompletos y están abiertos a una autodonación salvación eterna» (Hb 5,9), cuya influencia sigue sujeta, hasta la con-
más plena y una revelación más completa por parte de Dios. Los sumación final, a una «reserva escatológica». Una vez realizado el
momentos de gracia contenidos en las tradiciones religiosas de la reino de Dios, tendrá lugar el fin, «cuando [...] [Cristo] entregue el
humanidad abren a sus seguidores - a través de la fe y el agápé- a la reino a Dios Padre»; entonces «el mismo Hijo se someterá también al
gracia y la salvación de Dios. Lo hacen en la medida en que anticipan, que le sometió todo» y Dios será «todo en todas las cosas» (1 Co
en la providencia de Dios, la revelación más plena y el don decisivo 15,24-28). La plenitud escatológica del reino de Dios es la consuma-
que Dios hace de sí mismo en Jesucristo. En Cristo, que es el Hijo de ción final común del cristianismo y de las religiones. Mientras tienden
Dios hecho hombre, Dios se ha unido con la humanidad en un vínculo juntas hacia tal consumación, las religiones tienen que convertirse
de amor irrevocable. Ésta es la razón por la que el agápé salvífico perennemente a Dios y su reino, por medio de una mutua acción de
encuentra en Cristo su fundamento teológico decisivo. Si el amor es verificación, de estímulo y de corrección fraterna. Las metas hacia las
salvífico, se debe, en definitiva, a que imita y reproduce en nosotros que conducirá tal camino a través de la historia no permiten previsio-
aquel amor con que Dios nos amó primero en el Hijo encarnado. nes humanas, sino que deben ser dejadas a la futura y constante acción
* ** del Espíritu de Dios.
Parece legítimo, en conclusión, señalar una convergencia entre las tra-
diciones religiosas y el misterio de Jesucristo, como itinerarios -si bien 64. Véase J.S. O'LEARY, La vérité chrétienne á l'áge dupluralisme religieux, Cerf,
desiguales- a lo largo de los cuales Dios ha buscado y continúa bus- París 1994, p. 253.
cando a los seres humanos en la historia, en su Palabra y en su Espíritu. 65. Véase ibid., pp. 261-265.
Jesucristo -como se ha escrito recientemente- es «la figura integral [la 66. Ibid., p. 280.
EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 271

del reino de Dios. Se observará así que una perspectiva reinocéntrica de


la eclesiología y de la misión evangelizadora parece más adecuada al
mundo religioso pluralista en el que hoy vivimos, y que seguirá sin
duda caracterizando el nuevo milenio ya iniciado.
Antes de continuar hay que hacer aquí algunas aclaraciones a pro-
pósito del significado de los conceptos; y, en primer lugar, con respec-
to al reino de Dios. Baste con recordar, por lo que respecta al Antiguo
8 Testamento, que, mientras el término «reino de Dios» apenas es usado
El reino de Dios, la Iglesia y las religiones como tal, la «soberanía» de Dios sobre su pueblo, e incluso sobre todos
los pueblos, es uno de los temas principales de la revelación judía.
Según el Nuevo Testamento, Juan el Bautista anunció que el reino de
Ya en la introducción de este trabajo nos hemos referido a la «purifi- Dios estaba cerca, pero lo concibió como juicio divino (véase Me 1,9-
cación del lenguaje teológico» que debe acompañar a la «purificación 11). Jesús, en cambio, anunció el reino de Dios como «buena nueva»
de la memoria». En el contexto de la teología de las religiones y del para todos los hombres. El «evangelio» (euangélion), es decir, la
diálogo interreligioso, plantea problemas la expresión «reino de Dios», «buena nueva», es la irrupción en la historia de la soberanía divina, la
tanto en la teología tradicional como en la reciente. Tal realidad, ¿se realización de las promesas divinas y la renovación de las relaciones
limita a la esperanza de Israel y, en su realización histórica en el mun- entre Dios y los hombres y entre los mismos hombres. El reino es
do, al cristianismo y a la Iglesia? ¿Están excluidos de él los «otros»? «símbolo» del nuevo dominio que Dios instaurará en el mundo, reno-
O, por el contrario, ¿son miembros de pleno derecho, aunque perma- vando así todas las cosas y restableciendo todas las relaciones. Ade-
nezcan fuera de la Iglesia? ¿O más bien pertenecen a él «de alguna más, como ya hemos mostrado en el capítulo 1 de este trabajo, en el
forma», que se podría calificar como implícita o invisible? En suma, pensamiento y en las acciones de Jesús el reino de Dios y su venida
¿hay que identificar el cristianismo y la Iglesia con el reino de Dios inminente - a través de su propia vida- son no sólo la preocupación
como realidad presente en el mundo y en la historia? ¿O bien es éste principal, sino también el punto de referencia obligado. Tal reino es
una realidad universal que se extiende más allá de los límites de las universal, sin límites, cualesquiera que éstos sean: de pertenencia étni-
Iglesias cristianas? Si la respuesta es positiva, ¿cuál es la relación de la ca, religiosa o de otro tipo.
Iglesia, por un lado, y las religiones, por otro, con el reino universal de Más problemático es el concepto de Iglesia que se ha de usar para
Dios? ¿Y cuál es la relación entre ellas? ¿Pertenecen de la misma ma- una teología de la relación entre reino de Dios, Iglesia y religiones.
nera los cristianos y los «otros» al reino de Dios? Existió en la tradición antigua, de manera específica en san Agustín,
No hay respuestas unánimes a estas cuestiones. Es indudable que la una tendencia a identificar la «Iglesia» con la totalidad de las personas
teología del reino de Dios se desarrolló durante el periodo preconciliar. salvadas defacto en Jesucristo, incluidas las que habían vivido antes
El concilio Vaticano n pudo aprovecharse de esta aportación. Pero no de él: Ecclesia ab Abel, el «primer justo». Ahora bien, la legitimidad
pudo resolver todas las cuestiones que tal teología planteaba; y menos de un concepto de Iglesia tan amplio es discutible; de hecho, es más
aún sacó las consecuencias para una teología de las religiones. En este problemático que cualquier teoría moderna del cristianismo «implíci-
capítulo nuestra intención es mostrar rápidamente la evolución de la to» o «anónimo», que quiere afirmar directamente una relación de
teología del reino de Dios en la teología posconciliar y mostrar su sig- todos los salvados con Cristo, no con la Iglesia. De vez en cuando se
nificación para una teología de las religiones en relación con la Iglesia ha propuesto una concepción de la Iglesia aún más amplia - y más pro-
-lo cual es más importante-. Este trabajo se realizará en dos partes. En blemática-, según la cual ésta se identificaría con la totalidad de la
la primera se mostrará el lento redescubrimiento de la universalidad del humanidad, salvada en principio por medio del acontecimiento Cristo.
reino de Dios, del que los cristianos y los «otros» son miembros copar- Tales ampliaciones indebidas del concepto de Iglesia no parecen
tícipes; en la segunda parte se especificará ulteriormente la relación de muy útiles para nuestra intención, ni corresponden al concepto de
la Iglesia y de las otras tradiciones religiosas con la realidad universal Iglesia oficialmente propuesto por el magisterio eclesial reciente. Así
272 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 273

pues, aquí estamos empleando el concepto de Iglesia afirmado y expli- to escatológico2. El resultado fue una doble identificación entre el reino
cado por el concilio Vaticano n en la constitución Lumen gentium, de Dios y la Iglesia, por una parte, y entre la Iglesia y la Iglesia roma-
según la cual la Iglesia está constituida por dos elementos inseparables, na, por otra. Un ejemplo será suficiente. Algunos años antes del Vati-
uno invisible y otro visible: la Iglesia es al mismo tiempo comunión cano II, T. Zapelena escribía en su tratado De Ecclesia Christi: «Toda
espiritual e institución humana. El concilio enseña: «La asamblea visi- la eclesiología se podría presentar y ordenar mediante el siguiente cua-
ble y la comunidad espiritual [...] no deben ser consideradas como dos drilátero: reino de Dios = Iglesia de Cristo = Iglesia católica romana =
cosas distintas, sino que más bien forman una realidad compleja que cuerpo místico de Cristo en la tierra»3.
está integrada de un elemento humano y otro divino». Y añade, a modo Sin entrar en la génesis de la constitución Lumen gentium del con-
de explicación: «Por eso se la compara, por una notable analogía, al cilio Vaticano n, resulta claro que el concilio se distanció de la identi-
misterio del Verbo encarnado, pues así como la naturaleza asumida ficación del misterio de la Iglesia con la Iglesia católica romana,
sirve al Verbo divino como de instrumento vivo de salvación, unido empleando la fórmula: «Haec Ecclesia [...] subsistit in Ecclesia catho-
indisolublemente a Él, de modo semejante la articulación social de la lica» (Lumen gentium 8). La nueva fórmula rompía con la identifica-
Iglesia sirve al Espíritu Santo, que la vivifica, para el acrecentamiento ción y permitía reconocer en las otras Iglesias cristianas la existencia
de su cuerpo» {Lumen gentium 8). Por tanto, si bien los dos aspectos de «muchos elementos de santidad y verdad» (Lumen gentium 8) y, por
del misterio de la Iglesia pueden ser distinguidos, sin embargo no pue- tanto, elementos reales del misterio de la Iglesia. El misterio está pre-
den ser separados como si constituyeran dos realidades diferentes. No sente indudablemente en la Iglesia católica; más aún, lo está de un
hay dos Iglesias: una institucional y visible a la que pertenecen los modo privilegiado. Pero también está presente en otras partes, si bien
«cristianos» y otra, espiritual e invisible, a la que pertenecen también de modo incompleto4. ¿Qué se puede decir de la identificación, propia
los «otros». Será, por tanto, necesario preguntarse qué relación pueden de la teología tradicional, entre el reino de Dios y la Iglesia? ¿Adoptó
tener los «otros» con la única Iglesia. el Vaticano n esta posición, o bien se distanció de ella en virtud de una
escatología renovada? Hay que hacer varias distinciones.
La teología reciente ha redescubierto el reino de Dios como reali-
I. Reino de Dios e Iglesia: ¿identidad o distinción? dad escatológica. Como consecuencia, actualmente es esencial distin-
guir entre el reino de Dios en su plenitud escatológica y el reino de
1. Historia reciente de las relaciones Dios como está presente en la historia, es decir, entre el «ya» y el
entre Iglesia y reino de Dios «todavía no». Dios ha establecido su reino en el mundo y en la histo-
ria a través de Jesucristo; pero tiene que desarrollarse hasta llegar a la
No hace mucho que la teología del reino de Dios se caracterizaba por plenitud escatológica al final de los tiempos. Así, mientras que la espe-
una doble identificación. Por una parte, la Iglesia se identificaba, de ranza escatológica de Israel estaba totalmente dirigida hacia un futuro
manera muy simple, con el reino de Dios; por otra, se pensaba que la definido pero indeterminado, en la fe cristiana esta esperanza sigue en
Iglesia católica romana se identifica del todo con la Iglesia como tal. adelante un ritmo binario: el «ya» del reino de Dios en la historia y el
La encíclica Mystici corporis (1943) del papa Pío xn afirmó esta «todavía no» de su realización al final de los tiempos5. El Vaticano n,
segunda identificación sin rodeos1. En ella se identificaba el cuerpo
místico de Cristo, el misterio de la Iglesia, con la Iglesia católica roma- 2. Es posible dar ejemplos casi al azar. Y. DE MONTCHEUIL, Aspects de l'Église, Cerf,
na. Con respecto a la identificación de la Iglesia con el reino de Dios, París 1949, pp. 29-30; L. CERFAUX, «L'Église et le Régne de Dieu d'aprés Saint
esto era lo que afirmaban o presuponían comúnmente los teólogos, en Paul», en Recueil Lucien Cerfaux, vol. II, Duculot, Gembloux 1954, p. 386.
una época en que la teología no se preocupaba demasiado por las dis- 3. T. ZAPELENA, De Ecclesia Christi. Pars apologética, Pontificia Universitas
Gregoriana, Roma 1955°, p. 41.
tinciones que después harían necesarias ulteriores estudios en el ámbi- 4. Véase F.A. SULLIVAN, «El significado y la importancia del Vaticano n de decir, a
propósito de la Iglesia de Cristo, no "que ella es", sino que ella "subsiste en" la
Iglesia católica romana», en (R. Latourelle [ed.]) Vaticano n. Balance y perspec-
1. AAS 35 (1943), p. 199; Carta encíclica Mystici corporis, texto oficial castellano
tivas, Sigúeme, Salamanca 1989, pp. 605-616 (orig. italiano, 1987).
publicado en Mensajero, Bilbao 1944, p. 57. 5. O. CULLMANN, Cristo y el tiempo, Estela, Barcelona 1968.
274 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 275

naturalmente, hizo suya tal distinción a la sazón indispensable. La diendo por el mundo «"valores evangélicos", que son expresión del
constitución Lumen gentium, donde se trata de la institución del reino reino y ayudan a los hombres a acoger el designio de Dios» (Redemp-
de Dios en Jesucristo dentro de la historia, especifica que este reino toris missio 20). Después la encíclica añade:
avanza hacia su cumplimiento al final de los tiempos {Lumen gentium
«Es verdad, pues, que la realidad incipiente del reino puede hallarse
5; véase 9). Pero sigue planteada la pregunta acerca de si el concilio también fuera de los confines de la Iglesia, en la humanidad entera,
identificó el reino de Dios presente en la historia con la Iglesia. siempre que ésta viva los "valores evangélicos" y esté abierta a la
Después de haber examinado los documentos del concilio6, he pen- acción del Espíritu que sopla donde y como quiere [véase Jn 3,8];
sado que puedo afirmar que la constitución Lumen gentium mantiene pero además hay que decir que esta dimensión temporal del reino es
aún la identificación, comúnmente afirmada antes del Concilio, entre incompleta, si no está en coordinación con el reino de Cristo, presen-
ambos. Ésta parece una conclusión clara de los pasajes donde, hablan- te en la Iglesia y en tensión hacia la plenitud escatológica» (ibid.).
do de la Iglesia, la constitución declara que «constituye en la tierra el
germen y el principio de ese reino» [huiusque Regni in terris germen Es decir, que, aun estando presente de modo especial en la Iglesia,
et initium constituit] (Lumen gentium 5) e igualmente que en ella el como se explicará más adelante, el reino de Dios se extiende más allá
reino de Dios está ya «presente actualmente en misterio» [Ecclesia, de los límites de la Iglesia, y los miembros de las otras tradiciones reli-
seu regnum Christi iam praesens in mysterio) (Lumen gentium 3). Si se giosas pueden ser miembros del reino, a condición de que vivan sus
califica esta presencia como «misteriosa», se debe a que el reino - o la valores y ayuden a difundirlos en el mundo8. Este texto es decisivo para
Iglesia que se identifica con él-, aun cuando está ya presente en el nuestro interés presente. Contiene un reconocimiento explícito del
mundo, debe aún crecer hasta llegar a su plenitud escatológica. hecho de que el reino de Dios, en su realidad histórica, se extiende,
Además, después de haber examinado los documentos eclesiales más allá de la Iglesia, a todo el género humano, es decir, del hecho de
postconciliares -incluidos los de la Comisión Teológica Internacional que está presente donde actúan los valores evangélicos y donde las per-
y el Catecismo de la Iglesia católica- he pensado igualmente que se sonas están abiertas a la acción del Espíritu. Además, el texto afirma
puede concluir que el primer documento que afirma claramente una que, en su dimensión histórica, el reino permanece orientado hacia su
distinción entre Iglesia y reino de Dios ya presente en el mundo es la plenitud escatológica y que la Iglesia, en la que el reino está presente
Redemptoris missio (1990) de Juan Pablo n7. El papa afirma que «el de modo especial, está en el mundo al servicio del reino a lo largo de
reino tiende a transformar las relaciones humanas y se realiza progre- la historia. Así pues, se establece una distinción entre el reino en la his-
sivamente, a medida que los hombres aprenden a amarse, a perdonar- toria y su dimensión escatológica, por una parte, y entre el reino y la
se y a servirse mutuamente» (Redemptoris missio 15). Por tanto, «la Iglesia, por otra.
naturaleza del reino es la comunión de todos los seres humanos entre El reconocimiento de que las dimensiones del reino de Dios en la
sí y con Dios» (ibid.). Y explica: «El reino interesa a todos: a las per- historia no se reducen a las de la Iglesia, sino que se extienden, más
sonas, a la sociedad, al mundo entero. Trabajar por el reino quiere decir allá de los límites de ésta, a todo el mundo, no carece de interés e im-
reconocer y favorecer el dinamismo divino, que está presente en la his- portancia para una teología cristiana de las religiones. El concilio Vati-
toria humana y la transforma. Construir el reino significa trabajar por cano II reconoció la presencia y la acción del Espíritu en el mundo y
la liberación del mal en todas sus formas. En resumen, el reino de Dios
es la manifestación y la realización de su designio de salvación en toda 8. Un pasaje de contenido muy similar se encuentra en el documento Diálogo y
su plenitud» (ibid.). El papa continúa explicando -más adelante lo tra- anuncio (1991), que afirma: «[...] la realidad incipiente de este reino puede
encontrarse también fuera de los confines de la Iglesia, por ejemplo, en el cora-
taremos de nuevo- que la Iglesia está «efectiva y concretamente al ser- zón de los adeptos de otras tradiciones religiosas, siempre que vivan los valores
vicio del reino». Una de las formas en que cumple este papel es difun- evangélicos y permanezcan abiertos a la acción del Espíritu. Es preciso no perder
de vista, sin embargo, que esta realidad se halla verdaderamente en estado inci-
piente; y necesita completarse mediante su orientación al reino de Cristo ya pre-
6. J. DUPUIS, Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso, Sal Terrae, sente en la Iglesia, pero que se realizará plenamente en el mundo futuro» (n. 35).
Santander 2000, pp. 493-495 (orig. italiano, 1997). Texto en PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO, «Diálogo y
7. Ibid, pp. 495-503. anuncio»: Ecclesia 2.547 (1991), pp. 1.437-1.454, aquí: pp. 1.443-1.444.
276 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 277

entre los miembros de otras tradiciones religiosas. También habló de tituladas Evangelización en Asia, de una conferencia teológica organi-
las «semillas de la Palabra dispersas entre las naciones». Por lo que zada por la Comisión para la Evangelización de la FABC, celebrada en
respecta al reino de Dios, aunque distingue entre el aspecto histórico y Hua Hin (Tailandia), en 1991. El texto afirma:
el escatológico, continúa identificando el reino en la historia con la «El reino de Dios está presente y actúa umversalmente. Dondequiera
Iglesia. La Redemptoris missio es el primer documento del magisterio que hombres y mujeres se abren al Misterio divino trascendente que
romano que establece una distinción clara, aunque los mantiene uni- les afecta y salen de sí mismos en el amor y el servicio a los seres
dos, entre la Iglesia y el reino de Dios en su peregrinación a lo largo de humanos, allí actúa el reino de Dios. [...] "Donde se acoge a Dios,
la historia; el reino se extiende más allá de los límites de la Iglesia e donde se viven los valores evangélicos, donde se respeta al ser huma-
incluye -aunque de formas que pueden ser diferentes- no sólo a los no [...], allí está el reino". En todos estos casos los hombres responden
miembros de la Iglesia sino también a los «otros». al ofrecimiento de gracia de Dios por medio de Cristo en el Espíritu y
Lo que la reciente encíclica sobre el mandato misionero de la Igle- entran en el reino por un acto de fe [...]» (29).
sia ha reconocido -con gran prudencia y no sin reservas- había apare- «Esto muestra que el reino de Dios es una realidad universal, que
cido ya en otras expresiones del magisterio de la Iglesia, donde había se extiende más allá de los límites de la Iglesia. Es la realidad de la
sido presentado simplemente como un hecho puro y firme, que había salvación en Jesucristo, en la que participan juntos los cristianos y los
otros; es el fundamental "misterio de unidad" que nos une más pro-
que afirmar sin vacilación. Como ejemplo podemos hacer referencia a fundamente que las diferencias religiosas que nos separan»10.
un reciente documento de la Federación de las Conferencias
Episcopales Asiáticas (FABC), fechado en noviembre de 1985, que con-
tiene el siguiente pasaje: 2. Miembros y constructores copartícipes del reino de Dios
«El reino de Dios es la razón misma del ser de la Iglesia. La Jglesia
existe en el reino y para el reino. El reino, don e iniciativa de Dios, La universalidad del reino de Dios consiste en el hecho de que los cris-
ha comenzado ya y se realiza constantemente, y se hace presente por tianos y los «otros» comparten el mismo misterio de salvación en
medio del Espíritu. Donde se acoge a Dios, donde se viven los valo- Jesucristo, aunque tal misterio llega a ellos por caminos diferentes.
res evangélicos, donde se respeta al ser humano [...], allí está presen- Reconocer que el reino de Dios en la historia no está limitado por los
te el reino de Dios. Es mucho más amplio que los límites de la Iglesia. confines de la Iglesia sino que se extiende a todo el mundo tiene inte-
Esta realidad ya presente se orienta hacia la manifestación final y la rés y consecuencias para una teología cristiana de las religiones. El
perfección plena del reino de Dios» (2, l)9. Vaticano n -lo hemos recordado anteriormente- reconoció la presencia
La universalidad del reino de Dios y su presencia, dondequiera que y la acción del Espíritu en el mundo y en los miembros de las otras reli-
se vivan los valores evangélicos, es decir, los valores del reino, se ex- giones; de igual manera, habló de valores positivos contenidos en las
presa de un modo aún más vivo y concreto en las conclusiones finales, mismas tradiciones. Su intención no declarada era afirmar un papel
positivo de tales tradiciones en el orden de la salvación, sin definirlas
9. Declaración final del Second Bishop's Institute for Interreligious Affairs on the
explícitamente como «medios» o «caminos» de salvación.
Theology of Dialogue (Pattaya, Tailandia, 17-22 de noviembre de 1985), en (G. Se ha puesto de relieve que los «otros» tienen acceso al reino de
ROSALES y C.G. ARÉVALO [eds.]) For All the Peoples ofAsia. Federation of Asían Dios en la historia a través de la obediencia al Dios del reino en la fe
Bishops' Conferences Documents from 1970 to 1991, Orbis Books, Maryknoll y la conversión. También se ha dicho que el reino está presente en el
(N.Y.) 1992, p. 252. Se puede confrontar este texto con otro, publicado por la
Theological Advisory Commission (TAC) de la FABC. En las «Theses on mundo dondequiera que se viven y promueven los «valores del reino».
Interreligious Dialogue» («Tesis sobre el diálogo interreligioso») (1987), elabo- Según la carta encíclica Redemptoris missio, la realidad «incipiente»
radas por la comisión, se afirma: «El punto focal de la misión evangelizadora de del reino está presente en toda la humanidad «siempre que ésta viva los
la Iglesia es la construcción del reino de Dios y la construcción de la Iglesia para "valores evangélicos" y esté abierta a la acción del Espíritu» (n. 20).
que esté al servicio del reino. El reino es, por tanto, más amplio que la Iglesia. La
Iglesia es el sacramento del Reino: ella lo hace visible, está ordenada a él, lo pro-
mueve, pero no se hace igual a él» (6, 3). El texto se encuentra en FABC Papers, 10. Texto en FABC Papers, n. 64, FABC, Hong Kong 1992, p. 31; G. ROSALES y C.G.
n. 48, FABC, Hong Kong 1987, p. 16. ARÉVALO (eds.), For All the Peoples ofAsia, op. cit., pp. 341-342.
278 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 279

La teología de la liberación ha puesto el acento en el papel que los -como hemos afirmado anteriormente- que no se puede separar la vida
valores evangélicos - o «valores del reino»- desempeñan en la llegada religiosa personal de los seguidores de las otras tradiciones de la tradi-
del reino de Dios a las gentes. El reino de Dios era para Jesús, como ción religiosa a la que pertenecen y por medio de la cual expresan de
ha mostrado J. Sobrino, el «objetivo verdaderamente último» que daba una manera concreta su vida religiosa. Si -como hay que afirmar nece-
significado a su vida, su acción y su destino. Ahora bien, esta realidad sariamente- su respuesta a la invitación divina toma forma y se sostie-
última, a la que está subordinado todo lo demás, actúa y se hace pró- ne gracias a los elementos objetivos que son parte de esas tradiciones
xima a los seres humanos en todo lugar donde comparten, siguiendo al religiosas, como sus escrituras sagradas y sus prácticas «sacramenta-
mismo Jesús, los valores del reino: amor y justicia". les», entonces hay que admitir también que tales tradiciones contienen
La teología de las religiones, por su parte, debe mostrar de qué «elementos debidos a un influjo sobrenatural de la gracia»12, en bene-
modo los «otros», al abrirse a la acción del Espíritu, participan en la ficio de sus seguidores. Al responder a tales elementos de gracia,
realidad del reino de Dios en el mundo y en la historia. Con este fin se encuentran la salvación y se hacen miembros del reino de Dios en la
adoptará un modelo «reinocéntrico». Esto no significa -como hay que historia. Por consiguiente, las tradiciones religiosas contribuyen, de
observar según la encíclica Redemptoris missio (nn. 17-18)- que se manera misteriosa, a la edificación del reino de Dios entre sus segui-
pueda prescindir de la perspectiva cristocéntrica. De hecho, no se dores y en el mundo. Ejercen, con respecto a sus miembros, una cier-
puede separar el reino de Dios en la historia del Jesús de la historia, en ta mediación del reino -sin duda diferente de la que obra en la Iglesia-,
el cual aquél fue instituido por Dios, ni tampoco de Cristo, cuya sobe- aunque es difícil formular una definición teológica precisa de esta
ranía presente es su expresión. Al participar en la realidad de la salva- mediación.
ción que es el reino de Dios, los «otros» están por ello mismo sujetos Esto explica también cómo los cristianos y los «otros» son llama-
a la acción salvífica de Dios en Jesucristo, en quien el reino ha sido ins- dos a construir juntos el reino de Dios en el mundo a lo largo de los
tituido. Lejos de excluirse mutuamente, el modelo «reinocéntrico» y el siglos. Este reino, en el que participan ya, pueden y deben edificarlo
cristocéntrico se interrelacionan necesariamente. juntos, a través de la conversión a Dios y la promoción de los valores
El reino de Dios al que pertenecen en la historia los creyentes de evangélicos, hasta que llegue, más allá de la historia, a su plenitud
las otras tradiciones religiosas es, por tanto, ciertamente el reino inau- escatológica (véase Gaudium et spes 39).
gurado por Dios en Jesucristo. Es este reino el que Dios ha puesto en La cooperación en la construcción del reino de Dios se extiende
las manos de Jesús al resucitarlo de entre los muertos; bajo el señorío además a las diferentes dimensiones que lo caracterizan, que pueden
de Cristo, Dios lo ha destinado a crecer hasta su plenitud final. Si los ser llamadas «horizontal» y «vertical». Los cristianos y los otros cre-
creyentes de las otras confesiones religiosas perciben la llamada de yentes construyen juntos el reino de Dios cada vez que se comprome-
Dios a través de sus tradiciones y responden a ella con la práctica sin- ten de común acuerdo en la causa de los derechos humanos, cada vez
cera de dichas tradiciones, se convierten de verdad -aunque no sean que trabajan por la liberación integral de todas y cada una de las per-
formalmente conscientes de ello- en miembros activos del reino. En sonas, pero especialmente de los pobres y los oprimidos. También
definitiva, pues, una teología de las religiones que siga el modelo «rei- construyen el reino de Dios promoviendo los valores religiosos y espi-
nocéntrico» no puede evitar o sortear la perspectiva cristocéntrica. rituales. En la construcción del reino, las dos dimensiones, humana y
A través de la participación en el misterio de la salvación, los religiosa, son inseparables. En realidad, la primera es el signo de la
seguidores de las otras tradiciones religiosas son miembros del reino segunda.
de Dios ya presente como realidad histórica. ¿Se sigue de ello que las
propias tradiciones religiosas contribuyen a la construcción del reino
de Dios en el mundo? Para comprobar que es así, hay que recordar

