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Boletín de Vías, vol 17, Nº 71, 98-129, 1990

EFECTOS DE INFILTRACIONES DISTANTES EN LA INESTABILIDAD DE


LAS LADERAS DE ALTA PENDIENTE

Fabián Hoyos Patino1

RESUMEN

La aparente y comúnmente aceptada correlación entre precipitación y


movimientos de masa puede conducir a conclusiones equivocadas cuando ir
trata de convertir dicha correlación en una relación de causalidad sin; tener en
cuenta las condiciones reales del proceso de interacción agua-suelo. Esto es
particularmente cierto en laderas de alta pendiente sabré materiales cohesivos,
donde la parte de la precipitación que efectivamente se infiltra en el suelo puede
ser muy baja.

Los efectos de la precipitación sobre la estabilidad de las laderas pueden ser


mejor comprendidos cuando se toma en consideración la dimensión regional de
los procesos de precipitación, infiltración y flujo de aguas subterráneas con
ayuda de las técnicas de la hidrología isotópica. En ellas se hace uso de la
variación en el contenido relativo de los isótopos pesados del hidrógeno y el
oxígeno en la precipitación y en los lagos y embalses, para identificar las posibles
zonas de recarga de las aguas subterráneas, que bien pueden estar localizadas
a muchos kilómetros de distancia de la zona de descarga o del área inestable
que ellas afectan.

La incidencia de la infiltración local está limitada casi exclusivamente al


desencadenamiento de desgarres, deslizamientos en cuña en el regolito, y
deslizamientos rotacionales someros, en tanto que los deslizamientos de gran
magnitud, de tipo rotacional están asociados frecuentemente al aumento del
nivel piezométrico en la interfase roca-regolito por efecto de infiltraciones
distantes.

1 Departamento de Ingeniería Civil


Facultad de Minas
Universidad Nacional de Colombia
Medellín
En la evaluación de la relación precipitación-inestabilidad de laderas es más
conducente identificar primero el origen de las aguas subterráneas que circulan
en la masa del suelo y en el macizo rocoso subyacente, y luego buscar la
correlación entre precipitación y deslizamientos, tomando en cuenta las
estaciones pluviométricas del área de recarga que se postula y las condiciones
de flujo del agua subterránea entre ella y el área inestable.

INTRODUCCIÓN

La conocida asociación entre el ascenso del nivel piezométrico en la masa del


suelo y la ocurrencia de deslizamientos, unida a la observación del hecho que
un número grande de deslizamientos ocurre en épocas lluviosas ha llevado a
muchos autores a buscar correlaciones entre parámetros asociados a la
precipitación local y el desencadenamiento de movimientos de masa. Este
tratamiento puramente estadístico de los datos de precipitación y erosión en
masa puede ignorar elementos claves en la interpretación del fenómeno y
asignar a eventos locales efectos que realmente son debidos a eventos distantes
aunque esencialmente coincidentes en el tiempo, lo cual conduce a confundir las
correlaciones cuya validez es puramente estadística con relaciones de
causalidad que no necesariamente tienen Jugar en el mundo real. En el caso de
fenómenos complejos, como la erosión en masa, el peligro de caer en esta
trampa lógica es inminente, y de ella es posible escapar sólo mediante un
conocimiento detallado de los procesos que dan lugar a tales fenómenos y de
los agentes que en ellos intervienen. De los agentes que intervienen en los
procesos de erosión en masa, el agua subterránea juega un papel determinante,
papel que a fuerza de ser evidente ha terminado por servir de comodín teórico
con el que frecuentemente se remplaza el esfuerzo analítico en la evaluación de
los fenómenos de inestabilidad de laderas. En este trabajo el autor presenta
algunas ideas sobre el régimen de las aguas subterráneas en laderas de alta
pendiente y el pape! que pueden desempeñar en los procesos de erosión en
masa, apoyado en los conceptos y datos básicos de la hidrología isotópica.

Si se quiere comprender el papel del agua subterránea en los procesos de


erosión en masa, es necesario partir del hecho que el agua es un cuerpo real
que se mueve en un medio real formado por el suelo y el macizo rocoso
infrayacente, y que el movimiento del agua subterránea, desde su infiltración
hasta su descarga a un cuerpo de agua superficial, es parte integral del ciclo
hidrológico. La magnitud de la infiltración en un sitio dado es función de la
precipitación, del régimen de temperatura y vientos, de la permeabilidad de la
masa de suelo y de su morfología y de la cobertura vegetal. En laderas de alta
pendiente, desarrolladas sobre suelos cohesivos, de baja permeabilidad, la
magnitud de la infiltración es muy reducida y, consecuentemente, baja la
incidencia de la precipitación local en el desencadenamiento de procesos de
erosión en masa. Es necesario entonces identificar el modo como el agua
superficial llega al subsuelo en las laderas de alta pendiente y cómo contribuye
a la generación de los movimientos de masa.

