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Universidad Simón Bolívar

Maestría en Ciencia Política


Teoría Política II
Profesora: Carolina Guerrero

Una aproximación a la
“Dominación Total”1

Elaborado por:
Rebeca Vaisberg de Lustgarten

1
Capítulo de “Los Orígenes del totalitarismo”

1
Índice
1 Introducción............................................................................................................................... 3

2 Visiones heterogéneas del pensamiento político y filosófico de Hannah Arendt3

3 Totalitarismo: modelo político y filosófico......................................................................5


3.1 Hombres superfluos..................................................................................................................... 6
3.2 Transformar la naturaleza humana......................................................................................... 7
3.3 Dominación total e ilimitada...................................................................................................... 7
3.4 El Terror y el “mal radical”........................................................................................................ 8
3.5 Cómo comprender este nuevo fenómeno político...............................................................9
3.6 Campos de concentración......................................................................................................... 11
3.7 Ideologías: la justificación........................................................................................................ 12

4 Conclusiones............................................................................................................................ 13
4.1 Hannah Arendt: una innovadora............................................................................................ 14
4.2 Algunas críticas............................................................................................................................ 14
4.3 Trascendencia de las ideas de Hannah Arendt.................................................................. 16

5 Bibliografía............................................................................................................................... 19

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1 Introducción
El terror es la realización de la ley de movimiento; su objetivo principal
es hacer posible que la fuerza de la Naturaleza o la Historia corra
libremente a través de la humanidad sin tropezar con ninguna acción
espontánea(…). El terror ejecuta estos juicios, y ante su tribunal todos
los implicados son subjetivamente inocentes; los asesinados porque nada
hicieron contra el sistema, y los asesinos porque realmente no asesinan,
sino que ejecutan una sentencia de muerte pronunciada por algún
tribunal superior. Los mismos dominadores no afirman ser justos o
sabios, sino sólo ejecutan leyes históricas o naturales; no aplican leyes,
sino que ejecutan un movimiento conforme a su ley inherente. El terror
es legalidad si la ley es la ley del movimiento de alguna fuerza
supranatural, la Naturaleza o la Historia. (Arendt, 1987: 688-89).

El presente ensayo pretende una aproximación al escrito de Hannah Arendt, “Dominación


Total”2, tomando como guía la interpretación de intelectuales reconocidos por el análisis que
han realizado sobre la obra de Arendt, con el objetivo de localizar algunos de las
características distintivas de su modelo sobre el Totalitarismo y ubicar fragmentos de la
trascendencia de su trabajo en el mundo contemporáneo.

2 Visiones heterogéneas del pensamiento de Hannah Arendt


Hannah Arendt nació en Hanover, Alemania, en 1906 y falleció en 1975 Nueva York.
Obtuvo su doctorado en filosofía en 1928 en la universidad de Heidelberg, teniendo a Karl
Jasper como tutor. Luego de un breve arresto en la Gestapo, en 1933 se fuga de Alemania con
su madre con destino a París. En 1940 es deportada desde esa misma ciudad al campo de
concentración de Gurs, en Francia, de donde logra escapar para finalmente llegar en 1941 a
Nueva York.

Siendo ya ciudadana de los Estados Unidos, en 1951 publica su primera gran obra, “Los
Orígenes del Totalitarismo”, que fuera muy aclamada y estudiada en los años cincuenta, y
considerada el primer gran esfuerzo para analizar las condiciones históricas que permitieron
las llegada al poder de Hitler y Stalin. Fue la publicación que, de acuerdo a Heinz Sontag, “la
convierte en una celebridad intelectual” (Kohn & Rico, 2009: 30) y que en la opinión de
Shlomo Avineri, ha jugado un rol preponderante en la formación de la visión de los asuntos

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Parte del capítulo “El totalitarismo en el poder” del libro “Los orígenes del totalitarismo” y cuyo esbozo fuera
primero publicado a manera de artículo en el “June Partisan Review”, con el nombre de “Campos de
concentración”

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internacionales desde su publicación, “posiblemente más que ningún otro tratado, ha
contribuido a la forma en que la gente con una visión liberal ha lidiado con las ideas
totalitarias y con los regímenes de derecha o izquierda”(Avineri, 2010). Por otro lado,
Margaret Canovan considera que aparte de que “Los Orígenes del Totalitarismo” establece la
reputación de Arendt como una pensadora política, también existen razones para considerar
dicha obra como la clave de su trabajo posterior, y aunque su concepto y modelo de
totalitarismo sigue siendo controversial, existe un gran interés por su trabajo hasta el día de
hoy. Seyla Benhabib ha expresado que:

El análisis que Arendt hizo del totalitarismo no tiene precedentes. Sin duda muchos detalles
históricos en su análisis de la Unión Soviética e incluso de la Alemania nazi han sido
refutados. Con todo, su tesis central de que con la experiencia del totalitarismo europeo algo
sin precedentes sucedió en la historia humana sigue siendo válida y profunda(...) (Cruz, 2010)

También ha tenido numerosos detractores. Walter Lacqueur, en un ensayo denominado “El


culto de Arendt: Hannah Arendt como comentadora politica” critica la excesiva
generalización, las exageraciones, la violencia y agresión de sus ataques, la parcialidad de sus
reflexiones, la pobreza de sus juicios políticos con respecto a los eventos que le toca vivir y la
exageración de la afinidad entre el sistema nazi y el soviético. Filósofos de la talla de Isaías
Berlin y Stuart Hampshire han expresado su punto de vista sobre Hannah Arendt, dicen que
pocas veces en nuestro tiempo se ha hecho tanto de tan poco, y no porque estén
completamente en desacuerdo con las ideas de Hannah Arendt, sino porque las encuentran
faltas de originalidad, profundidad y carácter sistemático. (Lacqueur, 2001: 48). Berlin
comentó que “Arendt no produce argumentos, ni evidencias de filosofía seria o pensamiento
histórico. Es todo una corriente de asociaciones metafiicas” (cit. en Halberstam, 2001:105).

