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Directora Facilitadora:
Elizabeth Chaparro-Naqyhy
Apoyo facilitadora:
Danilo Rueda.
Apoyo Visual:
Juliana Chaparro
Comité Editorial:
Yohana López y Danilo Rueda
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sobre asuntos intergeneracionales o de perpetuación de la violen-
cia y de las lucha sociales, alimentando una construcciones alter-
nativas en los derechos a la verdad, a la justicia, a la reparación
integral y al ambiente sano, a las relaciones entre hombre y mujer,
generando rupturas a lealtades inconscientes que obstaculizan el
fluir de la vida y la construcción del equilibrio, de la conexión o de
un sentido de la justicia sanador transformante: Ubuntu. Nosotros
decimos: ¡Bello Existir!
Y en fin, como parte de la historia humana, nos permiten ver
nuestro origen en un sistema de vida más amplio, de minerales, de
agua, de plantas, de animales que nos preceden en el origen de
nuestra naturaleza. Nuestro ADN, el de hace 3.500 millones de
años es más que lo biológico, una memoria inconsciente, reptilia-
na, y una tejida en el ambiente, memorias interconectadas con
otros, sea que los conozcamos o no, y que nos llevan a repeticiones
o compensaciones insanas, que nos alimentan el amor ciego, la
venganza, el odio, la enfermedad. El proceso histórico muestra las
pulsiones de la vida entre la muerte biológica, la muerte natural, la
muerte violenta, y las diversas dinámicas de explotación y de
exclusión que llaman a la vida, que son parte de ellas, que se ofre-
cen como posibilidad, como oportunidad transformante.
Somos de alguna manera, vagamundos, buscando la plenitud,
la que la guerra interrumpió o llamó a la vida, para derruir el con-
fort, para atizar del odio el amor. Dice Chardin, “impulsado por el
amor, los fragmentos del mundo se buscan mutuamente, de mane-
ra que el mundo pueda llegar a ser”.
Somos parte de ese otro, es nuestro fragmento, nuestro espejo,
el violentado y el violentador. Somos una construcción social en y
a través y con ellos, o ellos son parte de nosotros mismos, de nues-
tra naturaleza humana. Impulsados por el amor, la fuerza de la vida
buscamos aquello que nos ha sido arrebatado o que permitimos
que se nos arrebatara, pero es solo posible en el otro, sin el otro,
incluso, el contrario, el contradictor. Restablecer el equilibrio, el
sentido de lo justo, la superación de la venganza, de la enfermedad,
de las rupturas, y ese otro, estará en su disposición de decir, sí o no,
de acallar, de negar y de rechazar, y será su asunto por resolver,
pero del que el otro, el afectado se desprende para construir el amor
a la vida
Nunca lo vemos, o lo desconocemos, operamos bajo presun-
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ción de una buena conciencia, y en realidad bajo una urdimbre cul-
tural estamos presos de fuerzas inconcientes del reptiliano que
están en nuestro interior, que domina las decisiones más honestas a
nombre de las transformaciones o del mantenimiento del dominio.
A través de ella, la exclusión y las nuevas formas de esclavitud se
perpetúan. Venimos de historias, de ancestros, a los que2podemos
estar atados, en amores insanos, en lealtades ciegas a destinos
desastrosos, a intentar entre los fracasos, sin escuchar las fuentes
de esa otra sabiduría que nos está llamando a la transformación
estructural.
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trata de ubicar nuestra condición humana, la de todas. Somos naci-
dos del amor, como haya sido, de un hombre y una mujer. Somos
obras hacia el amor, que con las situaciones traumáticas invisibles,
heredadas de los núcleos familiares, nos atrapan, sin saberlo sin
reconocerlo, en situaciones que se profundizan con la violencia
armada, que bloquean e imposibilitan impulsar los proyectos de
vida, que nos enferman, que nos sustraen de la alegría, que nos atan
a dinámicas repetitivas de destrucción o de venganza con “buenas
conciencias” y amores infantiles.
