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CIRCUITOS PRODUCTIVOS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Un circuito productivo es la combinación de distintas actividades que son necesarias


para realizar un bien determinado. Se inicia con las actividades primarias: la extracción
de recursos naturales y la obtención de materias primas. Continúa con el transporte de
los productos primarios hacia los centros de consumo o las fábricas para elaborar bienes
secundarios. En ese caso, luego del procesamiento industrial, los bienes resultantes
(secundarios) son trasladados a los lugares de distribución y venta. El circuito llega a su
fin cuando el producto es consumido.
En general, se asocian a una determinada ubicación espacial, y es por esto por lo que
se los denomina circuitos productivos regionales.
Dentro de cualquier circuito, se pueden reconocer diferentes etapas o eslabonamientos
sucesivos que guían el proceso productivo. El primer eslabón es el agrícola o primario,
donde se desarrollan las actividades primarias para producir u obtener la materia prima
que da inicio al circuito. El eslabón siguiente es el industrial, aquí es donde se transforma
la materia prima en un producto industrializado o elaborado. El tercer eslabón es el
comercial, que incluye la distribución y comercialización del producto final, a través de
comerciantes mayoristas o minoristas. La distribución puede ser en el mercado nacional
o externo en el caso de los productos de exportación.
A lo largo del proceso, intervienen diferentes agentes económicos, como empresarios,
productores, obreros o el Estado. Estos agentes no obtienen los mismos beneficios
económicos ni impactos dentro del circuito, sino que varía según el poder de
negociación, la capacidad de organización y el tamaño de la producción.
Circuito de la yerba mate
La yerba mate es un árbol nativo de Sudamérica, denominado Ilex paraguariensis. Su
desarrollo de manera silvestre es originario de sectores de las cuencas del río Paraná,
Uruguay y algunos afluentes del río
Paraguay. El consumo de yerba mate
tiene un origen remoto, ya los guaraníes,
habitantes autóctonos de esa zona,
consumían infusiones realizadas con este
árbol, al que le atribuían poderes
curativos antes de la llegada de los
españoles. Luego, con la instalación de
las misiones jesuíticas, se comienza a
desarrollar la producción de este cultivo
para comercializar en la zona. El consumo
se fue generalizando a nivel nacional y
regional. Actualmente, los principales
países consumidores son: Argentina,
Paraguay, Brasil (sur), Bolivia, Uruguay y
Chile. Además, Argentina, Brasil y Producción regional de yerba mate en 2014. Fuente:
Paraguay son los únicos productores https://bit.ly/2z4RLLr
mundiales de yerba mate.
La fase agrícola del circuito productivo consiste en la siembra y posterior cosecha del
cultivo. Los yerbales comienzan a explotarse a partir del cuarto año de implantados,
aunque es a partir de séptimo u octavo año que las cosechas comienzan a tener
rendimientos comercialmente buenos. Este proceso se desarrolla entre los meses de
marzo y octubre.
En general, en este eslabón, se distinguen dos tipos de productores: los pequeños y
medianos, que poseen plantaciones de densidad baja y media, lo que significa que
tienen hasta 1800 plantas por hectárea y realizan el sistema de poda y cosecha
tradicional, a partir de un actor clave: el tarefero. Por otro lado, los grandes productores,
que obtienen más de 1800 plantas por hectáreas utilizan sistemas modernos y realizan
la cosecha de forma mecanizada.
Es importante destacar que existe una gran asimetría en cuanto a los porcentajes de
producción en esta primera fase del circuito. El 77% de los productores corresponden a
la categoría de baja densidad con algo más del 37% de la superficie y el 31% de la
producción. En el otro extremo, los de alta densidad, controlados por grandes empresas
yerbateras que registran los mayores rendimientos derivados de las tecnologías
aplicadas y alto nivel de gerenciamiento e integración hasta la fase industrial, no llegan
al 7% de los productores y determinan el 46% de la producción.
En la cosecha, se realiza el proceso de quiebra, que consiste en extraer las hojas de
yerba mate maduras con ramas, y luego de un proceso de selección se envían a los
secaderos. El transporte desde los campos hasta los secaderos se realiza en camiones
y a granel.
