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Fallo N° 27 de fecha 17/04/2006

Tipo de Fallo: SENTENCIA


Tribunal Emisor: TRIBUNAL SUPERIOR
Fuero: PENAL

Título Principal: HOMICIDIO CON ALEVOSÍA (ARTÍCULO 80 INCISO 2º CÓDIGO


PENAL) - REQUISITOS OBJETIVOS Y SUBJETIVOS DE DICHA AGRAVANTE.

PARTES INTERVINIENTES EN EL FALLO


Actor: SALVAY, DANIEL ARNALDO
Demandado:
Objeto: P.S.A. HOMICIDIO CALIFICADO – RECURSO DE CASACIÓN

Firmantes:
CAFURE DE BATTISTELLI
TARDITTI
BLANC DE ARABEL

Materias:
PENAL

REFERENCIAS
Referencias Jurisprudenciales: -------------------------
Referencias Normativas: CP 000000 0000 80 2do

Sumario:La alevosía, en cuanto circunstancia agravante del homicidio (art. 80 inc. 2


C.P.), exige objetivamente una víctima que no esté en condiciones de defenderse, o
una agresión no advertida por la víctima capaz y en condiciones de hacerlo. Y
subjetivamente, que es donde reside su esencia, requiere una acción preordenada
para matar sin peligro para la persona del autor, proveniente de la reacción de la
víctima o de un tercero. La incapacidad o la inadvertencia de la víctima puede ser
provocada por el autor o simplemente aprovechada por él.

Texto: SENTENCIA NUMERO: VEINTISIETE En la Ciudad de Córdoba, a los


diecisiete días del mes de abril de dos mil seis, siendo las once horas, se constituyó en
audiencia pública la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, presidida por la
señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, con asistencia de las señoras
Vocales doctoras Aída Tarditti y María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, a los fines
de dictar sentencia en los autos "SALVAY, Daniel Arnaldo p.s.a. Homicidio calificado –
Recurso de casación-” (Expte. "S”, 42/04), con motivo del recurso de casación
interpuesto por el Fiscal de Cámara de Bell Ville, Dr. Telmo Alejandro López Lema, en
contra de la Sentencia número quince, de fecha veintiuno de mayo de dos mil cuatro,
dictada por la Cámara en lo Criminal de Bell Ville. Abierto el acto por la Sra. Presidente
se informa que las cuestiones a resolver son las siguientes: 1°) ¿Es nula la resolución
impugnada por haber omitido valorar elementos probatorios de valor decisivo para
tener por acreditada la figura agravada del homicidio por alevosía? 2º) ¿Ha vulnerado
el fallo impugnado el principio lógico de no contradicción respecto del mismo extremo?
3°) ¿Qué solución corresponde dictar? Las señoras Vocales emitirán sus votos en el
siguiente orden: Dras. María Esther Cafure de Battistelli, Aída Tarditti y María de las
Mercedes Blanc G. de Arabel. A LA PRIMERA Y SEGUNDA CUESTIONES: La señora
Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo: I. Por Sentencia n° 15, de fecha
21 de mayo de 2004, dictada por la Cámara en lo Criminal de Bell Ville, resolvió, en lo
que aquí interesa: “I) Declarar a DANIEL ARNALDO SALVAY, ya filiado, autor
penalmente responsable de los delitos de homicidio simple (arts. 45 y 79 del C.P.) –un
hecho, nominado primero-; de Amenazas simples (arts. 45 y 149 bis -1er párrafo, 1er.
supuesto- del C.P-) un hecho, denominado segundo-, y de Encubrimiento (arts. 45,
277, 1 inc. “c” del C.P.) –un hecho, nominado tercero-, todo en concurso real (art. 55
del C.P.) por los que viniera requerido en el requerimiento de citación a juicio a fs.
609/639 y condenarlo a la pena de veinte años de prisión, accesorias legales y costas
(arts. 410, 412, 550 y 551 del C.P.P. y 9, 12, 40 y 41 del C.P)...” (fs. 753 vta.). II.
Contra dicho pronunciamiento, interpone recurso de casación el Sr. Fiscal de Cámara
de Bell Ville, Dr. Telmo Alejandro López Lema (fs. 756/762). 1. Primera cuestión: con
sustento en el vicio formal de casación (art. 468 inc. 2° del Código Procesal Penal),
denuncia la nulidad absoluta de la sentencia, en términos de los artículos 185 inc. 2° y
186 del C.P.P., por defectos de fundamentación lógica y legal (arts. 155, de la Const.
