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El emprendedurismo no es un concepto popular ni emancipador

Cada fase de la evolución del capitalismo, encarna un tipo idealizado de capitalista.

Los primeros pasos después de la revolución industrial, se identifican con un capitalista


esforzado, que trabajaba al lado de los obreros y con mayor intensidad aún, abnegado en el
consumo, reduciéndolo al mínimo (un atesorador) para acumular el excedente
productivamente en sus empresas. En el transcurso del siglo XX, aparece un empresario
benefactor, que se correspondía con el estado de bienestar keynesiano, la ampliación de
derechos y el mejoramiento en las condiciones de vida de la población, al menos en los
países capitalisticamente desarrollados (Henry Ford, promoviendo la jornada de 40 horas,
soñando con salarios con que los obreros podían comprar lo que producían, creando
fundaciones filantrópicas.).

En el Siglo XXI, el nuevo tipo especifico de capitalista, o de persona exitosa es el


emprendedor, un sujeto-concepto difundido y apropiado desde los organismos e
instituciones mas alejados del pueblo:
 Es innovador
 Casi no dispone de capital inicial
 Encuentra soluciones creativas a problemas cotidianos.
 Se abre camino individualmente y el éxito o el fracaso depende de si mismo, de su
dedicación, de su ideas, de su apasionamiento

Particularmente, pasa a ser el sujeto icónico de los gobiernos y organismos mas pro-
mercado y liberales-conservadores (muy claro en la coyuntura Argentina). Se elaboran
políticas tendientes a fomentar e impulsar el emprendedurismo (secretarias Pymes,
secretarias de emprededores, programas "ideas", programas "innovación"), bajo el lema o
la construcción ideológica de que: la salida es individual, la salida depende sólo de cada
uno, si se quiere se puede, si a los sueños le ponemos esfuerzo y dedicación se cumplen.

A este sujeto icónico del siglo XXI, que progresa por el esfuerzo individual, ya no le
corresponden los dogmas y principios de las viejas religiones, ni tampoco el ateísmo, sino
las “religiones” o “practicas espirituales” centradas en el uno mismo, donde la salida
también es individual tanto que hasta nos "auto-ayudamos". (Así vemos como el gobierno
de buenos aires promueve al ravi shankar y organiza meditaciones "gratuitas" en los
lugares públicos).

Que relación tiene este sujeto con nuestro pueblo?, ninguna. Solo puede tener cierta
representación, al igual que los viajes al machu puchi o al otro lado del mundo para
conocer “otras culturas”, en una parte menor de la clase media alta.
Para el grueso de los 40 millones de argentinos, y los 7 mil millones de habitantes del
mundo, la salida no es individual, sino colectiva y ninguna de las características del
“emprendedor" se replica en ellos. Que posibilidad hay de un habitante de la periferia
urbana desarrolle un software innovador en su portátil o que un campesino riojano patente
un semilla innovadora o produzca una leche gourmet rica en proteínas, minerales, etc. para
exportar a Finlandia?. Ninguna.

Nuestro pueblo debe organizarse colectivamente para producir sus condiciones de


existencia. Produciendo colectiva y solidariamente, el pueblo se produce a si mismo y por
lo tanto se realiza a si mismo. Para nuestro pueblo, los sueños, las esperanzas y la
realización material y espiritual no es individual sino colectiva. Por eso, el concepto
construido de “emprendedor” no solo no se corresponde con la producción entramada, la
producción popular, con la estrategia para salir de una situación de postergación sino que
además la niega y la contradice porque fomenta el individualismo y obstaculiza lo
colectivo.

Para nuestra labor, que aspira a la producción entramada como forma de emancipación, se
hace necesario despegarse completamente de ese sujeto icónico del capitalismo siglo XXI.
No hay emprendedores, emprendimientos ni emprendedurismo, hay producción colectiva,
solidaria, autogestionada y entramada.

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