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Semiótica
Semiótica
Introducción a la Semiótica
A principios del siglo XX nacía una disciplina científica destinada a desempeñar un rol
fundamental en el estudio del hombre y su cultura. Casi con absoluto desconocimiento una de la
otra, aparecían simultáneamente desde ambos lados del océano: por un lado, la Semiótica , y por
otro, la Semiología.
Para introducirse en el campo de esta ciencia se tomarán los conceptos e ideas planteadas por la
obra de Victorino Zecchetto llamada ―Seis semiólogos en busca de un autor‖, como así también
los aportes realizados por otros autores que se han interesado en esta ciencia. En la misma, el
autor plantea un recorrido por los fundadores de esta disciplina hasta sus principales
representantes actuales. Además establece su desarrollo, que va desde los inicios hasta su
constitución como ciencia moderna, subrayando los conceptos fundamentales que la diferencian y
destacan de las demás ciencias.
Para Fernando Andatch ni Charles Pierce, el padre norteamericano de esta ciencia, ni Ferdinand
de Saussure, el lingüista ginebrino de los años 60, fueron en su momento reconocidos por el
aporte que realizaron ambos a esta disciplina (1987:13). A pesar de la diferencia de enfoques
existentes en los aportes realizados por estos autores, ambos coincidían en la importancia que
tendría para el futuro del hombre, una ciencia que estudiase la vida de los signos en una sociedad
determinada.
En la Semiótica se dan corrientes muy diversas y a veces dispares, por lo cual más que una
ciencia puede considerársele un conjunto de contribuciones y análisis del funcionamiento de
códigos completos.
Ferdinand de Saussure (1857-1913), uno de los fundadores de la tradición europea, fue el primero
que habló de la ―Semiología‖ y, en el Curso de Lingüística General (su obra fundadora) la define
como la "ciencia general de todos los sistemas de signos (o de símbolos) gracias a los cuales los
hombres se comunican entre ellos", lo que hace de la Semiología una ciencia social y presupone
que los signos se constituyen en sistemas (sobre el modelo de la lengua). "Una ciencia que
estudia la vida de los signos en el seno de la vida social. (…) Ella nos enseñará en que consisten
los signos y cuáles son las leyes que los gobiernan..." (Zecchetto, 1999: 22).
En cambio, para Charles Peirce (1839-1914), fundador de la tradición norteamericana, la
Semiótica será la "doctrina casi necesaria o formal de los signos" (Zecchetto, 1999: 55). Para este
autor la lógica, en su sentido general, no es sino otro nombre que le asigna a la Semiótica. Este
autor americano la concibe, al igual que su otro fundador, como una teoría general de los signos.
Ambos nombres adjudicados a esta ciencia, hoy se emplean prácticamente como sinónimos.
El acceso a la ciencia Semiótica es, en principio, complejo, pues se sitúa necesariamente en la
interfaz de un gran número de campos del saber (Filosofía, Fenomenología, Psicología, Etnología,
Antropología, Sociología, Epistemología, Lingüística, Teorías de la percepción, Neurociencias). La
tarea histórica de la Semiótica, entonces, podría ser la de hacer cooperar esos saberes,
institucionalmente separados como campos científicos autónomos, para producir un saber nuevo,
un saber, en cierto modo, de segundo grado. Se encontrarán, pues, tantas doctrinas de los signos
como conceptualizaciones de esta cooperación de saberes. En su acepción corriente, el término
‗signo‘ es lo suficientemente preciso como para poder entender las expresiones ‗doctrina de los
signos‘ o ‗teoría de los signos‘, en virtud de la mayor o menor pretensión de formalización
científica ostentada por las diferentes corrientes que se registran más adelante. Se deberá tomar
en cuenta también el amplio lugar ocupado por el signo lingüístico, tanto como objeto de estudio
en el campo de esta ciencia, como su concepción en una perspectiva histórica.
Lingüística y Semiótica.
No es posible dibujar los rasgos esenciales de la Semiótica sin antes hacer referencia al
pensamiento de Ferdinand de Saussure y su campo específico de trabajo que fue la lingüística
moderna. Saussure ha sido el iniciador de esta ciencia, la que marcará después el inicio de la
ciencia semiótica moderna (Zecchetto, 1999, 20). La lingüística posee una historia evolutiva que
Zecchetto distingue a partir de cuatro etapas (1999: 20), divididas en tres períodos. Según el
autor, al principio era una disciplina normativa y se le llamaba Gramática (primer período). Se
ocupaba únicamente de dar reglas para distinguir las formas correctas o incorrectas del lenguaje.
Los griegos habían sentado las bases de estos estudios y más adelante, en la era
contemporánea, será la escuela francesa la que desarrolle esta tendencia (1999: 20). Después
apareció la Filología (segundo período): preocupada por estudiar la estructura y evolución del
lenguaje, sus aspectos estilísticos y formales. No sólo se preocupó por interpretar los textos, sino
que estudió la historia literaria. Su método más peculiar fue la crítica, especialmente de obras
antiguas griegas y romanas.