El proceso siguiente se denomina zapecado y debe ser realizado antes de que se
cumplan 24 horas posteriores a la cosecha. Es un secado muy rápido, de
aproximadamente 30 segundos, donde se exponen las hojas directamente a las llamas
con el objetivo de evitar la degradación biológica y mantener el color verde de la hoja. A
continuación, sigue el proceso de secado propiamente, donde se eliminan los restos de
humedad mediante la exposición de las hojas a aire caliente. Al finalizar, queda entre el
4 y 6% del peso original de las hojas verdes.
Luego, con el proceso denominado canchado, la yerba se tritura o muele en trozos de
aproximadamente un centímetro cuadrado para poder embolsarla y se transporta a los
sitios de estacionamiento, molienda y envasado.
La yerba canchada se almacena en bolsas de 50 kg en el proceso de estacionamiento.
Después de un tiempo variable, se logran diferentes tipos de color, sabor y aroma para
satisfacer los diferentes gustos de los consumidores. El estacionamiento puede ser
natural y dura entre seis meses y un año. También, puede ser de tipo controlado o
acelerado en cámaras donde se controla la temperatura, los gases y la humedad. Así,
se reduce el tiempo de estacionamiento a uno o dos meses.
El proceso siguiente es la molienda, que incluye acciones de zarandeo, trituración y
mezcla para llegar a un producto que esté listo para su envasado y comercialización. Es
aquí donde se limpia la yerba de semillas, ramas y se obtienen los diferentes tipos de
yerba, como por ejemplo la yerba con o sin palo.
Luego de la molienda, la yerba es envasada y comercializada como un producto de
consumo final. La comercialización se realiza especialmente en el mercado interno.
Argentina es el principal consumidor de yerba mate a nivel mundial. Esta parte del
circuito productivo representa el eslabón más concentrado, que tiene una integración
vertical, ya que los molinos llegan hasta el mercado de tipo minorista.
Tan solo ocho empresas concentran el 97% de las ventas de yerba mate en el país. La
principal es el Establecimiento Las Marías, que no solo es importante en el país, sino
que es la mayor productora de yerba mate a nivel mundial, y representa el 34% de
ventas nacionales con las marcas Taragüi y Unión. Le sigue Molinos Río de la Plata con
Nobleza Gaucha y Cruz de Malta que concentra el 19% del mercado minorista,
acumulando entre estos dos grandes molinos empresas con más del 50% del total de
ventas. De esta manera, estas empresas tienen un control casi absoluto de los
suministros del producto y logran un gran poder de negociación en relación con los
pequeños y medianos proveedores.
Circuito petrolero
El petróleo, en nuestro país, se obtiene principalmente de dos cuencas: la Neuquina y
la del golfo San Jorge. El resto proviene de las cuencas Austral, Cuyana y del Noroeste.
El petróleo de la cuenca Neuquina se transporta por oleoductos a Puerto Rosales (cerca
de Bahía Blanca), Luján de Cuyo en la provincia de Mendoza y a Talcahuano en Chile,
a través de la cordillera de los Andes. El petróleo crudo de las cuencas del golfo San
Jorge y Austral se transporta por medio de buques hasta las grandes refinerías
localizadas en La Plata, Dock Sud, Campana y San Lorenzo, y a los mercados de
exportación. El petróleo de las cuencas Cuyana y del Noroeste se procesa en refinerías
regionales principalmente en Luján de Cuyo y Campo Durán.
El primer eslabón para comenzar con el circuito petrolero es el proceso de exploración
para detectar la presencia de yacimientos petrolíferos. Durante este primer proceso, se
requiere mucha inversión de capital, tanto para la realización de estudios geológicos con
el objetivo de determinar la posibilidad de existencia de petróleo como así también la de
su extracción. Una vez que se estima dónde podría encontrarse petróleo crudo se
realiza una primera perforación para corroborar la existencia del recurso. Si el resultado
es positivo, se comienza con el siguiente proceso de explotación, que también se
corresponde al primer eslabón del circuito. Para este proceso, es necesario instalar en
el lugar la infraestructura necesaria, lo que también requiere de una gran inversión
económica, tal es así que las empresas que realizan las tareas de exploración y
explotación de los yacimientos son grandes compañías, tanto de capitales nacionales
como transnacionales, con una gran capacidad económica.
