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El gallo y el guajolote

La defensa del matrimonio.

Javier Enrique Bú
Kike Bú
Una bella y única tarde, todo está tranquilo, el viento juega con las hojas al materine
rinenero y en el guayabo un gusano gusta de una rica hoja. En el solar caen
desvanecidas y vencidas las arrugadas hojas, ya sin oxigeno, exhalando apenas el último
suspiro en el precipicio al suelo, a ser el vestigio y formación de la tierra.
Un gallo esclavo de una cuerda de nylon, le hace la vida imposible a una bandada de
maíz en la espalda del suelo arenoso, él como un gran hombre se tira una canción
enamoradiza para las gallinas.
La tarde es testigo de sus aventuras, las gallinas se colocan los delantales para la cena y
acumular las fuerzas para el huevo del mañana, para el orgasmo del mañana.
Una guajolota se cruza con sus movimientos sexis, con sus piernas encantadas de
suavidad y plumas de galantería por la zona roja del gallo.
El gallo tiene ya un cumulo de millones de segundos en la opresión y la esclavitud, tiene
juventud, pero su arisques lo ata a esa cuerda, su pata derecha la tiene hinchada de
angustias y picotozasos para poder escapar de aquel suburbio.
El guajolote poco o nada le interesa la esclavitud del gallo, siempre con su plumaje
extendido demostrando su hombría, la guajolota se siente satisfecha con sus hechos.
Ha el gallo, las gallinas lo desean, pero no se le acercan porque piensan que será un mal
amante, y como esta joven piensan que no será un buen padre para sus pollitos.
Pero a varias gallinas las trae locas porque es bueno para mensajear y hacer piropos
electrónicos, y es que su blackberry es tan fino como su plumaje y su cresta.
La guajolota ya hacía varios días que se le insinúa, siempre pasa por la zona de opresión
del gallo, mostrando sus piernas exquisitas.
El guajolote presume que la trae loca de amor porque siempre la lleva al Mall y donde
venden las mejores baleadas del país.
El gallo tiene la necesidad de las gallinas, pero las gallinas ni bola ni papa, solo
mostrando los senos, las nalgas, las piernas, dejan al gallo suspirando, queriendo
demostrarles que es el rey y el único dador de placer del solar.
El gallo tiene una necesidad natural, lo que siempre por generación le engendro su
abuelo gallo, pero nada de nada con las gallinas y sus novelas ficticias.
La ofrecida guajolota le paso lo inesperado callo en manos del excitado gallo, ha puesto
unos huevos raquíticos, el guajolote desconfía y la mira de reojo como juzgándole sus
aventuras, pero piensa el guajolote que está funcionando mal en la cama.
La guajolota le está fingiendo cada vez que hacen el amor. “¡ha estúpido! Guajolote no
se da cuenta que no lo amo” dice en su mente la guajolota. La guajolota está
empollando por no decir enguajolotando los huevos para que dentro de poco nazcan,
será una desgracia cuando el engañado guajolote se dé cuenta de tal desventura, que
cara la que pondrá cuando pase el hecho de ver a sus hijos y sepa que no son de él,
tendrá que tener explicaciones claras de su esposa infiel.
Después de unos días la guajolota se enfrenta de qué nacieron los polluelos o
guajolotitos, y espera su esposo con alegría.
Se aparece el guajolote “mi amor ya nacieron nuestros hijos”, la guajolota espantada se
desmaya, y provoca la ira de su esposo al descubrir que en verdad aquello huevos no
tenían nada de ver con su infertilidad, se dio cuenta que su esposa le paga mal con su
vecino el gallo. Con su rostro lleno de furia se dirige a donde el gallo y lo enfrenta,
empieza a picotearlo hasta mas no poder, pero el gallo con su juventud tomo fuerza y
empezó a golpear al guajolote y le dio un golpe mortal que dejo al herido guajolote con
una inconciencia en su vida.
Desde el nido observo todo la guajolota y se enfrentó al gallo, y empezó a picotearlo,
pero aquí el gallo no pudo hacer nada, porque sabe que es la madre de sus hijos, pero el
gallo no sabía que aquella pasiones que vivió con la guajlota eran estériles, en ese
momento la guajolota le confeso la verdad al gallo, “gallo esos huevos que empolle no
son tuyos, mi marido es estéril e igual yo, así que robe los huevos de tus gallinas y los
anide. “ ¿Pero de quien son esos huevos” dijo el gallo, la guajolota le confeso que esos
huevos son del abuelo quien era el que había castrado todas las gallinas a su mando.
Comprendió el gallo que su esterilidad también fue descubierta.
Hoy en día el gallo vive solo esperando su ocaso. La pareja de guajolotes comprendieron
que su esterilidad los hiso padre adoptivos y llegaron a ser la pareja ejemplo de la
granja.
El abuelo gallo a sus 85 años sigue de amante con las gallinas, no hay gallina que
renuncie a su amor, ni al cumulo de experiencia en su vida.
En la granja sucede algo extraño hay en los animales mutaciones, dicen que la chancha
tubo sus cochinitos con las patas igual a las de los gallos, “jajaja que cosas de la vida”
comenta el viejo gallo.

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