You are on page 1of 119

; i' IBRUNT!

r( � 1�·
P. A.
l,

. ii . - 1

BIBLliOTECA GULWURAL
COVECCfóN L1ECTORES
l:
. . 1.
' l

f
r .'
1
1

CONFLICTOS
SOCIA
. LES
'
EN LA , 1

·REPUBL�CA
1.
·

ROMANA l

EUDEBA 1
1
1

EDI'I'ORI'A1L UNIVIERISI'l1AJRIA D!E BUENOS Al'RES


' 1
1 1

l �USTtllLO l::�. ; .
1 � 1 .,
Título de la obra original:
Social conflicts in the roman republic,
Chatto & Windus, Londres; lf?71
)
P R E ·F ACI O

Traducida por
RunÉN MAsERA

Este pequeño libro no es una historia general de


los asuntos internos de Roma en #empos de la
República; el título define su tema: t-rata los con­
flictos surgidos entre los diversos órdenes y clases
de la sociedad. Por tanto, se refiere muy poco a
las facciones que dividían a la clase· diTigente, fac­
ciones que, de·acuerdo con mi opinión, fueron me­
nos coherentes y duraderas y mucho más difíciles
EUDEB-A S.E.M..
F11ndada por la Universidad de Buenos Aires
de identificar de lo que comúnmente se supone en
"PLA•N EDITORIAL 1972-73" la actualidad. Sólo se habla lo necesaTío de las
ambiciones y maniobras de los individuos podero­
sos -cuya impo1tancia no discuto-, de manem ta l
que sea posible seguir el curso de los conflictos
sociales. Comencé por esbozar los efectos de la
expansión general de Roma, sobre la estru.ctum
interna del mismo Estado romano t¡ sohre las con­
diciones económicas globales que preclomina!Jall
en la antigua Italia; en los capítulos qne siguen .w�
ordena cronológicamente el dcsarrnllo del marto
político, incluyendo la activiclttd de las clientelas
y el carácte1' de la nobleza, como así tnmlJifn los
© principios y cambios constít11dmwlt's. Q ui;.,(¡s lw­
bría que adve1tir al lector intMt•.wulo rn los ríffl.
1973

EDITORIAL UNIVERSITAHIA DE BUENOS All\Jo:S


mos tiempos de 14 HeprílJlica, qrw lo11 l rt·s ('(I¡Jftll­
Rivadavia 157-1;73
los finares clebon. lrwrsf' a fa l11z dr· ('111111/o los
Sociedad de Economía Mixta precedió.
Hecho el depósito de ley Gmnde es mi de 11da 7)(tl'tl 1'011 /n.'f rílllt•,'l l'dllras
IMPRESO EN AUGENTINA - PIUNTED IN AHGENTINA del profesor M. l. Finley, editor ���· 111'1'111 dt• 1'8/11

1
:1
i

t
1 .
serie, y para c01i el doctor ]. M. Moore, del Rad­ ·¡ ..
ley College, quien leyó la versión clactilografiada
de mi texto. Los puntos de vista expresados y todo
error remanente me ]Jertenecen.
P. A. HRUNT
C UADRI O OR O N OLóGIC O

1
Las fechas anteriores al año 300 a.C. s·e apoyan
en la tradición y son sólo aproximadas.
A. c. '

754 Se fundá Roma.


1'
509 S e establece la Bepública.
494 Se crea el tribunado de plebeyos.

Doce Tablas).
396 Conquista de Veyos.
·1
451-450 Los deceñviros codifican las leyes ( las

390 Los galos saquean Roma.


366 'El primer cónsul plebeyo.
338 Muchas ciudades latinas y Capua se vuelven
romanas.
287 La Ley Hortensia ( fin de la lucha entre pa-
1
tricios y plebeyos).
• ·

280-275 Guerra con ·Pirro : al finalizar la misma, -­

el control de Italia ( ex'cepto la Galia Ci­


saloina) por Roma es virt;ualmente com-

1
pleto.
264-241 Primera guerra con Cartago.
1
.f
¡
241-22.'7 En Sicilia y Cerdeña se constituyen pro-
vincias romanas. 1
l
l
c. 225-170 Conquista de l a Galia Cisalpina. '

r 218-201 Segunda guerra con Cartago ( i nvasión de

l1
1 Aníbal).

.�
c. 200 S e constituyen provincias en España ( que

1 no se pacifica totalmente hasta el 19).


200-146 Guerras intermitentes en el este, ·que con-
¡ ,
1 6 7

ducen a la anexión de Macedonia y par­
te de Grecia. .
1
49-45 Guerras civiles entre César y pompeyanos.
44 Asesinato de César:
11 '
1
154-133 Grave� guerras en -España. 44-42 Guerras civiles entre cesaristas y republica­ 1

1
:
¡
1�9-146 Tercera guerra con Cartago, que condu­ nos.
ce a �a anexión de parte del norte d e ,
43 S e forma el Segundo Triunvirato.
Africa. 43-36 S exto Pompeyo controla Sicilia y los mares.
133 Tiberio Graco n·ibuno. 32.30 Guerra civil entre Octavio y Antonio. 1
129 S e constituye la provincia de "Asia" ( en el
oeste del Asia Menor.
30 Octavio asume el control supremo. Anexión
1 de Egipto.
l
1
1
125-121 ConqJista del sur de Francia ( más ade­ 27 · Octavio toma el nombre de Augusto. Comien-.
lante, 1 provincia de Galia Transalpina). zo del Principado.
123-121 Tribunados y muerte de Cayo Graco. 1 1
112-106 Guerr'a con Yugurta ( primer consulado
de Mario, 107 ) .
113-101 Guerra con los cimbros.
. 103-100 Tribunados de .Saturnino.
91 Tribunado: de Druso. Estallido c;le la guerra
. social. .
9()...81 Concesión del carácter de ciudadano roma-
no a todo ·habitante de Italia apto para tal
calidad:
88-84 Guerra : con Mitridates.
88 La primera marcha de Sila sobre Roma.
87-86, 83-81 Guerras civiles.
82 Autocracia y legislación de Sila.
80-72 La guerra contra Sertorio en España.
78-77 El surgimiento de Lépido en Italia.
74 Estallido de la guerra con •Mitrídates en· el este.
73-71 Rebelión de esclavos en Italia. ·

70 Pompeyo y Craso cónsules.


67-62 Campañas de Pompeyo contra los· piratas y
anexiones en el este.
· 63 Cicerón cónsul. lLa conspiración de Catilina.
59 Primet consulado de César. Primer triunvirato.
58 Clodio tribuno.
�50 César conquista el resto de la Galia Trans-
¡
alpina.
52 Asesinato de Clodio.

8 9
N O TA S O BR E M O N E DAS Y M E DI DAS

1
' 1
E
Los antiguos romanos utilizaban lÓs mbaños co­
mo medida de valo1' ( pecunia, dinew, pwviene de
pecus, rebaño) y, para el inter:cambio, el bronce
por su peso. Las monedas más antiguas fueron
también de bronce. La plata y el ow se acuñaron
por primera vez en el siglo m. Durante los últimos
200 años· que se abarcan en este libro la moneda
corriente fue el denario de plata, que pesaba unos
60 gmnos; todas las cifms dadas referentes al di­
0

nero están expresadas en denarios. (Un denario


valía 4 sestercios.) Sería engañoso dar un equiva­
lente monetario moderno basado en su peso y pu­
O _MILLAS 1C1
reza; · lo que . imp01ta es cuánto se podía adquirir
con un denario. Tampoco esto puede precisarse de
O KM!¡ 10
modo acabado, pero en la página 30 se da cietta
___;,_ fro�tera
, dd
terri•orio romano
idea de su valor.
e;. 360 a.C. La unidad de medida de los terrenos em el iu­
gemm, equivalente a unos dos l tercios de acre.
·

?vlapa l. Roma antigua y sus :pueblos vecinos, C. 360 a.C.

0 Grano: medida que equivale a unos 0,06 gramos; por

lo tanto, 60 granos
= 3,6 ·gramos. (N. del E.).

10' 11
\'
11
.l 1
1
E L MAR C O. D E R E F E R E N CIA: LA · E XPAN SióN 1
R OMANA Y ·S U S R

1
· ES U LTADOS ·

.]
1
1
1
De acuerdo con la tradición, los romanos expul­
saron al rey etrusco Tarquina el Soberbio y esta­
1
blecieron una república en el 509; 1 esta fecha ha
sido puesta en duda, pero opino que es aproxima­ ¡
damente correcta. La· República fue derrocada en
el ·último siglo antes de Cristo. Resulta imposible
ubicar este cambio en un año determinado. La ins­
titución republicana dejó de funcionar normalmen­
te en el 59, como resultado de la alianza entre
Pompeyo y Julio César) que dominaron el Estado
durante una década. !Sus rivalidades fueron motivo
de guerras civiles, brevemente interrumpidas ror
el despotismo de César y pronto reanudadas des­
pués de su asesinato. Finalmente su .hijo adoptivo
y heredero, César Augusto, surgió como el vence­
dor y fundó el sistema de una monarquía apenas
velada que nosotros llamamos Principado. Tal cam­
bio se completó el día 13 de enero del 27, cuando
el comandante de los ej-ércitos declaró que había
restaurado la antigua República. De manera que
este libro abarca casi cinco siglos.
En el 509, el territorio romano comprendía sólo
unos 800 kilómetros cuadrados. La misma ciudad

1 Todas las fechas, salvo que se indique lo contrario,


son a.C.

13
amurallada estaba siempre en peligro de ser ata­ nía de Roma sobre toda Italia ¡·emonta al 280. Ya..
cada P?r los extranj ros. Las asambleas del pue­ por entonces Roma había superhdo las proporcio­
, �
blo se mterrumpian: SI se Izaba una bandera en el
.
nes naturales de una ciudad !Estado, pero mantu­
Janículo, la colina junto al Tíber, para indicar .que vo las instituciones correspondientes a esa forma
las fuer_ zas invasoras etruscas estaban a la vista. política hasta la caída de la República.
En ese momento los romanos sólo podían fonnar •La expansión mmana fue, por supuesto, el re­
dos legiones, unos 8.000 hombres. sultado de guerras sostenidas contra el exhanj ero,
Aprpximadamente en el 27, toda Italia era ro­ que no cesaron siquiera en medio de la grave lu­
m¡ma y todos sus habitantes, libres; con la excep­ cha interna que comenzó en el 133 . De todos los
.

historia de la República, éste es el


ción de los inmigrantes extranjeros y algunas tri-· . aspectos de la
bus alpinas, sus pobladores eran ciudadanos. Cen­ más importante, pues fue la condición previa para
tenares de miles de ciudadanos vivían también en . la difusión duradera de la cultura grecorromana,
las provincias de allende el mar. En el 28,' el censo que promovió la "inmensa maje1stad de la paz ro­
de Augusto incluía más de cuatro· millones; de mana". Aunque éste no es el tema de nuestro li­
acuerdo con mi opinión, se enumeraron mujeres y bro, constituye por cierto su marco esencial. �a
niños de más de un año, al igual que los varones a
b uerra y
la conquista transformaron la economm
de Italia y contribuyeron primero a resolver y lue-
1 •

adultos (de más de diecisiete años), pero es poco


probable que los resultados hayan sido correctos, go a exacerbar el conflicto social. Las luchas inter­
y un verdadero total podría l1aber incluido hasta nas y las guerras con el exterior s·e entremezclaron
cinco millones. (Los resultados del censo republi­ a menudo y tuvieron mutuos efectos.1La expan­
can� comprendían, por cierto, sólo a los várones sión, de por sí, distorsionó el funcionamiento de
de más de diecisiete años. ) Más tarde se dadn las las . Ülstituciones políticas, la �aquinaria que de­
cifras basadas en estos resultados. El poder roma­ bían utilizar los que pretendían reformar la socie�
no se extendía entonces desde el Canal de la Man­ dad. Alteró incluso la significaÓ ión misma del tér-
cha al Sahara y desde el estrecho de Gibraltar al mino "romanos". J
Éufrates; la mayor parte de esta superficie· estaba Los antiguos romanos, aunque probablemente
ya baio control de los romanos hacia el 146 (excep­ incluían a hombres de origen sabino y etrusco? eran
to Galia y el interi01; del IA.sia Menor), aunque en­ todos latinos en cuanto a la lengua y actuaban por
tonces no se encontrara sometida en su totalidad lo común como aliados o miembros de una liga
a una administración romana directa. Aún en el que abarcaba todas las otras ciuda'des· latinas ve­
27 los principados y las repúblicas de las fronte­ ci;..as. Roma adquirió preponderancia en esta liga
ras, o incluso dentro de los confines del Imperio, y, después que los latinos inteptaron en vano de­
preservaban un cierto grado de independencia co­ sembarazarse de su control, disolvió la liga y con­
mo Estados "clientes". Augusto, sin embargo, con­ virtió en ciudadanos a muchos de sus miembros
sideró que estos Estados "clientes" eran parte del ( 338 ). Aproximadamente en la misma época, los ca­
Imperio y no se encontraban menos bajo control puanos, que hablaban el oseo, lengua que difería
romano que los súbditos, a quienes se concedía, tanto del latín aomo el francés del italiano, reci­
por lo demás, amplia autonomía local. La sobera- bieron también la ciudadanía, perdiendo de este

14 15
modo su ind�pendencia. iLa práctica de conceder número de manum1s1ones cr·ecieron enormemente,
la ciudadanía a otros pueblos italianos se siguió razón por la cual una vasta aunque desconocida
con frecuenci� hasta la mitad del siglo nr. Todos proporción de ciudadanos tenía en sus venas, en
los nuevos ciudadanos, como los antiguos, debían tiempos de Augusto, sangre servil y extranjera.
pagar impuestos y luchar en los ejércitos romanos, El número de romanos creció también de mo­
y todos tenÍa:p. los mismos. derechos de interinatri­ do diverso. El pequeño .y escasamente fértil terri­
monio y relaciones contractuales privadas, .pero a torio que la ciudad tenía en el 509 no podría ha­
muchos, como a los capuanos, se les negó en un ber sustentado por largo tiempo una pob�ación en
principio el derecho a votar o a ejercer cargos pú­ crecimiento. Solamente las anexiones podían pro­
blicos en Roma; preservaron un cierto autogobier­ curar un abastecimiento adicional para las nuevas.
no local. Los capuanos se resintieron por esta si­ bocas hambrientas. En el 396, Roma conquistó Ve­
tuaci(m de inferioridad, rebelándose en el 216. Por yos, al norte del TÍiber, y distribuyó la tierra entre
un proceso que nos es difícil seguir y que se com­ su� propios ciudadanos; su territorio creció en más
pletó probablemente antes del 90, la situación fue de un tercio. Veyos desapareció como Estado inde­
modificada Y: se otorgó plenos derechos a todos. pendiente. Roma no procedía por lo común con
Sabemos que Arpino, anteriormente de lengua os­ tanta severidad, pero era su costumbre (según se
ca, ·era promovida de este modo en el 188; fue el no.s cuenta) tomar un tercio de la tierra de los
lugar de nacimiento de Mario, quien salvó a Roma pueblos italianos que conquistaba y, de tiempo en
de la amenaza germana en los años 102-101, y tam­ tiempo, dividir parte de esta tierra entre los roma­
bién de Cicerón. Los ·habitantes de Arpino reci­ nos pobres. De este modo, los ciudadanos caren­
bieron los· derechos de ciudadanía romana sólo dos tes de tierras, como los hijos menores, podían es­
o tres generaqiones antes de que naciera Mario. Es­ tablecer sus propios hogares, crecer y multiplicarse.
ta liberalidad1 con los derechos de ciudadanía, aun­ Cuando Aníbal invadió Italia en el 218, el terri­
que peculiar . de Roma, es fácilmente comprensi­ torio romano (sin contar el de sus súbditos alia­
ble: contribuía a que Roma contara con superio­ dos) alcanzaba ya unos 25.000 kilómetros cuadra­
ridad numérica sobre todo sucesivo enemigo y fue dos, y los ciudadanos registrados (los varone:, de
un factor imoortante en el desarrollo de su fuerza. más de diecisiete años) llegaban por lo menos a
Resulta menos claro por 1qué Roma, a diferen­ 270.000. Muchos de sus aliados se unieron a Aníbal
cia de otros Estados de la Antigüedad, permitía y fueron castigados con nuevas confiscaciones; ade­
que los esclavos manumitidos por los ciudadanos más, a principios del siglo rr anexaron grandes ex­
adquirieran la ciudadanía junto con la libertad. A tensiones de terreno pertenecientes a los galos y los
estos hombres liberados no se les permitía servir. ligurios en el n01te de Italia. No podemos detenni­
en el ejército, salvo en casos de crisis graves, aun­ nar lf. extensión precisa del territorio romano en este
que sí podían optar por remar en las flotas. Con período, pero respecto de la población, las cifra s
todo, sus descendientes, nacidos libres, no estaban del censo, probablemente cada vez más incomple­
sometidos a restricción alguna y se sumaban a las tas, sugieren que en el siglo II el número de ciuda­
fuerzas numéricas de noma. Con el correr del tiem-. danos varones adultos era superior a 400.000.
po, el ingreso de esclavos de fuera de Italia y el Durante mucho tiempo, la fortale�� ,· ele Roma

16 17
hnbia uupcndido no sólo del número de romanos. modo, la clase gobernante local estaba más estre­
Otros pueblos italianos le estaban sometidos me­ chamente vinculada con el gobierno central. Some­
diante alianzas perpetuas. Conservaban su autono­ tido a ciertas condiciones, todo latino podía en
mía local y no pagaban tributo a Roma, pero es­ verdad obtener la ciudadanía romana con sólo emi­
taban obligados a proveer contingentes para los grar ·a territmio romano. Estos privilegios, junto
ejércitos romanos a sus propias expensas y a lu­ con la memoria del ancestro xomano y a menudo
char e'n guerras que ellos no decidían; en compen­ quizá con el hecho de que se hallaban en_ malos
sación, eran protegidos por Roma. A mediados del términos con los pueblos vecinos -cuyas tierras
_
. siglo nr, esta red de alianzas se extendió por toda habían sido confiscadas en su provecho- a los
la Italia peninsular al sur de una línea que va apro­ que debían mantener a raya, explican sin duda por
ximadamente desde Pisa hasta Rimini. En el 225, qué, con pocas excepciones, las colonias latinas se
el número de aliados era de unos 600.000. El nor­ mantuvieron fieles a -Roma en ocasión de cada
te del país, habitado por ligurios, galos y vénetos, crisis.
1
recibió durante la República el nombre de los más No fue éste el caso de otros .aliados. La mayor
poderosos de sus habitantes: Galia Cisalpina; fue parte de ellos hablaba lenguas incomprensibles
conquistada entre 225 y 170 aproximadamente, para los latinos (la lengua etrusca ni s1quiera era
aunque la pacificación de las zonas montañosas> indoeuropea) y habían sido sometidos por la fuer­
más hostiles, demoró algo más. za a la hegemonía romana. A lo largo dé genera­
Entre los aliados, las ciudades latinas ocupaban ciones permanecieron dóciles en tal sometimiento.
un hrgar especial. Después de incorporar l� n:�ayor Después de la derrota de Aníbal no tuvieron . opor­
patte de las comuilidades latinas a su prOPIO cuer­ tunidad ·alguna de obtener ayuda extraniera para
po ciudadano en el 338, Roma siguió fundando afirmar . su independencia. El poder de Roma pa­
nuevas colonias "latinas" en sitios estratégicos de recía inquebrantable. Además, durante el siglo si­
toda Italia·, las últimas se establecieron a princi- guiente la Italia peninsular gozó de paz interna,
píos del siglo n en la Galia Cisalpina. En su ma­ imperturbable y sin paralelo. !Los colonizadores ro­
yor parte, los colonizadores eran romanos que ha­ manos y latinos, esparcidos por todo el país, trans­
bían abandonado su ciudadanía en Roma_ a cambio mitían las ideas romanas y la lengua latina; ciu�
·!:.
de tierras y la integración en nuevas comunidades dades remotamente aliadas solían r·emodelar sus
'1''
1

con antogobierno local. Las colonias se encontra­ instituciones de acuerdo con el ejemplo romano.
, \¡..
1·· ''
.
ban generalmente a gran distancia de Roma, ex­ Entretanto Roma estaba adquüiendo un Impe­
.1 : l.\· cesiva para que los derechos políticos fueran de rio en el Mediterráneo, en parte gracias al valor
algún valor; no obstante, la mayor parte y proba­ de los soldados aliados; la mitad o unos dos ter­
blemente todos los latinos podían heredar y poseer cios de sus ejércitos estaban integrados por lati­
terrenos en territorio romano y desposarse con ro­ nos y otros aliados. Pero aunque los italianos con­
manos, de manera que los hijos adquirían la situa­ tribuyeron en mucho a las victorias de Roma, su
ción del padre. A partir de fines del siglo n, }os parte en los beneficios del ·Imperio era bastante
que obtenían magistraturas locales se convertian rnás pequeñ::J,, y nulos la dignidad y el honor pro­
automáticamente en ciudadanos romanos; de este venientes del poder imperial. A decir verdad,
18

1 •
...•¡
. r:l·· .· v·.•
1

t�t; "",_ � • ) �
.
Roma mterverua l, en ocasiOnes,
. .
arb1't ranamente� .'en .sólo a la ciudad de Roma y a sus habitantes. Aun
sus asuntos internos y sus personas cared�n de en.tier11pos de César y· de Augusto, cuando la po­
protección contra los caprichos de los comandan­ blación urbana creció enormemente, es muy im­
tes romanos. Entre los aliados cundió la decisión probable que más del 15 '% de los ciudadanos ro­
de exigir igualdad de situación mediante la exten­ manos de todas las edades y de ambos sexos viviera
sión del derecho político romano. La exigencia en · la ciudad misma. Es derto que Roma era la
fue rechazada, y la mayor parte de ellos se rebeló arena en la que por ley debía tomarse toda deci­
en el 90. Aun1 ·entonces su objetivo no consistió en 'sión política, y que en estas decisiones pesaban a
recuperar· su vieja independencia, sino en instituir menudo los deseos o los intereses de sus habita­
un nuevo Estado federal, llamado Italia, modelado tantes e incluso, a veces, las ·sediciones que llenan
en muchos aspectos de acuerdo con el Estado Ro- una gran pa1ie de los anales de los tiempos fina­
. mano. 1
les de la República. Pero, ·en última instancia, el
Esta guerra "social" (la guerra contra los sodi curso de la revolución que atravesaba la República
o aliados) fue una de las más sangrientas entre era decidido por los soldados, casi todos reclutados
las emprendidas por Róma, y la más vana. Roma f entre el pueblo campesino. Además, Augusto ba-,
saba su gobierno sobre d consentimiento univer­
sólo pudo someter a los rebeldes con la concesión
de la ciudadanía que anteriormente había negado. sal de It�lia, esnecialmente el de la clase acomo­
Además, la lucha desencadenó una serie de acon­ dada de las ciudades italianas. Roma había conver­
tecimientos que fueron causa de nuevas guerras tido a Italia en una nación y se puso a la cabeza
entre los ciudadanos mismos ( 87-86, 83-81); las de 18.s tradiciones nacionales.
p�opias facciones romanas rivales, en su búsqueda Al superar los límit·es de una ciudad Estado,
de apoyo, tuvieron que conceder el .derecho de Roma se negó a sí misma la posibilidad de la de­
ciudadanía incluso a antiguos rebeldes. En conse­ mocracia tal como ésta era concebida entonces.
cuencia, todos los pueblos de la Italia peninsular Apenas había surgido la idea de un gobierno re­
se convirtieron en romanos. En el 69. un censo presentativo. En Ja Atenas democrática, los ciu­
parcial arroió la suma de 910.000 ciudadanos va­ dadanos ordinarios se reunían con frecuencia en
rones adultos: un cálculo más exacto biP-n podría asambleas populares abie1ias a todos elloS: que de­
haber suministrado un resultado de 1.200.000. iEl cidían toda cuestión política y supervisaban de
pueblo de la: Galia Cisalpina, apartado de los co­ cerca a los funcionarios ejecutivos; cada uno de
lonizadores romanos y latinos asentados allí, sólo los ciudadanos contaba únicamente por sí mismo.
obtuvo derechos latinos, pero después de· una pro­ Roma también tenía asambleas populares, aunque
longada agit�ción, César le concedió también el no se basaban, como las atenienses, sobre el prin­
' derecho de Ciudadanía en el 4.9. Toda la Italia cipio de igualdad. Pero el · territorio de Atenas al­
contj.nental fue pues, romana en el más pleno sen­ canzaba sólo a unos 2.650 kilómetros cuadrados y
tido: sólo los nrovincianos estaban sometidos. el número de sus ciudadanos era quizá de 50.000.
lEs evidente que el examen de los conflictos so­ Toynbee observó con tino que una asamblea pri­
ciales de la República romana no puede limitarse maria sólo actúa democráticamente si los votantes
a los que exclusiva o primordialmente afectaron pueden asistir a ella sin pasar más de dos noches

20 21
fuera de su casa. En Atenas; esto,. era posible; pero
en el siglo III algunos ciudadanos romanos tenían
su domicilio a cientos de millas hacia el sur y,
hacia el este, casi al doble de esa cifra.. Pistancias
mucho más breves habrían impedido su asistencia.
Pocos podían permitirse el costo del viaje. El cam­
Nombres antiguos: Atina.
.Nombres modernos: Pisa
pesino no habría podido abandonar el arado por
un día. Para que los habitantes rurales no estuvie­
ran teóricamente en desventaja,' debía darse noti­
cia de las reuniones con larga antelación, y éstas
eran por necesidad poco frecuentes. De ahí que
los ciudadanos no pudieran adquirir muc}:la expe­
. riencia en los asuntos de Estado ni supervisarlos
de cerca, ni tampoco asumir decisiones en situa­
ciones . de emergencia. Además, debió de haber
sido físicamente imposible, aun en el siglo IV, que
. un número crecido de ciudadanos se reuniera en
un lugar,· escuchara los debates y votara. S6lo a
fines d� la República fue posible que 70.000 vo­
taran juntos: aproximadamente un 6 % �e la tota­
.Cerdeña lidad :del cuerpo ciudadano. Aun si las asambleas
•'
hubieran estado en principio democráticamente
• constituidas, no podrían haber funcionado con de­
!
' �
mocracia y justicia. De hecho, la asamblea de los
frontera cn\re la Galia Cisalpina centuriones, que elegía a los principales magis­
y el resto de Italia
••••

trados, no era democrática en a�soluto� pero pndo


� Territorio de los haber repre · sentado a los ricos que la controlaban,
� · d � -d� d anos ron\�\1"105
E'ZJ T�rritorio de ciudadc• latinas fuera. cual fuere el Iuiar de su domicilio, pues es­
'too
O taban en condiciones de ir a Roma en ocasión de
o MILLAS.
Territorio clc ciudades aliadas
�o
las elecciones anuales. Ostensiblemente más demo­
crática, la asamblea ''tribal" era en última instan­
Mapa 2. Italia en el 133 a.C. cia dominada por los que vivían en la ciudad o
cerca de ella. Pero el verdadero poder· siempre
. perteneció al aristocrático . Senado, que normal­
mente podía manipular y controlar ·las asambleas
y; en un Estado tan grande como llegó a ser Roma
desde temprano en su historia,. dada la . ausencia
de instituciones democráticas representativas, no
1

22 23
había alt�mativa posible, a la oligarquía, salvo er de :votación defendida por un pariente de Mario
gobierno de· ún hombre. y conformada de acuerdo con la aprobada por los
.
' . , 1 ' tnbunos populares en Homa.
Los mi�mos . romanos oponían, compladéndose,
su liberalid,a.d '.para conceder la ciudadanía, a la �n general, l?s gobiernos locales eran oligár­
exclusividaq ..�� Atenas. Es pedectamente cierto �mcos y se pod1a contar con que Roma reprimí­
que su liberalidad ayudó a ganar la lealtad de sus na 'todo movimiento tendiente a alterar el orden
súbditos e1f Italia primero y, más tarde, a partir establecido; por ejemplo, en el 265, Roma ayudó
de l?s tie�pqs de César, en las proyincias. Esta a los señores de .Volsinii a aplastar una revolución
, , de siervos. Las noblezas locales, por lo tanto, do­
pohhca ss>lo pudo triunfar porque el sistema ro­
mano no f�� democrático. Si la mayor parte de las minaban sus ciudades patrias. Eran ellas las que
r hacían conocer al Senado los deseos de su pueblo
decisiones):��biera dependido de �sambleas verda­
d�I:amente .9.-e�ocráticas, esta concesiqri habría sig­ -que ·eran sus propios deseos-, y podían ejercer
, su influencia a través de vínculos de amistad y hos­
nifiCado muy poco para los distantes apulios, sa­
binos o umbríos. No obstante, de acuerdo con el sis­ pitalidad que los ligaban con las grandes casas de
tema aristocrático romano, la nobleza local de los Roma. Durante mucho tiempo, los iefes aliados se
p
pueblos .italia 9s podía abrigar la perspectiva de empeñaron en mantener la identidad separada d.e
sus comunas. En el 215, los acomodados praenes­
ser admiti�a �n la clase gobernante de Roma una '
vez que 4ubiera obtenido la ciudadanía. U na ge­
. tinos, que servían a, caballo, rechazaron el ofreci­
neración q. dos después· de obtener Tusculum de­ miento de convertirse en ciudadanos romanos. Pero
recho de . ch,tdadanía, Lucio Fulvio, destacado ciu­ en el 90 fueron los conductores de quienes exigían
dadano de la mencionada ciudad, se convirtió en el derecho político italiano.
cónsul ( 3�2 )�.y fundó una de las más importantes No cabe duda de que querían igualdad de ran­
familias de. Roma.. go por su valor intrínseco. Pero por entonces fue
·Los pueblos aliados italianos y, en verdad, las t�mbién evidente que como ciudadanos no perde­
municipaliP.a.des de los ciudadanos ·romanos espar-. nan el control local y obtendrían una mayor in­
ciclos por tP 9. Gt Italia, se gobernaban de modo muy fluencia en Roma. Arpino, cuyo pueblo gozaba de
la ciudadanía, se autogobernaba tanto como los
. ·

semejante, al de Roma. Tenían sus propias asam­


bleas P9I?Vl�res? sus propios magistra_ dos electos, aliados que carecían. de ella. Pero los arpinos po­
sus propi�� ju�tas formadas por hombres �e pres­ dían también votar en Roma, y como los votos
tigioso nf.ci,rniepto -y fortuna. que ocupaban sus rara vez se concedían sin compensación, era licito
cargos de por vida. No cabe duda de que en estas abrigar expectativas de favores de toda especie, aun
pequeñas . cOmunidades, de las que sabemos muy de -regalos en -dinero. El sufragio de·Ias clases di­
.
poco, hubo viva� luchas intestinas, disputas entre rigentes locales, que podían trasladarse a Roma
familias que' podían culminar en 'derramamientos para las elecciones, ejercía gran influencia en la
de sangre, .-cual:1do el Estado romano mismo era asamblea de los centuriones. Además, la carrera
desgarrado - por; güerras civiles y luchas políticas que de Mario, que e1l. esa época fue designado cónsul
dividían a-',l'as· Clases: En Arpino; hacia fines del si­ en seis oportunidades y, tal vez, la de otros adve­
_glo n, el·· abuelo de Cicerón se opuso a una ley nedizos de probable oligen municipal que habían

24 25
llegado a desempeñar altas funciones en Roma, Claudia) Augusto y Tibe1io querJ.an ver en el
pueden haber sugerido que con el curso del tiem-1 Senado. Para Catilina, vástago de una decaída casa
po los magnates aliados alcanzarían también una patricia, el arpino Cicerón era todavía un "foráneo''
alta dignidad en Roma. lEsas esperanzas se vieron (inquilinus), pero el futuro estaba en manos de
colmadas. Después de la obtención del dúecho los Cicerones, no de los Catilinas.
político por Italia, los candidatos a las más altas Gran parte de este libro estará consagrado ·a los
magistraturas romanas debían cortejar el apoyo de conflictos sociales entre ricos y pobres. Pero la con­
las clases elevadas de los pueblos rriás distantes. tienda por el privilegio y la dignidad entre las cla­
Cicerón, por ejemplo, planeaba hacer su campaña ses superiores no fue de menor importancia y tuvo
·1 en la G.alia Cisalpina. Ninguna otra región era más influencia en está lucha ·de clases, y ninguna fue
remota, y la mayoría de los pueblos que se encon- t más grave y profunda en sus efectos que la que
traban· en ella gozaba sólo del derecho. latino, lo acaba de esbozarse.
1 .
cual significaba que sólo unos pocos de sus habi­ La primera de estas contiendas se desarrolló en-¡
tantes, los ex magistrados, poseían sufragio; pero tre los patricios y los plebeyos ricos (cap. III). Es­
eran necesariamente ricos y valía la pena solicitar . tos últimos lograron por fin la igualdad de dere-.
sus votos. Los cargos de menor importancia en 1
chos para asumir cargos con el respaldo de los
Roma eran llenados por la asamblea tribal, en la ciudadanos pobres, cuya causa contra la miseria
que, si bien los votantes ricos no predominaban; ,
social defendieron de vez en cuando. No obstante,
los magnates locales tenían mayor oportunidad de esta miseria social fue probabi�mente aliviada_ en
obtenerlos si lograban, quiúís a sus propias ex­
·

lo principal mediante la anexiórt de territorios ene­


pensas, trasladar el pueblo de su municipalidad migos y su distribución entre lps pobres. Durante
y las municipalidades vecinas con el objeto de vo­ este temprano período, la expansión parece haber
tar por un "hijo favorito". De este modo, Gneo mitigado las tensiones sociales.· No es que se las
Plancio fue elegido edil para el período del 54
haya eliminado por completo a todas o que en
gracias a que virtualmente toda la población de ,
Roma :Se haya logrado alguna vez algo que se
su ciudad patria, Atina v de los pueblos. vecinos, asemejara a la igualdad econórpica. .
·
viaió un centenar de millas para prestarle apoyo.
La prestación de servicio en las legio�es qu�­
Con el correr del tiempo, la nobleza italiana se daba reservada a los ciudadanos que pod1an eqm-
- parse por su cuenta con armas y la armadura de
elevó aún más. El sold�do, orador e historiador
Cayo Asinio Polión fue cónsul en el 40, cuando defensa. Había una organización de acuerdo con­
Virgilio le dedicó su cuarta égloga; se�n !parece, la fortuna. Los que tenían una propiedad eran
era nieto de un jefe rebelde del 90, Heria, Asinio. llai,llados assidui, esto es, ,hombres asentados per­
Por ese tiempo, el Senado estaba lleno de figuras\ manentemente en su propio terreno, el resto eran
"municipales". Las guerras y las proscripciones p-roletar·ii, cuyo servicio al Estado consistía en p1o-_
:
apresuraron la disminución de la vieja nobleza ro­ curar los vástagos (proles) que criaban, o capt�e
mana; sus lugares fueron ocupados por "toda la censi, hombres que se contaban por cabeza, ���
flor de las ciudades de toda Italia", "los buenos propiedad digna de mención. Durante las cns1s
y valiosos hombres" a quienes (de acuerdo con aun los proletarii eran llamados y armados a expen-

26 27
sas públicas, por ejemplo, en ocasión de la guerra
contra Aníbal. Pienso que había ya por entonces
una mayoría de ciudadanos. Si la agitación popular
en Roma cesó casi por ciento cincuenta años des­
pués del 287, la razón puede ser, en parte, que
había pocos jefes potenciales para las masas, una
vez satisfechas las aspiraciones a ocupar cargos de
los plebeyos más ricos. 'Pero la expansión proba­
blemente había disminuido la intensidad del des­
contento social. En el 264, el pueblo votó la inter­
vención en Sicilia contra la volnntad del Senado,
lo que provocó una prolongada y ardua lucha con
Cartago, que sólo finalizó en el 241: tenían la
esperanza de enriquecerse con los botines. Por el
contrario, en el 200 el Senado tuvo que seducir
a u:ri pueblo agotado por la guerra para que apro­
bara las hostilidades contra · Macedonia.
'Entre estos dos acontecimientos, la pérdida ele
vidas fue tremenda y se impusieron pesadas tasas
durante la prolongada lucha contra Cartago. En la
segunda guerra ( 218-201 ) , la mitad de los hombres
entre dieciocho y cuarenta y seis años aptos para
servir en las legiones estaba generalmente bajo las
armas, · muchos de ellos durante varios años inin­
terrumpidos; 'el promedio de prestación de servi­
cios era de siete años . Los soldados que servían
- C:'mtnos principalel
en España, Sicilia o Grecia no podían visitar sus
e mñs de 3.000 ptu
hogares ni siquiera durante la licencia de invierno. .
·�;'::r:: mtls do 600 pies. O MlLLAS lOO La victoria sobre Cartago no tuvo por resultado
o K M S roo
una L paz firme; era necesario someter a la Galia
CisaJpina. Hubo varias expediciones a Grecia o
Mn.pn 3. Italia: Rasgos físicos . Asia: la pacificación de España apenas comenzaba
y sólo se completó en el 19; dos y a menudo cuatro
legiones permanecían estacionadas allí. Los roma­
nos tenían registrado en el campo de batalla un
promedio de 47.000 ciudadanos por año desde el
200 al 168, y no muchos menos a partir de esa
fecha. S i añadimos a los italianos que se encontra-

28 29
han en los ejércitos y las flotas, el promedio no­ y en diéz ocasiones entre el 193 y el 130 surgieron
minal asciende a 130.000, y aun si muchas unida­ dificultades en la leva de h·opas o para su reten­
des no se encontraban colmadas, difícilmente pu­ ción bajo bandera y, a veces, se opuso a ello una
do .haber sido inferior a los 110.000. abierta resistencia. En el 133, Tiberio Graco y
En general, los ciudadanos que soportaban esta otros temieron que la población sufriera una dis­
carga eran los assidui. llegaron sólo a unos 100.000 minución; sin embargo, había registrados más va­
d • nante la guerra contra Aníbal. No sólo se re­ rones adultos que en el 218 y tal temor no parece
c1utó entonces a los proletarU, sino que la capaci­ tener sentido, a menos que se conociera una de­
dad de propiedad se redujo permanentemente. En clinación en el número de assidui. Se reclutaron
el siglo n · disminuyó nuevamente a 400 denarios. entonces muchachos por debajo de la edad militar:
Según una estimación hecha aproximadamente en Para mitigar las penurias, se había ya intentado.
el 60 d.C., esa suma alcanzaba para adquirir ape­ que los soldados apostados en España no perma­
nas algo más de un acre de tierra cultivable y . necieran allí más de seis años. El n{m1ero máximo
despojada de viñedos, excesivamente poco para de campañas que se podía exigir, veinte en tiem­
permitir l'a subsistencia ( Columela, III, 31 8 ) . No pos de Polibio, fue aparentemente reducido antes
se conoce el valor de la tierra durante el siglo del año 108 por leyes- que luego debieron ser de­
11, pero parece improbable que aun entonces rogadas. En el año siguiente, el Senado pudo su­
400 denarios hayan podido representar más que poner que la popularidad de Mario se desvanece­
el valor de una cabaña, un huerto y algunas per­ ría si éste se veía obligado a reclutar assidui para
tenencias personales. Cicerón calculaba que un es­ reforzar dos legiones en el África, aunque no pue­
clavo especializado podía ganar tres cuartos de de haber necesitado más de 5.000 reclutas roma­
denario por día, y no necesariamente todos los nos; sólo 40.000 ciudadanos estaban bajo las armas
días del año ( Pro Roscio el comediante, 28 ) . El y, quizás, el doble de aliados. 1
soldado mismo recibía 120 denarios anuales, de los Mario superó el dilema reclutando proletarii co­
que el Estado descontaba normalmente los alimen­ mo voluntarios : éstos esperaba� la conquista de
tos, las ropas y las armas; es significativo que no un botín y no quedaron desilusionados. No se vol­
: .
esperara ya que se equipara a sí mismo. Ésta de­ vió a aplicar la capacidad de propiedad. Es indu­
bió haber sido una paga suficiente para vivir y no dable que desrués de Mario las legiones estuvie­
mucho más; desnués de que César la elevó a 225, ron constituidas principalmente por proletarii, so­
se consideró todavía magra, como lo demostraron bre todo porque la mayor parte de los ciudadanos
los levantamientos del 14 d.C. Sin embargo, la. ca­ pertenecía a esta clase. Se supone también, con
pacidad de proniedad pam un legionario del siglo frecuencia, que eran en su mayoría voluntarios .
n alcanzaba a · sólo el triple y un tercio, aproxima­ Esto es una ilusión. En la dé�ada que comenzó
damente, de su paga. en el 90, los italianos bajo las 1 armas llegaban a
Ocasionalmente los soldados obtenían un rico menudo a los 250.000 ó 300.000. , Desde el 78 al 49, .
botín; . se cuenta de voluntarios atraídos por esta el total oscila entre los 60.000 y los 150 ..000; el pro- ,.
perspectiva o por una vida de aventura. Pero la · medio es de 90.000. Durante los diez años siguien­
excepción al servicio era un privilegio codiciado, tes casi siempre excede los 150.000, llegando a los
\1
•1
30 31
'
1
200.000. Los voluntarios no podían colmar las filas compartirían quizás, el botín obtenido en la paci­
y hay amplias pruebas de que se recurrió � la cons­ ficación de las · tribus pobres y bárbaras.
cripción . Aun los comandantes que requenan fuer- La cpnscripción fue detestada en todos los · tiem­
. zas relativamente pequeñas se valían de ella; po.r
pos, especialmente durante las guerras civiles,
ejemplo, Murena -en .el 64-, quien sólo ne�esita: ' cuando se recurría a ella en gran escala. Cicerón
ba fortalecer las legiones apostadas en, la Galia. N1 escribió, acerca de las levas de César en el 49 :
siquiera los propiet arios quedab an exceptu ados . "La conscripción constituye de por sí una penuria
Pompeyo afirma en el 4 � qu � los e j ércitos � ome­ incluso cuando la imponen hombres bondadosos .
.
tidos a leva ·en Picenum hab1an de)a¿o atras sus ¿Cómo piensas que se la reciba en esta ocasión?"
posesiones", � en el 41 tenemo s noticia de pa
.
dres, ( A Atico, IX, 19 ) . �El emperador Tiberio la aban­
hijos o parientes de soldados que eran despoJa dos donó por fin en Italia; ·en adelante, el gobierno
de sus propied ades p�ra favorec er a los veteran os recurrió normalmente a levas provinciales . En este
(:Dio, X:LVIII, 9). tiempo los legionarios estaban mejor pagos y te­
.
·La creen cia según la cual el servicio voluntario nían derecho a una gratificación fija al ser dados
se había vuelto por entonces más frecuen te que de baja. No obstante, los italianos fueron desapa­
cuanto las p1uebas permiten .suponer!? , se �a� � en reciendo gradualmente de las legiones, justo co­
la suposición de que el soldado : tema pos1b1hda­ mentario sobre la supuesta popularidad del servi­
des de enriquecerse, no a través de su magra paga, cio militar durante los últimos tiempos de la Re­
pública:
sino del pillaje, los donativos de los generales y la
Al escribir sobre las condiciones que prevaledan
distribución de tierras al producirse la baja . Quizá
en la víspera de la refo�ma agraria de Tiberio Gra­
por esos motivos se sumaran al ejército, por propia
co, Salustio dice que "unos pocos hombres lo con­
voluntad, más hombres que en el pas:;¡do. Pero en
trolaban todo en la paz como en la guerra; dispo­
algunas regiones el posible botín resultaba escaso y nían del tesoro, las provincias, las magistraturas,
los generales eran con frecuencia incompetentes; en ' los hombres y los triunfos; el botín obtenido en la
lugar de enriquecer a sus ejércitos, los llevaban a la guerra iba a parar a manos de los generales y unos
destrucción. No existía sistema que g�rantizara · re­ pocos más. Entretanto, los vecinos poderosos des­
compensas en contante o tierras para los vetera­ pojaban de sus hogares a los padres o los hijos de
nos. Los hombres que habían servido bajo las ór-· los soldados" ( La guerra de Yugurta, 42 ). Apiano
denes de Sila en la guerra civil de los �ños 83-81, ( Guerras civiles, I, 7 ) dice que los impuestos y
de Pompeyo en los años 67-62 y de los vencedores campañas habían empo,brecido al campesinado, y
en la guerra civil de los años 49-30, recibieron es­ Graco se lamentaba de que los hombres que ha­
pléndidos donativos en dinero y tierr�s � éste fue " bían luchado por Italia se hubieran convertido en
de sus
0 que debieron al poder pohhco
un privileaio vagabundos sin hogar junto con sus mujeres e hi­
generales. Los derrotados no obtuvieron tales gra··
jos ( Plutarco, 'Tiberio Graco, 9 ) . La alusión de
tificaciones, y tampoco podían pretenderlas los le­ Apiano al efecto de los impuestos sólo puede re­
gionarios que sirvieron durante �ños en las guar­ ferirse a los comienzos del siglo n, pues en el 168
niciones provinciales; en el meJOr de los casos, la tasa directa a la propiedad que se exigía de los

32 33
. ciudadanos quedó interrumpida; el presupuesto pa- . aún en las luchas que aniquilaron parte de la pe­
ra los gastos públicos provenía casi por entero de nÍ�lsula durante las guerras civiles.
las provincias. Los historiadores que describieron Las guerras y la conscripción ·a gravaron sin du­
la miseria social durante los primeros tiempos de da el progresivo empobrecimiento del campesina­
Roma siempre la atribuyeron al peso combinado do. Al conquistar lo que se complacían en llamar
de los impuestos y la conscripción. No pueden ha­ el mundo, los romanos arruinaron a gran parte del
ber tenido prueba documentada alguna ( cap. IU ) pueblo italiano; naturalmente, los aliados sufrieron
y aunque es posible que se hayan apoyado en la tanto como los ciudadanos. Enh·etanto, como lo
tradición oral, para decirlo, los detalles que procu­ observa Salustio, las clases supe1iores se emique­
ran sólo pueden ser el producto de la imaginación cieron. Los senadores obtenían enormes beneficios
inspirada en experiencias posteriores, y se relacio­ de los botines, donativos en concepto de gastos y
nan con las condiciones de los dos últimos siglos tasas. ilícitas impuestas al pueblo, y los ricos que
de la República, época en la que escribían. Así, no estaban en el Senado, los E quites ( págs. 105 y
pues, Livio afirma que en el 400, aproximada­ sigs. ) , de los contratos para obras públicas, el abas­
mente, cuando los soldados permanecían bajo las , tecimiento del ejército y el cobro de los impuestos ·
armas durante todo el año por causa de la guerra provinciales. En el 160, Lucio Emilio Paulo, que
con Veyos ( sólo allende el Tíber ) , volvían para l1abía conquistado Macedonia, mmió con sólo
1
encontrarse con sus tierras en estado de abandono 370.000 denarios; hombre de escrupulosa inte�ri­
por faltarles el cuidado de su propietario. Ésa de­ dad, Polibio lo consideró pobre para ser senador
bió .haber sido de hecho la suerte de muchos que ( XXXI, 28; cf. XVIII, 35 ) ; sin embargo, su capital
permanecieron seis largos años en Esuaña durante fue 900 veces mayor que el que pronto se exigiría
el siglo rr. Se nos dice que el cónsul Marco Atilio de un legionario. En el siglo siguiente sólo las tie­
Régulo solicitó ser relevado de su mandato en Afri-. rras de Marco Craso se evaluaron en 50.000.000
ca en el 256, porque durante su ausencia el ma­ de denarios; solía decirse que nadie nodía conside­
yordomo de su pequeña granja había muerto, el rarse rico a no ser que pudiera mantener un ejér­
labrador contratado se había fugado con sus pro- · cito con sus ingriesos. Pompeyo y César eran más
duetos y su muier e hiios corrían el peligro _de ·ricos aún. La ·exnansión de Roma profundizó el .
morir ele hambre. Régulo, un noble, era con se­ abismo entre las clases.
guridad un gran terrateniente, y si , bien la histo­ La nueva riqueza se prodigó e� parte en el con­
-
ria . es ficticia, esa ficción sin embargo es verifica­ sumo suptuario, en parte s·e invirtió en tierras ita­
da en el infortunio de muchos legionarios comunes. lianas compradas a los pobres mediante pago o por
Livio cuenta también la historia ( II, 23 ) de u n la ejecución de hipotecas o por la mera violencia y,
viejo soldado reducido a una virtual servidumbre por fin, en esclavos. Ya durante la primera guerra
por la deuda, dado que sus tierras habían sido con Cartago se nos dice que en África, en el año
arrasadas, su casa quemada y su ganado robado 256, 20.000 prisioneros fueron sometidos a la escla­
mientras él se encontraba en el ejército; ese des­ vitud, y en el 261, 215.000 en una ciudad siciliana. Se
tino pudo haber sido compartido por muchos sol­ . dice que Emilio Paulo vendió 150.000 epirotas en
dados italianos durante la guerra con Aníbal y más 167, y que César hizo 1.000.000 de esclavos en la

34 35
Galia. No puede confiarse en estas cifras, · especial­ personas libres no hubiera crecido durante los dos­
mente en la última, pero ilustran sobre el núm-ero cientos años precedentes; la población crecía tan
de esclavos que los contemporáneos hallaban crei­ sólo mediante la adquisición de esclavos, mientras
ble. La guerra no era la sola fuente de obtención de "" que los mismos habitantes libres incluían varios
millares de libertos y otros de situación . parcial­ 1 ,.
esclavos; durante casi un siglo a partir aproximada­
mente del . 167 la piratería floreció en el este del mente servil.
Mediterráneo. Por mucho tiempo los romanos no Ya en tiempos de la invasión de Aníbal. el nú­
adoptaron medidas para impedirla, quizá porque mero de esclavos debió · haber sido ;onsid erable,
los propietarios de esclavos eran indirectamente pues, de no ser así, le ,hubiera resultado im­
los beneficiarips; s e dice que el puerto libre de posible a Roma movilizar para los ejércitos y las
.
Delos podía recibir 10.000 por día, y los piratas flotas a uno de cada dos ciudadanos en edad mi­
deben haber sido los plincipales suministradores. litar; sólo el trabajo de los esclavos pudo haber
En el año 102 el rey de Bitinia afirmó que los procurado el alimento y otros artículos necesarios
cobradores de impuestos romanos habían reducido a�o tras año. Sólo la abundancia de ese trabajo
.
a la esclavitud a la mayor parte de sus · súbditos. hizo posible que el Estado siguiera recurriendo a
.Existía también el tráfico de esclavos con pue­ tantos hombres libres durante las generaciones si­
blos allende el Imperio, y en muchos lugares del guientes. La mayor parte del trabaio se realizaba
este los hombres libres se vendían a sí mismos o nece�ariamente en las tierras. En mnchas grandes
a sus hijos como esclavos. cuando la muerte por prom �dades, éste era hecho exclusivamente por
hambre era la única alternativa. Esta práctica, aun­ cuadnllas de esclavos. Pero la abundanci!:l de es­
clavos t::�mbién negaba a los hombres libres la
que prohibida a los ciudadanos por la ley rom�na, ¡'
oportunidad de ganarse la vida decentemente en 1
pudo muy bien no haber sido inusitada en la mis­ 1
ma Italia. Se permitía el abandono de los niños, tiempos de paz. El pequeño propietario, arruinado
por el servicio cumplido en el extranjero tenía
·

y los pobres probablemente se veían a menudo


obligados a recurrir a ello; la mayor parte de los ni­ dificultades en encontrar tralmio al volv�r. Sin
ños que sobrevivían eran quizá criados como es­ ocupación regular, el pobre no nodía permitirse
clavos. Dado que los ricos tenían mayores recursos tener una familia. La población lihre no lograba
en Italia que en ningún otro lugar, gracias a los aumentar, norque la esclava se mnltinlicaba. Asom­
?�neficios del Imperio, Italia era el principal país brado nor lo que leía en los anales snhre el núme­
Importador. Los esclavos trabajaban en los cam­ ro de soldados que Roma había reclutarlo en el
pos y en los ' talleres, como también en las tareas Lacio del s i gl o IV_ Livio concluyó nne h :thía exis­
;

domésticas y predominaban aun en el cargo de se­ tido otrora una multitud innumerablP. de hombres
.
cretarios, contadores y doctores. No conocemos su libres . en lugares n n e en sus tiemnoc;_ anen as pro­
,

n{tmero, pero puede calculat'se que· en ·el afio 28 curah�n un reducido terreno para la formación de
había 3.000.000 aproximadamente, contra 4.000.000 soldados Y sól o eran rescatados dPl mero vacío por
de personas libres .2 Es probable que el número de los esclavos de los romanos ( VI, 1 2 ) .

2 Véase pág.' 14. Aproximadamente 1 . 000.000 de ciuda­


danos vivía fuera de Italia.

