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Una aproximación a la
“Dominación Total”1
Elaborado por:
Rebeca Vaisberg de Lustgarten
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Capítulo de “Los Orígenes del totalitarismo”
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Índice
1 Introducción............................................................................................................................... 3
4 Conclusiones............................................................................................................................ 13
4.1 Hannah Arendt: una innovadora............................................................................................ 14
4.2 Algunas críticas............................................................................................................................ 14
4.3 Trascendencia de las ideas de Hannah Arendt.................................................................. 16
5 Bibliografía............................................................................................................................... 19
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1 Introducción
El terror es la realización de la ley de movimiento; su objetivo principal
es hacer posible que la fuerza de la Naturaleza o la Historia corra
libremente a través de la humanidad sin tropezar con ninguna acción
espontánea(…). El terror ejecuta estos juicios, y ante su tribunal todos
los implicados son subjetivamente inocentes; los asesinados porque nada
hicieron contra el sistema, y los asesinos porque realmente no asesinan,
sino que ejecutan una sentencia de muerte pronunciada por algún
tribunal superior. Los mismos dominadores no afirman ser justos o
sabios, sino sólo ejecutan leyes históricas o naturales; no aplican leyes,
sino que ejecutan un movimiento conforme a su ley inherente. El terror
es legalidad si la ley es la ley del movimiento de alguna fuerza
supranatural, la Naturaleza o la Historia. (Arendt, 1987: 688-89).
Siendo ya ciudadana de los Estados Unidos, en 1951 publica su primera gran obra, “Los
Orígenes del Totalitarismo”, que fuera muy aclamada y estudiada en los años cincuenta, y
considerada el primer gran esfuerzo para analizar las condiciones históricas que permitieron
las llegada al poder de Hitler y Stalin. Fue la publicación que, de acuerdo a Heinz Sontag, “la
convierte en una celebridad intelectual” (Kohn & Rico, 2009: 30) y que en la opinión de
Shlomo Avineri, ha jugado un rol preponderante en la formación de la visión de los asuntos
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Parte del capítulo “El totalitarismo en el poder” del libro “Los orígenes del totalitarismo” y cuyo esbozo fuera
primero publicado a manera de artículo en el “June Partisan Review”, con el nombre de “Campos de
concentración”
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internacionales desde su publicación, “posiblemente más que ningún otro tratado, ha
contribuido a la forma en que la gente con una visión liberal ha lidiado con las ideas
totalitarias y con los regímenes de derecha o izquierda”(Avineri, 2010). Por otro lado,
Margaret Canovan considera que aparte de que “Los Orígenes del Totalitarismo” establece la
reputación de Arendt como una pensadora política, también existen razones para considerar
dicha obra como la clave de su trabajo posterior, y aunque su concepto y modelo de
totalitarismo sigue siendo controversial, existe un gran interés por su trabajo hasta el día de
hoy. Seyla Benhabib ha expresado que:
El análisis que Arendt hizo del totalitarismo no tiene precedentes. Sin duda muchos detalles
históricos en su análisis de la Unión Soviética e incluso de la Alemania nazi han sido
refutados. Con todo, su tesis central de que con la experiencia del totalitarismo europeo algo
sin precedentes sucedió en la historia humana sigue siendo válida y profunda(...) (Cruz, 2010)
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Para Heinz Sontag, Hannah Arendt fue:
Una teórico de lo político con una predilección para grandes generalizaciones históricas,
Hannah Arendt reunió en su persona el brillo conceptual de una intelectual culta, el
aprendizaje consciente de una estudiosa formada en Alemania y el denotado espíritu de una
exiliada y apartida quien confronto algunos de los peores horrores de las tiranías europeas.