Según Michael Halberstam, al leer “Los orígenes del totalitarismo”, especialmente su


capítulo final,“Ideología y Terror”, se hace difícil no estar de acuerdo con los comentarios de
Berlin sobre el trabajo excesivamente especulativo y hasta místico de la pensadora. Arendt
escribe de manera metafórica de que bajo el régimen totalitario, “la esencia del mismo
gobierno se ha vuelto movimiento”, que el totalitarismo destruye “el espacio entre los
hombres(...)presionando unos contra otros”. En el totalitarismo surge el “mal radical”
inherente a la política moderna. Que el sujeto totalitario en aquel que perdió “su verdadera
capacidad para la experiencia”(...)(Halberstan, 2001).

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Para Heinz Sontag, Hannah Arendt fue:

Una teórico de lo político con una predilección para grandes generalizaciones históricas,
Hannah Arendt reunió en su persona el brillo conceptual de una intelectual culta, el
aprendizaje consciente de una estudiosa formada en Alemania y el denotado espíritu de una
exiliada y apartida quien confronto algunos de los peores horrores de las tiranías europeas.
(...). Su condición de judía fue un rasgo importante de su experiencia y una condición que
jamás intento reprimir.(Kohn & Rico, 2009)

Se puede entender las razones por las que existen tantas y tan diversas interpretaciones de
su obra por medio del análisis que hace Dana Villa quien explica que Arendt nunca escribió un
sistema de filosofía política, a la manera de Hobbes o Rawls; que las temáticas que abarcan
sus libros son muy diversas, desde el totalitarismo, el lugar de la acción política humana en la
vida, el juicio de Eichmann, el significado de la tradición revolucionaria moderna, la
naturaleza de la libertad política hasta las facultades que componen “La vida del espíritu”.
Puntualiza Dana que Arendt no ha basado la construcción de sus obras en un solo argumento,
que además no fueron desarrolladas de manera diligente o solícita , y tampoco tienen un
narrativa lineal. La interconexión entre los diversos tópicos tratados queda generalmente en
manos del lector. La suya es una profunda reflexión sobre el entorno de la política, el espacio
publico y las fuerzas que constantemente amenazan con convertir la vida contemporánea en
una nueva forma de barbarie (Villa D. , 2000: 1-2). De acuerdo con la misma Dana, “Los
orígenes del totalitarismo” fue una obra escrita para comenzar lo que Arendt llamaba “el
diálogo interminable” con una nueva forma de política(...) (Ídem).

3 Totalitarismo: modelo político y filosófico


Hannah Arendt dice: “Todo aquello que sabemos del totalitarismo demuestra una
originalidad horrible(...) sus propias acciones constituyen una ruptura con todas nuestras
tradiciones(...) (cit. en Villa D. , 2000: 27). Para Arendt, el totalitarismo ha demostrado que el
ser humano es capaz de ir más allá de la creencia nihilista del siglo XIX de pensar que puede
hacer cualquier cosa, la convicción central del modelo totalitario es que el hombre es capaz de
realizar cualquier cosa y que el poder humano no tiene límites. Es interesante la
interpretación de Margaret Canovan sobre este último punto, que para Arendt, el totalitarismo
ilustra la capacidad humana de comenzar , ese poder de pensar y actuar de formas nuevas,
contingentes y no predecibles que aparecen de manera tan importante en su teoría política.

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Pero la paradoja de la novedad totalitaria fue que represento una irrupción a la habilidad de
actuar y pensar como un individuo único (Canovan, 2000: 27).

De acuerdo a Hannah Arendt, el objetivo de la dominación totalitaria es cambiar la


naturaleza humana y hacer de los seres humanos seres superfluos, propósito que los
regimenes totalitarios alcanzan mediante la dominación ilimitada sobre los seres humanos a
través del terror como forma de Gobierno. Para Arendt, los campos de concentración son
el centro del sistema que permite esa completa dominación. Es ese impulso de erradicar de
los seres humanos la espontaneidad, demandado su total sumisión, lo que condujo a Arendt a
catalogar la maldad y el terror del totalitarismo como “mal radical”.

Arendt concluye que la política bajo los regímenes totalitarios pasó a interferir con las
circunstancias de la existencia humana, hecho que sumado a la capacidad que demostraron
dichos sistemas de realizar cualquier cosa, convierte a la experiencia del totalitarismo en algo
sin precedentes en la historia de la humanidad y en un fenómeno político esencialmente
moderno.

3.1 Hombres superfluos


Para Arendt, una de las singularidades del totalitarismo fue crear un sistema donde todos
los hombres se han convertido en igualmente superfluos:

Mientras todos los hombres no hayan sido hechos igualmente superfluos-y esto solo se ha
realizado en los campos de concentración-, el ideal de dominación totalitaria no queda
logrado. Los estados totalitarios aspiran constantemente, aunque nunca con completo éxito, a
lograr la superfluidad de los hombres(...)(Arendt, 1987: 678).

