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Luciano Alonso
Universidad Nacional del Litoral
Es sabido que abundan los análisis (y las dudas) sobre el estatuto epis-
temológico de aquello que se da en llamar Historia reciente, inmediata, del
tiempo presente, actual, fluyente (current) o coetánea, denominaciones de
ningún modo equivalentes pero equiparables en su pretensión de definir el
conocimiento sobre una temporalidad en la que los investigadores mismos
se encuentran inmersos. Al mismo tiempo se indaga desde muy variados
enfoques la relación de ese espacio disciplinar con las memorias sociales,
en una bibliografía que no sólo ya reconoce sus clásicos sino que además
crece exponencialmente y tiende a girar sobre tópicos repetidos.
1 Marina Franco; Florencia Levín (comps.). Historia reciente. Perspectivas y desafíos de un campo en
construcción. Buenos Aires: Paidós, 2007.
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2 Cf. sobre ello Hernán Apaza, Por una Historia de la Historia reciente. Propuestas para un programa de
investigación, en esta misma compilación, que incluye además el análisis de algunas propuestas inclui-
das en el texto de Franco y Levín citado en la nota precedente.
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I. EL TIEMPO PRESENTE COMO OBJETO HISTORIOGRÁFICO
Definiciones y tensiones en la formación de una Historiografía sobre el pasado reciente en el campo académico argentino
Digo que esa distinción es abusiva porque las fronteras entre esos gru-
pos no son claras. No sólo se plantean problemas de reconocimiento y po-
sicionamiento relativo, sino que algunos actores individuales o colectivos
pueden participar en más de un espacio. Para citar un ejemplo muy conoci-
do basta señalar que —como lo destacara Oscar Videla en un breve artículo
que le valió la crítica de muchos compañeros académicos— un personaje
tan integrado al ambiente mediático como Felipe Pigna se formó en rigor
en un ámbito académico universitario y puede pretender transferir del
mismo insumos determinados para una actividad mercantil que él entien-
de como divulgación3. Por su parte, diversos profesionales vinculados a
una izquierda partidaria más o menos tradicional cruzan sin duda esos dos
grandes ámbitos, en tanto se desempeñan como docentes universitarios y
poseen una experticia que los habilita para el trabajo disciplinar, pero al
mismo tiempo presentan enfoques que muchas veces tienen que ver con la
aplicación de un cierto «sentido común» más que con prevenciones meto-
dológicas —aunque de seguro lo mismo puede decirse de muchos profe-
sionales con imaginarios derechistas—.
3 Oscar Videla. «Historiografía argentina y divulgación. Reflexiones alrededor del libro Los mitos
de la Historia argentina de Felipe Pigna» en Historia Regional, nº 22. Villa Constitución: Instituto Superior
del Profesorado, nº 3, 2004, p. 146.
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4 Una mirada entonces preocupada por esas cuestiones, aunque en sentidos diversos del que pre-
sento en estas páginas, en Hilda Sábato. «La Historia en guerra. ¿Hacia una nueva ortodoxia?» en
Punto de Vista, Buenos Aires: nº 51, abril de 1995.
5 Hay que señalar la edición o reedición constante de textos de síntesis, entre los que caben destacar
tres Historias generales en varios tomos (una de ellas continuada para abarcar los tiempos más cercanos
y otras dos nuevas): la Historia Argentina de Editorial Paidós, la Nueva Historia Argentina dirigida por
Juan Suriano bajo edición de Sudamericana y la Nueva Historia de la Nación Argentina de la Academia
Nacional de la Historia editada por Planeta. Para una Historia regional que me toca particularmente,
me permito citar la Nueva Historia de Santa Fe dirigida por Darío Barriera y publicada por Prohistoria /
La Capital. La noción de «novedad» de las tres nuevas colecciones citadas no hace sólo a sus enfoques,
sino muy particularmente al hecho de que abordan la historia reciente. En cuanto a síntesis abarcado-
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I. EL TIEMPO PRESENTE COMO OBJETO HISTORIOGRÁFICO
Definiciones y tensiones en la formación de una Historiografía sobre el pasado reciente en el campo académico argentino
ras, es necesario tener en cuenta un texto de divulgación cuyo impacto es inmenso y que se ha con-
vertido en el sentido común de estudiantes y docentes, cual es la obra de Luis Alberto Romero. Breve
Historia contemporánea de Argentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, varias ediciones.