12. K. RAHNER, «El cristianismo y las religiones no cristianas», en Escritos de teolo-


11. J. SOBRINO, Jesús en América Latina, Sal Terrae, Santander 19953, pp. 131-155;
gía, Taurus, Madrid 1964, vol. V, pp. 135-156, aquí: p. 142 (orig. alemán en
ID., Jesucristo liberador, lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret, Trotta,
Schriften zur Theologie, 16 vols., Benziger Verlag, Einsiedeln 1961-1984).
Madrid 1991.
280 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 281

3. ¿ «Fuera de la Iglesia no hay salvación» ? do» en 1492. A partir del descubrimiento de América los teólogos em-
pezaron a desarrollar diversas teorías de la fe «implícita» que, a su jui-
Entonces ¿qué hay que decir respecto al axioma secular según el cual cio, bastaba para la salvación de los que no habían estado en contacto
«Fuera de la Iglesia no hay salvación», axioma que obviamente se con el Evangelio. Tal teoría se abrió camino en el decreto sobre la jus-
basaba en el presupuesto de la identificación entre el reino de Dios y tificación del concilio de Trento, con la doctrina del «bautismo de
la Iglesia? Sin querer reconstruir aquí la génesis de tal axioma, baste deseo» (Denzinger, n. 1524) y más tarde fue retomada y posterior-
con recordar en pocas palabras lo que he expuesto detalladamente en mente explicada por Pío xn en la carta del Santo Oficio de 1949
otro lugar13. El axioma tiene su origen en algunos Padres de la Iglesia (Denzinger, nn. 3866-3872), mencionada en el capítulo 3.
de los siglos iv y v, especialmente Cipriano de Cartago y Fulgencio de Hoy resulta ya claro que el axioma tradicional, aun cuando Pío xn
Ruspe. Más tarde, fue incluido en los documentos oficiales de la lo llama «dogma» de la Iglesia, no puede ser entendido en sentido lite-
Iglesia, especialmente en el concilio Lateranense iv del año 1215 ral. De hecho, como explica Y. Congar, para interpretarlo correcta-
(Denzinger, n. 802), en la bula Unam sanctam de Bonifacio viu, del mente son necesarias explicaciones tan extensas que parece mejor olvi-
año 1302 (Denzinger, nn. 870, 872, 875) y en el Decreto para los cop- darlo como tal: «Ya no se trata de aplicar la fórmula a una persona con-
tos del concilio de Florencia, del año 1442 (Denzinger, n. 1351). Este creta cualquiera [...]. En adelante hay que pensar que la fórmula res-
último documento afirma: «[La sacrosanta Iglesia romana] firmemen- ponde, no a la pregunta: "¿Quién se salvará?", sino a la pregunta:
te cree, profesa y predica que "nadie que no esté dentro de la Iglesia "¿Quién es delegado para ejercer el ministerio de la salvación?"»15. La
católica, no sólo paganos" [citado de Fulgencio de Ruspe], sino tam- Iglesia es la institución querida por Dios para ejercer tal ministerio.
bién judíos y herejes y cismáticos, puede hacerse partícipe de la vida Por nuestra parte, podemos concluir que el valor permanente del
eterna, sino que irá al fuego eterno "que está aparejado para el diablo axioma consiste en la afirmación del concilio Vaticano n -formulada,
y sus ángeles" [Mt 25,41], a no ser que antes de su muerte se uniere en esta ocasión, positivamente-, según el cual la Iglesia es «necesaria
con ella [aggregati]» (Denzinger, n. 1351). He explicado también la para la salvación» (Lumen gentium 14). Esto se recalca varias veces en
comprensión que se tuvo del axioma a lo largo de los siglos y la inter- los documentos del concilio. La constitución Lumen gentium afirma
pretación que se debe dar hoy14. No hace falta repetirlo aquí. que la Iglesia es «en Cristo como sacramento, es decir, signo e instru-
Pero es importante recordar que originalmente el axioma se refería mento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género
explícita y exclusivamente a los herejes y los cismáticos y, por tanto, a humano» (n. 1), o también que es «sacramento universal de salvación»
cuantos se habían separado culpablemente de la Iglesia -que era com- (n. 48). La constitución insiste en el hecho de que «esta Iglesia pere-
parada con el arca de Noé en tiempos del diluvio- y para los cuales, grinante es necesaria para la salvación» (n. 14), pues ha sido constitui-
por consiguiente, ya no había camino de salvación. Sólo con el tiempo da por Cristo como «instrumento de la redención universal» y también
se amplió el axioma hasta extenderlo no sólo al caso de los judíos sino «a fin de que fuera para todos y cada uno el sacramento visible de esta
también al de los «paganos», que eran considerados igualmente culpa- unidad salutífera» que existe en Cristo (n. 9). Refiriéndose al último
bles por no haberse hecho cristianos. Tal posición, que hoy resulta pasaje, la encíclica Redemptoris missio 9 afirma que la Iglesia es asu-
necesariamente extraña, se basaba en la persuasión, que atravesó toda mida por Cristo «como instrumento de la redención universal». El
la Edad Media, según la cual el Evangelio había sido «promulgado» decreto sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio, por su parte, aun
por todo el mundo (el entonces conocido); una persuasión que casi reconociendo que «el Espíritu de Cristo no rehusa servirse de ellas [de
siguió sin ser cuestionada hasta el «descubrimiento» del «nuevo mun-
15. Véase Y. CONGAR, Vaste monde ma paroisse, Témoignage chrétien, París 1959,
13. Véase J. DUPUIS, Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso, op. cit., p. 115; véase pp. 131-132. Véase también ID., «Hors de l'Église pas de salut»,
p p . 133-146; véase también F.A. SULLIVAN, Salvation outside the Church? en Sainte Église. Études et approches ecclésiologiques, Cerf, París 1963, pp.
Traáng the History ofthe Catholic Response, Paulist Press, New York - Mahwah 417-432; J. RATZINGER, «¿Fuera de la Iglesia no hay salvación?», en El nuevo
1992. pueblo de Dios. Esquemas para una eclesiología, Herder, Barcelona 1972, pp.
14. Véase J. DUPUIS, Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso, op. cit., 375-399 (orig. alemán: Das neue Volk Gottes, Patmos-Verlag, Dusseldorf 1969,
pp. 146-154. pp. 339-361).
282 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES 283

las Iglesias separadas y de las comunidades cristianas] como medios de después de haber oído y conocido la enseñanza de la Iglesia según la
salvación», afirma que la Iglesia católica es constituida en Cristo cual ésta es necesaria para la salvación, se convierte a otra tradición
«auxilio [auxilium] general de salvación» (n. 3). Ahora bien, aún hay religiosa -suponiendo que tal conversión se funde en el seguimiento
que preguntarse en qué sentido hay que entender la universal necesi- sincero de la propia conciencia, aunque esté equivocada-. Sólo Dios es
dad y condición instrumental de la Iglesia en el orden de la salvación. el juez de las conciencias, nosotros no. ¿No podría haberse conforma-
Más adelante abordaremos esta cuestión. do la Comisión Teológica Internacional, como había hecho el concilio,
Mientras tanto, parece legítimo disentir del parecer de la Comisión con hablar de la necesidad de la Iglesia para la salvación, sin referirse
Teológica Internacional que, en su documento de 1996, titulado El al axioma tradicional que se había vuelto difícilmente comprensible?
cristianismo y las religiones, afirma que «el concilio Vaticano n hace Ni siquiera parece que la fidelidad a la doctrina de Pío xn exigiera que
suya la frase Extra Ecclesiam nulla salus» (n. 67)16. Se hace tal afir- se hiciese referencia explícita al axioma como tal, como tampoco lo
mación con referencia a Lumen gentium 14, donde se trata de la nece- hizo el concilio. De hecho, la comisión ha seguido el ejemplo del con-
sidad de la Iglesia para la salvación. No obstante, entre una afirmación cilio en la prudencia con que habla -como veremos más adelante- de
y la otra la distancia es grande. Se puede suponer que la comisión un «ordenamiento» a la Iglesia de quienes no son miembros de ella,
pensó que debía hablar en aquellos términos imitando la referencia al pero no de que sean «miembros de deseo [votum]» (n. 68). ¿No habría
documento del Santo Oficio de 1949, que continuaba hablando de la sido deseable la misma discreción en relación con el axioma a la sazón
«infalible sentencia que nos enseña que "fuera de la Iglesia no hay nin- controvertido?
guna salvación"» (Denzinger, nn. 3866-3872), y llamaba a esta sen- No se puede negar el hecho de que el papa Juan Pablo n ha mante-
tencia «dogma». Sin embargo, resulta claro que lo que pertenece al nido el uso del axioma tradicional; no obstante, hay que notar que no
contenido de la fe es la necesidad de la Iglesia, tal como es retomada sólo lo ha usado con matices diversos, sino que ha propuesto una ver-
por el concilio Vaticano n, no siendo necesaria la pertenencia «explíci- sión nueva, afirmando que «sin la Iglesia no hay salvación». Se trata
ta», pública y visible, a ella como miembros. Ciertamente no se puede especialmente de la audiencia general del 31 de mayo de 1995. He aquí
volver hacia la comprensión muy restrictiva que el axioma ha recibido el texto principal al respecto:
progresivamente a lo largo de los siglos, para llegar al enunciado, claro
pero muy estrecho y negativo, del concilio de Florencia, antes recor- «Dado que Cristo actúa la salvación mediante su Cuerpo místico, que
es la Iglesia, el camino de la salvación está ligado esencialmente a la
dado (Denzinger, n. 1351). Iglesia. El axioma Extra Ecclesiam nulla salus -"fuera de la Iglesia
La Comisión Teológica Internacional tampoco convence cuando no hay salvación"- pertenece a la tradición cristiana. [...] Este axio-
afirma que el concilio Vaticano n, donde retoma el axioma, «se dirige ma significa que quienes saben que la Iglesia fue fundada por Dios a
explícitamente a los católicos y limita su validez a aquellos que cono- través de Jesucristo como necesaria tienen la obligación de entrar y
cen la necesidad de la Iglesia para la salvación» (n. 67) y, además, perseverar en ella para obtener la salvación (véase Lumen gentium
«pone de relieve con más claridad el carácter parenético original de 14). [...] La gracia salvífica, para actuar, requiere una adhesión, una
esta frase» (n. 67). Se podría decir que la comisión restablece el axio- cooperación, un sí a la entrega divina. AI menos implícitamente, esa
ma en el sentido original que le dio la tradición antigua, según la cual adhesión está orientada hacia Cristo y la Iglesia. Por eso se puede
se dirigía a los herejes y cismáticos, no a los judíos y «paganos», de afirmar también Sine Ecclesiam nulla salus -"sin la Iglesia no hay
modo que poseía un carácter «parenético», es decir, disuasorio para los salvación"-: la adhesión a la Iglesia-Cuerpo místico de Cristo, aun-
que sea implícita y, precisamente, misteriosa, es condición esencial
miembros de la Iglesia que sentían la tentación de abandonarla. Ahora para la salvación. [...] Así pues, [la Iglesia] ejerce una mediación
bien, no se entiende cómo se puede definir como doctrina de fe el implícita también con respecto a quienes no conocen el evangelio»17.
hecho de que ya no haya posibilidad de salvación para un católico que,
Se observan aquí diversos matices: el axioma no es llamado «dog-
ma» de fe, sino que se dice que forma parte de la tradición cristiana;
16. Para esta referencia y las sucesivas, el texto castellano se encuentra en COMISIÓN
TEOLÓGICA INTERNACIONAL, Documentos 1969-1996, BAC, Madrid 1998, pp. 557-
604, especialmente p. 583. 17. «Cristo, camino de salvación para todos»: Ecclesia 2.742 (1995), p. 960.
EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 285
284 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES
ción con el reino de Dios (n. 18). Con todo, el concilio no explica la
además, la nueva formulación del axioma corresponde más discreta- naturaleza exacta de la necesidad universal de la Iglesia; y parece que
mente a la afirmación de la necesidad de la Iglesia para la salvación, la encíclica tiene dificultades para determinar el «papel específico y
hecha por Lumen gentium 14. necesario» de la Iglesia. De ahí que se susciten algunas cuestiones:
Por lo demás, no faltan los autores recientes que ponen de mani- ¿tiene la universalidad de la Iglesia en el orden de la salvación el
fiesto que el axioma tradicional representa un concepto muy «eclesio- mismo significado y la misma fuerza atribuidos por la tradición cris-
céntrico» de la Iglesia como único medio de salvación. La evolución tiana a Jesucristo, el Salvador universal? La necesidad de la Iglesia
del pensamiento teológico hoy requiere que se impongan correctivos para la salvación, ¿es del mismo orden? ¿Cómo podemos concebir el
serios a la interpretación rigorista del axioma. Recientemente J. Rigal hecho de que la Iglesia no es sólo un signo sino también un medio, un
a escrito a este respecto lo siguiente:
instrumento universal de salvación, que es asumida por Cristo «como
«No sólo el Vaticano n no cita nunca esta fórmula, sino que se dis- instrumento de la salvación universal» {Redemptoris missio 9)1 ¿Hay
tancia con respecto al eclesiocentrismo del pasado. Mientras declara que atribuirle una «mediación» universal, aunque sea necesariamente
que la Iglesia es necesaria para la salvación {Lumen gentium 14), el una mediación «parcial» -en relación con la de Jesucristo, que es la
concilio, prescindiendo de las posiciones de autodefensa del pasado, única (1 Tm 2,5)-, es decir, una mediación que adquiere «significado
se empeña en poner de relieve las condiciones positivas de la acogi- y valor únicamente por la mediación de Cristo» {Redemptoris missio
da de la salvación por parte de los hombres de buena fe y buena
voluntad (véase Lumen gentium 16). Se excluyen los términos de la 5)1 ¿Y qué se entiende al hablar, como hace el papa, de «mediación
"pertenencia"; el concilio se contenta con afirmar que "quienes toda- implícita [...] en relación con los que ignoran el evangelio»?
vía no recibieron el Evangelio, se ordenan al pueblo de Dios de diver- En este contexto hay que evitar dos posiciones extremas. La pri-
sas maneras" {Lumen gentium 16). Ésta es la razón por la que algu- mera es la de quienes situarían la necesidad y la universalidad de la
nos se asombran del hecho de que la Comisión Teológica Iglesia en el mismo plano que la de Jesucristo. Esta posición nos haría
Internacional [...] haya pensado que hacía bien declarando -veinte volver a una interpretación excesiva del antiguo axioma Extra
años después del concilio- que "la pertenencia al reino constituye Ecclesiam nulla salus. La otra posición minimizaría la necesidad y la
necesariamente una pertenencia -al menos implícita- a la Iglesia"1".
Parece que Juan Pablo II muestra más prudencia y más flexibilidad universalidad de la Iglesia, reduciendo su función y su obra simple-
contentándose con hablar de "una misteriosa relación con la Iglesia" mente a la salvación de sus propios miembros. Esto equivaldría a intro-
{Redemptoris missio 10)»19. ducir dos caminos paralelos de salvación sin ninguna relación mutua:
ambos derivados de la única mediación de Jesucristo y, sin embargo,
operantes por separado, uno de ellos para los miembros de la Iglesia y
II. La Iglesia y las religiones en el reino de Dios el otro para los que son salvados en Jesucristo fuera de ella. Entre estas
dos posiciones extremas e igualmente insostenibles, ¿hay un camino
/. La necesidad de la Iglesia medio? Este tema difícil sigue abierto ahora al debate teológico, y no
hay entre los teólogos una opinión común. Pero hay que distinguir dos
Como hemos recordado anteriormente, el concilio Vaticano II afirma cuestiones:
claramente la necesidad de la Iglesia en el orden de la salvación. Ex-
presiones como «sacramento universal», «signo e instrumento», «ins- a) La cuestión de la «pertenencia» a la Iglesia u «ordenamiento» a
trumento de la redención universal» y «necesaria» son en sí mismas ella.
suficientemente claras; la encíclica Redemptoris missio las recuerda b) La de la «mediación» universal de la Iglesia con respecto a
cuando habla del «papel específico y necesario» de la Iglesia en rela- cuantos viven fuera de ella.
a) ¿Pertenencia u ordenamiento a la Iglesia?
18. Se trata del sínodo extraordinario a los veinte años de la clausura del concilio
Vaticano n. Véase COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, Documentos 1969-1996, Hemos recordado que una eclesiología tradicional, preconciliar,
BAC, Madrid 1998, pp. 327-335. identificaba el reino de Dios, ya presente en la historia, con la Iglesia.
19. I. RIGAL, L'Église en chantier, Cerf, París 1995, p. 49. Esta teología consideraba que las personas salvadas por Cristo fuera de
286 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 287

la Iglesia pertenecían a ella de alguna manera. Se establecían distin- católicos son miembros de ella en realidad (reapse). K. Rahner obser-
ciones: entre los miembros en realidad (reapse) y los miembros de va que es muy probable que esta formulación de 1943 sustituyera deli-
deseo (voto); entre la pertenencia, visible e invisible, explícita e implí- beradamente al «estar en la Iglesia por el deseo [de pertenecer a ella]»
cita, al alma y al cuerpo de la Iglesia; etcétera. El concilio de Trento [voto esse in Ecclesia] de san Roberto Bellarmino: «Había, en efecto,
recurrió a este tipo de distinción al referirse al bautismo in voto de las que evitar por todos los medios dar la sensación de que el deseo de per-
personas salvadas fuera de la Iglesia (Denzinger, n. 1524). Además, se tenecer a la Iglesia es ya un modo de estar en la Iglesia, una pertenen-
explicaba que el deseo necesario para la salvación fuera de la Iglesia cia actual propiamente dicha»21.
no era el deseo explícito de los catecúmenos, sino el deseo implícito de Sea lo que fuere, es cierto que el Vaticano ü usó intencionadamen-
los que, aun encontrándose fuera de la Iglesia, tenían las disposiciones te, para las personas que se encuentran fuera de la Iglesia, el término
requeridas para recibir la salvación. «ordenamiento» (ordinantur), y evitó hablar de una pertenencia a la
Parece que el Vaticano II -tal como hemos recordado- mantuvo la Iglesia de deseo o voto. Según el concilio, los miembros de las otras
identificación entre el reino de Dios presente en la historia y la Iglesia. tradiciones religiosas pueden ser salvados por medio de Jesucristo sin
Pero no retomó la terminología que se solía usar para expresar la per- pertenecer de ningún modo a la Iglesia; no obstante, están «ordenados»
tenencia como miembros. Por el contrario, estableció algunas distin- a ella, porque en ella se encuentra la plenitud de los medios de salva-
ciones precisas a propósito de la relación con la Iglesia de personas que ción. Podría parecer que la encíclica Redemptoris missio continúa y
se encontraban en situaciones diferentes. El término «miembros» no se extiende esta concepción cuando afirma, a propósito de los que no tie-
usa en todas partes; el de votum se aplica sólo a los catecúmenos nen fe explícita en Jesucristo y no son miembros de la Iglesia: «Para
{Lumen gentium 14). De forma general se dice que «todos los hombres ellos la salvación de Cristo es accesible en virtud de la gracia que, aun
son llamados a esta unidad católica del pueblo de Dios, [...] y a ella teniendo una misteriosa relación con la Iglesia, no los introduce for-
pertenecen o se ordenan de diversos modos, sea los fieles católicos, sea malmente en ella, sino que los ilumina de manera adecuada eñ su situa-
los demás creyentes en Cristo, sea también todos los hombres en gene- ción interior y ambiental» (n. 10).
ral, por la gracia de Dios llamados a la salvación» (Lumen gentium 13). ¿En qué consiste la relación de «orientación» de la que se trata? Ya
Esto se explica y se especifica después en detalle: los católicos están hemos dicho que están orientados hacia la Iglesia por el hecho de que
plenamente incorporados (plene incorporantur) (Lumen gentium 14) a a ella confió el Señor resucitado la «plenitud de los bienes y medios de
la Iglesia; los catecúmenos están unidos (coniunguntur) a la Iglesia en salvación», plenitud que no está a su disposición fuera de ella (Re-
virtud de su deseo (voto) de unirse a ella (Lumen gentium 14); «la demptoris missio 18). Pero aún hay que preguntarse qué está haciendo
Iglesia se reconoce unida [coniunctam] por muchas razones» a los cris- ya la Iglesia para su salvación en Jesucristo; es decir, en qué consiste
tianos no católicos (Lumen gentium 15), al tiempo que éstos están el «papel específico y necesario» de salvación (ibid.) que ella está ya
incorporados (incorporantur) a Cristo. Finalmente, «quienes todavía desempeñando en relación con ellos, así como también la «mediación
no recibieron el evangelio, se ordenan [ordinantur] al pueblo de Dios implícita» de la que habla el papa. Parece que aquí los documentos del
de diversas maneras» (Lumen gentium 16). Este «ordenamiento» a la magisterio no sólo no son totalmente claros, sino que observan volun-
Iglesia se realiza bajo formas diferentes, pero en ningún caso se men- tariamente cierta discreción. La Redemptoris missio se conforma con
ciona un deseo, explícito o implícito, de pertenecer a ella20. hablar de su «misteriosa relación con la Iglesia» (n. 10) y de su «papel
En realidad, la expresión ordinantur se toma de la encíclica Mystici específico y necesario» (n. 18), los cuales no impiden, no obstante, una
corporis (1943). Ésta afirmaba que todos los que no pertenecen a la cierta «mediación parcial» de la propia tradición religiosa que «cobra
Iglesia católica están «ordenados» a ella «por cierto inconsciente deseo significado y valor únicamente por la mediación de Cristo» (Redemp-
y aspiración» [inscio quodam desiderio ac voto ad mysticum Redemp- toris missio 5).
toris Corpus ordinari] (Denzinger, n. 3821), mientras que sólo los
21. K. RAHNER, «La incorporación a la Iglesia según la encíclica de Pío xn "Mystici
20. Véase G. CANOBBIO, Chiesa perché. Salvezza dell'umanitá e mediazione eccle- Corporis Christi"», en Escritos de teología, Taurus, Madrid 1961, vol. II, pp. 9-
siáe, San Paolo, Cinisello Balsamo (Mi) 1994, pp. 142-147. 94, aquí: p. 61, nota 72 (orig. alemán en Schríften zur Theologie, op. cit.).
288 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 289

La Comisión Teológica Internacional, por su parte, afirma en el actúa misteriosamente Cristo Salvador, que en esta obra asocia a su
documento ya bien conocido que, si bien no hay que excluir a priori la Iglesia, constituida "como un sacramento o signo e instrumento de la
posibilidad de que las tradiciones religiosas «ejerzan una cierta función unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano"»23.
salvífica» con respecto a sus miembros (n. 84) y, por tanto, «puedan ser, Así pues, hay que decir que la Iglesia está universalmente unida a
en los términos indicados, un medio que ayude a la salvación de sus Cristo en la obra de la salvación. Esto vale para todos los hombres,
adeptos», no obstante «no pueden equipararse a la función que la Iglesia cualquiera que sea la situación en que se encuentren con respecto a
realiza para la salvación de los cristianos y de los que no lo son» (n. ella. Pero sigue presente el hecho de que las fórmulas empleadas para
86)22. Lamentablemente, no se da ninguna explicación ulterior en rela- expresar el papel concreto de la Iglesia a favor de los «otros» son deli-
ción con lo que está haciendo la Iglesia en su favor además de lo que beradamente imprecisas, hasta tal punto que suscitan ulteriores cues-
puedan hacer las otras tradiciones religiosas en relación con sus miem- tiones: ¿cómo hay que concebir la «misteriosa relación» con la Iglesia
bros o, en los términos del texto del papa citado anteriormente, en rela- de los miembros de las otras tradiciones religiosas, por un lado, y el
ción con la «mediación implícita» de la Iglesia a su favor. No se puede «papel específico y necesario» de la Iglesia con respecto a ellos, por
minusvalorar a priori el influjo positivo que pueden tener los libros otro? Se trata de la cuestión de la «mediación universal» - o no univer-
sagrados y las tradiciones de las otras religiones en la vida religiosa de sal- de la Iglesia, es decir, de la pregunta acerca de si la Iglesia ejerce
sus miembros, ayudándoles a dar una respuesta positiva al ofrecimien- una verdadera «mediación» para la salvación con respecto a los miem-
to divino de la gracia. Tampoco se puede afirmar a priori la superiori- bros de las otras religiones. Np se niega una mediación «implícita»
dad de la «función que la Iglesia realiza» para la salvación de cuantos -aunque sea difícilmente concebible- de la Iglesia, sino que se pre-
no son miembros de ella, sin explicar en qué consiste tal función. gunta en qué puede consistir una cierta mediación «explícita» de la
La encíclica Redemptoris missio habla de una «misteriosa relación Iglesia con respecto a ellos. ¿Podemos, debemos, hablar de una media-
con la Iglesia» (n. 10) de las personas salvadas en Jesucristo fuera de ción universal de la Iglesia en el orden de la salvación, aunque -como
ella, y también de un «papel específico y necesario» de la Iglesia (n. es necesario- la consideremos subordinada a la única mediación de
18) en el orden de la salvación para todas las personas. Ciertamente Jesucristo y «parcial» con respecto a ella?
hay que mantener que la Iglesia está «indisolublemente unida» a Cristo
como su cuerpo, en una «relación singular y única», de la que brota su b) ¿Mediación explícita universal?
«papel específico y necesario» (n. 18) para todos. En una audiencia Por tanto, es necesario preguntar en qué consiste la mediación de
pública más reciente el papa Juan Pablo n explicó esta relación del la Iglesia entendida en sentido rigurosamente teológico. La Iglesia
papel de la Iglesia con el de Cristo con respecto a los miembros de ejerce su mediación salvífica principalmente a través del anuncio de la
otras tradiciones religiosas. Afirmó: palabra y la economía sacramental, en el centro de la cual está la cele-
«Así pues, no se pueden admitir, además de Cristo, otras fuentes o bración eucarística («la mesa de la palabra y del pan»; véase
caminos de salvación autónomos. Por consiguiente, en las grandes Apostolicam actuositatem 6: «principalmente con el ministerio de la
religiones, que la Iglesia considera con respeto y estima en la línea palabra y de los sacramentos»). El anuncio de la palabra y la celebra-
marcada por el concilio Vaticano n, los cristianos reconocen la pre- ción de los sacramentos constituyen una verdadera mediación de la
sencia de elementos salvíficos, pero que actúan en dependencia del acción de Jesucristo en la comunidad eclesial. Con todo, es necesario
influjo de la gracia de Cristo. Esas religiones pueden así contribuir, añadir que esos factores no alcanzan -por definición- a los miembros
en virtud de la acción misteriosa del Espíritu Santo, que "sopla donde de las otras tradiciones religiosas que reciben la salvación en
quiere" [véase Jn 3,8], a ayudar a los hombres en el camino hacia la Jesucristo. En efecto, es cierto que la Iglesia realiza plenamente, en la
felicidad eterna, pero esta función es igualmente fruto de la actividad celebración eucarística, todos los sacrificios antiguos. Sin embargo, la
redentora de Cristo. Por tanto, también en relación con las religiones, gracia de la eucaristía que ella celebra no es la salvación de las perso-
nas que están fuera de ella, sino la unidad en el Espíritu de sus propios
22. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, Documentos 1969-1996, op. cit
pp 590-591. 23. «Cristo, único Salvador»: Ecclesia 2.883 (1998), p. 366 (la cursiva es nuestra).
290 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 291

miembros, como indica con claridad la liturgia eucarística: «Te pedi- parece legítimo hablar de mediación en sentido propio o teológico. La
mos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a causalidad implicada no pertenece al orden de la eficiencia, sino al
cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo» (epíclesis, es orden moral y de la finalidad.
decir, invocación del Espíritu, en la plegaria eucarística segunda del Algunos teólogos recientes no han dejado de notarlo. Entre ellos se
Misal Romano); e igualmente: «[...] para que, fortalecidos con el puede citar en primer lugar a Y. Congar, que escribió:
Cuerpo y Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en
«Todo católico debe admitir y admite que han existido y existen
Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu» (epíclesis de la plegaria euca- dones de luz y gracia que actúan para la salvación fuera de los lími-
rística tercera). ¿Es posible, entonces, hablar, en sentido propio, de una tes visibles de la Iglesia. Ni siquiera consideramos necesario soste-
verdadera mediación de la gracia por parte de la Iglesia hacia los que ner, como se hace pese a todo ordinariamente, que esas gracias se
no son sus miembros? Se ha tratado de dar una respuesta positiva a esta reciben a través de la Iglesia; es suficiente que sean recibidas con
cuestión recurriendo a la intercesión y la oración de la Iglesia y al tes- respecto a la Iglesia y que ordenen a las personas a ella»26.
timonio de vida y a los méritos de sus miembros, por la salvación de
todos24. Según este texto, la relación entre la Iglesia y los que no son miem-
Es indudable que la Iglesia intercede y ora por la salvación de to- bros de ella no es del orden de la eficiencia sino de la finalidad: los no
dos, especialmente en la celebración eucarística: «Te pedimos, Señor, miembros están ordenados (prdinantur) a la Iglesia. Y. Congar conclu-
que esta víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo ye que el axioma Extra Ecclesiam nulla salus debería ser abandonado,
entero» (oración de intercesión de la Plegaria eucarística tercera). Tal pues no se puede tomar en sentido literal ni se puede entender correc-
intercesión, por el hecho de que la Iglesia está unida a Cristo como tamente sin largas explicaciones. Esto no significa que carezca por
Cuerpo suyo, es ciertamente acción eclesial misionera. Pero hay que completo de significado, pues contiene, en efecto, una verdad bíblica
preguntar si esta intercesión puede ser considerada mediación en sen- según la cual la Iglesia es la institución a la que Dios ha confiado la
tido propiamente teológico. La mediación universal de Cristo en el misión de llevar a todas las personas a su salvación en Jesucristo: «La
orden de la salvación indica concretamente el hecho de que su huma- Iglesia católica sigue siendo la única institución (sacramentum) divi-
nidad resucitada es el canal, la causa eficiente instrumental de la gra- namente instituida y a la que se ha confiado la misión de la salvación,
cia para todas las personas. K. Rahner ha subrayado la permanencia del y la gracia que existe en el mundo se refiere a ella por la finalidad, si
papel mediador desempeñado por la humanidad de Jesucristo, incluso no por la eficiencia»27. Si se quiere mantener la fórmula, ésta tiene que
en la visión beatífica25. Por lo que respecta a la Iglesia, ejerce su media- recibir un sentido «enteramente positivo»: «Hay, en el mundo, una rea-
ción derivada, parcial, en sentido estricto, mediante el anuncio de la lidad que representa el don que Dios le ha destinado y ha hecho para
palabra y la economía sacramental celebrada en y por las comunidades salvarlo, es decir, para hacerlo llegar a la vida en su comunión: es Jesu-
eclesiales. Empleando la terminología de la teología escolástica, diría- cristo, [...] muerto y resucitado por nosotros, maestro de verdad, y que
mos que aquí se trata de una causalidad instrumental eficiente en sen- ha confiado a la Iglesia, su Esposa y su Cuerpo, el depósito de la pala-
tido estricto. Las cosas son diferentes por lo que respecta a la interce- bra y de los sacramentos que salvan»28.
sión y la oración de la Iglesia, o los méritos de los cristianos; pues De esta forma el axioma tradicional asume un significado positivo.
parece que la causalidad que actúa en estos casos pertenece al orden El concilio afirma la necesidad de la Iglesia para la salvación (Lumen
moral más que al eficiente. La Iglesia ora e intercede ante Dios por gentium 14), como «sacramento universal de salvación» (Lumen gen-
todas las personas, a fin de que pueda concedérseles la gracia de la sal- tium 48). No obstante, esta necesidad no implica una mediación en
vación en Jesucristo. La Iglesia intercede y Dios salva. En este caso no sentido estricto, aplicable a todas las personas que se salvan en Jesu-