Prov. y 18, de la Const. Nac.), que afectan la debida intervención del Ministerio Público
Fiscal en el proceso (art. 185, inc. 2° del C.P.P.). A juicio del recurrente, el
sentenciante, al emitir conclusiones dubitativas sobre el lugar y mecánica del hecho,
incurre en el vicio de fundamentación omisiva y contradictoria, cuestionamientos éstos
que son los únicos permitidos por el estándar de revisión casatoria. Cita
Jurisprudencia del T.S.J., Sala Penal, recaída en “Nieva”, A. n° 114, 1/7/97, “Bona”, S.
n° 109, 11/12/00. Bajo el rótulo de falta de fundamentación (art. 413, inc. 4° del
C.P.P.), y tras reproducir la parte pertinente de la sentencia (fs. 40), concluye que el
Tribunal ha procurado fundar su duda acerca del lugar en que la víctima fue muerta,
en la ausencia de rastros de violencia tanto en su vivienda, como en el vehículo de
Santiago Daniel Usategui. Con respecto a la vivienda del imputado, si bien tuvo por
cierto que el propio Salvay reconoció haber limpiado las manchas de sangre en ese
lugar, circunstancia ésta que lo sindicaría como autor del homicidio de Carmen
Adriana Villafañe de Porporatto, no obstante arriba al estado de duda sobre el sitio
donde tuvo lugar el hecho. En consecuencia, infiere, la sentencia impugnada omite
valorar elementos probatorios pertinentes y decisivos para determinar el lugar donde
ocurrió el suceso que se juzga. Alude puntualmente a los testimonios de Marcelo
Fabián Porporato y Miguel Angel Besso, que coincidieron en la franja horaria,
aproximadamente a la medianoche, en la que vieron estacionado el automóvil Fiat
Palio, de Santiago Daniel Usategui (a cargo de Daniel Arnaldo Salvay), frente a la casa
de la víctima. La testigo Alicia Beatriz Jozami, entre las 00:15 y 00:20,
aproximadamente, esto es quince minutos después –añade-, lo vio estacionado en la
subida donde se encuentra la entrada de la casa del imputado Daniel Arnaldo Salvay.
Por último, según el testimonio de César Domingo Sappei, siendo aproximadamente
las 00.30 hs., media hora más tarde de la que lo viera Alicia Jozami, el vehículo estaba
estacionado sobre una subida que da al frente de la casa de Daniel Arnaldo Salvay,
esto es en el mismo lugar donde lo divisara Jozami –repara el recurrente-. El imputado
Salvay, al declarar en el debate, reconoce que cuando llegaron los Sappei a su casa, o
sea a las 00:30 horas, corrió el cuerpo de la víctima hacia el pasillo con la finalidad de
ocultarla. Del repaso de los testimonios surge, deriva el recurrente, que Salvay fue
visto a las 00:00 horas, del día en que se cometió el hecho, estacionado al frente de su
propia vivienda y entre las 00:15 y las 00:30 hs., detenido en frente a la casa de la
víctima. Salvay reconoció que corrió el cuerpo de la víctima, -destaca-, para que no lo
vieran los Sappei, que según ellos testificaron, llegaron entre las 00:15 y las 00:30 hs.
Esboza a continuación que el impetrante se ha limitado a transcribir las declaraciones
de los testigos mencionados, pero omite valorarlos como pertinentes y decisivos, en
oportunidad de superar la duda sobre el lugar donde fue cometido el hecho. A los
mismos efectos, denuncia la omisión de valoración del acta de secuestro de la llave de
la vivienda de la víctima (fs. 81), incorporada por su lectura, de la cual surge que fue
encontrada en un terreno baldío colindante con la casa del condenado Daniel Arnaldo
Salvay; como así también objeta la falta de mérito de la conclusión pericial que
dictaminó que se dio muerte a la víctima, con un caño y piedras (conforme declaración
de Salvay, de procedencia de su propia casa), elementos que fueron enterrados por el
imputado, conjuntamente con la víctima. A continuación, abunda en argumentos
tendientes a sustentar la denuncia de fundamentación omisiva, al no haberse meritado
prueba de valor dirimente, tendiente a probar que la víctima fue ultimada en su
domicilio, circunstancia fáctica que reviste importancia decisiva, en orden a la
pretendida calificación de homicidio calificado por alevosía (art. 80, inc. 2°, segundo
supuesto, del C.P.P.). Ello es así, fundamenta, porque la misma conduce a la
consecuencia inexorable de que el imputado, previo asegurarse que, Carmen Adriana
Villafañe de Porporatto, se encontraba sola (conforme quedara fijado el hecho),
concurrió a su domicilio, con el automotor que había pedido momentos antes y allí,
mediante algún engaño que ocultara su intención homicida, llevó a su suegra hasta su
domicilio en dicho automotor, con la finalidad de colocarla en un estado de total
indefensión y proceder a matarla, golpeándola con el caño y las piedras, desde atrás.
