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A partir de a mediados del siglo XIX se generalizo el uso de la expresión clase social, sobre
todo gracias a Karl Marx y Friedrich Engels y su interpretación de que la Revolución Industrial
levaba a la sociedad a dividirse en dos clases: Burguesía (propietarios de los medios de
producción, clase dominante) y Proletariado (trabajadores)
Marx desarrollo varios conceptos con estos. Dominaba “clase en sí” a una clase social que no
había tomado conciencia de sus intereses de clase. Esta se transformaba a “clase para sí”
cuando lograba la conciencia de clase que la llevaba a luchar por sus intereses (Lucha de
Clases)
Marx adopto una posición ambigua frente a los comerciantes y profesionales a los que llamo
pequeña burguesía, ignoró a los sectores más pobres de la población a los que llamó
“lumpenproletariat” ya que no fromaban parte del proceso de producción.
A fines del siglo XIX, Max Weber amplió el concepto de clase social y propuso cuatro clases:
clase de los propietarios, la “intelligentsia” (gerentes, administradores), la pequeña burguesía
(pequeños empresarios) y la clase trabajadora.
El primer esfuerzo oficial por clasificar a la población fue llevado a cabo por la Oficina
General de Registros del Reino Unido. Publicada en 1913, la clasificación fue diseñada por el
estadístico T.H.C. Stevenson y presentaba ocho «grados sociales», que incluían cinco clases
sociales (los profesionales, los empleados administrativos y los técnicos, los trabajadores
calificados, los trabajadores parcialmente calificados y los trabajadores no calificados) más tres
agrupaciones adicionales para actividades económicas específicas (agricultores, trabajadores
textiles y mineros).
En 1940, Charles Wright Mills, otro sociólogo norteamericano, propuso otra clasificación en
cinco estratos: Los dueños de grandes negocios y los directores de empresas, Los dueños de
pequeños negocios y los profesionales libres, Los trabajadores de cuello blanco profesionales y
semiprofesionales, Los trabajadores de cuello blanco más bajos (oficinistas, libreros,
capataces) y Los trabajadores a salario (jornaleros)
En 1960 fueron desarrollados en Estados Unidos otros dos Índices compuestos que tuvieron
gran aceptación: el Index of Status Características (Warner, Meeker y Eells) que era una
medición ponderada de ocupación, fuente de ingresos, tipo de vivienda y zona de residencia, y
el Socioeconomic Status Score, propuesto por la oficina de censos de los Estados Unidos y
que combinaba ocupación, educación e ingreso familiar.
EN AMÉRICA LATINA:
Los criterios que predominaron hasta la década de 1980 fueron los de observación de la
vivienda o de la zona de residencia. Con el tiempo, las principales agencias de investigación y
las asociaciones de investigadores de mercado desarrollaron fórmulas para clasificar a la
población sobre la base del empleo de diversas variables y el concepto que pasó a usarse en
la región fue el de nivel socioeconómico (NSE), para construirlas se tuvo en cuenta: La
homogeneidad al interior de cada segmento, La heterogeneidad entre los diferentes
segmentos, La estabilidad de las variables que diferencian a los segmentos a lo largo del
tiempo y La facilidad para identificar y medir a los segmentos.
EN EL PERÚ:
El primer estudio de niveles socioeconómicos fue realizado por APOYO en Lima, en 1990, tuvo
gran impacto entre el público atento debido a que ayudó a entender las características de los
sectores sociales que le habían permitido a Alberto Fujimori derrotar a Mario Vargas Llosa en
las elecciones de ese año. La fórmula desarrollada comprendía las variables sociales clásicas -
educación y ocupación- junto a variables indicativas de la situación económica del hogar: las
características de la vivienda, la tenencia de refrigeradora y lavadora y la presencia de servicio
doméstico en el hogar. Esta fórmula fue aprobada por la Asociación Peruana de Empresas de
Investigación de Mercados (APEIM) en 1999 bajo la denominación de fórmula APOYO-APEIM.
LA MEDICION DE LA POBREZA:
De manera similar a lo que ocurre con la clase media, tampoco existe una definición uniforme
de pobreza. En términos generales, la pobreza está asociada con la incapacidad de las
personas para atender sus necesidades básicas. Las diferencias ocurren cuando se trata de
precisar cuáles son estas necesidades básicas y cuál es el mínimo necesario para
satisfacerlas.
El método más conocido para la medición de la pobreza es el que establece una línea de
pobreza (LP) a partir de cierto monto económico mensual esta tiene dos variantes: para
algunos, este monto debe ser el ingreso declarado y, para otros, el gasto en consumo. Son
considerados pobres extremos quienes tienen ingresos o gastos por debajo del valor estimado
para una canasta alimenticia mínima y son considerados pobres pero no extremos aquellos
que pueden cubrir sus necesidades alimenticias, pero no el costo de una canasta básica que
comprende otros rubros también necesarios para vivir adecuadamente.
Otro método de uso generalizado por los gobiernos es el de las Necesidades Básicas
Insatisfechas (NBI). Este método toma en cuenta un conjunto de variables relacionadas con
carencias más estructurales, como vivienda, saneamiento y educación. De acuerdo con este
criterio son pobres aquellos hogares en los que algún niño o niña no va a la escuela o cuya
vivienda presenta hacinamiento o carece de agua potable y saneamiento. Asimismo, la
pobreza extrema se presenta cuando se presentan dos o más necesidades insatisfechas.
Existe, por último, el llamado método integrado de medición de la pobreza, combina los dos
métodos anteriores y clasifica a la población en cuatro grupos: pobres crónicos, pobres
recientes, pobres inerciales e integrados socialmente. Este método es probablemente el más
preciso, pero se difunde poco, pues la proporción de pobres es, naturalmente, mayor a la que
indican por sí solos los dos métodos que integra.