Esos elementos que sostienen la vida como fruto del amor, la
vida como realidad de tragedias y posibilidades, son el reconoci-
miento de que todos tenemos un lugar. Nadie puede ser excluido, ni
siquiera los contradictores. Todos tenemos el derecho a pertenecer
y somos parte de una familia, de un clan, de un grupo, y de la patria
y la matria.
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tas, vistos desde los hilos invisibles que se expresan en lo somático
expresan un desequilibrio en el sistema, además de los personales,
los comunitarios, los organizativos, que para su resolución asume
unos principios del amor que deben ordenarse, armonizarse, en el
respeto al lugar del otro, a su ser, sin su sustitución, su negación o
su exclusión, y a un equilibrio entre el dar y el recibir.
Somos memoria, vivimos del recuerdo y de conexiones pro-
fundas como en la película Coco: “este lugar funciona con recuer-
dos. Cuando tus seres queridos te recuerdan, ponen tu foto en la
ofrenda y puedes cruzar el puente para visitar a los vivos el día de
los Muertos” (…) “Esta es la única noche del año en la que nues-
tros ancestros pueden visitarnos. Ponemos sus fotografías en la
ofrenda para que sus espíritus puedan cruzar hasta nuestro mun-
do. ¡Si no las ponemos, no pueden venir! Preparamos toda está
comida, mijo, y pusimos todas las cosas que ellos amaban en vida”
Nuestras víctimas son parte de la historia, les honramos en la
Vida, más que en la muerte, les honramos en su dignidad, en su
recuerdo, en cada construcción sana de lo nuevo, en el recuentro
con las verdades de la verdad que desata la asunción de las liberta-
des, y que está siendo otra historia diferente, por eso se danza, se
come, se alivian las almas, cuando lo negado, lo excluido, lo recha-
zado es reconocido.
El bello existir
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integrada por 9 millones de personas en Sudáfrica y Mozambique,
usan esta expresión entre todos y del equilibrio. Nelson Mandela la
retomó, luego de 27 años de prisión por razones políticas, y en la
construcción de nuevo proyecto de país, con una apuesta horizon-
tal e incluyente, de todos, incluyendo los que antes eran vistos
como los enemigos. “Si quieres la paz con tu enemigo debes traba-
jar con él. Entonces te conviertes en su compañero” como decía
Nelson Mandela. La contradicción, lo traumático se resuelve en la
conexión, en la síntesis.
Comprender todos los elementos significantes y los invisibles
de circunstancias de modo, de tiempo, de lugar reflejan otros movi-
mientos, que llaman a la necesidad del equilibrio, que generan una
interacción entre el afectado y el perpetrador, que dan sentido a
memorias arcaicas y presentes, que atraviesan núcleos personales,
societales, nacionales y globales.
Lo nuevo, el sentido armonioso es de la creación de condicio-
nes materiales de vida en asunción libre por la vida como es. Si, “el
ser social determina la conciencia”, punto base de la historia,
según Marx, ese ser social debe estar en la libertad, debe desatar
sus potenciales más allá de un entramado judicial, más allá de unos
satisfactores materiales, que son básicos pero insustanciales si
carecen de plena libertad.
Guattari se pregunta “¿cómo modificar las mentalidades,
cómo reivindicar prácticas sociales que devuelvan a la humani-
dad el sentido de las responsabilidades, no sólo de su propia su-
pervivencia sino del futuro de cualquier vida en este planeta?” 5El
objeto Ecosófico 1996,146. Así surgen, “núcleos de toma de con-
ciencia”, “empresas fragmentarias, “iniciativas precarias” que
se constituyan en “conformaciones colectivas de enunciación”,
generando “otras maneras de ver y de hacer el mundo, otras mane-
ras de ser y de sacar a la luz modalidades de ser”. Y desde ese
lugar transformante, de gestación de lo nuevo, el enfoque sistémi-
co abre al mundo de lo inconsciente y sus leyes, que por su desco-
nocimiento, llevan a eterno devenir de repeticiones, sin transfor-
maciones estructurales del sujeto y de la colectividad.