6 Luciano Alonso. Defensa de los derechos humanos y cultura política: entre Argentina y Madrid, 1975-
2005. Tesis de la VI Maestría en Historia Latinoamericana, Universidad Internacional de Andalucía, Se-
de Iberoamericana Santa María de La Rábida; y El movimiento por los derechos humanos en Santa Fe: sujeto
local y cambio social en el contexto del sistema-mundo. Tesis de la Maestría en Ciencias Sociales, orientación
Sociología Política, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral. Ambas investigaciones han dado lugar
a ponencias y artículos de cuya cita me eximo.
7 Elizabeth Jelin. «Los derechos humanos y la memoria de la violencia política y la represión: la
construcción de un campo nuevo en las ciencias sociales» en Estudios Sociales. Santa Fe: Universidad
Nacional del Litoral, nº 27, 2004.
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temas o problemáticas que lo habitan (como el terror estatal, los centros clan-
destinos de detención y desaparición; la militancia y la movilización de masas
de los años sesenta y setenta; la resistencia a la dictadura, la emergencia de los
organismos de derechos humanos y los reclamos y luchas contra la impunidad,
entre otros)»8.
8 Alejandra Oberti; Roberto Pittaluga. «Temas para una agenda de debate en torno al pasado
reciente» en Políticas de la Memoria. Buenos Aires: CeDinCI, nº 5, 2004/2005, p. 9.
9 En el ámbito de las ciencias políticas hubo un temprano antecedente en la colección Política e
Historia del Centro Editor de América Latina, coetáneo de los trabajos de Jelin y muchos otros y que se
convirtió durante mucho tiempo en una solitaria visión de conjunto: Héctor Ricardo. El movimiento por
los derechos humanos y la política argentina. Buenos Aires: ceal, 1989.
10 Carol Solís; Silvina Oviedo. «Urgencia, agencia e identidad en la conformación del movimiento
por los derechos humanos. Argentina, 1977-1981», ponencia presentada ante las VIII Jornadas Interescue-
las y Departamentos de Historia, Salta, 2001.
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I. EL TIEMPO PRESENTE COMO OBJETO HISTORIOGRÁFICO
Definiciones y tensiones en la formación de una Historiografía sobre el pasado reciente en el campo académico argentino
11 Por ejemplo: Asociación Madres de Plaza de Mayo. Nuestros hijos. Buenos Aires: Contrapunto,
1987; Abuelas de Plaza de Mayo. Niños desaparecidos en la Argentina desde 1976. Buenos Aires: edición
propia, 1990; Arturo Blatezky (comp.). Documentos fundamentales y declaraciones públicas del Movimiento
Ecuménico por los Derechos Humanos, 1976-2002. Buenos Aires: MEDH, 2002; AA. VV., Historia de las
Madres de Plaza de Mayo. Buenos Aires: Madres de Plaza de Mayo, 2003. Una versión publicistica en
Asociación Madres de Plaza de Mayo. «¡Hasta la victoria siempre, queridos hijos!» en Suplemento del
Diario Página/12. Buenos Aires: 6 de mayo de 2007. Para el caso de Santa Fe, el relato de los organismos
se plasmó en medh, amsafe y Acción Educativa, Boletín de la campaña 1999. «Los chicos y las chicas tienen
la palabra». Santa Fe: 1999; con datos luego reiterados en Gabriela Almirón y otros. Los chicos y las chicas
tienen la palabra. Derechos humanos y educación: una construcción colectiva. Santa Fe: Universidad Nacional
del Litoral, 2000.
12 Ulises Gorini. La rebelión de las Madres. Historia de las Madres de Plaza de Mayo. Buenos Aires:
Norma, tomo I (1976-1983) y tomo II (1983-1986), 2006-2007; Miguel Galante. «En torno a los orígenes
de las Madres de Plaza de Mayo y su resistencia al Estado terrorista. Aproximaciones a sus relatos y
significados», ponencia presentada en el II Coloquio Internacional Historia y Memoria. Los usos del pasado
en sociedades posdictatoriales. Universidad Nacional de La Plata: septiembre de 2006 (hay edición del
Programa de Historia Oral de la Universidad de Buenos Aires). Este último texto está realizado y pre-
sentado en el marco de una institución académica, pero su formato lo acerca a la identificación entre
memoria e Historia propio de los relatos testimoniales.
