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El equipo de Velasco

Todos se iniciaron en la carrera militar como cadetes en 1940, ganando méritos desde sus
puestos de oficiales de los servicios de inteligencia y de docentes en las escuelas militares.
De Rivera pertenecía, junto con Valdés Palacios, al servicio jurídico de las Fuerzas
Armadas. Sala Orosco sería el único ministro que mantendría un puesto en el Consejo
después de su retiro del servicio activo como militar.
En 1968 era agregado militar en Chile, pero anteriormente, cuando Velasco cumplía tareas
en la Primera Región Militar, había prestado servicio como su jefe de operaciones. Los
once restantes eran todos coroneles en el momento del golpe y pertenecían a la
intelligentsia, habiendo llegado a ocupar funciones en el Estado Mayor General durante las
reformas del Ejército implementadas por el general Martínez Rodríguez. En el curso de
1967, Velasco había empezado a trabajar con ellos y a apreciar sus cualidades
profesionales. Después de 1970, cuando Velasco había consolidado su poder presidencial,
llegaron a ocupar posiciones claves dentro del Consejo de Ministros, a través del COAP.

a) Extracción social

En 1950, Montagne padre incluso fue candidato presidencial en una batalla electoral
que Odría ganaría sin muchas dificultades. Su hijo, Ernesto Montagne Sánchez, era
considerado como la personificación peruana de «un oficial y un caballero». Durante el
gobierno de Belaunde había dejado temporalmente el Ejército para asumir la cartera de
Educación. Luego fue incorporado nuevamente y ascendió al cargo de inspector
general.

Mercado había estudiado en el prestigioso colegio San Luis de Barranco, Lima,


dirigido por los padres maristas, y también él alcanzaría experiencia política como
militar. A los 27 años, siendo capitán, fue nombrado edecán del arequipeño
Bustamante y Rivero, tras la victoria de este en las elecciones presidenciales. Fue
ministro de Hacienda en uno de los gabinetes de Belaunde, y supo retirarse a tiempo
para no llegar a verse envuelto en uno de los escándalos políticos que precedieron a la
caída del presidente. Provenían de familias de modesta condición económica, a
excepción de De Rivera Lucero, criado en Arequipa en un medio austero, pero
protegido.

Sus padres se habían visto obligados a vender sus bienes para subsistir y costearles los
estudios a ellos. Si bien todos los militares profesionales cursaron estudios secundarios
para cumplir el requisito de ingreso como cadetes, un considerable número de ellos
había servido primero como soldado raso para poder atender al sustento de su familia.
Todos ellos fueron ascendiendo por los grados de cabo primero, sargento segundo y
sargento primero, hasta llegar a la Escuela de Oficiales. En los años treinta, las Fuerzas
Armadas podían elegir entre la flor y nata de la nación para reclutar a su cuadro y a sus
oficiales.

Las universidades particulares podían exigir una abultada cuota de inscripción, y los
hijos de las familias adineradas podían optar, asimismo, por cursar estudios superiores
en el extranjero. Sin embargo, para una amplia porción de la población, la única
alternativa de ascenso social residía en el Ejército. Los hombres que van a trabajar en
el equipo de Velasco son producto de circunstancias especiales. Con Velasco llega una
generación que va a actuar con su fuerza propia.

Esa selección natural es un primer elemento que permite contar con recursos humanos,
para poder ir adelante. Tenía que tener participación de la Fuerza Armada, compartir en
eso.

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