Para Cristina Sánchez Munoz, la superfluidad de la que habla Arendt se relaciona con
grandes masas de personas sobrantes. Son personas excedentes de los sistemas democráticos.
De acuerdo a Sánchez, lo que nos dice Arendt es que el totalitarismo aprendió primero a dar
soluciones policiales a esas masas superfluas, antes que soluciones políticas.(Díaz Gómez &
Sánchez Muñoz, 2008). Asimismo, es indispensable de que todos los hombres sean califiquen
de igual manera para el papel de víctima o victimario:

(...)Los manipuladores de este sistema creen en su propia superfluidad tanto como en la de los
demás, y los asesinos totalitarios son los más peligrosos de todos porque no se preocupan de
que ellos mismos resulten estar vivos o muertos, si incluso vivieron o nunca nacieron. (Arendt,
1987: 681)

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Lo que involucra que absolutamente todos los seres humanos sean privados de su
individualidad: “Por eso el carácter es una amenaza e incluso las más injustas normas
legales constituyen un obstáculo; pero la individualidad, es decir, todo lo que distingue a un
hombre de otro, resulta intolerable”. (Ibídem: 678). Cuando se destruye la individualidad, se
destruye la espontaneidad, alterando de esa manera la naturaleza humana:

Los campos son concebidos no sólo para exterminar a las personas y degradar a los seres
humanos, sino también para servir a los fantásticos experimentos de eliminar, bajo
condiciones científicamente controladas, a la misma espontaneidad como expresión del
comportamiento humano y de transformar a la personalidad humana en una simple cosa, algo
que ni siquiera son los animales(...). (Ibídem: 653)

3.2 Transformar la naturaleza humana


“Los campos de concentración son los laboratorios donde se ensayan los cambios en la
naturaleza humana” (Ibídem: 680) pero como muy bien explica Dana Villa, “no para revelar
la naturaleza bruta humana oculta baja la apariencia de la civilización” (Villa, 2001: 30) ,
sino tal como lo expresa Arendt, con el objeto de transformar su propia naturaleza: “(...)El
problema es fabricar algo que no existe, es decir, un tipo de especie humana que se parezca a
otras especies animales(...)” (Arendt, 1987:652). No se busca cambiar a la sociedad, sino al
ser humano: “Lo que por eso tratan de lograr las ideologías totalitarias no es la
transformación del mundo exterior o la transmutación revolucionaria de la sociedad, sino la
transformación de la misma naturaleza humana.(...)”( Ibídem: 680)

3.3 Dominación total e ilimitada


Cuando se aspira a la dominación total se debe perseguir y liquidar toda espontaneidad en
el ser humano, dice Arendt, y su proposición central es que la destrucción de esa dignidad
humana llevada a cabo por el totalitarismo, refleja algo totalmente nuevo en la esfera de las
relaciones humanas, algo nuevo en la política: “La muerte de la individualidad del hombre, de
su singularidad conformada en partes iguales por la naturaleza, la voluntad y el
destino(...)crea un horror que eclipsa ampliamente el ultraje a la persona jurídico-política y
la desesperación de la persona moral(...)”(Ibídem: 675). De acuerdo a Arendt, se aspira a la
eliminación de la pluralidad, que es parte de la naturaleza humana: “La dominación total,
que aspira a organizar la pluralidad y diferenciación infinitas de los seres humanos como si
la humanidad fuese justamente un individuo” (Ibídem: 652). Los medios para alcanzar esa

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dominación total son el uso del terror y lo que Arendt llama “mal radical” , especialmente en
los campos de concentración.

3.4 El Terror y el “mal radical”


Elizabeth Young Bruehl explica que fue Kant el primero en identificar un “mal radical” y
que de acuerdo al filósofo, es un mal arraigado en una motivación maléfica, en la intención de
hacer el mal, se trata de un corazón maligno. Para el gran pensador, el mal radical era muy
raro y diferente de la maldad cometida por ignorancia o por medio de una intención de hacer
el bien que ha salido torcida. En sus escritos más tempranos, Arendt adoptó esa idea y
denominación de Kant mientras trataba de pensar sobre los campos de concentración nazis.
Para Arendt, tal invención de los campos, solo podía proceder de la intención de hacer el mal,
de lograr o alcanzar algo fuera del razonamiento con sentido común. Un fábrica diseñada para
liquidar o eliminar la humanidad de los seres humanos y reducirlos a cenizas no podía servir
ningún esfuerzo racional de guerra o plan económico. (Young Bruehl, 2006: 23-24)

Es inherente a toda nuestra tradición filosófica el que no podamos concebir un “mal radical”,
y ello es cierto tanto para la teología cristiana, que concibió incluso para el mismo Demonio
un origen celestial, como para Kant, el único filosofo que, en termino que acuño para este fin,
debió haber sospechado al menos la existencia de este mal, aunque inmediatamente lo
racionalizo en el concepto de una “mala voluntad pervertida” , que podía ser explicada por
motivos comprensibles.(...)(Arendt, 1987: 680-81)

Tal como ya se ha explicado antes, para Arendt, el terror es la esencia del totalitarismo y se
manifiesta a través de lo que la pensadora identifica como el “mal radical”. La novedad para
Arendt no es la presencia del terror. Reconoce que existió en el pasado, pero no como razón de
ser , como el medio para llevar a cabo su ideología tal como ocurre en el totalitarismo.

