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Ante la puerta del tribunal, Socrates volvi6 a demorarse, ahora con el pevulante Euti- fen. Sin aparentar preocupa- cién alguna, Ie explicd que ha- bia sido acusado ante la ciudad «como ante una madre por corruptor de la juventud. Era consciente de que, para los acu- sadores, su conducta alteraba Ia sagrade relacin entre la ciu- dad y sus hijos. Por eso esta acusacién equivalia a la de no creer «en los dioses tradiciona- les», Este dislogo es una de las joyas de la Es decir, frente a quienes tienen la potestad de con- denarlo a muerte, Sécrates defiende (sin defenderse) que la atencién o dedicacién a uno mismo es priorita- ria con respecto a cualquier otra actividad humana, Por no saber luchar contra sombras, fue finalmente conde~ nado a beber la cicuta, levando su caso més alld de lo que probablemente sus acusadores habian pretendido, Jenofonte, dispuesto siempre a justificar Ia conducta socratica, sugiere que se preparé mal su defensa cons- cientemente, porque, simple y llanamente, queria morit Antes de que se ejecutase fa condena, Sécrates tuvo que permanecer un tiempo en pri- sin, durante el cual el rico Critén, que era su amigo des- de la infancia, elaboré un meti- culoso plan de fuga. Pero el fil6sofo se negé a huir de Ate- nas, alegando que no podria soportar la vergiienza de verse a si mismo como un forajido. "or qué es tan agudo en S6- crates este sentimiento? Para comprenderlo hay que tener presente que la democracia se sustentaba a sf misma en la ‘conviecién de que era ella quien edu- rae caba la sensibilidad de los atenienses para la vergitenza y Ia justicia. El 6r- gano de expresién de la vergtienza es Ja cara, en la que se ve el rabor del ciudadano en la asamblea Sin embargo la vergienza que 2 Sécrates quiere hacer aflorar en su relacién dialogal con los atenienses &s Ja que pone de manifiesto la disarmo- nia del alma. Es fil hallar en los tex- tos socriticos una relacién segrin la SN) evallo justo se opone a lo injusto de ig Ja misma manera que lo hermoso a lo 6 ‘vergonzoso y lo bueno a lo malo. De Ct este modo, ante su amigo Critén, ‘Séerates se manifiesta como un ciuda- dano ejemplar que no podria ni sopor- tar lavergtienza de incumplir as leyes de la ciudad ni hablar del cuidado del alma a otros hom- bres que los atenienses. Como cindadano se debe a la ley como Fil6sofo al Dios de Delfos y los atenienses. DOMINIO DE UNO MISMO Conocemos los iltimos momentos de Séerates gracias al Fedin de Platén, Este dilogo inmortal presenta la vida humana como un cambio de residencia de este mundo 2 otro superior. Aqui somos advenedizos, existencias en ‘wansito hacia su verdadero hogar. El alma que hay que ccuidar se despliega ahora en su dimensién inmortal y el ‘Séerates partero se nos presenta como un pensador que {impulse a los dems hacia la filosoftay la virtud. Nunca pretendio ensefiar una doctrina, sino ayudar 1 descubrir nuevas posiblidades de ser hombre. «Algu- nos creen ~escribe Jenofonte~ que en exhortar a los hombres hacia la virtud no ha habido otro mis habil.» Otros afiadian que era capaz.de sembrar en el alma de sus contertulios semillas de saber. En el Fedén se nos presenta también como el filéso- fo que sabe dominarse a si mismo, Es probable que fue- 1a S6crates el creador del término enkrateia, que signi-

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