(...). Su condición de judía fue un rasgo importante de su experiencia y una condición que
jamás intento reprimir.(Kohn & Rico, 2009)
Se puede entender las razones por las que existen tantas y tan diversas interpretaciones de
su obra por medio del análisis que hace Dana Villa quien explica que Arendt nunca escribió un
sistema de filosofía política, a la manera de Hobbes o Rawls; que las temáticas que abarcan
sus libros son muy diversas, desde el totalitarismo, el lugar de la acción política humana en la
vida, el juicio de Eichmann, el significado de la tradición revolucionaria moderna, la
naturaleza de la libertad política hasta las facultades que componen “La vida del espíritu”.
Puntualiza Dana que Arendt no ha basado la construcción de sus obras en un solo argumento,
que además no fueron desarrolladas de manera diligente o solícita , y tampoco tienen un
narrativa lineal. La interconexión entre los diversos tópicos tratados queda generalmente en
manos del lector. La suya es una profunda reflexión sobre el entorno de la política, el espacio
publico y las fuerzas que constantemente amenazan con convertir la vida contemporánea en
una nueva forma de barbarie (Villa D. , 2000: 1-2). De acuerdo con la misma Dana, “Los
orígenes del totalitarismo” fue una obra escrita para comenzar lo que Arendt llamaba “el
diálogo interminable” con una nueva forma de política(...) (Ídem).
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Pero la paradoja de la novedad totalitaria fue que represento una irrupción a la habilidad de
actuar y pensar como un individuo único (Canovan, 2000: 27).
Arendt concluye que la política bajo los regímenes totalitarios pasó a interferir con las
circunstancias de la existencia humana, hecho que sumado a la capacidad que demostraron
dichos sistemas de realizar cualquier cosa, convierte a la experiencia del totalitarismo en algo
sin precedentes en la historia de la humanidad y en un fenómeno político esencialmente
moderno.
Mientras todos los hombres no hayan sido hechos igualmente superfluos-y esto solo se ha
realizado en los campos de concentración-, el ideal de dominación totalitaria no queda
logrado. Los estados totalitarios aspiran constantemente, aunque nunca con completo éxito, a
lograr la superfluidad de los hombres(...)(Arendt, 1987: 678).
Para Cristina Sánchez Munoz, la superfluidad de la que habla Arendt se relaciona con
grandes masas de personas sobrantes. Son personas excedentes de los sistemas democráticos.
De acuerdo a Sánchez, lo que nos dice Arendt es que el totalitarismo aprendió primero a dar
soluciones policiales a esas masas superfluas, antes que soluciones políticas.(Díaz Gómez &
Sánchez Muñoz, 2008). Asimismo, es indispensable de que todos los hombres sean califiquen
de igual manera para el papel de víctima o victimario:
(...)Los manipuladores de este sistema creen en su propia superfluidad tanto como en la de los
demás, y los asesinos totalitarios son los más peligrosos de todos porque no se preocupan de
que ellos mismos resulten estar vivos o muertos, si incluso vivieron o nunca nacieron. (Arendt,
1987: 681)
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Lo que involucra que absolutamente todos los seres humanos sean privados de su
individualidad: “Por eso el carácter es una amenaza e incluso las más injustas normas
legales constituyen un obstáculo; pero la individualidad, es decir, todo lo que distingue a un
hombre de otro, resulta intolerable”. (Ibídem: 678). Cuando se destruye la individualidad, se
destruye la espontaneidad, alterando de esa manera la naturaleza humana:
Los campos son concebidos no sólo para exterminar a las personas y degradar a los seres
humanos, sino también para servir a los fantásticos experimentos de eliminar, bajo
condiciones científicamente controladas, a la misma espontaneidad como expresión del
comportamiento humano y de transformar a la personalidad humana en una simple cosa, algo
que ni siquiera son los animales(...). (Ibídem: 653)
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dominación total son el uso del terror y lo que Arendt llama “mal radical” , especialmente en
los campos de concentración.
