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LECTURA No. 6 IT: Trénsito del conocimiento moral vulgar de la razén al comocimiento Ni el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restriccién, a no ser tan buena voluntad. El entendimiento, el gracejo, el Juicio, o como quieran llamarse los talentos del espfritu; el valor, la decisién, la perseverancia en los propésitos, como cualidades del temperamento, son, sin duda, en muchos respectos, buenos ¥ deseables; pero también pueden llegar a ser extraordinariamente malos y daninos sila voluntad que ha de hacer uso de estos dones de la naturaleza, y cuya peculiar constitucién se llama por eso cardcter, noes buena. Lo mismo sucede con los dones de Ia naturaleza, y cuya peculiar constitucién se lama por eso cardcter, no es buena. Lo mismo sucede con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, la honra, Ja salud misma y la completa satisfaccién y el contento del propio estado, bajo el nombre de felicidad, dan valor, y tras él, a veces arrogancia, si no existe una buena voluntad que rectifique y acomode a un fin universal el influjo de esa felicidad y con él el principio todo de la accién; sin contar con que un espectador razonable ¢ imparcial, al contemplar las ininterrumpidas bienandanzas de un ser que no ostenta el menor rasgo de una tener satisfaccién, y asi parece constituir la buena voluntad la indispensable La buena voluntad no es buena por lo que efectie 0 realice, noes buena por su adecuacién para alcanzar algun fin que nos hayamos propuesto; es buena slo Por el querer, es decir, es buena en sf misma. Considerada por sf misma, es, sin comparacién, muchisimo mas valiosa que todo To que por medio de ella pudiéra- mos verificar en provecho o gracia de alguna inclinacién y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones, Aun cuando, por particulares enconos del azar 0 Por la mezquindad de una naturaleza madrastra, le faltase por completo a esa Voluntad la facultad de sacar adelante su propésito; si, a pesar de sus mayores esfuerzos, no pudiera llevar a cabo nada y sélo quedase la buena voluntad —no desde luego como un mero deseo, sino como el acopio de todos los medios que estan en nuestro poder-, seria esa buena voluntad como una joya brillante por misma, como algo que en s{ mismo posee su pleno valor. La utilidad o la este dad no pueden ni afiadir ni quitar nada a ese valor. Serian, por decirlo asf, como Ja montura, para poderla tener mas a la mano en el comercio vulgar o lamar la atencién de los poco versados; que los peritos no necesitan de tales reclamos Para determinar su valor ( 55 poseion en ésta: una accién hecha por deber eu ‘por medio de ella ae q moral, no 0 1 pa sido Tenuta; no depende, pues, smasima por Is Oe mente del fonar a las acciones ningtin valor absoluto y 1 ve valor, ya que no debe residir en la voluntad, dos? No puede residir sino en el principio de Telacdn co 1 jendo de os fines que puedan relizarse por medio dele accie, unted Prsntad, puesta entre su principio prior, que es formal, y eu resorts Pa vs material, se encuentra, por decelo ash en una enerucads Poster or determinada por slg, tendré ave ser determinada por el rineip como orem general, cuando ana aecin soeede por deber, puesto gen principio material le ha sido sustrafdo. (Donde, pues aocién con los efectos espera osicién, consecuencia de las dos anteriores, la formulara yp er es la necesidad de una accién por respeto a la ley, Pore Ta accién que me propongo realizar, puedo, cae nunca respeto, justamente porque es un efecto y no una ci rat De igual modo, por una inclinacién en general, ora sea mfa, ora sea de Nialguier ofr, no puedo tener respeto: a lo sumo, puedo, en el primer cas, Gprobarla y, en el segundo, a veces incluso amarla, os decir, consideraria com fivorable ami propio provecho. Pero objeto del respeto, y por ende mandato, si puede serlo aquello que se relacione con mi volutad como simple fundament | hrunea como efecto, aquello que no esté al servicio de mi inclinacién, sino que domine, al menos la descarte por completo en el cémputo de la eleccién, este xy en sf misma. Una accin realizada por deber tiene, empero, que excit por completo el influjo de la inclinacién, y con ésta todo objeto de la voluntad; m0 | queda, pues, otra cosa que pueda determinar la voluntad, si no es, objetivament la ley y, subjetivamente, el respeto puro a esa ley préctica, y, por tanto, la méxint de obedecer siempre a esa ley, aun con perjuicio de todas mis inclinaciones La tercera prop. de esta manera: el de objeto, como efecto de cepentBt o valr moral do la accén no reside en el efecto que dee te ay abot, por consiguente, en ningin principio de Ta accion Que Tapa gmentedeterminante en ese efecto esperado, pues todos 8 et renee el estado propio, o incluso el fomento de la flieidad aen®-P sere meio fo otras causas, y no hacia falta para ello la voluntad bet Sipremoy aie ana po tinieo en donde puede, sin embargo, encontra™™ Por tanto, no otra cosa, sino sélo la representacién de! E mina la cual deade luego no se encuentra mds que an el ser racional-, en 'y no el efecto enperado es el fundamento determinante de la ese bien tan excelente que Ilamamos bien moral, el cual weit prerente ya en la persona misma que obra seguin esa ley, y que no es Icito SSperar de ningsin efecto de la ncci6n. Pero gcusl puede ser esa ley cuya representacién, aun sin referirnos al efecto ‘espera de ella, tiene que determinar la voluntad, para que ésta pueda en absoluto y sin restriccién alguna? Como he sustrafdo la volun- tad de todos los afanes que pudieran apartarla del cumplimiento de una ley, no queda nada més que lidad de las acciones generales -que debe ser el tinico principio de la decir, yo no debo obrar nunca més que de modo que pueda querer que mi mdxima deba convertirse en ley universal. Aqui es in poner por fundamento ninguna ley determinada de principio a la voluntad, y tiene que servirle de ‘en sus juicios précticos, y el principio citado no se aparta nunca de sus ojos. . A partir de las tres proposiciones hechas por Kant en este texto, ex- plica la importancia que él atribuye al deber y ata ley en la vida mo- ral EJERCICIO No. 9 ——— 57

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