El Bello Existir, asume en la memoria esos elementos incon-
cientes que llevan a construcciones ciegas del poder, a reconocer
5
Guattari, Guilles. El objeto ecosófico. Pag 146. 1996
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los movimientos que atan a un pasado de sufrimiento que impide el
presente, a asumir una búsqueda sana de la justicia en un proceso
de democracia socio ambiental.
En el bello existir, se asumen los satisfactores materiales, de
techo, de educación, de salud, de alimentación, de derechos, pero
experimentando que las transformaciones de la mente, del cuerpo
y del alma son las que cimientan transformaciones de fondo.
Desmond Tutu expresó: “una persona con ubuntu es abierta y
está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente
amenazada cuando otros son capaces y son buenos en algo, por-
que está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran
totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o
menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos”
El bello existir es un buen vivir sano en el proceso del alma, del
cuerpo y de la mente en un nuevo proyecto de país incluyente e
integral. El bello existir es distante de una asunción eminentemen-
te material que crea nuevos borregos lógicos o satisfacciones mate-
riales que abstraen de la transformación plena de los seres huma-
nos, de su naturaleza y de su ser en toda la naturaleza.
Así la lucha por lo nuevo, por la justicia, el hombre y la mujer
nueva es ese poder consciente. “La democracia, que en principio
se esfuerza por empoderar a todas las partes, no puede funcionar
mientras se identifique exclusivamente como un modelo para
estructuras externas. Para hacer de la democracia una experien-
cia interna, debemos involucrarnos en el diálogo interior y así
crear una democracia profunda”, escribió A Mindell.
Estamos ante esa posibilidad o la del despliegue por la vida que
cambia en la política generando unas mejores condiciones mate-
riales de vida con referencias fácticas y técnicas que desconocen el
adobamiento de la esclavitud a través de la seducción haciéndonos
experimentar felices, cuando en realidad estamos felizmente
esclavos.
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En estas páginas acompañadas de algunas imágenes se encuen-
tra la aproximación inicial al proceso de trabajo terapéutico con
enfoque sistémico que se desarrolló en siete encuentros entre el
segundo semestre de 2017 y el primer bimestre de 2018.
En el mismo participaron comunidades del Valle del Cauca y
del Bajo Atrato, Chocó, de manera central y prioritaria, pero tam-
bién de otras regiones y departamentos a quienes se les convocó a
esta posibilidad, como Meta, Putumayo, Huila, Cauca, Antioquia.
La población central a quien prestó este servicio sistémico
fueron delegadas y delegados de población rural que se asume
como tal, siendo afrocolombiana, indígena, afromestiza y mestiza.
La mayoría de ellas y ellos, que han experimentado de manera
directa desde hace 35 años afecciones por dinámicas de violencia
socio política en los territorios y violencia ambiental asociada a
intereses económicos que se implementan asociados al uso de las
fuerza y otras irregularidades, y algunos de ellas y ellos, unas nue-
vas generaciones, que han padecido los efectos del conflicto arma-
do en los últimos 20 años.
La experiencia en nuestra Comisión de Justicia y Paz se inició
desde hace más de tres años con diversos grupos focales, que asu-
mimos el reto de vernos a nosotros mismos, desde lugares insospe-
chados, más allá de nuestra buena conciencia, en la información
ancestral que nos atañe, que nos lleva y por la cual de una u otra
manera, prestamos un servicio en defensa de la vida, que hemos
ido asumiendo con nuestra propia sanidad, de la cuál éramos huidi-
zos, esquivos. Los propios equipos de trabajo territorial defensoras
y defensores de derechos humanos de nuestra organización, en
particular en el suroccidente, iniciamos el proceso confirmando los
efectos reales de la honra a la Vida, de reconocer nuestras falsas
lealtades al sufrimiento o de una búsqueda de la justicia que deshu-
maniza.