36 37
n

EL MARCO DE REFERENCIA:
LA ECONOMíA ROMANA

Al considerar la ·economía de un pueblo antiguo


cualquiera, debemos despojarnos de preconcepcio­
nes propias de una era de amplio tráfico interna­
cional e industria en gran escala, facilitados por
inversiones acumulativas de capital y el flujo cada
vez más veloz de inY.cnciones técnicas. La base d<•
la actividad económica en la Anti güedad era ngrn­
1 1 ria y todo distrito apuntaba normalmente a In au­
tosuficiencia. Fuera' de un radio estrecho, el tráfi­
co se circunscribía al intercambio de articulas sun­
' ' l. i tuarios y semisuntuarios u otros tan esenciales co­
mo el hierro y la sal, que no se encontraran dentro
de esos límites. En tiempos de escasez también ha­
bía que realizar esfue1·zos para importar alimentos,
' 1
y las regiones excepcionalmente fértiles, como Cam­
pania, tenían por lo general un' excedente para
¡ � 1· ; vender. El acontecimiento local más importante era
habitualmente la cosecha, hecho que todavía se re­
fleja en ·nuestras festividades. ILasl seguías, las llu-
:
. vias, las inundaciones o el saqueo de los enemigos
podían malograrla; el hambre era un peligro siem­
pre presente. Pocos pueblos o ciudades podían con­
tar con una l'egular importación de alimentos : era
demasiado precaria y costosa. •En los últimos tiem­
pos de la República, la ciudad de Roma se convir-
1

39
tió en una de las excepciones; los beneficios del · gura, y Cicerón recomendaba al mercader exitoso
Imperio le hacían posible el dispendio requerido la adquisición de propiedades. En el relato de Pe­
para ello, pero la organización de los. abastecimien­ tronío, el liberto Trimalción invertía las enormes
tos era difícil y el hambre nunca se encontraba ganancias de sus aventuras marítimas en tien:as
demasiado alejada. La industria rara vez tenía mer­ que se extendían a través de •Italia, de mar a mar.
cados extensos y no le eran necesarias grandes fá­ "Mercader" no '·es nunca un término honorífico en
bricas aun en los mayores · centros de población latín. 'La · explicación no radica sólo en la perspec­
como Roma; puesto que sus productos podían ha­ tiva conservadora de una sociedad dominada por
cerse a mano con ayuda de utensilios simples� no terratenientes aristócratas> sino en consideraciones
había ventaja alguna en concentrar más tra-bajado­ económicas. En última instancia, lo que en Roma
res en un mismo lugar que los que un solo hombre procuraba el honor era la riqueza; aun la más an­
podía supervisar fácilmente. De ahí que los arte­ tigua nobleza no podía pasarse sin ella si · su rango
sanos, quienes a menudo vendían sus propios ar­ había de preservarse, y en algunas generaciones
tículos directamente a los consumidores, fabricaran los ricos parvenus se convertían en sus i,guales. Pe­
la mayor parte de su producción en pequeños ta­ ro la onortunidad tanto de adquirir como �e pre­
lleres. servar la riqueza .adquirida por la industria y el
En Roma no se estimaba socialmente ni la indus- ' comercio era excesivamente limitada y ries_gosa: no
tria ni el comercio. No se conoce a nadie que go­ existían los von Krupp o los Hcnry Ford de nues-
zara de reputación y hubiese hecho su fortuna me­ tra época. .
diante la mánufactura, aunque, por supuesto, los !El capital excedente podía también, por cierto,
terratenientes explotaban los recursos de sus pro­ invertirse en préstamos. La práctica de cobrar in­
piedades; si en ellas se encontraba la arcilla ade­ terés se había desaprobado otrora, e incluso había
cuada, levantaban hornos para fabricar ladrillos o sido prohibida. Catón observó que el viejo modo
mosaicos, o batanes; ya en el 226, un cónsul ( Ca­ de pensar quedaba evidenciado por leyes que im­
yo Apustio ) recibió el apodo de "batanero''. Re­ ponían al ladrón una multa doble y una cu�druple
sulta significativo que el hecho de que el padre al usurero. Un siglo más tarde los escrúpulos mo­
de Cicerón se hubiera beneficiado con un batán rales habían desaparecido. Los romanos más emi­
instalado en su uropiedad, sirviera de motivo de nentes practicaban la usura. Marco Bruto, ese
escarnio contra éste. Cicerón, adem4s, desprecia­ "hombre ho11orable", prestaba a los nrovincianos
ba el comercio al menudeo con el nretexto moral a un 48 %, norcentaje en parte dictado por la inse­
de que imnlicaba la mentira. El trMico en gran ' guridad del préstamo; entre los romanos que goza­
escala era algo muy distinto ante sus oios. El vie­ ban de buen crédito, el interés podía llegar a ser
jo Catón, en · el siglo rr, pensaba que el comercio tan bajo como el 4 %. Pero la mayor parte de estos
puede ser más beneficioso que la agricultura, pe­ préstamos se concedían probablemente durante
ro lo desaconsejaba por azaroso; recuérdese a An­ breves períodos, para gastos personales y quizá
tonio, en El mercader de Venecia, y sus perdidos también los concedían los patrones para instalar a
bajeles llenos de valioso cargamento. · Según opi­ sus libertos en talleres o fábricas. No existían vas­
nión de Catón, la tierra era la inversión más s·e- tas actividades de empréstitos como las que nuestras

40 41
grandes compañías de industria y comerc�o utili� n casi neces·aria la prodigalidad, pues había que pro­
para ampliar sus negocios. Tampoco hab1a eqmva­
lente ·alguno de esas compañías, propie?� d de �n�
curar juegos, larguezas de toda especie e incluso
sobornos sin disimulo alguno. La mezquindad sig- ,
multitud de accionistas con responsab1hdad hml­ nif.icaba el fracaso en las urnas. La extravagancia
tada. La ley romana sólo reconocía sociedades en se extendía más allá de la tumba. Se esperaba que
las que cada uno de los socios era cabalmente res­ · el heredero celebrara juegos funerarios. Polibio
ponsable de las deudas y que se disolvían an,te. el ( XXXI, 28 ) informa que en el siglo n podían lle­
deseo o la muerte de cualquiera de ellos. La u�uca gar a costar 180.000 denarios, 1 .500 veces la paga
excepción era la de las compañías de contratistas ' de un legionario en ese momento. En tiempos de
públicos, en las que particip.aban otr?s, además de Augusto, un liberto rico ordenó que se gastara en
los principales, y que su�s1stian mwntras durara
,
_ su funeral 250.000 denarios ( :Plinio, Historia natu­
el contrato ' normalmente cmco anos; el Estado no ral, XXXIII, 135 ) . Los hombres deseaban dejar tras
to1eraba la repentina disolución de compañías que de si un nombre ilustre. En la época del princi­
desempeñaban funciones púb�icas esenciales. No pado encontramos en incontables ciudades bene­
existía tampoco la deuda naciOnal: el Estado pa­ factores que legan dinero para que, en perpetui­
gaba su desempeño romo tal :on ingresos contan­ dad, se distribuvan vino y du1ces en ocasión de ce­
tes y reservas de metales pre?wsos; en consecue�­ lebrarse . el día de su nacimiento.
cia, no se podía acumular capital en los fondos pu- Esta tendencia a consumir más que a acumular
blicas.
Es posible que los ingresos proveni�ntes de �as
se vinculaba con la falta de oportunidades para la
inversión productiva, de �a cual fue, quizás, antes
tierras hayan sido escasos y la capacidad de . m­ la consecuencia que la causa. E�istía escaso pro­
crementar la riqueza en tieri·as mediante la �1�J ?�·a greso tecnológico. Las clases cultas desnreciaban el
de una propiedad, a diferencia de la adqmsiCwn trabajo man�al y sus operaciones por sórdidos. Qui­
de más acres, estaba limitada por el nada progre­ zá estuviera degradado por el predominio de la
sista carácter de la a�ricultura; después del 200, mano de obra esclava. Los críticos modernos han
la incrementación de la crianza de ganados y la supuesto también que la mano de. obra esclava era
plantación de viñedos y olivos en lugar de cerea-. renuente e ineficaz y que su costo anarentemente
les probablemente elevó la rentabilidad.
Los ricos se sentían tentados no a inv�rtir Y �c�­
bajo cerraba las mentes a las ventaias de las in­
venciones mecánicas. Sin embargo. no había ma­
mular, sino a gastar, a menudo demas1ado prod:­ yor progreso en las provincias donde se empleaba
gamente. El rango implicaba un consumo conspi­ un número mucho menor de esclavos, ni tampoco
cuo. Las grandes casas estaban atestadas de �d�­ durante el principado cuando ( según se cree co­
lones y sus propietarios salían siempre con un s�­ múnmente ) los esclavos se habían vuelto �ás cos­
quito. En tiempos de Nerón, la casa de un . emi­ tosos, pues el abastecimiento a partir de la guerra
nente senador ubicada en el centro de la cmdad y la piratería habían disminuido y era con mayor
contenía 400 esclavos; Tácito observa qt�e . �n esa frecuencia necesario criar esclavos y soportar el gas­
época · el lujo y la ostentación de la Hepu�l�ca t�­ to de mantener niños que quizá no alcanzaran la
davía subsistían. Para hacer una carrera pohtiCa era edad en la que pudieran trabajar. Además, a los
1
42
esclavos especia�zados había qu� d ��les la pe� ­ torno al cuello en lugar de hacerlo con un arnés du­
pectiva de una tem�rana eman?Ipacwn como m­ ro en torno al pecho; como resultado, s·e ahogaba al
centivo para que cmdaran los mtereses d�l amo. tirar. !El arnés de los bueyes era relativamente · efi­
Séneca dice que fueron Jos responsables de muchas caz; · pero no podían arrastrar tanto como podría ha­
invenciones . tales como las ventanas transparentes, cerlo un caballo y se trasladaban a sólo dos millas i
las cañer.ia � de agua caliente .en los baños y la ta- por hora. En el Bajo Imperio el peso máximo per­
·1

quigrafía ( Epístolas, 90, 25 ) . mitido para los carros utilizados en el servicio g :t­
. .
El comercio y, por lo tanto, la mdustna no. ha­ bernamental no superaba al de un carro de granp
brían podido desarrollarse en gran escala st no sin carga del siglo XIX . De ahí que el transporte por
hubiera habido antes un gran progreso en el tierra fuera lento, ineficaz y costoso. Catón ( De
transporte. La ·revolución indru:trial en . Gran Bre­ agricultura, 22) muestra que transportar lentamen­
taña fue precedida por sustanciales meJOras en �os te un molino de aceite de unas 4.000 libras de peso,
caminos y las vías fluviales y acelerada por la In­ añade por día a su costo inicial 2,5 %. En tiempos ?e
troducción de los ferrocarriles. El transporte por Diocleciano ( y no habrá sido diferente en el peno­
tierra era sumamente retrógrado en la Antigüedad. do que consideramos ) , el precio del grano se incre­
No debe engafiamos la habilidad de los romanos mentaba un tercio o quizá dos quintos si se lo trans­
para la constrt;rcción de caminos pavimentados, �1 portaba cincuenta millas en carro. En los terrenos
primero de los cuales, desde · Roma a Campama
( Vía Apia ) remonta a fines del siglo rv. '!:en�an por .
accidentados y montañosos -aun el transporte por
carro era imposible. Varrón cuenta cómo el aceite, el
objeto facilitar el movimiento de los e1erc1tos; es vino y el grano se Hevaban al puerto de Apuleyo en
.
dudoso que hayan contrib� do mucho al c?merc10.
cestos cargados en asnos. Es improbable que esto ha­
·

Se sostuvo que no se asemeJan tanto a cammos mo­ ya resultado más barato.


dernos como a muros de piedra; cuando el uso los Si se querían evitar los altos costos, los produc­
, anuinó' no pudieron ser reparados, sino que fue ne- tos debían transportarse por agua. Las cifras men­
cesarlo reedificados: operación costosa y llevada a cionadas en los últimos tiempos del Imperio indican
cabo con largos intervalos. Era por supuesto vent�­ que "era más barato enviar por barco el grano des­
joso para una granja encontra�se c�rca de un car�u­ de un extremo del Mediterráneo al otro, que enviar­
,
no importante, pero estos serv1an solo para las pnn­
cipales arterias del tránsito Y. en la may?r parte de
lo por carro 75 millas".2 ·Los barcos mercantes
eran tan grandes como muchos de los que solían
los distritos debió de haber sido necesano transpor­ cruzar el Atlántico; es posible que algunos hayan te­
tar productos por ásperas carreteras. Sin embargo, el .
principal obstáculo par� lograr un tran�norte _barato
nido la canacidad de cargar 200 toneladas. El empe­
rador CJaudio otorgaba recompensas a los propieta­
por tierra no era el caracter de los cammos, smo los
rios que se afanaron en el comercio. de granos ro­
métodos utilizados para el acarreo. 1 ·Hasta comien­
manos con tal que sus barcos pudieran transportar
zos de la Edad Media, .Ja práctica universal consis­
10.000 modii, aproximadamente lo bastante como
tía en uncir el caballo mediante un arnés suave en
para alimentar a 250 personas durante un año. Pe-
1 Véase 1Lynn White, Medieval Technology and Social
2 A. H. M. Jones, The Later Roman Empire, Oxford,
Change, Oxford, Clarendon troress, !1962, págs. 57 y s jgs.
Basil Blackwell, 1964, H, págs. 841 y sigs.

45
44
ro los viajes por mar eran un asunto riesgoso; no gradq, y era aconsejable esco �er una granja ubica­
existían los mapas o los compases . El M·editerráneo d a cerca de la costa o de un no navegable. Un cla­
es un mar borrascoso y' en ocasiones estuvo plagado ro indicio de la superioridad del transporte fluvial
de piratas. Durante el invierno la navegación nor­ es el hecho de que César iniciara la construcción de
malmente se suspendía. Además, es obvio que el un canal paralelo a la Vía Apia, preferido por los
transporte por mar servía de muy poco a los pue­ mismos pasajeros .
blos alejados de la costa o, más bien, de los puertos,
en los que es muy pobre el litoral italiano Sólo en la Galia Gisalpina, · el Po, el Adige y sus
afluentes reforzados por canales, ofrecieron un sis­
Quedaba el transporte por río o canales. Pero los
tema de vías fluviales comparable a los de Inglate­
ríos italüi.nos como otros ríos mediterráneos, tien­
rra o Europa Septenh·ional. Desgraciadamente, para
den a ser tor;entosos después de las grandes lluvia·S
no mencionar las calamitosas inundaciones a que es­
o los deshielos y a secarse en el verano. Puede que tab:;tn .sometidos y la obstrucción por sediment�� 9u�
en la Antigüedad y la Edad Media hayan sido más
se producía en sus desembocaduras en el Adnatlco,
11avegables que hoy, quizá por causa de una may�r
daban acceso al mar en un punto muy distante de
humedad, antes de que tantos bosques de montana los centros principales del mundo mediterráneo;
lmbieran sido derribados. ·P o r cierto, se los utilizaba
Roma no quedaba mucho más lejos de Alejandría
que de la cle<;embocadura del Po. En el sig�o I d .C.
mucho más. Al sur del Po, el Tíber es con mucho el
la . Galia . Cisalpina era la parte más floreciente de
más extenso, amarillo por el lodo que acarrea y en­
arosado por numerosos afluentes, serpentea por 250
�illas desde los Apeninos de la Umbría has,ta su Italia; dos · siglos antes sus abundantes coscch as, sus
víveres baratos habían asombrado n Polihto ( 11,
.
desembocadura en Ostia. El flujo anual medio en 15 ) . Los precios eran bajos porque la región cnrc­
Roma es más del doble del que puede alcanzar en cía de mercados extranjeros. Transportar grano a
; ,¡.
, l.
tiempos de sequía; y durante las inundaciones
lo excede quince veces; he visto el amolio y nedrego­
50 millas o má<; a través de los t\Peninos hasta Gé­
nova hubiera sido de un costo prohibitivo y el trans­
so lecho de la part·e superior de la corriente total­ .
mente seco, salvo unos pocos charcos. Los grandes porte por mar des de la desem�ocadura del Po no
podía competir en Roma con el grano tra1do , de

1 barcos transportadores de grano tenían que entre�ar ,
su cargamento a barcazas en aguas expuestas jun­ otras fuentes
. de abastecimiento más cercanas, no so­
to a la desembocadura, pero hasta Roma llegaban lo en Italia, sino en Cerdeña7 Sicili a y África. · La
barcos del tamaño adecuado e incluso pequeñas em­ Galia Cisalpina quizás siguió siendo siempre en la
barcaciones podían navegar los afluentes hacia el Antigüedad una región cerrada en sí misma. No
interior tanto como por el mismo Tíber. La intensi­ obstante proveía a Roma de casi todo el puerco que
dad de la corriente es tal que probablemente iban allí se consumía, la única carne ,que la mayor parte
ert lastre, pero transportaban el cargamento, trigo, de la gerite podía permitirse. Los cerdos criados en
vino, madera, piedras, algunas veces desde el cur- el norte podían. trasladarse a la capital; de hecho
. so superior en Umbría. Unos pocos de los otros r!os durante el siglo r d.C. hasta gansos se importaron
de la Italia peninsular pueden haber servido al tran­ de Flandes.
sito de la misma manera1 aunque no en el mismo Durante los primeros tiempos, de la República se
1
46
47
'
!.
\

1
obtenía el grano de conswno en las regiones circun- esclavos cultivaban granos para el consumo en las
dantes o, a1gunas veces, por el Tíber, de Etruria y, grandes propiedades. Dado que deben de haber
por mar, de Campania y Sicilia. Desde el 200, al apuntado a producir lo suficiente aun en tiempos
multiplicarse la población, las fuentes loca'les fueron de escasez, cuando los precios se elevan, en años
siendo más y más inadecuadas y aumentó el volu­ buenos o normales deben de haber dispuesto de un
men de los productos traídos por mar; los huertos excedente para vender a las ciu.dades vecinas. Ade­
cercanos probablemente se concentraron ·en el vi­ más, por supuesto, el grano era también cultivado
no, el aceite y las legumbres, que rendían mayores por los campesinos no tanto para el mercado como
beneficios. En el 70 d.C., Roma dependía prin­ para la subsistencia familiar. Si fuera necesaria
cipalmente de las cosechas de África y Egipto en una confirmación de la continua importancia del
una proporción de 2 a 1 ; no hay prueba , de que cultivo de cer.eales, podría hallársda en los años
existieran importaciones regulares de Egipto antes en que los pirata'i o Sexto Pompeyo illterrumoieron
de su anexión en el 30, y ·hasta entonces, Cerdeña y el abastecimiento por mar. Hubo l1ambruna, pero l a
Sicilia habían sido más . imp01tantes. Durante la gue­ población n o pereció en masse. Los ,habitantes de
rra social Campania todavía era el granero de la la misma Roma subsistieron ·en su mayoría v deben
ciudad. Roma no podía vivir sin imoortaciones y el de haberse alimentado, si bien inadecuadamente,
emperfldor Tiberio afirmaba que toda Italia depen­ con cosechas italianas.
día de e1las. Su declaración se creyó. Toynbee des­ Cada región estaba obligada a buscar la autosu­
cribió gráficamente cómo, ya en el siglo u, los pas­ ficiencia, aun las grat1des propiedades la buscaban.
tos, las viñas y los olivos suplantaron -a los cereales Esto es válido no sólo con respecto al grano. Du¡
casi en todas partes; Dioniso había expulsado a rante el principado d vino se producía en partes
Ceres de la penínsul,a. Este punto de vista es del de la Galia Cisalpina, donde el terreno y el clima
todo increrhle. La ciudad de Roma se alimentaba a eran inadecuados. E·l rico podía saborear vino de
expensas de sus subordinados; los in!!rec:;os imoeria­ Quíos en cristalinos vasos; la mayor parte de la gen­
les no eran asequibles para otras ciudqrl.P-s italianas. te bebía vin ordinaire en recipientes de cerámica
Los costos de transporte hacían inevitable que los local. El hilado y aun el tejido y la confección de
habitantP<: dP-1 interior cultivaran su<: m·opios ali­ Y.estidos eran artesanías domésticas. Las grandes se­
mentos. El cultivo de cereal ·era ubiruo: la barcia, ñoras se jactaban de pesar la lana para sus doncellas.
observa Cnlumela, es a menudp el {mico forraje con Las ropas confeccionadas en Tarento ·con Jos finos
que cuentan los animales, pero se la encuentra casi vellones locales y teñidos de rojo con mejillones de
en todas partes ( V[,l, ,J, 1 ) . Algunos distlitos, como las inmediaciones, estaban destinadas a los ricos.
Campania y Apulia, se distinguían por su grano. El No había equivalente del algodón b,arato de Lan­
mejor de todos provenía de Clusium (Chiusi ) , en casohire o Hong Kong que actualmente se vende en
Eh·uria, desde donde probablemente descendía por el mundo entero. El comercio se reducía a artículos
el Tíber hasta Roma. Los romanos que escribieron de primera necesidad que no podían obtenerse lo­
sobre agricultura indican claramente que el gran calmente o a los que '!_J odían hallar un mercado
propietalio obtenía mayores beneficios con el vino, aún después de gravados por los altos costos del
el aceite o los pastos, pero cultivadores y pastores transporte.

48 49
Todo esto no · significa que el comercio careciera reste, y las comunicaciones eran más fáciles todavía
de importancia, aUn cuando no fuera indispensable. con el sur. Pero fu·e probablemente el comercio lo
_ que dio a Roma una ventaja marginal sobre las ciu­
No ca�e ·duda: de que en todo pueblo los ingresos
pTo �ementes· del comercfo constituían una parte pe­ dades vecinas al comienz.o de su historia y lo que hi­
quena de lo que llamanamos hoy el ingreso nacio­ z� �ue los aldeanos de los siglos vrrr y . vn, que
nal, pero par<l;· las comunidades agrarias era preci­ v1v1an en chozas de zarzo y barro, pudieran conver-
s �mente la parte que elevaba al Estado por sobre el . thse en los prósperos ciudadanos de la monarquía
mvel general, ·que , procuraba una superioridad mar­ etrusca, con casas de madera y ladrillo, templos mo­
ginal y un exéeso de recursos que podía utilizarse numentales; un sistema de cloacas de acabada inge­
para el 'incremento de su poder. La mayor riqueza niería e imp01tación de magníficos vasos áticos.
p rovenía entonces del ejercicio de ese poder. Atenas Los romanos hacían remontar ciertas cornoraciones
_
sm lugar a dudas debía el ascenso a sus minas ' su privilegiadas ( colle.e,ia ) de artesanos a los comien­
aceite de ólivá y sus barcos; por se'r una ciudad an­ zos del período monárquico: flautistas, orfebres, car­
tigua nosefa úri comercio abundante y su nrosneri­ pinteros, teñidores, zapateros, caldereros y alfare­
dac� eronó�ic,á excepc�onal la capacitó para cons­ ros; POr cierto. eran muy antiguos, pues no incluían
trmr unR ·gran flota y adquirir un Imperio. Pero fue · a quienes trab�iaran el hierro, que: debi.eron abun­
con loe; benPficios del Imperio que levar1tó el Par­ dar mucho antes de la República. , Pero ni la exis­
t�n � n . T ,a' historia de ' Roma no fue quizá del todo ten-pía de es.tas cornoraciones ni los dqtoc; arqueoló­
, gicos parec�n nrobar que la Roma monárauica fue­
chstmh : snlo que la escala fue mucho más vasta.
ra un centro industrial y ·exportador. Oni7.á su nros­
Las colinas bajas, pero con capacidad defensiva,
peridad. como la de la vieja Corinto, radicaba prin­
sobre la que' se. levantó Roma, dominaban el primer
cipalmente en los impuestos al tránsito v la recesión
punto desde · el q
. ue podía tenderse un puente sobre -
que siguió a la caída de los reyes etruscos puede en­
el Tíber .con los métodos conocidos en la· Antigüe­
tonces exPlicarse por el deterioro del comercio,
dad, conió · también la ruta terrestre entre Etruria y
cuando las comunicaciones por tierra entre Etruria
Camnania, vital cuando el invierno o las actividades
y su avanzada en Campania quedaron interrumpi­
hostiles · suspendían las comunicaciones nor mar. La
das y cuando ·la llanura latina era víctima de cons­
ciudad estaba lo suficientemente alejada del mar
tantes incursiones nor las tribus de las montañas. La
como nara · advertir · con amplia antelación cualquier
decadencia económica puede dar cuenta de la amar­
invasir1n marítima, y lo suficientemente cercana co­
ga lucha social que se describe más adel::mte. Roma
mo nara . gozar . del beneficio de los productos traí­
. involucionó y se convirtió en una · comunidad casi
dos nor már�· l9s artículos podían también embar­
exclusivamerite agraria. Los ricos eran los locupletes,
carse corriente abaio desde la Italia ce'ltral v las
hoyas en la desembocadura del río proveían de sal
los que poseían abundancia de tierras. Pero la tie­
rra había sido siempre' la base de la economía ro­
que, corriente arriba, se llevaba hasta tierras sabi­
mana.
nas. En. de��i1Ítiva era también importante que Ro­
No hubo una nueva ola de ·edificación monumen­
ma estuvíer.� estratégicamente bien situada; a través
tal ( de templos ) hasta el 300 áproximadamente. Por
de pasos · bastante accesibles, los ejércitos podían
entonces la prosperidad fue la consecuencia de con-
cruzar las montañas hacia el centro, el este y el no-

50 51
11
ción. En 1� misma medida1 fue 111ayor la necesidad
11
de comerciantes al por . menor y artesanos de toda
clase. La ciudad creció sobre sí misma. La . concen­
tración de las riquezas del Imperio en manos de
unos pocos romanos significaba también que era en
Roma donde los empréstitos resultaban más se an ­
ros; la ciudad se · convirtió en el principal centro
bancario. Roma era el parásito de todo ·el mundo
mediterráneo; no era la ciudad típica de Italia y
la mayor parte de los romanos no vivía en ella.
Los que sí la habitaban obtenían en su mavoría los
ingresos de las propiedades en Italia o, cÚrecta o
indirectamente, de los beneficios imperiales. El su­
ur anos. E n e s1g o n Catón recomenda­ ministro de alimentos para los pobres, como la ac­
ba comprar en "homa túnicas, togas, c�pas, telas de
�ividad edilicia pública y privada, corrían en última
remiendo y zapatos de madera ( aunque algunas · de mstancia por cuenta de los provincianos.
estas cosas se fabricaban también en su propiedad )
!Entretanto, como se vio en el capítulo I, Roma
así como también jarras, cuencos, arados, yugos, ce­
aumentaba su territorio en Italia. Los escritores an­
rraduras y llaves y los mejores cestos� .12ero muchos 4

tiguos ensalzan a Italia por la fertilidad de su suelo


de estos artículos odían ad uirirse también en los
y su clima templado, sus ríos, lagos, bosques, mine­
epen ía e a distancia que
12ue os e campañ a: �
ra es, pa� tos y caza. Bajo Augusto� el historiador
se fuera por ellos a \{oma. Más adelante se les dio .
gnego Dwnmo de Halicarnaso sostenía que tenía
a distritos ó caBes el nombre de alfareros, orfebres,
�bundancia de todo producto que el hombre nece­
mercadeTes · de grano, fabricantes de sandalias, mer­
Sita. Algunos años antes Varrón había descrito al
caderes de madera, vendedores de leños, perfume­
país todo como un huerto. Estos panegíricos son ab­
ros y fabricantes de hoces; los hombres dedicados a
surdamente exagerados. Italia era pobre en minera­
la misma artesanía tendían a congregarse. La manu­
les a pesar de los valiosos depósitos de hierro sobre
factura de armas debió de haber sido particular­
el Elba; durante el siglo n las minas de España sa­
mente imnortante; las legiones se movilizaban a me­
tisfacían sus necesidades. De los ríos se ha dicho
nudo en Roma y se las adiestraba allí militarmente
ya bastante.
por un año. Los barcos de guerra también se fabri­
·Los bosques ocupaban mucho . más terreno por
caban y se hacían a· la mar desde el Tíber, y las
entonces; la abundancia de madera resultaba su­
grandes flotas de las guerras con Cartago se equi­
par01i aHí. 1 Los magnates tenían casas urbanas y 'm H?amente valiosa para la nación y debe de haber
personal doméstico cada vez más abundante. Había
s1do una
. :
iir�
po�t� nte fuente de recursos para los
propietariOs md1v1duales. La tierra sin duda se des­
que alimentar, vestir y albel"gar a muchos. Por tan­
pejaba continuamente y el suelo virgen rendía ri­
to, aumentaron los trabajadores portuarios y, al ace­
cas cosechas, la desastrosa erosión tan visible hoy
lerarse el ritmo de las construcciones públicas y
en las colinas italianas fue a menudo un efecto
privadas, hubo muohos más obreros de la constnlC-
(, � .
!!� �!�.i 1 53
52 . •,
s,e hacía parte del más noble vino italiano. La in­
demorado; por el momento podía producirse mayor
corporación de Capua, en el 338 aproXimadamen­
cant��ad de alimen�os yara 1 mantener a una po­
. te, incluyó el norte de Carnpania, que · tiene el sue­
? laciOn ?�·eciente, SI bten solo por causa de la
lo más fértil de Halia. De este país cantó Virgilio:
1mportac10n masiva de esclavos. Pero a fines del
sigl� XIX, .el 45 % de la superficie permanecía sin Pleno de pesado grano
cultivar, y la proporción era probablemente mayor y vino de eampania, poseído . de olivos
en la Antigüedad. Además, gran parte del suelo y prósperos rebaños . . .
era sumamente pobre; no existían los fertilizantes Es allí continua primavera
a�tificiales. Los agricultores debían recurrir prin­ y sobrevive el verano. ¡
c�palmente a mezclas orgánicas en descomposi­ Paren al año dos veces las vacas
'
CIÓn, pues el estiércol resultaba inadecuado y por y dos también
�o gene�al era imposible cultivar forraje para mu­ son' las cosechas del · manzano:3

chos amm ales como también alimentos para el hom­


. Capua se rebeló y se unió a Aníbal; como cas­
bm. El Sistema de trashumancia ( pág. 55 ) era
tigo su pueblo fue privado de la propiedad de su
causa de que los excrementos de la mitad del año
tierra, gran parte de la cual siguieron labrando
se desperdiciaran. Salvo en las regiones más fér­
como arrendatarios del Estado; de algún modo ( los
tiles, los campos debían permanecer generalmente
hechos resultan oscuros ) los · magnates romanos
en barbecho año por medio. En los {¡}timos tiem- .
usurpaban la propiedad pública y , obtenían gran­
pos de la República, los hombres se lamentaban
des beneficios. Parte de eHa iba también a las
9-ue el transcurso del tiempo hubiera agotado las
nuevas colonias romanas, incluidas, Puteoli ( Poz­
tierras y en el siglo siguiente Columela estimaba
zuoli ) . Como los barcos al volver 'desembarcaban
sus cargamento� allí, no en Roma u O�ia, y otros
que el rendimiento promedio de la siembra de
granos er� sólo el cuád1uplo; una cuarta parte de
tantos barcos no podían remontar el Tíber, gran
esta cantidad era neoesaria como semilla. Los da­
, parte de la producción destinada a Roma se des­
tos recogidos en el medioevo y los comien'zos de
cargaba en ese puerto natural y prob�blemente a
la era modema permiten suponer que sus cálculos
partir de ese lugar volvía a embarcarse. El puerto
e �an ·excesivamente pesimistas, aunque a fines del
se convirtió en una de las ciudades más prósperas
siglo xrx el rendimiento a menudo · duplicaba esa
de Italia.
·

canti� ad. A decir verdad, estos antiguos panegíri­ El valle de Volturno era también romano·' allí
cos solo muestran que Italia no era tan pobre en Venafrum producía .el mejor aceite de oliva. Tre-
recursos naturales como la mayor parte de las chos considerables de la costa etrusca, · que tam­
otras tierras mediterráneas . . bién se habían a:Qexado, resultaban menos útiles;
:Sin. embargo, cuando anexaban algún nuevo te­ gran parte de esta región era pantanosa y azotada
rntOI·I �, los roma�os sohan guardar para s í o para por las fiebres; en el 137 Tiberio Graco la encon­
1

los la�mos las meJ Ores tierras y dejar lo peor para tró casi desierta � sólo los esclavos la habitaban.
los ahado.s. Hacia el siglo nr había extensiones de
territorio romano hacia el sur de la frontera de 3 Traducido de la versión inglesa de ' C. Day Lewis

Campania, incluido el rico suelo falernio ' do nd e


(Georgis, II, 143 y sigs. ) . 1
.

54
55
Otro gran ' H-echo d e territorio rom'ano se . extendía·
. buenas tierras de pastoreo, las tierras de pastoreo ...
a través' 'd {'
( la Italia central en medio de tierras medianas, las tierras de astor o ·es las
r�
sabinas, . do k el lago Velino fue drenado no mu­ !erras ara es ..Ji todos ·hubieran seguido esta �
.
cho des pués · del 290 para procurar terreno virgen P-uesta recomendación, su objetivo habría fracasa­
destinado a nuevos asentamientos, hasta Picenum, do; ·ei mercado de lanas, cueros, queso y carne no
, sobre el ·: AdriátiCo. habría tardado en saturarse, particularmente por­
Entre el 218 y . el . 173, los galos y los ligures que el nivel de vida de los esclavos y libres po­
tuvieron aue ceder más tenitorio a los colonos ro­ bres era bajo. Los esclavos de Catón recibían una
manos y latinos e n Emilia ( el nombre moderno túnica y una frazada año por medio y nv comían
provie'1e de. . un cónsul del 187) y · Piamonte; las nunca carne. ( Nadie comía manteca y · se bebía
ciudades de Placentia ( Piacenza ), Cremona, Par­ poca leche. ) La crianza de ganado resul taba más
ma, Mutina :1( Móden a ) y Bolonia - ( Bolo�na ) se económica en mano de obra que la agricultura,
fundaron en e,ste . períqdo y estaban destinadas a pero eso relativamente carecía de importancia
gozar' dé:;h�a �prosperidad excepcional cuando abundaban tanto los esclavos imuortados
Duran�e' �a guerra contra Aníbal, 'n inguna parte baratos. No obstante, no cabe duda de que la crian­
del tenitodo '1romano fue sonietido a devastaciones za de ganado recibió entonces un gran impulso. A
prolongada( . salvo Campania7 qu� no tardó en re­ través de los siglos siguió utilizándose en Italia el
cuperad e. ·La · · guerra se libró principalmente en sistema (lp tra<>'humancia, ,que sólo ahora va des­
territorio .�iad.O, en el sur, donde provocó enormes apareciendo. Todos los veranos, cuando las nieves
destrucciones � y pérdidas de vidas. · En est� lugar se derriten. se llevan los rebaños monbñ!l arriba
1� mayo� . ,P�rte . . de. la región estaba cubierta de para que coman los verdeantes pastos de los bos­
montaña�, . _a,hp1�a !1 menudo desgastadas por la ero­ ques o a las ::�Itas mesetas de los A ,pninos; todos
sión, perq . . p9r �ntonces densamente fo:estada�, o los otoños vuelven a los v·alles o a }!=!<: lhnnras cos­
de colin_as y mesetas escasamente ferhles; en el teras. En la Antigüedad migraban desde los Ape­
280 el rey .Pip:o de Epiro había . comparado su po- ninos centrales a Apulia, o desd e h<> montañas
-breza con los huertos de los romanos. La mayor de Lucania ::\ la costa de Calabria. Durante el
parte de los . pueblos sureños se rebeló y se unió invierno también había tierras de pastoreo en el
a Aníbal, y Rbma castigó su deslealtad apoderán­ Lacio . y Camuania; el registro más temprano que
dose de grandes extensiones de su territorio, in­ tenemos del sistema es un contrato modelo de
cluyendo- � 'utenudo los pocos valles o llanuras fér­ arrendamiento de Catón, que tenía sus granjas en
tiles. La tierra recién anexada no era necesaria esos lugares. Puede que los romanos practicaran
para el asentamiento romano y gran parte de ella la tras'hnmancia desde tiempos muy tempranos,
fue probablemente utilizada como terreno de pas­ pero sólo 'la pacificación de Italia y luego la con­
toreo por · los magnates romanos . La miseria del fiscación de extensas regiones en el sur pudieron
Mezzogiorno . de la Italia moderna recuerda con su haberla llevado a ocupar una gran escala. Por pri­
desolación los tiempos de la República romana. mera vez los romanos ricos tenían a su disposición
Se cuenta que Catón el Viejo dijo que las me­ durante el invierno, fértiles ti�rras bajas que po­
jores inversiones en orden de preferencia eran: las dían consagrar al pastoreo sin considerar los inte-

56 57
. reses de los agricultores residentes en ellas, pues ausentes y dejaban todo en manos de mayordomos
no se trataba de ciudadanos con voto, sino de re­ y cuadrillas de esclavos, ignoraban las técnicas
beldes sometidos. En verdad, la tierra pertenecía agrícolas . y se preocupaban sólo de los ingresos;
al Estado, y el Estado imponía un precio por. cada rara vez se mostraban activos para realizar mejo­
cabeza de ganado que pastoreaba, pero este precio,
ras, a diferencia de muchos grandes terratenientes
fijado por miembros de la clase que recibía las ga­ nobles de la Inglaterra de los siglos xvm y XIX.
nancias, no pudo haber sido alto. ¿Cuán extensos eran estos latifundia? En el 49
De este modo, en algunas partes de Italia las Lucio Domicio Ahenobarbo ofreció, quizá a 10.000
ovejas desalojaron a los hombres. Pero en otros lu­ soldados, 40 iugem pe1' capita de su propiedad
ga-res las zonas arables se extendieron probable­ ( CésaT, Guerms civiles, I, 17 ) ; por tanto, debió
mente mediante el desmonte de bosques y el dre­ haber tenido más de 400.000: unos 108.000 ha.
nado de pantanos; las vides y los olivos ocuparon Un liberto rico, Isidoro, que murió en el 8 d.C.,
más tierras. La vid se había plantado cerca de dijo tener 3;600 pares de bueyes, lo suficiente co­
Roma durante la monarquía; el olivo ( como su mo para arar 360.000 iugera ( Plinio, Hist01'ia natu­
nombre lo indica ) se había importado de Grecia, ral, XXX!HI, 135 ) . Cicerón se refiere en el 63 a un
no sabemos cuándo. hombre de no muy gran distinción que había ad­
En general, sólo los que tenían una posición . quirido toda una "región" ( De la ley agraria, III,
desahogada medraban, pues sólo ellos p� día1� per- ·
8 ) , y existen muchas alusiones posteriores , a pro­
mitiTse aguardar el rendimiento del cap1tal mver­ piedades de extensión semejante. , A primera vista
tido·' la vid no rinde una cosecha entera durante resulta, pues, sorprendente que los que escribie­
unos pocos años, y el olivo ( que da fruto año por ron sobre agricultura, cuya obra 1 ·estaba destinada
medio ) tarda toda una generación antes de ren­ a los ricos, hayan descrito huertos cuya extensión
dir. La tierra era el modo más seguro y más acep­ noÍ'mal oscilaba entre los 100 y los 240 iugera, y
tado socialmente de invertir los bienes obtenidos que los huertos excavados cerca de Pompeya fue­
en la guerra y el gobierno. Los ricos no �arecían ran de ese tamaño relativamente pequeño. Pero
de motivo naTa tomar todo lo que podmn del muchos hombres ricos tenían propiedades en re­
camoec;in::J rlo emnobrecido. Así, pues. las nequeñas giones diferentes; Cicerón, por ejemplo, poseía va­
prooiedadec:: tA,,dían a ser absorbid::t.c; nor las gran­ rios huertos pequeños en el territorio de su Arpi­
des ( latifnndin ) . aunque nunca desHnarecier.on
. por no nativo y propiedades en otros siete u ocho lu­
entero. Plinio el Viejo decía que, dec;de un oun.t o gares. Al adquirir tierras contiguas, el propietario
de vista mnr::tl v social, los latifundin h::tbían :uruk. podía economizar en villas, granjas y edificaciones
nado a ItaH>:� rlec;de mucho 'em o �trq_s ( Hist01'ia vecinas, pero podía parecerle más prudente, como
natural, XVTH. . Puede que economicamente lo creía Pompeyo, distribuh; los riesgos de las con-·
hayan contribuido a su riqueza. Los tratados grie­ didones climáticas. 1ifn mayordomo podía adminis­
gos y cartagineses y quizá también los es davos es­ trar convenientemente una unidad de 100 a 200
.
pecializados importados del Oriente y de Afnca, iugem y supervisar a una docen:t de esclavos; su
incorporaron nuevas ideas. No obstante, la mayor escaso tamaño no es pmeba de que el propietario
.
parte de los propietarios se encontraban swmpre no fuera hombre de gran riqueza en tierras. La
1
58 59
1, _ . , f' .
crianza de rebanos ex1g1a poseer super- 1c1es mas
,

el rendimiento no descendiera desastrosamente, la


extensas. Isidoro sostenía haber sido propietario de mayor 1 parte de la tierra debería dejarse en .bar­
257.000 animales sin contar los bueyes, esto es, becho 'año por medio. De modo que el rendimien­
ovejas, cabras y, oerdos. Algunos, sin duda, se ali­ to neto promedio per iugerum no era de 40 nwdii,
mentaban en ti�rras públicas o arrendadas, como sino de 20, y una granja de siete iugera producía
también en la · suya propia. En el siglo n la ley
s
1
apenas grano suficiente para el consumo de la fa­
( .que no se observaba ) prohibía �ue se pudi�ra milia, l. no había forraje para los animales, ni ¡
alimentar a más de 100 bueyes y a mas de 500 oveJ as,
cabras y cerdos· en tierra pública. L�s estadísticas
modernas indican que para esa cantidad de bue­
frutos, ni un margen para ventas con las que pu­
dieran satisfacerse otras necesidades. Parece pues.
probable ro ietarios tuvieran
l
,,

yes u ovejas, S€4 requerían aproximadamente 1.800 nte 1 vi a traba'an o


iugera. Isidoro pudo haber necesitado 300.000 o
mucho más en campos pobres. Puede que los re­
baños no hayan sobrepasado l� cien cabezas; tam­
bién en este caso los propietarios preferíán unida­
leña so re as 1erras e e señor o uizás incluso
des que un solo pastor pudiera atender. .Podían de cercar y cu var una parte. 1empre precaria,
tener muchos rebaños semejantes. su posición se volvia msostenibfe si se les negaban
Según se nos informa, los ciudadanos comunes tales oportunidades o si se los hacía servir en el
no habían tenido otrora más de siete u once iu­ ejército un tiempo excesivamente prolongado, te­
gera, y algunas asignaciones en las colonias del niendo que dejar las labores de la labranza· a las
.

siglo II comprerdían sólo d� �inco a iez. Salvo mujeres y los rúños. Aun en años de abundancia
en terrenos InUSitadamente f.ertiles, wan1as tan pe­ rara vez podían seguir la recomendación de Catón
queñas no pueden haber asegurado el manteni­ y demorar la venta de los productos excedentes
miento de una familia. De acuerdo con los datos hasta que los precios hubieran subido un tanto;
que tenemos sobre las raciones de los soldados y no tenían reserva y no. vodían crearla. Y puede
los esclavos, una familia de cuatro miembros po­ imaginarse lo que ocurriría en los años de escasez
dría consumir unos 144 modfi o medidas de áridos con la ayuda de una petición de los campesinos
de trigo, en parte sustituidas por verduras. Colu­ franceses de 1789: «Se seduce a un campesino que
mela dice que 1 en tierra mediana se sembraban atraviesa · malos momentos con el ofrecimiento de
entre cinco y diez medidas de áridos per iugerum dinero contante; se le imponen dificultades por la
y que el rendimiento vromedio era inferior a c� a­ cruel generosidad de prestarle ha.c;ta que no puede
tro veces esa cantidad. Probablemente las granJaS devolver lo tomado. Entonces se lo des?oia de su
?
pequeñas se cultivaban m s inten� amen�e que l�s tierra y se la vende a bajo precio para beneficio
grandes propiedades que el conoc1a me1or, y qm­ del acreedor".4 Los ricos n i siquiera tenían que
zá sus cálculos sean en exceso pesimistas. Supon­ esperar estas oportunidades: la expropiación me-
gamos pues que se sembraran lO modii Y, que se
recolectaran luego 50, de los que tendnan que 4 Cita de The rSocia.Z Interp-retation of the French Re­
reservarse 10 para semilla. Pero si se pretendía que oolu.tion,de A. Cobban, Cambridge Un.iversity Press, 1968,
pág. 155.

60 61
diant e la mera violencia se volvió muy
común. Su
control político les permitía también negar
duraban a lo largo de todo el año. Algunos es.cla­
a Jos
pobres una par ticipación justa sobre la tierra pú- ' · vos probablemente incorporaban técnicas especia­

blica.
l izadas que se denominaban en el Oriente; a otros
se los adiestraba en particular. Los trabajadores sin
Desde la guerra contra Aníbal, los grandes pl'O­ especialidad provenientes del campo no podían
pietarios recurrieron cada vez con mayor frecuen­ competir en las artesanías y aun los artesanos na­
cia a los esclavos tanto para cultivar sus tierras cidos libres parecen haber sido desplazados. Las
como para atender los rebaños. Catón y otros es- lápidas, el testimonio más importante con que con­
. critores posteriores dedicados a la agricultura sen­ tamos,. indican que en Roma quizá no más del
cillamente dan por supuesto que la mano de obra 10 % de lqs artesanos había nacido libre. La pro­
·. permanente de las grandes propiedades estaba porción no es mucho más elevada en las ciudades
, constituida normalmente por esclavos; en el mejor pequeñas; no encontramos ninguno en absoluto
, ele los casos, recomiendan el arriendo de tierras a entre los que hicieron la preciosa cerámica de
. trabajadores libres, en el caso de encontrarse ex­ Arezzo ( Arretium ) , que conquistó los mercados
}!esivamente alejadas como para que los propieta­ del Imperio bajo Augusto. El grueso de las prue­
rios ejerzan una �upervisión constante o de ser b;ls es posterior al período que consideramos, pero
jnsalubres : un alto · índice de mortalidad elevaba estadísticas menos copiosas de inscripciones repu­
indebidamente el costo de depreciación de los blicanas y augustinianas arrojan resultados . simi­
esclavos. A decir verdad, existen unos pocos indi­ lares.
cios de que los arrendatarios libres fueran más co­ Costaba dinero erigir una lápida, y la mayor
munes a fines de la República que lo que gene­ parte de los artesanos que lo hacían eran libertos;
ralmente se supone, pero el trabaio de los esclavos presumiblemente habrían medrado y ganado la
era el que sin duda predominaba, sujeto a una manumisión en las mismas artesanÍAs que habían
condición : no resultaba económico nara el propie­ practicado cuando esclavos. Esto les procuraba al­
tario mantener durante todo el año la cantidad de go de lo cual estar orgullosos y pudieron haber
trahai�dores que necesitaba para hs breves tem­ sentido. mayores deseos de conmemorarse · a sí mis­
poradas de trabaio más intenso. De ahí que se mos que los pobres nacidos libres, o quizá estos
contnl taran trabaiadores libres para la cosecha, la últimos no tuvieron los medios de hacerlo. Sin,
vendimia, la recolección y la trituración de las embargo, los datos literarios sugieren con claridad
aceitunas. Este empleo temporario era asequible que los· libertos y los esclavos preponderan numé­
para los pequeños propietarios que tenían su pro­ ricamente en Roma y que los pobres nacidos libres
piedad cerca de las grandes posesiones, pero era constituían en la década del 70 sólo una quinta
también una de las pocas fuéntes de ingresos pa­ parte de la población libre ( pág. 176 ) . La mayor
ra los que carecían de tierras. parte de ellos subsistía probablemente trabajando
Para esa clase, siempre numerosa y creciente a algún tiempo en los muelles; dado que los em­
partir del 200, había también a veces trabajo en barques qesaban casi durante el invierno, el tra­
las ciudades. Pero igualmente allí los empleadores bajo se concentraba unos pocos meses al año, y
parecen .haber preferido esdavos para trabajos que nadie dotado de razón hubiera mantenido cuadri-

62 63
Has permanentes de esdavos en los �uelles La para hallar tierras en un país extraño, adqu
. : irirlas
escala de la actividad edilicia tatnb1en oscilaba y acumularlas cuando no contaba con recu
grandemente; sabemos · que los contr�tist� tenían rsos, o
mantenerse allí en medio de vecinos
trabajadores esclavos, pero con seg_undad comple­ extranjeros
llenos de resentimiento? �Estas dificultades
taban sus cuadrillas con obreros hbres; . en el 44 difícil­
mente hubieran podido superarse salvo
encontramos hombres libres que trabajan en una en el caso
de que el Estado determinara y procurar
de las villas de Cicerón cerca de Roma. Los ma­ a la tie­
rra, equi. paTa las granjas y asentara a
gistrados populares eran a � enud � los propulsores los emigran­
tes en colonias amuralladas contra un
de nuevos programas ed1hc10s,. . sm duda con el posible ata­
que, en las que centenares o miles pud
objeto de crear' oportunidades de empleo. ieran defen­
derse entre todos. Puede decirse que no
. era ine­
1E n general, lf competencia de los esclavos debe vit�ble que los émigrantes se ganaran
la vida pri­
de haber provocado un grave estado de desocupa­ mordialmente contando con la tierra. Quiz
á no; pe­
ción o una escasez crónica de empleos entre los ro no contamos con base
alguna para suponer que
libres pobres. ¿Qué podían hacer éstos? Se su1::n�so los pobres abandonaran !Italia para conv
ertirse en
que muchos d� ellos emigrar?n. Tenemos not1cm� tenderos, comerciantes o artesanos en
ultramar. Y
de muahos italianos en el orwnte durante los dos en todo lugar la agricultura constituía
la base de
últimos siglos Cle la República, y probablemente la economía.
eran todavía rrlás numerosos en las provincias oc­ Sólo que la agricultura no era la principa razó
cidentales. �e �ice que en A� ia sohmente, M �t:í­ l n
de la inmensa riqueza romana. Aún men
dates, rey del Ponto, masacro � 80.000; �a ?·'fm, el comercio y la industria. Las activ
os lo eran
sin duda nodna dividirse por diez. Estos Italianos idades más
lucrativas de los romanos eran la gue�
de ultra� ar eran principalmente recaudadores de bierno. En un principio la guerra tení
Ta y el go­
imuuestos' ban & ueros, comerciantes e. incluso terra­ a que pagar­
!
tenientes: muc 1os eran .aliados y �o ciuda�a�os.
se; más tarde pagaba con creces por
sí misma.
Hasta el 167, el Estado recibía anualmente
de
La mayoría es 1 probable que estuviera c�nshh.ucla
% ; durante ·
los assiclui ( pág. 27 ) un tributo de 0,1
por sn ner<:onql, libertos o esclavos. El numero de las guerras las imposiciones eran aún
hombres lihre<l en los negoci6s de· ultramar ��e das, pero, como empréstitos forzados, debí
más eleva­
significativo. e>conómica y socialmen;e . en relacwn an de­
; volverse tan pronto como los beneficios
con' las comuriirlades en las que v1v1an: pero de de la vic­
toria lo hicieran posible. De este modo,
ningún modn nudo haber sido grande. Sin duda a las sumas
extras tomadas durante la guerra cont
veces se . asentaba,n soldados en regiones donde de- ra Aníbal se
·
devolvieron con el botín y las indemni
bían servir, en España, por ejemplo, peto durante zaciones im­
puestas a los conquistados, catorce
las guerras ci 1 iles era difícil reclu�ar italianos e�1 años después
de finalizada. Aun este tributum ( segú
ultramar, y no: creo que fuera practicable una emi­ cuenta ) fue causa de empobrecimient
n se nos
gración sustan bial para los pobres, salvo con apoy� o. La tasa
era "regresiva", se les imponía a todo
s en la misma
y dirección glibernamental�s, como los qu � presto proporción y, cuando era elevada, resu
ltaba abru­
César por primera vez en gran escala. ¿Como :po­ madora para los que eran relativamen
día componéilselas individualmente el campesmo te pobres;
la devolución solía diferirse demasia
do para que
1
64
1 65
los salvara d e l a ruh1a. E n el 167, el t1··i butum se Cicerón, como gobernador. de Cilicia,
1 acumuló
suspendió y, en adelante, las únicas tasas impues­ 550.000 denarios.
tas a los ciudadanos fueron cargos de aduana no No había quebrantado ley alguna� se jactaba con
muy elevados ( abolidos tempora;riamente en el 60 ) , justicia de su integridad. A otros, la malversació
n
tasas a las ventas por remate y el valor de los. es.­ de la bolsa pública y la extorsión de los subordi­
clavos manumitidos. 1El tesoro se alimentaba pnnct­ nados les permitía acrecentar sus ganancias.
palmente de los ingresos provi�ciales. �acia el 4 � botín era otra fuente de enriquecirriento. Los sol­
El

llegaron a 50 millones de denanos por an? , y hac� a dados ordinarios habitUalmente participaban, pe­
el 62, después de las anexiones en el Onente baJO ro ya en el 195 hubo quejas de que los generales
Pompeyo) a 135 millones. guardaban todo para sí y sus amigo's; por cierto, el
e·Cuál era el
destino de este dinero? Estas sumas comandante y sus colaboradores tenían siempre la
equivalen respectivamente a la paga anual d e mas -1 parte del león. Pompeyo trató a sus' hombres en el
de 400.000 y más de 1.100.000 soldados rasos. Sal­ Oriente con excepcional liberalidad, pero eri una
vo durante las guerras civiles, la suma de las pagas ocasión los tribunos militares recibieron allí 120
no puede haber alcanzado a 12 millo�es de den�­ veces lo que recibieron los soldados rasos. El mis­
.
rios. Además, el costo de los abastec1mtentos mi­ mo Pompeyo se convirtió en el hombre más rico
litares se deducía en parte de la paga de los sol­ de Roma . Después de su muerte, sus propiedades
dados. El gasto de las obras pública� era fluc­ se evaluaron en 50 millon�s. Los recaudadores de
htante; la edificacjón más costosa, segun tenemos impuestos también retenían legalmente una bue­
noticia, y la más costosa ant�s de Cés�r1 fue el na tajada antes de entregar los ingresos al tesoro
,
_
acueducto marciano, que tardo más de cmco anos para no hablar de lo que lograban mediante acti-
en completa1:se ( 144-140) en 45 millones . Ad�� ás vidades ilícitas. 1
1 .
·

estaban los juegos y, despues 1 del 123, subs1d10s


.

-Los beneficios del Imperio capac


itaban a las
( eliminados o grandemente reducidos en ocasio­ clases altas para importar centenaies de esclav
os,
n� ) para la distribución ele granos en Rom� . Una cargamentos enteros de piezas griegas de arte, ob­
vez el grano se distribuyó e�teramente g;rat.ls. ( �n jetos suntuarios de toda especie y comprar tien-á
s,
el 58 ) y a partir del 62 el nume:o de beneflCmr�os poblarlas . de ganado o convertirlas en esos huertos
l
creció. Cicerón calculaba que msum1an la qmn­ que Varrón admiraba. "Si no existe la iusticia", es­
ta parte de los ingresos, 27 millones al año, pero cribió San Agustín ( Ciudad de Dios, IV, 4 ) "¿qu
é
antes del 62 el costo debió de haber sido bastante son los reinos, sino un latrocinio en gran escal
a?"
bajo. No podemos calcular un presupuesto, pero La clase dirigente romana lo practicaba en la
más
parecería que aún antes del 62 debió de haber ha­ alta escala nunca conocida: robaban a sus subor
­
bido un abundante excedente. No obstante, a me­ dinados en el extranjero para poder robar
mejor
nudo se tienen noticias de que el tesoro estaba cor- a sus compatriotas.
to de fondos. De acuerdo con las n01mas modernas, el mundo
·

Sólo puede haber una explicación: las pródigas antiguo fue siempre pobre y "subdes arrol1 ado"
· . Si
asignaciones destinadas a los gobernadores y su algún progreso se lograba, era inevitable que
_ la
personal, a quienes no se les pagaba. En un :;¡no, gran mayoría siguiera ajustada a los mismos
mol-

66 67
s
pocos tuvieran los medio
des, para que lÓs muy y
itieran cultivar las artes
Il'l ·
y el ocio que les perm la pro ­
democrática Atenas;
las ciencias. Aun en la ba­
y desigualmente; el tra
piedad se distribuía mu s de
jo de los esclavos ma
ntenía las necesidade
muy PLEBEYOS CONTRA PATIÜCIOS, 509·287
rmitía que ciudadanos
poetas y filósofqs y pe la gu e­
te de su energí a a
humildes consagraran par mp o,
ihabía dicho en su tie
rra y al gobierno. Platón la
dad estaba dividida en
el siglo IV, que ,toda ciu com o
dad de l pobre, así
ciudad de l rico y la ciu erra ha­
xrx qu e en Inglat
Disraeli dijo en el siglo no
que distinguió a Ro ma
bía "dos naciones": Lo
� �
La historia tem Prana de Roma es oscura, las
ón , si­ . '
mica ni la explotaci .
fue la desigualdad econó ' n der �s explicaciOnes se contradicen entre sí con
no la enormidad de la
esoala de ambas. Ya se
con­
� n era tbeitad y todas, en algún grado, no su e­
sidere esto moralmente
condenable o no, los
he­ :
I an la conJetura.
���y
Hasta el siglo m Roma atr jo �
chos tienen la �1ás alta
importancia histórica , pu es
en­
� �
poco la a ención del mundo gri go contempo­
de la miseria y el res eo, >: la pnmera crónica romana de la ciudad
la revolución iba a nacer
timiento de las ' masas.
fU,� escnta por un patricio, Fabio Pictor, en el 200.
Sin embargo, los prime
ros conflictos sociales
y político de la Repúbli
en
ca
S o o t mos pocos fragmentos sobreviven de su obra
.
Roma y el orden social Y de la d e otros cronistas 1 epubl'tcanos pos tenores.
El. conocimiento que tenemos de la Roma pnm1' tI- ·
en un a .
y cobraron forma
·

imperial tuvieron lugar


.
.

que
raria muy agitada en la . .
va p r0VJ<· �ne �rmctpalmente de las historias de Li-
pequeña comunidad ag
aun los r.icos,. según cri
terios posteriores, eran
( aunque quizá nunc a se
sólo
pi­
vio .y Dw�Isw_.
de Halicarnaso, escritas bajo Au­
propietarios medianos ra el
gusto. Se msptraron principalmente en los anales
ncinato que abandona
dió a ningún noble Ci era for­
compuestos después de los Gracos o Sila. Debemos
Estad o ) , y es a esta
anido para salvar el es-
preguntamos con qué datos contaban Fabio y sus
s consagrar primero nu
mativa a la que debemo sucesores .
En la época en que cayo' 1 a monarquÍra los ro-
tra atención.
�;�
.