A modo de colofón, se agravia de la fundamentación omisiva y contradictoria de la
sentencia, que conduce a la cuestionada calificación de homicidio simple, desechando
la circunstancia agravante del homicidio calificado por alevosía. 2. Segunda cuestión:
bajo el rótulo, ahora, de fundamentación contradictoria (art. 413, inc. 4° del C.P.P.) y
luego de transcribir el razonamiento sentencial en orden a la mecánica del hecho,
postulando que no existieron elementos probatorios conducentes a determinar, con el
grado de certeza requerido, que el autor haya actuado en forma premeditada y con
alevosía sorprendiéndola de atrás, resulta contradictorio con lo que el sentenciante
sostuviera a fs. 26, según el testimonio de Gerardo Rubén Tubello, prestado a fs.
34/35, ratificado a fs. 442 y oralizado en el debate, que el imputado pasó a las cabinas
telefónicas y efectuó llamadas (cuyo ticket obra a fs. 37 y 38) al teléfono de los padres
de Ricardo Pedro Porporatto (cfr. informativa de fs. 446), para determinar que a esa
hora, éste se encontraba allí, asegurándose de esta manera que Carmen Adriana de
Porporato se encontraba sola en su domicilio, lo cual es inherente a un frío proceso
deliberativo propio del hecho premeditado. Cita doctrina (fs. 759 vta.). De la
confrontación de estas dos conclusiones contrapuestas, se evidencia la contradicción
invocada, asevera y es motivo de la nulidad que solicita, al amparo del art. 413 inc. 4°
del C.P.P.. Encuentra configurado idéntico vicio, que surge entre la conclusión
dubitativa del sentenciante, al no existir elementos probatorios en autos que le
permitan concluir, con la certeza requerida, que el autor haya actuado con alevosía
sorprendiéndola de atrás y la fijación del hecho, en estos términos: “posiblemente,
valiéndose de un caño le aplicó a Carmen Villafañe de Porporato, desde atrás, un
golpe en la parte posterior de la cabeza”. Explicita su agravio, cuestionando que a fs.
42 el sentenciante no tiene certeza de que el autor haya actuado con alevosía
sorprendiéndola de atrás, y luego a fs. 48, al fijar el hecho que estimó acreditado,
concluye en forma contradictoria. III. Por dictamen P-n° 555, el Sr. Fiscal General
Adjunto de la Provincia, mantiene el recurso deducido (fs. 772/774). IV. En orden a lo
que aquí es objeto de examen, la sentencia exhibe las siguientes constancias: 1.
Como primer hecho, se atribuyó a Salvay el siguiente: “...En la localidad de Pascanas,
entre las veintitrés y treinta horas del día tres de enero de dos mil tres y la una hora
con cinco minutos del día cuatro de enero de dos mil tres, el imputado Daniel Arnaldo
Salvay, previo asegurarse que su suegra Carmen Adriana Villafañe de Porporato se
encontraba sola, concurrió al domicilio sito en calle General Paz n° 383, arribando al
mismo a bordo del automotor marca Fiat, modelo Palio, dominio DCQ 230, que
momentos antes le había sido prestado por su propietario Santiago Daniel Usategui y
mediante algún tipo de engaño y con la intención de quitarle la vida a la nombrada
habría logrado trasladar a la Villafañe de Porporato desde ese lugar hasta su vivienda,
sita en calle Maipú n° 221, una vez allí, habiendo logrado el imputado que la víctima se
encontrara totalmente indefensa, como así también las condiciones para actuar sobre
seguro y sin riesgo alguno para él, lugar donde el prevenido Salvay, en alguna de las
dependencias de ese domicilio, posiblemente valiéndose de un caño le aplicó a
Carmen Villafañe de Porporato, desde atrás de ella, un golpe en la parte posterior de
la cabeza, provocándole una herida cortante, de bordes netos, en sentido vertical por
detrás del vértex, posteriormente y valiéndose de un trozo de piedra o con el mismo
caño, le asestó un golpe en la parte posterior de la cabeza, por detrás de la oreja
derecha, provocándole una herida desgarrada, con gran infiltrado sanguíneo que
abarca también a la citada en primer término, con fisuras en el plano óseo subyacente
y finalmente, le asestó un tercer golpe a unos siete centímetros por detrás de la oreja
izquierda, provocándole una herida oblicua, desgarrada, ubicada a siete centímetros
por detrás de la oreja izquierda, con escaso infiltrado hemático, provocando su deceso
los traumatismos craneanos aplicados en la región posterior de la cabeza y
nombrados en primer término...” (fs. 725 vta./726). Por no estimarlos acreditados, al
fijar finalmente el hecho dado por cierto, la Cámara excluyó del relato tanto el lugar del
hecho sindicado en la acusación -la vivienda del imputado- como así también el modo
de ocurrencia del mismo -con la víctima indefensa y en condiciones de actuación
sobre seguro y sin riesgo para Salvay- (fs. 748 vta./749). Ello motivó que se enervara