Simultáneamente, desde hace tres años iniciamos una fase de
exploración con ejercicios y talleres de configuraciones y constela-
ciones terapéuticas sistémicas con personas y grupos de personas
afectadas de diversa manera por la violencia socio política. Vícti-
mas directas y sobrevivientes de amenazas, torturas, asesinatos,
desapariciones forzadas, desplazamiento forzado, abusos y críme-
nes sexuales, despojo territorial, y afecciones a bienes ambienta-
les.
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Durante 2017 y lo recorrido de 2018 se desarrollaron siete
Encuentros apoyados por el proyecto financiado por el gobierno
Vasco a Mundubat en un Convenio con nuestra Comisión de Justi-
cia y Paz.
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La configuración asumió el sentimiento de miedo de los parti-
cipantes. El miedo fue representado. Se identificó como un sínto-
ma colectivo y cómo posibilidad de transformación. La configura-
ción tomó la fuerza colectiva de los hombres, la raíz de la fuerza de
la vida con la madre, para que el miedo no se asumiera como leal-
tad al sufrimiento por los asesinados.
Un segundo momento en otra configuración se abordó a los
perpetradores. En la configuración aparecieron los hombres sin
rostro, ocultos, en actitud de indolencia, más abajo los sicarios y
del otro lado las víctimas. Los perpetradores se fueron transfor-
mando en hombres provenientes de padres ausentes o autoritarios,
se desmoronaron al observar a las madres de las victimas llorando,
al ser asumidos por sus madres con ese mismo dolor por lo causa-
do.
El arraigo en el territorio.
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Del amor, el mundo de los muertos y de los vivos
La biodiversidad y la reconciliación
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Se creó un campo con alguien que representó el territorio en el
que se establecen las relaciones sociales, culturales, ambientales,
políticas y espirituales creadas entre hombres y mujeres.
Las agresiones territoriales, a la madre, expresan un desequili-
brio, el del acceso desigual a la tierra en Colombia o su uso contra
su propia vocación. La madre tierra aparece adolorida ante el
saqueo deliberado de algunos poderosos, se mueve, se hace ines-
table, se muestra con hambruna, con enfermedad.
Una obsesión por la mercantilización ha constituido falsas leal-
tades, ocultamientos, negaciones y rechazos a historias de violen-
cia propiciadas por los acaparadores.
La configuración llevó a los participantes a honrar la tierra,
volviendo a intentar que lo destruido se vuelva de nuevo fértil. Así
los participantes observaron sus afectos, su alegría, volviendo a
mirar la tierra, y la esperanza que hay en ella. Así los participantes
experimentaron los que tenían afecciones corporales que el desa-
rraigo era enfermedad y asumir la enfermedad es volver a la raíz,
Asumieron de manera distinta las siembras, los planes de refo-
restación como una realidad para afrontar a su contradictor sobre la
base de la verdad, de una manera distinta. Los participantes obser-
varon cómo la tierra experimentaba alegría
En la configuración la madre tierra observo al país, se unió a él.
Dos fuerzas y/o poderes correlacionados: el masculino y el feme-
nino: la fuerza del hombre y la mujer. De la vida expresada en los
arrullos, en el cuidado, la preparación de los alimentos, la siembra,
la pesca, que hombres y mujeres campesinas han creado para sen-
tirse en la vida y producir su desarrollo en el campo rural y urbano.
Son dos fuerzas, dos energías que se combinan, que en su pro-
pio equilibrio, reestablecen el centro de la relación Patria y Matria.
Situar a una de las fuerzas con mayor relevancia causa desequili-
brio y excluye el lugar que tiene cada uno en la construcción colec-
tiva en la vida territorial. Si bien, los encuentros con las mujeres
han permitido el desarrollo de la autonomía, el autoconocimiento y
el amor propio para gestar propuestas de desarrollo, estos han pre-
tendido ubicar la importancia de la fuerza masculina, heredada del
padre, de la patria.
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Víctimas y perpetradores.
Las coincidencias
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