13 V. g. el temprano texto de Alejandro Dorrego y Victoria Azurduy. El caso argentino: hablan sus
protagonista. México: Prisma, 1977, en el que si bien se intentaba documentar mediante entrevistas la
situación argentina no era menos patente su carácter testimonial. En un registro diferente, que combina
entrevistas a exiliados políticos con otras a emigrados que abandonaron Argentina por diversos moti-
vos y en distintas épocas, Ana Barón; Mario del Carril; Albino Gómez. Por qué se fueron. Testimonios
de argentinos en el exterior. Buenos Aires: Emecé, 1995; con la secuela de Albino Gómez. Exilios (Porqué
volvieron). Santa Fe: Homo Sapiens; Tea, 1999. Otros estilos en Carlos Ulanovsky. Seamos felices mientras
estamos aquí. Crónicas del exilio. Buenos Aires: Sudamericana, 2001 y en Diana Guelar y otros, Los chicos
del exilio. Argentina, 1975-1984. Buenos Aires: El País de Nomeolvides, 2002.
14 Un abordaje seminal en ese sentido en Lilian Heker; Julio Cortázar. «Polémica. Exilio y litera-
tura» en Cuadernos Hispanoamericanos nº 517/519, 1993. El mejor exponente de esta veta analítica es
probablemente el texto de Jorge Luis Bernetti; Mempo Giardinelli. México: el exilio que hemos vivido.
Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2003.
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15 Marina Franco. «El exilio argentino, entre la memoria y la Historia. Primeras aproximaciones»,
ponencia presentada a las VIII Jornadas Interescuelas y Departamentos de Historia de Universidades
Nacionales de la República Argentina, Salta, septiembre de 2001.
16 Pablo Yankelevich (comp.). Represión y destierro. Itinerarios del exilio argentino. La Plata: Al Margen,
2004.
17 Silvina Jensen. La huída del horror no fue olvido. El exilio político argentino en Cataluña (1976-1983).
Barcelona: Bosch, 1998; y La provincia flotante. El exilio argentino en Cataluña (1976-2006). Barcelona: Fun-
dació Casa Amèrica Catalunya, 2007. De Guillermo Mira Delli-Zotti, «¿Sobrevivir o vivir en Madrid?
Exiliados argentinos del 76» en Ángel Espina Barrio (ed.). Antropología en Castilla y León e Iberoamérica.
V – Emigración e integración cultural. Salamanca: Universidad de Salamanca, 2003; «La singularidad del
exilio argentino en Madrid: entre las respuestas a la represión de los setenta y la interpelación a la Ar-
gentina posdictatorial» en Pablo Yankelevich (comp.), Represión y destierro…, op. cit.; «Voces distantes,
otras miradas examinan el círculo de hierro. Política, emigración y exilio en la declinación argenti-
na» en Exilios: Historia reciente de Argentina y Uruguay, monográfico de América Latina Hoy, Salamanca:
Universidad de Salamanca, nº 34.2003; «Formas de resistencia contra la dictadura militar argentina
1976-1983: la Revista Resumen» en Ángel Espina Barrio (ed.). Poder, política y cultura. Antropología en
Castilla y León e Iberoamérica. VII. Pernambuco: Massagana, 2005; y «Raíces y paradojas del conflicto
en la Argentina contemporánea: de la utopía revolucionaria a la emigración y la exclusión» en Ángel
Espina Barrio (ed.). Conflicto y cooperación. Antropología en Castilla y León e Iberoamérica. VIII. Salamanca:
Diputación de Salamanca, 2005.
18 Margarita del Olmo. La construcción cultural de la identidad: emigrantes argentinos en España. Ma-
drid: Universidad Complutense de Madrid, 1990; La utopía en el exilio. Madrid: csic, 2002; y «El exilio
después del exilio» en Exilios: Historia reciente de Argentina y Uruguay, op. cit. Nótese que el primer
texto se pensaba desde la noción de emigración y sin un contenido explícitamente político, en tanto
que los dos siguientes se estructuraron en función del concepto de exilio y una clara preocupación por
la acción política.
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Definiciones y tensiones en la formación de una Historiografía sobre el pasado reciente en el campo académico argentino
19 Arrancando erróneamente con el supuesto de que el sumario respectivo se inicia «a partir de los
desaparecidos españoles en Argentina», el texto se pretende un reportaje «en los bordes de la noticia».