. ·

al eran . ya .�o !· derto letrados : las ley s y los


ra a os se escnbian. Sin embargo' ellos mi'"mos ,
crman q. ue 1a mayor parte de los primeros docu-
,
,

i
men os fue des tmida durante el saqueo de Roma

���
por os galos ·( c. 390 ) ' y aunque algunos textos
.
tendidamente más primitivos fueron preserva­
por autores antiguos, su fecha 0 autenticidad
fue puesta en duda, fuera de los numerosos fra -
mentas d e las Doce Tablas, el código legal de �.
69
68
450, que los niños romanos solían a� rende� de me­ orgullo patriótico o familiar, y aun por la malicia
mona, constituyen el documento mas precwso con que alimentaban recíprocamente las diversas casas.
que contamos para el conocimiento del siglo v. Tambié11 se enriquecía con el don que tenían · los
_ romanos para inventar historias de vívidos detalles,
Era costumbre de los romanos fechar las transac­
ciones romanas u otras mediante el nombre de los don que no expresaban como los griegos en cuen­
cónsules; por 'ejemplo, se decía que un ac?nteci­ tos sobre dioses o héroes, sino que lo aplicaban a
miento que nosotros ubicamos en el 63, ha?Ia o cu­ personas reales o ficticias en un contexto histórico
. particul·ar. Las historias a menudo inculcaban lec­
rrido durante el consulado de Marco Tullo CICe­
rón y Cayo Antonio. Por tanto, para �a � ida prác­ ciones morales o políticas. Los anales de Fabio es­
tica, era necesaria una lista de los pnnc1pales ma­ taban ya atestados de verdaderas leyendas sobre el
gistrados, y esta lista, los Fasti, que im� lica remon­ período monárquico. Su crónica sobre los comien­
.
tarse al 500 constitma , la base cronologiCa de los zos de la República era pobre; sus sucesores la
anales rom �nos, así llamados porque registraban alflpliaron �norme� ente en una época en que po­
las transacciones año tras año. Probablemente en dm recordarsela aun menos. La experiencia con­
lo fundamental sea correcta desde el principio. El temporánea fertilizaba la imaginación : pueden de-
colegio sacerdotal de pontífices tambié� solía · re­ . tectarse anacronismos. La propaganda política de
gistrar ciertos acontecimientos en tabhllas blan­ los Gracos o Sila se trasladaba al remoto pasado.
queadas; su contenido se recolectó '!, se p�blicó La empresa de recobrar la verdad sobre los si­
.
posteriormente, en el s1glo n. La verswn pubhcada glos v y IV puede parecer, pues, desesperada. Sin
pretendía remontarse .hasta la fundación de Roma, embargo, la tradición es posible de controlarse me­
y es evidente que contení� muchos elem�ntos le­ diante fragmentos de otros documentos de variada
gendarios, agregados postenormente a reg1stros ge­ especi e: partes de antiguos rituales, la significa­
nuinos que quizá no comenzaron antes del 300. ción de términos técnicos, el carácter de institu­
Además Catón decía que las tablillas estaban lle­ ciones ;históricas de Roma, que de por sí revela
nas de lo que él consideraba trivialidades, noticias algo sobre . su pasado, en fin, analogías con otros
sobre hambrunas ó eclipses, probabl�mente de ;s­ pueblos. Mucho de lo que se nos dice debe recha­
oasa utilidad nara quienes, como Fabw, pretendmn zarse por incoherente y debe dudarse mucho so­
escribir historia política. bre la base de que probablemente no se pudo
·Parece cierto que . los primitivos cronistas tuvie­ guardar memoria de ello . .Los argumentos y lemas
ran que recunir principalmente a la tradición, en de conductores partidarios y variadas inscripcio­
especial a la conservada oralmente en las casas no­ nes particulares de conflictos políticos y sociales
bles a través de sucesivas generaciones. Cuando un pueden, a menudo, utilizarse sólo para la recons­
noble romano moría, hombres con las máscaras de trucc.ión de tiempos posteriores. Algunos estudio­
sus antepasados y sus vestidos oficiales desfilaban sos basan su fe en detalles seleccionados y los uti­
en el funeral, y un pariente o amigo pronunciaba lizan pai·a descrédito d e. la tradición en sus deta­
una oración que conmemoraba los hechos de estos lles más generales, luego arbitrariamente aceptan
antep �sados, tanto como los del fallecido. Pe:t;o la lo que les place y presentan una historia tan ficti­
tradición oral era a menudo distorsionada por el cia como la de Livio, si bien menos entretenida.

70 71
·�
.1 .,

�,�.
¡�
En cambio, mi prdpio esbozo; escéptico en cuanto cib tiránico del poder y fue destronado por los
1

a los detalles, conservará deliberadamente la es­ no­


1'

bles. En la Roma histór�ca, la sola palabra regn


tructura general d� la trad�ción, qu� �iene muchas mn

;� 1
( reino ) evocaba algo 1 maligno, y decir que
probabilidades de haber sido trasmitida con bas- un
hombre trataba de asegurárselo era el más amar· go
tante exactitud. , de los reproches . Es sumamente plausible que
Se nos dice que al principio Roma fue goberna- . la
tradición esté en lo cie1to, aunque algunos la
da por un rey electo; a su muerte el poder pasa� a yan impugnado, y que la monar·quía fuera des­
ha­
a un "rey intedno" ( interrex ) hasta qu� se desig­ tituida por una revolución en lugar de haber ido
nara un sucesor permanente. Las a� alogms p�esta� desapareciendo graduaimente.
.
apoyo a la tradición, y ert la Repubhca hab1a to­ Los romanos sustityyeron al rey por dos magistra­
davía "reyes interinos", quienes celebraban las elec­ dos, llamados posteriormente cónsules, que se
ciones anuales, si el par de cónsules n ?mprado n? mantenían en su cargo sólo durante un año y
lo había hecho. Una elección real exig1a el ase�h­ que
no eran reelegibles inmediatame:q.te. Heredaro
miento tanto del pueblo en armas, por aclamacwn, n el
poder real; y Cicer6n pudo todavía decir que
como del consejo , de ancianos, para, d�r al Senad? su
ley más elevada era la segmidad pública; en prin­
su significado original. En la Repu�h�a se a�ml­ cipio tenían disc1:eción para hacer lo que mejo
.
tía111 hombres de treinta y aun de vemticmco anos. les pluguiera. Pero el solo ·hecho de que
r
. . fueran
El Senado parece haber estado otrora constitmdo magistrados anuales tuvo enormes consecue
por los jefes de familias y, por �a�t� , se l�s llamaba ncias.
Podía hacerséles rendir cuentas de sus actividad
también patres. En tiempos histo�'lcos, sm embar- es
al abandonar el cargo y, · como se mantenían
go, padre e hijo podían � entarse JUntos. Los sena�. por tan breve tiempo, a menudo cedían ante la
en él
dores constituían el conseJO del rey, pero, como 1� voluntad del Senado. La participación en
, . .
magistrados en tiempos de la Renub�ICa, no . l�ml- . nado duraba de por vida, ellos mismos eran
el Se­
sena­
taban su decisión formalmente. Tema ausptctum, dores y estaba en su propio interés el aum
es decir: el derecho de afirmar la voluntad de !o� autoridad de un cuerpo en el que tenían
entar la
dioses mediante rituales prescri"ptos, y era qmza manente antes que la de una magistra
voz per­
como intermediario de los cielos que resultaba su­ tura que
habrían de nerder tan pronto. Además, por
premo en la tierra. Comandaba en la guerra y te­ liar convención, si los cónsules no esta
pecu­
nía iurisdicción sobre la vida y J.a muer�e. Los ro­ acuerdo, nrev<ll1eeía el punto de vista nega
ban de
manos expresaban la suma de estas prerrogativas tivo,
y el Senado habría tenido dificulta
militares y jurídicas en la palabra imperium; el ge­ des sólo si am-·
. bos consniraran ]untos para ignorar sus deseos. De
nenil era ·u� imperator, palabra de la que deri�a la este modo, el sistema colegiado de por
.
nuestra "emperador" y que los gnegos traduJeron taba la fuerza del imperium y contribuía, com
sí debili­
como autocrator, esto es, "poseedor de poder a�- , romanos lo vieron, a la l-ibertas. En casos de
o los

soluto". Por su naturaleza, el imperium era despo­ emer­


gencia, hasta fines del siglo III lo s rOtn :lllOS
tico y los romanos a menudo lo contrastaban con UCsig ­
naban a un solo hombre como di.ctndor pnra
libertas, libertad. De acuerdo c?n la. tradición, �1 fltiO
ejerciera un poder sin control, pero su car
último rey, Tarquina el Soberb10, iluzo un eJercl-
. go du­
raba sólo seis meses, y el disgusto que provoca
ha
72
73
la autocracia era tan intenso que nadie se atrevió cutir y ·solicitar el punto d e vista d e diferentes
nunca a· exceder ese límite. personas; Todo esto siguió así e n tanto duró la '
Con el c<>rrer del tiempo, la multiplicación de República.
las empresas hizo necesaria la elección de otros 1Las asambleas del pueblo estaban además muy
magistrados anuales : los cuesto res, que asistían lejos de la democracia. La mayoría se obtenía no
en la administración financiera; los ediles, que su­ mediante el recuento de personas, sino mediante
pervisaban las ·edificaciones, las calles y ,Jos � e�­ el recuento de unidades. Había más de una clase
cados de la ciudad; los pretores, que hac1an JUSti­ � de asambleas; hablaremos aquí sólo de la de las
cia en Roma y más tarde gobernaron las provin­ centurias, en la que las unidades .que emitían su .
cias de ultramar. Se ascendía esta escala de pro­ v-oto estaban compuestas de "centurias", origina­
mociones peldaño por peldaño. A los pretores y riamente batallones de guerreros. Las cenhuias se
cónsules a menudo debía prorrogárseles uno o va­ diyidían de acuerdo con la clase a la que perle­
rios años el poder de,spués de expirado el . tiempo cían sus . miembros, y en un principio, 98 de 193
en su cargo, ya fuera sobre los ejércitos o en las estaban compuestas por ciudadanos que pertene­
provincias; eran en este caso propretores o pro­ cían a la clase más alta o ( lo que en última ins­
cónsules. Los que habían sido ya cónsules, podían tancia significaba lo mismo) que servían en la ca­
alcanzar el apogeo de su carrera política como ballería. Si su acuerdo era unánime, las otras cen­
censores; se les encargaba cada cinco años el re­ turias ni siquiera eran convocadas. Los ciudada­
gistro · de los ciudadanos en un censo, hacer l a nos que no tenían virtualmente propiedad alguna,
nómina del Senado, librar contratos míblicos y vi­ los proletarii, formaban sólo una centuria, que era
gilar la mor:::� l de los ciudadanos. Pero los cónsules la última en votaT, s i llegaba a hacerlo alguna vez.
seguían siendo siempre cabeza del Estado. .Las centurias rara vez se reunían; la legislación
Sin embargo, no eran formalmente soberanos no era frecuente y después correspondió como nor­
ni dueños en realidad del poder. ma a una asamblea diferente. Por lo común, las
La soberanía, en un cierto sentido, pertenecía guerras rio se declaraban ·y se 18;s presentaba con
mas , o menos veracidad, como guerras defensivas.
al pueblo. Sólo el pueblo elegía a los magistrados,
declaraba la 1 guerra, celebraba tratados y promul­ La tarea regular e indispensable de las centurias
gaba leyes. No obstante, el pueblo sólo se reunía consistía en la elección de los magistrados. Esto ·
convocado por uno de los más altos magistrados, era en verdad de la más alta importancia; las elec­
votaba sólo lo que éste decidía �ometer a · su vo­ ciones no sólo decidían quiénes serían los agentes
ejecutivos : del Estado: otorgaban a los candidatos
luntad, seleccionaba candidatos de una lista que
triunfadores un duradero prestigio en los consejos
se le presentaba y decía sólo "Sí" o "No'' a
del Senado. En Roma, la influencia (auctoritas) .
una ley qne se le imponía; ésta podía contener
tenía apenas menos peso que el poder oficiaJ; per- :
centenares de cláusulas, pero no era posible una
tenecía al Senado como tal y, dentro del Senado,
sola enmienda. Había un debate preliminar, pero
a sus conductores (p1'incipes), quienes debían sü
odía hablar a no ser que el magistrado que
nadie p
eminencia en pa·rte a su nacimiento o talento, en
convocaba lo propusiera, aunque otros magistra- .
parte a los honores que el pueblo les había con­
dos pudieran también convocar reuniones para dis-
feri9o.

74 75
..
El Sonado y los 1Jrinci1Jes <'ran enrealidad los veint�na. La disminución de su - número sin duda
dueños del poder. Nominabnente asesor, el Senado contnbuye a explicar por qué tuvieron finalmente
no daba órdenes a los magistrados, sino que les
�u� ·ceder, pem resulta asombroso que .hayan re­
señalaba el camino por seguir, "si les parecía ade­ Sistido durante tanto tiempo. Una de las. razones
cuado". En la práctica sus sugerencias no podían P udo ser las relaciones de dependencia y deferen­
ser dejadas de lado; reuniéndose con frecuencia, .
Cia que no dejaron nunca de dominar la sociedad
analizándolo todo, , los senadores asumían, con su romana durante toda la República.
prestigio social y su experiencia, la direc_ción del Las relaciones que debían obtenerse entre las
Estado : . constituían, como lo diio el enviado de
Pirro de Epiro, "una asamblea de reyes'', y Cice­
clases ' de acuerdo con la opinión de los aristócra­
tas romanos, se lograron, según Veleio ( II, 126 ) ,
rón afirmó como regla a�ceptada de la constitución, .
bajo el emperador Tiberio : "el humilde contem­
que los magistrados debían ser los sirvientes del pla desde su baja condición al poderoso sin temor,
Senado (Pro S estío� 137 ) . �n ta�to que el poderoso no desprecia al humilde".
A comienzos de la Repúbli ca los magistrados, �os vmculos entre patrón y cliente servían a este
cuando menos, eran exclusivamente patricios, quie­ Idea�. Salv? entre el patrón y su antes esclavo, que
nes también dominaban el Senado. No conocemos s �gum obhgado legalmente a su antiguo amo, estos
el origen de los patricios, ni tampoco el del mono­ vmculos en la Roma del bajo Imperio tenían un
polio de su ooder. 1Constituyeron un orden cerrado carácter simplemente moral. El cliente "se enco'"
durante toda la Repúbli ca; nadie podia ser patri­ mendaba" ( término todavía usado durante el va- ·
cio si todos sus antepasados de sexo masculino no
lo habían sido también, y en tiem-pos primitivos
; allafe medieval ) a la "fe" de su patrón. La buena
e, de la cual se jactaban los romanos, constituí'a
intentaron prohibir su matrimonio con los - otros
_

la base de muchas transacciones legalmente apli­


ciudadanos : los nlebeyos u hombres pertenecientes cables, Pero su �lcance no se limitaba a actos que
a 'las masas (plebs). La distinción radicaba en el .
p �d�eran dar }:}le a procesos judiciales. También
nacimjento, no en la riqueza; el conflicto entre ex1g1a qne se compensaran los buenos servicios.
las clases resulta 'ininteligible a menos qqe exis­ Al ahog�do romano, que se Ilamab� en realidad
tieran nlebevos ricos, aunque sin duda alguna la ,
patr?n, no se le permitía recibir hnnoraríos, p ero
proniedad se concentró originariamente en · manos pod1a esnerar aue sus clientes a'.e:r::l decidos lo re­
de los patrici os. Por ·esta razón, y también porque c �mnen�::� �·::t, mediante ob·os servic�os v aun me­
controlaban el gobierno, se los culpó de las mise­ diante l�aado.s: en treinta años, Cicerfm recibió
rias sufridas por los pobres; los plebeyos ricos, que 5.000.000 de rlenalios en donacione�. Moralmente
deseaban participar -en el poder político, de tanto patrones y clientes estaban obligados a ayuclars�
en tanto se convertían en campeones de sus her­ en todo modo que la ley lo permitiera. Los pat'l·o­
manos oprimidos. El consulado les fue abierto sólo nes daban siempre asesoría legal a sus clientes y
en el 36p. Sin embargo, los patricios eran muy los ·representaban en juicio; también arbitraban en
pocos; de.spués del 366 se tiene testimonio de sólo sus querellas. Los patrones y los clientes no
21 clanes, algunos de los cuales eran sumamente podmn , acusa !se entre sí, ni tampoco servir de
pequeños, y antes de esa fecha sólo s e conoce otra .
testigo en mütuo perjuicio. 1Se esperaba de los
76
77
dientes que escoltaran a su patrón en público, en­ pudo haber sido sugerida por la experiencia de
riqueClenuo su prestigio de acuerdo con su núme­ tiempos· posteriores más �ue por una genuina tra­
ro, y que votaran por él; se dice que en viejos dición, era sin duda correcta. Los vínculos entre
tiempos ayudaban al pago de las duces, las mul­ patrón y cliente eran más estrechos en la Roma
tas, 10s rescates y los costos de las elecciones. ·
primitiva que posteriormente. De acuerdo con las
Durante la guerra civil Pompeyo tormó un eJér­ Doce Tablas, un patrón que defraudara a su clien­
cito con sus clientes en la mayor parte ( t>3 ), , y te era maldito y podía ser muerto impunemente,.
durante las rebeúones de la decaáa del 50, ' los ley más tarde derrogada. !Se consideraba como �e­
hizo venu des.de ..t'icenum y la (;aua C1salpina pa­ cho establecido que el patrón otorgara preceden­
ra que lo defendieran y lucharan en las caHes co� cia a sus clientes antes que a su familia política.
las mulhtudes hostiles. La relacion era heredita­ El sistema de dependencia era políticamente im-
ria. Las iamilias más poderosas contaban entre ,
. portante en el siglo r y debió serlo aún más en el
sus clientes con ciudades, provincias y príncipes siglo v.
extranJeros, para no hablar de los romanos neos Sólo pudo haberse originado e n una sociedad
que no pertenecían a la clase magiste1ia1; a éstos en la que el poder económico y político estuviera
resultaba prudente dignificar con el nombre de muy desigualmente distribuido. Una vez surgido,
anugos. U n magnate podía movilizar en su defen­ tendió a perpetuarse. Víncu1os ac-eptados por ne­
sa no sólo a sus propios dependientes, sino a los cesidad, adquirieron fuerza moral. En cada gene­
de otros con quienes mantenía relaciones de alían-. ra-ción algunos escapaban a la condición de clien­
za. Ahora bien, muohas comunidades e individuos te elevándose económica y socialmente, pero otros
tenían más de un patrón; si los patrones reñían se veían sumidos en ella, porque el poder seguía
entre sí, estaban obligados a elegir, ya de acuerdo concentrado en una po·cas manos y el humilde
con consideraciones de interés público ( lo cual, aún necesitaba de protección. La justicia, en par�
claro está, supuestamente prevalecía sobre todo ticular, era siempre administrada por la clase su­
vínculo privado ) , ya de acuerdo con su propia perior. Los tribunales podían ser susceptibles de
seguridad y ventaja. sufrir influencia y aun de recibir sobornos; las de­
•Se nos dice que originariamente todos los ple­ moras de la ley iban en detrimento de los pobres
beyos eran clientes de los patricios y, aunque ' a y un · demandante tenía ·que llevar a su defendido
principios de la República muchos plebeyos estu­ personalmente ante el tribunal y, si ganaba el ca­
vieron libres de tener que servir como client.és so, ejecutar la sentencia sin apoyo alguno por par­
( presumiblemente descendientes de clientes de los te del poder coercitivo del Estado. No hay, ·pues,
reyes desterrados o de familias patricias extingui­ por · qué asombrarse de que la mayor parte de los
das ) , las casas nobles tenían numerosos dependien­ hombres tuViera que pedir amparo a los patro­
tes. Según se cuenta, los Fabios guerrearon con los nes, sin cuyo sostén · sería muy estrecha la pers­
Veyos durante siete años con la sola ·ayuda de sus pectiva de reaccionar ante un ofensor, a la vez
clientes. Los · cronistas creían que los patricios eran más poderoso y desprovisto de escrúpulos.1
a menudo respaldados por sus clientes en contra
del resto de los plebeyos. Aunque esta creencia
1 Véase J. A. Crook, Law an.d Lifeof Rome, Londres,
Thames and Hudson, 1967, cap. III, y ·( con algunas e�a-

78 79
. . 1 . j1
1 . 1 . .
Es, pues, posible imagmar que os patncw.s man-
tuvieron durante tanto tiempo su monopoho �r�­
cia:s a la abundancia de sus clientes. Pero qmzas
que hubo en el siglo v ( pág. 51 ) . Los poqucüos
granjeros se endeudaban constantemeutc. . De
·

.acuerdo con la:s Doce Tablas, el acreedor tenía


11 ]
·' ¡
11

hubo también otra razón. Durante los últimos. derecho a la larga a vender como esclavo en el
tiempos de la República, los candidatos a los di-
'
extranjero al deudor que no quisiera o no pudie­ 11
·

versos cargos rara vez, tal vez nunca, se basab,� ra pagar su deuda. Ni siquiera se mencionan en J
1
en programas; solicitaban los votos por sus _ men­ la tradición casos de esta especie, pero tenemos
tas personales o, . cuando éstos eran . desdena?les
o des,conocidos ( como con frecuencm suced1a ) ,
abundantes noticias de un misterioso contrato lla­
mado , nexum, de acuerdo con el cual el pobre
¡
!
1
en los servicios qp.-e sus antecesores habían pres­ tenía 'que trabajar sometido al rico · como devolu­
tado al Estado. Cicerón dice que "todos nosotros, ción de empréstitos. Se nos habla no sólo de fre­ 1
los hombres nuevos, favorecemos a la nobleza" cuentes protestas contra los acreedores, sino tam­ 1
( Pro Sestio, 21 ) y, sin embargo, él mism� era un

1
bién de una persistente demanda de distribución
. advenedizo. Pocos parvenus eran conoc1dos del de tierras. El Estado, s·egún se dice, poseía abun­
electorado por sus talentos. Nadie se ,r�comenda­ dantes tierras ( ager publicus ) , pero eran explota­
1
ba a sí mismo abogando por una pohtica popu­ das casi exolusivamente por los -que controlaban
lar; todos pertenecían . a la clas.e rica, pues era el Estado, los patricios, en su propio beneficio.
costoso embarcarse en una carrera pohtlCa. Era No cabe duda de que los detalles de las histo­
natural que los electores prefirieran entre dos can- rias de estas agitaci<?nes se inventaron en épocas
. di datos ricos al que pudiera referirse a la, fa.ma posteriores en las que la remisión de las deudas
de sus antecesores. A comienzos de la Republica, y la distribución de la tierra pública fueron nue­
sólo los patricios eran nobles. Aun cuando eran vamente exigencias populares, pero es muy im­
elegibles por le�, los plebeyos ricos �p�nas po­ probable que no haya habido verdad alguna en la
dian competir, a no ser que se conv1rt1eran en 1
tradición. Ciertamente, en el siglo IV se abolió el
campeones populares, cosa a la q�e rara vez. es.­ nexum, y no puede tratarse de una ficción anacró­
taban dispuestos, dado que sus mtereses . comci­ nica de la imaginación del cronista. Además, la
dían en general con los de los patricios. En el 366 jurisdicción que tenía el cónsul sobre la vida y la
insistían en que , se prescribiera que uno d� los muerte, parece haber sido ejercida de modo salva­
cónsules fuera siempre un plebeyo, y aun as1 du­ je y arbitrario. No sólo carecía de todo control,
rante muchos años, · los electores desafiaron a la sino que ni siquiera se publicaban los reglamentos
· ley y escogieron a dos patricios. . . de la ley y las fom1as de procedimiento legal, úni-
Si no hubiera sido por su caráct er opreso r, �1 . camente · conocidos por el coJ�gio sacerdotal de
gobierno patricio habría podido prolo'?��rse m�s pontífices constittúdo por patricios que podían
tiempo. Tenemos que creer en la trad1e10n segun también ocupar importantes cargos seculares. La
la ·cual había un gran descontento .e,ntre las, n: a­ primera agitación exitosa de los plebeyos, de he­
sas, en parte por causa de una receswn economlC'a cho tuvo por objeto lograr una mayor protección
para el hombre común, contra la fuerza injusta y
geraciones ) ; J. M. Kelly, Roman Litigation, Oxford, Cla­
la trampa legal.
· '

rendon Bress, 1966, caps. 1-H.

80 81
En el 494/ según los cronistas, un gran conjun­
·
puestas por ellos. Estos plebiscita en un comienzo
to de plebeyos se asentó en rnasse en las afueras: no tenían fuerza de aplicación en todo. el Estado.
de Roma y se rehusó a servir en el ejéi'cito. Una Sólo los votos emitidos en la asamblea de los cen.:.
"secesión" o huelga semejante se manifestó sin du- turiones podían convertirlos en ley, y hasta el 339
• da en ·el 287; y tuvo que producirse una acci6n ni siquiera las centurias podían legislar sin la san­
revolucionaria · similar, para explicar la concesión ción de los senadores patricios. Los plebiscita no
que los patricios se vieron obligados a dar: la crea­ tuvieron fuerza de ley hasta el 287. Los cronistas
ción del tribunado de plebeyos. Los diez tribunos en realidad afirman que esta innovación se había
eran plebeyos elegidos anualmente por una asam­ hecho ya en el ,449 y en el 339, y se dice que
.
blea organizada en unidades electorales llamad�.s los tnbunos hab1an introducido muchas leves an-1
tribus. Eran éstas divisiones locales del Estado, t�s del 287. Se han conjeturado muchas .éxplica­
originariamente cuatro en la ciudad y diecisiete
cwnes de esta incoherencia en la tradición, pero·
en los campos vecinos. Esta asamblea fue verda­ podemos estar seguros de que, cualesquiera que
deramente democrática en un comienzo, cuando hayan sido los estadios intermedios en el desarro­
las tribus eran probablemente de número a roxi­p llo del ooder legislativo de las tribus, éste no se
madamente igual; los ricos no contaban con un estableció nlenamente hasta el 287, y que antes
poder electoral superior. La función original de fue necesaria la aprobación de las centurias o de
los tribunos era proteger a los romanos humildes los senadores patricios. Esto hacía más fácil a los
contra la opresión de los magistrados. Lo hacían patricios el entorpecimiento de la voluntad po- .
.
interponiéndose literalmente entre ellqs y sus víc­ ��
timas ( intercessio ) . Los magistrados no se atre­ Hacia el final de la lucha entre los órdenes, los
vían a tocar a sus personas, que eran "sacrosanl•. tribunos habían convertido su derecho de veto a
tas"; eso significaba gue los plebeyos habían ju­ los actos de opresión cometidos por los magistra­
rado vengarlos linchando a quien hubiera puesto dos contra los individuos, en derecho de veto a.
las manos sobre ellos. Pero . su poder se limitaba todo acto oficial de los magistrados, incluso. pro­
a la ciudad: fuera de los muros, el territorio roma­ yectos legislativos y aun decretos del Senado que
no era todavía demasiado inseguro como para per­ permitieran la acción de los magistrados; ésta lle­
mitirse cualquier restricción a la discreción de los gó a ser la significación de intercessio. Los tribu­
magistrados en · actuar como meior les pareciera nos podían también vetar las acciones de otros
por Ja seguridad pública. Esta limitación al noder tribunos y, en teoría, un tribuno podía obstruir
ele los tribunos se prolongó durante toda la RepÚ-' la acción de los otros nueve. Está. prerrogativa
blica, mucho después de que hubieran desapare­ debe de haber tenido una larga evolución que no
cido sus motivos. podemos seguir. Es evidente que s u origen radi­
Como conductores de los plebeyos, los tribunos ca en el hecho de que los tribunos tenían el po­
intentaron naturalmente incrementar su autoridad der popular de su lado.
de toda manera posible. Los cronistas afirman también que a principios

Celebraban ·reuni�mes de la asamblea tribal en del siglo v, los tribunos intentaron conquistar el
las ' cuales podían promu:lgarse resoluciones pro- poder de juzgar la vida de los .Ratricios ante las.
1.1 ,
H.. 83
:82
1 dictadas por un consejo judicial que ellos hubie­
u a
tribus. ·Estas historias tienen probablemente � ran designado.2 Sea esto . -como fuere, el derecho
dete rrm­
base en los hechos, pues las Doc e T �blas a la apelación del ciudadano no pudo nunca ha-•
nan que sólo la asam?lea de ce�tunas es
compe­ ber tenido gran valor, a no ser que contara con
adan o. Esto se
tente para juzgar la vtda de un cmd los tribunos para que lo impusieran, y era . impro­
tod? futu ro
. explica mejor como prohibición de bable que éstos protegieran a los malhechores.
intento por parte de las tribu s de prélic bcar una. · Sólo en la ciudad podía un tribuno intervenir
especie de ley de linchamiento. personalmente entr•e un magistrado y un ciudada-
bt;
Se lo ha relacionado con el supuesto derec. o ,no. No obstante, los tribunos adquirieron un po­
con.tra
de todo ciudadano a apelar ante el puebl� der político de tales dimensiones, que sus puntos
ros cast igos tm­ de vista no podían ser ignorados ni siquiera cuan
sentencias de muerte y otros seve ...·

este
puestos por los magi� trados. Se pr�tende que. _ do la Ley no los respaldara. Era posible que un
con�uma- .
derecho de provocatw fue concedtdo o · magistrado temiera que uno de ellos lo tuviera
do por leyes de }os años 509, . 449 .Y 3?0
, ; solo .es . en cuenta cuando su mandato llegara a su fin.
probable que la última haya �tdo �stonca,
y afir­ Hacia el siglo m, los tribunos habían adquirido el
la provo­
mab a exclusivamente que la vwlac10n de dereoho de acusar a los ofensores políticos ante:
una.
catio sería injusta sin prescribir sanción · alg las centurias, y el quebrantamiento de la provoca­
En el siglo n hubo una nueva legislación
(pág. tío era motivo suficiente para ello. Estos quebran­
pectiva rtod oxa de tamientos ocurrían por cierto, pero despertaban
99 ) y, de acuerdo con la pers ?
e�e tiempo, todos los proceso� , por cnm � , e es gra- una intensa indignación, y de vez en cuando ( co­
. ves tenían su lugar de apelacwn ante la mco
�l�­ mo lo veremos más tarde ) la protección de la per­
acus ado pod 1a sona del ciudadano contra la tiranía de los magis­
da asambl·ea cenhuial; además, el
siempre eludir la pena abandonando la jur
� sdic .;. trados se convertía en tema de grave discordia y
ción romana y exili ándose antes de que se
dtctara agitación popular. .
a ( ·P raen es­
el veredicto . Tivoli ( Tibur ) y Palestrin Los primeros esfuerzos de los tribunos se diri­
te) eran lugares de re�u�io conv·enie�temente �
c r­ gieron a la obtención de una mayor �gualdad le­
un cnm en com un, gal; en los años 451-450, conquistaron la codifica­
canos. Pero no es crmble que
mod o,
como el asesinato, fuera juzgado de este ci �n y la publicación de las leyes. "Cuando las.
iento
y se arguyó recientemente �ue el; procedim �eyes se escri�en", dijo Eurípides ( Las suplican­
des-crito se aulicaba en reahdad solo a los caso s tes, 433 y sigs. ) , "el débil y el rico obtienen la
politicos, análogos en y arte a los l�evados a
cabo misma justicia; cuando se abusa del más débil,
en la InglAterra del stglo xvn medtante Ley
es de� · ·
puede éste responder al próspero en igualdad, y
de­ el hombre pequeño, con la justicia de su lado,
Proscrip ción; que los crímenes más comunes
y eran p · oces a­
pendían de acusaciones privadas ; 2 !Para un resumen de esta nueva hipótesis, propuesta por
W. Kunkel, véase A. N. Sherwin-Wthite, ]aurrw·l of Romaor1
a pe­
dos por tribunales ante los cuales no habm
a }a Sttuiies, 1964, págs. 208 y sigs. Una vez que Italia se vol­
lación posible, que entregaban lo� convictos .
tamb t�n
venganza del acusador. Los. ��g1strados
viera :romana, los acusados sólo podían escapar a la juris­
y eJe­ dicción romana yendo a Estados aLiados de ultramar, y los
se reservaban el derecho a tmctar procesos pobres no podían contar con los medios para hacerlo.
ésta s hab ían sido
cutar sentencias inapelables, si
85
84
r
derrota al fuerte''. Este resultado no se logró de sulares; los plebeyos eran elegibles, pero rara vez
modo cabal en los años 451-450, ni tampoco en se los elegía en la práctica. Esta ex¡)eriencia con­
1únguna otra época posterior en Roma. No basta­ v-enció _ a los plebeyo� ricos de que su único camino
ba que la sustancia de la- ley se conociera, cuando era insistir en que un consulado al año, cuando
los modos del procedimiento legal seguían siendo menos, estuviera cerrado para los patricios. Se hizo
un secreto de l9s pontífices, y la instancia de un esta concesión, por fin, en el 366, después de una
litigante podía anularse por haber usado. errada­ prolongada agitación conducida por ' los tribunos
mente una sola palabra en una fórmula, por ejem­ Lio:inio y Sextio. Se dice que fueron . reelegidos du­
plo, "viña" en lugar de "á1�bol''. Las reglas de rante diez años y que durante varios, impidieron
procedimiento sólo se publicaron en el 3.04. Ade- ., la elección de todo otro magistrado y entorpecie­
más, la sustancia de la ley era todavía primitiva ron toda emoresa pública. Esto es difícil. de creer,'
y torpe; aunque iba adap_tándose gradualmente a pero es probable que haya habido un período de
las necesidades cambiantes, n.o tanto mediante nue­ virtual anarquía. Quizás el derecho de los tribu-1
vos estatutos como mediante ajustes que . hacían n os a vetar todos los actos oficial�, que la histo­
.
los magistrados aconsejados por abogados y en na presupone como establecido por , entonces, se
virtud de la discreción de su imperium, estos ajus­ originó en realidad a pa1tir de un confHoto en el
tes eran el dictado principalmente de los intere­ que movilizaron a las masas en contra del orden
ses comunes de la clase superior, a la que perte­ público de un modo ·revolucionario.
nedan sus autores, y a l pobre le debió de haber Todos los otros cargos no tardaron en volverse
sido siemPr·e difícil obtener iusticia. De ahí lrt· accesibles para los plebeyos, y en el · 300, llegaron
continua impOitancia del patrocinio ( pág. 79 ) . a ser elegibles para los grandes colegios sacerdota­
, Una regla contenida en las Doce Tablas 'pro- les, cuyos miembros a menudo utilizaban su acre­
hibía el casamiento entre miembros de distintos ditado' conocimiento de la voluntad divina para
órdenes, pero fue dejada de lado después de la ob�truir medidas políti �as odiosas. ! En . el 172, por
agitación plebeya del 445. Evidentemente, por en­ pnmera vez, ambos consules fueron . plebeyos, y ·

tonces hubo plebeyos bastante ricos oomo para en adelante esto resultó común . •
abrigar ambiciones sociales y patricios dispuestos Licinio y Sextio, a diferencia de anteriores agi­
a satisfacerlas, quizá deseosos de obtener una bue­ tad�res, sólo lo �aron quebrantar la oposición pa­
.
na dote. La fusión parcial de los órdenes minó tncia, porque vmcularon los intereses de las ma­
también, inevitablemente, la exclusividad patricia sas con los de su. propia clas·e numéricamente re-.
en el gobierno. De h.echo, enseguida se exigió que �
duci a. A partir del 450, si .h ay alguna ·verd�d en
Jos plebeyos fueran asimismo admitidos en los car­ los mformes de los cronistas ( como seguramente
gos públicos. Por razones que desconocemos, los debe haberla) . no cesaron los recla mo� intermi­
patricios decidieron responder a esa exigencia sus­ tentes para que se distribuyera la :tierra y se anu­
pendiendo el Consulado por la mayor parte de laran las deudas, intensificados sin ' duda cuando
los ochenta años que siguieron y reemplazándolo malas cosechas o campañas desastros�s agravaban
por un colegio de tribunos militares ( funcionarios la aflicción. Millares de pobres, de . hecho, estaban
perteJ?.ecient·�S a un regimiento) COn poderes COn- asentados en el territolio de Veyos, (p�g. 17), pero

86 87
fines d�l siglo m, la gente privada d e tierra cons­
unos pocos años más tarde, el saqueo de Roma por
tituía tOdavía aproximadamente la mitad de la po­
los galos la . debilitó por una generación, el volu­
men de la deuda creció y no hubo más tierra con­
blación ciudadana ( pág. 29 ) .
quistada por compartir. Se dioe que Licinio y Sex­ E�l peso d e las deudas seguía siendo abrumador.
tio promovieron l�yes que facilitaban el pago de De vez en cuando tenemos noticias de moratorias
los empréstitos y limitaban la extensión de terreno en los pagos o cancelaciones de los intereses debi­
público que un hombre podía cultivar; probable­ dos. La tasa legal de los intereses era limitada· ii
mente la ley restringía también el número d.e ani­ f�nalmente se prohibió cobrar intereses. Esta le
f1guraba aun, en
y
males que podían pastar en las tierras sin cultivar.. el libro de estatutos del 89, cuan­
( No hay testimonio de que fuera sólo entonces do un pretor trató de aplicarla. Hada mucho que
.
que s·e les permitía a los plebeyos el goce de las era anticuada y quizá nunca se había he�ho efectiva.
tierras públicas, y no me parece plausible esta Ni siquiera resul·taba una ventaja para los que ne­
..
moderna · conj-etura. ) No conocemos Jos máximos cesitaban préstamos. ¿Quién iba a prestar sin espe­
fijados por la ley del 367; el límite de 500 iugem ranzas d e beneficio para �su capital, salvo a un
de tierra cultivable, que existía en el 133, es ex­ amigo?
·cesivamente alto en relación con la extensión del . En el 326 se abolió el nexum. Livio llamó a este
territ01io roma�1o; 1 debió d e haber sido elevado hecho un nuevo nacimiento de la libertad. Pero
más tarde. Existen1 buenas pruebas de la existen­ quizá su efecto no fue muy considerable. Proba­
ciá de multas por ' la transgresión del límite en el blemente significó que ya IÍo era permisible con­
298, para no mencionar la historia s�ún la cua¡ ceder empréstitos sobre la base de que el deudor
el mi.�mo Licinio fue multado por este motivo; es­ se convertiría automáticamente en esclavo de su
to. al menos, ilustra claramente la verdad de que acreedor, si no lograba pagar en el tiempo fijado.
no había identidad de interés económico et�tre · las En adelante fue necesario llevar al deudor a los
masas v los jefes políticos, sino sólo una alianza tr� bunales. Pero si no podía o no quería pagar, el
de conveniencia temporaria, indispensable para el tnbunal autorizaba al acreedor para aue lo con­
· buen éxito d e las exigencias políticas. finara en una prisión privada; eri el 216 se liber'ó
A partir del 366, Roma agrandó constanteme,nte de este cautiverio a centenares para que sirvieran
su territorio; la creación de diez tribus nuevas en­ en el eiército. Esto ejercía una ·fuerte presión so­
rtre los años 358 y 241, además de las cuatro ya bre -el hombre que teniendo bienes, se negara a
existentes en la tierra de Veyos, en territorio re­ declara ·l?s en el deseo d e mantenerlos unidos para

cientemente conquistado y colonizado, y la fun­ f
su amiha; c ntra el genuinamente insolvente, no
?
tema otro Objeto que el de la venganza. La deuda
dación de una veintena. de colonias latinas duran­
se consideraba casi un crimen, concepto todavía
te el mismo período, contribuyó no poco a · suavi­
no remoto en la mente de Cicerón. Y un acreedor
zar las demandas de redistribución de la tierra. La
racional, que creyera una locura encarcelar a un
clase gobernante pudo satisfacer el hambre de. tie­
deudor y mantener su mera supervivencia, podría
rra de los pobres sin ceder nada de sus posesio­
querer llegar a un acuerdo con el cual se pudiera
nes, y se beneficiaba del mayor poder que los
anular la deuda. Así, el nexu m pudo revivir baj(}
asentimientos daban a la dudad ( cap. I ) . Pero a

89
SS
una nueva forma. Esto estaba sucediendo en el 63' nos se asentaran en terreno virgen. Apio era el
( pág. 188 ) , y quizás algunas de las vividas des-
i

jefe de una de las más grandes casas patricias,


cripciones de los cronistas de las miserias de la Curio, un parvenu, pero ambos parecen haber si­
esclavitud por deudas a comienzos de la Repúbli­ do jefes populares; Curio, heroico general y ejem­
ca derivan de lo que ellos habían visto. En cuanto plo de la antigua frugalid a d, iba de un lado a
a los deudores que tenían propiedades y no paga- · otro escoltado por hombres armados, aterrorizando
han, a fines del siglo n se inventó un nuevo y du-· al Senado mientras éste era un protégé de Apio,
m procedimiento, de acuerdo con el cual se po­ quien hizo publicar los reglamentos de procedi­
dían vender todos sus haberes y privárselos de miento legal ( pág. 58 ) . Sus obras públicas procu­
muchos de sus derechos ciudadanos. raron empleos, como las de los posteriores "dema­
·El problema de la deuda provocó la última gran gogos". Apio fue quizás el primero en conceder
e:\'}Jlosión en la lucha entre las clases. Llevó una · el voto a los libertos,. pero censores posteriores
vez más a los plebeyos a la secesión en el 287. reduieron al mínimo el efecto de este hecho, res­
Como la secesión sólo era un arma efectiva si la . tringiéndolo, sin tener en cuenta el domicilio, a
efectuaban hombres capaces de prestar servicio las cuatro tribus de la ciudad; en éstas el voto
militar, debieron de haber sido los propietarios de los individnos contaba poco, iustamente por
campesinos los que sintieron su vida en peligro. ser las más numerosas. La controversia sobre el
Se designó un dictador llamado Quinto HÓrtensio voto de los. libertos muestra que el número de
( plebeyo ) . No sabemos qué forma de alivio halló esclavos aumentaba notoriamente, siniestro signo
para los inconven�entes inmediatos, pero debieron para el futuro.
de haber sido transitorios. Sin embargo, tuvo per­ Dionisia de Halicamaso subrayó la moderación
manente importancia el hecho de que haya pro­ manifestada. en la prolongada lucha entre las cla­
mulgado la ley de acuerdo con la cual S·e conce­ ses, en vívido contraste con el revolucionario de­
dió plena competencia legislativa a la asamblea rramamiento de sangre, tan frecuente en las ciu-
tribal con presidencia de un tribuno. En adelante, . dades griegas. Pero, ¿qué se habí� logrado? En
la mayor parte de la legislación fue obra de las la forma, un mayor control democrático, que re­
tribus y los tribunos. Roma tuvo entonces más sultó, a la larga, una mera ilusión. Los plebeyos
formas democráticas, pero el vasto tamaño del tuvieron que ser admitidos en los cargos públicos.
cuerpo ciudadano y el carácter deferencia! las ha­ Pero, al abandonar su monopolio, los patricios se
cía normalmente ineficaces en la práctica. aseguraron la continuidad de su participación en
Roma misma estaba convirt�éndose en una gran
· el poder. Surgió una nueva nobleza en la que s6lo
ciudad. Como censor en el 312, Apio Claudia unos pocos plebeyos fueron admitidos y que ·era
construyó el primer gran acueducto para su cre­ tan dominante como lo habían sido los patricios.
ciente población; Manio Curio añadió otro en el Sus intereses económicos y sus sentimientos oli-
272. Apio construyó también el primer gran cami­ , gárquicos no diferían en nada. El orden de la
no pavimentado. La Vía Apia, desde Roma hasta sociedad permaneció básicamente inalterado. Los
Capua, mientras que Curio drenó el lago Velino viejos conflictos sociales reaparecieron, pero a los
en el campo Sabino e hizo que millares de roma.... pobres les fue más difícil hallar campeones que·
. i
90 91
defendieran su causa una vez satisfechas las am­
biciones políticas de· los plebeyos ricos. No obs­
tante, durante casi un siglO y medio las energías
Iomanas se concentraron fundamentalmente en la
conquista del extranjero, y la colonizáción, conse­ IV
cuencia de estas conquistas, contribuyó a mitigar
el descontento popular.
I E T U D , 287-134
•LA E RA D E QU

11
1

j
l
1
Hacia el 287, los romanos habían penetrado al
mundo en el que los griegos estaban interesados. 1
El estadista e historiador arc;:adio, Polibio ( e 200-
12.0 ), pudo referirse a las crónicas griegas con­
temporáneas para dar cuenta del siglo m, y a su
propio conocimiento para los acontecimientos pos­
teriores; vivió durante un largo tiempo en Roma
y tenía intimidad con hombres pertenecientes a
los círculos gubernamentales, en especial, con Pu­
blio Cornelio Escipión Emiliano ( 185-129 ) , hijo
de Lucio Emilio Pablo, quien conquistó Macedo­
nia, y fue él mismo destructor de Cartago ( 146 )
y de la hispánica N umanci a ( 133 ) . Polibio utili-1
zó ta�bién los primero_s anales rom:.:mos. Los ex­
tensos fragmentos de esta obra inmensa y las par­
tes de la historia de Livio 1 basadas en ella, nos
suministran datos excelentes sobre las guerras y la
diplomacia romanas. Pero Polibio no teníá mucho
que decir sobre los acontecimientos internos. Tam­
1
bién los . cronistas, cuya obra es la base de Livio 1

y de nuestras otras fuentes, se concentran en los


) .
asuntos exteriores, y sus crónicas no están aún li­
bres de invenciones. Además, para muchos años j 1
S'
no han llegado hasta nosotros las obras de Poli-

1 En existencia, los años 218-168.


92 .3
93
'

i
bio y de L iv io, y ten emo s qu e con ten tarno s cod ·Por Ci erto , mer ecen at en cwn
· .
' a1 gunol s camb'1o s o
crón icas mu cho s má s breves, especialmen te las d� luohas in terno s. Despu és del 241, cu an do el n ú­
los gr iego s P lu tarco y Apiano , qu ien es escr ibieron mero de tr ibu s había sido au mentado a un má ­
en el s iglo n d.C.H ay mu y po ca literatur a ximo defin itivo de 35, pero an tes dell 218, la asam­
ro ma;.
n a con tempo rán ea.El tr at ado . so br e agr icu ltura y blea de centu rione s fu e ligeram en te r emo delada.
Jos fr agmento s de lo s di scu rso s de Marco Po rcio En adelante hu bo 70 y no 80 un idades de electo­
C at ón ( 234-149, cón su l en el .195 ) son de un v a­ r es en la pr imer a clase, do s po r cada tr ibu , un a
lor ex cepcion al; las co medias de P lau to (mu erto
en el 184 ) y T eren cio ( mu erto en el 159 ) con ­
1
de ho mbres de má s de 46 años y la o tr� de hom­
bres ent re lo s 17 y lo s 45 año s. Co mo . el n úmero
tien en abun dan te mat er ial qu e ilu st ra l a vida so ­ to tal de uni dades electo ral es era to dav í a de 193,
ci al, pero es a menudo difícil distingu ir en tre lo ya no había mayo ría cu an do estas 70 uni dades y
g:ue co piaron de lo s mo delo s gr iego s y lo que de­ las 18 de caballerí a est aban to das de acu er do ; al
nvaba de su . propia experien cia de Ro ma. meno s, lo s elec to res de la segun da. clase ten ían
No es sor pren den te qu e las fu en tes de qu e dis­ to daví a qu e ser con su ltado s. No o bs� an te, lo s r ico s
pon emo s no s digan r elativ amen te po co so br e lo s doniin aron la asamblea de cen tur ion es dur an te to ­
asun to s in terno s. La s gu err as, al meno s las so ste­ da la República. Es-to se o lv ida con facili dad. Po r
n idas �on Car tago, ten ían un a gran deza épica, y ej emplo , pu ede qu e concibamo s a 1 Mar io mera­
su s con secu en cias, esto es, el do min io de Ro ma men te co mo el favorito de lo s po br.es. D e hecho ,
!
so br e el Medi ter rán eo , fu eron in mediatament e pa­ lo resp aldaban r ico s qu e no eran mi embro s del
ten tes, mien tr as qu e lo s efecto s so cial es y econó­ Sen adó, y si no hu biera s ido por el apo yo de ésto s,
m ico s, an ter ior men te es bo zado s, se desarro llaron . nun ca habría sido electo cón su l. !
gr adu al y o cu l•tamen te. Lo s esfu erzo s ro mano s se T ambi én est aba cambian do el cará cter de l a
concen traron en la derro ta de lo s en emigo s extran ­ asamblea tribal. Las diez tribu s añadidas desde el
je ro s, y lo s con flicto s int erno s fu eron raro s. Salu s­ 358 se en con tr aban to das má s distan tes de Ro ma
tio o bserv ó qu e el per ío do de lu chas do mést icas qu e las qu e existían pr ev iame�te, y � lgun as se ubi­
comenz ó cu an do hu bo desapar ecido el temo r an - ' caban en lu gares mu y remotos.En un prin cipio , lo s
te Car tago; esto sólo su cediÓ cu an do su destruc­ pro pietario s má s po dero so s qu e po dían co stearse el
ción, en el 146, po rqu e au nq u e Carta·go no con s­ v iaj e, eran lo s qu e con tro laban su voto . A lgun as an ­
titu yó un peligro real después del 200, lo s su fri­ tigu as tribu s también r ecibieron territo rio s lejo s de
m ien to s de las gu erras ant erio res habían qu edado Ro ma, Po lia, po r ejemp lo, en la G alia Cisalpin a; en
tan gr abado s en la memor ia de lo s ro mano s, qu e • estas tribu s lo s vo to s de lo s r esident es en r egion es
no po dían apr eciar cuán debilitada había qu ed a­ tan distan tes deben de haber si do con muc ho so br e­
do Car tago . Lo s r edactore s de lo s an ales so stuv ie­ puj ado s po r lo s emitido s por el ecto res do miciliado s
ron con ciert a plau sibilidad que aun a pr in cipio s · to dav ía en las v ieja s zon as t ribales cercan as a la ciu ­
de la R epública, la agitac ión su rgió nor malmen te dad. P ero algun as an tigu as tr ibu s nun ca tuv ieron
entre lo s plebeyo s en año s de paz ext erio r. L a gr an des ext en siones de t err eno, o n in gun a an tes del
a paren te tranqu ilidad do méstica sella, así, la er a 90; er an tan pequ eñas qu e se habían conver tido en
descrita en este capítu lo . mero s apén dices de las famil ias no bles·, tanto má s

94 95
cuanto que las grandes propiedades, trabajadas por
extremo de esto . En el 79 Cicerón observó la in­
1'1
,,
'

mensa c�ncurrencia desde ·toda Italia, presente para


esclavos, estaban absorbiendo las tierras en torno ! .
las e eccwnes, los JUegos y los censos; cons tituye
­
de Roma. Cuando los campesinos libres se trasla una 1 1ferencia ilegítima considerar que fuera pri­
el censo lo que los había llevado allí,
daban, algunos a la · ciudad, de,bier on ser nueva­ :
mordialmente
miente registrados en las tribus correspondientes a o que todos los ciudadanos hubieran ido a Roma
su nuevo domicilio. No sabemos .con qué rigor lo p�ra ser registrados. No se habría podido alojar o
hicieron los censores. De cualquier manera, e n el
lapso de cinco años transcurrido entre un censo y
ahmentar a 900.000 hombres. Se refería sólo a los
hombres de peso, cuya opinión política inte.resaba y
el siguiente, algu'nos miembros de trib�s campesi­ que probablemente votaban en forma regular en Ja's
nas pudieron haber emigrado a Roma sin ser incor­ . eleccümes.
porados en las listas de las tribus urbanas; algunos
Como resultado de estos cambios, la asamblea de
de el<los, incluso, pudieron haber tenido preponde­
rancia, en las asambleas de asistencia mediocre; so­
�os centuriones, que elegía a los magistrados más
unp�:tantes, .la función más elevada del pueblo, se
bre otros miembros de las tribus que vivían toda­
volvw margmalmente me:1s democrática, mientras
vía ·en el campo. En 138.. Tiberio Graco, que in­
que la asamblea tribal, otrora democrática de ma­
tentaba ser reelecto como tribuno, trató de con.,.
quistarse el voto urbano cuando quienes lo apoya­
i
nera gradual fue cesando de ser representat va v lle­
gó a estar formada por los pobres urbanos, sal�o en
ban •en el campo' estaban ausentes por causa de la _
raras ocaswnes. A veces la dominaban agitadores
cosecha. Esto no habría tenido objeto si los ha­
populares, pero probablemente fuera de ordinario
_bitantes urbanos hubieran se¡2;uido controlando sólo
controlada por los ricos, de cuya liberalidad debe
4 votos de 35. Anteliormente había apelado al cam­ de •h aber dependido el proletariado. De hecho, el
pesinado, y és.te había concurrido para votar por él,
soborno directo fue volviéndose más v más común'
pero esto fue excepcional. ·Entre él 70 y el 28, las
listas electorales se revisaron sólo una o dos veces,
!
y a creciente frecuencia de leyes destinadas a re-
.
pnm1rlo dan testimonio ele su falta de efectividad.
si se las revisó r�almente alguna vez ( en esos años
Durante el ·siglo m, la fundación de colonia s
no se completó ningún censo formal), y no cabe·
contribuyó un tanto, pero no suficientemente a la
duda de que por entonces la asamblea tribal no re­
satisfacción del hambre de tierras . En el 232, el tri­
presentaba a todo el cuerpo ciudadano, sino sólo 'a
b �m � Ca�o Fla�inio adoptó una medida para la
la población urbana. Probablemente esto era así
di � tnbucwn de tierras en la costa adriática, que po­
desde mucho tiempo atrás.
sma desde hacía -cincuenta años. Probablemente las
Por el contrario, los residentes en Roma nunca ·
cla� es superiores la .habían explotado para sus re­
dominaron la asamblea de los centuriones, a la cual bano�, ?' el Senad ? s � opuso intensamente a la ley.
en ocasiones de importancia acudían los ricos desd.::
las regiones más distantes. El hecho de que en el
Flammw enfrento firmemente al Senado. Pucue
·

que haya hecho también algo por aliviar el peso ele


57, cua:ndo las centurias promulgaron una ley. de la deuda ( Festus 470, ed. Lindsay). El suministro
acuerdo con la cual se llamaba a Cicerón del exilio,
de empleo mediante la construcción de un circo en
pucHera éste decir que contaba con el entusiástico.
Roma, una carretera que conectaba a la ciudad con
asentimiento de toda ·l a Italia, constituye un ejemplo