la calificante de la alevosía requerida por el Ministerio Público (art. 80 inc. 2°, C.P.) y
se condenara a Salvay sólo por homicidio simple (art. 79,C.P.). 2. En orden al primer
extremo, esto es, el lugar donde Salvay dio muerte a su suegra, la Cámara tuvo en
cuenta "que el propio imputado reconoce haber limpiado las manchas de sangre
obrantes en su vivienda, la ausencia de rastros de violencia en la vivienda de la
víctima tal como lo afirman Ricardo Pedro Porporato y su hija Rosana Mabel Porporato
en sus declaraciones y el policía Mauricio Fusai al constituirse en la misma con
posterioridad a la comisión de este hecho; como así también la inexistencia de rastros
en el vehículo de Santiago Daniel Usategui hacen que no podamos aseverar el lugar
en que la misma fue muerta..." (fs. 744 vta./745). 3. Y en lo relativo a la mecánica del
hecho, la a quo valoró que "el Sr. Médico Forense... dice en primer término que 'el
ataque fue desde atrás de la víctima... que la primera y segunda herida no se
producen una detrás de la otra, porque al pegarle en el vértex la persona pierde la
conciencia y cae hacia adelante. Al producirse el primer golpe cayó al suelo. El
segundo golpe ha sido ocasionado con el cuerpo en el suelo; este segundo golpe
puede haber sido en vida o ya muerta... Los golpes se produjeron en un corto tiempo.
Al recibir el primer golpe puede haber habido una respuesta por parte de la víctima
que determine un giro con cambio de posición de la cabeza. Si la mujer hubiera
percibido que iba a ser golpeada, los antebrazos tendrían que tener algún tipo de
lesión por la posibilidad de la defensa, señalando que esto es una apreciación suya
basada en las estadísticas y distintas escuelas, hay un elevado porcentaje que dice
que la víctima intenta algo, pudo haber huído o corrido y que la golpearan de atrás, la
víctima no tiene golpes en antebrazos ni material en las uñas. Afirma que después del
primer golpe la víctima cae decúbito ventral y los otros dos golpes son decúbito
ventral'. Estos dichos no encuentran apoyatura más que en la opinión personal del
forense, por cuanto no hemos podido determinar en autos el lugar donde se produjo la
muerte de la víctima, con mayor dificultad se nos torna determinar en qué posición
estaban las partes cuando la víctima recibió los golpes y cuál fue la conducta y si hubo
o no actitud defensiva de la víctima, es más, hasta dónde podemos aseverar con las
probanzas de autos, si la víctima estaba sentada o parada o apoyada en algo, si al
primer golpe cayó y el segundo fue dado cuando la misma se encontraba en el suelo,
no existiendo elementos probatorios en autos que nos lleven a la conclusión con la
certeza requerida de que el autor haya actuado 'en forma premeditada y con alevosía
sorprendiéndola de atrás' ya que lo que aflora de toda esta valoración es un estado de
duda que debe favorecer al autor, ya que bien puede haber existido una discusión
previa entre la víctima y el autor que haya provocado el desenlace conocido..." (fs. 745
y vta.). V. Los agravios traídos a consideración por el recurrente, en la medida que
confluyen a cuestionar la fundamentación de la sentencia, en cuanto resolvió condenar
a Salvay como autor de homicidio simple (art. 79 del C.P) y descartó la alevosía en la
modalidad de su ejecución. 1. En primer lugar, es menester señalar que la
impugnación bajo análisis se dirige contra una conclusión del Tribunal de mérito,
favorable al imputado, por aplicación del principio del in dubio pro reo y que los
agravios presentados se ajustan al estrecho estándar de revisión fijado para tales
sentencias, en tanto achacan al decisorio los vicios de fundamentación omisiva y
contradictoria (T.S.J., Sala Penal, A. nº 114, 1/7/1997, “Nieva”; S. 109, 11/12/2000,
"Bona", S. n° 55, 22/6/2003, “Fassi”). 2. Ingresando ya al preciso objeto de examen,
estimo útil recordar, aunque el reproche se dirija contra la motivación fáctica del
decisorio, cuáles son los requisitos típicos sobre los cuales debe versar dicho
razonamiento. Sobre el punto, es pacífica la doctrina en señalar que la alevosía exige,
objetivamente, una víctima que no esté en condiciones de defenderse, o una agresión
no advertida por la víctima capaz y en condiciones de hacerlo. Y subjetivamente, que
es donde reside su esencia, requiere una acción preordenada para matar sin peligro
para la persona del autor, proveniente de la reacción de la víctima o de un tercero. La
incapacidad o la inadvertencia de la víctima puede ser provocada por el autor o
simplemente aprovechada por él (Conf. Núñez, Ricardo C., Derecho Penal Argentino,
Parte Especial III, Omeba, p. 37, en el mismo sentido, Creus, Carlos, “Derecho Penal”,
Parte especial, Tomo 1, 6ª, edición actualizada y ampliada, 2ª reimpresión, Astrea, Bs.