Para comenzar con la extracción del petróleo, se instalan torres de perforación, bombas
de extracción. Además, según la zona donde se realice el descubrimiento del crudo, se
necesita emplazar una infraestructura acorde con el emprendimiento: caminos,
telecomunicaciones, alojamientos y centros sanitarios para el personal que trabajará en
el proceso. Los procesos de exploración y extracción se conocen como la fase de
upstream (corriente arriba) del circuito petrolero.
Muchas de las empresas que actualmente forman parte del circuito son de capital
nacional como YPF, PanAmerican, Tecpetrol y Apache. De hecho, la compañía estatal
YPF, en 2014, fue la que concentró la producción del 41% del petróleo nacional.
En el eslabón industrial, el petróleo crudo es procesado en refinerías o destilerías. Entre
los principales productos que se obtienen con la destilación, están: gasoil, nafta, aceite
lubricante, vaselina, parafina y residuo asfáltico. Estos productos líquidos representan
el 95% de la producción. El resto se procesa en las industrias petroquímicas donde se
obtienen productos muy diversos, como plásticos, detergentes, colorantes, entre otros.
Las áreas petroquímicas de nuestro país se encuentran en diferentes provincias y no
necesariamente están cercanas al área del eslabón primario. Hoy en día, existen nueve
polos petroquímicos, que se distribuyen entre las provincias de Buenos Aires, Santa Fe,
Córdoba, San Luis, Mendoza y Neuquén. Algunos polos petroquímicos se desarrollaron

muy cerca de áreas urbanas, lo que significa un riesgo químico muy alto debido al tipo
de material con el que las empresas trabajan. Las zonas de mayor riesgo están en Dock
Sud, en Capital Federal, Avellaneda, Lanús y Quilmes y en Ingeniero White en Bahía
Blanca.
Esta fase del circuito productivo, junto al último eslabón de comercialización, se conoce
como downstream (corriente abajo).
El transporte merece una mención especial, ya que se presenta en varias etapas
durante todo el circuito productivo, denominada midstream (centro de la corriente). El
petróleo se traslada mediante oleoductos, que son extensas tuberías de acero revestido,
cuyo diámetro varía entre unos pocos centímetros hasta más de tres metros en todo el
país. También, se utilizan los poliductos son muy similares a los oleoductos, pero están
diseñados para transportar varios derivados del petróleo, como nafta y gasoil, en
camiones cisternas o buques. En un primer momento, el transporte se realiza desde los
lugares de extracción hacia las refinerías y luego, se comienza con la distribución de los
productos finales desde allí. Los buques petroleros se utilizan para el traslado de crudo
para el mercado externo. Este es un medio de transporte muy cuestionado debido a los
posibles derrames de petróleo en los océanos lo cual afecta a los ecosistemas marinos.
El eslabón comercial está orientado tanto al mercado interno como externo. En el
mercado externo, se coloca especialmente el petróleo crudo o sus derivados con poco
valor agregado, mientras que en el país se comercializa el resto de los productos del
circuito.
Circuito frutícola en el alto valle de Río Negro
El alto valle comienza en la confluencia de los ríos Limay y Neuquén donde nace el río
Negro, y se extiende aproximadamente a lo largo de 65 kilómetros del curso inferior del
Río Neuquén, 50 kilómetro del curso inferior del Río Limay y 120 kilómetros del curso
superior del Río Negro. Esta región se ha especializado en la producción de frutas de
pepita (manzanas y peras), que se comercializan principalmente en el mercado externo
como fruta fresca y para la elaboración de jugos. En menor medida, se producen frutales
de carozo (cereza, ciruela, durazno, damasco, pelón) y frutas finas (frambuesa, guinda
y frutilla).
La colonización del alto valle se llevó a cabo en la década de 1880, con la finalización
de la campaña militar conocida como la Conquista del Desierto. La región comenzó a
poblarse muy rápido, primero por soldados que habían participado en la campaña militar
y luego por inmigrantes, principalmente alemanes y franceses, que vieron la oportunidad
del desarrollo del cultivo de frutales y alfalfares. Como esta zona se caracteriza por sus
escasas precipitaciones anuales, fue necesario buscar alternativas de riego, para el
aprovechamiento de las aguas fluviales. Ya a comienzos del siglo XX, se construyó el
primer canal de riego en Río Negro, que permitió la extensión de zonas cultivables.