En la descripción de i régimen hidrogeológico en laderas de alta pendiente,


puede postularse que las aguas subterráneas que se encuentran en el regolito y
en el macizo rocoso subyacente se han infiltrado en áreas de recarga
relativamente distantes donde existen las condiciones topográficas y las
características texturales del regolito, y ocasionalmente los rasgos estructurales
en éste o en el macizo rocoso, que facilitan la infiltración. La identificación de
tales áreas de recarga mediante el empleo de los conceptos y las técnicas de la
hidrología isotópica, utilizados conjuntamente con los conceptos y las técnicas
de la hidrología y la hidrogeología convencionales, puede hacer parte del trabajo
corriente en las investigaciones de estabilidad de laderas, a costos que no
exceden los convencionales y con resultados cuya principal virtud consiste en la
posibilidad de eliminación de equívocos y elucubraciones en cuanto al papel del
agua subterránea en ei desencadenamiento de los movimientos de masa.

LOS ISÓTOPOS DEL HIDROGENO Y EL OXIGENO EN EL


CICLO HIDROLÓGICO.

Dada la existencia de varios isótopos de hidrógeno y oxígeno, el agua corriente


no puede ser descrita químicamente como H20 sino como una mezcla de
moléculas de hidrógeno, H, deuterio, D, tritio, T, 16O, 17O y 18O en la que las
especies atómicas más abundantes son el hidrógeno de masa 1 y el oxígeno de
masa 16, seguidos por el hidrógeno de masa 2, deuterio, y el oxígeno de masas
18 y 17. Estos cinco isótopos son estables, en tanto que el hidrógeno de masa
3, tritio, es inestable y se desintegra por emisión de partículas beta (β).
El contenido de isótopos pesados de hidrógeno y oxígeno en una muestra de
agua depende fundamentalmente de las transformaciones que ella haya sufrido
y de las condiciones ambientales en que hayan ocurrido tales transformaciones.
La variación del contenido de isótopos estables en el agua se ajusta a dos
procesos relativamente simples de entender y modelar el fraccionamiento
isotópico y el intercambio isotópico.

Se conoce como fraccionación isotópica el enriquecimiento relativo de un isótopo


de un elemento respecto a otro debido a pequeñas diferencias en sus
propiedades físicas y químicas; este proceso es proporcional a las masas
atómicas de los isótopos y se conoce también como efecto isotópico.

La fraccionamiento isotópica del hidrógeno y el oxígeno tiene lugar cuando el


agua cambia de estado en razón de que las moléculas más livianas tienen una
mayor movilidad y en consecuencia una mayor probabilidad de salir de la masa
de agua líquida en los procesos de evaporación o de mantenerse en la masa de
vapor en los procesos de condensación. En razón de ello el agua lluvia presenta
un contenido menor de isótopos pesados a medida que la precipitación ocurre a
mayores alturas y los cuerpos de agua superficial pueden presentar un contenido
particularmente elevado de isótopos pesados.

El intercambio isotópico tiene lugar cuando el agua entra en contacto con rocas
que tienen un contenido isotópico diferente al suyo y, en consecuencia, tienden
a intercambiar sus isótopos para alcanzar el equilibrio que corresponde a las
condiciones ambientales, particularmente la temperatura, del sistema
hidrogeológico. En el ciclo hidrológico este proceso es efectivo sólo para el
oxígeno en razón de que el contenido de hidrógeno de las rocas es demasiado
pequeño para afectar la composición isotópica de las aguas subterráneas.
Debido a ello el deuterio es considerado como un trazador ambiental más
confiable que el oxígeno para determinar las zonas de recarga del agua
subterránea.

Parámetros de Cuantificación Isotópica del Agua

Debido a condiciones analíticas que hacen recomendable la medición de


cantidades relativas de los isótopos en lugar de cantidades absolutas, la escala
de medida en la hidrología isotópica es una escala conceptual, que se ha llamado
delta, en la que solo se determinan las diferencias de las relaciones de los
isótopos pesados a los isótopos livianos con respecto a un patrón dado, para lo
cual se emplea la expresión general
𝑅𝑀 − 𝑅𝑃
𝛿𝐼 =
𝑅𝑃

donde I representa el isótopo pesado en cuestión, R la relación de


concentración de los isótopos pesados a los isótopos livianos (D/H,
18O/16 0) y los subíndices corresponden a la muestra, M, y el patrón, P.
Obviamente, los valores positivos implican que la muestra está enriquecida en
isótopos pesados respecto al patrón; comúnmente los valores reportados son
negativos. Debido a que los valores delta son muy pequeños, normalmente se
expresan en milajes.