26. Y. CONGAR, «L'Église, sacrement universel du salut»: Église Vivante 17 (1965),


24. "Véase F.A. SULLIVAN, Salvation cutside the Church?, op. cit. pp. 339-355, aquí: p. 351; véase ID., Cette Église quej'aime, Cerf, París 1968.
25. "Véase K. RAHNER, «Eterna significación de la humanidad de Jesús para nuestra 27. Véase Y. CONGAR, «Hors de l'Église pas de salut», en Sainte Église, op. cit.,
relación con Dios», en Escritos de teología, Taurus, Madrid 1961, vol. III, pp. 47- pp. 431-432.
S (orig. alemán en Schriften zurTheologie, op. cit.). 28. Y. CONGAR, Vaste monde ma paroisse, op. cit., pp. 131-132.
292 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 293

cristo. Por el contrario, deja espacio para «mediaciones supletivas» activas también entre los que están fuera de la Iglesia»32. No se puede
[des médiations de suppléanceY', entre las cuales se encuentran las tra- decir que la Iglesia sea el único lugar en el que actúa el Espíritu Santo.
diciones religiosas a las que pertenecen los «otros». De esto se puede La gracia no tiene un único «puesto» de acción, porque actúa en todos
deducir que la causalidad de la Iglesia en relación con los «otros» no los lugares. No obstante, la salvación mediante la acción del Espíritu
pertenece al orden de la eficiencia sino al de la finalidad. Sin embargo, fuera de la Iglesia implica un ordenamiento, una referencia a ésta que,
según el magisterio reciente, la Iglesia sigue siendo el «camino ordi- si se efectúa plenamente, se manifiesta como pertenencia a la Iglesia
nario» para la salvación de las personas (Evangelii nuntiandi 80), por- en calidad de miembros.
que posee los «medios ordinarios» de la salvación (ibid.) o la «pleni- Por consiguiente, la Iglesia, como lugar privilegiado del Espíritu,
tud de los medios de salvación» (Redemptoris missio 55), aun cuando tiene que ser entendida como el punto hacia el que tiende la gracia
los miembros de las otras tradiciones religiosas pueden ser salvados en obtenida fuera de ella, que está destinada a encontrar en ella su expre-
Jesucristo «por los caminos que él sabe» (Ad gentes 7; véase Gaudium sión visible. Tal ordenamiento a la Iglesia existe dondequiera que el
et spes 22). La gracia salvadora tiene que ser llamada «crística»; puede Espíritu está presente y actúa. Con todo, el ordenamiento a la Iglesia
ser llamada «eclesial» (gratia ecclesialis) porque tiende hacia el mis- no implica una mediación universal ya operativa de la Iglesia por
terio de la Iglesia, en virtud del ordenamiento a ella (ordinati) (Lumen medio de la causalidad eficiente. Como mostraremos en el último apar-
gentium 16) de las personas salvadas en Cristo fuera de ella. La «ins- tado del capítulo, hay que ver la necesidad de la Iglesia, en definitiva,
trumentalidad universal» de la Iglesia en el orden de la salvación, a la en la clave de su función como signo sacramental de la presencia de la
que se refieren Lumen gentium 9 y Redemptoris missio 9, hay que en- gracia de Dios entre las personas. La gracia divina actúa donde la
tenderla, en el caso de quienes no son miembros, como espera y espe- Iglesia no está presente, pero la Iglesia es el signo sacramental univer-
ranza, fundada en su orientación a ella. sal de su presencia en el mundo.
El pensamiento de K. Rahner coincide30. Su «cristianismo anóni-
mo» -es importante notarlo- designa una relación con Jesucristo en el
orden de la gracia y de la salvación, y no una relación directa con la 2. La Iglesia, sacramento del reino
Iglesia. En principio, toda la familia humana está ya salvada en
Jesucristo; en virtud de ello, toda la humanidad constituye ya el «pue- El Vaticano n definió la Iglesia como «sacramento universal de salva-
blo de Dios». Las personas salvadas en Jesucristo fuera de la Iglesia ción» (Lumen gentium 48). Después se ha desarrollado una teología
están objetivamente ordenadas (ordinati) a ella, pero sin ser miembros que considera la Iglesia como «sacramento del reino de Dios». Hemos
suyos. Es cierto que la Iglesia es de modo privilegiado «el lugar de la recordado que, aun cuando al parecer el Vaticano n todavía identifica-
misión del Espíritu», en la que consiste la gracia de la salvación31. Pero ba el reino de Dios presente en el mundo con la Iglesia, la encíclica
el Espíritu no está tan vinculado a la Iglesia, a su ministerio y sus ins- Redemptoris missio 20 ha sido el primer documento oficial del magis-
tituciones, que su presencia y su acción de salvación hacia fuera resul- terio central que los ha distinguido claramente, al afirmar que el reino
ten por ello dañadas. Hay que recordar lo que escribió el cardenal de Dios no sólo es una realidad más amplia que la Iglesia, sino más
Manring en el siglo xix: «Es correcto decir con san Ireneo: Ubi bien una realidad universal.
Eccleúa ibi Spiritus [Donde está la Iglesia, allí está el Espíritu], pero Una vez afirmada la universalidad del reino de Dios presente en la
no sería correcto decir: Donde no está la Iglesia, tampoco está el historia, necesariamente hay que plantear de una forma nueva la cues-
Espíritu. Las obras del Espíritu Santo han llenado siempre toda la his- tión de la sacramentalidad de la Iglesia en relación con el reino de
toria de los hombres desde el principio, y siguen estando plenamente Dios. No se trata simplemente de afirmar que la Iglesia, reino de Dios
en la historia, es el «sacramento» de su propia plenitud que se realiza-
rá en el futuro escatológico (sacramentum futuri), sino más bien de
29. Ibi., pp. 133-147, aquí: p. 144.
30. K.RAHNER, «La incorporación a la Iglesia», op. cit., pp. 87-94.
31. K.RAHNER, «Die Kirche ais Ort der Geistsendung»: Geist undLeben 29 (1956), 32. Citado por Y. CONGAR, / Believe in the Holy Spirit, 3 vols., G. Chapman, London
pp. 94-98. 1983 (orig. francés, 1979-1980).
294 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 295

hacer ver que la Iglesia es en el mundo el «sacramento» de la realidad Iglesia es el sacramento del reino en la historia. El concilio decía que
universal de la salvación en Jesucristo, ya presente y operante en la his- en la Iglesia el reino de Dios está «presente actualmente en misterio [in
toria. Entre la Iglesia y el reino hay, según la encíclica Redemptoris mysterio]» (Lumen gentium 3). Según la teoría sacramental, esto no
missio, una «relación singular y única que aunque no excluye la obra constituye una referencia directa a la presencia, anticipada en la
de Cristo y del Espíritu Santo fuera de los confines visibles de la Iglesia, del reino de Dios en su consumación final. Más bien se trata de
Iglesia, le confiere un papel específico y necesario» (n. 18). ¿Cómo la Iglesia en cuanto presencia «mistérica» o «sacramental» (in myste-
hay que entender este papel? Y, de una manera más específica, ¿cómo rio) de la realidad del reino de Dios ya presente en el mundo y en la
se puede entender el hecho de que la Iglesia es en la historia el sacra- historia. La Iglesia es el sacramento del reino presente. Esto significa
mento del reino ya presente? La «teoría sacramental» puede prestar -si adoptamos una fórmula del documento final de la conferencia de
aquí una gran ayuda. K. Rahner la aplicó con gran lucidez a la relación Puebla (1979)- que en ella «se manifiesta, de modo visible, lo que
entre la Iglesia en el mundo y el reino de Dios en la historia33. Dios está llevando a cabo silenciosamente en el mundo entero. Es el
La distinción clásica, en la teología sacramental, entre sacramen- lugar donde se concentra al máximo la acción del Padre [...]» (n. 132)34.
tum tantum, res et sacramentum y res tantum -es decir, entre el signo La presencia de la Iglesia-como-signo en el mundo del reino de
sacramental, el efecto primero eclesial del sacramento y el efecto Dios da testimonio, por tanto, del hecho de que Dios ha establecido en
segundo de la gracia-, que por norma se refiere directamente a los siete este mundo su reino en Jesucristo. Por otro lado, como signo eficaz, la
sacramentos, que se aplica analógicamente a la relación entre el signo Iglesia contiene y produce la realidad significada por ella y da acceso
histórico de la Iglesia y la realidad de gracia significada y producida al reino de Dios por medio de la palabra y los sacramentos. Pero la
por él; o, por decirlo más exactamente con tres términos: entre el signo necesidad de la Iglesia no es de tal naturaleza que sólo siendo miem-
de la Iglesia, el llegar a ser miembros de ella y el ser miembros del bros de ella sea posible el acceso al reino de Dios; los «otros» pueden
reino de Dios. La Iglesia, en su aspecto visible institucional, es el sa- formar parte del reino de Dios y de Cristo sin ser miembros de la
cramento (sacramentum tantum); la realidad de gracia significada (res Iglesia. No obstante, la presencia sacramental del reino de Dios en la
tantum), que la Iglesia contiene y confiere, es la pertenencia al reino de Iglesia es privilegiada, pues ha recibido de Cristo «la plenitud de los
Dios, es decir, la comunión del misterio de salvación en Jesucristo; la bienes y medios de salvación» (Redemptoris missio 18). Es el «sacra-
realidad intermedia, la res et sacramentum, es la relación que se esta- mento universal» (Lumen gentium 48) de este reino. Ésta es la razón
blece entre los miembros de la comunidad y la Iglesia^ en virtud de la por la que quienes tienen acceso a la salvación y al reino fuera de ella,
cual aquéllos participan de la realidad del reino a través de su perte- aunque no están incorporados a ella como miembros, están «ordena-
nencia a la Iglesia como miembros. Mas, como mantiene la teoría dos» (ordinantur) a ella, como se indica en la constitución Lumen gen-
sacramental, es posible llegar a la res tantum sin pasar a través de la tium (16) que, no obstante, no retoma la doctrina anterior sobre los
mediación de la res et sacramentum. Es decir, que los «otros» pueden «miembros de deseo». Lo dice claramente un autor reciente, a quien ya
acceder a la realidad del reino de Dios presente sin pertenecer al cuer- hemos citado:
po de la Iglesia. Pueden ser miembros del reino de Dios sin formar
«Decir que la Iglesia es "sacramento de salvación" quiere decir que
parte de la Iglesia como miembros. Pero por ello la Iglesia no deja de da testimonio de una realidad que la atraviesa pero se extiende más
ser el signo eficaz, querido por Dios, de la presencia en el mundo y en allá de sus fronteras; que ella mantiene, al mismo tiempo, una relación
la historia de la realidad del reino de Dios. Tiene que dar testimonio de ineludible con tal realidad. Si la Iglesia es el sacramento (signo e ins-
él, estar al servicio de su crecimiento y anunciarlo. trumento) de la salvación, no puede ser su origen ni tampoco el único
S e ve, por tanto, en qué sentido se puede, si se retoman bajo una lugar donde la salvación se está realizando; es más bien su humilde
luz nueva las fórmulas ofrecidas por el concilio, comprender cómo la sierva. [...] Decir que la Iglesia es como "sacramento [universal] de
salvación" (Lumen gentium 48) es subrayar que no puede ser signo de
sí misma, sino de esta salvación que viene de Dios. Ella revela la sal-
33. K. RAHNER, «Iglesia y mundo», en (K. Rahner [ed.]) Sacramentum mundi,
Herder, Barcelona 1973, vol. III, cois. 752-775, aquí: pp. 755-757 (orig. alemán,
1967-1969). 34. Documentos de Puebla, PPC, Madrid 1979, p. 75.
296 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES
EL REINO DE DIOS, LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES 297
vación, pero no la posee. Si es permanente, lo es para que pueda sig-
nificar la permanencia del don de Dios a través de Cristo en el «La Iglesia como sacramento puede significar sólo que la Iglesia
Espíritu»35. existe en el mundo como signo visible de la gracia salvífica que Dios
realiza por medio de Cristo a distancia de la Iglesia visible. La
Que la Iglesia es sacramento del reino de Dios, universalmente pre- Iglesia refleja, articula y hace inteligible el proceso de salvación que
sente en la historia, no implica necesariamente por su parte una activi- se realiza por todas partes en el mundo [...]. En este sentido la Iglesia
como sacramento existe para mostrar la riqueza de la misericordia de
dad mediadora universal, en el sentido teológico estricto, de la gracia Dios en Cristo. Es un sacramento universal de salvación en la medi-
en favor de todas las personas pertenecientes a otras tradiciones reli- da en que se convierte en signo de la actividad salvífica de Dios en
giosas que han entrado en el reino de Dios respondiendo a la invitación Cristo dondequiera que ésta tenga lugar en el mundo. El empuje del
de Dios por medio de la fe, la conversión y el amor. Por ello hemos modelo sacramental de la Iglesia conduce a una comprensión de la
podido sostener, en el capítulo anterior, una «mediación» de las tradi- Iglesia como acontecimiento visible y manifestación concreta de la
ciones religiosas, parcial y derivada, en favor de sus miembros. gracia de Dios que realiza la salvación de las personas en cualquier
Aunque no sean en modo alguno miembros de la Iglesia ni estén suje- lugar del mundo»38.
tos a su mediación (en sentido teológico), los «otros» están, no obs-
tante, ordenados a ella; la causalidad de la Iglesia en favor de ellos no La Iglesia, sacramento del reino de Dios, está también al servicio
es del orden de la eficiencia sino de la finalidad. del reino. Como hemos recordado anteriormente, la encíclica Redemp-
toris missio distingue diversas formas en las que la Iglesia está al ser-
Este es el significado de la expresión sacramentum mundi, que
vicio del reino de Dios. Entre ellas se encuentra ésta: «La Iglesia [...]
sirve de título a la enciclopedia teológica dirigida por K. Rahner. La
sirve al reino difundiendo en el mundo los "valores evangélicos", que
Iglesia es el signo querido por Dios para significar qué ha realizado
son expresión de ese reino y ayudan a los hombres a acoger el desig-
y continúa realizando en el mundo la gracia en Jesucristo. E.
nio de Dios» (n. 20). Además, la Iglesia contribuye a la promoción del
Schillebeeckx especifica: «La Iglesia no es el reino de Dios, pero da un
reino de Dios «con su testimonio y sus actividades, como son el diálo-
testimonio simbólico del reino mediante su palabra y su sacramento,
go, la promoción humana, el compromiso por la justicia y la paz [...]»
anticipándolo de forma efectiva en su praxis»36. Y K. Rahner explica,
(ibid.).
de manera equivalente:
En una perspectiva cristocéntrica y reinocéntrica que supera un
«Que la Iglesia es el sacramento de la salvación del mundo [...] sig- punto de vista eclesiocéntrico demasiado estrecho, la misión de la
nifica esto: que la Iglesia es la aparición histórica concreta, en la Iglesia será vista bajo una luz nueva. Se tendrá en cuenta que el Nuevo
dimensión de la historia que se hace escatológica, en la dimensión de Testamento aplica el término «mediador» al que es «un solo mediador
la única sociedad, de la única salvación que tiene lugar en ella, entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también» (1 Tm 2,5).
mediante la gracia de Dios, en toda la amplitud y la extensión de la
humanidad»". Él es .el analogatum princeps para toda mediación parcial y derivada
que exista (véase Redemptoris missio 5), incluida la de la Iglesia. En
efecto, la tarea de la Iglesia no será concebida en relación con su fun-
En este sentido es posible transformar el antiguo y controvertido
ción mediadora universal, sino más bien como testimonio, servicio y
axioma y decir: «Fuera del mundo no hay salvación» (Extra mundum
anuncio. La Iglesia debe mostrar a todos la presencia, dentro del
nulla salus). J.P. Theisen resume felizmente esta concepción de la
Iglesia-sacramento cuando escribe: mundo, del reino que Dios inauguró en Jesucristo; tiene que estar al
servicio del crecimiento del reino y debe proclamarlo. Esto supone que
la Iglesia esté totalmente «descentrada» de sí misma, para estar total-
mente centrada en Jesucristo y el reino de Dios'9.
35. J. RIGAL, L'Église en chantier, op. cit., pp. 58-59.
36. E.SCHILLEBEECKX, Church. The Human Story ofGod, SCM Press, London 1990
pp 157 (orig. holandés, 1989). 38. J.P. THEISEN, The Ultímate Church and the Promise of Salvation, St. John'
37. K. RAHNER, The Church after the Council, Herder and Herder, New York 1966, University Press, Collegeville (Mn) 1976, p. 134.
pp. 53-54. 39. Véase I. ELLACURÍA, Conversión de la Iglesia al reino de Dios, Sal Terrae,
Santander 1984.
298 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

La Iglesia no encuentra en sí misma su razón de ser, no es fin de sí


misma. Así como Jesús se remitía por entero al Padre, el cual estaba
instaurando su reino en él, así también la Iglesia debe remitirse por
entero a Jesucristo y al reino instaurado por el Padre en él. Debe, pues,
estar referida por entero a Cristo y al reino de Dios. Siendo su «sacra-
mento», debe «significarlo», haciendo visible y tangible .el misterio.
Ahora bien, ser signo es una posición difícil y peligrosa, porque un
signo debe apuntar hacia lo significado por él, que está más allá de él
9
y lo supera; en este caso, la Iglesia debe apuntar hacia Jesucristo y el El diálogo interreligioso
reino de Dios. Siempre deberá tener cuidado de no replegarse sobre sí en una sociedad pluralista
misma, olvidando su función significante. Si lo hiciese y en la medida
en que lo hiciese, no sólo se volvería «in-significante» sino que se con-
vertiría en un «contra-signo». La Iglesia, debe, por tanto, dar testimo- El pluralismo religioso -lo hemos dicho antes- no es algo nuevo. El
nio del reino a través de la propia vida, haciéndolo visible y tangible cristianismo naciente, desde la época apostólica, tuvo que situar su
para los hombres, reproduciendo en sí misma los valores del reino, mensaje primero en relación con el judaismo del que había surgido y,
promoviéndolo a través de diversos compromisos y, por último anun- después, en relación con las otras religiones con las que se encontró en
ciando su presencia activa en el mundo como «buena nueva» para su camino. En cambio, lo que resulta nuevo es la aguda conciencia que
todos los hombres. En pocas palabras, sólo una Iglesia autoevangeli- nuestro mundo ha alcanzado del pluralismo de las culturas y de las tra-
zada puede servir al reino de Dios y anunciarlo. En ello se juega la cre- diciones religiosas, y también del derecho a la diferencia que pertene-
dibilidad de su testimonio como signo y sacramento. ce a cada una de ellas. No es necesario desarrollar aquí las numerosas
La Iglesia no tiene ningún monopolio del reino de Dios. Hemos razones de tal toma de conciencia. Son bien conocidas y pertenecen al
visto que los miembros de las otras tradiciones religiosas participan orden político y económico, y también al ámbito humano, cultural y
verdaderamente del reino de Dios presente en la historia y que las mis- religioso.
mas tradiciones religiosas pueden contribuir a la edificación del reino Lo que a nosotros nos interesa en este capítulo consiste en pregun-
de Dios no sólo entre sus miembros, sino en el mundo. Aunque la tarnos qué tiene que decir tal conciencia nueva del pluralismo religio-
Iglesia es en el mundo el «sacramento universal» del reino de Dios, so, difundido en nuestro ambiente, con respecto a la praxis cristiana.
también las otras tradiciones ejercen una cierta mediación sacramental ¿Qué actitud con respecto a los «otros» -cualesquiera que sean: musul-
del reino, sin duda diferente, pero no menos real. manes, budistas, hindúes u otros- requiere por nuestra parte la fe cris-
tiana vivida en tal ambiente? Parece claro que una nueva actitud de la
Iglesia con respecto a las religiones está ligada al hecho de que reco-
nozca los valores positivos que se encuentran en ellas. Por ello no hay
que maravillarse si el discurso actual sobre el diálogo interreligioso
tiene un aspecto de novedad. Antes del concilio Vaticano n no se había
hablado de él. Por otro lado, se sabe que la Ecclesiam suam de Pablo
vi, publicada precisamente durante el concilio (1964), sirvió a éste de
poderoso estímulo. El papa describía a la Iglesia como realidad desti-
nada a prolongar el diálogo de salvación que Dios había mantenido con
la humanidad a lo largo de los siglos. Y trazaba -ya lo hemos recorda-
do- cuatro círculos concéntricos de tal diálogo por parte de la Iglesia:
diálogo con todo el mundo; diálogo con los miembros de las otras reli-
giones; diálogo con los otros cristianos y, por último, diálogo dentro de
300 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA 301

la propia Iglesia. Estos cuatro círculos concéntricos fueron retomados (1991), citado en varias ocasiones. El término «evangelización» o
-en sentido contrario- por la conclusión de la constitución Gaudium et «misión evangelizadora» de la Iglesia «se refiere a la misión de la
spes del concilio Vaticano n (n. 92). Iglesia en su conjunto» (n. 8), formada por varios elementos. El «diá-
Con todo, hay que observar que Pablo vi, aun cuando recomenda- logo», parte integrante de tal misión, indica «"el conjunto de las rela-
ba el diálogo interreligioso, no se pronunciaba sobre el puesto exacto ciones interreligiosas, positivas y constructivas, con personas y comu-
que tal diálogo podía ocupar en la misión de la Iglesia. La razón es que nidades de otras confesiones tendentes a un conocimiento y enriqueci-
el diagnóstico hecho por el papa sobre el valor de estas religiones miento recíproco" [Diálogo y misión 3], en la obediencia a la verdad y
seguía siendo notablemente negativo. De hecho -como hemos obser- el respeto a la libertad» (Diálogo y anuncio 9). Por otro lado, el «anun-
vado antes- en la posterior exhortación apostólica Evangelii nuntiandi cio» o «proclamación» es «la comunicación del mensaje evangélico, el
(1975), Pablo vi mantenía aún una valoración negativa de las otras tra- misterio de salvación realizado por Dios para todos en Jesucristo, con
diciones religiosas (n. 53): representaban la religiosidad «natural» del la potencia del Espíritu Santo. Es la invitación [...] a entrar mediante el
hombre, mientras que el cristianismo era la única religión «sobrenatu- bautismo en la comunidad de los creyentes que es la Iglesia» (n. 10).
ral». Como consecuencia, los «otros» eran vistos sólo como beneficia- A propósito de estas definiciones, resulta claro que no se debe estable-
rios de la misión evangelizadora de la Iglesia, concebida aún princi- cer una oposición entre «diálogo» y «misión», y ni siquiera se puede
palmente en función del anuncio del evangelio y de las actividades establecer una distinción adecuada entre ambos, pues el diálogo es un
eclesiales relacionadas con él. Pablo vi, que con la encíclica Ecclesiam elemento integrante de la misma misión evangelizadora a la que perte-
suam se había convertido en el papa del diálogo, en el documento pos- nece el anuncio. Al mismo tiempo, mientras que el diálogo es de por sí
terior no hablaba en modo alguno del diálogo. evangelización, la evangelización no puede quedar reducida al diálogo
El concilio tampoco se pronunció sobre la pertenencia del diálogo -como veremos más adelante en contra de algunas tendencias teológi-
a la misión de la Iglesia. Por todas partes en los documentos concilia- cas actuales-. La finalidad de ambos elementos es diversa: el diálogo,
res la misión evangelizadora sigue estando estrechamente identificada como elemento específico de evangelización, no tiene como objetivo la
con el anuncio o la proclamación de Jesucristo a los «no cristianos», a «conversión» de los otros al cristianismo, sino la convergencia de los
fin de invitarlos a la conversión al cristianismo. El concilio recomien- dos interlocutores del diálogo en una conversión común y más profun-
da positivamente el diálogo interreligioso (véase Nostra aetate 2; da a Dios y a los otros; en cambio, el anuncio invita a los otros a hacer-
Gaudium et spes 92); aunque el diálogo pueda parecer importante, en se discípulos de Jesús en la comunidad cristiana.
ningún texto se dice que pertenezca a la misión de la Iglesia como tal. Los documentos postconciliares del magisterio en los que se desa-
Aunque sea significativo y meritorio en relación con la evangelización, rrolla claramente un concepto amplio de la misión evangelizadora de
el diálogo no representa más que una primera aproximación a los la Iglesia hasta incluir en ella, como elementos constitutivos e inte-
«otros» y se le podría seguir aplicando el término teológico preconci- grantes, por una parte, la promoción y la liberación humana integral y,
liar de «pre-evangelización». por otra, el diálogo interreligioso, son el documento Diálogo y misión
Esto demuestra que el hecho de ver el diálogo como elemento inte- (1984), la encíclica Redemptoris missio (1990) y el documento Diálo-
grante de la evangelización señala un significativo cambio cualitativo go y anuncio (1991). En el documento de 1984 del Secretariado para
en la teología posconciliar de la misión. Esto forma parte de la elabo- los no cristianos, la misión evangelizadora de la Iglesia es presentada
ración, en los años posteriores al Vaticano n, de una noción amplia y como una «realidad unitaria, pero compleja y articulada» (n. 13), y se
comprensiva de «evangelización», en la que el diálogo representa enumeran «sus elementos principales», que son los siguientes: 1. El
-junto a otros elementos- una dimensión constitutiva. El paso adelan- testimonio. 2. «El compromiso concreto de servicio a la humanidad y
te decisivo en los textos oficiales se dio con algunos documentos de las toda la actividad de promoción social y de lucha contra la pobreza y las
décadas de 1980 y 1990. estructuras que la producen». 3. La vida litúrgica, la oración y la con-
Antes de continuar, hay que proporcionar, una vez más, algunas templación. 4. «El diálogo en que los cristianos se encuentran con los
clarificaciones de carácter terminológico. Las definiciones aquí pro- seguidores de otras tradiciones religiosas para caminar juntos hacia la
puestas están tomadas en gran parte del documento Diálogo y anuncio verdad y para trabajar juntos en proyectos de interés común». 5. Final-
302 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA 303