97
96 ' ) ..
Himini y los nuevos asentamientos fue caracterís­ de ahí el hambre de tierras que Tiberio Graco in­
tico de este jefe popular; las versiones modernas de tentó satisfacer en el 133, cuyo origen debe busc�r­
esas obras todavía llevan su nombre. se principalmente en los 35 años transcurridos ante­
F,laminio no propuso la fundación de nuevas co­ l·iormente.
lonias, "bastiones del Imperio", sino el asentamien­ Polibio vio en la ley de Flaminio para la distri­
to esparcido de los pobres por una zona fronteriza bución de tierras el primer paso que llevó a la des­
donde su defensa se hada más difícil, y puede que moralización de la gente; probablemente escribía
esta medida haya resultado una provocación para después del 133 y lo consideraba un prototipo de
los galos, cuyo propio territorio estaba ubicado en Graco. Flaminio, como Graco, desafió al Senado con
un lugar adyacente; esto pudo hacerles temer nue­ su actuación. Los tribunos por entonces rara vez
vas incursiones de los romanos para arrebatarles te­ se comportaban de ese modo. Hab.ía muy escas a
rreno. Estas medidas también condujeron a la con­ . legislación "popular" o resistencia al gobierno del
quista de la GaHa Cisalpina, donde, entre el 218 y Senado. Tenemos notida de no menos de · tres le­
el 177, se establecieron nuevas colonias romanas y yes que de algún modo fortalecieron la protección
)atinas; cuando se tuvo seguridad de contar con de los ciudadanos contra el castigo arbitrario im­
condiciones más ordenadas, el Senado mismo pro­ puesto por los magistrados. Una de ellas prohibía
puso nuevos asentamientos esparcidos de romanos y azotar a los ciudadanos soldados con varas; como
latinos por Emilia y Piam'onte en el 173. Después resultado, en su reemplazo se utilizaron cañas. Pro­
de la guerra contra Aníbal, en el sur, también se bablemente el del'echo de los ciudadanos a apelar
confiscaron extensos terrenos pertenecientes a los a'l pueblo en contra de la pena capital se extendúó
italianos rebeldes, y, aparte de la fundación de al­ a las penas impuestas fuem de Roma, pero no pue­
gunas colonias, pequeñas en su mayoría, se asigna­ de nunca haberse aplicado a los delitos militares
ron tierras a los veteranos en Samnio y Apnlia. De -existen amplios testimonios de que los generales .
este modo probablemente se crearon más de 50.000 retuvieron el poder de ejecutar a los ciudadanos
pequeñas granias para romanos y latinos de la ge­ bajo su mando- ni a los crímenes comunes, y l a
neración posterior al 200. Los propietarios gober­ única sanción efectiva para l a observación del dere­
nantes, pues, compensaron a una alta proporción cho radic;aba todavía en la disponibilidad de] tribu­
de los que habían sufrido un prolongado servicio no para auHcarla o oastigar su violación ( pág. 86 ) .
militar y el consiguiente descuido de sus propias Fue precisamente en este período que el Senado de­
tierras, m ientras que la confiscación del sur y de signó ·Co�isiones extraordinarias para •someter a jui­
la Galia Cisalpina les dejó grandes extensiones que cio la vida de ciudadanos acusados dA conspiración
podían exulotar para sí mismos. Además, 1� tre­ y, en especia'l, . de participar en el culto secreto de ·
menda mortandad acaecida durante la invasión de Baca, considerado inmoral, sin que tuvieran dere­
Aníba<l había disminuido sustancialmente el número cho a apelar ( 186 ) ; los partidarios de Tiberio Gra­
de ciudadanos a los que debía asignárseles terre­ co fueron castigados de este modo en eJ 132. La si­
nos. Pero, · que sepamos, el asentamiento agrario tuación fue algo diferente cuando se formaron tri­
cesó casi por completo ah·ededor del 170, mientras bunales permanentes para delitos particulares por
que la conscripción siguió teniendo efectos directos; una promulgación popular. La primera entró en

98 99
1

funcionamiento en el 149; debía juzgar actos de Misteriosamente, la segunda de estas leyes de la


l¡ .
1
extorsión cometidos en las provincias, pero .Cicerón balota recibió el poderos·o · respaldo del princ ipa'l 1

afirma ( Brutus, 106 ) . que se crearon otr_os cuando noble de la época, Escip ión Emiliano. Su carrera, de
Cayo Carbo ( cónsul, 120) era joven, y es una su­ , modo extraño en verdad, prefiguró las de Mario y
posición improbable que todos los hibunales de · Pompeyo. En los años 148 y 135, el pueblo; condu­
.
tiempos de C icerón, que juzgaban asesinatos, esta­ cJ do por un tribuno, insistió en que se lo eligiera
,
fas, malversaciones, sobornos y traiciones, fueran consu l, cargo para el que no estaba legalmente ca­
creados por Sila. Antes del 123, los miembros de to­ pacitado y le co �1fió el mando contra Cartago y

dos los tribunales eran . exclusivamente s-enadores. Nui?anc1a respectivamente. Ordinariamente, la asig­
Sus veredictos no tenían apelación posible. · naciÓn de las provincias era una cuestión qúe los
Hacia el fin de este período encontramos testi­ cónsules debían decidir entre sí misn1os por acuer­
monios de que los h·ibunos tuvieron una mayor · di'i­ do o sorteo, mientras que correspondía al Senado
ponibilidad para adoptar un papel popular. Los la prolongación de su mandato más allá del año
homb1'es apelaban a los tribunos, con frecuencia en habitua'l; a Escipión debieron concedérscle dos años
vano, en casos de real o pretendida desigualdad en para que diera fin a cada una de sus t1.reas.
las levas militares; pero es significativo de la ere-· Disgus �ada por la incompetencia de los genera­
ciente opresión con que se ejercía la conscripci6n, les escogrdos d� ac erdo con el Brincipio de que a

el h-echo de que e� los años 151, 149 y 138 de hecho cada noble deb1a darsele su oportunidad y la inne­
impidieron la leva. cesaria p�olon�ación de gravosas campañas impues­
·E l control independiente por la asamblea estaba tas por dicha mcompetencia, la asamblea afirmó <m
limitado no sólo por el hecho de que únicamente los control soberano; su derecho a hacerlo iba a con­
magistrados presidentes tenían iniciativa y sus mo- vertirse en una exigencia "popular" durante todos
. ciones podían ser detenidas por vetos y artimañas los últimos tiempos de la República. Pero Escipión
sacerdotales, sino también por no existir el voto se­ fue proba�lemente algo más que un héroe de gue­
creto; los humildes ciudadanos em�tían su voto bajo rra: corte.Jo el favor de las masas y era acompañado
la inspección de los hombres a cuyo poder y patro­ al foro por m a cla �u_e de libertos y otros plebeyos.
. L ho :
nazgo estaban sometidos . La balota fue introducida Su atmgo
� llego mclus o a proponer un proyecto
por leyes tribunalicias, por primera vez, en las elec­ de ley_ agrana gue pudo haber anticipado en parte
ciones del 139 y luego, para las cortes, en el 137; la la que habn,a ele promulgar Graco, pero se ganó
traición fue exceptuada hasta el 107, y la balota no el sobrenombre de "Prudente" al retirarla en defe­
se incorporó a l� legislación hasta el 131. El secre­ rencia a las objeciones senatoriales . De hecho, Es­
to no fue probablemente efectivo hasta el l.l9, cuan­ cipión y sus secuaces no apoyaban coherentemente
do Mario, como tribuno, hizo más difícil para los las causas populares, y no tardaron en con tarse en­
"guardianes de la balota", pertenecientes a la clase tre los opositores de Graco. No fue manifiesto tam­
alta, ver cómo eran emitidas. Cicerón iba a deplorar poco que las leyes de la balota hayan altcmd o sns­
innovaciones que hacían más fácil para los votantes ' tancialmente el carácter de la po1ftica roman a. Por
la aprobación de medidas malévolas ( Leyes, Ill, cierto, la misma especie de hombres siguió asumie n­
34) . do los cargos públicos después de que el voto s ·

lOO J01
hubiera vuelto secreto, y el proyecto de ley agra­ contaron ·con sólo seis cónsules entre el 366 y · el 49,
ria de Graco, golpe asestado contra las prerrogati­ los plebeyos Fulvios tuvieron 17, y los plebeyos Ce­
vas y los intereses de la clase gobernante, poderoso cilios Metelos, 18; dos herm!lnos pertenecientes a es­
como el que más, se promulgó antes de que la ba­ ta casa desempeñaron cargos públicos en el 143 y el
lota se hubiera introducido en la legislación. Las 142, y seis de sus hijos en la generación sigtúente.
leyes de la balota de los años 139 y 137, resultan Cicerón observó con mofa y escarnio que Lucio.
interesantes fundamentalmente como la resistencia Domicio Ahenobarbo había sido destinado al con­
a la conscripción y las agitaciones en nombre de Es­ sulado desde su nacimiento (A AticQ, IV, 8�, 2 ) ; lu
cipión, porque señalan el creciente descontento co�1 obtuvo consecuentemente en el 54. Tales hombres,
el gobiemo de la nobleza y una nueva disposición dice, reciben honores del pueblo cuando duermen.
por parte d e los tribunos a actuar como campeones P?�o importaba �1 talento que pudiera tener un in­
del pueblo. . �1v1duo; entre si, los oligarcas estimaban la igual­
l)urante la mayor parte de este período casi to­ d �d. ·L a reelección s·e limitó y terminó por prohi­
das las leyes propuestas por ellos habían recibido buse, para que tantos como fuera posible tuvieran
la sanción del Senado, al que convenía inducir a los su turno; la incompetencia era corri�nte. Pero la ri­
tribunos a iniciar los nuevos estatutos que deseaba queza .era esencial; sin ella incluso las familias pa­
promulgar. Se empleaba también a los tribunos pa­ tricias languidecían en el olvido, como la rama del
ra vetar acciones de magistrados que el Senado de­ clan Cornelio resucitada por Sila. También en esto
saprobaba o acusar ante las centurias a ofensores los plebeyos podían ponerse a la par de los patri­
que habían provocado su disgusto. Los tribunos no cios; ¡os Licinios Crasos adquirieron el sobrenom­
hacían casi nada sin que el Senado o una facción bre de Vives; y Marco Livio Druse, tribuno en el
important·e dentro de él lo instigara. ( Livio, X, 37 ) 91, era el hombre más rico de Roma y pretendía
los había llamado en tiempos más tempranos "ense­ para s í el título de ,"patrono" del Senado. Ya se�
res de la nobleza", anacronismo que se volvió luego mencionó la riqueza en tierras de Domicio ( p áa: b
veraz. Se les permitía asistir a las reuniones del 58 ) . 1
Senado; muchos eran senadores, otros eran nobles 1E1 carácter exclusivo de la nobleza no debe exa­
y el resto estaba constituido generalmente por se­ gerarse. Las viejas familias estaban siempre agoni­
cuaces de las familias nobles. �ando y desapareciendo sumidas en la pobreza;
El término "noble, significaba literalmente "no­ hombres nuevos" tenfan que reemplazarlos. Casi
table". Caracterizaba no sólo a los patricios, sino a en tod a década más de una familia obtenía su pri- ,
,
mer consul, generalmente después de haber ocupa­
los descendientes de plebeyos que hubieran sido
cónsules, dictadores o tribunos, o quizá también u do cargos inferiores durante generaciones. Era mu­
todos los miembros de tales familias. cho menos común que a�guno se elevara a la cum­
:La nobleza plebeya rivalizaba ahora con los pa­ bre sin que su familia hubiera pasado por este pe�
tricios y a menudo los superaba. Nadie igualó a los ríodo de aprendizaje; eran "hombres nuevos" en el
patricios Cornelios, dan con muchas ramas, en el pleno sentido. Cicerón fue el primero ( en el 63)
número de magistraturas por ellos obtenidas, pero d�1rante treinta años, y aún él, a men�1do menospre­
mientr�s que los Julios, el clan patricio de César, ciado por los nobles, pudo ganarse 1 finalmente su

102 103
apoyo. Catón d Viejo estuvo aliado de modo seme­ descubrieron los Gracos, .cuando la autoridad del
jante con un patricio, Valerio. Sólo Mario, entre eS·· Senado y los intereses de la nobleza en su coniun­
tos nuevos hombres, ganó las elecciones contra los to se .veían amenazados. Para Salustio la nobleza,
deseos más o menos unánimes de la nobleza. Los. constituía una única facción cuya coherencia le da­
mismos nuevos hombres fundaban linajes nobles. ba vigor contra las masas esparcidas y desorgani­
Cicerón describe a su hijo como "sumamente no­ zadas.
ble". En su tiempo el bi�nieto de Catón fue uno de Los nuevos hombres no formaron una facción
los principales j efes de la nobleza. propia, sino que se unieron a las que ya existían.
La nobleza y el Senado· estaban divididos en Además, una vez establecidos, tenían tanto interés
facciones. Está a:h9ra de moda argüir, partiendo de como : el que más en mantener el orden vige�te.
dudosas inferencias, que estas facciones eran a me­ Habían alcanzado un alto rango y eran ricos desde
nudo alianzas familiares hereditarias. No hay testi­ un comienzo; de otro modo la política les hubiera

monio explícito d¿ esto para ningún período, y en
i
estado vedada. Provenían d1.1 la clase conocida como
1
la época que mejo� conocemos, la de Cicerón•. la teo­ la de los Equites ( jinetes ) , cuyas fortunas los cali­
ría manifiestamente se derrumba. Las am1stades, ficaban para servir en la caballería. Los E'quites
que ocasionalment� se apoya:ban en genuinos senti­ era:n con justicia llamados "lecho de semillas" del
mientos, eran de hecho con mayor frecuencia cone­ Senado. Estaban emparentados por vínculos matri­
xiones políticas, pero surgían, se disolvían y ·se reno­ moniales con senadores y aun con nobles; comían
vaban con sorprenaente rapidez. Ni siquiera las fa­ con ellos; participaban de las mismas aspiraciones
milias estaban unidas, y en las guerras civiles los intelectuales y sociales y,' en general, sus intereses
parientes adoptabp.n posiciones opuestas. Marco económicos eran idénticos.
Bruto, a cuyo padre Pompeyo había matado, abr�­ Los más importantes, "la rflor del orden" según
zó la causa de ést·é en el 49; perdonado y promovi­ opinión de Cicerón, eran los contratadores estata­
do por César, lo a�esinó . .Su compañero en la cons­ les o publicanos·. Hasta entonces no .habían adqui­
!
piración, otro ex partidario de Pompeyo a quien
. rido el derecho · de ".cosechar" los impuestos direc­
César había honrado, Cayo Casio, tenía · dos her� tos en las grandes provincias, esto es, de recauda1�
manos que lucharbn por César. Estos ejemplos po­ ellos mismos los impuestos o disponer su cobranzn.
drían multir)licars� infinitamente. ·Bruto y Casio, y guardarse los beneficios con sólo garantizar la en­
sin duda, actuaron para servir a los intereses de la trega de una suma determinada al tesoro. Las cuo­
República tal como ellos los entendían; a otros pu­ tas de grano y frutos obtenidos en Sici1ia eran de
do haberlos guiado la conveniencia personal hecho "cosechadas"; pero los contratos se hacían en
•En los tranquilos tiempos del siglo n, podemos• la provincia y los romanos normalmente no inter­
también suponer que los que se combinaban y re­ venían en las licitaciones locales. Sin embargo, los
combinab;:m constantemente para promover su pro­ publicanos romanos arrendaron al Estado ]as ricas
ph carrera o su propia fortuna, o la de sus amigos, minas españolas y probablemente recau da ron dere­
o para favorecer lo que ellos consideraban el bien c11os de aduana en Italia y otros lugares. Healiza­
del Es tado, eran más bien los individuos que las ron también contratos para entregar pertrechos de
familias. Y rivalei o enemigos se unían, como lo guerra y construir y reparar ed ificios públicos. Lo�

114 ·
1 105
con tratos corrcs p ondínn a las ofertas más conve­ La evaluación de la fortuna ecuestre en los úl­
n ientes en las licitaciones celebradas por los cen­ timos tiempos de la -Repúblic� no era el� vada, unos
sores cada cinco años. !El Senado podía modificar­ 1 00.000 denarios. Al 5 % habnan producido 5.000 al
Jos. Que los S·enadores no pudieran beneficiarse le­ año, pero aun un caballero de los circu �os de Ci­
galmente por la participación en estos contratos cerón habría necesitado 125.000 (Paradq as ele los
que ellos controlaban, constituía una sabia medida; estoicos, 49 ) . Naturalmente, muchos E quites po­
no podemos saber si se la respetaba o no, pero los ·
seían mucho más que el mínimo; algunos eran muy
que tenían un papel pi·eponderante en los c �ntra- ricos. Pero casi todos los romanos más ricos de la
tos los publicanos par excellence, por definicion no
·

,
República que podamos nombrar eran senadores.
eran senadores. Se jugaban grandes sumas; muchos En general debemos suponer que su fortuna con­
hombres importantes tenían intereses en las com­ sistía fundamentalmente en la posesión de tierras
pañías, que debían mantenerse en existencia mien· y que la mayor parte de los Equites eran, como l?s
tras durara el contrato y podían renovarlo transen· senadores, propietarios de tierras. Para no refenr­
rridos cinco años. Les era necesaria una organiza­ nos a individuos, esto puede demostrarse con res··
ción bastante elaborada; sus oficinas principales se pecto a los publicanos en cuanto a clase. Para l�s
encontraban en Roma v sus intereses a menudo cho­
· sumas que debían al tesoro, debían . tener ga� antt"
caban con la política pública. Constituyeron, por
en tierras. Sólo por las tasas de Asia despues del
tanto, ·grupos de presión siempre presentes. En loe:;
123, eran responsables probablemente de una deu�
años 169-168 la saveridad mostrada por los censores
da de 15 millones al año; para cubrir esta suma, Sl
Tiberio Sempronio Graco y Cayo Claudio en la
no cinco veces más ( para un contrato de cin�o
concesión de contratos ·enfureció tanto a los publi­
años ) , tenían que dar en prenda enor�es P!Ople­
canos que urdieron que un tdbuno acusara a los
dades. Gneo Plancio, el publicano mas emment�
censores, que escaparon por un muy estrecho mar­
en tiempos : de Cicerón, poseía tierras en el fért1l
gen. Su influencia no dependía sólo de su riqueza,
distrito de . Atina. 'La mayor parte de los otros
Equites, co�o el padre de Ciceró�, eran pro�able­
sino también de los servicios que hubieran presta­
do al Estado, muchos de los cuales de ahora en ade­
mente simules caballeros campesmos. Los nego­
lante serían desempeñados por funcionados.
cios" de ultramar podían consistir en la propi edad
Otros Equites estaban empeñados en "negocios" de . tierras. Atico, amigo de Cicerón, tenía vastos
de otro tipo; solían ser, por efemplo banqueros, terrenos en Epiro, y existen muchos otros ejemplos.
prestamistas o comerciantes. Ha sido costumbre Otros eran prestamistas, 'pero también los senado­
agruparlos junto con los publicaJ?.OS y llamarlos a res prestahan dinero y con frecuencia Jo tenían en
todos negociantes, en contraste con la clase oficial abundancia.
de terratenientes en el Senado. Algunas veces se Los senadores no eran por cierto comerciantes en
considera que los Equites. eran los hombres adine­ el sentido ordinario del término, como lo enm al­
mdos par excellence. También en este caso se su­ gunos de los Equites; esto es, no compraban ar­
pone que los intereses comerciales provocaron a tículos para volver a venderlos. Una misteriosa ley
menudo conflictos entre ellos y el Senado . Nada de del 218, que sólo Flaniinio respaldó en el Senado,
esto resulta válido. les prohibía ser propietarios de barcos de un ma-

106 107

J
yor tonelaje que el necesario para transportar los
productos de sus propias tierras. Sobre esto Livio
mer tipo de ·conflicto ( pág. 107) la posibi lidad
del segundo fue mayor después de que Cayo Graco
.
confiara el cobro del diezmo asiático a los pubH­
1

' 11
1

1
observa brevemente ( XX!I, 63 ) : ":Se consideraba '

que toda clase de ganancia -era impropia de los canos, pero en el 168 el Senado había rehusado
arrendarles minas en Macedonia porque, según lo
l
1
padres". Por sí solo, su comentario resulta absurdo; l
aun los s enadores, como la ley lo reconoce, tenían s�� tuvieron, s i l? hacían, los nativos sufrirán opre­
que vender sus productos y obtener beneficios ele swn. Los pubhcanos eran los más ricos de los
ellos. En este sentido rest11ingido existen abundan­ Equites, y sólo ellos estaban organizados. En mu­
tes pruebas posteriores d e que eran comerciantes. chos pasajes en los que Cicerón habla de los Equi­
Y �hacia el siglo 1,: la interdicCión de la posesión tes, el conte!{to nos revela que se refiere a los pu­
de excesivo tonelaje en barcos resultaba anticuada. blicanos. Resulta pues tentador adscribir conflic­
No obstante, .a ninguno de ellos se lo llama arma­ t?s entre las clases simplemente a la incompatibt­
.
dor, comerciante o banquero. Estas empresas no hdad de los mtereses de los publicanos con las exi­
se consideraban seguras ( pág. 41 ) y podemos du­ gencias de 'la ·política pública. •Pero puede que no
dar de que los Equites empeñados en ellas fueran sea ésta toda la cuestión.
habitualmente los más ricos o los más influyentes Polibio decía que el "pueblo'' dependía en parte
de su clase. Los intereses comerciales no eran tam­ del Senado porque casi todos estaban empeñados
poco idénticos a los de los publicanos que reca11- · en los contratos públicos ( aun antes del 123 ) a
daban derechos de aduana sobre los productos traí­ los cuales el Senado podía examinar, y en parte
dos por mar; en el 59 se registra una controversia por.que sólo los senadores podían decidir los casus
entre ellos. civiles y criminales más importantes en los tribuna­
' l�s. Como los pobres no tenían dinero para inver­
La hipótesis s egún la cual la clase ecuestre como
tir y generalmente no pueden permitirse litigios,
en todo tenía intereses económicos comunes que
con la palabra "pueblo" debió de referirse a los
divergían de los senatoriales, carece pues de soli­
dez v los :intentos para demostrar que deseaban ricos no pertenecientes al Senado a los que se cono­
cambiar la política exterior del Senado, en prove­ cía socialmente, esto es, a los Equites. Eran los
hombres a los que no les gustaba ser llamados
"clientes" ( pág. 77 ) . Deseaban tener la apariencia
cho de sus intereses comerciales para cuya refuta·
ción no tenemos espacio aquí, han sido todos des­
baratados; ,<; on aún menos pl>!usibles para los años
y, seguramente, todavía más,. la realidad ' de b crozar
a nterio-re<; al 80. rn�mdo muchos o la mayor parte de independencia. Esto es lo que Cayo Graco les
de los comerciantes italianos en e'l exterior eran aseguró al concederles dereoho de iurisdicción
aliados sin derecho a voto y con influencia muy ( pág. 132 ) . Y lo que más hizo por la división entre
las clases fue la prolongada disputa sobre el con­
limitada . P.ero los intereses de los publicanos po­
dían chocar tanto con los del tesoro, del que el trol de los tribunales ( 123-70) . No cabe duda de
Senado era celoso guardián ( salvo contra sus pro­ que los Equites deseaban ese control porque les
·
pios miembros ) , como con los de los contribuyen­ ofrecía un medio de aplicar presión sobre el Se­
tes provinciales a quienes era su deber proteger. nado en beneficio de sus propios intereses mate­
La severidad de los censores del 169 ilustra el pri- riales o, más bien, en el de los publicanos . Pero,

108 109
como lo dice Cicerón, su derecho jurídico también rían eliminar · el gobierno senatorial, sino partici­
les dio una posición de "dignidad" o "esplendor". par en él, avanzar en la escala social o, cuando
En una sociedad aristocrática, esto era altamente menos, dividir los beneficios del gobierno; sobre
apreciado. tod� exigían que se mantuviera el orden y los
Y eso no era todo. �Indudablemente algunos Equi­ derechos de propiedad. En las grandes luchas que
tes como Atico, preferían una vida que les permi­ ocupan el siglo siguiente, su conflicto con la no-·
tiera tranquilidad pdvada, o bien ·eligieron los be­ bleza desempeña un papel secundario; no obstante,
neficios de la celebración de contratos que les es­ en definitiva, ellos fueron los verdaderos ganado­
taba negada a los senadores. :Pero otros tenían la res. En tiempos de Augusto, la vieja nobleza casi
ambición de emprender una carrera· pública. De
no haber sido esto así, el Senado no habría podido
!.
1
había desaparecido y fue reemplazada por hom­
bres nuevos pertenecientes a 1� clase ecuestre y,

1
nunca obtener todos los reclutas de que tenía ne­ sobre todo, a las oligarquías municipales.
cesidad. Como dictador, 1Sila dobló el tamaño del
Senado e incrementó el núme�·o de ma,gistrados jó­
venes recurriendo a "los mejores Equites". El se­
1
nado de los días que siguieron a Sila estaba lleno
de tales l10mbres. Pero aún después de Sila, la ex­
clusividad de la nobleza 'les hacía difícil avanzar
demasiado leios. Mario, respaldado por los Equ-i­
tes de entre los cuales surgió, se elevó al consu-i
lado cuando esta exclusividad estaba duramente
atacada. El resentimiento debió de haber estado
presente allí desde antes y persistió. Cicerón y Sa­
lustio, senadores de origen ecuestre, le prestaron su
voz. La relación de los Equites con la nobleza no
era diferente a la de los plebeyos ricos con los pa­ 1
tricios antes del 366, y las· ambiciones que algunos
de ellos abrigaban no diferían de la de los caba­ ¡'

1
lleros italianos ( pág. 2·5 ) , quienes constituían una '

gran parte de la dase después de que se les con­


cediera ciudadanía ·a Jos aliados. De este modo,
las aspiraciones políticas, como también los inte­
reses económicos especiales, podían volverlos opo · !

1
sitores de la nobleza en ciertas ocasiones y parti­
darios de los reformadores sociales. Pero, en el
fondo, no sentían ninguna simpatía por los pobres.
Eran propietarios de tierras y acreedores, no hom­ 1
bres despojados de sus tierras o deudores; no que- !

l lO
!
1
111
V

R E F O R MA Y R EACCióN, 133-79

' '

Todos los historiadores de la In glaterra del si­


,,

glo xrx saben que los católicos se emanciparon


' '
antes de la primera Ley de Reforma y que esa Lf'y
' .
no concedió el voto a las clases trabajadoras, sea
como fuere que se interpreten esos hechos. En d
período ·que vamos a considerar ahora, asuntos de
casi la misma magnitud nos resultan oscuros. El
·1
\ '
orden exacto de los acontecimientos es a veces in­
cierto. El contenido de una ley compleja puede
resumirse -o distorsionarse- en una única oración.
Las fuentes con frecuencia se contradicen. Todo
esto pone de relieve la subjetividad inev;itable de
toda investigación 1histórica; hay casi una di feren­
cia cualitativa entre un análisis de este. período y
el de tiempos en los que la abundancia de material
conduce sólo a diferencias de selección y énfasis.
En lo 'que al breve esbozo que sigue concierne�
algunas de las incertidumbres que no s emh:n·!!an
no interesan, pues afectan detalles que clehen ig­
n orarse, pero no puedo evitar la afirmación de he­
chos que no concuerdan con todos los test i m onios
de que clisnonemos y que otros pueden negar; in­
dicaré ()'IJOrtnnamente de q ué hechos se trata.
Con frecuencia oscuro para nosotros, el neríodl)
era bien conoc.iclo en la Antrgüedad. Livio lo n ap·ó
COn abundantes d e t all es , V COmO '} lahÍ.a rrnniCaS
contemporáneas muv acabadas, incluidas h.s rne-

113
morías de algunos de los principales actores como vista resulta equivocado. La historia de Salustío
Sila, puede suponerse que su registro de todos los está teñida más bien de un elevado tono moral,
asuntos de mayor importancia, especialmei�t,e los extraño en un hombre de su pasado. Ensalzó la�
ele conocimiento público como la promulga�wn de cualidades con las que los romanos habían ganado
leyes, por ejemplo, era exacto. ·Pero sobrevive sól� su dominio : frugalidad e industria, coraje y disci­
en epítomes magros y poco confiables. Las cróm­ plina, devoción a los dioses y al Estado, buena fe
cas más completas con que contamos son las de y la justicia que demostraban para con sus aliados
escritores griegos posteriores a Apiano y Plutarco, y subordinados. En los viejos buenos tiempos los
y éstos son con frecuencia cle�ectu?� os y se basan había inspirado una pasión por' la verdadera glo­
en fuentes que no podemos 1denhf1Ca�·, o evaluar ria que merecía la "_virtud". Pero el Imperio y las
con cmúianza. Es escasa la compensacwn que nos riquezas habían corrompido a la clase gobernante
brinda el hecho de que tenemos ahora alguna in­ con el lujo y la avaricia, la arrogancia y la ambi­
formación documental sobre la historia interna de ción personal, vicio que estaba sólo "más cerca
Roma, pues consiste en fragmentos de inscripcio­ de la virtud" que la codicia.
nes que a menudo plantean más problemas que los En un · famoso paralelo entre Catón y C��ar, a
que resuelven. Nuestro más temprano t� stlgo �s quienes consideraba como los dos grandes hom- .
Cicerón que nació en el 106, y que no solo hab1a bres de su tiempo, aunque alaba a ambos por sus
leído detalladas cró1úcas perdidas para nosotr� s, elevadas cualidades, dice de César que "anhelaba
sino que había conversado con hombres que asis­ para sí un gran poder, un ejército, una nueva gue­
tieron o participaron en las transacciones de la épo­ rra en la que pudiera .resplandecer su virtud"
ca, pero sus numerosas alusiones a e�os, aunq� e (Cq,tilina, 54 ) ; esto era muy claramente ambición
. .
de gran valor, son a menudo emgmáhcas o tem­ y, de acuerdo con 1Salustio, la ambición era, jun-'
das con sus propios prejuicios conservadores. .Su to con la avaricia, una de las dos causas principales
contemporáneo más joven, Salustio ( c. 86-34 ) , tam­ .¡ ele la decadencia romana. Sugiere claramente que
bién escribió monografías, todavía existentes� so?; e 1
a 'Mario lo manchaba el mismo defeC'to. Un frag­
la guerra contra Yugurta y � obr� la conspuacwn mento de sus Historias (,J, 12 ) ejemnlifica su pro­
.
de Catilina en el ·63, y una h1stona, ahora perdida pia pretensión de estar por encim.a de las diferen­
,excepto unos pocos fragmentos, ·que cubre los cias partidarias: "Una vez que fue superado el
años 78-67. temor a Carta�ro y que los hombres gozaron del
Un pa1'Venu del país sabino, S alustio, fue t':r�u­ ocio indisnensable para proseguir con sus pronias
lento tribuno en el 52 y sirvió con escasa· distin­ rivalidades, hubo numerosas perturbaciones, tumul­
i : ción a César cuando éste fue dictador, antes de re­ t-os y, finalmente, estallaron las guerras civiles; unos .
1
1
1
tirarse de la política con dudosa reputación �or�l, pocos hombres poderosos, bajo cuya influencia ha­
para dar voz a su nostalgia escribiendo 1� h1ston� bía caído la mayoría, escudándose tras la honora­
que ya no era capaz de hacer. Como hab1a asu.ml­ ble pretensión de apoyar al Senado o al pueblo
do la facCión "popular" en política y su admira­ común, buscaron el poder personal. No ganaron el
ción por Mario y César es manifiesta en su obra, renombre de buenos o malos ciudadanos mediante
se lo acusó de prejuicio partidario. Este punto de el servicio prestado al Estado; fueron todos co-

1 14 115
\

nuptos por igual. Se consideraba bueno a un hom­ pureza de motivos, aunque según su opinión mos­
bre en proporción a sus riquezas y a la fuerza de uq e traron muy poca moderación una vez alcanzado el
disponía para ejercer el mal, simplemente porque triunfo provenían del más alto rango social; su
defendía el statu qua. 'Esta mordaz denuncia de padre había sido .el estricto cens�r del 169 ( pág.
los conservadores que pretendían ser boni ( bue­ 107 ) su madre, la hija del Gran Escipi6n el Afri­
nos ) ' atribuye con razón mayor parte en la culpa cano, vencedor de lA.níbaL Tiberio era yerno de
a los que constituían el gobierno; pero no oculta Apio Claudia, jefe de una poderosa casa patricia,
los interesados motivos de sus oponent�s. Salustio y Cayo, de Publio Craso ( cónsul en el 131), el ro­
castiga con frecuencia el or�llo de la nobleza, mano más rico de su tiempo. Tanto Ap10 como
pero como escribe en la década del 30, cuando Craso apoyaron las reformas de Tiberio; y el ht.:r­
h abían sido casi enteramente desplazados por los mano de Craso, que fue cónsul durante el tribu­
"hombres nuevos'', dice que mientras que los últi­ nado , de Tibedo en el 133, ofrecía asesoramiento
mos habían otrora acostumbrado superar a la no­ le<Yal. Algunos estudiosos suponen que el principa l
bleza en "virtud", luchaban ahora por �anar el po­
der y los cargos públicos mediante "el robo y el
i bJ
o etivo de Tiberio era establecer el dominio de una
facción familiar, pero no hay en las fuentes de que
bandolerismo". Condena todos . los elementos polí­ 1 disponemos nada que apoye esta opinión; ellas lo
.
ticos de la sociedad romana contemporánea con ! describen como el verdadero autor dP sus desig­
incesante severidad imparcial.
El moralizar de Salustio no se adecua mucho al
. .¡ nios y .no como la parlanchina marionA�"a de Ario
· ·
o nin .glÍ.n otro, mientras que sus enemi qos preten­
gusto moderno y su idealización de la antigua Ro­ 1 dían que había sido separado del Sen::�do nor cau­
sa de un rencor particular y lo acusab�n de inten­
¡
ma es groseramente exagerada, pero el hecho de
que atribuyera la caída de la República a la .ava­ tar convertirse en tirano. 1Sería ingenuo pemar que
ricia y la ambición no es más que una formulación 1
Tiberio y sus amigos fueran indiferentes a la po­
1
sucinta de algo que difícilmente puede ser negado. 1 pularidad que todo beneficio conferido a las masas
La "avaricia" de la clase gobernante se reflejaba i tiende siemp re a ganar, pero resulta excesivamente
en la miseria y el descontento de las masas, de lo 1
clínico afirmar que todos los reformadores deben
r
que Salustio ( a diferencia de Cicerón ) era clara­ ) actuar siguiendo motivos egoístas tan s6lo, y �o
·
contamos con información alguna que nos perm �a
'
1

mente consciente, y en este contexto de malestar,


¡
la ambición de hombres como Mario y Sila, Pom­ 1 leer la mente del mismo Tiberio. Tuvo que buscar
peyo y César, iba .a hacer naufragar el orden es­ el apoyo de unos pocos parientes p� rque la m ay o r
tablecido. l 1 parte de los miembros de su p �opm clase est �?a
Salustio reconoció tamb1én que los conductores 1 en su contra. Aun su cuñado y pnmo por adopc10n ,
de ambas facciones eran ''unos pocos hombres po­ 1 Escipión Emiliano, que se encontraba en España
1
derosos". La revolución comenzó sólo cuando "se 11· cu an do ovó
,
la nueva de su muerte, citó un verso
encontraron hombres de la nobleza que prefirieron
la verdadera gloria al dañino dominio". Tiberio y l de Homero:

Cayo · Sempronio Graco, a quienes alude, los úni­ "Así perezcan todos los que c��o él ofendieron"
y volvió para entorpecer la pohtlca de Graco, ast
cos políticos excepto Catón a los que concede ;

1 16 117
como sus amigos íntimos habían ya perseguido a propia olase. De acuerdo con la opinión tradicio­
los secuaces de Graco. Explicar la crisis del 133 nal a la ·que el viejo Catón prestó su voz, los
en términos de disputas faccionales constituye un granjeros eran los mejores soldados. Como tradi­
error fundamental. cionalista, Tibeiio intentó hacer revivir al campe­
Tiberio se interésó por el empobrecimiento de los sinado del que se reclutaban los miembros de ias
ciudadanos y el aumento de la mano de obra es­ legiones.
clava. Al viajar por el territorio romano situado Proyectaba distribuir la tierra pública en.tre los
sobre la costa etrusca, sintió gran aflicción al ver pobres, de la que grandes extensiones habían sido
grandes propiedades cultivadas exclusivamente por "ocupadas" sencillamente para cultivo exclusivo de
esclavos. La formidable rebelión que durante añm "propietarios" o servían como teneno de pastoreo
había asolado Sicilia y requerido un cónsul para común. Me parece probable que el derecho a apa­
que pudiera ser aplastada, despertó en el 133 e1 centar los rebaños sobre esa tierra pública y aun
recuerdo de los levantamientos de esclavos en la l el derecho de cultivarla �haya .s ido esencial para
los pequeños propietarios, si lograban obtener lo
Italia de los años 198, 196 y 185. Además, los es­ l
. ¡ bastante en sus minúsculos terrenos para la sub­
clavos no podían utilizarse para luchar por Roma,
como se podía hacer aún con el proletariado libre 1 sistencia de la f.amilia ( pág. 60 ) . Pero por enton­
11 ces la mayor parte de la tierra pública había pa�
1
en casos de emergencia. Y la continua reducción
del número de campesinos que iban convirtiéndose sado a manos de los ricos, y los límites dictados
1
en labradores sin tierra, no sólo disminuía el nú· por la ley sobre la extensión que podían ocupar
l
·
m.ero de assidui ( pág. 27 ) , sino que constih1Ía tam­ ( 500 iugem) y el número de cabezas de ganado
bién una amenaza para la futura propagación de
la �aza italiana. Los indigentes no se podían per­
f que podían pastar en los dominios desocupados
( pág. 60) habían ·caído en desuso. Los que ocupa­

1
. ron la tierra terminaron considerándola como pro­
mitir casarse o "criar" niños · es decir los que!
pia y la utilizaron como dote, la hipotecaron y la
' '
,
na cian eran abandonados y, o bien morían, o eran \
.
cnados como esclavos. Aun el censor del 131 Ouin­ 1 vendieron; incluso edificaron en ella sus villas v
to N,Ietelo, uno ele los opositores de Tiberi;, �om­
parha su temor de que la población decreciera. \
1
1
sus tumbas familiares; en la práctica1 la distinció;
entre tierra ocupada y propiedad se había desva­
necido. Si ahora se los hubiera desposeído, habrían
En cifras absolutas, el número de ciudadanos ro­
manos registrado por los censores era por cierto considerado ese hecho una expropiación. Pero Ti­
mayor que dos generaciones atrás, pero las ten­ berio les propuso mantener la posesión de no más
dencias eran en verdad siniestras. Tiberio, que se de los 500 iugera previsteis por la ley, más 250
había distinguido en el ejército, puso de manifies­ para cada hijo ( o quizá para cada uno de los dos
to que uno de sus objetivos era el mantenimiento hijos mayores ) ; -el terreno excedente debía quednr
del poder militar romano, y aunque hablara con disponible para ser distribuido' en pequeñas asig­
emoción y probablemente con sinceridad de la naciones hasta . un máximo quizá de 30 iugera.
11 ·La gente acudió del campo para aprobar el pro­
miseria de los pobres que habían luchado por su
'1
¡1
patria, el interés del Estado era lo que sin duda
primaba en su mente; a éste subordinaba el de su
yecto y para oponerse a él. Los opositores llevaban
las de perder. Existe claro testimonio de que los
1
118 119
. '
pa rtidario�· :a� 'Tiberio provenían fundamentalmen­ la nobleza ayudaron a asesinar a Tiberio. Es un
te de la polj>lación rural; tal vez fueran arrendata... . completo error suponer que el pl� n de Tiberio ?
rios que .esperaban obtener tierra propia, pequeños eualquier otro plan agrano postenor fueron desti­
propietario� _que deseaban la seguridad para sus nados a la población m bana o que ésta se haya
hijos menores o labradores desprovistos de tierras sentido atraida por ellos; también lo es suponer
que residían en la ciudad. Sin duda algunos cam­ que fracasaron simplemente porque sus beneficia­
pesinos desplazados se habían trasladado a Roma rios no estaban habituados a h·abajar en el campo.
en busca del ·o·abajo casual que pudiera haber allí. Los propietarios ricos lograron que otro · tribuno,
Por cierto, la ciudad crecía grandemente; a prin­ Marco Octavio, vetara el proyecto de Tiberio. Des­
cipio del siglo n se ·habían construido nuevos mue­ pués de prolongados altercados, Tiberio aceptó lle­
lles .Y mercados, y fue necesario más que duplicar varlo ante el Senado �uyo consentimiento había
las reservas de agu'a mediante la edificación de ·descuidado , aun cuando la costumbre constitucio-
los acuedúetos de 1Marcio y Tepulano en los años nal lo requería; no cabe duda de que hab'1a pre-
144-140 y )27. La primera de estas obras fue muy · visto gue ese consentimiento no sería dado, como
costosa y es probable que haya requerido mucho de hecho no lo fue. Como Octavio se rehusó a re­
traba·i o;· al ser completada debió de haber cundido tirar su veto, Tiberio presentó otro proyecto para
la aflicción de la desocupación. Algunos de estos deponerlo. Esto carecía de todo precedente y des­
campesinos desplazados fueron, sin duda, los que truía una de las salvaguardas de la constitución.
llenaron la ciudad de proclamas en 1as que se ani· · Sus enemigos dijeron que había violado el caní.�­
maba a Tiberio en su proyecto. Pero en el " 129, ter sacrosanto del tribunado y menoscabado la li­
Escioión Emiliano podía reprocharles a las mul­ bertad de un h·ibuno aun cuando hubiera sido para
titudes su · extracción servil; para ellos "Italia no nroteger a los ciudadanos. No obstante Polibio ha­
era sino una madrastra", y podemos suponer que, bía escrito ( V'I, 16) que un tribuno debe "siempre
como en tiempos de Cicerón, el número de liber­ hacer lo que al pueblo le parezca acertado y acep­
tos preponderaba vastamente por sobre el de los tar siempre su voluntad", y por cierto que no se
nacidos libres ( pág. 62) y no tenían con la tierra conoce n.ingún tdbuno que hubiera despreciado �:1
conexión algt�na. En general los hombres domici­ voluntad manifiesta de la asamblea como habja
·

liados en la ciudad desde hacía mucho tiempo no intentado hacerlo Octavio. La defensa de Tiberio
tenían ningttna inclinación ni aptitud para �1 tra­ consistió en sostener que el pueblo era soberano
bajo de labranza; en el 63, Cicerón iba a apelar, v que los tribunos eran sus criaturas ( Plutarco,
.contra el proyecto de ley agraria de Rulfo ( pág. Tiberio Graco, 15 ) .
J 82 ), a su preferencia por la vida ciudadana con El proyecto de ley fue promulgado y se d� sig­
sus dúdivas y espectáculos, y aún antes de que nó un triunvirato en el que figuraban el m1smo
el Estado h1,tbiera , comenzado a distribuir grano Tiberio, su joven hermano Cayo y su suegro, Apio,
en forma gratuita o a muy bajo precio, las gran­ con el objeto de que fuera aplicada. Esta comisión
des casas debieron de haber mantenido a clientes tenía plenos poderes para medir la tierra pú�lic � ,
pobres; · en el 100 y el 87 las multitudes urbanas 1 ,
decidir en toda disputa sobre titulas y dtstnbmr
.estaban apegadas a sus patrones,. y los clientes de 1

1
parcelas entre los pobres. Su composición era cons-

120 121
j1
l
titucionalmente anómala; se consideraba impropio rios rurales de Tiberio habían abandonado Roma,
que el autor de una ley o sus parientes fueran y como las elecciones se celebraban en tiempos de
miembros de una comisión establecida por · esa ley. cosecha, no podía contar con su regreso. Intentó,
]>ero no podía confiarse en que otros verdadera­ congraciarse con el proletariado urbano; cómo, no
mente llevaran a cabo la medida. lo sabemos. Algunas fuentes le atribuyen la pro�
'Se necesitaba dinero para equipar las nuevas puesta de reducir el período de servicio militar y
granjas y el que controlaba el tesoro era el Sena­ la de transferir los derechos judiciales del Senado
do; aparentemente Tiberio había olvidado en su a los Equites; dudo de que puedan ser meras in·
ley la adquisición de fondos. 'Pero la suerte le lle­ venciones. Para su propia protección se rod�ó de
gó del cielo. Atalo HI, rey de Pérgamo en el oeste una guardia que, según se dice, contaba con 3.000
de Asia Menor, legó a Roma su propiedad personal miembros. Todo esto de nada sirvió. Muchos de·
y su reino . Tiberio promulgó una ley por la que . sus colegas se opusieron a su reelección, y mien­
el tesoro real debía destinarse para equipar las t·ras en la asamblea se discutía, el Senado se reunió
granjas y por la que el pueblo se reservaba el de-' y decidió impedir un golpe rev�lucionario antes de
r·echo a decidir cómo debía administrarse el reino. que fuera demasiado tarde. El cónsul, Mucio, se
Esto era una intrusión en el dominio de las finan­ rehusó a autorizar un recurso ilegal a la fuerza,, \
zas, la política éxtranjera y la defensa, pertene­ pero una facción de senadores, conducidos por el
ciente al Senado; pues la aceptación del legado Sumo Pontífice, Escipjón Nasica, primo de Tibe-
implicaba un nuevo empeño en ultramar y, de he­ .' rio, se retiró apresuradamente con sus seguidore;;;
cho, hubo que vencer una grave rebelión ante! el público, deferentemente, les abrió camino; Ti­
de que Roma pudiera hacerse cargo del reino. De berio huyó en defensa de su vida, pero fue muerto
este modo, pues, se le dio al . principio de control a palos junto con muchos de sus partidarios. ( Las
democrático la más amplia extensión. En la prác­ circunstancias exactas en que esto ocurrió se des­
tica significaba que Tiberio era quien tomaba las criben muy variadamente y nunca quizá se narra- ,
decisiones, y stL<> enemigos pretendieron que ten1a. ron con fidelidad. ) Este fue un simple asesinato,
intenciones de Jlegar a hacer de sí mismo un "rey" pero respaldado ex post jacto por los cónsules del
o un tirano, y lo amenazaron con procesarlo cuan­ 132, quienes condenaron a muerte a muchos más·
do se cumpliera su año. Salió al encuentro a esta. de los que apoyaron a Tiberio, alegando que ha-·
amenaza tmtando de ser reelecto; se cubriría du­ bían sido conspiradores revolucionarios; Escipión
rante otro año con el carácter sacrosanto de los Nasica ocupó un asiento como miembro de la cor-
tribunos. Pero, si lo haoía por un segundo año, te en lugar de ubicarse en la barra, aunque no
¿por qué no más? Además, la reelección para los .tardó en hallar prudente abandonar Italia.
cargos más altos era ilegal y podía argumentarse El justificativo del cargo contra Tiberio era su
que era, cuando menos, constitucionalmente im­ conducta inconstitucional; el Senado no se aven­
propio para el tribunado; destruía el principio de turó a anular la ley agraria, y la comisión, altera­
rendimiento de cuentas. Esto dio un nuevo color da en cuanto a los miembros que la componían,
a las manifestaciones hostiles. siguió sus tareas, pues las trf�us siempre elegían
Una vez promulgada la ley agraria, los partida- a partidarios de los Gracos. Hubo infinitas dificul-

122 !23
11

'l '
tades para co pletar la medición de las tierras y a los italianos ricos de que entregaran la tiernt
para resolver controversias acerca de los títulos. pública a su cargo a cambio de la concesión d�
El problema era tanto más delicado cuanto que privilegios políticos; les propuso darles la elección
muchos terrenos estaban en poder de pueblos e entre la ciudadanía y el dereoho a apelar contra
individuos aliados; los ricos "posesores" italianos los magistrados romanos. Se dice que no recibi�­
trataban de proteger sus propios intereses alegan­ ron la propuesta con desagrado, pero que el Se­
do oficialmente� en nombre de las ciudades que nado no la aceptó, y Flaco partió a una guerra.
controlaban, que se rompían tratados o, en el me­ El resultado inmediato fue la rebeli.ón de la co­
jor de los· casos, "derechos" aliados ( probablemen­ lonia latina de Fregellae, que fue fácil y despia­
t e derivados dy la mera costumbre ) , si se los pri­ dadamente reprimida. Fue probablemente por e n ­
vaba del exceso de tierras por sobre el máximo tonces cuando el Senado decidió apaciguar' a la
legal. Escipiónl Emiliano hizo suya esta causa; en clase gobernante de las ciudades latinas conce­
f�l 129 se las compuso de algún modo para trans-1 diendo la ciudadanía a los que hubieran ocupado
mitir la jurisdicción de la comisión a uno de los cargos públicos locales. Hasta entonces no había
cónsules, que no tardó en dirigirse a una provin­ · habido entre todos los italianos un abrumador de­
cia: el trabajo se suspendió. Escipión murió re­ seo de poseer ,la ciudadanía romana, pero la idea
pentinamente poco después, y, según rumores, su iba a ir fermentando gradualment� en sus mentes
muerte fne causada por un veneno ,administrado hasta que tuvo por r�sultado la desastrosa explo­
nor un partidario de los Gracos o por su mui·er, sión del 91. De visión más amnlia que sus con­
hermana a su vez de los Gracos; por supuesto, tempm1áneos, Cayo Graco decidió solucionar la
no hubo prueba alguna de esto. Según parece, la cuestión sin mayor demora gue la requerida par•t
C'omisión recuperó sus poderes, quizás en el 128; organizar un apoyo tan extenso como para que
de cu al qu i e r modo. por ese entonces tenía muchos aun una medida que de por sí no tenía atracción
terrenos por distribuir. Probablemente no pudie­ alguna nara ningún elemento de la sociedad ro­
ron echar mano a las posesiones italianas, y si es mana, pudiera adoptarse por su sola autoridad.
u n .hecho ( lo ,cual no es tan seguro como mucho-:; Llegó a ser tribuno en diciembre de 124. Ha­
creen ) que los italianos no tenían parte en las. bía sido elegido en cuarto lugar sol amente, quizá
asi gnaciones, eso puede haber sido una represalia porque sus enemigos se las compusieran para im­
por la intervención de los magnates italianos. Ló· pedir que muchos de sus partidarios emitieran s u
gicamente, el interés de Tiberio Graco por man­ voto; sólo pudieron aclamarlo desde las ventanas
tener el poder militar de Roma debió de haberlo y los techos. Inmediatamente adquirió en el Eshl­
vuelto tan solícito para con los aliados como pat"<l do una posición de dominio. No hubo posibilidad
con los ciudadanos, y tal era el caso de acuerdo de oponerse a su reelección e incluso ·impuso su
con Apiano; que Cicerón lo negara puede bien <>er candidato, Cayo �anio, para el consulado del 122.
testimonio de su mala voluntad. Aún más elocuente que su hermano, fértil en ide<lS
U no de los comisionados, Marco Fulvio Flaco, y de ilimitada energía, hah.ía aprendido del fraca­
el último de una gran familia: en ocupar el con­ so de Tiberio y debió su triunfo al hecho de ha­
sulado ( en el 125 ) , tuvo esperanzas de convencer ber advertido que un reformador no podía apo-

124 1 25
yarse sólo en el campesinado, sino que tenía que es así, sobreestimaba por cierto la con�tancia del
vencer al Senado mediante la creación de una electorado. ¿O estaba consciente, como lo sugieren
coalición de otros intereses. algunas: anécdotas, de que la actitud asumida por
Los esfuerzos de Tiberio por ganar a la plebe él estaba · condenaba a la destrucción y se contentaba
urbana y a los Equites no fueron premeditados y con dejar tras sí un gran nombre: el de quien habría
J legaron demasiado tarde; de acuerdo con Veleio efectuado muchas reformas útiles y creado una es­
( H, 3, 2 ) "la mayor y mejor parte de los E quites" tructura política más .equilibrada. Quizá sería erra­
( evidentemente propietalios · de tierras perjudica- · do suponer que tuviera un único propósito deter­
dos por su ley agraria ) y. "las plebes no convenci­ minado. Puede que haya pensado que cada una ele
das por los malvados des�gnios de Tiberio" se ha­ sus medidas era defendible de por sí y, al mismo
bían unido para lincharlo. Con la última expresión tiempo, que cada una de ellas contribuía al buen
Veleio indudablemente quiere decir lo mismo que éxito del resto y de su propio poder.
Tácito cuando habla de los "sanos plebeyos uni... Los objetivos de Cayo son muy difíciles de de­
dos a las grandes casas'' ( Historias, 1, 4 ) . Cayo terminar, ya que no hay acuerdo acerca del orden ·

intentó quizá separarlos de sus patrones, sin düda ·


en que sus medidas se promulgaron. Pienso que
para ceder a los Equites una participación en el todas pevtenecen al 123, pero me limitaré a agru­
gobierno que le permitiera contrabalancear al Se­ parla� aquí de acuerdo con su contenido.
nado. Pero, ¿con qué fi.n? ·Nunca lo sabremos. De­ Los fragmentos que han llegado hasta nosotros
be de haber odiado a los hombres que habían de una ley agm11ia posterior, del 111 ( pág. 137 ) ,
perpetrado o permitido el asesinato de su herma­ muestran que Cayo promulgó una ley sobre las
no, pero después de transcurridos diez años es di­ tierras públicas que reemplazaba a la de su her­
fícil que lo haya dominado el resentimiento per-1 mano. En las fuentes literarias apenas se la men­
sonal. Era demasiado perspicaz como para suponer cionaba; esto sugiere que no introdujo nin gún
que en la República otro cuerpo que el Senado nuevo principio, sino que meramente incorporó en­
pudiera conducir el gobierno. En su ley sobre lasi miendas dictadas por la experiencia. Pero Cayo
provincias consulares, tenemos un indicio para sa­ · fundó o propuso la fundación de algunas colonias;
ber cuál sería · su pensamiento; éstas dehían ser una de ellas; la de Capua, no llegó a nada ( la co­
asignadas por el Senado, solo conocedor de 'las misión de Graco no perturbó a 1 los que ocupaban
necesidades, pero antes de las elecciones, de mo­ entonces ]as tierras de Campania ) , pero se envia­
do que el pueblo pudiera elegir hombres para de­ ron colonizadores a Tarento y S�laoium en el sur;
sempeñar tareas definidas de antemano. Pero el y puede que en otros lugares alg'unos de los coloni­
Senado no tenía control exclusivo de la política.\ zadores enviados por Graco · se .hayan organizado en
La conducta del propio Cayo muestra que soste­ colonias con poderes locales de auto�obierno. Más
nía que la asamblea podría intervenir en cualquier importante aún} s·e estableció una colonia allende el
campo mediante una legislación que un tribuno mar en la parte fértil de Cartago, abandonada des­
podía promover. ¿Soñaba con ser un Perides ro­ de su destrucción en el l46. Cartago había sido un ·
mano que :guiara a la República con su autoridad! gran centro comercial, pero resulta dudoso que se
y se . mantuviera en su cargo año tras año? Si esto haya tenido la intención de que la colonia hereda-