Es inherente a toda nuestra tradición filosófica el que no podamos concebir un “mal radical”,
y ello es cierto tanto para la teología cristiana, que concibió incluso para el mismo Demonio
un origen celestial, como para Kant, el único filosofo que, en termino que acuño para este fin,
debió haber sospechado al menos la existencia de este mal, aunque inmediatamente lo
racionalizo en el concepto de una “mala voluntad pervertida” , que podía ser explicada por
motivos comprensibles.(...)(Arendt, 1987: 680-81)
Tal como ya se ha explicado antes, para Arendt, el terror es la esencia del totalitarismo y se
manifiesta a través de lo que la pensadora identifica como el “mal radical”. La novedad para
Arendt no es la presencia del terror. Reconoce que existió en el pasado, pero no como razón de
ser , como el medio para llevar a cabo su ideología tal como ocurre en el totalitarismo.
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Para Arendt, el “mal radical” denota no el objetivo de la aniquilación como tal, ni los
medios (las matanzas industriales) ni el sadismo de muchos de los perpetradores. Por el
contrario, emplea esa frase por que la organización totalitaria de encarcelamiento y asesinato
en escala masiva fue irreducible a ningún grupo de motivaciones humanas reconocibles. (Villa
D. R., 1999: 32) En una carta de 1951 dirigida a Jaspers, dice:
El mal ha resultado más radical de lo esperado. En términos objetivos, los crímenes modernos
no están previstos en los diez mandamientos (…) sabemos que los más grandes males o el mal
radical no tiene que ver mucho con la razón y los motivos humanos. (cit. en Villa D. R,
1999:32)
Arendt advierte que para entender los totalitarismos debemos purgar nuestra tendencia de
personalizar la maldad de dichos regímenes y poner de lado el “entendimiento limitado de la
maldad política que hemos heredado de las grandes tradiciones”, ya que esa comprensión se
basa casi exclusivamente en la pasión no moderada de los dirigentes o el pueblo. De acuerdo a
George Kateb (cit. en Villa D. R., 2001: 15) se puede decir que la tradición del pensamiento
político occidental no se preocupa mucho por la política como maldad o la maldad como
política; más bien se ocupa de cosas como la justicia o la formación del carácter, por lo que
aporta muy poco o nada de la naturaleza del fenómeno moderno de la maldad política.
Tampoco sirven, explica Villa, las herramientas de las ciencias sociales que siempre proponen
modelos racionales con el objeto de explicar el funcionamiento de los sistemas sociales o
políticos, y si bien la maldad totalitaria requiere de grandes burocracias racionales para llevar
a cabo su tarea, no existe un criterio utilitario en las acciones de dichos sistemas, tal como ya
se ha comentado anteriormente. Los campos de concentración, desde el punto de vista
utilitario, no eran un medio para nada, por el contrario, fueron una desmedida perdida de
recursos económicos, sobre todo en el caso nazi, que al final de la guerra consumió grandes
medios necesarios para el conflicto bélico en el sostén del sistema de los campos de
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concentración y liquidación . Comprender aquello que no tiene precedentes significa que la
facultad de juicio humano, carente de su inventario usual de sentido común, sólo puede
depender de una imaginación aterradora preparada para afligirse con los horrores. (Ibídem: 14-
15).
Hannah Arendt entiende que los regímenes totalitarios del siglo XX son unas formas inéditas,
que brotaron de la sociedad occidental misma, de sus corrientes subterráneas, y que
empujaron a esa misma sociedad a perseguir fantasías de dominación y venganza, en un
movimiento sin fin, sin continente y sin contención. (Pinardi, 2007)
De acuerdo a Villa, es en esa obra , “Los Orígenes del Totalitarismo” , que Arendt
comienza a lidiar con los problemas de la maldad política o la maldad como política. Arendt
estaba convencida de que desde sus comienzos, tanto el régimen Nazi como el Estalinista eran
formas nuevas de gobierno, como nada de lo que había sido catalogado por Aristóteles,
Montesquieu o similares.