timoniar la integridad de la revelación, de la que es depositaría para el


mente, el anuncio [el kerygma] y la catequesis [didache]. «La totalidad
de la misión cristiana abarca todos estos elementos» (13)'. La impor- bien de todos» (ibid.).
tancia de este texto es considerable: el diálogo interreligioso es ya, por El documento Diálogo y anuncio2 retoma la idea de la encíclica:
parte de la Iglesia, evangelización; los cristianos y los otros están jun- «El diálogo interreligioso y el anuncio, si bien no están colocados en
tos en camino hacia la verdad. La explicación de tales afirmaciones el mismo nivel, son elementos auténticos de la misión evangelizado-
pertenece a la tarea de una teología de las religiones. ra de la Iglesia. Son legítimos y necesarios. Están íntimamente liga-
El documento Diálogo y misión explica además que el diálogo dos, pero son intercambiables [...]. Las dos actividades permanecen
interreligioso como tarea específica de la evangelización -que «se distintas, pero [...] la misma Iglesia local y la misma persona pueden
inserta [...] en el gran dinamismo de la misión eclesial» (n. 30)- puede estar empeñadas diversamente en ambas» (n. 77).
asumir diversas formas. Está el diálogo de la vida, abierto y accesible
a todos (nn. 29-30). Está el diálogo de un compromiso común en las Aquí hay que observar que el diálogo, aun representando una ex-
obras de la justicia y de la liberación humana (nn. 31-32). Está el diá- presión auténtica de la evangelización, no la agota sino que está orien-
logo intelectual en el que los estudiosos emprenden un intercambio en tado hacia el anuncio. El objetivo de las dos actividades es diverso. El
el plano de las respectivas herencias religiosas, con elfinde promover del diálogo interreligioso es «una conversión más profunda de todos a
la comunión y la fraternidad (nn. 33-34). Está, por último, en un nivel Dios»; como tal, «posee ya su propio valor» (n. 41). El anuncio, a su
más profundo, el compartir la experiencia religiosa de oración y de vez, «tiende a conducir a las personas hacia un conocimiento explícito
contemplación, en una búsqueda común del Absoluto (n. 53). Todas de lo que Dios ha hecho por todos, hombres y mujeres, en Jesucristo,
estas formas de diálogo son, para el interlocutor cristiano, diferentes y a invitarlos a ser discípulos de Jesús, convirtiéndose en miembros de
modos de trabajar en la «transformación evangélica de las culturas» (n. la Iglesia» (n. 81). El documento afirma:
34), distintas ocasiones de compartir con los otros los valores del evan-
«El diálogo [...] no representa toda la misión de la Iglesia, y tampoco
gelio de una manera existencia! (n. 35). puede sustituir al anuncio; de todos modos, aquél sigue orientándose
Por su parte, la encíclica Redemptoris missio afirma, a propósito de hacia el anuncio, puesto que en éste el proceso dinámico de la misión
la relación entre diálogo y anuncio: evangelizadora de la Iglesia alcanza su cima y plenitud» (n. 82).
«Conviene [...] que estos dos elementos mantengan su vinculación De este modo ambos elementos son concebidos en una relación
íntima y, al mismo tiempo, su distinción, por lo cual no deben ser dialéctica dentro de la misma misión evangelizadora, que representa un
confundidos, ni instrumentalizados [nec immodice instrumentorum
instar adhibenda], ni tampoco considerados equivalentes, como si proceso dinámico: el anuncio y su sacramentalización en la vida de la
fueran intercambiables» (n. 55). Iglesia representan el punto culminante de la misión evangelizadora.
La «orientación» del diálogo hacia el anuncio corresponde, en efecto,
Que el diálogo no debe ser «instrumentalizado» quiere decir, de a la «orientación» (ordinantur) de los miembros de las otras tradicio-
manera enfática, que no debe ser reducido a un instrumento del anun- nes religiosas hacia la Iglesia, a la que se refiere Lumen gentium 16.
cio; tiene valor de por sí como expresión auténtica de la evangeliza- Están ordenados a la Iglesia porque a ella se le ha confiado «la pleni-
ción. En el diálogo interreligioso la Iglesia trata de descubrir las «semi- tud de los bienes y medios de salvación» {Redemptoris missio 18). De
llas de la Palabra», o un «destello de aquella Verdad que ilumina a igual modo, el diálogo sigue orientado hacia el anuncio a través del
todos los hombres», que se encuentran en las personas y en las tradi- cual los «otros» están invitados a compartir en la Iglesia tal plenitud.
ciones religiosas de la humanidad (n. 56). En efecto, la estimulan Si se plantea la pregunta acerca de si y hasta qué punto los tres
«tanto a descubrir y a conocer los signos de la presencia de Cristo y de documentos postconciliares que acabamos de mencionar van más allá
la acción del Espíritu, como a profundizar la propia identidad y a tes- de lo anteriormente afirmado por el concilio, se puede responder lo

1. SECRETARIADO PARA LOS No CRISTIANOS, «Dialogo e missione»: Bulletin 56; 19/2 2. PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO, «Diálogo y anuncio»
(1984), pp. 166-180. Ecclesia 2.547 (1991), pp. 1.437-1.454.
304 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA 305

siguiente: el Vaticano n recomendó el diálogo con las otras tradiciones más, es oportuno reconocer que el concilio tomó nota de la acción uni-
religiosas, pero sin declararlo parte de la misión evangelizadora de la versal del Espíritu de Dios en medio de todos los hombres más en las
Iglesia. En cambio, esto lo afirman claramente los tres documentos aspiraciones terrenas de la humanidad universal -como la paz y la fra-
posteriores. Además, estos tres documentos desarrollan un concepto ternidad, el trabajo y el progreso- que en sus aspiraciones y empresas
«amplio» de evangelización, que aún no se encuentra en el Vaticano n; propiamente religiosas.
afirman, si bien de modos diferentes, que el diálogo no puede ser redu- Que el Espíritu de Dios está universalmente presente y activo en la
cido a la condición de instrumento del anuncio, sino que tiene valor en vida religiosa de los «otros» y en las tradiciones religiosas a las que
sí mismo. En estos y otros modos constituyen, con acentos y matices pertenecen, al igual que está presente en medio de los cristianos y en
diversos, un paso adelante en la doctrina de la Iglesia sobre la evange- la Iglesia, es también un redescubrimiento posconciliar. La importan-
lización, el diálogo y el anuncio. cia de tal visión para el fundamento teológico del diálogo interreligio-
Nuestro objetivo en este capítulo consiste en explicar la interacción so .no puede pasar desapercibida, pues constituye el tercer elemento
recíproca que existe entre el diálogo interreligioso y la teología de las fundamental. Pero tal visión se ha impuesto con lentitud. No hay nin-
religiones. Urge mostrar, en un primer momento, que el diálogo se fun- gún indicio de ella en el magisterio de Pablo vi. Para demostrarlo,
damenta, en su significado profundo, en una teología «abierta» de las basta con mostrar que en la exhortación apostólica Evangelii nuntian-
religiones; por ello nos preguntamos cuál es el fundamento teológico di (1975), que resume el trabajo del sínodo de los obispos sobre la
del diálogo; en cambio, en un segundo momento, nos preguntamos en evangelización del mundo moderno, el Espíritu aparece sólo por el
qué sentido el diálogo a su vez ejerce influencia en la teología y cuáles hecho de que estimula a la Iglesia y la hace idónea para cumplir su
son los desafíos, por una parte, y los frutos y beneficios, por otra. misión evangelizadora (n. 75), la cual, como se ha visto antes, consis-
te primaria y principalmente en el anuncio del evangelio.
La presencia y la acción universal del Espíritu de Dios entre los
I. El fundamento teológico del diálogo «otros» y en sus tradiciones religiosas representa la aportación más
importante de Juan Pablo ii al fundamento teológico del diálogo inte-
1. «Misterio de unidad» rreligioso. No es necesario citar de nuevo los textos destacados a los
que nos hemos referido anteriormente. Bastará con recordar sus ideas
Para establecer el fundamento de las «relaciones de la Iglesia con las principales. El papa afirma que la «creencia firme» de los seguidores
religiones no cristianas», y especialmente del diálogo interreligioso, la de las otras religiones «es efecto también del Espíritu de verdad que
declaración Nostra aetate del concilio Vaticano n afirmaba que «todos actúa más allá de los confines visibles del Cuerpo Místico» (Redemp-
los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto tor hominis 6). En el importante discurso pronunciado por el papa a los
que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la haz de la tie- miembros de la Curia romana el 22 de diciembre de 1986 -ya recor-
rra y tienen también el mismo fin último, que es Dios, cuya providen- dado previamente- el papa quiso justificar teológicamente el «aconte-
cia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a cimiento» de la Jornada mundial de oración por la paz, que se había
todos hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa, que será ilu- celebrado en Asís dos meses antes. Consideró el fundamento teológi-
minada por el resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarán co del diálogo tal como había sido expuesto por el concilio -la unidad
bajo su luz» (n. 1). De este modo el diálogo se establece sobre un fun- de origen y de destino en Dios de todo el género humano a través de la
damento doble: la comunidad que tiene su origen en Dios a través de creación y la redención- y percibió en él un «misterio de unidad» que
la creación y su destino en él a través de la salvación en Jesucristo. No une a todos los seres humanos, por muy diversas que puedan ser las
se dice nada respecto a la presencia y la acción del Espíritu de Dios circunstancias de sus vidas: «Las diferencias son un elemento menos
operante en todos los hombres y en todas las tradiciones religiosas. importante respecto a la unidad, que, en cambio, es radical, básica y
En efecto, se sabe que el concilio redescubrió sólo de manera pro- determinante» (n. 3)3. E insiste: a la luz de este doble «misterio de uni-
gresiva la acción del Espíritu y que los frutos de tal redescubrimiento
se encuentran principalmente eila constitución Gaudium et spes. Ade- 3. Véase COMISIÓN PONTIFICIA «IUSTITIA ET PAX», Assisi: Giornata mondiale di
306 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA 307

dad», «las diferencias de todo tipo, y en primer lugar las religiosas, en tico entre sus miembros, son variados frutos de la presencia activa del
la medida en que son reductoras del designio de Dios, se revelan como Espíritu.
pertenecientes a otro orden [...]. Deben ser superadas en el avance hacia El documento Diálogo y anuncio (1991) se refiere, a su vez, imi-
la actualización del grandioso designio de unidad que preside la crea- tando a Juan Pablo n, al «misterio de unidad», fundamento teológico
ción» (n. 5). A pesar de tales diferencias, percibidas a veces como divi- triple del diálogo interreligioso, cimentado sobre el común origen y el
siones insuperables, todos los hombres «están incluidos en el grande y único destino del género humano en Dios, sobre la salvación universal
único designio de Dios, en Jesucristo» (ibid.). «La universal unidad en Jesucristo y sobre la presencia activa del Espíritu en todos (n. 28).
fundada en el acontecimiento de la creación y de la redención necesa- La razón fundamental del empeño de la Iglesia en el diálogo «no es
riamente tiene que dejar una huella en la realidad viva de los hombres, meramente de naturaleza antropológica, sino principalmente teológi-
incluso pertenecientes a religiones diversas» (n. 7). Estas «semillas de ca» (n. 38). La Iglesia debe entablar un diálogo de salvación con todos
la Palabra» sembradas entre los «otros» constituyen el fundamento los hombres del mismo modo que Dios ha entablado un diálogo mile-
concreto del diálogo interreligioso alentado por el concilio. nario de salvación con la humanidad, un diálogo que aún continúa: «En
A tal «misterio de unidad», fundamento del diálogo, añadía el papa este diálogo de salvación, los cristianos y todas las demás personas
un tercer elemento, a saber, la presencia activa del Espíritu de Dios en están llamados a colaborar con el Espíritu del Señor resucitado, Espí-
la vida religiosa de los «otros», especialmente en su oración: «Pode- ritu que está presente y actúa en todas partes» (n. 40).
mos mantener, en efecto», escribió, «que toda oración auténtica es sus- Si pasamos a la búsqueda del fundamento teológico del diálogo
citada por el Espíritu Santo, el cual está misteriosamente presente en el interreligioso, también hay que subrayar la universalidad del reino de
corazón de todo hombre» (n. 11). Dios, del que los miembros de las otras tradiciones religiosas son
Habría que citar extensamente el texto de la encíclica Dominum et miembros de pleno derecho y al que pertenecen junto a los cristianos.
vivificantem (1986) sobre el Espíritu Santo, en el que el papa amplía su Este cuarto elemento fundamental no es mencionado como tal de modo
discurso con un desarrollo teológico de gran alcance sobre la presen- explícito en los documentos que acabamos de recordar. Pero hay una
cia universal del Espíritu a través de toda la historia de la salvación, alusión implícita en Diálogo y anuncio, donde se afirma, en un pasaje
desde el principio y, después del acontecimiento Jesucristo, mucho antes citado: «De este misterio de unidad deriva el hecho de que todos
más allá de los confines de la Iglesia. Baste aquí con recordar una vez los hombres y mujeres que son salvados participan, aunque de modo
más la encíclica Redemptoris missio (1990), donde se dice explícita- diferente, en el mismo misterio de la salvación en Jesucristo por medio
mente que la presencia del Espíritu no sólo se extiende a la vida reli- de su Espíritu. Los cristianos son conscientes de ello gracias a su fe,
giosa de los individuos, sino que afecta también a las tradiciones reli- mientras que los demás desconocen que Jesucristo es la fuente de su
giosas a las que pertenecen: «la presencia y la actividad del Espíritu salvación. El misterio de la salvación los toca por vías que sólo Dios
no afectan únicamente a los individuos, sino también a la sociedad, a conoce, mediante la acción invisible del Espíritu de Cristo» (n. 29).
la historia, a los pueblos, a las culturas y a las religiones» (n. 28). En el capítulo anterior hemos explicado que el reino de Dios um-
A través de estos textos suige gradualmente la misma doctrina: el versalmente presente en el mundo encarna la presencia universal del
Espíritu Santo está presente y activo en el mundo, en los miembros de misterio de la salvación en Jesucristo. Que todos sean miembros copar-
las otras religiones y en las mismas tradiciones religiosas. Toda oración tícipes del reino de Dios significa que todos comparten el mismo mis-
auténtica (aunque se dirija a ui Dios aún desconocido), los valores y terio de salvación en él. Se adivina fácilmente su importancia para una
las virtudes humanas, los tesoros de sabiduría escondidos en las tradi- teología de las religiones y del diálogo. El reino de Dios, universal-
ciones religiosas y, por tanto, también el diálogo y el encuentro autén- mente presente y compartido, constituye el cuarto elemento del funda-
mento teológico del diálogo interreligioso. Todos tienen acceso al
reino de Dios en la historia a través de la obediencia al Dios del reino
preghiera per la pace (27 ottobrel986), Tipografía Poliglotta Vaticana, Cittá del en la fe y en la conversión. La teología de las religiones y del diálogo
Vaticano 1987, pp. 143-150. El tato del discurso del papa a los miembros de la
Curia romana (22 de diciembre de 1986) se encuentra en Ecclesia 2.302 (1987), debe mostrar de qué modo los «otros» son partícipes de la realidad del
pp. 71-75. reino de Dios en el mundo y en la historia, abriéndose a la acción del
308 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA 309

Espíritu. Respondiendo en la praxis sincera de su tradición religiosa a Como he escrito en otro lugar, se trata de la tensión «entre el "todavía
la llamada que Dios les dirige, los creyentes de otras confesiones reli- no" de la Iglesia que, junto con los "otros", es en la historia una pere-
giosas se hacen de verdad -aunque no tengan conciencia formal de grina hacia la plenitud del reino, y el "ya" de la Iglesia que es en el
ello- miembros activos del reino. A través de la participación en el tiempo y en el mundo el sacramento del reino»5.
misterio de la salvación, son miembros del reino de Dios ya presente «La tensión entre el "ya" y el "todavía no" se refleja en la misión
en la historia, y sus tradiciones religiosas contribuyen de manera mis- evangelizadora de la Iglesia y, de una forma destacada, en la relación
teriosa a la construcción del reino de Dios en el mundo. Todo esto se dentro de ella entre el diálogo interreligioso y el anuncio: en la medi-
ha mostrado antes y no necesita explicaciones ulteriores. da en que la Iglesia continúa su peregrinación, junto con los "otros",
Ahora bien, de esto se deducen consecuencias importantes para el hacia la plenitud del reino, se compromete en un diálogo con ellos;
diálogo interreligioso. Tal diálogo tiene lugar entre personas que están en la medida en que la Iglesia es el sacramento de la realidad del
ya vinculadas entre sí en el reino de Dios inaugurado en la historia en reino ya presente y operante en la historia, les anuncia a Jesucristo,
Jesucristo. Pese a que pertenecen a religiones diferentes, tales personas en quien Dios ha establecido su reino» (ibid.).
están ya en comunión unas con otras en la realidad del misterio de la De una forma bastante parecida, las ya citadas Tesis sobre el diá-
salvación, aunque entre ellas se mantiene una distinción en el nivel del logo interreligioso de la Comisión Teológica Consultiva de la FABC
«sacramento», es decir, del orden de mediación del misterio. No obs- fundan la polaridad de «diálogo y anuncio» en la misión evangeliza-
tante, la comunión en la realidad es aún más fundamental y tiene más dora de la Iglesia sobre la presencia universal, dentro del mundo, de la
peso que las diferencias en el nivel del signo. Esto explica la profunda obra salvífica de Dios -el reino de Dios-, cuyo sacramento es la
comunión en el Espíritu que el diálogo interreligioso puede establecer, Iglesia. En estas Tesis leemos6:
si es sincero y auténtico, entre los cristianos y los otros creyentes4. Esto
muestra también por qué el diálogo interreligioso es una forma de com- «El único plan divino de salvación para todos los pueblos abraza el
partir, un dar y recibir; en definitiva, muestra por qué no es un proceso universo entero. Hay que entender la misión de la Iglesia dentro del
unidireccional: no es un monólogo sino un «diálogo». La razón es que contexto de este plan. La Iglesia no monopoliza la acción de Dios en
la realidad del reino de Dios es compartida ya en el intercambio recí- el universo. Aun cuando es consciente de que ha recibido una misión
proco. El diálogo hace explícita esta comunión preexistente en la reali- especial de Dios en el mundo, tiene que prestar atención a la acción
de Dios en el mundo, tal como se manifiesta también en otras reli-
dad de la salvación, que es el reino de Dios venido para todos en Jesús. giones. Esta doble conciencia constituye los dos polos de su acción
Es probable que nada ofrezca al diálogo interreligioso una base teo- evangelizadora en relación con las otras religiones. Si bien el anun-
lógica tan profunda y una motivación tan verdadera como la convicción cio es la expresión de su conciencia de que está en misión, el diálogo
según la cual, a pesar de las diferencias que los distinguen, quienes per- es la expresión de su conciencia de la presencia y la acción de Dios
tenecen a las diversas tradiciones religiosas caminan juntos -como fuera de sus confines. La acción de la Iglesia tiene lugar en un campo
miembros copartícipes del reino de Dios en la historia- hacia la pleni- de fuerzas controlado por estos dos polos de la actividad divina. El
tud del reino, hacia la nueva humanidad querida por Dios para el final anuncio es la afirmación y el testimonio de la acción de Dios en uno
de los tiempos, de la que son llamados a ser co-creadores bajo Dios. mismo. El diálogo es la apertura y la atención al misterio de la acción
de Dios en los otros creyentes. Desde la fe no podemos hablar de lo
uno sin lo otro» (6, 5).
2. Diálogo y anuncio
«El Espíritu llama a todos los pueblos a la conversión, que es pri-
Hemos observado que diálogo y anuncio están, en el proceso dinámi- mariamente una vuelta libre del corazón a Dios y a su reino en obe-
co de la misión evangelizadora de la Iglesia, en una relación dialécti- diencia a su palabra. El diálogo como desafío mutuo a crecer hacia la
ca. Entre ambos permanece j debe permanecer una cierta tensión.
5. Véase J. DUPUIS, «A Theological Commentary: Dialogue and Proclamation», en
(W.R. Burrows [ed.]) Redemption and Dialogue, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.)
4. Véase ABHISHIKTÁNANDA (H. LE SAUX), «The Depth-Dimension of Religious 1993, pp. 119-158. aquí: p. 155.
Dialogue»: Vidyajyoti 45 (198l),pp. 202-221. 6. Texto en FABC Papers, n. 48, FABC, Hong Kong 1987, p. 16.
310 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA 311

plenitud implica tal llamada a la conversión. No obstante, el diálogo Por lo que a nosotros respecta, esperamos haber logrado, en los
no tiene como objetivo la conversión, entendida como cambio de reli- anteriores capítulos de este libro, mostrar que una cristología «consti-
gión. Mas el anuncio incluye una llamada ulterior al discipulado de tutiva» no es necesariamente «exclusiva» y que una cristología consti-
Jesucristo en la Iglesia. No se trata de proselitismo, sino del misterio tutiva e inclusiva está abierta genuinamente a una teología reinocéntri-
de la llamada del Espíritu y de la respuesta libre de la persona. En vir- ca de la misión y también a un diálogo sincero, que deja espacio para
tud de este doble movimiento de libertad en el Espíritu, el anuncio en el anuncio evangélico. El universal impacto salvífico de Jesucristo,
sí mismo es dialógico» (6, 6).
siendo «constitutivo» de la salvación del mundo, deja espacio -como
hemos afirmado anteriormente- para otras figuras salvíficas y otras
Por tanto, no es posible estar de acuerdo en este punto con el
tradiciones religiosas, en las que Dios también está presente y actúa
reciente libro de P.F. Knitter, Jesús and the Other Ñames1 [«Jesús y los
por medio de su Palabra y de su Espíritu. Así pues, el reino de Dios es,
otros nombres»]. Knitter propone limitarse a identificar la misión con
efectivamente, más amplio que la Iglesia y está destinado a ser cons-
el diálogo, del que no hay que distinguir -como elemento ulterior de la
truido tanto por los cristianos como por los «otros»; el diálogo, que
misión- el anuncio. En su libro invierte la opinión recibida, según la
implica el aprendizaje de nuevos aspectos de la verdad, es una expre-
cual «el diálogo es misión» -ya que en sí mismo constituye una dimen-
sión auténtica de la misión evangelizadora. Pero no la agota, porque
sión intrínseca, una expresión genuina, de la evangelización-, para
aún queda espacio -donde Dios lo quiera- para invitar a los «otros» a
afirmar: «la misión es diálogo», de modo que la evangelización queda
convertirse en discípulos de Jesús en la Iglesia. Todos los elementos
reducida al diálogo puro y simple y al testimonio de la propia fe que
forman parte de un todo y éste debe ser comprendido en su globalidad:
éste implica8. De esta forma se elimina el anuncio como expresión dis-
todo lo demás se mantiene en pie o cae con la cristología -sea consti-
tinta de la evangelización. A juicio de P.F. Knitter, una cristología
tutiva o no lo sea-. Como observa inequívocamente Cl. Geffré, una
«constitutiva», aunque sea «inclusivista», excluye la posibilidad de un
cristología «constitutiva» deja espacio para otras mediaciones y reve-
diálogo auténtico y sincero. En cambio, una vez que se emplea una
laciones divinas:
cristología «pluralista», que niegue el carácter constitutivo de la salva-
ción de Jesucristo, se reduce la misión al diálogo y al testimonio de la «¿Por qué se habría de pensar que sólo un teocentrismo radical puede
propia fe implicada en él9. Así pues, para Knitter, una cristología cons- satisfacer las exigencias del diálogo interreligioso? Parece que una
titutiva, aunque pretenda ser inclusivista, imposibilita la práctica del cristología profundizada puede abrir caminos más fecundos, capaces
diálogo interreligioso; además, hace inútil cualquier esfuerzo por edi- de hacer justicia al mismo tiempo a las exigencias de un verdadero
ficar una eclesiología y una teología de la misión ordenadas al reino de pluralismo y a la identidad cristiana»12.
Dios. Tampoco puede imaginar honradamente la misión como diálo-
go™, ni fomentar la disponibilidad a aprender nada genuinamente nue- Tal vez el mejor modo de concluir estas clarificaciones sea citar el
vo de los «otros» a través de la praxis del diálogo. Knitter escribe: «Di- documento Diálogo y anuncio, donde explica cuál es, en definitiva, la
cho de una manera sencilla: es imposible elaborar una concepción de motivación más profunda de la Iglesia para anunciar a Jesucristo. En
la Iglesia centrada en el reino, que presente coherente y persuasiva- una aproximación dialógica,
mente a la Iglesia como sierva del reino, basándose en una cristología «[...] ¿cómo pueden [los cristianos] dejar de sentir la esperanza y el
que insiste en que Jesús es la única causa de -y el criterio insuperable deseo de compartir con los demás la propia alegría de conocer y de
para- la salvación que se realizará en el reino»". seguir a Jesucristo, Señor y Salvador? Aquí estamos en el centro del
misterio del amor. Si la Iglesia y los cristianos tienen un amor pro-
fundo hacia el Señor Jesús, el deseo de compartirlo con los demás
7. P.F. KNITTER, Jesús and the Other Ñames. Christian Mission and Global estará motivado no sólo por su obediencia al mandato del Señor, sino
Responsibility, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1996, pp. 125-164.
8. Ibid., pp. 142-147.
9. Ibid., pp. 134-135. 12. Cl. GEFFRÉ, «Théologie chrétienne et dialogue interreligieux»: Revue de VInstituí
10. Ibid., p. 146. Catholique de París 38/1 (1991), pp. 63-82, aquí: p. 72; ID., «Le fondement thé-
11. Ibid., p. 135. ologique du dialogue interreligieux»: Chemins du Dialogue 2 (1993), pp. 73-103.
312 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA 313