%0 = 1000

Los valores delta son aditivos y así una masa de agua resultante de la mezcla
de otras masas, tendrá un valor delta dado simplemente por el promedio
ponderado de los valores delta originales de las masas de agua antes de la
mezcla.

Por conveniencia se ha adoptado como relación patrón de concentración de


isótopos pesados a isótopos livianos la del agua promedia del océano, en razón
de que el océano contiene el 98% del agua líquida presente en la superficie de -
la tierra y tiene una composición isotópica relativamente estable, amén de que
representa un punto de partida lógico en la descripción del ciclo hidrológico. El
patrón adoptado, cuyo acrónimo anglosajón, SMOW, corresponde a Standard
Mean Ocean Water, tiene como valores 18O/16 = (1993.4±2.5)x10-6 y D/H =
(158±2)x10-6. Obviamente, en la realidad no existe un agua promedia del océano
por lo que es necesario contar con un patrón preparado en forma rigurosa para
poder calibrar directamente las medidas de los laboratorios. El patrón en cuestión
ha sido preparado para y se encuentra al cuidado de la Agencia Internacional de
Energía Atómica en Viena, IAEA.

La Composición Isotópica del Agua Lluvia

Los cambios mayores en la composición isotópica del agua ocurren en la parte


atmosférica del ciclo hidrológico. Como muchos rasgos de la atmósfera, la
composición isotópica de las aguas lluvias es bastante variable en el tiempo y
.en el espacio; sin embargo los eventos individuales dejan sólo una pequeña
impresión en los sistemas hidrológicos debido al efecto combinado del tamaño y
de la inercia de estos últimos, de modo que las mediciones hechas sobre ellos
corresponden a promedios de conjuntos mayores en los que la variabilidad es
relativamente menor.

La IAEA ha llevado a cabo un muestreo global del contenido isotópico


de hidrógeno y oxígeno en la precipitación con base en datos de
144 estaciones, a partir del cual se ha establecido un conjunto
de correlaciones con las variables que se considera que inciden en el proceso
de fraccionamiento, con el objeto de proporcionar una base de datos
para las aplicaciones de la hidrología isotópica. Los datos obtenidos
han permitido presentar un cuadro muy coherente en cuanto a la
variación de los valores D y 180 en la precipitación en función
de la temperatura media anual, la latitud, y la precipitación a escala
global (Gat y Gonfiantini, 1980). De las correlaciones halladas la más
interesante y de más amplia aplicación, parece ser la que liga los valores de D
y 6180 (Craig, 1961) mediante la ecuación simplificada

D=818O + 10

En la figura 1 se ilustra esta relación a escala global con datos


de 74 estaciones.
Figura 1. Relación entre Deuterio y Oxígeno 18 a escala global con datos
de 74 estaciones (Gat & Gonfiantini, 1980)

A escala regional esta relación puede variar debido a condiciones propias del
subconjunto de estaciones que se considere. Ello puede deberse a
que la lluvia en estos casos responde a fenómenos locales de evaporación y
condensación que producen un enriquecimiento relativo de o con respecto al D.
En zonas áridas o en períodos de estío la composición isotópica de la
precipitación es afectada por la evaporación que ocurre durante el evento mismo
de la caída de las gotas de lluvia, particularmente para las lluvias de baja
intensidad. La comparación de la composición isotópica de la precipitación con
la recta meteórica global, conocida también como Recta de Craig, permite
diferenciar las lluvias producto de la condensación de masas húmedas
procedentes del océano, de las lluvias producto de la condensación de masas
húmedas evaporadas en el interior de los continentes, que presentan un
enriquecimiento relativo de 18O y en consecuencia se ajustan a una recta 180,
D cuya pendiente es menor de 8.

En la figura 2 se puede apreciar la ocurrencia de uno y otro tipo de precipitación


en Colombia. En ella cabe destacar que los valores mayores de D, que
corresponden así mismo a las mayores desviaciones de 180, corresponden a
precipitaciones en la Guajira donde la precipitación media anual no supera los
500 mm, seguida por las precipitaciones en las llanuras del Caribe, en tanto que
la precipitación de alta montaña se ajusta de manera más estrecha a la Recta de
Craig.

Figura 2. Relación entre Deuterio y Oxígeno 18 en Colombia con la Recta de


Craig superpuesta para efectos de comparación.

La variación espacial en la composición isotópica de la precipitación de mayor


importancia práctica es el efecto altitudinal que realmente debe llamarse efecto
orográfico. En una región dada se puede establecer una relación inversamente
proporcional entre su cota y los valores delta de la precipitación. La magnitud del
efecto depende del clima y de la topografía local con gradientes para el D del
orden de 2%0./100 m en las regiones montañosas pero que pueden superar los
6%0./100 m en regiones costeras, como se ilustra en las figuras 3 y 4, con datos
de Islandia (Arnason, 1976) y los Andes Chilenos (Stichler, 1980).

