MATERIA: PLANEAMIENTO Y EVALUACIÓN DE LA EDUCACIÓN
Equipo docente:
Prof. Titular colaboradora del Dpto. de Pol y
Gestión: Dra. Lucía B. García Prof.
Titular: Mgter. Ma. Cecilia Di Marco JTP Lic. Ma.
Laura Bianchini Pensar la Planificación En argentina, vale considerar la reciente creación en el Ministerio de la Nación de la Subsecretaría de Planeamiento Educativo (2007) en el marco de una reconfiguración de los ámbitos planificadores nacionales de una nueva dependencia nacional de Planificación Federal, creada en 2003. Este nuevo carácter que toma el planificador, podría considerarse contracara del período anterior de reformas y ajustes. Esta tradición planificadora, iniciada en la primera mitad del siglo pasado, con los planes quinquenales peronistas, y desarrollada regionalmente una década después, a partir del impulso desarrollista, en el marco de la Alianza para el Progreso y la presencia de organismos regionales como la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), responde a lo que se caracteriza como una articulación político-administrativa burocrática, tanto del aparato estatal en general, como del aparato educativo en particular.(Alonso Brá, 2008). Es sobre estas nuevas lógicas y sentidos que se lanzan las políticas reformistas de los años 90, construyendo un nuevo escenario estatal, orientado por sentidos muy opuestos como por ejemplo flexibilidad, diversificación entre otros. La crisis de 2002 conllevo cambios importantes. Entre otras cuestiones, un clima favorable respecto de “restaurar” aquello perdido por el neoliberalismo. Aunque previamente sobre fines de los años 90, internacionalmente ya estaba presente la controversia sobre el período “de ajustes” y una nueva valoración positiva del Estado y de formas “burocráticas” previas. Entre ellas, su capacidad de intervención, regulación, previsión, etc. respecto de la concreción de proyectos de desarrollo. Es así que también en el campo educativo la planificación se presenta como una inquietud intelectual y profesional vigente. Planificación, Estado y Políticas públicas La planificación guarda relación con el estudio de lo estatal, una modalidad particular de intervención político-administrativa que supone la necesidad de un sujeto específico (que la lleva adelante). El planificador, una figura que no se ajusta exactamente a los parámetros previos ni de representante político, ni de funcionario administrador. Más bien se configura a partir de la relación de ambos como sujeto técnico-político. Este tipo de figuras aparecen según el autor a partir de las primeras décadas del siglo XX, con protagonismo en las instituciones estatales, particularmente de la crisis del 29 en adelante, con sociedades que requerían gobiernos capaces de administrar “la cuestión social”. Sin embargo, en términos conceptuales, la noción de planificación conlleva cierta especificación respecto de las nociones de Estado, política pública y aparato estatal, una forma particular de construcción de política que es posible delimitar en el tiempo y en el espacio. Las nociones previas de Estado y política, en cambio, parecen suponer una referencia más permanente en el tiempo con el período capitalista, más allá de sus diferentes ciclos, etapas y diversidad de formas que adopta. Esta manera particular de construcción de políticas, tal como consideramos aquí a la planificación, tiene como característica, como destino de las sociedades modernas, en cuyo centro está la dimensión económica de lo social, es decir la planificación centralizada de la economía como las primeras formas de Estado de bienestar en el capitalismo. Esta emergencia de lo económico, supone una ruptura respecto de la centralidad que hasta entonces tenía el campo jurídico para los asuntos de Estado. La planificación entre lo Técnico y lo Político Así es como aparecerá en el aparato estatal, y de la mano de la planificación, la figura del “experto”: aquel sujeto portador de un conocimiento específico capaz de producir a través de él una nueva ingeniería social. Esta nuevo predominio del saber económico, se torna valiosa para un nuevo gobernar, es un saber configurado en la racionalidad técnica, propiamente instrumental. Que se despliega en el estudio y análisis de variables macroeconómicas. Por lo tanto, la planificación es una actividad estatal que está sostenida en supuestos tales como medios-fines. Así, este nuevo sentido realmente de lo técnico, supone la posibilidad de ejercer un control La tecnología como expresión acabada de las sociedades industriales En este universo es que surge el planificador. En definitiva, se presenta como el agente estatal que, gracias a su experticia es capaz de transformar un proyecto político en realidad. La Planificación en Educación Para el campo educativo, el desarrollo de la planificación con todas las características mencionadas expone el conjunto de supuestos, concepciones y controversias respecto de la relación educación -desarrollo Es decir, una concepción donde la mejora (social o educativa) siempre parte de este plano económico o sea, desde esta perspectiva, el crecimiento económico conlleva necesariamente la modernización cultural. En cualquier caso, para el campo educativo la planificación se presenta como una intervención político administrativa, donde su definición/diseño “racional”, propiamente técnico desde el conocimiento especializado, es determinante; y donde aquel otro plano de la dinámica político-social efectiva queda relativamente