A diferencia de la violencia y la coercion utilizada por lo tiranos tradicionales que si tenían


un propósito definido, el aspecto no utilitario de los crímenes efectuados, la destrucción de las
vidas inocentes sin ninguna razón u objetivo, el hecho que no deriva de motivaciones
humanamente comprensibles, es lo que hace al totalitarismo radical para Arendt. El terror
llega a su clímax solo después que la oposición al régimen ha sido eliminada y su función es la
de ascender en el proyecto totalitario aplastando toda la individualidad humana. (Canovan,
2000: 27). Para la filósofa, el poder exterminar a millones de inocente sin ninguna razón útil,
es una particularidad y habilidad que comparten los regímenes nazi y soviético, es una
característica exclusiva de la modernidad y es parte del “mal radical”.

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Para Arendt, el “mal radical” denota no el objetivo de la aniquilación como tal, ni los
medios (las matanzas industriales) ni el sadismo de muchos de los perpetradores. Por el
contrario, emplea esa frase por que la organización totalitaria de encarcelamiento y asesinato
en escala masiva fue irreducible a ningún grupo de motivaciones humanas reconocibles. (Villa
D. R., 1999: 32) En una carta de 1951 dirigida a Jaspers, dice:

El mal ha resultado más radical de lo esperado. En términos objetivos, los crímenes modernos
no están previstos en los diez mandamientos (…) sabemos que los más grandes males o el mal
radical no tiene que ver mucho con la razón y los motivos humanos. (cit. en Villa D. R,
1999:32)

3.5 Cómo comprender este nuevo fenómeno político


Expresa Villa que Hanna Arendt estaba convencida de que mientras encaremos el
fenómeno del totalitarismo de la manera como se analizan otras formas de gobierno
tradicionales, no se puede entender. La tendencia a interpretar “el asalto a la dignidad”
perpetrado por los totalitarismos como un elemento de las tiranías del pasado , decir que Hitler
y Stalin eran unos locos del poder y que los campos reflejan su codicia y necesidad de poder,
sería afirmar que la muerte de millones es una señal de la megalomanía de los dirigentes.

Arendt advierte que para entender los totalitarismos debemos purgar nuestra tendencia de
personalizar la maldad de dichos regímenes y poner de lado el “entendimiento limitado de la
maldad política que hemos heredado de las grandes tradiciones”, ya que esa comprensión se
basa casi exclusivamente en la pasión no moderada de los dirigentes o el pueblo. De acuerdo a
George Kateb (cit. en Villa D. R., 2001: 15) se puede decir que la tradición del pensamiento
político occidental no se preocupa mucho por la política como maldad o la maldad como
política; más bien se ocupa de cosas como la justicia o la formación del carácter, por lo que
aporta muy poco o nada de la naturaleza del fenómeno moderno de la maldad política.
Tampoco sirven, explica Villa, las herramientas de las ciencias sociales que siempre proponen
modelos racionales con el objeto de explicar el funcionamiento de los sistemas sociales o
políticos, y si bien la maldad totalitaria requiere de grandes burocracias racionales para llevar
a cabo su tarea, no existe un criterio utilitario en las acciones de dichos sistemas, tal como ya
se ha comentado anteriormente. Los campos de concentración, desde el punto de vista
utilitario, no eran un medio para nada, por el contrario, fueron una desmedida perdida de
recursos económicos, sobre todo en el caso nazi, que al final de la guerra consumió grandes
medios necesarios para el conflicto bélico en el sostén del sistema de los campos de

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concentración y liquidación . Comprender aquello que no tiene precedentes significa que la
facultad de juicio humano, carente de su inventario usual de sentido común, sólo puede
depender de una imaginación aterradora preparada para afligirse con los horrores. (Ibídem: 14-
15).

Hannah Arendt entiende que los regímenes totalitarios del siglo XX son unas formas inéditas,
que brotaron de la sociedad occidental misma, de sus corrientes subterráneas, y que
empujaron a esa misma sociedad a perseguir fantasías de dominación y venganza, en un
movimiento sin fin, sin continente y sin contención. (Pinardi, 2007)

De acuerdo a Villa, es en esa obra , “Los Orígenes del Totalitarismo” , que Arendt
comienza a lidiar con los problemas de la maldad política o la maldad como política. Arendt
estaba convencida de que desde sus comienzos, tanto el régimen Nazi como el Estalinista eran
formas nuevas de gobierno, como nada de lo que había sido catalogado por Aristóteles,
Montesquieu o similares.

En los capítulos precedentes hemos recalcado repetidas veces que no los medios de
dominación total son solamente más drásticos, sino que el totalitarismo difiere esencialmente
de otras formas de opresión política que nos son conocidas, como el despotismo, la tiranía y la
dictadura. Allí donde se alzo con el poder desarrolló instituciones políticas enteramente
nuevas y destruyó todas las tradiciones sociales, legales y políticas del país. (Arendt, 1987:
682)

Dice Cristina Sánchez Muñoz que Arendt enunciaba de que el totalitarismo se caracteriza
por tener una “serie de elementos presentes en la política del siglo XIX y comienzos del XX y
que cristalizan en la forma política del régimen totalitario mediante el antisemitismo, la
decadencia del Estado-Nación, el racismo, la expansión capitalista e imperialista y la alianza
entre el capital y el pueblo”. No es que esos elementos sean totalitarios, o conduzcan al
totalitarismo, pero es cierto que como conjunto se concretaron en el triunfo del totalitarismo.
(...) “éste no es el resultado inevitable de la modernidad, es solamente uno de sus posibles
desarrollos”. (Díaz Gómez & Sánchez Muñoz, 2008). Zoran Kurelić explica que para Arendt,
la aparición de un régimen capaz de crear Auschwitz, fue el resultado del colapso de la
civilización europea, que ocurrió a raíz de la primera Guerra Mundial y la gran crisis
económica de los años veinte. (Kurelic, 2009)