Figura 3. Variación del contenido de Deuterio en función de la altitud en Islandia.


Datos de Arnason (1976)
Figura 4. Variación del contenido de Deuterio en función de la altitud en Chile.
Datos de Sticher (1980)

No existen datos suficientes que permitan presentar variaciones típicas para


Colombia aunque se han encontrado valores locales entre 5%0 y el
2%0./100 m, en la región costera y el macizo Ruiz Tolima respectivamente. Este
ultimo gradiente bien puede explicarse si se considera la variación media de la
temperatura con la altitud del orden de 6°C/1000 y que la variación del contenido
de isótopos pesados en el agua lluvia es función de la temperatura ambiente de
la precipitación para la que se ha calculado, a escala global, la correlación.

180 = -12.18 + (0.390+0.029)T


Es conveniente reiterar el carácter regional de este gradiente y la necesidad de
evaluarlo antes de hacer uso del efecto orográfico en la composición isotópica
de las aguas meteóricas, particularmente cuando se trata de regiones climáticas
y fisiográficas muy diferentes.

Este concepto puede ser utilizado en forma directa para reconocer la incidencia
de la infiltración local en la recarga de aguas subterráneas, En zonas húmedas
planas como la costa caribe colombiana la coincidencia de los contenidos
isotópicos de la precipitación y del agua subterránea (Díaz-Granados, 1989)
lleva a la conclusión que la recarga de estos acuíferos corresponde a la
precipitación local, a diferencia de las zonas montañosas o de zonas áridas cerca
de macizos montañosos húmedos (Margaritz, in lit., Rodríguez, 1980), donde la
comparación de los rasgos isotópicos de una y otra indican que la infiltración que
da origen al agua subterránea procede, en su mayor parte, de áreas más
elevadas topográficamente. A guisa de ilustración en la figura 5 se presenta
esquemáticamente la localización y los valores 180 de los puntos de muestreo
de la precipitación local y del agua subterránea en el área urbana del municipio
de El Peñol, y del agua superficial en una cuenca vecina. La marcada diferencia
entre la composición isotópica del agua de la precipitación local y la del agua
subterránea, y la similitud de esta última con el agua de la quebrada Pozo indican
claramente que el agua subterránea en el área urbana del municipio de El Peñol
procede de la infiltración de las aguas lluvias en la cuenca vecina distante 2 Km
del punto donde fue muestreada el agua subterránea.
Figura 5. Valores de contenido de Oxigeno 18 de la precipitación local y del agua
subterránea en el área urbana del municipio de El Peñol, y del agua superficial
en una cuenca vecina.

La Composición Isotópica de las Aguas Superficiales.

El agua de la mayoría de los ríos y de los lagos tiene dos componentes


principales: escorrentía y aguas subterráneas. Su contribución respectiva
cambia en cada sistema y depende de las condiciones físicas de la cuenca y del
clima de la región. La precipitación local determina el contenido isotópico de las
corrientes en las cuencas pequeñas y parte alta de las cuencas mayores, a
diferencia de los trayectos inferiores de las corrientes mayores donde la
composición isotópica está controlada por las contribuciones de las cabeceras y
la adición local es sólo de importancia secundaria. En la figura 6, han sido
compilados los datos conocidos de composición isotópica de aguas superficiales
en Colombia. En ella se reconoce de una parte la similitud general entre los
rasgos isotópicos de ¡a precipitación y las aguas superficiales y, de otra el efecto
de evaporación en algunos cuerpos de agua cuyo contenido isotópico se aparta
de la tendencia general aunque se ajustan a otra relación lineal claramente
identificable en esta figura.
Figura 6, Composición isotópica de aguas superficiales en Colombia. La línea en
el gráfico corresponde a la Recta de Craig.

La identificación isotópica impartida a un río, por los diferentes aportes


superficiales y subterráneos, pueden ser modificados sustancialmente por la
evaporación. En climas húmedos la incidencia de este proceso no es importante
a menos que el flujo del río sea afectado considerablemente por lagos o
embalses. La situación es diferente en zonas áridas donde se presentan grandes
variaciones en el contenido de D y 18O, debido a la evaporación en el cauce
mismo del río. El enriquecimiento isotópico causado por la evaporación es
reconocible al comparar los valores de Dy 180 con los valores de la recta
meteórica. Esta comparación permite una identificación única del agua
superficial de gran importancia para seguir la posible infiltración de las aguas
superficiales en el subsuelo. En los casos donde hay infiltración desde el río, las
variaciones isotópicas estacionales del agua del río o las diferencias entre el
agua del río y el agua subterránea acumulada por infiltración a través de la zona
de aireación puede ser utilizada como un trazador natural para describir el
movimiento del agua del río al sistema subterráneo.
En el caso de los lagos la diferenciación entre el aporte de agua lluvia y el agua
del lago al conjunto del agua subterránea es claramente definible, en razón del
extremo enriquecimiento en isótopos pesados que puede experimentar el agua
de los lagos. En la figura 7 se ilustran los valores 180 en la Laguna de Tota, en
la precipitación local, en la quebrada Canoas y en el río Tota.