relegado, desdibujado (De Mattos, 1987). Históricamente, las primeras estructuras de planificación educativa guardaban un papel subsidiario respecto de la planificación económica, la modalidad preponderante de planificación. Ejercicios de tratamiento de datos cuantitativos, estadísticos, sobre la disponibilidad de técnicos y profesionales en diferentes áreas, constituyen la modalidad inaugural de planificación educativa (Fernández Lamarra, 2006). Es decir, lo educativo es un medio o insumo para el desarrollo económico para una “calificación especializada”, posibilitando una producción industrial de subsectores más complejos y avanza en los años 60, postula una correlación positiva entre calificación y productividad/ rentabilidad, considerando a la primera, entonces, en términos de un capital “intangible”. Por lo tanto, desde este tipo de perspectivas, dada la calificación del personal en determinados procesos de producción, es posible establecer una tasa de retorno (la incidencia de esa calificación como cualquier otro capital en juego), respecto de la rentabilidad obtenida. En resumen, la centralidad de la racionalidad técnica de la dimensión económica, y de una lógica de progreso social, serán rasgos adicionales de la planificación que se expresarán en la planificación educativa en sus principales características: - Sujeta a favorecer el desarrollo económico (como motor del desarrollo social), a través de la formación de Recursos Humanos (RRHH), respecto de una especialización técnica de la producción que requiere profesionales en estas áreas. La planificación en el universo post- burocrático Las áreas de planeamiento y de planeamiento educativo son propias de un patrón de regulación burocrático del aparato estatal. Suponen una actividad planificadora concentrada en un área específica de la estructura. Esas oficinas definen y regulan de forma normativa a través de los planes, sus programaciones y diversos documentos Las áreas de planeamiento en las estructuras educativas mantuvieron vigencia aún después de los procesos de ajuste y Reforma de los años 90, bajo la nueva regulación post-burocrática. Esto ocurrió porque las jurisdicciones continuaron la responsabilidad respecto al funcionamiento de las escuelas. En términos nacionales, en cambio, con el proceso reformista, la planificación educativa desapareció (como en cualquier otro ámbito de gestión pública) porque, en sentido estricto, perdió su razón de ser. El ajuste estructural de las políticas neoliberales nunca supuso una mejora sobre una situación pre-existente, sino una transformación radical- del Estado, de su naturaleza, de su rol, del sentido de la educación pública, etc., en concordancia con los cambios producidos a nivel global, particularmente en términos económicos. En esta estructura reformista, se produce una activa construcción post-burocrática de lo estatal que sigue lineamientos inversos a los que caracterizan un escenario burocrático: la descentralización del sistema, una organización centrifugada hacia las instituciones escolares y un conjunto de intervenciones de política específicas, particulares o focalizadas, en términos de tiempos, beneficiarios, contenidos y financiamiento. Una discontinuidad propia que dejaba sin sentido la naturaleza de una intervención político- administrativa planificada; es decir, universal. De alguna manera, estas nuevas formas de planificación, consideradas de aquí en más en nuevos términos de planeamiento, incorporan todas las críticas que se habían acumulado respecto de su carácter rígido, autoritario, que habitaba lo político a partir de enfatizar lo técnico, etc., pero con la finalidad de establecer una nueva normalidad de gestión, asimilable a la nueva gerencia (empresarial). Así el planeamiento sólo podrá permanecer como dimensión de la gestión y por lo tanto ser variable, flexible, desarrollado desde unidades pequeñas y no específicas y con alcances (de previsión) mucho más acotados en el tiempo y los destinatarios. En años más recientes, se abre una nueva etapa con gestos evidentes de las políticas nacionales respecto una recuperación del aparato y las instituciones estatales puestas fuertemente en cuestión (y reconfiguradas totalmente) en el período neoliberal previo. Es decir, esta nueva etapa puede considerarse caracterizada por la “recuperación” de aspectos burocráticos –en el sentido weberiano– (en general, como tendencia común de los gobiernos “progresistas” de la región) con nuevas creaciones institucionales en esta dirección. Así, en Argentina, para este período, fue creada formalmente un área de planificación educativa a nivel nacional, agregando ámbitos de sistematización de información hasta entonces directamente ligados a las nuevas prácticas de evaluación que se introdujeron con las políticas reformistas. Esta re-emergencia de la planificación en la política nacional se produce combinando de forma variable aquel sentido burocrático original de la planificación con las nuevas formas de regulación sobre ámbitos, contenidos, sujetos, lógicas y espacios educativos profundamente diversos. Tendencias todas del proceso reformista de los años 90, en tanto proceso activo de “desburocratización” del sistema educativo propio de esas tendencias neoliberales de la época. Bibliografía:
ALONSO BRÁ, M. “La planificación en el campo educativo. Algunas de sus condiciones de
producción”. En Revista Ciencia, Cultura y Sociedad. Vol. 3. Nº 1 enero-junio 2015 (p.p. 16 -26).