As., 1999, p. 20; Donna, Edgardo Alberto, “Derecho Penal Parte especial” Tomo I,
Rubinzal-Culzoni, Santa fe, 1999, p. 41; Soler, Sebastián, “Derecho Penal Argentino”
T.E.A., Bs. As., 1970, T. III, p. 23 y sgtes.). 3. Pues bien; contrastada la prueba reunida
con tales postulados, encuentro razón en la crítica del recurrente. a) Tanto el lugar
como el efectivo modo en que sucedió el hecho tienen íntima conexión en orden a la
configuración de la agravante del artículo 80 inc. 2° del Código Penal y es tal el motivo
por el cual efectúo un tratamiento conjunto de las dos cuestiones postuladas por el
impugnante. Ahora bien; sobre dichos extremos y más allá de los elementos de juicio
concretamente puntualizados por la sentenciante -según se transcribió supra (IV.2 y
IV.3)- conforman el cuadro convictivo las siguientes pruebas: a.1) En su declaración, el
imputado Salvay negó el hecho. En lo que aquí interesa, dijo haber encontrado -
aproximadamente a las 12 de la noche, al regresar a su domicilio por haberse
frustrado una salida nocturna- a su suegra muerta, en el suelo. Manifestó no saber qué
sucedió, agregando que acostumbra a dejar su casa abierta, sin llave. Explicó que su
primera reacción fue salir corriendo hacia el auto que había pedido prestado a Daniel
Usategui, pero como pensó que "nadie le iba a creer", regresó a la casa, tomó la
pistola para suicidarse, pero al no animarse, "tiró unos tiros por la ventana". Relató que
al llegar los Sapei, escondió el cuerpo corriéndolo hacia el pasillo, y que después
"limpió un poco la sangre y se fue a la Y.P.F. a devolver el auto a Usategui", quien lo
llevó otra vez hasta las cercanías de su casa. Al llegar a su casa, tapó el cadáver con
un mameluco, se higienizó, se cambió y se dirigió otra vez a la Y.P.F. y de allí a la
confitería, donde volvió a encontrarse con Usategui, a quien le comentó que "se iba a
pegar un tiro". Dieron un par de vueltas en el auto, Usategui lo dejó en la plaza y
Salvay regresó caminando a su casa. Sin saber qué hacer, decidió "tirarla para que no
la encontraran y no le pudieran hacer nada a él"; narró haber cargado a su suegra en
un carrito, tirándolo del mismo con el tractor. Afirmó que enterró junto al cuerpo todo lo
que se encontraba arriba del carrito, incluidas una media sombra y unas piedras
calizas que tiene en el patio de su casa (fs. 727 vta./728, 729/731 vta.). Justificó las
dos llamadas que hizo al domicilio de su suegro a la medianoche, en la intención de
avisar que "iba a sacar una caja de cambio del campo de él", al tiempo que negó
haber tenido problemas con "doña Carmen", quien pese a la separación con su hija,
seguía invitándolo a comer (fs. 728 vta./729). Señaló a un tal "Chama" Acuña como el
autor del homicidio y se excusó con su amigo Usategui, a quien no recordó haberle
dejado un mensaje amenazante en su celular (fs. 729). a.2) El Agte. Mauricio Fusai
narró que a las 9.30 del 4 de enero, se presentó en la dependencia Ricardo Pedro
Porporato, esposo de Carmen Villafañe, anoticiando que a las 23 hs. se ausentó de su
domicilio -quedando su señora allí- y que instantes después (23.15 o 23.20 hs.), al
llegar a la casa de su padre sonó dos veces el teléfono, cortándose la comunicación al
atender en ambas oportunidades. Refirió Porporato que aproximadamente a la 01.20
hs., su hija le preguntó si su esposa estaba allí y al responderle negativamente,
aquélla se retiró del lugar. Aproximadamente a las 6.15 hs. de ese día, regresó a su
domicilio, siendo atendido por su hija Rosana quien le informó que Carmen Villafañe
no había regresado en toda la noche. Indagó infructuosamente con sus suegros y en
el campo de su propiedad y volvió a la localidad a dar cuenta a la policía. Según Fusai,
Porporato le comentó que "durante esa mañana se dio cuenta de que faltaba una de
las llaves que abre la puerta de la cocina y que esa cerradura hace unos meses que
fue cambiada y las llaves de esa puerta son dos, una queda en un llavero que se halla
pegado a la puerta y otra, si alguien sale, la deja en un lugar escondida,
concretamente en una alacena que se encuentra en el garate, para que cuando