Figura 7. Valores de contenido de Oxígeno 18 en la Laguna de Tota, en la


precipitación local, en la Quebrada Canoas y en el Río Tota.

A partir de ellos es posible identificar un aporte importante, vía infiltración, de la


laguna de Tota al caudal de la quebrada Canoas, en comparación con el aporte
menor de la precipitación, a diferencia del río Tota en el que el aporte de la
Laguna es menor en comparación con el agua meteórica. El modelo
hidrogeológico correspondiente propuesto por Rodríguez (1980) se presenta en
forma esquemática en la figura 8.
Figura 8. Modelo hidrogeológico en la vecindad de la Laguna de Tota (Rodríguez,
1980)

Otro factor geográfico que puede ser utilizado en la investigación hidrológica e


hidrogeológica tiene lugar en las zonas de frontera entre regiones climáticas
diferentes donde las masas de aire de cada región producen precipitaciones con
características propias. Una zona de transición típica se encuentra en la Costa
Pacífica de América Central y América del Sur donde se puede distinguir la
recarga debida a la precipitación que se origina en la parte oriental del continente
de la precipitación Pacífica "local". El caso de Colombia es particularmente
interesante dado que en ella las masas húmedas que dan lugar a las
precipitaciones pueden proceder del Pacífico, del Atlántico o del Caribe, a más
de las precipitaciones producto de la reevaporación y condensación de carácter
local.

La Composición Isotópica de las Aguas Subterráneas

Las aguas subterráneas heredan las características isotópicas de las


aguas meteóricas y superficiales y sólo sufren cambios menores por efecto del
intercambio isotópico con las rocas que atraviesan. A diferencia de la
precipitación, las aguas subterráneas presentan sólo pequeñas fluctuaciones
temporales, asociadas a variaciones estacionales, debido a que el paso del agua
meteórica por la zona no saturada del suelo suaviza las fluctuaciones
estacionales. Por otra parte, cuando se comparan las aguas meteóricas con las
aguas subterráneas parece encontrarse una tendencia hacia las aguas más
enriquecidas en isótopos livianos en el proceso de recarga. En este caso la
selección parece basarse en la cantidad de lluvia lo cual confirma que la recarga
ocurre preferiblemente a partir de las lluvias más intensas. En todo caso, tales
modificaciones son menores y, en último término, las aguas subterráneas
representan la precipitación media en el área de recarga con razonable fidelidad.
La variabilidad en la composición isotópica de las aguas subterráneas de un
lugar a otro es, ante todo, un reflejo de la variabilidad geográfica del contenido
isotópico de la precipitación en la cual incide principalmente el factor orográfico.

Figura 9. Composición isotópica de aguas subterráneas en Colombia.

Al comparar la figura 9, en la que se presenta la recopilación de los datos


conocidos de composición isotópica de aguas subterráneas en Colombia, con la
figura 2 resalta la extraordinaria similitud que existe entre ambos diagramas que
los hace prácticamente intercambiables a pesar de que corresponden a dos
dominios diferentes del ciclo hidrológico.

Las aguas termales pueden ser consideradas como un caso especial de aguas
subterráneas, así el agua de las fuentes termales, a diferencia de los manantiales
corrientes, se encuentre a temperatura superior a la ambiente y presente un alto
contenido de sólidos disueltos. Al igual que otras aguas subterráneas, la
composición química e isotópica de los fluidos geotérmicos proporciona una
valiosa información sobre su origen, área de recarga y condiciones de flujo, a
más de permitir una evaluación sobre la temperatura del subsuelo.

En contra de la opinión corriente que asigna un origen juvenil o magmático a las


fuentes termales, existe abundante evidencia isotópica de su origen meteorice.
En la figura 10 se presenta la información isotópica conocida de las fuentes
termales en el Macizo Ruiz-Tolima; en ella debe destacarse el punto
correspondiente al condensado de vapor de agua de la fumarola del cráter
Arenas, antes de la erupción de septiembre de 1985, destacado con una cruz,
cuya composición isotópica es idéntica a la del agua lluvia precipitada en las
laderas del volcán, probablemente entre las cotas 3.000 y 3.500. La dispersión
que se observa en este gráfico respecto a la línea meteórica regional,
corresponde a desviaciones positivas en el contenido de 18O por efecto del
intercambio isotópico con las rocas del campo geotérmico. El enriquecimiento
relativo en 18O que se aprecia en la figura 10 parece ocurrir en todas las zonas
geotérmicas; en algunas de ellas como Lanzarote, en las Canarias, o Lassen
Park, en California, la desviación 180 puede ser del orden de +15.
Figura 10. Composición isotópica de aguas termales en Colombia.