(...) allí donde estos sistemas se tornaron verdaderamente totalitarios comenzaron a operar
según un sistema de valores tan radicalmente diferente de todos los demás que ninguna de
nuestras categoría tradicionales legales, morales o utilitarias conforme al sentido común
pueden ya ayudarnos a entendernos con ellos, o a juzgar o predecir el curso de sus acciones.
(Arendt, 1987: 682)

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3.6 Campos de concentración
Hannah Arendt muestra que se puede identificar políticamente un proceso a través del cual
los seres humanos son gradualmente privados de su estatus humano bajo el totalitarismo.
Primero se trata de la destrucción jurídica, el asesinato legal de la persona, la pérdida de sus
derechos, lo que se obtiene al colocar fuera de la protección de la ley a categorías enteras de
individuos, lo que torna “legítimo” el ejercicio del poder del Estado. El segundo paso es lo que
Arendt llama el asesinato de la “persona moral”, que viene siendo la conciencia, para
culminar con la erradicación de la propia individualidad humana. Las dos últimas fases se dan
principalmente dentro del sistema de campos, y culmina con la producción del muselmanner,
tal como se les llamo a esos “muertos que caminaban”, ese “ejemplo de especie humana que
ha sido despojada de su capacidad de espontaneidad y acción(...)Se considera, entonces, que
con la creación de miles de miles de muselmanner el campo logra que el experimento de total
dominación sea un éxito”. (Villa D. R., 1999: 23-24).

Los campos de concentración son la máxima expresión de la dominación ilimitada y del


“mal radical”, (...)“por improbable que pueda parecer, tales campos son la verdadera
institución central del poder organizador totalitario” (Arendt, 1987: 653). Para Arendt los
campos son la concreción del “mal radical” del terror totalitario,

¿Cual es el telos de los campos para Arendt? se pregunta Kurelic. No es el exterminio, es


llevar a cabo un experimento. Son el terreno para la realización de las ideologías totalitarias
que creen que todo es posible. El propósito del campo va más allá del exterminio, es la
redefinición de la naturaleza humana a través de la eliminación de su espontaneidad:

Los campos de concentración son los laboratorios donde se ensayan los cambios en la
naturaleza humana, y su ignominia no atañe solo a sus internados y a aquellos que los dirigen
según normas estrictamente “científicas”; es tema que afecta a todos los hombres. Y la
cuestión no es el sufrimiento, algo de lo que ya ha habido demasiado en la tierra, ni el numero
de sus víctimas. Lo que esta en juego es la naturaleza humana como tal, y aunque parezca que
estos experimentos no lograron modificar al hombre, sino solo destruirle, creando una
sociedad en la que la banalidad nihilista del “homo homini lupus” es consecuentemente
realizada, es preciso tener en cuenta las necesarias limitaciones de una experiencia que
requiere control global para mostrar resultados concluyentes” (Ibídem: 680)

En la Alemania nazi, los campos que se abren a partir de 1933, a la subida al poder de
Hitler, son para eliminar a los enemigos del régimen, por lo que la violencia ejercida allí es del

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tipo “utilitario”. De acuerdo a Kurelic, para Arendt el “mal radical” comienza en Alemania
después de 1938 y en la Unión soviética después de 1930.

El camino hacia la dominación totalitaria pasa por muchas fases intermedias, para las cuales
podemos hallar numerosos precedentes y analogías. El terror extraordinariamente sangriento
de la fase inicial de la dominación totalitaria sirve, desde luego, al propósito exclusivo de
derrotar a los adversarios y de hacer imposible toda oposición ulterior, pero el terror total
comienza sólo después de haber sido superada esta fase inicial y cuando el régimen ya no
tienen que temer nada a la oposición(…) (Ibídem: 655)

Es en el período post revolucionario, cuando Hitler y Stalin ya se han convertido en líderes


sin oposición de grandes poblaciones, que Arendt trae a colación los campos como un
fenómeno totalmente nuevo. En el caso de los nazis, coincide además con el comienzo de la
segunda guerra mundial. En opinión de Arendt, solo cuando el grupo de los inocentes 3
constituye la mayoría de los prisioneros en el campo es que los mismos se convierten en las
verdaderas instituciones del poder central totalitario. Por otro lado, explica Villa, el interés
teórico de Arendt con la “esencia del totalitarismo” la conduce a enmarcar el intento de
exterminio de los judíos solo como un paso en el proceso más amplio que apunta a la
dominación total. Desde esa perspectiva, lo que importa no son los grupos seleccionados para
el experimento de total privación de derechos, sino el hecho de que los campos abren la
posibilidad de un mundo donde el sujeto jurídico ha sido borrado (Villa D. R., 1999: 25)

3.7 Ideologías: la justificación


Vale la pena recordar la diferencia en las ideologías que alimentaban ambos sistemas, y que
fue la justificación de las políticas del régimen para proveer “material humano” a los
mencionados campos. Arendt recuerda que la ideología es fundamental en los regimenes
totalitarios y admite la diferencia entre el soviético y el nazi. Dice Young Bruehl que para
Arendt “Es una ideología que parece perfectamente lógica a aquellos que la suscriben y
razonan desde sus premisas, que están muy lejos de la realidad”(…). Se designa a un pueblo
superior y un enemigo interno que se debe eliminar. [ CITATION You06 \l 1033 ]

Subyacente a la creencia de los nazis en las leyes raciales como expresion de la ley de la
Naturaleza en el hombre , se halla la idea darwiniana del hombre como producto de una
evolucion natural que no se detiene necesariamente en la especi actual de seres humanos de la
misma manera que la creencia de los bolcheviques en la lucha de clases como expresion de la
Historia se basa en la noción marxista de la sociedad como producto de un gigantesco

3
Que no son ni los criminales ni los opositores políticos, sino los judíos, homosexuales, Sinti, Roma y los
Testigos de Jehová.