regrese algún integrante de la familia la busque allí, no encontrando la llave
mencionada en dicho lugar, presumiendo que su esposa había cerrado con llave y se
la había llevado, como si ella hubiera de regresar en un momento". Negó que la
relación entre su esposa y su yerno fuera "de las mejores", a raíz de la separación de
su hija y agregó que aquélla se había enojado mucho con Salvay por haberle éste
pegado a su hija Rosana (fs. 732/735). a.3) Rosana Mabel Porporato, hija de la occisa,
dijo haber salido de la casa a las 10 de la noche y regresado a la 1.05, hora en que su
madre ya no estaba allí. Notó que la puerta del frente y la del costado estaban con
llave, la luz del comedor y el televisor prendidos. Supuso entonces que su madre
había salido llevándose la llave consigo. Pero luego constató que la llave de la puerta
se encontraba correctamente colocada en el cerrojo de la cerradura, mientras que la
otra llave colgaba en el lugar habitual junto a la puerta, sin poder entender "cómo era
que las dos puertas estuvieran cerradas y las llaves estuvieran dentro de la misma,
desconociendo que pudiera existir un duplicado de alguna de las dos puertas de
ingreso a la vivienda". Coincidió con su padre en cuanto a la costumbre familiar de
dejar la llave escondida al salir (fs. 736 vta./737). a.4) El testimonio del policía Rubén
del Valle Farías ilustra los elementos hallados junto al cadáver de Carmen Villafañe de
Porporato: una media sombra color verde con blanco -envolviéndolo-, una bolsa de
nylon cubriéndole el rostro, un vestido celeste y blanco, un trozo de caño, una soga,
unas piedras, un par de sandalias negras (fs. 736 vta./737). a.5) El informe de autopsia
da cuenta de una herida cortante, de bordes netos, ubicada por detrás del vértex,
producida con un elemento de superficie lisa (caño, hierro, varilla, etc.); una herida
oblicua desgarrada, a 7 cmts. por detrás de la oreja izquierda; otra herida desgarrada,
por detrás de la oreja derecha. La primera y la última son "necesariamente mortales", y
fueron inferidas por distintos elementos: uno de superficie lisa, y el otro irregular
(piedra o tronco; fs. 736 y vta.). a.6) La sentenciante colige que Salvay sabía que su
víctima estaba sola. Lo hace en función de que según Rosana Porporato, el imputado
había concurrido al domicilio aproximadamente entre las 21 y 21.30 hs., oportunidad
en que aquélla le había referido que saldría a comer con su hija a una pizzería,
indicándole la hora en que lo haría (fs. 737 y vta.). Se agrega a ello el testimonio de
Gerardo Tubello y la informativa correspondiente, que acreditan que Salvay efectuó las
llamadas al domicilio de los padres de Ricardo Porporato, asegurándose que éste se
encontraba allí y no acompañando a Carmen Villafañe. a.7) Marcelo Porporato y
Miguel Angel Besso vieron el auto de Usategui estacionado en frente del domicilio de
la occisa, en la medianoche del hecho (fs. 737 vta./738). a.8) Santiago Daniel Usategui
corroboró los dichos de Rosana Porporato al mencionar haber visto a ésta y a su
amigo Salvay conversando en la puerta del domicilio de ella. Dijo también que más
tarde, al encontrarse con el encartado éste le anticipó que probablemente le pediría
prestado el vehículo para salir "porque tenía una minita", pero que le iba a confirmar
telefónicamente, cosa que así hizo aproximadamente a las 23.25 hs. Relató que
Salvay utilizó el auto por el espacio de unos 40 o 50 minutos y que al llegar lo vio con
"manchas de suciedad en los antebrazos", transpirado, desarreglado en sus cabellos y
muy nervioso (fs. 739/740). a.9) César Domingo Sapei se presentó esa noche,
aproximadamente a las 12.30 hs., en el domicilio de Salvay. Vio el coche de Usategui
estacionado y golpeó a la puerta sin ser atendido primero; al insistir, Salvay respondió
a través del ventiluz de la puerta de ingreso, dándole la impresión de que se
encontraba acompañado. Resaltó que se escuchaba muy elevado el volumen de la
radio y del televisor (fs. 740 y vta.). a.10) Enio Vasconi confirmó que al volver Salvay al
bar, se encontraba desarreglado, despeinado, transpirado y nervioso (fs. 740 vta.).