En síntesis, la memoria isotópica del agua subterránea permite identificar su


origen superficial y ubicar con bastante aproximación las áreas de recarga
mediante el análisis del contenido isotópico de las aguas subterráneas y la
reconstrucción de la parte pertinente del ciclo hidrológico de acuerdo con un
conjunto relativamente simple de reglas.

FLUJO SUBTERRÁNEO EN DISTANCIAS LARGAS

La dificultad anotada por Terzaghi (1950) para aceptar, por parte de algunos
ingenieros, la posibilidad de flujos subterráneos en distancias de kilómetros, es
susceptible de ser obviada si se considera que dicho flujo puede proceder
principalmente no a través de la masa de suelo y roca sino a lo largo de las
discontinuidades de uno y otra y a favor del gradiente hidráulico que es del
mismo orden de magnitud del gradiente topográfico promedio entre el área de
recarga y el punto de descarga de las aguas subterráneas; como parte integral
de los conjuntos de discontinuidades debe considerarse la existencia de zonas
de fracturamiento, cuyo coeficiente de conductividad hidráulica equivale en
ocasiones al de gravas limpias, que puede concentrar y orientar el flujo de las
aguas subterráneas a distancias considerables. Una síntesis de la evolución
reciente de la conceptualización en este campo puede encontrarse en Bredoeft
et al (1982). La posibilidad física así enunciada ha sido, confirmada mediante
técnicas de hidrología isotópica, entre otros, por Arnason (1974) en Islandia,
Bortolami et aL (1973) en Italia, Margar!tz et ai. (in lit) en Chile, y Huguett (1988)
y Rodríguez (1980) en Colombia, quienes han .presentado modelos plausibles
de recarga y flujo del agua subterránea en distancias de decenas de kilómetros.

La diversidad de ambientes geológicos y climáticos en los que se ha


documentado el flujo de aguas subterráneas en distancias largas elimina la
posibilidad de que este fenómeno esté circunscrito a condiciones
hidrogeológicas excepcionales. Los casos mencionados en el párrafo anterior
tienen como elementos comunes la localización del área de recarga en una zona
montañosa en la que las discontinuidades estructurales -fallas, diaclasas, planos
de estratificación- controlan la conductividad hidráulica en el macizo rocoso, y el
relieve regional, mayor de 1000 m, que define las condiciones para la existencia
de un gradiente hidráulico elevado, características estas que permiten el
establecimiento de un flujo de agua subterránea a nivel regional.

Un modelo plausible de infiltración y flujo de aguas subterráneas que tome en


consideración las características topográficas e hidrogeológicas de las laderas
de alta pendiente debe extenderse a las zonas donde es posible que ocurra una
parte importante de la recarga; esta zona debe estar caracterizada por
condiciones climáticas, topográficas, litológicas u, ocasionalmente, por la
existencia de lagos, embalses, o una red hidrográfica que faciliten la infiltración.
Como un ejercicio que puede ilustrar estas afirmaciones se propone aquí un
modelo de infiltración y circulación de las aguas subterráneas de las laderas del
Valle de Aburra.

El agua subterránea de las laderas del Valle de Aburra probablemente procede


en su mayor parte de la infiltración de aguas lluvias en los altiplanos vecinos y
circula por el subsuelo en condiciones determinadas por las diferencias de
permeabilidad. de las zonas que atraviesa hasta que, finalmente, es drenada por
ríos y quebradas. La elevada diferencia de permeabilidad entre el regolito
cohesivo de las formaciones superficiales de las laderas y el macizo rocoso
infrayacente hace que los acuíferos resultantes funcionen, al menos
estacionalmente como acuíferos confinados. El modelo general, ilustrado
esquemáticamente en las figuras 11 y 12, puede ser descrito así:

Figura 11. Esquema de circulación de aguas subterráneas en zonas de relieve


bajo.