Construyendo una crónica de los acontecimientos en el momento en el cual el ex dictador chileno y
entonces senador vitalicio Augusto Pinochet Ugarte se encontraba temporalmente detenido en Lon-
dres, los autores apelan a recursos literarios de dudoso buen gusto para un trabajo que se pretende
de no-ficción y se inscribe dentro del «nuevo periodismo», como ser apelativos pomposos para quie-
nes admiran y calificativos no fundados para aquellos a quienes denigran. Si bien se asienta en una
correcta y completa compulsa periodística, el texto realiza afirmaciones contundentes sobre aspectos
no suficientemente aclarados. En el relato de los acontecimientos Bermúdez y Gasparini adoptan una
línea de interpretación apegada a algunos de los actores y atacan a la agrupación política española
Izquierda Unida, que integra la acusación popular en los «juicios de Madrid». Norberto Bermúdez;
Juan Gasparini. El testigo secreto. Buenos Aires: Javier Vergara, 1999, entrecomillados de pp. 13 y 14,
respectivamente.
20 Eduardo Anguita. Sano juicio. Baltazar Garzón, algunos sobrevivientes y la lucha contra la impunidad en
Latinoamérica. Buenos Aires: Sudamericana, 2001. Probablemente la edición del texto de Anguita no sea
ajena a un posicionamiento en los debates internos de los emigrados políticos argentinos, ya que una
fracción de la Asociación Argentina por los Derechos Humanos de Madrid entendió que respondía a la
estrategia de un grupo enfrentado.
21 Guillermo Mira Delli-Zotti, «La singularidad del exilio argentino…», op. cit., nº 36, p. 107.
22 Para ilustrar esto baste un ejemplo que no refiere al campo temático de esa investigación periodís-
tica en sí: en la primera página de la introducción se dice que la orden del bombardeo atómico sobre
Hiroshima y Nagasaki fue impartida por Harry Truman apenas cuatro meses después de suceder al
desaparecido Teodoro Roosevelt (Eduardo Anguita. Sano juicio…, op. cit. p. 11). Lamentable confusión,
ya que el presidente estadounidense fallecido al término de la Segunda Guerra Mundial fue Franklin
Delano Roosevelt.
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I. EL TIEMPO PRESENTE COMO OBJETO HISTORIOGRÁFICO
Definiciones y tensiones en la formación de una Historiografía sobre el pasado reciente en el campo académico argentino
25 Un caso paradigmático es el que hace a la discusión sobre el número de detenidos desapareci-
dos. Durante casi tres décadas los organismos de derechos humanos defendieron la cifra simbólica de
30.000 —que nunca quiso ser exacta—, mientras que los trabajos académicos se limitaban mayormente
a los 8.900 registrados por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (conadep). Hoy se
sabe que el Ejército tenía registrados 22.000 casos en junio de 1978, al tiempo que aún se suelen esta-
blecer desapariciones nunca anotadas, por lo cual la estimación del movimiento de derechos humanos
parece más razonable que la reconocida por los medios académicos. Cf. Hugo Alconada Mon. «El
Ejército admitió 22.000 crímenes» en Diario La Nación, Buenos Aires: 24 de marzo de 2006.
26 Marina Franco; Florencia Levín (comps.). Historia reciente…, op. cit., p. 16.
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Definiciones y tensiones en la formación de una Historiografía sobre el pasado reciente en el campo académico argentino
28 Mariana Caviglia. Dictadura, vida cotidiana y clases medias. Una sociedad fracturada. Buenos Aires:
Prometeo Libros, 2006, pp. 320-321.
29 Verónica V. Maceira. «La recurrencia del recuerdo. Prácticas de historización entre trabajadores
desocupados del conurbano bonaerense» en Prohistoria, Rosario, nº 9, primavera 2005; el entrecomi-
llado es de p. 167. Me eximo de reproducir algunas de las citas de las entrevistas presentadas por la
autora, que pese a todas sus explicaciones y contextualizaciones no pueden resultar más que dolorosas
al dejarnos la impresión de que la dictadura puede funcionar en el imaginario de muchos trabajadores
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Y además, ¿es que sólo la Historia reciente parte del dolor? De seguro
que conviene recordar que la Historia, tal como surgió en Occidente, se
constituyó como discurso de legitimación de la dominación. Sin embargo,
también se formó como su contrario: como discurso contraideológico en
el cual el dolor de los oprimidos actuó como acicate para el conocimiento.