12
movimiento historico que corre segun su propia ley de desplazamiento hasta el fin de los
tiempos historicos, cuando llegara a abolirse por sí mismo. (Arendt, 1987: 686)

El terror y la ideología combinada dio como resultado el régimen totalitario. Arendt


identifica una “ideología de la naturaleza” en cuanto a las leyes biológicas de lucha por la
supremacía racial, en el caso nazi y una “ideología de la historia”, focalizado en la forma
marxista de ver la lucha de clases y las revoluciones violentas, que inspiraron y accionaron al
estalinismo. (Young Bruehl, 2006: 406-410). El trabajo de el régimen totalitario es acelerar la
ejecucion de las setencias de muerte pronunciadas por esas leyes de la naturaleza o de la
historia:

“El Terror es la realizacion de la ley del movimiento; su objetivo principal es hacer posible
que la fuerza de la Naturaleza o la Historia corra libremente a través de la Humanidad sin
tropezar con ninguna acción espontanea(...)El Terror total, la esencia del Gobierno
totalitario, no existe ni a favor ni en contra de los hombres. Se supone que proporciona a las
fuerzas de la naturaleza o de la historia un instrumento incomparable para acelerar su
movimiento (Arendt, 1987: 688-690).

Poco a poco la ideología usurpa todas las demás bases del sistema legal del régimen:

(...)Sin embargo, la dominación totalitaria nos enfrenta con un tipo de Gobierno


completamente diferente. Es cierto que desafía todas las leyes positivas, incluso hasta el
extremo de desafiar aquellas que el mismo ha establecido(...) Pero no opera sin la guía del
derecho ni es arbitrario porque afirma que obedece estrictamente a aquellas leyes de la
Naturaleza o de la Historia de las que, supuestamente proceden todas las leyes positivas.
(Ibídem: 684)

El totalitarismo elimina los Derechos, las leyes positivas y la individualidad humana con el
objeto de que La Ley (de la Naturaleza o la Historia) sea la que se imponga. Una vez que las
premisas de la ideología son aceptadas por las masas, cada acción del régimen se puede
deducir de manera lógica y justificarse en términos de la ley de la Historia o la Naturaleza.

4 Conclusiones
De acuerdo a Walter Lacqueur , la librería del Congreso de los Estados Unidos muestra en
su catálogo más de 50 libros escritos sobre Hannah Arendt, los artículos académicos sobre su
trabajo y persona pasan del millar y el buscador de Internet Google arroja un millón
trescientos mil resultados como promedio. (Lacqueur, 2001). Estudiar y analizar a Hannah
Arendt es una tarea muy compleja. Tal como se indicó con anterioridad y asimismo se puede
deducir de la cantidad de trabajos que sobre la pensadora existen, son muchas las

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interpretaciones que sobre su trabajo se han hecho y a pesar de los muchos detractores que
tiene, su pensamiento parece más vigente que nunca y su popularidad es innegable.

4.1 Hannah Arendt: una innovadora


Al ser consultada con motivo del centenario del nacimiento de Hannah Arendt, su principal
biógrafa, Elizabeth Young Bruehl manifestó que la razón por la cual el discernimiento de
Hannah Arendt es tan requerido es por la capacidad que tuvo de mantenerse alejada de los
clichés y de los conceptos heredados del pasado y por la presencia de un sentido inequívoco
para las novedades y aquello sin precedentes en las situaciones que estudia. Explica Young
que cuando Arendt juzga que una situación no tiene precedentes-y el totalitarismo era una
forma de gobierno sin precedentes , un gobierno propenso a destruir la política- formula un
concepto adecuado específicamente para la situación en lugar de utilizar conceptos que se han
generado en contextos históricos diferentes de manera. (Naparstek, 2009). Tal es el caso del
uso que le da a la expresión “mal radical” y más aún, cuando más adelante acuña el término
“banalidad del mal” al referirse a Eichmann en su libro “Eichmann en Jerusalén”, siendo
este un concepto nuevo para un diferente y novedoso tipo de criminal.

4.2 Algunas críticas


En los “Orígenes del Totalitarismo”, y particularmente en el capitulo “Dominación
Total”, Arendt coteja la institucionalización del terror en los campos y en la sociedad bajo los
Nazis y la Unión Soviética de Stalin. Comparación que, en vista de la cantidad de información
obtenida al pasar de los años tanto de la sociedad bajo ambos regímenes, como de los campos
y los GULAG, le ha valido numerosas criticas a su planteamiento, sobre todo en su marcada
tendencia a generalizar. Analizar dicha igualación requeriría de otro ensayo, pero es
importante recalcar que la mayor diferencia entre los campos de ambos sistemas radica en la
presencia, bajo la dominación nazi, de centros de eutanasia y de campos de aniquilación,
“fábricas de muerte” con cámaras de gas como medio masivo de asesinato y cuyo único
propósito era la producción industrial de cadáveres con el riguroso objeto de eliminar
individuos discapacitados, en el caso de los centros de eutanasia y familias enteras de judíos,
Sinti y Romas, en el caso de los campos de exterminio y esas fueron modalidades que jamás
existieron en la Rusia de Stalin ni en ningún otro lugar hasta el día de hoy. No eran estos
llamados “campos de exterminio” y centros de eutanasia lugares para “cambiar la naturaleza