En la década del 30, la actividad logró un mayor desarrollo con la llegada del ferrocarril
y la instalación de la empresa Argentine Fruit Distributors (AFD), de origen británico y
que, a su vez, era subsidiaria del ferrocarril. Esta empresa monopolizó la
comercialización de las frutas, que era transportada hacia Buenos Aires en el Ferrocarril
del Sud para luego ser colocada en el mercado externo. Además, la empresa además
instaló tres plantas empacadoras y una estación experimental con el objetivo de mejorar
la calidad de los productos. Hacia fines de 1940, junto con la nacionalización de los
ferrocarriles, la empresa AFD pierde protagonismo en la región y comienzan a
afianzarse agentes económicos nacionales.
En la década del 60, se dan varios cambios en el circuito productivo frutícola. La
demanda europea de peras y manzanas argentinas aumentó, y se incorporaron cambios
tecnológicos fundamentales, sobre todo en la etapa de empaque de la fruta y su
conservación de frío en cámaras refrigeradoras. Además, se reemplazó el transporte
del ferrocarril por camiones.
Hacia mediados de la década del 70, la mayor parte de producción frutícola provenía de
pequeños productores, con explotaciones de menos de 10 hectáreas, con poco acceso
a la tecnología y que comercializaban la totalidad de su producción a terceros que se
encargaban de continuar con los eslabones del circuito. Pero, por otro lado,
comenzaban a tener preponderancia en la región los productores con mayor capital y
mayor integración vertical, que manejaban no solo el empaque de la fruta sino la
comercialización en el exterior.
A partir de la década del 90, comienzan a tener mayor presencia los capitales
transnacionales en la actividad y, como consecuencia, se acentúa la concentración y
centralización de la actividad, lo que perjudica al sector de los pequeños y medianos
productores que no han logrado la tecnificación necesaria ni la integración vertical para
sobrevivir en el circuito productivo regional.
Hoy en día, el circuito productivo mantiene en su eslabón primario a pequeños
productores que utilizan formas de producción tradicionales, poco tecnificadas y que
solamente forman parte de este primer eslabón que se constituye como el más débil de
todo el circuito. Luego, venden su producción a los empacadores y comercializadores.
Como en general las frutas no cumplen
con los requerimientos de calidad, que
involucran estándares crecientes de
sanidad e inocuidad, se utilizan para la
industria de jugos, elaboración de sidra o
como frutas deshidratadas principalmente
y no para la exportación como fruta fresca.
El eslabón industrial abarca los
procesos de conservación, empaque de
fruta fresca o trituración de la fruta para la
elaboración de jugos. En este eslabón, se
encuentran los productores integrados y
grandes empresas que abarcan todo el
proceso productivo: desde la producción
primaria, conservación, empaque y comercialización. Además, los agentes económicos
que participan de manera integral incorporan nuevas variedades, sabores y tamaños
pensados, en especial, para la exportación, lo cual genera una barrera tanto técnica
como económica con los pequeños productores.
En la última década, ha surgido un nuevo agente económico, que representa el último
eslabón del circuito productivo, es el agente comercial, que se encarga en forma
exclusiva de la colocación de los productos, en particular, en el mercado externo. Si bien
este agente es relativamente nuevo, ya se observa una gran concentración teniendo en
cuenta que solo tres empresas concentran el 50% de las exportaciones.
La exportación de productos del circuito
frutícola se realiza a más de 40 países,
donde predomina la Unión Europea,
Rusia, Estados Unidos y norte de África.
En los casos de exportaciones de
ultramar, se comercializa en buques con
contenedores y bodega refrigerados
desde San Antonio Este en Río Negro,
donde se encuentra el principal puerto de
salida. Además, se realizan exportaciones
durante todo el año a Brasil y, en menor
medida, a Bolivia, Paraguay, a través de
camiones refrigerados.
En el caso del mercado interno, que es
porcentualmente mucho menor que el externo, los productos se comercializan durante
todo el año en las distintas provincias. En el caso puntual de las manzanas,
aproximadamente un 33% de lo producido en el alto valle se vende en Argentina, la
mayoría (alrededor de un 80%) en la región pampeana. Para el caso de las peras, tan
solo un 14% del total producido en la región se comercializa en el mercado interno donde
también la región pampeana es la mayor consumidora.

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