126 127
>
1 1
'
ra ese destino; Apiaúo dice que se aprobó ese asen· pos de rAugusto el costo de la ropa se volvió a des­
tamiento porque: se creía que en Africa se podían contar de la paga. Sin d.uda se sostuvo que los gas-
obtener buenas cosechas. De acuerdo con Plutarco, tos públicos te,nían que ser reducidos . ·
las colonias italianas estaban destinadas a los "ciu­

dadanos más respetables", y e,n :Cartago las �s na­
Era vano suponer que los pobres que vivían en
Roma pudieran o quisieran asentarse en el campo.
ciones .podían llegar a un maxtmo de 200 tubera, Al ser muy escaso el empleo regular ( pág. 61 ) , di­
cuyo cultivo requeriría más trab�j o que el que hu­ f,ícilmente hubieran podido subsistir a no ser por
.
biera podido consagrarle la fam1ha de un solo co- las dádivas y el alojamiento ofrecido gratuitamente
. lono. Entonces, , tal vez las colonias no estuvieran por las grandes familias. Para aliviar su miseria,
destinadas al sostenimiento de labriegos, sino para si
no !también para reducir su dependencia de los pro·
lucro de hombres de sustanciales recursos. .Pero es­ píos 'adv.ersarios políticos, Cayo dispuso uqe reci·
ta conclusión no es segura. Como en el caso de otras · hieran mensualmente
raciones de grano a un precio
colonias italianas anteriores, podría ser que se con­ fijo, subsidiado por el Estado; de acuerdo con los
cedieran asignaciones de terreno de gran extensión principios democráticos griegos, según los cuales
a unos pocos colonos con d objeto de atra�r a hom­ los · ciudadanos, como los accionistas, tenían dere­
bres capaces de administrar una nueva cmdad; la cho a la obtención de dividendos provenientes de
.
extensión promedio de los terrenos pudo .saber s1do los fondos públicos, no .había prueba de medios, co­
considerablemente más reducida. La afirmación de mo sucede en nuestro propio estado de bienestar
Plutarco deriva ' de la propaganda antigraquiana, y social. Sin embargo, en la práctica, la medida be­
puede qu·e la verdad subyace�te h �ya. sido que
1
neficiaba sólo a los pobres residentes en Roma. No
Cayo concediera tierras a los hiJOS m �s 10venes ?e tiene sentido considerarla incoherente con la políti­
los labriegos qt�e ya posdan un� propiedad �edl�­ ca agraria graquiana. Quizá las dádivas atrajeron
na aunque ins1,.1ficiente para ahmentar a vanos hi­ a unos pocos que no podían vivir decorosamente en
jo;. El modo más adecuado de concel¡ir los nlanes el campo, pero el hombre no puede vivir, aun físi­
coloni�leo; de C�yo es considerarlos una prolonga� camente, de pan solamente, y hasta el 58 las distri­
.
ción de la nolíti ca de rehabilitación del campe<>i­ buciones no fúeron gratuitas. Para el pago de la
nado se!!uida por su hermano. Pero el orovecto de renta, la ropa y otros alimentos, en Roma los pobres
asentamiento allende el mar era una n ?vedad at�c siguieron dependiendo de las grandes casas. Cayo
ib� a ser desaüollada en gran escala solo por Ce- no había logrado, como lo muestran muchos inci­
sar ·v sus sucesores. dentes, volverlos enteramente independientes.
1 C�yo construyó también caminos que pueden ha­ No podemos comparar el precio fijado, que ha
ber resultado ventajosos para los colonizadores gra­ sido registrado, con el del mercado, pero debió
quianos. La ley según la cual debían ser recluta­ de
haber sido significativamente más bajo; los adve
dos los muchachos de menos de 18 años y l a de que

sarios de Cayo se queaban de que éste estaba ago­
se deb1a dar ropa gratuita a los soldados, también tando el tesoro. Quizá para limitar los gastos en
beneficiaron al campesinado, que era el proveedo: tiempos de escasez, se empeñó en un programa de
de legionarios. La segunda ley evidentemente ?ayo construcciÓii de graneros, en los que podían alma
­
en el olvido después de su muerte, pues en hem- cenarse los productos de cosechas abundantes, corn-

i28 129
prados baratos. Como los caminos, también los gra- · la Antigüedad, salvo cuando se lograban sumas to­
neros procuraron empleo. Pero, en este momento, pe en comunidades que podían permitirse utilizar
también costaron dinero. Cayo necesitaba nuevos publicanos propios para cobrar lo que tenían que
i ngresos. Sus discursos, según se nos dice, eran los pagar. Todos los publicanos eran opresores; en los
de un campeón del tesor.o. Instituyó nuevos clere­ Evangelios los pequeños hombres de Galilea se cla­
ehos de aduana, presumiblemente en Italia, pero en sifican entre los pecadores. Pero para los contribu­
lo principal debió considerar las provincias. Con ca­ yentes había una gran diferencia entre los residen­
da una de estas medidas, el beneficiar a los pobres res locales, quienes no podían ser del todo indife­
en Italia implicaba incrementar la explotación de rentes a la presión de la opinión pública, y las dis­
Jos subordinados a Roma de ultramar. tantes comPañías romanas, con vastos rPcnrsos e
El tesoro del reino de ,Pérgamo1 ahora la provin­ influencia sobre el gobierno. Cayo no pudo ser in­
cia de "Asia", ya había procurado el dinero para consciente de la iniusticia y la miseria de las que
equipar las granjas de los colonizadores graquianos. era causa: en el 1 68 el Senado se ne!!Ó a dar en
La administración de la provincia .había sido or­ arriendo a loe. n11hlicanos las minas de Macedonia,
ganizada en el 129. A partir de entonces debió pa­ en parte nor cama de este riesgo.
gar tributo ( Veleio, H, 38, 5 ) , no sabemos de acuer­ ·P ero su medida no sólo hizo posible la financia­
do con qué sistema; un documento al <!ue gener�l­ ción de sus reformas sociales; debía ganar el apoyo
mente se le atribuye la fecha de ese ano, se rehe· de los Equites más ricos, quienes podían contar con
re a una disputa entre la ciudad de Pérgamo, in­ enormes ingresos tomados del legÍ'timo porcentaje
mune a las tasas, y los publicanos1 a los que qui­ de sus cobranzas, como también de extors-iones ile­
zás hasif:a entonces, sólo les habría concernido f\1 gítimas. Tampoco fue ésta la única manera en la
co'bro de ingresos provenientes de antiguos reinos, que solicitó su favor. Los miembros de la corte, que
y no de ciudades · anteriormente s.ometidas a los re­ iniciaban procesos por extorsión contra los magis­
yes. No cabe dhda de qe Cayo pronml�ó una ley trados romanos y los gobernadores provinciales,
según la cual los ingresos de Asia debían ser co-: eran senadores ( pág. 100 ) , y en algunos juicios re­
hrados por publicanos romanos baio contratos de cientes habían mostrado flagrantemente ser dema­
cinco años librados en Roma; esta lev constituyó la siado venales o demasiado parciales para con miem­
base de la tasación en Asia hasta la dictadura de ·bros de su propia clase como para hacer justicia.
César. Parece bastante claro 'que las ciudades hasta Cayo transfirió el derecho de ocupar un asiento en
entonoes exceptuadas debieron ahora nagar un diez­ los altos tribunales a los Equites. Pero esto signifi­
mo sobre la producción. También existían derechos caba ·que los gobernadores no cobraran más de lo
de aduana y tasas sobre el ganado. f1 l l e cobrab �n que debían: podían encontrarse a la merced ele la
diferentes compañías. Asia era, con mucho, la m.as clase en la que los publicanos predominaban ( pág.
rica de las posesiones romanas y, sin lu�ar a dudas, 106 ) . Por tanto, así se agravaba la opresión del sis­
el nuevo procedimiento producía ingresos mucho tema publicano. En el 92, de heoho, la corte ecues­
más elevados que el antiguo. 'En ausencia de una tre iba a condenar y arruinar a un eminente miem­
!! adminish·ación pública, el empleo de· p�1blicanos bro consular de destacada rectitud, Rutilio, que ha­
1¡ parecía necesario; constituía . una práctica común en bía comprobado su rapacidad en Asia. Que sepa�
i'
,¡¡
!1
1 130
t

1!
mos, este caso es casi único, pero Cicerón, aunque . �
tarde de acuerdo con e mismo modelo para juzgar
siempre amigo de los Equites, admitió en el 70 que ,
· en casos de ofensa pohtiCa, que acrecentó la contro­
avaros gobernadores habían t�nido que adular ser­ versia entre Senado y Equites, la segunda de· estas
vilmente a los publicanos, y que muchos habían medidas fue ignorada por la mayor parte de las
sufrido por haber actuado en contra de los intere­ mismas autoridades. No obstante tuvo alguna éonse­
.
ses y deseos de esa clase ( Contra Ve1'1·es, II, 3, 94 ) . cuencm. En el pasado, como lo muestra Polibio
Diodoro dice casi lo mismo ( XXXIV-XXXV ) , re-· ( pág. 1 09 ) , los Equites habían tenido que ceder an­
flejando los puntos de vista del historiador griego t � el 1Senado, pues eran sus jueces en los casos d-i
contemporáneo Posidonio: viles . y crimin ales más importantes. P-ara que los
Algunas fuentes afirman en términos · generales Eqwtes fueran verdaderamente indeuendientes' te-
'

que Graco transfirió las "cortes" a los Equites, pe7:o man que tener participación en todrt jurisdicción,
Plutarco registra una ley según la cual se divid� aunque no hubiera resultado prudente ni aproba­
la jurisdicción equitativamente entre senadores y ble eliminar oor entero a los senadore<; de la tarea
Equites, mientras que el maltrecho Epitomatus de pues ellos eran los que tenían más exneriencia ;
Livio, quien no menciona legislación alguna de las cono;imientos legales. Que el interés de Graco tra�­
cortes, dice que promulgó una ley por la que se cendia de los casos de extorsió n, en los gue úni­
camente los senadores podían asumir 1� defensa,
debían agregar 600 Equites al Senado. Esa adición,
resulta obvio no sólo por la afirmación de Plutarco
por cierto, no se hizo, pero se supuso con frecuen-:
de que el obietivo de su reforma juricdi ccional era
cia que Plutarco o bien el Epitomatus nos dan no­
ticias de un proyecto abrazado por Graco y aban­
volver a los senadores menos formid1.hles ante el
pueblo corriente y los E quites, sino � clP.n�ás nor el
donado más tarde en favor de una ley por la cual
testimonio de Aniano, según el cual había hecho de
los senadores se excluían completamente de la ju­
los Equites jueces de todos los romanos v los ita-
risdicción. 'Pero un cambio tan radical de planes -
había constituido la especie de detalle bjo ráficog lianos.
en que Plutarco se hubiera deleitado e intentado Estas medida s judiciales no fueron populares .
explicar. Según m i opinión, lo que afirma Plutarco Una de ellas fue adoptada por la may01•Sa de una.
es en �eneral correcto y sostiene la mutilada ver­ sola tribu entre un total de treinta y cinco. El pue­
sión del Epitomatus, en la ·que se confunde la lish blo corriente no sentía amor alguno nor los Equ i­
de mi embros del Senado con la de los mjembros t�s. Eso no le importaba a Cayo. Varrón iba a de­
de las cortes. Livio, por supuesto, debió de haber Cir que su legislación había vuelto l-.iréfalo al Es�
estado en lo cierto. Por tanto, debemos distinguir tado. Hombre apasionado, se dice que lo expresó
dos medidas; una que impedía a los senadores la de modo más dramático, protestando de que hu-�·
iniciación de juicios por extorsión, pues su parcia­ hiera dejado una espada clavada entre las costilla<;
lidad estaba probada;_ la otra daba a senadores y del Senado ( Diodor·o, XXXVH, 9 ) .
Equites igual derecho a integrar las listas de per­ �
·E� taba también ecidido a proteger al pueblo
sonas para juzgar casos civiles y criminales . Como cornente contra el eJercicio unilateral de la justicia
ésta era la com1_3osición de esos tribunales en los por una corte senatorial que habia provocado la
caso s de extorsión y de otras cortes constituida;; más muerte de los partidarios de su hermano. Proba-

132 133
blemente su primera medida fue declarar por ley gar sólo lo que estaban dispuestos" (Nonio, 728 ) .
que no podía someterse a juicio la vida de ningún La persistencia del problema de la deuda es inte­
ciudadano, salvo que el pueblo lo ordenara. Eso resante. Un tal Catón� probable graquiano, propu­
dejó abiet'ta la posibilidad de que el pueblo mismo so una ley en este tiempo, para regular las tasas de
formara tribunales permanentes para juzgar cier­ interés. Tal vez Cayo deseaba sólo encontrarse en
tos delitos ( como el asesinato ) , cqsa que hizo, pe­ una posición que le permitiera hacer cumplir sus
ro puso fin en Italia de cualquier modo al sistema medidas. Pero colegas hostiles se negarou a reco­
por el que los magistrados podían condenar baio nocer los votos emitidos en su favor v no le fue po:.
'
el asesoramiento de un consejo por ellos elegido. sible voh:er a su cargo. :En el 121 se promulgó una
Quebrar la ley o aun prOtJOner quebrantarla, era; ley para noner fin a la colonización de Cartago.
de por s.í un delito capital, y cuando a esto se le. Graco, alocadamente, recurrió a la fuerza para re­
dio un efecto retroactivo, el cónsul sobrevivienrte sistirla, pero el cónsul Opimio estaba bien prepa·
del 132 tuvo que exiliarse. rado: tenia en la ciudad tropas extranjeras, caso
El objetivo último de Cayo era elevar a los . lati­ sin precedentes. Tanto los senadores como los Equi­
nos a la ciudadanía, y a los otros italianos al de­ tes se arm�ron v arrnaron a sus sirvientes para re­
recho latino. Pero tuvo que postergar su proposi­ primk el desorden. Cayo y Flaco, cónsul en 125 v
ción has-ta el 122, y entonces había perdido su in­ aliado de sn confianza, fueron aninuilados, v Opi..
fluencia. Estuvo ausente durante mucho tiempo mio arrestr) v ejecutó ( según se dice ) a 3.000 de
mientras organizaba la colonia de Cartago. La in­ sus oartidario!i.
clusión de italianos entre los colonos despertó ce­ Al tomar esta medida, en flagrante contradicción
los y la elección de un ·lugar que había sido .pre­ con la reciente ley de Graco, Opimio tuvo el apoyo
viamente maldito inspiró temores supersticiosos. En . del llamado "último decreto" del Senado, que se
Roma su colega Marco Livio Druso le hizo sombra había promul gado entonces por primera vez y esta­
con insincera demagogia, al proponer colonias que ba destin�n() � que los magistrados protegieran la
nunca se fundaron y sugiriendo que podían satisfa­ seguridad del Estado. �Esto no les confería ninguna
cerse los reclamos de los aliados, si se les otorgaba el nueva autoridad, pero indicaba que el Estado se


1!
'1
1:
derecho de apelar contra los magistrados romanos.
Si propuso un proyecto de ley a este efecto, no fue
nunca promulgado, pues aún los latinos siguieron
encontrabA e'l oeligro y se justiHcaba que actua­
ran de acuerdo con el principio de que la más alta
ley es la seqnridad pública, sin tener en cuenta los
sometidos a la vara romana hasta el 51. El propio estatutos. Ü""�imio fue por cierto procesado ante las
)' protégé del cónsul Cayo Fanio, s e volvió contra él - centurias, oero fue tambi:én absuelto. Las clases sú­
1 argumentando que si la ciudadanía se extendiera, periores, aun los Equites, no podían perdonarle a
1 los .habitantes de Roma ser.ían expulsados de sus Cayo el a�aJto al orden público y aceotaron la de­
l¡ sitios en los espectáculos y las asambleas. La pro­ fensa de Onimio, esto es, que la muerte de Cayo y
posición de otorgar la ciudadanía fue veta.da o de­ sus partid�rios había sido justa.
rrotada. Cayo presentó su candidatura una vez más, Esta alianza entre senadores y Equites hizo que
pero ya no tenía programa positivo alguno, a no un intento del Senado, para anular la legislación
ser la esperanza que les daba a los deudores de "pa- · judicial de Graco, resultara inop01tuna. Pei'O sí se-

134 135
anuló la coloni:Zación de Cartago ( aunuqe los colJ­ para proteger las pequeñas propiedades. Después
nos, probablemel}te pocos, que ya se habían instala­ de la muerte de Cayo, la primera medida tomada
do allí, no fueron molestados ) . T�ambién se modificó por la reacción fue abolir la ley. Los ricos pudie­
la ley del grano ,p ara reemplazar una extravagante ron comprar el desalojo de los colonos. Luego se
"largueza'' ( Cicerón, Oficios, H, 72 ) por la mode­ interrumpieron las dis1tribuciones y la comisión se
ración. Según conj-eturo, las nuevas distribuciones disolvió. S·e exigió a los poseedores que volvieran
se asemejaban a las previstas por una ley del . 73, a pagar renta, y se aplicaron los p1'0cedimientos a
que se destinaban sólo a 40.000 beneficiarios; en las "distribuciones", quizá simplemente para pagar
ambos casos, para poder ser beneficiario, era nece­ el subsidio estatal al grano en Roma. Al fin esta.
sario haber naciclo libre. Es dif.ícil determinar so­ renta también se abolió. La medida difícilmente
bre qué otra base el número podía haber sido tan hubiera sido aceptada por la asamblea tribal de
limitado en el ·7 3. ,Podria haberse arg;umentado implicar la suspensión de la distribución en con­
que el mantenimiento de los libertos indigentes co­ tante, en especial tal como aparentemente se pro­
rrespondía a los patrones ( quienes tenían . buenas mulgó en el 111, año en el gue se atacaba mucho
razones para comprometerlos así en la lealtad ) , y al Senado ( pág. 143 ) , pero las dádivas de grano
como los libertos estaban fundamentalmente confi­ podrían haberse conservado utilizando otros ingre­
nados a cuatro de las treinta y cinco tribus, . se puede . sos. La última ley mencionada por Apiano parece
entender que lo que a primera vista podía parecer ser una de la que conservamos grandes fragmen­
una medida impopular de cercenamiento, habría tos en bronce: muestra que toda la tierra otrora
podido fácilmente obtener la mayoda. ( Hay dudas "ocupada", como también las asignaciones graquia­
sobre la fecha de esta medida. ) nas, pasaban ahora a ser propiedad privada. La
¿Y el asentamiento agrario? No conocemos el nú­ mayor parte del restd de las ·tierras públicas se re­
mero de asignaciones cm·�cedidas por la comisión servaba para el, libre pastoreo, lo cual no significa
graquiana. Las · cifras del censo que conocemos que los ricos no podían cercarlas ilegalmente y cuJ­
muestran un aumento en el número de ciudadanos tivarlas, si ello les convenía. Según ouinión de
registrados: de 319.000 en el 130, a 395.000 en el Apiano, el resultado total fue que los nobres "per­
124. Pueden plausiblemente suponerse dos cosas: dieron todo" y quedaron reducidos a una situación
que hubieron escasos asentamientos antes del 131 de desempleo. La merma de assidui en el 107 re­
y que los registros posteriores fueron más comple­ sulta significativa ( pág. 203 ) .
tos como cons·ecuencia de los asentamientos. Pero la Si las posesiones de los colonos graquianos hu­
cifra del 124 resulta sospechosa y no se :puede de­ bieran tenido 30 iugera de extensión, lo suficiente
positar demasiada confianza en este argumento. para su mantenimiento, habría sido en verdad sor­
De cualquier modo, sea cual fuere el número de prendente que todos fracasaran. Pero otros cam­
colonos, se nos dice que el plan fracasó. pesinos no desposeídos todav.ía en el 133, con pro­
Tiberio Graco había hech� inalienables las as.ig­ piedades menos generosas, estaban · siendo sin du­
naciones. Este reglamento, sm duda, fue . su gendo da arruinados por las viejas causas ( nágs. 57 y
. 1
por la teoría y la práctica griegas; cier,tas experien­ sigs. ) ; en particular, era quizá frecuente la expro­
cias modernas muestran que pudo haber servido piación violenta ( como lo alegan Apiano y <.:ialus-

136 137
tio ) . Y la persistencia de la conscripción hacía su­ facción con el Senado . Estos hombres tiranizaban
frir a todos por igual. Había una contradicción in­ al Estado; los plebeyos buscaban la "libertad", que
trínseca en el objetivo graquiano de incrementar algunas veces significa verse libre de la opresión y
el número de soldados campesinos en Roma, cuan­ o tras una efectiva participación en el poder polí­
.
do era 1a conscripción l a que tanto contribuía a hco. Para Cicerón la división se da entre popu lares,
la destrucción del campesinado. hombres cuyo carácter y actitudes califica a me­
El problema agrario, que los Gracos no pudieron �
n�tdo de sedic osos y con otros términos de opro­
resolver, no desapareció. Volvióse más agudo toda­ biO, y los opttmates o boni ( buenos ) . Llama con
vía: al adquirir una nueva forma, la exigencia de frecuencia a los Gracos popu lares y, según pensa­
asignaci:ones por parte de los veteranos, provenien­ ba, Cayo ·era quien más mer·eCÍa ese nombre.
tes ellos mismos del proletariado rural, exigencia En su discurso · pro Sestío ( 96-105) Cicerón des­
que tenían el pod·er de imponer si sus · comandan..: �
cribe . a los popu lares como aquellos q e desean que
tes se mostraban dispuestos a respaldarlos. El Se­ sus palabras y sus acciones gratifiquen a la "multi­
nado triunfó sobre los Gracos con la espada, pero tud" y añade que "las inclinaciones de la multitud
la espada iba a pasar a otras manos. o el interés del pueblo a menudo divergen del bien
·Los Gracos pusieron de manifiesto todas las fuer­ del Estado". Por el contrario, los optimates incJu­
zas divisorias de la sociedad romana, v sus refor­ �
yen to a la clase de la que provienen los senado­
mas y ruina comenzaron a mover los aéoqtecimien:. �
res, a nobleza campesina, los comerciantes y aun
tos que culminarían con la caída de la República. los hbertos, todo aquel que "no es un criminal o
Los pobres no los olvidaron sino que, por el con­ un peryerso por naturaleza o J)O se ve 'confundido
trario, hacían diarias ofrendas en sus tumbas. Cice­ por el estado de sus negocios privados''. Son D]Jti­
rón, que desaprobaba decididamente su conducta, mates todos los que en política cumplen con el
estaba obligado a referirse a ellos con respeto ante deber de servir a los deseos, los intereses y las opi­
el pueblo, y Salustio observó que la cruel victoria niones de los "buenos y los pr6speros'", esto es,
de la nobleza le había dejado más temores que po­ aquellos cuya moral resulta tan sólida como su
der (Yugurta, 42). Aunque hubieran habido más cuenta bancaria. En otra parte, a decir verdad,
antiguas premoniciones de discordia ( pág. 100) , jugando con la ambigüedad del término latino po­
pularis, que puede designar al que actúa en bien
.

fueron los Gracos quienes abrieron la gran brecb�


en la política, gue tanrto Cicerón como Salustio del pueblo antes que memmente "popular'' Cice- ·

consideraron fundamental en los últimos tiempos rón pudo pretender que los verdaderos populares
de la República. La destrucción de Tiberio v de. -como él mismo se cOiisideraba que era- eran
toda su pol;tica como tribuno, diio Cicerón, ' divi­ partidarios de los propios principios que aquí atri­
dió al puehJo en dos partes (República, I, 31 ) . buye a Jos optimates; esto vaciaba al término de
Salustio insiste constantemente en la hostilidad de su sentido técnico. Cicerón hace pasar su discurso
los plebeyos, que ahora significa los pobres, con­ pro Sestio por imparcial. Confieré e�cesiva exten­
tra la ."facción" de la "nobleza", los "pocos'' que sión a l·a pertenencia al grupo de los optimates, y
dominaban el Senado y pretendían conservar esa . así como les ha otorgado sus propios principios. ·
autoridad; en ocasiones identifica virtualmente la ( págs. 182 y sigs . ) que, como se lamenta eri oca-

138 139
1
l
siones, con frecuencia ignoran, otorga a los popu­
hombre común iba · a obtener más protección con­
lares una mera demagogia que �llos hubieran re­
tra el castigo arbitrario impuesto por los magis­
pudiado; naturalmente, también ellos pretendían
trados. Esto era en gran parte la libertad para los
actuar en interés del Estado.
populares; para los optimates, la libertad era su
La aplicación concreta del nombre de _los dos1 propia libertad de partiCipar en el gobierno sin
"partidos" a hombres y medidas particulares mu es­
, temor o favor. De acuerdo con Escipión Emiliano,
tra lo que · los diferenciaba. Los po¡?ul� res � ollan "la dignidad ( dignitas ) surge de la integrid� d, el
proponer, en desafío al � en� do, .1� d1stnbuc10n d�
.
.cargo público de 1a dignidad, el · poder ( tmpe­
tierras y de granos o la dlSlmnucwn de las deudas , rium) del cargo público y la libertad del poder'.'
.
los optimates se :resistían en no�br� d� los de�e­ ( Astin, EsC'ipión Erniliano, pág. 267 ) .
chos de propiedad o la econom1a pubhca . OcasiO­ Los optimates eran por cierto oligárquicos. ¿Eran
nalmente, · a decir verdad, para mantener la ven­ los populares democráticos? Por supuesto, también
taja política del Senado, l? s opUmc:-tes se tragaban ellos eran senadores y a menudo nobles, y no exi­
.
sus objeciones y ellos miSmos apadnnaban tales
medidas como lo hizo Druso en el 91 y Catan en,
, glan que la asamblea gobernara continuamente.
p
e1 62 ( ág. 192 ) . De acuerdo con el principio ge­
, del pueb�o
Pero apoyaban el derecho soberano de la asamblea
a decidir sobre cualquier cuestión que planteara
neral, los populares actuaban a traves
sin la sanción del Senado. En ese sentido limitado
( Livio, HI, 39, 9 ) y un opositor a la democracia
eran democráticos en sus declaraciones, y si éstas
puede también descri�irse con;o "adv� rs ? a las y su práctica no se correspondían eso no los dis­
.
perspectivas populares ( CICeron, Re:m bltca, III,
47 y sigs. ) . Niñguno de ellos pretendía, a decir
.Ungue de políticos de otras épocas a .quienes no
negamos el rótulo que pretenden. Qu izá ningún
verdad, que el pueblo de �?ma, como el de A�e­ .
nas, controlara toda la pohhca y aun la admmis­
. populm·, al menos después de los Gracos, fuera
tración de rutina; pero todos afirmaban el dere��o
sincero; quizás todos buscaban solamente satisfa­
.
cer su ambición o la de su jefe. Pero sus motivos
personal•es, difíciles de determinar por otra par�e,
soberano del pueblo a decidir cualquier cuestwn
que nndiera referirse a él, y a rechazar la pre·
. la son menos significativos que las verdaderas aflic­
tensión de los optimates de que era necesana
ciones y los genuinos descontentos a los que po-
sanción previa del rSenado. De ahí que la conce­
sión de poderes extraordinarios a Pompeyo por la
dían apuntar. .
Ni los optinwtes ni los populares constituían par­
Asamblea en el 67 y el 66 fueran "medidas popu­
tidos con una vida permanente. El Senado se man­
lares" (Cicerón, F{lípicas, XI, 17 Y si gs. ) . En la
tenía casi siempre dividido en facciones, y actuaba
ocasión anterior' el tribuno Gábinio haMa amena­
en respuesta a disputas privadas, compitiendo por
z�do con tratar a un colega como Tiberio Graco•
los cargos o discutiendo sobre cuestiones transito­
había tratado a Octavio. Ni siquiera un veto tri­
rias relativas al momento. Pero estas facciones ten­
bunicio puede entorpecer el camino �e la volu�­
tad popular: Además, las leyes de la balota y posi­
dían a unirse . cuando la autoridad o los intereses
del conjunto estaban en peligro. Sólo había un
blemente la distribución de grano volverían al pue­
blo menos obsecuente para con la nobleza, y el
partido de los optimates cuando el control senato­
rial era amenazado por los populares. Los popu-
140
141
Lates s e h acían pr es ent es s ól o de v ez en cuan do, sin en er gía; las n egoc1 ac10nes cel ebr adas con el
g en er al men te p ar a i mpon er al gun a medi da par ti cu-· en emig o pr ov ocaron l a s os pecha de que hab ía ha­
lar . Los par ti dos del ti po que n os es famili ar en bi do sob orn o y en el 110 l es s igui ó un a v er gon zos a
un a democr aci a r epr es en tativ a modern a' es decir' d errota. Un a comisi ón design ada por l ey tri bun i­
as oci acion es per man en tes cuy o pr opósi to es gan ar ci a y pr ob abl emen te in tegrada por Equites, des te­
l as el ecci on es y man ten ers e en el poder por un rr ó a much os h ombr es emin en tes , en tr e ell os al
p erí odo de años, en l os que (par a utilizar- l a ex­ odi ado O pi mi o, por su s os peoh ada cul pa en es tas
pr esi ón de L or d Mel bourne) ti en en gue " man te­ tr ans acci on es . L a guerra s e pr olon gaba y un h om­
ners e un idos" ( hang together ) y a s ea · par a llev ar bi� e nuevo, C ay o Mari o, fue elect o cónsul para el
a cab o un a p olS tic a deter min ada o si mpl ement e per íodo del 107 por l as cen turias , en des afío d e
p ar a ma nt en er s e en el cargo, n o ten ían r azón de: l a n obl ez a; el v oto de las tri bus l o es co gi ó par a
s er en Rom a, don de tant o l os el ector es del Sen ado el man do. F av or ito d e " todos l os ar tes an os y rús ­
c omo l os el e l a as ambl ea gozab an de sus der echos tic os cuy as man os er an l a fuen te de toda su r i-'
de p or vi da , y l as may orías es tab an cons tituidas' queza y pr os peri dad" (S alus ti o, La guerra contra
p or h ombr es que s e uní an par a conseguir un ob­ Yugurta, 73 ) , er a de ori gen ecuestre y fue r esp al ­
j etivo esp ecífico, per o que n o ten ían por qué com­ dado p or l os Equit-es. Algun os pi ens an que f av o­
pr ometers e a actuar jun tos con tinua ment e. D e es ­ r ecían l a nuev a an exi- ón de terr en os en el A frica,
to n o s e sigu e que ten gamos que ign or ar el jui ci o. a l a que el Sen ado s e opon ía, con el ob jeto de
t an to de Cicerón como de Salus ti o, h ombr es expe­ c ont ar con nuev as ti err as par a e xpl otar ; no h ay
ri men ta dos en Ja p olS ti ca de su t iemn o, de que· el · n ada que comnrueb e es ta o pini ón, y desnués de
Es tado es tab a divi di do fun dament alm en te en dos v en cer en el 1 05, Mari o n o añadi ó un s olo acr e•
part es� s i es ta divis ión se mani fe<; tab a s ól o i n ter ­ al terri tori o roma n o. Más prob abl ement e l os ex as­
mi tent ement e. er a p orgue el h omhr e común s ól o per ó, como al pueb l o en gen er al , l o que conside­
h all ab� iefes de modo es porá dic o.P ocos mi embr os r aban, con ra7.Ón o sin ell a, l a v en aH dn o v l a in e...
fl e la c1R s e gob ern an te es taban di<;nues tos a s· er f icac ia . de l a n obl ez a. P er o Salus ti o mues tra que
desnreci ad o<; nor su lig er eza y turbul en ci a o H a"' l os j efes an tis en atoriales , inoluido Marjo: s e s en tían ·
. m acl os agit ador es s edi ci os os por sus n ar ti dari os, o disgus tados n or el carác ter exclusivo de l a oli g ar ­
a esn erar avan7. ar en sus carrer as con el v olubl·e quía.''És ta fue l a pri mer a v ez'' , di ce, "que s e hi zo
apov o de la<; mas as . fr en te a l a arr og an cia de l a n ob leza" .Hugh L ast
·L os Equites hab ían ayudado al S en ado a des ­ con cluy ó que f acil i tar carr er a a l os tal en tos os cons-
. timf a l a es encia mis m a del pr ograma "n opul ar".1
truir a C ay o Gra co. L a aoli an za n o tardó en disol ­ ·
v erse. Un ambi ci os o pr ín ci pe del r ein o african o Por ci er to, dur an te todo el últi mo tie mpo de la
v as all o de Numi dia, . Yugur ta, s e mofab a con tinua­ R epúbli ca, la exclusividad de l a n obl ez a en aj en ó
men te de l a v olun tad del Sen ado y, al v en cer a a muah os mi embr os de l a cl as e superi or . P er o es o
su rival l ocal , masacr ó a l os i tali an os que · h abían n o bas tó p ar a v olverl os populares. Si s e l es daba. .
·
in terv eni do en su contra. En el 111, l a i n di gn aci ón un a buen a par ti cipaci ón en el gob iern o s en at ori al ,
públ ica for zó al Senado a empr en der un a guerr a·
1 que con r azón és te consider aba i nútil y con ducía 1 Cambridge Ancient History IX, 139 y sigs.
1
¡
1 142 143
¡.
nada tenían contra él. Muclías medidas típicamen­ pañas +odos ios años hasta que los venció en el
te populares eran contrarias a sus intereses. A na­ 102 y el 101, y aun entonces, aclamado c?mo el
die se lo rotula popularis simplemente por ser salv�dor de Roma, fue elegido por sexta vez para
"hombre nuevo'', o promover el ascenso de otros ocupar su cargo en el 100. Cada una de estas elec­
"hombres nuevos". El movimiento contra ·l a no­ ciones era contraria a la ley y al espíritu de la
bleza durante la guerra con Yugurta fue en verdad constitución ( pág. 73 ) . La voluntad popular ha­
popular porque implicaba una apelación al pueblo bía llevado a un pamenu a una dignidad mucho
contra el Senado y porque el pueblo ventilaba su mayor que la a!canzada nunca por noble alguno.
rencor sobre los enemigos de los Gracos. La dignidad y la influencia eran de hecho todo lo
No sólo en �l. Africa manifestaba incompetencia q,ue . Mario quería apasionadamente; la � dea, de con­
la nobleza. En el norte una serie de generales vertuse en el solo amo del Estado Jamas se le
provocaron a las tribus errantes germanas de los había ocurrido. No se puede decir que haya teni­
cimbros y los teutones y sufrieron derrotas a sus do nada semejante a un programa político, pero
manos, la última en Arausio ( Orange ) , en el 105, deseaba. por cierto recompensar a sus soldados con
una de las más graves padecidas por Roma. La terrenos . 1 Existieron precedentes : así, los veteranos
ira del pueblo cundió nuevamente. La Asamblea de Escinión habían recibido asignaciones después
juzgó a varios de los culpables por traición y los de la gueáa contra Aníbal.
condenó. En el 103 el tribuno Lucio Apuleyo Sa­ . Para asegurarse este objetivo y quizá también
turnino introdujo un procedimiento más racional, para obtener su sexto y del todo innecesario con­
creando por ley un tribunal permanente integra- . sulado, se alió con Saturnino, quien también vol·
do por Equites, que debía juzgar los casos de trai­ vió a ser tribuno en el 100. Probablemente Satur­
ción. Esta ley iba a ser reemplazada por la que nino haya promulgado . una ley en el 103 por la
promulgó Sila ( en el 81 ) , la cual, entre otras co­ cual los soldados de �\ario debían recibir parr.e­
sas, prohibía que los generales abandonarap su las de terreno en el África. Puede que también
provincia o emprendieran una guerra nor su pro­ haya renovado entonces la distribución de granos,
pia cuenta sin sanción del pueblo o el Senado; se­ tal vez simplemente resucitando las disposiciones
gún con;eturo, esta cláusula estaba tomada de la tomadas por Cayo Gmco. Propuso ahora nueva�
ley de Saturnino y su · principal motivo era origi -: distribuciones de tierras y colonias. Los detalles
nalmente impedir la repetición de la inconducta permanecen oscuros, pero resulta claro que los
que había provocado tarriaños desastres. Los pro­ beneficiarios debían ser campesinos, todos o casi
cesQs por traición y la ley de Saturnino muestran · todos ellos veteranos, incluidos' aliados italianos a
una vez más al pueblo guiado por los populares los que Mario habfa mostrado su favor otorgando
y · reclamando control soberano sobre el Estado. la ciudadanía a · todo un · batallón en el campo de
El miedo a los germanos era tan intenso que' batalla; parecía que todos los que marchaban a
Mario fue reelecto cónsul en el 104 y se le dio' las colonias deb..ían obtener la ciudadanía. El Se­
el mando en el norte. Por el momento merodea- . nado se resistió a la proposición y fue llevada a
han otras regiones, pero como el peligro podía cabo por mera fuerza; las multitudes ciudadanas,
volver a hacerse presente, Mario· emprendía cam-· 11 las que nada
. importaban las leyes agrarias, apo·
.

144 145
yaron a stts pattones a pesar de la ley del granO' rurales debieron ser arrendatarios o labriegos sin
de Satumino, pero los viejos veteranos; por su-' tierras, pero su indigencia era sólo marginalmen­
puesto, tuvieron la mejor parte en la lucha.. La te mayor que la de muchos campesinos que antes
violencia alcanzó otro nivel: nada parecido había habían sido -considerados aptos para el recluta­
sucedido en el 133 o el 123. Saturnino era un adic_:, miento, que seguían siéndolo todavía y que que­
to a su uso y lo llevó demasiado lejos; hizo asesi­ daban a menudo arruinados en el transcurso del
nar a un candidato al consulado ( a su vez, un servicio militar, cualesquiera fueran sus posesiones
viejo opositor al Senado ) e incluso Mario tuvo que al princinio. La incorporación de proletarios no
volverse en· su contra. El Senado volvió a promul­ explica de por sí la pÍ:oposición de dar tierras a
gar el "í1ltimo decreto"; todos los elementos res­ los veteranos: los soldados del vieio estilo allenas
petahle3 de la sociedad se armaron junto con sus hubieran estRdo. menos necesitados de asignacio­
partidarios y, bajo el mando del cómul, reduje­ nes desnués dA varios años de servicio en el eíér­
ron a Satnrnino y sus amigos, y luego, sin instruc'.. cito. El nuevo factor no era un incrP.mAnto sil!ni­
ción. los lincharon. Mario y los populares se desa­ ficativo en la naturaleza de la nece"irl::�d. sino la\
creditaron, · y las colonias de Saturnino nunca se excencional influencia de un generRl <111e estaba
fund�ron; tampoco parece que hubo distlibución ansioso noí· satisfacerla, aunque, en rl ofinitiva. fue
de tierras entre los veteranos. ( La mayor parte demasiado · inento como para lo2:rar hne11 éxito.
de los estudiosos cree que en Numidia se habían Los críticos de Mario en tiempos posteriores
asentado algunos por la ley del 103, pero según pretendieron que la ambición lo había impulsado
mi oninión. no hay prueba que apoye esta creen­ a reclutar hombres pertenecientes a una clase "por
cia, ni tampoco es muy probable de por sí. ) la que había sido honrado y que le había permi­
Desde el 107 los· proletarii fueron incorporados tido alcanzar su grandeza; para el J,ombre que
a las legiones ( pág. 31 ) . La des.cripción . que da busca el poder, · el instrumento más adecuado era
Apiano de los disturbios del 100 muestra que pro­ la gente · más necesitada, que de �ada tiene po t,
venían de la población rural, y todos los datos .
qué preocunarse desde que nada tiene. que consi­
recogidos en el siglo siguiente prueban que las. dera cualquier cosa honorabJe con tal que se l�e
zonas de reclutamiento normales eran los distritos pague" ( Salustio, Yugurta, 86 ) . De hecho, el peh­
de campo; en un tenor semejante, Cicerón iba a gro de que un geneTal pudiera hace� c::e amo � el
desclibir los veteranos de César como "rústicos •Estado no s e materializó con Mario, smo con S1la,
y, sin embargo, los hombres más galantes y los Pomneyo y César, y es imp robable que al hacer
mejores ciudadanos" (A sus amigos, XI, 7, 1 ) , un cambio en el reclutamiento, pequeno _ por lo
per.o cuando se levantaron en armas contra el Se­ demás, Mario haya tenido motivos siniestros, aun­
nado, como "·hombres del campo, si se los ha de
·

que estos motivos le hayan sido atribui dos .por sus·


llam·u hombres en verdad y no más bien bestias"
contemporáneos. Además, la en�r� e neces.1dad de
( Filívicas, VII, 9 ) , mientras Virgilio obse1vaba que
soldados durante las guerras CIVIles hubiera h�­
en las guerras civiles "se toman los labradores,. dho estos cambios inevitables a la larga. Mano
los campos se deseuidan" ( Ge6rgicas, I, 503 ) . Con sólo había acelerado el proceso, y la causa raigal'
muy . escasa o ninguna propiedad, estos P.roletarios de la deslealtad que mostraron los soldados a la
146 147
República en días posteriores no fue su activida d, ramente a los senadores, pero para ampliar el S · :
ni siquiera la ambición de sus suyesoi·es, sino la nado, y no me cabe duda de que Livio estaba e
incapacidad de la clase gobernante para hacer na­ acuerdo en ello. Las cortes permanentes romana!
da que atrajera hacia el orden republicano a los. relativas a lo criminal eran muy grandes .-en un
hombl'es cuyas armas eran indispensables en la juicio por extorsión había un jurado de cmcuenté-.
guerra. miembros- y, como por entonces . induda� lementc..
El torbellino político no terminó con la muerte. exist1an varias, un· Senado de trescientos mwmbros
.
muchos de los cuales podían ausentarse en UL­
momento cualquiera para cumpl.ir con un asu�tr.
de Saturnino, pero los acontecimientos posteriores
son peculiarmente oscuros. Por ejemplo, no sabe­
mos casi nada de una ley agraria presentada en oficial, no sm'!l:nistraba la canhdad de homb1e�
el 99 por un , tribuno, Ticio; fue vetada y Tido requerid a. Druso, por tanto, propuso do?lar ese
mismo castigado en el 98 por tener en su casa número. Los nuevos senadores, necesanarnente,
un busto de Saturnino. Parece que la unidad en- debían escoger�e entre los Equites. Puede parecer
. tre
el Senado y los Equites se hubiera preservado qu'e un cambio semejant� no implic�rSa una gran
todavía, pero ésta se disolvió en el 92 a más tar­ diferencia, nero no es as1. Los pubhcanos estab �n
dar, . por causa' de la inicua condena de Rutilio excluidos del Senado. La medida de Druso habna
( pág. 131 ) , que fue motivo para que una fuerte sacado de la iurisdicción precisamente a quien�s
facción del Senado atacara decididamente a la ju­ fuel'Qll cauca de la ruina de Rutilio. l.. a com�OSl­
risdicción ecuestre y provocara un amargo conflic­ ción del orden ecuestre era de hecho heterogenea,
y Druso pod5a tener esperanzas de aue los que se¡
to entre ambos órdenes. Su campeón fue Marco .
Livio Druso, .hijo del viejo opositor de Cayo Gra­ inco.rlloraran al Senado, probablemente meros ca­
co, hombre de, elevada cuna, inmensa riqueza y balleros camnec:;inos, no tardarían en coTYJnartir los
ostentosa rectitud, que llegó a ser tribuno en di­ criterios de sus pares. Sila iba a volver l.ev. lo que
ciembre del 92. Aunque adoptó métodos popula­ Druso había .n laneado, con el mismo obletwo a la
res, actuaba en interés de la nobleza; durante mu­ vista. Druso tenía por cierto otro proyecto: el de
cho tiempo . tuvo -el apoyo d e la mayoría en el que los miembros de los jurados de origen ecues­
Sénado y con característica vanidad declaró ser tre nudieran ser iuzgados por aceptar sol)ornos, de
el patrón del Senado. lo que estaban excentuados por un .curioso tmco
·El contenido y el propósito de las proposicio­ legal. Esta medida debió ser ret�?acbva y- �or su­
·

nes de Druso son objeto de infinito debate. El puesto, m·ovocar grave indignac10n. Y SI b1en al­
gunos Equites se sintieron atraídos por la perspec­
tiva de acunar un lugar en el Senado,. el orden
poco confiable Epitorrzñtus, de Livio, dice uqe in­
tentaba dividir la jurisdicción entre el Senado y ,
los Equites. Pienso que estaba ya dividida, salvo, como totalidad se resinti6 por la perdida de su
a decir verdad, en lo que respecta a los tribunales privilegio de clase.
de mayor importancia, esto es, los que juzgaban La disputa entre los ricos presentó seguramen­
los actos de extorsión y traición. N uestras otras te muy escaso interés para los pobres .. P�ra ?hte�
,
fuentes afirman con detalles de fuerza confirmato­ ner su apoyo, Druso ofrecio nuevas distnbucwne:s
lia que se proponía transferir la jurisdicción ente- de grano y tierras, sin temor al costo. N o tenemos

. 1 149
48
d�alles. sobre su Jey de granos,
.
asignaciOnes de tier
pero para otorgar ocupa un� situación menos privilegiada en la esca­
la. Tampoco aprobaba toda lá �obleza dar. "un
ras le fue necesario invadir las
p �s��iones aliadas en terr nos púb
. na � licos, que la co­ salto en la oscuridad". En los anos 88-87, Iba a
��swn gra�ma no habla tocado. 1En compensa­
ciOn, ofrecw, la cm . tratar de limitar el dereaho al voto de los nuevos
dadanfa romana a los aliados.
Tal vez esperara que los nuevos · ciudadanos. Las ,fuentes no dan una explicación
ciudadanos s·e vol­ de esta actitud. Quizá dudaran de su capacidad
vieran fieles partidarios· de la
nobleza, a la que para manejar un electorado muy agrandado, a'!�­
deberían su promoción, en caso
de un futuro con ­ que de hecho, en las elecciones de la &e� eracwn
flicto con los Equites o la ple be.
6in embargo, opi ­ siguiente, iban a mantener su p�edommw; s �lo
no que es probable ( aunque sea .
imposible demos­ cuando . las e;uerras y las proscnpcwnes los hub�e­
h·arlo ) que deseara sinceramente
promover este ran diezmado o arruinado, pudieron hallar satis­
trascendental cambio por sí mismo
y no sólo como facción las ambiciones 'Políticas : de los magnates
jugada política.
aliados ( oág. 25 ) . En el 91, ·el · cónsul Lucio Mar­
.En el 95 los cónsules habían pro
mulgado uha cío Filioo. cuya retorcida carrera revel� una tot�l
ley por la que se invesUgaba la legi .
timidad de una carencia de nrincipios, dirigió una dec1d1da oposi­
acusación seg ún la cua l alguno
s italianos habían ción a Drnso dentro del Senado. Druso sólo pudo
usurpado la ciudadanía romana
. De acuerdo a lo llevar a e� ho sus otras medidas nor la fuerza, y su
que se nos dice, nada contribuyó tant
o a enajenar provecto de extensión de la ciudadanía no parece
la clase gobernante entre los pue
blos aliados y a haber sido nunca sometido a votación.
promover la guerra social'. La reb
elión del otoño Al tratar de conciliars·e con todos excepto con
del 91 fue simplemente concertada
; esto indica que los publicanos, terminó por cnaienars·e casi de to­
hubo una escrupulosa organizació
n y preparativos dos. Muchos aliados se resintieron por la pérdida
durante algunos años. Podemos con
jeturar que los de sus tierras, pues entendían que el derecho a la
hombres prudentes de Rom a hab
ían ll�gado a te­ ciudadanía no los obligaba a renunciar a nada de
ner conciencia del peligro, entre
ellos, Lucio Lici­ lo que anreci.aban . La ley judicial afrontaba a los
nio Craso -uno de los autores
aho�a el partidario más poderoso
de la ley del 95, Equites en cuanto a clase y disgustaba a · los sena­
de Druso- y que dores ( podemos suponerl o ) , que no des·eaban �om­
ha:bian llegado a la conclusión de
miento de la ciudadanía era la
que el otorga­ l)artir · S� d.i gnidad. La muerte df:' <:r�so en se�Iem­
única alternativa .
de una terrible explosión. Los líde bre con<:tituvó un goll?e fatal. • Qmza la mOtlletud
res aliados es­ que crecía en Italia aumentaba la alari?a del Se­
taban dispuestos a dar a Homa
una oportunidad nado, cada vez más dispuesto a volver a la VIeJa
más para lograr padficas concesi
ones. Péro la con-.. tradición romana de no 'hacer nunca conce<:1ones a
cesión de los derechos de ciudad
anía no era popu­ las amenazas de fuerza. 1Filipo lo persuadió de ai;m­
lar entre las masas de IRoma, las
que sin duda se lar las leyes de Druso argumen�ando que hab1an.
orientaban todavía de acuerdo con
bre los que había especulado Fan
los temores so­ sido ilegalmente adoptadas, mediante poderes a� ­
io en el 12!2 ( pág. quiridos por una ley consular del 9� ( que no pod1a
134 ) . Además, quizás en una sociedad jerá
1'
rquica, nunca utilizarse, salvo conh·a medidas que ya no
a cada cual le complace mirar desd
e lo alto al que contaran con el apoyo público ) . Druso cedió; poco
1 ¡,
lj

1• 150
' 1· 151
!
despu és fue a J?uñalado en público y su a.;esinato nun� metidos excepto los samnitas y los lucanios en el
.
�� se ��vesti.go. Su muerte fue la señal para la rebe­ sur, aunq�e en el proceso Roma había tenido que
hon ahada, r los Eq_uites se las compusieron para conceder la ciudadanía a los italianos leales, · par­
form �r un h·1bunal, mtegrado por miembros de su ticularmente a los latinos. Pero las dificul tadcs ele
�rop�o gru�o, para condenar a muchos d e sus par­
H.oma fuei·on la oportun idad de� ambicio so Nlitrí­
tidanos, baJO el ·poco plausible cargo de ha.ber esti· dates, rey de Ponto ( en el noroeste del Asia Me­
mulado la rebelión traicioneramente. Su v�rdadero nor ) ; profundamente provocado por los romanos,
crimen era, por cielio, el asalto a las pre1:rogativas invadió la provincia de Asia y, en el 87, estaba pot
ecuestres. ·
·

entrar en Macedonia y Grecia. Los italianos fueron


Italia había go�ado de paz interna durante unas masacrados por t<?das partes y no había tropas P�:
cuatro generaciones, por lo cual los horrores de la ra impedü· su avance. De este modo Roma perdw
guerra 9- ue habí a estallado y los de. las que habrían Asia, su posesión más lucrativa, en la que los pu­
de seguirla deben de haber producido un gran im­ blicanos hab:an invertid o grandes sumas. Esto
pacto. En el 90 y el 8.9, más de 250.000 hombres agravó la crisis del crédito, lo que siempre puede
es­
�aban en armas. Roma debió recurrir a los nacidos ocurrir en una �uerra civil, pues la inseguridad im­
hbres de la ciudad de Roma para que prestaran perante es eausa de que se interrumnan emprésti- 1
. .
se�ICws de campaña y en las guarniciones
. debió tos y 1 Se atesore el dinero. En d .89 un pretor ha­
uhhzar mclu �o a libertos. Las pérdidas fueron se­ ' bía tratado de aplicar una ley anticuada contra el
veras en ambos band os; las enorn1es cifras que cobro; de intereses; acreed.:>res desesuerados lo ase­
fi­
�ura� en las fuentes de que disponemos, aunque sinaron en el foro y no se realizó investigación al­
mcre1bles, muestran que las luchas libradas debie­ guna.! Era inr--erioso enviar tropas contra Mitrída­
r �n ser extremadamente sangrientas. Casi todas
tu­ tes y el cón<>u] del 88, Lucio Cornelio Sila, que ha­
v�eron 1u .gar en los . Apeninos centrales y en las re­ bía obtenido n otables victorias contr� los Halianos
�wnes de� s�r, pero en las guerras civiles posterio­ rebeldes. fue dRsignado para el mando. El viejo
Ies los nnnc1pales teatros de operaciones se trasla­ Mario. qne t�.mbién había abando·1�rlo su retiro
daron a las cercan5as de la misma Roma Etruria para luchar co..,tra los italianos, amhi,.. ion�ba el ho­
y la Galia Cisalpina. Al final casi tod� la I talia es­ nor para s! rni <>m o . Encontró un aliado en un noble
taba sum ida en la lucha. S e incendiaron y se llam!l.do Publio Sulpicio Rufo, quien tenía el car­
sa ..
quearon muchas ciudades, y algunas no se recu go de tribuno.
­
peraron nunca. 1Los cultivos, naturalmente, se Al conceder la ciudadanía a los aliados leales, el
vi�­
ro� limitados, y los eiéreitos con frecuencia cons Senado había tratado de anular su poder político

mian lo<; granos � embrados, tanto poro' ue estab incluyéndolos a todos en unas pocas tribus cuyos
. an
necesitados. de ahment�s como para negárselo
s al · votos podían superarse siempre. El enojo que esto
enemigo.
provocó entre los italianos prueba' decididamente
El daño económico fue más extendido v proba­ el valor que otorgaban a los derechos políticos de
blemente ·más intenso que durante la guerra con los ciudadanos. Como viejo am�go de Druso, Sul­
picio quizá trató de completar . la tar·ea que aqu�}
Aníbal. '
Hacia el 88 todos los rebeldes habían sido so- ,
había intentado vanamente realizar, y solo recurno
152 153
a Mario o aun a los Equites, los más acerbos .
en'e­ s·e había ganado el afecto de sus tropas disminu­
migos de Druso, por causa de la negativa polít yendo la disciplina y permitiéndoles el saqueo de
ica
del Senado y los cónsules. Posiblemente los Eqtt una ciudad rebelde. A lo largo de toda su carrera
. i­
tes favor·ecJeron los reclamos de los nuevos ciud no descuidó nunca asegurarse el afecto de sus sol­

danos con el obje�o de impedir el riesgo de may dados. Iban a recibir enormes recompensas en el

res desórdenes, que hubieran también estor este y, por último, asignaciones de tierras en Ita­
bado
a Roma en su lucha contra Mitrídates. ·Pero
las lia; Salustio afirmó que para asegurarse su lealtad,
'1 pruebas de que disponemos son tan magras que
no les permitió, contrariamente a la vieja costumbre,
¡ puede ofrecerse con confianza conjetura alguna so­ liberalidades excesivas ·( Catilina, 11 ) . El mejor dis­
bre la evolución de las facciones de ese momento.
'1 · cípulo de Sila fue César, quien aplicó la lección
Sulpicio expulsó por la fuerza a los cónsules del con objetivos muy distintos.
foro y luego hizo promulgar l�yes para redistribuir !Sila fue y siguió siendo siempre un optimus de­
a los nuevos ciudadanos y para .
otorgar el mand o voto de la supremacía del Senado. En el 88 pro­
en el oriente a Mario. Sila se había retirado a su · mulgó apresuradamente nuevas salvaguardi�s cons­
campamento en Capua. Allí dejó que se pensar� titucionales para su poder, de tan breve v1da que
que si se enviaba al oriente a Mario y no a él, se no es necesario que ias co�sideremos. P�rtió luego
utilizaría un ejército diferente, y que sus hombres hacia el este, donde en pocos años derrotó a Mi­
per?·erían los �:icos botines que,. por experiencia trídades y restauró el poder romano. Entretanto, un
,
sab1an que nodían esperar de su habilidad y enemigo, Lucio Cornelio Cinna, había vuelto como
su
largueza. Clamaron éstos entonces para que mar­ cónsul para el período del 87, y no demoró en re­

'/
chara sobre Roma y, aunque abandonado por sucitar los planes de Sulpicio. El Senado resistió y
to­
dos sus oficiales, salvo uno, que desanrobaron un
1 . el foro se anegó de sangre : Cinna se apoyó en los
goloe tan sin precedentes, así lo hizo. Mad o v Sul­ nuevos ciudadanos, los optimates de la muchedum­

r . 1i picio estaban sin defensa; Sila ocunó la ciudad


anuló las leves de Sulpicio y proscrihió a sus prin�
cipales enemig.oo;; . 1Sulpicio fue perseguido y muer
bre urbana, todavía apegada a las grandes cas as
Cinna se vio obligado a ·huir y ·el Senado lo pnvo
. ;

'l - de su cargo. Ésta era otra innovación constitucio­


to; Mario escapó. · nal y, anelando al sobrante de las tropas en Cam­
·

,!' Sila contaba con un argumento. No había forma pania, Cinna. con razón, la consideró una violación
1 de sostener que las leyes de Sulpicio, impuestas a . de la soberanía popular; no corre'>Y'londía al Sena­
1
la fuerza, representaran la verdadera voluntad
:¡ pueblo y eran, por cierto, contrarias a la voluntad
del do •quitar lo que el pueblo 'había d::� do. Lo que es
1 más imnortante aún, pudo apelar R los recnrso.s de
1 del Senado. Sila le salió al encuentro con una fuer­ las ciudades a las que recientementA se hahía con­
za a{m mayor. Pero fatalmente había hecho cedido la ciudadanía. Mario se le unió y pudo mo­
evi­
dente que el Estado estaba a la merced de un ge­ vilizar fuerzas que virtualmente hicieran perecer
neral decidido con un ejército cuya fidelidad se de hambre a Roma. Los vencedores penetr:;tron en
basaba simplemente en la esperanza de obtener
1
la ciudad y proscribieron a los principales senado­
ganancias. Ésta fue una nueva etapa en el proceso
; · JI res· se condenó a muerte a algunos de los hom­
br�s más eminentes de Roma. Mario recibió el ·
de la revolución. Ya durante la guerra social Sila
¡ 1
.1
. 154 155
mando en e] este, pero murió antes de que pudiera pulsión, eran o la esperanza de Ia ganancia o la
asumir su cargo . lealt,ad personal, lo más natural era que se unieran
Durante los años 86-84, Cinna y sus amigos con­ al comandante con mayores probabilidades de ven­
trolaron a Italia. Habían profesado sentimientos cer . ( no habría recompensas para el conquistado )
populares, pero, una vez en el poder, concedieron o empuñar las armas en nombre de. sus . patrones.
muy escasa atención a los derechos del pueblo. Las victorias de Sila en el este le habían dado un
1 prestigio inicial, pronto enaltecido por nuevos
Hab1an abrazado la causa de los nuevos ciudada-·
· nos y, en los disturbios del 87, ellos, o el Senado, triunfos, mientras que la mayor parte de los sobre­
habían depuesto las armas, pero es dudoso que vivientes de la nobleza, algunos de los cuales no
hayan dado pasos efectivos para incluir a los ita­ tenían otro remedio que fingir la aceptación del
lianos en las listas de electores. No ten.ían política gobierno de quienes habían asesinado a sus ami­
ni principio alguno. La crisis de crédito habíase gos y parientes, se apresuraron a ponerse de su la­
agravado; las pérdidas en el Asia habían hecho do. En Picenum, Gneo Pompeyo ( 106-48 ) reunió
·
quebrar inclusó a los publicanos. El tesoro estaba tres legiones para Sila; había heredado grandes
·
·

vací �, era necesalio disminuir las deudas públicas posesiones y numerosos clientes de su padre, cón­
sul en el 89. A menudo las actitudes de los gobier­
·

y pnvadas en tres cuartos. Pero no se les ocurrió


a los partidarios de Mario buscar la alianza de los nos locales debieron determinar quién luchaba por
muchos que debieron de haberse arruinado en la quién; reclutaban soldados para uno u otro bando.
lucha, o de la clase, mucho más abu11dante, de los En el invierno de los años 83-82, Sila controlaba
que venían sufriendo necesidades desde antes, me­ extensas partes de Italia y tenía tantas posibilida­
diante nuevas rt1edidas de colonización. des como sus enemigos de "reunir tropas mediante
En el 83 regresó Sila decidido a vengarse. Te­ la amistad, el miedo, el dinero y las promesas"
nía un ejército bien adiestrado aunque . pequeño, ( Apiano, Gue1'1'as civiles I, 86 ) . Oh·o verano de
con sólo cinco legion"es. En el comienzo sus ene­ cruentas l u chas acabó con la guerra. Se trataba me­
migos lo superaban ampliamente en número. Pero ramente de una disputa por el poder: no había en
muchas de sus tropas no se sentían inclinadas a la juego cuestión alguna. Pero hizo de Sila el amo del
guerra. Cinna había sido ya muerto por los solda· Estado, y utilizó su poder para reconstruir el siste­
dos a los que había . intentado llevar al este, anti­ ma político de acuerdo con los intereses de la olí-
cipándose a Sila en una ofensiva. Sus sucesores eran garqma.
1

incompetentes y no tenían causa a la que apelar; Se había nombrado a sí mismo dictador. La am­
Sila no tardó en poner en claro que no era su in­ bigua dictadura de seis meses de duración hach
tención privar a los nuevos ciudadanos de sus de­ tü�mpo que había ya caído en desuso y Sila no la
rechos, y aunque algunos, especialmente en Etru­ resucitó. Se hizo dictador sin límite de tiempo y
ria, Samnio y Lucania, no confiaron en sus pro- · con poder legislativo, aunque prefirió que el pueblo
mesas, los partidarios de Mario no pudieron ya ratificara sus leyes. Los hombres hablaron poste­
contar con su apoyo unido. La deserción comenzó riormente de su regnum o tiranía. En todo, salvo en
casi inmediatamente; cuando los únicos motivos de el nombre, fue en verdad un rey. Pero no había po­
los soldados para la lucha, fuera de la mera com- sibilidades de que fundara una dinastía; su único