a.11) El policía Rubén del Valle Farías transmitió los dichos de Alicia Jozami, según la
cual entre las 0.15 y las 0.20 hs. escuchó una serie de disparos de arma de fuego,
provenientes de la casa de Salvay; y a levantarse vió que en dicha vivienda se
encontraba estacionado el vehículo de Usategui (fs. 740 vta./741). a.12) El menor
Juan Pablo Corti corroboró que Sapei estuvo en el domicilio de Salvay entre las 0.15 y
0.20 hs., y que allí se encontraba el Fiat Palio rojo (fs. 741). a.13) En cuanto a los
elementos con los que el imputado acometió contra su víctima, el informe de autopsia
menciona "uno de superficie lisa y el otro, de superficie irregular, tal como piedra o
tronco". Al serles exhibidos los elementos enterrados junto al cadáver, el médico
forense afirmó que tanto el caño como las tres piedras halladas reúnen las
características idóneas para causar las lesiones que presentaba Carmen Villafañe de
Porporato. Recordó además el Tribunal que una de las piedras -la de forma triangular-
exhibía una mancha de sangre, y que el caño y las piedras eran similares a sendos
objetos encontrados en el domicilio del imputado (dato corroborado por Ricardo y
Rosana Porporato; fs. 741 vta./742 vta.). a.14) En un lote baldío cercano a la casa del
imputado, se halló la llave correspondiente a la puerta de la cocina de los Porporato.
a.15) En lo atinente a la mecánica del hecho, el médico forense Martínez estimó que
"el ataque fue desde atrás de la víctima... que la primera y segunda herida no se
producen una detrás de la otra, porque al pegarle en el vértex la persona pierde la
conciencia y cae hacia delante. Al producirse el primer golpe cayó al suelo. El segundo
golpe ha sido ocasionado con el cuerpo en el suelo; este segundo golpe puede haber
sido en vida o ya muerta... Los golpes se produjeron en un corto tiempo. Al recibir el
primer golpe puede haber habido una respuesta por parte de la víctima que determine
un giro con cambio de posición de la cabeza. Si la mujer hubiera percibido que iba a
ser golpeada, los antebrazos tendrían que tener algún tipo de lesión por la posibilidad
de la defensa, señalando que esto es una apreciación suya basada en las estadísticas
y distintas escuelas, hay un elevado porcentaje que dice que la víctima intenta algo,
pudo haber huido o corrido y que la golpearan de atrás, la víctima no tiene golpes en
antebrazos ni material en las uñas..." (fs. 745 y vta.). b) Pues bien; el marco convictivo
arriba reseñado arroja diversos indicios que debieron valorarse en conjunto a los fines
de determinar el lugar en el que Carmen Villafañe fue muerta y las circunstancias en
que ello ocurrió. b.1) Surge de la sentencia que el a quo acepta: que el imputado
limpió las manchas de sangre obrantes en su vivienda, la ausencia de rastros de
violencia en la morada de la víctima, la inexistencia de rastros de violencia en el auto;
en base a estos indicios, concluye que no puede aseverarse el lugar en que Carmen
Villafañe fue ultimada (fs. 745, y al fijar el hecho indica como lugares posibles "el
domicilio del imputado, de la víctima, dentro del auto o en la calle" (fs. 746). Aparece
evidente que el análisis de los indicios fue parcial, pues no tuvo en cuenta el lapso
transcurrido desde que Salvay buscó a la víctima en su casa, el traslado en el vehículo
que no tiene signos de violencia, el cadáver sangrante en la vivienda de aquél, el
enterramiento del cuerpo en otro lugar con los elementos que había causado la muerte
y que son similares a otros que se encuentran en la casa del imputado, la conducta
posterior de éste al devolver el auto a su amigo y el aspecto y nerviosismo que varios
advirtieron en su persona. El análisis en conjunto que se propicia, podría tener
resultado dirimente en relación al lugar del hecho. b.2) En lo que refiere a los extremos
que sustentan la agravante de alevosía sostenida por el Ministerio Público, el a quo
sostiene al responder la segunda cuestión, que "existe un estado de duda en cuanto a
la mecánica del hecho, esto es, la forma en que el mismo fue llevado a cabo" (fs. 752).