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humana” sino para hacer desaparecer grupos humanos precisos. Arendt le resta importancia al
antisemitismo como causa de los acontecido en el caso del Holocausto (ameritaría otro ensayo
analizar la posición de Arendt al respecto) y no nombra la eutanasia que se sabe que formaba
parte de la obsesión con la “raza aria perfecta”. Con respecto al Holocausto, es muy
importante recordar que desde hace décadas, el lugar de la ideología antisemitita en la
consecución del genocidio de los judíos y la racista en el caso de Sinti y Romas son puntos
que se discuten académicamente, pero no se puede negar que, como dice Bartov, como los
nazis siempre “tuvieron miedo hacia el “judío interno, constantemente poseyeron la urgencia
de limpiar la sociedad de toda deformidad y anormalidad, lo que era una promesa de
destrucción permanente” (Bartov , 2000: 1515)

En su interpretación de los campos, para Arendt es muy importante resaltar no solo la


inhumanidad que es capaz de tener un hombre contra el otro sino la destrucción de la vida
moral, el carácter y la psique del hombre que tuvo lugar allí (Villa D. R., 1999: 21), de manera
que se entienda que el poder humano si puede transformar a los seres humanos en “bestias”:
“los campos de concentración y exterminio de los regimenes totalitarios sirven como
laboratorios en los que se pone a prueba la creencia fundamental del totalitarismo de que
todo es posible” (Arendt, 1987: 652). Idea esta confirmada en gran medida por el trabajo de
Rousset que la misma Arendt cita y por los de Primo Levi que resaltan la muerte del espíritu
antes de la física sufrida en los campos de concentración. Pero se sabe que el éxito del
experimento no fue total y que no se alcanzo eliminar a todos los internos su estatus humano.
Fue Tzvetan Todorov el primero en cuestionar , en su libro “Facing the extreme: Moral life in
the concentration Camps”, el éxito de la dominación total y la afirmación de Arendt de la
capacidad del hombre de cambiar la naturaleza humana.

Halberstam explica que Arendt convierte al terror en la esencia del totalitarismo en lo que
se considera hoy en día como una comparación sin fundamento empírico entre la vida diaria
de los alemanes étnicos bajo el nacional-socialismo y la experiencia de los ciudadanos
soviéticos bajo Stalin. Los historiadores están de acuerdo en que el común de los alemanes
étnicos no estaba aterrorizado por una constante amenaza de deportación o muerte como si lo
estaba hasta el más poderoso de los miembros del partido bajo el régimen de Stalin.
(Halberstan, 2001: 106). Según Ian Kershaw y Moshe Lewin, en Alemania (no en los
territorios ocupados durante la guerra) había una cierta forma de predecir el terror, de manera

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tal que aquellos grupos que no eran el objetivo del régimen estuvieron a salvo mientras se
mantuvieron lejos de los problemas y tuvieran un bajo perfil; no obstante, bajo Stalin, no
existía manera de predecir de modo tal que ningún grupo se sentía a salvo. (cit. en Halberstam,
2001: 364).

Es por eso que algunos autores dicen que la comparación entre los regímenes induce a
sospechar de que la tesis del terror constituye una apología para los crímenes cometidos bajo
el régimen nazi. Se discute de que dicha teoría presenta de manera falsa a la población
alemana como pasivas victimas en lugar de participantes activos en el culto político asesino de
la supremacía alemana.

4.3 Trascendencia de las ideas de Hannah Arendt


Para Dana Villa, la cuestión planteada por Arendt con respecto a los campos no es si el ser
humano es naturalmente bueno o naturalmente egoísta, sino si existen límites a los poderes
humanos, límites que prevengan la intencionada y premeditada transformación de la
Naturaleza humana. El triunfo de una ideología basada en la asunción de que “todo es posible”
significa que dichos límites podrán no ser reconocidos, y que el ser humano podrá convertirse
en un ser maleable y prescindible y que dado el suficiente tiempo y los recursos, este
experimento pudo haber conseguido más que un éxito parcial. La lección que se adquiere de
los campos es que quizá no existe una naturaleza indeleble en la que podamos confiar como
garantía de que experimentos similares no tengan éxito en el futuro. Los campos fueron un
espectro que angustiaron a Arendt, no solo porque millones murieron en los mismos, sino
porque revelaron, de la manera más cruda, la relativa fragilidad de la capacidad humana para
tener libertad moral. (Villa D. R., 1999: 30-31-32).

Para Halberstan, si bien el modelo del totalitarismo de Arendt debería ser reexaminado en
vista de los nuevos hallazgos y estudios históricos, la tesis del terror no puede ser rechazada
tal como lo sugieren algunos argumentos; más bien su versión del totalitarismo debería ser
entendida como un modelo o un tipo ideal, como indica Friederich Pohlman: “como un
constructo teórico que intenta resaltar las tendencias inherentes a esos sistemas de tal
manera que las dictaduras reales representan solamente una aproximación al modelo” (cit.
en Halberstan 2001: 106). De acuerdo al mismo Halberstan, cuando Arendt habla del terror
como el principio predominante del totalitarismo, no se refiere a la experiencia real de los

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ciudadanos o a las acciones de la policía, su tesis fenomenológica es que la experiencia de
terror describe la atmósfera o el ánimo del totalitarismo. Pero si el modelo de Arendt soporta
la critica o será útil para la comprensión contemporánea, es algo que se debe permitir a los
historiadores juzgar en el futuro. (Halberstam, 2001: )