también por este mismo amor. No debería sorprender, sino ser algo repartir o intercambiar; se trata de un don recibido de Dios, del que no
normal, que los adeptos de las otras religiones deseen sinceramente se puede disponer a la ligera.
compartir su fe. Todo diálogo implica la reciprocidad y apunta a eli- Por la misma razón, así como la sinceridad del diálogo no autoriza
minar el miedo y la agresividad» (n. 83). a poner entre paréntesis la propia fe, ni siquiera provisionalmente, así
también su integridad prohibe cualquier compromiso o reducción. El
II. Los desafíos y los frutos del diálogo diálogo auténtico no admite tales recursos. No admite ni el sincretismo
que, en la búsqueda de un terreno común, trata de pasar por alto la opo-
1. Compromiso y apertura sición y las contradicciones entre los credos de tradiciones religiosas
diferentes a través de alguna reducción de su contenido; ni el eclecti-
Las condiciones de posibilidad del diálogo interreligioso han ocupado cismo que, en la búsqueda de un denominador común entre las varias
un lugar importante en el debate sobre la teología de las religiones. Para tradiciones, escoge elementos dispersos y los combina en una amalga-
hacer viable este diálogo, P.F. Knitter, entre los pluralistas, defendió el ma informe e incoherente. Para ser verdadero, el diálogo no puede bus-
paso del paradigma del cristocentrismo al del teocentrismo, es decir, car la facilidad, que, en cualquier caso, es ilusoria.
del inclusivismo al pluralismo. En efecto, la pregunta que él se hacía Más bien, sin querer esconder las contradicciones existentes entre
era: ¿cómo va a poder ser sincero -y simplemente honesto- el diálogo las confesiones religiosas, el diálogo debe reconocerlas donde existen,
si la parte cristiana lo entabla con una idea preconcebida, un prejuicio y afrontarlas con paciencia y de manera responsable. Esconder las
preconstituido respecto a la unicidad «constitutiva» de Jesucristo, sal- diferencias y las posibles contradicciones sería un fraude y, de hecho,
vador universal de la humanidad? A juicio de los «pluralistas», una terminaría en realidad privando al diálogo de su objeto. Después de
cristología constitutiva e inclusivista, según la cual la humanidad ente- todo, el diálogo busca la comprensión en la diferencia, en un aprecio
ra es salvada por Dios en el acontecimiento Jesucristo, no deja espacio sincero a convicciones diferentes de las propias. Por ello lleva a cada
a un diálogo auténtico. Se observa que el diálogo no puede ser sincero interlocutor a preguntarse por las implicaciones de las convicciones
si no tiene lugar en un plano de igualdad entre los interlocutores. personales de los otros para la propia fe.
Entonces, la Iglesia y los cristianos ¿pueden ser sinceros cuando decla- Así pues, si se da por sentado que los cristianos no pueden ocultar,
ran su voluntad de entablar un diálogo, si no están dispuestos a renun- en la praxis del diálogo interreligioso, su fe en Jesucristo, a su vez
ciar a las afirmaciones tradicionales sobre Jesús como salvador consti- reconocerán en sus interlocutores, que no comparten su fe, el derecho
tutivo de la humanidad? Esta cuestión implica el problema de la iden- y el deber inalienables de comprometerse en el diálogo manteniendo
tidad religiosa en general, y de la identidad cristiana en particular, junto sus convicciones personales -y también las pretensiones de universali-
al de la apertura a los «otros» que requiere el diálogo. dad que pueden ser parte de su fe-. Es en esta fidelidad a las convic-
En primer lugar, con el pretexto de la honradez del diálogo no hay ciones personales, no negociables, aceptadas honradamente por ambas
que poner ni siquiera temporalmente entre paréntesis la propia fe (es partes, donde el diálogo interreligioso tiene lugar «entre iguales» -en
decir, no hay que realizar una epoche), esperando -como se ha sugeri- sus diferencias.
do- redescubrir eventualmente la verdad de esa fe a través del mismo Así como la seriedad del diálogo prohibe reducir la profundidad de
diálogo. Por el contrario, la honradez y la sinceridad del diálogo las convicciones propias de cada una de las partes, así también su aper-
requieren específicamente que los diversos interlocutores lo entablen y tura requiere que lo relativo no sea absolutizado, por incomprensión o
se comprometan a mantenerlo en la integridad de su fe. Toda duda por intransigencia. En toda fe y convicción religiosa existe el peligro,
metódica y toda reserva mental están aquí fuera de lugar. Si no fuese y es un peligro real, de «absolutizar» lo que no es absoluto. Un ejem-
así, no se podría hablar de diálogo interreligioso o entre las confesio- plo concreto, por lo que respecta al cristianismo y la fe en Jesucristo,
nes. Después de todo, en la base de una vida religiosa auténtica hay consiste en el modo de entender la plenitud de la autorrevelación de
Dios a la humanidad en Jesucristo. Esta plenitud -como hemos expli-
una fe que le confiere su carácter específico y su identidad peculiar.
cado anteriormente- no es «cuantitativa», sino «cualitativa»; no es una
Esta fe religiosa no es más negociable en el diálogo interreligioso que
plenitud extensiva y omnicomprensiva del misterio divino, como si ya
en la propia vida personal. No se trata de una mercancía que se pueda
314 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA 315

no quedase nada por descubrir de éste en la «reserva escatológica», indispensable del verdadero diálogo interreligioso13. Se ha dicho que es
sino una plenitud de intensidad, por el hecho de que en su conciencia una técnica espiritual consistente en «pasar y retornar». «Pasar» signi-
humana Jesús vivió sus relaciones interpersonales con el Padre y el fica encontrar al otro y la experiencia religiosa que lleva dentro, junto
Espíritu Santo, las cuales constituyen el misterio intrínseco de la vida con su cosmovisión o Weltanschauung:
divina. El traspaso del misterio divino que estaba aconteciendo en la
conciencia humana de Jesús -y que lo hacía capaz de hablar de Dios «Conocer la religión de otro es más que tener conocimiento de los
hechos de su tradición religiosa. Implica meterse en la piel del otro,
de modo inédito e insuperable- no contradice el carácter limitado de ponerse en su situación; implica ver el mundo, en cierto sentido,
tal conciencia, y mucho menos el carácter limitado y particular de la como el otro lo ve; implica plantearse las cuestiones del otro; impli-
revelación cristiana, la cual, a partir del testimonio de Jesús, se expre- ca penetrar en el sentido que el otro tiene de "ser un hindú, un musul-
sa en una cultura particular, necesariamente relativa. La revelación mán, un judío, un budista, etcétera"»14.
cristiana no agota -ni podría hacerlo- el misterio de lo divino; tampo-
co niega la verdad de una revelación divina que pueda tener lugar por Partiendo de estas premisas, tenemos que preguntarnos si y hasta
medio de figuras proféticas de otras tradiciones religiosas. Pero el ries- qué punto es posible compartir dos confesiones religiosas diferentes,
go de absolutizar indebidamente lo no absoluto se extiende mucho más hacer de cada una de ellas la propia confesión y vivirlas simultánea-
allá del caso de la revelación en Jesucristo. Anteriormente hemos insis- mente en la propia vida religiosa. Desde un punto de vista totalizador,
tido en la incongruencia del uso de términos como «absoluto» o esto parece imposible. Incluso si prescindimos de los conflictos inte-
«carácter absoluto» en relación tanto con el cristianismo como religión riores que podrían surgir en el individuo, toda fe religiosa constituye
histórica como con la misma humanidad histórica de Jesús. Aun tra- un todo indivisible y requiere una adhesión total de la persona. Parece
tándose del ser humano personal del Hijo de Dios, la humanidad de imposible, a priori, que tal implicación completa de la persona pueda
Jesús sigue siendo, por su naturaleza, creada, limitada, contingente. dividirse, por así decir, entre dos objetos. Ser cristiano no es sólo
Sólo Dios es el Absoluto y debe ser llamado como tal. encontrar en Jesucristo valores que promover o un significado para la
Por consiguiente, hay que combinar la adhesión a la propia fe y la propia vida; es entregarse y dedicarse totalmente a su persona, encon-
apertura al «otro». Parece que una cristología «constitutiva» que pro- trar en él el propio camino hacia Dios.
fesa la salvación universal en el acontecimiento Jesucristo hace posi- Ahora bien, ¿significa esto que el concepto de «cristiano compues-
bles ambas realidades. La identidad cristiana está ligada a la fe en la to» (a trait-d 'unión) es autocontradictorio, que uno no puede ser un
mediación constitutiva y en la plenitud de la revelación divina en cristiano hindú, un cristiano budista, etcétera? Éste es el problema que
Jesucristo, las cuales deben ser entendidas sin reduccionismos, por una -para usar una expresión más agradable- hoy se define como «doble
parte, y sin absolutismos exclusivos, por otra. pertenencia» religiosa. Afirmar a priori que tal pertenencia doble es
totalmente imposible sería contradecir la experiencia, ya que tales
casos no son ni raros ni desconocidos. Es el momento de recordar que
2. Fe personal y experiencia del otro la teología de las religiones no puede conformarse con deducciones a
priori a partir de principios doctrinales tradicionales, sino que debe,
Si el diálogo presupone la integridad de la propia fe personal, requiere por el contrario, seguir un método primariamente inductivo, es decir,
también la apertura a la fe del otro en su diversidad. Cada interlocutor partir de la realidad vivida para buscar después su significado a la luz
del diálogo tiene que entrar en la experiencia del otro, esforzándose por del dato revelado. Ahora bien, no se puede negar que no pocas perso-
captar tal experiencia desde dentro. Para hacerlo, tiene que elevarse por nas -totalmente fiables y cuya sinceridad está por encima de toda sos-
encima del nivel de los conceptos en los que se ha expresado tal expe- pecha- han tenido y están teniendo la experiencia de combinar en su
riencia de un modo imperfecto para alcanzar, en la medida de lo posi- propia vida de fe y praxis religiosa su fe cristiana y entrega total a la
ble, a través y más allá de los conceptos, la experiencia como tal. A
este esfuerzo de «com-prensión» y «sim-patía» interior -o «em-pa- 13. Véase R. PANIKKAR, The Intrareligious Dialogue, Paulist Press, New York 1978.
tía»- lo llama R. Panikkar diálogo intrarreligioso, que es condición 14. F. WHALING, Christian Theology and World Religions. A Global Approach,
Marshall Pickering, London 1986, pp. 130-131.
316 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES
EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA 317

persona de Jesús con elementos de otra experiencia de fe y otro com-


promiso religioso. Ambos elementos pueden ser combinados en la tradición cristiana, por una parte, y la tradición budista, por otra, como
experiencia personal en varios grados y de modos diversos. No nos «dos modelos religiosos que, lejos de ser contradictorios, son en reali-
toca a nosotros analizarlos en este contexto. dad en sí mismos incompletos y, por tanto, son complementarios y se
corrigen mutuamente». Representan «los dos polos de una tensión, no
No obstante, hay que tener en cuenta varias acepciones posibles del
concepto de doble pertenencia. Ser un «cristiano hindú» puede signifi- tanto geográfica como psicológica. Son dos instintos que surgen dia-
car unir en sí mismo la cultura hindú y la fe cristiana. El hinduismo no lécticamente de la zona más profunda de cada individuo, sea cristiano
sería entonces, en rigor, una fe religiosa, sino una filosofía y una cul- o no lo sea. Nuestro encuentro religioso con Dios y los seres humanos
tura que podría servir, con las necesarias correcciones, como vehículo estaría incompleto sin esta interacción»15. Pieris afirma que estos dos
para la fe cristiana. Entonces, el problema del «cristiano hindú» sería polos complementarios son el polo agápico (cristianismo) y el gnósti-
el de la inculturación de la fe y la doctrina cristianas en un ambiente co (budismo). Se sugiere de forma natural un paralelo entre los dos
cultural hindú. Es evidente que el concepto de «cristiano hindú» no fundadores históricos, Jesús el Cristo y Gautama el Buda. La cuestión
creará en este caso ninguna dificultad de principio. Pero ¿corresponde que se plantea es la de una posible complementariedad entre los valo-
esta explicación plenamente a la realidad? El hinduismo, aunque no es res salvíficos representados por los dos y que se pueden encontrar en
principal y uniformemente doctrinal, implica, en las vidas concretas de las tradiciones religiosas que llevan su nombre. A. Pieris la entiende
los hombres y las mujeres, una fe religiosa genuina. La distinción entre como complementariedad entre gnosis budista y agápe cristiano o, de
religión y cultura es, a este respecto, difícil de manejar, especialmente manera más precisa -retomando sus palabras-, entre la «gnosis agápi-
en las tradiciones orientales. Como la religión representa el elemento ca» de los cristianos y el «agápe gnóstico» de los budistas16. La com-
trascendente de la cultura, es difícilmente separable de ésta. plementariedad mutua entre las dos tradiciones -a pesar de sus dife-
No obstante, ¿es posible mantener unidas y hacer propias la fe rencias- se basa en la inadecuación intrínseca del «medio» básico pro-
hindú - o budista- y la cristiana? Para responder es preciso hacer un pio de cada una de ellas, que permite que se completen mutuamente17.
discernimiento. Seguramente hay elementos de otras confesiones reli- J.A.T. Robinson, por su parte, habla de dos «ojos» de la verdad y
giosas que están en armonía con la fe cristiana y que pueden ser com- de la realidad: el cristianismo occidental representa uno de ellos y el
binados e integrados con ella. Y servirán para enriquecerla, si es cier- hinduismo el otro; y, de forma más general, Occidente representa el
to -como hemos afirmado- que las otras confesiones contienen ele- primero y Oriente el segundo. Robinson ve la polaridad de los dos
mentos de verdad y revelación divina. Con todo, puede haber otros ele- «centros» como la polaridad entre el principio masculino y el femeni-
mentos que, al parecer, contradicen formalmente la fe cristiana y, por no. También él aboga por una complementariedad recíproca de los dos
tanto, no pueden ser asimilados. centros18.
En cualquier caso, con las cautelas que hemos indicado, es cierto J.B. Cobb, por su parte, defiende, más allá del diálogo, una «trans-
que el diálogo interreligioso, para ser verdadero, requiere que ambos formación mutua» del cristianismo y el budismo; tal transformación
interlocutores hagan un esfuerzo positivo por entrar, en lo posible, en recíproca será el resultado de la osmosis entre aproximaciones com-
la experiencia religiosa y en la visión general del otro. Se trata del
encuentro, en la misma persona, de dos modos de ser, de ver y de pen- 15. A. PIERIS, «Western Christianity and Asian Buddhism: A Theological Reading of
sar. Este «diálogo intrarreligioso» es una preparación indispensable Historical Encounters»: Dialogue, n.s., 7/2 (1980), pp. 49-85, aquí: p. 64; ID.,
para un intercambio entre personas en el diálogo interreligioso. Love Meets Wisdom. A Christian Experience of Buddhism, Orbis Books,
Maryknoll (N.Y.) 1988.
16. A. PIERIS, «The Buddha and the Christ: Mediators of Liberation», en (J. Hick y
P.F. Knitter [eds.]) The Myth of Christian Uniqueness. Toward a Pluralistic
3. Enriquecimiento recíproco Theology ofReligions, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1987, pp. 162-177; ID., An
Asian Theology of Liberation, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.) 1988 (orig. alemán,
La interacción entre el cristianismo y las religiones asiáticas, el hin- 1986).
duismo y el budismo en particular, ha sido concebida de forma dife- 17. A. PIERIS, «The Buddha and the Christ», op. cit., p. 163; ID., Love Meets Wisdom,
rente por varios promotores del diálogo interreligioso. A. Pieris ve la op. cit., pp. 110-135.
18. J.A.T. ROBINSON, Truth Is Two-Eyed, SCM Press, London 1979.
318 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA 319

plementarias a la realidad, es decir, entre las cosmovisiones caracterís- tro del sí mismo. El mismo Dios está presente y actúa en las dos par-
ticas de las dos tradiciones19. tes del diálogo.
El punto focal de Panikkar es diferente. Insiste en el hecho de que Por ello los interlocutores cristianos no se limitarán a dar, sino que
las diversas tradiciones religiosas difieren entre sí y tienen que mante- también recibirán algo. La plenitud de la revelación en Jesucristo no
ner su identidad. Rechaza un «eclecticismo» fácil que destruiría las les dispensa de escuchar y recibir. No poseen el monopolio de la ver-
respectivas identidades; la fe no puede ser «puesta entre paréntesis» dad divina. Por el contrario, tienen que dejarse poseer por ella. Aunque
(epoche) para hacer más fácil el diálogo. Aunque el «misterio cosmo- no hayan oído la revelación de Dios en Jesucristo, sus interlocutores en
teándrico», objeto de fe, es común a todas las tradiciones religiosas, las el diálogo pueden verse sometidos más profundamente a aquella
«creencias» son diferentes. Panikkar sostiene que entre estas creencias Verdad que aún están buscando, pero cuyos rayos irradian sus tradi-
se produce una «fecundación cruzada» -que él llama «sincretismo»- ciones religiosas (véase Nostra aetate 2). Se puede decir con total cer-
para un enriquecimiento mutuo20. teza que, mediante el diálogo, los cristianos «encuentran a los segui-
dores de otras tradiciones religiosas para caminar juntos hacia la ver-
R. Panikkar ha estudiado este tema más de una vez. Recientemente
dad» (Diálogo y misión 13).
ha descrito lo que a su juicio es el perfil y el horizonte del diálogo inte-
Hay algo que los cristianos pueden ganar en el diálogo. De él
rreligioso del futuro. Supera la problemática de la «fecundación cruza-
obtendrán un doble beneficio. Por un lado, conseguirán un enriqueci-
da» y aboga por una fase ulterior, en la que los interlocutores del diá-
miento de su fe. A través de la experiencia y el testimonio de otros,
logo, superando la estática identidad doctrinal de las respectivas tradi-
serán capaces de descubrir con mayor profundidad ciertos aspectos,
ciones, podrán contribuir mutuamente a una autocomprensión más
ciertas dimensiones del Misterio divino, que habían percibido con
profunda21.
menos claridad y que han sido transmitidos menos claramente por la
En esta variedad de opiniones, parece que no todo es claro o fácil; tradición cristiana. Al mismo tiempo, ganarán una purificación de su
ni siquiera parece que se pueda dar todo por seguro. A la comparación fe. El choque del encuentro suscitará a menudo preguntas, obligará a
de los dos ojos que se combinan en una visión se podría oponer fácil- los cristianos a revisar supuestos gratuitos y a destruir prejuicios pro-
mente, por ejemplo, la del prisma cuyas diferentes facetas no se pue- fundamente arraigados, o a derribar concepciones o visiones demasia-
den abarcar en una sola visión. Así pues ¿qué se puede concluir a pro- do estrechas, exclusivas y negativas con respecto a las otras tradicio-
pósito de los frutos del diálogo, si nos basamos en los principios antes nes. Los beneficios del diálogo constituyen al mismo tiempo un desa-
enunciados? En primer lugar, debemos recordar que el agente princi- fío para el interlocutor cristiano.
pal del diálogo interreligioso es el Espíritu de Dios que anima a las per- Por tanto, los frutos y los desafíos del diálogo van de la mano. No
sonas. El Espíritu actúa en las dos tradiciones que mantienen el diálo- obstante, por encima y más allá de estos beneficios seguros, hay que
go, la cristiana y la «otra»; por eso el diálogo no puede ser un «monó- decir que el encuentro y el intercambio tienen valor como tales. Son un
logo», es decir, un proceso unilateral. Es también el mismo Dios el que fin en sí mismos. Aun cuando presuponen desde el principio una aper-
realiza obras salvíficas en la historia humana y habla a los seres huma- tura al otro y a Dios, realizan además una apertura más profunda a Dios
nos en el fondo de sus corazones. El mismo Dios -como hemos afir- de cada uno a través del otro.
mado antes- es a la vez el «Totalmente otro» y el «fundamento del ser» El diálogo, pues, no actúa como instrumento para un fin ulterior.
de todo lo que existe; el trascendente «más allá» y el inmanente «en el Ninguna de las partes pretende la «conversión» del interlocutor a la
fondo»; el Padre de nuestro Señor Jesucristo y el Sí mismo en el cen- propia tradición religiosa. El diálogo tiende más bien a una conversión
más profunda de cada uno a Dios. El mismo Dios habla en el corazón
de ambos interlocutores; el mismo Espíritu actúa en todos. Es este
19. Véase también J.B. COBB, Jr., Beyond Dialogue. Toward a Mutual
Transformation of Christianity andBuddhism, Fortress Press, Philadelphia 1982. mismo Dios el que llama y desafía a cada interlocutor a través del otro,
20. R. PANIKKAR, The ¡ntrareligious Dialogue, op. cit. por medio de su testimonio recíproco. De esta forma se convierten
21. R. PANIKKAR, «Foreword: The Ongoing Dialogue», en (H. Coward [ed.]) Hindu- -por así decir- uno para otro en un signo que conduce a Dios. El fin
Christian Dialogue. Perspectives and Encounters, Orbis Books, Maryknoll propio del diálogo interreligioso es, en definitiva, la común conversión
(N.Y.) 1990, pp. ix-xviii.
320 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA 321

de los cristianos y de los miembros de las otras tradiciones religiosas interioridad son dos canales igualmente válidos para una verdadera
al mismo Dios -el Dios de Jesucristo- que llama a unos junto a otros experiencia de lo Divino: el que actúa en la historia según la tradición
y desafía a unos por medio de otros. Esta llamada recíproca, signo de judeo-cristiana es aquel de quien se tiene experiencia en la «cueva del
la llamada de Dios, es ciertamente evangelización mutua. Construye corazón» según la tradición hindú. El Dios de la historia es también el
entre los miembros de las diversas tradiciones religiosas la comunión «fundamento del ser».
universal que indica la llegada del reino de Dios. Independientemente de las cuestiones que puedan seguir plantea-
Se puede añadir algo más sobre los beneficios que la práctica del das a propósito de los límites de la asimilación mutua y de la «fecun-
diálogo interreligioso aportará a la teología cristiana. Hemos insistido dación cruzada» entre las tradiciones religiosas y teológicas, hay una
en el hecho de que una teología cristiana de las religiones tiene que ser cosa que parece clara, a saber: para lograr la armonía entre las comu-
«teología dialógica», es decir, construida sobre la práctica del diálogo nidades religiosas no se necesita una «teología universal» que preten-
interreligioso. A la teología cristiana se le ofrece así la ocasión de reno- da evitar las diferencias y las contradicciones; por el contrario, se nece-
varse a sí misma a través del encuentro con las otras religiones. La sita el desarrollo, en las diversas tradiciones, de teologías que, toman-
decisión acerca de qué elementos fundamentales y qué intuiciones reli- do en serio sus diferencias recíprocas, las asuman y se resuelvan a inte-
giosas pueden ser compartidas por la teología cristiana y las otras tra- ractuar en el diálogo y la cooperación.
diciones religiosas, cuando entran en contacto entre sí, es una cuestión
difícil que no tiene soluciones fáciles. En realidad, cada tradición reli-
giosa constituye un todo del que no se pueden aislar fácilmente los
diversos elementos. Nos encontramos frente a cosmovisiones globales
distintas, dentro de las cuales, como en los organismos vivos, cada
parte desempeña su función específica, con el resultado de que no
resulta fácil lograr una «equivalencia dinámica» de los componentes
de ambas partes22.
Si se admite que entre los símbolos existen arquetipos dotados de
validez universal, ¿hay una equivalencia estricta en las diversas tradi-
ciones religiosas entre conceptos fundamentales como Dios, creación,
mundo, gracia, libertad, salvación-liberación, etcétera? Sabemos que
no es así. La experiencia de la Realidad última como el Padre/Madre
cristiano, el Yahvé judío, el Alá musulmán, el Brahmán hindú, el
Nirvana budista, el Tao taoísta, etcétera, no es la misma. Toda fe reli-
giosa y, por consiguiente, toda teología, ¿está hasta tal punto ligada a
una cosmovisión particular que difícilmente puede expresarse y ser
formulada en otra? La teología dialógica no puede hacer caso omiso de
estos problemas.
La experiencia de fe cristiana, por ejemplo, ¿no presupone una
densidad de lo histórico, que no se encuentra como tal en otras tradi-
ciones, sin la cual no puede ser entendida plenamente? Con todo, lo
que es cierto y debe ser plenamente reconocido es que la historia y la

22. Véase H. FRANK, Christianity in Culture. A Study in Dynamic Biblical


Theologizing in Cross-Cultural Perspective, Orbis Books, Maryknoll (N.Y.)
1979.
LA ORACIÓN INTERRELIGIOSA 323

durante el acontecimiento y también por los responsables, miembros


de la curia vaticana, de la organización de la jornada -tanto antes como
después de la misma-, especialmente por el cardenal Etchegaray.
L'Osservatore Romano publicó diversos artículos al respecto, en los
10 que se retomó la misma fórmula y se desarrollaron diversas razones
La oración interreligiosa teológicas por las que una oración común entre cristianos y miembros
de las otras religiones no es teológicamente aceptable2. Con todo, en el
mismo periódico apareció un artículo más matizado, firmado por el
El 27 de octubre de 1986 tuvo lugar en Asís la Jornada mundial de ora- padre Marcello Zago, a la sazón secretario del Secretariado para los no
ción por la paz. Cinco días antes, durante la audiencia general del miér- cristianos, en el que, aun justificando el modo de proceder en Asís, se
coles, el papa Juan Pablo n explicó el significado, la importancia y la afirmaba la posibilidad de una oración común entre cristianos y miem-
modalidad de esta jornada con las siguientes palabras: bros de otras tradiciones religiosas:
«Lo que sucederá en Asís no será cierto sincretismo religioso, sino «No faltan experiencias de oración común y de comunión religiosa.
sincera actitud de oración a Dios dentro del mutuo respeto. Y ésta es La mayoría de las veces se hacen con prudencia, evitando el sincretis-
la causa por la que se ha elegido para el encuentro de Asís la fórmu- mo. La participación común en las experiencias de meditación es la
la: estar juntos para orar. No se puede, ciertamente, "orar juntos", es más frecuente de ellas. Para ello no faltan serias motivaciones teoló-
decir, hacer una oración común. Pero se puede estar presente cuando gicas [...]. Estar juntos para orar, y a veces orar juntos, es reconocer
los demás oran. De esta forma manifestamos nuestro respeto por la este hecho esencial de la relación de todos los hombres con Dios»3.
oración ajena y por la actitud de los demás ante la divinidad. Mientras
tanto, les ofrecemos el testimonio humilde y sincero de nuestra fe en Las palabras del papa antes recordadas y las explicaciones poste-
Cristo, Señor del universo. riores al acontecimiento de Asís, varias veces repetidas por parte de los
Así se hará en Asís: donde se rezarán, en un momento de la jor- responsables -«Hemos estado juntos en Asís para orar, no hemos esta-
nada, las oraciones separadas, en varios lugares, de las diversas repre- do en Asís para orar juntos»-, podrían inducir a pensar que la oración
sentaciones religiosas. Pero después, en la explanada de la Basñica común entre cristianos y «otros» es, sino del todo imposible, al menos
inferior de san Francisco, se sucederán oportunamente distintas, una no deseable por el peligro de relativismo y sincretismo doctrinal y
después de la otra, las oraciones de los representantes de cada reli-
gión, mientras que todos los demás asistirán con actitud respetuosa, práctico. Está fuera de discusión que es preciso evitar con claridad tal
interior y exterior, de quien es testigo del esfuerzo supremo de otros peligro. Pero esto no significa que se haya de pensar que la oración
hombres y mujeres por buscar a Dios. común no es practicable. Un testimonio de ello, entre otras instancias
Este "estar juntos para orar" adquiere un significado particular- doctrinales y pastorales de la Iglesia, son las Orientaciones para el
mente profundo y elocuente en cuanto será estar unos junto a otros diálogo interreligioso y el ecumenismo de la Conferencia de los obis-
para implorar de Dios el don de la paz del que toda la humanidad de pos católicos de la India (CBCI), según las cuales la oración común con
hoy tiene una necesidad máxima para sobrevivir: la paz»1. los miembros de otras religiones no sólo es posible, sino que está reco-
Las palabras del papa que acabamos de recordar se convirtieron en mendada -más aún, es un deber- con tal que se haga correctamente.
la fórmula oficial, dada por la autoridad eclesial, en relación con el sig-
nificado y el procedimiento del acontecimiento de Asís: «juntos para 2. Véase especialmente la intervención de monseñor Jorge MEJÍA, «Elementi per
orar», no «orar juntos». La fórmula fue repetida por el mismo papa una fondazione teológica della Giornata mondiale di preghiera per la pace»:
L'Osservatore Romano, 17 de septiembre de 1986. Esta intervención está recogi-
da en Assisi: Giornata mondiale di preghiera per la pace (27 ottobre 1986), op.
1. COMISIÓN PONTIFICIA «IUSTITIA ETPAX», Assisi: Giornata mondiale di preghiera cit., pp. 29-35.
per la pace (27 ottobre 1986), Tipografía Poliglotta Vaticana, Cittá del Vaticano 3. M. ZAGO, «Religioni per la pace»: L'Osservatore Romano, 15 de octubre de
1987, pp. 143-150. Trad. cast.: «"Paz y bien" por los caminos del mundo»: 1986; publicado de nuevo en Assisi: Giornata mondiale di preghiera per la pace
Ecclesia: 2.291 (1996), pp. 1.505-1.506. (27 ottobre 1986), op. cit., pp. 60-68.
324 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA ORACIÓN INTERRELIGIOSA 325