Empero, sienta dicha duda en circunstancias hipotéticas que dejan de lado los hechos
objetivos probados que -analizados en conjunto- podrían señalar la premeditación de
lo que ocurrió a posteriori, y el actuar doloso. Tales indicios son: el aseguramiento
telefónico de que la víctima estaba sola, el traslado en un automóvil que solicitó
prestado a un amigo, el cierre de la casa llevándose consigo la llave que no era lo
acostumbrado, el hallazgo de la llave en un baldío contiguo a la vivienda de Salvay, el
acometimiento con golpes reiterados en la parte posterior de la cabeza, la conflictiva
familiar existente entre el imputado y su cónyuge -hija de la víctima-, el estado de
indefensión de Carmen Villafañe al ser conducida y buscada por el encartado, la
inexistencia de rastros indicativos de ataque por parte de la víctima (golpes o rasguños
en el cuerpo del imputado) o de defensa (elementos en las uñas de la víctima), el
posterior enterramiento del cuerpo. "La existencia de una discusión previa entre la
víctima y el autor, que haya provocado el desenlace conocido" es una hipótesis del
sentenciante que no tiene asidero en prueba alguna, ni se compadece con las
circunstancias anteriores, especialmente la búsqueda y el traslado de la mujer a su
casa, que no aparece justificado en razón del conflicto familiar preexistente. c) Con
todo lo expuesto, estimo que deviene arbitrario el rechazo del tramo de la acusación
que refiere a la indefensión de la víctima y las condiciones de actuación sobre seguro
y sin riesgo alguno, extremos éstos fundantes del tipo del homicidio agravado por la
alevosía (art. 80 inc. 2°, C.P.). Ello así, en tanto la Cámara efectúa una valoración
fragmentaria de los indicios, olvidando que la fuerza convictiva de éstos reside en su
apreciación conjunta, tal como lo ha dicho el más Alto Tribunal de la Nación: “cuando
se trata de una prueba de presunciones... es presupuesto de ella que cada uno de los
indicios, considerados aisladamente, no constituya por sí la plena prueba del hecho al
que se vinculan -en cuyo caso no cabría hablar con propiedad de este medio de
prueba- y en consecuencia es probable que individualmente considerados sean
ambivalentes” (C.S.J.N., “Martínez, Saturnino”, 7/6/88, Fallos 311:948; cfr. T.S.J., Sala
Penal, S. nº 45, 28/7/98, “Simoncelli”; A. 32, 24/2/99, “Vissani”, A. n° 520, 26/12/01,
"Luna"; A. n° 176, 7/6/02, "López"; S. n° 9, 09/03/06, "Actuaciones labradas en...
'Síntora'", entre otros.). Voto, pues, afirmativamente. La señora Vocal doctora Aída
Tarditti, dijo: La señora Vocal preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que
deciden correctamente las presentes cuestiones. Por ello adhiero a su voto,
expidiéndome en igual sentido. La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc
G. de Arabel, dijo: Estimo correcta la solución que da la señora Vocal Dra. María
Esther Cafure de Battistelli, por lo que, adhiero a la misma en un todo, votando, en
consecuencia, de igual forma. A LA TERCERA CUESTION: La señora Vocal doctora
María Esther Cafure de Battistelli, dijo: I. Atento al resultado de la votación que
antecede, corresponde hacer lugar al recurso deducido, y anular parcialmente la
sentencia impugnada, sólo en cuanto no hizo lugar a la agravante de alevosía (art. 80
inc. 2°, C.P.) peticionada por el Ministerio Público Fiscal en relación al delito de
homicidio por el que fuera condenado. Asimismo debe anularse la pena impuesta para
el concurso real de éste hecho con los dos restantes de amenazas -segundo hecho- y
encubrimiento -tercer hecho-. II. En consecuencia, deben reenviarse los presentes al
Tribunal de Origen, para que dicte un nuevo pronunciamiento conforme a derecho en
cuanto al hecho primero y adecúe la pena impuesta a la solución que adopte. Sin
costas en la Alzada (arts. 550 y 552, C.P.P.). Así voto. La señora Vocal doctora Aída
Tarditti, dijo: La señora Vocal preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que
deciden correctamente las presentes cuestiones. Por ello adhiero a su voto,
expidiéndome en igual sentido. La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc
G. de Arabel, dijo: Estimo correcta la solución que da la señora Vocal Dra. María
Esther Cafure de Battistelli, por lo que, adhiero a la misma en un todo, votando, en
consecuencia, de igual forma. En este estado, el Tribunal Superior de Justicia, por
intermedio de su Sala Penal, RESUELVE: Hacer lugar al recurso de casación
interpuesto por el Fiscal de Cámara de Bell Ville, y en consecuencia: I) Anular
parcialmente la sentencia n° 15, de fecha 21 de mayo de 2004, dictada por la Cámara
en lo Criminal de Bell Ville, sólo en cuanto declaró a Daniel Arnaldo Salvay autor
penalmente responsable del delito de homicidio simple (arts. 45 y 79 del C.P.) –un
hecho, nominado primero- y le impuso, por el concurso real de éste con los restantes
hechos de amenazas simples (hecho segundo) y encubrimiento (hecho tercero), la
pena de veinte años de prisión, accesorias legales y costas. II) Reenviar los presentes
al Tribunal de Origen para que dicte un nuevo pronunciamiento conforme a derecho.
III) Sin costas en la Alzada. Con lo que terminó el acto que, previa lectura y ratificación
que se dio por la señora Presidente en la Sala de Audiencias, firman ésta y las
señoras Vocales de la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, todo por ante mí,
el Secretario, de lo que doy fe.

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