156 157
11ijo era un n iño. Probablement e n o se le ocu rrió es· qu isici on es in clu ían es- cl av os pud o inclu so li berar

tablec� r a gun a otr a ol ase d e mon arqu ía. Cu an do a má s de 10.000. T ambién se otorgaron asign acione s
hubo fm ah zado su t area, se r et iró; v iej o y can sado, d e t erren os a su s sold ados, qu e llegaban a 120.000

desea a solaz sen su al. A prin cipios del 78 mur ió seg ún Apian o, y a 80.000 según est imacion es má s
r epentm am ente.H abía est ado l ibre del temor de su s mod est as. y rea.J istas. �E st as distl ibu cion es de t ierr as
en emigos, pu es .h abía mat ado a t odos l os qu e· c on· deben de h aber sid o compar ables a las r ealizadas
taban . . 1 ; p or, los G racos, y se h a af irmad o qu e Sila h izo
Mario Y � inn a .h abían ej ecut ado a unos pocos t ant o como h abían 'hech o e llos por la rest au ración
.
de su s pnn c1p al es oposit ores; el primer paso de Sila del campesin ado.E · st o es un en gañ o. Sila deseaba
cD mo di ct ador fu e proscribir sist emát icament e a má s u bicar a su s h ombres en col on ias en l as qu e pu die­
de 2.000 h ombre s .de n ot a qu e h abían dado algún r an mant en erse juntos v ar ios mil lar es d e soldados
ap o.y o a los p ar�i dar ios de Mario en la gu er ra. Las con el obi et o de pode r movil izarlos rápidament e
Vl ch mas pr ov em an de t odas partes de It alia, y su s en caso de qu e su r égimen se vier a amen azado.
. . Par a est o n o er a n ecesario c on fiscar tantas gr an des
pat'h dan os locales podían con frecuen cia cobr ar se
r en cor es priv ados ; al gun os fu eron mu ert os prim ero pr opi edades: se en cont raban esp arcidas por t oda
y cond�n ado� despu és.A los h ij os de los pr oscript os f a Ital ia y se repart ier on ent re su s pT in cip al es par­
,
se l es 1 mp ed1a o cupar car gos pu blica s y se con fis. ti dar ios.Par a con centrar a su s colon izadores en t e­
caban su s n roni edades. Las co mun idades q u e h a· rr en os cont igu os, t omó ext en sion es ent eras de t en·e­
bí an interven ido en fav or de los v en cidos suf riP-r on n os pert en ecientes a comunidades fun dadas p or
la confi sca ción de t ierra s y a los h abit antes de algu· Mario, expuisan do a "las ple bes in ocent es" ( Salu s­
n as de ellas se loe; priv ó de l a ciu dadan ía. Samn io, t io, Discurso de Lépido, 12 ) ; los col on os v iví an
·

don de la on osición b abi a sido má s fu ert e fu e redu· g en eralJ?1 ente iunto a l os pe qu eñ os labr ador es a

ci da a ruin as . S il a n o cu mplió la nromes de obser· l os que h abían desal oj ado, c on sent imiento s de od io
v ar l os der ech os de los nuevos ciu dadan os, pu es n o r-e cípr oco.
se hiz o c en� o alqun o h ast a el 69, v mu ch os p ro­ Como los col on os graqu ian os, l os v et eran os de
babl emente qu ed aron sin registrar en las tribus y l as Sila con n o poca f recu en cia fracasaban en su s
· int ent os. La p robable explicación se clarificará má s
1 centur ias.
� g
. E;•l obj �t iv o e Sila n o e ra solament e cast i ar a ) . N o era porqu e fu er an
ad el ant e ( pá gs. 188 y sigs.

l . s en em1 gos, sm o, ade mas,


su
,
r ecompen sar a su s ami­ d e or ig�n u rban o o porqu e el prol on gado serv icio

¡
11
!
gos. Al con fiscar l a propiedad de los pr oscript os
Y l as de los qu e h abían mu ert o lu ch an do contra él'
,
militar les hu biera hech o perde r el gu st o y la ca­
pacidad para la labr anz a. Su nú mero in dica qu e t res
d e cada cu at ro deben de ih aberse su mado a su par.:.
acrecento v ast ament e el domin io p úblico. Much os
1 · t ido despu és de r egresar a It al ia, y n in gun o fu e
� art idarios de !"f ar!D .habían sid o gi an des pr opiet a­

.l r� os. A los parh dan os de Sil a se les per mit ió adqu i­ r eclut ado en Roma, don de ent ró sólo en el 82. N o
n r gr an part e de est a pr opiedad a pr ecios mín imos; cabe du da de qu e mu ch os h abían servido en cam­
a decir v erdad, años má s t arde mu ch os n o habían pañas ant er ior es, pero n o h abían est ado cont inu a- ·

pagado un so o céntimo.IP or su pu est o, S ila fu e el q� e
, se ben efiCIÓ .
mente · con ·las legion es du rant e años.
m as de t odos. Ademá s de ti er ras, su s ad- El pr oyect o con st itu cion al de Sila era atr in ch e-

158 159
1

1
rar · la autoridad del Senado contra la plebe y los
E q u#es por · igual.
sentar una amenaza frente al gobierno central, aún
La plebe no tenía poder alguno a· no ser que
si el gobernador se mantenía en el manc.lo durante
pudieran hallar a un jefe entre los magistrados)
más de un año v tuviera tiempo para ganar apoyo .
generalmente) los tribunos. Sila limitó el veto tri­
Es difícil en ve1:dad creer que ·Sila pudiera suponer
bunicio ( no sabemos exactamente cómo ) y privó que los mandatos no se extender.ían por � ás de un
a ,Jos tribunos del derecho de propiciar leyes, en .
año -tales lapsos eran comunes en la practica- o
todo caso sin que mediara la sanción previa del aún que no se presentarían nunca casos de emer­
Senado. Además, ningún ex tribuno podía aspirar
gencia en los que fuera necesario concentrar fuer­
a otro cargo. Los hombres de talento y ambición zas más abundantes al mando de un general de
difícilmente renunciarían a la posibilidad de ocu­ excepcional hab1lidad durante varios años. La ex­
par cargos de relevancia en el Estado. No habría periencia iba a mostrar que sólo en tales �irc�ns­
ya nuevos Gracos ni segundos Sulpicios. Era impro­ .
tancias estaba el Senad!:l expuesto a la preswn eJer­
bable que los tribunos de bajo rango se enfrenta­
cida por u�1 hombre ambidoso que pudiera contar
con la fidelidad de sus tropas, y aún en ese caso
ran con los otros magistrados en defensa de los
individuos onr;midos, y el sistema de Sila se con­
no habí� oeligro de que no pudiera contar�e con
sideró un ataque a la libertad y la seguridad del
el apoyo de optimates como Quinto Metelo P10 ( en
ciudadano común. A rStla le pareció entonces ade­
España desde el 79 al 71 ) y .Lucio Licinio Lúr.�lo
cuado atacar además Jos intereses materiales de los
( en el Oriente desde el 74 al 66 ) . Puede que Sila
pobres. Abo] ;n la distribución de g!anos y deió que
haya pensado que no había Peligro d� que nadie
el pro]�taliado urbano recurriera a las grandes ca­ , lo habm hecho en
volviera a comportarse como el
sas como úniA o alivio de sus miseria<;. Los efect
os el 88 o el 83, o Cinna en el 87; las condiciones re­
de esta medida recayeron en la noble'la, que
des­ volucionarias de esos tiempos no nodrían repetirse
pués de Sih V!'!. no pudo contar tanto cor1 él apoy
o nunca. En verdad, no habría tenido sino 1.m ún ico
de las mnltitndes urbanas.
modo efectivo de obviar es-e riesgo, si hubiera sido
·

Probablemente a Sila no se le había ocurrido capaz de concebirlo: lograr que las tropas s-e apC'­
�ue los más altos magistrados podrían r esultar pe­ garan al gobierno v no al .general, haciendo que
ligrosos para el Senado. No se había presenta
do el Estado 'les pagara una prima regular al retirarse.
ningún caso en el que ambos cónsules hubieran Ésta fue la medida adoptada por Augusto, pero
rechazado su autoridad y, si uno de ellos lo hubie­
resultó costosa; tuvo que imponer tasas sobre la
ra hecho, el otro probablemente lo habría cont
ra­ herencia a }, os italianos ricos para poder sufragar
rtestado. Cada uno de los ocho pretores y los dos
, los gastos. Si ]a clase gobernante de la Rep�t?Hca
hubiera estado preparada para pagar por su . hber­
consu les tomaba normalmente una de las provin­
cias después de pasar un año en Roma y la gobe
r­ tad'', podrían haberla preservado; en cambio, tu­
naba por doce meses. En España, la Galia Tran
alpina, la Galia Cisalpina, Macedonia y el Asia
s­ vieron que contribuir al costo de un sistema en d
cual la libertad se perdía. De cualquier modo, Sila
.

Menor había guamiciones más o menos perma­


nentes, pero eran demasiado pequeñas para repre no consideró las recompensas tan pródigamente
- concedidas a sus soldados como un precedente, pues
160 ]os legionarios podían ser aún dejados en la miseria.

161
A los Equites se los privó de sus derechos judi­ pocq más que acrecentar la miseria humana. Su
ciales, pero no ( como se lo sostuvo algunas veces ) sistema no tardó en desmoronarse; fue duro para
y
de sus contratos para cobrar tasas. Como Druso los Equites, la multitud urbana, los desposeídos
lo había advertido, ·había que ampliar al Senado los nuevos ciudadanos y no logró recompensar a
para integrar las cortes. Sila reclutó a "lo mejor los soldados. Lo que perduró es la �en:oria de . su
de entre los Equites'' para fortalecerlo con un nú­ . ejemplo y sus métodos. En el 49 C1eeron descnbe
mero de quinientos o seiscientos; el enrolamiento a los pompeyanos como gentes que al pe �sar e� as �
automático de veinte cuestores anuales a la edad proscripciones y las confiscaciones se d��en: S a �
de treinta años o más, debía mantenerlo en ese lo· hizo; ¿por qué no yo?'' lEn �1: 63 Cattlma hab1a
los
número. Tanto Jos nuevos miembros propuestos por concebido los mismos pensamientos. Durante
la aparición de
Sila, como los cuestores, se elegían. En este aspecto, siguientes treinta años Italia temió
no modificó significativamente los . derechos del un nuevo Sila. Al marchar sobre Roma y procla­
pueblo, ni siquiera se anularon las leyes de la ba­ �
marse dictador, César siguió los prec� �ntes ,as�n­
lota. El Senado se convirtió en un cuerpo menos tados por Sila pero se ganó la opmwn publica
exclusivo. Pero los cargos más altos siguieron sien­ �
por el prudent resquemor que Ja conducta de Sila
1
do pocos, en general fueron privilegio de la no­

le ocasionaba.
bleza, que era poseedora de la mayor riqueza y del
patronazgo, y los que se habían elevado a ellos
eran los que dominaban el Senado.
Sila creó una o dos nuevas cortes permanentes
para juzgar en lo criminal y revisó todas las leyes
penales. En su obra, absurdamente sobrevalorada
1
por algunos estudiosos modernos, no aparecen prin­
cipios originales de importancia.
¡,

l
Cicerón reconoció que la causa de Sila, en com­
paración con la · de .Mario, había si-do honorable, '
, , pero, según su �pi.nión, fue s-eguida de una victoria
poco honrosa. Una v-ez muerto, Sila no recibió mu­
chos elogios. Había sido un tirano, "un señor del
lujo, la avaricia y la crueldad"} y el tiempo de su
gobierno había sido calamitoso. Quizás a Cicerón
lo ofendía tanto su ignorancia de los derechos de.
propiedad como su falta de ihumanidad. Pero el
suyo fue el v·eredicto universal de la Antigüedad.
Los antiguos juzgaron a Sila de acuerdo con nor- ·
mas momles y lo condenaron: los modernos se
muestran más amables, pues son más proclives a
magnificar el triunfo. ·No obstante, Sila logró muy

162 '111 . ..

163 .·
VI

LA CAí D A D E LA R EPú BLICA, 78-27

'
. La buenn voluntad de los gobernados
pe1·ecerá ele hambre si no la alimenta
la buena conducta de los gobernantes.
Loro Halifax

. Conocemos mejor la historia romana desde el 65


al 40 aproximadamente, que la de ninguna época
anterior. !El material documental no es copioso, pero
contamos ahora con abundantes escritos contempo­
ráneos. De Salustio ya se ha dicho lo bastante ( págs
H4 y sigs. ) . Los comen:ta1'ios sobre la guerra de las
Galias y las guerras civiles de César ( 100-44 ) y sus
continuadores poco se relacionan con nuestro tema,
pero las obras de Cicerón ( 106-43 ) , sus discursos, 1'
sus cartas y también sus tratados sobre retórica y
filosofía, que contienen muchas alusiones históri­
cas, tienen! un inmenso valor, aunque nos dicen
muy poco acerca de las condiciones y los de<;eos
de las clases más bajas. La correspondencia de Ci­
cerón consiste en parte de cartas intercambiadas
con sus contemporáneos· más emine:r;ltes, pero las
revelaciones íntimas de su pensamiento cotidiano,
en las que no hay ningún intento de ocultar la ver­
dad, se encuentran especialmente cuando escribe
a un amigo ecuestre de toda la vida, Ático, quien
se movfa en los más altos círculos aunque mantuvo

165
en política una prudente neutralidad. Sus discur­ texto de restaurar el orden, el cónsul del 78, Marco
sos son otra cuestión. Algunos fueron pronunciados Emiliano Lépido, reolutó un ejército formidable
para clientes privados, y rara vez podemos estar y exigió la reins-titución de la distribucióp de gra­
seguros ( como podemos estarlo en ocasión de su nos ( que se concedió temporalmente ) , la restaura­
defensa de S estío ) de que expres·e su propio pun­ ción del poder tribunicio, la restitución a las comu­
to de vista. Aún sus discursos políticos no son siem­ nidades italianas de los derechos de ciudadanía
pre sinceros. En ambos hay distorsiones y omisio­ que Sila había eliminado ( lo que se efectuó a tra­
nes para adecuarse al caso en cuestión. Sus opinio­ vés de las cortes ) y, sobre todo, una nueva distri­
nes genuinas aparecen en sus tratados retóricos y bución de las tierras. Lépido sostuvo que a los ve­
·

también en sus cartas. teranos se los había engañado con "bosques y mar­
Hasta d 65 aproximadamente, los documentos de jales" ( quizá fuera cierto en parte ) , que las mejo­
que disponemos son escasos y aun después los cla­ res tierras habían ido a parar a manos de unos pocos
ros en el testimonio contemporáneo son considera­ favoritos de Sila y que con una mejor distribución,
bles y deian muchos problemas por resolver. Como todos podían quedar satisfechos, los soldados de
las grandes historias de Salustio, Polión ( cónsul Sila como los desposeídos. Su reputación pasada
en el 40 ) y Livio se han perdido, la narración con· no carecfa de máculas y su capacidad era limitada;
tinua de los hechos se apoya todavía en crónicas no obstante un sistema que había dejado a todos
posteriores cuyas fuentes se desconocen. Casio llenos de rencor era tan vulnerable que pudo Jle­
Dio, quien tuvo un aJto cargo público a princi­ var a una rebelión que sólo se reprimió con difi­
pios del siglo m d.C., es el que brinda un mejor cultad en el 77. Aparentemente los veteranos no
marco de referencia a partir del 67; intentó ir más confiaron en él, y recurrieron al Senado, tal como
allá de la superficie de los acontecimientos, pero Sila lo había esperado.
no siempre comprendió la escena de la República. En su derrota desempeñó un . papel esencial el
Apiano y Plutarco siguen teniendo import·ancia. La joven Pompeyo, nuevamente llamado para convo­
historiá de los acontecimientos del primero desde car y dirigir Ún ejército, aunque no ocupara nin­
la · muerte de César hasta el 35, es la más acabada
l1 t1 con que contamos, · y los pormenores encuentran
con frecuencia su confirmación en Cicerón; proba­
gún cargo público. Entonces y durante los diez
años siguientes, el Senado sufrió la desventaja · de
carecer de talentos; casi todos sus miembros expe­

1¡ blemente utilizó a Polión · como fuente. Las vidas


de César y Augusto, de Suetonio, escritas a prin­
rimentados y sin duda muchos j óvenes que cons­
tituían una promesa, hab.ían perecido en las gue­
cipios del siglo II, mezclan anécdotas dudosas con rras civiles y las pro�cripciones. ·En España, un bri� .
material valioso. Hay, por supuesto, otros datos es­ .Jlante oficial, Quinto Sertorio, había ya conducido
parcidos aquí y allí, Varrón ( 116-27 ) nos brinda una rebelión con la participación casi exclusiva de
un cuadro de las grandes posesiones en su obra nativos, quienes sin duda pretendían sacudirse el
sobre economía rural. . yugo de Roma; desde el 79, Quinto Metelo trataba
Apenas había muerto Sila, cuando el desconten­ de sofocarla sin mucho éxito. Entonces los restos
to es�alló con. violencia. En Etruria los campesinos . del ejército de Lépido, unos 20.000 hombres en�
desposeídos atacaron a los colonos. Bajo el pre· grosaron las fuerzas de ·Sertorio. Era necesario re-

166 167
. 11 .
forzar a Metelo y el Senado no tuvo otra alternati- rra, ;una vez m á s contra Mitrídates, y hasta el 62
.

va que enviar \ a Pompeyo. Por tercera vez se le se mantuvieron grandes fuerzas. En el 73 una re­
confiaba un mandato extraordinario. Él y Metelo belión de esclavos conduCida por Espartaco en Ita­
lograron reducir a España sólo en el 71. lia, adquirió tales proporciones que ·en el 71 fueron
. Las notables1 hazañas de Pompeyo le inspiraron necesarias diez legiones para sofocarla. Probable­
una inusitada ambición que iba a ser fatal para la mente casi 200.000 italianos, más de uno de cada
República. Tenía el don de la organización. Nunca seis nacidos libres de sexo masculino, estaban bajo
se hallaba verdaderamente satisfecho, salvo que es­ las armas en las varias campañas emprendidas por
tuviera activo · como general y admiilistrador, sir­ ese tiempo.
viendo a la vek al Estado y acumulando patronaz� "Espartaco no condujo un movimiento de protesta
1
go, beneficios y poder; perseguía una sucesión de contra la esclavitud, y menos aún un levantamien­
altos mandatos; Esto les negaba oportunidades a sus to de todo el proletariado. Pocos hombres libres
pares y le provocó conflictos con los oligarcas que ·colaborarían con los esclavos. Al parecer, la mayor
ans:aban la igualdad dentro de los límites de su parte de sus seguidores provenían de los pueblos
propia clase. Surgió también la sospecha de que allende los Alpes, senciHamente querían escapar
asp,iraba al poder autocrático que Sila había sus­ y recobrar la libertad en su patria. Pero ]a opor­
tentado. Esto no se justificaba, aunque Pompeyo tunidad del pillaje los distrajo fácilmente y no tu­
se pensara con derecho a ser reconocido como el vieron otra alternativa que abastecerse en el lugar.
hombre número uno de Roma, y si bien probable­ Puede que su , número haya llegado a los 150.000
mente deseara sobre · todo este reconocimiento por hombres. Sus actos de devastación se extendieron
parte de su propia clase -la nobleza..,.. , amaba . el desde la Galia Cisalpina hasta el extremo sur. La
aplauso y cortejó la popularidad: estaba dispuesto mayor parte murió lttehando o fue ejecutada una
a recibir del pueblo lo que el Senado no quería vez capturada; probablemente algunos se refugia­
concederle de buen grado. Por tanto, no fue leal ron en las colinas. üesde luego sus propietarios
a los optimates, que temían su mal disimulada am­ sufrieron una severa pérdida económica. Hasta que
bición, su violento pasado y sus inescrupulosas ma­ se los pudiera reemplazar, la demanda de trabaja­
niobras políticas, La hendedura que se abrió entre dores libres debió de aumentar. Pero es natural
él y el Senado lo condujo en el 70 a subvertir el que quienes más sufrieron fueran los pequeños la­
sistema de Sil a, y en el 59 a promover la · carrera briegos, pues no tenían reservas que les permitie-
de César, quien iba a destruirlo. Si no· hubiera sido . ran aguantar .hasta mejores tiempos cuando saquea­
. por la amistad. de Pompeyo, César no habría teni­ ban sus graneros, destruían su<; cosechas y árboles
do nunca la o0ortunidad de conquistar Galia; y si y quemaban sus casas. Además, muchos debieron
no hubiera sido por su posterior enemistad, no ha­ íncorporarse a las legiones.
bría tenido pretexto algt1no r.ara convertirse en amo Con los levantamientos de Lépido y :Espartaco l.
del Estado. volvieron a surgir en una escala menor las miserias
La lucha en esos años no se redujo a España. provocadas por las guerras civiles, que se repitie­
Sin mencionar las campañas en la frontera de Ma­ ron en los años 43-40. En el 66 Cicerón podia
cedonia, en el 74 estalló en e1 este una gran gue- recordar a los italianos aue "cuando las fuerzas

168 169
hostiles están cerca, aun cuando no hayan hecho darse de cuánta haya sido su eticacia, en especuu
·en salvaguardia de los pobres. Los pequeños la­
todavía ninguna incursión concreta, los rebaños se
abandonan, el cultivo de la tierra se descuida y briegos eran obviametite más vulnerables a la
los barcos mercantes quedan solos en los puertos" violencia .p racticada por los vecinos influyentes,
( En pro de la Ley Manilia, 15 ) . Los mismos ejér­ dueños de numerosos esclavos, y tenÍan menos
citos romanos provocaron grandes daños. Cicerón opmtunidad de encontrar un pronto auxilio en los
sostenía que én el extranjero arruinaban tantas ciu­ tribunales, si es que en realidad tenían alguno.
dades aliadas en las que se encontraban acuarte­ Muy difícilmente hubieran podido contar con los
lados durante el invierno, como destruían ciuda­ serviciOs de un Cicerón como abogado.1 Un méto­
des enemigas, y para verificarlo apelaba a los re­ do para acrecentar la propiedad era simplemente
cuerdos de sns marchas por Italia·. El jurista La-· derribar las señales de limitación de los terrenos;
beón, probablemente pensando en las guerras de la práctica estaba, por supuesto, prohibida, pero
la década del .40, planteó el caso de un arrendata­ persistió.
rio que huyó a la mera aproximación de los sol­ El peligro . amenazaba también la vida y la li­
dados, quienes ocuparon su casa y quitaron los , bertad de los hombres. Un sig�o más tarde se
marcos de las ventanas, etcétera, probablemente consideró una peculiaridad de los tiempos de Ci­
con el objeto de conseguir leña. ¿,Era responsabi­ cerón el heoho de que los caballeros no viaiaran,
lidad del propietario o del arrendatario? En el 43, fuera de Roma sjn una escolta armada: Abundaban
Décimo Bruto, que estaba por iniciar un sitio en ios salteadores de caminos que se apoderaban del
Módena ( Mutina), mató y s·aló todo el ganado viajero indefenso y lo vendían como esclavo, si no
para hacer provisión de carne, y Antonio, que ve­ lo robaban y Jo mataban simplemente. Muchos
nía de Brindisi para atacarlo, ' vació graneros y eran quizá . personas arruinadas por las guerras o
mató rebaños en route. Por una vez, Sila y César, que habían desp,rtado dé las bandas de Esnartaco
con éxito parcial, intentaron frenar a sus hombres, o, más tarde, de Catilina. Los que secuestraban
p�ro tales incidentes u otros peores aún debieron . podían descubrirse de pronto en las nrisiones ( er-•
de ser corrientes toda vez que Italia era escena gastula ) , en las que los grandes señores mante­
de operaciones militares. -. · nían encadenados a sus esclavos; era muy escasa
La violencia era ahora endémica. La década de la onortunidad que tenían de salir de esas remotas
la guerra civil había habituado a los hombres a fortalezas rurales para · vindiGar su libertad frente
ella. La expropiación forzosa era más común. Era a una corte. ·E s posible que muchos canturados en
posible que aun un hombre poderoso encontrara el curso de las guerras sociales y civiles hayan
a sus esélavos muertos y su propi�dad ocupada llevado una prolongada vida, de desdicha en esas
por pandillas armadas por un vecino. En el 73 prisiones. Existía por cierto una ley penal, proba­
se introdujo uh nuevo y más severo procedimien­ blemente· de este período, contra el secuestro, y
to por el que la pena que correspondía a tales un proceso civil por el que se podía exigir la li�.
ataques era el pago cuádruple de lo desh·uido. Por
ese tiempo quizá también se concibieron otros re­ 1 Sus discursos en pro de Cecina y Tulio ;procuran abun­
medios contra la fuerza o el terrorismo. Puede du- dantes pruebas.

170 171
beración de un hombre libre ilegalmente demo­
rado; pero, ¿cómo podrían los amigos de ese hom­
bre conocer su paradero? Las numerosas alusiones tribunicio; y en el 75 a un cónsul, Cayo Aurelio
legales, una de las cuales data del 204, a "un hoin­ Cotta, le pareció prudente promulgar una ley por
bre libre mantenido en buena fe como esclavb'' la que los tribunos podían aspirar nue�amente a
sugieren que los hombres libres eran a menudo otros car<Yos más elevados; esto no les dw mas , po­
comprados por quien no conocia su condición ( o der y �eramente intensificó la agitaci� n, pues
se cuidaba de no hacer preguntas indiscretas ) . 'El hombres más ambiciosos estaban ahora dispuestos
bandolerismo era más frecuente en las tierras de a asumir el cargo de tribuno. Pero el tribunado'
pastoreo y en los bosques montañosos. En el 60, había obtenido su poder como resultado de las
el Senado designó estas tierras como la provincia . "secesiones" o las huelgas militares; ahora las ma­
en la que los cónsules del 59 debían restaurar el sas estaban demasiado dispersas y desorgamzadas
.
orden. La intenció� era privar a César, cuya elec-- . como para ejercer una presión ab�u�adora. El ins­
dón era segurai de un alto mandato. Pero había. trumento popular eficaz era el eJército.
una verdadera necesidad de adoptar · medidas es­
•Pompeyo volvió en el 71 y decidiÓ . no desban­
peciales, y en el 36 Augusto des�gnó a un homb¡e
dar sus fuerzas hasta triunfar a fines de año. El
·

de rango consul,a r para llevar a cabo la tarea que


privilegio ·que buscaba para sí, �sto es, ser elect�
César, comprensiblemente, había desdeñado. .
cónsul sin contar con edad sufic1ente para ello m
Estas condiciones hacían difícil la defensa del haber ocupado cargo alguno que lo capacitara, no
punto de vista de los oligarcas, según el cual debía podría haber sido denegado de cualquier forma;
preservarse el sistema de Sila en interés del orden pero amenazó a la oligarquía con . ?tras exigen.ci�s.
( otium ) . Sus opositores podían replicar que el or­ Aprobó abiertamente la restaurac�?n de los vieJOS
den de Sila era en todo caso equivalente a la "ser­ _ .
derechos tdbunicios y prorrump10 en mvectlvas
contra los malos gobiemos en las provincias y .1�
vidumbre" y que la libertad de los ciudadanos
�dependía de la restauración del poder tribunicio.
corrupción en las cortes senatoriales. Estaba qmza
Alegaban que en el campo los ciudadanos no esta­
disgustado con el Senado por haberle éste dado,
ban a salvo de ' ser sometidos a castigos e incluso recursos inadecuados en !España, y parece, por lo
ejecutados por los magistrados (. S alustio, Discurso demás, que fue siempre partidario de los gob�er­
de Macer, 26 y sigs. ) . En la ciudad los tribunos
nos efirRces cuando éstos no entraban en confhcto
podían todavía intervenir en defensa de un indi­ con sus intereses personales. La eficaciR había es­
viduo que estuviera sufriendo una iniustida, pero tado de<;diohadamente ausente en los últimos po­
su mandamiento no tenía peso más allá de esos cos años, y no era probable que la influencia ele
límites, y puede que Sila haya anulado su pod�r Pompevo au m ent ar a si se mostraba partidario de
·para acusar a antiguos magistrados ante las centu­ las reformas p opulares La ve nal i d a d de muchos
.

rias, quizá la única restricción eficaz contra la des­ jurados senatoriales había d �spertaclo ge ne�al in­
consideración de los derechos de los ciudadanos dignación; un importante optnnus �u d o � ecu· que
fuera de Rom a. En el 78 comenzó una agitación si no hubiera sido por esto, no ·habna habido tanta
para repeler la legislación de Sila sobre el · poder presión para que se restaurara �1 pod er tribu ni c i o ;
dio también origen a la eAigenc1a de que se desig­ .
172 naran censores para purgar al Senado, aunque la

173
�, --
- -----.... ...
.... ....;

' 1
. de los censores nq era 1habitualmente . una institu­ censo ecuestre; en un sentido amplio del término, los
ción popular. Aun las masas mostraban ocasional­ Equites superaban en número a los senadores en
me�te cierto interés por la justicia y los buenos una proporción de dos a uno. Según conjeturo, es­
gobiernos. tas calificaciones más bien artificiales para el ser-·
·

La historia del primer consulado de Pompey� vicio jurídico se preferían a una simple calificación
y de los pocos años siguientes está mal documen­ por propiedad alegando que la integridad de las
cortes podía mantenerse gracias ¡al control moral
tada y muchos detalles permanecen en el misterio. '
que podían ejercer los censores. De hecho, la co­
Su colega fue Marco Licinio Craso. Vástago de una
rrupción siguió constituyendo un mal con las pro­
gran casa noble, Craso había aplastado la rebelión
porciones 1h abituales. Lo que logró la ley fue ter­
de esclavos; las subastas de los tiempos de Sila le
minar · con la vieja lucha entre el Senado y los
habían permitido amasar una fortuna que supera�
ha a la de cualquier otro romano hasta que los
Equites por ganar el control judicial. El Senado,
_
b?hnes de las conquistas enriquecieron más toda- . no tuvo oportunidad de rechazar la ley de Aure­
v1a a Pompeyo y César. Era experto en intrigas lio, y muy pocos motivos para hacerlo; sabemos
y consagró su carrera en gran parte a frustar a cómo votaron los jurados de Jos diferentes paneles
en unos pocos juicios, y los votos no se clasificaban
·Pompeyo, a menudo fingiendo colaborar con él.
Junto� promulgaron una ley que suprimía las li­ de acuerdo . con la clase a la que pertenecían los
_
mitaciOnes , impuesto que los emitían. Por tanto, rara vez había conflicto
que hab1a Sila al poder de
. de intereses entre el Senado y los Equites. Fue
los tribunos. Se eligieron censores y se eliminaron
64 hombres de la lista de senadores; también lle­ realista por parte de Cicerón instar a que las clases
varon a cabo el primer censo tolerablemente com­ actuaran en armonía.
pleto desde el 90 y, por fin, concedieron a muchos Poco fue lo que las masas ganaron con estos
de los nuevos ciudadanos, derechos efectivos� Lue­ cambios, fuera del hecho de que los tribunos po­
go Pompeyo y Craso disputaron abiertamente v dían dispensarles ahora una mayor protección per­
no pudieron hacer nada más. Aurelio, un pretor, sonal. Aun a los soldados se los privaba de recom­
fue el que debió revisar la composición de las cor­ pensa. Probablemente en el 70, el tribuno Plotio
tes algo más avanzado el año. pro.movió una ley por la que los veteranos de la
guerra sertoria debían recibir asignaciones de te­
Su ley preveía que estuvieran integrados por tres
p �neles �ompuest�s de senadores, Equites y tribu­
rrenos: aún en el 59 no se había cumplido. Hasta ·
. después de volver del este en el 62, Pompeyo evi­
m aeraru respectivamente. El segundo panel se

componía claramente de los que tenían la distin­ dentemente no mostró aptitud alguna para llevar
ción que conferían o arrebataban los censores, de a cabo lo que debe de haber deseado. Tampoco
poseer un caballo a costa pública. Los tribuni ae­ se reanudaron plenamente las distribuciones de
grano. En el 75 había habido una "cruel" escasez.

rarii eran poseedores de un cargo, sinecura anticua­


1 ·. da, y puede .que hayan sido también designado� Los cónsules habían sido asaltados por una mul­
r titud hambrienta en la. principal vía pública de

f
por los censores. Como Cicerón los clasifica tam­
bién como miembros del orden ecuestre (Pro Fla­ Roma, la Vía Sacra. Sus sucesores en el 73 ha­
bían sido obligados a introducir distribuciones,
1
co, 4 ) , parece que les hubiera correspondido el.

, ,.,�
174
1
hombi:es para dcS>­
p�ob�blemente al precio de los Gracos, pero res­ mando de numerosos barcos y
la más d·e<.'i­
truir a los piratas. Su proyecto tuvo
ó ser ma­
tnngida:s , a 40.000 beneficiarios. Quedaron excluí- ·
sólo evit
dos qmza cuatro quintos de los pobres nacidos dida ,oposición del Senado, que
e una
?
li ·res. Se�ún ya 1? dije ( pág. 137 ) , conjeturo que sacrado por una furiosa multitu
d med
s acallaron
iant
. la voz
solo los hbres recibían el beneficio. oportuna retirada. Las protesta
ndo uno de ellos
Aún después del 70,
pocos tribunos se . manifes­ de dos tribunos opositores : · cua
amenazó con la
taron campeones de las masas. Salustio describe intentó interponer su veto, se lo
Cicerón iba a de­
al tribuno ·I:i�inio Macer en el 73, poniendo de suerte de dctavio y se retiró.
alegando que "no
. fender la medida de Gabinio
ntad de un únj­
reheve su dihcultad en conseguir los recursos de
la nobleza "solo, impotente, magistrado solamente iba a permitir que la voz y la volu
las de todo el
co colega tuviera más peso que
de nombre" ( Discurso ele Macer, 3 ) . Desde ei1-
72,
C ) . La doctrina, que era
la que él re
tonces, el tribunado había recobrado sus viejos de­ Estado" ( A�conio;
. la de Tiberio Graco, no difería de
pud ió por cierto más tarde y prob
­

rechos, pero los que lo ocupaban sin duda seguían


able;nente no la
p�nsando en · sus futuras perspectivas políticas, o zon. E n unos
cora
bwn �ran nobles, o bien dependían del respaldo:' aprobó nunca en el fondo de su
mares con un a
que estos les Prestaran. Los mismos tribunos po·­ pocos meses Pompeyo barrió los
ley tdbunkia,
eficacia incomparable. Una nueva
pulares dependían e n su mayoría d e grandes fi­
guras como Pompeyo o César y eran sus instru-· promulgada por Cayo Mani io en � el 66, le co 1firió
;
el mando en la guerra or1ental
, que todav1a se
mentas; sólo Clodio constituye un caso aparte.
prolongaba. Muy pocos optimat
es se opusieron a
Pero el populacho nada podía lograr sin contar tan vasto que
ella. El poder de Pompeyo era ya
·

con un ,liderazgo.
o haberlo amn en­
el nuevo cargo difícilmente pud
'Las actividades de los piratas habían agravado
tado materialmente.
durante años las aflicciones de Roma. Centrados ular por la ley
en Cilicia, había!1 equipado grandes flotas y, co­ Hubo un enorme entusiasmo pop
fun dam entalmente a
mo Roma no tema armada, controlaban los mares. gabinia. No debe atribuirse
ales. Pnr
b presión ejercida por las clases comerci
E l Senado había adoptado medidas aisladas contra la acti vida d de
supuesto, el c01:percio padecía . con
·

· ellos sin �·es �Itad� alguno. No era seguro navegar,


tení nn infl uen ­
los piratas, pero los comerciantes no
a los daños
.
salvo en mv�erno, JUStamente la estación en la que
ncia
cia; · Cicerón le da más importa
o la víctima pri1 1-
los navegantes antiguos no se atrevían a abandonar
el puerto. El transp� rte d,e tropas y dinero corría sufridos por los publicanos. Per
ndo el pre cio del
. cipal era el bajo pueblo. Cua
� re. Pompeyo se
muchos, nesgas, y aun mas el de granos, del que
dep�nd1a el pan cl,el pueblo romano. Las depre- . grano se elevab �, mor ía de ham
eJar las rutas ma­
impuso como pnmera tarea desp
Á fric a principale'i
dacwn�s se extenclum a los puertos y al interior;

. �n s,oa, el ouerto de Roma, se capturó o se in- rinas hac ia Cerdeña, Sicilia y el
El mismo día d<"
,

cendw una flota y la Vía Apia fue invadida. 'En fuentes de trigo para la capi tal
descenso del pre­
�1 �7. el tribuno Aulo Gabinio propuso que se su designación, hubo un súb ito
.
cio, que llegó a muy bajo nivel
es
mv1sbera a Pon�peyo con poderes extraórdinarios
. en toda Roma durante tres años y se le diera el De hecho, todas las clas debieron de habe!·

177
176
la
coincidido en el deseo de acabar con depredacio­ si · los soldados hubieran estado más apegados a
nes tan injuríosas no sólo para los intereses mate­ República que a su general.. Nadie en los Estad os
riales de · Roma, sino también para su prestigio. Unidos habría tenido por qué temer que el gene�
al
VIC­
El Senado mismo había albergado ese deseo, aun­ · Eisenhower se apropiase del poder al regresar
que no habí� arbitrado los medios para llevarlOi torioso de Alemania.
a cabo; era · cbnvicto de incompetencia y; si algu­ ·Los acontecimientos iban a mostrar que Pompeyo
na justificación hubiera sido necesaria para resu­ o.
no tenia ambición de. actuar como Sila a su regre�
citar el poder tribunicio, ahora se contaba con
Moralmente, para asumir el pode r absol uto, hu �
:n e­
ella, pues la iniciativa tribunicia promovió una da­
ra necesitado la provocación con que los parti
medida esencial que el Senado no había sabido lo c ono­
rios de Mario desafiaron a Sila. Los que _ ar
adoptar. La ley de Gabinio sobre piratería no fue
cían bien, quizá no abrigaran te�or ,a que asp1� �
algo aislado; junto con su colega Cornelio, em­ s­
a la tiranía, pero sus rivales ·no quenan verlo m �
prendió otras reformas que no habían contado con .Cra o, en parti ­
quiera en un lugar de pr·eemin.en�ia . �
el apoyo del Senado. Una de ellas, quizá, merece. con­
cular b·ató de asentar su prop1a mfluenc1a para
especial .atenCión. Era · costumbre de los pretores,
responsables de la jurisdicción Civil, anunciar con

trarr star la de Pompeyo. En el 70 contaba con
am- ·

plio apoyo en el Senado, y la presteza con 9ue conc
edictos al asumtr su cargo las soluciones a las que daba alh una gran
día préstamos libres de interés le
recurrirían . . Al crear nuevas soluciones, ajustaban más
fuerza. Intentaba ahora tener una popularidad
continuall?-ellte la ley a las nuevas necesidades so­
grande y contaba con la ayuda . d� Cayo Julio César,
ciales y económicas . Pero no s·e les exigía que su
joven patricio hasta entonces d1shngu1do �ólo por
extravagancia y sus deudas, · su elocuencia, �� pre­
siguieran esos edictos al tomar decisiones concre­ .
tas . De este modo la ley resultaba incierta e in-'
tendida descendencia de los dioses ( su fam1ha, en
debidas influencias ,podían torcer su curso. Cor­ por
. verdad, no había sido demasiado distinguida ) ,
nelio prescribió que en el futuro los pretores no su indudable p�rentesco con Mario y su declarada
debían desviarse de sus propios edictos.
oposición a los optimates. En el � intentó conde­
Pero aunque la legislación tribunicia del 67 se nar como asesinos a los que hab1a matado a los
n
topó con necesidades reales y aun urgentes, era �
proscriptos por Sila y en el 63 pa�ti?ipó el proc�- ..
natural que los optimates se resistieran a conferir samiento de un viejo senador, .Uabmo, qme� habm
vastos poderes a Pompeyo, Gabinio fue su asociado tomado parte en el linchamiento de Saturmno. S e
y más tarde obtuvo, gracias a él, el consulado del declaraba ferviente opositor a l arbitrario castigo de
58; la ambición de Pompeyo constituyó tanto o más los. ciudadanos. Su popularidad se sumó �1 soborno
Ja fuerza motivante de su resolución como el inte­ masivo y obtuvo de ese modo en la elecciÓn del 63
rés del Estado. Retrospectivamente Salustio consi­ .el cargo de Pontifex Maximus, puesto supremo en
deró que Pompeyo había restaurado los der�chos la religión del Estado . .
tribunicios sólo para facilitar su agigantamiento per­ Tanto Craso como César había n intentado confe­
sonal . Las fuerzas de que disponía lo volvían poten­ ·
rir la ciudadanía a los pueblos del norte de lta a, �

1
cia�mente amo del Estado . La Ley Manilia confir­ principalmente los de allende el .Po, a los que solo
maba el peligro . Por supuesto, no habría sido así se les haMan otorgado los derechos latinos en el

J
1 •,
178 179
comisión de distribución de tierras ( de la que hu­
biera estado exclui do ) , ya en completo control de
.
89 por una ley promulgada por el padre de Pom­ todas las tierras disponibles; Y aunque sin duda se
peyo. Eso los convertía en · l entes de Pompeyo; si ' hubieran repartido tierras a los veteranos, el crédi­
��
llegaba �1 a deber una condi. CIOn más elevada a Cra­ to y el patrocinio habrÍan correspondido a los co­
y
so � Cesar, s� fidelid_ad podría cambiar de rumbo. misionados, quizá sobre todo a Craso y a César,
�1 mtent? fue frustrado. César, por fin, les dio la no a Pompeyo. Cicerón, que detestaba la legisl a­
cm�adama e�1 el 49. Pomp yo estaba engrosando ción agraria en general y que era, entre otras cosas,
. ;
enoune� ente los mgres os publicas ( pág. 63 ) . Cra­ un perro guardián ·autoas]gnado de IPompeyo, frus­
que
so Y Cesar se propusieron hacer lo mismo anexa
n­ tró astutamente el plan, que no interesaba a los
do a Egipto, donde el título del rey regente era in­ . Se
hacia ya mucho que se domiciliaban en Roma
. dona­
Cie�to: uno de sus predecesores (se decía) había con­ amenazó con un veto, y el proyecto fue aban
. agrar ia de Cé­
fendo el remo a Roma. También en esto fracasaron do o derrotado. Pero 'la legislación
( 65) Y en el 59 •Pon:tpeyo, Craso y César iban a sar del 59 iba a seguir lineamientos simila res.
promover el reconocimiento del rey a cambio de
un Craso v César intentaron también ubicar a sus
que
enorm � s�borno. Craso y César parecen tamb
ién amigos e� los puestos clave; esto no e�� más.
haber mshgad o un proyecto de ley agraria prom lo que intentaban hacer todos los pohhcos mflu­
. ul­
gado po:· e� tnbun Rulo en el 63. •El plan yente�. Así, pues, apoyaron la candidatura de Cayo
. ? consistía
en d1stnbmr no solo tierras públicas, sino tamb
ién Antonio y Lucio Sergio Catilina para el consulado
.

l�s que pU Ieran adquirirse de quienes
estuvieran del 6.'3.
d�spuestos a venderlas, sobre todo, con n, es­
el nuevo Ambos eran figuras de dudosa reputació
d:n�ro que ·Pompevo estaba incorporando. El por ha?e r sid�
cono- pecialmente Catilina. Era conocido
' Cimie�to que de él tenemos deri\ra por y SI
entero de uno de los más sanguinarios agentes de Süa,
l�s discursos ronunciados por Cicerón, en­
p · entonces todo lo que se dice de él es cierto, ha:bía desde
consul, �me sm duda lo internretan errad era
amente. tonces cometido una serie ele crímenes. Pero
En su se undo discurso sobre la Ley Agraria tenia gran
� ( 70 ) . vástago de una deca ída casa patricia,
desacredita algo dicho por RuJo , esto es, orada
·que "el encanto personal, fascinaba a la . juventud , �
ele Roma y había seguido una carrera pohh
populacho urbano tenía dem asiad o pode ca or­
r en el Es­
tad?. Y tendría que ser drenado" como si aprob ada mane ra con
se tratara todoxa culminada ele la más
de a�ua de pan toqu e", comparación que, ás el apoy o
para su un pésimo gobierno en el África. Quiz
fuero mtern ?, le pareció adecuada ( A Atico, n sos­
· 1 19 de Craso y César, cuyas intrigas despertaba�
_)
4 Pero existen otros indicios de que los be 1efi�
·

. ; pechas, contribuyó más que las malas cuah


dacles
c1anos debía n ser rústicos, incluidos sin lugar . gue la noble za respa l­
a de Antonio y Catilina para
�udas los que recientemente .h abían perdi gozab a
dara a Cicerón, el hombre nuevo, gue
del
. do sus

tierra� ba,1o pr sión económica y habían busca
� do apoyo de los Equites. A nesar de algunas difam
refugw e � la cmdacl. Además pudo haberse
sabid o, ciones populares acerca de la exclusividad olí gár­
, del
o e�·a fac1l de prever, que Pompeyo exigida asig­ ouica . no l1abía nunca imnugnado la autoridad

naciOnes e terrenos ara sus veteranos. Si el pro­
� Senado y, una vez aceptado en la clase gober nante ,
yecto de �ulo se hubiera ·convertido en ley, Pom­
peyo habna regresaclo para encontrarse con una 181
_
180
' �·
frenada libertad y licencia de las s ��bleas" A los
podía ?�ntarse co que emplearía su influencia �
� y ·

s�1 hab1hda? oratona en su defensa. Eso fue


h1zo, por eJemplo, al resistirse exitosamente
lo que demagogos les era fácil agitar a los artesanos, ten­
yecto de Rulo y defender a Rabirio.
al pro- deros y toda esa especie de hez'' ( Pro �laco, l5-
. 18 ) ; según su opinión, todas las ocup�cwnes ma­
Ya en el 66, Cicerón, que pertenecía a una buen
a nuales eran mezquinas y sórdidas, y . los que . as �
familia ecuestre, había afirmado que todo
s los se­ practjcaban, inaptos para participar d� l �s . declSlo­
nadores, excepto unos pocos que buscaban
el mo­ nes políticas . Sólo para obtener la ;s.tabihdad. h�­
nopolio del poder, deseaban que los Equites
estu- . bía que concederle al pueblo un mmtmo de hbe.I­
vieran junto a ellos en dignidad o nmgo,
v unirse tad política que lo contentara. En la democracia
los hombres no se jerarquizaban de acuerdo �o� �1
además con ellos en una entente polítiéa
( Pro
Cluencio, 152 ) . Siempre se mantuvo fiel a este id eal
rango y se ignoraba el principio vit�l que ex tbta ?
de u�idad . entre las clases y, más tarde,
lo amplió la organización del centuriado romano, segun el
para mchnr en ella la clase propietaria
de toda la cual, "el mayor número no debe ,conblr qon el ma­
Italia. Sus lemas eran "la concordia de
las clases" yor poder" ( República, I, 43; II, 3Q, 57) . ·
y "el consenso de Italia". Todos los buenos
hombres . E�to era vital, pues la mayoría, dado que era
tenían de hecho interés en preservar el otium
dignitate, que puede parafrasearse como un
cum pobre, podría utilizar el poder para atac�r los de­
ordenado ·en el que los hombres se evaluara
estado rechos de propiedad . De a.cuerdo co? 1deas que
acuerdo con el rango que ocupaban en una
n de: Cicerón tomó del filósofo gnego Panecto, el Estad.o
tura social jerárquica . "A los buenos ciud
estruc­ existía para mantener la justicia, esto es, para evi­
observó en el 43 ( Filípicas, XIII, 16 ) , "los
adanos", tar que un hombre dañe a otro ( a no ser que se lo
hace en 1 haya provocado ) para que
cada cual tenga asegu­
primer lu gar la naturaleza, pero la fortu
:
La segundad del Estado contribuye a
na ayuda. rado el uso de lo que le pertenece, y para que to­
de todos los hombres buenos, pero beneficia
la ventaja dos por igual tengan uso de lo que debería g�­
claramente a los hombres de fortu n.a" . Pod
más zarse en común, según parece, , ¡ el . fuego, el agua
rirse privadamente a "mi ejército de los
ía refe­ y los buenos consejos! ( Oficios, I, 52 ) . L �s hom­
.Atico, I, 19, 4 ) , a "aquellos que aumentaron
ricos" ( A bres tenían el deber positivo de hacer dm;ro �
1,. tuna y acumularon riquezas gracias al
su for­ aunque se los insta a ser generosos,. no .debtan n
cielos" ( Contra Catilina, IV, 1 9 ) Al pue
favor de los tan l eios como para dilapidar su patnmonw. El r x:­
. blo común mer deber del estadista era asegurar que, por equt­
lo despreciaba: · · "el desdichado populach
o medio dad de la . ley y los tribunales, cada cual pudie�a.
muerto de hambre, que asiste a las reunione
s ·ma- . conservar lo suyo y que. "mientras no .se. deben�
sivas y sncciona la sangre del tesoro" ( A
Atico, I, arruinar a los débiles por causa de su ba1a condt­
16, 11 ) . Por tanto, no encontraba valor algu
nada que suniera a democracia. Obietaba '
no a �
ción, la envidi a �o debía impedir que lo� c?,s �an­
el voto .
secreto, �, sólo con repugnancia reconocía tuvieran o recobraran lo que les pertenec1a Clc.e­
que· 1� rón ilustra estos preceptos con ej.emplos de la hts­
restauracwn del poder tribunicio había sido
saria para apaciguar al populacho. Las dem
nece­ toria romana para mostrar que siempre hay que
ocra­ condenar las redistribuciones de tierra� y las cance­
laciones de deudas ( ibid., H, 72-87 ) .
cias griegas habían sucumbido por causa· de
: 1 la "irre-
_
182 1 183
ml
En un nifiest ? de credo politico pronunciado que lo que hubieran querido o podido la mayor par­
?6
en el ( l. ,ro Sestw, 99 y sigs. ) , definió las bases te de los mie1nbros de las clases superiores, pero
.del ottu.JJ.l cum d,ignitate como la preservación de su teor�a se corresponde tan bien con sus intereses
los cultos y lo auspicios, el poder de los magistra­
� y, generalmente, · con sus acciones, que podemos
dos y la au.tondad del _ Senado, las leyes y las cos­ considerarla repres entativa. Se articulaba tan clara­
tumbres an estrales, las cortes y el fuero ( donde
� mente y sus consecuencias prácticas estaban ex­
l �s leyes re� b1an ,
�'
su apo�o -el crédito, las provin- presadas de modo tan explícito precisam �nte por
c1�� Y los alir dos, el prestJgw del Imperio, la fuerza
t
la
estar amenazada. tLos hombres rara vez swnten
. nnlitar
·
de Roma y la solvencia del tesoro. Todo es­ necesidad de expresar y justificar sus creencias
No
to, en suma, 1 se reducía al mantenimiento del statu cuando éstas son m�iversalm�nte compartidas.
.r¡uo. Los cul�os y los auspicios tenían importancia es que hubiera una filosofía polític a o social plena­
,
c ?mo . lo conft_esa ·en otro lUJgar, porque podían ma­ mente �laborada. Quienes atacaban la estructura
mpularse para impedi r medidas "sediciosas". El eré- . establecida eran sólo agitadores, a menudo o siem­
1 �
. �ito -el t rm_ino latino f des, que
� significa también pre aventureros alentados exclusivamente por sus
buena fe , tiene una mas bella resonancia moral­ propios intereses, cuyo · objetivo confesado era ape�
era esen �ial para los derechos de propiedad; . "nada nas el de vengar ofensas particulares, y los movi­
e� tan efJCaz ara mantener unido al Estado" ( Ofi- mientos populares de Roma carecían del fervor mo­
.¡ ,Y
. ctos, I�I, 84 )
l
en nombre del tesoro, del que los ral y también de la base intelectual que un credo
grandes extra1an sumas enormes, uno siempre podía como el marxis mo puede conferir a los equivalen­
oponerse a la "prodigalidad" de tierras y granos, tes modernos. No obstante, era grave la amenaza
aun cuando no sign1ficara abusar de los· derechos contra todo lo que Cicerón valoraba.
·
legales o tradicionales de los propiet�rios privados. El orden mismo se estaba quebrantando. Antes
.
:f:a �ista orpite un ideal al que Cicerón también de la guerra social, la violencia era un fenómeno
atnbma un muy alto valor, esto es, la libertad, ''que ocasional: ahora se había vuelto endémica tanto en
.
consiste no en tener un amo iusto, sino en no tener­ la ciudad como en el campo. Los tribunos Gabinio
lo en al?soluto" ( República, II, 43 ) . Pero su concep­ y Manilio ya habían recuri·ido a ella. En el 66 co­

to de lb ertad era el del senador de alta posición, ' menzamos á oír de pandillas de asesinos a sueldo,
�1ue ex1g1� el dereoho de formar y emitir su juicio
, compuestas en parte por gladiadores y esclavos fu­
. gados. Salustio y Cicerón hablan ambos de una cla­
mdeoend1ente en las deliberaciones por las que se
de;idía la poFtica del Estado, no el del hombre co­ se de gente armada profesional ( sicarii ) . . La lev
rr;tun, �1 que 1 n ormalment.e habría negado la oarti­ prohibía, bajo pena de muerte, portar armas con
.
Cipacwn en tales decisiones. Ésta era la libertad se­ Intención criminal, pero era difícil aplicarla. La
natorial que Augusto iba a destruir. Ésa es la raz6n ciudad carecía de guarniciones y de policía. Los
· por la cual tuvo que hacer matar a Cicerón antes magistrados tenían sólo unos pocos hombres arma­
de llevar á cabo la mayor parte de los otros obje- dos. Sólo puede conjeturarse una explicaci6n: q� izá
tivos del mismo .. la misma nobleza temiese otorgar poder policJaco
No cabe duda de que Cicerón desarrolló sus pun­ a uno de sus pares. A fines del 66 el j uicio de Ma­
tos de vista de un modo más elaborado . y teórico nilio fue interrumpido por la fuerza; Cati l i ua, qnc