Con Max Horkheimer y Walter Benjamin, la Historiografía aparece al mis-
desocupados como un período de paz, bonanza y respeto por las normas, sin que espontáneamente se
planteen ninguna relación entre ella y los sucesos posteriores de la historia argentina contemporánea.
30 Diario Página/12, Buenos Aires: días 28 de diciembre de 2005 (p. 8), 18 de marzo (p. 8) y 3 de
mayo de 2006 (p. 7). Al momento de escribir estas páginas, la exhumación de los cuerpos es lenta y
discontinua.
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Definiciones y tensiones en la formación de una Historiografía sobre el pasado reciente en el campo académico argentino
No sólo no hay entonces traumas totales vividos por todo el conjunto so-
cial, sino que la totalidad de la historia de la humanidad —y por extensión,
toda Historiografía— puede ser pensada a partir del dolor y de las violen-
cias fundantes de la dominación. ¿Deberíamos entonces renunciar en blo-
que al concepto y sus implicancias? De ninguna manera. Aunque se pueda
dudar de la relevancia del trauma, se lo ponga en cuestión como fractura
e incluso se reconozcan las dificultades de identificar los modos de trans-
misión social de síntomas postraumáticos, le damos centralidad porque
decimos que eso nos importa. Si la Historia reciente puede pensarse des-
de ese concepto, es porque desde una perspectiva ético-política decidimos
que así sea. Reconocer un trauma histórico —sea el terror de Estado, sean
otros— supone un proceso autocrítico de pensamientos y prácticas con
trascendencia política y social. No para una mera victimización sustitutiva
y empática o un discurso de lo sublime, sino en pos de una indagación so-
bre aquello que consideramos relevante en función de una lucha política,
de un conflicto social, o simplemente de un episodio más de la guerra civil
latente a toda sociedad32.
31 René Lourau. «Instituido, instituyente, contrainstitucional» en Christian Ferrer (comp.). El len-
guaje libertario. Antología del pensamiento anarquista contemporáneo. La Plata; Buenos Aires: Altamira,
1998, p. 112. Respecto de los otros autores aludidos me remito a Max Horkheimer. Teoría crítica. Buenos
Aires: Amorrortu, 1990 y Walter Benjamin. «Tesis sobre filosofía de la historia» —especialmente vi a
viii—, en Discursos interrumpidos. I. Filosofía del arte y de la historia. Buenos Aires: Taurus, 1989.
32 Aunque originalmente refieren al trauma y en particular a la forma específica de la memoria trau-
mática como objetos de un nuevo campo o subcampo de investigaciones, extrapolo aquí observaciones
de Dominick Lacapra. Historia en tránsito. Experiencia, identidad, teoría crítica. Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica, 2006, capítulo III «Estudios del trauma: sus críticas y vicisitudes». La noción de
un conflicto siempre al borde de la guerra civil como elemento constitutivo del término «sociedad» en
Barrington Moore. La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelión. México: Universidad Nacional
Autónoma de México, 1996, p. 25.
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33 Julio Aróstegui. La Historia vivida. Sobre la Historia del presente. Madrid: Alianza, 2004, passim. Per-
sonalmente no comparto la identificación de Aróstegui de un tiempo axial hacia 1989-1991 y prefiero
defender la posibilidad de pensar como matriz histórica la constitución de un modo de dominación es-
pectacular en las áreas con procesos de centro y la nueva externalización de la violencia hacia las áreas
con procesos de periferia entre 1950-1970, pero eso sería objeto de otra larga discusión.
34 Hilda Sábato. «Saberes y pasiones del historiador. Apuntes en primera persona» en Marina Fran-
co; Florencia Levín (comps.). Historia reciente…, op. cit., p. 226. La referencia es a la autobiografía de
Eric Hobsbawm. Años interesantes. Una vida en el siglo xx. Barcelona: Crítica, 2003.
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Definiciones y tensiones en la formación de una Historiografía sobre el pasado reciente en el campo académico argentino
Podríamos seguir citando diversos casos en los cuales las materias tra-
tadas eran temporalmente cercanas, había testigos de los acontecimientos
—que muchas veces fungían de fuentes de información sin demasiado ri-
gor metodológico— y la implicación de los historiadores era inmediata.
Así como también encontraríamos otros ejemplos de textos contrarios en
los cuales se negaba la posibilidad de que la Historia acometiera el análisis
de un tiempo presente. Y es que en el siglo xix, la Historia, la memoria y
la política ya aparecían inextricablemente unidas. En ese siglo burgués los
historiadores no sólo se plantearon cuestiones epistemológicas fundamen-
tales37, sino que además expresaron visiones de la Historia fusionadas con
la política notabiliar y discutieron los márgenes a los que debía ceñirse.