Hacia el final de “Los orígenes del Totalitarismo” Hannah Arendt advierte que las
soluciones totalitarias bien pueden sobrevivir la caída y desaparición de los regimenes
totalitarios; señala Kurelic que Arendt razona que al terminar la guerra y después de la muerte
de Stalin, desaparecieron los regimenes totalitarios, pero quedan las soluciones totalitarias :

(...)”el peligro de las fabricas de cadáveres y de los pozos del olvido es que hoy, con el
aumento de la población y de los desarraigados, constantemente se tornan superfluas masas
de personas si seguimos pensando en nuestro mundo en términos utilitarios. Los
acontecimientos políticos, sociales y económicos en todas partes se hallan en tacita
conspiración con los instrumentos totalitarios concebidos para hacer a los hombre superfluos.
La tentación implícita es bien comprendida por el sentido común utilitario de las masas , que
en la mayoría de los países se sienten demasiados desesperadas para retener una parte
considerable de su miedo a la muerte. Los nazis y los bolcheviques pueden estar seguros de
que sus fábricas de aniquilamiento, que muestran la solución más rápida para el problema de
la superpoblación, para el problema de las masas humanas económicamente superfluas y
socialmente desarraigadas, constituyen tanto una atracción como una advertencia. Las
soluciones totalitarias pueden muy bien sobrevivir a la caída de los regimenes totalitarios
bajo la forma de fuertes tentaciones, que surgirán allí donde parezca imposible aliviar la
miseria política, social o económica en una forma valiosa para el hombre”. (Arendt, 1987:
681)

Se debe tener presente, tal como dice Kurelic, que no vivimos en un mundo post genocida
sino en un donde los mayores crímenes y atrocidades genocidas en contra de la humanidad son
calculados, televisados y lamentablemente, parcialmente juzgados.

En un mundo donde millones pueden ser periódicamente masacrados sin razón alguna, y en el
que millones deberán sufrir el aplastante destino de no ser útiles para la economía mundial, la
dignidad de los individuos en muchas ocasiones parece un lujo disfrutado solo por aquellos
que tienen suerte de poderlo pagar(...) De esa manera, en un mundo de “billones y billones”
de gente, un numero cada vez mayor se enfrenta con el hecho real de su propia (aparente)
superfluidad(...) si bien el siglo veinte y uno no reproducirá la situación de la Republica de
Weimar elevada a proporciones mundiales, podemos decir con seguridad que proveerá
muchas situaciones en las que los líderes políticos encontrarán más fácil movilizar los
sentimientos de identidad grupal (étnicos, raciales y religiosos) sin importar a que costo, a
resistir la presión de una economía mundial despiadada(...) es en este contexto que resulta útil
regresar a el análisis de Arendt sobre la naturaleza del asalto sobre la dignidad humana o el
estatus humana que hace el totalitarismo(...)Por todo lo que sabemos, la era de los genocidios
y matanzas industriales puede estar comenzando (Villa D. R., 1999:12-13-14)

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A partir el siglo XVII –desde el “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la
desigualdad entre los hombres” de Rousseau y la “Critica pura de la razón de Kant”– nos
hemos acostumbrado a identificar la naturaleza humana con la capacidad de la espontaneidad
y del libre albedrío. La preocupación de Arendt con la manera en que los campos transforman
“la personalidad humana en mera cosa” y se reduce a los seres humanos a “simples haces de
reacciones” refleja esa herencia. Pero también refleja la preocupación y el miedo de otro gran
pensador del siglo XVIII, Montesquieu quien en el prefacio de “El Espíritu de las Leyes”
escribió: “Plegándose el hombre, ser flexible, a los pensamientos y a las impresiones de los
demás, es igualmente capaz de conocer su propia naturaleza cuando se le hace ver y de no
sentirla siquiera cuando la desconoce”. Si se crea un mundo donde no existan las condiciones
de nuestras capacidades esenciales , las mismas serán olvidadas. Si se crea un mundo en donde
los seres humanos se sientan superfluos ellos mismos y a los demás, entonces la dignidad
humana será olvidada. Tal como nos dice Montesquieu y nos recuerda Arendt, ni nuestra
libertad moral ni nuestra dignidad humana vienen con garantía propia. La experiencia
totalitaria debería, por lo menos, enseñar que la naturaleza humana como tal esta en juego.
(Idíbem:31)

Una vez que el deseo y la ejecución de la persecución y el sacrificio de grandes cantidades


de personas, todas unas subpoblaciones, por la lógica de una ideología (o sea, sin alguna razón
practica o de estrategia) ha ocurrido en la historia, ya es una destrucción que no puede ser
“impensable” (Young Bruehl, 2006: 451).

Si bien se reconoce que los sistemas totalitarios no lograron los cambios en la Naturaleza
humana que Arendt expone en su obra, su identificacion del totalitarismo con la capacidad del
hombre de realizar cualquier cosa a través del mal radical ha demostrado que la validez de
sus palabras han quedado más que manifiestas durante el siglo pasado y en este que apenas
comienza. Una y otra vez, lo impensable, el genocidio y los campos de concentración, han
retornado junto a la disolución de los estados, la necesidad de apuntalar el poder político y el
deseo de eliminar ciertos grupos considerados “superfluos”. Cambodia, Rwanda, Yugoslavia
y hoy en día Darfur, han sido testigos de la profecía de Arendt y de lo desatendido que ha
estado por parte de las naciones y sociedades del mundo la posibilidad que esas tentaciones
totalitarias se vuelvan a cristalizar.

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