En los capítulos precedentes hemos recalcado repetidas veces que no los medios de
dominación total son solamente más drásticos, sino que el totalitarismo difiere esencialmente
de otras formas de opresión política que nos son conocidas, como el despotismo, la tiranía y la
dictadura. Allí donde se alzo con el poder desarrolló instituciones políticas enteramente
nuevas y destruyó todas las tradiciones sociales, legales y políticas del país. (Arendt, 1987:
682)
Dice Cristina Sánchez Muñoz que Arendt enunciaba de que el totalitarismo se caracteriza
por tener una “serie de elementos presentes en la política del siglo XIX y comienzos del XX y
que cristalizan en la forma política del régimen totalitario mediante el antisemitismo, la
decadencia del Estado-Nación, el racismo, la expansión capitalista e imperialista y la alianza
entre el capital y el pueblo”. No es que esos elementos sean totalitarios, o conduzcan al
totalitarismo, pero es cierto que como conjunto se concretaron en el triunfo del totalitarismo.
(...) “éste no es el resultado inevitable de la modernidad, es solamente uno de sus posibles
desarrollos”. (Díaz Gómez & Sánchez Muñoz, 2008). Zoran Kurelić explica que para Arendt,
la aparición de un régimen capaz de crear Auschwitz, fue el resultado del colapso de la
civilización europea, que ocurrió a raíz de la primera Guerra Mundial y la gran crisis
económica de los años veinte. (Kurelic, 2009)
(...) allí donde estos sistemas se tornaron verdaderamente totalitarios comenzaron a operar
según un sistema de valores tan radicalmente diferente de todos los demás que ninguna de
nuestras categoría tradicionales legales, morales o utilitarias conforme al sentido común
pueden ya ayudarnos a entendernos con ellos, o a juzgar o predecir el curso de sus acciones.
(Arendt, 1987: 682)
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3.6 Campos de concentración
Hannah Arendt muestra que se puede identificar políticamente un proceso a través del cual
los seres humanos son gradualmente privados de su estatus humano bajo el totalitarismo.
Primero se trata de la destrucción jurídica, el asesinato legal de la persona, la pérdida de sus
derechos, lo que se obtiene al colocar fuera de la protección de la ley a categorías enteras de
individuos, lo que torna “legítimo” el ejercicio del poder del Estado. El segundo paso es lo que
Arendt llama el asesinato de la “persona moral”, que viene siendo la conciencia, para
culminar con la erradicación de la propia individualidad humana. Las dos últimas fases se dan
principalmente dentro del sistema de campos, y culmina con la producción del muselmanner,
tal como se les llamo a esos “muertos que caminaban”, ese “ejemplo de especie humana que
ha sido despojada de su capacidad de espontaneidad y acción(...)Se considera, entonces, que
con la creación de miles de miles de muselmanner el campo logra que el experimento de total
dominación sea un éxito”. (Villa D. R., 1999: 23-24).
Los campos de concentración son los laboratorios donde se ensayan los cambios en la
naturaleza humana, y su ignominia no atañe solo a sus internados y a aquellos que los dirigen
según normas estrictamente “científicas”; es tema que afecta a todos los hombres. Y la
cuestión no es el sufrimiento, algo de lo que ya ha habido demasiado en la tierra, ni el numero
de sus víctimas. Lo que esta en juego es la naturaleza humana como tal, y aunque parezca que
estos experimentos no lograron modificar al hombre, sino solo destruirle, creando una
sociedad en la que la banalidad nihilista del “homo homini lupus” es consecuentemente
realizada, es preciso tener en cuenta las necesarias limitaciones de una experiencia que
requiere control global para mostrar resultados concluyentes” (Ibídem: 680)
En la Alemania nazi, los campos que se abren a partir de 1933, a la subida al poder de
Hitler, son para eliminar a los enemigos del régimen, por lo que la violencia ejercida allí es del
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tipo “utilitario”. De acuerdo a Kurelic, para Arendt el “mal radical” comienza en Alemania
después de 1938 y en la Unión soviética después de 1930.