En los 20-50 cm más superficiales, el suelo normalmente presenta valores altos


de porosidad y permeabilidad bien sea por tratarse de una cubierta coluvial
sensu stricto, o de una cubierta de ceniza volcánica, o simplemente por efecto
de la bioturbación propia de los horizontes orgánicos. Este nivel actúa como
receptor y reservorio temporal del agua de infiltración. El agua circula en esta
zona en sentido esencialmente vertical hasta encontrar alguna discontinuidad en
la permeabilidad y, de ahí en adelante procede en su mayor parte a lo largo de
las discontinuidades litológicas y estructurales del regolito o del macizo rocoso,
que sirven como colectores, hasta alcanzar el nivel freático. Una parte importante
del agua infiltrada retorna a la atmósfera por evapotranspiración dependiendo de
las condiciones locales de vientos, temperatura y cubierta vegetal

Dada la baja permeabilidad del nivel limoarcilloso del regolito que apenas
alcanza valores de 10-5 a 10-9 cm/seg, el paso a través de él tiene lugar
principalmente a lo largo de las diaclasas y fallas heredadas de la roca; el estado
de oxidación que frecuentemente puede observarse a lo largo de estas
discontinuidades en el regolito es un importante indicio de la validez de este
aserto. En épocas de precipitación excepcionalmente alta el nivel freático puede
ascender hasta esta zona, el agua subterránea ocupa entonces completamente
las discontinuidades y la masa de suelo puede quedar totalmente saturada.

Figura 12. Esquema de régimen de aguas subterráneas en laderas de alta


pendiente.

En el nivel inferior del horizonte saprolítico, que en los suelos residuales


derivados de rocas cristalinas frecuentemente tiene una textura arenosa, y en el
nivel de gruss, donde la permeabilidad puede tener valores del orden de 10~ 2 a
lO-4cm/seg, el agua circula tanto a través de la masa del suelo como a lo largo
de las discontinuidades estructurales que la afectan. Tratándose de una masa
esencialmente homogéna desde el punto de vista de su conductividad hidráulica
las características del flujo están determinadas fundamentalmente por los
gradientes hidráulicos locales y regionales, y son modificadas localmente por las
variaciones en la conductividad hidráulica del medio.

El macizo rocoso puede tener una conductividad hidráulica media a


alta, del mismo orden de magnitud de la conductividad hidráulica del
nivel del saprolito arenoso, debido a su grado de fracturamiento, que
lo convierte en un acuífero en el sentido estricto del término, y cuyo
comportamiento hidrogeológico es esencialmente el mismo del nivel
de saprolito arenoso y gruss. Además de ello, puede darse, y de hecho
se dan zonas de fracturamiento intenso, particularmente a lo largo de las
fallas regionales, con conductividades hidráulicas mayores de 10 -3
cm/seg que actúan como verdaderos conductos entre la zona de recarga y
las partes inferiores de la ladera.

EL EFECTO DE LAS INFILTRACIONES LOCALES VERSUS EL DE LAS


INFILTRACIONES DISTANTES EN LA INESTABILIDAD DE LAS LADERAS

A partir de registros conocidos sobre la ocurrencia de deslizamientos y su


asociación con eventos de precipitación es posible plantear en una primera
aproximación un esquema del comportamiento de las laderas de alta pendiente
ante las precipitaciones.

A más de la evidencia empírica, existe un abundante acervo de información que


permite establecer una clara correlación estadística entre precipitación y
movimientos de masa someros o desgarres, deslizamientos rotacionales de
pequeña magnitud, o deslizamientos en cuña en el regolito y en la parte superior
del macizo rocoso-.Usualmente estos deslizamientos coinciden con una lluvia
relativamente intensa que tiene lugar después de que se ha acumulado un
exceso de precipitación en la zona, o al superarse un cierto umbral definido por
una combinación particularmente severa de intensidad y duración de la lluvia
(Caine, 1980; Crozier and Eyles, 1980; Sidle et al, 1985, Jibson, 1989). Debe
anotarse que el umbral propuesto por Caine (1980) se aplica sólo a movimientos
de masa que comienzan como deslizamientos someros y eventualmente se
transforman en flujos de escombros o avalanchas torrenciales. Datos adicionales
para otros deslizamientos aparentemente similares ayudan a confirmar que este
umbral no se aplica a otros tipos de deslizamiento (Sidle et al, 1985). Vale la
pena anotar que la densidad de deslizamientos en un área dada no está
directamente relacionada sólo con incrementos en la precipitación total, y parece
responder a una compleja combinación de elementos geológicos, topográficos,
meteorológicos y de uso del suelo (Gryta and Bartholomew, Í989, Gupta and
Josh, 1990, Jacobson et al, 1989, Jibson, 1989).
La ocurrencia de deslizamientos rotacionales intermedios a profundos que
coinciden con lluvias torrenciales, están relacionados normalmente con la
erosión lateral de los ríos y quebradas, más que con la infiltración resultante de
la precipitación local.

