Las cárceles son el lugar donde la civilización de lo inhumano muestra su mas

crudo rostro, el sitio de aleccionamiento y exterminio del individuo. Refuerza

y termina la función que la familia y la escuela, bajo el capitalismo no
pudieron cumplir.
Son el lugar reservado para lxs inadaptadxs y lxs rebeldes que por conciencia
y/o necesidad rompen y traspasan las reglas, leyes y atentan contra lo
establecido por los poderosos criminales que viven en el privilegio y se sirven
de eso, al mismo tiempo que ajustan el mecanismo de esclavitud e inyectan a
través de su prensa y sus medios masivos de (in)formacion, la mentalidad
policial a la población, mientras preparan su ejercito de predicadores,
científicos, profesionales y asesinos que se encargaran de hacer el resto.
La cárcel es la venganza de una sociedad que valora mas la propiedad privada
que la vida.
No sirven para los fines que mentirosamente, los burgueses, los políticos y
carceleros dicen que tiene: no “reinsertan”, no “readaptan”, no “sanan”, no
“educan”*. ¿Cómo y donde van a “readaptar” a una persona, después de
sufrir una condena de vejaciones y daños físicos y mentales y luego de esto el
¿
retorno al mismo contexto social podrido de miseria,
desocupación/explotación que lo/la llevaron a “delinquir” y sintiendo el
desprecio y prejuicio de la sociedad y la intranquilidad constante de la
persecución policial. ¿Donde se ha visto que el hacinamiento, los malos tratos,
la humillación y el aislamiento sanan y educan a una persona?
Solo “reeducan” en el sentido de la sumisión y la obediencia para el poder y la
clase opresora que lo posee.
Sin embargo esta claro que cumplen con su objetivo de control social, castigo,
vigilancia y exterminio, crean y mantienen a la “delincuencia” que le es
funcional y que “justifica” su propia existencia y la de la policía.
ENFERMAN-TORTURAN-ASESINAN
Las prisiones son los campos de exterminio donde el Estado y el Capitalismo
aplican sus herramientas para exterminar la disidencia y la Rebeldía, son las
fabricas donde la pobreza es su materia prima: “las prisiones son centros en
donde se experimenta con seres humanos y que sus resultados son adaptados y
aplicados, en las empresas, en las escuelas…” y son además el mantenimiento
económico de una extensa lacra parasitaria: jueces, funcionarios, carceleros,
etc. Y la vigencia de la mafia inmunda de los servicios penitenciarios que
actúan dentro y fuera de ellas. Entendemos que la destrucción de las cárceles
y de la mentalidad que la sustenta no es un hecho aislado, va junto con el
proyecto de Revolución Social el cual nos impulsa a construir vidas y
relaciones libres, luchando contra todo lo que nos oprime.

!!NI SE REFORMAN NI SE HUMANIZAN!! ¡¡LAS CARCELES SE DESTRUYEN!!

*Nota: todos esos términos bajo comillas, como “readaptar” o “delincuencia” por ejemplo, no es de
nuestro agrado usarlos sin una profundización mas amplia -es solo un panfleto-, lamentablemente
el lenguaje que utilizamos es el que nos impusieron y también es una cuestión a revolucionar.