Es claro que esas concepciones buscaban explicar y autenticar su propio
presente, aunque también que las élites y clases dominantes europeo-occi-
dentales estaban inmersas en un proceso de formación de esferas públicas
35 Manuel María Cervera. Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe, 1573-1853. Contribución a la
Historia de la República Argentina. Santa Fe: La Unión, 1907.
Jules Michelet. Histoire du xixe. siècle. L’Etudiant, 1877, 3 tomos; hay edición de Flammarion, París,
36 �������
1982.
37 Aunque su pragmatismo es por lo menos excesivo y homologa crisis disciplinares de diversa
índole, la gran virtud de Gérard Noiriel ha sido recordarnos que muchos debates epistemológicos que
solemos estimar de última moda se presentaron —con otros modos discursivos y presupuestos muy
diversos— a lo largo de todo el proceso de formación de la Historia como disciplina científica en el
siglo xix, observación que podría extrapolarse a lo que nos ocupa. Gérard Noiriel. Sobre la crisis de la
Historia. Madrid: Cátedra, 1997.
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38 A propósito de una materia absolutamente diferente, Alain Guerreau ha destacado cómo se ocul-
tan u olvidan desarrollos elaborados muy anteriormente con un máximo de racionalidad, tendiendo a
veces a recomenzar de cero, y con su típico estilo polémico ha indicado que para avanzar teóricamente
«no es indispensable hacer pasar por nuevo lo que otros han explicado y expresado con suficiente
claridad hace ciento cincuenta años». Alain Guerreau. El feudalismo. Un horizonte teórico. Barcelona:
Crítica, 1984, p. 41.
39 Es la interpretación de Marina Franco; Florencia Levín (comps.). Historia reciente…, op. cit., passim.
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Por qué existe una Historia del pasado reciente es algo que no se puede
responder desde la preexistencia de una fractura que constituya el objeto his-
toriográfico o de un régimen de historicidad determinado. Adicionalmente,
apuntemos que tampoco tiene un sesgo metodológico distintivo, como no
sea el peso otorgado en ocasiones a las fuentes orales. El corolario que se
puede extraer de estas observaciones es inquietante. Si el abordaje de pa-
sados recientes no es un fenómeno historiográfico en evolución lineal ni
responde estrictamente a la lógica de desarrollo de la propia disciplina, lo
que lo habilita o lo clausura es sólo una configuración política
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Definiciones y tensiones en la formación de una Historiografía sobre el pasado reciente en el campo académico argentino
Si decidimos que esa definición tiene sentido, atrás de ella corren las
diferencias en los recortes temporales, las atribuciones de significado, las
opciones metodológicas y otras formas de delimitación de las reglas del
campo. Pero también los cargos de docencia e investigación, las líneas de
becas, la subvención de publicaciones, las invitaciones a congresos, los re-
conocimientos de los pares y de actores exteriores a la academia. En suma,
todas las implicancias en términos de distribución de diversos capitales.
Aunque la formación del campo parece ser muy embrionaria e incluir un
mundo de discursos y representaciones en tensión con algunos de los acto-
res académicos, que reclaman una mayor «profesionalización», no está de
más enfatizar que todo campo académico es una construcción política que
permite la distribución de recursos.
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44 Daniel Lvovich. «Historia reciente de pasados traumáticos. De los fascismos y colaboracionismos
europeos a la historia de la última dictadura argentina» en Marina Franco; Florencia Levín (comps.).
Historia reciente…, op. cit., p. 119.
45 Mattei Dogan. «Las nuevas Ciencias Sociales: grietas en las murallas de las disciplinas» en La
Iniciativa de Comunicación, 12 de enero de 2003, http://www.comminit.com/la/index.html.
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Hace unos quince años, Sergio Bologna, al tratar sobre los enfoques his-
toriográficos relativos al nazismo, señalaba que la «cultura historiográfica
de hoy es una cultura académica y no hay nada más lejano de la “pasión
civil” que la llamada investigación universitaria»46. Quizás la Historia re-
ciente nos permita revertir ese alejamiento.
46 Sergio Bologna. Nazismo y clase obrera. 1933-1993. Madrid: Akal, 1999, p. 46.
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