Después de distinguir entre varias formas de diálogo interreligioso, las una parte, y las llamadas místicas de Oriente, por otra. Notemos de
Orientaciones afirman: pasada que tal distinción no debe ser interpretada equivocadamente ni
«Una tercera forma de diálogo alcanza los niveles más profundos de entendida de modo rígido y exclusivo. No pretende negar que las reli-
la vida religiosa; consiste en compartir la oración y la contemplación. giones asiáticas puedan dirigirse a un Absoluto también personal o
Lafinalidadde tal oración común es ante todo el culto corporativo del bien tener una dimensión profética; tampoco pretende negar una
Dios de todos, el cual nos ha creado para hacer de nosotros una gran dimensión mística en las religiones monoteístas. Por el contrario, se
familia. Estamos llamados a adorar a Dios no sólo individualmente supone el hecho de que las tres religiones llamadas monoteístas se re-
sino también como comunidad. Dado que en un sentido real y funda- montan a un origen común en la fe de Abrahán. Pertenecen, por tanto,
mental somos uno con la humanidad entera, adorar a Dios junto con a una familia común. Tal pertenencia, como veremos a continuación,
los otros no es sólo para nosotros un derecho, sino un deber» (n. 82)4. ofrece un elemento importante relativo al fundamento teológico de la
Más adelante el documento explica el discernimiento que se re- oración común.
quiere (n. 84), da directrices concretas para encuentros de oración (n. Habría que hacer otras distinciones también a propósito de las
85), y explica la preparación requerida por parte de los participantes (n. demás religiones. Existen corrientes entre las diversas religiones, y
86). En cualquier caso, por lo que se refiere a este documento, el uso hasta dentro de cada religión (si se sigue la terminología recibida, pero
de la oración común no resulta ni inaudito ni impracticable. de origen bastante reciente, creada por estudiosos occidentales, en el
A fin de evitar malentendidos, hay que decir claramente que en las caso del hinduismo): corrientes teístas y no teístas; teístas o agnósticas;
circunstancias de la Jornada mundial de oración de Asís no se podía ni teístas o ateas. Resulta claro que entre la bhakti hindú que se dirige a
siquiera pensar en una oración común compartida por todos al mismo un Dios personal y la mística hindú del advaita (no dualidad) las dife-
tiempo. Y esto por diversas razones: el encuentro en el nivel oficial más rencias son notables; lo mismo sucede entre la actitud devocional de la
alto, la falta de preparación común, la diversidad de las religiones bhakti hindú y la meditación o la contemplación budista, etcétera.
representadas, la ausencia de conocimiento mutuo anticipado y tam- No vamos a establecer aquí todas las distinciones que serían nece-
bién de participación recíproca en una elección de oraciones acepta- sarias. Bastará con mostrar el fundamento teológico para la participa-
bles y significativas para todos. No obstante, sería erróneo pensar que ción común tanto en la oración como en la contemplación o meditación
la fórmula usada en Asís es la única posible, y deducir de ella normas según las familias religiosas implicadas. Nuestra tesis consiste en afir-
rígidas y estrictas. Por el contrario, hay que tener en cuenta las situa- mar dos principios fundamentales:
ciones concretas y juzgar pastoralmente cuáles son las actitudes posi- 1. De por sí y generalmente hablando, la oración común entre cristia-
bles y deseables. nos y miembros de otras religiones es posible y deseable; más aún,
Hay que hacer este discernimiento caso por caso, pero no es éste el hay que recomendarla positivamente en el contexto del diálogo
lugar para hacerlo. A nosotros, en cambio, nos corresponde mostrar interreligioso actual.
qué consideraciones teológicas pueden servir de fundamento para una 2. Ahora bien, hay que tener en cuenta las diversas situaciones, en re-
praxis de oración común compartida por cristianos y miembros de lación con las familias religiosas implicadas, las circunstancias con-
otras tradiciones religiosas. Ahora bien, para lograr este fin son nece- cretas, la elección que se debe hacer de oraciones que puedan ser
sarias distinciones entre las diversas tradiciones religiosas que pueden sinceramente compartidas por los diversos participantes, etcétera.
estar implicadas. El fundamento teológico del que se trata no es del
todo igual en todos los casos.
Ante todo hay que tener en cuenta la distinción, ya antes mencio- Hay que establecer, por consiguiente, una distinción clara entre la
nada, entre las tres religiones llanadas monoteístas —o proféticas-, por cuestión teórica de la oración común y la cuestión práctica: la primera
no es problemática; en cambio, la segunda suscita varios problemas5.
4. CBCI [Catholic Bishops' Conference of India] COMISIÓN PARA EL DIÁLOGO Y EL
ECUMENISMO, Guidelines for an Iiíer-religious Dialogue, segunda edición revi- 5. Véase H. KÜNG, «La oración de las religiones en el nuevo contexto internacio-
sada, CBCI Centre, New Delhi 1989, p. 68. nal»: Concilium 232 (1990), pp. 365-368.
326 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA ORACIÓN INTERRELIGIOSA 327

Nuestro capítulo tendrá, por tanto, dos partes principales. En la prime- «Los hombres con frecuencia podrán no ser conscientes de esta su
ra parte se pondrán de relieve las razones teológicas que recomiendan radical unidad de origen, de destino, de inserción en el mismo plan
en teoría la praxis de la oración común entre los cristianos y los divino; y cuando profesan religiones diversas e incompatibles entre sí
«otros»; la segunda parte considerará las diversas situaciones dialógi- podrán también considerar sus divisiones como insuperables. Pero, a
pesar de dichas divisiones, los hombres están incluidos en el grande
cas entre el cristianismo y las otras religiones y analizará qué posibili- y único designio de Dios, en Jesucristo, el cual "en cierto modo se ha
dades concretas abren las diversas situaciones a la praxis de la oración unido a todo hombre" (Gaudium et spes 22), aun cuando éstos no
común. Se trata, pues, en la primera parte, de la pregunta: «Orar jun- sean conscientes de ello» (n. 5).
tos: ¿por qué?»; y en la segunda parte, de otra pregunta: «Orar juntos:
¿cómo?». En el mismo discurso el papa se refería también a un tercer aspec-
to del «misterio de la unidad», es decir, a la presencia activa universal
del Espíritu Santo en todas las personas, en todas las religiones y espg-
I. Orar juntos: ¿por qué? cialmente en toda oración sincera que surge del corazón de cualquj er
hombre, sea cristiano o no lo sea. El papa afirmaba, entre otras cosas-
1. Del diálogo a la oración común «Podemos mantener, en efecto, que toda oración auténtica es suscita-
da por el Espíritu Santo, el cual está misteriosamente presente en el
Para establecer el fundamento teológico del diálogo interreligioso, en corazón de todo hombre» (n. 11). Aunque no se dice explícitamente, el
el capítulo anterior nos hemos referido a un «misterio de unidad» en el acento puesto por Juan Pablo ií en la presencia del Espíritu Santo en la
que hemos distinguido varios elementos. La declaración Nostra aetate vida religiosa de los miembros de las otras tradiciones religiosas, y d e
había hablado de un doble elemento, es decir, del origen en Dios de modo específico en toda oración sincera, cualquiera que sea la tradi-
todo el género humano a través de la creación y de su destino común ción religiosa a la que pertenezcan las personas, sirve de tercer ele-
en Dios mediante el misterio de la redención. En el discurso dirigido a mento para el fundamento teológico no sólo para una teología de las
la curia romana a finales de diciembre de 1986, el papa Juan Pablo n religiones y del diálogo interreligioso, sino también para la praxis de
explicó y justificó teológicamente el acontecimiento de Asís refirién- la oración común.
dose a la nueva actitud de la Iglesia hacia las otras religiones promovi-
da por el concilio Vaticano n en la Nostra aetate. Las consideraciones A través de los diversos textos surge una enseñanza constante: el
propuestas por el papa en aquella ocasión pueden servir de fundamen- Espíritu Santo está universalmente presente y activo, también en los
to no sólo a favor del diálogo interreligioso en general, sino también de miembros de otras tradiciones religiosas. Toda oración auténtica, aun-
la oración común entre miembros de tradiciones religiosas diversas. El que se dirija a un Dios desconocido, es fruto de su presencia activa en
papa hizo referencia al «misterio de unidad» que une a toda la familia los hombres; más aún, es obra suya en ellos. A través de la oración,
humana: pues, los cristianos y los miembros de las otras tradiciones religiosas
están profundamente unidos en el Espíritu Santo. Aun cuando no se
«No existe más que un solo designio divino para todo ser humano que diga explícitamente en los textos, parece que se puede concluir (en prin-
viene a este mundo (véase Jn 1,9), un único principio y fin, cualquie- cipio) que la oración común -que no será otra cosa que la expresión
ra que sea el color de su piel, el horizonte histórico y geográfico en común de tal comunión en el Espíritu de Dios- es posible y hasta dese-
el que le corresponde vivir y actuar, la cultura en la que ha crecido y able. A través de la oración común se encontrará recíprocamente la acti-
se expresa. Las diferencias son un elemento menos importante res- vidad del Espíritu de Dios en unos y en otros, en un testimonio común.
pecto a la unidad que, en cambio, es radical, básica y determinante» A las consideraciones hechas hasta ahora hemos añadido otras que
(n. 3f.
ayudan a poner de relieve la unidad y la comunión anticipada que exis-
te entre los cristianos y los «otros», que puede encontrar en la oración
6. El texto del discurso pronunciado jor Juan Pablo n el 22 de diciembre de 1986 se común su expresión privilegiada. Se trata, en primer lugar, de la uni-
encuentra en Assisi: Giornata mmdiaie di preghiera per la pace (27 ottobre versalidad del reino de Dios, instaurado por Dios en Jesucristo. Nos
1986), op. cit., pp. 143-150. Texto castellano: «Jornada de Asís, brillante señal de
unidad»: Ecclesia 2.302 (1987), p.72. hemos referido en varias ocasiones a la universalidad del reino de
330 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA ORACIÓN INTERRELIGIOSA 33l

Nosotros mismos hemos sugerido en este libro que las religiones el contenido doctrinal de la oración, es decir, las palabras pronuncia,
del mundo no representan, ni única ni primariamente, el esfuerzo con das juntas por todos, sino también los lugares donde se hace la oración,
que los hombres y los pueblos han buscado a Dios a través de toda la los tiempos y los gestos que la acompañan10. Con todo, lo que a noso-
historia humana, aunque no hayan sido nunca capaces de alcanzarlo tros nos interesa especialmente en esta segunda parte del capítulo es
con sus propias fuerzas. Por el contrario, son los diversos modos y los ante todo el planteamiento y la relación teológica específica entre las
diversos caminos a través de los cuales Dios mismo tomó la iniciativa tradiciones implicadas en la oración, de donde brota la posibilidad de
de buscarlos y los encontró antes de que ellos lo buscaran, incluso compartir oraciones específicas. Hay que entender que, pese a tal
antes de que en su Hijo hecho carne entre ellos él los uniese consigo carácter común, las oraciones «universalizables» adoptarán para cada
en un vínculo decisivo e inquebrantable. En efecto, si es cierto que las comunidad de fe, según su fe propia, acentos diversos y comprensio-
religiones tienen su fuente originaria en una automanifestación divina nes diversificadas. Con todo, tales comprensiones diversas mantendrán
a los seres humanos, la pluralidad de las religiones encuentra su fun- un substrato común, irreducible, sobre el que hay que fundamentar la
damento en la superabundante riqueza y variedad de las automanifes- validez de la participación común en la oración. A partir de tales ele-
taciones de Dios a la humanidad. mentos doctrinales se harán algunas sugerencias concretas para la pra-
Entonces, aquel significado, en el plan divino de salvación para la xis de una oración común entre los miembros de las diversas comuni-
humanidad, de las diversas tradiciones religiosas, ¿no serviría de fun- dades de fe implicadas.
damento último y más profundo para la validez, y hasta para la opor-
tunidad de la oración común entre las diversas tradiciones religiosas? 1. Oración común entre cristianos y judíos
¿No consistiría, pues, en definitiva, la oración común en el reconoci-
miento y en la acción de gracias a Dios, por parte de las diversas comu- Como antes hemos observado, las tres religiones monoteístas ponen el
nidades de fe, por los dones sobreabundantes que él ha hecho y conti- mismo acento en la unicidad del Dios adorado por ellas. El Dios de
núa haciendo a la humanidad a través de la historia? Parece que sí. Jesucristo, al igual que el del Corán, es el Dios de la fe de Abrahán, que
reveló su nombre a Moisés. El shema' de Israel pone de relieve la uni-
II. Orar juntos: ¿cómo? cidad del Dios vivo: «Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el
Señor es uno solo» (Dt 6,4). El mismo mensaje se repite en el Nuevo
Al comienzo del capítulo hemos afirmado que, en la búsqueda de una Testamento cristiano: «Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el
solución teológica válida al problema de la oración común entre los único Señor» (Me 12,29). El monoteísmo cristiano reivindica una con-
cristianos y los «otros» hay que hacer distinciones importantes con res- tinuidad directa con el monoteísmo hebreo.
pecto a las situaciones dialógicas concretas entre las diversas tradicio- Es evidente que no se puede pasar por alto el hecho de que el
nes religiosas. No todas las tradiciones se sitúan en la misma relación monoteísmo cristiano se desarrolló en un monoteísmo trinitario según
dialógica con respecto al cristianismo. Mientras que hasta ahora hemos el cual las tres «personas» -Padre, Hijo y Espíritu Santo- son el mismo
apoyado la posibilidad, y hasta la oportunidad de la oración común con Dios, que se reveló potencialmente a través del «Primer» Testamento y
los miembros de las otras tradiciones, de modo general, sobre consi- explícitamente en Jesucristo. Pero sigue siendo verdad que el Dios de
deraciones teológicas universalmente válidas, ahora hay que distinguir Jesús es justamente el de Moisés, el mismo a quien él llama su
entre las diversas tradiciones a fin de poner de relieve las razones espe- «Padre». Entre el monoteísmo hebreo y el cristiano hay continuidad,
cíficas que deben regular la praxis y la modalidad concreta de la ora- no discontinuidad, profundización, no alejamiento. Cristianos y judíos
ción de los cristianos con los seguidores de cada una de ellas. adoran al mismo Dios.
Damos por supuesto que, a fin de que una oración pueda ser «uni-
versalizable», es decir, compartida por los miembros de diversas co-
munidades de fe, es necesario un discernimiento pastoral sensible que
10. Véase F. BOESPFLUG, «Prier en commun et priére commune. Les limites de l'oe-
tenga en cuenta los diversos componentes de las diferentes situaciones cumenisme planétaire», en (F. Boespflug e Y. Labbé [eds.]) Assise. 10 ans aprés
y las circunstancias implicadas Así pues, hay que considerar no sólo (1986-1996), Cerf, París 1996, pp. 217-242.
332 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA ORACIÓN INTERRELIGIOSA 333

Aquel único Dios concluyó a través de Moisés una alianza con Nosotros mismos hemos llegado a la conclusión de que Israel y el
Israel, su pueblo elegido. Tal alianza -como también hemos observa- cristianismo están indisolublemente unidos, en la historia de la salva-
do- no fue nunca derogada, a pesar de la infidelidad de una parte del ción, bajo el arco de la misma alianza, aunque participen en ella de
pueblo elegido. Aquí tocamos un elemento central sobre el diálogo modos diferentes. No hay, pues -hemos añadido-, ninguna sustitución
entre cristianos y judíos y la posibilidad de una oración común entre de un «nuevo» pueblo de Dios por otro pueblo, declarado, en adelan-
ellos. El concilio Vaticano n, allí donde recuerda «el gran patrimonio te, «antiguo», sino una expansión del pueblo de Dios hasta los confi-
espiritual común a cristianos y judíos», hace referencia a la «antigua nes del mundo.
alianza» concluida por Dios con el pueblo judío, al cual, según Pablo, Ahora bien, lo que se ha afirmado tiene consecuencias importantes
«pertenecen la adopción filial, la gloria, la alianza, la ley, el culto y las con respecto a la posibilidad de una oración común entre cristianos y
promesas» (véase Rm 9,4), un Dios «cuyos dones y cuya llamada son judíos. A pesar de las diferencias en la manera en que unos y otros par-
irrevocables» (véase Rm 11,29) (Nostra aetate 4). Con más claridad, ticipan en la misma y única alianza divina, no obstante ambos tienen el
Juan Pablo n, en su discurso pronunciado en 1980 en Maguncia (Ale- mismo Dios y se encuentran bajo el arco de la misma alianza divina;
mania) se refirió explícitamente al «pueblo de Dios de la antigua alian- de hecho, constituyen juntos el mismo pueblo de Dios. Para ellos orar
za, que no ha sido nunca derogada»". juntos consistirá en reconocer el vínculo mutuo que los une recíproca-
Tal afirmación va contra la que ha sido durante mucho tiempo la mente en el plan divino de salvación para la humanidad, a pesar de sus
persuasión cristiana en la que estaban fundadas las tensas relaciones diferencias y contradicciones. Consistirá en dar gracias a Dios por sus
entre cristianos y judíos. El problema es si, con el acontecimiento dones gratuitos e irrevocables.
Cristo y la «nueva alianza» establecida en él, la «antigua alianza» se ha Con respecto al modo en que se puede proceder en la oración
vuelto obsoleta y ha sido derogada como la tradición cristiana tantas común entre cristianos y judíos, no se puede olvidar que Jesús era
veces ha afirmado. Así pues, ¿cómo hay que entender la relación entre judío y frecuentaba regularmente la sinagoga, participando allí en la
la alianza mosaica y la alianza crística? Hemos recordado el modo en oración. Así continuó haciéndolo también la Iglesia apostólica en los
que san Pablo afrontó tal problema en la Carta a los Romanos (espe- primeros decenios de su existencia, hasta que se separó de la matriz
cialmente en los capítulos 9-11). Hemos visto también cómo ha sido judía. Incluso después de tal separación, la oración judía siguió nu-
reformulado en el contexto reciente del diálogo teológico judeo-cris- triendo sustancialmente la oración cristiana. Los salmos, en particular,
tiano, con referencia especial a la obra de N. Lohfink, La alianza siguen constituyendo hoy una parte sustancial del «libro cristiano de
nunca derogada12. No es preciso repetir aquí la argumentación. Basta oración». Resulta claro que la mayoría de los salmos pueden ser reci-
con mostrar sus conclusiones por lo que respecta a la oración común. tados por judíos y cristianos en una oración común. Igualmente acep-
En efecto, Lohfink concluye: «Personalmente me inclino a favor de la table para todos debería ser la oración enseñada por Jesús a sus discí-
teoría de la única alianza, en la que, por consiguiente, participan, aun- pulos, cuyo contenido y cuya redacción están profundamente inspira-
que con diferencias, tanto judíos como cristianos. Y, naturalmente, dos en la espiritualidad de la Biblia hebrea. Los estudiosos de la Biblia
también los judíos y los cristianes de hoy»13. También hemos citado a han observado que el único matiz típicamente cristiano en la «oración
un autor más reciente, que escribe igualmente: «Esta [nueva alianza] del Señor» es la intimidad y la familiaridad con que Jesús invita a los
no es otra alianza, que habría reemplazado a la sinaítica. Se trata de la discípulos a dirigirse a Dios como «Padre» con el uso del término
única y misma alianza de gracia, de la que participan, naturalmente de Abbá. Tampoco hay que olvidar que la paternidad de JHWH en relación
modo diferente, el pueblo judío j los pueblos reunidos en la Iglesia»14. con Israel es un tema de la espiritualidad del Antiguo Testamento, fun-
dado en el acontecimiento central del éxodo.
11. Texto en A45 73 (1981), p. 80.
12. N. LOHFINK, La alianza nunca de regada. Reflexiones exegéticas para el diálogo 2. Oración común entre cristianos y musulmanes
entre judíos y cristianos, Herder, Barcelona 1992 (orig. alemán, 1989).
13. Ibid.,p. 118.
14. E. ZENGER, // Primo Testamento. La Bibbia ebraica e i cristiani, Queriniana,
A propósito de este tema el Secretariado vaticano para los no cristia-
Brescia 1997, pp. 133-134 (orig. alemán, 19922). nos ha ofrecido directrices en sus Orientaciones para un diálogo entre
334 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA ORACIÓN INTERRELIGIOSA
335

cristianos y musulmanes. La segunda edición de las Orientaciones El concilio Vaticano n, allí donde explica la estima con que i a
(1981)15 se expresa como sigue: Iglesia mira a los musulmanes que «adoran al único Dios», insiste en
el hecho de que tratan de someterse a sus decretos ocultos, «como se
«Puede suceder que cristianos y musulmanes sientan la necesidad de sometió [a Dios] Abrahán, a quien la fe islámica mira con complacen-
orar juntos y adviertan de inmediato cuan difícil les resulta hacerlo.
Parece que unos y otros deberán respetar íntegramente lo que consti- cia» (Nostra aetate 3). Nótese que el concilio se contenta con afirmar
tuye la oración ritual y el culto oficial de los demás, sin pretender que los musulmanes se remiten a la fe de Abrahán, sin decir explícita-
nunca participar directamente en ellos. Bastará con hallarse presente mente que participan efectivamente de esa fe junto a los judíos y los
como testigo simpatizante allá donde se invita a alguien a orar o cristianos. Los documentos oficiales de la Iglesia lo han expresado de
donde una persona ora en nombre de la hospitalidad abrahámica. El una manera cada vez más explícita17. El papa Juan Pablo n ha supera-
verdadero diálogo exige que se eviten las invitaciones apremiantes. do la ambigüedad que permanece en el documento conciliar. Bastará
Se prestarían a malentendidos. Algunos podrían considerarlas como con algún ejemplo. Hablando a la comunidad católica de Ankara (3 de
una forma encubierta de proselitismo interesado; otros podrían sos- diciembre de 1979) afirmó de manera inequívoca: «Ellos [los musul-
pechar que se trataba de un sincretismo práctico. manes] tienen, como vosotros, la fe de Abrahán en el Dios único,
Lo mismo hay que decir de la utilización recíproca de los libros omnipotente y misericordioso»18. En Lisboa (14 de mayo de 1982), el
sagrados y los textos oficiales que dependen de la expresión auténtica papa hizo referencia a «Abrahán, el antepasado común de cristianos,
de la fe de unos y otros. El Corán pertenece primordialmente a los
musulmanes y la fatiha es la oración propia de ellos. De la misma judíos y musulmanes». Quizás el texto más claro y explícito se encuen-
manera el Nuevo Testamento pertenece ante todo a los cristianos y el tre en el discurso de Juan Pablo n a los jóvenes musulmanes de
"Padrenuestro" es la oración que mejor corresponde a su fe. El gran Casablanca (el 19 de agosto de 1985), en el que dijo: «Abrahán es para
respeto que se debe a la fe de los otros exige evitar aquí todo intento nosotros un mismo modelo de fe en Dios, de sumisión a su voluntad y
de apropiación. En cambio, es concebible que tanto de un lado como de confianza en su bondad. Creemos en el mismo Dios, el Dios único,
de otro, y siguiendo el ejemplo de los místicos y los santos, se halle la el Dios vivo, el Dios que crea los mundos y lleva a las criaturas a su
audacia necesaria para desarrollar formas comunes de oración de ala- perfección»19. Las tres religiones llamadas monoteístas tienen un fun-
banza y súplica que permitan una experiencia común de oración»16. damento histórico común en la fe de Abrahán.
Aunque no excluyen la posibilidad de una oración común entre Hemos mostrado anteriormente que el monoteísmo cristiano rei-
cristianos y musulmanes, las Orientaciones son muy cautas al impedir vindica una continuidad directa con el monoteísmo hebreo. El Dios de
toda forma o apariencia de sincretismo o recuperación indebida. Con Moisés es el de Jesucristo. Es también el del Corán y el del islam. La
todo, hay que preguntarse, en el contexto del diálogo con los musul- doctrina del Corán -como hemos recordado en el capítulo 5 - está de
manes, si no hay ningún fundamento específico que justifique y hasta acuerdo: «Nuestro Dios y vuestro Dios es Uno» (Sura 29,46)20. Las tres
pueda tal vez alentar, tal praxis. tradiciones afirman de manera inequívoca que tienen sus raíces en el
Dios de Abrahán. Tienen en común al mismo Dios21. Con todo, esto no
significa -como hemos observado anteriormente- que las tres religio-
15. Véase M. BORRMANS, Orientamenti per un dialogo tra cristiani e musulmani,
UUP, Roma 1988.
16. Ibid., p. 152. Se puede observar queen la primera edición (1971) las Orientacio-
nes parecían menos rígidas. Aun excluyendo la participación activa en el culto de 17. Véase T. MICHEL, «Islamo-Christian Dialogue: Reflections on the Recent
la otra religión, dejaban la puerta alierta a la posibilidad de asociarse espontáne- Teaching of the Church»: (Secretariatus pro Non Christianis [ed.]) Bulletin 59;
amente, al menos en ocasiones especiales, con oraciones pertenecientes al patri- 20/2(1985), pp. 172-193.
monio de la otra religión. Con todo, consideraban más oportuno el uso de ora- 18. Origins 26/9 (1979), p. 419.
ciones compuestas para la ocasión específica, fundadas en creencias comunes, 19. Islamochristiana 11 (1985), pp. 193-200.
como expresión de sentimientos religiosos compartidos por todos los participan- 20. El Corán, ed. de Julio Cortés, Herder, Barcelona 1992".
tes. Algunos salmos bien elegidos o textos sacados de los místicos musulmanes 21. Véase K.-J. KUSCHEL, Discordia en la casa de Abraham. Lo que separa y une a
podrían expresar bien tales sentimientos. Véase SECRETARIATUS PRO NON judíos, cristianos y musulmanes. Verbo Divino, Estella 1996, p. 332 (orig. ale-
CHRISTIANIS, Guidelines for a Dialogue between Muslims and Christians, Indian mán, 1994); R. ARNALDEZ, Trois messagers pour un seul Dieu, Albin Michel,
edition, KCM Press, Cochin 1979, p,128, nota 1. París 1983.
LA ORACIÓN INTERREL1GIOSA 337
336 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