El tercer período comienza cuando se empiezan a comparar las lenguas entre sí, se estudiaban
las relaciones que las unían, denominándose a esta actividad Filología comparada. Ya hacia
fines de 1870, algunos estudiosos empiezan a preguntarse acerca de las condiciones de vida y de
producción de esas lenguas (1999: 21). Así, nace la Lingüística propiamente dicha. En este
contexto histórico aparecen las reflexiones de Saussure, que problematizaron el conjunto de la
Lingüística de su tiempo, considerándoselo a partir de allí como el padre de la Lingüística
moderna (1999: 21). A dicho estudio de la lengua como sistema, Saussure lo denominó
“Semiología”: ―La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por tanto, comparable a
la escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de urbanidad. Sólo
que es el más importante de los sistemas‖ (Zecchetto, 1999: 22).
La Lingüística, entonces, puede concebirse, según Saussure ―como una ciencia que estudia la
vida de los signos en el seno de la sociedad, formaría parte de la psicología social y por
consiguiente, de la psicología general, denominada semiología‖ (Zecchetto, 1999: 22). A partir de
ella, arrancarán los estudios e investigaciones del siglo XX sobre los signos y sobre la ciencia
semiótica en general.
En cambio, para otro estudioso como Roland Barthes, no es cierto que en la vida social existan,
fuera del lenguaje humano, otros sistemas de signos. Objetos, imágenes, comportamientos,
pueden, en efecto, significar pero nunca de un modo autónomo. Así, Barthes sostiene que todo
sistema semiológico tiene que ver, indiscutiblemente, con el lenguaje. Parece cada vez más difícil
concebir un sistema de imágenes u objetos cuyos significados puedan existir fuera del lenguaje.
Así, el semiólogo encontrará antes o después al lenguaje en su camino. No solo a modo de
modelo, sino también, a título de componente de elemento mediador o de significado. Barthes
invierte la afirmación de Saussure: la lingüística no es una parte privilegiada de la semiología,
sino, por el contrario, la Semiología es una parte de la Lingüística. La Semiología quedó, en la
tradición de Barthes, circunscrita en el proyecto de la Lingüística (Zecchetto, 1999: 103).
De esta forma, prevaleció durante un tiempo la idea de referirse a la Semiología, cuando el objeto
eran códigos lingüísticos, y a la Semiótica, cuando no lo eran. Los sistemas no lingüísticos son,
por ejemplo, señalizaciones ferroviarias, viales, marítimas, alfabeto de sordomudos, rituales
simbólicos, protocolos, insignias.
Por último, otro autor cuya obra se repasará más adelante, Umberto Eco, considera que todos los
fenómenos de la cultura pueden ser observados como sistema de signos cuya función es
vehicular, transportar contenidos culturales, por ejemplo: la moda, el culto, la etiqueta, el
maquillaje, las fiestas, los juegos, la arquitectura.
Para Osvaldo Dallera (1996: 4) la Semiótica es una disciplina que se ocupa de explicar cómo se
produce el sentido que circula socialmente, a partir de la descripción y de la clasificación de los
elementos que componen los signos y los discursos sociales y del análisis de las reglas que se
utilizan para articular dentro de un texto esos elementos. Dicho de otra forma, a la Semiótica le
interesa la composición interna de signos y discursos sociales y la articulación de los elementos
que componen esos signos y discursos.
Si puede mostrarse que más allá de la diversidad y de las diferencias aparentemente irreductibles
(sobre las cuales se funda la noción de sistemas de signos) hay una perspectiva teórica
unificadora que da a cada signo, cualquiera que sea el campo de las prácticas humanas al cual se
vincula, el mismo estatus teórico, entonces podemos hablar de una Semiótica general.
Es necesario superar las diferencias observables en el campo de los fenómenos de
representación y de significación, que los compartimentan en clases que no tienen aparentemente
ningún punto en común, para estar en condiciones de fundar una Semiótica general.
La otra corriente es la Semiótica que la inspiró Charles Pierce (la tradición estadounidense) y
afectó a pensadores anglosajones. El punto de partida es el esquema triádico del signo
(Zecchetto, 1999: 68). La historia del pensamiento semiótico hizo que ambos autores a más de 10
mil kilómetros hablaran de cuestiones muy parecidas en contextos muy diferentes. Para el
lingüista suizo la Semiología es dicotómica, es decir, fundadas sobre pares opuestos como
significante/significado. Allí se inscriben también Barthes y Greimas, mientras que en la
concepción del filósofo estadounidense es triádica. Esto genera abordamientos de los objetos de
estudio distintos, porque de hecho los métodos que usaron ambos autores no fueron iguales.
Saussure puso el acento en el carácter humano y social de la doctrina, mientras que Pierce
destacó su carácter lógico y formal.
Hoy, se considera superado el debate entre la corriente semiológica y la semiótica. Sin embargo la
obra de Pierce representa actualmente uno de los campos más fecundos de reflexión semiótica
(Zecchetto, 1999: 69).
Por estos tiempos, Semiótica y Semiología suelen usarse como sinónimos. Ambos términos
designan una joven ciencia interdisciplinaria que está en proceso de constitución y que contiene
por una parte el proyecto general de una teoría de los signos —su naturaleza, sus funciones, su
funcionamiento— y por otra parte un inventario y una descripción de los sistemas de signos de
una comunidad histórica y de las relaciones que contraen entre sí.