Los deslizamientos profundos que involucran grandes masas de suelo, no


presentan una correlación estadística significativa con las épocas de intensa
precipitación (Paz y Torres, 1989; Gómez y Vélez, 1990), aunque su
concentración en dos épocas del año, en zonas donde existe una distribución
bimodal de la precipitación, sugiere la existencia de una relación causal con
eventos de tipo periódico que en este caso bien pueden ser las lluvias que tienen
una distribución anual similar, y que la correlación podría buscarse con eventos
distantes -cuya magnitud puede ser similar a los eventos locales- aunque con un
retardo que debe ser explicado en términos de las condiciones geohidrológicas
regionales.

El tipo mismo de deslizamiento puede ser explicado por un mecanismo de falla


en el que el incremento de presión hidrostática en la base del regolito puede ser
suficiente para desencadenar un conjunto de procesos que terminan con un
movimiento de masa de gran magnitud. La subpresión en la base del regolito
puede alcanzar una magnitud tal que dé lugar al agrietamiento de la masa del
suelo y a una redistribución de los esfuerzos totales en su interior; en algunos
puntos el nuevo nivel de esfuerzos puede superar la resistencia del suelo de
manera que se den las condiciones para iniciar un proceso de ruptura progresiva
como el propuesto por Skempton (1964). Las figuras 13.1 a 13.4 ilustran el
mecanismo de falla propuesto.
Figura 13.1. Cuando en una ladera se presenta la combinación macizo
rocoso/regolito cohesivo, este último puede hacer las veces de un acuicludo que
permite la generación de presión de agua subterránea en su base. En
condiciones normales esta presión es inferior a la resistencia de la masa de suelo
y la ladera se encuentra en equilibrio.

Figura 13.2. Las condiciones de equilibrio pueden ser modificadas por la presión
en la base del regolito o por modificaciones naturales o antrópicas del espesor
del regolito que dan lugar a una disminución local de la resistencia de la masa
del suelo.
Figura 13.3. En las nuevas condiciones algunas zonas en la masa de suelo
quedan sometidas a esfuerzos de corte superiores a su resistencia; tiene lugar
una falla local que agrieta el terreno e inicia un proceso de falla progresiva.

Figura 13.4. La nueva distribución de esfuerzos en la masa del suelo da lugar a


la generación de grietas que se propagan hasta la superficie, aflora el agua
subterránea, disminuye la resistencia al corte de la masa de suelo hasta que
ocurre el colapso.
En consecuencia la localización de un deslizamiento profundo en un sitio
específico dependerá principalmente de dos factores: del incremento de la
subpresión en la base del regolito por efecto de la variación en el nivel
piezométrico del agua subterránea, y de la descarga ocasional de parte de la
cobertura de regolito por efecto de la erosión superficial secular, de moví m
ientos de m asa someros, o la ejecución de explanaciones para obras civiles.
Una sola de estas causas puede ser suficiente para desencadenar un
deslizamiento profundo aunque bien puede considerarse que la situación más
corriente es el resultado de la combinación de ambos procesos. En la figura 13
se ilustra esquemáticamente el proceso de desestabilización, sugerido en este
trabajo, para regoiitos cohesivos en laderas de alta pendiente.

CONSIDERACIONES FINALES

Es aceptado usualmente entre los especialistas que las laderas de alta pendiente
se encuentran, antes de ser intervenidas por el hombre, en condiciones de
equilibrio estacionario (Turtle, 1970), que corresponden a la situación que se
podría clasificar como potencialmente inestable a relativamente estable, con
factores de seguridad entre 1.0 y 1.5 (Sidle et al, 1985). Esta situación se traduce
en términos de manejo en una especial sensibilidad de las laderas a las
modificaciones que se introduzcan en ellas y que usualmente son evaluadas solo
superficialmente en el doble sentido del término.

La ocurrencia de una circulación profunda de aguas subterráneas y la posibilidad


de la existencia de subpresiones, asociadas a ella, de magnitud suficiente para
desencadenar grandes movimientos de masa exige un tratamiento más riguroso
de los aspectos hidrogeológicos del análisis de estabilidad de laderas, que
incluya la consideración de la incidencia de las infiltraciones distantes en ella.
Así, la presencia de lagos, embalses o una red hidrográfica importante
topográficamente más elevada que el área cuya estabilidad se analiza, debe ser
considerada siempre como una posible área de recarga cuya relación con el
régimen local de aguas subterráneas habrá de considerarse cuidadosamente.
De otra parte, en la evaluación de la relación precipitación-estabilidad de laderas
será más conducente identificar primero el origen de las aguas subterráneas que
circulan en la masa del suelo y del macizo rocoso infrayacente, y luego buscar
las posibles correlaciones entre precipitación y deslizamientos tomando en
cuenta los pluviómetros del área de recarga que se postula y las condiciones de
flujo del agua subterránea entre ella y el área inestable.

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