nes monoteístas tengan el mismo concepto de Dios. Al menos en el mo autor sugiere que, por lo que respecta a las escrituras sagradas de
nivel doctrinal, es cierto lo contrario. La tradición cristiana afirma que las diversas tradiciones, se pueden usar: los salmos de la Biblia hebrea,
prolonga el monoteísmo de Israel, mientras lo desarrolla en la doctri- la oración de Jesús, es decir, el «Padrenuestro», la fatiha, es decir, la
na trinitaria; el del Corán y la tradición islámica remonta también su primera sura del Corán, que constituye una invocación a Alá y repre-
origen al monoteísmo de Israel, mientras afirma que lo completa y lo senta la oración clave de la tradición islámica, al igual que el «Padre-
purifica de la corrupción sufrida por la doctrina trinitaria cristiana. A nuestro» es la de la tradición cristiana; por ello recibe el nombre de
pesar de tales irreducibles divergencias entre las tres «fes», se mantie- «Padrenuestro del islam». He aquí el texto:
ne su fundamento histórico común, que es la autorrevelación de Dios «En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.
a Abrahán al comienzo de la tradición bíblica judeo-cristiano-musul- Alabado sea Dios, Señor del universo,
mana, así como también la identidad del mismo Dios, el de Abrahán, el Compasivo, el Misericordioso,
Isaac y Moisés, que para los cristianos es el Padre del Señor Jesucristo. Dueño del día del Juicio.
Tratándose del fundamento de una oración común entre cristianos A Ti solo servimos y a Ti solo imploramos ayuda.
y musulmanes habría que preguntarse, pues, qué significado preciso Dirígenos por la vía recta,
pueden los cristianos atribuir al Corán y, viceversa, los musulmanes a la vía de los que Tú has agraciado,
la Biblia judía y cristiana, como palabra de Dios. Como no vamos a no de los que han incurrido en la ira,
analizar los aspectos más importantes de tal debate22, bastará con recor- ni de los extraviados» {Sura 1)2\
dar lo que se sugirió en el capítulo 5, a saber, que el mismo Dios puede Además, en los encuentros ecuménicos de oración entre judíos,
hablar, si bien diversamente, en todas y cada una de las escrituras de cristianos y musulmanes, se podrían formular también muchas oracio-
las tradiciones monoteístas. También el Corán puede contener alguna nes espontáneas. K.-J. Kuschel concluye: «Porque una cosa es segura:
palabra dicha por Dios a los hombres, si bien diversa e incompleta, y sin la oración no habrá ecumene verdadera y de profundidad espiritual;
no sin mezcla de errores humanos23. sin espiritualidad no habrá ecumenicidad»16. La oración común entre
Así pues, no falta el fundamento teológico en el que basar la posi- las tres religiones monoteístas no es sino la realización de una verda-
bilidad, y hasta la eventual oportunidad, de una oración común entre dera «hospitalidad abrahámica».
cristianos, judíos y musulmanes. K.-J. Kuschel escribe con razón:
«Si los cristianos toman en serio el hecho de que también los musul- 3. Oración común entre los cristianos y los «otros»
manes adoran al mismo Dios, entonces podrán unirse a los musulma-
nes para dirigir oraciones a ese Dios: al Creador del cielo y de la tie- Con la palabra «otros» nos referimos en esta sección a los miembros
rra, a Aquel que con su misericordia y su clemencia dirige la historia, de otras tradiciones religiosas que no pertenecen a la «familia» de
al Juez y Consumador del mu»do y de la humanidad. Lo mismo se Abrahán y que son, principalmente, las de Oriente que antes hemos lla-
podría aplicar a los judíos: si son capaces de reconocer la presencia
del patriarca Abrahán en los demás hermanos, entonces podrán unir- mado religiones «místicas», entre las que hay que mencionar especial-
se, no sólo con los cristianos, sino también con los musulmanes para mente dos religiones mundiales: el hinduismo y el budismo.
dirigirse a ese Dios»24. La cuestión de la oración común es, en su caso, mucho más com-
plicada. Esto es así por más de una razón, y una de las principales es
En tales oraciones comunes deben expresarse sólo convicciones la abundante variedad y enorme complejidad de los datos que ofrecen,
comunes a las diversas tradiciones implicadas. Concretamente el mis- y la distinta cosmovisión general (Weltanschauung) en la que se basan.
Sin entrar aquí en consideraciones particulares en relación con las
22. Véase GRUPO DE INVESTIGACIÓN ISLAMO-CRISTIANO, Bibbia e Corano. Cristiani e diversas tradiciones y corrientes religiosas, hay que notar lo que sigue:
musulmani di fronte alie scritture, Cittadella, Assisi 1992. mientras que en el encuentro con corrientes teístas, muy dispersas en
23. Véase Cl. GEFFRÉ, «Le Coran, u n e parole de Dieu différente?»: Lumiére et Vie 32
(1983), pp. 21-32.
24. K.-J. KUSCHEL, Discordia en la can de Abraham, op. cit., p. 332. 25. El Corán, op. cit., p. 79.
26. K.-J. KUSCHEL, La controversia su Abromo, op. cit., p. 335.
338 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA ORACIÓN INTERRELIGIOSA 339
el hinduismo, se puede pensar en la participación en una oración co- que ha revelado su rostro para nosotros en Jesucristo. Él es también el
mún, en el caso de las corrientes que se profesan «no teístas», como Dios hacia el que se dirige toda oración sincera, sea o no consciente, a
por ejemplo en el budismo, hay que proponer la participación común través de la acción del Espíritu divino, el cual está presente y actúa en
en una meditación, es decir, en una contemplación común. Sea lo que toda oración humana sincera. Cada vez que una persona se abre en la
fuere, aquí nos limitaremos a algunas consideraciones teológicas gene- fe y se confía a un Absoluto del que depende absolutamente, es el
rales, que pueden reforzar lo que hemos dicho anteriormente en la pri- único Dios, el de todos los hombres, el que está presente automanifes-
mera parte del capítulo. Se trata de situar el problema de la oración o tándose y autorrevelándose.
de la meditación común en el marco de una teología cristiana amplia y Así las cosas, es legítimo pensar que los cristianos y los «otros», a
abierta de las religiones, que ponga de relieve el significado positivo de pesar de las diferencias conceptuales con respecto al Absoluto divino,
las otras tradiciones religiosas en el plan divino global de salvación pueden dirigir juntos su oración o meditación hacia aquel Absoluto que
para la humanidad. en todo caso está más allá de toda representación mental adecuada.
Es preciso plantear teológicamente la cuestión de la relación entre Volvemos así a lo que hemos afirmado anteriormente a propósito de la
la «Realidad absoluta» afirmada por las religiones asiáticas y el Dios presencia activa del Espíritu de Dios en toda oración sincera, sea de los
de las religiones monoteístas, que ha sido revelado, según la fe cristia- cristianos o de los «otros». Orar juntos no será sino hacer que puedan,
na, de manera decisiva en Jesucristo. ¿Es legítimo pensar, en la pers- en un cierto sentido, encontrarse mutuamente unos y «otros» en el
pectiva de una teología cristiana, que la «Realidad última» a la que Espíritu de Dios, presente y operante en unos y en otros. Por parte cris-
esas tradiciones religiosas se refieren es, a pesar de la gran diversidad tiana indica también el reconocimiento de la pertenencia común de
de sus constructos mentales, la misma que afirman las religiones todos al mismo Dios, creador y fin universal de todos los pueblos.
monoteístas como Dios de Abrahán, Isaac y Jacob? ¿Hay una «Reali- Como dice el concilio Vaticano n,
dad última» común a todas las tradiciones religiosas, si bien experi-
mentada de formas diferentes y conceptualizada de maneras diversas «...todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen,
puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la haz de
por las distintas tradiciones? ¿Hay un único misterio divino con la tierra y tienen también el mismo fin último, que es Dios, cuya pro-
muchos rostros? videncia, manifestación de bondad y designios de salvación se
En un capítulo anterior hemos dado una respuesta positiva a tal extienden a todos hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa,
cuestión fundamental. Aquí basta con recordar las conclusiones por lo que será iluminada por el resplandor de Dios y en la que los pueblos
que se refiere a la oración o contemplación común. «Todos tenemos el caminarán bajo su luz» (Nostra aetate 1).
mismo Dios», escribió W. Bühlmann27, y lo interpretaba como el «Dios
y Padre de Nuestro Señor Jesucristo». Nosotros mismos pensamos que Se ha recordado antes que, así como todos los pueblos constituyen
podemos sostener que donde haya una experiencia religiosa auténtica, una sola comunidad, así también pertenecen juntos al reino de Dios
es ciertamente el Dios revelado en Jesucristo el que entra así de una presente en la historia, el cual crece a través de ella hacia su plenitud
forma escondida y secreta en la vida de los hombres y de las mujeres. escatológica. Que los cristianos y los «otros» son juntos miembros del
A pesar de los conceptos discrepantes de la «Realidad última» (el ultí- reino de Dios significa que participan, consciente o inconscientemen-
mate concern de P. Tillich) implicados en la experiencia religiosa vivi- te, del mismo misterio de salvación en Jesucristo. Son co-miembros
da en las otras tradiciones religiosas, el teólogo cristiano, adhiriéndose del reino y también co-creadores de él bajo Dios. Es decir, son llama-
a un monoteísmo trinitario -en continuidad con la revelación judía y la dos a promover juntos los valores del reino de Dios, o sea, la justicia y
propia tradición- no podrá sino interpretar tal realidad como presencia la paz, la libertad y la fraternidad, la fe y la caridad. Los cristianos no
y automanifestación universal del Dios uno tripersonal. El misterio tienen el monopolio de tales valores evangélicos. En el contexto del
divino de muchos rostros es para él inequívocamente el Dios y Padre reino de Dios que se ha de construir en la historia a través del com-
promiso común de los miembros de diversas tradiciones religiosas, se
27. Es el título del libro ya recordado deW. BÜHLMANN, All Have the Same God, St. comprende mejor cuan deseable y oportuna se torna la oración común
Paul Publications, Slough (Eng.) 1982 (orig. alemán, 1978). entre cristianos y «otros» por la paz y la justicia en el mundo, por la
340 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES LA ORACIÓN INTERRELIGIOSA 341

libertad y la fraternidad universal entre los pueblos del planeta. En «3. Allí no llega el oído
suma, a pesar de las profundas diferencias doctrinales entre el cristia- ni la palabra ni el pensamiento.
nismo y las religiones místicas asiáticas, existe un substrato teológico No conocemos nada sobre Aquello
común y una comunión anticipada, la cual está destinada a crecer a tra- y no vemos ningún método para enseñarlo.
vés de la praxis del diálogo y se puede expresar singularmente en la 4. Aquello es distinto de lo conocido
oración y en la contemplación común. y está más allá de lo desconocido.
Por lo que respecta a la elección de oraciones que puedan servir Esto es lo que escuchamos a los antiguos maestros
para la oración común de los cristianos y los «otros», se pueden suge- que nos lo explicaron.
rir, a modo de ejemplos y además de las ya antes recordadas: el 5. Lo que no puede expresarse en palabras
Cántico de las criaturas de san Francisco de Asís, en el que bendice a y sin embargo es por lo que las palabras se expresan,
Dios por toda la creación; el himno al Dios desconocido atribuido a san sabe que eso es en verdad el Brahmán [Absoluto] [...].
Gregorio Nacianceno; en el hinduismo algunos fragmentos de las 6. Lo que no se puede pensar con el pensamiento
Upanisad y del Bhagavad Gítá, de los místicos y poetas religiosos; y y sin embargo es por lo que el pensamiento piensa,
también otros pasajes tomados de otras religiones orientales28. A conti- sabe que eso es en verdad el Brahmán [Absoluto] [...]»3°.
nuación citamos a modo de ejemplo algunos fragmentos tomados de
las Upanisad y del Bhagavad Gítá, a los que seguirá el célebre himno En el Bhagavad Gítá, dirigiéndose en adoración al Dios supremo,
atribuido a Gregorio Nacianceno. En todos estos textos se expresa la Arjuna canta su alabanza con' acentos de gran alcance y devoción,
impenetrabilidad del misterio divino, que está y estará siempre más como sigue:
allá de una comprensión humana total. En efecto, todas las tradiciones «Dijo Arjuna:
religiosas comparten aquel sentido de la incomprensibilidad del
36. Es natural que el mundo se regocije con tu grandeza. Los demo-
Misterio Absoluto. nios huyen despavoridos de terror en todas direcciones y las huestes
* * *
angélicas se postran ante ti con devoción.
37. Porque ¿cómo no adorarte, supremo Ser, si tú eres el más subli-
Es bien conocido el pasaje de la Brhadáranyaka Upanisad (1,3,28) que me Dios, el que creó en un principio incluso a Brahmál ¡Ser infini-
to, morada del universo, Ser inmutable que a la vez eres y no eres en
fue citado por el papa Pablo vi en su discurso a los representantes de tu trascendencia!
varias religiones durante su visita a Bombay con ocasión del Congreso
eucarístico de 1964: 38. Tú eres el Dios primero, el eterno Espíritu, el supremo refugio de
«Haz que yo pase del no ser al ser; este mundo. Eres el conocedor y el objeto de conocimiento. Eres la
de las tinieblas haz que pase a la luz, última morada. Con la infinitud de tus formas envuelves el universo
de la muerte haz que pase a la inmortalidad»29. entero [...].
Otro fragmento, tomado déla Kena Upanisad (1,3,8), insiste en 40. Alabado seas en el Este y en el Oeste. Alabado seas por doquier
que el Brahmán -que es al mismo tiempo transpersonal inirgund) y tú que eres la totalidad. Tu fuerza es inmensa e infinita es tu valentía.
personal (saguna)- se encuentra más allá de todo conocimiento huma- Todo lo llenas con tu presencia. Tú eres todo»31.
no: es neti, neti («ni esto ni aquello»); es «diverso de lo que es conoci- Y he aquí el himno de Gregorio Nacianceno donde se encuentran
do y también está más allá de loque es desconocido»: acentos parecidos a los expresados en los textos escogidos que acaba-
mos de citar de la mística hindú:
28. Véase F. BOESPFLUO e Y. LABBÉ (eds.), Assise. 10 ans aprés (1986-1996), op. cit.,
pp. 242-247; K.-J. KUSCHEL, La controversia suAbramo, op. cit., pp. 334-336. 30. Upanisad, ed. de Consuelo Martín, Trotta, Madrid 2001, pp. 42-45.
29. Upanisad, ed. de Cario Della Casa UTET, Torino 1976, p. 69. 31. Bhagavad Gítá, ed. de Consuelo Martín, Trotta, Madrid 1997, pp. 199-200.
342 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

«Oh Tú, el Más allá de todo,


¿cómo llamarte con otro nombre?
¿Qué himno puedo cantarte?
Ninguna palabra Te expresa.
¿Qué espíritu puede captarte?
Ninguna inteligencia Te concibe
Sólo Tú eres inefable;
todo lo que se dice ha salido de Ti. Conclusión
Sólo Tú eres incognoscible;
todo lo que se piensa ha salido de Ti.
Todos los seres Te celebran, La problemática reciente en la teología de las religiones, como se
los que hablan y los mudos. explicó en la Introducción de este trabajo, consiste en preguntarse si y
El deseo universal, el gemido de todos aspira a Ti. en qué sentido es posible afirmar que las diversas tradiciones religio-
Todo lo que existe a Ti dirige su oración sas del mundo actual tienen un significado positivo en el plan único
y hacia Ti pero complejo de Dios para la humanidad. Tal problemática supera la
eleva un himno de silencio anterior de la mera posibilidad de salvación en Jesucristo de los miem-
todo ser que sabe leer tu universo. bros de las otras tradiciones religiosas, así como también la de un even-
Ten piedad, oh Tú, el Más allá de todo; tual reconocimiento de valores positivos, tanto «naturales» como tam-
¿cómo llamarte con otro nombre?»32.
bién «de verdad y gracia», dentro de las mismas tradiciones. La nueva
perspectiva consiste, por el contrario, en preguntar si tales tradiciones
A modo de síntesis se puede decir que la oración común entre cris-
religiosas encuentran en el designio divino universal de salvación una
tianos y «otros» no carece de fundamento teológico seguro, aun cuan-
justificación y un valor positivo como «vías» o «caminos» de salvación
do tal fundamento no se haya puesto de relieve adecuadamente en el
para sus seguidores, previstos o dispuestos por Dios.
pasado. Es obvio que requiere, por parte de todos los participantes
implicados, una gran sensibilidad y un profundo respeto a las diferen- Para evitar posibles malentendidos, hay que establecer una distin-
cias existentes entre las diversas tradiciones religiosas, junto con una ción clara entre el planteamiento seguido en este libro y el paradigma
actitud de apertura hacia ellas. La praxis de la oración común se basa pluralista de los teólogos «pluralistas». El cambio de paradigma del
en una comunión en el Espíritu de Dios compartida de antemano por inclusivismo hacia el «pluralismo», requerido y promovido por los
los cristianos y los «otros», la cual a su vez crece y se hace más pro- «pluralistas», está fundado en el rechazo a priori del significado salví-
funda mediante tal praxis. A través de la oración común los cristianos fico universal de la persona y del acontecimiento Jesucristo, tal como
y los «otros» crecen juntos en el Espíritu. De ello resulta que la ora- ha sido profesado tradicionalmente por la fe cristiana. Los pluralistas
ción común aparece como el alma del diálogo interreligioso, y también reducen a Jesucristo a la condición de una figura salvífica entre otras
como la expresión más profunda del diálogo y al mismo tiempo como muchas, ofrecidas por las otras tradiciones religiosas como caminos
garantía de una conversión común más profunda a Dios y a los otros33. que conducen hacia el Misterio último. Todos estos «caminos» tienen,
en principio, el mismo valor, sin que se deba o se pueda atribuir ya a
Jesucristo ninguna unicidad singular como salvador universal de la
humanidad. El desafío al que la perspectiva teológica aquí contenida
quiere responder consiste, en cambio, en mantener juntos y combinar,
aunque sea en tensión dialéctica, por una parte, la afirmación central
de la fe cristiana sobre el significado único de la persona de Jesucristo
32. PG 37, cois. 507-508. como salvador constitutivo universal de toda la humanidad y, por otra,
33. Véase F. BOESPFLUG, «De l'horizon múltiple oü les religions peuvent se rencon-
trer», en (F. Boespflug e Y. Lablé [eds.]) Assise. 10 ans aprés (1986-1996), op. un valor salvífico, en el marco del plan único previsto por Dios para la
cit., pp. 287-297; véase especialmente p. 296. humanidad, de los «caminos» de salvación propuestos por las otras tra-
344 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES CONCWSION 345

diciones religiosas. Éste es el significado del «pluralismo religioso de da. La presencia inclusiva universal a través de los siglos del aconteci-
principio», representado aquí, que no tiene que ver con el cambio de miento Cristo por medio de la humanidad resucitada -que se ha hecho
paradigma hacia un pluralismo neutral e indiferente de los pluralistas. «metahistórica»- del Jesús histórico, la presencia operativa universal de
Jesucristo es el salvador constitutivo de la humanidad, y el aconteci- la Palabra de Dios, así como también la del Espíritu de Dios: los tres
miento Cristo es causa de la salvación de todos los hombres; pero esto elementos combinan y representan juntos la totalidad de la acción sal-
no impide que las otras tradiciones religiosas puedan, en el marco del vífica de Dios en relación con los hombres y los pueblos. Fue Dios
designio divino para la humanidad, servir de «mediación» del misterio quien se manifestó y comunicó a la humanidad de diversos modos a tra-
de salvación en Jesucristo a favor de sus seguidores. vés de la historia. Fue Dios quien tomó a cada paso la iniciativa del
encuentro entre Dios y los hombres. Ésta es la razón por la que parece
que se puede y se debe decir que las tradiciones religiosas del mundo
Pluralismo religioso de principio son «vías» o «caminos» de salvación para sus seguidores. Lo son por-
que representan caminos trazados por Dios mismo para la salvación de
A través de los capítulos de esta obra hemos reunido diversos elemen- los hombres. No son los hombres los que se pusieron en primer lugar a
tos que, al parecer, justifican la afirmación de un pluralismo religioso buscar a Dios a través de su historia; fue él quien los buscó en primer
de principio. Hemos visto que Dios se ha manifestado y revelado en lugar y trazó para ellos los caminos en los que podían encontrarlo. Si,
palabras y gestos salvíficos a través de toda la historia de la humani- como se ha sugerido, las religiones del mundo son de por sí «dones de
dad, desde la creación. La historia de la salvación abarca toda la histo- Dios a los pueblos del mundo», el fundamento para un pluralismo reli-
ria del mundo y de la humanidad. Es salvación en la historia y a tra- gioso de principio, tal como aquí se entiende, no hay que buscarlo lejos.
vés de toda la historia. Dios ha concluido diversas alianzas con la No obstante, tal pluralismo debe ser establecido sobre un funda-
humanidad en la historia, antes de establecer una «alianza nueva» con mento teológico seguro. La cuestión planteada por la expresión «de
ella en Jesucristo. Esas diversas alianzas, en Adán y en Noé, así como principio» es si el pluralismo religioso en el que estamos viviendo hoy
también en Abrahán y Moisés, están dirigidas en la providencia divina debe ser simplemente aceptado o tolerado como una realidad de facto
hacia la «nueva» alianza en Jesucristo, sin que hayan sido provisiona- de nuestro mundo actual con la que es necesario contar, más que como
les ni hayan sido nunca abolidas o revocadas. Siguen siendo válidas y un fenómeno bien recibido; o bien si hay que acogerlo como un factor
operantes en su relación con el acontecimiento Cristo en el marco glo- positivo que atestigua al mismo tiempo la sobreabundante generosidad
bal del designio de Dios para la humanidad. Así pues, Dios ha habla- con la que Dios se ha manifestado de muchos modos a la humanidad y
do «muchas veces y de muchas maneras» a la humanidad antes de pro- la respuesta pluriforme que los seres humanos han dado en las diver-
nunciar «por medio del Hijo» (Hb 1,1) su palabra decisiva, por medio sas culturas a la autorrevelación divina. Seria presuntuoso pretender
de aquel que es la Palabra. Hemos llegado a la conclusión de que todos que es posible escrutar el designio de Dios para la humanidad; ningún
los pueblos son «pueblos de Dios» y que todos viven «bajo el arco de conocimiento humano podrá reivindicar jamás la visión divina de la
la alianza divina». realidad. Ahora bien, una vez admitido esto, cabe preguntar si los
Hay que contemplar el acontecimiento Jesucristo en el marco modos que «Dios conoce» -de los que habla la constitución Gaudium
general del designio divino que atraviesa toda la historia de la huma- et spes 22-, a través de los cuales el Espíritu de Dios puede hacer que
nidad. Es indudable que tal acontecimiento es el centro, el ápice, la los hombres entren en contacto con el misterio crístico de salvación, no
cima, la clave interpretativa de todo el proceso histórico-salvífico; son tal vez las religiones del mundo como «caminos» emprendidos por
como tal, tiene un significado salvífico universal. Pero no hay que ais- Dios en busca de los hombres.
larlo nunca de todo el proceso, como si representase y agotase en sí Así pues, ¿sobre qué base se puede fundar la afirmación de un plu-
mismo todo el poder salvífico de Dios. Por el contrario, el aconteci- ralismo religioso de principio? El recurso a la fe en una pluralidad de
miento histórico -y como tal particular- de Jesucristo deja espacio personas en el único Dios no es, de por sí, un fundamento suficiente;
para una acción salvífica de Dios a través de su Palabra y su Espíritu, aún más inadecuado resultaría apelar simplemente al carácter «plural»
que supera a la humanidad también resucitada de la Palabra encarna- de toda realidad: la pluralidad de los elementos de la naturaleza, de las
346 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES CONCLUSIÓN 347

estaciones del año, de las dimensiones en el espacio y en el tiempo, sí mismo por parte de Dios en la salvación, los diversos «rostros» del
etcétera. Y tampoco podrá ser suficiente una mera referencia a la varie- Misterio divino, las «figuras salvíficas» y los «caminos de salvación»
dad de los modos en que, en las diversas culturas del mundo, los hom- propuestos por varias tradiciones. Esto ha llevado a una visión del pro-
bres han expresado su búsqueda del Misterio divino, y a los límites ceso global de la autorrevelación de Dios a través de toda la historia
innatos, inevitables, de toda aprensión humana del Misterio. Detenerse humana y finalmente en Jesucristo -en el que culmina- como un pro-
en este punto equivaldría a tratar de fundamentar una pluralidad de ceso orgánico en el que las diversas etapas están esencialmente rela-
principio sobre una visión truncada de la religión y de las religiones, cionadas entre sí y encuentran su inteligibilidad y consistencia propia
entendidas sólo como una búsqueda humana de Dios. a partir de todo el proceso y en su relación con su centro y cima, el
En cambio, si la religión y las religiones tienen su fuente imagina- acontecimiento Cristo.
ria en una automanifestación divina a los seres humanos, el principio El modelo teológico de cristología trinitaria y pneumática permite,
de la pluralidad encuentra su fundamento primario en la sobreabun- pues, superar no sólo el paradigma «exclusivista», sino también el
dante riqueza y variedad de las automanifestaciones de Dios a la huma- «inclusivista», pero sin recurrir al paradigma «pluralista» basado en la
nidad. La iniciativa divina de autocomunicación «muchas veces y de negación de la salvación constitutiva en Jesucristo. Se llega así a un
muchas maneras» y su «recepción» y codificación en diversas tradi- planteamiento que combina juntamente lo que se ha de mantener del
ciones están en el origen de la pluralidad de las religiones. La prolon- inclusivismo cristológico con lo que se puede afirmar teológicamente
gación, fuera de la vida divina, de la comunicación plural intrínseca a en relación con un cierto pluralismo de las religiones en el designio de
esta vida forma parte de la naturaleza de la comunicación desbordante Dios. La acción inclusiva del acontecimiento Cristo a través de la
del Dios tripersonal a la humanidad. El pluralismo religioso de princi- humanidad resucitada de Jesús, la «iluminación» universal por parte de
pio se fundamenta, pues, en la inmensidad de un Dios que es Amor y la Palabra de Dios y la «vivificación» igualmente universal por parte
comunicación. del Espíritu, hacen posible descubrir en otras figuras y tradiciones sal-
Si hubiera que expresar la perspectiva del pluralismo religioso de víficas verdades y gracias no explicitadas con el mismo vigor y clari-
principio en los términos recibidos en el debate sobre la teología de las dad en la revelación y manifestación de Dios en Jesucristo. En toda la
religiones, la expresión más adecuada, como se ha sugerido anterior- historia de las relaciones de Dios con la humanidad se encuentran más
mente, sería la de un inclusivismo pluralista, o bien un pluralismo verdades y gracias que las que están disponibles y se pueden encontrar
inclusivo, el cual mantiene juntos el carácter constitutivo universal del simplemente en la tradición cristiana. De este modo se plantea la cues-
acontecimiento Cristo en el orden de la salvación y el significado sal- tión de una posible complementariedad entre la tradición cristiana y las
vífico positivo de las tradiciones religiosas dentro del único y multi- otras tradiciones religiosas. Hemos tratado este problema en el capítu-
forme plan de Dios para la humanidad. lo 5 de este libro, hablando de la revelación divina y de las revelacio-
nes, de las palabras de Dios y de su Palabra. Nos queda aplicar los
principios a la cuestión de la complementariedad entre el cristianismo
Complementariedad recíproca asimétrica y las otras tradiciones religiosas en general.
Jesucristo, en cuanto «rostro humano» o «icono» de Dios -la Pala-
El modelo de una cristología trinitaria y del Espíritu, usado en este bra de Dios hecha carne-, tiene su carácter específico único y singular,
libro, ha hecho posible una comprensión más profunda y una valora- constitutivo y universal, de verdad y de gracia. Pero, si bien es cierto
ción más positiva de las otras tradiciones religiosas. Tal modelo, em- que él es constitutivo de la salvación para todos, e incluso causa de la
pleado como clave interpretativa, ha permitido poner el acento en la salvación, esto no excluye ni tampoco incluye otras figuras o tradicio-
universalidad de la activa presencia de la Palabra de Dios y de su nes salvíficas. Que no las excluye hay que entenderlo en el sentido de
Espíritu como fuente de «iluminación» y de «inspiración» de los fun- que hay elementos de «verdad y gracia» divinas que están presentes
dadores religiosos y de las tradiciones que han brotado de su experien- también fuera de la tradición cristiana que brota de Jesucristo, aunque
cia. Tal clave interpretativa se ha aplicado en varias fases de la investi- no sin referencia a su persona y su obra. En cambio, que no las inclu-
gación, entre ellas el tratamiento de la revelación divina y del don de ye quiere decir que cuanto se encuentra en las otras tradiciones reli-
348 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES CONCLUSIÓN 349