La prisión es un frio asesino: mata lentamente a las personas como tales. Aniquilando y
envileciendo en ellas todas las cualidades para alcanzar la convivencia y la vida social.
Por este simple razonamiento, todo intento de reinserción o rehabilitación de seres
humanos dentro de esas cámaras de horror, es mera ilusión, una mentira cada vez mas
evidente. La idea de la prisión surge en la historia como medio por el cual encerrar y
aislar de la sociedad a aquellas personas que las autoridades consideraban molestas o
subversivas a les leyes en vigencia, a lo largo de la historia las prisiones y sus mazmorras
han sido aplicadas de formas diferentes, pero siempre, absolutamente siempre, han
constituido, bien en la era medieval, bien en la moderna o contemporánea, una
herramienta del poder impuesto, el medio coercitivo de reyes, militares y políticos. La
prisión pasa a convertirse en un medio legal de castigar las malas conductas dentro de la
sociedad, y de paso en un medio eficaz para eliminar adversarios políticos y frenar las
actitudes subversivas. Con ello, las personas erigidas en Amos del pueblo, se auto-
otorgaban el derecho a castigar y dirimir. Hoy día la prisión ha evolucionado: ha
pasado de presidio a prisión y de esta a centro penitenciario. Se la ha declarado
encaminada a la reinserción social y dícese (sonrío) haber erradicado de ella el maltrato
y la tortura como método. Se afirma que es un mal necesario y que tiene su razón de
ser en servir de defensa para la sociedad, contra la delincuencia o el terrorismo, labor
esta encaminada al nuevo ídolo: el Estado. Tenemos el origen político de la prisión:
el monopolio por parte del poder del uso de la represión y la violencia sobre las demás
personas, en exclusiva. Su utilidad funcional: hacer valer sus leyes por medio del
terror y de la tortura. Su fin: la destrucción de lxs enemigos del sistema vigente y de
aquellas personas insumisas a las leyes y códigos. Pero también su origen social: la
prisión ha servido y sirve en la actualidad para proteger la propiedad privada de los
poseedores de las riquezas, o sea, para frenar en la medida de sus posibilidades el
descontento social, reprimiendo constantemente a las capas más pobres y
contestatarias. Porque la prisión es sobre todo un producto del reparto injusto de la
riqueza, mediante el cual surge y se perpetua el robo y la delincuencia en el seno de la
sociedad. La prisión no puede ser entendida, sino como una herramienta represiva del
aparato gobernante, mediante la cual este afianza su poder, asimismo podemos afirmar
que surge de la necesidad de ese poder de controlar al pueblo, de la necesidad de
regularlo, de mantenerlo, en definitiva, bajo una “libertad condicionada”, sujeta a un
código penal, con la amenaza constante de la prisión pendiente sobre su cabeza. Ahora
podemos entender porqué la prisión no puede ser nunca el lugar “reeducador” que
actualmente defienden los gobiernos o la magistratura: la prisión es el mal, es la
represión, y sólo puede producir únicamente mal y odio en las personas que la
padecen. El sufrimiento, el aislamiento, las palizas y la mas militarizada autoridad no
constituyen un argumento base para reeducar, sino que constituyen (y así lo
reconocemos) los ingredientes natos de la venganza, de la pura y dura represión, por
esto la prisión debe ser vista como es: como una de las grandes vergüenzas de la
humanidad.
“ […] En realidad, desde que el hombre y la mujer cruzábamos
encadenados los recintos carcelarios, pasábamos a convertirnos
en cobayos experimentales de equipos médicos, educadores,
psicólogos o carceleros. Los éxitos de estos científicos de la
deshumanización y la tortura sobre nosotros, lxs cobayxs, se
traducían en premios administrativos, en ascensos. Sonaba
cruel, pero era la realidad, una realidad fatal que cualquier ser
humano podía experimentar con simplemente cometer un error,
ingresar en prisión y, una vez dentro de la misma, intentar
conservar íntegra su dignidad, sus sentimientos y sus valores. El
sistema se alimenta de carne humana. Te obliga a participar con
el chantaje de la cárcel; dentro de ésta, del castigo. La psicóloga,
con su discurso y defensa de tales métodos, se comprometía con
aquellos despreciables, mezquinos y miserables tecnócratas que
con su técnica enjuiciable y condenable exterminaban sin
paliativos a las clases sociales menos favorecidas y, sobre todo, a
las más contestatarias. Todo aquel sistema represivo, basado en
la constante amenaza de castigo, carecía de fundamento alguno,
era torpe e insensato, ya que en vez de fomentar la convivencia,
la destruía, envileciendo a los que lo llevaban a cabo, suscitando
odio y violencia en los que los sufrían.
Un sistema basado en el terrorismo carcelario que los
mercenarios de la prensa, en general, maquillaban y que los
jueces permitían, omitiendo su responsabilidad, blindados por el
poder del que se hallaban provistos, el cual los transformaba en
intocables, en falsas figuras sagradas. Así cuando se denunciaba
un mal trato o una irregularidad ante el juez, éste se limitaba a
confirmar el buen hacer de la Administración. Entonces se
recurría a la Audiencia Provincial, quien a su vez ratificaba la
decisión del juez. Por último, recurrías al Tribunal
Constitucional y varios años después, quizá, lo ganabas, pero
entonces te trasladaban a otra cárcel y allí tenías que comenzar
todo de nuevo. Todo bien atado, sin grietas, de manera legal:
democráticamente.”
Xosé Tarrío – “Huye hombre huye”,
(Diario de un preso F.I.E.S)
-Libro que recomendamos su lectura,
uno de los alegatos máximos
contra las Cárceles; El retrato de una
juventud arrojada a las cloacas
de esta sociedad, en el Estado español
y un ejemplo de dignidad y ansías de Libertad
inmensas, inquebrantables.