El camino hacia la dominación totalitaria pasa por muchas fases intermedias, para las cuales
podemos hallar numerosos precedentes y analogías. El terror extraordinariamente sangriento
de la fase inicial de la dominación totalitaria sirve, desde luego, al propósito exclusivo de
derrotar a los adversarios y de hacer imposible toda oposición ulterior, pero el terror total
comienza sólo después de haber sido superada esta fase inicial y cuando el régimen ya no
tienen que temer nada a la oposición(…) (Ibídem: 655)
Subyacente a la creencia de los nazis en las leyes raciales como expresion de la ley de la
Naturaleza en el hombre , se halla la idea darwiniana del hombre como producto de una
evolucion natural que no se detiene necesariamente en la especi actual de seres humanos de la
misma manera que la creencia de los bolcheviques en la lucha de clases como expresion de la
Historia se basa en la noción marxista de la sociedad como producto de un gigantesco
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Que no son ni los criminales ni los opositores políticos, sino los judíos, homosexuales, Sinti, Roma y los
Testigos de Jehová.
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movimiento historico que corre segun su propia ley de desplazamiento hasta el fin de los
tiempos historicos, cuando llegara a abolirse por sí mismo. (Arendt, 1987: 686)
“El Terror es la realizacion de la ley del movimiento; su objetivo principal es hacer posible
que la fuerza de la Naturaleza o la Historia corra libremente a través de la Humanidad sin
tropezar con ninguna acción espontanea(...)El Terror total, la esencia del Gobierno
totalitario, no existe ni a favor ni en contra de los hombres. Se supone que proporciona a las
fuerzas de la naturaleza o de la historia un instrumento incomparable para acelerar su
movimiento (Arendt, 1987: 688-690).
Poco a poco la ideología usurpa todas las demás bases del sistema legal del régimen:
El totalitarismo elimina los Derechos, las leyes positivas y la individualidad humana con el
objeto de que La Ley (de la Naturaleza o la Historia) sea la que se imponga. Una vez que las
premisas de la ideología son aceptadas por las masas, cada acción del régimen se puede
deducir de manera lógica y justificarse en términos de la ley de la Historia o la Naturaleza.
4 Conclusiones
De acuerdo a Walter Lacqueur , la librería del Congreso de los Estados Unidos muestra en
su catálogo más de 50 libros escritos sobre Hannah Arendt, los artículos académicos sobre su
trabajo y persona pasan del millar y el buscador de Internet Google arroja un millón
trescientos mil resultados como promedio. (Lacqueur, 2001). Estudiar y analizar a Hannah
Arendt es una tarea muy compleja. Tal como se indicó con anterioridad y asimismo se puede
deducir de la cantidad de trabajos que sobre la pensadora existen, son muchas las
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interpretaciones que sobre su trabajo se han hecho y a pesar de los muchos detractores que
tiene, su pensamiento parece más vigente que nunca y su popularidad es innegable.
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humana” sino para hacer desaparecer grupos humanos precisos. Arendt le resta importancia al
antisemitismo como causa de los acontecido en el caso del Holocausto (ameritaría otro ensayo
analizar la posición de Arendt al respecto) y no nombra la eutanasia que se sabe que formaba
parte de la obsesión con la “raza aria perfecta”. Con respecto al Holocausto, es muy
importante recordar que desde hace décadas, el lugar de la ideología antisemitita en la
consecución del genocidio de los judíos y la racista en el caso de Sinti y Romas son puntos
que se discuten académicamente, pero no se puede negar que, como dice Bartov, como los
nazis siempre “tuvieron miedo hacia el “judío interno, constantemente poseyeron la urgencia
de limpiar la sociedad de toda deformidad y anormalidad, lo que era una promesa de
destrucción permanente” (Bartov , 2000: 1515)
Halberstam explica que Arendt convierte al terror en la esencia del totalitarismo en lo que
se considera hoy en día como una comparación sin fundamento empírico entre la vida diaria
de los alemanes étnicos bajo el nacional-socialismo y la experiencia de los ciudadanos
soviéticos bajo Stalin. Los historiadores están de acuerdo en que el común de los alemanes
étnicos no estaba aterrorizado por una constante amenaza de deportación o muerte como si lo
estaba hasta el más poderoso de los miembros del partido bajo el régimen de Stalin.