giosas de verdad y de gracia divina no tiene que ser absorbido ni, por Hay que añadir que la complementariedad recíproca entre la tradi-
así decir, expropiado por parte de la tradición cristiana. Por el contra- ción cristiana y las otras tradiciones religiosas como fuentes de vida y
rio, tales elementos de verdad y de gracia constituyen beneficios aña- de gracia divinas es asimétrica. Esto significa que el reconocimiento
didos y autónomos. de valores complementarios y autónomos de verdad y de gracia en las
Las diversas tradiciones religiosas del mundo contienen, pues, ele- otras tradiciones no cancela la trascendencia insuperable de la revela-
mentos de «verdad y gracia» (Ad gentes 9); a pesar del carácter deci- ción y la autorrevelación de Dios en la persona y en la obra de
sivo del acontecimiento Cristo, no es posible pensar que el cristianis- Jesucristo. Tal trascendencia, como se ha afirmado antes claramente, se
mo - o la religión cristiana- posea toda la verdad o tenga el monopo- funda en la identidad personal de Jesucristo como Hijo unigénito de
lio de la gracia. Dios es Verdad y Amor. Son su Verdad y su Amor los Dios hecho hombre. Él es personalmente, en el sentido explicado, la
que toman posesión de los seres humanos en los diversos modos «que «plenitud» de la revelación y la realización del misterio de la salvación
Dios conoce» (Gaudium et spes 22), muchas veces más allá de nues- humana. En este sentido, mientras que las otras tradiciones pueden y,
tros cálculos. Se puede, pues, hablar de una cierta complementarie- mejor dicho, están destinadas a encontrar en el acontecimiento Cristo
dad entre verdad y gracia cristianas y las que se pueden encontrar su plenitud de sentido -pero sin absorción ni desposeimiento-, lo con-
fuera del cristianismo. Pero hay que determinar correctamente tal trario no es verdadero: la automanifestación y la autodonación divinas
complementariedad. en Jesucristo no necesitan ser completadas por las otras tradiciones,
La verdad y la gracia que se pueden encontrar en otras partes no aunque estén interrelacionadas con las otras manifestaciones divinas
deben ser reducidas a «semillas» o «adarajas» (pierres d'attente) que en el ámbito global de la autorrevelación de Dios a la humanidad y
deban simplemente ser completadas por la revelación cristiana, que las sean susceptibles de un enriquecimiento propio a través de la interac-
reemplazaría. Si ésta lleva a plenitud la historia de la salvación no es a ción mutua con otras tradiciones religiosas. Por el contrario, las otras
modo de sustitución o reemplazamiento sino de confirmación y reali- tradiciones religiosas están orientadas hacia el misterio de Jesucristo,
zación. El acontecimiento Cristo, punto culminante de la historia sal- en el que pueden encontrar su plenitud; pero tal orientación no impide
vífica, no cancela sino que confirma todo lo que Dios hizo por la que las semillas de «verdad y gracia», en ellas contenidas, como dones
humanidad antes de él y en función de él. Por tanto, no hay que enten- concedidos por Dios a las naciones, dotados de un valor intrínseco,
der unilateralmente la complementariedad de la que se trata, como si puedan contribuir positivamente al enriquecimiento del cristianismo
los valores diseminados fuera del cristianismo a modo de verdades por medio del diálogo, si bien no en el sentido de llenar un vacío que
fragmentarias encontraran unívocamente su «cumplimiento» -en un la plenitud de Jesucristo habría dejado abierto y que habría que colmar.
proceso unilateral- en los valores cristianos y estuvieran destinados a
ser simplemente «integrados», asumidos y absorbidos en el cristianis-
mo, perdiendo así su autoconsistencia. Se trata, en cambio, de una Un salto cualitativo
complementariedad recíproca, por la que entre el cristianismo y las
otras tradiciones pueden tener lugar un intercambio y una comunión de Para desarrollar entre el cristianismo y las otras tradiciones religiosas
valores salvíficos, una interacción dinámica tal que puede dar como relaciones de apertura mutua y de colaboración es necesaria -lo hemos
resultado un enriquecimiento recíproco. Puesto que dicha complemen- recordado en la Introducción de este trabajo- una purificación de la
tariedad es recíproca, su interacción no se establece en un sentido memoria, lo cual no significa olvidar el pasado, muchas veces contro-
único, no es un «monólogo», sino un diálogo interreligioso. Todo diá- vertido, que ha marcado tales relaciones, y mucho menos olvidar los
logo auténtico implica necesariamente, por ambas partes, recibir y dar, crímenes contra la humanidad que se han perpetrado muchas veces en
escuchar y dar testimonio. La tradición cristiana puede verse enrique- nombre de Dios y de la religión; significa, por el contrario, un cambio
cida por el contacto y la interacción con otras tradiciones religiosas, si de la mentalidad y de los espíritus y, de hecho, una «conversión» (me-
es cierto, como se ha dicho antes, que hay aspectos verdaderos y autén- tánoia) a Dios y a los otros por parte de todos, que haga posible la
ticos del Misterio divino que son puestos de relieve más profunda- sanación de las relaciones. Hemos añadido que es igualmente necesa-
mente en otras tradiciones que en la tradición cristiana. ria una purificación del lenguaje teológico en relación con el modo,
350 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES CONCLUSIÓN 351

muchas veces ofensivo y dañino, con el que en el pasado hemos habla- una novedad en la doctrina oficial, siguió siendo limitada y sobria.
do de las otras tradiciones religiosas y de sus miembros. Hemos pues- Ahora bien, dicho esto, no se puede olvidar los gestos muchas veces
to ejemplos que no es necesario repetir aquí. Pero ni siquiera basta con proféticos y las palabras muchas veces notablemente abiertas del papa
una purificación lingüística, porque es precisa una purificación de la Juan Pablo n, que constituyen una exhortación a dar nuevos pasos
misma inteligencia teológica y una comprensión renovada en el modo hacia una apertura teológica más amplia y hacia actitudes concretas
de pensar a los «otros» y su patrimonio cultural y religioso. No hay que más valerosas. El concilio Vaticano n, como todos los concilios en la
olvidar que los gestos siguen al pensamiento y, por tanto, que las acti- vida de la Iglesia, no fue una última palabra, sino una primera palabra;
tudes negativas y muchas veces ofensivas hacia las otras religiones que indica una dirección en la que se debe caminar para alcanzar una com-
han caracterizado el pasado han brotado de las valoraciones muchas prensión más amplia del designio de Dios para la humanidad, el cual
veces injustas y difamatorias que se han mantenido. Pongamos un permanecerá siempre más allá de nuestra comprensión total.
ejemplo punzante: es cierto que hay que distinguir claramente entre En este contexto, la intención de este libro consiste en proponer
«antijudaísmo» religioso y «antisemitismo» como ideología atea; pero algunas pistas de reflexión de las que pueda resultar un «salto cualita-
cabe preguntar si el antijudaísmo cristiano tradicional no ha nutrido y tivo» de la teología cristiana y católica de las religiones, hacia una
contribuido en alguna medida al desarrollo de tal ideología inhumana. valoración teológica más positiva de éstas y una actitud concreta más
En cualquier caso, no se puede olvidar que el cristianismo a lo abierta en relación con sus seguidores. Es obvio que las propuestas
largo de muchos siglos ha adoptado el aspecto de una religión «exclu- hechas aquí se inscriben deliberadamente en el marco de la fe eclesial
sivista» respecto a las otras -un exclusivismo cuyo símbolo más claro y siguen abiertas al debate teológico. Así pues, estamos persuadidos de
fue el axioma «Fuera de la Iglesia no hay salvación», entendido en sen- que tal salto cualitativo -el cual, recordémoslo una vez más, no tiene
tido estricto-; anteriormente hemos recordado que tal axioma fue man- que ver con el cambio de paradigma hacia el pluralismo teológico- es
tenido durante siglos como doctrina oficial de la Iglesia. El cristianis- obligado para que el mensaje cristiano mantenga, en el mundo multi-
mo era visto como la «única religión verdadera», la cual, dado que cultural y multirreligioso de hoy, su credibilidad; mejor dicho, a fin de
poseía toda la verdad, era el único camino posible de salvación para que tal credibilidad pueda crecer al ritmo de la adaptación del mensa-
todos los hombres, e incluso la única religión que tenía derecho a exis- je a los horizontes más amplios del mundo actual. Hay que evitar los
tir. De hecho, la exclusión de todo significado positivo de las otras reli- modos de «defender la fe» que resulten contraproducentes, porque
giones en el orden de la salvación se mantuvo como opinión compar- hacen que parezca estrecha y limitada. Estoy persuadido de que un
tida por la mayoría de los teólogos, hasta los últimos decenios antes del planteamiento más amplio y una actitud más positiva, con tal de que
concilio Vaticano n, cuando algunos comenzaron a reconocer en ellas estén teológicamente bien fundamentados, nos ayudarán a descubrir
no sólo valores positivos «naturales», sino también elementos de «ver- -para sorpresa nuestra- nuevas dimensiones y profundidades en el
dad y gracia». mensaje cristiano.
Ño se puede olvidar que el concilio Vaticano n fue el primero de la
historia conciliar bimilenaria de la Iglesia que habló positivamente de
las religiones, en las que se reconocen valores positivos. ¿Fue una línea
divisoria o no lo fue? Esto es discutible, pues depende de cómo se
interprete el significado de las expresiones usadas por el concilio en
relación con las otras tradiciones religiosas: «semillas de la Palabra»
(Ad gentes 11 y 15), «destello <le aquella Verdad que ilumina a todos
los hombres» (Nostra aetate 2), elementos de «verdad y gracia» (Ad
gentes 9). Hay un dato cierto: el concilio no dio jamás a entender que
consideraba a las otras religiones como «caminos» de salvación para
sus seguidores -ni siquiera en relación con el acontecimiento de salva-
ción Cristo-. En definitiva, la ajertura del concilio, aun representando
POST SCRIPTUM 353

[Dominus Iesus]»4. La conexión entre los dos documentos es clara y no


hace falta demostrarla: la materia es la misma; los temas generales son
similares; se subrayan los mismos elementos de fe divina y se pone el
acento en los mismos puntos de la doctrina católica; los errores y las
falsas opiniones refutadas coinciden en ambos casos. La Notificación,
aun siendo un documento mucho más breve, que evita desarrollar de
modo amplio los diversos puntos doctrinales, sigue el mismo método
Post scriptum y cita el mismo material que la Declaración. Aquélla se divide en ocho
proposiciones principales, en cada una de las cuales se comienza esta-
Como he señalado en la Introducción, concluí este libro el 31 de marzo bleciendo claramente el contenido de la fe o de la doctrina católica,
de 2000. Después de esta fecha la Congregación para la doctrina de la para pasar después a confutar las opiniones consideradas errores con-
fe ha publicado dos documentos, a los que no pude hacer referencia trarios a la fe o la doctrina católica.
mientras redactaba el presente libro. El primer documento es la decla- Habida cuenta de que la Congregación decidió profundizar en el
ración Dominus Iesus, publicada por la Congregación el 5 de septiem- examen de mi citada obra, parece obligado preguntarse por qué en este
bre de 2000, cuyo título completo reza «Declaración Dominus Iesus nuevo libro no hago ninguna referencia explícita a los dos documentos.
sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la ¿Basta con decir que el manuscrito del libro había sido ya completado,
Iglesia». Este documento ha sido publicado en varias lenguas en forma como he afirmado previamente, antes de la publicación de los dos
de opúsculo por la Librería Editrice Vaticana'. El segundo documento documentos? ¿Había que revisar seriamente el manuscrito a la luz de
es una Notificación relativa a mi anterior libro2, que lleva por título lo que los dos documentos afirman o niegan? ¿O había que incluir al
«Notificación a propósito del libro Hacia una teología del pluralismo menos numerosas referencias a los documentos, para discutir y justifi-
religioso de Jacques Dupuis»3. El texto oficial de la Notificación seña- car posibles puntos de desacuerdo? Es preciso dar una explicación más
la la existencia en el libro de «ambigüedades y dificultades notables profunda para justificar el aparente silencio mantenido en el libro a
sobre puntos doctrinales de relevante importancia, que pueden condu- propósito de los dos documentos y por ello aquí se toman en conside-
cir al lector a opiniones erróneas y peligrosas» (Preámbulo). La Notifi- ración varios elementos.
cación se propone disipar tales dificultades potencialmente nocivas. Primero, como he afirmado en la Introducción, hay que recordar
Los dos documentos abordan detalladamente temas desarrollados que las editoriales me habían pedido un texto más accesible a un públi-
tanto en mi primer libro como en éste. La Declaración establece am- co más amplio que el libro anterior. Hacia una teología del pluralismo
pliamente los principios doctrinales de los temas en cuestión, tal como religioso se dirigía a teólogos de profesión y a especialistas en teolo-
se pueden encontrar en la fe divina y católica o en la doctrina católica; gía de las religiones, y por ello había tenido que entrar en debates deta-
después pasa a confutar doctrinas y opiniones que contrastarían con la llados, que un público más amplio no necesita para captar el tema prin-
fe o con la enseñanza de la Iglesia. Como se afirma explícitamente en cipal del libro y que tampoco es capaz de seguir. El nuevo libro, a fin
una nota, «a la hora de evaluar la obra del P. J. Dupuis, la presente de ofrecer un texto más legible para muchos, ha omitido deliberada-
Notificación se inspira en los principios indicados en la Declaración mente algunas discusiones sutiles, ha reducido las notas al mínimo
necesario y ha dado una orientación más pastoral a toda la exposición.
Ha sido esta nueva orientación la que ha sugerido no sobrecargar el
1. Texto latino oficial publicado en kAS 92/10 (2000), pp. 742-765. Trad. cast. en nuevo texto iniciando largos debates con los dos documentos recientes
Ecclesia 3.014 (2000), pp. 1.416-1.426. de la Congregación para la doctrina de la fe. Ha parecido preferible
2. Se trata de Verso una teología cristiana del pluralismo religioso, Queriniana, mantener el texto del libro tal como fue escrito originariamente.
Brescia 1997, 2000' (trad. cast.: Hacia una teología cristiana del pluralismo reli-
gioso, Sal Terrae, Santander 2000),
3. La Notificación fue publicada originalmente en italiano en L'Osservatore Roma-
no (27 de febrero de 2001). Trad. cast. en Ecclesia 3.040 (2001), pp. 413-414. 4. Véase ibid., p. 414, nota 1.
354 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES POST SCRIPTUM 335
Pero sería erróneo sacar la conclusión de que el contenido de los na de la fe? Es evidente que concuerda sin ninguna restricción con
dos documentos ha sido ignorado en este nuevo libro. Por ello hay que tales documentos allí donde profesan con certeza la doctrina de la le
explicar en qué sentido y de qué forma los dos documentos están de divina y católica. No puede haber disensión en el contenido de la IV,
hecho presentes por todas partes en el texto. Hay que tener en cuenta aunque haya posibles formulaciones diferentes de tal contenido cu
el hecho de que, a partir de junio de 1998, Hacia una teología del plu- diferentes contextos. Además, aunque la fe sea una, también son posi-
ralismo religioso -cuya primera edición se publicó en septiembre de bles distintas percepciones de ella, debidas a las diferentes perspecti-
1997- había sido sometido a un examen por parte de la Congregación vas con las que nos aproximamos a ella y a los diversos contextos en
para la doctrina de la fe. Por un periodo que duró casi tres años tuve los que la expresamos.
que responder a las preguntas que me dirigió la Congregación. Este
largo proceso, pese a lo fatigoso que ha resultado, me ha dado la opor- Los documentos de la Congregación hablan de la fe en una pers
tunidad de considerar más detalladamente algunos temas importantes, pectiva dogmática, basada en citas elegidas tomadas de la Sagrada
de revisar algunas posiciones, de esclarecer conceptos, de evitar ambi- Escritura, de documentos conciliares y de pronunciamientos del ma
güedades en la expresión de mi pensamiento. Los tres sustanciosos gisterio de la Iglesia. Esta aproximación, aun siendo legítima, no es
artículos escritos durante ese largo periodo -dos publicados en italiano necesariamente exclusiva. Otra perspectiva consiste en desarrollar lo
y uno en inglés-, a los que me referí en la Introducción, dan testimo- que en este libro he llamado «cristología trinitaria y pneumatológica>'.
nio de este continuo proceso de repensamiento y reformulación. Tal perspectiva tiene el mérito de subrayar las interrelaciones con el
Aunque respondían a preguntas planteadas por colegas en algunas Padre, por un lado, y con el Espíritu, por otro -interrelaciones que son
recensiones del libro y en otros estudios, publicados en diversas len- intrínsecas al misterio de Jesucristo-. Entonces el comportamiento de-
guas, y no a las preguntas formuladas por la Congregación para la doc- Dios con la humanidad a lo largo de la historia aparece de inmediato
trina de la fe -a las que no era posible hacer referencia en un escrito como trinitario y cristológico. Esta aproximación combina también un
dirigido al público-, resulta claro que las respuestas contenidas en los método a posteriori inductivo con un método a priori deductivo, pro-
mencionados artículos respondían a ambos interlocutores. Esto no fesando así una referencia explícita a la realidad concreta del pluralis-
debe sorprender, porque tanto los teólogos colegas como la Congrega- mo religioso defacto existente. La tarea de la teología en este contex-
ción con frecuencia se referían a los mismos problemas y formulaban to consiste en preguntarse si el pluralismo religioso, que caracteriza
dudas o temores semejantes. Los artículos, que respondían explícita- nuestro mundo presente, puede tener o no un significado positivo en el
mente a los teólogos, tenían implícitamente presente también a la único plan salvífico de Dios para la humanidad. Es decir, si la fe cris-
Congregación. Así pues, puedo decir que he mantenido durante casi tiana en Jesucristo, salvador universal de la humanidad, es compatible
tres años un continuo proceso de repensamiento y reformulación de las con la afirmación de un papel positivo de otras tradiciones religiosas
ideas contenidas en el primer libro, sin dejar de referirme a preguntas en el misterio de la salvación de sus seguidores.
previas, independientemente de quién me las hubiera dirigido. No es posible ignorar el hecho de que algunas posiciones del libro
Así pues, este libro, comparado con el anterior, tiene a mi juicio el o no coinciden bajo todos los aspectos con las expresadas en los docu-
mérito de esclarecer ideas a la luz de prolongados debates, evitar algu- mentos o enuncian la doctrina de un modo diverso. No obstante, en él
nas ambigüedades que no estaban completamente ausentes en el ante- se ha hecho un esfuerzo para aclarar las divergencias y para demostrar
rior, consolidar el fundamento de algunas afirmaciones en la revelación qué razones parecen justificar el mantenimiento de un modo diverso de
y tradición cristiana, y ofrecer ulteriores explicaciones allí donde algu- expresar la doctrina, disipando así los malentendidos y las interpreta-
nas doctrinas podían haber dado la impresión de no estar teológica- ciones erróneas, que a veces había provocado el libro anterior. Es obvio
mente fundadas en una medida suficiente. Todo esto tenía que ser com- que las divergencias no implican nunca una diferencia en el contenido
binado y ha sido combinado con la deliberada intención de estar abier- de la fe, sino únicamente una distinta percepción de la misma fe en un
to al gran público y orientado pastoralmente. contexto diverso. Tales divergencias son propuestas en un espíritu de
¿De qué modo el nuevo libro tiene en cuenta, por tanto, el conteni- constructiva fidelidad a la revelación de Cristo y a la autoridad doctri-
do de los dos recientes documentos de la Congregación para la doctri- nal de la Iglesia.
356 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES POST SCRIPTUM 357

Soy consciente de que he sugerido lo que he llamado un «salto cua- expresados por ella, de reproducir y practicar en su propia vida la apro-
litativo», que abriría nuevos horizontes en lo que hoy sigue siendo la ximación divina en el diálogo de la salvación- haría bien en abstener-
enseñanza oficial del magisterio de la Iglesia, aunque he pensado y se de toda forma de propuesta de la fe cristiana que pueda implicar
pienso que estos nuevos horizontes están profundamente arraigados en valoraciones insensibles o exclusivistas de los «otros». Semejante
la tradición viva de la Iglesia y se construyen sobre su base. Estaba y aproximación en la «defensa» de la fe sólo puede ser contraproducen-
estoy convencido de que la enseñanza oficial de la Iglesia no pretende te, pues la presenta con un «rostro» que es restrictivo y estrecho. Estoy
fijar límites rígidos y férreos, más allá de los cuales no puede aventu- convencido de que una aproximación más positiva y una actitud más
rarse la investigación teológica, sino que, a la vez que determina con abierta que las que se siguen adoptando todavía hoy con bastante fre-
autoridad lo que es doctrina de fe, traza líneas que sirvan de guía e cuencia consolidarían -con la condición de que estén teológicamente
indica puntos de referencia en relación con los cuales la teología puede bien fundamentadas- la credibilidad de la fe cristiana y ayudarían a los
pensar y reflexionar de nuevo sobre el misterio divino e inefable. Tal mismos cristianos a descubrir en el mensaje cristiano nuevas dimen-
misterio ha sido revelado progresivamente a la humanidad a lo largo de siones y una nueva profundidad.
la historia y «en estos últimos tiempos» ha sido «plenamente revelado»
en Jesucristo. El resultado es lo que he llamado un «pluralismo inclu-
sivo», el cual, aunque no tiene nada en común con el paradigma plura-
lista de los teólogos «pluralistas», trata de mostrar cómo la fe y la doc-
trina cristiana pueden combinar la afirmación de fe de la unicidad de
Jesucristo como salvador universal con la concepción teológica que
reconoce que las otras tradiciones religiosas tienen un papel y un sig-
nificado positivo en el plan divino para la humanidad. Una vez más
someto mis esfuerzos y mis propuestas a la consideración de mis cole-
gas teólogos y al juicio de la autoridad doctrinal de la Iglesia.
Es indudable que en el proceso de encuentro y de inicio del diálo-
go con las otras tradiciones religiosas hay que preservar la identidad
cristiana en su integridad. No hay diálogo en el vacío o en un continuo
cambio de las convicciones religiosas personales. Pero la sincera afir-
mación de la identidad cristiana no comporta necesariamente afirma-
ciones exclusivistas, que niegan a priori todo significado positivo -en
el eterno designio divino en favor de la humanidad- asignado por Dios
mismo a otras tradiciones. Afirmaciones absolutas y exclusivas sobre
Cristo y sobre el cristianismo, que reivindicaran la posesión exclusiva
de la automanifestación de Dios o de los medios de salvación, defor-
marían y contradirían el mensaje cristiano y la imagen cristiana. Nues-
tro único Dios es «tres», y la comunión-en-la-diferencia, que caracte-
riza la vida íntima de Dios, es refleja y obra en el único plan que Padre,
Hijo y Espíritu Santo han ideado para su relación con la humanidad en
la revelación y en la salvación. Por ello la pluralidad de las religiones
encuentra su última fuente en un Dios que es amor y comunicación.
Para concluir puedo expresar una vez más la convicción con la que
he puesto fin al libro. Estoy profundamente convencido de que la
Iglesia docente -en sintonía coiiel deseo y la pretensión, muchas veces
ÍNDICE ONOMÁSTICO 359

Dupuis, J., 12, 13, 15, 77, 78, 27, 28, Iammarrone, G., 44, 235
44,104,112,133,139,140,159, Ireneo de Lyon, 124, 153-154, 209,
243, 263, 274, 280, 309, 352 212-215, 216, 217, 225, 249,
Duquoc, Ch., 246, 248 250, 251, 264, 292

Eliade, M., 757, 152 Jeremías, J., 46, 47


índice onomástico Ellacuría, I., 297 Johnson, E.A., 252
Epiménides, 64 Juan Pablo n, 12, 30, 107-113, 156,
Etchegaray, R., 323 161-162, 189, 231, 236, 274,
Todos los números se refieren a las correspondientes páginas. Eusebio de Cesárea, 77, 218 283, 284, 288, 305, 307, 322,
Los números en cursiva remiten las notas a pie de página, al Evdokimov, R, 251 326-327,332,334,335,351
Prólogo o al Post scriptum. En el presente índice no se inclu- Jüngel, E., 163
yen los personajes y autores bíblicos. Feiner, J., 62,150,155,164,167 Justino, 179, 209-212, 216, 224
Feuillet, A., 204
Filón de Alejandría, 217 King, U., 85
Abeyasingha, N., 262 Cerfaux, L., 273 Fisher, N.F., 44 Knitter, P F , 102, 727, 122, 123,124,
Abhishiktánanda (H. Le Saux), 308 Cipriano de Cartago, 280 Flender, H., 69 125, 126, 238-239, 310, 312, 317
Agustín de Hipona, 178, 190, 271 Clarke.A.D., 117 Francisco de Asís, 339 Kraemer, H., 116
Amalorpavadass, D.S., 181, 196 Clemente de Alejandría, 209, 215- Frank, H., 320 Küng, H., 727, 235, 264, 325
Ambrosiaster, 193 219 Fredericks, J.L., 130 Kuschel, K.-J., 77?, 244, 245, 335,
Arato, poeta griego, 64 Cobb, J.B., 119, 128,138, 317, 318 Fríes, H., 767 336, 340
Arevalo, C.G., 150, 276, 277 Congar, Y., 124, 140, 251, 281, 291, Fulgencio de Ruspe, 280
Arjuna, príncipe, 341 293 Füllenbach, J., 44 Labbé,Y, 331, 340,342
Arnaldez, R.S., 174, 335 Coward, H., 115, 318 Latourelle, R., 273
Croatto, J., 241 Gandhi, M.K., 24 Leenhardt, F.J., 141
Barnes, M., 129, 141 Cullmann, O., 145, 273 Geffré, Cl., 28, 193, 206, 207, 247, Legrand, L., 46, 47, 63, 64
Barth, K., 27, 77, 114, 116, 117, 146, 311,336 Léon-Dufour, X., 203-204, 207
231 Gelpi, G.L., 252 Limet, U., 176
Beasley-Murray, G.R., 44 D'Costa, G., 135, 258 Gesché, A., 232 Lohfink, N., 158, 332
Bernhardt, R., 231, 239 D'Lima, E., 208 Gispert-Sauch, G., 63 Lohrer, M., 62,150,155,164,167
Boespflug, E., 331, 340, 342 Daniélou, J., 79-83, 90, 147, 181, Gonsalves, M., 208 Lossky.V., 251,252
Boismard, M.-E., 204 210,211,272 Grasso, S., 37
Bonifacio vm, 280 Darlap, A., 750 Gregorio Nacianceno, 340, 341 Mahoma, 174, 175, 182
Borrmans, M., 334 De Halleux, A., 252 Grelot, R, 63, 234, 235 Manning, T., 292
Brown, R., 203 De Lubac, H., 79, 82-86, 90 Griffiths, B., 152, 155, 756, 178 Maurier, H., 103
Brunner, E., 117 De Montcheuil, Y., 273 Guillet, J., 43, 50 Mejía, J.M., 323
Buda (Siddharta Gautama), 179, 207, De la Potterie, I., 790 Michel, T., 335
216,225,267,317 Hegel, G.W.F., 231 Molari, C , 124
Bühlmann, W., 755, 172, 338 Della Casa, C , 340 Heim, S.M., 254 Moltmann, J., 145
Burrows, W.R., 112, 309 Denzinger, H., 777, 757, 205, 280- Henry, A.-M., 103 Mollat, D., 204
Burtt, E.A., 267 282, 286 Heráclito, 210 Mouroux, J., 163
DiNoia,J.A., 129, 7J0, 169 Hick.J., 119-120,121, 122,124,132, Murray, R., 753
Canobbio, G., 286 Dulles.A., 168, 179 770,238,243,244,254,577
Cassirer, E., 151 Dupont, J., 59, 63, 204 Hünermann, R, 777, 757, 205 Neher, A., 181
360 EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES

Netland, H.A., 117 Schlosser, J., 44


Nicolás de Cusa, 247 Schnackenburg, R., 44, 204, 244
Nissiotis, N.A., 140,141 Schwóbel, Ch., 258
Senécal, B., 207
O'Collins, G., 37,168, 190 Sénior, D., 39, 40
O'Leary, J.S., 269 Sobrino, J., 278
Odasso, G., 41, 58,59, 60, 61,62,63, Sócrates, 210, 225
65, 75, 200, 207, 329 Song, C.S., 44, 47,48, 49,50, 51, 54,
Ogden, S.M., 119 55, 63, 67, 69, 70 •
Starkey, R, 264, 266, 267
Panikkar, R., 82, 86, 90-94,128,240, Stockwell, E.L., 117
314,5/5,318 Stoeckle, B., 62, 755
Pannenberg, W., 145,146 Stuhlmueller, C , 39, 40
Pablo vi, 13, 105-107, 110, 113,299, Sullivan, F.A., 273, 280, 290
300, 305, 340 Swidler, L., 727, 123
Pascal, B., 87, 170
Pathil, K., 128, 255 Teilhard de Chardin, R, 84-85
Pathrapankal, J., 169 Tertuliano de Cartago, 77
Perrin, N., 44 Theisen, J.P., 296, 297
Pieris,A., 124, 128,316-317 Thils, G., 168
Pío XII, 114, 117, 272, 281, 283,287 Tillich, R, 119,231,247,338
Platón, 210 Tomás de Aquino, 11, 20, 178, 193
Toynbee, A., 117
Race, A., 115 Tracy, D., 729
Raguin, Y., 207 Troeltsch, E„ 117, 119,231
Rahner, K., 27, 65, 86-89, 91, 94,
102, 103, 120, 148, 157, 161, Van Straelen, H., 117
162-163, 164, 183, 212, 231, Veliath, D., 82
233, 244, 249, 260, 279, 287, Von Balthasar, H.U., 147, 189, 247
290, 292, 294, 296
Ratzinger, J., 9, 183, 281 Ward, K., 254
Ries, J., 176 Whaling, E, 375
Rigal, J., 284, 296 Wilfred, E, 128
Roberto Bellarmino, 287 Willis, W, 44
Robinson, J.A.T., 317 Winter, B.M., 117
Rosales, G., 150, 276, 277
Rossano, P., 200 Zaehner, R.C., 182
Russo,A., 150, 151, 160,161 Zago, M., 323
Zapelena, T., 273
Sartori, L., 11-16 Zenger,E., 160, 332
Schillebeeckx, E., 247, 248, 29í Zoroastro (Zaratustra), 182

You might also like