184 1 85
_, -----

apareció arm ado


en el foro' tUVO . .
Cierta IntervenciÓn . dos ) con los perditi ( casi "criminales" ) ; no estaba
Ircu}aban rum ores
en el asun to. C'
d� que él, u otros,
tenían planeado
sacrar a los sena
por enton ces, o
¡n as adelante, m a­
lejos de considerar a la pobreza un crimen. Era, por
cierto, una fuente de criminalidad. La condición del
dores
� �� tom

l
cióu los enriqu e oder; la repetí­
ecía en e deta e, p bajo pueblo urbano era en extremo desdichada. La
siempre dispuesta
c�alm ente cua
ndo és
á ��� 1 �
.
u p r a sus en
y la gent e estaba
�migos, eSpe­
mayor parte de ellos sólo podía aspirar a un empleo -
casual, especialmente durante la estación de la na­
es aban arrumado
bian muerto y no _ s o ha­ vegación, cuando tenían que descargarse y distri­ 1
odían replicar;
aun Craso y Cé-
sar fueron vícti
mero heCho '
;
ma de estas calu
mnias. 2 Pero el
buirse los abastecimientos. Como la ciudad iba cre­
ciendo, había siempre edificios privados en cons­
de que algunos
'bles, ilustra la las encontraran
·

. posi- trucción, pero hasta la década del 50, cuando Pom­


ins egun'd �d Imp
Los colleg . d erante. peyo completó un teatro de piedra para dar cabida
, w esempen aban un
pape1 cada vez
�as importan te en este de
oraciones de artes
t �
anos ine uso os
ord n. Algun os
eran aso­
a 40.000 personas y César comenzó a financiar cos­
tosas constr.ucciones, hubo pocas grandes obras pú­
te remontaban que supuestamen­ blicas. El grano no era gratis para nadie y sólo era
a Ja �ona q ,a
Desde entonce r m ( pags. 49 y sigs. ) barato para una reducida minoría. Los pobres, api­
s llabI'an surgtdo . ,
esta ban com m uch os mas. Otros ñados en una densidad siete u ocho veces mavor
puestos p o! homb
mism os cultos o res que celebraban los que la de una ciudad inglesa moderna, vivía� a
que VIVIa ,
n en el mism
Todos eran
congregaban ]'unt

básicam e te locale
s.
·
Los
o vecmdar.
artesanos se
io. menudo en alojamientos d� sesenta o más pies de
altura, precariamente constn:tidos y con peligro
mo d 1strr. to solía ' Y
. os a gente que viVI'a
en e1 mis- . constante de venirse abajo, mal iluminados, mal ven­
celebra los oficio
Ios tem plos de � s religiosos en tilados y sin medios adecuados para cocinar. ( Has­
las enci'UCIJ. das
collegia contaban � locales. Todos estos ta el siglo II, diC'e Plinio, no hubo panaderos; pero
e1ectos con cuya
. con funci Onarios
mterven ción era . por entonces tampoco · les era posible a los pobres
fáci l condUCirl os
ción o motín a una manifesta - hornear el pan en su casa. )
del mrsm· o modo que m
tervenci ón de
peuple dura nte la
las secti o;s f� e con ducido
.
Re o UCIOn Fran
ed'1ante la in-
el menu
El agua no se distribuía, y n o había conexión en­
tre las casas ordinarias y las admirables cloacas; a
el Senado aboli
manifestaban «co
J
ó p or ecreto a
.
ntra110s a los ·
ces a. En el 64
los collegia, que ·
s�
decir verdad, la reserva de agua de la ciudad, ase­
quible para la mayoría en las fuentes públicas, de.:
, . m t reses, de la ·
j1
pu b1Ica ", y proh
ibió la celebraci_ � Re-- bió de haber vuelto a ser insuficiente; mediante la
las encruciJ'adas On de cultos en edificación de nuevos acueductos y la reparación de
Su dereoh o a actu
era cuestionable
� ar de este mod:) los viejos, Augusto casi la duplicó. No existían bri­
·

, y es más bIe .
·
_

den, según pare ex!r ano que la or- gadas para extinguir el fuego, y en las frecuentes
ce haya SI. d0 e
ICicerón ten d'ra echv a. conflagraciones los hombres deben de haber perdi­
a
' as-ociar
. .
a los egentes (nec
esita - do a menudo sus escasas pertenencias personales
2 Vease R . S eager, Histor
' 338 Y s gs. La narra­
'

c� n que hace de este
ia 1964 i cuando no la vida. Tampoco se tomaban precaucio­
isodi '
o �· Cary en Cam
czent 1-listory IX
cap�
capítu lo en gen;ral o

' constituye una
bridge An­
fantasía; todo el
nes eficaces contra las . graves inundaciones que
siempre podían provocar las crecientes del Tíber.
Pero los propietarios medraban. En el 44, Cicerón
n s o merece confianza
alguna.
186
187
l
apartó las ren t s que rec
las insulae, para mante
ibía de sus propieda es � en
ner a su hijo que estud
en Atenas; le daba lo iab a
suficiente como para pa
160 legionarios de acuerdo ga r a
con los salarios anterio­ d eudas o éstos huyeron uniéndose a los engrosados
res a César. En el mi sm ejércitos de la generacion s1gm n te.
o año declaró que dos de
1 •

� .

sus tiendas o casas de Cicerón y otros es·critores ant¡guos atnbuye�.on l·


alquiler se ha bía n de
rrum­ . :t
bado y que en otras se
habían descubierto resqu

miseria de los veteranos exclusivamente al l�¡ o y l
.

brajaduras. L�s ratas, extravagancia, . poco posible como exphcacwn ge
al igual que los i:n qu
habían hu ido , pero ten ilin os,
ía esperanzas de volve neral aunque algunos, naturalmente, pud �eron · no
r a
reedificar con provech
o. Gran parte de la
for tun a
�·
habe sido previsores. En tiempos mod�rnos se su-
de Craso se ori gin ó en
la compra, a escaso pre P uso que el hecho de haber vivi.d� antenormente en
de propie dades urbanas
dañadas po r los incendio
cio,
.
al. cmd ad o el. prolongado serviciO prestado en las .
s.
legiones los había inc ap a.citac10 para 1a
·
Vl1�9)

En la ciudad; los pobre d ural ·


sad o en el pag<Y de la
s deben . de haberse atr
renta con mucha frecue
nci a;
a­ las premisas son falsas ( págs. 146 Y stg , '
.
· N; �
aunque sólo conozcamos ha or qué busca!' muy lejos la causa e su f ra� a-
sos después del , 49, est
la cancelación de las de
la gravedad de estos atr
o debe explicar su interé
s

en
so : 1� respuesta es la adversa condici ó� econÓ�l�
. �
udas en el 63 . De acu de Italia que describimos antes. Sohcttai_ on la Ie
con Cicerón, nunca el erdo
monto de la deuda había novación de esa ley del 80 por la que las deudas se
tan grande com o en esa sid o habían reducido en tres cuartas partes. Ya a·I� tes de
época. Afectaba a Italia en
tod os los rincones. Lo ese año un tribuno había hecho un abortado mtent�
s veteranos de Sil a se
queja­
ban en una carta del de rocurar alivio a los deudores. Todo esto � ra �n
si no el texto, nos tra
"desdichados e indige
otoño del 63, cuya sus
nsmite Salustio ( }a ( tili
tan
na,
cia,
33 ) :

gra peligro para el �a�rado principio de Ciceron
ntes, la violencia y la de la buena fe o el cred1to.
dad de los usur�ros los crueJ­ . .
había privado de su pa . Derrotado en las elecciones del 64, Cabhna l
y de toda su reputa
de la pérdida de su na
ción y su fortuna . . . ;
de s pu
tria.
é.s
vió a presentarse en el 63; aparentemente falto '¡el
tri mo nio , no se les pe apovo d e Cms . o y C·elsar ' recurrió a los descontentos .
1 �.:1
retener la libert ad de rm itía
sus personas". Esto pa A árecia en público con una ab�garrac1a mult't
' significar que de,spués
de ser vendidos, eran
reC'e
obliga­

c n uesta por los veteranos de Sila y los camp esl-
.
nos P
dos a trabajar para sus
acreedores con el ob que habian desalojado de sus tierras, ahora um;
saldar el resto de la jet o de
deuda, violando ( seg dos en una comun rrnsena. E , n e1 Senado declaro
1
• •

ún sos

nían ) la vieja ley no te- .


1

que 1labia dos cuerpos en la Repubhca, uno débil


olido el
r la que se había ab

nexum ( nág. 89
) . Es curioso que en el 37 con cabeza informe ( se refena a e·tceron 1
) y �1 otro
1

( I, 17 ) afirme que esa cla Varrón

Sl;
se de esclavos po r deud fuerte, pero sm cab eza: a es te e11 le procurana una,
,
·

lo e1e�l!a ) . Es-
se había extinguido en as
1

Italia. Quizá la escase siempre que lo mereciera ( esto es,


esclavos, que fue la con z de
secuencia de la rebeli taba sumamente endeudado, aunque cu�Herto, se­
gún afirmaba, por sus propiedades¡ y, seg n se dJ�c�
Espartaco, creó una de ón de .
ma nd a temporaria de �
nueva especie de traba est a
jadores dependientes; aseveraba que los desdichados solo pod ta l co ntaJ
César, cuando fue dic qu izá ' 1 � .
e

tador, liberó a los esclav con un campeon smce1o. • •


aqu el que fuera el l11I S111 0
des el 1c
. 1 1a do · Todo esto presagiaba un programa de

os por
·

188 canee1 acwn


.
.
. 1 de deu·clas )' distnbucwn . 1 el e t'ten. . as, q11l'.
.
fue ol objeto d e su pos�erior conspuacwn.
·

., N o pu c1 o

189
-----
----�- -----

haber atraído a las clases superiores que a abandonar Roma y asumir el mando. Se tomaron
controla�
?an 1a asamblea electoral; probablemen severas precauciones . A toda zona inquieta se en­
te Catilina
fundar� sus esperanzas en la intim idac_i viaron senadores con plenos poderes de represión,
ón. Cicerón
condu Cla las elecciones rodeado por se reclutaron tropas y se instalaron guarniciones en
una fuerte
guard1. a compuesta por sus partidarios
. y llevando todos los lugares amenazados; en la misma Roma,
ostt;nsrvamente un peto. Catilina fue una banda de "jóvenes selectos", clientes de Cicerón .
rechazado. N o
tema ya oportunidad de avan2iar en su del Reate, lo protegían. Mommsen despreciaba a Ci­
carrera le­
galmente ni quizá tampoco de escapar cerón por ser un hilandero de palabras, "valiente
a la banca­
rrota, por lo que comenzó a planear ante ataques fingidos", capaz de "derribar muros de
u:q golpe ar-
mado. · cartón con atronador estrépito"; d e hecho, demostró
·
·En�re sus partidarios se incluían otros nobl ( ser un jefe de Estado vigilante y decidido, y las
es en
e�pec1al un pretor, Publio Cornelio Lént prontas medidas de defensa que adoptó explican
ulo ) cuyas
fmanzas, como 'las suyas, estaban desquicia por qué, fuera de Etruria, los levantamientos no lle­
. das, por
l� que mten taban alcanzar la riqueza y el poder me­ garon a nada. Por supuesto, todos los ciudadanos
drante la revolución, recurriendo a toda clas propietarios se aunaron en la crisis, y Cicerón se re­
e de cri..
minales y aventureros y, lo que es aún gocijó de que su ideal de armonía entre las clases
'más impor­
tante, a la gente endeudada y necesitad se hubiera realizado.
a de toda
Roma e Itali a. Salustio se refiere especialm Catilina tenía esperanzas de que sus amigos de
ente a
las plebes � rbanas y a "los jóvenes que Roma asumieran el control de la ciudad, pero en di­
habían lle­
vado una vrda de miseria trabajando en ciembre Cicerón por fin encontró pruebas decisivas
Y que, �traídos por la prodigalidad púb
los campos
lica y priva­ de su culpabilidad. Léntulo y los otr�s fueron arres­
da, hablan llegado a preferir el ocio en tados y condenados a muerte. La mayor parte de los
la ciudad ar
afán inútil" ( Catilina, 37 ) . La verdad secuaces de Catilina desertó entonces y a principios
·es segura­
mente que estos campesinos, que no habí del 62 lo.s restantes fueron vencidos en una batalla
an podido
mantenerse sin tierras, tomaron partido por y el mismo Catilina murió al frente de ellos. Tan es­
Catilina
porque éste les había ofrecido tierras med casas fueron las consecuencias de todo lo acaecido,
iante una
nueva distribución. Mientras las plebes urba que se llegó a decir que nuestra cqmprensión de los
nas no
guardaron fidelidad a Catilina, hay testimon hechos subsiguientes no habría sufrido merma, si no
io de
que estallaron disturbios en su favor en E t hubiéramos sabido nada de ello. Ésa es una pers­
ruria ( lu­
gar donde más se había sufrido el asentami pectiva superfidal . Cicerón, es cierto, tenía fuertes
!
Si a ) � en casi toda otra región de Itali
a :
ento de
motivos para magnificar su logro y posar como el
¡. . C: rsalpma PICe
:
. la
nui?, Umbría, los Abruzzos, Campa­
Gali:a.
salvador del Estado. Pero Salustio, que no era preci­
ma, Apuha y Brucw. La conspiración indicaba el al­ samente uno de sus admiradores, consideró como la
cance e intensidad del descontento agra
rio. prueba más significativa de la degeneración moral
En octubre ·,hubo en Etruria un levantamiento de Roma, "el hecho de que hubiera ciudadanos fir­
ar­
mado. Cicerón no pudo todavía recurrir a memente resueltos. a arruinarse a sí misfi10S y al Es­
una prue­
ba .qu� �onvenciera a sus pares de la com tado . . . tal era la fuerza de la enfermedad cuya
plicidad,
de Cahlma, pero sus amenazas indujeron infección invadía la mente de la mayoría de los ciu-
a Catilina
190
191
1 A fines de ese año, Pompeyo volvió desde el csLc.
dadanos" ( Catilina, 36 ) . Esta enajenación de la Re- Al disolver inmediatamente su ejército, dio mucstrns
pública puede atribuirse más a causas económicas . de que no tenía aspiraciones inconstitucional :-s; a
y sociales que a causas morales, y era más evidente decir verdad, inició movimientos de acercamiento
en las zonas · rurales, donde se reclutaban los solda- amistoso a la nobleza. Pero se había afrentado 3l
dos. 1 demasiados nobles y éstos entorpecieron insistente­
.
Las plebes urbanas habían sido separadas de los mente su demanda de que el Senado ratificara sin
conspiradores por haber declarado Cicerón que pla­ cuestionamiento todas las decisiones que había
neaban quemar 1la ciudad hasta sus cimientos. Aun adoptado sobre el futuro gobierno del este y de que
los más humildes perderían entonces el lugar donde se hicieran asignaciones de tierras a sus veteranos.
vivían, trabajaban y ganaban su pan cotidiano y el De este modo, lo empujaron a aliarse con César, a·
lecho donde donnían ( Contra Catilina, IV, 17 ) . Ha­ quien no se pudo mantener alejado del consulado
cia fines de año hubo un cambio repentino de sen� del 59. César había defendido la Ley Gabinia y,
timientos. Cicerón había hecho ejecutar a Léntulo a pesar de su alianza con Craso, no . había roto
y a sus cómplices sin juicio, de acuerdo con la au­ nunca con Pomoeyo. Pudo incluir a Craso en una
toridad que le confería un decreto del Senado al coalición gue llamamos el primer triunvirato. César
que César se babia opuesto, pero que había ap:o­ estaba dispuesto a cederle a Pompeyo la autoridad
yado un joven senador, Marco Porcio Catól'l, cuya consular y sus artes demagógicas a cambio de una.
habilidad y férr�a resolución se combinaron en ade­ gran provincia que el Senado le había negado ( pág.
lante con su elevada cuna y su carácter para con,­ 172 ) .
vertirlo en el jefe más influyente de los optimates. La oposición del Senado hizo que César no de­
Era un flagrante quebrantamiento de la ley de Cayo morara en someter directamente a la Asamblea un
Graco ( pag. 131 ) , y si nobles como Léntulo podían provecto de ley agrada. Pompeyo no ocultó aue a
ser condenados a muerte sin haber sido sometidos �l la obstrucción violenta se opondda la fuerza de los
proceso, la seguridad del hombre común gozaba de recios brazos de sus veteranos. A los tribunos opo­
menos garantía todavía. Antes de que Cicerón hu­ sitores sencillamente se los expulsó del foro. El co­
biera cesado en las funciones de su cargo, comenzó lega de César, Marco Calpurnio Bibulo, se retiró
una agitación ·en su contra. Nunca volvió a gozar por el res-to del año a su casa e .hizo saber ane ob­
de la popularidad con que antes había contado. En servaba el cielo en busca de presagios. A rguvó que,
el 49 confesó a 1Atico que a los ciudadanos "mal­ como éstos podrían ser negativos, no podía tratarse
vados", por algún motivo, les parecía que ganarían legalmente neP.'odo alguno; este quebrantamiento
popularidad· con atacarlo. . sin precedentes de la ley religiosa auitaba térnica­
Para mantener el orden y su autoridad, era ne:­ mente toda razón a César, y sus adversarios decla­
cesario hacer una concesión. Las conquistas de raron su intendón de someterlo a juicio cuando vol­
Pompeyo habían incrementado en gran medida los viera a ser un ciudadano privado. Por d momento,
recursos del tesoro, y en el 62, el mismo Catón,_ que en tanto actuaran unidos, los triunviros podían
era tribuno, extendió la distribución barata de gra­ conducirse poco más o menos a su antojo. El Sena­
nos posiblemente a todos los habitantes libres d e do había quedado reducido a desempeñar el papel
Roma.
193
192 ·�

------- �' -------


---
- --------·----�
----�.-�-
----
-- ---- ----

ar más p�ra
de la oposición. Se ratificó el asentamiento de Pom­ 50.000 asignaciones de terrenos y, logr 1a
o que �o que S�
peyo en el este. Se aprobó la demanda d,e los pu­ la revitalización del campesinad ,
se exprop1ana a mn-.
blicanos asiáticos de una remisión de parte de la. había logrado, pues ahora no
suma que habían acordado pagar al tesoro por con­ gún pequeño hacendado. Aunque
�� conocemos cas1
comlSlÓn, debe de ha­
trato. El hecho de que el Senado no hubiera accedi­ nada de las actividades de la
a los veteranos; sobre
do a esa demanda había alterado por un tiempo la ber satisfecho por lo menos .
ye una prueba
concordia entre los órdenes, pero aun si esta dife1. este punto el silencio constitu
rencia no hubiera tenido lugar, e l curso de los acon­ En el sB, aunque no en todos los . año�
nvu
sucesivos,
os. L? que
los tnu
tecimientos en el 59 no habría sido materialmente los cónsules fueron amigos de
diferente. Los Equites no controlaban el equilibrio es más importante todavía, tuv
ieron en el tnb ��o
ador. Era patncw
político, ni tampoco estaban unidos entre sí du­ Publio Clodio un eficaz colabor
Cés ar, como sumo.
rante el verano se produjeron manifestaciones de por nacimiento, pero en el 59, .
su adopciÓn por un�
los Equites en contra de los triunv.hos, de las que pontífice, había sancionado
aba para ser electo
eran indudablemente responsables los nobles cam­ familia plebeya, lo que lo capacit
pesinos. El poder de los triunviros siguió vigente, al tribuno. Esto no lo convirtió
en instrumento de ��
principio respaldado por los veteranos de Pompeyo, su orgullosa famtha
triunviros; ningún miembro de
ie, y tendí� � ser el
luego por la proximidad del gran ejército que César estuvo jamás al servicio de nad
pero as1sbó a los
había formado en Galia. forjador de su propia influencia,
na a dos hombres
La legisladón agraria de César ( las leyes eran: triunviros quitando de la esce
. Uno de ellos er�
dos ) preveía que los veteranos y 20.000 pobres con que podrían haberlo incomodado
para �nexar a Ch1-
tres o más hijos, recibirían asignaciones de terrenos Catón; Clodio promulgó una ley .
orgamzar la nueva
de manos de una comisión, en parte provenientes del pre y Catón fue designado para
arse y, por e� de, no
dominio público, · en parte de tierras · que la com�­ provincia. No se aventuró a neg
leyes de Cesar �n
sión comprara con los nuevos ingresos,. a vendedores pudo impugnar la validez de las
·

·' .
lo era la adopc1Ó�
bien dispuestos, al precio fijado _por el censo. La ri­ el 59; si éstas eran nulas, también
cho a ser ele�to tn­
ca tierra de Camoania, que había sido arrendada de Clodio, y Clodio no tenía dere
. Tampoco pod1a ata­
por el Estado d�sde el 211 y que los Gracos no ha­ buno o a proponer nuevas leyes
acuerdo con .el c,:tal el
}, '
bían tocado, dehfa estar aún disponible, pero es im­ car el principio popular de
os extraordmanos co­
probable que los pequeños labriegos nerdieran allí pueblo podía conceder mandat
tratado con mayor
las tierras que habían arrendado; ni siquiera los ha­ mo el suyo propio. Cicerón fue
ba un rencor personal
'1 1 cendados medi::tnos que formaban el cnnseio mu­ aspereza; Clodio le guarda
nicipal de Canua fueron molestados, y Cicerón es­ :
.,: 1 y lo envió al exilio. ,
taba probablemente e n lo cierto al esÚmar que ha­ lgó prim ero una ley que exclma de
Clodio promu
biera conde�ado �
1'
1'
. bía tierra allí sólo para unos 5.000 colonos. Los ca­ la legalidad a todo aquel que h�
io. Esto alu�! a cla-
pitalistas romanos fueron los que dieron esta can­ muerte a alguien sin juicio prev
r la protec:wn . del,
tidad. Sólo los veteranos no pudieron haber sido me­ ramente a Cicerón, que imploró
!· .,
nos de 25.000, y si añadimos otros 20.000 proletarios, Senado y los Equites, los cónsule
s y los triunVIrO� .
rnados por Clodw
1•
el plan pudo haber servido para distribuir unas Pero los cónsules habían sido sobo
i• 1
¡1. 194

195
¡,
1
!
jo el nú­
eran limitadas. Como dictador, César redu
con la promesa de ricos mandatos provinciales, y mero de beneficiarios a 150.000, y aunque
envi6 a.
· Pompeyo y César, subordinando viejos vínculos de quiz ás a unos 70.00 0 miem ­
ultramar como colonos
a toda vía un huc�o
amistad a los mtereses presentes, mantuvieron una bros de las pl�bes urbanas, habí
exclu yo?
abierta neutralidad que ponía a Cicerón en manos de unos 100.000. ¿A qué clas� de gente .
cho a fi­
del enemigo. Casi todos los otros tribunos estaban' Probablemente a algunos que no ten�an dere
Pompeyo ha­
en contra de Ciodio, pero éste era amo de las calles gurar en la lista en absoluto y a los que
bía tratado de eliminar en el 55.
y, dada la actJtud de . los cónsules y de César, que Los roma nos a me­
por los pro­
todayía estaba fuera de Roma reclutando tropas, no nudo manumitían a esclavos sin, pasar
tasa. Su
había autoridad más alta ni fuerza superior que lO' cesos legales formales que imponían una
libertad resultaba precaria y
hicieran cejar en su cometido. Cicerón huyó, luego depe ndía de que el
uos amos
fue formalmente desterrado y su propiedad se con­ pretor la apoyara en caso de 9ue sus antig
quisieran reducirlos a la servidumbre un�
,
fiscó. Simbólicamente, Clodio dedicó el lugar donde vez m�s ;
se levantaba su propia casa al espíritu de la Liber­ su situación qued ana soluciO­
b larización de
l a reO"u
garantiza­
tad que Cicerón había desafiado al violar el den�­ nada con Augusto o Tiberio, quienes le
es. No eran
cho de los ciudadanos. TOn la libertad con ciertas restriccion
traran
'Esta medida fue de por sf popular, pero Clodio ciudadanos, pero es concebible que se re¡2:is
ya había fortificado su poder en la ciudad mediante ilegalmente para recib ir· las dádiv as destin adas a los
do se obser varan las
otras leyes. Una de ellas, que prohibía en el futuro ciudadanos. Además, aun cuan
m al liber ­
el abuso de obstrucciones religiosas que Bibulo ha­ formalidades legales, el amo podí a oblig :
to a trabajar para él a cambio de un c:n.lano
bía practicado, sólo eliminaba un impedimento a que le
la soberanía popular. Más importante fue la instau­ bastara para subsi stir. Com o el Estad o procu raba
la liber ación ele los es-'
en parte el mantenimiento,
sido
ración de la dádiva gratuita de granos, echando de
este modo por tierra la ley de Catón ( pág. 192 ) , y clavos en estos términos debió de habe r a me­
legalizó sin reo;tricciones ese derecho de asociación nudo el recurso más barato para los amos . 5<"�111
que la abolición por el Senado de ciertos collegia
. da y
conieturo, César debió de desaprobar esa medi
en el 64 habh infrigido ( pág. 186 ) . De este modo excluyó a los libertos manu mitid os a narti r de cier­
no se obser va�
ganó un apoyo en la ciudad que lo convirtió, a dife­ ta fecha. Pe.ro después de su muerte
rencia tle otro!! tribunos populares anteriores, en una ron las reglas que impuso; en el verano del
�4 ha­
fut�rza poHtlcn nun cu nn do ya no ocupaba su cargo. bía otra vez 250.000 beneficiarios de h dádw
a y,
La abolición del cargo para las raciones públicas años más tarde Augu sto·
en el 5 a. C., 320.000; tres
no sabem os
de grnno fue 11egulda de.' un vasto incremento de los red.u jo el númer.p a 200.000 aduciendo
beneflclnrfn!l. HnC'in c.•l 46, se habfn elevado a 32D.OOO qué principio.
mlom brns dd sc•xo masculino de más de diez años. Estas cifras son el úúico dato de que dispo
nemos
Ln pcrspcdivn do con t a r con grano sin cargo, alen­ para apreciar el número de la po laciÓ�1 ? urbana de
._
hbres o �unos
tó nuevas emigraciones desde el campo, pero el la época. No sabemos cuántas muJeres
solo grano sin cargo no mantenía viva a la gente, y de menos de diez años había� ni tam
poco cuantos
las oportunidades d e empleo, aunque increm'entadas seguían siendo esclavos. Pero la mayor
parte de los
por los nuevos programas de edificación pública�
197
196
habitantes de Roma eran aparentemente de origen menciona tenderos entre los partidarios de Clodio;
servil, y los amos no necesitaban tantas mujeres co­ observa también que cuando los tribunos sediciosos
mo hombres; era escaso el empleo que había para deseaban reunir una multitud, cerraban los comer­
ellas excepto en el trabajo textil y, como los escla­ cios. Ahora bien, en una hambruna del 41, la gente
vos podfan ser adquiridos a bajo precio cuando cre­ cerró sus comercios espont{m�amente; y otros dis-·
cidos e inmediatamente aprovechables, las mujeres tur.bios anteriores probable�ente no fueron fomen­
no eran necesarias para la reproducción de escla­ tados tanrto por agitadores como por la aflicción. No
vos. Además, los niños esclavos podían criarse a me­ cabe duda de que Clodio debió su poder sobre las
nor costo en el campo. En cuanto a los pobres li­ multitudes primordialmente a la gratitud que ha­
bres, les era extremadamente duro criar a sus hijos; bía sabido ganarse; pero quizás aun él debió espe­
el ofrecimiento de niños debió de haber sido presu­ cular· sobre las desdichas para arrancar a los tende­
miblemente corriente y probablemente por las ma­ ros de sus mostradores y ·a los artesanos de sus ta-
numisiones en gran escala que hubo en la década lleres. ' •

del 50. Mientras era todavía tribuno, Clodio se enfrent{J


No creo que debamos considerar que la población con Pompeyo, quien, aterrado, se mantuvo encerra­
total superaba los 750.000 habitantes. Por cierto, do en su casa durante meses. En el 57 Pompeyo se
menos de la mitad de los habitantes libres recibía las decidió a· volver a llamar a Cicerón. Como acción
dádivas. A cinco modii por mes, eran amplias para preliminar, un tribuno optimus, Tito Anio Milón ,
una persona, peto insuficientes para un¡:¡, familia. tuvo que reunir pandillas contratadas, incluidos gla­
Por tanto, el precio del grano en el mercado seguía diadores, para disputarse la calle con los partida­
teniendo importancia para los pobres. rios de Clodio. ( Cabe observar que la nobleza po­
Una vez legalizados los collegia, Clodio comenzó día aún ganar la mayor parte de las elecciones,
a organizarlos sobre una base casi militar1 en bata­ incluso las tribunicias. ) Finalmente, Pompeyo or­
llones y compañías, y les distribuyó armas. Según ganizó al pueblo respetable de toda Italia para que
Cicerón, estaban compuestos por esclavos, especial­ se dirigiera a Roma y votara la vuelta de Cicerón
mente fugados, criminales ( "asesinos de las cárce­ a las centurias, que podían dominar todavía. Tuvo
les" ) y, en el mejor de los casos, mercenarios. Esto una receución entusiasta, según su propio testimo­
es dudoso. Él mismo sugiere que llamar a la gente nio, aun de la "más baia plebe"; si esto era cierto,
que iba a las reuniones políticas "exiliados, escla­ se trataha de la emoción masiva del momento, de
vos, insanos", era un truco retórico, y era capaz de esa volubilidad que a él mismo le gustaba tanto
calificar de esclavos a los libertos. Los contemporá­ censurar.
neos decían que las multitudes de los siglos xvnr Por el tiempo de su destierro, había habido es­
y xrx de Inglaterra y Francia estaban compuestas casez de alimentos; Cicerón observó que con echar
por malhechores, pelagatos y convictos; pero toda por tierra su casa, los hombres no iban a satisfacer ·
1' vez que se encuentran documentos, comprobamos su apetito con tejas y cemento; esto implica que
que se trataba generalmente de artesanos, tenderos . estaban muy hambrientos. Una cosa era dictami­
y trabajadores respetables. Las Catilinarias se ha­ nar que había que entregar grano gratuitamente
bían referido a ''los artesanos y esclavos", y Cicerón y otra muy distinta procurarlo. La ley de Clodio

198 199
1.
probablemente mcrementó la demanda sin incre- el derramamiento de sangre se volvieron cosa co­
mentar al mismo tiempo la reserva. El -concurso rriente. En el 57 el tribuno Sestio fue dejado por
para la vuelta de Cicerón debe de haber agravado muerto en las calles. En noviembre del 56 Cicerón
la escasez. En 'julio y setiembre del 57 hubo dis­ fue atacado sorpresivamente por las pandillas de ,•¡'
Clodio con gritos, piedras, palos y espadas, y sólo ·1
turbios por la hambruna. Los precios oscilaban v
las multitudes se leva1�taban cuando eran altos . y se salvó po¡: la intervención de su escolta. Al día
no cuando a Clodio le parecía conveniente. Fue ne­ siguiente Clodio trató de quemar la casa de Milán
cesario confiarle a Pompeyo una comisión extra­ en pleno día y fue casi muerto en un contraataque.
ordi�aria :por cinco ai'ios en procura de grano. Los Pomp,eyo y Craso sólo ganaron las elecciones por
la violencia. En el 54 el desorden era tal que n9
preciOs baJaron como por arte de magia, pero Pom-
. . peyo no eran ningún mago y la organización de se pudieron elegir cónsules para el año siguiente;
las reservas llevó su tierripo. En febrero, abril · y había transcurrido y a la mitad antes d e que hubiera
1únguno. A principios del 52 tampoco hubo magis­
agosto · del 56 vuelven a aparecer precios elevados,
· ·
estenlidad de los campos y cosechas pobres. El trados excepto los tribunos. Luego Milón asesinó a
hambre fue el motivo fundamental de la constante Clodio cerca de la ciudad. Enfurecida la multitud
� v olencia de la década del 50, más frecuente qui­ quemó su cuerpo junto con la casa senatorial y la
basílica adyacente de Parcia en una gran pira fu­
za de lo que tenemos noticia. En ocasión de un
levantamiento, i Clodio acusó al mismo Pompeyo neraria. Mataban a todos los que se topaban si ves­
de matar al pueblo de hambre. tían ropas finas o usaban anillos de oro 3. Las ca­
sas de muchos hombres eminentes se veían ame­
Si ésta fuera una · historia política, sería indis­
nazadas. El odio de clases era evidente. Por fin los
pens able tener ¡ en cuenta y analizar las complejas .
. optírry¡.tes, que habían fomentado algunas veces la
m �m?bras de los triunviros, Clodio y los optimates
anarquía para perturbar a Pompeyo, tuvieron que
mas Importantes durante los años siguientes. No es·
dirigirse a él en demanda de ayuda. Se lo - nombró
ése nuestro tema y no contamos con el espacio ne­
. cónsul único y. con la ayuda de tropas restableció
c�sano . En el 156 los triunviros, que venían sepa­
el orden.
randose, reanudaron su unión. César iba a retener
Reconciliados con Pompeyo, los optimates no ha­
su provincia hasta el 50 o ( s egún el punto de vis­
bían perdonado. a César y tenían intención de ha-
ta ortodoxo ) hasta el 49. Pompeyo y Craso, como
. cerio volver para que rindiera cuentas de las ofen­
compensación, fueron designados cónsules en el 55,
sas cometidas por él _ en el 59. Pompeyo, celoso de
y mientras Craso fue a luchar contra los partos
su antiguo aliado no mostró disnosición alguna
( por los 9-ue fue muerto ) , a Pompeyo se le asig-
·

para garantizarle seguridad concediéndole el dere­


no el gobwrno de España, que co�dujo mediante
cho a un segundo consulado en ausencia y hacerse
delegados o asistentes, mientras permanecía en las
cargo de él una vez terminado su mandato. El con­
afueras de Roma cuidando de que la voluntad de
quistador de Galia v favorito de las multitudes hu­
-los triunviros no fuera burlada; este sistema anti­
biera ocupado un iugar prominente en el Estado
cipó los utilizados por Augusto para administrar
las provincias. Pero carecía de autoridad para man­ 3 Sólo los senadores y los Eqttites t en ían derecho a usar
tener el orden en la ciudad, donde la violencia y anillos de oro.
·

200 �01
1
nada por sus :9gu;Tas más importantes. ) Aunque
desplazando a Pompeyo. El Senado deseaba reem­ .
cada partido presentaba su argumentación consti­
plazarlo en la fecha más temprana posible; los tri­
tucional ante los ciudadanos y los soldados, es im­
bunos, partidarios de César, vetaron sus decretos.
probable que esta propaganda influyera en mu­
En enero del 49, confiando en dos legiones que
cho�. c��ar �o ocultaba que luchaba también por
Pompeyo tenía ya en Italia y en su supuesta habi­ .
su d1gn�dad , el rango que se había ganado por
lidad para reclutar más, de ser necesario, el Se­ sus funcwnes y sus conquistas. Le era más cara
nado emitió "el último decreto'' ( pág. 135 ) y ame­
nazó la seguridad personal de los tribunos cesa­ la dignidad, decía, que la vida; ;no añadió que le
.
e�a tambtén
ristas si persistían en su veto. Éstos huyeron para más cara que la vida de miles de otros
CI
. � d��anos que perecieron en la: guerra. Sus ene­
unirse a César, quien marchó sobre Italia. Las fuer­
migos al �gaba� que aspiraba al regnum, despotis­
zas de Pompeyo · eran inadecuadas, las ciudades ,
mo. Su dtspomb1hdad para aceptar términos en los
abrían sus puertas al invasor, los nuevos reclut¡:t­
� ue no hubier a tenido control de la República;
dos se dispersaban o se unían a las fuerzas de Cé­ . , ·
smo sólo el pnmer lugar, muestra que no era ése
sar. Pomoeyo se retiró a través del Adriático con
su designio original; pero cuando la guerra y la
las pocas fuerzas que pudo mantener unidas. En
victoria le dieron el poder absoluto, lo tomó de
sucesivas camoañas ( 49 y 48 ) César aniquiló sus
ejércitos en España, primero, y luego en el este.
buen grado. La República, dijo sl.muestamente, era
Refugiado en Egipto, Pompeyo fue muerto. Los un �antasma insustancial, y la abdicación de Sila
�ab1a nrobado que no conocía el ABC de la polí­
sobrevivientes de su partido lograron organizar una
nueva resistencia, en el Africa primero, que César tica. Pero, ¡eran sus opositores menos desintere­
conquistó en el 46 ( Catón murió allí de su propia sados? En ocasiones aún Cicerón pensó que Pom·
mano ) y luego, una vez más, en España, dond-e. peyo. t:mto como César, intentaba convertirse en
fueron anlastados en el 45. Pero César había sido "rey". Y mientras César persistentemente perdona­
el amo de Roma e Italia desde el 49, y de la ma­ ba a sus adversarios, éstos tenían la intención de
yor narte del Imperio desde el 48; gobernó auto­ proscrihir a Jos cesaristas y compartir el botín.
cráticamente como dictador, y las guerras poste­ A� principio muchos esperaban que César pros­
.
riores -;ó]o limitaron el tiempo que tenía para adop­ cnbiera a sus enemigos, redistribuyera las tierras
tar otr�s mAdidas que las crisis o defectos 'más per­ y cancelara las deudas. Los ricos; los Equites tanto
manentes de la estructura política y económica le como los senadores, se inclinaban por Pompevo. '
sugerÍan. Pero estos temores fueron pront¿ acallados. :En el
¡· 49 César exhibió tanto respeto por la corrección le­
1
En el 49 los pompeyanos pretendían estar lu.:
gal y los derechos de propiedad como las condi­
chanclo oor ]a autoridad de] Senado y César po1�
el carácter sagrado de los' tribunos y la libertad Ciones lo permitían. Había escasez de dinero en
1'
del pueblo, oprimido por una pequeña facción que circulación, pues se cobraban los préstamos y se
había aterrado al Senado mismo para gue emitiera atesoraba la moneda ante la incertidumbre que
sus fatales decretos. ( Era perfectamente cierto que provocaba la crisis, pero César hizo que los deu­
la mayoría de los miembros del Senado hubiera d?res satisficieran a sus acreedores entregando pro­
aceptado un compromiso pacífico, pero fue dorni- piedad según la evaluación de . preguerra. Había

.!03
202

1
invadido rápidamente a Italia7 y fue evidente que
u los pompeyanos sólo podrían ganar reconquistán­
<
.¿
u o dola a la manera de Sila. Al hablar de proscrip'-
ciones y confiscaciones se enaj enaron la opinión ,
o

'
;�

especialmente por haber sugerido algunas veces que


todo aquel que no hubiera estado de su parte, se­
li
ría tratado como si hubiera estado en su contra .
La mayor parte de los propietarios había perma­
necido en Italia; se alarmaron y comenzaron u
desear el triunfo de César. Cicerón se queiaba de
que pensaban sólo en sus huertas y sus bolsas.
Los hombres a menudo tomaban partido ·por
causa ele vínculos pers onal es de amistácl o lealtad.
Pero un mismo hombre podía tener amigos en am­
bos bandos y las comunidades, lealtades conflicti­
vas. Los italianos . al norte del Po eran cli entes a
la vez de Pomneyo y de César, pero César era el
que tenía su control y se alistaron en sus ejércitos.
Picenum era una vieja plaza fuerte pompeyana,
sin embargo los pueblos de allí se pasaron a las
filas de César sin que mediara un solo golne; si
Pompeyo no nodía protegerlos, ,;qué le deb1an? El
optimus Lucio Domicio Ahenobarbo reclutó tro­
pas entre sus arrendatarios y clientes , pero a otros
'Gl!
Ci soldados tuvo que ofrecerles grandes a;;;i r:naciones
de terrenos de sus propiedades nara indu ci rl os a
<C
¿ ..

la lealtad. Sin nrovecho : los soldados eran merce­


-o
z �
..

narios, pero nnerían estar de parte de quien tu­


"'

[�
::>
c:l .
¡:;: N

viera probabilidades de ganar. Lo mismo hicieron


...

muchos de suc; suneriores. '


César venció por la superioridad de su genio mi­


..
litar y la lealtad de su ejército veterano de las Galias,
de menos de 40.QOO hombres. Lo hab.ía obtenido
por su magnetismo personal y los "servicios" que
le había prestado. El botín ya los había enrique­
Mapa 4 . .E.J imperio romano en el 27 a.C. cido, y tenían esperanzas de enriquecerse aún más.
No qu edaron desilusionados. César dobló aproxi ­
madamente la paga de todos los soldados, llev{m-
204
205
...--- ----- ------

der, los burló, como lo había hecho Cinna. Se re­


se�v� la elección de muchos de los magistrados y
dala a 225 denarios al año. Al cesar en sus servi­
cios, los veteranos no sólo recibirían parcelas de
pnvo al pueblo de derechos electorales. Había üi­
tierras, sino recompensas de -5.000 ó 6. 000 denarios
vadido a Italia, dijo, para defender a los tribunos.
por su triunfo en el 46, y la oficialidad recibiría,
En el 44, cuando los tribunos le disgu'staron' los
depuso. �ue un monarca, pero no pudo fundar una
cantidades proporcionalmente más elevadas. El ape­
go que tenían por él perduró aún más que su vida;
m�narqma. Ya t;naduro, no tenía hijo ni pariente
sintieron apasionados deseos de vengar su asesi­ .
ceiCano lo sufiCientem ente crecido como para su­
nato. Entre el 49 y el 41 reclutó probablemente
cederlo ( no podía preverse que su sobrino nieto
y �e:edero, el futuro emperador Augusto, sería lo
unos 200.000 soldados que reunió él mismo o que
tomó de los pompeyanos. Éstos no sentían la mis­
s�fiCient�m�nte madu�o a la edad de diez y nueve
ma devoción por él. Los más eran conscriptos. No anos ) , m mngun , amigo adecuado a quien legar
sentían deseos de prestar servicios, pero una vez
en el ejército, intentaron obtener la mejor parte.
�1 poder. Todo lo que pudo hacer, actuando con
mcesante energia , en los intervalos entre las cam­
En las guerras que tuvieron lugar de�pués de la pañas, fue promover reformas útiles ( que no pue- .
muerte de César, lucharon generalmente por el
den enumerarse todas aquí ) , algunas de las cua­
mejor postor, no menos por sus asesinos que por les revelan sus viejas simpatías populares.
su heredero o sus amigos.
Hasta· el 46, Mrica estuvo en manos pompeya­
Algunos pompeyanos habían creído realmente
nas y Roma quedó aislada de uno de sus princi­
que la sobrevivencia de la República dependía de
pales proveedores de granos. Esto causó la subida
su buen éxito; Bruto y Casio adoptaron la misma
del precio del grano y ocasionó gran aflicción.
posición en los años 44-42 y una vez más apelaron
Cuando los pobres tenían que pagar más el pan,
al sentimiento republicano. La libertad, como ellos
quedaba menos en sus bolsillos para otros gastos,
'la entendían, corría peligro, pero se trataba de la
�. ' libertad de unos pocos y podía fácilmente repre­
como la renta, por ejemplo. En el 48 y el 47 hubo
.
sangnel)tos tumultos en las calles en ocasión de
solicitar gUJ se anulara el pago d� rentas y otras
sentarse como el dominio oligárquico; era reduci­
da la gravitación que tenía entre las masas, y aun
las clases respetables en general deseaban más que deudas. En el 48 en Roma tuvo que concederse
nada la seguridad. Las guerras se decidían no por la �nula ?ión �?r un a�o del pago de rentas y,
segun m1 opmwn,.
el apoyo que despertaban los principios, sino por el rmsmo Cesar la renovó a su
mera fuerza, un predominio que se aseguraba en: regreso : con un límite tope de 500 denarios. Tam­
parte oor vínculos personales, aún más por el ofre­ bién d:lo alivio a los deudores permitiéndoles des­
cimiento de recompensas--- que los rivales hacían a contar el inter�s pagado del capital adecuado, apa­
1'
los soldados o, más bien, por la expectativa de que rente�ente �asta el 25 %. Puede que también
l
podrían cumplir lo proJTietido. El viejo orden polí­ -haya mtroduc1do un modo de bancarrota menos duro
tico quedó alterado en las luchas: no despertaba para los deudores que tenían una propiedad sus­
.
la lealtad por sí mismo, ni tampoco la merecía. tancial y �s . concebible que haya dispensado de
. , ( pag. 188 ) a. los deudores que ju­
cumphr pnswn
1 Por su parte César había profesado fidelidad a
raran no tener medios para pagar. Si esta última
•' �,\. 1 ' los· principios populares. Una vez obtenido el po-
! '
206 207
conjetura es exacta, esta medida cayó luego en a los terratenientes existentes, salvo uno� :pocos que
desuso; eso es posible, pues sabemos que cierta habían tomado posesión de terrenos en tiempos de
ley relativa a las deudas que promulgó, ya no se Sila sin titulo habilitante. A diferencia de Sila, tra­
aplicaba en el 33 d. C. Todo esto estaba más allá tó con coherencia de sanar las heridas de la nación
de la capacidad de comprensión de Cicerón. "¿Exis­ y no abrir otras nuevas. .
ten hombres", escribió después de la .muerte de . No obstante, fue asesinado el 15 de marzo del
César, "que han de vivir gratis de la propiedad de 44 por hombres a quienes él había perdonado o
los otros? Cuando he comprado o edHicado una que habían luchado por él, pero no aceptaron so­
casa y la .he mantenido a mis expensas, ¿va usted meterse a uri amo, por benéfico que éste fuera.
a gozar de ella sin mi consentimiento? . . . ¿Qué Tenían· esperanza de que, si eliminaban al monarca,
ha de decirse de la cancelación de las deudas sino se restableceria la República y el poder de su
lo siguiente: usted compra un huerto con mi dine­ propia clase, que ellos, sin duda sincerament� ,
ro, usted tiene el huerto y yo ya no cuento con identificaban con el bienestar público. · Como Ce­
mi dinero?" Eso era simple robo y se destruían las­ sar, estaban dispuestos a ser misericordiosos : no
bases de la sociedad. ·N o era raro en verdad que tocaron a sus principales partidarios, Marco Emilio
César hubiera favorecido esas medidas en el tiem­ Lépido y Marco Antonio (por entonces cónsul ) .
po en que ( así le gustaba decir a Cicerón ) era '
Éste fue un error fatal: Cicerón lainentó no haber
cómplice de Catilina y estaba embarazado por las sido "invitado al banquete; entonces, no hubiera
deudas; pero ahora que era un hombre rico, ¿cóino habido sobras'' ( A sus amigos, XH, 4, 1 ).
podía explicarse? ¡Sin duda se trataba de amor a Una serie de hábiles maniobni.s pronto convir­
la maldad por la maldad misma! (Oficios, II, 84 tieron a Antonio casi en amo del Estado. Su buen
y sigs. ) .
.
éxito habrÍa sido completo, si hubiera tenido el
Hemos visto que César redujo a menos de la mi­ apoyo unido de . todos los antiguos partidarios de
tad el número de beneficiarios de las distribuciones César. Pero algunos, incluso los veteranos de César,
de granos. Pero ihubo grandiosos proyectos edilicios, se resintieron ante sus esfuerzos por dejar de lado
completados a�gunos d e ellos más tarde para dar al joven Cayo Octavio, heredero de César, que tomó
empleo, y no sólo en Roma. Planeó el drenaje de el nombre de César y a quien llamamos conven­
los marjales del Pontino que llevó a cabo Mussolini. donalmente Octavio. Durante algún tiempo hubo
Además se les dio tierras a 80.000 pobres en el ex­ una coalición antinatural entre el Senado con­
tranjero. Puede que el total incluyera algunos ve­ ducido por Cicerón ( fue su hora. heroica) y Oc­
, teranos asentados en las provincias y quizás otros tavio, que ocasionó la denota de Antonio en el
de origen rural: la mayor parte procedía de la norte de Italia y la disolución de 1a mayor parte
ciudad. Los colonos no fueron todos .a tierras va­ de su ejército ( 43 ) . Antonio halló nuevo apoyo en
cantes, fue pecesario expropiar a provincianos que Lépido y en los ejércitos de las provinCias occiden­
sufrieron ( como era lo habitual ) en interés del tales. Comprendió entonces la necesidad de un tra­
pueblo-amo. A los · veteranos, probablemente redu­ to con Octavio. Por su parte Octavio deseaba ven­
cidos a 20.000, se les asignaroñ terrenos en la mis­ garse de los asesinos de su padre adoptivo que
ma Italia. Pero en este caso César evitó desalojar mandaban los grandes ejércitos del este, y había

208 209
f,
----._�

descubierto o, ' más bie


n, confirmado, que el
del Senado era usarlo plan
y descartarlo luego. Lo como un ,renegado ante la� tradiciones italianas,
s tres
dinastas sumaron sus
fuerzas, entraron en ue había abandonado los mterese� de Roma p o �
proscribieron a sus
la de Cicerón, quien
·
opositores. Su concep
Ro ma
ción era
y
! "amante" Cleopatra, reina de Egipto, y conqu_ls
_
le había dicho a Bruto tarse la opinión italiana, uniendo a t? do� los cm­
las guerras civiles no
migos se les mostrab
cesarían nunca si a los
· que
ene­
dadanos mediante un juramento de fidelidad er­¡
a una esp).lria clemenci sonal a sí mismo ( �
32 ) ; cómo, con a ruma ora
cerón fue . ahora una
conjuntam ente poderes
de sus víctimas. Asum
a.
ier
Ci­
on
superioridad, derrotó a Antonio en AcciO ( 3�) )
autocráticos como "h cómo, al suicidarse Antonio y Cle?patra reumó e
viros para la · constit
destmyeron los ejérci
ución dd Estado". En
el
iun­
42 Imperio bajo su solo control y anexo a Egipto
.
( 30).
tos de Bruto y Casio La az se restauró, los veteranos s e �sentaron, -
lipos : los "liberad01·e
s" se quitaron la vida.
en Fi­
fe d
se hic ron pród;gas distribuciones de llerr ' en
lante, como escribió
Tácito, no hubo ya
En ade­
tre la plebe y se inició un gran plan de e In ta �
I'epublicanos y los con
quistadores no tuvier
ejércitos
on más �
ción todo esto casi a expensas de su nor�e � ­
que dividirse y pelea
tión no era simpleme
r po r los despojos. La
cues­ tun � privada, aumentada �on l?s
. _
espOJOS :
nte la de quién había Egipto. Pudo exclamar, con Cierta JUStiCia, que g0
el amo. Era conceb de ser
ido que ninguno surgir bemaba con el consentimiento de todos, p�ro no
mente como el ven ía fin al­
cedor y que las guenas pudo gobernar solo. Necesitaba la cooperaciÓn de
sólo terminarían .con civ iles
la desorganización de la clase superior. Reconoció que tenían un �pego
rio. En esos años Horac
en aue el cabaJio
io podía contemplar el
parto cabalgaría en las
l Impe·
día sentimental por la vieja República y, por f
.
m, d
el 27 fingió- restaurarla, y convertirse sólo en
de Roma . . La Repú
blica había acabado:
calles
rm odrí!:l primer ciudadano princeps). Pero conserv P
( � ���.
sí las provincias más importantes y los el rcl .
alg·ún hombre crear
un sistema nuevo y
en el aue Roma pu du rable
diera sobrevivir? m�s grandes y en los cuarenta años restantes de
Octavio dio la resp�est
a. Llevaría demasiado �
su' larga vid . en los que los hombres fueron gra­
pacio contar aquí cómo,
en la virtual partición
es­
del
y
dualmente habituándose al nuevo sistema, s con­
Imnerio efectuada en
Italia, el res ervarlo de leg
el 42 y ratificada en
el
ionarios, llegó en la prá
40, trol tendió a volverse más severo en todas as ra-
del gobierno. Desde el 23 comenzó a contar
tica a estar ba.jo su con
trol, mientras - Antonio

:�� �
como años monárquicos la atri ución an� al
1� prend:ía la tarea de
apaciguar el este y
ven
em
gar
­
del poder tribunicio, que le habia' sido co
� �fen o
la derrot_a de Craso an

� t� los partos, einnresa de por vida. Lo conservaba, dice Tácito ,( a s,


'J terminó sólo con un que
nuevo desastre ( 36 ) I 2 ) "nara protección del pueblo com�I�,, por
'
r

'l i .
entretanto Octavio eli
del gran Pompeyo, Qu
minó primero a Sexto,
; cómo
hijo
i
c erto el título era una concesión a las vtelas t ­�
ien, desde una base diciones populares. Veremos más adelante cu n
cilia había ·conquistad
a Lépido ( 36 ) ; cóm
o el. dominio del mar, y
en Si- '
luego fielmente las continuó. El comando de las tr_ p s ��
o entonces él y Anton era inás vital, pero no la s la base de �u po � .
enfrentaron como riv
ales; cómo se las com
io se �
Él mismo reclamó supremacia en auctontas pa ( �
l. para condenar o pre
sentar falsamente a An
puso
tonio
l
,..,.5 ) influencia ante todo fundada en su contin "
b�


''
210
' 1

u n éxito en el mantenimiento del orden en a


'

'·f ,
P· 211 .
¡ J.¡1
¡·
1

patria y , de1 prest'¡gw· en e1 extranjero, asei11Irando


0�
·

de ese modo un ·
e0nsent'Imiento casi universal. Se E P íL O G O
1? su�bo��zo en su nuevo nombre Augusto que
. 1

'
.

.
sigmhca_ ' reverencia do . 'F� ue equiparado a los d'w-
"
cito)
ses Y a Romu 1 1O; q�ien fundó Roma augusto att- Acriora ex eo vincula (Tá
. .
.

guuo,con un presagw que adelantaba lo que sería


de1 mundo. Esto lo
Roma con el tiempo.. senora -
había 1ogrado aparentemente su nuevo gobernante.
.