(Halberstan, 2001: 106). Según Ian Kershaw y Moshe Lewin, en Alemania (no en los
territorios ocupados durante la guerra) había una cierta forma de predecir el terror, de manera
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tal que aquellos grupos que no eran el objetivo del régimen estuvieron a salvo mientras se
mantuvieron lejos de los problemas y tuvieran un bajo perfil; no obstante, bajo Stalin, no
existía manera de predecir de modo tal que ningún grupo se sentía a salvo. (cit. en Halberstam,
2001: 364).
Es por eso que algunos autores dicen que la comparación entre los regímenes induce a
sospechar de que la tesis del terror constituye una apología para los crímenes cometidos bajo
el régimen nazi. Se discute de que dicha teoría presenta de manera falsa a la población
alemana como pasivas victimas en lugar de participantes activos en el culto político asesino de
la supremacía alemana.
Para Halberstan, si bien el modelo del totalitarismo de Arendt debería ser reexaminado en
vista de los nuevos hallazgos y estudios históricos, la tesis del terror no puede ser rechazada
tal como lo sugieren algunos argumentos; más bien su versión del totalitarismo debería ser
entendida como un modelo o un tipo ideal, como indica Friederich Pohlman: “como un
constructo teórico que intenta resaltar las tendencias inherentes a esos sistemas de tal
manera que las dictaduras reales representan solamente una aproximación al modelo” (cit.
en Halberstan 2001: 106). De acuerdo al mismo Halberstan, cuando Arendt habla del terror
como el principio predominante del totalitarismo, no se refiere a la experiencia real de los
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ciudadanos o a las acciones de la policía, su tesis fenomenológica es que la experiencia de
terror describe la atmósfera o el ánimo del totalitarismo. Pero si el modelo de Arendt soporta
la critica o será útil para la comprensión contemporánea, es algo que se debe permitir a los
historiadores juzgar en el futuro. (Halberstam, 2001: )
Hacia el final de “Los orígenes del Totalitarismo” Hannah Arendt advierte que las
soluciones totalitarias bien pueden sobrevivir la caída y desaparición de los regimenes
totalitarios; señala Kurelic que Arendt razona que al terminar la guerra y después de la muerte
de Stalin, desaparecieron los regimenes totalitarios, pero quedan las soluciones totalitarias :
(...)”el peligro de las fabricas de cadáveres y de los pozos del olvido es que hoy, con el
aumento de la población y de los desarraigados, constantemente se tornan superfluas masas
de personas si seguimos pensando en nuestro mundo en términos utilitarios. Los
acontecimientos políticos, sociales y económicos en todas partes se hallan en tacita
conspiración con los instrumentos totalitarios concebidos para hacer a los hombre superfluos.
La tentación implícita es bien comprendida por el sentido común utilitario de las masas , que
en la mayoría de los países se sienten demasiados desesperadas para retener una parte
considerable de su miedo a la muerte. Los nazis y los bolcheviques pueden estar seguros de
que sus fábricas de aniquilamiento, que muestran la solución más rápida para el problema de
la superpoblación, para el problema de las masas humanas económicamente superfluas y
socialmente desarraigadas, constituyen tanto una atracción como una advertencia. Las
soluciones totalitarias pueden muy bien sobrevivir a la caída de los regimenes totalitarios
bajo la forma de fuertes tentaciones, que surgirán allí donde parezca imposible aliviar la
miseria política, social o económica en una forma valiosa para el hombre”. (Arendt, 1987:
681)
Se debe tener presente, tal como dice Kurelic, que no vivimos en un mundo post genocida
sino en un donde los mayores crímenes y atrocidades genocidas en contra de la humanidad son
calculados, televisados y lamentablemente, parcialmente juzgados.
En un mundo donde millones pueden ser periódicamente masacrados sin razón alguna, y en el
que millones deberán sufrir el aplastante destino de no ser útiles para la economía mundial, la
dignidad de los individuos en muchas ocasiones parece un lujo disfrutado solo por aquellos
que tienen suerte de poderlo pagar(...) De esa manera, en un mundo de “billones y billones”
de gente, un numero cada vez mayor se enfrenta con el hecho real de su propia (aparente)
superfluidad(...) si bien el siglo veinte y uno no reproducirá la situación de la Republica de
Weimar elevada a proporciones mundiales, podemos decir con seguridad que proveerá
muchas situaciones en las que los líderes políticos encontrarán más fácil movilizar los
sentimientos de identidad grupal (étnicos, raciales y religiosos) sin importar a que costo, a
resistir la presión de una economía mundial despiadada(...) es en este contexto que resulta útil
regresar a el análisis de Arendt sobre la naturaleza del asalto sobre la dignidad humana o el
estatus humana que hace el totalitarismo(...)Por todo lo que sabemos, la era de los genocidios
y matanzas industriales puede estar comenzando (Villa D. R., 1999:12-13-14)
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A partir el siglo XVII –desde el “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la
desigualdad entre los hombres” de Rousseau y la “Critica pura de la razón de Kant”– nos
hemos acostumbrado a identificar la naturaleza humana con la capacidad de la espontaneidad
y del libre albedrío. La preocupación de Arendt con la manera en que los campos transforman
“la personalidad humana en mera cosa” y se reduce a los seres humanos a “simples haces de
reacciones” refleja esa herencia. Pero también refleja la preocupación y el miedo de otro gran
pensador del siglo XVIII, Montesquieu quien en el prefacio de “El Espíritu de las Leyes”
escribió: “Plegándose el hombre, ser flexible, a los pensamientos y a las impresiones de los
demás, es igualmente capaz de conocer su propia naturaleza cuando se le hace ver y de no
sentirla siquiera cuando la desconoce”. Si se crea un mundo donde no existan las condiciones
de nuestras capacidades esenciales , las mismas serán olvidadas. Si se crea un mundo en donde
los seres humanos se sientan superfluos ellos mismos y a los demás, entonces la dignidad
humana será olvidada. Tal como nos dice Montesquieu y nos recuerda Arendt, ni nuestra
libertad moral ni nuestra dignidad humana vienen con garantía propia. La experiencia
totalitaria debería, por lo menos, enseñar que la naturaleza humana como tal esta en juego.
(Idíbem:31)
Si bien se reconoce que los sistemas totalitarios no lograron los cambios en la Naturaleza
humana que Arendt expone en su obra, su identificacion del totalitarismo con la capacidad del
hombre de realizar cualquier cosa a través del mal radical ha demostrado que la validez de
sus palabras han quedado más que manifiestas durante el siglo pasado y en este que apenas
comienza. Una y otra vez, lo impensable, el genocidio y los campos de concentración, han
retornado junto a la disolución de los estados, la necesidad de apuntalar el poder político y el
deseo de eliminar ciertos grupos considerados “superfluos”. Cambodia, Rwanda, Yugoslavia
y hoy en día Darfur, han sido testigos de la profecía de Arendt y de lo desatendido que ha
estado por parte de las naciones y sociedades del mundo la posibilidad que esas tentaciones
totalitarias se vuelvan a cristalizar.
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