, se ganó a los
Augusto, según opinión de Tácito grano y a to­
o con
soldados con regalos, al puebl( otium ) .
dos con las delicias del orden ularmente tierras
Los soldados recibían ahora regtuvo que, de ese
sos
o dinero al retirarse. Augusto
300 .00 0 que le juraron obe­
modo, había pagado a
os 25.000 veteranos
diencia. El total no incluía un 41-40. Según su·
s
de Antonio, retirados en los año 000 italianos reci­
onc es un os 50.
pongo, por ese ent
en Italia, en el 36,
bieron asignaciones de terrenos o Sicilia. Despué3
15,000 más se asentaron en Ita
lia
os 86.000. Incluían
1 .de Accio, se les dio tierras a un destinados a las
a provincianos y muchos fueron iento provincial
am
colonias de ultramar. El reclut continuaron lue­
de cuántos de los
ran jero
,. y el asentamiento en el ext
go, y no podemos estar seguros
veteranos retirados entre el 30 y os o asentados
el 14 d.C ., unos ' '

. 175.000 probablemente, era


n italian
,
soldados fue siendo cada
en ItaJia.
El tratam iento de los
e Augusto se ubi­
vez menos favorable a medida qu el poder y t11vo
caba más y más firmemente en
mayor posibilidad de restaurar lados en los años
disciplina. La
· mayor parte de los hombre
s retira
41-40 y en el 36 Había servido
sólo unos seis años;
hacia el 13 a.C. fijó un término s en armas du-
de dieciséis, y en
la práctica se retenía a los hombre
213

212

.'
rante un término de veinte1 veinticinco o más aún. Los legionarios republicanos no habían mostra·
Los triunviros prometieron a sus tropas en Filip �s do lealtad a un gobierno que no evidenciaba preo�
5.000 denarios además de tierras. 1En el 29, Octav10 cupación por sus intereses, ni tampoco por las ple­
pagó en realidad un donativo de 250 denarios a los bes rurales enh·e las que eran reclutados. Augusto
veteranos que había asentado en colonias milita­ y sus sucesores tomaron medidas adecuadas para
res; pero desde el 13 el dinero era una alternativa el mantenimiento de los soldados, pero se mostra­
a la entrega de tierras. En adelante los veteranos ron bastante indiferentes ante el destino de las
tenían derecho· a 3.000 denarios. Esto no era la plebes rurales. El asentamiento de veteranos en los
abundancia, pero era más de trece veces su paga años 41-40 se asemejó al efectuado por Sila. Como
anual, ya aumentada por César, mientras que el Sila, los triunviros habían confiscado las grandes
veterano republicano no había tenido derecho a propiedades de sus enemigos� pero éstas se ven­
nada en absoluto. Era costoso y Augusto, que has� . dieron para financiar la campaña de Fi1ipos o pa-
ta entonces había pagado a los veteranos de sus; ra enriquec�rse . ellos mismos y a sus principales
<?
propios recursos, vio la necesidad ( en el 6 d. · ) partidarios. También e1los tendieron a concentrar
de financiar la paga de los soldados con los m­ a los veteranos en colonias como bastiones de su
gresos provenientes del impuesto a las ventas por propio dominio, consagraron tierras y casas . de die­
remate en Italia y las nuevas tasas impuestas a ciséis de las ciudades italianas más oputentas a su
la herencia de los ciudadanos más ricos. La impo­ propio beneficio. 'Los -pobres, como el Melj.beo de
sición fue aceptada por el Senado bajo protesta; la primera égloga de Virgilio, tenían que abando­
si la clase gobernante hubiera estado preparada nar sus cabañas techadas con turba; aun los vete­
para soportai· esta carga durante la República, es
ranos se quejaban cuando las víctimas eran sus
posible (lue eso habría cimentado la lealtad de las padres e hijos o los padres e hijos de sus camara­
tropas al vieJo régimen. La lealtad se debía ahora das caídos. No había compensación alguna y sí
al Emnerador. Con él estaban unidos los soldados una inmensa confusión y sufrimiento. Después de
.. por el vínculo religioso de los jura_mentos, y era Accio, Augusto pudo pagar con su propio bolsillo
él quien desi!!naba a sus comandantes. Si los ele­ las tieiTas de que se apoderó en Italia, pero a los
gía con nrudencia, serían hombres de confi�r. pattidarios de Antonio todavía s� los expulsaba y
.. Además, los centuriones, que habían sido los jefes se los asentaba en ultramar. Y luego, corno· sncedió
naturales de los soldados durante los motines y de­ más adelante' muchos de los veteranos recibieron
! �.
serciones tan corrientes durante las guerras Civiles, asignaciones de tierras en las colonias \ provincia­
¡' eran ahora mucho mejor remunerados y por lo ge­ les, a menudo a expensas de . los nativos. Puede
\. .
¡
neral se podía confiar en ellos para reprimir la
sedición. La indisciplina militar iba otra vez a
que el resultado neto de estas operaoiones no haya
aumentado sustancialmente el número de peque­
J,,r . arrojar al Imperio en una terrible c�nfusión �n el ños propietarios· en Italia.
siglo m, pero fuera de dos gr�ves 1�terrupcwnes
Después de Tiberio ( 14-37 d. C. ) , la conscrip�
'
� � ·

en los años 68-70 y 193-197 d.C., el sistema augus­


ción se aplicó rara vez en Italia; en el siglo II
tiano logró subordinar el ejérc.ito al poder Civil du-
había pocos italianos en las legiones. Esto . parece
'1 rante dos siglos. . haber perturbado al gobierno. Nerva ( 96-98 d.C. )

' 214 215

1� 1
• 1
promovw un nuevo plan agrario en pequeña es­ mente pobres y se atrasaban de continuo en el
cala, y poco· .después descubrimos que el Estado · pago de la renta, por lo que los propietarios po­
dispone de fondos para · ayudar a los pobres de dían embargarles sus pertenencias personales. El
toda la Italia en la crianza de los hijos, en apa­ peso de la deuda seguía siendo abrumador. Co­
riencia con, la· esperanza de que eventualmente se lumela ( 1, 3, 12 ) , que escribió aproximadamente '
incorporaran a las filas del ejército. La esperanza en el 60 d. C., alude , a las inmensas extensiones
resultó vana ·y no sabemos en qué medida este plan : que los grandes propietarios . cultivaban "por me­
"alimentario... contribuyó a aliviar la miseria. En dio del compromiso de algunos ciudadanos y cua­
general, dado que el gobierno podía depender aho­ drillas de esclavos"; parece que los deudores es­
ra del reclutamiento en las provincias, no le era taban nuevamente obligados a trabajar para sus
necesaf10 sentir esa urgencia por mantener el po- acreedores, como en el 63 ( pág. 188 ) . Los abo­
. tencial human<:>· en Italia,, quizás el principal mo- gados del siglo rr declaraban que los labradores
tivo de la- ley. · agraria de Tiberio Gra<?o. Tampoco eran incuestionablemente libres de abandonar sus
podría haber futuros Gracos. Desde un comienzo huertos; esto indica que se intentaba retenerlos.
el nuevo. régimen no dio cabida a tribunos sedi­ Probablemente la población declinaba; los -propie­
ciosos. Las quejas de los pobres no cundían ni eran tarios enfrentados con la escasez de mano de obra
escuchadas y . s.ólo se puede sospechar su miseria recurrirían a la coerción, apoyándose en la sanción
a través del registro unilateral de la historia. de la ley de deudas o en su influencia poEtica.
.
Sería inexacto suponer que los pequeños labrie­ En una sociedad libre, la clase trabaiadora habría
gos hayan sido eliminados en Italia. Si la cons­ meiorado su situación si la demanda de trabajo
cripción .había acelerado su ruina, los varios planes hubiera superado la oferta, pero en el lmlJerio ro­
de asignación de · terr·enos desde el 133 habían, mano la libertad era algo cada vez más deteriora­
temporariamente al menos, r�tardado el proceso. do y el .gobierno estaba en manos de la clase
Varrón, que escribía en la década del 30, obser­ superior. Hacia el siglo IV, la imposición de tasas
vaba que muchos hombres -p9bres · labraban sus se extendió a las tierras en Italia, y como los in­
propios campos con ayuda de sus familias. Pero gresos se reducirían si los campos permanecían
hay indicios de que la concen�ración de la · propie- . desiertos, el gobierno encadenó al suelo a los tra­
dad en grandes extensiones continuaba. Además, bajadores rurales, a los libres como a los esclavos;
los ricos preferían todavía utilizar el trabajo de ellos, y sus hijos después de ellos, tenían que tra­
cuadrillas de esclavos. Es también cierto, sin em­ bajar la tierra donde habían nacido. Esto convenía
bargo, que arrendaban huertos a labradores libres. también al propietario, pues de ese modo los tra­
Esto no era nada nuevo, y puede que el hecho. bajadores libres no podían prestar sus servicios al
de que ahora sepamos más de ello sea sólo un mejor postor.
accidente de las pruebas que sobreviven. · Quizá De este modo los rurales pobres de Italia, cuyQs
los hacendados 1 mismos utiliz-aran el trabajo de los fuertes brazos habían derribado la República, no
esclavos, a menudo suplidos por los propietarios ganaron nada, a la larga al menos, con la revo­
junto con .otros elementos costosos incluidos en los lución. Habían . contribuido a establecer un régi­
términos d'el arriendo. Algunos eran desesperada- men fuerte que ya no dependía de su apoyo y que
216 217
--------------�- --------- ---�wr--- --------�

podía contemplar sus necesidades con indiferen­ · dad se adornó de templos, teatros, palacios, etcé­
cia. No es .fácil tampoco imaginar qué se podría tera. Todo esto creó nuevas posibilidades de em­
haber hecho por ellos. Los varios planes de asig­ pleo para trabajos ocasionales. Vespasiano rechazó
nación de terrenos de la República no habían te­ un sistema de ahorro de trabajos si lo adoptaba,
,
nido un efecto duradero. La interrupción de 1� preguntó , ¿cómo iba a alimentar a sus pobres?
conscripción no resultó ser un remedio suficiente. Había también espléndidos espectáculos para di­
verqr al proletariado y sus superiores. Todo el
.
El apetito de tierras., de los ricos siguió voraz, y
las malas cosechas y la falta de providencia colo­ �undo recuerda la mofa de Juvena l: la. plebe sólo
caba todavía a los pobres a su merced. El trabajo tiene hambre de pan y circo. Satisfacer ese ham­
servil seguía compitiendo con el de los hombres bre era prudente. Aunque la ciudad contaba aho­
libres. Aunque la guerra y la piratería ya no pro­ ra con un mejor servicio policíaco -contando los
veían una abundante reserva de esclavos a bajo bomberos, que formaban brigadas de unidades se­
precio, no parece probable que hubiera una decli­ mimilitares, hubo, después de Tiberio, unos 20.000
nación significativa en la utnización de esclavos. soldados en la ciudad para mantener el orden- un
A juzgar por los escritos jurídicos del siglo rr y · . motín era algo serio. Octavio en el 39 y más t�rde
principios del m, los esclavos aún dominaban en Claudia, fueron casi linchados por multitudes ham­
el comercio, la indusbia y la agricultura de Italia. brientas. En el 238 d.C. los soldados sólo pudieron
Quizás ahora se practicara la crianza de esclavos someter al pueblo pegando fuego a los balcones
en gran escala. Tal vez la venta ilegal de hombres de las cas::�s. Como resultado, gran Parte de la ciu­
libres y de sus hijos era una práctica más común dad quedó devastada. Para preservar sus personas
de lo que generalmente se admite. El empobreci­ de los insultos. si no del ataque, los emperadores
.
miento de los hombres libres se correlacionó siem­ t�v1eron Q �e dar a las plebes urbanas una posi­
CIÓn de nnVJJegiO:
: .
pre sin duda con el empleo extensivo de esclavos. los contribuyentes provinciales
Augusto ganó para sí, mediante la distribución pagaron la r:uenta. Las plebes hahían desempeña­
de gr.:mos, a las plebes urbanas. Abrigaba la idea do un paneI subsidiario en la Revolución, sólo por
.
momento<: nnnor tante. Por ejemnlo. cuando aleja­
de abolir las dádivas, pero no se aventuró a ha­
cerlo, aunque finalmente redujo el número de be­ ron a Cinn::t de la ciudad y se desencadenó una
neficiarios ( pág. 197 ) . De este modo, el precio del serie de acontecimientos que llevaron a Sila a la
grano en el �ercado libre siguió siendo importan­ . dictadura. cuando impusiÚon la lev G�hinia por la
violencia v fl e ese modo a Pompevo el noder que
, . . te, y un sistema más eficaz para procurar reservas
· resultó f�t<�l T')ara la República, o f'wmdo su ' con­
l ' de ultramar lo mantuvo sin duda relativamente
·

bajo. Los sucesores de Augusto gas·taron enormes tinua tnrhnlP.11r:ia durante la déc�dq del 50 pro­
sumas en promover el comer�io de granos y me­ movió finalmente el acuerdo entre Pomnevo v· los
optimates, que fue el origen de la guerra �ivil del
jorar las instalaciones portuarias de Roma. Los
emperadores también aumentaron las reservas de 49. Pero en definitiva obtuvieron inmensamente
agua y . tomaron precauciones c0ntra los incendios más que los pobres rurales.
y las inundaciones. La mayor parte de ellos fue­ Todos, par�cería, se beneficiaron con la ¡·estau­
ron grandes constructores de diverso modo: la ciu- ración de la paz y el <orden. "Con las tierras en

218 219

,
.
poder del César'�, escribió Horacio ( Odas, HI,
14), "no temeré conmociones n i la muerte por vio­ bajo un gobierno fuerte, había sido uno de los
1
lencia", Éste era 'el tema constante de la propa­ principales objetivos de Cicerón, y Augusto lo hizo J1
1,
ganda de Augusto. Y es difícil exagerar los dis­ realidad.
turbios y el error imperantes en los años preceden­ �La libe1tad en el sentido que le daban . los opti­
tes. Apiano ha hecho una muy vívida descripción m.ates por cierto s e había perdido, pero la mayor
de las condiciones del 41, cuando · Octavio trataba parte de la vieja nobleza que la comprendía y
· de asentar a los sold�dos ( Guerras civiles, V, 17 y la apreciaba mejor había perecido en las guenas
sigs. ) . Como resultado de las · guerras 1 civiles en y proscripciones. Sus pocos sobrevivientes estaban
las que los generales habían llegado a depender dispuestos a pagar el precio de la seguridad. Los
de su lealtad, estaban totalmente fuera de control "nuevos hombres" de las Ciudades de Italia, quie­
y se entregaban al pillaje a su antojo. No había. nes ·en gran parte habían suplantado a la vie­
trabajadores en los campos, y los labriegos, teme- ja nobleza, obtuvieron una situación más elevada
.
rosos de ser despojados por los veteranos, . se mos­ y una mayor · influencia que la que hubieran po--
traban reacios a sembrar lo que otros podrían co­ . elido esperar anteriormente, no sólo en el Senado
sechar. Sexto Pompeyo comandaba los mares y . sino también en el orden ecuestre que, cada vez
había virtualmente interrumpido las importaciones con mayor frecuencia, dio a los emperadores agen­
marítimas. El hambre fue endémica hasta su de­ tes ejecutivos y asesores. A decir verdad, con el
rrota en el 36. En el 41 el pueblo de Roma "cerró correr del tiempo el acceso a las posiciones de
sus talleres y arrojó a los magistrados de sus pues­ poder e influencia en el Estado fue cada vez más
tos, pues veía que no eran necesarios artesanos ni fácil tanto para lós provincianos, como para los ita­
magistrados en una ciudad oprimida por la· nece­ lianos de las clases superiores.
sidad y el saqueo". Entre los partidarios d� An­ Los emperadores eran 'autócratas y muchos de­
tonio y los de Octavio tuvo lugar una pequeña generaron en tiranos. Hubo una constante tensión
guera civil; otra vez afligieron a Italia la conscrip­ entre ellos y las clases más altas de la sociedad. El
ción y las devastaciones. Hacia el 40 los soldados Senado en particular, preservó el esprit de corps
mi.smos se hartaron de la guerra y obligaron a los que fomentó la mutua desconfianza entre sus miem­
triunviros a solucionar sus querellas. Sólo en el bros de cua-lquier origen y aquellos emperadores a
36 pudo Octavio comenzar a someter el bandole-. quienes disgustaba la expresión de puntos de vista
rismo y los secuestros que habían sido un mal muy independientes y aun la más leve suger-encia de
prolongado ( pág. 172 ) . E1 temor de que Italia crítica; o de aquellos que desatendían la pretensión
se convirtiera · nuevamente en escenario de opera­ según la cual eran sólo los primeros de los ciudada­
ciones militares debe . de haber contribuido a que nos , . anetecían el resplandor de la situación real v
la opinión pública apoyara a Octavio en el 32; aun divina, y destruían la afabilidad de sus reJ:{_
como los pompeyanos en el 49, Antonio sólo podía ciones personales con los hombres de rango eleva­
vencer reconquistando la itierra. Podrían continuar do. A algunos, como Domiciano ( 81-96 '(:L C. ) , el
nuevas proscripciones y confiscaciones, y los ricos mi�do los · .liada crueles y la falta de dinero para
tenían más por perder. El otium, la paz y el orden satJs.facer sus extravagancias, rapaces. La vida y la
fortuna de los individuos estaban a su merced y los
220
221
¡,
reinados del terror sólo terminaban con la rebelión
o el asesinato. Pero pronto se desvaneció todo pen­
l 1
1
1
más "honorables" ( senadores, Equites, mie
los concejos municipales locales ) se los mbros de
samiento de resucitar a la República. Los crímenes los otros eran quemados vivos, arroja decapitaba;
y los caprichos de algunos emperadores provocaron r�s o cruc�fca�os. Estas gentes "más dos a las fie­
silenciosos resentimientos y conspiraqiones ocasio­ d!an tambwn ser torturadas, como loshumildes" po­
naks, pero lo que los l1ombres deseaban era la eli­ CIu�adanos comunes, tanto como los esclavos. Los
, n perdid senadores ha­
minación del gobernante y no la destrucción del ré­ bia o el derecho a .la libertad de que' go­
gimen. zaban durante la República, pues las
r�s no tenían más garantía con · clases inferio­
El régimen estaba asegurado porque respondía a tra el abuso arbitra­
r�� que las clases superiores de libertad
'¡ . las necesidades e intereses de las clases más eleva­
sw� poh,tic� . La libe
de expre­
¡, rtad de
das. Ningún hombre podía gobernar solo el Impe­ . tod a esp ecie suf ría de­
rio sin ayuda, y todo emperador debía buscar en tenoro. Pobtica mente, se la destruy6 primero en el
esas clases a sus asesores y funcionarios. Tenían casi ce�tro Y luego en los municipios, don
el monopolio de la · educación y la experiencia re­ qmas lC?cales eran cada vez más estrechde las oligar- ·
trolad�s J?or el gobierno imperial. amente con­
queridas. ( Hasta un cierto límite, los emperadores . Económicamente
podían hallar también asistencia- en sus propios es­ �obreviVIO (salvo, por s�puesto, que como en toda
epoca, los pobres la tem
. esclavos no la tenían en absoluto ) nombre y los
clavos y libertos, altamente capacitados. ) Los em­ an sólo de
en �1 que casi todos, como los camhasta el siglo IV
peradores podían perseguir a algún senador o
obhgados de por vida a la profesiónpesinos, estaba�
miembro ecuestre en particular, pero a ninguno de
ellos se le habrJa ocmrido siquiera (ninguno fue
hombre de puntos de vista originales ) atacar los in­ Aun la tolerancia religiosa desaparec de los padres.
tereses vitales de toda la clase alt� y, si lo hubiera mero los emneradores paganos y lueió cuando, pri­
intentado, no habría sobrevivido. Es característico tuadamente, los cristianos, exigiero go, más acen­
el hecho de que, cuando Pío ( 138-161 d. C. ) prohi­ que practicaran sólo los cultos que nello a sus súbditos
s aprobaban.
bió ciertos modos de tratamiento inhumano de los En 1� .Rep{tbHca el descontento de los
· la ambiCIÓn, de uno pobres y
'1:· \1 esclavos por sus amos, justificó su prohibición en s pOCOS magnates se COmbinaron
1 nombre de los intereses de la clase alta: si no se para �roducir la anarquía, la guerra
v Iu wn El r sult
civil y la re­
controlaba la crueldad de unos pocos amos, todos � � .
� ado fue político y no social o eco.
podrían sufrir la agitación de los esclavos. No sólo nomiCo. Fuera de Roma, la condfciÓn
de las
se mantuvo la institución de la esclavitud a lo lar­
, meJoró
solo . en la medida en que el mantenimma ien
sas
de la paz y el orden de por sí lo¡ to
go de todo el principado, sino que se fortaleció lit per mit ieron. En
estructura jerárquica de la sociedad. "Nada'', escri­ el Ba�.o Impeno .
, cuando los documentos son
otra
bió el convencional· :Plinio el Joven durante el Im­ vez abundantes, el abismo entre los rico
s v los po­
perio de Trajano ( 98-117 d.C. ) , "es más · injusto bres e1a por lo. menos tan extenso y
tan profundo .
que la igualdad" (Cartas, IX, 5 ) . Durante el siglo como Siem : pre, y la mis
eria y la opresión igualmente
n se inhodujo uná distinción más clara en el dere­ grandes. El costo de la paz era elev
cho penal entre los hombres libres de diferente Mommsen, César fue un héroe; el, y ado . Para
fue el arqmte . no Augusto,
rango: Por ejemplo, si la pena era de muerte, a los cto de la n·ueva monarquía y su obra
222
'223
r
1
1

1
saludable; pero sólo po:rque, en una sociedad basa-
da en la esclavitud, "fue la armazón lógicamente
OT.RAS LECTURAS
necesaria y el menor de los males". Demostró cómo
el pi'incipio del absolutismo actuaba "pura y libre­
mente . . . en ausencia de toda complicación mate­
rial ajena". Gibbon, a c�ya autoridad apeló Mo�m­
sen, habla ya observado que un gobernante absolu­
to en la Europa 'de su propia época podría ser res­ Las fuentes, que el plan editorial me impide citar ca­
tringido y modificado por la inf.luencia de otros Es­ balmente, se mencionan en forma eXIhaustiva para los acon­
tados �ecinos : "pero el Imperio de los romanos col­ tecimientos de vieja data, año tras ai'ío en The Magistmtes
maba el mundo y, cuando el Imperio cayó en ma­ of the Roman Republic, de T. R. S. Broughton ( Nueva
. York, American Philological Association, 2 vols., 1952 ) . En
nos de una única persona, el mundo se convirtió Roman Civilization, de N. Lewis y M. Reinhold ( Harper
en una segura y temible prisión para sus enemigos" . Torchbooks, vol. 1, 1955 ) y History of Rome through the
Según opinión de Mommsen, el nuevo sistema es­ Fitfh Century, de A. H. M. Jones ( Harper Torchbooks,
tuvo desde el comienzo mismo "enteramente mar- vol. 1, 1968) se podrán consultar selecciones traducidas de
viejos documentos; en cuanto a la historia social y econó­
. chito y muerto",· pues no logró procurar "un libre mica, es más completa Economic Survey of Ancient Rorr.w,
desarrollo popular". 1 Por cierto la pérdi�a de li­ de T. Frank, vol. 1 ( reedición, Paterson, Pageant Books
bertad se acompañó del estancamiento en _ la mayor Inc., 1959 ) . .
parte de las artes y las ciencias. Al mismo tiempo, De entre las historias generales de la RepúbLica, la más
vigoroso e interesante, ¡oeferida a todas los aspectos de la
los hombres buscaron consuelo en múltiples varie­
vida romana, sigue siendo la de T. Mommsen ( ed. Every­
dades de fisolofía y religión, por la desdicha y la man, 4 vals. ) : es obra de un historiador muy imaginativo
nulidad de la vida en este mundo. Si en el Princi­ que dominaba todos los documentos conocidos hace un
pado hubiera habido un portavoz de los viejos sen­ �iglo. Desdichadamente la versión es pesada y Mommsen
rara vez cita los testimonios. La documentación es más
timientoc; . nopulares, no habría encontrado mucho
abundante en la Cambridge Ancient History, vols. VII-X
que cambiar en las palabras con que Tácito expresó ( 1928-34 ) ; los diversos capítulos, de diferentes autores, son
la resi,gnación y la amargura senatoriales : "Duran­ de mérito variado. Las bibliografías completas fueron en
te veinte ::�ños ( desde el 49 a.C. ) hubo conflicto, parte actualizadas en lo que respecta a ciertos oeríodos,
ningt111a co"tumbre se observó, tamnoco ninguna por E. Badian, "From the Gracchi to Sulla" en The Crisis
of the Roma.n Republic, editado por R. Seager ( Cambrid­
ley: los neores crímenes quedaron impunes y las ac- ' ge, Heffers, 1969 ), en adelante citado como "The Cri­
dones honorables resultaron a menudo fatales. Por sis . . . ", y de manera más selectiva por H. H. Scullard en
fin . . . César Augusto, eli seguro dominio . . ·.- , nos\ su History of the Ro man World 753-146 BC ( Londres,
dio leyes a seguir en paz y un príncipe. En ade­
Methuen, 1960; Nueva York, Barnes and Noble, 1961 ) , la
crónica más actualizada en inglés, y en las notas a From
lante nuestros vínculos fueron más estrechos" ( Ana- the Gracchi to Nero ( Londres, University Paperbacks,
les, III, 28 ) . 1 1 963; Nueva York, Bames and Noble, 1964 ) . Doy más
abajo uria breve selección de obras en inglés p osteriores
a la Cambridge Ancient History sobre el período que si­
1 History of Rome (Everyman ed., IV, 439 y sigs. ) , cf. guió al 150. Scipio Aemilianus, de A. E. Astin ( Ox.ford,
Gibbon, Decline and FaU1 cap. lll, los últimos ocho pá­ Glarendon Press, 1967 ) , .es quizá la mejor exposición sobre
rrafos.
225
224

--- --·-----·- -·- _ __ ____...._


.
la crisis del 133. Foreign Clíentelae, 264-70 BC, ( ?xfo:d, blic", en The Crisis . . . y comentarios sobre
Tiberius Grae­
Clarendon Press, 1958; Nueva York, Oxford Umverslt;r chus, de 'D. C. Earl, en Gnomon ( 1965
) , págs. 189-92, y
del valioso Res Publica Amissa ( en alemá
Press, 1958 ) , y Roman Imperialism in the Late Republtc n ) , d e C. Meier,
( Oxford, Basil Blackwell, 1969; Nueva York, Barne� and en ]ournal of Roman Studies ( 1968 ) ,
págs. 229-32. Vio­
Noble 1968 ) ambos de K Badian, a pesar de sus tltulos, lence in Republiwn Rome, d e A.
W. Untott ( Oxford,
� �
consti uyen u a muy buena exposición de la his�oria do­ Clarendon Press, 1968; Nueva York,
Oxford University
méstica de Roma. Cícero and the Roman Republtc, de F. Press, 1968 ) , trata correctamente su
tema.
H.. Cowell ( Londres, Pelican Books, 1964; GloucesteT, Service in the Post-Marian Roman Army
, de R. E. Smith
Mass., Peter Smith; Baltimore, Md., Penguin Books ) , con�­ ( Manchester University Press, 1958; Nuev
a York, Barnes
tituye una buena orientación sobre el marco de . referencia and Noble, 1 58 ) corr ge muchos errore
en general; Cícero the Statesman, d� R. . E. Sm1 h ( Cam­ : � . � s sobre el e¡ército.
'

Sobre la hzstorw socwl y econ6mica ademá


' ' s de Frank•
bridge University Press, 1966 ) , es una b1en escnta �polo­ vease S lave Systems of Greek and Roma
n Ant-iqu-ity, de
·
gía. Caesar, Politician and Statesman, de M . GelzeT . ( Ox­ W. L Westermann ( Fdadelfia, .Amer
ican Philosophical As­
. :
ford Basil Blackwell, 1968; Cambridge, Mass., Harvard soCJatwn, 1955 ) , con mi comentario aparec

Uni ersity Press, 1968 ) , es la exposición �ás c?mpleta � of Roman Studies ( 1958 ) , págs. 164-7
ido en ]ournal
0; Law and Life in
confiable de todos los asuntos en los que mtervmo César, Rorne, de J. A. Crook ( Londres, Tham
es and Hudson,
'
pero véase también el interesante esbozo de J. P. V. D. 1967; Ithaca, Nueva York, Cm:nell University
Press, 1967 ) ;
Balsdon, ]ulius Caesar and flistory ( Lond··es , Teach Your­ Roman Freedmen during the Late
Republic, d e S . M.
self Hist0ry, 1967; Nueva York, Atheneum Press, 1967 ) . The Treggiari ( Oxford, Clarendon Press, 1969
) ; Daily Life vn

Roman Revolution, de R. Syme ( Oxford, Clarendon P�ess, Ancient Rome, de J. Carcopino ( Lond
res, Routledge, 1941;
1939, y reedición en rústica; Nueva York, Oxford Umver­ New Haven, Conn., Yale University Press
) , basado funda­
sity Press, en rústica ) , constituye fuera de toda compa_:a­ mentalmente en documentaciones del tiemp
, anos o imperial, pe­
ción la mejor exposición del penodo que abarca los ro en parte relacionado con la República.
Un libro más
44 a.C. al 14 d.C. antiguo, Agricola, de W. Heitland ( Camb
ridge University
La obra fundamental sobre la constitución romana si­ Press ), es una obra muy completa sobre el
trabajo rural. .
gue siendo Romisches Staatsrecht, de Mommsen;. l� tra­ Sobre Sa�ustio, véase Political Thought of
Sallust, de D.
ducción francesa Droit Public Roman ( 8 vols. ) , est� ago­ ·
C. Earl ( Amsterdam, reedición de Hakkert, 1968; Chica­
i
tada. Existe un úcido esbozo en Historical Introductwr: to
.
go, 1968; Chicago, Ill., Argonaut, Inc., 196
1 ) y Sallust,
the Study of Roman Law, de H. F. JolowlCz ( Ca�bnd&
e de R. Syme ( Cambridge University Press,
1964; Universi­
. últimam ente se h a concedid o ma s
l'
University Press, 1965). . ty of California Press, 1964 ) .
atención al funciona miento concreto del
.
ststema Y su has� Muchas de las afirmaciones que hago en
l este libro, al­
social; The Roman Nobility, de M. Gelzer ( Oxford, B�s1 gunas de las cuales pueden parecer polémicas,
L. se fundan
'i ¡ Blackwell, 1969 ) , publicado por primera vez en 1,912, ���o en mis otros escrutas. De entre éstos, "Italian
y
1 j,, '
, Aims at the
época. Para un examen comprensivo, vease . Par t Poltttcs Time of the Social War" ( Journal of Roman Studie
s, 1965,
in the Age of Caesar, de L. R. Taylor ( Umver� 1ty of Ca­ págs. 90-109 ) , "The Equites in the Late Repub
lifornia Press, . 1949; Glou(feSter, .Mass., Pete� Stmll l, �962 ) ; � Crisis . . . ) y "The Roman Mob" ( Past ond
lic" ( The

págs. 3-27 ), tienen títulos que hablan 1 por sí


Present 1966
importantes obras de detalle son sus Votmg D1strtcts of
the Roman Republic (American Aca emy at .Ro;ne, � 1960 ) el 'l'eclutamiento militar y la persistencia

solos sobr �
Pr��s, del problema
y Roman Voting Assembles ( UnivefS lty of M1Ch1ga n agrario, .en el siglo r, véase "The Army and the
.

Land in
;1 ·�
han ido más lejos en la elabora cwn
1966 ) . Otros autores the Roman Revolutüon" ]ournal of Roman
1 ,;
' '

Studies, 1962,
225 BC-AD 14
sobre las faccion es más o menos perman entes págs. 69-86 ). Mi libro Italian Manpower
de teorías .
'i
de la nobleza, y en la depreciación de la importancia
de ( Oxford, Clarendon Press, 1971 ) , trata, entre

los problemas; Libertas .as a Pol· tical Idea at
.
Rome, de C
. � del censo y las cifras sobre la población, el
otras cosas,
número de
Wirszubski ( Cambridge UmvefSlty Press, 1950 ) , consbtu soldados, de colonos militares y de ciudad
. anos asentados
ye una valiosa corrección de esta última tendencia; contra en el extranjero, y muchos aspectos de
las condiciones so­
la primera, véase mi · "Amicitia in the Late Roman Repu- ciales y económicas en las regiones de
Italia.

226 227
fNDICE DE PERSONAS, PUEBLOS·
Y LUGARES *

Abruzzos, 190. Basílica Porcia, 175.


Acueducto Marciano, ! 66, llibulo, Marco Ca1purnio,
120. 193, 196.
Acueducto Tepulano, 120. Bitinia, 36.
Adige, 47. Bolonia, 47.
Mrica, 14, 31, 35, 36, 144, Brucio, 190.
145; Bruto, Décimo Junio, 170.
sus cereales, 47, 177, Bruto, Marco Junio, 41,
207. 104, 206-210.
. Agustín,. citado, 67.
Aníhal, su invasión de Ua­ Calabria, 57.
J.ia 7, ·17 y sigs:, 30, 37, Campania, 40, 44, 48-51,
56 y sigs., 62, 99, H 7, 54-56, 127' 155, 190, ,194.
145. Canal, 14.
Antonio ( Marco Antonio ) , Capua, 7, 15 y sigs., 55,
9, 1170, 209-211. 127, 154, 194.
Antonio, Cayo, 181. Ca:rtago, 7, 29, 35, 52, 93,
Apiano, 94, 166; 101, I.l5, 127 y sigs., 135,
citado; 133, 137, 159, 136.
210. Casio, Cayo ( pretor 44 ) ,
Apulia, Apulianos, 24, 44, 104, 206-21 o.
46, 56 y sigs., 98, 190. Catilina ( Lucio Sergio
Apustio, Cayo, 40. Catilina ), 8, 16, 115, 163,
Arausio, 144. l'H, 182-190, 208.
All»no, 14, 16, 24, 59. Catón, Marco Porcio ( cón­
Asia; 8, 14, 64, 122, ·160; sul ,195 ), 104;
como provincia romana, citado, 40, 41, 45, 52,
29, 107, .130, 131, 56, 57, 70, 115, U9;

Catón, Marco Porcio ( pre­


15'3, 156. su obra, 94.
Asinio, Herio, 26;
véase también Polio. tor 54 ) , 104, 119 y sigs.,
Atalo Ill de Pérgamo, 122. 140, 192, 195, 202.
Atenas, 50, 67, 140, 188. Cerdeña, 47, 177.
Ático, Tito Pomponio, 107, César, Cayo Julio, 13, 20,
165. 30, 35, 64 y sigs., 104,
Atina, 26, 107. 1 14 y sigs., 130, 146, 155,
Augusto, 9, 10, 13, 27, .163, 166, 170, 172, 1 79-
161, 172, 18-6, 197, 200, 181, 186-209, passim, 214;
207, 209-224. citado, 59.

Para m�yor claridad, he dado algunas (echas que no se encuen·


en el texto. Las entradas importantes figuran en bastardilla.

tran

229
,-----
1

sus Comentarios, 165- Cornel[o, ' Gayo .(tribuno España, ·29, 34, 160, 167 Gracos, 104, 116, 121,
166. 67 ) , ,178. . y sigs.; 124, 136-141, 160, 194.
Cicerón, Marco Tulio, 26 Cotta, Cayo Aurelio, 173. minas de, 7, 8, 53, 105. CiFecia, 29, 58, 153.
y sigs., 30, 67, 96, ·120, Oraso, Lucio Licinio," 150 Espartaco, 167-171, 183. Guerra contra Yugurta,
182-191, 195-201, 210; y sigs. 1 Etruria, etruscos, . 13 · y 143, , 144.
citado, 30, 33, 40, 59, Graso, Marco Licinio, G5, si.gs. , 17, 48 y sigs., 118,
152, 156, 166, 190. Hora<!io, citado, 210, 220.
86, 73, 76, 80, 96, 176, 1 79-181, 186-201;
Hortensia, Quinto, 90.
Eu:r1pides, citado, 85. [
100, 103, 105, 107, passim, 210. �ufrates, 14.
109, llO, 132, 138, Craso Muciano, Publio Li- Isidoro, C. Cecilia, 59, 60.
139, 140, 146, 147, cinio, 117. 1
Italianos, véase aliados.
162-163, 170, f1.75, Crasos lLicinios, 103. Fabio Píctor, 69 y sigs.
ItaLia, conquistada por Ro-
177, 180, 182, ¡ .183, Cremona, 56. Fabios, 78.
ma 16-1H·
184, 186, 192, 198, Curio, Manio, 90, 91. Fa:minio, Cl!lyo, 98, 99,
107.
� �
de astació de, 152, 170,
200, 203, 208, 209, 220;
durante el .principado,
210; Delos, 36. Fanio, Cayo, ·125, 12·6,
escritos, 1J.5 y sigs., Dio, Casio, 1 66; 127, 137, 150.
213-221;
171, 185; citado, 32. , Filipo, Lucio Marcio, 151'.
economía de, 33-68;
opiniones, 89, 100, 109, e.
Fili:pos ( batalla ) , 209, 210,
40), citado, 132, 133. •
Diodoro ( historiador lenguas de, 19;
ll6, 192, 208; 214 y sigs.
población de, 36;
Flandes, 47.
orígenes y familia, . 18, Dionisia de Halicarnaso, véase también, Calia Ci­
31, 108; 69; FulV'io Flaco, Marco, J.25.
salpina.
.propiedad, 59, 64, 77, citado, 53, 9·1. Fulvio, Lucio ( cónsul
188. Disraeli, citado, 68. 322 ) , 24.
Janículo, 14.
Fulvios, 101.
Cilicia, 176. Domicio Ahenobarbo, Lu­ Julios, 102.
Cimbrios, 144. cio ( cónsul 54 ) , 59, 103,
' ' Galia Cisalpina, 7, 14, ·18,
Juvenal, (
c. 50-130 d.C. ) ,
Cincinato, 68.
Dmso, Marco Livio ttihli­
205. citado, 219.
( 20, 26, 47-49, 78, 95, 98,
Labeón, Marco Antistio ( c.
Cinna, Lucio Cornelio,
155, 158, 161, 206, 2119. no :122 ) , 134 y sigs. 152, 160, 170, 190;
·Claudia ( emperador 41-54 Druso, Marco Livio .( tri­ derechos civiles, 20, .179- 1 d. C. ) , citado, 170.

( censor
d. C. ), 45, 219. •buno 91 ) , 103, 140, 136-9. 180. La<!io, 37, 52, 57.
Olaudio, Apio Galia Trasalpina, 8, 160, Lago Ve1ino, 47, 90.
3 12 ) , 90-91, ll7. Egipto, 180, 202, 211; 169, 194, 202. Latinos ( aliados y colonos
( cónsul

Glaudio, Apio . sus cereales, 48.


· · Galilea, .131. romanos ) , 14-20, 56, 88,
143 ) , ll7 y sigs., 1121. Galos, en I talia, 17, 56; -98 y sigs., 134 y sigs.;
Elba, 61.
Claudia, Cayo ( censor saqueo de Roma por [os, sus derechos, 18, 25, 125
Emilia, 56, 98.
52, 88.
·Emilio Pau!Io, Lucio, 35 y
W9 ) , 106. y sigs., 179-;
Cleopatra, 211. · Génova, 47. su lengua, 15, 19:
sigs. 93.
Clodio, Publio, 9, i 176, Gibraltar, estrecho de, 14. Lelio, Cayo ( cónsul 140 ) ,
Bpiro, epirotas, 35, 107.
195-201 . . Graco, Ca¡yo Sempronio, 8, 101.
Escipión Africano, Puhlio 109-HO, 121, 125-135,
Clusium, 48. Lenguas oseas, 15 y sigs.
Colwmela, ( c. 50 diC. ) , su
Comelio, lol7. 141, .145, 192. Léntulo, Publio Cornelio
obra sobre agricultura ci­ Escipión Emiliano, lPublio Graco, Tiberio Sempronio ( pretor 63 ) , 190-192.
tada, 30, 54, 60, 217. , ComeHo, 93, 102 y sigs:, ( censo·r 169 ) , 106, 124. Lépido, Mar<;o Emilio
Comisión graquiana de 117, 120, 124; Graco, Tiberio Sempronio ( cónsul 78 ) , 167, 169.
asignación de tierras, 121, ci�ado, 141. ( tribuno 133 ) , 31, 55, 96, Lépido, Marco Emilio
124, 136, 149. Escipión Nasica, Publio 99-102, 1 1 6-124, 136, 140, ( triunviro ), 210 y sigs.,
Cornelio, 103. Co:rnelio, 123. 177, 215, 216. 215.

230 231
Ley de Gabinio, 140, 1 176- Partos, 200, 210.
I Régulo, Marco Atilio, 34. Tácito ( c. 100 d.C. ) , ci-
178, 185, 193, 219. Pérgamo, 122, 130. Rímini ( Ariminum ) , 18, tado 40, 128, 211-213.
Licinio ( tribuno 367 ) , 88. Petronio ( c. 60 d .C . ) , 4 1 . 98. Tarento, 49, 127. ·
Livio, 69, 71, 93, 113, 148; Piacenza, 56. Roma, ciudad de, 3, 50- Tarquina, 13, 72-73.
citado, 34 y si.gs., 37, Pia:monte, 98. 53; Terencio, 94. .
89, 102, 108, 140¡ 166; Picenum, 32, 56� 78, 1190, población de, 20, 199; Territorio romano, 13-18,
su Epitomatus, 132. 205. véase también, asam- 25.
Lucania, lucanios, 57, 153, Pirro, rey de Epiio ( 319- bleas, plebes urbanas. Teutones, 144.
156. 272 ) , 56, 76. Rómulo, 212. Tíber, 14, 48, 50, 52, 55.
Lúculo, Lucio Licinio, 161. Pisa, 18. Rulo, Cayo Servi·lio, 180. Tiberio ( emperador ) , 8,
1 Plancio, Gneo, 26; Rutilio Hufo, Cayo ( eón- · 27, 31, 48, 197, . 215,
Macedonia, 8, 29, 35� ;109, ·su padre; 107. sul 105 ) , 131. 219.
. 131, 153, ,160, 168! . . Platón, 68. Tíbur, '84.
Macer, Cayo Licinio, 17!?. Plauto, .g4, Saibli.n.os, 14, 15; Tierra falernia, 54.
Manilio Cayo, 177-179. Plinio el Joven ( c. 61-l.IO su país, 90. Tribu poliana, 95.
MaT Mediterráneo, 45. d.C.), citado, 222. Sahara, 14. Tribus alpinas, 14.
·Marianos, 156 y sigs.,l 179. Plinio el Viejo ( 23-79 Salustio, 110, 114 y sigs., Trimalción, 41.
Mario, Cayo, 8, 16, !25 y d.C. ) , citado, 187. 165; Túsculum, 24.
sigs., 31, 95, 100, 104, Plocio, 176. citado, 33, 94, 138 y
110, 1 1 4 y sigs., 143- Plutarco, 94, 114, 166; sigs., 143, 155, 159,
147, 154-159, 179. citado, 33, 121, 128, 172, 176, 178, 185, Umbría, umbríos, 24, 46,
}.·( arjales !Pontinos, 208. 132. 188, 190, 191, 19,2 190.
Metelo Macedónico, Quin- Po, · 47. Samnitas, Samnio, 98, 153,
to Cecilio, 118, 161. Polibio, 93; . 156.
Metelos, Cecilios, 103. citado, 43, 47, 109, 12( . Saturnino, Lucio Apuleyo, Valerio Flaco, Lucio, ( cón­
Mezzogiomo, 56. 133. 144-146, 179·. sul 195 ) , 104.
Milón, Tito Anio, 199, 1 Folión, Cayo Asinio ( cón­ Scylacium, 127. Varrón, 135;
sul 40 ) , 26, 166. Séneca ( muerto en el 65 citado, 53, 133, 188,
a.C. ) , citado, 44.
201.
1
Mitrídates, 64, 153, 169. Pompeya, 59. 2.16.
Módena, 56, 170. Pompeyanos, 202, 205 y Sertorio, Quinto, 167. Vasos áticos, 51.
Mucio Scevola, Publio, sigs. Sestio, Publio, 166, 201. . Veleio ( pretor 15 d.C. ),
123. 1 Pompeyo ( Gneo Pompeyo, Sextio ( tribuno 367 ) , 76, citado, 77, 128, 130.
Murena, Lucio Licinio, 39. Magno ) , 13, 32, 35, 59, 80, 84, 88.
Venajrum, 55.
1 66 y si�s., 78, 101, Sicilia, 7, 29, 35, 48, 105,
V:éneto, 18.
Nerva, 215. i 103. 1 16, 140, 147, 1 18, 177, 209, 213.
Vespasiano, 219.
Numancia, 93, 101. ' 157, 167 y sigs., 175- Sila, Lucio Cornelio, 32,
Veyos, 7, 17, 34, 78, 87,
Numidiia, 142, 146. ' 200, 219 y sigs. 100, 110, 116, 147, 153-
88.
Pompeyo. Sexto (su hiio ) , 168, 172 y si,gs., 179,
181, 190, 203, 209, Vía Apia, 44, 47, 90, 176.
Octavio, Marco ( tribuno 49, 210.
Ponto, 153. 215,' 219. Vía Sacra, 175.
133 ), 121, 140, 177.
Octavio, véase Augusto Posidario. 132. Sistema sileano, 159-174. Virgilio, citado, 146, 215.
Opimio, Lucio, 135, 145. Praeneste. 84. Sulpicio Rufo, Publio, -154 Volsinii, 25.
Ostia, 46, 55, 176. Puteoli, 55. y �igs., 160. Voltuxno, 55.

Panecio, 183. Quíos, 49.


Parma, 56.
Partenón, 50. Habirio, Cayo; 179.

232 233
impo�ible en Roma, 2 1 Fabricación de ladrillos,
íNDICE ALF .AJBÉTICO y sigs.; 40 '
tendencias hacia, 80, 91, Fábricas, 40
95-97 Facciones, 105, 1 16-117,
Acueductos, 66, 90, 120, Canales, 47 Despoblación, 30, 118- 141, 202
187 Carne, 47, 58 119 Fasti, 70
Agricultura, Capite censi, 27 Deudas, problemas de las, Fides, 184
passim., especialmente, Censores, censura, 78, 91, 3'4, 61, 81 y sigs., 87-
53, 62 96, 108-109 89, 97,' no, 135, 140, Granos, distribución en
Albergue, 51, 187, 213 Centmias, 19-23, 75, 195- 153, 157, 18'4, 1188- Roma, 55, 66, 98, 121,
Miados (italianos ) , 15, 97, 143, 192 189, 207, 208, 217 128-129, 136, 140,
17, 19, ó2, 108, 124- Cerámica, 49, 62 Devastaciones, . 56, 152, 146, 150, 161, 1 75-
126, 133-135, 145, Cereales, véase Granos1 170, 220 1 76, 187, 192, 196-
149, 152 Cifras de los censos, 14 y Dictadura, 73, 90, 102, 198, 207, 218;
AJ.imentos, 57 sigs., 17, 20, 35, 136, 157 importación de, 39, 45-
Asambleas celebradas en 192 . : Doce Tablas, 7, 69, 78- 51, 55, 177, 200, 207-
Roma: 14, 24, 26, 75 y Olientes, clientela, 77-80, 81, 83, 86-87
· 208, 218
sigs., 81-85, . 91, 95- 86, 107-110, 120, 126, ¡producción en Italia, 40,
97, 100-101, 126, 140 156, 179, 191, 205 Edificación, 64, 66, 187; 46 y sigs., 55
y sigs.; Colonias, 17 y sigs., 55 y véase Obras Públicas Guerras, sus efectos en
en ciudades italianas, sigs., 92, 97-98, 127-130, Ediles, 74 Italia, 13; passim, 64-68
24 133-135, 159, 208- . Emigración, 63, 65
Artesanos, 63, 143, 1'83, 209, '215-216 ·Empréstitos de dhiero, 41,
Hambrunas, 39, 51, 175, .
187, 198, 220 Collegia, 51 y sigs., 196,. 108, 188; véase Tasas
177, 200-201, 219-220.
Assidui, 27, 30-32, 118, · . 198 de Interés
"Hombres nuevos" en Ro- ·
Equ.ites, 35, 105-110, 121,
' ma, 26 y 8igs., 41, 80,
139 Comercio, comercia�tes,
AuCtoritas, 75, 211 39-53, 64, 107 y sigs., 128, 131-135, 142-144,
91, 103-105, 110-111,
Auspioium, 72 148-150, 151, 1 62-
177, 218 ltl8, 144-145, 221.
Autosuficiencia ( económi- 1 63, 174-175, 1 77,
Conscripción, 27-35, . 64, Huertas, véase Propieda-
ca ) , 39, 49, 52 ·184, 203, 2·21-222
100-102, 123, 128, 206, <les, Campesinado .
Ergastula, 171
216-218, 220
Bancos, 53, 64, 108 Esolavitud, esclavos, 16,
Constitución, véase Repú- Imperio, su extensión, 14-
. 35-37, 43, 57-66, 67,
91, 11'8, 158, 170- as
Bandolerismo, 116, , 172, ·
blica.
220
Barcos, propietario de, 41,
Consulado, 76, 80 171, 188, 198 y sigs.,' Imperium, 72-73, 86-141
'
Cortes, véase Jurisdicción. 216-218, 224 y sigs.; Incendios en Roma, 188,
Cronistas ( romanos ) , l . 34,
44 y sigs., 107
reqeliones, 37, 118,. 169- 2118
Boni, 116, 138
Botín, 31-35, 67, 155, 205 69-72, 78, 81 y sigs., 17<1 Industria, 40 y sigs., 51-
87, 90, 93 y sigs•. Espectáculos, 120, 134, l 52, 218
Caminos, 44, 90, 97-98, Cuestores, 74, 162 ' 219 Intercessio, 82, 87, 176
128 Estados clientes, 14 Interés, tasas de, 41, 89,
Campesinado, 29-35, 59- Exposición de los nit'íos, · 135, 153, 179
62, 64, 119-120, 124, Dádivas, véase Distribu- 36, ll8, 197 Interrex, 72
•'
128, 129, 136-137, ción de granos 1 · Extensión de la ciudada­ Inundaciones, 39, 48; ¡1
146-147, 157-158, Democracia, actitud de los nía, 16 y sigs., 1 9 y en Roma, 187, 218 ,,
163, 166, 170, 180, populares, 122, 126-127, sigs., . 153, 158-159, Invenciones, 41
188-192, 216-219 140-142, 176, 184; . 179 y sigs. Italia, 42, 48 y sigs, 59

234 235·
r
Proscfli¡pciones,156, J58- "último , decreto del'',
Olivos, 42, 48 y sigs., 5 8-
jur,isdiccióu,
159, 163, 167, 207, 210, 135, 146, 202
Juicio por traición, 100, '
221 Senadores, su
1 .

Y:
144 . 61
Provocatio, 84-85, 99, 146,
.

Optimates, 139-141 y ca'Ps.


·: .

Jurisdicción, 73 sigs., 99-100, 109, 123, 132-


77 y sigs. 86 y sigs., 99- V !J VI passim. 179, 193, 195 135, 148, 162, 174
Otíum, 1 72, 213, 220; Publicanos, 43, 64, 66, 105 Servicio militar, véas·e Assi­

·1
. 100, 109, 132-134,
.

143, 148, 151, ),61, cum digni�ate, 182-184 -1 09, 130-131, 149, 153, dui; Conscripción
Soborno, 97, 100, 149
Soldados, gastos de, 66-67;
'
156, 194
1 73-1 75, 178 1
Partidos, 131; véase Fac­
Latifundio, 34, 49, 5 3 y Queso, 57 su número, reclutamien­

11
ciones; Optimates; Po­
to y condiciones de
·
sigs. pulares
Leche, 57 .
Panaderos, 187 ·
Recaudadores de impues­ servicio, 26-37, 144-
Legados 200 . Pastoreo, 42, 48 y sigs., 56- tos, véase Puhlicanos · 147, 160-162, 213-
Legislación agraria, 85 y 60, 81:!, !J8, 1 1 9, 137 Regnum, 13-14, 73, ·123, 216;véase Conscrip­
sigs. 97, 100, 1 19-128, Patricios, 25, 76-92, . 102 142, 157 oión; Distribucin de
136-138, 140, 146, . 1 48-
Patrocinio, véase Olientela Rentas, 128-129, 146, 188 tierras; Veteranos
149, 180, 193-195, 216 Piratería, 36, 43, ·46, tl77- República en Roma, su Sociedades en el derecho
Leyes, 77-79, 84-87, 9 0 ,}78
caída, cap. VI passim; Tomano, 41, 42
Leyes de la balota, : 24-25, su fundación, 13;
Plan alimenatrio, 217 .
100-101, 140, 1q2, 1 82
Plebes, definición de las, sus principales instruc­ Tasación, 17, 29, 33, 58,
Libertad, 72 y sigs., 89 ciones, 73-76, 8I-85, 66, 89, 105, 107, 130-
g
76· '

139-141, 161, 174, 183- '89-92, 95-98 . 131, 161, 213, 217
or anización de las, 827
Ríos de Italia, 46,47
89 y sigs., 95-96 Tejidos, 49, 148
184, 206, 221, 224-226
Libertos, 16, 41, 63, 91,
Plebes urbanas, 5 1 y sigs., Hiqueza. { de los jefes ro­ Tenderos, 40 y sigs., 52,
manos ), 35, 4 1 y sigs.,
·

120, 136, 198-197 183, 199


62, 91, 96, 120, 123,
Lujo, 42, 117 '59 y sígs., 67, 107 1 Tierras, como !inversión,
126, 129, 135, 146, 151,
Ropa, 30, 49, 57 59;
Madera, ·53, 5 6 160, 163, 180, 183, 185-
192; 197-199, 218 confiscación de las, 17
Manteca, 57
Plebeyos, véase Patricios Salarios, 30 y sigs., 56 'Y sigs.;
Manumisiones, véase Li-
Población, de Halia, 14, Secuestros, 171, 220 distribución de las, 17 v
bertos
,J7, 35 y sigs. De Roma,
Senado de tRoma, Compo- sigs., 27, 32, 56, 89 y
Marxismo, 185 sición del, 25 y sigs., 76,
20, 51-53, 1918 sigs., 90, 109, 2 1 1 ; ·
Minas, 53, 105, 10�, 131
Pontí!fices, 70, 81, 86-87, 106, 109, 148, 162, 167, véase también Legisla-
Movimientos populares, 76,
179, 195
221; ción agraria; Colonias;
86-88, 91, 98-102, 114-
Populares, definición de durante el Principado, valor de las, 1 8
115, 139-141, 146, 156,
los, 138-142 · 224; Tierras públicas, 58, 60,
81, 88, 119, 137 y sigs.,
172-173, 177-18ó, 189,
Pretores, 74 , 178 durante el sistema de Si­
194- 199, 207, 2 1 1
Principado, 13, 2 1 1-2M la, 160-162, 186, 192, 158, 180, 194-195
Municipalidades de Italia,
Príncipes, 76 202; Trabajo en los muelles, 55
24-25
1 Proletarii, 27-31, 75, 88, facciones en el, 105, 138, y sigs., 120, 187

188 1 142 y sigs.; véase Cam­ Trrunshu:mancia, 54-57


179;
Nexus, 81, 89,
Nobles, 80, 102-104, 110- pesinado; Plebes urbanas sus acciones, caps. III-VI Transporte en Italia, 44-
111, 118, 137, 138, 143- Propiedad de �as tierras,
passim; 47, 49, 176
43, 58-62, 107, 15&-159; sus rpoderes, 24, 72-76, Tribunado ( consular ) , 8G,
145, 151, 157, 221
105, 106, 1 1 1 , 121, 102
Propiedades, véase Latí­
Obras públicas, 66, 91, 97, fundía 122, 126-127, 140, Tribunado (plebeyo), 82-87,
120, 128-129, 187, 209, Propiedades tamaño de las, 146, 156; 101 y sigs., 120-122, 140,
211, 218 30, 35, 37, 59-62, 1 1 8
237
236

�.•¡
. -·-·
.;
.
---- ----

1
160 y sig., 176-178, 1184; 195, 205, 208, 209, 214-
1201-202, 207, 210, 216 215, 220 y sigs. 1
Tribus, 82, 88, 91, 95 y Viñedos, 42, 48 y sigs., 54
1
S'igs., 103
Vino, v-éase viñedos .

S'igs., · 62,
Trib·uni aerarii, ·174
Violencia, 34 y
Veteranos, 98, 138, 145- ol37, 170, 185, 199-204
1 f N ¡D ti C E
147, 159-162, 167, 175,
31 y sigs. ·
1
Voluntarios en el ejército,
180, 188 y sigs., 193- 1 . '

Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
. \

Cuadm Cronológico . .. . .. . . .. . . . . . .. .. . . .. . . . . . 7

Nota sobre Monedas y Medidas . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

l . El marco d e rreferenda: !La expans-ión romana y

sus resul�ados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

U. El marco de ll'eferencia: iLa economía romana . . 39

IIJ. Plebeyos contra Patricios, 509-287 . . . . . . . . . . . . 69

IV. La era de ·quietud, 287-134 . . . . .1 . .... ........ 1

V. Reforma y :reacción, 133-79 . . . . . . . . . . . . . . . .


1
. 113
J
1
VJ. La caída de la República, Jl8-27 ·. . . . . . . . . . . . .

Epílogo .... . . . . . . ... .. .. .. . . . . 213



• • • • • • • • • • • • • 4 ..

1
Otras lecturas . . .. .. . . . . .. .. . . .. . .. ... . . . . .. . .. 225 1
!'
lndice de personas, pueblos y luga'l'es . . . . . . . . . . . . . 229

índice aLfabético 234

238 239

You might also like